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francisco yañez ungrancambio

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tré con que la empresa que durante tantos años me había dado para mantener a mi familia ya NO existía; se fue, se acabó, y con ella desapareció la seguridad, la tranquilidad y la paz.

En ningún momento me imaginé que caería de manera tan rápida en la pobreza, en la miseria y que muy pronto me convertiría en ayudante de albañil. Siempre pensé que con mi experiencia podría obtener un buen empleo y, poco a poco, salir adelante y brincar ese bache. Mas con el tiempo todo empeoró y fue bajo el manto de la adversidad donde empecé a cuestionarme y fui encontrando respuestas poderosas que nunca antes —y bajo nin-guna otra circunstancia— había tenido la capacidad de responder. Entendí que las preguntas nos llevan a encontrar respuestas, y en las respuestas están las soluciones.

Me habían dicho muchas veces: “Las respuestas están dentro de ti, solo tienes que buscarlas”.Pero ya sabes, cuando uno se encuentra en situaciones difíciles, tu propio pensamiento te boicotea y no te permite encontrar respuestas positivas a lo que se está viviendo.Es por ese motivo que he escrito este libro: para que sirva como una guía, como un camino en la búsqueda, y que al final ayude a encontrar las respuestas y la paz que se necesitan para tomar buenas decisiones en los tiempos difíciles.

Este libro no pretende descubrir el hilo negro ni reinventar la rueda de las emociones; se trata de entender que hay un camino que muchas personas han transitado, encontrando al final una respuesta poderosa de transformación en sus vidas: es un sis-tema de modelado, de imitación y de acción. Hay que repetir los mismos pasos que otras personas han dado y así descubrir la pro-pia senda en la vida y cambiar definitivamente. Por eso te aclaro:

“No importa cuánto sepas en la vida; lo que verdaderamente im-porta es qué haces con el aprendizaje”

O sea, que de nada te servirá leer este libro, si tú mismo no aplicas los ejercicios y accionas para generar tu propio cambio. Es por eso que te invito a darte el tiempo de leer, releer, reflexionar, subrayar, escribir, responder y ponerte en acción.

Si quieres un milagro en tu vida, tienes que participar para que

Este libro que estás comenzando a leer es una historia real de un hombre común, como tú. En algún lugar no muy lejano Macfran, que es nuestro per-

sonaje central, tuvo que enfrentar la adversidad y descubrió de frente el sabor del dolor, de la pobreza y el desánimo. En su cami-nar fue descubriendo llaves y puertas que le abrieron la mente a una experiencia diferente que lo llevó a replantearse el sentido de la vida, la paz y el éxito profesional.

Macfran te irá guiando paso a paso para que tú también puedas replantear tus metas y objetivos desde una visión diferente, y alcanzar tus objetivos con mayor rapidez.

Macfran —que era un trabajador de la construcción—, empezó por tener una gran visión, comenzó su propio proceso interno, realizó algunos ajustes y cambió su vida.

Así conquistó sus más grandes sueños. Él se imaginaba ayudando a miles de personas a través de conferencias y libros. Ahora, Mac-fran es uno de los más reconocidos conferencistas y coaches del mundo hispano y está impactando en la trasformación de miles de personas por todo el planeta.

Tal vez —y solo tal vez—, tú también puedas trasformar tu vida y alcanzar tus objetivos rápidamente, al encontrar las respuestas poderosas en las preguntas y ejercicios que se plantean a través de estas páginas.

Eso sí… voy a pedirte que no creas todo lo que lees; mejor cuestiónalo y ponlo a prueba para ver si funciona y cambia tu vida. Y algo que es muy importante saber, es que si lo pones a prueba, con seguridad encontrarás respuestas terriblemente po-derosas que trasformarán tu existencia y te llevarán a descubrirte en plenitud.

No importa por lo que estés pasando ahora en tu vida, siempre hay una esperanza para ser inmensamente feliz; solo escucha en tu interior qué es lo que Dios te quiere decir, ¡abre tu corazón!

Hace apenas unos cuantos años mi vida sufrió un cambio radical, Todo fue muy inesperado y yo no sabía lo que me esperaba. Dios estaba preparando un gran milagro. Un día desperté y me encon-

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El cambio es el camino de Dios

¿Y cuál es ese camino que Dios nos pone delante para entender? Hace algún tiempo, cansado de mi vida, un amigo me invitó a una conferencia de Fernando Landeros (del Teletón). En aquella conferencia, el “Chovi”, como todos lo conocen en México, habló y resonó fuerte en mi corazón; Dios puso palabras en su boca que detonaron en mi interior. Algo dentro de mí estalló. Era la visión de una nueva vida, de darle valor a mi existir. Cuando me di cuenta, estaba diciéndole a mi esposa que iba a dejar la empresa y que, a partir de ese momento, me dedicaría a ser conferencista, que quería ayudar a la humanidad: mi misión era cambiar vidas.

Ese mismo día, por la noche, entusiasmado, le platicaba a mi esposa diciéndole que yo me había “visto” en esa con-ferencia: estaba vestido con un traje oscuro, hablando ante miles de personas y cambiando vidas. Había tenido una visión muy clara y estaba viajando por todo el mundo, ayu-dando a los más necesitados. Ella me contestó: “¡estás loco!”.

Y ella tenía razón. Cuando tomé la decisión de seguir mi misión, todo cambió. Es que se necesita estar “un poco loco” para atreverse a cam-biar, pero recuerda que entre la locura y la genialidad hay un solo paso.

En las siguientes líneas encontrarás claves y compuer-tas en mi historia para que tú mismo descubras los caminos de tu propia misión. Porque estoy seguro de que Dios nos en-vía señales claras para actuar y, en ocasiones, nos hacemos los sordos, así que escucha muy bien la voz de tu interior.

las cosas cambien. El mundo sigue girando, y si tú no tomas las acciones correspondientes, nada sucederá como por arte de magia. Podrías esperar durante años un milagro, pero si tú no actúas, nada cambiará para que tu vida se transforme. Los mi-lagros suceden si tú eres parte del milagro, si tú escuchas y te pones en acción.¡Ahora será el momento de descubrir tu propio y más grande milagro!

Este libro está diseñado como una guía y manual de trabajo don-de no solo se trata de leer. Es un manual de experimentación y de trabajo. Si tú no aplicas todos y cada uno de los ejercicios como se presentan, difícilmente podrás obtener los resultados que estás buscando. Es más, si tú eres de esos que dicen: “Después los hago”, “¡Ay, no, qué flojera!” o “Ahora no tengo con qué escribir”… mejor detén ahora mismo la lectura y cierra este libro, pues no es para ti.

Sin embargo, si tú te atreves a trabajar internamente y re-solver todos y cada uno de los ejercicios que te daré, te aseguro que tu vida cambiará con gran rapidez y podrás lograr todo lo que te propongas… de la mano de Dios.

“El cambio surge de la acción, sin acción no hay movimiento y sin movimiento no hay

cambios”.

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nada de lo que me pase, a Dios no le importa nada de lo que me pase; a nadie le importa”.

Desesperado, tomó sus ropas y salió a correr en medio de la noche oscura. Las lágrimas le corrían por el rostro. Mientras Macfran corría, el clima se tornaba cada vez más frío. Al pasar frente al templo donde solía rezar sus plegarias cada ma-ñana pidiendo trabajo, en esa ocasión le gritó desesperado a Dios, pidiéndole una respuesta: “¿Por qué a mí, Señor? ¿Por qué me has abandonado? ¿Cómo puedes decir que me amas, cuando ves que tengo hijos pequeños y no me das un trabajo? ¿Por qué mi esposa no me entiende? ¿Por qué, si dices que me amas, me abandonas?”.

Su enojo contra Dios crecía y sus gritos aumentaban de volumen.

Prosiguió su carrera hacia la oscuridad de la noche, sin saber adónde ir. Bajó por la montaña y, sin rumbo fijo, siguió corriendo, al igual que las lágrimas sobre su rostro, intentando huir de sus dragones.

Al amanecer, se encontró en el centro de la vieja ciudad y lejos, pero muy lejos de su hogar y del calor de su familia. El frío in-tenso del amanecer y el cansancio del largo camino habían hecho grandes estragos en Macfran; necesitaba un poco de calor y des-canso. De repente escuchó el resonar de las campanas de la vieja iglesia que en el horizonte se divisaba como el fuerte de un castillo. “Es momento de descansar” —se dijo. Atravesó el viejo portón de madera labrada de la antigua iglesia y buscó una banca que estuviera alejada de las miradas de la gente y donde pudiera encontrar un poco de paz. Eran pocos los fieles que a esa hora acudían a misa; la mayoría eran ancianos y desamparados. Cuando Macfran se reclinó a medi-tar, un harapiento descalzo se sentó a su lado y, antes de pensar o decirle cualquier cosa, el harapiento le dijo: —No tengas miedo, sé por lo que estás pasando, tanto tú como muchos otros hombres y mujeres que sufren y no encuentran respuesta… Por eso estás aquí hoy, porque quiero que vayas y des un mensaje a todos aquellos que hoy no encuentran una respuesta a su angustia y piensan que están solos.

Érase una vez un hombre común, que vivía en una ciudad común. Su vida era común, Macfran tenía una familia común, vivía en un barrio común, tenía un trabajo común… así como tú.

Un día como cualquier otro, y de repente, se quedó sin trabajo. En un principio, no obstante que le pareció mala noticia, no sabía muy bien lo que le esperaba. Él siempre pensó que sería fácil para una persona con sus características volver a encontrar trabajo y reubicarse de inmediato. Estaba acostumbrado a la seguridad del dinero; aunque no vivía con excesos, su vida era cómoda, más que acomodada.

Al transcurrir las semanas sin encontrar trabajo, las cosas cam-biaron. Macfran empezó a desesperarse por la falta del dinero, su rostro se tornó preocupado por las necesidades de alimentar, vestir, llevar al médico a sus pequeños, a su esposa y no tener tra-bajo. Sus pocos ahorros empezaron a escasear.

Las noches habían empezado a tornarse el momento de mayor inquietud de su existencia: los dragones de la angustia crecían y se veían invencibles. Esos dragones le recordaban, a la mitad de la madrugada, todos los problemas que tenía y que parecían im-posibles de resolver. Macfran no dejaba de apretar los dientes y angustiarse cada día más, sentía que no podía luchar contra tantos problemas y éstos crecían cada vez más.

La relación con su esposa estaba peor que nunca, los pleitos y su irritación empezaron a aflorar. Su estado mental no lo dejaba ver que estaba destruyendo a todos los que lo rodeaban y él amaba. Se estaba convirtiendo en un dragón.

Entonces sucedió. Esa noche Macfran se levantó luchando contra el dragón, con una angustia aterradora, su corazón latía tan fuerte que lo sentía salir de su lugar, sus dientes apretaban tanto sus mandíbulas, que le provocaban un dolor más allá del cuello: el gran dragón estaba haciendo de las suyas. Macfran, en medio de su angustia, se cubrió el rostro con las ma-nos y pensó: “ya no puedo más, quiero desaparecer, quiero huir, quiero correr”.

Macfran consideró en ese momento: “A mi esposa no le importa

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cuán valioso eres, que lo mejor de ti se encuentra dentro de lo más profundo de tu ser, porque yo mismo lo puse en ese lugar, y estás a punto de descubrirlo. Tu mayor tesoro, hijito, está en tu interior. Busca con detenimiento, ahora es el tiempo de hacerlo, nada te detiene. Es momento de darte el tiempo: detente, y en el silencio de tu interior búscalo.

Continuó: —Es tiempo de que sepas que si estás en este mundo, no es por mera casualidad; es solo porque yo te he asignado una misión que cumplir aquí y ahora, y hasta que eso no suceda no te llamaré a mi lado. Busca en tu interior cuál es tu misión en este mundo y no dejes de cumplirla.

Y agregó: —Mientras la descubres te daré 7 claves que te per-mitirán vislumbrar la luz en medio de la oscuridad.

1. A todo lo que hagas ponle el ingrediente mágico: el amor.

2. Vive con toda intensidad cada instante de tu vida; no pierdas un solo momento buscando pretextos para no ser feliz.

3. Realiza las cosas ordinarias de manera extraordinaria.

4. Da gracias todos los días por lo que tienes y por lo que aún no tienes, porque solo el agradecido en la pobreza, será justo en la riqueza.

5. Busca servir a los demás, porque solo el que vive para servir, sirve para vivir.

6. Encuentra mi rostro en los que menos tienen, porque, como ahora lo sabes, Yo estoy con los que menos tienen.

7. Ten fe en mí y en lo que estoy haciendo contigo. Tienes que entender que los cambios y ajustes que estoy realizan-do en ti son dolorosos, y lo entiendo; no obstante, esta es la única manera de terminar mi obra maestra en ti. Así que acepta cada

Macfran no podía entender lo que estaba pasando: si este harapi-ento le hablaba a él, ¿estaba alucinando o qué le sucedía?

El harapiento, con una voz suave y dulce, prosiguió: —Quiero que sepas que no estás solo. Me tienes a mí, que soy tu Padre en los cielos, escucho tus plegarias y tus angustias, y las conozco una a una. Yo permito que las cosas sucedan. Y sé que te preguntas: “¿Por qué a mí?”…

Un silencio enorme caló en el templo, mientras Macfran experi-mentaba un fuerte escalofrío que recorría su cuerpo desde la punta de la cabeza hasta los pies.

—Hijito, estoy dándote la oportunidad de ser una mejor persona, esta es tu gran oportunidad de madurar y crecer. Solo los más amados de mis hijos tienen esta gran ocasión y porque te amo de una manera especial te doy este regalo. No desdeñes, hijito mío, el tiempo que te brindo para crecer, porque solo los árboles maduros y con raíces firmes darán frutos ricos y abundantes.

Y continuó: —Un día me dijiste que tenías fe en mí. Y tener fe es creer en lo que no se ve, creer en lo invisible, por eso a veces te cuesta tanto trabajo entenderme: porque no me ves. Pero, ¿sabes? Yo tengo fe en ti, porque sé que en ti hay fortalezas únicas, que ningún otro ser en este mundo tiene; porque tú, hijito mío, eres único e irrepetible, eres bello a mis ojos y te amo, no existe otro ser igual a ti.

Prosiguiendo, le dijo: —Tengo fe en ti porque sé de lo que estás hecho y lo que eres capaz de lograr. Estoy seguro de que puedes lograrlo, aunque a veces desfallezcas y pierdas el control, como si todo hubiera terminado; siempre sabes recapacitar y te levantas como solo los grandes saben hacerlo. Cuando te pensé, me dije: “Voy a crear un ser excelente, perfecto, infinito, único e irrepetible, que luche por sus ideales y alcance sus metas, que sepa cómo lle-gar y conquistar las cimas de las montañas, y tomar las estrellas entre sus manos.

Y aseguró: —sé que no me he equivocado contigo, porque tú cuen-tas con las particularidades que solo a los mejores les he dado: tienes dones y fortalezas especiales y únicas. Es momento, en-tonces, de mostrártelos, que los descubras, que te des cuenta de

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Encontró la felicidad y, lo mejor de todo, aprendió que el camino de la fe no es fácil, pero sí es maravilloso cuando dejas que Dios haga en ti, sin pedirte permiso; ya que Dios hace del ser más sencillo, un verdadero tesoro para la humanidad.

Como puedes entender, en esta historia el Señor tiene un plan para descubrir tus propios recursos y ponerlos a prueba. Los infortunios son oportunidades que nos da Dios para que escuchemos y en-tendamos qué quiere de nosotros; son oportunidades para poner a prueba tus talentos y tu determinación; son oportunidades para madurar y dar lo mejor de ti. Cuando en la vida se te presente cualquier adversidad, no te preguntes cuán grande es tu problema, pregúntate cuán grande es tu Dios y enfréntalo con entereza, con valor y decisión. Te aseguro que con esa actitud tu vida cambiará muy pronto, y cada potencial problema se convertirá en un escalón para alcanzar tus objetivos rápidamente.

Así como Macfran pudo cambiar su realidad, tú también puedes hacerlo. Como ya te he dicho al principio, no se trata de reinventar la rueda ni el hilo negro: es mejor modelar o recorrer el camino que otras personas han atravesado.

En las siguientes páginas Macfran te dará los tips y trucos para re-alizar cambios con rapidez y lograr lo que tanto deseas.

angustia, cada dolor, como un escalón a superary enfréntalo con la fuerza de la fe, con la fuerza de saber que cada dolor y cada angustia son para sacar lo mejor de ti.

—Ahora, hijo mío, te doy una orden como se la di a Lázaro en el sepulcro… ¡Levántate y anda! Y esto es una orden: entiéndelo, levántate. ¿No ves que te necesito fuerte? ¿No escuchas que tu familia te necesita? ¿No sabes que este mundo necesita de ti? No puedes seguir derrotado, no puedes seguir dañándote a ti y a los demás. Deja ya de culparte y lamentarte.

—¡Levántate y anda! Tú eres un ser grandioso y con fortalezas únicas, así que ¡arriba, levántate! Porque es momento de sacar lo mejor de ti y de luchar por tus ideales, es momento de alcanzar la cima y tomar a las estrellas entre tus manos, es momento de tener fe y entender que lo que viene es la Luz, es el amanecer más intenso de tu vida.

—Para finalizar, hijito, quiero que sepas que estoy contigo y siem-pre lo estaré; solo debes tener mucha fe y aprender a escuchar. Pasarás por momentos en que no me verás, no me escucharás y pensarás que te he abandonado, pero aquí es donde tu carácter se templará y tu fe te hará resplandecer, porque ahora sabes que yo estaré ahí, abrazándote dentro de mi corazón.

Un silencio enorme inundó el templo. Macfran, arrodillado, no salía de la sorpresa y las lágrimas le cubrían el rostro.

