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Feudalismo y Edad media La expresión "Edad Media" ha sido empleada por la civilización occidental para definir el periodo de 1000 años de historia europea entre el 500 y 1500 d. C. EL inicio de la Edad Media está señalado por la caída del Imperio Romano Occidental, generalmente tomado como el fin de la historia clásica antigua. El inicio del Renacimiento (de Europa) marca el final de la Edad Media. Entre los acontecimientos que determinaron el final de este periodo destacan la caída de Constantinopla en 1453; la utilización por primera vez de la imprenta en 1456; el descubrimiento de América en 1492; la Reforma Protestante iniciada por Lutero en 1517, y el florecimiento de las artes en Italia. La Edad Media se sitúa, por lo tanto, entre lo que conocemos como historia antigua e historia moderna. Razón de ser del feudalismo en Europa Fue un sistema social y político que surgió a principios de la Edad Media y se instaló en Europa durante varios siglos (siglos altomedievales), aunque en constante evolución. Como ocurre con todas las formas sociales nuevas, el feudalismo se desarrolló adoptando muchos aspectos del orden antiguo, ajustándolos a las necesidades de la época. Esta nueva sociedad surgió en respuesta a presiones exteriores e interiores que actuaban sobre el sistema anterior. Los procesos de esta índole rara vez son el resultado de decisiones formales, sino la solución que los hombres dan a unas circunstancias ambientales cambiantes, lo que es particularmente cierto en el caso del feudalismo, al que dio paso el decadente sistema romano en su última fase. Para entender la implantación del feudalismo hay que recordar la evolución de los últimos siglos del Imperio Romano. El fuerte y centralizado poder estatal del alto imperio y la sociedad urbana romana dejó paso a un progresivo debilitamiento de la autoridad y una ruralización en aumento de la población. En este contexto, la necesidad de la sociedad tardorromana y de la de los primeros tiempos medievales era la protección: protección contra los invasores bárbaros, los bandidos y los campesinos en rebelión.

Feudalismo y Edad Media

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Page 1: Feudalismo y Edad Media

Feudalismo y Edad media

La expresión "Edad Media" ha sido empleada por la civilización occidental para definir

el periodo de 1000 años de historia europea entre el 500 y 1500 d. C. EL inicio de la

Edad Media está señalado por la caída del Imperio Romano Occidental, generalmente

tomado como el fin de la historia clásica antigua. El inicio del Renacimiento (de

Europa) marca el final de la Edad Media. Entre los acontecimientos que determinaron el

final de este periodo destacan la caída de Constantinopla en 1453; la utilización por

primera vez de la imprenta en 1456; el descubrimiento de América en 1492; la Reforma

Protestante iniciada por Lutero en 1517, y el florecimiento de las artes en Italia. La

Edad Media se sitúa, por lo tanto, entre lo que conocemos como historia antigua e

historia moderna.

Razón de ser del feudalismo en Europa

Fue un sistema social y político que surgió a principios de la Edad Media y se instaló en

Europa durante varios siglos (siglos altomedievales), aunque en constante evolución.

Como ocurre con todas las formas sociales nuevas, el feudalismo se desarrolló

adoptando muchos aspectos del orden antiguo, ajustándolos a las necesidades de la

época.

Esta nueva sociedad surgió en respuesta a presiones exteriores e interiores que actuaban

sobre el sistema anterior. Los procesos de esta índole rara vez son el resultado de

decisiones formales, sino la solución que los hombres dan a unas circunstancias

ambientales cambiantes, lo que es particularmente cierto en el caso del feudalismo, al

que dio paso el decadente sistema romano en su última fase.

Para entender la implantación del feudalismo hay que recordar la evolución de los

últimos siglos del Imperio Romano. El fuerte y centralizado poder estatal del alto

imperio y la sociedad urbana romana dejó paso a un progresivo debilitamiento de la

autoridad y una ruralización en aumento de la población.

En este contexto, la necesidad de la sociedad tardorromana y de la de los primeros

tiempos medievales era la protección: protección contra los invasores bárbaros, los

bandidos y los campesinos en rebelión.

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El aparato estatal, antes poderoso, era ahora demasiado débil para cumplir con sus

obligaciones; en su decadencia, se veía incapaz de hacer justicia y proporcionar paz y

protección a los ciudadanos. En tales circunstancias, el pueblo se vio obligado a

establecer por si mismo la forma de organizarse y generar un sistema donde la seguridad

fuese el elemento prioritario.

