Fin de la nobleza en Ezcaray. 1808, Napoleón invade España. Guerras Carlistas

Adolfo Soto Sáez Restaurantes y Apartamentos Turísticos Rincones del Vino Ezcaray - Logroño (La Rioja) España

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1808. Invasión de España por los franceses. ‘Guerra de la Independencia’ (Capítulo 36). Los ejércitos de Napoleón invaden “pacíficamente” nuestras provincias, con el pretexto de llegar a

Portugal para echar a los ingleses. Por disposiciones del gobierno se debía dar de comer y beber a las tropas francesas. Un regimiento francés se establece en Pancorbo y Ezcaray tiene que aportar la contribución correspondiente a su mantenimiento, en principio entregando algunos utensilios como calderos de hierro o cobre, y productos de su industria textil y ganadera. Ya acantonados en media España, la ambición y presión aumentan, comenzando el pillaje. Pronto parte del regimiento francés se queda en Haro y Ezcaray tiembla. Una comisión compuesta por el Procurador Síndico General y un Diputado por el estado noble del Ayuntamiento, se desplazan a Vitoria para saber si era cierta la noticia de que un destacamento francés pensaba acuartelarse en Ezcaray, cuando supieron que la noticia era cierta, se entrevistaron con el General francés para explicarle que debido al mucho trabajo en la villa no había materialmente sitio para alojarlos, a cambió le enviarían cuanto estuviese en sus manos.

En 1808, fecha en que se arregla o hace esta fuente, la de los Estudiantes, en Ezcaray se pasea y se toman los últimos rayos del sol que desaparece sobre la Dehesa de Valgañón, ajenos a los problemas y dramas que en este pacífico lugar se vivirán durante los años que España queda en manos de Napoleón y sus ejércitos. Incluso las falsas denuncias que, al regreso del rey Fernando VII, parte de la población más destacada, algunos nobles y eclesiásticos hacen sobre otras familias (1). Paseo del coso, Ezcaray (2).

El General accedió a cambió de una mayor contribución en ganados, dinero, géneros de la Real Fábrica, etc. Las cargas sobre Ezcaray, a partir del 2 de Mayo, se acrecentaron con ritmo acelerado, sobre todo una vez establecidas tropas francesas en Santo Domingo de la Calzada.

No sabiendo como conseguir más dinero para mantener a los franceses fuera de Ezcaray, sin afectar demasiado al común de los vecinos, el Ayuntamiento acuerda, el 7 de febrero de 1808, que en lugar de exigir 3 reales y 22 maravedíes por cántara de vino (16 litros), se paguen 4 reales y 22 maravedíes. El 24 de agosto de 1808, el Corregidor de la ciudad Santo Domingo de la Calzada, ordena al Ayuntamiento de Ezcaray que se cociera y remitiesen 80 panes diarios, de a tres libras de peso, para entregar a las tropas francesas. Es alcalde de Ezcaray Don Vicente de Orduña y Ángel, siendo Don Juan de Orduña y Ángel y Don Manuel Ángel Salazar, abogados de los Reales Consejos de S.M. (algunos terminaron muy mal como veremos).

1. Real Fábrica. Fachadas sur y este. 2. Nobles de Ezcaray. 3. Los nuevos barrios de las Teñas, para trabajadores de la Real Fábrica.

Durante algunos meses finalizando el año 1809, lo franceses se establecieron en Ezcaray. En el transcurso de 1810, la ruina de la población era total.


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Los pagos se reparten entre las fábricas y la villa; luego se extendieron entre los vecinos en proporción a sus rentas e ingresos. Pero llegó el momento en que los vecinos no pudieron aportar más. El Ayuntamiento comenzó a entregar dinero del Pósito y Alhóndiga; luego utilizó el dinero depositado de las fundaciones de nuestra Señora de Allende, los del Hospital y los de las demás cofradías, con propósito de reintegrarlos cuando les fuera posible y contando con la venia de sus directivas y cabildo eclesiástico.

