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FICHA DE CÁTEDRAHISTORIA DE LA EDUCACIÓN ARGENTINA.UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORATITULAR: RAÚL GUEVARANOMBRE: PEDAGOGÍA DE LA SOSPECHAAUTOR: IVÁN PABLO ORBUCH
Introducción
“Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a
sus simpatizantes, luego a los que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los
tímidos” (Ibérico Saint Jean, Gobernador militar de facto de la provincia de Buenos Aires, mayo
de 1977)
La frase, que aún hoy provoca escalofríos, no fue sólo una advertencia realizada por el poderoso
Gobernador militar de facto de la provincia de Buenos Aires, sino que describe con precisión el
clima opresivo vivido en nuestro país entre los años 1976 y 1983. En el ámbito cultural, no era
raro que en la larga noche negra de la última Dictadura Cívico Militar diversos ministerios
reciban, en particular el del Interior, a cargo de Albano Harguindeguy, llamados o cartas de
preocupados “ciudadanos comunes”, quienes denunciaban la existencia de literatura “prohibida”
en librerías. Lo relevante en la construcción cotidiana del terror que se vivía por aquellos años
era el cierre definitivo de las mismas, y, con la mejor de las suertes para sus propietarios, la
clausura de los locales en cuestión.
Como parte de esa política tuvo lugar:
“La prohibición y/o censura de algunos libros infantiles con el objeto de resguardar los valores
«sagrados» como la familia, la religión o la patria. Algunas prohibiciones destacadas fueron: La
torre de cubos de Laura Devetach, entre otras razones por «ilimitada fantasía»; Dulce de leche,
libro de lectura de 4º grado, de Noemí Tornadú y Carlos J. Durán, objetado por su postura
laicista, por incluir palabras como «vientre» o «camarada» y que sufrió varias modificaciones;
y el caso famoso del libro Un elefante ocupa mucho espacio, de la escritora Elsa Bornemann,
que relataba una huelga de animales”. (Ministerio de Educación, 2010: 70)
Pero no sólo la literatura infantil tuvo sus autores prohibidos, también existió la censura de
autores clásicos como Marx, Freud, o Lenin. Era fundamental, desde la óptica autoritaria que la
escalada represiva llegue a la vida cotidiana:
“La lucha que se llevóa cabo contra la subversión en la Argentina, no terminasolamente en el
campo militar. Esta lucha tiene varioscampos y tiene por finalidad conquistar al hombre. Esdecir,
todos los sectores de la población deben apoyaresa conquista del hombre, su mente, su corazón”.
(Camps, Revista La Semana, 1979)
Todo este andamiaje estaba montado sobre aquellas personas que colaboraban activamente con el
autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, ya sea por acción u omisión. Se trataba
de crear y extender con cada una de estas denuncias y declaraciones un clima de miedo y de
delación que disuada a aquellas personas que pretendían vivir en una sociedad democrática. En
la época era habitual escuchar que si “uno no andaba en cosas raras, nada había que temer”.
Desde esa línea de pensamiento, lo raro era la política. Y la política estaba inserta en la sociedad,
si bien no con la fortaleza que había mostrado en el bienio 1973-74.
En palabras del General Acdel Vilas:
“Hasta el presente, no hemos tocado sino una parte emergente del iceberg en nuestra guerra
contra la subversión. Ahora, nos hace falta destruir las fuentes que forman y adoctrinan a los
delincuentes subversivos, y estas fuentes se encuentran en las universidades y en las escuelas
secundarias.”(Gociol e Invernizzi, 2002: 24)
En la presente investigación indagaremos acerca del concepto “subversivo”, cuando fue utilizado
por primera vez en la arena política nacional, y como lentamente se fue extendiendo hacia vastos
sectores de la sociedad. También realizaremos un análisis de lo acaecido entre 1955, momento
del derrocamiento de Perón y 1983, año del advenimiento de la democracia, luego de siete años
en los cuales el terror cotidiano, y el terrorismo de Estado hicieron añicos los sueños de toda una
generación que luchaban para construir un país más igualitario. Por último ahondaremos en el
documento Subversión en el ámbito educativo, en el cual se vislumbró todo el potencial
represivo del régimen dictatorial configurando así una pedagogía de la sospecha.
