MARCO HISTÓRICO

CÓRDOBA—2018—

Alfredo Furlani

FRAILES MERCEDARIOSDEL SIGLO XVI EN EL TUCUMÁN,

RÍO DE LA PLATA Y PARAGUAY

Alfredo Furlani

FRAILES MERCEDARIOS DELSIGLO XVI EN EL TUCUMÁN,

RÍO DE LA PLATA Y PARAGUAY

MARCO HISTÓRICO

CÓRDOBA, 2018

FURLANI, Alfredo

Frailes mercedarios del siglo XVI en elTucumán y Río de la Plata. MarcoHistórico. -- Córdoba (R.A.): 2018.

9,2 x 12,4 cm

ISBN

CDU: 271.62 (091) (82)

1. Historia Universal. 2. Historia Argentina.I. Título

El texto está disponible bajo la Licencia CreativeCommons Atribución Compartir Igual 3.0.

Si el lector lo considera oportuno, puede aportar a lasobras humanitarias que lleva adelante la OrdenMercedaria a lo largo y ancho del mundo.

RESUMEN

Reflexiones sobre el marco histórico en quedebieron actuar los frailes mercedarios delsiglo XVI en el actual territorio argentino.Como ejes temáticos fueron utilizados“Evangelización y Cristianización” y la“Doctrina de las Dos Espadas”.

ABSTRACT

Reflections on the historical framework inwhich the Mercedarian friars of the sixteenthcentury should have acted in the currentArgentine territory.As thematic axes were used "Evangelizationand Christianization" and the "Doctrine of theTwo Swords".

TABLA DE CONTENIDOS

DedicatoriaPrefacioEvangelización y CristianizaciónNota introductoria1. Del Anuncio del Evangelio a laCristianización. Antecedentes lejanos.

1.1. Las Dos Llaves y las Dos Espadas.1.2. La Cristianización más allá de lasfronteras del extinto imperio romano deoccidente.1.3. Antecedentes lejanos de laEvangelización de América.

2. Del Anuncio del Evangelio a laCristianización en tiempos de pesadilla.

2.1. La Espada Temporal y los guerreros acaballo.2.2. La Espada Celestial y la reforma mo-nástica.2.3. La unión de las Espadas: los monjescaballeros (o las Órdenes Militares)

2.4. Cuando la cruz de la empuñadura delas Dos Espadas se cubrió de oro fundidoa la vera de la hoguera: la Inquisición.2.5. Una Orden Militar “Desarmada” yquizá bicéfala

3. La Espada que parte y reparte3.1. La Espada Temporal en manos delRey, la Espada Celestial en manos de unaOrden de Caballería.3.2. Las Dos Espadas (y todo lo que se lesantojara) en manos de los Reyes deCastilla.

4. La tierra malquerida del Tucumán y losmercedarios a la luz de las disposicionesreales y de la Orden.Postfacio: Cuatro siglos de peregrinajeBibliografía consultadaAnexo Documental (en el segundo volumen).

DEDICADO

a todos los interesados en el espíritu y la historia dela Orden de la Bienaventurada Virgen María de laMerced. A ellos vaya este trabajo de divulgación yesclarecimiento.Considere el lector este librito electrónico como unacompilación, y mera meditación sobre los contenidoscompilados. Pretende brindar un marco histórico ynormativo a las andanzas de los frailes de la Merceden estas tierras durante el siglo XVI.Los antecedentes son de conocimiento de losestudiosos del tema.Las ideas y documentos aquí expuestos, ya fueronconsultados y publicados por autores de reconocidoprestigio, como Cayetano Bruno, Eudoxio Palacio,José Brunet, y Guillermo Vázquez Núñez, entreotros, a quienes remito para solaz del espíritu. Últimamente, Xabier Pikaza ha publicado en sublog un artículo imperdible sobre Evangelización yCristianización.

Del plagio sólo salva al compilador del presentetrabajo el pensamiento de Pascal:

«Algunos autores, al hablar de sus obras,dicen: “Mi libro, mi comentario, mi historia,etc.” Huelen a burgués con casa propia y quesiempre tiene en la boca “mi casa”.Mejor dijeran: “Nuestro libro, nuestrocomentario, nuestra historia, etc.”, ya quegeneralmente hay en ellas mayor bien ajenoque propio.»

Al final del trabajo se acompaña un compendiodocumental, necesario complemento de lo expuesto acontinuación.

Alfredo Furlani

Córdoba, 2 de agosto de 2018

PREFACIO(cuya lectura bien puede el lector obviar)

Lo escuché en Mendoza, en el año 1980. Elrelato pertenece al doctor Caturelli, quizáescrito en «tiempos postconciliares», y poralguna razón quedó grabado a fuego en mimemoria. Nunca pude encontrar el texto,así que trataré de contarlo con palabraspropias.

Estaba el Eterno Padre cabizbajo y meditabundo.Los ángeles, cada vez más intrigados, no se ani-maban a preguntar. Por fin, sacando de tripascorazón, enviaron a uno de los más chiquitos apreguntarle sobre la razón de su estado taciturno.

– Estoy pensando en una nueva creatura,respondió el Creador Supremo.– Cuente, cuente, Tatita Dios, le espetóconfianzudo el angelito.– Y … es una especie de mixtura de materia yde espíritu, de barro y luz.– Disculpe el atrevimiento, Tatita Dios,¿cómo se va a llamar?

– Hombre le voy a poner por nombre.Con esto consideró el angelito haber obtenidosuficiente información para transmitir a sushermanos.La sorpresa fue mayúscula. Inmediatamente seenviaron emisarios a todo el cosmos, convocando adistintos congresos de filosofía y teología.Escuchadas las ponencias, y luego de un intensodebate, los participantes decidieron enviar unacomitiva de expertos a manifestar su perplejidad ydisconformidad con el plan del Padre Eterno.Solicitaron formal audiencia con Su InfinitaMajestad, y llegados a su presencia manifestaron:

– Disculpe, Eterno Padre, pero reunidos encongresos generales de filosofía y teología,hemos llegado a la conclusión que lo queusted planea es una barbaridad. Mezclarmateria y espíritu, mezclar barro y luz. Esodel hombre nos parece una monstruosidad.

Contra todo lo previsto, el creador de cielo y tierra,los escuchó en profundo silencio.

Transcurrió un instante tan largo como la mismaeternidad, y luego se dirigió al conjunto dedoctísimos ángeles.

– No me vengan a Mí con congresos defilosofía y teología. El hombre no es unacuestión filosófica ni teológica, es unacuestión de fe.

Sorprendidos por la respuesta, sólo atinaron apreguntar:

– ¿Una cuestión de fe? ¿De fe en quién?Y como respondiéndose a sí mismo, pronunció elEterno Padre la siguiente sentencia:

– El hombre es una cuestión de fe, de fe en elhombre.

Poco después, una noche, un ser de aspecto simiescoemergió de una cueva, e irguiéndose sobre suscuartos traseros levantó su mirada a las estrellas,sin percatarse que miles de ojos asombrados escruta-ban la tierra desde la bóveda celeste con profundacuriosidad.

EVANGELIZACIÓN Y CRISTIANIZACIÓN

Como ambos términos son uno de los ejes so-bre los que giran estas meditaciones, convieneprecisar su alcance y significado.

Evangelización.En palabras torpes, podemos considerar a laevangelización bajo dos aspectos. El anunciodel Evangelio y la aceptación del Evangelio. El evangelizador anuncia la buena noticia:Cristo vino a salvarnos. Quien recibe la buena noticia y cree en ella, yadecua su vida al Evangelio, se convierte endiscípulo de Cristo, en cristiano. La comunidad de los creyentes en las promesasy enseñanzas de Cristo, los cristianos, es la Igle-sia. La Evangelización enriquece las distintasidentidades culturales que la reciben,adoptando usos, costumbres y lugares de culto,agregándoles significado.

Cristianización.La cristianización, en cambio, pudiera conside-rarse como el conjunto de las acciones tendientesa la adecuación de comunidades al modo de vivirde los cristianos.La cristianización conlleva en sí la pérdida de laidentidad cultural de una comunidad. Sus usos,costumbres, memoria documentada, lugares deculto son objeto de un proceso de destrucción.La cristianización fue usada como pretexto parala conquista de comunidades y como instrumentopara homogeneizar sus costumbres y rituales.Es un proceso de imposición de la fe. Podríaafirmarse que es un proceso de persecución de losno cristianos.El fruto de la cristianización es la Cristiandad: elmismo monarca y el mismo credo.

Evangelización y CristianizaciónLa cristianización apunta a la homogeneizaciónreligiosa de una sociedad; la evangelización a

la liberación de las cadenas del mal y delmaligno. Nuestra América no fue una excep-ción.No obstante lo expuesto, la Evangelización fueposible dentro de los procesos de cristianiza-ción.Como en la parábola, coexistieron y coexistenel trigo y la cizaña.

NOTA INTRODUCTORIA

Cumplióse el pasado 6 de enero el cuadringen-tésimo vigésimo quinto aniversario de la erec-ción de la Antigua Provincia Mercedaria deSanta Bárbara del Tucumán.Fue un 6 de enero de 1593, cuando el VicarioGeneral del Perú, fray Alonso Enríquez de Ar-mendáriz, la segregó de la del Cuzco. Motivosno faltaban, siendo uno de los mayores la enor-me distancia que debían recorrerse para la cele-bración de los capítulos provinciales. El viajeduraba unos ocho meses, por lo que losconventos en ocasiones quedaban desoladosdurante un período considerable. Como lascoronas de Portugal y las que componíanEspaña estuvieron regidas por el mismomonarca (Felipe II, Felipe III y Felipe IV), desde1580 a 1640, no debe extrañarnos que algúnreligiosos se embarcara en Lisboa con destino aestas tierras. Tampoco, del título “provincialde la Orden de Nuestra Señora de la Merced

Redención de Cautivos en estas provincias deTucumán, Paraguay, Río de la Plata y Estadosdel Brasil...”, usado en 1638 por el padre frayDiego Diez.Recordemos sus nombres:

—Asunción del Paraguay, según la tra-dición fundado por los padres fray Juande Salazar y Juan de Almasia en 1537.—Santiago del Estero, en 1557, funda-do por el insigne misionero fray Diegode Porres. La iglesia de ese convento fuela primera catedral (provisional) en elactual territorio argentino.—San Miguel del Tucumán, en 1567 yatenían los frailes convento en la primeraubicación de esa ciudad, en Ibatín,según certificación del gobernador en1570. En 1575 era comendador el padrefray Pedro Rendón.—Talavera del Esteco, fundado en 1568por el padre fray Luis de Valderrama.

