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Fecha de recepción: 20 de enero de 2014 Fecha de aceptación: 7 de mayo de 2014 Fiesta cívica y culto al “Padre de la Patria” en el Estado revolucionario, 1910-1940* OMAR F ABIÁN GONZÁLEZ SALINAS Candidato a maestro en Historia Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo [email protected] Resumen El artículo analiza cómo desde la revolución armada de 1910 y durante la construcción del Estado revolucionario las distintas facciones y gobiernos recurrieron al festejo de la independencia y el culto por Miguel Hidalgo, “Padre de la Patria”, como elementos empleados para justificar sus aspiraciones y acceso al poder político. Mostraré que las distintas características y procesos inicia- dos con la revolución determinaron las nuevas interpretaciones y usos de la historia nacional diri- gidos a obtener una legitimidad política desde el ámbito simbólico para justificar la autoridad de los nuevos grupos de poder que ocuparon el lugar de la desplazada clase política porfiriana. Palabras clave: Estado revolucionario, legitimidad, fiesta patriótica, héroe, Miguel Hidalgo. Civic Celebration and Worship of the “Father of the Nation” in the Revolutionary State, 1910-1940 Abstract This article therefore analyzes how, since the armed revolution of 1910 and during the construc- tion of the revolutionary state, the various factions and governments resorted to the celebration of Independence and the worship of Miguel Hidalgo, “The Father of the Nation” as grounds for jus- tifying his aspirations and access to political power. The author show that the various features and processes begun with the revolution determined the new interpretations and uses of national his- tory designed to obtain political legitimacy from the symbolic level to justify the authority of the new power groups that took the place of the displaced Porfirian political class. Key words: revolutionary State, legitimacy, patriotic celebration, hero, Miguel Hidalgo.

Fiesta cívica y culto al “Padre de la Patria” en el Estado … · 2015. 9. 10. · Fecha de recepción: 20 de enero de 2014 Fecha de aceptación: 7 de mayo de 2014 Fiesta cívica

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Fecha de recepción:20 de enero de 2014

Fecha de aceptación:7 de mayo de 2014

Fiesta cívica y culto al “Padre de la Patria” en el Estado revolucionario, 1910-1940*

OMAR FABIÁN GONZÁLEZ SALINAS

Candidato a maestro en HistoriaInstituto de Investigaciones Históricas

Universidad Michoacana de San Nicolás de [email protected]

ResumenEl artículo analiza cómo desde la revolución armada de 1910 y durante la construcción del Estadorevolucionario las distintas facciones y gobiernos recurrieron al festejo de la independencia y elculto por Miguel Hidalgo, “Padre de la Patria”, como elementos empleados para justificar susaspiraciones y acceso al poder político. Mostraré que las distintas características y procesos inicia-dos con la revolución determinaron las nuevas interpretaciones y usos de la historia nacional diri-gidos a obtener una legitimidad política desde el ámbito simbólico para justificar la autoridad delos nuevos grupos de poder que ocuparon el lugar de la desplazada clase política porfiriana.

Palabras clave: Estado revolucionario, legitimidad, fiesta patriótica, héroe, Miguel Hidalgo.

Civic Celebration and Worship of the “Father of the Nation” in the Revolutionary State, 1910-1940

Abstract This article therefore analyzes how, since the armed revolution of 1910 and during the construc-tion of the revolutionary state, the various factions and governments resorted to the celebration ofIndependence and the worship of Miguel Hidalgo, “The Father of the Nation” as grounds for jus-tifying his aspirations and access to political power. The author show that the various features andprocesses begun with the revolution determined the new interpretations and uses of national his-tory designed to obtain political legitimacy from the symbolic level to justify the authority of thenew power groups that took the place of the displaced Porfirian political class.

Key words: revolutionary State, legitimacy, patriotic celebration, hero, Miguel Hidalgo.

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Secuencia, ISSN 0186-0348 █ núm. 93, septiembre-diciembre de 2015 █ pp. 162-183 [163]

* Este artículo es un avance de mi investigaciónde tesis de maestría titulada “El mito de MiguelHidalgo en el relato de nación mexicano. Del patrio-tismo criollo al nacionalismo posrevolucionario”.

1 Según Javier Garciadiego (2012) la palabra cele-brar “implica cierta solemnidad y está relacionadocon ceremonias cívicas o religiosas”, conmemorar serefiere a “recordar juntos” y festejar conlleva “un carác-ter lúdico” (p. 333); sin embargo, y siguiendo el ejem-plo de dicho autor, aclaramos que utilizamos de ma-

nera indistinta los tres conceptos para referirnos a lomismo: la celebración de la independencia de México.

Fiesta cívica y culto al “Padre de la Patria” en el Estado revolucionario, 1910-1940*

Omar Fabián González Salinas

INTRODUCCIÓN

Desde tiempos remotos y en distin-tas latitudes, los representantesdel poder político han empleado la

historia como medio de legitimación. Esteuso del discurso histórico y de la retóricanacionalista estuvo íntimamente ligado alos gobiernos mexicanos de la primera mi-tad del siglo XX. Esto ya ha sido objetode estudio; sin embargo, no se ha profun-dizado en el uso de la memoria históricay sus fiestas durante la revolución armadainiciada en 1910 y su continuidad en laconsolidación del Estado revolucionario.

Atendiendo a la manipulación del dis-curso histórico nacionalista que pervivehasta nuestros días y a ese vacío historio-gráfico antes señalados, este artículo anali-za los usos políticos que se hicieron sobre lacelebración1 de la independencia mexica-

na y la figura de Miguel Hidalgo en unperiodo que abarca desde la revolución de1910 hasta los distintos procesos de cons-trucción del Estado revolucionario (1921-1940). Es verdad que “ninguna revoluciónpuede realizarse sin producir un imagina-rio que encontraría en el pasado los ele-mentos de su coherencia” (citado en Rojas,2011, p. 88), por ello nuestra hipótesisplanteada demuestra que el festejo de laindependencia y el culto al héroe “Padrede la Patria” (Hidalgo), fueron reactuali-zados a partir de las aspiraciones e intere-ses de los distintos grupos de poder, dandocomo resultado diferentes interpretacio-nes y apropiaciones del discurso históriconacionalista empleadas como elementossimbólicos que dotaron de legitimidadtanto a las facciones que se disputaron eltriunfo durante la revolución, como a losgobiernos que formaron el Estado revo-lucionario que surgió durante la primeramitad del siglo XX. Este proceso marcórupturas y continuidades con la manipu-lación del relato de nación y las celebracio-nes que anteriormente había promovidola administración de Porfirio Díaz –régi-men que más había destacado en el usodel discurso nacionalista.

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Hablar de fiestas y héroes nacionaleses referirse a dos elementos que surgierondesde el siglo XIX en el proceso de inven-ción de la “nación mexicana” después deque esta se consolidó como sujeto de sobe-ranía y fuente de legitimidad del Estadomoderno. A partir de dicho momento sur-gieron las historias “nacionales” que enrealidad son discursos ideológicamenteconstituidos para generar efectos de verdadque producen y reproducen la hegemoníade los grupos de poder (Alonso, 1988, pp.33-57).2 Estas historias se reafirman conlas celebraciones patrióticas entendidascomo “tradiciones inventadas” que dotande identidad a una colectividad y justifi-can relaciones de autoridad (la existenciade determinados gobiernos) a través deluso del pasado y la constante repeticiónpara instaurar ciertos valores y normaspara el presente. La conmemoración dedistintas fechas es un acto deliberado,tanto en su selección como en su omisión.Cuando los miembros de una colectivi-dad celebran juntos una fecha y se identi-fican con unos héroes que supuestamenteson ejemplares, están haciendo suyo esepasado conmemorado y logran sentirseparte de una misma comunidad. Esto pro-voca la confirmación de una identidad en

común y la fidelidad hacia determinadogrupo de poder que se abandera como elrepresentante de ese pasado compartido ydirectriz del compromiso que tiene lacomunidad con el presente.3

La fiesta cívica y el culto por el héroesuelen estar relacionados, ya que amboscomparten los mismos objetivos, siendola figura heroica una imagen mítica que secrea alrededor de algún personaje bajointereses políticos. Estos héroes son unainvención moderna surgida cuando larevolución francesa marcó el paso delhéroe de antiguo régimen (el rey) al héroepopular o el ciudadano en armas. Suelenaparecer en crisis políticas, de valores o deidentidad, y se difunden como modelo devirtudes, inteligencia, patriotismo o direc-ción. Los gobiernos impulsan el culto alos héroes, en cuanto que representan laideología política del momento, lo cuallos convierte en un eficaz instrumento depedagogía cívica y legitimidad.4

En cuanto al desarrollo de nuestra in-vestigación, analizamos la forma en quese fue construyendo el Estado mexicanodespués de la revolución de 19105 cen-trándonos en lo que Pierre Bourdieu6 de-

2 Con la revolución francesa sobrevino un pro-ceso histórico que terminó con la legitimidad dinás-tico-divina del antiguo régimen y posicionó a lanación como sujeto de soberanía. Los Estados moder-nos necesitaron de la nación para justificarse, y paradar vida a dicha nación fue necesario construir una“historia sagrada” que diera cuenta de su existencia.En palabras de Tomás Pérez Vejo (1999), “la historianacional es para la nación una necesidad ontológica”(p. 124). Para una lectura pormenorizada sobre el usode la historia en el proceso de invención de las nacio-nes, véase Pérez (1999, pp. 113-128).