Sobre el concepto “subversivo”
¿Cómo fue que el concepto “subversivo” empezó a usarse?, ¿cuál fue el proceso mediante el que
fue apropiado por los partidos políticos y posteriormente por la sociedad? En 1957, a dosaños de
ser derrocado Juan D. Perón yen pleno proceso de “desperonización”, no sólo de la sociedad,
sino del Ejército, una misiónmilitar francesa se incorporó en la Escuela Superior de Guerra, lugar
donde el mismo Perón había impartido cursos años antes.Desde ese momento y hasta 1962,los
militares franceses se encargaron de dictar cursos en dicha escuela y publicar artículos en la
revista de la institución. Desde ese lugar brindaron las herramientas necesarias para capacitar a
losmilitares argentinos en la denominada guerra subversiva, concepto esbozado por losmismos
visitantes, tocando todos lostemas atinentes a la misma: guerra psicológica, obtención de la
informaciónmediante técnicas de tortura, etc. Técnicas que alcanzarán su clímax en la última
dictadura cívico militar. (Soutwhell, 2004)
La impronta francesa dentro delEjército en los años que dura la misiónmilitar es central para
comprender el accionar militar durante la última dictadura. De hecho, en testimonios posteriores
son losmismos militares argentinos quienesreconocen su deuda con los franceses. En una
entrevista que le concedea la periodista francesa Marie-Moni-que Robin en mayo de 2003, el
general Ramón Díaz Bessone, uno de losprincipales ideólogos del Ejército,manifiesta que “en
materia de guerrarevolucionaria, la influencia de sus compatriotas fue absolutamente capital. Lo
principal que nos enseñaron es que para luchar contra unaagresión revolucionaria o
subversiva,hay que tener un buen aparato deinteligencia, de lo contrario no sepuede hacer nada
contra un enemigoque no lleva uniforme y que por lotanto es imposible de identificar”.
(Soutwhell, 2004)
Por otro lado, Jorge Rafael Videla,declara en 1998 que “ladecisión de atacar la subversión de
lamanera en que lo hicimos no se tomóde un día para otro. La incorporaciónde la doctrina
operativa ya era antigua,al igual que la hipótesis de una subversión interna. Se remonta a 1962,
con laexperiencia de Argelia. El hecho dedividir el país en cinco zonas y cadauna de ellas en
subzonas, existía desdehacía largo tiempo. Cuando llega 1976,lo único que queda por hacer
esdesempolvar la alfombra”. (Seoane y Muleiro, 1998)
El concepto de enemigo internocobra en la Argentina una amplitudmayor que en el citado caso
francés, ya que lapolítica de desaparición sistemática depersonas, original del modelo argentino,
repercute no sólo sobre integrantes de una organización político militar, sino también sobre
cualquier persona que, para la perspectiva represora de las Fuerzas Armadas,pueda ser
considerada colaboradora operturbadora de la sociedad occidental y cristiana que se pretende
defender. De ese modo, obreros, empresarios,sacerdotes ligados a los sectores populares, artistas,
periodistas, personas vinculadas a ámbitos educativos, pasan a ser percibidos como potenciales
sospechosos. En esa dirección es relevante mencionar que cerca del 70% de los desaparecidos
eran menores de 30 años, y más de la mitad de ellos eran obreros y estudiantes. (Nunca Más.