—Salta nació junto con la ciudad el 16de abril de 1582, y fue su primer comen-dador fray Nicolás Gómez.—San Juan de Vera de las Siete Co-rrientes, fundado en 1588 por el P. Bal-tasar Godínez.— Como nota anecdótica, cabe recordar queel convento de Córdoba ya estaba fundadoen 1588, aunque posteriormente en 1590hubo de deshabitarse, y no volvió a tenercomunidad hasta 1601. Y también, quetanto los actuales solares de este conventocomo el de Buenos Aires fueron adquiridospor un hermano lego que volvía a España ydecidió quedarse en estas tierras.

El primer provincial fue el maestro fray PedroGuerra, que llegó al Perú en 1578 dentro delgrupo de doce religiosos de mucha instrucción,que venían a fundar un centro de altos estudiosen la ciudad de Los Reyes (Lima).El vicario general del Perú, fray Alonso Enrí-

quez de Armendariz, le encomendó en 1591, vi-sitar los seis conventos enunciadosanteriormente, y del trato con los frailes ydemás habitantes de estas desoladas regiones,se convenció de la necesidad de otorgarleautonomía a estas comunidades.

***Desde los primeros viajes colombinos de 1492hasta el año 1526, los frailes mercedariosvenían a las Indias Occidentales en calidad decapellanes mientras estuvieran embarcados, yluego como capellanes de las expediciones yposteriormente como misioneros. No obstanteello, los mercedarios de Castilla fundaronalguno que otro convento sin una autorizaciónexplícita.Recién en 1526, Carlos V, aprobó la fundaciónde conventos mercedarios en toda la Américasujeta al imperio español. La Real Cédula fueexpedida en Sevilla, a once días de mayo de1526. De este modo, todos los conventos y casas

mercedarias fundadas previamente, obtuvieronla subsanación de los defectos jurídicos de suerección. En lenguaje profano, “se blanquearontodas las fundaciones”.

***Como colofón a esta nota introductoria, las doscorrientes por las que llegaron los mercedariosal Tucumán, tuvieron su punto de origen en losconventos de Lima y de Asunción, ambosfundados prácticamente al mismo tiempo(1535-1537). Lima, la de la supremacía de loshidalgos españoles; Asunción, la de la sangremestiza y bravía.Finalicemos esta sección recordando losmercedarios del Siglo XVI que actuaron en elTucumán y el Río de la Plata:

• Fray Antonio de Solís, en 1535• Fray Antonio de Almansa, en 1535• Fray Juan de Salazar, en 1536• Fray Juan de Almasia, en 1536• Fray Antonio Rendón Sarmiento, en 1550• Fray Diego de Porres, en 1557

• Fray Pedro Cervantes, en 1561• Fray Gonzalo Ballesteros, en 1565• Fray Luis de Valderrama, en 1567• Fray Alonso de Santa María (lego), en

1567• Fray Hernando de Colmenares, en 1568• Fray Cristóbal de Albarrán, en 1568• Fray Francisco de Ocampo, en 1572• Fray Antonio Pereyra, en 1573• Fray Pedro López, en 1574• Fray Pedro Rendón, en 1578• Fray Tomás de Santa María, en 1579• Fray Nicolás Gómez, en 1580• Fray Ambrosio Maldonado, en 1581• Fray Felipe de Santa Cruz, en 1581• Fray Francisco Velázquez, en 1582• Fray Antonio de Marchena, en 1583• Fray Pedro de Ávalos, en 1585• Fray Pedro López Valero, en 1585• Fray Alonso Díaz, en 1586• Fray Salvador de la Cruz, en 1586• Fray Pablo de Velasco, en 1589

• Fray Pedro Guerra, en 1591• Fray Baltasar Godines, en 1593• Fray Diego Ruiz, en 1597• Fray Cristóbal Muñoz, en 1599• Fray Andrés de Eyzaguirre, en 1599• Fray Francisco Martel (lego), en 1599• Fray Alonso de Puertas y Valverde, en

1600• Fray Diego Núñez de Zárate, en 1600

1. DEL ANUNCIO DEL EVANGELIO A LACRISTIANIZACIÓN.

ANTECEDENTES LEJANOS.

1.1. Las Dos Llaves y las Dos Espadas.

Supo decir Jesús, la paz sea con Él, a su discí-pulo Pedro:

“... lo que ates en la tierra será atado en el cie-lo y lo que desates en la tierra será desatadoen el cielo”.

Es decir, le entregaba las llaves del Reino. Poreso, las dos llaves cruzadas son un símbolopontificio.Ríos de sangre cristiana corrieron poco despuésdurante casi tres siglos. El primer edicto impe-rial de tolerancia del cristianismo pertenece alemperador Galerio, promulgado en Nicomediaen 311.Luego, el emperador Constantino, mediante elEdicto de Milán en el año 313, restableció la to-

lerancia hacia el cristianismo y puso a todos loscultos en igualdad de condiciones; además exi-gió la devolución de bienes a la iglesia y a loscristianos. El primer concilio ecuménico, el deNicea, fue convocado por el emperador en el318, y no por el Papa. Con el tiempo, el Papaostentaría el título de Sumo Pontífice, propio delos emperadores.La transformación fue completada por el empe-rador Teodosio, mediante el Edicto de Tesaló-nica, en el 380, que convirtió a la religión cris-tiana en la religión oficial del imperio, constitu-yéndose en garante de los bienes de la Iglesia yvidas de los fieles, defensor de la fe y del anun-cio del evangelio. A su vez, proscribió la anti-gua religión romana. De este modo, el «dad alCésar lo que es del César y a Dios lo que es deDios», entraba en un camino de dificultadescrecientes. El PAPA (Petri Apostoli Potestatem Accepit),que en tiempos pretéritos era reconocido la ma-

yoría de las veces como “Vicario de Pedro”,pasó a recibir el tratamiento de “Vicario deCristo”, a partir de Inocencio III (finales del si-glo XII y comienzos del XIII). La unidad entre Estado e Iglesia iba deslizán-dose hacia la doctrina de las «Dos Espadas».Esta doctrina, fue llevada al extremo a comien-zos del siglo XIV, más precisamente en el año1302, por el papa Bonifacio VIII, con la bulaUnam Sanctam, que en la práctica dejaba las dosespadas en manos de la Santa Sede, quedandoel Estado como ejecutor de los dictados eclesia-les en el uso de la espada temporal.La mutua dependencia entre Estado e Iglesiafue la base sobre la que se construyó lo que co-nocemos como Europa. La Iglesia extendió susactividades de asistencia y promoción a la parde las de la predicación del Evangelio. El Esta-do se beneficó de esas actividades de índole so-cial.

1.2. La cristianización más allá de las fronterasdel extinto imperio romano de occidente.

Los sembradores de la Palabra.El emperador Teodosio dividió el imperio ro-mano en dos: occidental y oriental. Corrió porcuenta de los monjes llevar el anuncio del evan-gelio hacia las regiones nórdicas y orientales deEuropa. El movimiento monacal hunde sus raíces entrelos anacoretas, que se apartaban de la vida enla ciudad para iniciar un peregrinaje hacia laperfección en pobreza y oración.Este camino hacia la perfección implica una lu-cha contra los deseos desordenados del lujo yde la lujuria. Esta lucha estaba embebida de la reflexiónenunciada por el patriarca Job (7, 1):

“Milicia es la vida del hombre sobre la tierra,y como días de mercenario son su días.”

Ese combate (ascesis), contra los deseos desor-denados está presente también en el Islam. Eltérmino árabe yihad, hace referencia a un com-bate. El más grande combate es contra uno mis-mo. Es la Gran Yihad. Las tres grandes religio-nes monoteístas, y el mismo budismo, recogenel concepto.La defensa de las comunidades creyentes sue-len aparecer bajo la figura de «pequeña yihad» enel Islam y «cruzada» dentro del Catolicismo.Luego, apareció la necesidad de reunirse en co-munidad eventualmente para no desvariar yextraviarse en ese peregrinaje hacia la perfec-ción. Nacieron así los cenobios, anacoretas quese instalaban cerca unos de otros, y tenían prác-ticas litúrgicas y religiosas en común.Apartamiento del mundanal ruido, peregrinaje,milicia. Tres pilares sobre los que se asentará labúsqueda de la perfección.Un papel descollante en este tipo de vida con-sagrada lo desempeñó San Pacomio. Con él,

que había sido militar romano, aparecen losprimeros vestigios de vivienda común. Esta vi-vienda común recogía vestigios de los acanto-namientos de los legionarios romanos.Poco faltaba para que todo se deslizara hacia laaparición de la vida monacal y la construcciónde edificaciones y producción de bienes para elautoabastecimiento.Cúpole a Benito de Nurcia, que primero fue er-mitaño (es decir peregrino), el dar el puntapiéinicial a la vida monástica.

***Con el patrocinio de los gobernantes, los mon-jes, bajo la regla de San Benito en Occidente ySan Basilio en Oriente, levantaban sus monaste-rios en la intersección de las principales rutas ycaminos. No sólo cumplieron con sus deberes religiosos;también rescataron, resguardaron y aumenta-ron el fruto del pensamiento, que generalmentequedaba restringido a los habitantes del claus-

tro; e innovaron y produjeron tecnología quefue de gran ayuda para los lugares donde se es-tablecían.Un caso muy especial y señero fue el de loscristianos romanos que se quedaron en las islasbritánicas luego de la caída del imperio. Estoscristianos se integraron a los pueblos pictos yceltas, formando comunidades y levantaronmonasterios.San Columba, un santo originario de las islas,erigió una abadía y en ella instaló una escuelade misioneros. Estos cristianos casi no teníancontacto con Roma. Sin embargo, en un concilioecuménico del siglo V, enviaron emisarios queparticiparon como padres conciliares. El cristia-nismo de las islas británicas tuvo incidencia enla forma de administrar el sacramento de la pe-nitencia: de ser pública se transformó en indivi-dual. Lo único que permanecía era el ministroque perdonaba en nombre de Dios.

