Filosofia - Spencer, Herbert - Las Instituciones Eclesia¡Sticas [Por Ganz1912]

7/24/2019 Filosofia - Spencer, Herbert - Las Instituciones EclesiaSticas [Por Ganz1912]

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Es propiedad.

Queda 11.6clio el depsito que

marca la ley.


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P R E L I M

\

111, DE LA TRAD

C C 1 0 1 \

ESNYOLI

LAS INSTITUCIONES ECLESISTICAS

forman un

captulo independiente, sin duda , de una de las

partes del gran sistema de filosofa evolucio-

nista que S pencer va poco poco dando cima.

Por eso , para comprender el alcance de las

ideas sustentadas en este libro que hoy ve la luz

pblica en Espaa ,

y

explicarse el procedi-

miento que en su investigacin y exposicin

sigue su autor , ser preciso tener presente que

se trata en l, ante todo y sobre todo , de desen-

volver las consecuencias de principios generales


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6

RELIMINARES

los elementos necesarios para apreciar conve-

nientemente el valor absoluto y relativo de

LAS

INSTITUCIONES ECLESISTICAS,

y teniendo en cuen-

ta las indicaciones hechas , se ha procurado aa-

dir algunas llamadas notas al texto, de carc-

ter aclaratorio , y se pens en poner al frente de

esta traduccin un prlogo que sirviera de com

plemento explicativo , tanto de

La Justicia

como de

Las Instituciones polticas (1),

y en el

cual se procurara referir al sistema general de

la filosofa spenceriana,, cada una de las obras

indicadas y la presente. Pero estudiando bien

el asunto, se ha credo que se poda sustituir

el prlogo , de tantas pretensiones, con una bre-

vsima indicacin b ibliogrfica ordenada de la

obra total de S pencer , dejando ste exponer

la parte fundamental de su filosofa en un re-

sumen breve y sucinto, escrito por l mismo.

L a obra total de S pencer, que se comprende

bajo el ttulo general de

Sistema de filosofa (A

System of synthetic philosophy ),

abarca hoy va-

rios volmenes , y se sigue en su publicacin

cierto orden lgico muy cuidado. E n el ampl-

simo cuadro que supone este sistema, figura, en


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P R E L I M I N A R E S

dentales de nuestro autor : L os Primeros princi-

pios Firts Princ ipie s),

especie de sntesis gene-

ral de las ideas fundam entales del sistema, que

entraa la determinacin de sus lineamientos

filosficos , la de la ley de la evolucin y la de

la posicin especial del punto de vista evolucio-

nista en la ciencia moderna. L as obras siguien-

tes vienen ser desenvolvimientos y aplicacio-

nes de los

Primeros principios los diferentes

rdenes de la evolucin que comprenden el mun-

do inorgnico ( evolucin inorgnica) , de que

S pencer no habla especialmente ; el mundo or-

gnico evolucin orgnica, expuesta por S pen-

cer en los

Princip ios de B iologa

(dos tomos) , y

en los

Princ ipios de Psicologa

(dos tomos), y el

mundo superorgnico (social)

y evolucin super-

orgnica , expuesta en los

Principios de S ociolo-

ga (

cuatro volmenes) , habiendo estudiado

Spencer adems la

tica

(obra de la cual lleva

publicados tres volmenes). E sto, aparte de otros

trabajos especiales, como los

P; studios sobre Edu-

cacin ,

la

Clasif icacin de las cien cias, E l Indi-


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PRELIMINARES

precedidos de una

Introdu ccin la S oc iologa

T he Study of S ociolog y),

constituyen uno de

los sistemas de ciencia social ms completos

(verdaderamente enciclopdico) de cuantos se

han producido hasta el da.

L a Ju sticia

forma parte de los

Principios de

Ftica,

segn puede verse en el prlogo del autor

dicho libro (1 ).

He aqu ahora la exposicin b reve y sucin-

ta, en forma de proposiciones dogmticas , de la

parte fundamental del sistema de filosofa sin-

ttica de S pen.cer :

(1) Traduccin espaola publicada por

La Espofa 31-oderizo,

un gran volumen, siete pesetas.


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PRLOGO DE SPENCER

1.

En el universo en general, y en detalle,

se produce una distribucin incesantemente re-

novada de materia y de mov imiento.

2.

Hasta distribucin, renovada siempre,

constituye la evolucin all donde predominan la

integracin de m ateria y la disipacin de m ovi-

miento , y constituye la disolucin all donde

predominan la absorcin de movimiento y la

desintegracin de materia.

3.

La evolucin es simple cuando el pro-

cedimiento de integracin, en otros trminos,

la formacin de un agregado coherente, se veri-

fica sin complicacin por otros procedimientos.

4.

L a evolucin es compuesta cuando , al


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10

RLOGO

la transformacin de lo que es homogneo en lo

que es heterogneo transformacin que , como

la primera , se da en el universo , considerado

como un todo, y en todos ( casi todos) sus de-

talles ; en la masa de las estrellas y de la nebu-

losa ; en el sistema planetario ; en la tierra, como

masa inorgnica; en cada organismo , vegetal y

animal ley de Von Baer) ; en el agregado de

los organismos travs de los tiempos geolgi-

cos; en e l espritu ; en la sociedad; en todas las

producciones de la actividad social.

6.

E l proceso de integracin, obrando tanto

local corno generalmente, se combina con el pro-

cedimiento de diferenciacin para que ese cam-

bio no sea slo de la homogeneidad la hetero-

geneidad, sino de una homogeneidad indefinida

, una heterogeneidad definida ; y tal carcter de

definicin creciente, que acompaa la hetero-

geneidad creciente, es tambin observable en

todas las cosas y en todas las divisiones sub-

divisiones, aun las ms pequeas.

7.

A l lado de esta redistribucin de la ma-

teria componente de todo agregado en va de

evolucin, se produce una redistribucin del

movimiento conservado por sus compuestos en

relacin los unos con los otros ;

y

aqu tambin

el carcter heterogneo se hace poco poco ms


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PRLOGO

1

Ele aqu las causas que la hacen necesaria:

9.

L a instabilidad de lo hom ogneo, resul-

tante de los diversos peligros que causan las

diferentes partes de un agregado limitado cual-

quiera en virtud de fuerzas incidentales.

Las transformaciones que de ah resultan

estn complicadas por :

10. La multiplicacin de los efectos. Cada

masa parte de una masa , sobre la cual se

ejerce una fuerza, subdivide y diferencia esta

fuerza, que de este modo va produciendo cam-

bios diversos , y cada uno de esos cambios ge-

nera otros cambios que se multiplican anloga-

mente, llegando ser esta multiplicidad cada

vez ms grande medida que el agregado se

hace ms heterogneo.

Y ambas causas de d iferenciacin creciente

estn formadas por :

11.

La segregacin, procedimiento que

tiende , separar las unidades que difieren entre

s y reunir las unidades que se asemejan,

sirviendo continuamente , de este modo, para

hacer m s vivas y ms definidas las diferencia-

ciones resultantes de otras causas.

12.

De esas transformaciones que sufre un


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12

RLOGO

sar un perodo de transicin de movimientos que

se equilibran (como en un sistema p lanetario)

de funciones que se contrabalacean (como en

un cuerpo vivo) antes de llegar al equilibrio

final ; pero el estado de reposo en los cuerpos

inorgnicos , la muerte en los cuerpos organi-

zados , es el limite necesario de los cambios que

constituyen la evolucin.

13.

L a disolucin es el cambio opuesto que

tarde temprano debe sufrir todo agregado que

evolucione. A l permanecer expuesto las fuer-

zas no equilibradas que le rodean, todo agre-

gado corre el riesgo de ser disipado por el aumen

to , gradual repentino , del movimiento que

contiene , y esta disipacin del agregado, sufrida

rpidamente por los cuerpos animados, y de un

modo lento por las masas inanimadas , debe ser

sufrida en un perodo indefinidamente lejano

para cada masa planetaria estelar que lenta-

mente evolucione desde tiempos indefinidamente

apartados en el pasado , completndose as sus

transformaciones.

1 4.

Ese ritmo de evolucin y disolucin,

que para los pequeos agregados se completa en

cortos perodos, y para los vastos agregados dis-

tribuidos travs del espacio, en perodos que

el pensamiento humano no sabr medir, es,


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PRLOGO

15.

T odos esos fenmenos , desde sus gran-

des rasgos hasta sus ms pequeos detalles, son

resultados necesarios de la persistencia de la

fuerza bajo sus formas de materia y de movi-

miento. S upuesto que esas formas estn distri-

buidas travs del espacio

y

que sus cantida-

des no pueden cambiar por aumento ni por

diminucin , deben resultar de ah inevitable-

mente las continuas redistribuciones que se dis-

tinguen bajo los nombres de evolucin y de

disolucin , as como los rasgos especiales que

se acaban de enumerar.

16.

L o que persiste invariable en cantidad,

pero modificndose siempre en su forma bajo esa

apariencia sensible que nos presenta el universo,

excede de los lmites de la concepcin

y

del

conocimiento hum ano : es una potencia desco-

nocida incognoscible que estamos obligados

reconocer como ilimitada en el espacio y sin

principio ni fin en el tiempo.

HERBERT SPENCER.


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L A S I NS T IT U C I ONE S E C L E S I S T IC A S

CAPITULO I

La idea religiosa_

583. No podr llegar tenerse una idea

exacta de una estructura, si antes no se tiene

ya una idea exacta de la funcin que desempea.