Informe de la Conadep: 1984)
Comonos señala Marina Franco, el concepto de “subversión”, fue ganando espacios en el
discurso público y fue extendiéndose a todos los partidos políticos, y por ende a la sociedad:
“Para 1975, de la mano de la creciente presencia pública del actor militar, la mayoría de las
lecturas sobre la violencia se habían apropiado de la “subversión” como identificador cuasi único
de las organizaciones armadas de izquierda, y todos los sectores de un amplio abanico político y
social con alcance público – que incluía a actores de la izquierda legal-, recurrieron a esa noción
para explicar la gravedad de los problemas argentinos” (Franco, 2012: 240)
Los años previos a 1976
Para entender la situación político–social de los años setenta se torna perentorio ubicarla en
relación con el contexto mundial. En efecto, en el marco de la denominadaGuerra Fría, el
conflicto Este-Oeste implicaba la lucha entre dos modelos que pugnaban por imponer su
hegemonía: el socialista y el capitalista, que se considerabanmutuamente como enemigos
antagónicos más quecomo adversarios políticos. Esta confrontación se hacía a través de terceros
países como, por ejemplo, Cuba, pero también se desarrolló en el plano simbólico, cultural y
educativo. En efecto, en aquella época cada éxito o fracaso tanto en la URSS como en Estados
Unidos eran atribuidos a los logros o deudas de su sistema educativo. La expresión
latinoamericanade la Guerra Fría consistió en las llamadas «guerrassucias». Es decir, la
aplicación como parte de una políticade Estado de una metodología represiva (asesinato,tortura,
cárcel y desaparición) contra aquellas personasy organizaciones que estuvieran comprometidas
enproyectos de transformación social, que no necesariamente implicaban la lucha armada.
Pilar Calveiro, politóloga y sobreviviente del campo de concentración más grande que funcionó
durante el período dictatorial, la ESMA, sostiene que si la “guerra” fue la palabra clave que
explicaba el escenario internacional en esos años, la palabra que mejor permite entender la
política latinoamericana en dicha épocafue “revolución”. La idea de la Revolución, con el tiempo
fue desapareciendo del imaginariopolítico, peroen los años setenta del siglo pasado era un
componente sustancial de la propuesta de la mayor parte de los grupos políticos. “Hacer la
revolución” significaba apropiarse del aparato estatal para construir un proyecto queprometía ser
radicalmente nuevo y que, según las distintasvertientes, podía ser nacionalista,
antiimperialista,socialista, etc. Se pretendía crear “un hombre nuevo”, tomandocomo una
referencia ineludible la figura del Che Guevaraen el marco de la experiencia de la Revolución
Cubanainiciada en 1959. Aunque vale la pena aclarar que este discurso fue muy recurrente en
diversos países en la década de 1930. Aparte de los conocidos casos de Alemania e Italia, la
proliferación de estas ideas tuvieron lugar también en Estados Unidos, la U.R.S.S e Inglaterra.
(Gené: 2005, 57).
Lo que constituía la singularidadde la época era la percepción generalizada de estar viviendoun
cambio tajante e inminente en todos los órdenesde lavida, que favorecería a los sectores
socialeshistóricamente postergados, que en el caso argentino eran peronistas. En ese marco de
cuestionamientosy búsquedas transformadoras, durante lasdécadas del sesenta ysetenta, se
produjo en nuestropaís un progresivo crecimiento de la violencia política.La pretensión de
erradicar al peronismo desde1955, es decir de “desperonizar” la sociedad tuvo su pico máximo
en la sanción del decreto 4161/56 que prohibía mencionar a Juan Domingo Perón y a Eva Perón
con penas que incluían la cárcel. La “desperonización” también tuvo su correlato en la economía,
y como era de prever se originó un creciente descontento y una pérdida de legitimidadde la
democracia, tanto para los grupos dominantescomo para el movimiento peronista y la
izquierdaen general. Distintos análisis del período sostienen que tras elderrocamiento del
segundo gobierno de Juan DomingoPerón (1955), la sociedad argentina estuvo atravesadapor
“empates hegemónicos”, diferentes alianzas socialesintentaron imponer su proyecto pero no
lograronconsolidarlo en el largo plazo. (Ministerio de Educación, 2010)
En 1966, un golpe de Estado encabezado por elgeneral Juan Carlos Onganía, derrocó al
presidenteradical Arturo Illia. La autodenominada «Revolución Argentinabuscó imponer el orden
con el objetivo denormalizar el funcionamiento de la economía a partir dela exclusión y la
represión de los trabajadores. En aquelmomento se suspendió por tiempo indeterminado
laactividad de los partidos políticos y de las institucionesparlamentarias.