Más adelante el Ayuntamiento sacó a la venta, en subasta, varios campos, como el de ‘el Cardizal’, los de ‘las Teñas’, varios prados, casas, etc. del común, incluyendo derechos de pastos de algunos montes y, finalmente, se vio precisado a recurrir al cabildo eclesiástico suplicándole que, mediante escrituras de compromiso de restitución, le cediese algunas cantidades pertenecientes a donaciones piadosas y diversos objetos de plata de la iglesia para fundirlos y trocarlos en onzas, figurando entre estos, dos arañas de gran tamaño, una lámpara, un juego de candeleros, etc., previo el consentimiento, por escrito, del Ilmo. Sr. Arzobispo de Burgos, como consta en documentos que están cosidos en el libro de Fábrica de la iglesia de aquel tiempo. En total, la iglesia, Cabildo Eclesiástico, “presta” al municipio para entregar a las tropas francesas, 40.292 reales y 16 maravedíes, importe de 2.270 onzas de plata, de dos arañas de plata, dos lámparas, un acetre, un atril y un juego de candeleros.

Campo de ‘las Teñas’, sacado a subasta para pagar a los franceses.

Y con haber sido graves los daños que el pueblo sufrió hasta entonces, mayores aún, si cabe, fueron

los que le causaron, poco después, las tropas nacionales, con su estacionamiento y continuo transito por la jurisdicción, que la trataron como si fuese país enemigo conquistado. Arruinadas las industrias por los efectos de la guerra, comenzó a emigrar a otros lugares el excedente de población sin trabajo.

El resto trató de mitigar las pérdidas mediante un trabajo intensivo, y parece que las cosas tornaban

a la normalidad cuando otro suceso, interno, vino a impedir que se cicatrizasen las heridas del vecindario, sembrando la división y la desgracia entre los miembros más conspicuos de la Justicia, Cabildo y las familias más destacadas de la villa.


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Con el fin de devolver al Cabildo eclesiástico y particulares parte de lo que pusieron como pago a los franceses, el Ayuntamiento echa mano de un empréstito de 40.000 reales conseguido en su nombre por Don Bonifacio Gomez Guinea y Don Andrés Pérez Abad. Pero el prestamista que concedió el empréstito de 40.000 reales, no quiere entenderse ni con la Villa ni con sujetos algunos que no fueran los mencionados, pretendiendo cobrarles de sus propios bienes, por haber sido ellos los fiadores. Para evitarlo ordenaron comprometerse todos con una escritura de obligación para pagarle al prestamista en monedas de oro y plata, y no en papel moneda, en el plazo de nueve meses, y caso de no poder cumplirlo, darle <<en fianza hipotecaria el usufructo de los terrenos de la Villa llamados Borreguiles, Cabetia, Iturriaga, prado de Robredo y Oya de Márrulla>>, sin exigirle ningún pago hasta que se devuelva la cantidad del empréstito con un interés del 6 por ciento.

En la sesión del 28 de abril de 1812, se trató de arbitrar los medios para cubrir en parte siquiera la cuantiosa suma de la contribución que se les había impuesto por la Junta de Guerra del Gobierno Nacional, en especies de grano, vino, dinero y otros artículos; pero <<a causa de la miseria notoria en que todos los habitantes se hallan constituidos por el precio que han tomado los granos, y de suerte que lo que ganan de sus trabajos y tienen respectivamente en sus casas no les alcanza ya para la precisa subsistencia… Acordaron seguir vendiendo terrenos y fincas como el Cardizal, otra al lado del Monte de Turza, otro terreno llamado el Campo de la Portilla, varios terrenos en el Campo de las Teñas y barrio de los Labradores, las heredades tituladas los Concejiles de Allende y varios prados pertenecientes a Cofradías, como la de San Juan de Cilvarrena, de Zaldierna, de Posadas, del Rosario, etc.

1. Tílburi, carroza y un nuevo vehículo de motor, asusta caballos, asombro en Ezcaray. 2. Paseo de la estación a fuente ‘de los Estudiantes’, época ferrocarril.

1813. El Ayuntamiento de Ezcaray, presidido por el Alcalde Don Bonifacio Gómez Guinea, da cuenta

de la gravísima situación económica por la que atraviesa Ezcaray, ante la cual autorizan la venta, en pública subasta, de varias fincas pertenecientes al Común, Obras Pías, Cofradías y Capellanías. Seguían debiendo a la Iglesia de Ezcaray 40.292 reales de vellón y 17 maravedíes y cada vez eran mayores los enormes gastos que ocasionaba la Guerra en esta Villa. Entre quienes más aportaban en los Repartimientos a la Contribución de Guerra, en primer lugar era la Real Fábrica de S. M. y las de Don José Vicente de Barrenechea y Don Toribio Gonzalo de Aranjuelo.