El harapiento se levantó de su asiento y salió de la iglesia. Para entonces, Macfran se encontraba prácticamente congelado en un éxtasis de amor por lo que acababa de vivir. Cuando reaccionó y se dio cuenta de la maravilla ocurrida en él, salió corriendo de la iglesia para buscar al hombre que le había hablado. Había pasado menos de un minuto y, cuando salió Macfran a buscar al hara-piento, descubrió que no estaba, era como si se lo hubiera tragado la tierra; buscó en cada rincón del centro de la ciudad… nunca lo volvió a ver.

Desde aquel día Macfran ya no es un hombre común, que vive en una ciudad común. Su vida es ahora diferente. Encontró el te-soro más grande del mundo aprendiendo a vencer a sus dragones.

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¿Cómo salir fortalecido en tiempos de crisis?

Yo siempre pensé que solo a mí me sucedían cosas malas, y que yo era solamente una víctima de todo lo que me pasaba. Mis pa-dres tienen la culpa, mi familia, mi esposa, el gobierno o Dios y entonces descubrí una verdad que cambió mi forma de pensar.

“Los tiempos difíciles pasan, pero los hombres fuertes

permanecen”

En tiempos difíciles, en algunos momentos nos debilitamos y corremos el peligro de sucum-bir ante la tempestad. Pero no tengas miedos: “Un mar calma-do no hace buenos marineros”. Debes crecer ante la adversidad y mostrar de qué madera está forjado tu corazón.Recuerdo aquellos tiempos de grandes adversidades, cuando todo estaba oscuro y no había una salida a mis problemas. Mi vida es-taba llena de angustia, desesperación y mucho dolor.

Me encontraba sin dinero, sin trabajo y sin la posibilidad de alimen-

“Convierte las dificultades en ventajas”

(Dale Carnegie).

tar a mi familia, que ya hambri-enta me exigía resultados. Mis intenciones eran buenas; mis resultados eran muy malos. Yo quería salir adelante, pero no podía; me desesperaba el he-cho de que los demás no en-tendieran por lo que yo estaba pasando y lo que sentía.

Ahora lo entiendo. Comprendo que los pensamientos condicionan nuestras emociones y mientras uno no controla sus emociones, no podrá tener resultados positivos; lo que quiere decir que “emo-ciones” es igual a “resultados”.

Pensamientos = Emociones Emociones = Resultados

Entonces, ¡cambia la raíz del problema! ¡Cambia tus pensamien-tos! Y tus resultados serán otros. Nunca seas una víctima, mejor

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conviértete en creador de circunstancias para salir del problema.

Si piensas que las cosas son terribles, que tu problema no tiene solución (pensamiento negativo), entonces las emociones (negati-vas) serán de angustia y desesperanza (emociones limitantes), lo que te llevaría a obtener iguales resultados que hasta ahora, o aún peores.

Por el contrario, enfócate en lo positivo y eso es lo que vas a recibir como resultado.

Piénsalo por un instante: cuando te encuentras metido en un problema, tu mente empieza de manera instintiva a buscar respu-estas inconscientemente, y entonces te preguntas: “¿Por qué me sucede esto a mí?”. O le echamos la culpa a Dios: “¿Por qué Dios me hace esto, o no me da aquello?”. Con estas preguntas estamos bloqueando la mente inconsciente, y nos convertimos en víctimas de las circunstancias o de Dios, pero no encontramos respuestas a nuestra problemática. Errar es humano… Echarle la culpa a otras personas o a Dios… ¡es una tontería!

En una ocasión vino a consultarme una paciente. En su segunda sesión de terapia llegó igual que el primer día: sufriendo, llorando y quejándose de todo lo que le sucedía en su vida: “Los niños son los culpables de mi dolor, mi marido es el culpable, mi madre es la culpable, el gobierno tiene la culpa, Dios no me escucha”.

Hasta que le dije: —¡Basta! Llorar no sirve de nada, haz lo que tengas que hacer y déjate de tonterías.

Le enseñé de inmediato el proceso del cambio, lo aplicó rápida-mente, y ahora es una mujer, madre y esposa muy feliz.

En uno de los cursos que imparto de “Cambio profundo”, pongo en práctica una dinámica muy poderosa de parejas. Ambos se sitúan de frente, y hay una barra de acero para construc-ción que se interpone entre la pareja y está sostenida por el cuello de ambos. Esta parte del cuello es una de las zonas más suaves del cuerpo humano. La dinámica consiste en doblar esa barra de acero que separa a la pareja y juntarse en un abrazo. Existen dos soluciones para esta dinámica. La primera y la más común es el método lento, donde los participantes, por el miedo

“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas

de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y

para hacernos reconocer que no somos nosotros

los que controlamos nues-tras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y

podemos confiar plenamente en Él”

(M Teresa de Calcuta).

de lastimar su cuerpo. Lo realizan muy tímidamente: como conse-cuencia de la timidez, el dolor llega.

La segunda solución es equilibrar las fuerzas de la pareja y realizarlo rápido; este método es más sencillo y no conlleva ningún dolor. El cambio, cuando es rápido y sin timidez, es permanente y prácticamente indoloro.

Si lo que quieres es cambiar rápidamente, lo primero que tienes que hacer ahora mismo es cambiar la forma de realizarte pregun-tas, entendiendo que todas las respuestas están escondidas en tu interior. Lo importante de verdad, es entender que según la man-era en que realices estas preguntas es que obtendrás respuestas y recursos de poder que te permitan evolucionar.

Cuando te encuentres en problemas, pregúntate: “¿Para qué me puede servir este problema?” “¿Qué puedo aprender de esta situación?”.Es probable que la respuesta en tu mente inconsciente pueda tard-ar algunos días o semanas en llegar; sin embargo, una vez que en-cuentres la respuesta en tu interior, habrás crecido enormemente y evolucionado al siguiente nivel.

Cuando entendí que controlando mis pensamientos yo podía cam-biar también mi manera de actuar, descubrí que es mejor vivir feliz que vivir enojado o angus-tiado. Siempre podrás tener un motivo para estar molesto(a), angustiado(a), infeliz; pero es mucho mejor tener cientos de motivos para vivir inmensa-mente feliz y sonreírle a la vida.

El mejor consejo que te puedo dar para salir fortalecido(a) ahora es confía en Dios. Él nun-ca se quedará callado ante tus plegarias.

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Eleva tu expectativa ahora

Tienes que programar tu mente para el éxito, no para el fracaso, así que empieza por pensar qué cosas positivas van a suceder.

Cuando despiertes por la mañana, lo primero que debes realizar es un acto de conciencia agradeciendo a Dios por el hermoso día que se inicia: “Este será un día hermoso y Dios lo llenará de ben-diciones para mí y los que me rodean, su amor misericordioso me llena y fortalece. ¡Estoy feliz por vivir el día de hoy!”.

Comienza tu día con fe y expectación, y después actúa conforme a lo que has proclamado, sabiendo que Dios te bendecirá.

Muchos individuos piensan que no son dignos de ser bendecidos o que no merecen tener más, como si estuvieran destinados a ser miserables, infelices o que no son merecedores de las bondades de Dios, Él te quiere bendecir, pero busca que subas tus expectativas y te fortalezcas. Muchas personas no saben cómo desarrollar el hábito de esperar que pasen cosas buenas en sus vidas; el primer paso es reconocer que lo bueno está pasando en tu vida ahora.

El agradecimiento es la llave maestra de la reconciliación con tu alegría. Cuando agradecemos nos ponemos en sintonía con la gra-cia de la vida.

• Agradeceelairequerespiras• Agradeceelamanecer,elcantodelasaves• Agradecequetengasunalimentoentumesa• Agradeceelvestidoyelcalzado• Agradecelasalud• Agradecelavida…yagradeceportodo…

Si desarrollas el hábito diario del agradecimiento, entonces tam-bién desarrollarás de manera automática la costumbre de saber esperar que te sucedan cosas buenas.

Si no esperas que la situación mejore, es probable que no suceda. Si estás esperando que las cosas vengan de mal en peor, así será. Pero… si estás convencido que de las situaciones difíciles Dios

siempre saca un regalo para ti. Entonces, ¡con seguridad tendrás un gran regalo!

Muchas personas siempre esperan solo lo peor, viven con una men-talidad de miseria y dolor: “¡mira cómo me duele!”. Siempre con una actitud de víctima: “¡mira cómo sufro!”.

Es que ellos tienen en sus vidas lo que han cosechado: mucho dolor.

En la actualidad, muchas personas solo se están quejando, están criticando a los demás, y todos son culpables de lo que les pasa, porque se están atascando de lodo y miseria, y de esa forma, difícilmente podrán ver las cosas con claridad. Cuando una persona está abrumada no ve con claridad, ya que se va llenado de fango hasta los ojos.

Cuando una persona siembra dolor en su interior, cosechará dolor y desdicha.

Cuando una persona siembra agradecimiento, cosechará alegría y esperanza.

Y tú, ¿qué estás esperando de la vida? ¿Estás esperando cosas buenas o cosas malas?

¿Esperas buenas noticias o malas? ¿Quieres volver a sonreír o pre-fieres el llanto?

Cuando un individuo no eleva sus expectativas de hijo de Dios, vive en la miseria; no porque Dios así lo quiera, sino porque cada uno lo decide. Sube tu nivel de expectativas al nivel de Dios, y las cosas que veas cambiarán. No porque estén cambiando, sino porque tú estás cambiando. ¡Comienza a creer que las cosas cambiarán porque Dios te ama tanto!

Jesús dijo en Mateos 15: 28 “… sea hecho contigo como quieres”.

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Aprovecha tu Pase DoradoDon Luis de la Mora era un joven español que soñaba con emigrar a tierras mexicanas. Después de recibir una carta de su primo, de-cidió viajar con su joven familia en busca de la fortuna que ofrecía la Nueva España.

Fue a visitar a su padre para informarle de la decisión que había tomado y le dijo: —Padre, sé que no estarás de acuerdo con lo que te voy a decir, pero estoy decidido y me iré con mi esposa Carmen y los niños a buscar fortuna a México.

—¡Pero, hijo…! —respondió el padre con rostro asombrado.—Nada, padre, es una decisión tomada y no me harás cambiarla.—Está bien, hijo, lo que tú quieras.

Ya por la noche, Don Fernando tocó la puerta de la casa de su hijo.—Hijo, sabes que siempre estaré contigo. Toma este sobre, es solo una pequeña muestra de mi amor por ti.

En ese sobre se encontraban los pasajes del barco con sello do-rado, que los llevaría a México.

—Gracias, padre. Pronto te escribiré. Un fuerte abrazo selló el adiós de padre e hijo.

Don Luis se encontraba muy nervioso con todas las presiones del viaje, y la emoción de encontrarse con una nueva vida lo ponía muy tenso.

El silbato del gran barco empezó a sonar con fuerza en el puerto de Colón, la gente se arremolinaba en los puentes para abordar el majestuoso buque Sofía III.

Don Luis de la Mora veía, con nerviosismo, cómo el tumulto de emigrantes había roto la bahía de seguridad del puente 3b, que era donde él y su familia hacían fila.

Tomando a su familia y su equipaje, empujó firmemente hasta lle-gar a cubierta, donde reinaba el caos.

Don Luis de la Mora decidió buscar su propio camarote, con la idea de tomar el primero que pudiera, o se quedarían todos durmiendo en cubierta.

La gente corría por los pasillos para encontrar camarotes disponi-bles. Por fin, Don Luis de la Mora encontró uno en donde acomodar a los suyos: un pequeño camarote con dos camas individuales, sin luz y con un baño que no tenía agua y sí muchas fugas.

Ese pequeño y apestoso camarote sería su hogar por los próximos 78 días que duraría el recorrido hasta el puerto de Veracruz, en México para la familia De la Mora.

Don Luis, sonriente por haber conseguido el camarote, abrió una gran bolsa de pan, sacó un enorme trozo de queso de cabra e in-vitó a su familia a disfrutar de un merecido almuerzo en su nuevo hogar.

Día a día, Don Luis sacaba su gran bolsa de pan y un pedazo del enorme trozo de queso de cabra. Desayuno, comida y cena, siem-pre lo mismo.

—Tenemos que ahorrar —decía—. Es dinero que nos servirá para iniciarnos en México.

La primera semana la experiencia fue aceptable, pero un día el queso se arranció, el pan se endureció, y las moscas, el calor y el mal olor del baño empezaron a generar un ambiente fétido e insoportable.

Don Luis, siempre creativo, diseñó una nueva estrategia para motivar a su familia. Todos los días los llevaba a caminar por la cubierta, donde veían, desde lejos y a través de un gran barandal, cómo la gente de primera clase nadaba, jugaba bádminton, comía suculentos manjares y bebía champaña, acompañada de las me-jores orquestas de la época.

—Mírenlo bien —le decía a su familia, mientras la saliva les escurría por la boca—. Cuando yo triunfe en México, podremos hacer todo eso: comeremos, beberemos y disfrutaremos de la vida como lo hacen los ricos.

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Después de 76 días en el barco, y con tremendos problemas intes-tinales por comer queso echado a perder y pan duro, Don Luis y su familia, apenas con fuerzas para salir a dar su paseo cotidiano, abandonaron por un momento el insoportable calor, la oscuridad y el maloliente camarote.

Instalados en el barandal, saboreando desde muy lejos los man-jares de la primera clase, la familia escuchaba la música, suspiran-do y anhelando algún día poder disfrutar de esa clase de vida.

El capitán, que en compañía de los ministros de migración revi-saba los papeles de los viajeros, por el cercano arribo al puerto de Veracruz, se acercó a la familia De la Mora.

—Buenas tardes, señor. ¿Me podría mostrar sus papeles de viaje? ―preguntó el capitán.

Don Luis, notablemente temeroso, sacó un sobre ámbar, que apes-taba a queso rancio y pan viejo, donde tenía los boletos y pasa-portes de la familia.

El capitán los revisó y con un rostro de sorpresa exclamó: —¡Pero si es Don Luis de la Mora y su familia! ¿Dónde se han metido todo este tiempo? Usted, viajando en tercera clase… ¡es increíble!

—Pero… ¿por qué lo dice, capitán? —preguntó titubeante Don Luis.

—Usted y su familia traen un Pase Dorado de Realeza. Es muy raro en estos tiempos, solo los más distinguidos viajeros pueden tener este pase. Este pase incluye, entre otras cosas, la Suite Real, con más de cuatrocientos metros cuadrados decorados con los más finos linos y tapetes persas, pinturas y obras de arte, tres baños, una tina de mármol de Carrara, más de quince personas a su servi-cio tan solo en la suite; los más exquisitos manjares y frutas exóti-cas han sido reservados solo para ustedes; durante varias noches pusimos a enfriar las mejores botellas de champaña y preparamos la mesa real con la vajilla austriaca de oro. Pero usted y su familia nunca llegaron; ¡pensamos que no habían abordado el barco!

Si tú no amplías tus expectativas, te puede pasar lo que a Don Luis de la Mora…

Dios te ha regalado un Pase Dorado, pero ahora tú necesitas rec-lamarlo y hacerlo valer. Así de sencillo. Tu Padre ya lo pagó.

Los hombres no nos damos cuenta de que a la vida no venimos a viajar en tercera clase, tenemos un Pase Dorado para vivir lo me-jor de este trayecto. Este boleto ya ha sido pagado para ti. Repito: ¡solo tienes que hacerlo valer y reclamarte a ti mismo el derecho de vivirlo!

Deja a un lado el pan duro y el queso rancio, aprende a disfrutar del viaje. Disfruta cada instante de tu vida, sonríe, sé positivo, am-plía tus expectativas. La vida es muy corta como para no deleitarte con ella. Abre tus ojos y descubre que este mundo es un paraje lleno de milagros, donde sobreabunda la vida; es un lugar plagado de flores, canciones de amor, sonrisas de niños, delfines y aves. Sufrir es solo una pérdida de tiempo, es perderte lo más valioso que tienes como ser humano: ser inmensamente feliz. Tienes que reconocer que Dios te ha equipado con capacidades y fortalezas únicas que solo tú tienes. Eres único e irrepetible y nadie puede hacer las cosas como tú.

Cambia tu manera de pensar, ten fe en ti y en Dios, trabaja arduamente sirviendo a los demás y mantén siempre una sonrisa en tu rostro, pensando que Dios te favorece; y mantén ese enfoque disfrutando el viaje de la vida.

Aprende a escuchar y a poner atención en lo que tienes en tus ma-nos para construir tu presente y tu futuro, y no seas ciego como Don Luis de la Mora. Escucha, pon atención y descubre que eres un ser llamado a la grandeza, a ser infinito y trascender. Recuerda que solo tú puedes reclamar en tu nombre lo que Dios te ha dado en el suyo. Él ya canceló tu deuda y la selló con su sangre preciosa clavándola en una cruz.

No basta con subirse al barco, hay que vivir al máximo el trayecto. Date cuenta de que entre tus manos tienes la opción de hacer valer este Pase Dorado de Realeza o de seguir viajando en tercera clase, comiendo queso rancio y pan duro. Decídete ahora y haz tuyo el llamado a elevar tus expectativas en la vida, porque solo por reconocerte como hijo de Dios podrás ver Su plan divino para ti. Porque Él es un Padre amoroso.

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“Míralo, en las palmas de mis manos te tengo

tatuado, tus muros están ante mí perpetuamente”.

(Isaías 49: 15).

Comienza a creer que las cosas cambiarán, no porque te lo merezcas, sino, simplemente, ¡porque Dios te ama!

Si Dios tuviera cartera, con seguridad llevaría tu foto en ella. Te tiene tatuado en sus manos para que todo mundo te vea: eres su hijo amado. Si Dios tuviera casa, tu foto estaría en el comedor, donde todo el mundo te viera. Él ya pagó la deuda y solo espera que tú tomes ese boleto y lo hagas valer. Así que, ¡sal ahora mismo de ese camarote maloliente y reconócete como hijo predilecto de Dios! Si el hijo de cualquier hombre influyente recibe beneficios simplemente por serlo; tú, que eres el hijo del Rey del Universo, del dueño de todo, ¿qué cosas no podrás obtener de Él? ¿Cómo vive un hijo de Rey?