3 Sobre la definición de la fiesta patriótica, véanseBeezley y Lorey (2001, pp. IX-XVIII); Demange (2004,p. 132); Garrido (2006, p. 18); Hobsbawm (2002,pp. 7-21); Santos (2012, p. 52).

4 Sobre el héroe y sus usos, véanse Crespo (2010,p. 5); Guzmán (2007, p. 65); Volvelle (2003, pp. 19-23).

5 Pese a que abordamos la construcción del Esta-do después de la revolución, compartimos la opiniónde Alan Knight (2010, p. 1323) acerca de que el Es-tado no fue ni todopoderoso, tampoco el único ele-mento, ni el más importante que surgió de la comple-jidad de la Revolución mexicana.

6 Bourdieu (1994, pp. 107-109) señalaba que elEstado es el final de un proceso de concentración dediferentes tipos de capital: capital de fuerza física o

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nominó como capital de tipo simbólico, esdecir, enfocamos el estudio en las distin-tas valoraciones y usos políticos del dis-curso histórico y sus celebraciones. Noshemos situado también en la perspectivasobre los procesos de formación del Estadode los que habla Philip Abrams (1988,pp. 58-89). Esto nos permite superar la“cosificación del Estado” al no estudiarlocomo si se tratara de un sujeto autónomo.En lugar de ello, nos centramos en el aná-lisis de grupos heterogéneos que manipu-lan el discurso histórico en un campo deconstante pugna por alcanzar y mantenerel poder político y económico. Comparti-mos la idea de Ana María Alonso (1988,pp. 47-48), quien señala que la hegemo-nía ideológica de los grupos de poder noes monolítica, ni estática; al contrario, seencuentra en constante negociación. Así,el uso de la celebración de independenciay el culto por Miguel Hidalgo estuvierondeterminados por cada uno de estos pro-cesos de formación del Estado, en otraspalabras, cada régimen, cada grupo de poder y cada elite cultural le imprimiósu propio signo ideológico a la fiesta y al héroe.

Aunque la construcción del Estado noes una imposición, sino una negociación

con los grupos subalternos, en este estudionos hemos enfocado únicamente al dis-curso empleado por los grupos de poder.7Estudiamos las formas y significados dela conmemoración de independencia, asícomo los discursos oficiales emitidosdurante su ejecución. Consideramos lafiesta como un “documento histórico”8

que al ser interrogado nos brinda infor-mación sobre los intereses políticos deaquellos que dirigen las conmemoracio-nes como una estrategia para imponer suvisión sobre el pasado y delinear un ima-ginario nacional que confluya con los prin-cipios de sus respectivos gobiernos.

CELEBRACIÓN DE INDEPENDENCIAY CULTO A MIGUEL HIDALGO DURANTELA REVOLUCIÓN ARMADA

Culto a Hidalgo en el fin del porfiriato y losalbores de la revolución

El año de 1910 en México quedó marca-do por las fastuosas conmemoraciones delcentenario de la independencia y el esta-

de instrumentos de coerción (ejército, policía), capi-tal económico, capital cultural, de información, ocapital simbólico. Una concentración que lo consti-tuye en poseedor de un metacapital que le otorga unpoder sobre los otros tipos de capital y sus detentores.Así, las únicas fuerzas válidas son aquellas que enar-bolan los representes estatales, incluso hasta llegar alpunto en que el Estado ejerce un tipo de violenciasimbólica que crea estructuras sociales y estructurasmentales, estas últimas adaptadas a las primeras. Esasí que las estructuras, instituciones, actores y prác-ticas que conforman el Estado llegan a interpretarsecomo naturales e incuestionables.

7 Nos basamos en las celebraciones capitalinasencabezadas por la figura presidencial. En cuanto ala perspectiva regional, Mary Kay Vaughan (1999,pp. 213-245) ha estudiado cómo entre 1900 y 1946la celebración de independencia fue utilizada parapromover la formación del Estado y la nación, legiti-mando las estructuras locales de poder y promoviendola cohesión social. Objetivos para los cuales los pro-fesores fueron pieza fundamental.

8 Esta idea ha sido tomada de un estudio de PérezVejo (2010, pp. 25-26), quien propone estudiar losfestejos del centenario como documentos históricoscon el potencial de ser interpretados como muestrade la historia oficial que el Estado crea en su tarea deimaginar la nación en la que descansa su legitimidadpolítica.

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llido de la primera revolución del sigloXX. El primero de estos fenómenos llegóen medio de un clima político en el cualel presidente don Porfirio era cuestionadopor su dilatada estancia en el poder, auna-do a su avanzada edad, que apoyaba la ideade su pronto relevo político. Pero era tam-bién un periodo en que se reflejaba la es-tabilidad política y económica lograda du-rante su administración –guardando lasdebidas consideraciones que conlleva reco-nocer dichos logros sin caer en una justi-ficación del porfiriato–. En dicho contextoel centenario se desarrolló como la magnafiesta planeada para exhibir las muestrasde paz y progreso de las que se jactaba elrégimen. Era también el momento cum-bre para concretar la creación e imposi-ción de una historia nacional para México(Pérez, 2010, p. 10), un discurso oficialen el cual la independencia era el mitofundacional de mayor importancia y don-de Hidalgo se entronizaba como el “Padrede la Patria” (Brenes, 2004, pp.107-121;Pérez, 2012, pp. 159-190).

En este uso de la fiesta de independen-cia y la imagen de Hidalgo los asesoresde don Porfirio demostraron ser los mejo-res propagandistas del poder. Ya en 1879un orador de la fiesta septembrina habíaproclamado que Porfirio Díaz debía serllamado el “segundo Hidalgo, por su par-ticipación en la guerra de intervenciónfrancesa” (citado en Brenes, 2004, p. 118).Misma idea que persistió hasta el centena-rio, cuando otro orador pronunció queDíaz, al igual que los insurgentes, era unpatriota, característica que lo convertía endigno “hijo de Hidalgo” (Guedea, 2010,p. 66). Esta manipulación del pasado mos-traba a don Porfirio como el héroe quehabía trasformado la obra de la indepen-dencia y de la Reforma en un México

pacífico y moderno. Un discurso apoyadopor un amplio repertorio visual que tra-taba de hermanar a Hidalgo, “Padre de laPatria” con Porfirio Díaz, el “genio de lapaz” (Esparza, 2007, p. 140). Un uso deimágenes en el cual el presidente tambiénsolía aparecer en una tríada completadapor Hidalgo y Benito Juárez, siendo Díazinterpretado como el héroe del progreso.

Pasada la euforia del centenario, el 20de noviembre Francisco I. Madero, quienfuera el último rival político de Díaz parala presidencia, después de sufrir un fraudeelectoral decidió hacer un llamado a lasarmas para revocar al dictador en respuestaal autoritarismo que lo había mantenidoen el poder por más de treinta años. Deesta manera quedó establecido lo que seríaconsiderado como el inicio de la Revolu-ción9 mexicana.

