14
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 5 El reciente fallecimiento de Miguel Ángel Granados Chapa (1941-2011), uno de los periodistas más destacados del Mé- xico actual, deja a la cultura nacional sin una de sus figuras críticas más agudas. A manera de homenaje entregamos el pre- sente texto donde el escritor hidalguense se nos revela como el mejor heredero de Francisco Zarco. Su pluma bien tempera- da, su claridad de pensamiento, su convencimiento de que la obligación de la prensa diaria es ser un instrumento de análi- sis y de combate lo llevaron a escribir un texto que es al mismo tiempo una biografía intelectual del periodista a través de sus fragmentos más representativos. Fue entregado por su autor para integrarse al conjunto de ensayos críticos que acompañan a la antología mayor de Francisco Zarco, Odisea del diario acontecer, y que aparecerá en la colección Viajes al Siglo XIX editada conjuntamente por la Fundación para las Letras Me- xicanas, el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Na- cional Autónoma de México. Francisco Zarco La libertad de expresión Miguel Ángel Granados Chapa

Francisco Zarco

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Granados Chapa realiza un artículo sobre el papel del también periodista Zarco.

Citation preview

  • REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 5

    El reciente fallecimiento de Miguel ngel Granados Chapa

    (1941-2011), uno de los periodistas ms destacados del M -

    xico actual, deja a la cultura nacional sin una de sus figuras

    crticas ms agudas. A manera de homenaje entregamos el pre -

    sente texto donde el escritor hidalguense se nos revela como el

    mejor heredero de Francisco Zarco. Su pluma bien tempera-

    da, su claridad de pensamiento, su convencimiento de que la

    obligacin de la prensa diaria es ser un instrumento de anli-

    sis y de combate lo llevaron a escribir un texto que es al mismo

    tiempo una biografa intelectual del periodista a travs de sus

    fragmentos ms representativos. Fue entregado por su autor

    para integrarse al conjunto de ensayos crticos que acompaan

    a la antologa mayor de Francisco Zarco, Odisea del diario

    acontecer, y que aparecer en la coleccin Viajes al Siglo XIX

    editada conjuntamente por la Fundacin para las Letras Me -

    xicanas, el Fondo de Cultura Econmica y la Universidad Na -

    cional Autnoma de Mxico.

    Francisco Zarco

    La libertadde expresin

    Miguel ngel Granados Chapa

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 5

  • Durante un ao exacto, del 14 de febrero de 1856 al 17de febrero de 1857, Francisco Zarco despleg si mul -tnea y magistralmente los dos oficios que lo consagra-ron como propulsor de libertades fundamentales de lasociedad mexicana. Diputado al Congreso Constitu-yente a que convoc el Plan de Ayutla, movimiento queexpuls por fin a Santa Anna de la escena pblica me -xicana, fue tambin su ms puntual relator, su cro nistams ilustrado. No fue un legislador silencioso, de aqu -llos cuya moderacin los hizo apenas participar en laredaccin de la carta magna del liberalismo mexicano.Cont entre la decena de constituyentes que marcaronla ruta y el ritmo de se que fue el gran acontecimientoparlamentario del siglo XIX mexicano. Y da con da si -gui los debates y expuso no slo sus propias posicio-nes y las de quienes con l queran exaltar los derechosdel hombre y del ciudadano sino asimismo los de la opo - sicin, los cautelosos que alertaron contra el andar quejuzgaban apresurado.

    El gran tema del diputado y cronista fue la libertadde expresin, la libre manifestacin de las ideas y su emi -

    sin a travs de la prensa. Antes y despus del Consti-tuyente, el centro de su cavilacin periodstica, la m -dula de sus argumentaciones y de su actuacin fue ladefensa y promocin de ese derecho humano, que pre-tendi se extendiera a todos sin cortapisas. En las si guien -tes lneas resumo los grandes momentos de la voluntadde Zarco al respecto.

