11

Click here to load reader

Flotas comercio galeon_manila

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Flotas comercio galeon_manila

1

EL SISTEMA DE FLOTAS, COMERCIO Y EL GALEÓN DE MANILA

Dpto. Historia y vínculos Institucionales

Centro de Estudios Superiores Navales.

INTRODUCCIÓN

Desde los primeros años de la exploración y conquista de América empezaron a circular

historias acerca de las enormes riquezas del Nuevo Mundo y esas historias despertaron las

codicias de otros monarcas europeos y de un sinnúmero de aventureros siempre listos para

arrebatar una parte de esos caudales a los españoles. Por esta causa la corona española

estableció un sistema de navegación y comercio muy restringido que tuvo características muy

especiales. Para el comercio con América la Corona impuso un sistema de flotas y ciertos

puertos como los puntos de llegada y arribo. Asimismo, no abandono la idea de encontrar una

ruta marítima para comerciar con Asia. Tras varios intentos, se encontró esa ansiada ruta a

través de los puertos de Acapulco y Filipinas como enclaves del comercio entre Oriente y

Occidente.

COMERCIO Y EL SISTEMA DE FLOTAS

Para el comercio con América la Corona española autorizó un solo puerto en la península

ibérica, el de Sevilla. La elección fue muy acertada, al menos en principio, ya que se trataba

de un puerto interior al que sólo se podía llegar después de navegar un buen trecho del río

Guadalviquir y que, por lo mismo, estaba bien resguardado para evitar ataques extranjeros.

Sevilla tenía además la ventaja de ser el centro político y administrativo de una de las

regiones más ricas de España y aún, cuando no ofrecía muchas ventajas para la reparación

y mantenimiento de los barcos, era un sitio en el que se podía encontrar todo lo necesario

para el comercio trasatlántico.

Para regular el comercio se estableció una casa de contratación en Sevilla. Esta

institución autorizaba la entrada y salida de barcos y pasajeros de Indias; supervisaba la

carga y descarga de mercancías; llevaba un registro detallado de todos los metales

preciosos que llegaban de América; expedía licencias a pilotos de barcos y con el tiempo

terminó por establecer una escuela de navegación para capacitar al personal naval.

Page 2: Flotas comercio galeon_manila

2

La Casa de Contratación se ocupaba también de disputas judiciales, pues intervenía

tanto en causas civiles como criminales. Sin embargo, en 1543 la Corona aprobó la creación

de un consulado de comerciantes de Sevilla y, desde entonces, este Tribunal tomó bajo su

cargo las causas civiles.

La corona española otorgó a los comerciantes de Sevilla el privilegio exclusivo de

comerciar con América, de modo que ellos fueron los únicos autorizados para cargar

mercancías a las Indias. En un principio sólo cargaban productos de Andalucía. Con el

tiempo empezaron a mandar artículos de países extranjeros. Los cargadores de Sevilla no

tuvieron que preocuparse por surtir el mercado americano con manufacturas propias de su

región o país ya que, en vista del privilegio de que gozaban, sus ganancias dependían de las

comisiones que recibían al tomar en consignación y cargar a su nombre las mercancías, sin

que importara su procedencia. A la larga esta situación tuvo un efecto negativo ya que el

porcentaje de las manufacturas extranjeras fue aumentando cada vez más en el comercio

trasatlántico y para principios del siglo XVII, los comerciantes de Sevilla ya casi se habían

convertido en comisionistas de casas comerciales extranjeras que tenían sucursales en

Cádiz.

Como la travesía del Atlántico estaba llena de contratiempos, la Corona empezó

desde muy temprano a tomar medidas para proteger las naves que comerciaban con

América. En 1526 Carlos V ordenó que el comercio con las Indias no se realizara en naves

sueltas, sino en convoy. Unos cuantos años después pidió que los convoyes de comercio

viajaran acompañados por barcos de guerra, y finalmente, en 1543, los propios

comerciantes de Sevilla pidieron al emperador que organizara dos flotas para el comercio de

América.