9 Marco una diferencia entre “revolución” y“Revolución”, entendiendo por la primera el periodode guerra, mientras que la segunda se refiere a unperiodo más amplio caracterizado por cambios polí-ticos, económicos, sociales y culturales. La Revoluciónculminó después de la presidencia de Cárdenas,momento en que inició un periodo contrarrevolucio-nario con presidentes que sólo fueron “revolucionarios”en discurso (citado en Barrón, 2010, pp. 18-20), puessiguieron ostentando a “la Revolución” como simpleideología oficial que los dotaba de legitimidad. AlanKnight (2009) sostiene que la Revolución llegó hastala expropiación y el reparto agrario de Cárdenas, mien-tras que los mandatarios que le siguieron al carde-nismo representaron la apertura de una brecha entrela retórica revolucionaria y la práctica de los gobier-nos: “El PRI se veía más institucional y menos revo-lucionario”. El relevo generacional después de LázaroCárdenas abanderó “un proyecto más conservador,civil, empresarial y americanófilo”. Sobre la inven-ción y uso del mito de la Revolución mexicana comodiscurso legitimador de los gobiernos del siglo XX,véase Benjamin (2003).

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Los regímenes políticos que surgieronde la revolución construyeron un reno-vado imaginario nacional que los dotó delegitimidad para gobernar el país. Perono sólo las elites revolucionarias que triun-faron en la guerra crearon un discurso his-tórico acorde a sus intereses, en realidadlas manipulaciones de la historia nacionalestuvieron a la orden del día entre los opo-sitores del régimen de Díaz desde antes, ydurante la lucha de 1910.

Entre la sociedad hubo quienes mira-ban al pasado para criticar lo corrompidoque se había tornado el presente porfiriano.En dichas opiniones, Hidalgo y Juárez eranevocados como figuras de respeto y “Padresde la patria” que estaban facultados paracriticar al México de Díaz. Así, un alle-gado a Ricardo Flores Magón escribió aeste que “si Hidalgo y Juárez se levantarande sus tumbas y contemplaran la ominosaesclavitud en que sus hijos yacen, volve-rían a sus sepulcros llenos de indignación”(Knight, 2010, pp. 111-112). Hidalgo yJuárez, los mismos héroes que PorfirioDíaz utilizaba para legitimarse, eran reto-mados por sus opositores como elementosde protesta y crítica al régimen.

El mismo Madero se valió del discursohistórico para fundamentar su movimien-to político. En 1908 abrió su obra La suce-sión presidencial con una dedicación a “loshéroes que con su sangre conquistaron laindependencia de nuestra patria” (Madero,1999, p. 1), hizo una extensa rememora-ción de la historia nacional y se interpretóa sí mismo como un continuador de lasluchas “nacionales” iniciadas desde 1810por Hidalgo; quiso construirse una ima-gen como el iniciador de un nuevo ciclohistórico que rompiera con el México co-rrompido que había formado Porfirio Díaz(Madero, 1999, pp. 1-37). La historia na-

cional estaba sufriendo una nueva mani-pulación para rechazar y condenar al porfiriato y abrigar a los actores de la revo-lución como los nuevos héroes patrios. Enese nuevo discurso surgía otro uso polí-tico sobre el festejo de la independenciay la figura de Hidalgo.

Los llamados “maderistas”, grupos deapoyo a la candidatura de Francisco I. Ma-dero, vieron en los festejos de la indepen-dencia un espacio idóneo para hacer actos depropaganda política en favor de su candi-dato. En 1909, en la ciudad de Puebla, lossimpatizantes de Madero usaron la fiestadel “Grito” para aclamar a su candidatojunto con el vitoreo a los héroes insurgen-tes. Un año después, para los festejos delcentenario, Aquiles Serdán, líder del made-rismo poblano, buscó que la facción antirre-eleccionista tuviera un lugar en el desfiledel día 16 de septiembre.10 A este tipo defenómenos se refiere Christian Demange(2004) cuando señala que durante una cele-bración oficial el público conmemorantetambién puede aprovechar la ocasión

para adoptar posiciones y marcar su perte-nencia a ciertos grupos sociales o políticos[…] Para los que se niegan a conmemorares la oportunidad también de distanciarsede los demás y de afirmar otro tipo de valo-res (p. 132).

Aquí los maderistas no rechazaron lacelebración, pero sí emplearon la fiestaoficial para abanderar una contramemo-ria11 en la que mezclaban el discurso his-

10 Las dos últimas fiestas patrias de la dictaduraen Puebla, Suplemento dominical de Excélsior, 17 deseptiembre de 1939, p. 3.

11 Una contramemoria o contrahistoria es defen-dida por los grupos “de abajo” quienes, en un acto de

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tórico con sus anhelos de democracia y elrechazo al poder establecido.

Ante el agitado clima político que sevivía con la oposición al régimen algunospolíticos vislumbraron los conflictos y laviolencia que podía surgir ante un posi-ble fraude electoral o un cambio presiden-cial que sacudiera de raíz las estructuraseconómicas, políticas y sociales que elgobierno de Díaz había mantenido. Deesta forma, en 1909, un año antes del ini-cio de la revolución, un orador del festejode la independencia hizo una evocación del“Padre de la Patria” para detener la frac-tura interna que se extendía en la socie-dad porfiriana:

Hidalgo, noble anciano […] no permitas,oh padre, que tus hijos agitados por laspasiones innobles de los partidos, vayan amanchar este suelo con sangre de tus her-manos. Aparta de esta tierra bendita el rayode discordia que presagia destrucción y ruina(citado en Martínez, 2010, p. 72).

En 1910, otro orador del 16 de sep-tiembre primero justificó al régimen deDíaz, pero previendo su ocaso y el momen-to de trascender, habló de la necesidad deinstaurar una democracia y alcanzar la jus-ticia social pero sin caer en la violencia. Seinclinaba por mantener la paz e impulsarla educación como único medio para lograrun crecimiento en conjunto donde el almanacional se pudiera conformar con unaunión de sentimientos y aspiraciones.12

Vemos que tanto los maderistas comolos representantes del porfiriato recurrie-ron al uso político de la fiesta cívica y delmito del “Padre de la Patria”, ya sea paraincitar al cambio o para mantener el ordenestablecido. Así, entre la fiesta del cente-nario legitimando el gobierno de Díaz porun lado, y la pujante popularidad deMadero por el otro, se fraguaron las pri-meras rupturas en el uso de la fiestapatriótica y el discurso sobre Hidalgo.

Culto a Hidalgo entre rebeldes populares dela revolución

Iniciada la lucha los rebeldes revolucio-narios también recurrieron a la figura deMiguel Hidalgo. Está el caso de un grupode maderistas que en mayo de 1911 tomóAtlacomulco. Con la rendición de la po-blación procedieron a leer el Plan de SanLuis e hicieron acto de toma del pueblo;enarbolando un pabellón nacional y ha-ciéndose acompañar de una banda demúsica marcharon por las calles cantandohimnos patrióticos y lanzando vivas aMadero y la libertad. El retrato de donPorfirio fue retirado del Ayuntamiento ytodo finalizó con discursos al pie de unmonumento dedicado a Hidalgo (Knight,2010, p. 333). Con estos actos los made-ristas derrocaban –de manera simbólica–a Porfirio Díaz mientras proclamaban sunueva autoridad cobijados por el “Padrede la Patria”.

Alan Knight (2010) ha señalado quemuchas de las rebeliones populares ini-ciadas en 1910resistencia y protesta, hacen suya una conmemoración

–entre otras estrategias más– para resignificar el pasadoy proponer un futuro alternativo, desafiando así lasrelaciones de dominación (Ríos, 2013, pp. 197-198).

12 Discurso pronunciado por el Sr. Lic. EnriqueDomenzáin en la solemnidad cívica del 16 de sep-

tiembre de 1910, Periódico Oficial del Gobierno del Esta-do de Michoacán de Ocampo, 29 de septiembre de 1910.

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mostraron un legado similar de ideas libera-les y patrióticas: se remontaron a los con-ceptos de Morelos, Hidalgo y Juárez. Losrebeldes victoriosos desfilaban en la plaza,rendían homenaje al pie de monumentos aHidalgo o Juárez (pp. 240-241).