Para comprender cmo una organizacin ha na-

cido

y

se ha desenvuelto , es preciso comprender

la necesidad satisfecha al principio y en el ulte-

rior desarrollo. Si queremos seguir adecuadamen-

te la evolucin de las instituciones eclesisticas, es

necesario que estudiemos el origen de las ideas

y

sentimientos que implican; que sepamos si esas

ideas y esos sentimientos son innatos derivados.

Se admite , no solo por los telogos en general,

sino por todos aquellos que se han ocupado en la

religin desde el punto de vista racionalista, que


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16

.A.S INSTITUCIONES ECLESIA.STICAS

versalmente admitida en otros tiempos, ha sufrido

rudos asaltos despus de los descubrimientos de

los

psiclogos

y

antroplogos.

Ha

y

evidentes pruebas de que las personas se-

paradas desde la infancia , por enfermedades fsi-

cas , del comercio de los espritus ya formados, se

hallan desprovistas de ideas religiosas.

El

doctor

Kitto , que era sordo , cita en su libro intitulado

T he L ost S enses L os S entidos perdidos,

pgi-

na 200) , el testimonio de una dama americana,

sordo-muda, que no habla recibido instruccin sino

en la edad madura; la idea, dice, de que el mundo

debe tener un creador, jams se haba presen-

tado su espritu , como tampoco se ocurriera

ninguna de las otras pensionistas inteligentes de

la misma edad. El Re

y

. Samuel Smith , que ha

estado en diario contacto con los sordo-mudos,

dice de uno de ellos que no tenia idea alguna de

su naturaleza inmortal,

y

que no ha tropezado

con un solo ejemplo de sordo-mudos, no someti-

dos educacin , que tuviese idea ni remota de la

existencia de un Ser Supremo, creador

y

seor del

universo.

Lo cual quiere decir que los hombres civiliza-

dos no tienen tendencia alguna innata para for-

mar las ideas religiosas. Tenemos , adems , en

pro de esta conclusin , el hecho de que faltan esas


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POR H. SPENCER

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todava otros ms. As, Mr. Harsthorne, nos habla

de un wedda, quien durante su prisin se le di al-

guna instruccin. No tenia, dice , idea alguna de

un alma, de un Ser Supremo, ni de una vida fu-

tura (1).

Los dores, pueblo de Africa, dice Heu-

glin, no parece que tengan concepcin religiosa

alguna propiamente dicha, pero creen en los es-

pritus (2). Segn Schweinfurt , los bongos

nos tienen la ms dbil idea de la inmortalidad...

La religin, en el sentido que damos esta pala-

bra , les es absolutamente desconocida (3). Los

zuls , pueblo muy inteligente , nos proporcionan

una prueba todava ms clara; como ejemplo , he

aqu el dilogo referido por Gardiner : Tenis

algn conocimiento del poder que ha hecho el

mundo? Vis el sol levantarse

y

desaparecer,

y

los

rboles desarrollarse , sabis quin los ha hecho

y quin los dirige? El zul, TpaY, despus de bre-

ve pausa, y como si hubiera reflexionado profun-

damente , contest :No , los vemos pero no po-

demos decir de dnde vienen ; suponemos que

vienen de ellos mismos (4). Revlanos una si-

tuacin anloga , la conversacin de sir Samuel

Baker con un jefe latouki: I\ o tenis ninguna

creencia en la existencia que haya despus de la


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AS INSTITUCIONES ECLESISTICAS

muerte? El jefe, llamado

Commoro,

responde:

Una existencia despus? cmo es posible eso?

Puede un muerto salir de su tumba menos que

se le desentierre? Piensas , entonces , que el

hombre sea como la bestia, que una vez muerto

todo ha concluido

ommoro: Ciertamente; un

buey es ms fuerte que un hombre,

y

muere sin

embargo; sus huesos son ms largos y ms grue-

sos. Los huesos del hombre se rompen con facili-

dad; el hombre es dbilEl hombre, no es

su-

perior l en inteligencia? No tiene un espritu

que dirija sus acciones?Commoro: Hay hombres

que no son tan hbiles como el buey. Es preciso

que el hombre siembre sus granos para tener que

comer , mientras que el buey y los animales sal-

vajes, pueden procurarse el alimento sin sembrar.

. -

\ o sabis que hay algo ms que la carne , que

hay un alma? Es que acaso no sois? Es que

no viajis lejos en vuestro sueo ? Y sin embargo,

vuestro cuerpo no cambia de sitio. Cmo expli-

car eso ? Pues bien dice

Commoro

riendo

cmo lo explicis? es una cosa que no puedo com-

prender y que todas las noches me ocurre...No

tenis idea alguna de la existencia de espritus

superiores al hombre la bestia? No tenis

temor de ningn otro mal que no sea el pro-


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POR H. SPENCER

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despus de muerto, todo ha concluido para viles-

tro cuerpo

y

para vuestro espritu; que sois corno

todos los dems animales; que no hay ningu-

na diferencia entre el hombre

y

el bruto; que

uno y otro acaban al morir ? Naturalmente.

Cuando Baker le present el argumento de San

Pablo , tomado de la podredumbre del grano , so-

bre el cual se apoya la liturgia de los funerales,

Commoro , respondi: Muy bien: eso lo com-

prendo. Pero el grano

primitivo no resucita;

se

pudre como el hombre muerto, y

todo ha con-

cluido; el fruto que recoje no es el grano enterra-

do, es un

producto

del mismo ; asi ocurre con el

hombre. Muero , me descompongo

y

acabo; pero

mis nios crecen como el fruto del grano. Hay

hombres que no tienen hijos ; pero tambin hay

granos que perecen sin dar frutos; unos y otros

han concluido (1).

Evidentemente, las ideas religiosas no tienen

el origen sobrenatural que por lo comn se les

atribuye,

y

dados los hechos, debemos afirmar

584. En el primer volumen de los

Prin-

cipios de

sociologa

hemos consagrado cerca de

veinte captulos dar cuenta de las ideas primiti-

que tienen un origen natural. Cul es este ori-

gen?


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captulos, creernos ms del caso resumir la doc-

trina expuesta en ellos, primero porque esta doc-

trina, diferente de las creencias reinantes

y

de las

de los mitlogos , necesita que la reproduzcamos

con insistencia,

y

adems porque podernos forti-

ficarla con nuevos hechos y producir una mayor

impresin, relacionando ms estrechamente los di-

versos grupos de hechos y las conclusiones.

He aqu un ejemplo tipo de la gnesis de las

concepciones religiosas, cuya marcha vamos se-

wiir

de

nuevo en este capitulo ; lo encontramos

en la obra de Mr. Brough Smyth , intitulada Los

Aborgenes de Victoria.

Cuando se sepulta un

australiano de nota, cazador miembro del con-

sejo, el hechicero, sentado acostado sobre su

tumba, elogia al difunto

y

se tiende como para es-

cuchar sus respuestas: el muerto , dice, ha pro-

metido que si su muerte es suficientemente ven-

gada, su espritu no rondar la tribu, ni meter

miedo nadie, ni inducir ninguno seguir fal-

sas pistas , ni pondr nadie enfermo , ni produ-

cir ruido por la noche (1). Por nuestra parte re-

conocemos sin esfuerzo en este ejemplo los prime-

ros elementos de un culto ; encontramos ah la.

creencia en un ser sobrenatural., un espritu, y

vernos adems los elogios dirigidos ese ser que

se supone escucha. A condicin de que sus rde-


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POR H. SPENCER

1

aso

de su poder sobrenatural, no hacer dao los

vivos ni atemorizarlos.

No es evidente que tales grmenes pueden

desenvolverse

y

producir religiones avanzadas?

Leyendo la plegaria, citada por Al. Reville, del

malgache adorador de los antepasados Nyang,

malo y potente espritu , no hagas retumbar el

trueno sobre nuestras cabezas; di al mar que no

traspase sus orillas. Cuida , Nyang, los frutos que

maduran ; no agostes el arroz en flor (1) ,

no

puede menos de afirmarse que Y

-

yang no es ms

que una forma ms desarrollada de un espritu

como aquel que el australiano trata de calmar con

sus ruegos. Se dice en el Japn que los espritus,

de los muertos, continan existiendo en el mundo

invisible que nos rodea por todas partes , que se

han convertido todos en dioses con caracteres di-

ferentes y poderes ms menos grandes..., que es

preciso aplacar los dioses malficos para que no

castiguen aquellos que les han ofendido, que es

preciso honrar con un culto todos los dioses para

inducirles aumentar sus favores (2). Este ejem-

plo da gran fuerza la opinin de que los dioses

malficos, como los benficos, se derivan de los

espritus de los muertos... , diferentes por el

rcter

y

por el influjo . Encontramos otro argu-


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22

AS

INSTITUCIONE

S

ECLESISTICAS

.1

la India, segn dice Alejandro Lyall , parece que

los honores que se dispensaban primero todos

los espritus de los muertos, se hayan concentrado

como honores divinos, para los manes de las per-

sonas notables (1). Hechos de un mismo gnero,

en tiempo de Platn, nos recuerdan tambin , que

reinaban anlogas creencias entre los griegos. As.

vemos, en

La Repblica,

Scrates poner entre

los

primeros deberes los cultos de los dioses, de

los semidioses y de los hroes... , y adems los ri-

tos que el hombre debe observar para ganar el

favor de los habitantes del mundo infernal. La

persistencia de esta creencia demuestra que el

temor la clera de los muertos se haba apode-

rado con fuerza del nimo de los primeros grie-

gos (2) . La analoga de esas creencias, admitidas

en las razas ms diferentes en el tiempo , en el es-

pacioy

por la cultura intelectual, es un poderoso

argumento en favor de la conclusin que hace ori-

ginarse las religiones todas del afn de tener pro-

picios los espritus.