    LOS PASOS INICIALES

    EL DEMCRATA DE 1850

    Luego de concluida una primera parte de su tarea en laadministracin pblica (en la segunda trabaj al lado ybajo las rdenes del presidente Benito Jurez), Zarcoencontr su vocacin periodstica. Haba escrito litera-tura en El lbum de las seoritas mexicanas. Pero abrazel periodismo como un modo de hacer poltica al me -diar el siglo de la Independencia. Durante la primeramitad de esa dcada su tarea oscil entre la redaccin yla crcel, o por lo menos las audiencias judiciales. De -bi guardar silencio no pocas veces, cuando se agudiza-ba la tensin permanente entre la prensa y el poder.De but en ElDemcrata, aparecido en la Ciudad de M -xico el 12 de marzo de 1850. Era lunes, a las once de lamaana, cuando empez a circular ese peridico pol-tico, literario y comercial cuyo redactor jefe, el duran-guense Zarco, haba sido ya, antes de cumplir veinteaos, oficial mayor de la Secretara de Relaciones Exte-riores cuyo titular, Luis de la Rosa, sera la prematuraapuesta de los liberales a favor de un presidente civil,elegido por el pueblo y no impuesto por las armas.1

    El Demcrata hizo profesin de fe en esa forma de laconvivencia en un texto, generalmente atribuido a sudirector:

    Nosotros conocemos y deploramos todos los males de

    nuestra patria, pero jams culparemos por ellos a las ins-

    tituciones democrticas que unos han hollado y otros se

    esfuerzan en que no sean comprendidas. Creemos, por el

    contrario, que nuestras desgracias provienen de habernos

    detenido a la mitad del camino, que necesitamos se guir

    en todo el verdadero espritu de la democracia; que debe -

    mos reformar todo aquello que le sea contrario, que de -

    bemos procurar adelantar y siempre adelantar, a fin de

    que la libertad y la igualdad no sean slo meras palabras

    escritas en las constituciones.

    Al mismo tiempo que El Demcrata promova aDe la Rosa, cuestionaba al general Mariano Arista,

    6 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    1 scar Castaeda Batres, Francisco Zarco, Club de Periodistas deMxico (Biblioteca del Periodista), Mxico, 1961, p. 23.

    Francisco Zarco

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 6

  • ministro de Guerra en el gobierno de Jos JoaqunHerrera, cuya moderacin le vali el mote de Presi-dente sin mancha en la historiografa conservadora.El 23 de mayo, ya prxima la eleccin presidencialprevista para agosto, Zarco describe las opciones alalcance de los electores:

    Si quiere la nacin que prepondere la poltica del parti-

    do conservador, elegir al general Bravo, que ser gober-

    nado por personas cuya influencia es demasiado conocida,

    y se tendr un gobierno aquel que dirigi el seor Ala-

    mn o como el de 1846 del general Paredes. Si la nacin

    est contenta con el estado actual, si cree provechosa la

    administracin del general Herrera, elegir al ministro de

    Guerra, cuya influencia ha dirigido los negocios todos en

    los ltimos dos aos. Si quiere la poltica que como el fa -

    talista lanzase al acaso, sin poder calcular lo que le espera,

    fiada slo en el talento, en la actividad y el patriotismo

    del Presidente, ocupar este puesto el general Almonte.

    Y si quiere, en fin, conservar la Federacin y hacerla efec-

    tiva, si quiere no detenerse en la carrera de la civilizacin

    y en el perfecto desarrollo de la democracia, sus sufragios

    recaern en nuestro candidato.

    Al formalizarse la candidatura de Arista, El Dem-crata se declar contrario a ella. Adems de expresarloen sus propias pginas, encabez una protesta que fir-maron peridicos de menor importancia: La Civiliza-cin, Don Juan Tenorio, El Honor, El Mensajero, La Pa -lanca y El Universal. Se acus a Arista de que en losaciagos momentos de la invasin del ejrcito america-no y su aproximacin al valle de Mxico, desoy el lla-mamiento de la Patria y se neg expresamente a servircon su espada y su persona a la defensa de cuanto podahaber ms querido para los mexicanos.

