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Fragmentos breves del pensamiento Wagneriano
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Los Wibelungos: Historia del Mundo según la Saga (1848)
Su procedencia del Este ha subsistido en la memoria de los pueblos europeos desde los más
remotos tiempos: las Sagas conservaron esta tradición, si bien muy desfigurada. El mantenimiento
del poder de los reyes en las diferentes naciones, su restricción a una raza favorecida.., debieron de
tener una honda base en la conciencia del pueblo; se basaban en la memoria del prístino hogar
asiático... La leyenda de una ciudad o castillo primitivos, construidos por la más remota raza
humana, y rodeados de paredes ciclópeas para guardar a su más santo fetiche, se encuentra en
casi todas las naciones del mundo, y especialmente en las que podemos presumir se diseminaron
hacia el Oeste desde aquellas primitivas colinas de Asia. ¿Es que no existió verdaderamente el
arquetipo de esas ciudades fabulosas en el remoto hogar de esos pueblos? Seguramente hubo una
ciudad antiquísima y amurallada que guardó en su seno la más antigua y venerable raza, el
manantial de todo patriarcalismo, esto es, de la Realeza unida al Sacerdocio.
El viejo héroe renacio en él; con espléndida hueste de guerra marchó al través de Grecia. Podía
haberla conquistado -¿quién lo impedía?- pero sin descanso se sentía impulsado a la remota Asia.
Allá en un campo de batalla quebrantó el poder de los sarracenos. La tierra prometida se extendía
ante él indisputada; sin poder esperar la construcción de un puente volante, avanzo impaciente
hacia el este, y a caballo se lanzó al río: nadie lo volvió a ver.
Desde entonces, corrió la leyenda de que el Custodio del Grial había traído realmente la sagrada
reliquia a Occidente. Grandes maravillas había realizado. En los Países Bajos... había aparecido un
Caballero del Grial (Lohengrin), pero se desvaneció cuando le preguntaron cosas prohibidas acerca
de su origen; luego el Grial fué llevado por su antiguo custodio al remoto Oriente, y quedó
custodiado una vez más en un elevado Monte de la India... La espiritual ascensión del Tesoro al
Grial fué realizada en la conciencia germánica, y el Grial, por lo menos en el significado que le dan
los poetas alemanes, debe considerarse como el representante o sucesor ideal del Tesoro de los
Nibelungos. Este también procedía de Asia, de la morada primitiva de la humanidad; Dios lo había
conducido a los hombres como dechado de santidad.
Era de capital importancia que su custodio fuera Sacerdote y Rey a un tiempo, esto es, un
Maestro (Oberhaupt) de toda Caballería espiritual, tal como fué traído del Oriente en el siglo XII...
Desde entonces la demanda del Grial reemplaza al Tesoro de los Nibelungos, y cuando el mundo
occidental, no satisfecho con él, pasó más allá de Roma y del Papa para hallar su lugar de salvación
en la tumba del Redentor en Jerusalén; cuando, no satisfecho ni aun allí, lanzó su anhelosa mirada,
entre espiritual y física, aun más allá, hacia el Este, para hallar el primer santuario de la humanidad,
entonces se dijo que el Grial se había retirado del impúdico oeste a la pura, casta e inaccesible tierra
nativa de todas las naciones.
Sobre el Estado y la Religión (1850)
(La religión) ... vive, pero sólo allí donde tiene su fuente primordial y su única morada verdadera:
en el centro (Innern) más profundo y sagrado del Individuo; allí donde nunca jamás ha llegado el
conflicto entre los Racionalistas y los Supranaturalistas; o entre la Clerecía y el Estado. Porque la
esencia de la verdadera religión es que, esquivando el ilusorio oropel del mundo del Día, refulge en
la Noche del más hondo repliegue del alma humana, con una luz muy distinta de la del sol del
Mundo, y no visible desde ninguna parte salvo de aquella profundidad. [1]
Cartas a Augusto Roeckel (1855)
En todo tiempo los espíritus que, gracias a su organización extraordinaria, han alcanzado una
percepción clara, se han vuelto a los espíritus de la multitud, esclava aun de la voluntad, y,
compadecidos, han buscado un medio de comunicación con ellos. Los primeros entre estos espíritus
iluminados han sido los fundadores de religiones; y su destino trágico ha sido el verse obligados a
hacer uso de un lenguaje y unos símbolos que son los únicos inteligibles para los ordinarios
espíritus no iluminados.
Ciertamente el príncipe indio Buda habló el lenguaje que más se aproxima a dar expresión a esta
elevada iluminación espiritual. gracias a recientes estudios orientales, se ha caído la venda de
nuestros ojos, y podemos formar un juicio independiente de ese maravilloso personaje, no
desfigurado ya como si se le contempla al través de la religión india de hoy día. Si hemos de hablar,
en términos inteligibles para el pueblo, de esa elevadísima percepción, sólo puede hacerse en la
forma de las enseñanzas budistas puras y primitivas. En ellas es de especial importancia la doctrina
de la transmigración de las almas, como base de una vida verdaderamente humana.