El amor de Dios no necesita ninguna explicación; requiere experi-mentarlo, vivirlo, aceptarlo y creerlo en tu interior, porque Él así te ama.

“Los montes se correrán, las colinas se moverán, mas el amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se

moverá —dice Yahvé, que tiene compasión de ti”. (Isaías 54: 9).

Como un hijo de rey viviría con expectativas muy altas, a partir de hoy amplifica las tuyas y espera ser favorecido. Realiza una lista de cinco cosas como mínimo en las que tus expectativas se ex-pandirán. Cree en tu interior con una fe ciega, que Dios las toma y te bendice.

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El poder de una creenciaParece ser que ya se nos olvidó cuando éramos niños, esa etapa tan hermosa de juegos, fantasías e ilusiones. La edad de lo mágico y lo maravilloso.

Recuerdo cuando, en aquellas noches de invierno, ponía la car-ta en el árbol de Navidad, esperando que algo mágico sucediera: un coche, un tren, una pelota. ¡Cuánta ilusión nos causaban los juguetes!

Me levantaba el 25 de diciembre como a las 6:30 am, cosa que en ningún otro día del año se repetía, por lo menos no por volun-tad propia. Corría con una enorme alegría a descubrir los regalos, arrancaba los moños, los papeles volaban, y por fin descubría cómo un sueño de fe se convertía en un hermoso regalo real. Al abrir mis regalos comprobaba cuán grande y mágico era Papá Noel, Santa Claus o el Niño Dios, como quieras llamarlo. Los sueños se con-vertían en realidad. Me ponía feliz, me sentía amado y sabía que alguien controlaba desde fuera mi comportamiento.

Porque mamá decía: —Si te portas mal, Santa te verá y no te traerá nada.

Lo más maravilloso era saber que algo mágico ocurriría. Tenía una fe ciega y sabía que si me portaba bien, recibiría lo que pidiera o, por lo menos, lo que estaba en las posibilidades económicas del Niño Dios.

Tener fe nos mueve a actuar y saber que de nuestros actos de-penderán las cosas por venir.

En este libro recapacitaremos acerca de lo importante que es tener fe y que, a través de tus sueños, puedes transformar tus pen-samientos en realidades concretas. Tu mente y tus sueños son los responsables de tus actos presentes y futuros.

La mente es como un cántaro, y lo que ponemos en ella es lo que obtendremos el día de mañana. Si el cántaro lo llenamos de alacranes, con seguridad éstos actuarán en contra nuestra, im-pedirán que alcancemos nuestros verdaderos potenciales y vivire-mos con resentimiento y mucho dolor.

Un viejo cuento budista dice que un hombre bueno que siempre se afanaba por ayudar a los demás, se encontraba en la orilla de un lago, cuando un alacrán cayó al agua. El hombre, al ver que el alacrán se estaba ahogando, metió la mano y lo sacó; de inmediato éste picó su mano. El alacrán cayó de nuevo al agua, y el hombre bueno otra vez metió la mano y el alacrán nuevamente lo picó.

Un anciano que observaba lo sucedido le dijo: —La naturaleza del alacrán es picar.

Y el hombre bueno le contestó: —Mi naturaleza es ayudar.

Las intenciones pueden ser buenas, aunque en ocasiones nuestros propios patrones de comportamiento nos llevan a repetir lo que nos lastima y seguir sufriendo por no querer cambiar, y actuamos como ese hombre bueno; “Así soy yo, es mi naturaleza”, creyendo que actuar así está bien. Hay que romper con esos patrones y creencias que afectan nuestro presente y solo están ahí para causarnos dolor. Hay que sacar de nuestro cántaro lo que nos estorba, lo que nos lastima, y llenarlo de joyas, diamantes, rubíes y oro.

Entonces seremos como un tesoro que brilla y resplandece, un tesoro como éste no puede estar oculto, sino que brillará, aun en la oscuridad.

Los alacranes son aquellas cosas que nos atan al pasado: odios, rencores, resentimientos y creencias limitadoras.

Programa tu mente, y de esta manera podrás limpiar el cántaro y prepararlo para ser llenado de cosas nuevas y hermosas.

Para empezar la limpieza del cántaro, tenemos que borrar todos aquellos pensamientos que no nos permiten creer en nosotros mis-mos y alcanzar nuestras metas: tenemos que empezar por sacar a los alacranes y matarlos.

Es importante darse cuenta de lo que significa vivir con alacranes. Son horribles, lastiman y muchas veces matan.

Así que… no tengas remordimientos al pisotearlos.

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Matando alacranes

Importante: para sanar, primero debes tener fe en que puedes sa-nar, una fuerte convicción de que Dios va a sanarte. Hay que apren-der, como aquellos leprosos de Galilea que cuando vieron a Jesús empezaron a gritar: —Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros! Al ver Jesús que tenían fe, los sanó: —Levántate. Tu fe te ha salvado.

Lo único que se necesita es tener fe, recuerda que la fe es algo mágico, es algo que nos lleva a ver, a encontrar, a descubrir, a sanar.

Ejercicio

¿Quieres una mejor relación con tu pareja?

¿Quieres sentirte amado?

¿Quieres alcanzar tus objetivos?

¿Quieres ser feliz?

Toma hoja y papel¿Recuerdas cómo escribías tus cartas en Navidad? Pues bien, de igual manera y con la fe en que se te concederá, escribe en un papel lo que hoy quieres pedirle Dios. ¿Qué te gustaría que pasara en tu vida?¿Quieres un trabajo?¿Quieres ganar más?

¿Quieres perdonar a tu madre, a tu padre o a otra persona? ¿Qué es exactamente lo que quieres? Visualízate en un año siendo muy feliz, ¿qué es lo que necesitarás para lograrlo?

Escribe todo lo que quieres pedir y no olvides un solo detalle; este es el momento de pedir a manos llenas.

En este punto detén la lectura, y escribe tu carta.

Ahora, en otro papel, escribe todas aquellas causas que te impiden obtener lo que quieres.

¿Qué es lo que te impide alcanzar tus metas?

¿Por qué crees que no puedes?

¿Qué te hace falta como persona para alcanzar tus obje-tivos?

¿Cuáles crees que son las causas reales de tus problemas?

Escribe todos los motivos que te han alejado de tus metas y no te permiten crecer: amor, pareja, dinero, estudios, salud, personas, falta de seguridad, miedos, etcétera.

En este punto detén la lectura y escribe tu carta.

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Ahora tienes dos papeles en tus manos: uno es el ser en que te quieres convertir y el otro es el ser que ha impedido tu crecimiento y realización. Este segundo papel son tus alacranes. Tíralo al piso y destrúyelo, acaba con ellos y baila sobre el papel. Después, ponlo en el fuego y acaba con tus alacranes; no los necesitas y te hacen daño.

De hoy en adelante no existen pretextos para alcanzar tus ideales, no existen justificaciones para que no puedas hacer de tu vida una obra maestra.

Porque solo los fracasados encuentran en todo una causa para jus-tificar sus ineficiencias.

De hoy en adelante, cada adversidad será solo una nueva ocasión para convertirla en una oportunidad.

Y, por favor, no permitas que un alacrán se meta otra vez en tu cántaro, y date tiempo para limpiar constantemente ese cántaro.

“Yo tengo fe en ti, porque veo en ti fortalezas únicas, que ningún otro ser en este mundo tiene;

porque tú, hijito mío, eres único e irrepetible, eres bello a mis ojos y te amo, no existe otro ser igual a ti.

Tengo fe en ti porque sé de lo que estás hecho y lo que eres capaz de alcanzar.

Estoy seguro de que lo puedes lograr”.

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“Creencia limitadora” es cuando tenemos una percepción equivo-cada por lo que hemos escuchado y decimos de manera constante. Por ejemplo: Si te mojas, te enfermas… ¿y qué pasa cuando te bañas?

• Todos los hombres son iguales• El dinero es malo• Los ricos no se van al cielo• Todas las mujeres son chismosas• La vida es difícil• El dinero es la fuente de todos los males

Fernando, que es un buen amigo, me explicaba: “Yo era de los que siempre decían: “lo único que detiene la caída del pelo, es el suelo”; o: “Si quieres verte con cabello el próximo año, tómate una foto”, y daba por hecho o aceptaba que me quedaría calvo. De repente, una persona me habló de un medicamento y comentó sobre cómo su esposo obtuvo grandes cambios en su cabellera. Durante toda mi vida tuve la creencia limitadora de que nada de-tendría mi alopecia, y en menos de tres meses pude ver, asom-brado, cómo me brotaba cabello abundante y nuevo. Si no hubiera cambiado mi creencia, hoy estaría completamente calvo.

¿Cuáles son tus creencias limitadoras?

Dentro de cada uno de los seres humanos existe el águila y la gallina, ¿cuál de ellas domina en tu interior?

Todos queremos ser felices y alcanzar el éxito; no obstante, bus-camos de una forma equivocada: la felicidad plena y el éxito no se encuentran fuera, están en el interior de tu propio ser. La solución a todos tus problemas, a todas tus angustias, el hecho de poder convertir en realidad tus sueños y alcanzar todas tus metas, se encuentra en tu mente. Todo lo que necesitas hacer es escuchar tu propio subconsciente.

Un antiguo cuento indio nos enseña la indiscutible verdad de nues-tras creencias limitadoras y su poder en el desarrollo pleno del ser: “Lo que tú creas hoy, es en lo que te convertirás mañana”.

Creencia limitadora Si crees que estás vencido, lo estás; si crees que vas a ganar, muy posiblemente lo harás.

Un guerrero indio encontró un huevo de águila, el cual recogió del suelo y colocó más tarde en el nido de una gallina. El resultado fue que el aguilucho se crió junto a los polluelos.

Así, creyéndose gallina, el águila se pasó la vida actuando como éstas. Rascaba la tierra en busca de semillas e insectos con los cuales alimentarse. Cacareaba y cloqueaba. Al volar, batía leve-mente las alas y apenas agitaba su plumaje, de modo que solo se elevaba un metro sobre el suelo. No le parecía anormal, ya que así era como volaban las demás gallinas.

Un día vio que un ave majestuosa planeaba por el cielo despejado.

Volaba sin casi batir sus resplandecientes alas, dejándose llevar gallardamente por las corrientes de aire. La luz del sol acariciaba su plumaje, mostrándola como un ser casi divino.

—¡Qué hermosa ave! —le dijo a la gallina que se hallaba a su lado—. ¿Cuál es su nombre?

—Águila, la reina de las aves —le contestó ésta—. Pero no te hagas ilusiones: nunca serás como ella.

El águila dejó, en efecto, de prestarle atención, y con el tiempo murió creyendo que era gallina…

Este cuento nos enseña la fuerza que tienen las creencias. Tu cerebro, tu mente, es la maquinaria del potencial ilimitado de tu ser. Ahí es donde puedes programar tu misión en la vida, tus sueños, tus valores y principios; pero, también, es donde puedes programar tu incapacidad, tus limitaciones, tus frustraciones, tus miedos y falsas expectativas acerca de ti mismo. Es lo mismo que les sucede a los elefantes de circo, que cuando son pequeños los atan a un clavo de acero con una cadena en su pata: por más esfuerzo que realizan, no pueden avanzar. Así, cuando llegan a la edad adulta y sienten la pata atada aunque sea con una delgada cuerda, no intentan zafarse debido al condicionamiento de lo que aprendieron en el pasado.

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Posiblemente, de pequeño(a) te dijeron que tú no podías, que no eras capaz, que tus sueños eran solo fantasías, que eran sueños imposibles de lograr, y te hicieron creer que tu naturaleza era de gallina, te hicieron olvidar tu naturaleza real… cuando tú podrías volar y dominar las alturas, porque dentro de ti está la naturaleza de un águila real.

Así, como puedes ver, el resultado positivo o negativo que obtengas en la vida depende en principio de lo que deposites en tu mente, de lo que pongas en tu cántaro y de cómo dejes actuar esas creencias.

La miopía mental no nos permite vislumbrar las capacidades y po-tenciales que todos los seres tenemos para triunfar. Si tú crees que puedes, lo harás.

El llamado al éxito y la riqueza es un llamado universal, no es un llamado para unos cuantos. La riqueza no es mala, ya que nadie fue creado para ser un mediocre o un fracasado. Tú naciste para triunfar, naciste para volar alto, naciste con una misión especial en la vida que Dios te ha dado, y que quizás no has hecho valer… o todavía no has descubierto. Tu paso por este mundo no es una simple casualidad, más bien es una causalidad.

Para diferenciar casualidad de causalidad, entendamos el siguiente principio:

Si tu auto está estacionado en la vía pública y de improviso se parte una enorme rama y le cae encima haciéndolo añicos… esa es una casualidad.

Si vas a estacionar tu auto en la vía pública y ves que están talando árboles; y los trabajadores del servicio municipal te comentan que una rama puede caer en el auto si lo dejas ahí, pero no te importa y lo estacionas, y una rama cae justo encima del auto haciéndolo añicos… esa es una causalidad: tú fuiste el causante de las cir-cunstancias.

Entonces, podemos retomar diciendo que tu paso por este mundo no es una casualidad. Tú estás en este mundo por algo, existe una causa del para qué vivir, pero solo tú tienes el derecho de hacer valer tu Pase Dorado, tu propia causa, o puedes optar por negarte la oportunidad y seguir siendo una gallina y no luchar por descubrir

Encuentra tu misiónMuchos me preguntan: ¿cómo puedo saber cuál es mi misión en esta vida?

Yo no te puedo decir a ti lo que tienes que hacer; te puedo decir lo que han hecho otros.

La Madre Teresa de Calcuta se hacía la misma pregunta y, al pedir consejo a su director espiritual sobre su vocación, le preguntó un día: —¿Cómo puedo saber que Dios me llama y para qué me llama?

Él le contestó: —Lo sabrás por tu felicidad interior. Si te sientes feliz por la idea de que Dios te llama para que le sirvas a Él y a tu prójimo, ello será la prueba de tu vocación. La profunda alegría del corazón es como una brújula que indica la dirección a tomar en la vida. Uno tiene que seguirla, incluso cuando esa brújula lo conduce por un camino sembrado de dificultades.

Descubrir tu misión requiere de un ejercicio reflexivo donde en verdad te preguntes:

• ¿Paraquenací?

• ¿Quéesloquemásmeapasionahacer?

• ¿Quéesesoqueaprendorápidamente?

Si tú escuchas en tu interior las respuestas a estas preguntas, en-contraras las señales de tus talentos, y éstos están vinculados con tu misión.

para qué fuiste llamado.

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Renueva tu mente¿No se te hace increíble que por el solo hecho de que alteres tu actitud mental, tu vida cambie por completo?

Esto es posible, ya que los seres humanos estamos equipados con un hardware donde se pu-ede instalar un sencillo progra-ma que te permita funcionar de una manera eficiente.

“El más importante descubrimiento de esta

generación es el en-tendimiento de que los

seres humanos pueden al-terar sus vidas

alterando su actitud mental”.

(Albert Schweitzer)

El cerebro de un Thomas Alba Edison o de una Teresa de Calcuta son cerebros prácticamente idénticos al tuyo.

Un kilo y medio de masa encefálica (+/-), con cerca de cien mil-lones de neuronas (+/-), interconectadas entre sí, y cinco circui-tos abiertos que son tus fortalezas, más quince centímetros entre oreja y oreja de tu cabeza, conforman esta maravillosa maquinaria que es la mente humana.

Sabemos de Thomas Alba Edison, cuya fe en sus propias habi-lidades y ética de trabajo lo convirtieron en un ser de excelencia, y en uno de los más prolíficos inventores que ha conocido la hu-manidad.

Edison nació en Milán, Ohio, el 11 de febrero de 1847, con sordera progresiva. Después de haber asistido por tres meses a una es-cuela en Huron, Michigan, fue expulsado porque el director de la escuela argumentaba que Thomas era un idiota y esto retrasaba a los demás niños.

Cuando iba de regreso a su casa, Thomas le preguntó a su madre: —Mamá, ¿por qué ya no voy a ir a la escuela?A lo que la madre respondió: —Porque eres un genio y tú no necesi-tas ir a la escuela, y todas las metas que te fijes, las alcanzarás.

Estas palabras se grabaron profundamente en el inconsciente de este niño, que a los 12 años vendía periódicos en el tren que hacía el trayecto de Port Huron a Detroit.

Edison se convertiría más tarde en uno de los seres que más con-tribuyó al progreso de la humanidad. Patentó 1.093 inventos origi-nales. Por mencionar algunos: el telégrafo, el fonógrafo, el foco, el micrófono, la cámara de cine, la grabadora de discos, la máquina de escribir, los audífonos, las baterías, el fonógrafo, etcétera.

Su genialidad fue, sobre todo, el resultado de la programación que tenía en su software (en su mente).

Para entender mejor la naturaleza mental de Alba Edison, basta recordar una anécdota.

Después de más de diez mil fracasos durante la invención de las baterías alcalinas, cuando un periodista le preguntó: —Señor Edison, ¿no le frustran tantos fracasos?Edison respondió: —¿Fracasos?, ¿cuáles fracasos? Todo lo que he hecho es descubrir diez mil maneras en que la batería no funciona. Cada intento me lleva un paso más cerca del éxito.

El cambio en la actitud mental es la gran diferencia entre un hom-bre común y un ser sobresaliente.

He dedicado gran parte de mi vida a ser un observador del comportamiento humano. Todos estos años he aprendido que existe una gran diferencia entre la manera de pensar de las perso-nas que logran cosechar grandes éxitos y viven una vida plena y feliz, y aquellas que se limitan a subsistir.

Como vemos en la vida de Edison, la gran diferencia parece cen-trarse alrededor del sistema de creencias, el diálogo interno y la forma de procesar la información en el cerebro.

El proceso de imágenes juega un papel muy importante, ya que a través de éstas es como la mente va construyendo la realidad.