1814. Falsas Acusaciones. Todo sigue igual de mal y los ánimos se ofuscan, quedando las voluntades

divididas. Una agrupación de vecinos de Ezcaray, presidida por el Abad y en la que figuraban casi la totalidad de los miembros del Cabildo Eclesiástico, presentaron acusaciones y denuncias ante S. M. el Rey en contra de ciertos oficiales de la localidad, entre los que se encontraban alguno señores de la Justicia, que con el tiempo se supo eran falsas. Por jurar en falso, acusadores y falsos testigos serán severamente castigados y de reincidir faltando a la Religión del juramento, se les enviará a África para cumplir 8 años de presidio.


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1818. Fin de la nobleza, hidalgos, empresarios y grandes familias de Ezcaray. Una vez terminada la guerra de ‘la Independencia’, al regresar a España el nuevo y nefasto rey Fernando VII, en 1814, como ya dije, un grupo de vecinos de Ezcaray y la casi totalidad de los miembros del Cabildo Eclesiástico, dirigidos por su Abad, presentan burdas denuncias y acusaciones contra oficiales de la localidad y señores de la Justicia, acusándoles de ‘colaboracionistas’ con los franceses.

Los acusados, entre otros; Don Lucas Melo y Zaldo, Don Mateo Medel, Don Toribio Gonzalo de Aranxuelo, Alcalde que fue de la Villa de Ezcaray en el año de 1814, Don Agapito María de Texada, Don Juan Antonio Madaria y Don Casimiro Lavarta, sufrieron, malos tratos y prisión largo tiempo hasta finalmente ser condenados a diversas penas. Pero éstos, u otras personas en su nombre, apelaron al Rey, quién ordenó que se abriese una investigación detenida acerca de los hechos alegados contra los acusados y de la probabilidad y conducta de éstos y sus acusadores, después de lo cual, examinados los hechos y las circunstancias que les rodearon, absolvió a los primeros por considerarlos varones beneméritos, cuya actuación se había dirigido a salvar la villa y su vecindario de mayores males, siendo los primeros en los sacrificios que se impusieron por el bien común para poder pagar a los franceses, declaran fuera de Causa a Don Santiago González Herreros, Francisco Aranxuelo, Julián Velilla y al Alguacil Phelipe Pinedo, condenando a los acusadores severamente, pues desterró perpetuamente a todos de Ezcaray, sancionándoles con multas y otras cosas; algunos a trabajar en la obras públicas de Zamora, y a varios, a sufrir prisión en Ceuta. Entre los condenados; Don Fhelipe del Barrio y Gordoa (Cura Beneficiado de la Iglesia parroquial. Representó al Cabildo Eclesiástico de la villa de Ezcaray cuando, en 1810, el Arzobispo de Burgos Don Manuel Cid y Monroy concede licencia para que “presten” al Ayuntamiento 40.292 reales de vellón y 16 maravedíes); Don Melchor Gonzalo del Piso (presbítero); Don Juan de Arteaga (miembro y vocal de la Junta que preside El alcalde y Procurador en 1913); Don Manuel Ángel Salazar (abogado de los Reales Consejos de S.M. en 1808) y Don Vicente de Orduña y Ángel (Alcalde en 1808. En 1810 era Alcalde Don Juan de Orduña). Los primeros fueron condenados con mil ducados cada uno que se aplicarán en resarcir daños y perjuicios. Otros muchos falsos delatores, o sus testigos, fueron condenados con diferentes cantidades, 500, 200, 150 ducados, etc., entre los condenados; Domingo Zavala, Manuel de la Barga; Pedro de la Cámara Pérez; Martín Pedroso (presbítero), Francisco Antonio Salazar, Pedro de la fuente, Pedro Martínez el Hospitalero; Manuel Sobron; José García y Bernardo Mateo, multados con 200 ducados, con aplicación de penas de Camareo y gastos de Xusticia. Condenan a Cayo… con 150 ducados, al presbítero Don Antonio Castro 100 ducados, a Joaquín González 50 ducados, etc. De no poder pagar estas cantidades, dos años de trabajos públicos en los de la Ciudad de Zamora. Las sentencias fueron confirmadas por S. M. Fernando VII.