A cualquier lado que miremos, encontramos he-

chos favorables nuestra conclusin. No ha mucho

todava se crea que no exista vestigio alguno del

hombre primitivo; pero hoy que la atencin se di-

rige sobre ese punto, en todas partes se encuentran


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POR H. SPENCER

3

religiones en general del culto de los

a

ntepasa-

dos, encuntranse pruebas en pro en todas las razas

y en todos los pases. Ningn libro de viajes deja de

aportar hechos nuevos,

y

examinando de cerca las

historias de los pueblos de la antigedad , se des-

cubren en ellas ejemplos numerosos para apoyar

nuestra hiptesis.

Vamos dar nuevos ejemplos de los factores y

de las etapas, de la gnesis de las crencias religiosas.

Los tomaremos de obras publicadas despus que

hemos escrito el primer volumen de los

Principios

de so ciologa.

585. El salvaje africano Commoro, de quien

hemos hablado antes y el cual demostraba con sus

respuestas un espritu ms penetrante que el de su

interlocutor, no tiene teora alguna del sueo. A

la pregunta de cmo explicaba el sentimiento del

cambio de lugar durante el sueo , responda: es

una cosa que no comprendo. Se puede notar, de

paso, que cuando la idea de un doble que viaja du-

rante el sueo no existe, la creencia en doble otro

que sobreviva despus de la muerte no existe tam-

poco. Pero los salvajes ms dispuestos que C omm oro

, aceptar interpretaciones, admiten que las aventu-

ras de los sueos son reales. Un zul deca al obis-

po Callaway: cuando un muerto vuelve (en sue-


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24

AS INSTITUCIONES ECLES1,1ST S

fulano se me ha aparecido vivo an ,

y

en verdad

que su sombra es la que ha llegado hasta mi (1 ) . De

igual modo , los andamenes , que creen que la som-

bra de un hombre no es ms que una de sus almas

tienen una creencia segn la cual en los sueos,

el alma es quien saliendo por las narices, vive

y se

conduce de la manera representada al hombre dor-

mido (2).

Ciertas formas anormales de insensibilidad, se

reputan corno ausencias ms prolongadas del otro

yo emigrante, importando poco que la insensibi-

lidad sea el efecto de causas naturales artificiales

As se explicaban en otro tiempo habitualmente

esos estados inslitos de inconsciencia aparente.

Encontramos la prueba de esto en una creencia ex-

presada por Montaigne. Para l, el alma del hom-

bre , puesta en libertad y separada del cuerpo , sea

por el sueo, sea por algn xtasis divino, predice

y ve cosas que no podra percibir cuando est uni-

da al cuerpo. En nuestros das, entre los ouaraus,

indios de la Guayana, el hombre que quiere adqui-

rir un poder mgico toma una infusin de tabaco;

y

en el estado de debilidad semejante la muerte

que eso le reduce, su espritu vese obligado aban-

donar su cuerpo, visitar los gauhahus, y recibir de

ellos el poder... Se cree que permanece en adelante


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POR H. SPENCER

5

De la creencia en la ausencia ordinaria del

doble, durante el sueo

y

de la extraordinaria

durante el sncope, la apopleja, etc., etc., se pasa

la creencia en su ausencia ilimitada durante la

muerte , cuando despus de un intervalo de espera

se ve obligado renunciar la esperanza de verle

volver. Se consigna tambin la creencia en que,

sordo las splicas, el doble vuelve de tiempo en

tiempo volver al fin. Comnmente se supone

que el espritu vaga cerca del cuerpo viene vi-

sitarle. Los iroqueses

y

los chiriuikes hablan del

muerto que marcha de noche; le creen despierto

y

en busca de alimentos (1 ). Esta creencia en los

supuestos viajes nocturnos de los espritus

desma-

teriali z aclos

ha persistido largo tiempo en las razas

superiores; vsela, adems, bajo su forma grosera

de los primeros tiempos en las historias de vam-

piros en boga en ciertos paises.

La creencia primitiva en la materialidad del do-

ble, tiene por consecuencia el deseo de atender las

aspiraciones manifestadas por l durante su vida.

A

este fin, se ve la madre andamena depositar

cerca de la tumba de su hijo una concha con un

poco de su propia leche ( 2) , los chipeuayos

ofrecer alimentos

y

regalos los muertos, los

chinukes colocar cerca del cadver todos los obje-


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de la tumba durante varias semanas (1) ; en Urua,

Africa central , segn Cameron , se inmola, des-

pus de la muerte de un jefe, su mujer y sus

esclavos (2). Con el mismo fin, todas las razas no

civilizadas medio civilizar, conservan los ritos

fnebres que implican la creencia en que el espri-

tu tiene las mismas sensaciones

y

las mismas emo-

ciones que el vivo. En un principio se crea en eso

la letra; los zuls son un ejemplo. Uno de ellos

deca que los espritus antepasados vinieron co-

mindolo todo, y que cuando las gentes volvieron

del bao encontrronl todo comido (3). En otros

pueblos, el espritu concebido como menos mate-

rial , se le supone obligado aprovecharse de la

cosa ofrecida; los naturales de Nicaragua , por

ejemplo, colocan sustancias alimenticias en el

cuerpo muerto antes de quemarle

los ahts

queman las mantas cuando amortajan sus ami-

gos (4) para que stos no tengan que tiritar de

fro en el mundo subterrneo (5).

Los sacrificios al doble del muerto , hechos

por lo comn en los funerales, llegan ser en

ciertos pases usos permanentes, reproducidos ya

en ocasiones especiales , ya en intervalos regula-

res. En efecto, si se abandona al espritu, puede


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POR H. SPENCER

7

resultar un dao. Los hombres de diversos tipos

visitan sus muertos de tiempo en tiempo para lle-

varles alimentos , bebidas , etc. ; los gondos , por

ejemplo, llevan las tumbas de los muertos que

honran ofrendas anuales durante varios aos (1).

Otros , como los ukiahs y los saneles de Califor-

nia, esparcen alimentos alrededor de los lugares

que el muerto frecuentaba preferentemente (2).

En otras partes, por ejemplo , entre los zuls , se

supone que los espritus tienden hacia los lugares

donde los alimentos han sido preparados para

ellos. El obispo Callaway cita un zul , que deca:

Esos muertos estn locos ! Por qu se han re-

velado matando al hijo de esta manera , sin hablar-

me? Id y traed la cabra (3).

Las razas se forman ideas diferentes de los lu-

gares habitados por esos espritus de los muertos,

que se parecen los vivos en sus apetitos

y por sus

pasiones. Algunos pueblos , como los chilukes del

Nilo Blanco se figuran que los muertos frecuentan

los lugares de los vivos

y

se ocupan en ellos (4).

Otros , como los santales , creen que los espritus

de sus antepasados habitan los bosques cercanos.

Entre los sonores y los mohaves de Amrica del

orte se cree que las rocas

y

las colinas son la

morada de los espritus. La tierra de los bienaven-


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turados , dice Schoolcraft , no est en el cielo... (1).

Nosotros creemos ms bien en una nueva tierra en

una morada terrenal... (2). Cuando, como ocurre

muy generalmente , se cree que el espritu vuelve

la regin de donde la tribu ha salido, tiene obs-

tculos que vencer. Entre los chibchas se habla de

los ros difciles de atravesar. Los naos de Austra-

lia creen que sus espritus van poblar las islas del

golfo de Spencer. Esas concepciones materialistas

del doble,

y

del lugar donde fija su residencia, van

acompaadas de concepciones materialistas de sus

actos despus de la muerte. Schoolcraft , hablando

de la vida futura, segn una creencia india, dice

que las ocupaciones ordinarias de la vida, encuen-

tran all menos dificultades que vencer. Los chib-

chas crean que en la vida futura cada nacin

tendra su territorio propio donde podra cultivar

el suelo (3). En todas partes encontramos la ana-

loga entre la vida de aqu y la vida del porvenir

que se imagina. Adems, aun entre los pueblos ms

relativamente avanzados , se admite que las rela-

ciones sociales en el otro mundo, son la reproduc-

cin de las del mundo actual ; Algunos templos

de los taonistas se llaman kung (palacio) ; y se ha

intentado representar en ellos los dioses de la

religin en sus celestes moradas, sentados sobre


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POR H. SPENCER

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sus tronos en sus palacios, administrando justicia

distribuyendo la instruccin (1), lo que recuer-

da la idea griega del Hads. Es curioso ver en un

pasaje de Kemble , que reinaban anlogas ideas

entre los ingleses. Kemble recuerda al rey Alfredo

que permita rescatarse de un crimen por una can-

tidad de dinero, excepto en el caso de traicin

contra un seor, pues entonces no se osara hacer

tal merced , porque el Dios omnipotente no lo hace

con aquellos que le desprecian , ni Cristo tampo-

co... ,

con aquel que

le vendi para entregarle

la muerte. Manda los hombres amar su seor

como si mismo (2).

Los montculos Cumulares donde se colocaban

los alimentos para los muertos, como entre los

oulouas de la Amrica Central, los montones de

piedras obos , descritos por Prejevalski , delante

de los cuales un mongol no pasa nunca sin aadir

una piedra ms , un andrajo un mechn de pelos

de camello , manera de ofrenda ,

y

que en el

Afghanistn, por ejemplo, se elevan como cpulas

sobre los muertos, transfrmanse, mediante esos ri-

tos, en verdaderos altares (3). A veces ese carcter

es muy claro. Sobre la tumba de un prncipe en Vera

Paz, haba un altar de piedras levantado sobre un

cerro; en l se quemaba incienso

y

se hacan sacrifi-


28/300

30


fabrican abrigos para esos altares rudimentarios

para otros mejor arreglados. Los mosquitos constru-

yen una choza tosca sobre la tumba,

y

en ella re-

cogen los alimentos y las beb idas elegidas, etc. (1 ) .