La organización de las flotas no fue rápida para España. Pero el sistema quedó al fin

completamente establecido en 1564. Cada año salían de Sevilla dos flotas: una destinada a

Veracruz y otra a tierra firme, es decir, a las tierras continentales al sur del Caribe. La

primera debía partir de San Lúcar de Barrameda en el mes de mayo y llegar tres meses

después a Veracruz, lugar donde se celebraba una feria a la que acudían a comprar las

mercancías los comerciantes de México. La flota de Tierra Firme debía salir de San Lúcar en

agosto y dirigirse al sur rumbo a Cartagena, que era un puerto resguardado. Como el

destino final de las mercancías de esta flota era Lima, los barcos pasaban a descargarlas en

el istmo de Panamá en un lugar llamado Nombre de Dios (o Portobelo desde 1598) y desde

ahí pasaban en balsas y mulas hasta la Ciudad de Panamá, en la Costa del Pacífico. En una

feria que ahí se celebraba, los comerciantes de Lima intercambiaban la plata que

previamente habían traído de Perú por las mercancías de la flota y después embarcaban

Page 3: Flotas comercio galeon_manila

3

estas para llevarlas a su destino último en Lima. Pasados varios meses, tanto una flota como

la otra se dirigían a la Habana y ahí ambas se preparaban para regresar juntas a España en

la primavera.

El sistema de flotas fue diseñado con la idea de lograr una rotación cada catorce o

quince meses. Eso significaba que el viaje de una se traslapaba con el de la siguiente. La

navegación de Sevilla a Veracruz era de unos 6,000 kilómetros y se hacía en tres meses. La

de Veracruz a Sevilla, en cambio era mucho más larga y requería como cuatro o cinco

meses. Para salir del Caribe los barcos debían navegar lo más al norte posible, tratando de

evitar los vientos alisios, hasta encontrar un viento occidental que los impulsara por el

Atlántico hasta el rumbo de las Azores, para de ahí, pasar a Cádiz. La distancia que

recorrían los barcos entre Cádiz y Perú era de unos 12,000 kilómetros de ida y 16,000 de

regreso. En condiciones óptimas el viaje redondo podía hacerse en un año y medio, pero

casi siempre el clima y las circunstancias contribuían a que se alargara y no era raro que

llegara a tomar hasta tres o cuatro años.

El sistema de flotas permitía que grandes convoyes, a veces hasta de sesenta navíos,

cruzaran el Atlántico con seguridad; sin embargo, era muy costoso e ineficiente, pues el

intercambio comercial se efectuaba solo una vez al año. Por esta causa, las mercancías

europeas en América siempre eran escasas y los precios muy altos, más aún si agregaban

impuestos.

En Nueva España el único puerto autorizado para comerciar con Sevilla era Veracruz.

Este puerto primero estuvo en la boca del río de la Antigua, pero como la barra del río

dificultaba las maniobras de los barcos, los más grandes casi siempre preferían anclar en el

arrecife de San Juan de Ulúa, lo que complicaba mucho las operaciones de carga y descarga

de las mercancías ya que tenían que ser llevadas en lanchas hasta la aduana de Veracruz de

tal forma que estas maniobras eran muy lentas. A pesar de ello no se hizo ningún cambio

hasta 1600, cuando la ciudad fue trasladada a su lugar actual frente de San Juan de Ulúa. El

nuevo Puerto de Veracruz tampoco ofrecía mucha seguridad a los barcos. Ubicado en un

sitio muy expuesto a huracanes y nortes ya que cuando estos soplaban las naves corrían el

riesgo de estrellarse contra el arrecife. Las autoridades españolas no se estaban interesadas

en mejorar las condiciones del puerto porque consideraban que el destino final de la carrera

de Indias no era ése, sino la ciudad de México1.