Por ejemplo, Edison, para poder descubrir el funcionamiento del foco, primero se cuestionó: “¿Cómo puedo atrapar la luz del sol para sacarla por las noches?”.Se imaginó la forma y el funcionamiento realizando una fotografía mental, visualizó cómo sería un foco y creó una fotografía men-tal suya trabajando en el laboratorio. Estas imágenes le permitían situarse en el escenario y así visualizar el camino del éxito.

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Son imágenes que se procesan y se traducen en realidades incues-tionables. Lo que veo en mi mente, lo puedo convertir en realidad.

“Tú eres lo que piensas, y lo que piensas ahora es en lo que te convertirás el día de mañana” Todos estos procesos que ocurren en el interior del cerebro son responsables de la autoestima, de los hábitos que desarrolla el ser humano, de su actitud mental, del nivel de motivación, de sus expectativas de la vida y de la imagen que crea de él mismo. Y todo esto, a su vez, es responsable del éxito y la felicidad que se experimenta a lo largo de la vida.

Edison no creía simplemente que podía triunfar. Esperaba triun-far, actuaba para triunfar, buscaba el triunfo, construía el triunfo. Creaba imágenes mentales que reafirmaban dicha convicción y tra-bajaba en ellas convencido de que podía convertirlas en realidad.

Entonces, si un Thomas Alba Edison, un Albert Einstein, un Miguel Ángel Buonarroti, un Pablo Picasso, una Madre Teresa de Calcuta o cualquier otro ser excepcional tuvieron un cerebro como el tuyo, tú tienes las mismas posibilidades de triunfar y de ser excepcional. No existen pretextos para no convertirte en un ser excepcional, para ser el mejor en lo que hagas, para brillar como una estrella y dar luz al mundo.

Si otro lo ha hecho, yo puedo. Y si nadie lo ha hecho es, quizás, porque nadie lo ha intentado con la suficiente determinación, pero yo podré hacerlo.

Lo único que tienes que hacer es aprender a borrar todos los pro-gramas que no te permiten desarrollarte y reinstalar en tu mente aquellos pensamientos que te permitan creer en ti y alcanzar tus metas a pesar de las adversidades.

Comprométete a triunfar, actúa para triunfar, construye el triunfo. Crea tus propias imágenes mentales que reafirmen dicha con-vicción y construye tus sueños para alcanzar tus metas.

Todos somos genios en potencia y podemos lograr mucho más de lo que hasta hoy hemos logrado.

El ser humano solo utiliza el 2% del potencial de su mente. ¡Imagínate la clase de vida que tendrías si aprendieras a utilizar el potencial infinito de tu mente!

Si deseas ver cambios en tu vida, necesitas remover de tu subcon-sciente la programación que te impide alcanzar tus sueños y no te permite utilizar tu verdadero potencial. Reprograma tu mente con aquella programación que sabes que te ayudará a utilizar tu potencial al máximo. No es suficiente con querer cambiar, la única opción es cambiar.

“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti

mismo”.

(Gandhi).

“Aquello que mantengas en tu mente el suficiente tiempo, tu mente lo hará realidad”.

(Napoleón Hill).

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Ten cuidado con tus sueños

Cuando hablamos de los sueños, estamos hablando de proyectar en pensamientos nuestro fu-turo cercano. Si tú sueñas con un pasado traumático, estás construyendo un presente y un futuro lleno de resentimientos y dolor; en cambio, si sueñas con amor, estás proyectando un fu-turo lleno de plenitud y éxito.

“Dios no te hubiera dado la capacidad de soñar sin

darte también la posibilidad de convertir tus sueños en realidad”.

(Héctor Tassinari).

Así que ten mucho cuidado con tus sueños, porque en lo que pien-sas hoy es en lo que te convertirás el día de mañana.

Soñar nos lleva a actuar, y al actuar construimos o destruimos nuestro mundo, ascendemos o descendemos a la humanidad.

Me refiero a que un líder hace historia cuando construye a través de sus sueños, y a través de éstos construye o destruye.

El caso de Luther King Jr. rompe con los esquemas preestablecidos y crea un nuevo paradigma: los negros ahora son libres y pueden compartir el asiento del autobús al lado de un blanco; un niño ne-gro puede caminar por las calles de Alabama de la mano de una niña blanca. Y todo esto, porque un día King tuvo un sueño, un sueño de libertad.

Hace apenas unos años, en 1972, los negros que se casaban con blancas eran castigados con tres años de prisión. Luther King ha cambiado el mundo, porque como él mismo decía: “Tengo un sue-ño”.King nos enseñó que el mundo cambia cuando uno sueña intensa-mente y lucha por sus sueños.

Los sueños nos enseñan que SÍ podemos cambiar el mundo para hacer de este lugar un espacio extraordinario y maravilloso, donde podamos ser plenos y vivir en armonía. Un sueño puede ayudar a que este mundo sea mejor para las próximas generaciones.

Pensemos en Gandhi, en la Madre Teresa de Calcuta y en muchos

otros líderes que han ascendido a la humanidad con sus sueños y nos han demostrado que el amor es una herramienta de transfor-mación. Cuando todo les indicaba que no se podía, fueron obsti-nados con sus sueños, y su inmenso amor los llevó a cambiar las cosas para construir un mundo mejor.

Hitler, en cambio, fue un líder que, en su tiempo, trascendió en la historia descendiendo a la humanidad, porque sus sueños estaban cargados de odio y desprecio hacia el ser humano. Muchos in-dividuos solo tienen sueños de lujuria, de odio, de resentimientos, de pornografía, de muerte. Sueños que solo destruyen los valores y la estabilidad emocional. “Ten cuidado con lo que sueñas porque se te puede volver realidad”.

Esto nos lleva a asegurar que el odio y los pensamientos negativos son la fórmula ideal para la destrucción del ser humano. Y con esto me refiero también a que el ser que odia, en primer término se autodestruye, ya que él es quien más sufre.

¿Qué pasó con aquel hombre que odió a su hermano durante 30 años? Al morir el odiado, entró al velorio su hermano a dar el pésame a la viuda y le dice: —Quiero que sepas que estoy contigo en estos momentos de dolor.

Y la viuda le contesta: —Lo sé. Tú siempre has estado aquí, du-rante más de 30 años.

“Cometer errores es humano, perdonar

es divino”

El hermano nunca supo del odio de su hermano. ¿Quién sufrió más? ¿El que odió o el que nunca se enteró?

Otro gran ejemplo lo tenemos con el atentado del 11 de septiem-bre contra las Torres Gemelas de Nueva York. Esta catástrofe empezó con un sueño, el sueño de Bin Laden, que se concretó en el momento en que las torres se desmoronaban, arrastrando con sangre y muerte a miles de ino-centes; un sueño que destruye vidas humanas por el placer de la venganza.

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¿Qué es lo que hace diferentes a los humanos que ascienden de los que descienden a la humanidad?

El cerebro humano, con su casi kilo y medio de peso y sus 100,000 millones de neuronas, tiene un tamaño tres veces mayor que el de nuestros parientes más cercanos en la escala evolutiva, los pri-mates no humanos. Este maravilloso órgano archiva y procesa información invisible que nos permite ser mejores humanos, triunfar en la vida y alcan-zar el éxito… o nos programa para el fracaso, el odio, la frustración y otras desviaciones emocionales. Lo que almacenes en este gran archivo será la gran diferencia entre lo que eres y lo que siempre quisiste ser.

Cuentan que en una ocasión, en un Congreso Médico, un periodista estaba entrevistando a un neurocirujano y le cuestionaba acerca de la importancia de los sueños. Éste respondió: —En más de 300 cirugías de cerebro abierto que he realizado, nunca he visto un sueño.

Los sueños son la parte intangible e invisible de los deseos más profundos del ser humano, pero sin duda son la esencia de nues-tros deseos y en lo que nos convertiremos. A través de los sueños construimos nuestro presente y trascendemos en el futuro.

Cada una de las 100,000 millones de neuronas del cerebro hu-mano guarda información de nuestro pasado, presente y de alguna manera programan nuestro futuro. Tú puedes sanar tu pasado y construir un mejor futuro con la información que guardes en tus neuronas: éstas almacenan los archivos de tu futuro. Lo que tú pienses hoy es en lo que te convertirás el día de mañana.

Las neuronas son los archiveros invisibles de las capacidades hu-manas; de lo que alimentemos nuestra mente y espíritu, se for-marán nuestros sueños. Los sueños son la parte intangible de aquello en que nos convertiremos.

Para crear, tenemos primero que soñar. Para que existiera la luz, primero tuvo que existir alguien que soñara con atrapar el sol para sacarlo por las noches.

Para poder llevar a cabo los sueños, los humanos necesitamos es-

tar convencidos de que podemos lograrlo, y la fe es lo que nos mueve a lograr lo imposible cuando nos lo proponemos. Si tú crees en ti y en lo que puedes lograr, no existirán metas que no puedas alcanzar.

Sueña, sueña, sueña… no dejes de soñar; tampoco dejes de actuar, ¡lucha por tus sueños, por tus ideales! Siempre existirá una meta nueva que alcanzar, un nuevo empleo, una mejor relación con tu pareja, construir un mejor país, algo que puedas mejorar, algo que inventar. Y sabes que tú puedes lograrlo.

Los sueños se construyen con amor, para trascender y ascender a nuestra humanidad. Si tienes el amor suficiente, no existen bar-reras en lo personal, con tu pareja, en tu familia, en lo profesional y en lo social, que no puedas superar.

Si te amas a ti mismo, podrás llevar este amor a tu pareja, a tus hijos, a tu familia, a tu trabajo y a tu comunidad.

“La vida es un sueño grandioso, hazlo

realidad”.

(Teresa de Calcuta).

Nunca, pero nunca dejes de soñar, porque en tus sueños está el motivo de tu ser.

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“¡Levántate y anda! Tú eres un ser grandioso y con fortalezas únicas, así que, ¡arriba, levántate! Porque es el momento de sacar lo mejor de ti y de luchar por tus ide-ales, es momento de alcanzar la cima y tomar a las estrel-las entre tus manos, es momento de tener fe y entender que lo que viene es el amanecer más intenso de tu vida”.

Preparar la semilla

Despertar es una nueva oportunidad de respirar, de vivir, de amar, de luchar, de alcanzar tus metas y realizarte. Cada día es un reto de lograr lo que tanto anhelas; si no lo intentas, nunca lo sabrás. Más vale que luches y mueras en el intento, a que mueras sin luchar. Es mucho más grande aquel que lo intentó y no lo logró, que aquel que nunca lo intentó y murió sin saberlo. Solo aquel que siembra cosechará en abundancia.

• ¿Tú crees que mereces una mejor vida?• ¿Ganar más dinero?• ¿Una mejor relación con tu pareja?• ¿Estar más delgado(a)?• ¿Ser amado?• ¿Ser reconocido en la sociedad?• ¿Ser el mejor en lo que haces?

Y yo te pregunto: ¿qué estás haciendo hoy para alcanzar tus me-tas? Recuerda que solo aquel que siembra cosechará en abundancia. No hay efecto sin causa: todo tiene su motivo.

No crece el roble si antes no se planta: solo la semilla puede pro-ducir la vida.

Te contaré algo…Un grupo de científicos se reunieron en Estados Unidos de Nor-teamérica para crear lo que ellos llamaron “la semilla del futuro”.

Estudiaron miles de semillas y especies del trigo, sacaron los com-ponentes y encontraron las propiedades científicas de la semilla. Juntaron las mejores características en una probeta, llamaron a los diseñadores de materiales orgánicos, dieron los últimos toques externos y su obra quedó terminada con una semilla aparente-mente idéntica a la semilla del trigo.

Sembraron la semilla, la regaron y la protegieron con los cuidados necesarios: clima, humedad, tierra enriquecida, etcétera.

Para su sorpresa, la semilla nunca germinó. “¿Qué fue lo que su-cedió? —se preguntaban unos a otros—, ¡gastamos cientos de

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miles de dólares en esta semilla que no germina! ¿Qué nos faltó?”.

Hasta que un hombre que realizaba las labores de limpieza en los laboratorios (sencillo y sabio) escuchó, se acercó y les dijo: —Se-ñores, lo único que le falta a su semilla es el toque de la vida, ese toque que solo lo puede dar Dios, no el hombre.

Por eso te pregunto: —¿Qué has hecho tú con tu semilla? En tus manos tienes muchas y maravillosas semillas de divinidad, se-millas auténticas, semillas de amor, semillas de perdón, semillas de felicidad, semillas para ser mejor, semillas para crecer, semillas de éxito, semillas de plenitud, semillas de vida. Solo tú puedes sembrarlas, nadie más en este mundo podrá tomar tus semillas y hacerlo por ti, solo tú estás autorizado para reclamar al cielo lo que el cielo te ha dado. Tú eres poseedor de dones y fortalezas únicas que solo tú podrás germinar.

Prepara el arado y afila el azadón, pues solo aquel que siembre cosechará en abundancia.

Dice el Señor “Yo tengo fe en ti, tengo fe en ti porque sé de lo que estás hecho y lo que eres capaz de lograr. Estoy seguro de que puedes lograrlo”.

El naufragioEl único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una pequeña e inhabitada isla del Caribe.

El náufrago oraba fervientemente todos los días pidiendo a Dios que lo rescatara, y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba. Es más, llegó a pensar que Dios no lo escuchaba y que su destino sería morir solo en aquella isla.

Cansado de las lluvias y el intenso calor, edificó una pequeña choza con techo de palma para protegerse, también creó una serie de herramientas para facilitarse la vida.

En un rincón, un pequeño altar donde una vela hecha con manteca de puercoespín iluminaba sus esperanzas, suplicando a Dios por que pronto lo rescataran y pudiera estar con los suyos.

Un día, después de ir de cacería, regresó y encontró la pequeña choza en llamas. Todo lo que él tenía se lo estaba devorando el fuego, las llamas subían hacia el cielo y, con ellas, todas sus es-peranzas morían.

Él estaba confundido y enojado con Dios, y llorando le gritaba: “Señor, ¿cómo pudiste hacerme esto? Me separaste de mi familia, me abandonaste en esta isla y me has quitado lo que más yo amo. ¿Qué quieres de mí, Señor?”. Agotado de tanto llorar, de tanto gritar, se quedó dormido sobre la arena.

A la mañana siguiente, lo despertó el fuerte sonido del silbato de un barco que se acercaba a la isla. ¡Venían a rescatarlo!

—¿Cómo sabían que yo estaba aquí? —cuestionó a los marineros.

Y uno de los rescatadores le contestó: —Vimos las señales de humo que nos hiciste. Las llamas resplandecían a kilómetros mar aden-tro, no sé cómo lograste atizar ese fabuloso fuego.

Recordando su enojo del día anterior, el náufrago cerró sus ojos, diciendo a Dios: “Señor, no solo permitiste que sobreviviera a este terrible naufragio, donde todos los demás murieron; sino que,

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además, me amas tanto que me llevas a casa para poder abrazar y besar a mis hijos y a mi esposa. Gracias por esta nueva oportu-nidad que me has dado de vivir hoy”.

A veces es muy fácil dejarse caer en la desesperanza cuando las cosas van mal, mas no debemos perder la fe, porque Dios está tra-bajando en nuestras vidas, en medio de las penas y el sufrimiento. Dios hará cosas en tu vida, cosas que posiblemente no te gusten y que te van a doler, pero Él está dándote lo que más te conviene.

Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se queme.... puede ser solo una señal que surge de la Gracia de Dios.

Por todas las cosas negativas que nos pasan, debemos decirnos a nosotros mismos: “Dios tiene una respuesta positiva a esto”.

“La casualidad es el seudónimo que Dios usa cuando opta por no firmar con su nombre”.

(Anatole France)

Este pequeño cuento nos enseña que la sabiduría del Padre es, en algunos momentos, no razonable al entendimiento humano. La mente nos limita a la situación, al hecho, al problema del momento y no nos permite entender la voluntad de Dios. Muchas veces Dios te está regalando un árbol de naranjas al darte una semilla.

Hoy posiblemente te encuentres con problemas en la escuela, con tu pareja, en la familia, sin trabajo, bajo presiones, enfermo, sin dinero, con deudas y grandes necesidades. Esto no te permite en-tender los modos de actuar de Dios. A Dios no hay que entenderlo, hay que experimentarlo.

¿Por qué Dios permite que las cosas sucedan? ¿Por qué el Padre no escucha mis plegarias de desesperación?

Y la mente empieza a encontrar al culpable de la situación. Siem-pre existirá un culpable que no sea yo; si hay alguien que no va a defenderse, es Dios, así que lo más fácil es echarle la culpa a Él. Sin embargo, Dios siempre tiene una respuesta positiva a lo que te pasa, solo tienes que darle tiempo, tener fe y hacer lo que te corresponda para cambiar las cosas.

Dios no es responsable de lo que sucedió en el pasado, lo que suceda en el presente o en el futuro de tu vida: tú eres el único que puede construir un mejor mañana preparándote en el presente. Él te ama, pero tú eres libre y decides ser víctima o convertirte en el propio arquitecto de tu creación.

Solicitar socorro al cielo en las necesidades es imprescindible; no aprovecharlo, es un crimen de dilapidación.

Atiende, pues, a la oración, escucha qué es lo que Él pide de ti, pero no olvides la acción.

Reza pero escuchaMedita pero trabajaPide pero busca

Con este binomio de oración y acción, fortaleceremos nuestras dos alas, para volar alto, sin riesgo de despeñarnos en el abismo. Deja que tu águila levante el vuelo y alcance a dominar la grandeza del universo.

“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que

están más secas las esperanzas”.

(M. de Cervantes Saavedra)

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Las dos llaves de las emociones trasformadoras

Es muy cierto que cuando uno cae desde muy alto a la profundi-dad de una alberca es más fácil impulsarse desde el fondo. El im-pulso llega cuando se alcanza a tocar fondo. Las decisiones más importantes de la vida surgen en esos momentos. Pero, ¿cómo poder trasformar esos momentos difíciles de prueba en algo positivo?