Cuando el papa Gregorio I tuvo la oportuni-dad, envió al actual San Agustín de Canterbu-ry. San Agustín se encontró con los prelados ymonjes de origen británico, y les instó a que si-guieran la liturgia al modo romano. Los religio-sos británicos respondieron que debían consul-tar al pueblo, y ante la respuesta negativa, que-daron aislados del resto de la Iglesia. Poco des-pués, las invasiones anglosajonas acabaron conesos primitivos cristianos aislados.En el caso de los habitantes de la Iberia postro-mana, los contactos con el vicario de Cristo enRoma no estuvieron cortados. Más aún, la Igle-sia hispánica visigótica fue una luz que iluminócomo un faro las tumultuosas olas del MareNostrum postimperial.

El gorgojo dorado que atacaba la simiente.Una sombra se cernía, no obstante, sobre los mo-nasterios. Los obispos tenían y mantenían unamarcada injerencia sobre esas comunidades.

Por otra parte, a poco de fundarse un monaste-rio, e ingresar hijos de familias acomodadas,convertían a la comunidad en un feudo. Esteaumento de la riqueza y la constitución de unaverdadera oligarquía monacal, dio lugar aconstantes intentos de reforma. Un grupo demonjes rebeldes fundaba una comunidad paravivir en pobreza, y al poco tiempo la realeza yla nobleza lo llenaban de riqueza. Y así el ciclose repetía una y otra vez.Viene al caso recordar los intentos de reformarla vida religiosa que llevaron a cabo los monjesde San Columbano (no confundir con San Co-lumba), que emprendieron misiones por el te-rritorio continental insuflando nueva vida a losmonasterios establecidos entre los francos y losgalos. Aquí encontramos antecedentes de lasmisiones volantes de los mercedarios en Amé-rica.

La tierra que esperaba la siembra de la Pala-bra.Entre los siglos VI y X se fue dando en diversasregiones de Europa y Asia una tendencia cre-ciente hacia el monoteísmo. A tal punto llegóesta tendencia, que sus gobernantes enviaronen ocasiones emisarios al Mediterráneo paraaveriguar sobre qué religión monoteísta eramás conveniente.Había un fundamento henoteísta preexistenteen diversas culturas, donde entre el conjuntode dioses de los politeístas, uno de ellos preva-lecía como padre o creador, y sólo él era dignode recibir los cultos más solemnes.El profeta Muhammad, la paz y las bendicionessean con él, proclamó entre los beduinos la in-vitación al monoteísmo y al buen comporta-miento, en el siglo VI.Los jázaros, en el Cáucaso, se conviertieron aljudaísmo en el siglo VII, declarándola religiónoficial del kaganato.

En el siglo IX, Cirilo y Metodio durante el rei-nado del príncipe Ratislav I, evangelizan a loseslavos ya bautizados pero que desconcían losfundamentos de su fe, en la Gran Moravia.La presencia de destacadísima de Odín en elpanteón nórdico, quizá haya sido sustrato fértilpara la conversión al cristianismo, iniciada porOlaf I, cuando se bautizó en un monasterio in-glés a finales del siglo X.Casi simultáneamente con Olaf, Vladimiro elGrande abandonó el politeísmo eslavo y adhi-rió al cristianismo, de la mano de la iglesia bi-zantina. No sólo abrazó el cristianismo, sinoque lo convirtió en obligatorio dentro del Rusde Kiev y el resto de sus dominios.El caso de Carlomagno, instaurador del SacroImperio Romano Germánico, escapa a esta bús-queda monoteística. Los cristianos ya estabanen las feraces tierras de los galos.

1.3. Antecedentes lejanos de la Evangelizaciónde América.

Cuentan las sagas nórdicas que fue Erik el rojoel descubridor y colonizador de la actualGroenlandia. La bautizó con ese nombre, quesignifica “tierra verde”. Una de sus esposas,Gudrid era cristiana. Su segunda esposa, Th-jodhild, le dio dos hijos: Thorstein y Leif. Leif viajó a Noruega, donde se incorporó a laguardia personal del rey Olaf Tryggvason. Elrey Olaf I, que había abrazado el cristianismo,le propuso a Leif que predicara el Evangelio enGroenlandia.A pesar de las resistencias iniciales, Leif «elsuertudo», retornó a las tierras gobernadas porsu padre, antes del año 1000.Erik no estaba muy convencido de abrazar elcristianismo, pero su esposa Thjodhild fue decontrario parecer. Todo hombre casado sabe loque significa el parecer de su esposa. No sólo

eso, sino que ella lo convenció de erigir unaiglesia no muy lejos del poblado. Este templofue el primero en erigirse en América, y allífueron bautizados Erik y su esposa, y luego losdemás nórdicos que quisieron abrazar la fe.Los colonos nórdicos que poblaban Groenlan-dia vieron la necesidad que su comunidad ne-cesitaba de un obispo, por eso enviaron una co-misión encabezada por Einar Sokkason para so-licitar al rey Sigurd el Cruzado, que proveyeraal respecto. Alrededor del año 1124 se constitu-yó la sede episcopal de Gardar, sufragánea dela Arquidiócesis de Lund (sur de Suecia). Suprimer obispo fue Arnaldur. Gardar estabamuy cercana a la actual Igaliko, en el extremosuroeste del subcontinente. Las ruinas de su ca-tedral todavía subsisten.Los colonos nórdicos asentados en Groenlandiaposiblemente hayan llegado hasta lo que es hoyel extremo noreste de los Estados Unidos. En elArchivo Secreto Vaticano se habrían encontra-

do en un tiempo rendiciones de cuentas de larecolección en Gardar del tributo enviado a laSanta Sede, del siglo XIV, donde aparecían pro-ductos provenientes de climas más templados.Los primeros misioneros en la península deGaspésia, en el actual Canadá, siglos después,habrían encontrado aborígenes americanos querezaban el Padre Nuestro en una versión untanto antigua y deformada, y veneraban lacruz. Es decir, que de alguna manera, habíansido instruidos en los rudimentos del cris-tianismo.

2. DEL ANUNCIO DEL EVANGELIO A LACRISTIANIZACIÓN EN TIEMPOS DEPESADILLA.

2.1. La Espada Temporal y los guerreros a ca-ballo.

Alrededor del siglo IX, los gobernantes rescata-ron del olvido un estatus social propio del im-perio romano: los equités. También existieronentre los griegos corporaciones similares. Esdecir, aquellos hombres libres que se integra-ban al ejército como guerreros ecuestres.Unos provenían de los estratos gobernantes omuy acaudalados.Otros, en cambio, eran hombres con suficientelibertad y los fondos necesarios para mantenersus armaduras y sus caballos. En el actual terri-torio español se los conoció como caballeros vi-llanos. Los deberes de los caballeros estabancontenidos en una tradición de honor, y consis-

tían básicamente en defender a su señor feudal,ayudar a los débiles frente a los oprobios de lospoderosos, llevar una vida virtuosa y de-mostrar valor en la lucha armada. Con el tiem-po, la caballería en algunos casos fue derivandoen fechorías. Ejemplo notable de esto es el casodel santo mercedario San Pedro Armengol, pa-trono de la juventud en riesgo.

2.2. La Espada Celestial y la Reforma Mo-nástica.

En el año 909, se produjo un hecho que marca-ría la historia eclesiástica universal. El Duquede Aquitania, Guillermo I el Piadoso, donó sucoto de cacería en Cluny, para levantar allí unmonasterio benedictino.Este monasterio debía de depender directa-mente del Papa, sustrayéndolo a la jurisdiccióndiocesana.Del monasterio de Cluny saldría la reformamonástica benedictina, que uniría a las comuni-dades monásticas en una confederación, vol-viendo a la estricta observancia de la pobreza.Con el tiempo, transcurridos dos siglos, unabad de Cluny, San Bernardo de Claraval, vuel-ve a insistir en la observancia de la regla, y deallí nace la Orden Monástica del Císter y luegola Orden Trapense.

2.3. La unión de las Espadas: los Monjes Ca-balleros (o las Ordenes Militares)

La llegada del milenio encontró a la Iglesia enun progresivo empeoramiento de sus condicio-nes de libertad.Por el suroeste, el avance de los ejércitos africa-nos que adherían al Islam.Por el este, los ejércitos asiáticos del mismo sig-no religioso.Por el noreste, las tribus politeístas del Báltico.Dentro de las fronteras cristianas, la admira-ción por la virtud de la pobreza era un fenó-meno en crecimiento. Aparecieron así movi-mientos opuestos al primado del obispo deRoma, que tomaron diversos nombres. Ubica-dos preferiblemente al sur de Francia y noroes-te de Italia, se los conoció genéricamente comocátaros, es decir, puros. Suponían una amenazasobre todo para los bienes temporales de la

Iglesia, y para la seguridad de quienes mantu-vieran su lealtad hacia el Pontífice Romano.

***Un fenómeno que adquirió suma importancia,por sus posteriores consecuencias políticas, fueel de los peregrinos. Movidos por el deseo deconversión (penitencia), o por alguna promesa,estos nuevos “anacoretas” se trasladaban a si-tios ubicados dentro de tierras cristianas: San-tiago de Compostela (jacobeos) y Roma (rome-ros).Otros se arriesgaban más aún, y dirigían suspasos hacia Jerusalén (palmeros). Ponían susvidas y bienes en peligro para llegar a la TierraTres Veces Santa. Como las dificultades y lospeligros aumentaban, el papa Urbano II, apoya-do por el emperador de Constantinopla, llamóa la Santa Cruzada, para hacer accesibles losSantos Lugares a los fieles. Cabe señalar que el tránsito constante de perso-nas puede provocar el rechazo de los lugare-

ños. En la actualidad hay movimientos contrael turismo en ciudades como Venecia y Barcelo-na.