En Africa, los ouakutos levantan habitualmente

tejadillos sobre las tumbas, colocando all las

ofrendas en alimentos (2). La obra del mayor

Serpa Pinto contiene un grabado representativo del

mausoleo de un jefe indgena (3). La tumba est

cubierta de un edificio sostenido por seis colum-

nas de madera; algunas columnas ms, haran de

l un pequeo templo griego. Lo mismo ocurre

en Borneo. El dibujo del sepulcro de la familia

del rajah Duida, que nos da Bock, nos hace ver

el desenvolvimiento de los tejadillos funerarios en

un templo del tipo oriental (4). Una relacin an-

loga exista entre los griegos. El

Heroon

era

una especie de capilla elevada la memoria de un

hroe. Primeramente era un monumento funera-

rio

cdi c4v)

rodeado de un circulo sagrado (

71

/

2 t i

n

r

)1

pero la importancia que se daba al hroe lo trans-

form muy pronto en

hieron

(templo) (5). En nues-

tros das entre los mahometanos, pesar de su mo-

notesmo afectado, vemos ejemplos muy claros de

una transformacin anloga. El mausoleo de un

(1 )

Bancroft , ob. cit.,

i,

744.


29/300

POR H. SPENCER

1

santo en Egipto es un edificio sagrado . Las

gentes que cerca de

l

pasan, se detienen

y

se con-

vierten en piadosos adoradores de nuestro se-

or Abdallah... En un ngulo del santuario hay

un cirio tan largo y tan grueso como un diente de

elefante. El mausoleo est rodeado de un circulo

con sitios para la oracin

y

lleno de tumbas de

personas favorecidas (1). La ltima cita supone

alguna cosa ms. Al mismo tiempo que los cerros

funerarios se convierten en altares, los tejadillos

do los edificios religiosos,

y

los alimentos desti-

nados

los

muertos de los sacrificios , el elogio y

la oracin sufren un desenvolvimiento anlogo. A

lo que dejamos dicho aadiremos un hecho, ya

antiguo, que refiere Dapper: los negros del Gam-

bia erigan pequeas chozas sobre las tumbas

donde los amigos y conocidos de los muertos

acudan, en pocas dadas, pedirles perdn por

las ofensas daos que les hubieran causado du-

rante su vida (2).

El desenvolvimiento del culto de los antepasa-

dos, de que acabamos de dar ejemplos bajo sus di-

versos aspectos, mustrase plenamente y en con-

junto , en una cita que tornamos de la obra re-

ciente intitulada

Africana,

del Re

y

. Duff Mac

Donald, uno de los misioneros de Blantyr. Re-


30/300

LAS INSTITUCIONES ECLEsIll.sricxs

enterrado en su propia morada (109). Su casa

convirtese as en una especie de templo (109). El

muerto est ahora en el mundo de los espritus,

recibe ofrendas

y

se le adora (110). Es un dios

armado con el poder de velar por los suyos, de

protegerlos

y

dirigir su destino (61). El espritu

de un muerto se llama su mulungu (59). El origen

probable de esa palabra, segn Bleest (el fillo-

go), es tal vez una palabra que significa el Gran

Seor (67). Su dios aparece en sueo los suyos.

Pueden verle como le conocan en otros tiempos

(61). Los dioses de los indgenas son acaso tan nu-

merosos como sus muertos (62). Cada fiel se dirige,

naturalmente, los espritus de sus parientes di-

funtos (68). Un jefe presenta sus ofrendas su

predecesor inmediato y le dice: Padre, no conozco

odos nuestros parientes, vos los conocis todos,

invitadles gozar del festn con vos (68). El esp-

itu de un jefe eminente, puede tener una montaa

entera por residencia, pero reside sobre todo en

la cima , entre las nubes (60). Un jefe eminente,

que haya sido feliz en sus guerras , no se borra

tan pronto de la memoria de los suyos. Puede lle-

gar ser el dios de una montaa de un lago,

puede recibir homenajes como una divinidad local,

largo tiempo despus que sus descendientes hayan

sido lanzados del pas. Los habitantes que oran


31/300

POR H. SPENCER

3

dres

y

de sus jefes, cuya morada se encuentra fija

sobre las montaas , el ouayao conoca otros dio-

ses superiores. Slo que su morada est ms es-

trechamente asociada al pas que el Yao ha dejado:

de suerte que puede , despus de todo , mirrseles

como divinidades locales (71) (1).

Pasaremos ahora ciertos resultados ms in-

directos de la teora espiritista. El salvaje, que dis-

tingue confusamente la apariencia con la realidad,

cree que la representacin de una cosa participa

de las propiedades de esta cosa misma. Cree que la

efigie de un muerto (colocada primitivamente sobre

la tumba), se convierte en la morada de su espritu.

Esta creencia se extiende las efigies colocadas en

otros sitios. St. John nos habla de las figuras gro-

seras representativas de un hombre

y

una mujer

desnudos, colocadas, por los dayaks del interior de

la isla, en el camino de sus fincas , y aade : que

se supone que en cada una de esas figuras habita

ten espritu (2).

Dirigense' menudo las oraciones esas imge-

nes , porque se las cree habitadas por el doble de

los muertos. Livingstone dice que los pueblos del

Oeste del lago Nyassa presentan sus dolos ofren-

das

y

tabaco : encienden una luz para ellos

y

fu-

man alrededor. Esos dolos representan al padre


32/300

3-1


agradecidos por las ofren

das depositadas ante sus

imgenes. Algunas veces se les da el nombre de je-

fes muertos (1). Bastin refiere que una negra de

Sierra Leona tenia en su cuarto cuatro dolos , cu-

yas bocas embadurnaba diariamente con maz

y

aceite de palma. Una vez lo hacia por ella misma,

otra por su marido muerto, y otra por cada uno de

sus hijos (2). Con frecuencia , la imagen es grosera

en extremo. Los clamaras tienen una imagen he-

cha con dos piezas de madera que representa la

divinidad de la casa , , ms bien , el pariente deifi-

cado (3),

y

el cual es llevado fuera en ciertas

ocasiones. Las ceremonias habituales de los lhils

consisten simplemente en embadurnar su dolo,

que n es sino una piedra informe , con vermelln

aceite , y en ofrecerle algn animal licor , ha-

ciendo en tal momento protestas peticiones (4).

Tenemos aqu ya la transicin la especie de

fetichismo que admite que un objeto, groseramente

semejante un ser humano,

y

sin parecido alguno

con ste, est habitado por un espritu. Podemos

aadir que la relacin entre el desenvolvimiento

de la teora espiritista

y

la del fetichismo se revela

en un hecho donde uno

y

otro faltan. Tal se ob-

serva en un pueblo africano , segn dice Thom-

son.

Los wahabis parecen libres de la idea supers-

ticiosa, como ninguna otra tribu del mundo. No se


33/300

POR H. SPENCER

5

encuentra en ellos rastro alguno de ese fetichismo

que en otras reina. Ni aun se observa en los waha-

bis el respeto hacia sus muertos ; arrojan los cad-

veres entre las malezas , donde las hienas los devo-

ran (1). Igual relacin se revela precisamente en

la descripcin de los mass , que el mismo autor

nos da ms recientemente.

La identificacin de los antepasados con los

animales se hace de diversas maneras: resulta la

veneracin de stos , ya bajo forma de atenciones

supersticiosas , ya bajo forma de culto. Los anima-

les que frecuentan los lugares de las sepulturas

los que creen habitados por los espritus, as como

tambin las bestias que rondan por la noche, son

naturalmente considerados como las formas elegi-

das por los muertos. Los bongos temen los esp-

ritus, cuya morada est en la sombra oscura de

los bosques. Los espritus, los diablos y las brujas

se los llama por lo comn

bitabohs ;

llmase espe-

cialmente los vampiros del bosque

songas 2),

de-

signando con el mismo nombre todos los mur-

cilagos... y los buhos de toda especie.

La creencia de que todos los espritus vuelven

sus antiguas moradas , induce pensar que esos

espritus encarnan en las serpientes que frecuen-

tan las casas. Los negros de Blantyrc creen que


34/300

36

AS INSTITUCIONES EGLESIkSTICAS

puede aparecrsele bajo la forma de una serpien-

te. Cuando alguno mate una serpiente pertene-

ciente un espritu , procura disculparse ante el

dios ofendido , diciendo : Perdn , perdn, no sa-

bia que esa serpiente fuese cosa vuestra (1). Un

gran nmero de pueblos indo-europeos, han mi-

rado las serpientes como divinidades domstica

s . .

En ciertos cantones de Polonia , en 1762, los

campesinos cuidaban mucho de dar leche

y

hue-

vos una especie de serpiente negra que anda al-

rrededor de la casa,

y

se desesperaban cuando

alguien hacia dao esos reptiles (2) . En la Am-

rica del Norte obsrvanse creencias anlogas,

sugeridas de otro modo. Los apaches ven en las

serpientes de cascabel , la forma que los malos to-

man despus de la muerte (3). Los naturales de

Nayarit crean que durante el da los espritus

podan visitar los vivos, bajo forma de moscas,

para buscar los alimentos (4). Esto nos recuerda>

un culto de los filistinos y una creencia de los ba-

bilonios expresada en la leyenda de Izdubar , don-

de se dice que los dioses de Uruk Suburi (los

bienaventurados) se convertan en moscas.