1 En Nueva España el comercio del Atlántico creció mucho a partir de 1550, cuando se empezaron a explotar las minas de Zacatecas y Guanajuato, y más aún cuando se introdujo el método de patio para la amalgamación de la plata en las minas que revolucionó a la minería pues permitió revolucionar al mineral de más baja ley. Las exportaciones de plata

Page 4: Flotas comercio galeon_manila

4

El sistema de flotas fue el mecanismo como operó el monopolio comercial español en

América y constituye la esencia de la denominada carrera de Indias que englobaba todo el comercio

y navegación de España con sus colonias. Se configuraron en 1561 y subsistieron hasta 1778, año

en que se suprimieron definitivamente. A la desaparición del sistema de flotas, la monarquía

española intentó mantener el monopolio comercial con el llamado Reglamento de Libre Comercio,

que nació también con más de un siglo de retraso, y que fue incapaz de hacer frente a la realidad

comercial americana motivada por la presencia de artículos procedentes de la revolución industrial.

Las flotas murieron tarde y la reglamentación que las sustituyó fue también anacrónica, lo que

acentuó el descontento general de los criollos y fue el preludio de la independencia.

Como todo cuanto se inventó en América, el sistema de flotas fue resultado de un proceso

experimental a lo largo de muchos años. La necesidad de defender los mercados españoles que

iban o venían de Indias se evidenció ya en 1522, cuando Juan Florin, corsario italiano al servicio de

Francia, se apoderó de dos de las tres naves que Cortés enviaba a España con los tesoros aztecas.

Se recomendó que a partir de entonces los buques procurasen viajar reunidos para defenderse

mejor de un posible ataque.

La advertencia sirvió de poco, dada la tendencia española a hacer caso omiso a las prédicas

gubernamentales, y en 1543 se ordenó que los mercantes que hacían la Carrera de las Indias

fueran siempre juntos, reunidos en dos flotas, que saldrían de España, siempre escoltados por un

buque de guerra, armado. Cada una de dichas flotas tendría al menos 10 bajeles de 100 o más

toneladas. Una vez en el Caribe cada mercante marcharía a su puerto respectivo, mientras que el

buque de guerra se dedicaría a perseguir a los piratas, tomando La Habana como base.

En 1552 hubo un intento por suprimir la custodia de los buques de guerra y se ordenó que

cada mercante fuese armado para poder repeler la agresión corsaria. Al mismo tiempo se crearon

dos agrupaciones navales para defender el tráfico marítimo. Una tenía su base en Sevilla y

defendería la zona de recalada; la otra, en Santo Domingo y atendería a la defensa del Caribe. Al

año siguiente se volvió a la idea de las flotas, asignándose cuatro buques de guerra a cada una de

ellas. Una vez en el Caribe uno de ellos acompañaría a los mercantes destinados a tierra firme, otro

a los que iban a Santo Domingo, y los dos restantes custodiarían la flota que iba a México.

Resultaba así que por primera vez en la Historia, la Armada se ponía al servicio de los intereses

comerciales. El asunto es explicable por cuanto el Rey era el propietario de la mayor parte del

tesoro que se transportaba en el tornaviaje, y el beneficiario, a través de los impuestos, de los

artículos que se llevaban. No en vano el comercio indiano era la parte sustancial de la llamada Real

Hacienda.

novohispana pasaron de un poco más de una tonelada en 1530 a 943 toneladas en la de 1560. En los años siguientes el valor del comercio de la flota de Veracruz siguió creciendo hasta alcanzar su nivel más alto entre 1580 y 1620.

Page 5: Flotas comercio galeon_manila

5

Cada una de las flotas debía llevar un Capitán General y un Almirante (éste de menor rango

que el anterior), además de un Gobernador del tercio de Infantería, fuerza que constituyó el origen

de la posterior Infantería de Marina. Los barcos mercantes tenían que ir artillados y provistos de

armamento para el caso de un encuentro con el enemigo. El coste de custodiar los mercantes con

buques de guerra se gravaba a la mercancía transportada mediante un impuesto denominado

avería que se prorrateaba sobre el valor de los productos. De aquí que tuviera niveles variables

según el valor de las mercancías.

En períodos bélicos había que aumentar la defensa naval y el impuesto era mayor. Esta

situación fue una constante para España y trajo muchos problemas a los comerciantes. Desde 1660

la Corona impuso a los comerciantes un canon fijo de 790.000 ducados en concepto de tal avería.