    Arista denunci la protesta, y Zarco y Antonio P - rez Gallardo, los responsables de El Demcrata fue -ron encarcelados, como lo fue tambin poco despusel due o de la imprenta. Desde la prisin, Zarco avi -s a sus lectores el 8 de agosto: Continuando presoin justamen te el administrador de esta imprenta y su -friendo mil dificultades la publicacin de El Dem-crata, nos vemos obligados a suspenderla por algunosdas y tal vez la continuemos dentro de poco. Debe-mos dar las ms expresivas gracias a todos los que hanfavorecido nuestra publicacin, y creemos poder lison -jearnos de haber sido consecuentes con el plan que nospropusimos.2

    Zarco sali de la crcel pero El Demcrata no se pu -blic ms. Su director entr en receso, ms obligado quenunca tras la eleccin de Arista. Se ausent primero de

    las pginas de toda publicacin y despus retorn dedi-cado a la escritura de temas literarios, bajo el seudnimodeFortn. Apartado de la escritura, no lo estuvo Zarco dela poltica: fue elegido diputado suplente por el estadode Yucatn.

    AL FRENTE DE EL SIGLO XIX

    El primero de enero de 1852 ingres en la redaccin deEl Siglo XIX. Aunque en esa fecha salud al pblico conel seudnimo literario, anunciaba su intencin de re -dactar textos polticos: como puedo alojarme en ElSi glo XIX para decir todo lo que me d la gana, tendrisque sufrir mi charla de cuando en cuando, cada vez queyo quiera elogiar o censurar o simplemente emborro-nar papel.3 Pona fin de ese modo a un silencio autoim-puesto, del que haba dejado constancia en una decla-racin privada, suscrita sin embargo con su nombre yfechada el 18 de junio de 1851:

    Desde que el ao pasado suspend la publicacin de El

    Demcrata, me resolv firmemente y por circunstancias

    que no es del caso referir, a no tomar parte en las discu-

    siones de la prensa poltica, y he llevado adelante ese pro-

    psito, negndome a escribir no slo editoriales ms o

    menos importantes sino hasta ligeros artculos de varie-

    dades para los diarios polticos. He vuelto a escribir para

    el pblico hace poco, pero me he resuelto a ocuparme s -

    lo de puntos literarios.

    Al ingresar a El Siglo XIX, Zarco reanudaba su rela-cin de trabajo con Ignacio Cumplido, pues antes ha -ba colaborado con textos literarios y de amenidades envarias de las empresas literarias de ese notable empresa-rio de las artes grficas. Nacido en Guadalajara el 20 demayo de 1811, antes de cumplir cuarenta aos ya ha -ba cobrado prestigio como impresor, como buscadorincansable de nuevas tcnicas, equipos y papeles para suspublicaciones: El mosaico mexicano, El lbum mexica-no, La ilustracin mexicana, Presente amistoso dedicado alas seoritas mexicanas.Cumplido ingres al periodismopoltico el 8 de octubre de 1841, fecha del primer n -mero de se que lleg a ser uno de los dos portavocesdel partido liberal (El Monitor Republicano del pachu-queo Vicente Garca Torres fue el otro). Sufri variassuspensiones, algunas prolongadas como la que lo sacde circulacin de 1845 hasta concluida la invasin nor -teamericana; o como la padecida entre 1858 y 1861, apartir del golpe de Comonfort; y la causada por la in -tervencin francesa, su silencio ms duradero, de 1863

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 7

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    2 Ibidem, p. 29. 3 Ibidem, p. 37.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 7

  • a julio de 1867. Cumplido muri el 30 de noviembre de1887 y su peridico lo sobrevivi todava nueve aos.