La identificacin de los espritus de los muertos

con los animales , ya con los que frecuentan las

casas los lugares que se suponen habitados

por aqullos, ya con los que se asemejan los di-


35/300

POR H. SPENGER

7

funtos por su buena mala naturaleza, se revela

en otros hechos por la falsa interpretacin de los

nombres. Entre los aYnos del Japn , el mayor

cumplimiento que puede hacerse un hombre , es

compararlo un oso. As, Chinondi , dice de

Benri el jefe: es ms fuerte que un oso;

y

el viejo

Fate, para ponderar Pipichari , le llamaba el

joven oso. Ah vernos tambin el paso de la com-

paracin la metfora servir de ejemplo en el

origen de los nombres de animales. Ms lejos, ob-

servamos los aYnos rendir culto al oso , aun cuan-

do lo maten y lo coman cantando en coro en el

festn : Te hemos muerto , oso , vuelve en un

aYno (1) ; todo lo cual nos hace comprender cmo

puede llegarse la identificacin del oso con un

aYno antepasado ,

y

por consiguiente , al uso de

buscar el favor del oso. Esta causa de identifica-

cin de los antepasados con los animales,

y

el ca-

rcter sagrado que se concede, en su consecuen-

cia esos animales , nos sorprenden cuando sabe-

mos que el antepasado de la familia real mongola

era un lobo , que esta familia llevaba el nombre de

Lobo 2) ,

y

recordamos los casos innumerables

de nombres de animales llevados por los indios de

Amrica y el uso del

totem

que ellos se asocia.

Aun sin salir de Europa, encontramos ejemplos


36/300

38


que haba sido oso en las selvas de Noruega; y este

oso, antepasado de Siward

y

de Ulf, tenia, ade-

ms , lo que parece , osos entre sus descendien-

tes. Ahora bien ; Siward, distinguiase por su

gigantesca talla, su fuerza enorme

y

su va-

lor (1) , as podemos afirmar con razn , que, al

igual que en el caso de los aYnos, la filiacin re-

ferida de un oso , provena de un error de inter-

pretacin de una metfora aplicada un antepa-

sado anlogamente poderoso. En otros casos , el

carcter sagrado de ciertos animales , resulta de

la idea de que los muertos han pasado al cuerpo

de esos animales. Hay dayaks que se niegan co-

mer carne de venado porque creen que toman la

forma del gamo despus de su muerte (2). Entre

los esquimales, el angekok anuncia los parien-

tes afligidos qu animal ha pasado el alma del

difunto (3). El respeto hacia un animal,

y ve-

ces el culto de que es objeto , pueden , pues , pro-

ducirse de varias maneras; pero todas suponen la

identificacin de este animal con un hombre.

Un pensionista de la institucin de sordo-mu-

dos de Edimburgo deca, que antes de ir la es-

cuela , crea que las estrellas estaban colocadas en

el firmamento como ascuas de fuego (4) . Esta

frase nos recuerda una creencia de algunos pueblos


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POR H. SPENCER

9

de Amrica del Norte, para quien las estrellas ms

brillantes son fuegos de campaa encendidos por

los muertos en su camino hacia el otro mundo.. En

ambos casos , vemos corno puede establecerse la

identificacin de las estrellas con las personas.

Cuando un cazador, al oir el ruido de un disparo,

dice: es Jones, no quiere decir que Jones es el ruido,

sino que Jones ha hecho el ruido. Pero cuando un

salvaje muestra cierta estrella que se supone el fue-

go del vivac de un difunto y dice : all est l, el

nio que oye

y

aprende con tales palabras, supone

naturalmente que en el pensamiento del salvaje, la

estrella es el difunto mismo, sobre todo, cuando re-

cibe esta enseanza en una lengua no desarrollada.

De ah la creencia de los californios , segn la que

los espritus van al lugar donde la tierra y

el

cielo se tocan, convirtense en estrellas

y los jefes

toman las formas ms brillantes. De ah tambin

la creencia de los mangaianos segn los que ciertas

estrellas son nios. Su madre era una diabla, que

no les conceda ningn descanso: subironse sobre

una roca elevada

y

de all cayeron al cielo, sigui-

ronles sus padres pero an no los han encontra-

do (1). De anloga manera, se forma la perso-

nificacin de las estrellas y de las constelaciones.

Con slo recordar que la identificacin de los hom-


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40

AS INSTITUCIONES ECLESLI.STICAS

las constelaciones; por ejemplo Calixto, metamor-

foseado en oso, se le considera como oso en el cie-

lo. Tenemos tambin la prueba de que las apela-

iones metafricas pueden dar lugar la perso-

nificacin del cielo en general. Un rey havaiano

llevaba el nombre de Kalani-Nui-Liho-Liho lo que

quiere decir, los cielos grandes y sombros : de

donde resulta, invirtiendo el orden admitido por

los mitlogos , que Jpiter ha sido acaso un hom-

bre vivo

y

que su identificacin con el cielo pro-

viene de su nombre metafrico.

Est probado que una confusin semejante

esa de la metfora con el hecho, conducen al culto

del sol. En todas partes se encuentra el uso de los

cumplimientos por medio de comparaciones con el

sol; cumplimientos que se hacen hereditarios cuan-

do se refieren hombres potentes. Los ;efes de los

Hurones llevaban el nombre del sol;

y segn Hum-

boldt, los

reyes soles

de los natchez hacen pensar

en los hliadas de la primera colonia oriental de

Rodas. Entre los numerosos hechos tomados de la

historia de Egipto, puede citarse una inscripcin

de Silsilis: Salud ti, rey de Egipto, sol de los

pueblos extranjeros... A l, vida y salud; es un sol

brillante. En semejantes casos el culto del ante-

pasado se convierte pronto en el culto del sol. Lo

mismo ocurre con los otros meteoros. En la escue-


39/300

POR H. SPENCER

1

ro, Brisa,

etc. Otra se llamaba

Estrella (1).

A q u

tambin la superioridad del rango, la fortuna, un

destino excepcional de algn individuo, habrn sido

el punto de partida de un culto del fenmeno perso-

nificado. Una leyenda de los boschimanes da un

origen anlogo la personificacin del viento. El

viento, dice, era en otro tiempo una persona, con-

virtise en una cosa con plumas , que volaba

y

no

andaba como antes, volaba

y viva en la monta-

a..., habitaba en una caverna, en una roca (2).

En diversas partes del mundo se encuentra la

idea de que, no slo los antepasados divinos pro-

creadores de la raza humana salan de las caver-

nas, sino que los Dioses-Naturaleza , procedan

tambin de ah. Una leyenda mejicana nos ensea

que el sol

y la luna salan de las cavernas. El bos-

chiman moderno no hace otra cosa que repetir, en

su leyenda del viento, las creencias de los antiguos

griegos. Esas historias, consideradas como deriva-

das de las tradiciones de los trogloditas

yel culto

que las acompaa, tienen un origen natural: de

otro modo provocaran absurdos intiles que no se

podran imputar legtimamente los hombres ms

inteligentes. Est probado que en los tiempos pri-

mitivos se usaban los nombres con esa falta de

precisin que produce las confusiones de que ha-


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LAS INSTITUCIONE

S

ECLESISTICAS

veces el atributo el suceso no personificado. Por

otra parte, se ha notado que en Homero, Kides

es invariablemente el nombre de un dios ; pero

ms tarde tal nombre se aplicaba la muralla del

reino del dios (1). El culto de la naturaleza no

es, pues, ms que una desviacin del culto de los

espritus.

En sus formas normales , lo mismo que en las

anormales, todos los dioses provienen de una apo-

teosis. En:un principio, el dios es el hombre vivo

superior en quien se concibe un poder sobrehumano.

Los pueblos salvajes de nuestros das

y

los pueblos

civilizados en su pasado , nos dan prueba de ello.

Los amandebeles, dice M. Selous, miran al jefe

de esos kraales como un

Umlimo

muy potente es

decir, un dios (2). Otro hecho : El general Ni-

cholson , cuando viva, era adorado por los indios

pesar de la violenta persecucin con que opri-

ma sus adoradores (3). Esos indios son de

nuestros das , pero el Rig Veda nos ensea que

los de la antigedad hacan lo mismo. As decan

sus dioses : T , Agni, el ms antiguo de los

sabios y el semejante Angira... T, Indra, t

eres un richi nacido en los antiguos tiempos... In-

dra es un sacerdote , Indra es un richi. La apo-

teosis de Aquiles ,

y

la tradicin segn la cual

Pythia quiso hablar Licurgo como un dios, nos


41/300

POR H. SPENCER

3

recuerd

an

cmo se derivaban entre los griegos las

divinidade

s

del hombre. Todos sabemos tambin

que, entre los romanos

y

los pueblos sometidos al

Imperio , el culto del emperador haba hecho muy

grandes progresos. En cada una de las ciudades

de las Galias , un gran nmero de hombres perte-

necientes, las clases ms elevadas , as como las

clases medias, eran sacerdotes de Augusto, de

Vespasiano de Marco Aurelio

(1 ) . Las estatuas

de los emperadores eran verdaderos dolos los

cuales se ofreca incienso , vctimas ,

y

se dirigan

plegarias . Un incidente de la campaa de Tibe-

rio en Germania, en el ao 5 , nos hace ver de

una manera curiosa, de qu modo las ideas que im-

peraban en esos cultos eran naturales en los dems

pueblos de Europa. Los romanos y

los germanos

hallbanse frente frente, separados por el Elba.