La razón de designar buques de la Armada para proteger a los mercantes, responde a que

éstos últimos llevaban el cargamento más valioso para los españoles: grandes remesas de plata de

las minas de la Nueva España y del Perú. Pero su rentabilidad se volvió contra la potencia que lo

controlaba, pues además de los riegos que representaba la navegación atlántica por los fenómenos

naturales, surgió el de la piratería, que cayó rápidamente sobre los barcos peninsulares. España se

decidió entonces a organizar bien el sistema. Una de sus preocupaciones fundamentales fue el

tornaviaje o regreso de los barcos mercantes que traían la plata, sin embargo, el viaje de ida

también fue aprovechado por la serie de productos que demandaban los pobladores de América,

que resulto un negocio lucrativo ya que la demanda indiana se centró en artículos de lujo, que

fueron gravados fuertemente. Se configuró así un circuito comercial completo, de ida y vuelta, que

consistía en llevar a América las manufacturas extranjeras y algunos productos alimenticios usados

en la dieta urbana (vino, aceite, pasas, etc.) y traer de ellas la plata. Artículos suntuarios por

numerario, en definitiva, y todo bajo el estricto control de la Corona, que tomaba a su cuidado la

protección de dichos envíos. Apenas tres años después del descubrimiento de las minas de

Guanajuato se reglamentó el sistema de las flotas.

LA ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA DE FLOTAS

La organización de este sistema contempló a los buques de guerra y los mercantes. Los primeros

formaban la Armada de Guardia y eran respectivamente la Capitana, donde embarcaba el General,

y la Almiranta, donde iba el Almirante. Cada uno de ellos tenía que llevar 100 marineros y 100

mosquetes (orden de 1581). En 1564 se ordenó que ambas naves tuvieran un porte de al menos

300 toneladas y estuvieran armadas con ocho cañones de bronce, cuatro de hierro y veinticuatro

piezas menores. Durante el siglo XVII fue frecuente que la flota llevara sólo el acompañamiento de

estos dos únicos buques de guerra, mientras que los galeones acostumbraban a ir custodiados por

ocho, aunque tampoco esto fue muy rígido.

Page 6: Flotas comercio galeon_manila

6

En toda embarcación de guerra había un capitán de mar y otro de guerra y debía haber

dotaciones de armamentos e infantería. Tenían prohibido llevar mercancías, a menos que se tratase

de cargamentos rescatados de bajeles perdidos, pero la realidad es que iban repletos de

contrabando y algunas veces no pudieron maniobrar con rapidez frente al enemigo precisamente

por el peso que llevaban en las bodegas. Los pasajeros que viajaban en las flotas solían ir a bordo

de estos buques, que ofrecían mejores condiciones de comodidad que los mercantes.

Respecto a los buques mercantes debían ser nuevos (menos de dos años de botados) y con

más de 300 toneladas (en el siglo XVI tuvieron usualmente 400 toneladas de arqueo). En 1587 se

reglamentó que no se admitiera ninguno de menos porte, pero la normativa fue ampliamente

violada. Hay que tener en cuenta que los navíos debían subir a su regreso por el río Guadalquivir

hasta Sevilla, remontando la barra de San Lúcar de Barrameda, y esto imponía de por sí una

limitación de tonelaje. Por otra parte, no era fácil conseguir buques nuevos y fue frecuente emplear

los viejos en un par de viajes, al cabo de los cuales eran desguazados en América. Cada mercante

debía llevar dos piezas de artillería de bronce -según orden de 1605- que devolvía al regreso.

Los buques de la carrera de Indias se construían por lo regular en el Cantábrico o en los astilleros

americanos de Cuba, Panamá o Veracruz. Durante la segunda mitad del siglo XVII era americana la

tercera parte de los que hacían la Carrera de las Indias. No se admitían embarcaciones construidas

en el extranjero, salvo excepciones, que siempre las hubo. La flota se complementaba con los

llamados navíos de aviso, que eran unas embarcaciones muy ligeras, de menos de 60 toneladas,

encargadas de llevar a América la noticia de que la flota estaba a punto de salir, para que se

preparará toda la negociación.