Impulsándote con tu propia naturaleza, con tus propias emo-ciones.

Te daré un ejemplo:

Donald Trump y la Madre Teresa se sintieron inducidos por su misma naturaleza. Es cierto que sus valores se encuentran al extremo opuesto del espectro, pero ambos han sido impulsados por el placer y el dolor. Los individuos vamos configurando nuestras vidas a través de estas dos poderosas emociones. La lección más útil que podemos aprender de la vida es que los disparadores emocionales que nos controlan —placer y dolor— son los que configuran nuestras más importantes decisiones. ¿Qué es aquello que ha impulsado a Donald Trump a lo largo de su carrera como empresario? Él ha aprendido a obtener mucho placer de tener el mejor yate, edificios, ganar los mejores tratos financieros… en resumen: Trump aprendió que le da mucho placer acumular juguetes valiosos, los más grandes y los mejores.

¿Cómo aprendió a vincular el sufrimiento? En las entrevistas que se le han hecho, es fácil entrever que vincula el dolor con no ser el primero; para Trump, estar en el segundo lugar está vinculado con el dolor. Caer hasta el fondo, para este empresario es no ser el número uno, y ese sufrimiento lo impulsa con gran fuerza a llegar a su área de placer.

Muchos de sus competidores, mientras se regocijaban con el

sufrimiento de Trump por sus múltiples colapsos financieros, no se daban cuenta de que esto lo fortalecía para ser aún más rico y poderoso.

En contraste, la Madre Teresa siempre fue una mujer profunda-mente entregada a los más necesitados. Sintió dolor ante el dolor de los pobres y vinculó el placer con amar a los moribundos, con bañarlos, con alimentarlos, dándoles la oportunidad de una muerte digna.

Para la Madre Teresa, el significado último pudo encontrarlo en el barrio más pobre de Calcuta, la Ciudad de la Alegría, con millones de refugiados hambrientos y enfermos.

Ella se sintió poderosamente vinculada con el placer cuando, con una caricia, con una sonrisa, con un plato de arroz, ayudaba a los demás a salir de su miseria, aliviando también su propio dolor y encontrando una gran dicha.

Ejercicio

Realiza un análisis profundo y pregúntate cuál es la emo-ción que te mueve más rápidamente a tus objetivos y de-scríbelo, ¿placer o dolor?

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Tener un gran porqué

Todos los personajes que han tenido un gran significado en sus vidas, primero encontraron un gran porqué. Reflexiona por un instante qué es aquello que te levanta, que te pone en pie. ¿Dónde se encuentra ese impulsor en tu vida? ¿Qué dispara tus emociones al máximo?

Cuando yo me encontraba sufriendo por mi gran pobreza, de-sempleado y quejándome de mi vida, como ya era costumbre, no me levantaba a buscar trabajo, ya que relacionaba el dolor con el rechazo que significaba cuando me decían no. Pero hubo algo que cambió mi vida. Un día cuando estábamos comiendo, uno de mis hijos, de apenas 5 años, tomando con sus pequeñas manos su estómago, me miró a los ojos y me lanzó una pregunta que me dolió en lo más profundo: —Papi, ¿por qué si me duele tanto mi pancita de hambre, no me das más comida? Obviamente y de inmediato le di mi plato, porque ya no había más comida en casa. Fue en ese momento que el dolor me descu-brió el rostro y le prometí que nunca más tendría hambre por mis penas y miedos.“He fallado como padre —pensé—. He fallado como esposo y como proveedor… nunca más”.

Ese día me puse de pie y no me importó el rechazo de los demás. Toqué el timbre de algunas casas de mi barrio, pidiendo lavar sus autos y así llevar unos pesos a casa para alimentar a mi familia. El rostro de mi hijo me impulsó: al acercarse el dolor, éste me impulsó en busca de evitar más dolor.

Unos días después me encontraba viajando rumbo a un nuevo trabajo en el área de construcción como albañil, cargando bul-tos y placas de mármol. El dolor que sentí cuando mi hijo tuvo hambre configuró un nuevo y poderoso estado mental que me puso de pie y me obligó a reaccionar y a realizar cualquier cam-bio para que nunca más el miedo y la pena dominaran mi mente. Entonces una voz resonó en mi interior. “Confía en que si te concentras en hacer lo mejor que puedas en el presente, el día de mañana cosecharás en abundancia”.

Hoy en día enseño en mis seminarios cómo romper con miedos que bloquean a la gente tanto, que no pueden obtener resulta-dos positivos en sus vidas. Con técnicas poderosas los individuos rompen con gruesas maderas como si fueran karatecas entre-nados, rompen flechas con punta de acero con su cuello, doblan varillas de acero, caminan en cristales con los pies descalzos y en brasas ardientes a 3000 grados centígrados.

Estas dinámicas les ayudan a romper con creencias limitantes y los pone en disposición de realizar cualquier meta por grande o imposible que ésta parezca. Han sido tan grandes los cambios en los participantes de todo el mundo, que me llamaron de la cade-na de televisión NatGeo y filmaron un programa especial de este seminario.

El dolor y el placer son emociones que podemos manejar en nuestra propia mente; y si logramos dominar estas dos podero-sas emociones, estaremos conquistando una de las barreras más grandes del hombre: el poder de la conciencia y de la libertad para ser felices.Más adelante analizaremos en profundidad estas dos emociones, pero recuerda esto siempre: aun cuando tengas miedo, la fuerza de tus creencias te sostendrá.

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Encuentra tu Gran PorquéEn aquellos momentos difíciles encontré mi primer gran porqué: que mi familia no viviera con hambre; y poco tiempo más adelante encontré mi segundo gran porqué.

Cuando descubrí que tenía el talento de enseñar y que me apa-sionaba hacerlo, entonces descubrí que mi segundo gran porqué era enseñar y ayudar a otros a encontrar el verdadero significado y valor de sus propias vidas.

En cada oportunidad que una persona me dice: “Francisco, me has ayudado”, un enorme placer invade todo mi ser y le da sentido a todo el sufrimiento que haya podido experimentar.

La profesión de Conferencista me ha situado en un lugar privile-giado, y he podido conocer seres extraordinarios. Y siempre que conozco a uno nuevo le pregunto: —¿Cómo lo lograste? ¿Qué sentiste? ¿Te dolió? He podido observar que la gente extraordinaria cuenta con una visión diferente ante la adversidad, donde cada prueba, cada dolor son solamente escalones para alcanzar sus objetivos.

Uno de estos casos fue mi querida amiga Rosario Marín, ex Tesore-ra de Estados Unidos de América. Esta increíble mujer aprendió a vivir desde la pobreza extrema en sus orígenes en la ciudad de México y, como a muchos niños, le daba miedo la oscuridad. La noche se extendía como un enorme lienzo donde ella pintaba sus secretos y miedos. Despertaba en la noche empapada en sudor y sentía que alguien la iba a asfixiar con una almohada y el peso crecía en su interior como un tumor. ¿De dónde surgió ese miedo horrible?

“Un día el hermano de mi abuela, un hombre desaliñado, siem-pre sin rasurar, de casi 50 años, salió del estrecho cuarto que conectaba con la casa y me dijo que mi abuela no estaría por un rato. Me dijo que me sentara sobre sus piernas, pero respondí que no, que esperaría a mi mamá. Insistió, me tomó por el hombro y entonces comenzó a tocarme allí abajo y todo lo que pude hacer fue gritar: ¡No, No! Lloré y lloré; no le importó”.

Me preguntaba: “¿Cómo es posible que una persona con tan pocos

recursos llegara tan lejos? ¿Cómo es posible que una persona que fue abusada sexualmente sea tan positiva?... 1 Una líder entre dos mundos, Editorial Aguilar

“Enfoque”; esa es la respuesta. Por lo general los individuos se enfocan en el dolor, en lo que no tienen o en lo que les hace falta y muy pocas veces se enfocan en lo que es de verdad importante. ¿En qué te estás enfocando el día de hoy? ¿Agradeces por lo que tienes? Muchos individuos están programados solo para quejarse y llorar. Difícilmente estos individuos encontrarán caminos para ser felices; la única opción es romper con el pasado y enfocarse en lo bello y hermoso que es vivir el aquí y el ahora.Una noche, mientras cenábamos, Rosario me contaba lo difícil que había sido su vida. Sin embargo, nunca me habló quejándose; por el contrario, su actitud positiva, su sonrisa y la paz en sus palabras estaban cargadas de perdón, amor y esperanza.

Su fe en Dios y su propia visión la llevaron a uno de los cargos más importantes de los Estados Unidos y del mundo entero: la primera latina en un cargo de esa magnitud. Ella me dijo: “Francisco en la vida debes tener un gran porqué, siempre nos han dicho que no hay que soñar grande, porque las caídas son muy grandes… pero si sueñas en pequeño, de ese tama-ño serán tus resultados, pequeñitos. Hay que atreverse a soñar, porque del tamaño que sean tus sueños serán tus resultados”.

No importa qué es lo que te haya pasado en tu vida o lo que estés viviendo ahora, lo que en verdad importa es la actitud y las acciones. Date cuenta que muchos han pasado por situaciones difíciles y han salido adelante. No hay pretextos, ¡tú puedes!

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Escribe en el siguiente espacio cuál será tu gran porqué Del placer a las atadurasPareciera la lista de invitados a una fiesta de famosos en Holly-wood… pero no lo es: Lindsay Lohan, Nicole Richie, Britney Spears, Paris Hilton, Mel Gibson, Nick Nolte, Keith Urban, Elvis Presley, Bob Marley, Michael Phelps. Lo que tienen en común es que fueron detenidos por conducir ebrios, por abusar de drogas y porque tu-vieron que someterse a tratamientos de desintoxicación en clínicas privadas.

Ellos han asociado el placer con las drogas o el alcohol como una forma de escape, de satisfacción rápida, o como un medio para salir del dolor y obtener placer temporal. Pagaron el precio por no saber controlar sus mentes y sus emociones.

Este tipo de placer nos lleva a ser verdaderos dependientes de sus-tancias químicas que atrofian y esclavizan el cerebro. Es aterrador cuántos jóvenes han sido esclavizados por la pornografía en Inter-net. Este problema en línea se ha convertido en una enfermedad grave en la sociedad, porque también los pensamientos generan sustancias químicas en el cerebro que se convierten en adicciones. El único placer infinito se encuentra en el control de tus emociones. Nunca esclavizándote en adicciones.

El doctor José Cruz menciona en su libro Química del pensamiento: “Para que los estados de ánimo cambien, tiene que haber primero un proceso de ingeniería del pensamiento, del cual son respon-sables las drogas endógenas. La bioquímica del cerebro es la que determina la psicología”.

Por lo tanto, nosotros somos capaces de auto-controlar nuestra bioquímica y así nuestro estado emocional, cuando somos com-pletamente conscientes de nuestra propia reacción.

Gracias al poder de nuestras voluntades, podemos superar cualquier adicción para encontrar un significado a nuestras vi-das. Si no entendemos nuestras asociaciones emocionales –dolor y placer–, reaccionaremos entonces según la música que nos toquen, siendo como monos cilindreros, actuando como robots programa-dos, permitiendo que todo aquello que nos suceda determine la dirección y calidad de nuestras vidas.

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“Todo aquello que usted vincula al placer y al do-

lor es lo que configura su destino”.

(Anthony Robbins).

En algún momento escuché de Ivan Pavlov, científico ruso que, a finales del Siglo XIX realizó un experimento de respuestas condicionadas. Este experimen-to era hacer sonar una cam-pana al momento de alimentar con un delicioso gran trozo de

filete a un perro. El sonido de la campana se asoció con el placer producido por el alimento. Después de 21 días de condicionar al animal al placer, Pavlov sonó la campana sin llevar ningún trozo de filete al perro y éste comenzó a salivar de inmediato. Depende de nosotros que asumamos el control de nuestras fuer-zas internas y decidamos nuestras propias reacciones, pero de un modo consciente. Porque si no somos capaces de dirigir nuestras emociones y voluntades, actuamos como animales ante los es-tímulos de los demás, y en muchos casos no somos conscientes de aquellos amigos, familiares, conocidos, televisión, publicidad que nos manipulan y condicionan para que nos comportemos tal como ellos desean que lo hagamos.

En mis seminarios enseñamos a los participantes a realizar estos cambios y ajustes con el poder del PNL y otras terapias del cambio profundo. Puedes ver más en www.seminarios.com.mx

Si queremos tener control sobre nuestras vidas, debemos controlar nuestras emociones vinculando el dolor con la acción que se desea repetir. Es vinculando el sufrimiento con aquellos comportamientos a los que queremos poner fin, como generamos una intensidad emo-cional tan fuerte, que ni siquiera consideramos la posibilidad de seguir un comportamiento distinto al cambio.

Un día, en un retiro espiritual que impartimos mi esposa y yo a unas hermanas religiosas, montaron una mesa de café con unas deliciosas galletas de chocolate. Danielito, mi pequeño hijo, al des-cubrir tantas y tan exquisitas galletas de chocolate y sin nadie que le dijera “detente”, se comió más de un kilo él solo. Por la noche sufrió un fuerte malestar seguido por vómitos. Hoy en día, el sim-ple hecho de ver una de esas galletitas le causa asco y malestar.

¿Qué podemos aprender del dolor? Si vinculamos un fuerte dolor con cualquier comportamiento o pauta emocional, evitaremos caer en ellos a cualquier precio.

Reflexiona cómo estas dos emociones son los disparadores más poderosos de tu vida, a tal punto que podemos convertirnos en víctimas del dolor o adictos al placer.

En una ocasión me invitaron a dar mi primera conferencia. Era en el Estado de Oregón. En el trayecto me enfrié y enfermé de la garganta a tal punto que no podía hablar, ¡estaba completamente afónico! Esta era una gran oportunidad de hacer lo que en verdad amo: ayudar a los demás enseñando. Y lo mejor de todo era que me pagarían 1,000 dólares cuando yo no tenía ni $5.00, y eso era una verdadera fortuna para mí. Así y todo, el hecho real era que no podía hablar, estaba afónico. Recuerdo con absoluta claridad cómo, al darme cuenta de mi situación, el dolor apareció en mi mente, visualizando la imagen de mi hijo pequeño. ¿Recuerdas?: “Papi, ¿por qué si me duele tanto mi pancita, ya no puedo comer más?”. Se disparó un fuego interno que me impulsó a tomar acción de inmediato. Fue un gran recordatorio del dolor que se acercaba y para alejarlo tuve que accionar alejando el dolor.

Me puse de rodillas en oración y le pedí a Dios: “Señor, tú has per-mitido que pase por todo esto para encontrarle sentido a mi vida, poder ayudar a muchas personas y, al mismo tiempo, llevar dinero a mi hogar; no permitas que me quede callado, no permitas que me quede afónico. Tú eres el Creador de todo y por algo me pu-siste aquí; así que, a pesar de no tener hoy voz, yo saldré a hablar en ese escenario y tú harás un milagro; yo haré lo que tengo que hacer, y tú lo tuyo. ¿De acuerdo, Señor?”.

Me levanté con una convicción total de que el milagro sucedería; ¡ni por un instante lo dudé! Convencí a los empresarios de que yo podría hacerlo. No sé si me entendieron, pero no tenían otra opción. Salí con valentía ante más de 600 personas, convencido de que Dios haría un gran milagro. Y fue ahí que, intentando decir algunas palabras, de mi boca solo salían estertores y ruidos extra-ños. La gente se daba vuelta y miraba confundida, sin saber qué era lo que pasaba. Después de un par de minutos, ¡una palabra surgió de mi boca con claridad absoluta! Y desde ese momento hasta varias horas después, el público expectante se enganchó:

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¡el milagro había llegado! Esa ha sido una de las mejores confer-encias de mi vida. La gente lloró, me abrazó y, sobre todo, sé que muchas vidas cambiaron.

Hay que ser valientes y confiar en Dios. Habrá cosas que esté en tus manos cambiar y tienes que actuar para realizar los cambios, pero habrá otras que tú no puedes cambiar.

Déjate ayudar por Aquel que todo lo puede, por Aquel que te ama, déjate vencer por su amor y misericordia: es ese punto donde tu fe se amalgama con lo divino y te levanta ante el dolor, dándote el placer más infinito: el amor de Dios.

Hagamos algunos cambios ahora mismo

En este momento realiza la lectura en voz alta y en disposición de oración…

Tú, que eres el Creador de todo; tú, que eres la Luz después de la oscuridad; tú, que llenas mi cántaro de agua pura; vacíame de cualquier odio, rencor o resentimiento. Renuévame y lléname de tu amor que purifica y sana.

Tú, Señor, que conoces mi pasado, ¡límpiame!

Tú, Señor, que conoces como nadie mi sentir, ¡escúchame!

Tú, Señor, que conoces lo más profundo de mi mente, porque tú me creaste, ¡enséñame a conocerme, a entenderme, a aceptarme y, sobre todo, a amarme como tú lo haces!

Tú, que me amas y me quieres libre de ataduras, rencores y resen-timientos, cúbreme con tu Sangre Santísima y libérame, ¡límpiame y renuévame!

Porque estoy convencido(a) de que hoy es un día grandioso para que un milagro suceda en mi vida, y por eso hoy yo te pido: ¡entra en mi vida y hazme tuyo!

Amén

1. Escribe ahora qué acciones has estado postergando y necesitas emprender para ser feliz.

2. De cada acción que escribiste, quiero que expliques: ¿Por qué no he emprendido esta acción? ¿Qué dolor he vinculado en el pasado con esta acción?

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3. ¿Qué pasaría con tu vida en uno, dos, cinco y diez años si no accionas y cambias ese comportamiento?

Pasos para cambiar

“El cambio es opcional; el envejecer es obligatorio”.

Es natural que un bebé ensucie su pañal con popó; un joven de 18 años que sigue ensucian-do su calzón de popó, es una calamidad.