***Quien participara en las cruzadas obtenía in-dulgencias. Indulgencia, un término prostitui-do, del que conviene hurgar en la historia paradescubrir su origen martirial.En tiempos del emperador romano Decio, entre249 y 251, se desató una de las persecucionesmás feroces de los cristianos. Como la corrup-ción en el estado y en la sociedad era muygrande, Decio consideró que reinstaurar enérgi-camente la antigua religión romana, conllevaríaal fortalecimiento de las instituciones imperia-les y sociales. Para agravar la situación, en 250se desató una epidemia en Roma, que fue atri-buida a los cristianos.Mediante un decreto, estableció que todos loshabitantes del imperio deberían comparecerdelante de los magistrados y ofrecer un sacrifi-

cio o quemar incienso a los dioses en favor delemperador. Cuando éste se concretara, se lesdaría un certificado (libellus) de haber cumplidoel decreto. Los que no lo ofrecieran al momentode haber sido convocados, eran encarcelados, odestinados a los trabajos en las minas, y en oca-siones sufrían torturas y muerte. Los que mu-rieron se los consideró mártires, mientras losque sobrevivieron a la tortura, confesores.Las apostasías fueron generalizadas, sobre todoen el norte de África, donde Cipriano era obis-po de Cartago. Cartago era una ciudad dondela riqueza abundaba y el relajamiento de lascostumbres era notorio. Evidentemente, no de-bió ser grato a los más pudientes emprender lahuida hacia regiones inhóspitas, recurso queusaron los que quisieron evitar la persecución,siguiendo el mandato evangélico: “Cuando ospersigan en una ciudad, huid a otra”.Algunos cristianos ofrecieron el sacrificio yotros zafaron pagando sobornos a los encarga-

dos de extender el libelo. A estos cristianos selos conoció como lapsos o caídos. Para reinte-grarse a la comunidad cristiana, debían hacerlargas penitencias. Como los confesores (losque estaban encarcelados esperando la torturay la muerte), gozaban de inmenso prestigio enla comunidad cristiana, los “lapsos” recurrían aellos, visitándolos en prisión, en búsqueda decartas dirigidas a los obispos, suplicando “in-dulgencia” para el peticionante. Estas cartaseran conocidas como “libelli pacis”, antecedentelejano de las “bulas de santa cruzada” y del restode las bulas de indulgencia, como la “bula de re-dención de cautivos”.La lectura de las cartas de San Cipriano es muyilustrativa sobre lo que significa ser cristiano.Su posición sobre la necesidad de corroborar laautenticidad de dichas libelli pacis, remite a losbulderos que menciona el autor anónimo delLazarillo de Tormes. También se opuso a quese fuera demasiado blando a la hora de morige-

rar la penitencia a los lapsos antes de su recon-ciliación con la Iglesia.Un detalle en la vida de San Cipriano que hacea la Merced. Las tribus “bárbaras” que linda-ban por el sur con el imperio romano en Áfricainvadieron el territorio, llevándose cautivas abuen número de mujeres cristianas. Ciprianoreunió limosna en cantidad suficiente y pagó elrescate de las mismas.Uno de los cánones del primer concilio de Ni-cea, estuvo referida a la indulgencia en artículomortis para aquellos “lapsos” que quisieran re-cibir los sacramentos de la iglesia, que no po-drían haber recibido estando como lo estabanexcomulgados.Viene al caso recordar que para obtener indul-gencia hace falta hacer penitencia, es decir, do-lerse por el daño infligido a la comunidad, re-pararlo dentro de lo posible, y enmendarse. Lasformas de penitencia tradicionales fueron tres:oración, mortificación y limosna. De una mane-

ra u otra, fueron y son las tres formas de acce-der a algún tipo de indulgencia.

***Podíase participar en las Cruzadas tanto comocombatiente que como contribuyente en bienesnecesarios para su desarrollo. Nace allí la Bulade Santa Cruzada, que otorga determinadas in-dulgencias a quienes oblaran determinadas su-mas de dinero, de acuerdo a su situación social.En tiempos posteriores, adquirir la bula era unaobligación dentro del imperio español. Pero esoes adelantarnos.En 1099 la cruzada recuperó Jerusalén, y ungrupo de caballeros, conscientes de los peligrosy necesidades de los peregrinos, decidió consti-tuir una Orden Militar, la primera en su tipo. Selos conoció vulgarmente como Templarios.Estos Monjes Caballeros era una milicia cristia-na. Su regla fue redactada por el mismísimofundador del Císter, San Bernardo de Claraval.

La Regla del Temple, fue aprobada antes de 1130por el Concilio de Troyes.San Bernardo de Claraval escribió posterior-mente el Elogio de la nueva milicia templaria.Equiparaba esta milicia monástica con una mi-licia divina:

“Aspira esta milicia a exterminar a los hijosde la infidelidad ... en un doble frente: contralos hombres de carne y hueso y contra lasfuerzas espirituales del mal.”

Luego, san Bernardo se dedicó a la conversiónde los cátaros mediante la predicación, con es-caso resultado. En 1209, tras la muerte violentadel enviado papal, los cátaros fueron declara-dos herejes. El Papa entonces convocó a unacruzada contra los albigenses.Santo Domingo de Guzmán, que durante unbuen tiempo había tratado de convertir a los cá-taros mediante la predicación, de alguna mane-ra estuvo implicado en la fundación, en 1216,

de la Orden Militar de los Crucesignatos de Jesu-cristo, la Militia Christi.

2.4. Cuando la cruz de la empuñadura de lasDos Espadas se cubrieron de oro fundido a lavera de la hoguera: la Inquisición.

El Emperador del Sacro Imperio, Federico IIHohenstaufen, que para nada gozaba de bue-nos modales y en nada desdeñaba el hacersecon los bienes de los demás, había iniciado unapersecución hacia los herejes. La tortura eracosa corriente. Además, las autoridades civilesintervinientes se apoderaban de los bienes delos ajusticiados.Para poner coto a la situación, el papa Lucio III,mediante la bula Ab abolendam, de 1184, esta-bleció la Inquisición Episcopal, dedicada acombatir la herejía cátara.

La bula exigía a los obispos intervenir decidi-damente en esa lucha, otorgándoles potestadde juzgar la herejía en su jurisdicción episcopal.

...cualquier arzobispo u obispo, por sí o por ...otras personas honestas e idóneas, una o dosveces al año, inspeccione las parroquias en lasque se sospeche que habitan herejes; y allíobligue a tres o más varones de buena fama, osi pareciese necesario a toda la vecindad, aque bajo juramento indiquen ... si conocen allíherejes, o a algunos que celebren reunionesocultas o se aparten de la vida, las costumbreso el trato común de los fieles.

Como lo dispuesto no funcionaba correctamen-te, en 1231, el papa Gregorio IX promulgó labula Excommunicamus. Centralizaba el procesoinquisitorial, convirtiéndola en una instituciónpontificia. Daba comienzo así a la InquisiciónPontificia, que actuaba en culquier jurisdicción.Los encargados de su ejecución fueron princi-palmente dominicos y franciscanos.

A los obispos esta novedad les hacía poca gra-cia, porque les sustraía potestades jurisdiccio-nales.En 1252, la bula Ad Extirpanda, del papa Ino-cencio IV, autorizó el uso de la tortura en prode la confesión de la herejía por parte de losreos, estableciendo límites para el proceso deinfringir dolor. Los relapsos, es decir, los que senegaban a abjurar, eran entregados a las autori-dades civiles para que se les aplicara la pena demuerte.El modo de convencer mediante la palabra a losherejes que habían propuesto en su momentoSan Bernardo de Claraval y Santo Domingo deGuzmán, dos fundadores de órdenes religiosasy de órdenes militares, dejaban paso así a lacristianización violenta.La Inquisición Pontificia funcionó con determi-nación en Francia (sur -cátaros-) e Italia (norte -valdenses). En Aragón anduvo a regañadientesa partir de 1249. Los castellanos no necesitaron

de la Inquisición para brindar a quien conside-raran hereje las tropelías que tuvieron a bienaplicar.En este contexto, Pedro Nolasch, de origen pi-renaico, tierra asolada por “guerras de reli-gión”, fundó el 10 de agosto de 1218 la actualOrden de la Merced. Unos meses antes, el reyde León había fundado la Universidad de Sala-manca.Dos décadas antes, un ermitaño había fundadouna orden dedicada a la redención de cautivos:los Trinitarios. Corría el año 1198. Sin embargo,las constituciones de ambas órdenes presen-taban diferencias en cuanto al grado de com-promiso y forma de administrar los bienes de-dicados al rescate de cautivos. Además, el con-texto histórico era distinto: Francia no habíasido invadida por los moros; España sí.Desde el punto de vista de la jerarquía eclesiás-tica que dio el espaldarazo a Templarios, Trini-tarios y Mercedarios, figuran estos en el último

escalón. A los Templarios los respaldó un Con-cilio, a los Trinitarios el Papa, y a Nolasco elobispo de Barcelona. Tan pobre fue la funda-ción de la Orden de la Merced, que el rey JaimeI de Aragón les otorgó un ala de su palaciopara que pudieran constituir la comunidad.