Entender estos fenómenos como pro-ducto de un patriotismo nos lleva a reva-lorar el éxito que tuvo el imaginario nacio-nal consolidado por el porfiriato (un logroalcanzado gracias a las condiciones polí-ticas y económicas y los eficientes mediosempleados para difundir una única memo-ria colectiva). Pero Knight hace énfasis enque esa admiración por Hidalgo y Juárezno sólo era producto de un patriotismo,también evidencia que los rebeldes bebie-ron de la ideología liberal del siglo XIX,lo cual demuestra que no siempre existeuna concordancia pura entre la clase y laideología. En este caso el liberalismo fuesumamente atractivo para campesinos, tra-bajadores, clases medias y elites (Knight,2010, p. 241). Y no extrañe que Hidalgoapareciera dentro de esa admiración porel liberalismo pues, acorde al discurso his-tórico heredado de la Reforma y consoli-dado en el porfiriato, Hidalgo era conside-rado como un revolucionario liberal, unprecursor del liberalismo en México.13

También existen varios documentosoficiales del ejército villista que fueronimpresos con una serie de imágenespatrióticas en la parte superior: el águiladel escudo nacional tocada por un gorrofrigio, imagen rematada por la leyenda“República Mexicana”, mientras que enla parte inferior se encontraban dos meda-

llones: uno a la izquierda con la imagen deHidalgo y otro a la derecha con el retratode Benito Juárez. Los documentos refierenel otorgamiento de grados militares paravillistas,14 cuestión irrelevante para nues-tro estudio, no obstante, nos resulta signi-ficativo que desde su creación en imprentaestos documentos hayan incluido las imá-genes de Hidalgo y Juárez como iconosque representaban dos luchas naciona-les de gran importancia con las cuales losrevolucionarios buscaron vincularse. Así,no sólo las denuncias de injusticia y desi-gualdad social sirvieron para justificar larevolución, es claro que los rebeldes tam-bién recurrieron al repertorio de héroes yluchas del discurso histórico nacionalistacomo fuente de legitimidad para la gue-rra que habían sostenido.

Los caudillos también recurrieron al ritualcívico y al recuerdo del “Padre de la Patria”.De Madero a Carranza

Madero también vinculó la lucha con lasdos prestigiosas revoluciones que la an-tecedieron; afirmó que la primera revolu-ción fue iniciada por Hidalgo para rompercon el yugo español, mientras que la se-gunda, la de Ayutla, reivindicó los de-rechos del pueblo y los ciudadanos para

13 Sobre la visión de Hidalgo y la independenciaque formaron los círculos liberales decimonónicos,véase Pérez (2007, pp. 193-223).

14 En el Centro de Estudios de Historia de Méxi-co, CARSO, hemos localizado varios ejemplares de estetipo de documentos. Como ejemplo véase Castellanos,A. (20 de septiembre de 1917). [Le expide nombra-miento de teniente coronel con autorización y pororden de Francisco Villa. Oficio mecanografiado].Fondo de Manuscritos del Primer Jefe del EjércitoConstitucionalista 1889-1920 (leg. 13239, carpeta116, doc. 1). Centro de Estudios de Historia deMéxico (CEHM), México.

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consignarlos en la Constitución de 1857y, finalmente, su revolución, la de 1910,había “proclamado como principios […] elSufragio Efectivo y la No Reelección”(Benjamin, 2003, p. 68). De esta forma,los líderes y seguidores de la revolucióninauguraban otro discurso: rompieron conla idea porfiriana que marcaba que la luchade Hidalgo y de la Reforma tuvieron unafeliz continuación en la pax porfiriana. Envez de mantener dicha visión se instau-raba la idea de que ambas revolucionesdel XIX no podían tener otra consecuenciaque no fuera la revolución de 1910, quenacía para enmendar los males originadosen el México del porfiriato. Una inter-pretación propia de quienes buscan le-gitimarse a partir de la historia nacionalcreando un nuevo discurso histórico decarácter teleológico que justifica el pre-sente y dota a la colectividad de un destinoheredado que está por concretarse (Man-zano, 2000, p. 35).15

Sabemos que la inclusión de la revo-lución mexicana en el imaginario nacionaly la vinculación de esta lucha con las revo-luciones del siglo XIX fue un proceso quemaduró con los gobiernos que ostentaronel discurso revolucionario durante buenaparte del siglo XX, sin embargo, vemosque esta interpretación inició desde elmismo momento de la guerra.

Estando en la presidencia, Madero con-tinuó con las celebraciones de la indepen-dencia, las cuales en adelante legitimaríana los nuevos regímenes que emanaron dela lucha revolucionaria. Como parte delfestejo de 1912 se llevó a cabo el tradi-

cional desfile del 16 de septiembre. Elacto lo encabezó el presidente Madero, seleyeron composiciones dedicadas a losinsurgentes, se cantó el himno nacional yalrededor de mil niños de escuelas fueroninvitados a cantar un himno dedicado aHidalgo.16 Sobre esto último es impor-tante mencionar que la información heme-rográfica de las siguientes décadas men-ciona que año tras año contingentes deniños eran llevados a los actos oficialespara tomar parte de los mismos, ya seacantando himnos, ondeando banderas, osimplemente como observadores. Esta fueuna práctica común durante la dictadurade Díaz, rescatada por Madero y desarro-llada por los nuevos regímenes como partede la pedagogía cívica que se dirigía a lasgeneraciones más jóvenes para formarlasen los valores nacionalistas.

Después del golpe dado al gobiernode Madero y bajo la nueva presidencia deVictoriano Huerta, los festejos septembri-nos tuvieron un nuevo uso político enmedio del contexto de guerra. La prensade la época consideró el desfile militar del16 de septiembre de 1913 como la mayormuestra pública de fuerzas armadas, locual destacó más que la ceremonia cívica,calificada como carente de suntuosidad.17

Era claro que ante la oposición armada a laque se enfrentaba Huerta, este aprovechóel festejo de la independencia para hacerun despliegue público de su brazo armado

15 Cabe mencionar que esta nueva interpretaciónde la historia nacional también se explica por la visiónevolucionista propia del positivismo, en el cual se for-maron Madero y su generación.

16 Se celebró con júbilo el desfile militar y el actocívico de ayer, El País, 17 de septiembre de 1912,pp. 2-3.

17 Ruidosas se inician las fiestas de la patria, ElImparcial, 16 de septiembre de 1913, pp. 1 y 7; Nun-ca ha presenciado México un desfile militar como el de ayer, El Imparcial, 17 de septiembre de 1913, pp. 1, 3 y 5.

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como acto de intimidación para sus adver-sarios. Una muestra del empleo de la fiestapatriótica como símbolo de poder.

Las referencias a Miguel Hidalgo den-tro de la lucha revolucionaria nos llevana mencionar un telegrama que VicenteRamírez dirigió a Venustiano Carranza en1914. Se trata de una exhortación paraque Carranza dejara la lucha y no se ene-mistara con Villa. Ramírez le advierte queél y sus allegados están hundiendo a lapatria y lo mejor es que deponga lasarmas. Para reforzar sus argumentos hizouso del recuerdo de Hidalgo para incidiren Carranza: “decline la primera jefaturaen quien los jefes militares la hagan recaer.Recuerde que Hidalgo fue depuesto delmando de Generalísimo y no por eso dejade ser la estrella más grande del Cielo denuestra Patria”.18 El llamado “Padre de laPatria” era símbolo de culto entre variosrevolucionarios, y la manipulación de surecuerdo se convertía en estrategia paraincidir en personajes de la lucha.

Finalmente Carranza no depuso lasarmas, y para 1915 se posicionó como eltriunfador de la lucha de facciones. A fina-les de dicho año los carrancistas ya casihabían derrotado por completo a villistasy zapatistas y se veía próximo el reconoci-miento que Estados Unidos le daría aCarranza como gobierno legítimo. Ante

este panorama favorable, el llamado“Primer Jefe” emprendió una gira porestados del norte y centro del país con elobjetivo de consolidar su triunfo (Arenas,1990, pp. 1304-1305). El itinerario inclu-yó una parada en Dolores, Guanajuato, endiciembre de 1915. En su estadía en estaciudad Carranza visitó la antigua casa deMiguel Hidalgo. Tal como lo habían he-cho en su momento Juárez y Maximiliano,Carranza también acudió a la vieja moradadel “Padre de la Patria”, en un claro actoque buscaba hacer suyo el “legado” delantiguo cura de Dolores.

