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7/29/2019 Filaleteo - Principios de Filaleteo
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PRINCIPIOS DE FILALETEOPara dirigir las operaciones en la Obra Hermtica
Por Ireneo Filaleteo
ingls de nacimiento y habitante del universo Texto extrado de: Guillaume Salmon.
"Biblothque des Philosophes Chimiques". Paris. 1740
1No emprendis jams la Gran Obra siguiendo las reglas que puedan
sugeriros los ignorantes o los libros de los sofistas, y no os apartis lo ms
mnimo de este principio: el objeto de vuestras aspiraciones es el Oro o la
Plata; el Oro y la Plata deben ser los nicos objetivos que necesitis perseguir
por mediacin de nuestra fuente mercurial preparada para baarlos, lo cual
requiere toda vuestra laboriosidad.
2No os hagis eco de quienes arguyen que nuestro Oro no es el Oro ordinario,
sino el Oro fsico: el Oro ordinario ha muerto, eso es cierto; pero tal como lo
preparamos nosotros, revive como un grano de trigo muerto que renace en la
tierra. Al cabo de seis semanas, el Oro ya muerto recobra la vida en nuestra
Obra, se hace vivfico y espermtico, porque se lo ha cultivado en la tierra
apropiada; quiero decir, en nuestro compuesto. As pues, podemos llamarlo,
con razn, nuestro Oro, pues nosotros lo asociamos a un agente
que, sin duda, le devuelve la vida; asimismo, empleando una denominacincontraria, solemos denominar hombre muerto al reo de muerte, porque el sujeto
morir pronto, aun cuando est vivo todava.
3 Aparte el Oro, que es el cuerpo y representa el papel de macho en nuestra
Obra, necesitaris todava otra esperma, que es el espritu, el alma o la hembra;
esta esperma es el mercurio fluido, semejante por su forma al azogue comn,
aunque ms limpio y puro. Muchos emplean en lugar del mercurio diversos
licores y aguas, que denominan Mercurio Filosfico. No os dejis seducir por
sus hermosos discursos, no emprendis tales trabajos, porque todo ser intil;
es imposible cosechar lo que no se ha sembrado; slo se recoge fruto cuando se
esparce la simiente; por tanto, si sembris vuestro cuerpo, que es el Oro, en una
tierra donde haya un mercurio no metlico ni parigual a los metales en lugar de
un elixir metlico, slo obtendris de vuestra operacin una cal rida, sin virtud
alguna.
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4Nuestro mercurio parece ser una sustancia similar al azogue ordinario; pero
difiere por su hechura, pues posee una forma celeste e gnea y una virtud
excelsa, cualidades que recibe de nuestro Arte, dedicado a su preparacin.
5 El secreto de esta preparacin consiste en escoger un mineral que tenga
cierta semejanza con el Oro y el Mercurio. Es preciso impregnarlo con el Oro
voltil que se encuentra sobre la regin lumbar de Marte; se debe purificar el
Mercurio con este elemento siete veces por lo menos. Una vez hecho esto se
prepara el Mercurio para el bao del rey, es decir, del Oro.
6 Con los repetidos tratamientos - entre siete y diez -, el Mercurio se purifica
de forma creciente y se hace cada vez ms activo, porque nuestro azufre
autntico lo lica con cada preparacin; pero si lo sometiramos a un nmero
excesivo de preparaciones o sublimaciones, se hara demasiado gneo, y en
vez de disolver el cuerpo, se coagulara l mismo, se coagulara l mismo, con
lo cual el Oro no se fundira ni se disolvera.
7 Tras la licuefaccin o vitalizacin de ese Mercurio, hay que destilarlo dos o
tres veces en una retorta de vidrio, porque posiblemente queden todava
algunos tomos del cuerpo en el momento de su preparacin; acto seguido se
debe lavar con vinagre y sal amoniacal; entonces ser cuando est dispuesto
para nuestra Obra, lo cual debe entender aqu de una forma metafrica.