2.5. Una Orden Militar “Desarmada” y quizábicéfala

Desde sus comienzos, las dos grandes órdenesredentoras fueron en esencia órdenes no mo-násticas. Sin embargo, los Trinitarios no po-seían el carácter de militar, a diferencia de losMercedarios. Como un autor supo alguna vezresaltar, éstos pertenecían a una orden militar,aunque rara vez portaran armas.No muy lejos de sus comienzos, los documen-tos oficiales (civiles y eclesiales) se refieren a laOrden fundada por San Pedro Nolasco como“Real y Militar”.Pocas son, sin embargo, las referencias a parti-cipación de los mercedarios en combate. Pedro Nolasco participó efectivamente en laConquista de Valencia, a la que el papa Grego-rio IX otorgó los beneficios de Cruzada, aunqueno puede afirmarse taxativamente que comba-tiera. Existen constancias de haber integrado

fray Bernardo de Figuerolis la expedición alreino de Granada en 1309. El caso de San Sera-pio es muy interesante, ya que primero fue ca-ballero y luego ingresó a la Orden, obteniendola palma del martirio durante una redención decautivos.Es decir que los frailes de Nolasco, aunque con-taran con armas, las usaron sobre todo para ga-rantizar el rescate de cautivos.La comparación con los templarios puede sermuy ilustrativa. Las constituciones antiguas deesos institutos muestra sus notables diferencias.La Orden del Temple fue una orden militar,fundada por caballeros, aprobada por un conci-lio, que nació con una regla netamente monacaly adoptó luego una regla propia de las órdenesreligiosas, como es la de San Agustín. La Orden de la Merced también fue fundadapor caballeros, bajo el amparo del rey de Ara-gón, pero desde su aprobación le fue otorgadala regla agustiniana. Ambas instituciones con-

servaron su denominación de militar, aunqueya en 1317, luego de la disolución de los tem-plarios mediante la bula Vox in Excelso de 1312,la de la Merced pasó de su carácter primigenia-mente laical al del estado clerical.Recordemos que las órdenes militares perdie-ron la esencia de tales luego de la caída de Jeru-salén en manos de Saladino. Dieron lugar a lasórdenes de caballería, sujetas a la autoridadreal. Finalmente, quedaron como meros títuloshonoríficos.

***La “bicefalía” a la que aludimos en el subtítulose produjo en 1441. El capítulo general celebra-do en abril de ese año, consagró maestro gene-ral al ilustre mercedario fray Nadal Gaver, delreino de Aragón. Juan II, rey de Castilla, logróque el papa Eugenio IV, designara en su lugarunos días después, a fray Pedro de Huete. Elcisma empezó a resolverse en 1447, cuando elpapa Honorio III dispuso que el padre Gaver

continuara como maestro general de la Orden,y el padre Huete gobernara la provincia deCastilla con plena autonomía.En 1467, en el capítulo general de Guadalajara,llamado el capítulo de la concordia, los capitu-lares adoptaron este sistema de gobierno parala Orden, que solamente sería modificado lue-go del concilio de Trento, en el siglo posterior.La concordia estipulaba que la provincia deCastilla compensara anualmente al MaestroGeneral con cuarenta doblas de oro. Llegadoslos castellanos a nuestra América, y llevado elasunto ante la Santa Sede, en 1530 se incluye-ron otras diecicéis doblas «por el reino de Gra-nada, Nueva España, Tierra Firme e islas inter-medias».Cuando los mercedarios que vinieron al NuevoMundo vieron la conveniencia de fundar unanueva provincia, en un capítulo celebrado en elCuzco en 1556, apartándose de la de Castilla. Asimilitud de lo ocurrido con el tratado de la

concordia, los mercedarios peruanos debieronoblar seis mil pesos de oro a los de Castilla.Es decir, que los mercedarios que incursiona-ron en el Tucumán y en el Río de la Plata, de-pendieron jerárquicamente del provincial deCastilla, y de su vicario en el Perú, ambos enplena sumisión con la corona de Castilla. Lue-go, pasaron a depender de Lima y por fin delCuzco, hasta su autonomía en 1593.

3. LA ESPADA QUE PARTE Y REPARTE

3.1. La Espada Temporal en manos del Rey, laEspada Celestial en manos de una Orden deCaballería.

Durante la Reconquista Portuguesa, los caballe-ros templarios prestaron su ayuda al bandocristiano en los siglos XII y XIII. Los reyes lusi-tanos los recompensaron con tierras y otros be-neficios. Los templarios brindaron protección alas autoridades civiles y eclesiásticas y al pue-blo en general.Suprimida en 1314 la Orden de los CaballerosTemplarios, el rey Don Dinis otorgó los bienesy beneficios de los templarios a una nueva or-den militar, de origen local, que respondía alnombre de Orden de Cristo. Muchos caballerostemplarios ingresaron a ella.La Orden de Cristo, sucesora del Temple enPortugal, tenía marcadas diferencias con ésta.

El rey era quien nombraba al Gran Maestre, yentre los votos se incorporaba el de obedienciaal monarca. Para asegurar todo, el primer GranMaestre de la Orden de Cristo no fue un tem-plario, sino un caballero de la Orden de Avis(Calatrava).

***El Infante don Enrique (“El Navegante”), GranMaestre de la Orden, se dedicó de lleno a la ex-ploración de las costas africanas, a comienzosdel siglo XV.Mediante la Bula Romanus Pontifex, del 8 deenero de 1455, el papa Nicolás otorgó a la coro-na portuguesa dominio sobre territorios con-quistados a musulmanes y paganos “desde loscabos de Bojador y de Nam a través de todaGuinea y más allá...”.Al año siguiente, el papa Calixto III, promulgóla Bula Inter Caetera el 13 de marzo de 1456,confirmando la anterior. Esta bula otorgó a laOrden de Cristo la jurisdicción eclesiástica so-

bre estos territorios, delegando en el Gran Ma-estre las funciones episcopales. Extendía los te-rritorios conquistables hasta la India, donde se-gún noticias había cristianos.No puedo dejar de resaltar este párrafo de laBula.

«Después de ello, muchos guineos y otros ne-gros, capturados por la fuerza, y también al-gunos por cambio con cosas no prohibidas opor otro contrato legítimo de compra, fuerontraídos a estos reinos citados; de los cuales, enellos, un gran número se convirtieron a la Fecatólica, esperándose que, con ayuda de la di-vina clemencia, si continúa con ellos el pro-greso de este modo, estos pueblos se converti-rán a la Fe o al menos las almas de muchos deellos se salvarán en Cristo».

En embrión, aparece la tragedia africana. Millo-nes de africanos partirán hacia el Nuevo Mun-do, desde la Casa de Esclavos, erigida por la co-rona portuguesa en la Isla de Gorea, en el año

1536. Portugal proveería desde el Africa escla-vos al imperio Español en América.Portugal al oriente, España al occidente, y elPapa como repartidor. Las cartas están sobre lamesa.La explotación del hombre por el hombre llega-rá a magnitudes no conocidas hasta entonces, ycontinúa in crescendo hasta nuestros días. La es-clavitud y el comercio de esclavos no fue sólocosa de portugueses y españoles.Tampoco fue privativo de los africanos (y en lapráctica los nativos americanos) caer en esa si-tuación. El tráfico soterrado de irlandeses en si-tuación de esclavitud hacia las colonias inglesasen la actual costa este de Estados Unidos, pre-cedió a los primeros embarques de esclavosafricanos hacia esas regiones.Menos divulgación tuvo la esclavitud de los eu-ropeos que quedaron en situación de miseria enel siglo XV.

El estudio del origen y evolución de las PoorLaws, en Inglaterra, muestra la crueldad del ca-pitalismo naciente, y cómo van de la mano es-clavitud de los desplazados del campo, las so-ciedades de beneficencia y la discriminaciónpor portación de cara. Enrique VIII persiguien-do a los mendigos en sus dominios; Carlos Vmandando a los “vagos” a remar en las galerasy los reyes de Francia imitando el accionar delemperador en cuyos dominios no se ponía elsol. La misma flota pontificia contaba entre sus re-meros a condenados por diversos delitos, aun-que también existían voluntarios que recibíansu paga. Como curiosidad, cada galera de losestados pontificios estaba comandada por uncaballero de la Orden de Malta.Como bien insinuaba el relato del doctor Catu-relli, “el hombre es una cuestión de fe, de fe en elhombre”. De otro modo resulta imposible al au-tor elaborar y digerir este trabajo.

3.2. Las Dos Espadas (y todo lo que se les an-tojara) en manos de los Reyes de Castilla.

A diferencia de lo ocurrido con Portugal, lacristianización de las tierras otorgadas a susmonarcas estuvo bajo una sola mano férrea: lade la corona de Castilla.

1492, el año de la tormenta perfecta para lacristianización de este continente que llamanAmérica. La concurrencia de sucesos de distinta índole,convirtieron ese año en una bisagra histórica.Señalemos los siguientes.

1. Capitulación del sultanato de Granada,el 2 de febrero de 1492. Cae el último bas-tión de los moros en la península ibérica.

2. Edicto de Granada, promulgado por Fer-nando e Isabel el 31 de marzo de 1492,con la expulsión masiva de judíos no con-versos de los territorios bajo dominio de

los reyes católicos. Para ello contaban conla bula del 1º de noviembre de 1478, Exi-git sincerae devotionis affectus, que otor-gaba a los reyes católicos el poder denombrar inquisidores. Los reyes de Espa-ña, como sucesores de los de Castilla yAragón, tuvieron en sus manos un poderde policía ideológica, que se sumaba a to-das las concesiones de la Santa Sede. Elpoder real de la corona hispana era omní-modo. La Inquisición Española de hechose convirtió en otro poder del estado.

3. Edición de la Gramática castellana y delDiccionario latino-español, ambas obrasdel sevillano Antonio de Nebrija. El sur-gimiento de un idioma dominante por so-bre todas las lenguas y dialectos utiliza-dos en tierras españolas.

4. Llegada de Cristóbal Colón a las islasnororientales del mar Caribe. Previa fir-ma de las Capitulaciones de Santa Fe, con

los Reyes Católicos, nuestra América vi-vió el 12 de octubre una jornada históricaprofundamente gris, más allá de los blan-cos y negros que los creadores de leyen-das le adjudicaron. A quienes les guste laintriga, les recuerdo que Colón y su hijotenían un taller de cartografía. En una desus producciones, que se encuentra en elArchivo Nacional de Francia, hay una ta-bla confeccionada en ese taller en 1490.En la parte superior se aprecia la costaoriental de tierras desconocidas.

5. El Cónclave de 1492. A nivel de marco ju-rídico, marca a fuego los destinos de estecontinente desde el que reflexionamosfue la elección de Alejandro VI comopapa en agosto de 1492. Fue quien entre-gó servido en bandeja un continente a losreyes de Castilla y León.