El feudo

La antigua tradición romana del patrocinio era una relación entre dos hombres libres.

Mediante el acto de la encomendación, un hombre libre se colocaba bajo la protección

de un señor, a quien el encomendado debía servir y respetar a cambio de sostenimiento

y protección. Esta situación dio lugar más tarde a contratos escritos que regulaban el

grado de compromiso de ambas partes.

Ante la existencia de peligros reales, la encomendación se convirtió en feudo o cesión.

El hombre libre cedía sus tierras y su libertad a un noble con recursos para la guerra, a

cambio de protección; en otras palabras cambiaba su libertad por seguridad.

Los deberes más importantes eran comúnmente: el servicio militar (normalmente

limitado a 40 días al año), reclutar soldados para el ejército de su señor y proveerlo de

ingresos. Por su parte, el señor se comprometía a dar protección militar a su vasallo y a

proporcionarle los medios de subsistencia. Con ese fin, el vasallo recibía el control de

un feudo que normalmente consistía en una gran extensión de tierra, aunque también

podía tratarse de funciones lucrativas y de responsabilidad, como recaudador de

impuestos, acuñador de moneda o agente de aduanas. De ese modo, un señor con

muchos vasallos disponía de fuentes seguras de ingresos además de un ejército. El

contrato feudal era de por vida. El señor podía arrebatarle el feudo a su vasallo si éste

incumplía sus obligaciones. En cambio, para el vasallo, dejar a su señor era tarea más

ardua. Al principio los feudos no eran hereditarios, lo que constituía una gran ventaja

para el señor. Cuantos más feudos tenía un señor para repartir, más duramente habían de

trabajar los vasallos para ganárselos. Con el transcurso de la Edad Media, los vasallos

encontraron oportunidades para convertir sus feudos en hereditarios, dejando a sus

señores un número menor de los que disponer como recompensa.

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Las malas comunicaciones, los caminos casi intransitables, contribuyeron al aislamiento

y a la división de las comunidades medievales europeas. Aunque seguían existiendo

residuos del antiguo poder central en forma de monarquías, las órdenes de los reyes no

iban más allá de los muros de palacio. Europa era literalmente un conglomerado de

miles de campamentos armados semiindependientes.

Estas divisiones no podían durar por tiempo indefinido. Todo el Occidente europeo

vivía en una amenaza constante. Al sur, los musulmanes representaban un grave peligro;

al este ocurría lo mismo con los ejércitos hunos, mongoles y eslavos. Los vikingos

saqueaban prácticamente sin oposición las costas del norte en los siglos IX y X. Ofrecer

protección ante tan intensos peligros era algo que sobrepasaba la capacidad incluso de

los más poderosos señores feudales.

Para hacer frente a tales amenazas surgió una compleja red de relaciones, en la que

todos prestaban fidelidad y obediencia a alguien más poderoso, hasta llegar al monarca,

que lo hacía ante Dios. Como contrapartida por la ayuda recibida, existía el compromiso

de ofrecer un determinado número de hombres para servicios militares, siempre que se

les requiriese para ello.

Ventajas y desventajas del Feudalismo

La mala prensa que en los tiempos contemporáneos ha tenido el feudalismo (paradigma

de la tiranía de los poderosos sobre los humildes) se debe a que la producción agrícola

fue en muchos casos insuficientes para ser útil al sistema, lo que provocó hambruna. La

rudimentaria agricultura de la época y el ineficiente sistema de cultivo no permitían la

acumulación de reservas, Si las cosechas fallaban, lo que ocurría a menudo, el hambre

hacía en seguida su aparición.

Y es que si bien los campesinos tenían tierras como parte del contrato feudal, su primera

responsabilidad era ocuparse del ganado y de las cosechas de su señor. Si la tormenta o

el fuego las amenazaban, la primera que había que poner a salvo era la del señor. Por

ello el agricultor tenía que esforzarse denodadamente en producir lo suficiente para

mantener a su familia y además asegurar el alimento de la nobleza y al clero, que no

eran productores. Esto no siempre se conseguía, generando la citada pobreza y hambre

entre la población base de la sociedad.