Las fotografías de dicho suceso mues-tran la asistencia de la población y algu-nos músicos de banda que amenizaron elacto. Es evidente que el acto de visita sehizo público para que la población acu-diera a ver al revolucionario visitando lacasa del “Padre de la Patria”.19 Se trató de una estrategia propagandística dondeCarranza buscó consenso para sus aspira-ciones políticas gracias a la venia deHidalgo. Inclusive el “Primer Jefe” noperdió oportunidad de hacerse fotografiarmientras escribía en el libro de visitas delmuseo la siguiente frase: “La Patria queTú creaste sabremos conservarla indepen-diente”.20 Con ese acto y las palabras escri-tas Carranza unía su causa a la de Hidalgo

18 Ramírez, V. (30 de junio sin especificar año).Telegrama dirigido a Venustiano Carranza [Exhorta asuprimir de su lado a los politiqueros, vividores, con-venencieros y traidores que lo rodean, a ser el granamigo de Francisco Villa, que es quien tiene mayorrepresentación y elementos para sostener la revolu-ción. Recuerda que Miguel Hidalgo fue depuesto delmando de generalísimo]. Fondo Archivo FedericoGonzález Garza (1889-1920) (leg. 3379, carpeta 34,doc. 1, f. 2.). CEHM, México.

19 Siete fotografías de la visita de Carranza a lacasa de Hidalgo en 1915 fueron consultadas en:[Fotografías de José Mendoza]. (diciembre de 1915).Venustiano Carranza en Dolores, Hidalgo (538, 540,541, 542, 545, 546 y 547). Fondo Fotografías delperiodo constitucional. Colección José Mendoza.Carpeta 4. CEHM, México.

20 [Fotografía de José Mendoza]. (diciembre de1915). Venustiano Carranza en Dolores, Hidalgo(545). Fondo Fotografías del periodo constitucional.Colección José Mendoza. Carpeta 4. CEHM, México.

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y se autoimponía la tarea de ser continua-dor de la lucha del “Padre de la Patria”.Como triunfador de la lucha revoluciona-ria tenía ahora la posibilidad de alinear eldiscurso histórico a sus intereses.

Ya estando Carranza en la presidencia,una serie de fotografías de 1919 evi-dencian la ceremonia que presidió en laColumna de la Independencia para con-memorar el inicio de la gesta independen-tista.21 De igual manera, a partir de laprensa sabemos que los siguientes gobier-nos celebraron la fiesta septembrina endicho monumento, convirtiéndolo en elrecinto público donde se podía observarcómo la nueva clase política rendía cultoa la independencia y al héroe de Dolores,con lo cual los revolucionarios reforzabanel puente histórico que habían tendidopara vincularse con la lucha de 1810.

Los que no se fueron a “la bola” tambiéncelebraban la independencia y a Hidalgo

Existe una carta que un ciudadano diri-gió al presidente Carranza para sugerirle lacreación de una villa con el nombre de“La cuna de Hidalgo”. La persona no soli-citaba ninguna retribución económica,sólo esperaba que su petición tuviera ecoy se realizara para engrandecer “el nombrede nuestro gran padre”.22 Esto nos da idea

de cómo Hidalgo seguía presente en elimaginario de quienes sólo veían en él al más grande héroe de la nación de la cualse sentían parte, un reflejo del éxito logra-do en la consolidación del imaginarionacional, un logro en el cual el porfiriatose lleva la mayor parte del mérito.

En otra carta también dirigida a Ca-rranza, un profesor lo invitaba a su escuelapara que encabezara la celebración esco-lar de la independencia el día 16 de sep-tiembre.23 La fuente también hace alu-sión a la pobreza y escasez de elementoscon los que contaba la escuela para la cele-bración, no obstante, el deseo de llevarlaa cabo pese a estas limitantes, es herenciadel vínculo entre el ritual cívico y la ense-ñanza patriótica que había impulsado elporfiriato y que pervivía aún después dedicho régimen.

USOS POLÍTICOS DE LA FIESTA DEINDEPENDENCIA Y LA FIGURA DE MIGUELHIDALGO, 1921-1940

Era de esperarse que después de la guerrade 1910 se instituyera una nueva fiestacívica para conmemorarla. La fecha ele-

21 [Fotografías de José Mendoza]. (septiembre de1919). Venustiano Carranza en la Columna de Inde-pendencia (449, 450, 451, 452, 453, 454). FondoFotografías del periodo constitucional. Colección JoséMendoza. Carpeta 3. CEHM, México.

22 Ramírez, V. M. (no especifica fecha). Memorialmanuscrito [propone la fundación de una poblacióna fin de honrar la memoria de Miguel Hidalgo yJosefa Ortiz de Domínguez. Señala la forma en que

deberá ser construida. Solicita que el Gobierno le pro-porcione una imprenta a fin de hacer un tiro de dosmillones de ejemplares de La Cuna de Hidalgo] FondoManuscritos del primer jefe del Ejército Constitu-cionalista 1889-1920 (leg. 17187, carpeta 151, doc.1). CEHM, México.

23 Hernández Evangelina, J. A., (5 de septiembrede 1916). Carta manuscrita [Los profesores y alum-nos de la Escuela Ignacio M. Altamirano invitan aVenustiano Carranza al acto cívico-literario-musicalque llevarán a cabo en honor de Miguel Hidalgo].Fondo Manuscritos del primer jefe del EjércitoConstitucionalista 1889-1920 (leg. 10554, carpeta93, doc. 1). CEHM, México.

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gida fue el 20 de noviembre con una seriede celebraciones que, según ThomasBenjamin, significaban la autorización,justificación y legitimidad al “partido ofi-cial, al régimen en el poder y al Estadoposrevolucionario” (Benjamin, 2003, pp.149 y 157). La nueva conmemoración noopacó la fiesta septembrina, al contrario,ambas coexistieron como celebraciones delas dos gestas heroicas de mayor impor-tancia en el país. Finalizada la guerra losgobiernos que conformaron el llamadoEstado revolucionario continuaron reac-tualizando la fiesta de independencia y elculto por Hidalgo a partir de rituales polí-ticos “transformatorios”, es decir, aquellosque destacaron como actos persuasivos lle-nos de una eficacia simbólica y teatrali-dad que los dotó de legitimidad para susintereses (Díaz, 2005, p. 106).

Hidalgo y la celebración de independencia enel obregonato

A partir del gobierno de Venustiano Ca-rranza y la creación de la Constitución de1917 apareció un nuevo proceso de for-mación del Estado durante el cual la viejaaristocracia porfiriana fue sustituida porlos grupos de poder que resultaron triun-fantes de la guerra y pasaron a protagoni-zar la escena política. Esto fue seguido porel “grupo Sonora”, que ascendió al poderiniciando la década de los veinte. El pri-mero de ellos, Álvaro Obregón, se esforzópor frenar los conflictos armados y apa-ciguar al país institucionalizándolo y so-lucionando algunas demandas de los gru-pos sociales que habían participado en laguerra. Quedaba atrás la fase “destructivade la revolución” y comenzaba la recons-trucción del país. Se impulsó la cultura y

las artes como esfuerzo por forjar una solaidentidad y lograr la unidad nacional.

La fase reconstructiva también nece-sitó de rituales políticos que pudieran jus-tificar el poder de esta nueva clase polí-tica y aglutinar amplios sectores para crearuna estrecha comunión entre el nuevorégimen y el pueblo. La oportunidad sepresentó para Obregón con la celebraciónde un segundo centenario: el de la consu-mación de la independencia, que aunqueno fue idea original del presidente, este laadoptó de inmediato. Las principales cele-braciones fueron acordadas para el 27 deseptiembre en recuerdo de la entrada delEjército Trigarante. Para dicho día desta-caron dos ceremonias: la primera se llevóa cabo en la Columna de la Independencia,donde el presidente Obregón llevó unaofrenda floral dedicada al soldado insur-gente. Como segundo acto, dio inicio eldesfile militar que recordaba al EjércitoTrigarante comandado por Iturbide en suentrada triunfal en la ciudad de Méxicoaunque, paradójicamente, Vicente Gue-rrero fue quien recibió el título oficial de“consumador de la independencia” (Martí-nez, 2005, pp. 99-111).24

El centenario de 1921, a diferencia delde 1910, no se trató de una apoteosistriunfal de un gobierno que pensaba tenerasegurado el futuro, por ello en el discursooficial se le declaró como una contracele-

24 Sobre el lugar que ocupa Iturbide en la histo-ria nacional, Verónica Zárate Toscano (2007, pp. 105-122) ha estudiado cómo hasta la actualidad existe unpobre culto por este personaje, en el cual sólo inter-vienen la Iglesia y algunos gobiernos conservadores.Enfatiza en que aún no se le otorgan las mismasdimensiones que alcanzan otros héroes, tampoco seha logrado su total aceptación dentro del panteónheroico nacional.