6. Campaña de Conquista de las islas LaPalma y Tenerife, en las Canarias. Desde

1492 a 1496, los reyes católicos estuvieronempeñados en completar la apropiaciónde los territorios en manos de los nativosguanches. Fue una colonización muycruenta, que incluyó masacres y traición ala palabra empeñada. Buena parte de losprisioneros guanches capturados fueronreducidos a la eslavitud. Las Canarias seconvirtieron en base de aprovisio-namiento hacia y desde los puertos delNuevo Mundo. Los bulbos de la caña deazúcar fueron llevados desde allí al Cari-be, donde la mano de obra esclava produ-cía azúcar y ron. El ron sería utilizadoluego por los portugueses como monedade intercambio en la trata de esclavos.Los jefes de las tribus africanas recibíanbarriles de esta bebida, incentivando gue-rras tribales y el alcoholismo. Estas gue-rras tribales estaban dirigidas a obtener

prisioneros que luego serían sometidos aesclavitud.

***Roderic de Borja era cardenal y arzobispo deValencia, y tenía muy buenas relaciones con Is-abel de Castilla y Fernando de Aragón. En sumomento había facilitado el trámite de dispen-sa para contraer matrimonio dada su cercanaconsanguineidad.También había apoyado a Fernando en su re-conquista del antiguo reino de las dos Sicilias(Nápoles y Sicilia), en detrimento de los france-ses. Los reinos unificados del sur de Italia erandominios personales del rey de Aragón y desus sucesores, y no del reino como tal.A partir de 1492, el imperio español, posesiónde los sucesores de Isabel de Castilla, habría detener una sola fe, una sola lengua, una mismamoneda, un solo monarca, y un solo “vice-dios”, el que firmaba: “Yo, el rey”.

Tras conocerse los resultados del viaje de Co-lón, Alejandro VI promulgó 5 documentos, lasllamadas Bulas Alejandrinas, en que selló eldestino de América. Estas “bulas” fueron labase de lo que se conoció como Derecho In-diano.Sin embargo, la primera de ellas es un breve, ydos son bulas menores.

1) Breve Inter coetera (3 de mayo de 1493),por la que donaba, como representantede Dios en el Orbe, a los reyes de Castilla,las tierras situadas al occidente del marocéano que no estuvieran regidas porotros príncipes cristianos.2) Bula Eximiae devotionis (3 de mayo de1493), ratificando y aclarando la anterior,y estableciendo la obligación de evangeli-zar a los habitantes de las nuevas tierrasconquistadas.3) Segunda Bula Inter coetera (4 de mayo de1493), deslindando los territorios insu-

lares atlánticos de los portugueses (p.e.islas Azores y del Cabo Verde), y españo-les (islas Canarias). Aparece en ella untérmino que se marcará como hierro can-dente en la piel del ganado y del esclavo:el oro, que a juicio del suscripto es la mal-dición del nuevo mundo.4) Bula Piis fidelium (25 de junio de 1493),que establece el embrión de la jerarquíaeclesiástica americana, al otorgar al ermi-taño fray Bernardo Boil amplísimas facul-tades, que en la práctica lo convertían envicario apostólico del nuevo mundo, aun-que no estaba explícito en el texto.5) Bula Dudum siquidem (26 de septiembrede 1493), la última y más solemne, dondeextiende en la práctica los límites de ladonación a todo el hemisferio occidentalallende la mar océana.

***

Muy significativa, y creo desapercibida, es lafrase “etiam pietatis vel fidei aut redemptio nis captivo rum ”, que figura en el texto de la últimaBula Alejandrina. Allí, entre otras, prohíbe quejurisdicciones ajenas a Castilla, recolecten la li-mosna de cautivos. Nace con la cristianizacióndel nuevo mundo uno de los grandes proble-mas de los mercedarios en América para cum-plir con su misión redentora. Posteriormente, aRecopilación de Leyes de Indias, en su libro I,título XXI, ley III, dictada por Felipe II el 27 deseptiembre de 1576, dispondría en su en-cabezado:

«Que en cada un año se haga la cuenta delo que hubiere para redención de Cauti-vos, y se envíe a estos Reinos, y los Re-dentores procuren que sean rescatadoslos cautivos en la Carrera de las Indias».

En la práctica, que se rescatara a los pudientes,en desmedro de quienes permanecían en situa-ción de cautividad en tierras americanas. En

ocasiones, los reyes pensaron en confiar la reco-lección de la limosna de cautivos a los obispos.Con el decurrir de los siglos, las autoridadeshispanas se apropiaron en diversas oportunida-des de las limosnas de redención de cautivos.Para la toma de Granada, los reyes católicos seapropiaron en 1484 de la limosna de redenciónpara destinarla a la santa cruzada.En 1511, el rey Fernando el Católico, mediantereal cédula, dispuso que las limosnas recogidasen las iglesias de la Merced tenían que entre-garse a la Cruzada. Las limosnas que los otor-gantes de los testamentos destinadas a la re-dención de cautivos, no llegaban a las arcas dela redención. Algunos obispos intentaron tam-bién inmiscuirse en la recolección de limosnasde redención. Las quejas de los frailes no fue-ron escuchadas. La situación de los cautivos enArgel durante el siglo de oro de España fue in-soportable. Desde 1526 a 1562 no hubo reden-ciones en el norte de Africa.

Dice al respecto el padre Vázquez Núñez:«Verdad es que durante bastantes años, nosólo no se pedía para la redención, sino quelas limosnas espontáneas recogidas en nues-tras iglesias tenían que entregarse a la Cruza-da, según manifiesta el Rey D. Fernando encédula de 1511. El hecho se repitió muchasveces, y es muy importante para explicar laaparente inactividad de la Orden. Los Merce-darios se quejaron al Rey de que en tales lcir-cunstancias no podían satisfacer los censosque pesaban sobre la redención.…Estas suspensiones de indulgencias llevabanaparejada la prohibición de predicar la reden-ción, imposibilitando el hacerla durante años.Estas bulas hablan, además, de que los Prela-dos y sus secretarios exigían exorbitantes de-rechos por la licencia de predicar en sus dióce-sis, quedándose con gran parte de la limos-na.»

El desánimo corrió entre los cautivos que espe-raban por su redención en Argel. Las apostasíasabundaron hasta el punto que los soberanos ar-gelinos tuvieron que frenar de algún modo laavalancha de conversos al Islam, porque que-darían sin cristianos para pedir por ellos el res-cate. La sed de dinero que ostentaron los reyeshispanos y los obispos peninsulares repugna allector menos avisado. Entre los anexos a este li-belo figura una carta de un cautivo español a surey.Por si algo faltara, el papa Alejandro VI, porbula Eximiae devotionis sinceritas, del 16 de di-ciembre de 1501, concedió a los reyes de castillalos diezmos de Indias, para el sostenimientodel culto y de la cristianización del NuevoMundo.Alejandro VI falleció en 1503, y luego del bre-vísimo pontificado de Pío III, el papa Julio IIasumió el trono de San Pedro. La bula Univer-salis Ecclesiale Regiminis, del 28 de julio de 1508,

concedió a los reyes de Castilla y León y sus su-cesores el patronato universal de la Iglesia enIndias. Dicho de otro modo, el rey adquiría lapotestad de influir en la jerarquía eclesiásticaen América. No podía designarse obispos sin laprevia presentación de un candidato por partede la corona castellana.La cristianización de América quedaba así ata-da a la decisión final de una sola persona, “Yo,el Rey”. Por más que fuera hijo de primos cer-canos. La espada dominante cambiaba de ma-nos: del Papa al Rey.Hasta mediados del siglo XVI, las iglesias enAmérica estarán sujetas a la arquidiócesis deSevilla. En 1546, al crearse las primeras 4 ar-quidiócesis americanas, el dinero de las iglesiasindianas fluía hacia tierras andalucíes. El reta-blo de la catedral de Sevilla fue dorado con eloro que llegaba desde el nuevo mundo.

1494, el año del inicio de la cristianización delNuevo Mundo y del masivo brote de sífilis enla Vieja Europa.La recopilación de cédulas y otras disposicio-nes reales previa al segundo viaje de Colón,que habría de traer la organización de la Iglesiaen América, en lo que hace al culto y a la mi-sión, está datada en Barcelona.Si el primer viaje colombino fue el de la bús-queda de la tierra del oro y las especias, el se-gundo decididamente fue el del inicio de laconquista.Partió Cristóbal Colón en septiembre de 1493con una flota bien aparejada y más de mil qui-nientos hombres. Junto a él viajaba un contin-gente de misioneros encabezados por fray Ber-nardo Boyl, en compañía de los primeros mi-sioneros: los sacerdotes fray Juan Infante (mer-cedario) y fray Rodrigo Pérez (franciscano), ylos hermanos legos Ramon Pané (ermitaño jeró-

nimo), Juan de Ledeule (franciscano) y Juan Ti-sim (franciscano).La primera misa en el nuevo mundo la celebróel padre Boyl en la actual isla de Santo Domin-go, el 6 de enero de 1494.La explotación de los nativos caribeños fue in-mediata: eran trasladados en masa hacia losríos en búsqueda de pepitas de oro. En esas tie-rras se organizaría establecimientos azucareros,con bulbos originarios de las Islas Canarias , yla mano de obra empezaría a fluir desde elÁfrica.El padre Boyl excomulgó a Colón por el maltra-to a los nativos. Un informe, del año 1500, des-cubierto en el año 2005 en el Archivo de Si-mancas describe comportamientos de crueldadinaudita por parte de Cristóbal y su hijo Barto-lomé. Habría llegado a evitar el bautismo de losnativos, para poder así someterlos a la esclavi-tud. Algunos misioneros retornaron a Españaen diciembre de ese año 1494, y Boyl un tiempo

después. Coincidencia o no, ese año de 1494una epidemia de sífilis se desató en el reino deNápoles, y se desparramó por Europa.Sólo permanecieron en estas tierras los dos le-gos franciscanos y el ermitaño Juan Pané. Fueéste el primer cronista de la conquista, que consencillo estilo dio a luz en 1498 su trabajo: “Re-lación acerca de las antigüedades de los indios”, derecomendable lectura.