8 Elegid siempre para esta obra un Oro puro y sin mezcla: si no es as cuando
lo compris, purificadlo vosotros mismos por los mtodos ordinarios. Una vez
concluida esta operacin reducidlo a polvo mediante la lima u otra herramienta,
o bien convertidlo en lminas sutiles; si lo prefers podis calcinarlo con
corrosivos: el procedimiento es lo de menos; slo importa que la pulverizacin
sea muy sutil.
9 Veamos ahora la mezcla: tomad una onza o dos de ese cuerpo ya preparado,
y dos o tres onzas, a lo sumo, de Mercurio vitalizado, que se obtiene como ya
os he indicado; mezclad ambos ingredientes en un mortero de mrmol.
previamente caldeado con agua hirviendo o algo similar; machacadlos y
trituradlos hasta que formen un conjunto homogneo: aadid seguidamentevinagre y sal para conseguir la pureza perfecta; luego lo templaris con agua
caliente y lo secaris muy bien.
10 Aun cuando este procedimiento os parezca enigmtico, puedo aseguraros
que os estoy hablando con absoluta sinceridad; todos nosotros nos servimos del
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camino que os muestro aqu, y todos los filsofos antiguos se han servido de
este medio, que es el nico. Nuestro sofisma estriba solamente en las dos
clases de fuego empleado en nuestra Obra.
El fuego secreto interno es un instrumento de Dios, y sus cualidades son
imperceptibles para los hombres.
Aqu hablamos frecuentemente de este fuego, aunque parezca que nos estamos
refiriendo al calor externo, este es el origen de los frecuentes errores en que
tropiezan los falsos filsofos y los imprudentes. Dicho fuego es nuestro fuego
graduado, ya que el calor externo es casi lineal, o sea uniforme e igual en todo
el proceso; este no sufre ninguna alteracin durante la Obra al rojo blanco (sic),
si se exceptan los siete primeros das en que lo rebajamos para conservar la
pureza de la Obra; pero el filsofo experimentado no necesita de tales
advertencias.
Respecto al fuego externo, se grada insensiblemente de hora en hora, y al
reanimarse cada da como resultado de la coccin, los colores se alteran ymadura el compuesto. Acabo de hacer un nudo muy difcil e intrincado;
procurad conservar esta solucin en la memoria para no dejaros engaar en lo
sucesivo.
11Necesitis proveeros de un recipiente o matraz de vidrio, sin el cual no
podris rematar vuestra tarea: debe tener forme ovalada o esfrica y capacidad
suficiente para vuestro compuesto, es decir, su capacidad debe ser dos veces
superior a la materia que os propongis meter en l; nosotros lo llamamos
huevo filosfico; el vidrio debe tener espesor, mucha transparencia y limpieza.;
el cuello del matraz debe medir, a lo sumo, medio pie de longitud. Cuando
metis all vuestra materia, cerrad el cuello hermticamente; no debe tener
ninguna abertura, pues de lo contrario, aunque fuera nfima, se evaporara el
espritu ms sutil y se frustrara la Obra.
Para comprobar si vuestro recipiente est cerrado de un forma hermtica, haced
el siguiente experimento, cuya infalibilidad es indiscutible: cuando se haya
enfriado el recipiente, aplicad los labios en el lugar donde hayis sellado el
cuello y aspirad con fuerza: si hay alguna abertura, absorberis el aire
almacenado dentro del matraz, cuando retiris la boca del cuello de la vasija, el
aire penetrar otra vez por ese orificio, de tal forma que vuestro odo percibirclaramente un silbido; esta prueba experimental no ha fallado
nunca.
12 Tambin necesitaris un horno -el que los sabios denominan atanor-, con el
cual podris realizar toda vuestra tarea. El que precisaris en los primeros
trabajos deber estar dispuesto de tal forma que provea un calor rojo oscuro -o
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algo menor, a vuestra voluntad- y se mantenga por lo menos durante doce
horas con absoluta uniformidad en su ms alto grado calorfico. Si poseis un
horno semejante, procurad ateneros a estas cinco condiciones:
La primera que la capacidad de vuestro hogar no debe ser superior a la
necesaria para contener vuestro barreo, y con un espacio vaco circular de una
pulgada ms o menos, para que el fuego procedente del ventilador de la
chimenea pueda circular alrededor del recipiente.