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bración de carácter “nacional” y “popu-lar” que iba en contra del sentido aristo-crático que tuvo el de 1910. Tampoco seplaneó como un festejo a Iturbide –lo cualquedó claro en los festejos– sino “al triunfodel mismo pueblo”. El gobierno puso uncierto acento en festejar el regreso de lapaz –como éxito logrado por Obregón–y se recurrió a personajes históricos de loscuales se podía hacer énfasis en sus oríge-nes mestizos o indígenas y con ello subra-yar un discurso social (Lempérière, 1995,pp. 346-347).

Para el 16 de septiembre se programóun homenaje a los héroes de la inde-pendencia en el cual se notó una mayorexaltación por el cura de Dolores. Las aso-ciaciones obreras y patrióticas llevaronofrendas florales al espacio de la catedraldonde estaban depositados sus restos. Elsepulcro fue referido por los cronistas de laépoca como

el lugar sagrado […] de aquel hombre-sím-bolo, que supo enfrentarse, contra todos losprejuicios de su época, para lanzarse en buscade la sublime admiración de todo hombre:la libertad de su suelo y de su raza (citado enMartínez, 2005, p. 106).

Obregón también asistió al evento ydepositó su respectiva ofrenda –una coronade oro imitando las hojas de laurel– conuna inscripción que simbolizaba el poderdel gobernante al adjudicarse el papel deportador de la voz de la nación: “El ciuda-dano presidente de la República, generalÁlvaro Obregón, en nombre de la naciónmexicana, a los héroes de la Independen-cia” (citado en Martínez, 2005, p. 107).

A partir de una fotografía tomada enun teatro durante un concierto que formóparte de los festejos del centenario en la

ciudad de México podemos observar cómoel gobierno de Obregón recurrió a la mis-ma estrategia visual de Porfirio Díaz paraigualar su imagen con la del “Padre de laPatria”. La foto muestra a los músicos depie, mientras que en la pared de fondo seencuentra un arreglo floral flanqueado porla imagen de Hidalgo en el lado izquierdoy un retrato de Álvaro Obregón en el de-recho (Galeana, 1996, p. 161). Un “juegode imágenes” que vinculaba al mandata-rio con Hidalgo contribuyendo así al cultopor la figura presidencial.

Celebración de la independencia y la figurade Hidalgo en el callismo y el maximato

Después de Obregón, la presidencia dePlutarco Elías Calles (1924-1928) diocontinuidad a la institucionalización delpaís, se estrecharon relaciones con las prin-cipales centrales obreras como la Confede-ración Regional Obrero Mexicana y a laIglesia se le enfrentó en la lucha por elcontrol educativo, social y político durantela “guerra cristera” (Garciadiego, 2004,pp. 258-261). En la cuestión de reformaspolíticas un paso de gran relevancia fue lacreación del Partido Nacional Revolucio-nario (PNR). La trascendencia del partidofue tal que pudo aglutinar a distintos líde-res armados y controlar la política del país.De esta forma, Calles concretó tres impor-tantes logros para la construcción delEstado después de la lucha armada: se con-solidó el gobierno de la facción triunfantede la revolución, se mantuvo “a raya” a laIglesia, y la nueva clase gobernante se unióbajo una misma bandera institucionalrepresentada por el PNR.

Con los subsecuentes gobiernos dePortes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz

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Rubio (1930-1932) y Abelardo Rodrí-guez (1932-1934) surgió el denominado“maximato”, que debe su nombre al con-trol de Plutarco Elías Calles, “jefe máximode la revolución”, sobre los presidentes enturno. Según Adolfo Gilly, este periodose distinguió por el freno al reparto agra-rio, el control sindical que obtuvo Moro-nes gracias a pistoleros y asesinos, conti-nuó el enriquecimiento de la burguesía acosta del aparato estatal y los vínculos conviejos terratenientes, se estrecharon relacio-nes con el creciente imperialismo y con-tinuó la represión a grupos comunistas(citado en Maldonado, 2006, pp. 129-130). Sin embargo, en el discurso oficial elgobierno se consideraba representante de“la Revolución” y el PNR se adueñó de lavida política del país, con un crecientecontrol sobre los sectores sociales.

Del periodo “callista” resaltamos laceremonia oficial del 16 de septiembre de1925 dedicada trasladar los restos de loshéroes de la independencia de la catedrala las criptas de la Columna de la Indepen-dencia. Destacaron los elogios dirigidos aHidalgo como los que pronunció el sena-dor Juan de Dios Robledo, quien men-cionó que el cura de Dolores había sidoun “sublime quijote de la libertad” quehabía buscado hacer una revolución con“el apoyo del pueblo para beneficiar alpueblo mismo”, y eso lo convertía en un“patriota por excelencia” y un “revolucio-nario”, y por ello “México, democrático ygeneroso en sus leyes [rendía] a su padreaugusto [ese] solemne homenaje”.25 Eraclaro que el senador miraba al pasado conlos ojos del presente para “descubrir” en

Hidalgo y la independencia un pasadoglorioso y revolucionario que pudiera servinculado con el gobierno de Calles, quese proclamaba como representante de laúltima revolución regeneradora país.

Para dicha celebración y, a diferenciade Obregón que sí había entrado a la cate-dral para homenajear a los insurgentes en1921, Calles, por su laicismo y sus dife-rencias con la Iglesia, evitó poner un pieen dicho recinto y prefirió llegar directa-mente a la ceremonia en la Columna de laIndependencia. En cuanto al programa dela celebración, este no incluyó los restosde Iturbide, los cuales permanecieron enla catedral, donde continúan hasta hoy en día. Ernest Gruening relató que duran-te el traslado de los héroes el presidenteCalles le mencionó que había dejado aIturbide en la catedral, “entre los de suclase, a donde pertenece” (Martínez, 2005,p. 117). Estos hechos nos llevan a pensarque el presidente no sólo ejecutó el tras-lado como teatralidad para legitimarsemediante el culto al pasado “heroico”;podemos interpretar la ceremonia de tras-lado como un acto de secularización deHidalgo y demás héroes nacionales, lo cualvenía bien con el ya mencionado laicismodel gobierno callista y la guerra cristeraque estaba por desatarse. El presidentedejaba a Iturbide, el “villano”, con “los desu clase”; con los traidores y enemigos de la nación, entre los que contaba a losrepresentantes de la Iglesia, mientras tantolos restos de Hidalgo y demás héroes ad-mitidos en la historia oficial sí merecíanun sepulcro que era laico, y por ello, erapatriótico y digno de sus huéspedes.

El gobierno de Calles también hizouso de los adelantos tecnológicos duranteel ceremonial cívico: en 1925 se emplea-ron aparatos radiofónicos con lo cual el

25 Las cenizas de los próceres de la independen-cia han sido trasladadas a la cripta de Reforma,Excélsior, 17 de septiembre de 1925, pp. 1 y 4.

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“Grito” presidencial dejaría de reducirse alámbito capitalino y se transmitiría al restode la república.26 Un acto que encaja en loque Ana María Alonso (1988, pp. 41-42)señala como el uso de las nuevas tecnolo-gías de comunicación para articular lasimágenes históricas oficiales que conlle-van a la transformación del terreno local yla autonomía regional a partir del domi-nio de lo “nacional” y lo homogéneo, unfenómeno en el que la historia oficial per-mite que la presencia del Estado sea pal-pable. Así, el discurso oficialista sobre elsignificado de la fiesta y la historia llega-ba y se imponía a un público más amplioa lo largo del país; se difundía un únicopasado colectivo que propiciaba la homo-geneización de la población bajo una solaidentidad en una sola comunidad: lanación.

Siguiendo los pasos de Calles, EmilioPortes Gil no se olvidó de la Columna dela Independencia ni de los héroes que ahíreposaban. En 1929 ordenó establecer unaguardia de honor en dicho lugar, pues sedeclaraba que era “una de las obligacio-nes del Departamento del Distrito Federalestimular y mantener vivo el sentimientopatriótico”. El decreto se dio a conocer el1 de abril del mismo año, y mencionabaque “la Columna de la Independencia seha convertido en un altar a la patria”, ypara hacer más solemne la guardia dehonor, se ordenó que se instalara “unalámpara que debía arder constantemen-te.” Es significativo mencionar que aun-que el nicho de la lámpara no se construyópor debajo de la escultura de Hidalgo, elarquitecto encargado explicó que el lugar

elegido “debía estar junto a la urna queresguardaba los restos de don MiguelHidalgo y Costilla, el Padre de la Patria”(Martínez, 2005, pp. 127 y 129). Un ges-to con el cual se reafirmaba el culto que le debían los revolucionarios a Hidalgo al considerarse ellos mismos como susherederos.