EL COMERCIO DE FILIPINAS: LA CONEXIÓN EUROPA-AMERICA-ASIA-OCEANÍA

Con el ascenso de Felipe II al trono de España en 1557 la situación en el Pacífico cambió

radicalmente. El nuevo monarca retomó el antiguo proyecto de buscar una ruta para el comercio de

especies y en 1559 pidió al virrey Luis de Velasco que le ayudara a preparar una expedición a Asia.

Velasco se hizo cargo en Nueva España de los pormenores de esta expedición, aunque no pudo ver

salir las naves porque murió poco antes de que zarparan del puerto de Navidad en 1564. La

expedición iba al mando de Miguel López de Legaspi y llevaba instrucciones para fijar un

establecimiento español en Filipinas.

Legaspi sabía que el éxito de la empresa dependía de que se encontrara una ruta de regreso

a la Nueva España, es decir, encontrar un camino que uniera a ambos continente. Un año después,

Page 7: Flotas comercio galeon_manila

7

en 1565 Andrés de Urdaneta descubrió el tornaviaje, una nueva ruta por el norte 2 que escapaba de

los temibles alisios. Este descubrimiento permitió la existencia de una comunicación regular entre

Filipinas y la Nueva España3. El 24 de junio de 1571 Miguel López de Legazpi funda la ciudad-puerto

de Manila que va a cumplir un papel esencial como punto de intercambio de mercancías entre

Occidente y Oriente.

La navegación de Nueva España a las Filipinas requería alrededor de tres meses, pero el

tornaviaje fue mucho más complicado ya que tomó de cuatro a siete meses. Las naves debían salir

de las Filipinas en dirección al noroeste y luchar varias semanas con vientos contrarios hasta

alcanzar los 35 o 40 grados de latitud y, más o menos a la altura de Japón, en una zona de tifones,

encontrar los vientos alisios que podían impulsar a las naves a través del Pacífico hasta la costa de

California, para virar al sur rumbo a Nueva España.

El tornaviaje era mucho más peligroso que la venida, pues aparte del riesgo de huracanes y

temporales estaba el peligro de la piratería, que aumentaba en consonancia con el valor de la carga

que se transportaba; el tesoro real (plata procedente de impuestos: y tributos cobrados) y las

remesas de los comerciantes.

La plata llegó a representar entre el 85 por 100 y el 95 por 100 de los cargamentos

novohispanos a la Península hasta que se produjo la contracción de tales envíos a partir de la

segunda década del siglo XVII. La ruta de regreso terminaba además en un embudo, que era la

boca del río Guadalviquir que era la ruta más accesible.

Cuando todo estaba listo se hacía aguada, se cargaban los víveres para la travesía y se daba la

orden de partida. Los buques volvían a colocarse en posición de travesía. No se enviaba ningún

navío de aviso a la península, para no alertar a los piratas. En la metrópoli no se sabía nunca la

fecha de regreso de las flotas. La primera noticia de su arribo era verlas llegar a San Lúcar.

Desde La Habana se dirigían al Canal de la Bahama, siempre amenazante. Era la vieja ruta del

piloto Alaminos entre Cuba y La Florida. En su fondo yacían multitud de galeones cuyos

hundimientos se contaban siempre por la marinería. Pasando el Canal se enrumbaba hacia Europa.

El peligro corsario y pirata aumentaba al llegar a las Azores.

A veces se enviaban buques de guerra de refuerzo a estas islas, para esperar la llegada de

las flotas. Desde las Azores se dirigían a Portugal. No era rara una recalada en el Algarve para

descargar el contrabando. Finalmente se alcanzaba el suroeste español y por último a San Lúcar,

desde donde los galeones comenzaban a remontar con dificultad el Guadalquivir para llegar al

2 Urdaneta prefirió seguir más al norte hacia la isla de Luzón, que le interesó por su cercanía a China. 3 Manila 1571-1898. Occidente en Oriente. Ministerio de Fomento. Madrid, 1998. p.50.