Uno de los brbaros , de edad avanzada, de vigo-

rosa presencia , y , juzgar por sus vestidos , de

elevado rango , entraba en un tronco de rbol

ahuecado, de los que servan los germanos de

canoas,

impulsaba el esquife hasta la mitad del

ro. Una vez all , pidi y obtuvo un salvoconduc-

to para pasar del lado de los romanos ver al

prncipe. Despus de echar pie en tierra, perma-

neci largo tiempo mirndole sin decir una pala-


42/300

44


dioses;

y

si os acercis, temen vuestras armas,

pero no quieren someterse vustro poder. En

cuanto mi, en virtud de tu gracioso permiso,

Csar , he visto los dioses , de quien te oyera ha-

blar (1). Est claro , por tanto , que algunos de

nuestros antepasados miraban los hombres supe-

riores como dioses. Cuando el noruego se crea

maltratado por sus dioses, los rea abiertamente

y

abandonaba su culto (2). Las reseas que se

hacen de ciertos usos de los salvajes , nos recuer-

dan al guerrero noruego que deseaba ardiente-

mente encontrar Odin para atacarle (3).

De igual modo que en las ideas primitivas la

divinidad es sinnimo de superioridad , y que un

dios puede ser una persona viva, poderosa (ordi-

nariamente de una raza conquistadora) , una

persona muerta que haya adquirido un poder so-

brenatural en cuanto espritu , as hay dos modos

de originarse los seres semi-divinos: uno viene de

la unin entre la raza divina conquistadora

y

la

raza conquistada considerada como formada de

hombres,

y

el otro de una supuesta relacin de

los vivos con los espritus. Ya hemos visto que,

en el origen, la vida en el sueo no se distingue

de la vida en el estado de vigilia. Si los sucesos de

la vida ordinaria se estiman reales , podemos afir-

mar que las circunstancias de los sueos de un


43/300

POR H. SPENCER

5

cierto gnero, crean una creencia firme en su rea-

lidad. Una vez implantada esta creencia en el es-

pritu del pueblo , se aprovecha la ocasin de ex-

plotarla. En Samoa ( isla de los Navegantes),

reina una creencia muy favorable al honor de las

mujeres, saber: que los

hetoua poou

(espritus

malignos), vienen atormentarlas durante el sue-

o , de lo cual resultan concepciones sobrenatura-

les (1). Lo mismo ocurre entre los dayaks.

Brooke

y

Saint-John, nos hablan de nios engen-

drados por los espritus. A un origen anlogo

se refiere la creencia de los babilonios, que admi-

tan la existencia de espritus varones y

hembras,

y una posteridad de estos espritus. Por fin, en

Europa, la creencia en ciertas formas misteriosas

de generacin ha durado hasta nuestros tiempos,

dando lugar tradiciones como la de Roberto el

Diablo. Naturalmente , la idea que se forma de la

naturaleza del parentesco sobrenatural vara: es

demonaco divino, resultando leyendas tales como

las de los griegos sobre los hombres descendientes

de dioses.

De esta suerte , la sociologa comparada des-

cubre un origen comn para cada elemento de la

creencia religiosa. La concepcin del espritu con

las ideas mltiples

y

complicadas que de ella se


44/300

46


selvas de la Amrica del Norte y en los desiertos

de Arabia, en los valles del Flimalaya y en las

praderas de Africa, en las faldas de los Andes

y

en las islas de la Polinesia. Esta concepcin mus-

trase con igual claridad entre razas tan diferentes

por el tipo , que jueces competePtes piensan que

tales razas han debido separarse untes que la dis-

tribucin actual de la tierra

y de los mares se

hubiera verificado; encuntrasela en las razas de ca-

bellos lisos, de cabellos rizosos

y

de cabellos lanu-

dos, entre los de piel blanca, morena, cobriza

y

negra. La observamos en los pueblos que no han

realizado progreso alguno en la civilizacin

y

en

aquellos otros semicivilizados civilizados. Tene-

mos, pues, con todo lo dicho, pruebas abundantes

del origen natural de las religiones.

586. A fin de dar esas pruebas, que vie-

nen confirmar aquellas que hemos expuesto ya,

un nuevo argumento favorable , examinaremos,

no cada idea religiosa principal, tal como aparece

en los diferentes pueblos, si no toda la serie de

ideas religiosas tal corno se observa en un mismo

pueblo.

La creencia en la realidad de las escenas del

sueo

y

de las personas vistas en l que profesa-

ban los egipcios con todos los pueblos primitivos

en general, iba unida la creencia con la cual se


45/300

POR

H. SPENCER

1

sial (1). Adems, el doble de un hombre , lla-

mado su

ka,

le acompaaba toda su vida. Vese

menudo , en las esculturas , al rey egipcio ocu-

pado en implorar el favor divino de su propio

ka (2),

lo que el

karen

haca en nuestros das.

La personalidad separada del cuerpo tiene una

forma y una substancia materiales. El alma tiene

un cuerpo propio, puede comer

y

beber (3) . Slo

corno consecuencia en parte implcita, en esta

creencia, se supona que cada hombre tena perso-

nalidades de una especie menos material. Despus

de la muerte, el alma, aunque ligada al cuerpo,

tenia la libertad de dejar la tumba y aparecer du-

rante el da bajo la forma que mejor le plu-

guiese (4). Un papiro nos dice que las momias se

ocupan en sus catacumbas con los sucesos de

su vida terrenal (5). E l ka

tiene deseos: es pre-

ciso satisfacrselos ,

y,

como dice M. Maspero, el

doble de los panes , de los lquidos

y

de la carne,

pasaba al otro mundo

y

alimentaba en l al doble

del hombre (6) . Esta creencia en la existencia de

deseos que pueden satisfacerse en otra segunda vida,

va unida la idea de que esta vida es tan material

como la primera. Tinese de ello una prueba en los

(1 )

Renouf:

Origine and Growth of Religion as illustrated by


46/300

48


dibujos que la representan sobre las tumbas anti-

guas, por ejemplo, la tumba de Ti.

La satisfaccin de los apetitos del muerto , que

segn estas creencias , se reputaba material se-

mimaterial, no exclua la satisfaccin de deseos de

otro gnero. En la cmara sepulcral, ricamente

adornada , de la hija del rey Mycerinos , el incien-

so se quemaba diariamente, mientras por la noche

arda all una lmpara (1). Se haca generalmente

el elogio de los muertos en pblico. Queriendo un

rey decidir un sbdito ilustre fin de que

entrase en Egipto , le hacia esta promesa: Los

pobres elevarn sus lamentaciones la puerta de

tu tumba. Se te dirigirn plegarias (2). Sa-

crificios, oraciones, elogios, todo ello se repeta

de fiesta en fiesta,

y,

finalmente, de generacin

en generacin , para llegar ser un culto recono-

cido. Los monumentos contemporneos de la

construccin de las pirmides mencionan los sa-

cerdotes y los profetas que estaban al servicio de

Cheops , Chabryes

y

otros reyes, y los cuales les

ofrecan sacrificios (3). Esos sacerdotes tuvieron

sucesores hasta la XXVI dinasta. Eran instituidos,

no slo para el culto de los reyes muertos, sino

para el culto de los dems muertos. A fin de ase-

gurar los sacrificios debidos sus estatuas , los

grandes seores verificaban contratos con los


47/300

POR H. SPENCER

9

sacerdotes de su ciudad (1), prescribiendo las es-

pecies de alimentos

y

bebidas que era preciso ofre-

cerles. Este sistema se llevaba tan all, que Hapi

Tefa, el gobernador de un distrito, deseando ese

gnero de servicios para siempre... , asignaba una

fundacin para el salario de los sacerdotes. Segn

ciertos extractos precedentes hacen suponer, ori-

ginse un culto de dolo distinto del culto del

muerto. El

Ea ,

que al fin deba venir

y

reanimar

la momia, poda introducirse en una estatua de

madera de piedra, representativas del muerto.

De ah surgieron perfeccionamientos maravillo-

sos. En la tumba egipcia, llamada veces la casa

del doble, haba un espacio cerrado provisto slo

de una pequea abertura, en donde se hallaban

colocadas las imgenes de los muertos en mayor

menor nmero, de suerte que si la destruccin de

la momia impeda que sta fuese reanimada , pu-

diera serlo una de esas imgenes.

En pro de la opinin segn la que la idolatra

de los egipcios era un desenvolvimiento del culto

de los antepasados, estn las pruebas que ofrece la

transformacin anloga del culto de los animales.