    El impresor era hombre de polmica. El Monitor lle -g a llamarlo financiero y calculador como siempre.4

    Prieto se quej de que los emolumentos que disfruta-ban estos hombres (los periodistas que lo dirigieron) eranrealmente mezquinos, no pasando ninguno de ellos decien pesos, con excepcin de Zarco, que que d casi alfin de su vida como redactor nico, ganando cerca dequinientos pesos mensuales.5

    Una acusacin puntual de venalidad le fue asestadapor Le Trait dUnion, quien el 7 de junio de 1856 juz-gaba que una polmica entre El Monitor y El Siglo msque una diferencia ideolgica esconda en realidad unarivalidad mercantil: el ministro Jos Mara Lafragua ha -ba dado a imprimir el Diario oficial del Supremo go bier -no de la Repblica mexicana a la imprenta de Garca To -rres, con disgusto de Cumplido.6

    El propio Zarco sali en defensa del empresario enplena discusin constitucional. El 28 de julio de 1856 pi -di a su auditorio no admitir aqu la vulgaridad de quelos periodistas estn bajo el yugo de los impresores, eilustr lo contrario con su propio caso, y el de Cumplido:

    A m se me ha hecho ese ataque y debo decir que nunca

    he prescindido de mi independencia, y que soy tan inde-

    pendiente aqu como en el peridico del que soy redac-

    tor en jefe. Si de m se puede dudar, no habr quien crea

    que mis antecesores en el mismo peridico, que son el ac -

    tual jefe del gabinete, el seor don Luis de la Rosa, el actual

    presidente de la Suprema Corte de Justicia, el seor don

    Juan Bautista Morales, el seor Otero, los seores dipu-

    tados Prieto, Castillo Velasco y algunos otros, han pres-

    cindido de su independencia para servir slo a don Igna-

    cio Cumplido. No, all todos han servido al pas y a la causa

    de los buenos principios, y el seor Cumplido, como im -

    presor, ha servido bastante a su pas procurando el pro-

    greso del arte, manteniendo con constancia y a pesar de mil

    contratiempos, un peridico rgano del partido liberal,

    antes y ahora defensor de los buenos principios y res-

    petando la conciencia de los escritores, sin lo que la exis-

    tencia misma del peridico hubiera sido imposible.

    Se refiri Zarco tambin a la miserable cuestin delas impresiones del gobierno y de nuevo ejemplificocon su caso: Yo he hecho la oposicin a gobiernos quehan dado qu imprimir al seor Cumplido y he defen-dido a otros que nada le han dado que hacer. Por lo de -ms, acusar a un impresor de que imprime es tan absur -

    do como hacer cargos a un mdico que cura o a unabogado que litiga.7

    Con la serenidad que permite el paso del tiempo yuna cierta predisposicin favorable, Catalina Sierra com -puso este retrato de Cumplido: Identificado con losredactores, comparta los xitos tanto como las perse-cuciones. Cuidaba la presentacin tipogrfica con amo -rosa atencin; encabezaba el peridico un hermoso gra -bado en que aparecan nuestros volcanes.8

    Apenas llegado a El Siglo, Zarco tuvo que dar la carapor l. Slo una semana despus, la publicacin de unagacetilla que alude a cierta correspondencia secreta deArista con los norteamericanos lo lleva al juzgado. Atravs de un apoderado, el Presidente denunci el ma -terial. En su calidad de redactor en jefe Zarco respondea la acusacin pero al mismo tiempo alega su condicinde diputado para no ser procesado por un juez comn.Haca dos meses que los electores yucatecos lo habanelegido legislador suplente y por ello fue procesado porla Cmara de Diputados, que erigida en gran jurado loabsolvi el 8 de febrero. El dictamen respectivo, ademsde resolver el caso concreto, examin cuestiones tanimportantes como la de si puede ser delito la insercinde documentos histricos, aunque sean producto deuna sedicin, y la de si los peridicos pueden conside-rarse como instrumentos de la historia.9

    ASCENSO Y CADA DEL GENERAL ARISTA

    A fin de cuidar la estabilidad del diario de Cumpli-do, Zarco fund el 5 de mayo de 1852 Las Cosquillas,pe ridico retozn, impoltico y de bajas costumbres.Re dactado por los ltimos literatos del mundo bajola proteccin de nadie. Apenas dur un mes, peroen ese lapso irrit a Arista, que denunci como difa-matorio un artculo en que se hablaba de la inten-cin presidencial de dar un golpe de Estado. El juezatribuy la responsabilidad a Zarco pero se neg acontinuar el proceso, atendiendo su calidad de dipu-tado pero el gobierno or den la aprehensin de Zar cocon el objeto, deca El Si glo XIX del da 5 de junio, dehacerlo salir violentamente de la capital. Aunque sele busc en su casa y en los lugares que acostumbrabafrecuentar y se cerc la im prenta de Cumplido, no fueposible capturarlo....