Page 8: Flotas comercio galeon_manila

8

puerto fluvial de Sevilla, ciudad que tuvo el monopolio comercial de Indias hasta entrado el siglo

XVIII ya que la Corona tuvo siempre miedo de que se perdiera plata americana si se abrían otros

puertos peninsulares a la Carrera de las Indias y además le resultaba más cómodo controlar ésta

desde un solo terminal, motivos por los cuales favoreció los intereses de la ciudad andaluza, que se

convirtió gracias a las flotas en una de las más importantes de Europa.

EL GALEÓN DE MANILA

El Galeón de Manila fue la prolongación en el Pacífico de la Flota de la Nueva España, con la

que estaba interrelacionado. La conquista y colonización de Filipinas y el posterior descubrimiento

de la ruta marítima que conectaba dicho archipiélago con América (efectuado por Urdaneta

siguiendo la corriente del Kuro Shivo) permitieron realizar el viejo sueño colombino de conectar con

el mundo asiático para realizar un comercio lucrativo. Este intercambio resultó tan exitoso que en

1573 salió de Manila, rumbo a Acapulco, el primer galeón cargado con sedas chinas y 20,000 piezas

de porcelana. Este fue el origen del famoso Galeón de Manila también conocida como la Nao de

China, y el inicio de una relación comercial duradera entre una sociedad que producía seda en

abundancia y otra en la que se extraían grandes cantidades de plata.

Este comercio fue muy redituable por dos razones: por un lado, en China la plata era muy

escasa y su valor más alto que en Nueva España y, por otro, en China la seda era abundante y su

costo tan bajo que su venta en Nueva España generaba grandes utilidades. De esta forma, los

españoles cumplieron al fin su deseo de encontrar una ruta propia para el comercio con Asia,

estableciendo a través del pacífico una nueva ruta de la seda. En la actualidad, cuando se habla del

comercio de las Filipinas, es común referirse al galeón o la nao de Manila porque en el siglo XVIII

únicamente llegaba a Acapulco un navío. Sin embargo, en los siglos XVI y XVII las naves eran más

pequeñas y no tenían capacidad para transportar tanta carga, por lo que se acostumbraba mandar

dos galeones juntos, con la ventaja de que se podían ayudar en la navegación. Cuando se

reglamentó el comercio con Filipinas en 1593, el decreto especificaba que los comerciantes de

Manila podían enviar a Acapulco cada año dos galeones de 300 toneladas con mercancías cuyo

valor no pasara de 250,000 pesos y llevar como retorno a Manila no más de 500, 000, pesos de

plata. Sin embargo, los límites de plata y tonelaje fijados en este decreto casi nunca se respetaron.

El Galeón de Manila fue en realidad esto, un galeón de unas 500 a 1.500 toneladas. Su

primer viaje se realizó el año 1565 y el último en 1821, cuando fue incautado por Agustín de

Iturbide. La embarcación se construía usualmente en Filipinas (Bagatao) o en México (Autlán,

Jalisco). Iba mandada por el comandante o general y llevaba una dotación de soldados. La ruta era

larga y compleja. Desde Acapulco ponía rumbo al sur y navegaba entre los paralelos 10 y 11, subía

luego hacia el oeste y seguía entre los 13 y 14 hasta las Islas Marianas, de aquí a Cavite, en

Filipinas. En total cubría 2.200 leguas a lo largo de 50 a 60 días.

Page 9: Flotas comercio galeon_manila

9

El tornaviaje se hacía rumbo al Japón, para tomar la corriente del Kuro Shivo, pero en el

año 1596 los japoneses capturaron dicho galeón y se aconsejó un cambio de itinerario. Partía

entonces al sureste hasta los 11 grados, subiendo luego a los 22 y de allí a los 17. Arribaba a

América a la altura del cabo Mendocino, desde donde bajaba costeando hasta Acapulco.

Lo peligroso de la ruta aconsejaba salir de Manila en julio, si bien podía demorarse hasta

agosto. Después de este mes era imposible realizar la travesía, que había que postergar durante un

año. El tornaviaje demoraba de cuatro a siete meses y por ello el arribo a Acapulco se efectuaba en

diciembre o enero. Aunque se intentó sostener una periodicidad anual, fue imposible de lograr.