1. Chuzos bajo el puente. . ‘Ha llegado el otoño’. 2. La naturaleza nos habla. Nuevo paseo del río.

A partir de este momento, nobles apellidos y casi todos los eclesiásticos, que no correspondían por

sus cargos y títulos a sus acciones, desaparecen de la memoria de Ezcaray para siempre, malvendiendo casas y haciendas.


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Muchos de los ex-presidiarios, falsamente acusados, puestos en libertad, tras ganar el segundo juicio, quizás por vergüenza o no tropezarse con las familias y amigos de los ahora condenados, ya que comenzaron a producirse desagradables roces y altercados, prefirieron dejar Ezcaray con el tiempo para reemprender sus vidas en la capital u otros lugares más tranquilos, alejados e ignorantes de tan desagradables sucesos.

Importantes patrimonios y emblemáticas e hidalgas casas se malvendieron. De las treinta personas que en el primer Catastro de Ensenada se declaran en Ezcaray nobles e

hidalgos, tan solo quedó una, que adquirió el palacio de los Barroeta, ordenado construir por el Arzobispo, cuyo complicado escudo de armas aun puede verse en la fachada, con dos leones apoyados en sirenas.

1818. En este año se inicia a gran escala la salida de habitantes de Ezcaray (emigración). Recordemos que al año siguiente, 1819, la ermita de Santa Bárbara es declara en ruinas por el visitador del obispado. Tiempos difíciles. Calmadas las cosas el Ayuntamiento tenía que pagar la deuda contraída con la iglesia, lo que dio lugar a nuevos pleitos y enfrentamientos.

1828. El Cabildo Eclesiástico de Ezcaray recuerda al Iltre. Ayuntamiento que deben entregarles 12.910 reales que deben de diversos empréstitos comprendidos en el Pagaré que se les entregó en el año 1814, así como los réditos que dicho Capital ha debido producir al 3 % desde dicho año.

1-2. Edificio de los tintes, norte. A su derecha Real Fábrica. Foto: A. Soto,

1830. Al Ayuntamiento le informa el Cabildo Eclesiástico. “El Ganado fino (ovejas merinas trashumantes) se encuentra más que en decadencia en total ruina, e igualmente ha ocurrido con los ingresos del Diezmo beneficial, por lo que apenas hay ingresos por la Lana y Corderos. El trabajo de los Beneficiados en la Cura de Almas se aumenta en la misma proporción en que se iban disminuyendo sus Ventas de modo que los Beneficiados pueden asegurar sin exageración que reunidos todos los productos de sus Beneficios, no tienen lo bastante para proporcionarse una frugal y decente sustentación, y mucho más obligados como están a mantener Caballería para el servicio de las Aldeas anejas”. Para resumir, solicitan del Ayuntamiento un socorro anual pecuniario a favor del Cabildo Eclesiástico. El Ayuntamiento Decreta no tienen facultades para acceder a la solicitud de este socorro anual. Ante la respuesta del Ayuntamiento el Cabildo Eclesiástico pide les paguen los 12.910 reales que les deben, al Cabildo y Mesa Capitular, más los intereses o réditos producidos desde el año 1814: en la inteligencia que de no entregarlo en el termino de nueve días, el Cabildo tomará las medidas que se halla autorizado por la Ley. El Ayuntamiento contesta con una nueva negativa y el Cabildo eleva una Instancia a la Corte. La Cancillería de Valladolid firmó sentencia obligando al Concejo y Justicia de la Villa de Ezcaray a devolver dicho Capital. Con lo que todo se cumplió como se había ordenado.


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Guerras Carlistas. Al morir Fernando VII, se inicia una guerra civil entre los partidarios de su hija Isabel (Isabelinos) o “cristianos” y los del hermano del rey, Carlos (Carlistas). Espartero defiende la causa de la reina. La primera guerra dura seis años, entre 1833 y 1839, en la que La Rioja se ve envuelta. La segunda terminó en 1860 y la 3ª entre 1872 y 1876.