    Oculto para no ser aprehendido, Zarco se dirigial Ministerio de Justicia explicando su ausencia: Yo

    8 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    4 Gerald L. McGowan, Prensa y poder, 1854-1857, El Colegio deM xico, Mxico, 1978, p. 87.

    5 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 37.6 Gerarld McGowan, op. cit., p. 195.

    7 Francisco Zarco, Crnica del Congreso extraordinario constituyente(1856-1857), estudio preliminar, texto y notas de Catalina Sierra Ca -sass, El Colegio de Mxico, Mxico, 1957, p. 304.

    8 Catalina Sierra Casass, Crnica del Congreso extraordinario cons-tituyente (1856-1857), El Colegio de Mxico, Mxico, 1957, p. xiii.

    9 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 38.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 8

  • no pretendo esquivar la responsabilidad de mis escri-tos. Cuan do no tena yo fuero constitucional, el mis -mo se or Presidente, que era ministro de la Guerra,denunci un artculo del que fui responsable y en elacto me present ante el juez que conoca del asunto:pero aho ra tengo derecho a ser juzgado por un juez in -ferior y no he querido exponerme a sufrir una es can -dalosa arbitrariedad.10

    Desde su retiro, en una nueva muestra de perio-dismo libre, esta vez en protesta por una nueva ley depren sa que resuma el autoritarismo de Arista, Zarcodispuso que las ediciones del 22 y 23 de septiembrede 1852 llevaran en blanco el espacio destinado al edi -torial. La ley fue derogada el 14 de octubre. El 2 dediciembre Zarco se reinte gr a la normalidad pues elgran jurado de la C mara, por segunda vez, lo decla-r absuelto. El 4 de enero de 1853 Arista renunci ala presidencia de la Repblica.11

    Zarco, que no era slo un opinante, un articulista,sino lo que hoy podramos considerar un reportero po -ltico, un columnista del ramo, sigui paso a paso el pro -ceso de dimisin. Ya se la haba sugerido el ministro deHacienda Mariano Yez, ya el de la Guerra, el generalAnaya haba hecho llegar al presidente del sentir de laCmara.

    De da en da la situacin ha ido empeorando, la falta de

    recursos y de crdito; el triste resultado de las sesiones

    extraordinarias; el desaliento y poca fe con que comen-

    zaron las sesiones ordinarias; el pronunciamiento de Ve -

    racruz, las ltimas noticias de Guadalajara; la inquietud

    de los espritus, el descontento y el malestar general de las

    clases todas de la sociedad; todo esto ha sido compren-

    dido en su verdadero valor por los hombres de buena fe,

    por los hombres de todas las comuniones polticas y tam -

    bin por los que, libres de compromisos de partido, slo

    desean la salvacin de la patria. As pues, hace das que

    continuamente se acercan toda clase de personas al se -

    or general Arista instndole en nombre del pas, a que

    abandone la suprema magistratura que le es ya imposible

    desempear sin poner en conflicto a la repblica, ex -

    puesta a desaparecer si dura ms la anarqua.

    Eso escriba Zarco el propio 4 de enero, fecha en queArista present su renuncia. Pero, como pudo aadiren nota de ltima hora, la dimisin no fue simple ysencilla como creamos, sino que el seor Arista pide alas Cmaras facultades omnmodas para sobrepo nersea la situacin y concluye diciendo que si se le niegan ta -les facultades, hace dimisin de la Presidencia. No selas dieron y Arista se march.12

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 9

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    10 Ibidem, p. 40.11 Ren Avils, Escritos literarios, Editorial Porra, Mxico, 1968,

    p. xxv.