El éxito del Galeón de Manila era la plata mexicana, que tenía un precio muy alto en Asia, ya que

era más escasa que en Europa. Esto permitía comprar con ella casi todos los artículos suntuosos

fabricados en Asia, a un precio muy barato y venderlos luego en América y en Europa con un gran

margen de ganancia (del 300 en vez del 100). Las terminales de Manila y Acapulco constituyeron

en su tiempo los emporios comerciales de los artículos exóticos y sus ferias fueron más pintorescas

que ninguna. Mediante barcos como El Galeón de Manila o Nao de China, la “Santísima Trinidad” y

“Nuestra Señora de Covadonga” se enlazaron Acapulco y Manila, y en ellos se transportó desde

plata mexicana hasta sedas bordadas, marfil, ricos metales (como los que trajeron para el coro de

la catedral de México), muebles y biombos chinescos, vajillas y porcelanas, y un sinfín de

mercaderías que poco a poco permearon la vida cotidiana del México colonial. El puerto de Acapulco

cobró importancia creciente a partir de 1565 cuando el agustino Andrés de Urdaneta descubrió el

tornaviaje o viaje de regreso a Filipinas.

La llegada del Galeón de Manila o Nao de China, constituía todo un acontecimiento que

daba además una nueva vida a Acapulco. La bahía adquiría entonces una riqueza descomunal

basada en su estratégica ubicación comercial. Desde el Perú, Guayaquil y otros lugares llegaban a

comerciar oro, plata y cacao con los tesoros de Oriente. La llegada del galeón de Manila a Acapulco

era un acontecimiento relevante que abría la feria y transformaba a la tranquila población de

Acapulco en una ciudad bulliciosa y animada. Asienta Humboldt al respecto:

“luego que llega a México la noticia de haberse avistado el Galeón en las costas

se cubren de gente los caminos de Chilpancingo y Acapulco y los comerciantes

se dan prisa para ser los primeros a tratar con los sobrecargos que llegan de

Manila. Ordinariamente se reúnen algunas casas poderosas de México para

comprar todos los géneros juntos…Esta compra se hace casi sin abrir los bultos,

y aunque en Acapulco acusan a los comerciantes de Manila de lo que llaman

trampas de la China, es menester confesar que este comercio entre dos países,

tres mil leguas distantes uno de otro, se hace con bastante buena fe; y tal vez

Page 10: Flotas comercio galeon_manila

10

aun con más honradez que algunas naciones de la Europa civilizada, que nunca

han tenido la menor relación con los comerciantes chinos”.

En Manila se cargaban bellísimos marfiles y piedras preciosas hindúes, sedas y porcelanas

chinas, sándalo de Timor, clavo de las Molucas, canela de Ceilán, alcanfor de Borneo, jengibre de

Malabar, damascos, lacas, tibores, tapices, perfumes, etcétera. La feria de Acapulco se reglamentó

en 1579 y duraba un mes por lo regular. En ella se vendían los géneros orientales y se cargaba

cacao, vainilla, tintes, zarzaparrilla, cueros y, sobre todo, la plata mexicana que hacía posible todo

aquel milagro comercial.

La mercancía introducida en América por el Galeón de Manila terminó con la producción

mexicana de seda y estuvo a punto de dislocar el circuito comercial del Pacífico. La refinadísima

sociedad peruana demandó pronto las sedas, perfumes y porcelanas chinas, ofreciendo comprarlas

con plata potosina y los comerciantes limeños decidieron librar una batalla para hacerse con el

negocio. A partir de 1581 enviaron directamente buques hacia Filipinas. Se alarmaron entonces los

comerciantes sevillanos, que temieron una fuga de plata peruana al Oriente y en 1587 la Corona

prohibió esta relación comercial directa con Asia. Quedó entonces el recurso de hacerla a través de

Acapulco, pero también esto se frustró, pues los negociantes sevillanos lograron que en 1591 la

Corona prohibiera el comercio entre ambos.

