1
Fragmento del texto “Un breve verano” de Anderssen Banchero, 1967.Ediciones de La Banda Oriental 2013- Uruguay, página 127. SEGUNDA PARTE I Aquella fue una temprana primavera. A lo largo de la calle había un hálito de sombras inmóviles. Había el olor de la penumbra paciente del invierno, porque detrás de las celosías las ventanas estaban abiertas y las puertas estaban entornadas. Era como si el mundo se oreara en el viento verde, en el que temblaban las hojas transparentes. En la casa el rumor de la calle resonaba entre las paredes como el ruido del mar en un caracol. … Leonor se encontraba vacía, ante los días que morían en la ventana. Y un día, un anochecer, volvió a llover. Las primeras gotas calientes cayeron palpando afanosamente el suelo y pronto el agua se hizo torrencial, furiosa. Fue nada más que un chaparrón, sin embargo pareció lavar del aire la luz del día. Cuando escampó ya había oscurecido, las ramas polvorientas se sacudían en las sombras. Había sido un día pesado, caluroso, que no correspondía a la estación. Y llovió nuevamente, como si el aguacero se hubiera detenido nada más que para dejar que se estableciera la noche…” Fragmento del texto “Un breve verano” de Anderssen Banchero, 1967.Ediciones de La Banda Oriental 2013- Uruguay, página 127. SEGUNDA PARTE I “Aquella fue una temprana primavera. A lo largo de la calle había un hálito de sombras inmóviles. Había el olor de la penumbra paciente del invierno, porque detrás de las celosías las ventanas estaban abiertas y las puertas estaban entornadas. Era como si el mundo se oreara en el viento verde, en el que temblaban las hojas transparentes. En la casa el rumor de la calle resonaba entre las paredes como el ruido del mar en un caracol. … Leonor se encontraba vacía, ante los días que morían en la ventana. Y un día, un anochecer, volvió a llover. Las primeras gotas calientes cayeron palpando afanosamente el suelo y pronto el agua se hizo torrencial, furiosa. Fue nada más que un chaparrón, sin embargo pareció lavar del aire la luz del día. Cuando escampó ya había oscurecido, las ramas polvorientas se sacudían en las sombras. Había sido un día pesado, caluroso, que no correspondía a la estación. Y llovió nuevamente, como si el aguacero se hubiera detenido nada más que para dejar que se estableciera la noche…”

Fragmento del texto

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Fragmento del texto

Fragmento del texto “Un breve verano” de Anderssen Banchero, 1967.Ediciones de La Banda

Oriental 2013- Uruguay, página 127.

SEGUNDA PARTE

I

“Aquella fue una temprana primavera. A lo largo de la calle había un hálito de sombras

inmóviles. Había el olor de la penumbra paciente del invierno, porque detrás de las celosías las

ventanas estaban abiertas y las puertas estaban entornadas.

Era como si el mundo se oreara en el viento verde, en el que temblaban las hojas

transparentes.

En la casa el rumor de la calle resonaba entre las paredes como el ruido del mar en un caracol.

… Leonor se encontraba vacía, ante los días que morían en la ventana. Y un día, un anochecer,

volvió a llover. Las primeras gotas calientes cayeron palpando afanosamente el suelo y pronto

el agua se hizo torrencial, furiosa. Fue nada más que un chaparrón, sin embargo pareció lavar

del aire la luz del día. Cuando escampó ya había oscurecido, las ramas polvorientas se sacudían

en las sombras. Había sido un día pesado, caluroso, que no correspondía a la estación. Y llovió

nuevamente, como si el aguacero se hubiera detenido nada más que para dejar que se

estableciera la noche…”

Fragmento del texto “Un breve verano” de Anderssen Banchero, 1967.Ediciones de La Banda

Oriental 2013- Uruguay, página 127.

SEGUNDA PARTE

I

“Aquella fue una temprana primavera. A lo largo de la calle había un hálito de sombras

inmóviles. Había el olor de la penumbra paciente del invierno, porque detrás de las celosías las

ventanas estaban abiertas y las puertas estaban entornadas.

Era como si el mundo se oreara en el viento verde, en el que temblaban las hojas

transparentes.

En la casa el rumor de la calle resonaba entre las paredes como el ruido del mar en un caracol.

… Leonor se encontraba vacía, ante los días que morían en la ventana. Y un día, un anochecer,

volvió a llover. Las primeras gotas calientes cayeron palpando afanosamente el suelo y pronto

el agua se hizo torrencial, furiosa. Fue nada más que un chaparrón, sin embargo pareció lavar

del aire la luz del día. Cuando escampó ya había oscurecido, las ramas polvorientas se sacudían

en las sombras. Había sido un día pesado, caluroso, que no correspondía a la estación. Y llovió

nuevamente, como si el aguacero se hubiera detenido nada más que para dejar que se

estableciera la noche…”