_____
En el hombre normal, todos los sentidos, y más especialmente su órgano de percepción, el
cerebro, están por completo al servicio de su Voluntad... Hemos de admitir, con honda sensación de
vergüenza, que esta Voluntad no ha buscado otra cosa que vivir, o sea, alimentarse con el
exterminio de otras, y reproducirse por propagación... Esta voluntad es idéntica en todas las
manifestaciones perceptibles... Por consiguiente todos los fenómenos aislados no son más que
individualizaciones de la misma Voluntad... es decir, de una entidad que está continuamente
entregada a la consunción y a la reproducción de sí misma. Así esta entidad aparece como algo que
está en perpetua disconformidad consigo mismo, algo que persiste en una discordia, cuyo único
fruto visible para nosotros es el dolor y el sufrimiento... Reconocemos la posibilidad de que la
facultad de percepción se emancipe del servicio de la Voluntad, y así logramos el reconocimiento de
su carácter esencial. Y al reconocer esto ¿qué ganamos? Ganamos evidentemente el conocimiento
de lo esencial, la horrible naturaleza de esa Voluntad, y al fin, por medio de ese conocimiento, nos
elevamos a la simpatía, esto es, a la compasión del sufrimiento (Mitleiden)... En este punto la
percepción gana una importancia moral hasta ahora ignorada. En las más altas y favorables
condiciones llegamos a una simpatía con todos los seres vivientes. En este perfecto unísono con
cuanto se ha mantenido apartado de nosotros por la ilusión de la individualización, está la raíz de
toda virtud, el verdadero secreto de la redención. [2]
Epílogo a El Anillo del Nibelungo (1863)
En el bosquejo de Tristán e Iseo yo sentía que no me separaba realmente del círculo de ideas
poéticas y mitológicas que mi obra de Los Nibelungos me había abierto... Porque la gran
concordancia de todos los mitos verdaderos que me habían revelado mis estudios, había aguzado
mi vista para la percepción de las maravillosas variaciones que aparecían en este eslabón
descubierto por mí... Una de ellas se impuso a mi espíritu con fascinadora claridad en la relación de
Tristán con Iseo, comparada a la de Sigfredo con Brunequilda... Su completa semejanza consiste en
que tanto Tristán como Sigfredo, encadenados de una ilusión que priva de libertad a sus actos,
pretenden para otro a la amada predestinada eternamente para ellos, y en la falsa relación que de
esto surge hallan su perdición. Lo que en una obra sólo podía expresarse con decisiva violencia,
pasa a ser en la otra a ser un contenido de infinita variedad; y eso fué lo que me indujo a tratar el
tema, en aquel tiempo precisamente; es decir, como un acto suplementario del gran mito de los
Nibelungos, una fabula que abarca la totalidad de las relaciones de un mundo. [1]
Actores y Cantantes (1872)
Nunca me he sentido más cordialmente satisfecho de una compañía de ópera que con ocasión
del estreno de los Meistersinger . Al terminar... me vi impulsado a expresar... mi incomparable
alegría al ver que tan rápidamente habían desechado todo hábito operístico y adoptado... una forma
de representar de cuya propiedad pueden ya estar convencidos en lo más profundo del alma, pero
que ahora, cuando han hecho ya su pleno conocimiento, había sido también tan gustosamente
atestiguada por ellos... Aunque un ingenioso amigo ha comparado mi partitura con una fuga
continua transformada en ópera, mis cantantes y coristas saben que con el desempeño de sus
dificilísimos papeles musicales llegaron al dominio de un diálogo continuo, que finalmente vino a ser
para ellos tan fácil y natural como la charla cotidiana más corriente. Los que antes, cuando se
trataba de "cantar óperas" habían creído necesario caer al instante en los espasmos de un falso
sentimentalismo, ahora se veían conducidos a tomar ese diálogo cortado y vivo con la mayor
fidelidad a la naturaleza; y alcanzar gradualmente, con sólo este punto de partida, el pathos de la
emoción; lo cual, con gran asombro de ellos, daba un resultado y producía un efecto que no habían
podido lograr con sus más convulsivos esfuerzos. [3]
El Teatro de Festivales de Bayreuth (1873)
Para explicar el plano del Teatro de Festivales actualmente en construcción en Bayreuth, no
puedo hacer nada mejor, a mi juicio, que empezar recordando la necesidad que experimenté en
primer término: la de hacer invisible la fuente mecánica de su música, a saber, la orquesta; porque
este detalle llevaba paso a paso a la total tranformación de la sala de nuestro teatro neo-europeo...
No obstante, en sus proporciones y en la disposición de sus localidades, se encontrará expresado
un pensamiento que, una vez haya penetrado bien en la mente de ustedes, los pondrá en una
relación nueva con la obra que van a presenciar: una relación completamente distinta de aquella en
que se han visto cuando cuando han visitado nuestros teatros. Si esta primera impresión resultare
acertada, la misteriosa entrada de la música vendrá luego a preparar para la revelación y la
representación gráfica de los cuadros escénicos, que parecen surgir de un mundo ideal de
ensueños, y que se proponen exponer toda la realidad de la más perfecta ilusión de un arte noble.
[2]
_____
Copiado de las obras de Alice Leighton Cleather y Basil Crump.
[1] Tristán e Iseo. Barcelona, 1927
[2] Lohengrin y Parsifal. Barcelona, 1927
[3 Tannhäuser y Los Maestros Cantores. Barcelona, 1927