***Ante la falta de misioneros, los reyes católicosrecurrieron a otras órdenes religiosas. A reque-rimiento de lo dispuesto por el sumo pontífice,a partir de 1495 embarcaron hacia el caribe frai-les franciscanos, mercedarios y dominicos.Para suplir las funciones propias del clero secu-lar, los reyes obtuvieron dos bulas que otorga-ban algunas potestades episcopales a los reli-giosos. Fueron ellas la bula Alias Felicis, deLeón X, fechada el 25 de abril de 1521; y la Ex-

ponis Nobis Nuper Fecistis, de Adriano VI, del 10de mayo de 1522.En lo que hace a los mercedarios, el 11 mayo de1526, el emperador Carlos V, atiende la solici-tud del Provincial y frailes de Nuestra SeñoraSanta María de la Merced Redención de Cauti-vos y de la religión y observancia de la provin-cia de Castilla, confirma las casas y monasteriosmercedarios fundados y por fundar. Tambiénordena a las autoridades no permitir fundacio-nes mercedarias que no estén sujetas al provin-cial de Castilla.

4. LA TIERRA MALQUERIDA DEL TU-CUMÁN Y LOS MERCEDARIOS A LA LUZDE LAS DISPOSICIONES REALES Y DE LAORDEN

La arrasadora epidemia de sífilis en Europa, en1494, tendría entre sus consecuencias la funda-ción del primer convento mercedario en tierrasdel cono sur americano. Cuatro décadas des-pués de iniciada, un grande de España, don Pe-dro de Mendoza, emprende la conquista de lastierras a las que el río descubierto por Solís ser-vía de formidable vía de ingreso. Aquejado porla sífilis, en grado avanzado, quería hallar sucura en estas tierras. Quizá hubieran llegado aél noticias de la fuente de la eterna juventud.La madre tierra que lo esperaba no fue paranada lo que soñaron él y sus acompañantes.Era el territorio al que no muchos querrían ve-nir. La fracción de Nuestra América en que es-casos clérigos desearan residir.

***Corresponde a los frailes mercedarios el honorde haber sido los primeros en establecerse enestos parajes, y los primeros en recibir mestizosentre sus filas. El gran Solórzano Pereira, en suPolítica Indiana, escribe sobre las dificultadesque tenían los criollos para acceder al estadoclerical.

Y conviene notarlas, para convencer la ig-norancia, o mala intención de los que no quie-ren, que los Criollos participen del derecho, iestimación de Españoles, tomando por acha-que, que degeneran tanto con el cielo, i tempe-ramento de aquellas provincias, que pierdencuanto bueno les pudo influir la sangre de Es-paña, i apenas los quieren juzgar dignos delnombre de Racionales, como lo solían hazerlos Iudios de Ierusalen, i Palestina, teniendo,i menospreciando por Bárbaros, a los que na-cían, o habitaban entre Gentiles, como des-pues de otros lo refiere Bernardo Aldrete.

I los que mas se estreman en dezir, i publicaresto, son algunos Religiosos, que passan deEspaña, pretendiendo excluirles por ello deltodo, de las Prelacías, i cargos honrosos desus Ordenes, o que se han de proveer por al-ternativa, en virtud de ciertos breves que hanimpetrado, de que diremos algo en otro lugar.Y llegó esto a tanto, que un Obispo de Mexicopuso en duda, si los Criollos podrían ser orde-nados de Sacerdotes, y parece aver persevera-do en ellas, hasta que por el Consejo de las In-dias se le respondió, i encargó, que los ordena-sse, si por lo demás los hallasse idóneos y sufi-cientes, como consta de un capítulo de cartaque se halla en el primer tomo de las impre-sas. Capit de carta, an. 1561.I no parece, que estuvo lexos de este sentir, elPadre Fray Juan de la Puente, según los ma-les que de ellos dize, atribuyéndolo a la cons-telación de la tierra, la qual juzga ser mejorpara criar yervas, i metales, que hombres de

provecho, pues aun degeneran luego los queproceden de los de España. (Libro II, cap.XXX)

Durante la cuarta década del siglo XVI, la Com-pañía de Jesús se oponía a incorporar mestizos,por considerarlos incapaces de la vida religiosa.Un ejemplo es el de lo que ocurría en el novi-ciado jesuítico de Córdoba. El general de los je-suitas se dirigió al padre provincial FranciscoVázquez, en carta fechada en 1634 en estos tér-minos:

Vuestra Reverencia excuse cuanto pudiere elrecibir novicios de los nacidos en esas provin-cias, que de ordinario el natural no les ayudamucho a la observancia religiosa, y puedenser de daño para otros.

***Grande problema tuvieron los mercedarios ensu largo camino hacia el Tucumán. DesdeCádiz hasta el Perú recibían noticias sobre laspésimas condiciones de vida que afrontarían al

llegar. Casi todos buscaban la manera de eludirla responsabilidad, estableciéndose en el Perú oen el Altiplano.Felipe II, mediante real cédula del 22 de julio de1595, expresaba su malestar sobre esta actitudsobre los pedidos de religiosos

“para … Tucumán u otras de las provinciasde guerra o fronteras de chiriguanaes y tie-rras pobres, y se envían, … luego que llegan ala ciudad de los Reyes fingen algunas excusasy se quedan allí o van a otras partes donde lesparece, de manera que por maravilla lleganinguno a la parte donde va consignado”.

Los frailes de Castilla no estaban acostumbra-dos a las privaciones que los esperaban. No fal-taban conflictos en sus conventos de origen, se-gún describe sin tapujos el padre Vásquez Nú-ñez, uno de los mártires de la provincia de Cas-tilla. Superpoblados de varones de avanzadaedad, que ingresaban a la vida religiosa parapasar sus últimos años en un clima de retiro.

Frailes ancianos, mantenidos por sus familias,de reconocida solvencia económica. “Así losconventos venían a convertirse en asilos degente semiinválida”. Bien señaló el autor, al re-ferirse a la superpoblación conventual, que “erala manía de todas las Ordenes, que considera-ban mala vergüenza ser pocos”.Además, bajo lo que él llamó el “prejuicio aris-tocrático”, toda familia noble o adinerada que-ría contar con uno de sus hijos entre el clero, yla Orden de la Merced tenía profunda raigam-bre y prestigio. Esto dificultaba el acceso de losde menores recursos, cosa muy criticada por elmaestro general, el preclaro Francisco Zumel,“cuando lamentaba que por falta de un hábitoviejo se perdiera una vocación excelente”. La Regla de San Agustín, que guía desde susinicios la vida religiosa de los frailes, estableceuna regla de oro sobre las desigualdades de ori-gen social al momento del ingreso:

“ los que nada tenían no busquen en lacasa religiosa lo que fuera de ella no pu-dieron poseer… Y quienes eran con-siderados algo en el mundo no osen me-nospreciar a sus hermanos que vinierona la santa sociedad siendo pobres. Masbien, deben gloriarse mas de la comuni-dad de los hermanos pobres que de lacondición de sus padres ricos.

La convivencia era difícil, y la observancia seencontraba relajada. Algunos suplicaron pasara institutos religiosos donde la vida religiosafuera más estricta, como el padre Guimerán,que ingresó a la Cartuja. Algunos se agruparonen una nueva rama, la Orden de la MercedDescalza. Otros pasaron al Nuevo Mundo.Existía en los primeros tiempos de la conquista,una especie de utopía. En algunos espíritus re-ligiosos moraba la idea de refundar o reformarla Iglesia desde el Nuevo Mundo. El primer in-tento fue la Abadía (hoy diríamos Prelatura) de

Jamaica, a cargo de los ermitaños jerónimos, acomienzos del siglo XVI. Un siglo después, enel hemisferio sur, la Compañía de Jesús habríade concretar algo más sustancioso, en tierrasdel Tucumán y el Paraguay.

***El Tucumán era tierra de peligros y de extremanecesidad. Entre las disposiciones de la Ordenresalta la del capítulo general de 1609, queprohibía “admitir en la provincia del Tucumána los fugitivos de otras que allí acudían”. Esosfrailes fugitivos constituían un problema demagnitud en aquellos tiempos. Uno llegó a jugarse el dinero de la Limosna deRedención, y el ilustre padre fray Nicolás Gó-mez se vio en figurillas para calmar al acreedor.Viene al caso señalar, que por las constitucionesde la Orden, los frailes tenían prohibidos losjuegos de azar.Otros asumían la figura de visitador (una espe-cie de auditor) del vicario general de Lima, y

algunos esquilmaban a los conventos. Llegó atal extremo este deleznable proceder, que en elconvento de Corrientes, los frailes, cuando la-vaban su hábito, tenían que permanecer reclui-dos hasta que se secara, porque era lo únicoque tenían para cubrir sus carnes. Hasta el Con-sejo de Indias debió reclamar al Maestro Gene-ral que enviara visitadores virtuosos y desinte-resados.Los frailes al principio acompañaban las explo-raciones y los viajes de los conquistadores. Casisimultáneamente llegaron hasta el Paraguaydesde el Atlántico remontando el río Paraná, ya Chile desde el Cuzco (1535-1537).Luego empezaron a establecerse temporalmen-te en las poblaciones recién fundadas, ejercien-do sus funciones pastorales entre los recién lle-gados y también adentrándose en la tierra des-conocida para tomar un primer contacto con losprimeros pobladores. Otros recorrían largas

distancias desde los conventos del Paraguay,del Altiplano o Chile, en viajes misionales.