1833. Durante las guerras carlistas el General Zumalacárregui, mal provisto de equipo para sus batallones, intentó apoderarse de las existencias de paños almacenados en Ezcaray. Encomendó la primera acción a dos escuadrones de Caballería (Lanceros de Navarra) y un batallón de Infantería (Guías de Navarra), pero fracasó en su intento tras luchar con los lanceros del coronel Amor. En sus idas y venidas se encontró con una hilera de carros y galeras cargadas de paños procedentes de Ezcaray destinados a Valladolid y quedándose con ellos desistió volver a Ezcaray.

El Cura Merino. Célebre guerrillero en la lucha por la Independencia, ahora era un General Carlista. Al frente de un fuerte contingente de tropas, dejando a miles de sus soldados descansando en pueblos cercanos, en Pradoluengo cuatro mil infantes y doscientos caballos, entró en Ezcaray al frente de cinco mil soldados de infantería y considerable caballería, dominando la situación a su antojo llevándose cuanto quiso.

Escudos de armas en la fachada del palacio que mandó construir el Arzobispo Barroeta en Ezcaray.

1834. El Coronel Don Ignacio Alonso Cuevillas intentó llegar a Ezcaray a primeros de julio de 1834, pero en esta ocasión encontró la dura resistencia en su camino del Coronel Juan de Arcos y abandonó.

1837. El Conde de Negrí. Hijo de padres italianos, y paje que había sido de Fernando VII, apenas supo que el hermano del fallecido rey, don Carlos, había alzado su bandera, se sintió atraído por su causa y corrió a ofrecerle sus servicios. Don Carlos, que se veía, a la sazón, asediado por los ejércitos cristianos (isabelinos) de Navarra, encomendó al de Negrí que al mando de una fuerte columna se internase en Castilla para desviar la atención de parte de las fuerzas enemigas, tratando, sin duda, de descongestionar el territorio navarro. El Conde comenzó a maniobrar el día 14 de Marzo de 1837. Famoso General carlista, al mando de 15.000 soldados llegó a Ezcaray el 29 de Marzo. Los 25 soldados del Regimiento de África, única guarnición del pueblo ese día, algunos milicianos y casi toda la gente útil de la villa, se atrincheraron en el incombustible edificio de los ‘tintes’, llamado el Fuerte, de la Real Fábrica de paños, dispuestos a resistir hasta recibir ayuda. Rechazaron cuantas invitaciones de rendición se les hizo, incluyendo la amenaza de incendiar la Real Fábrica y Ezcaray. Resistieron sabedores de que llegaban refuerzos. Para ganar tiempo, dos damas de Ezcaray distinguidas por su porte y nobleza, solicitaron entrevistarse con el conde en petición de clemencia. El General carlista, víctima en esta ocasión de su gallardía, no solamente cedió ante las solicitudes, sino que aceptó la invitación a un banquete en su honor. Con ello ganaron el tiempo necesario para que acudiesen en auxilio de Ezcaray las tropas cristianas del General Espartero. Ante su inminente llegada, los carlistas de Negrí huyeron, cruzando la Demanda cubierta de nieve, hasta llegar en busca de refugio a Quintanar de la Sierra.

No pudo Negrí doblegar a los defensores con ninguna amenaza. A los dos días, el general Rivero al mando de una división aceleraba su marcha hacia Ezcaray y, por el otro lado, Iriarte, con numerosa tropa venía siguiendo al Conde de Negrí, éste, viendo que podía caer entre dos fuegos, levantó apresuradamente el sitio del fuerte y de la villa, cruzando la Demanda a pesar de la nieve.


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Los defensores del Fuerte, uniéndose a los de la división del General Rivero, salieron en persecución de la retaguardia de las tropas carlistas del Conde de Negrí. Consiguiendo una bandera que se conservó durante muchos años en el Ayuntamiento, bandera que desapareció tras un incendio. Se celebraba una fiesta conmemorativa del acontecimiento en el santuario de Nuestra Señora de Allende, seguida de un desfile popular hasta la plaza del Mercado, obsequiando a los niños de las escuelas que habían asistido a la función.