El dios Amman Ra, est representado diciendo

Thotms III: Les hice contemplar Tu Majestad,

como la estrella Seschet (estrella de la tarde )... ;


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JQ


un chacal... Soy yo quien te protege, hijo mo

querido ! , lloras, toro valiente que reina sobre

la Tebaida. Vemos en esta cita lo que ya hemos

visto en el ejemplo de los asnos ; esto es , que se

pasa de la comparacin la metfora. Tu Majes-

tad, como el toro , llega ser Horus , el toro

valiente. Esta transicin conduce por una pen-

diente natural, en una poca subsiguiente, con-

fundir al hombre con el animal, y, por tanto, al

culto del animal mismo. Por otra parte , vemos

tambin que la comparacin con los animales como

cumplimiento, pasando de modo igual por la me-

tfora para llegar la identificacin, dar proba-

blemente origen los individuos divinizados bajo

diversas formas. Otro caso nos hace ver de qu

manera un nombre que no era ms que un apela-

tivo en son de elogio, de un jefe local, puede oca-

sionar la adopcin de la imagen de un animal para

una persona viva conocida. Ram es el seor de

la ciudad de Mends, el Gran Dios , la vida de Ra,

el Generador, el prncipe de las jvenes. El rey

se llama si mismo la imagen del divino Ram,

el vivo retrato de ese Dios... , la emanacin divina

del prolfico Ram... , el hijo mayor de Ram... Se

nos dice en otro lugar que el rey deificaba la pri-

mera de sus mujeres

y

ordenaba que su efigie,

semejanza de Ram, fuese colocada en todos los


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POR H. SPENCER

1

viduo : lo mismo le ocurre al sol. Mi seor el Sol,

Amenhotep III, el prncipe Thebas me ha recom-

pensado. El es el dios Sol ; ningn rey ha hecho

cosa semejante desde el reinado del dios Sol Ra , el

seor de la tierra. Cuntase, propsito del sar-

cfago preparado para el rey Amnemhat, que

jams se haba preparado nada igual desde los

tiempos del dios Ra. Esas citas muestran que esta

metfora del saludo cumplido se empleaba de una

manera tan positiva, que se aceptaba como un he-

cho, dando tal origen

la creencia segn la que el

sol haba sido el soberano real de Egipto.

Por muy claro que percibamos

cmo

todas esas

creencias se derivan del culto los antepasados

segn los hechos que acabamos de citar, an lo

vemos ms cuando observamos , de una parte , que

el nombre

dios se aplicaba un superior vivo,

y de

otra , que los dioses no tenan sino atributos huma-

nos. Advirtese perfectamente que la diferencia

entre las ideas de lo divino

y de lo humano es rela-

tivamente dbil , dado el hecho significativo de

que en los jeroglficos , uno

y

el mismo determina-

tivo expresa , segn el contexto , la idea de dios,

antepasado , persona augusta . Cuando vemos la

apoteosis

de un hechicero vivo,

no puede sorpren-

dernos

el ver al rey Sahara de la V dinasta, llama-


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Ramss II , por ejemplo , la omnipotencia

y a.

omnipresciencia , no se anda lejos de la deificacin.

En realidad se toca en ella; pues que al lado de esas

ideas que elevan al hombre, encontrarnos otras que

rebajan los dioses. Los dioses tienen un cuerpo

y

un alma; tienen miembros

y

pasiones, sufren

hambre y sed. Sudan, sus miembros tiemblan,

la cabeza les duele, sus dientes tiritan , vierten l-

grimas sus ojos, sangre su nariz, el veneno invade

su carne... Todos los grandes dioses piden protec-

cin. Osiris sucumbe sin socorros bajo el poder de

sus enemigos; su mujer y su hermana protegen

y

cuidan sus restos (l).

(1)

Es curioso ver cmo el espritu prevenido se cierra la

evidencia. Hubiera podido creerse que tantas pruebas, conformes

con las de otros pueblos, convenceran todos de que la religin

egipcia era un culto de los antepasados avanzado. Sin embargo,.

tales pruebas no parece que hayan hecho efecto alguno en el

nimo de los telogos

y

de los mitlogos. No importa que, segn

las antiguas tradiciones de Egipto, la tierra de Punt era la mo-

rada primitiva de los dioses, de donde los santos vinieron para

el valle del

Nilo ,

llevando la cabeza Ammon , Horus , Hathor

no importa que, segn otra tradicin, durante los primeros

tiempos, reinaba sobre la tierra una dinasta de dioses, la cual

fu

seguida por una, era de semidioses ,

y

que la dinasta del mis-

terioso Mans cerraba el perodo prehistrico; tampoco importa

nada que esas tradiciones coincidan con la deificacin de los

reyes, de los sacerdotes, de los pequeos prncipes

y

de las per-

sonas ordinarias que la historia de Egipto en general nos da

conocer ; todo eso se desdea por el placer de proclamar un

mo-


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POR H. SPENCER

3

Hase dicho que una mitad del mundo no sabe

cmo vive la otra mitad ; otro tanto puede decirse

respecto de que una mitad del mundo no tiene idea

alguna de lo que la otra mitad piensa , ni de lo que

en otros tiempos ella misma pensaba. De ordina-

rio , las cosas que eran familiares en una poca

dada del desenvolvimiento mental se olvidan en

una poca siguiente. Comnmente, muchas ideas

y sentimientos de la infancia se desvanecen en tal

forma en la edad madura, que es imposible repre-

sentrselos

y

reproducirlos; de un modo anlogo,

determinadas nociones naturales para la conciencia

de los hombres desprovistos de cultura , han lle-

gado desaparecer de la conciencia de los hom-

bres ilustrados, hasta una medida tal, que es punto

menos que imposible creer que hombre alguno

haya podido nunca aceptarlas. As como las creen-

cias absurdas de que los padres se ren cuando las

ven expresadas por sus hijos, fueron en un tiempo

las suyas propias, as los pueblos civilizados que en-

cuentran ridculas ciertas ideas primitivas , des-

cienden de antepasados que profesaban esas ideas

mismas. Su propia teora de las cosas proviene por

fin, que expresaban naturalmente ideas relativamente avanza-


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54

AS

INSTITUCIONES ECLESIASTICXS

lentas modificaciones de la teora primitiva de las

cosas, en la cual la supuesta realidad del objeto

visto en sueos , daba lugar la supuesta realidad

de los espritus , de donde se originan todas las es-

pecies posibles de seres sobrenaturales.

587. Hay alguna excepcin en esta gene-

ralizacin? Debernos admitir que entre las nume

rosas religiones, con sus formas

y

sus elaboracio-

nes diversas que tienen este origen comn , existe

una que proviene de origen diferente? Debemos

decir que todas las religiones son naturales, pero

que la de los hebreos, que se nos ha transmitido

modificada, es sobrenatural?

Si , para responder , compararnos esta religin

que se supone excepcional con las dems , no la

encontrarnos tan diferente de las otras , que sea

necesario asignarla una gnesis distinta. Por el

contrario , la encontramos muy semejante las

dems en todo.

En

primer lugar, el plasma de supersticiones

por medio del cual la religin de los hebreos ha

evolucionado, era de la misma naturaleza que aquel

que por todas partes encontramos. Sin duda alguna

que, durante la era de la vida nmada, la creen-

cia, en un alma dotada de una existencia perma-

nente no estaba desenvuelta, pero encontrarnos


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POR H. SPENCER

5

introducan en los hombres eran causa de sus en-

fermedades de sus pecados. Muy creyentes,

como los salvajes actuales , en los amuletos , en los

encantos, en las hechiceras, etc., etc., los he-

breos tenan entre ellos gentes cuyas funciones

correspondan las de los hechiceros , esto es,

hombres inspirados por los espritus familiares,

magos (Isaas ,

9)

y

otros , primitivamente

llamados visionarios

y

ms tarde profetas (I Sa-

muel,

ix, 9), quienes se hacan presentes en

cambio de sus declaraciones, hasta para encontrar

asnos. Samuel, que invocaba el rayo

y

la lluvia,

desempeaba el papel de un doctor del tiempo,

y

es

personaje ste que se encuentra an en ciertas par-

tes del mundo.

Los hebreos conservaban varias tradiciones

que les eran comunes con otros pueblos. Su le-

y enda acerca del diluvio es de la misma familia

que la de los acadienses y

la de los indios, entre

los cuales el Sathapata-brhmana nos ensea que

Man recibi de Vichn la orden de construir un

arca para librarse de la inundacin , la cual ocu-

rra segn se haba predicho

y

arrasaba todas

las criaturas vivas (1). Slo Man se salvaba.

La historia del nacimiento de Moiss tiene su an-

loga en una leyenda asiria, en la cual leemos lo


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Lo propio ocurre con el calendario

y

las observa-

ciones que prescribe. Los meses asirios eran lu-

nares... el siete, el catorce , el veintiuno y el

veintiocho eran sbados. En esos das de sbado

estaba prohibido todo trabajo , aun el de obras de

beneficencia... Las disposiciones legales tenan el

mismo carcter que las del cdigo judo (1).

Igual pasa con su teologa. El ttulo comn de

Elohi n,

aplicbase la vez los vivos distingui-

dos , los espritus ordinarios

y

los espritus

superiores dioses. Lo que quiere decir que para

los hebreos, como para los egipcios

y

muchos otros

pueblos, un dios no es ms que un ser potente de

una existencia visible invisible. La palabra egip-

cia

Nutar,

,

empleada para designar los dioses, em-

plebase tambin para designar la fuerza: de la pro-

pia suerte Il El, entre los hebreos, aplicbase

los hroes y los dioses de los gentiles. De estas

concepciones ha salido , como en otros casos , la

propiciacin el culto de diversos seres sobrena-

turales: un politesmo. Abraham era un semidis

quien se dirigan plegarias (2). Ellos han sacrifi-

cado los diablos, no Dios, dioses que no cono-

ian , dioses recin venidos ,

y

que nuestros pa-

dres no han temido

(Deut.,

xxxii, 17) . La creencia

en otros dioses distintos de Jehov persisti largo


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POR H. SPENCER

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hov lleg ser el gran Dios reconocido, las ideas

permanecieron en el fondo politestas. En efecto,

as como en la

Ilada

versos 1000-1120) los dioses

y

las diosas combatan con la espada y la lanza en

las batallas al lado de los mortales, as los ngeles

y

los arcngeles del panten hebreo combatan so-

bre la tierra (1). Anlogas ideas se encuentran

entre ciertos salvajes de nuestros das.