Quiero explicarte que los seres humanos tenemos transacciones emocionales todos los días. Cuando dos personas están juntas, una de ellas, incluso sin darse cuenta, acaba por hacer algo que mo-lesta al otro; por ejemplo, tose, mastica, se rasca… Estas acciones, que llamaremos estímulos, afectan de alguna manera al otro. Cada día es una serie frecuente de transacciones en la vida; por lo tanto, quien entiende sus transacciones entiende su vida y se conoce a sí mismo.Existe un proceso que es muy claro para poder realizar cambios profundos y que está basado en el lenguaje o programación verbal.Los individuos estamos viviendo cambios constantes, como enve-jecer. Pero, realmente, ¿cuáles son los cambios que te gustaría realizar ahora en tu vida para ser feliz? Muchos quieren bajar de peso, ganar más dinero, tener una familia feliz, un mejor empleo, encontrar a su pareja ideal, estar en paz, etcétera. Sin importar la naturaleza del cambio, existe una ruta muy sencilla para lograr ajustes que te lleven por la vía rápida del cambio.Si a un niño le decimos que no vale, que es un tonto, que es un flojo, que solo vale cuando hace lo que yo quiero, ese niño se convierte en una marioneta de mis expectativas; y si el niño no corresponde a ellas, ¡zas!, un golpe lo hace reaccionar y el dolor lo condiciona. Es aquí cuando las transacciones emocionales actúan y nos condicionan. Ciertas cosas que nos han dicho se han convertido en una verdad absoluta en nuestras mentes, inclusive si éstas son una mentira. Si en algún momento tus padres te condicionaron con sus palabras, es muy importante que te hagas consciente de ellas. Porque el primer paso del cambio es ser consciente.

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Anota aquí cuáles son los cambios que deseas realizar en tu vida

En verdad te felicito por dar el primer paso al cambio. Seguramente juntos, y de la mano de Dios, podremos realizar esos ajustes para estar en paz y alcanzar tus objetivos.

Conciencia

Ser consciente significa tener pleno conocimiento sobre sí mismo y sobre el estado de cosas que uno desea cambiar. Así que, al reconocer de dónde surgen los bloqueos o ataduras en la vida, es-taremos dando el primer paso para el cambio.

Escribe aquí cuáles son los momentos que te han marcado en tu vida: Por ejemplo: mi padre me dijo que era tonto…

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Comprender

Al comprender lo que me sucede, soy directamente responsable de mis transacciones emocionales y puedo decidir sobre cómo reac-ciono ante cada situación, y permitir o no permitir que el bloqueo me paralice.

Escribe cuáles han sido tus experiencias (bloqueos) del pasado que te han detenido o bloqueado y cómo éstos han afectado tu vida:

Disociación

Puedes ver que tus pensamientos representan lo que has apren-dido en la vida, mas éstos no son parte de tu anatomía física y, al separar lo que piensas de lo que eres, tienes la alternativa consci-ente del cambio radical para actuar y pensar diferente.

Escribe cuáles son las repercusiones positivas que tendrías en tu vida con los cambios que vas a realizar:

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DeclaracionesÉstas son la parte de la programación verbal más importante, ya que lo que declaras con tu boca, tu mente lo registra a nivel incon-sciente profundo. Así que, si declaro: “¡Pero qué tonto soy!”, al fin y al cabo voy a reaccionar como un tonto, ya que la convicción de que soy un tonto “me califica” para realizar tonterías.

Podrás ahora entender que no todo lo que hemos oído o experi-mentado en el pasado es una verdad absoluta, y que tal vez existe una posibilidad de que eso no sea verdad y que exista otra posi-bilidad.

Una de las mejores técnicas que yo mismo he experimentado en cuanto a las declaraciones o decretos, es que cada día, al abrir los ojos por la mañana, empezando el día, lo primero que hago es agradecer a Dios cinco cosas. Agradezco por mi esposa, por mis hijos, por mi trabajo, por mis proyectos, por mi trabajo, por la salud, etcétera.

Porque “el agradecido en la pobreza, será bendecido en la riqueza de la felicidad”.

En mi sitio Web http://seminarios.com.mx tengo una gran canti-dad de suscriptores a quienes constantemente envío un boletín, dentro del cual tenemos una serie de ejercicios que te recomiendo que sigas.

El siguiente ejercicio tiene por título…

Cómo iniciar la semana para ser feliz

Una vez que realices tus cinco agradecimientos, decreta qué es lo que quieres que suceda en este día. Por ejemplo, yo he decretado que el día de hoy sea de la siguiente manera:

“Señor todopoderoso, te pido de corazón que los pensam-ientos y las palabras que escribiré resuenen en los cora-zones de aquellos que lean este libro para cambiar sus vidas

de una manera positiva y que encuentren la felicidad y la paz que tanto buscan”.

La oración es un decreto donde permito que Dios actúe a través de mí, y con esa convicción de que Dios escribe y dicta en mi mente los pensamientos e ideas que puedan de alguna manera ayudarme.

Ejercicio:

Pon tu mano derecha en tu corazón y decreta:

Lo que he oído y experimentado en el pasado, no siempre ha sido cierto. Hoy adopto una nueva manera de pensamiento que me permita ser feliz y vivir en paz, aunque esto im-pliquecambiarymodificarmimaneradepensar.Hoyabromi mente al cambio y te pido a ti, Señor, que tomes mi pas-ado y lo cubras con tu amor.

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¿Qué pasos tendré que dar para ser feliz?Escribe a continuación lo primero que te venga a la mente:

Escuché una historia de cómo las creencias de nuestro pasado con-figuran nuestros actos presentes y, sin saber por qué ni cómo, boicotean nuestras acciones.

Una señora que se preparaba para el día de Acción de Gracias, cocinaba un jamón para la cena. Al esposo le llamó mucho la aten-ción que la señora cortara ambas puntas del jamón para hornearlo, y le preguntó: —¿Por qué le cortas las orillas al jamón?

A lo que ella, convencida, contestó: —Porque un buen jamón siempre deberá ser así. Mi madre, que prepara el mejor jamón de Acción de Gracias, así lo cocina.

El hombre decidió llamar a su suegra para preguntarle el porqué de las puntas cortadas en el jamón, y ella le respondió: —Es porque mi molde es muy pequeño y no cabe el jamón entero.

Las cosas no siempre son como nosotros creemos, hay que tener una mente abierta al cambio, ya que los moldes pueden no per-mitirte evolucionar.

La psicología le da mucha importancia al cúmulo de creencias y experiencias del pasado, que es donde surgen las cargas emo-cionales de nuestro presente. Por ejemplo, cuando una persona ha sido atacada por un perro, esa experiencia de dolor se quedará guardada en un archivo y acumulada en el inconsciente en forma de palabra, de pensamiento y, sobre todo, de emoción: miedo.

Al caminar por la calle, si esta persona escucha el ladrido de un perro, de inmediato el inconsciente, condicionado, destapa el mie-do. A esto le llamamos estímulo-provocación. Si un perro pasa delante del individuo, las palabras “cuidado”, “peligro”, “alerta” son la reacción del condicionamiento.

Reaccionamos a este perro presente, de acuerdo con la ex-periencia de un suceso o la referencia de que a alguien le sucedió en el pasado, y se mantienen en uno como predisposición, expec-tativa, miedo, que bloquean al individuo.

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“No es valiente aquel que no tiene miedo, sino aquel

que sabe conquistarlo”.

(Nelson Mandela).

Aquí es donde entendemos las reacciones que hemos tenido en nuestras vidas. Si te has repetido muchas veces: “Es que yo no soy bueno en matemáti-cas”, es porque tal vez tu-viste una experiencia negativa de aprendizaje; entonces, tu

mente te confirma que esa expectativa es verdad: eres malo en matemáticas.

¿Qué pasaría si tuvieras la oportunidad de aprender matemáticas de una manera placentera y divertida? Seguramente tu bloqueo desaparecería de inmediato.

E = R

Estímulo es igual a Respuesta

Ahora sabemos que una reacción es la respuesta a un estímulo. ¿Qué pasa cuando los estímulos del medio ambiente son positivos?

Las caricias son esos estímulos positivos que nos van dando una base sólida a la autoimagen, y refuerzan nuestra seguridad en nosotros mismos. Las caricias son esos estímulos externos que proceden de una persona y nos comunican que somos aceptados, valorados y amados. En definitiva, las caricias son una manera de amor.

Los niños, durante los primeros cinco años de su vida, requieren de las caricias o los mimos, que significan cargarlos, abrazarlos, apretarlos contra el pecho, acariciar su cabecita, tomarlos de la mano, etcétera.Aquellos niños que no reciben en su infancia su dosis de mimos son retraídos, e incluso pueden llegar a tener ciertos retrasos que atrofian su desarrollo.

En un experimento realizado por un psicólogo de niños, el Dr. René Spitz, de origen vienés, trabajó con dos grupos de niños. Las in-stituciones que atendían infantes estaban perfectamente organi-zadas, pero con una diferencia. En la primera, eran cuidados por sus propias madres, así que los mimos y las caricias aumentaron

el calor emocional y afectivo. En la segunda eran enfermeras o nodrizas que, agobiadas de tanto trabajo, no podían ofrecer el con-tacto de caricias y mimos necesarios para los infantes.Los resultados fueron reveladores. En el primer caso, de los 239 niños que fueron atendidos por sus madres con la dosis de mimos y caricias suficientes, no murió ningún niño y su coeficiente obtuvo un desarrollo de 105; mientras que el segundo grupo solo alcanzó un desarrollo de coeficiente de hasta 45 y el nivel de mortandad fue del 37%.

¿No es sorprendente cómo las caricias amplían los aspectos más poderosos de los individuos? Es aquí donde entendemos que un esposo, al retornar a casa, si se siente bien recibido y halagado por la esposa, acaba muy rápido por duplicar el sueldo.

Entonces, podemos comprender que las caricias positivas son las que comunican algo que me agrada del otro. Pero también están las caricias negativas, que son las que destruyen o lastiman la au-toestima e imagen del otro.

Si te digo: “Tienes una sonrisa hermosa”, es una caricia positiva. Pero si te digo: “¡Ay, qué feos dientes tienes!”, es una caricia nega-tiva.

Las caricias negativas se refieren a todo aquello que me disgusta del otro: lo que dice, hace o no hace, y lo que me molesta.

Por ejemplo, una caricia destructiva es: “Eres la desgracia de esta familia, no debiste haber nacido”. Este tipo de caricias negativas son siempre, y por necesidad, destructivas. “Desde que llegaste, mi vida ha sido una desgracia”.

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Realiza el siguiente ejercicio:

Entra en un estado de relajación, con música instrumental. Abrázate y mueve tu cuerpo suavemente al ritmo de la música, como si cargaras un bebé. Desde lo más profundo de tu corazón, vas a repetir durante 5 minutos o lo que dure la música:

Yo me acepto

Yo me perdono

Yo me amo

Yo estoy en paz

Yo soy feliz

Soy una criatura hermosa a los ojos de mi Dios

Las caricias que recibe un individuo se transforman en su person-alidad, ya que éstas forman su autoimagen y se convierten en lo que piensa y siente. “Tú eres lo que piensas, y lo que pienses ahora es en lo que te trasformarás mañana”.

Los cuatro impedimentos para ser libre

“Cuando cambias la manera de ver las cosas…

Las cosas que ves cambian”.

(Wayne Dyer).

Existen cuatro verbos que expli-can el sufrimiento y la falta de paz en los individuos: esperar, exigir, quejarse y criticar.

Esperar

Espero que el otro cambie para yo cambiar; si el otro no da un paso, yo no me acerco.

El que espera se tensa y vive angustiado, pensando que los demás están equivocados y tienen que cambiar para que él cambie. Esta situación de esperar te pone en un grado de alerta, de tensión y di-ficultad emocional. Ahí mismo empieza el sufrimiento, en la espera de si el otro hace o no hace lo que tú esperas de él.

Exigir

Implica una mayor dependencia del otro; por lo tanto, si yo exijo que el otro cambie, aumento el nivel de tensión y angustia. Nada cambia en tu mundo mientras tú no decidas cambiar. Si tú cam-bias, no serás una víctima del comportamiento de los demás, ya que no dependes de sus actos para ser feliz o estar en paz. Exigir es forzar, es obligar, es pelear.

Quejarse

Te convierte en víctima permanente. Los individuos más infelices son los que más se quejan: se quejan si salió el sol, o si está nublado. Fíjate cómo la gente infeliz está constantemente queján-dose.

Un día me encontré en un café con un empresario que se quejaba de lo ácido que estaba el café y seguía pidiendo más. ¿No te parece que muchas veces buscamos amargarnos más la vida para que todo mundo lo note? “Pobre de mí, que soy tan infeliz”.

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Se encontraba un perrito en el campo, aullando con un do-lor inmenso: “Ahuuuuuuuu”. Un hombre que escuchó el aullido desgarrador se acercó y descubrió que el animal estaba sentado sobre una madera con clavos. Al observar ese comportamiento tan errático, le preguntó al dueño del animal: —¿Por qué no se levanta del clavo?

A lo que el dueño contestó: —No le ha de doler tanto.

¡Cuántas veces nosotros entramos al mismo errático comportam-iento de llamar la atención, sentados en nuestros clavos sin inten-tar ponernos de pie para sacarnos el dolor. Muchos individuos, por el contrario, parecen lastimarse con sus clavos para que los demás vean cómo sufren, gritando con todas sus fuerzas: “¡Mírame, estoy sufriendo, soy una víctima!”.Realiza una lista de cuáles son los clavos de los que te que-jas frecuentemente:

Criticar

Es el más grande paso a la ausencia de la paz. La crítica es el re-flejo de un gran ego. “Todo el mundo está mal, todos están equivo-cados. Yo soy el único que tiene la razón”. El que critica da por entendido que él es el único dueño de la verdad.

Cuando criticamos a otros, ocultamos bajo la crítica nuestros pro-pios defectos, miedos y dolor, mostrando una falsa careta de su-perioridad.

Hay un principio de la psicología que dice: ”Lo que te choca es lo que te checa”. Analiza todo aquella que tanto criticas; es algo que posiblemente sea el reflejo de tu propia sombra, tu gran defecto, aquello que no puedes ver en ti mismo y que lo reconoces en los demás.

Realiza una lista de cuáles son las cosas que más criticas:

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“No somos criaturas de circunstancias,

somos los creadores de las circunstancias”.

(Benjamin Disraeli).

Decisiones

Existen diferentes herramientas para alcanzar tus objetivos. Si tuvieras que construir un edifi-cio, tendrías que empezar por los cimientos, y en tus manos está la decisión de cómo hac-erlo.

Tú decides cómo sacar la tierra: con una cucharita o con un buldóc-er. En la vida vamos tomando muchas decisiones: algunas buenas, otras malas. Hasta hoy, tú eres el resultado de las decisiones que has tomado en el pasado. Si te has equivocado en algunas, es porque no sabías con certeza qué era lo que querías.

Saber qué quieres en la vida te da el poder de saber hacia dónde vas y qué opciones puedes tomar.

A pesar de eso, puedes equivocarte. Lo que en verdad importa es que ahora tomes mejores decisiones, que aumenten tu calidad de vida.

Por ejemplo: un niño, cuando está aprendiendo a caminar y se cae al piso, no se siente derrotado, quejándose porque alguien puso una carpeta con la que se enredó, ni se justifica: “Bueno, me caí al piso porque estaba mojado”. No, ¿verdad? Tampoco se dice: “Soy un fracaso, no sirvo para esto, nunca caminaré”. El niño actúa de modo inconsciente, es un reflejo de instinto: simplemente se levanta y vuelve a intentarlo hasta que camina. Toma una gran decisión hoy, la decisión de no volver a quejarte ni a justificarte por los errores que cometas; en ese momento, tu visión ante la experiencia se trasformará en un paso enorme para caminar en la adversidad.

¿Qué pasaría en tu vida si rescataras ese instinto de lucha? Que ante cualquier circunstancia adversa, simplemente accionarías por instinto y seguirías adelante hasta lograr tus objetivos. ¿Verdad que sería poderoso?Pero, como no se aprende a montar en bicicleta leyendo un manual de usuario, sino que es necesario subirse a la bicicleta y pedalear

hasta lograrlo, de similar manera este libro te da las instrucciones de lo que deberás hacer para alcanzar tus objetivos. Toma la de-cisión de enfrentar tu propia realidad y cambia tu vida rápidamente accionando de manera positiva.Es importante que te enfrentes a la acción y realices todos y cada uno de los ejercicios que te propongo, para que puedas dominar tu propio proceso. Habrá momentos dolorosos tal vez, como el niño que sufre algunos raspones al aprender a montar en bicicleta, y sin embargo no abandona. Es posible que algunos ejercicios disparen emociones que te enfrenten; así y todo, tienes que seguir adelante para generar los cambios que estás buscando.

Ejercicio de Programación Neurolingüística “Sanando Las heridas de la vida”. Instrucciones: ponte en un lugar muy cómodo y sin interrupciones, relájate y escucha con atención el siguiente audio.

http://www.videolaluz.com/sanando.mp3

En cierta ocasión, cuestionaron a Miguel Ángel Buonarroti: —Maestro, ¿cómo es que surgió de usted una obra tan perfecta como La Piedad?Miguel Ángel respondió: —Fue muy sencillo. Dios ya la había crea-do dentro de mí. Lo único que hice fue tomar un martillo y un cincel y quitarle al trozo de mármol lo que le sobraba.

La Piedad es una obra maestra que no tiene precio, no alcan-zaría el dinero del mundo para pagarla. De igual manera, tú eres una obra de arte. Miguel Ángel tomó la decisión de escuchar su llamado… ¿qué tienes que hacer tú para escuchar el llamado? Debes quitarte todo aquello que está impidiéndote ser invaluable: tus pensamientos, tus reacciones, tus bloqueos y tu forma de actuar. Trabaja en tu interior y devela la obra maestra que ha reali-zado Dios en tu interior. ¡Descúbrela! Es ahí donde está tu misión.