Con el peronismo aún proscrito y su líder, JuanDomingo Perón, en el exilio, poco a poco se
fuerongestando movimientos de oposición en el ámbito sindical,estudiantil, cultural y religioso.
Todos ellos desembocaronen grandes movilizaciones de protesta, insurreccionalesy violentas,
siendo el Cordobazo (1969)su manifestación más contundente. El crecimiento de la vertiente
peronista de este proceso fue alentado por el propio Perón desde fines de los años 60, quien
consideró a esas organizaciones político-militares como “formaciones especiales” dentro del
movimiento, con significativas funciones de presión política extrainstitucional sobre la dictadura
militar y como forma de reunión creciente de energías juveniles dentro del peronismo.
Efectivamente, estas organizaciones estaban integradas por los sectores juveniles del movimiento
y grupos de izquierda trasvasados al peronismo por considerar que se trataba de la opción
política hegemónica de las “masas argentinas”. (Franco, 2012: 152). Las más conocidas de esas
organizaciones fueron Montoneros, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Fuerzas
Armadas Peronistas (FAP) y las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), pero el fenómeno de
radicalización trascendía muy ampliamente al peronismo y entre las principales organizaciones
se contaban otras de tendencia marxista y guevarista: la principal fue el Partido Revolucionario
de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Siguiendo a Pilar Calveiro,
podemos afirmar que la luchaarmada surgió como respuesta a una estructura depoder ilegítima,
en un contexto de descrédito generalde la democracia como régimen de gobierno, donde
laprogresiva radicalización de la violencia formaba parte inseparable de los modos de
hacerpolítica.(Ministerio de Educación, 2010)
La creciente movilización de los sectores popularesy el accionar de los grupos guerrilleros
precipitaron laconvocatoria a elecciones nacionales sin la proscripcióndel peronismo. Tras casi
dos décadas de prohibición,signadas por el fracaso de los sucesivos intentosde extirpar al
movimiento, el peronismo volvió a ocuparel gobierno, pero no lo hizo a través de la figura de su
líder sino pormedio de su delegado personal, Héctor Cámpora. Lacampaña se realizó bajo una
consigna que pasó a la posteridad como uno de los más ingeniosos slogans de campaña y aún
hoy se recuerda: “Cámporaal gobierno, Perón al poder”, indicando, una vez más, que no siempre
el que accede al gobierno posee el poder real.
“A partir de 1973, las expectativas en torno al fin de la violencia armada y el regreso del
peronismo desactivaron notoriamente el discurso antisubversivo en la prensa, probablemente
porque estaba demasiado asociado a la dictadura saliente” (Franco: 2012, 240)
El 25 de mayo de 1973, al finalizar la larga dictadura militar de la llamada “Revolución
Argentina” iniciada siete años antes, se inició un nuevo período constitucional bajo hegemonía
peronista. Como delegado de Perón, Héctor Cámpora fue elegido presidente por casi el 50% de
los votos, dado que el viejo líder no podía participar de las elecciones por una serie de
restricciones legales impuestas por la dictadura saliente. Al asumir, Cámpora conformó un
gabinete variopinto que intentaba incluir la diversidad política que albergaba por entonces el
peronismo, incluyendo ministros cercanos a la Juventud Peronista (JP)—el ala juvenil y más
radicalizada hacia la izquierda del peronismo—como Esteban Rigui (Interior), representantes del
sindicalismo “ortodoxo” como Ricardo Otero (Trabajo) y otras figuras del peronismo “histórico”
como José Gelbard (Economía) o Jorge Taiana (Educación), incluyendo a un estrecho
colaborador de Perón y representante del peronismo de raíz más autoritaria, José López Rega
(Bienestar Social). Esta diversidad provenía de la propia y turbulenta historia de la principal
fuerza política argentina y se había consolidado en los últimos años de radicalización política de
izquierda de números sectores juveniles. (Franco, 2012: 165).