Toda vez que Jehov era en el origen un Dios

corno tantos otros,

y

que lleg ser el Dios supre-

mo, veamos qu naturaleza le asignan los testimo-

nios antiguos. Sin detenernos en la leyenda del jar-

dn del Eden (sacada probablemente de los acca-

dianos), donde se ve Dios andar

y

hablar la

manera de los hombres, ni en la poca en que el

Seor vino ver la ciudad y la torre que los hijos

de los hombres edificaban , podemos encontrar

hechos tales como la lucha de Jacob con Dios

y

la conversacin de Dios con Moiss cuando el

Seor le hablaba cara cara , como un hombre

habla su amigo. Esos ejemplos

y

muchos otros

muestran que entre los hebreos de los primeros

tiempos , Jehov el fuerte... el hombre de gue-

rra, empez por ser un potentado local como

los que se llaman dioses entre los beduinos, para

ser ms tarde mirado como el ms poderoso de


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bre sepultar la persona de rango superior,

y

como se hace todava en ciertos paises. Entre los

beduinos, dice Burckhardt, las tumbas de los

santos estn colocadas generalmente sobre las

cumbres de las montaas

y

todos los rabes de

las cercanas les dirigen sus votos (1). Vase ah

una anologa con la idea religiosa primitiva de los

griegos, de los escandinavos

y

de otros pueblos : en

todos, los dioses que en la apariencia era imposi-

ble distinguir de los hombres, trababan veces

luchas con estos,

y

no siempre con buen xito (2).

Adems, el Dios de las batallas, que castigaba

cruelmente

y

con frecuencia la desobediencia, era

evidentemente un Dios local, el Dios de Israel.

El mandamiento T no tendrs otro Dios ante

m, no quiere decir que no hubiese otros dioses,

sino que los israelitas no deban reconocer su au-

toridad. La idea de que el Dios hebreo no era el

Dios nico , se encuentra implcita en la palabra

nuestro Dios que los hebreos empleaban para

distinguir Jehov de los dems dioses. Aun ad-

mitiendo que Jehov fuera un Dios como cual-

quier otro, afirmbase que su autoridad se extiende

sobre el universo entero. Igual ocurri con ciertos

dioses de Egipto

y

con los Faraones vivos. Deciase

uno de ellos : No hay lugar donde no reine tu

divinidad; tus palabras son la ley de toda la tie-


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POR H. SPENCER

9

se hace en secreto, tu ojo lo ve (1). La autoridad

de Jehov no estaba limitada slo en cuanto la

extensin, lo estaba en cuanto al grado. No se

pretenda para l la omnipotencia. Sin olvidar el

frustrado intento de matar Moiss, podemos citar

las derrotas sufridas por los israelitas cuando com-

batan de conformidad con sus opiniones, por ejem-

plo, en las dos batallas libradas con los benjamitas,

y el combate contra los filisteos , en que el arca

de Dios fu tomada (1

Sam.,

-10) . Un testi-

monio ms importante todava: aunque el Seor

vino en auxilio de Jud, no pudo destruir los

habitantes del valle, porque tenan carros de hie-

rro

(Jueces,

r, 19). Es decir, que su poder tenia

lagunas, como el poder que otros pueblos atri-

buan sus dioses. Anlogas lagunas tena en su

naturaleza intelectual

y

moral; Jehov reciba no-

ticias: va ver si son ciertas no ; arrepintese

de lo hecho, esto es, que no tiene la omnisciencia.

Al igual que un rey de Egipto de Asiria, no

cesa de ponderarse s mismo. As, dice : No dar

mi gloria nadie (

Isaias,

XL VII I , 1 1 ) . S e declara

celoso,enativo

ydestructor implacable de sus

enemigos. Enva su espritu de la mentira cerca

de un rey para engaarle, como Jpiter hace con

Agamenn (II Cor., XVIII, 20). Se burla de un pro-


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ASINSTTUCONESECLESSTCAS

mal que hacen. Impulsa David verificar el

empadronamiento de Israel , suponindole un su-

puesto pecado , por el cual despus puede imponer

el castigo aquellos que no lo han cometido.

Obra, como se dice que obraban los dioses de

Grecia, que inspiraban malas acciones

y

que ejer-

can sus venganzas con tan poco discernimiento.

Las formas del culto ofrcennos muy parecidas

analogas. Sin que se insista sobre los sacrificios

humanos proyectados cumplidos (por ms que

al pintar el sacrificio de un hijo

y

los sacrificios

de carneros y

vacas, como procedimientos recha-

zables , hay lugar pensar (cap. vi, 6-9) que esos

dos modos se encontraban asociados en el espritu

de los hombres), basta indicar que las ceremonias

prescritas en los templos tenan el mismo carcter

que las de todos los paises. Bajo el nombre de pan

de Dios, las ofrendas , como las de los dioses de

Egipto

y

las de las momias , comprendan pan,

carne , grasa , aceite , sangre ', bebidas , fru-

tas, etc., etc.; otros pueblos aadan esas la con-

servacin permanente de un fuego donde se quema-

ba incienso: dos veces por da entre los hebreos

y

cuatro veces entre los mejicanos. Jehov deba

gustar el dulce sabor de las ofrendas quemadas

como entre los negros los dioses que habitaban en


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POR H. SPENCER

1

gn las circunstancias : lo mismo en un todo que

entre los antiguos mejicanos

y

en los pueblos de la

Amrica central, que ofrecan incesantemente los

dioses la sangre de los hombres

y

de los animales

inmolados , ya untando con la sangre el dolo , ya

embadurnando con la misma las cornisas de la

puerta del templo. Como los egipcios

y

los grie-

gos, los hebreos ofrecan hecatombes de bueyes

y

de carneros su dios, veces llegaban stas mi

les (I

Reyes,

vi''

, 62-64). Prescrito estaba para

los hebreos que no empleasen en sus sacrificios

ms que animales sin mancha; de igual manera

que entre los griegos, una ley ordenaba reservar

los dioses los ms hermosos toros ;

y

entre los

peruvianos era obligatorio no ofrecer ms que ani-

males sin mancha ni tacha (1). Todava podemos

observar una semejanza ms sorprendente. Las

prescripciones del

Levtico,

que reservaban Jeho-

v ciertas partes de los animales y otras los

sacerdotes , nos recuerdan las fundaciones por me-

dio de las cuales ciertos seores egipcios asegura-

ban , su espritu el goce de ciertas partes de los

animales sacrificados , asignando el resto los

sacerdotes del

Ka. Y no es esto todo; as corno, se-

gn hemos visto, los dioses de los ouayaos, espi-

r itus de los antiguos jefes , habitaban las cum-


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AS INSTITUCCIONES ECLESISTICAS

da en lo alto del Olimpo, de donde provenan

las tempestades, as el Dios de los hebreos des-

ciende en una nube sobre la cima de Sina ent

re

relmpagos

y

truenos. La tradicin que hace que

Jehov d Moiss sobre el Sina las tablas de la

ley , es anloga la tradicin griega que haca

Rhadamante llevar los decretos de Jlipiter del mon-

te Ida (donde ese dios haba sido educado en una ca-

verna) del monte Juktas (donde las creencias

antiguas colocaban la tumba de Jijipiter, y donde

Minos se retiraba para procurarse una nueva auto-

ridad en favor de las leyes) (I).

Debemos sealar an en breves trminos al-

gunas otras diferencias. El consejo tenido por Je-

hov cuando prepara la destruccin de Acab , po-

demos compararle con el de los dioses de Egipto,

reunidos para dar su opinin Ra cuando pro-

(1) No importa saber si ese Jpiter era no el del Olim-

po. Basta que fuera un rey cuyo espritu, habitante en una mon-

taa, daba leyes. Slo s que puede sostenerse que ambos perso-

najes hacan en el origen uno solo. Un pueblo que cree que su

dios habita una montaa cercana donde las nubes se juntan, si

llega emigrar

y

establecerse en otro sitio, cerca de una mon-

taa igualmente reputada como el punto de partida de las tem-

pestades, supondr naturalmente que su dios ha emigrado tam-

bin. En una publicacin reciente,

La

Africana he encontrado un

hecho en pro de esta conclusin. Los ouayaos miran como su-


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PORH. SPENGER

3

yecta la destruccin del mundo ,

y

con el de los

dioses griegos reunidos por Jpiter (1). Varios

pueblos llevaban la guerra los dolos que se su-

ponan habitados por sus dioses. Los hebreos tenan

el arca de la alianza, que era una morada de Jeho-

v. As como en ciertos pueblos salvajes , entre los

cuales los vivos no gustan de que se sepa sus nom-

bres, prohiben llamar un muerto por su nombre

verdadero, sobre todo si ese muerto era de rango

elevado ; y as corno entre los romanos de los pri-

meros tiempos era una creencia muy profunda la

de que el nombre del espritu tutelar de la co mu-

nidad no deba jams ser pronunciado (2), as

tambin entre los primeros hebreos no se pronun-

ciaba el nombre de su dios. La danza era una

prctica del culto entre los hebreos, como lo era

tambin entre los griegos

y

en diversos pueblos

salvajes, los iroqueses por ejemplo. Los ayunos y

las penitencias, anlogas las de los hebreos, estu-

vieron estn todava en uso en muchos sitios,

sobre todo en el antiguo Mjico, Amrica Central

y en el Per , donde tales prcticas eran seversi-

mas. El cumplimiento de la profeca consignado

por los hebreos , tiene sus anlogos entre los

Documents

Filosofia - Spencer, Herbert - Las Instituciones Eclesia¡Sticas [Por Ganz1912]