Al pueblo de Ezcaray por el valor demostrado se entregó una bandera que durante muchos años se conservó en su Ayuntamiento.

Ezcaray y la sublevación del General D. Martín Zurbano Nace en Logroño en 1788. Valiente guerrillero y militar que lucha contra los ejércitos de Napoleón y

en defensa de la Constitución de 1812 (El pueblo de Ezcaray jura la Constitución, tras un sermón, el 4 de Abril de 1820). Como jefe de voluntarios lucha más tarde bajo el mando del general Espartero, defendiendo a Isabel, en la primera guerra civil contra los Carlistas. De general se retiró a Logroño, de donde sale en defensa de Espartero, cuando su amigo cae en desgracia, viviendo exiliado en Londres.

Decidido Zurbano a sublevarse, contando con amigos que de varios pueblos y ciudades riojanas se le habían ofrecido, se dirigió a la tejera de Hormilla, cerca de Haro, con sus ayudantes, dos de sus hijos, secretario y varios oficiales de reemplazo el día 11 de Noviembre de 1844 y, cuando al día siguiente vio, desengañado, que nadie había acudido a la cita y lugar convenido, después de mirar con su catalejo en distintas direcciones exclamó: ya vienen. <<Era tan solo un grupo de unos 50 hombres de Ezcaray, únicos que acudieron y no faltaron a su palabra de tantos como estaban comprometidos>>.

Entrada norte al edifico de los tintes de la Real Fábrica, ‘El Fuerte’

Con esta pequeña fuerza marchó en la madrugada del 13 a Nájera, sorprendiendo a las autoridades. Tomó después el camino de la sierra de Cameros, en la que, luego de algunas peripecias y conociendo que se hallaba perdido y rodeado de las fuerzas gubernamentales que le perseguían, aconsejó a todos los que le acompañaban que le abandonaran a su suerte, a lo que se negaron, conmovidos; pero tales fueron las instancias y ruegos del General –que deseaba librarles de toda responsabilidad, agradecido- que aceptaron finalmente, fraccionándose en pequeños grupos para regresar por los bosques de la sierra a sus hogares. El grupo en el que iban sus hijos cae prisionero y sus dos hijos serán fusilados (1844). El general, próximo a la frontera, fue delatado, hecho prisionero y conducido a prisión por las tropas de la reina, por la que, mano a mano con el general Espartero, tanto había luchado contra los carlistas. Nada pudo salvarle, corriendo la misma suerte que sus hijos.

Guarnición militar. De entre los regimientos que durante los periodos de las Guerras Carlistas defendían la ‘Real Fábrica de Ezcaray’, y aún los muchos ganados del valle, tenemos datos concretos de uno de los últimos, el de Valencia, como podemos ver en la biografía del músico y compositor Santiago Lope. La división de la villa en sectores militares, data de aquel periodo. Los campos de las Teñas y Tenorio, en tiempos lugares para tender y secar la lana lavada o teñida, son lugares de entrenamiento para las tropas.


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El Cuartel del Norte lo constituían los edificios de la antigua fábrica de papel, situada llegando de Ojacastro a la entrada de Ezcaray. Cuando los militares se fueron, se montó una fábrica de lanas regeneradas, conocida como los ‘Trapos’, más tarde se instaló en ella la primera cooperativa de butacas de cine, ‘San José’, escuela de formación y madre de todas las demás empresas de butacas. Abandonados los edificios por los cooperativistas, al trasladarse a una nueva y moderna fábrica, fueron vendidos al ‘Venezolano’ y hoy, muy poco a poco, una familia de Santo Domingo está restaurando el conjunto.

De papelera a cuartel, y de fábrica de regeneración de “trapos” a butacas (1). Casa del Ángel (detalle fachada sur) (2).

El Cuartel del Sur se hallaba en otra antigua fábrica textil, al Sur de Ezcaray junto a la orilla

izquierda del río Oja, muy cerca del puente canto.

1. Fábrica de la Unión. De textil a cuartel, para retornar al textil. Un ejemplo de lo que ocurrió en el periodo de guerras.

El edificio sería construido, probablemente durante el periodo de esplendor de la Real Fábrica. En

fechas indeterminadas la adquirió un señor apellidado Hermaechea, para fabricar paños. Al llegar la decadencia del textil en Ezcaray se desmanteló y telares, calderas, etc., fueron a Béjar.