El 20 de junio de 1973 Juan Domingo Perón, tras casi 18 años, regresó alpaís y una multitud se
congregó en Ezeiza para recibirlopero el reencuentro no fue la fiesta que se preveía, debido al
violento enfrentamientoque se desató entre los diferentes grupos queexistían al interior del
peronismo. El 21 de junio, un díadespués del enfrentamiento en Ezeiza, Perón brindó undiscurso
a todos los argentinos donde tomó distancia de los grupos de la izquierda peronista y dejó en
claroque no admitiría cuestionamientos a su poder.
La situación de tensión en el peronismo forzó la renuncia de Cámpora y se volvió a llamar a
elecciones. El12 de octubre de 1973 la fórmula Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de
Perón asumió la conduccióndel país con el 62% de los sufragios frente al 21% dela fórmula
radical Ricardo Balbín-Fernando De la Rúa.Con el paso de los meses, los conflictos internos
sefueron acentuando, situación que se agravó despuésde la muerte de Perón, el 1º de julio de
1974. (Ministerio de Educación, 2010)
“De esta manera, durante 1973 y 1974 la conflictividad del peronismo se instaló como variable
independiente del proceso político nacional, subordinándolo” (Franco, 2012: 58)
IsabelMartínez de Perón asumió como la primera presidenta mujer de la historiaargentina pero su
mandato fue interrumpido porque,además de los problemas del peronismo, sufrió
fuertespresiones de los sectores más poderosos de la economíaque reclamaban ajuste y mayor
control social, todo lo contrario a la tradicional política peronista de redistribución del
ingreso.Isabel Perón lanzó un plan de fuerte ajuste en lasprincipales variables de la economía
nacional (tarifas,cambio, salarios). Este ajuste fue producto, en unaproporción considerable, de la
gran crisis mundial de1973, disparada por el aumento internacional del petróleo,crisis a la que se
agregaron factores locales, comouna intensa y descontrolada puja entre los salarios ylos precios
manejados por las grandes corporacioneseconómicas.El programa aplicado para intentar poner
coto a lagrave situación provocó una fuerte redistribución delingreso a favor de los sectores más
poderosos de laeconomía. De esta forma culminaba un proceso que,no obstante la crisis
desatada, había hecho crecer entre1973 y 1975 la participación de los trabajadores enla renta
nacional, acercándola al 50% que se había logradodurante las primeras presidencias de Perón.
Elplan de junio de 1975, conocido como“el Rodrigazo”, debido al nombre del Ministro de
Economíadel momento (Celestino Rodrigo) fue duramenterechazado por el movimiento obrero
con paros y movilizaciones,por lo cual algunas de sus medidas debieronrevertirse, aunque sus
efectos más serios golpearoninevitablemente la economía de los sectores populares. A su vez, el
gobierno le otorgó a las FuerzasArmadas un papel cada vez más importante en la lucharepresiva
contra los movimientos radicalizados juveniles y acentuóaspectos autoritarios en el accionar de
otras fuerzas deseguridad en la búsqueda del control social, ya queel reclamo de orden era cada
vez más fuerte entre algunossectores sociales, especialmente entre aquellosque habían sido
favorecidos por la nueva redistribuciónregresiva del ingreso. (Franco, 2012: 68)
Este clima social, instalado en capas cada vez másamplias de la población con la complicidad
evidente delos grandes medios periodísticos, hizo posible que finalmente,el 24 de marzo, los
militares asumieran el podercon una aparente imagen de aval de la ciudadanía.Esto último será
un argumento que los militares,durante años, sostendrán para legitimar su accionar. Lahistoria,
por su parte, ha demostrado que el 24 de marzode 1976 y lo acaecido en la última dictadura no
fue producto de ningún reclamo sociallegitimador, sino la consecuencia de un plan sistemático y
de escala continental expresado, por ejemplo en el plan cóndor, de los grupos más
concentradosdel poder con la finalidad de cambiar el modelo económico impuesto por el
peronismo allá por 1946.