Imagínate dedicándote de tiempo completo a hacer lo que más te apasiona, imagínate que te convirtieras en un experto en esa área y, lo mejor de todo, que te pagaran por realizar lo que más te gusta. En este punto es donde Dios te dio cinco talentos.

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“Llegándose el que había recibido cinco talentos presentó otros cinco,

diciendo: —Señor, cinco talentos me entregaste: aquí tienes otros cinco que he ganado—.

Díjole su Señor—: ¡Bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho“.

(Mateo 25:20)

La misma Biblia nos muestra la ciencia de los talentos que hoy el hombre ha descubierto. Cada persona cuenta con cinco talentos o fortalezas, de 32 que han sido descubiertos.

El peor pecado que podría un hombre cometer es el pecado de lapidación. Es decir, tener cinco talentos y no hacer nada con ellos, llevárselos a la tumba sin haber cumplido con su misión y morir vacío.

“Se acercó por fin también el que había recibido un tal-ento y dijo: -Señor, sé que eres un hombre duro,

que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra

tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo—. Mas su Señor respondió—: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí”.

(Mateo 25:24)

Que no te pase eso, y ponte en acción de inmediato con tus talen-tos. Tienes que darle valor a tu vida y brindar valor a la vida de los demás. Ese es parte del plan de Dios, que te auto-descubras y te brindes al mundo en tu más grande expresión: ser inmensamente feliz, teniendo una vida con propósito.

Nunca será tarde para tener un plan de vida, una meta, un objetivo que te impulse a trascender y cumplir aquello para lo que fuiste creado. Nunca será tarde para desarrollar tus talentos y ponerlos al servi-cio de la humanidad. ¡Atrévete!

Para poder descubrir tus talentos, cuestiónate:

• ¿Quéesloqueteapasiona?

• ¿Quéesloqueaprendesrápidamente?

• ¿Quéesloquetegustaríaestarhaciendosiempre?

Después de una conferencia, un joven se me acercó y me dio las gracias porque había descubierto sus talentos y le pregunté: “¿qué vas a hacer con ellos?”

El joven me contestó: “Voy a ser un borracho gigoló, me encanta el alcohol y las mujeres me apasionan”.

Cuidado, esos no son talentos… esos son placeres, tus talentos no están para que te sirvas de ellos, los talentos son para servir a la humanidad.

Escribe la lista de tus cinco talentos:

1-

2-

3-

4-

5-

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Los 7 pasos del cambio total

1. Cambiar tu mentalidad y vislumbrar tus capacidades y talentos

“Cuando un hombre se pone un límite en lo que va a hacer, se ha puesto

un límite en lo que puede hacer”.

(Charles Schwab).

Si otro lo ha hecho, ¿por qué tú no? Lo que tu mente puede crear y creer, lo puede realizar.

Después de una conferencia un participante me contó la siguiente experiencia:

Thomas se encontraba dis-frutando de unos tragos con sus ex compañeros de la universidad, cuando llegó José “El gordo”, como todos lo conocían en la escuela. “El gordo” acaparó de inmediato la plática del grupo con la proeza que acababa de vivir, y con lujo de detalles explicaba y mostraba las fotos donde aparecía subiendo el gran volcán del Popocatépetl. Thomas no podía entender cómo “El gordo”, con ese sobrepeso y con más de 140 kilos había realizado aquella proeza, siendo que Thomas había estado posponiendo el escalamiento de ese mismo volcán por miedo a no poder hacerlo.

Días después varios amigos decidieron darse a la tarea de subir el volcán. Thomas se dijo: “Si «El gordo» pudo, yo también podré”.

La escalada empezó muy de mañana y con un frío que calaba los huesos. Thomas se preguntaba: “¿Cómo pudo «El gordo» con ese sobrepeso? Si «El gordo» pudo, yo también podré”.

La subida era inclemente y requería de grandes dosis de condición física y emocional; había momentos donde el dolor muscular era tremendo y llevaba a Thomas a darse por vencido y regresar al campamento alpino; pero Thomas no se dejaba vencer y pensaba: “Si «El gordo» pudo, yo también podré”.

Después de varias horas de esfuerzo físico y mental coronó su meta, y con gran júbilo celebró con sus compañeros la proeza tomándose una fotografía en la cima del volcán.

Días más tarde el grupo de ex compañeros universitarios se encon-traron en un bar local donde compartieron con “El gordo” sus fotos

en la cima del volcán. Asombrado, “El gordo”, preguntó: —¿Cómo es posible que un grupo con tan poca preparación haya alcanzado la cima?

A lo que Thomas le contestó: —lo hicimos con mucho corazón y determinación. ¿Cómo lo hiciste tú, Gordo?

—Yo nunca llegué a la cima, solo hasta el campamento alpino que está en la base del volcán.

Eso demuestra que tus creencias son los impulsores invisibles que te llevan a la cima de la montaña o te arrastran al fondo del fraca-so, aquí es donde resulta importante reflexionar en nuestro modelo de creencias y cuestionarnos.

• ¿Quétipodecreenciastengo?• ¿Cuántopuedoabrirmimenteasituacionesy aprendizajes nuevos? No sugiero que cambiemos todos los modelos de creencias; te su-giero abrirte a otras posibilidades para vivir mejor y estar en paz, ya que no siempre la historia que nos hemos contado de nuestros problemas tiene que ser cierta. Existe una posibilidad de que estés equivocado y tengas que modificar tu modelo escuchando, anali-zando y poniendo a prueba… Y si no funciona, deséchalo.

2. Compromete tu ser con tu misión en la vida

El dramaturgo irlandés George Bernard Shaw escribió:

“Estoy convencido que mi vida pertenece a la comunidad entera; y mientras viva, será mi privilegio hacer lo que pueda por ella. Mientras más trabajo, más vivo. Disfruto la vida por sí misma. La vida no es una vela pequeña para mí, es más bien una antorcha espléndida que tengo por un momento y que quiero hacerla brillar tanto como sea posible antes de entregarla a otras generaciones futuras”.

La principal herencia que un individuo puede dejar cuando muere, es haber trascendido legando a futuras generaciones un mundo mejor, con menos injusticia, con menos dolor, con menos pobreza, y con mucho más amor. Haz lo que tengas que hacer, pero compro-

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métete a dejar un mundo mejor.

Teresa de Calcuta dijo: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota”.

Cuenta una historia que un obrero llamado Pepe cogía cada día el autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto iba tirando algo por la ventana. Siempre hacía lo mismo, y un día Pepe le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.

—¡Son semillas! —le dijo la anciana.

—¿Semillas? ¿Semillas de qué?

—De flores. Es que miro afuera y está todo vacío... Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?

—Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

—Seguro que sí —replicó la anciana—. Aunque muchas se pierdan, algunas acabarán en tierra firme y, con el tiempo, germinarán. —Es que... Tardarán en crecer —dijo Pepe—, necesitan buen clima, agua...

—Yo cumplo con mi misión y hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia! Eso le corresponde a Dios.

La anciana siguió lanzando semillas por la ventana con una gran sonrisa en su dulce rostro.

Pepe bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana estaba un poco loca.

Unos meses después... de regreso del trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores... ¡Todo lo que

veía era un colorido y florido paisaje! Se acordó de la anciana, que hacía días que no veía, y le preguntó al conductor: —¿Sabe algo de la anciana de las semillas?

—Pues… ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.

“Las flores han brotado; pero, ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra” —se dijo.

De repente, oyó la risa de una niña pequeña que señalaba entu-siasmada las flores...

—¡Mira papá! ¡Mira cuántas flores! ¡Qué hermoso es el mundo, papi!

La anciana de nuestra historia había cumplido con su misión y dejó una herencia de su marcha en este mundo, porque por donde ella pasó, el mundo cambió.

Desde aquel día, Pepe hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas.

Todo lo que hagas, hazlo con amor y con la finalidad de cumplir con tu misión de trascender, de legar a pesar de que tú no puedas cosechar. Dios nunca te dejará con las manos vacías.

3.Sifallas,nodecaigas.Regresaalcamino,rectificaloqueteequivocaste,yvuelveaintentarlo…

Para la mayoría de los grandes personajes de la historia no siempre ha sido fácil. Por ejemplo, a Mozart, el emperador Ferdinando le dijo que su música “era demasiado ruidosa” y que “tenía demasia-das notas”.

Vincent Van Gogh, que hoy en día una de sus obras costaría una verdadera fortuna, solo pudo vender uno de sus cuadros; además, fue despedido de la galería donde trabajaba.

Thomas A. Edison el más prolífico de los inventores con 1.093 pat-entes, de niño fue expulsado de la escuela con el argumento de

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que Thomas era un niño estúpido que atrasaba el avance del grupo escolar. A Albert Einstein, uno de sus maestros le dijo: “nunca llegarás lejos en tu carrera”.

En el caso de Jhon Lenon era frecuente encontrar en su libreta de evaluaciones de la escuela, la frase: “este niño va camino al fra-caso...”. Y su tía Mimí, escéptica ante la idea de que Lennon llegara a ser famoso, le decía: “La guitarra está muy bien, John, pero de la música no se puede vivir”. Todos estos personajes tienen algo en común: nunca se detuvieron a escuchar las críticas, nunca se creyeron lo que les estaban con-tando de su fracaso, siguieron adelante con la convicción del sueño que tenían y lo conquistaron. Nunca te des por vencido, detente y piensa. ¿Qué tengo que hacer para lograrlo? ¿Cuánto amo lo que amo?

En el libro “El lado positivo del fracaso”, de William Dean Singleton, se menciona: “Demasiada gente, cuando comete una falta, trata tercamente de seguir adelante cometiendo siempre el mismo error. Yo creo en el dicho «Trata y trata otra vez». Pero la forma en que lo leo es: “Trata, luego detente y piensa, y entonces trata de nuevo”.

Washington Irving dijo: “Las mentes grandes tienen propósitos; las otras tienen deseos. Las mentes pequeñas están dominadas por los infortunios, pero las mentes grandes se sobreponen a ellos”.

El águila que domina las alturas es aquella que también conoce el dolor de una fuerte caída. Fracaso no significa que debemos dar-nos por vencidos; denota que debemos luchar con mayor determi-nación para lograr el éxito.

4. Descubre tu pasión

En ocasiones los individuos tiene planes, sueños y buscan sin querer verdaderamente encontrar. ¿Es verdad que quieres sabiduría?

Una anécdota del filósofo Sócrates nos enseña el valor de la sabi-duría.

Se dice que en una ocasión llegó un joven engreído a decirle: —Oh gran maestro, vengo a buscar la sabiduría.

Viendo Sócrates que era un joven superficial, lo llevó al mar y se metieron hasta que el agua cubría su pecho. Luego le preguntó: —Dime otra vez, ¿qué es lo que quieres aprender?

—Sabiduría, oh gran maestro.

El filósofo lo tomó de la nuca y lo sumergió con gran fuerza durante un minuto. Sócrates dio un respiro al joven y le preguntó: —¿Qué quieres aprender?

Entre tosidos y tratando de tomar aire el joven respondió: —Sabiduría oh maest…

Sin dejarlo terminar su respuesta, el maestro volvió a sumergirlo por un periodo más prolongado.

—¿Qué es lo que quieres? —le pregunto el filósofo al sacarlo del agua.

El joven desesperado gritó: —¡Quiero aire… aire!

Volviendo a la playa, mientras caminaban y el joven se recuperaba, Sócrates le dijo: —Cuando quieras sabiduría tanto como quieres aire, obtendrás sabiduría.

Es difícil poder llegar a obtener un resultado positivo en la vida cuando no se tiene el deseo ferviente de hacerlo; hay que ten-er hambre, hay que tener la necesidad imperante del deseo de respirar. Cuando se desea algo tan profundamente como un vaso de agua en el desierto, cuando el cuerpo, la mente y el espíritu gri-tan por una necesidad de sobrevivencia, no existen pretextos, no existen barreras para trasformar lo imposible en posible.

La pasión es más que un simple “me gusta”. Por ejemplo, a mi gusta la pizza o me gusta ir al cine, pero “me apasiona” dar con-ferencias, es cuando te conectas en cuerpo y alma con algo que te encanta hacer, es el entusiasmo por lograr una meta sin importar las horas que le dediques y, como consecuencia, siempre tendrás una recompensa emocional.

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La pasión es una flama que enciende el entusiasmo de los indi-viduos, es la llave del espíritu que impulsa al ser a hacer. El entu-siasmo, entonces, es esa fuerza poderosa que te lanza a conquistar tus sueños.

La palabra entusiasmo viene del griego y significa lleno de Dios. Para los antiguos griegos, un ser entusiasta era un ser semejante a Dios, un individuo que todo lo puede, que todo lo transforma. Cuando un individuo es entusiasta, no tiene que producir perse-verancia ni disciplina, ambas se producen de manera natural ante una gran pasión.

Cuentan que una noche tormentosa, hace muchos años, un hom-bre mayor junto con su esposa entró a la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia, intentando conseguir refugiarse de la copiosa lluvia.

—¿Puede darnos una habitación?

El empleado, un hombre apasionado por su trabajo y con una cálida sonrisa les dijo: —Hay tres Convenciones simultáneas en Filadelfia... Todas las habitaciones de nuestro hotel y de la ciudad entera están ocupadas. El matrimonio se angustió pues era muy difícil que a esa hora y con ese tiempo fuesen a conseguir un sitio dónde pasar la noche, pero el empleado les dijo: —Miren... no se preocupen, no puedo enviarlos afuera con esta lluvia. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré en un sillón de la oficina.

El matrimonio al principio lo rechazó; el empleado insistió de buena manera y, finalmente, terminaron ocupando lo que les ofrecían.

A la mañana siguiente, al despedirse, el anciano agradecido le dijo: —Usted es el tipo de Gerente que yo tendría en el mejor hotel del mundo. Quizás algún día construya un hotel para devolverle el fa-vor que nos ha hecho.

Pasaron dos años y el empleado recibió una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota de aquella noche tormentosa y le

enviaba un pasaje ida y vuelta a New York. Con cierta curiosidad, el empleado aprovechó esa oportunidad de visitar gratis New York.

Una vez que se encontró con el anciano, éste lo llevó caminando a la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34, y señalando con el dedo un imponente edificio de piedra rojiza le dijo: —“Este es el Hotel que he construido para usted.

El empleado miró incrédulo y preguntó: —Es una broma, ¿verdad?—Puedo asegurarle que este hotel fue inspirado en la pasión —le contestó con una sonrisa cómplice el anciano. Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Hotel Waldorf Astoria y contrató a su primer gerente de nombre George C.

Obviamente, George C. nunca imaginó que su vida estaba cambi-ando para siempre cuando solo había trabajado con entusiasmo en aquella noche tormentosa.

Ser apasionado conlleva la alta probabilidad de convertir los sue-ños en realidad. ¡Atrévete a vivir con pasión!

Martín Luther King dijo: “Si un hombre no ha descubierto algo por lo que moriría, entonces no ha encontrado el sentido de la vida”.

Encuentra qué es aquello que te apasiona y encontrarás el ver-dadero sentido de tu existencia.

5. Ponte metas altas y lucha por alcanzarlas

En mi experiencia como coach empresarial he analizado que los equipos de trabajo y las personas, funcionan bajo el mismo mecan-ismo; cuando a un equipo le ponen metas y objetivos tan altos que hasta parecen imposibles, las personas se retan y sacan lo mejor de sí mismas para alcanzar su objetivo, ¡y por lo general lo alcanzan o quedan muy cerca de sus objetivos! En cambio, cuando una empresa o una persona no tienen metas altas, sus empleados se mantienen en un área de confort donde están tranquilos y no tienen que esforzarse.

El hecho de esforzarte te prepara para ser más fuerte, más rápido y mejor.

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Si quieres obtener grandes resultados en tu vida, ponte metas que te reten a sacar lo mejor de ti y demostrar de qué madera estás hecho: ante retos pequeños, hombre pequeños; ante retos ex-traordinarios, hombres extraordinarios.

Si no fuera por los grandes retos, ¿qué sería de la humanidad? El hombre nunca hubiera llegado a la luna, no tendríamos seguri-dad en la industria de la aviación, no existirían los grandes médi-cos… sin retos, la calidad de vida sería muy baja y el desarrollo se hubiera ya detenido.Sir Edmun Hillary fue famoso por haber sido el primero que com-pletó con éxito una ascensión al Everest. Antes de poder alcanzar la cima, Hillary había fracasado en un intento anterior. En una re-cepción en Londres se puso de pie señalando una gran fotografía de la montaña y dijo: —Monte Everest, tú nos has vencido; pero volveré y te venceré, porque tú no puedes hacerte más grande, pero yo sí.

Para vencer los grandes desafíos que la vida te propone tienes que crecer esforzándote por ser más rápido, más fuerte, más inteli-gente y siempre preguntándote: “¿Cómo lo haré?”.

Solo aquel que da la milla extra en la carrera, alcanzará la meta. Esfuérzate por alcanzar la meta y ganar.

Y si pierdes, inténtalo de nuevo. Siempre hay nuevas maneras de lograrlo.El poeta norteamericano Walt Whitman nos dejó dentro de su le-gado un poema precioso titulado:

No te detengas

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.No te dejes vencer por el desaliento.No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.No dejes de creer que las palabras y las poesíassí pueden cambiar el mundo.Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.Nos derriba, nos lastima, nos enseña,nos convierte en protagonistasde nuestra propia historia.Aunque el viento sople en contra,la poderosa obra continúa:Tú puedes aportar una estrofa.No dejes nunca de soñar,porque en sueños es libre el hombre.No caigas en el peor de los errores: el silencio.La mayoría vive en un silencio espantoso.No te resignes. Huye.“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”, dice el poeta.Valora la belleza de las cosas simples.Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.Eso transforma la vida en un infierno.Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.Vívela intensamente, sin mediocridad.Piensa que en ti está el futuroy encara la tarea con orgullo y sin miedo.Aprende de quienes puedan enseñarte.Las experiencias de quienes nos precedieron,de nuestros “poetas muertos”, te ayudan a caminar por la vidaLa sociedad de hoy somos nosotros:Los “poetas vivos”.