Las políticas del cardenismo reactualizaronla celebración de independencia y el culto aHidalgo

Con Lázaro Cárdenas en la presidencia(1934-1940) inició otro proceso de for-mación del Estado que se distinguió porel rompimiento con el maximato y por supolítica dirigida a crear un nuevo pactoentre el poder político y los grupos subal-ternos. El corporativismo fue uno de losmedios para crear un nuevo consenso entrela sociedad y el gobierno. Para lograr estoel partido oficial fue renovado y con-vertido en el Partido de la Revolución Me-xicana (PRM) que, a diferencia de su an-tecesor, el PNR, que había aglutinado acaudillos y caciques, fue concebido comoun organismo político de amplia inclu-sión social, llegando a aglutinar a secto-res obreros, campesinos, burócratas, tra-bajadores, profesionistas y parte delejército. Todos ellos se convirtieron en labase social del gobierno cardenista (Flo-rescano, 2006, pp. 396-397). En la polí-tica exterior de Cárdenas resaltó su acep-tación a exiliados como León Trotsky ylos refugiados de la guerra civil española,acciones con las cuales se difundía unaimagen humanitaria de los regímenes re-volucionarios. Las reformas como el plande educación socialista, pero sobre todo, lanacionalización del petróleo y llevar a cabo

26 El sonido del legendario bronce de Dolores seescuchó anoche en toda la nación, Excélsior, 16 de sep-tiembre de 1925.

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el más grande reparto agrario, fueron sinduda alguna los mayores logros del régi-men, aunque, como bien ha señalado Ál-varo Matute (2010, p. 247), buena partede ese reparto de tierras se hizo con senti-do político para que el gobierno mantu-viera un control sobre el campesinado.

En este periodo se implementaronnuevas iniciativas para la fiesta de inde-pendencia. Quedaron prohibidos los repi-ques de campanas de la catedral y el usode cohetes durante el tiempo en que elpresidente estaba dando el “Grito”, conesto se buscaba facilitar que sus palabrasfueran escuchadas sin distracción alguna.27

Una medida dirigida a mantener unmayor control sobre la celebración parautilizarla como espacio donde desplegarun simbolismo político y elementos dis-cursivos favorables al gobierno; se tratabade consolidar el protagonismo que debíatener el presidente, remarcando que porencima del regocijo popular y el ambientefestivo, lo que importaba era el mensa-je que daba el representante del poderpolítico.

De manera general, en este periodoidentificamos un nuevo uso político parael ritual cívico y la figura de Hidalgo, quienfue reinterpretado bajo tres de los idealesy acciones políticos que destacaron en elcardenismo: reforma agraria, socialismo ynacionalización del petróleo. De igualmanera, el contexto internacional influyóen cómo se utilizó la ceremonia cívica ysu discurso.

En 1938 el agrarismo, una de las ban-deras políticas de Cárdenas, fue vinculado

a Hidalgo y a la independencia comoparte de una estrategia retórica que defen-día el reparto agrario que se efectuaba. El16 de septiembre, durante la ceremoniaen la Columna de Independencia, AmaliaGonzález Caballero Ledón, de la DirecciónGeneral de Acción Cívica, mencionó que“sería antipatriótico e injusto hablar deagrarismo sin recordar a Hidalgo”.28 Dosaños después, el mismo Cárdenas, duranteel aniversario de la independencia, recurrióa la misma estrategia:

Este anhelo de justicia social que informóel Programa del Padre de la Independencia,don Miguel Hidalgo, en su más legítimoaspecto de reivindicación de la tierra […] esestrictamente, el nervio de la epopeya […]de nuestra Revolución Mexicana de 1910[…] y del actual programa de gobierno(Palabras, 1978, p. 442).

Recordemos que Hidalgo durante sumovimiento había estipulado la devolu-ción de tierras a algunos pueblos de indios.Ahora bien, la historia oficial, como señalaGeorges Balandier (1994), es “construiday reconstruida según las necesidades y alservicio del poder actual. Un poder queadministra y garantiza sus privilegios me-diante la puesta en escena de una herencia”(p. 19). De igual forma, el gobierno car-denista ponía en escena una herencia legi-timadora que era reclamada a partir derevivir el pasaje sobre la restitución de tie-rras ordenada por Hidalgo. Con ello sebuscaba justificar el plan agrario de Cár-

27 Por primra vez se pudo oír el Grito, Excélsior,18 de septiembre de 1938, pp. 1 y 4; Jubilosamentecelebróse el Aniversario Nacional, Excélsior, 16 deseptiembre de 1938, p. 1.

28 Abolió la esclavitud de la mujer, el generalCárdenas. En su discurso pronunciado con motivo delas fiestas patrias, se hizo referencia al Derecho deCiudadanía recientemente concedido, Excélsior, 18 deseptiembre de 1938,. p. 11.

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denas, mostrándolo como una políticaheredera de los anhelos del héroe de Do-lores, mientras que el mismo presidente seinterpretaba como el ejecutor de la obraque había proyectado el “Padre de laPatria”.

Por otra parte, después del decreto deexpropiación petrolera del 18 de marzode 1938, el suceso se convirtió en el ele-mento más representativo del naciona-lismo económico del régimen. No obs-tante, dicha política enfrentó oposicióndentro y fuera del país, por lo cual se letuvo que defender por todos los mediosposibles. Así, el 17 de septiembre de 1938se llevó a cabo una manifestación comomuestra de solidaridad con el presidente.Durante el evento se colgó de la fachadaprincipal de la catedral una lona de grantamaño con paisajes campestres y fabrilesde donde surgían, de un lado, la imagende Hidalgo, y del otro la de Cárdenas.Una de las crónicas refiere que la imagendel cura de Dolores simbolizaba la eman-cipación política, mientras que la del pre-sidente representaba la emancipación eco-nómica.29 El discurso visual volvía alritual político para ligar a los mandata-rios con los héroes, tal como lo habíahecho Porfirio Díaz.

Es obvio que esta nueva vinculaciónvisual del gobernante con el héroe respon-día a un acto propagandístico del poderpolítico que empleaba las imágenes comoinstrumentos de persuasión30 con el obje-

tivo de legitimar a Cárdenas en un mo-mento crucial de su sexenio. Pero ¿cómose pretendía que funcionara en el públicoespectador este uso retórico de la imagen?Es prácticamente imposible saber quépensaban las personas al estar frente a lasfiguras de Hidalgo y Cárdenas unidas.Podemos lanzar como hipótesis que elobjetivo era que el público viera en ellasa un Hidalgo avalando al actual mandata-rio y a un presidente que ostentaba una“ascendencia política” que se remontaba almismísimo “Padre de la Patria”. Un ejer-cicio mental donde la asociación de imá-genes transmitía las características del per-sonaje histórico al personaje vivo. Así, eldiscurso proyectado hablaba de una bon-dad y un espíritu revolucionario y liberta-rio que eran transmitidos desde el primerlibertador al nuevo caudillo que abande-raba la causa de “la nueva independencia:la económica”. En lo que respecta al fondocon los paisajes campestres y fabriles, setrataba de una referencia directa a la polí-tica agraria y el apoyo a la industria y alobrero nacional.

El mismo mensaje de las imágenespuestas en el Palacio Nacional fue repro-ducido en un anuncio que Petróleos Me-xicanos y Distribuidora de PetróleosMexicanos difundió en la prensa con mo-tivo del aniversario de la independencia.

29 Manifestación de solidaridad al presidente dela República. El Universal, 18 de septiembre de 1939,p. 1; La mejor manera de servir a la patria en estosmomentos es impulsando la producción. Excélsior, 18de septiembre de 1939, p. 1.

30 Las imágenes visuales –sean o no obras de arte–desde siglos atrás han sido uno de los medios más

empleados para despertar sentimientos, difundir ideo-logías o incitar a ciertas formas de actuar. Los detenta-dores del poder político recurren a ellas como mediode control social; en este uso político de las imágenesse suelen plasmar las cualidades –aun siendo falsas–de los gobernantes para ser admiradas por la socidady reafirmar su autoridad (Furió, 2000, pp. 99-107;Mínguez, 2003, p. 10). Para un estudio de los usos dela imagen de Hidalgo, véase Garrido, 2004, pp. 127-132.