Sobre 1880, se entiende que los militares se han ido de Ezcaray, los señores José y Joaquín de Simón compran el edificio, lo amplían y montan nuevos telares. No tardan mucho en vender la fábrica al belga Julio Golfrell, que le dio el título de ‘La Legalidad’. Cierra sobre el año 1900, comprándola dos años después los Sres. Gandasegui y Robredo, quienes con el nombre de ‘La Unión’, la dedican a fabricación de lana para labores, sustituyendo la antigua rueda de agua por una turbina hidráulica.


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Cierran en 1912. En 1917 la compra don Fortunato Mateo, cuya razón social es ‘Nieto de J. González Rabayoye’, contando con más de cien obreros. Don Fortunato muere en 1933 y su viuda con otro socio continúa trabajando unos años.

1. Primera casa de Ezcaray y fábrica textil, al sur. 2. Última chimenea industrial.

En 1937, en plena Guerra Civil, arrendó el negocio a don José Pueyo Celma, quien la compra en 1944.

Fallece en 1954, continuando el negocio su viuda doña Sabina Cuota Castanera. Gerente de la empresa es don Dionisio Riaño, casado con Julita, hija única de Inés, y junto a su madre, ayudada por sus hijos Ángel y José Antonio, regentan el conocido Hotel Inés. Inés hacía las mejores morcillas que he comido en mi vida, hoy disfruto con la de Angelita, ‘Fani’, que son parecidas y buenísimas.

1. Jesús Cereceda, Justa Solanas, Ceferino Soto, Mari Carmen y Enrique, disfrutando de Sta. Bárbara. Jesús, izquierda, entre otros, al cerrar la ‘Unión’, se ve obligado a dejar Ezcaray, como sus hijos hicieron antes en busca de un trabajo digno, una pena perder familias como esta.

Con el tiempo la ‘Unión’ se vio obligada a cerrar. Hoy es un bloque de pisos para turistas, nombre que

ha venido a sustituir al de ‘veraneantes’, con la ventaja de que los ‘turistas’ no limitan sus visitas al periodo de verano.

Para entonces, las merinas, sus corderitos y ‘carneros’ pueden viajar en tren. Pero la ganadería

trashumante era tan solo la sombra de lo que un día fue.


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El Cuartel del Este. Lo establecen en el barrio de las Teñas, junto al edificio del Fuerte. Hacen la instrucción en el campo de hierba de las Teñas.

1. Edificio de los ‘tintes’, o ‘el Fuerte’, con las chimeneas de sus calderas. 2. A la izquierda Hospital Civil, en el centro el militar y a la derecha la venta. No existe el precioso paseo de castaños, o ‘del Saúco’, ni la fuente con este nombre.

1841. Ezcaray cuenta con 716 vecinos, entrando 153 jóvenes en quintas este año, pero realmente son los nacidos en cinco años.

1845. Cierra definitivamente la Real Fábrica. 1850. Se precipita la decadencia de la industria textil de Ezcaray y buena parte de sus telares y

maquinaria se traslada a Béjar. De aquellos años de esplendor, queda tan solo una acreditada empresa textil, Hijos de Cecilio Valgañón, visita obligada para cuantos lleguen a Ezcaray. Un lujo a su alcance.

El Cuartel del Oeste. Lo establecen entre la antigua Venta, más tarde fonda de Emilio Onaindía, para terminar como Hotel Marichu, junto a los hospitales Militar y Civil.

1799. Don Matías de Sagastía Castro, deja en testamento otorgado el 5 de diciembre de 1799, 15.000 reales de vellón al Hospital de Ezcaray para que con sus réditos se atienda a la curación de los pobres y enfermos de la villa.

De una venta a fonda de Emilio Onaindía, terminando en Hotel Marichu, inicio del paseo del Saúco. Hoy bloque de apartamentos, con una excelente clínica dental, dirigida por David. A su lado un ‘chino’. La señora dio a luz este año el primer niño de Ezcaray con padres, abuelos y bisabuelos chinos. De otros países del mundo ya los tenemos y asi el nuevo Ezcaray es multirracial.

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