Naturalmente los circuitos comerciales no se destruyen a base de prohibiciones y el negocio

siguió, pero por vía ilícita. A fines del siglo XVI México y Perú intercambiaban casi tres millones de

pesos anuales y a principios de la centuria siguiente el Cabildo de la capital mexicana calculaba que

salían de Acapulco para Filipinas casi cinco millones de pesos, parte de los cuales venían del Perú.

Esto volvió a poner en guardia a los defensores del monopolio sevillano, que lograron imponer

restricciones al comercio con Filipinas. A partir de entonces se estipuló que las importaciones chinas

no excediesen los 250.000 pesos anuales y los pagos en plata efectuados en Manila fuesen

inferiores a medio millón de pesos por año. Todo esto fueron incentivos para el contrabando, que

siguió aumentando. En 1631 y 1634 la monarquía reiteró la prohibición de 1591 de traficar entre

México y Perú, cosa que por lo visto habían olvidado todos. Hubo entonces que recurrir a utilizar los

puertos intermedios del litoral pacífico, como los centroamericanos de Acajutia y Realejo, desde

donde se surtía cacao de Soconusco a Acapulco, de brea al Perú y de mulas (de la Cholulteca

hondureña), zarzaparrilla, añil, vainilla y tintes a Panamá, lo que encubría en realidad el tráfico

ilegal entre los dos virreinatos.

En 1565, la hazaña marítima de los Legazpi y de Urdaneta había vencido los peligros de la ruta

comercial más larga en la historia de la navegación: esa ruta por fin había unido a Occidente con

Oriente. Así se iniciaron los viajes del “Galeón de Manila o Nao de China”. Durante más de dos siglos y

medio, las embarcaciones que salían de la Nueva España surcaron el Pacífico realizando el sueño

Page 11: Flotas comercio galeon_manila

11

europeo de comunicarse por mar con las fantásticas tierras de Oriente. El rico tránsito por el Pacífico

atrajo a otros países que a toda costa deseaban participar de esa riqueza, y se originó con ello la edad

de oro de la piratería de ingleses, franceses y holandeses. Durante la Independencia de la Nueva

España el puerto de Acapulco dejó de ser el enlace con Oriente. Brevemente ese comercio se mudó al

puerto de San Blas, pero hacia 1815 cesó el tráfico marítimo y término toda una época de la vida de

México. La nao de Acapulco fue suprimida en ese año y fue el Magallanes el último galeón que salió de

Acapulco para Manila. Una travesía que no habría de tener un tornaviaje. El comercio con las Filipinas,

junto con el estableciendo de la línea de navegación resultante, fue la consecuencia de unir los dos

ciclos, atlántico y pacífico, con lo que el imperio español había abierto un nuevo ámbito económico

apoyado en las costas mexicanas.

BIBLIOGRAFIA:

1. Castro y Bravo, Federico de, Las naos españolas en la carrera de las Indias. Armadas y

flotas en la segunda mitad del siglo XVI, Madrid, 1927.

2. Fernández Duro, Cesáreo, La Armada española desde la unión de los Reinos de Castilla y

Aragón, Madrid, 1972- 723.

3. Haring, Clarence H., El comercio y la navegación entre España y las Indias en la época de

los Habsburgos, México, 1939.

4. Lorenzo Sanz, Eufemio, Comercio de España con América en la época de Felipe 11,

Valladolid, 1979-89, 2 vols.

5. Manila 1571-1898. Occidente en Oriente. Ministerio de Fomento. Madrid, España. 1998.

6. Moreira Paz-Soldán, Manuel, Estudios sobre el tráfico marítimo en la época colonial, Lima,

1944.

7. Pérez-Mallaína Buenos, Pablo Emilio, Política naval española en el Atlántico, 1700-1715,

Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1982.

8. Sudo Shimamura, Takako, Navegación y Comercio en Nueva España. Siglos XVI y XVII.

9. Walker, Geoffrey J., Política española y comercio colonial, 1700-1789, Barcelona, Ariel,

1979