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Dicho anuncio resalta las fechas 16 de sep-tiembre de 1810 y 18 de marzo de 1938;a la primera la identifica como la “Fechaen que México inicia su independen-cia política” y a la segunda como la “Fechaen que México inicia su independenciaeconómica”.31 Se vinculaba así la causadel petróleo con la rebelión de 1810, difundiéndose el mensaje de las dos inde-pendencias y un Cárdenas como presi-dente heredero y fiel seguidor de las obrasdel “Padre de la Patria”.

Sabemos que tiempo después el sucesode la nacionalización del petróleo fueincluido en el calendario cívico como unade las fechas más importantes para lanación (celebración del 18 de marzo), perolo curioso es que para consolidar la expro-piación primero se tuvo que hacer uso deotra fecha conmemorativa y de otro héroedel repertorio nacionalista. Claro ejemplode que el discurso histórico, las celebra-ciones patrióticas y la imagen del héroeseguían presentes como elementos retóri-cos que justificaban los grandes procesospolíticos que se impulsaron en el siglo XX.El “Padre de la Patria” se convertía en unmito que no perdía vigencia; por el con-trario, su reactualización estaba a la ordendel día, determinada por los cambiosimplementados por los regímenes enturno.

Cabe mencionar que si durante el por-firiato la celebración de independencia seutilizó para inaugurar obras urbanas y de comunicaciones como un reflejo de lamodernidad a la que el gobierno decíahaber llegado, en el cardenismo la mismacelebración se empleaba para validar eldiscurso de justicia social que se promo-

vía como una de las principales banderasde la Revolución. El nuevo poder políticono se legitimó inaugurando obras materia-les en cada festejo, sino hablando de jus-ticia social, de reparto agrario o de nacio-nalismo económico; un discurso que sevinculaba y defendía a partir de la histo-ria nacional y su celebración.

El agitado contexto político interna-cional también influyó en la manera enque el cardenismo utilizó el ritual de cele-bración de la gesta independentista. LázaroCárdenas declaró en un acto celebrado enla Columna de la Independencia que lalucha de Hidalgo era de las pocas que sejustifica “ante los tribunales de la historia”,buscando contrastarla con el inminenteconflicto militar en Europa –el estallido dela segunda guerra mundial–. La fiesta ser-vía para alertar de la situación internacio-nal, reafirmar la unión nacional y hacerun llamado a la unión latinoamericana.En el marco de las mismas celebraciones,el presidente Cárdenas fue equiparado conHidalgo, Morelos, Juárez y Madero, seña-lándose que con su amparo la “negruradel fascismo no llegará a México”.32 Asícomo la propaganda política del porfiriatohabía igualado a Díaz con Hidalgo, lomismo hacían ya los promotores de Cár-denas al incluirlo, aun en vida, en el reper-torio heroico nacional.

El último “Grito” que encabezó Cárde-nas fue celebrado en la emblemáticapoblación de Dolores Hidalgo, un actoque tampoco estuvo exento del marcadouso político. A través de la conmemora-ción el presidente apoyó y legitimó a sucandidato oficial, Manuel Ávila Camacho,

31 Excélsior, 16 de septiembre de 1939, p. 13.

32 La mejor manera de servir a la patria en estosmomentos es impulsando la producción, Excélsior, 18de septiembre de 1939, pp. 1 y 3.

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para sucederlo en la presidencia. En elestrado construido para la ceremonia sepodían ver tres grandes retratos, uno deHidalgo, otro de Cárdenas y el tercero de Ávila Camacho. Sobre el primero esta-ba la leyenda: “Iniciador de la indepen-dencia política de México”; sobre el deCárdenas se leía: “Iniciador de la indepen-dencia económica de México”, y en el ter-cero se escribió: “Continuador de la obradel general Cárdenas”.33 Una vez más serepetía el discurso –visual y escrito– quePorfirio Díaz había consolidado y queahora Cárdenas nuevamente retomabapara vincularse y forjarse la imagen de serél el continuador del proyecto emancipa-dor del “Padre de la Patria”. Pero en estaocasión, Ávila Camacho era incluido enel discurso y en la teatralidad política dela conmemoración con el objetivo de queel presidente, haciendo uso del simbo-lismo que representaba la celebración, ellugar y el recuerdo de Hidalgo, “ungiera”a su candidato como su legítimo sucesor.

CONCLUSIONES

Porfirio Díaz había consolidado el cultoa los héroes como estrategia legitimadorade su poder; sin embargo, hemos vistocómo desde antes de que comenzara larevolución de 1910 los grupos de oposi-ción recurrieron a los mismos personajespara utilizarlos como elementos retóricospara criticar al régimen. Los primerosrevolucionarios y el mismo Madero evoca-ron a Hidalgo para crear lazos de uniónentre la lucha maderista y la guerra de1810. Una contramemoria que contra-

riaba a la historia oficial para desafiar alpoder establecido. De esta manera, la reac-tualización del uso de la fiesta patriótica ydel mito del “Padre de la Patria” y la nue-va carga política que adquirieron fue unproceso que inició desde que se gestabala lucha armada de la Revolución. En con-secuencia, podemos también afirmar que,aunque el discurso oficial de los sucesivosgobiernos consolidó la idea de la Revolu-ción mexicana como continuadora de lalucha de 1810 y de Reforma, en realidaddicha interpretación teleológica comenzóa moldearse desde los primeros momentosde la lucha revolucionaria.

Enfocado el estudio en los procesos deformación del Estado que delinearon elllamado “Estado revolucionario”, hemosvisto que aunque la Revolución fue in-cluida en el calendario cívico, el festejopor la independencia y el culto a Hidalgono perdieron fuerza, por el contrario,siguieron empleándose como elementoslegitimadores del poder político, inclusorecurriendo a las mismas estrategias quehabían legitimado a Porfirio Díaz. De estaforma, se mantuvieron prácticas como lavinculación del mandatario en turno conel “Padre de la Patria” a partir de discur-sos escritos, orales o visuales. También semantuvo el uso de la fiesta cívica para ha-cer propaganda de los logros obtenidospor cada gobierno, aunque a diferencia delporfiriato, el énfasis no estuvo en la inau-guración de obras materiales y de infra-estructura, sino en la creación y divulga-ción de políticas sociales y económicas,contribuyendo así al discurso de justiciasocial que caracterizó a estos regímenes.

Pero más allá de las continuidades encuanto a estrategias legitimadoras, que-remos enfatizar la manera en que cadarégimen le imprimió su sello particular

33 Resonó anoche en Dolores el famoso “Grito”,El Universal, 16 de septiembre de 1940, pp. 1 y 13.

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al significado de la fiesta cívica y de loshéroes celebrados. Así, el recuerdo de lagesta independentista y la figura de Hi-dalgo fueron manipulados para legitimara las distintas facciones revolucionarias:para reforzar el gobierno de Álvaro Obre-gón como legítimo gobernante y pacifica-dor del país, para reafirmar el laicismo deCalles a partir de la ejecución de lo queconsideramos como un acto de “seculari-zación” de los héroes, o para promover elreparto agrario y la expropiación petro-lera y demás políticas del gobierno deLázaro Cárdenas. Esto es lo que considera-mos una justificación simbólica de los dis-tintos procesos de formación del Estadoen los cuales cada uno de ellos crea su pro-pia visión del pasado, lo cual convierte ala historia patria en un discurso inacabado,pues se encuentra en constante transfor-mación conforme se mueven los interesesde los distintos grupos de poder.

De manera general podemos concluirque la fiesta patriótica y el culto al héroeson “tradiciones inventadas” que apare-cieron desde el siglo XIX, aunque su uso ysignificado constantemente adquierennuevos usos y significados determinadospor las aspiraciones de cada grupo hege-mónico. El ritual cívico y el culto a loshéroes es dedicado a personajes y sucesospretéritos, pero su uso responde a las nece-sidades contemporáneas de aquellos quelos celebran. En este caso el culto porHidalgo no era dirigido a un héroe delpasado, sino a uno “contemporáneo”, esdecir, el héroe se caracteriza por un anacro-nismo marcado por ser un personaje delpasado al que se le adjudican determina-dos elementos ideológicos del presentepara convertirlo en instrumento legitima-dor del poder político en turno.

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