Subversión en el ámbito educativo
Es en este contexto dictatorial que hay que interpretar el documentoSubversión en el ámbito
educativo que muy pronto estuvo presente en todas las escuelas del país. Uno de los objetivos
centrales para loshombres que dirigieron el Estado Terrorista luego de 1976 fue, como
mencionamos, eliminar tambiénlas fuentes que adoctrinaban y formaban alos denominados
“subversivos”. Según el análisis queefectúan las autoridades militares,aquellas se hallan no sólo
en las Universidades, sino también en las escuelas secundarias, primarias y, como vimos con la
prohibición de literatura infantil, hasta en los jardines de infantes.
A través del decreto 538, de mayo de 1977, y con la edición a cargo del Ministerio de Cultura y
Educación, se dispuso de manera obligatoria para profesores y maestros la lectura y comentario
del folleto "Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos al enemigo",
Según el diario La Prensa, históricamente ligado a sectores militares, el mismo sirvió para:
"Facilitar a los docentes la comprensión del proceso subversivo en el país, especialmente en el
medio educativo, y brinda elementos de juicio sobre la forma de obrar del marxismo. Expone
también la estrategia particular de la subversión en el ámbito educativo, sus modos de acción en
todos los niveles educativos y en la actividad gremial del ámbito educativo. En las conclusiones
del trabajo, cuya lectura y aceptación por parte del personal docente y administrativo es
obligatoria, se expresa que 'es en la educación donde hay que actuar con claridad y energía
para arrancar la raíz de la subversión, demostrando a los estudiantes las falsedades de las
doctrinas y concepciones que durante tantos años les fueron inculcando en mayor o menor
grado."
El mismo está compuesto de cuatrocapítulos (Conceptos Generales, Organizaciones subversivas
que operan en el ámbito educativo, Estrategia particular de la subversión en el ámbito educativo
y Construir el futuro) y tres anexos. El primero se llama Estrategia global del oponente, Sinópsis
histórica del movimiento estudiantil en las Universidades y el último Accionar del oponente en
los niveles preescolar, primario, medio y superior. Entre los objetivos a alcanzar se menciona“la
vigencia de los valores de la moralcristiana, de la tradición nacional y dela dignidad del ser
argentino”, ademásde que “los docentes conozcan mejora los enemigos de la Nación y (…)
quelas generaciones venideras puedandecir de los educadores de hoy quecumplieron con su
deber”. El documento parte de la concepción de que el comunismo se propone ganar las mentes
de la población yque para ello se infiltra en los centrosde formación.En ella se anota dentro de un
apartado, bajo el título “Infiltración”, que lamisma “consiste en el despliegue dela infraestructura
comunista en todoslos planos de la vida nacional, enespecial en los centros formativos de la clase
intelectual (escuelas, colegios,universidades)”. Como el comunismo se propone,según la
Doctrina de Seguridad Nacional, actuar sobre las mentesde las personas desde la infancia,
elfolleto ministerial se enfoca en losámbitos preescolar y primario. Así,observamos un apartado
que trataexclusivamente de tales niveles. La justificación es que “…se ha advertidoen los últimos
tiempos una notoriaofensiva marxista en el área de la literatura infantil. En ella se propone emitir
un tipo de mensaje que parta delniño y que le permita ‘autoeducarse’sobre la base de la ‘libertad
y la alternativa’”. Esto lleva a la prohibición deuna cantidad importante de librosdestinados al
público infantil. Aquellos cuentos que demuestranuna ‘ilimitada fantasía’, que tratantemas
alejados de ‘nuestra realidad’oque muestran aspectos ‘sórdidos’de lavida (pobreza, migración,
analfabetismo, pesimismo) son censurados.