La segunda, que vuestro barreo debe contener slo un recipiente, matraz o
huevo; el espesor de las brasas, entre el barreo por un lado, y el fondo y los
costados del matraz por otro debe ser, aproximadamente, de una pulgada. Y
recordad siempre las palabras del filsofo: un solo recipiente, una sola
materia, un solo horno.
Este barreo debe estar colocado de tal forma que se encuentre exactamente
sobre la abertura del ventilador por donde llega el fuego; aqu slo puede haberuna abertura con un dimetro de dos pulgadas aproximadamente, por cuyo
conducto se encauzar una lengua de fuego ascendente y sesgada, que tocar la
parte alta del recipiente, rodear su fondo y lo mantendr continuamente como
es debido.
La tercera, que si vuestro barreo fuese demasiado grande, no podrais caldear
el recipiente con la exactitud y continuidad requeridas, ya que vuestro horno
debe tener una capacidad tres o cuatro veces superior a su dimetro.
La cuarta, que si vuestra chimenea no es de seis pulgadas aproximadamente
en el segmento de fuego,
jams obtendris la proporcin necesaria ni el punto justo de calor; si rebasis
esa medida y hacis flamear demasiado vuestro fuego, ste ser excesivamente
dbil.
La quinta, que la parte delantera de vuestro horno deber tener exactamente
un solo orificio, de la amplitud necesaria para introducir el carbn filosfico
-es decir, una pulgada ms o menos- , de tal manera que se proyecte el calor
desde abajo con mayor fuerza.
13 As dispuestas las cosas, colocad en ese horno el huevo donde se albergavuestra materia, dadle el calor que exige la Naturaleza, es decir, suave, no
demasiado violento, y elevadlo all donde la Naturaleza cese de actuar.
No ignoris que la Naturaleza ha dejado vuestra materia en el reino mineral, y
aunque hayamos establecido ya comparaciones entre vegetales y animales, es
preciso que concibis una relacin pertinente en el reino donde est situada la
materia que queris trabajar; por ejemplo, si comparo la procreacin de
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un hombre con la germinacin de una planta, no creis que, a mi juicio, el calor
propio de uno sea tambin adecuado para el otro, pues nosotros estamos
seguros de que en la tierra, donde crecen los vegetales, hay un calor que
perciben las plantas, incluso desde los comienzos de la primavera; sin
embargo, un huevo no podra abrirse con ese calor, y un hombre, lejos de
percibirlo, se vera sobrecogido por un gran atrevimiento. Como nuestra tarea
se desarrolla, a todas luces, en el reino mineral, vosotros debis conocer el
calor que necesita y distinguir con precisin el dbil del violento.
Ahora no slo os conviene recordar que la Naturaleza os ha dejado en el reino
mineral, sino que necesitis trabajar tambin el Oro y el Mercurio, los cuales
son incombustibles; que el Mercurio es flexuoso y puede romper los
recipientes que lo contengan si el fuego es demasiado violento. Que es
incombustible y, por tanto, el fuego no puede alterarlo; no obstante, hace falta
retenerlo con la esperma masculina en un mismo recipiente de vidrio, lo cual
sera imposible si el fuego fuese demasiado vivo, y entonces os verais ante laimposibilidad de ejecutar vuestra obra.
As pues, el grado de calor requerido es el necesario para fundir el plomo y el
estao, e incluso algo ms fuerte, pero no ms del que puedan resistir los
recipientes sin romperse; en otras palabras, el calor temperado. Como veis,
aqu se demuestra que se ha de iniciar el grado de calor con aquel que es propio
del reino donde la Naturaleza os ha dejado.
14 Todo el desarrollo de esta obra, que implica una cohobacin de la Luna
sobre el suelo, estriba en ascender como nubes y caer en forma de lluvia; por
ello os aconsejo que lo sublimis en vapores continuos, para que la piedra tome
aire y pueda vivir.