Los mercedarios y su relación con las autori-dades civiles en el Río de la Plata.Cuando el capitán Salazar de Espinoza fundó el15 de agosto de 1537 la casa fuerte de NuestraSeñora de la Asunción llevó consigo al merce-dario fray Juan de Salazar y al ermitaño jeróni-mo fray Luis de Herrezuelo. Poco después, sele uniría al padre Salazar su hermano de hábi-to, fray Juan de Almacia. En septiembre de1541, la casa fuerte se convirtió en ciudad bajoel influjo de Irala, que la habría de gobernarhasta la llegada en 1542 de Alvar Núñez Cabe-za de Vaca, designado por el Rey.Alvar Núñez venía dispuesto a poner fin a losabusos que se cometían con los aborígenes.Uno de ellos era la poligamia con las nativas,que nutría una verdadera trata de mujeres. Elpadre Salazar apoyó el accionar del Cabeza de

Vaca, y los mercedarios que vendrían despuésenfrentarían la mala predisposición de los suce-sores de Irala y de sus partidarios.Una muestra de esa animadversión es la funda-ción de la ciudad de Buenos Aires en 1580, pordon Juan de Garay. En ella los mercedarios norecibieron solar alguno para establecerse. A co-mienzos del siglo XVII, el comendador de Bue-nos Aires, fray Pedro López Valero dirigió va-rias cartas al Rey, denunciando los “agraviosque los pobres padecen y la poca jusicia queadministra su gobernador Hernandarias deSaavedra”.

Los mercedarios y su relación con las autori-dades civiles en el Tucumán.El primer convento en erigirse en el Tucumánfue el de Santiago del Estero, en 1557. Cuandollegó el primer obispo del Tucumán, monseñorVictoria, no tenía ni casa ni catedral. Por esemotivo, la primera sede episcopal tuvo su resi-

dencia y su catedral en el antiguo convento dela Merced de a orillas del Río Dulce.El gobernador Ramírez de Velasco informó alRey, en diciembre de 1586, sobre el crítico esta-do en que estaba la diócesis, y pedía sacerdotespara su atención, prefiriendo “que vengan másfrailes que no clérigos” porque “me consta es-tán mejor doctrinados los naturales de frailesque no de clérigos”. Quizá porque los frailes seavinieran a las estrecheces, mientras los secula-res prefirieran ocuparse de incrementar su pa-trimonio. Sobre la Merced afirmaba que“fue laprimera orden de religión que entró en esta tie-rra” haciendo el bien. También, que los fraileseran unos siete (en 1590 había: dos en Santiagodel Estero, dos en las doctrinas, y uno en Tala-vera, otro en San Miguel de Tucumán y otro enSalta.No está demás señalar que este gobernador in-dicó al Rey la importancia de atender la inci-piente ciudad de Córdoba, rica en oportunida-

des. El tiempo le dio la razón. La Compañía deJesús estableció su casa provincial en la urbefundada por Jerónimo Luis de Cabrera. LaMerced hizo lo mismo.En 1651, el Rey escribió al Provincial, propo-niéndole concentrar en el convento cordobés alos religiosos del Tucumán. Primaba el modeloreligioso europeo por sobre la realidad.

Una provincia religiosa erigida en tiempos dela visita de la Santa InquisiciónEntre 1581 y 1584, la iglesia en el Tucumán su-frió la persecución del gobernador Hernandode Lerma. El escribano Tula Cervín, en carta di-rigida al Rey, refería que

“fueron intolerables las crueles prisiones quedio a muchas personas, y grandes los robos, atítulos de secuestros de bienes e indios, siendoen las causas, parte, juez, testigo, fiscal y car-celero. Fue general perseguidor desta santaIglesia, del obispo e ministros della, hasta

quebrantarla a medianoche, para sacar al ad-ministrador deste obispado, que él y otro frai-le estaban retirados por sus crueldades e tira-nías...”

En 1587, el obispo Francisco de Victoria, domi-nico, se retiró al Perú, con sus bienes y una do-cena de clérigos seculares y otra de seminaris-tas. La diócesis quedó sumida en un abandonopastoral de proporciones mayúsculas.Ante lo problemático de la situación, en 1588, laInquisición limeña, instituyó comisario para elTucumán, al jesuita Francisco de Angulo. Du-rante su actuación, envió a la prisión inquisi-torial a las dos terceras partes de los clérigosque todavía residían en estas tierras, los queluego del correspondiente proceso, fueron ex-pulsados del Reino del Perú.En 1592, el padre Angulo consideraría al obis-pado del Tucumán "infeliz y desamparado de pas-tor y remedio, y casi de todo bien espiritual".

Cuatro décadas atrás, el futuro obispo de Char-cas, fray Domingo de Santo Tomás, advertía alRey, en carta del 1ª de julio de 1550

“Avra quatro años que, para acabarse de per-der esta tierra, se descubrió una boca del yn-fierno por la qual entra cada año grandecantidad de gente, que la cobdicia delos espa-ñoles sacrifica a su dios, y es una mina de pla-ta que se llama Potosì...”.

Dicho en otras palabras, tenían por Dios al Di-nero, y en su altar ardiente eran sacrificadasmultitudes de mineros nativos.El arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogro-vejo, partidario del clero nativo, en 1593 supli-caba al rey proveer de presbíteros a este rincóntan alejado del mundo, y le proponía que en-viara frailes de los conventos del Perú. No es deextrañar, entonces, que en algunas ocasiones, elRey se dirigiera al Maestro General de la Or-den, pidiéndole el envío de frailes a estos terri-torios hostiles.

5. CUATRO SIGLOS DE PEREGRINAJE

En esas circunstancias, en que los inquisidoresde Lima proclamaban a quien quisiera oírlosque estaba el Tucumán “totalmente perdido,por parecerles a los que en él vivían, por ser ellugar tan remoto, que estaban seguros de que(no) se sabrían sus insolencias, y así andaba eldemonio suelto, y vivían los más sacerdotes tanciegamente que era escándalo para aquellasgentes incultas”, los frailes del Tucumán conci-bieron la idea de escindirse de la Provincia delCuzco.Empezaba su andadura la vida de esta Provin-cia religiosa, de cuyo marco histórico y jurídicoal momento de nacer, este trabajo ha pretendi-do brindar un esbozo, sembrar inquietudes yallegar algunos documentos.Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada delos dominios españoles, fueron sacerdotes mer-

cedarios los que resguardaron la práctica de losejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.Cuando la Patria necesitó de un pronuncia-miento decisivo para sacudir el yugo sanguina-rio del imperio, los 17 mercedarios de Mayo es-tamparon su firma apoyando un gobierno decriollos, en un gesto que pudiera haberles signi-ficado la muerte o el destierro.Misionera en las fronteras del sur de la Pampay del Chaco, la Merced en el Tucumán todavíapracticó redenciones de cautivos en pleno sigloXIX.Fiel a su carisma fundacional, se opuso a la pre-tensión de convertir a la Orden en un institutoeducacional, y las Constituciones del Padre Va-lenzuela, de 1895, así lo preservaron.Si bien al Venerable Fray José León Torres se lorecuerda por la fundación de las HermanasMercedarias del Niño Jesús, mucho más debe-ría reconocérseles a él y sus compañeros el ha-ber sido pilares en la restauración de la Orden.

Cuando a la Orden se le encargó la Prelaturadel Piahuy, en tierras amazónicas, la provinciabrindó sus frailes para participar en el empren-dimiento evangelizador. Algunos frailes argen-tinos dejaron allí su osamenta, víctimas de lasinclemencias del trópico.

***En nuestra América comenzaba a intensificarse,a partir de la década de los 60, un nuevo proce-so de cristianización. Esta nueva cristianizaciónestaba al servicio de un nuevo imperio, al nortedel Río Bravo. Fundamentalmente, consistía encambiar el “tipo de cristianos”.Esto incluyó la destrucción de monasterios eiglesias, al impulso de urbanistas y desarrollis-tas, que levantaron enormes edificios en solaresantes dedicados al culto.El sustento ideológico estaba en un grupo depensadores. Ellos plasmaron su ideología, quedieron a luz lo que se dio en llamar Documen-

tos de Santa Fe, cuatro en total, desde 1980 a2000.Como cinco siglos atrás, “Santa Fe” lucía comocomún denominador. En 1492, Capitulaciones. En 1980, Documentos. En 1492, el naciente imperio español. En 1980,el bien cimentado imperio que rige los destinosde nuestro mundo actual.

***Cuando las violaciones de los derechos huma-nos azotaban nuestro país, mientras los mediosde comunicación masiva aletargaban al puebloargentino con el Campeonato Mundial deFootball, la Primera Reunión del Concejo deProvinciales reunida en el Convento de Córdo-ba, recordaba en 1978 que

“La Orden, a la luz del Evangelio, de la tradi-ción de Nolasco y de los documentos eclesia-les, debe tomar conciencia de la situaciónopresiva de nuestros pueblos”.

Pongo así fin a estas “meditaciones históricas”,que entrego al lector, por si pudiera ser de utili-dad su consideración.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

BEDA, el Venerable. Historia ecclesiastica gentisAnglorum.BRUNET, José. Los Mercedarios en la Argentina.Buenos Aires, 1973.BRUNO, Cayetano. Historia de la Iglesia en laArgentina. Volumen I. Buenos Aires, 1966GONZÁLEZ, Francisco. Colección de Cánones dela Iglesia Española. Tomo I. Madrid, 1849 INSTITUTO HISTÓRICO DE LA ORDEN DELA MERCED. La Orden de Santa María de laMerced (1218-1992). Roma, 1997.JELIC, Luka. Evangelización de América antes deCristóbal Colón. Trad. Pedro Roca. Madrid, 1892.PALACIO, Eudoxio de Jesús. Los Mercedarios enla Argentina (1535-1754). Buenos Aires, 1971.PANÉ, Ramón. Relación acerca de las antigüeda-des de los indios. Editorial Siglo XXI. s/aPINELO, León. Recopilación de Leyes de los Rey-nos de las Indias. Madrid, 1680

PORTUGAL, Carmelo. Reflexiones acerca del ca-risma mercedario. Roma, 1981.SEPHTON, J. (traductor). The Saga of Erik theRed. 1880. Traducido al inglés desde el originalen islandés 'Eiríks saga rauða'.SOLÓRZANO PEREIRA, Juan. Política Indiana.Madrid, 1648VÁZQUEZ NÚÑEZ, Guillermo. Manual de His-toria de la Orden de Nuestra Señora de la Merced.Tomo I y II. Toledo, 1931 y 1936.

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