No obstante, el documento no seenfoca principalmente en el ámbito dela educación preescolar y
primaria,sino más bien sobre los niveles secundario, terciario y universitario, en loscuales actúan
más abiertamente lasBDSM (Bandas de Delincuentes Subversivos Marxistas), siglas utilizadas
enel lenguaje castrense. El agudo análisismilitar detecta que el marxismocomienza a penetrar en
la Universidaddesde la Reforma de 1918. Luego,dedica largas páginas a describir
lasorganizaciones que actúan en esosniveles, como la Unión de EstudiantesSecundarios (UES),
la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la JuventudGuevarista (JG), etc., detallando sus
orígenes, objetivos y acciones. Remarcaque los fines de las mismas en el ámbito de la cultura y
la educación son: 1)captar ideológicamente a la juventud,futura conductora de la Nación, queen
sucesivas generaciones alcanzará ymantendrá el dominio del Estado bajoel yugo marxista, 2)
reclutar adeptospara engrosar las filas de sus actualesorganizaciones, 3) evitar la modificación de
planes y sistemas que pudieran perjudicar sus objetivos disociadores y su prédica marxista
encubierta, 4)mantener encubierto al personaldocente partidario.
Divide, de manera arbitraria, entre “los alumnos que sólobuscan un título para desempeñarseen
la vida”y los agentes subversivosque quieren cooptarlos mediantereclamos aparentemente justos
como:“por una mayor capacidad estudiantil”,“que no haya limitación para el ingreso”, “comedor
universitario”, etc.Así se concibe a la subversióncomo un agente externo ajeno a lacivilización
occidental y cristiana queviene a intoxicar el organismo, en estecaso la Nación Argentina. Por
eso esnecesario extirparlo. Se retoma unviejo discurso en nuestra historia, vinculado al
organicismo, que había sidoutilizado a fines del siglo XIX y principios del XX, referido al
inmigranteeuropeo y que culminó con la sanción, en 1901, de la Ley de Residencia. (Southwell,
2004)
Conclusiones
Luego de lo expuesto, podemos advertir como la prohibición del movimiento político más
grande de nuestro país significó la condición de posibilidad para que emerjan nuevos grupos
radicalizados que lucharon por la vuelta de su líder. A partir de 1955, más de la mitad del país no
pudo hacer uso de sus derechos como ciudadanos dado que el partido peronista se encontraba
proscripto y su líder obligado al exilio.
Con el retorno de Juan Domingo Perón, en 1973, pero sobre todo tras su deceso, ocurrido el 1 de
julio de 1974, la disputa interna del peronismo fue utilizada por los militares y empresarios como
pretexto para justificar el golpe de Estado de 1976.Los distintos proyectos, el del peronismo
ortodoxo ligado al sindicalismo tradicional y el del peronismo cercano a los sectores juveniles,
que encuentran un lugar en el, hasta entonces, generoso paraguas peronista se bifurcan con el
correr de los meses y el aumento de las presiones sectoriales. La brutal lógica de un “nosotros” y
un “ellos” que es el enemigo que generó gran parte de los discursos de la época impidió a largo
plazo la negociación.
Ya con el golpe de Estado consumado el 24 de marzo de 1976, la educación y el ámbito cultural
se presentan como uno de los sectores más damnificados, en particular con la puesta en
circulación del documento “Subversión en el ámbito educativo”. El mismo puede ser caratulado
como enunciador de “un discurso paranoico por el cual la totalidad de lo educativo es subversivo
sin mayores diferencias o matices” (Pineau, 2006: 67). Este documento fue la máxima expresión
de la pedagogía de la sospecha implementada a rajatabla en nuestro país entre 1976 y 1983.
Bibliografía:
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Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2012.
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Ministerio de Cultura y Educación. Buenos Aires,Subversión en el ámbito educativo.
Conozcamosa nuestro enemigo, 1978.
Ministerio de Educación, Pensar la Dictadura: terrorismo de Estado en Argentina. Preguntas,
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Pineau, Pablo y Mariño, Marcelo, El principiodel fin. Políticas y memorias de la educación enla
última dictadura militar (1976-1983), Colihue,Buenos Aires, 2006.
Robin, Marie-Monique, Escuadrones de la muerte.La escuela francesa, Sudamericana,
BuenosAires, 2005.
Seoane, María- Muleiro, Vicente, El dictador, Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
Southwell, Myriam, “La escuela como gendarme”,en Revista Puentes, año IV, Nº 12,
septiembrede 2004.
Verbitsky, Horacio, Doble juego. La Argentinacatólica y militar, Buenos Aires, Sudamericana,
2007.