15 Pero eso no basta si queremos obtener la tintura permanente; es preciso que
el agua de nuestro lago hierva con las brasas del rbol de Hermes. Yo os
aconsejo que la hagis hervir de da y de noche, sin cesar, para que la
naturaleza celeste pueda ascender y la naturaleza terrestre pueda descender en
los trabajos de nuestra mar tempestuosa. Si esta operacin del hervor no se
desarrolla con exactitud, jams podremos denominar cochura a nuestra obra,
sino ms bien digestin; porque cuando los espritus circulan slo en silencio yel compuesto que se encuentra abajo no se mueve lo ms mnimo por efecto de
la ebullicin, entonces la denominacin apropiada es digestin.
16No precipitar nada en la esperanza de recoger la cosecha -quiero decir la
Obra- antes de su madurez; por el contrario, debis trabajar con absoluta
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confianza durante un periodo de cincuenta das como mximo, y entonces
veris el pico de cuervo como un buen augurio.
Segn afirma el filsofo, muchos imaginan que nuestra solucin es sumamente
sencilla, pero quienes la han ensayado o experimentado saben bien cuantas
dificultades entraa. Por ejemplo, si sembris un grano de trigo, lo encontraris
hinchado tres das despus; pero si lo arrancis de la tierra, se secar y
retomar su estado inicial, aunque haya sido acomodado en una matriz
conveniente y la tierra sea su propio elemento; sin embargo, le habr faltado el
tiempo necesario para la vegetacin. Las semillas duras necesitan una estancia
ms larga en la tierra para germinar; tales son las nueces y los huesos de
ciruelas y otras frutas; cada especie tiene su temporada propia, y cuando se
espere el tiempo prescrito para su accin, sin aceleraciones prematuras, se
tendr la pruebe incontestable de que la operacin ser natural y fructuosa.
Acaso creis que el Oro, el cuerpo ms slido del mundo, puede cambiar de
forma en tan poco tiempo?Es preciso mantenerse a la expectativa hasta el cuadragsimo da, cuando se
deje ver ya la iniciacin del ennegrecimiento. Tan pronto como lo observis,
considerad que vuestro cuerpo se desmorona, es decir, queda reducido a un
alma viviente, y vuestro espritu muere, o sea, se coagula con el cuerpo; pero
mientras no se llegue a ese ennegrecimiento, el Oro y el Mercurio conservarn
su forma y su naturaleza.
17 Cuidad de que no se apague vuestro fuego ni un solo instante; porque una
vez se enfre la materia, se perder sin remisin la Obra.
Todo cuanto acabamos de decir significa que nuestra Obra se reduce a hacer
hervir nuestro compuesto en el primer grado de un licuefaciente calorfico, que
se encuentra en el reino metlico donde el vapor interno circula alrededor de la
materia; en esa humareda morirn y resucitarn el uno y el otro.
18 Alimentad, pues, vuestro fuego hasta la aparicin de los colores y entonces
veris, al fin, el blancor.
Cuando ste se haga visible -lo cual ocurrir hacia finales del quinto mes-,
estar ya cercana la formacin de la piedra blanca, entonces podris celebrarlo,
porque el Rey, vencedor de la muerte, aparecer por oriente envuelto en gloria,y su heraldo o embajador ser un crculo cetrino.
19 Atizad con nimo el fuego hasta que los colores reaparezcan, y entonces
contemplaris el hermoso bermelln y la adormidera silvestre. Glorificad a
Dios y mostraros agradecidos.
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20 Por ltimo, aunque vuestra piedra sea perfecta, hacedla hervir o, mejor
dicho, cocer una vez ms en la misma agua, con la misma proporcin y el
mismo rgimen; solamente procurad que vuestro fuego sea algo ms dbil; por
este medio acrecentaris su cantidad y sus virtudes tanto como lo deseis, y
podris reiterar una vez y otra esa operacin si lo consideris necesario.
Que Dios, Padre de las luces, Seor Soberano, Autor de toda vida y de todo
bien, os conceda la gracia de mostrar esa regeneracin de la luz para entrar en
la tierra vital, la tierra prometida a sus fieles, y participar un da de la vida
eterna.
As sea