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Pero no hay que ver en el feudalismo medieval en Europa sólo bajo este prisma

completamente negativo.

Para empezar, la sensación de pérdida de libertad era relativa pues las comunidades de

la Alta Edad Media en Europa eran bastante cerradas y viajar suponía pasar de una

comunidad cerrada a otra igual por unos malos caminos y en constante peligro de

ataque. Además, si el feudalismo impuso al siervo la obligación del servicio prioritario a

su señor, impuso también a éste la obligación de ayudar al siervo en momentos de

necesidad y de guerra, lo que era bastante frecuente.

Afortunadamente, la autoridad de la Iglesia sobre los poderes temporales y el fenómeno

de las peregrinaciones permitió cierta libertad de tránsito de unas comunidades a otros

con fines religiosos (por ejemplo para realizar viajes de penitencia a un monasterio o

catedral donde se guardaban reliquias) y éste fue el punto de arranque de una nueva

sociedad en la que el movimiento de gentes, comercio, ideas nuevas, etc. se hacía

mayor.

La crisis del feudalismo

Al principio de la baja Edad Media, Europa Occidental se encontraba dividida en feudos

de distintos tamaños. Los reyes, aunque estaban en la cúspide de la jerarquía de poder,

no ejercían una autoridad unificadora sólida, y las naciones no existían como entidades

políticas sino como grupos culturales. A finales de la baja Edad Media, existía una

fuerte autoridad central en Inglaterra, España, Portugal y Francia. Estos países habían

despojado a los señores feudales de su poder político.

Guillermo el Conquistador instauró la primera gran monarquía europea tras acceder al

trono de Inglaterra en el año1066. Con la victoria de Hastings, y tras cinco años más de

luchas para sofocar los últimos núcleos rebeldes, tomó medidas para consolidar su

poder. Una sexta parte de Inglaterra quedó como territorio de la corona; dividió la mitad

del país en feudos otorgándoselos a sus vasallos directos, los barones normandos; cedió

un cuarto de Inglaterra a la Iglesia, y los anglosajones se dividieron el territorio restante.

Impuso un juramento de fidelidad a todos sus vasallos como máximo representante del

dominio feudal; se hizo dueño y señor de todos los castillos; prohibió las guerras y

estableció únicamente como legal la moneda real. Estos fueron las primeras medidas

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importantes que llevaron a la crisis del feudalismo, aunque no siempre lograron ser

reforzadas por posteriores reyes con menos habilidades que Guillermo.

En el siglo XII, Enrique II, rey de Inglaterra, creó la cancillería y el fisco, que

constituirían los comienzos de la administración pública. La cancillería se ocupaba de

las leyes y de las transacciones reales; el fisco se encargaba de la distribución del Erario

Publico. Ninguno de estos dos cargos públicos era hereditario, facilitando así el

recambio de funcionarios no deseados. El personal de la nueva administración pública

no recibía feudos sino un salario, dependiendo así directamente del propio rey.

La creciente población, que no era ya necesaria en los feudos, emigró hacia las ciudades

que a su vez crecían como respuesta a la necesidad de ampliar el mercado. Los

excedentes de alimentos y los productos de las nuevas industrias (como la confección de

vestimenta, la construcción de barcos y la fabricación de herramientas) se

intercambiaban en mercados y ferias comerciales. Los reyes alentaban el crecimiento de

las ciudades porque sus habitantes solían ser aliados de la autoridad central en contra de

los señores feudales locales. Los ciudadanos pagaban impuestos, no servicios feudales.

Apareció en las ciudades una clase media que se mantenía gracias al comercio, la

producción manufacturera y el préstamo monetario. Los mercaderes dominaban la

administración de la ciudad, adquiriendo riqueza y poder.

Los artesanos y los comerciantes se organizaron en asociaciones conocidas como

gremios. Estas asociaciones controlaban los precios y la producción, aseguraban un alto

nivel de servicio o de manufactura, y organizaban la formación de los artesanos

mediante el sistema del aprendizaje. Este control aseguraba tanto la alta calidad de los

productos como el buen nivel de vida de los miembros de los gremios. Era frecuente

que los gremios se concentraran en una parte de la ciudad cuyos barrios y calles

tomaban el nombre de los distintos oficios, como las londinenses Threadneedle Street

(Calle de los Costureros) y Ironmongers Lane (Calle de los Herreros).