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...No hay montaña tan alta que no pueda ser conquistada, ni per-sona tan pequeña que no pueda hacer sus sueños realidad.

6. Rodéate de estrellas en la vida

Un día, platicando con mi mentor, Miguel Ángel Cornejo Rosado, le pregunté: —¿Cómo puedo convertirme en un gran conferencista?

Me contestó: —Para alcanzar una estrella, engánchate de una; ro-déate de gente exitosa, de aquellos que han recorrido el camino; ellos saben la ruta y es más fácil alcanzarla.

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Si solo te rodeas de gente negativa, violenta, sin escrúpulos, pronto te convertirás en lo mismo. Si te rodeas de gente positiva, luchado-ra, alegre e inteligente también iras modelando, pero para mejor.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”, dice el refrán. Yo en mi vida he ido poniendo filtros, claro que sí, si yo recibiera toda la información negativa que nos rodea, viviría muy amargado: chismes, criticas, malas noticias, etc. No le hacen bien a nadie.Imagina a una persona que esté sentada frente a una computa-dora durante ocho horas al día visitando páginas de pornografía en Internet… son individuos que van enfermándose poco a poco y ter-minan necesitando ayuda psicológica. Todo aquello que tu mente recibe es en lo que te trasformas tarde o temprano. Por eso es tan importante que pongas filtros en tu computadora, en los progra-mas de televisión o de radio que seleccionas, en las personas con las que te juntas.

Lucha por mantener dentro de tu círculo de amistades solo a per-sonas con valores. Aprende de ellas. Aquel que realmente te quiere es aquel que te reta a superarte.

7. Traza un plan y trabaja arduamente para lograr los obje-tivos deseados

Solo aquel que sabe adónde va, llegará a su destino con certeza.

¿Cómo se construye un edificio? Todos sabemos que antes de construir un edificio el arquitecto desarrolla unos planos donde muestra los espacios especificándolos con medidas y colindancias; además, diagrama en detalle todas las instalaciones ocultas como luz, gas, drenaje y agua.

El arquitecto le pregunta a su cliente qué necesita, cuándo lo necesita, dónde lo necesita y al final decide quién le ayudara a realizar el proyecto. Yo nunca he visto a un arquitecto que llegue a donde están sus obreros y les diga: —No he tenido tiempo de realizar los planos, pero yo les voy a explicar más o menos cómo será el edificio.

¡Claro que no! Se necesita un plan claro y especifico. Si no tenemos un plano del edificio podría construirse al revés, o fuera de las

colindancias o totalmente diferente a las especificaciones y necesi-dades reales: el baño donde debería de estar el hueco del elevador, o la recepción en la azotea.Para que no te pase eso, dedica tiempo a la planificación y escribe qué, cuándo, dónde y con quién llevarás adelante tus logros.

Una mesa tiene cuatro patas y un plan también, si faltara solo una de ellas, la mesa perdería equilibrio y se caería.

Al escribir estos 4 puntos del qué, cuándo, dónde y con quién, te aseguras de que tu plan de trabajo tenga un estructura sólida.

Ejercicio escribe tu plan:

1- Qué

2- Cuándo

3- Dónde

4- Con quiénNo escatimes tiempo en planear. Diagrama tu mapa para alcanzar

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tus sueños, pero tampoco caigas en los excesos de planeación, ya que así nunca comenzarás, si no tienes todo lo que necesitas. Cada vez que se te olvide el camino, busca el mapa y retoma el camino para alcanzar tu meta.

“Siempre daré un paso más. Si ese no es suficiente, daré

otro y aún otro. En realidad, un paso a la

vez no es muy difícil”.

(Proverbio)

Cada vez que no logramos algo, tenemos una magnífica disculpa.El mediocre busca instintivamente una justificación para su fracaso y, por supuesto, siempre juega el papel de víctima.

“El fracaso tiene mil excusas y el éxito no requiere

explicación”.

(Proverbio)

Desde muy temprano, Macfran ha iniciado el día para visitar em-presas donde dejar su currículum; se ha preparado mental, física y espiritualmente.

Después de una larga jornada, se sienta en la banca del parque. “El día ha sido extenuante: tráfico, tumultos, apretujones, largas filas; pero sé que muy pronto todo esto terminará, porque no me daré por vencido hasta alcanzar mis objetivos. Practicaré mi dis-curso, mejoraré y puliré las palabras que pronuncio y, así, lograré encender las mentes de las personas que me escuchan —se dice.

Macfran se agachó para aflojar las agujetas y descalzar un poco sus pies, hinchados por tanto andar, cuando un anciano se sentó a su lado.

—Buenas tardes —dijo—. Bonito día, ¿verdad?

Macfran asintió, procurando en vano ocultar su entusiasmo por compartir con un anciano la banca.

El anciano abrió una pequeña bolsa de papel y arrojó un puñado de maíz al piso; decenas de palomas se lanzaron al vuelo en busca de la semilla.

—Me gusta alimentarlas —dijo—. Siempre están dispuestas a re-cibir. En algunas ocasiones, pienso que el hombre debería ser más como las aves.

—¿A qué se refiere, señor? —preguntó sorprendido.

—En esta ciudad somos un montón de desconocidos, donde mucha gente sufre por causas diversas: hambre, desempleo, indiferen-cia, enfermedad, soledad, vicios y muchas otras. Pero pocos son aquellos que emprenden el vuelo y tratan de cambiar sus vidas, pocos son aquellos que recogen la semilla divina para alimentar sus mentes, sus almas y sus corazones. El hombre de estos tiem-pos sufre de diversas enfermedades: la enfermedad de la in-diferencia, de la apatía, del fracaso, del miedo, de los vicios, de la sexualidad desenfrenada, del odio, de la avaricia, de la falta de va-lores y conciencia moral y de tantas otras que no le permiten en-

Y la búsqueda continúa

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contrar el camino a la plenitud infinita, ¡hasta parece que estamos en el fin de los tiempos! Y éste es el resultado de que el hombre y la mujer de hoy se pasan buscando la felicidad en lugares donde nunca la encontrarán.

—¿Qué es lo que me quiere decir con esto, señor? —preguntó.

—En ti existe un hombre feliz, lleno de amor, un ser pleno y con posibilidades infinitas, solo tienes que buscar en tu interior e ir quitando todo aquello que no te permite ver con claridad tu ver-dadera esencia.

—¿Y cuál es el secreto para poder descubrir mi esencia? —pre-guntó.

—Debes comprender que las riquezas no deberán ser jamás el ob-jetivo de tu vida. La verdadera riqueza es la que emana de tu corazón, la que brota de tus palabras y da vida a tus actos, y no la riqueza de tu billetera. Esfuérzate cada día por alcanzar la verdad-era felicidad y procura con todo tu corazón encontrar la paz mental y la serenidad espiritual.

Y prosiguió: —Encuentra tu propósito, descubre por qué naciste. No es una casualidad tu paso por este mundo. Llegaste a este mundo sin nada, y así te irás de él. Pero puedes dejar para las nue-vas generaciones una herencia de tu paso por la tierra y trascender en la humanidad.

—¿Qué es lo que más disfrutas?, ¿qué es lo que te hace sentir bien cuando lo haces? —le preguntó.

—Me gusta escribir y me encanta enseñar: cuando doy una clase o imparto una conferencia me siento en el cielo —le contestó al anciano.

—Pues bien, es ahí donde se encuentran tus fortalezas; tu poten-cial infinito y tu felicidad plena dependen de esto. Toma el riesgo y reclámate a ti mismo el derecho de ser feliz, sirviendo a los demás. Conviértete en el mejor escritor, en el mejor conferencista de este mundo, es intentando lo imposible como se realiza lo posible, pero siempre mantén la vista puesta en servir a los demás, porque el que no vive para servir, no sirve para vivir.

Y aún agregó: —Toma el riesgo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Lo peor sería nunca intentarlo; porque si no lo intentas, nunca sabrás de lo que estás hecho y lo que eres capaz de lograr. In-téntalo y deja que el éxito te alcance. Toma el riesgo —repitió el anciano, mientras las palomas tomaban apresuradas las semillas de sus manos.

—Me encantaría ser el mejor en lo que sueño, pero parece ser que las circunstancias no me ayudan. ¿Qué debo hacer? —le preguntó.

El anciano le sonrió dulcemente, lanzó un poco más de semillas a las palomas y le dijo: —Cada desaire es una oportunidad de ser mejor; si uno huye de las adversidades o las evita, habrá echado a perder su futuro. Nuca, nunca te avergüences de emprender algo, de buscar más, de tocar otra puerta, a pesar del fracaso, porque solo el que no ha fracasado es aquel que nunca lo ha intentado. Y el fracaso no te sorprenderá si tu determinación por alcanzar el éxito es lo suficientemente poderosa.

—¿Usted en verdad cree que el fracaso no me sorprenderá si mi determinación es lo suficientemente poderosa? —preguntó.

El anciano sonrió con dulzura, y asintió con un suave movimiento de cabeza.

Dos monjas que pasaban por el parque voltearon sus miradas al dulce rostro del anciano. Con las manos juntas a la altura del pecho inclinaron sus rostros sonrientes y con solo un suave parpadeo de sus ojos saludaron al anciano, como si lo conocieran desde hace mucho tiempo.

Él respondió de igual manera, en silencio.

—¿Cómo puedo entender el fracaso cuando éste es el que toca a mi puerta? —insistió.

—Fracaso y éxito… —dijo el anciano—. El fracaso es solo una ilusión. Produjiste un resultado, lo importante es qué haces con los resultados. El éxito es un estado mental que te permite mirar al cielo y tomar a las estrellas con tus manos, es acariciar su luz y convertirte en luz para los demás, transformándote en estrella también. El éxito es brillar, es alcanzar tus objetivos y metas a

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pesar de las adversidades. Pero lo más importante es entender que tú no eres Dios y no solamente por pensar que todo lo puedes lo vas a lograr. Cuando algo no se te dé, implora, pide, solicita ayuda a Dios y Él con su misericordia sabrá si lo que pides es bueno… y te lo concederá.

—¿Y cómo puedo darme cuenta de que voy por el camino correcto? ―preguntó al anciano.

—Los componentes del éxito no son solo las riquezas materiales; esa es solo una de las consecuencias de los resultados. Pero tam-bién lo son: la buena salud, las relaciones plenas, el amor en tu corazón, la paz mental y la plenitud espiritual. Estos son elementos clave y señales en el camino del éxito, así que no te confundas. El éxito es solo para los que tienen fe, porque fe es ver lo invisible, ver lo que otros no pueden ver. El éxito es apenas una línea in-visible y, a veces, podemos estar parados sobre ella y no la vemos. Persiste, mantente con fuerza en tu mente y fe en tu corazón, porque solo aquel que tiene el poder de ver lo invisible, alcanzará sus metas y logrará sus objetivos en la vida. Solo aquel que ve lo invisible, se convierte en invencible.

—Pero no me queda claro —dudó Macfran—. A pesar de querer lograr mis metas, descubro que no alcanzo mis objetivos. —En realidad —habló el anciano pausadamente—, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han brillado reside en sus hábitos y en sus pensamientos. Los buenos hábitos son la clave del éxito. Los malos hábitos son la puerta abierta al fracaso. Si estás obteniendo resultados negativos con tu actuar, cambia de camino, sé creativo, actúa diferente. No existe una sola forma de hacer las cosas. Busca una chispa diferente para encender la flama y, a pesar de lo que suceda, mantén encendida esa flama.

Y agregó: —Déjame darte un par de ejemplos: si te levantas a las ocho de la mañana y te quejas de que llegas tarde al trabajo por culpa del tráfico, levántate a las siete para vencer al tráfico. Lucha desde temprano para ser el primero en la oficina e inicia tu jornada sin prisas. Si te quejas de que tu cuerpo ha cambiado y el peso no te ayuda, come menos, haz a un lado lo que te engorda y realiza ejercicio todos los días; solo así podrás dar a tu cuerpo lo que

necesita para funcionar correctamente.

Lo miró a los ojos y continuó: —Las justificaciones son solo para los fracasados, y tú no eres un fracasado. No te justifiques, cambia tus hábitos en todos los aspectos de tu vida; cuerpo, mente y es-píritu, dando siempre un poco más. Da la milla extra en la carrera de la vida, sacando lo mejor de ti, y descubre tu potencial infinito. Escucha y sé curioso, abre tu mente y experimenta nuevas posibi-lidades para alcanzar lo que deseas. Esfuérzate y lucha por generar hábitos que te permitan ser mejor: más rápido, más inteligente, mejor preparado, más saludable, mentalmente fuerte y convencido de lo que puedes lograr, espiritualmente conectado con tu esencia y con Dios.

Continuó hablando: —Las pequeñeces hacen la perfección, sin ser la perfección una pequeñez. Tus pensamientos son lo que tú eres y en lo que te convertirás el día de mañana. Son estos pensamientos lo que crean la realidad, porque tus pensamientos regulan tu forma de actuar ante las circunstancias; así que ten cuidado de lo que pienses, porque tu mente es la que controla tu forma de actuar.

El anciano dejó de alimentar a las palomas, cerró la bolsa de papel y la puso en las manos de Macfran.

—Toma el riesgo y deja que el éxito te alcance —le dijo con una dulce sonrisa.

Se levantó con un poco de dificultad, apoyándose en él, y luego continuó diciendo: —Lucha por construir un mundo mejor con lo que tú haces. Sirve a los demás y todas las fuerzas del universo conspirarán para que alcances el éxito y, casi sin darte cuenta, lo habrás logrado.

Le sonrió con ternura y lentamente emprendió el camino.

—Gracias —le dijo Macfran—. Que Dios lo bendiga.

—Ya lo ha hecho con regalarme la vida —contestó alejándose con lentitud—. Las semillas están ahora en tus manos. Dependerá de ti poder darle un sentido a tu vida y servir a la humanidad o qu-edarte ahí sentado, esperando que un milagro suceda, mientras las semillas mueren lentamente.

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Es momento de crecer.

Es momento de tener fe y ver lo invisible.

Es momento de buscar la cima y encontrar en las alturas la esencia de tu ser.

Es momento de volar y disfrutar del vuelo.

Es momento de reclamarte a ti mismo los potenciales infinitos y ponerlos al servicio de los demás.

Es momento de trabajar intensamente por construir lo que siempre has soñado.

Es momento de descubrir que sí puedes y que no existen pretextos que te detengan para realizar tus sueños. La vida es demasiado corta como para vivirla siendo un fracasado.

Cada día da un paso más y si ese paso no es suficiente, da otro más y aun otro. En realidad, de paso en paso se construye el cami-no y no es tan difícil el andar.

Persiste hasta alcanzar el éxito

Nunca vuelvas a huir de las adversidades; muy al contrario, tóma-las como grandes oportunidades y al final las vencerás. Porque solo aquel que conoce el espino, sabe andar con cuidado por el camino.

Una adversidad es un desafío a tu capacidad, es un reto a tu inte-gridad, que te permitirá ser mejor de lo que eres hasta hoy.

De hoy en adelante, considera el esfuerzo de cada día como un reto para luchar contra las adversidades y vencerlas para alcanzar tus metas.

Persiste hasta vencer las adversidades.

Jamás volverás a aceptar la derrota como una forma de vivir, y arrancarás de tu boca y tu corazón palabras negativas o frases como “no puedo”, “es imposible”, “no lo creo”, “tengo flojera”, “hoy no, mejor mañana”, “no podría ser peor”, “es difícil”; porque son

palabras de fracasados, y tú, tú no eres un fracasado.

Persiste hasta que alcances tus sueños

Haz un intento más, antes de que la noche caiga, por cerrar el día con una victoria, y si este intento fracasara, haz otro hasta lograrlo. No te vayas a dormir hasta conquistar una victoria, pero no sueñes con los éxitos del ayer, dejándote caer en el sopor de la complacencia, de lo que fuiste en el pasado, puesto que esto te arrastraría al fracaso. Más bien, sueña con nuevas metas, con objetivos más altos; porque solo aquel que sueña en grande, co-sechará en abundancia. Sueña con lograr lo imposible, porque para ti no existirán límites.

La única limitación será la muerte, y a pesar de ella trascenderás a la vida con lo que hagas hoy sirviendo a los demás.

Despierta con alegría en tu corazón para convertir en realidad tus sueños.

Saluda cada mañana con el corazón y agradece al cielo por la ben-dición de la vida, por la oportunidad que tienes hoy de respirar y de luchar por alcanzar tus metas.

Persiste con alegría en tu corazón y una gran sonrisa en tu ros-tro, inundando de felicidad a todo aquel que toques en el camino; porque es demasiado corto el día como para no disfrutarlo plena-mente.

Insiste en decir a la gente que amas, que los amas. Nunca más lo volverás a callar, porque sabes que posiblemente hoy sea tu última oportunidad para hacerlo y ahora no perderás esta oportunidad, como has perdido tantas otras en el pasado.

Mientras exista en tu cuerpo un soplo de vida, no dejarás de luchar. Porque sé que el fracaso no te sorprenderá si tu determinación por alcanzar el éxito es lo suficientemente poderosa, y si de algo estoy seguro, es que lo lograrás.

“Le he pedido a Dios que me dé todo para disfrutar de la vida, pero él ha sido mucho más generoso y me ha dado la vida para que disfrute de todo”.

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Sinceramente, Macfran

Francisco Yáñez

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Bibliografía

Química de los pensamientosDr. José Cruz RamírezEditorial Orión

Hacia la felicidad humanaMate Andrés; S.J Ediciones MSC

Ocurren los milagros Mary Kay ash Alamah

Su mejor vida ahoraJoel Ostreen Casa Creación

Despertando al gigante interiorAnthony RobbinsRandom House

Una líder entre dos mundosRosario MarínAguilar

El lado positivo del fracasoJohn C MaxwellGrupo Nelson

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