    12 Boris Rosen, Obras completas de Francisco Zarco, Centro de in -vestigacin cientfica Jorge L. Tamayo, A.C., Mxico, volumen IV,1990-1995, p. 9.

    Constituyentes de 1857

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 9

  • En su lugar el Congreso dio posesin al presidentede la Suprema Corte de Justicia, el general Juan B. Ce -ballos, que no demor mucho en dispersar a las Cma-ras, decisin que fue objeto de protesta por la de dipu-tados a que perteneca Zarco. Frustrado su intento deconvocar a nuevas elecciones legislativas, Ceballos selimit a sobrevivir, en espera de la llegada a Mxico delgeneral Antonio Lpez de Santa Anna, al que se le otor -g poder absoluto para gobernar por un ao a partirdel 20 de abril de 1853.

    CON SANTA ANNA, LA LEY LARES

    Tres semanas antes, el 4 de abril, El Siglo XIX public unmensaje a Santa Anna, firmado por los redactores deese peridico. Se presentan ante el prohombre recinvuelto a Mxico como hombres independientes que nomendigamos el favor de ningn gobierno ni nos intimi -damos con el enojo de ningn poderoso. No sabemostraficar con los sentimientos de la patria ni especular conlas teoras polticas. No est en nuestros hbitos gritarHosanna! al vencedor ni llevar nuestro incienso paraacrecer el humo que embriaga y envanece a los llama-dos a regir el espritu de nuestra patria. Prefieren, encambio, decir la verdad:

    Habis pasado por arcos triunfales como los que se eri-

    gieron a los conquistadores romanos; vuestro arribo ha

    sido celebrado con regocijos pblicos como si por s solo

    importara la salvacin de Mxico; habis estado cercado

    de hombres que os apellidan grande y hroe y que casi os

    divinizan, para obtener recompensas; el estruendo de la

    artillera y la voz de las campanas sern el anuncio de vues -

    tro nombre en todas nuestras ciudades Sin embargo,

    la patria est agonizante, el pas est al borde de un abis-

    mo y vos podis ser su salvador, pero no lo sois todava.

    Ese jbilo y ese regocijo son fingidos; son el extravo

    y el delirio del dolor o, cuando ms, la expresin de una

    vaga e incierta esperanza.

    Esa alerta escrita por Zarco (o generalmente atri-buida a l) dio a saber a Santa Anna lo que poda espe-rar de la prensa y decidi acotarla apenas llegado al go -bierno. Nombrado ministro de Justicia, el conservadorTeodosio Lares emiti el 25 de abril la Ley de Im prentaque lleva su nombre, la ms opresiva de cuantas hayatenido el pas.13 Fue modelo para la legislacin auto-ritaria en ese rubro, incluida la ley de Carranza, de 1917,que sigue vigente noventa y tres aos despus. Llamaabu sos de imprenta a los escritos subversivos, sedicio -sos, inmorales, injuriosos y calumniosos. Dispuso quehubiera en cada publicacin un editor responsable.

    Zarco, en ese carcter, se ocup de inmediato de laley. Expres temor y cautela ante su contenido y advir-ti a los lectores que no se extraen si a veces omita-mos hablar de ciertas materias o que empleemos las ma -yores reservas en algunos casos. Crey, sin embargo, quepodra seguir ocupndose de cuestiones polticas. Porlo pronto, repiti en las ediciones de 28 y 29 de abril suprctica de dejar en blanco el espacio de los editoriales.

    El 17 de mayo ocurri un motn de la guardia na cio -nal en Veracruz. Zarco se ocup del asunto oponin-dose a la mano dura del gobierno: Tristsimo apoyo esel del terror. Todo gobierno ilustrado y humano debedesecharlo y buscar el de la opinin y el de las fundadasesperanzas del pueblo.14

    Ese artculo fue denunciado como sedicioso y costal peridico el que sus ejemplares se recogieran del co -rreo y de la imprenta. A Zarco se le mult con trescien-tos pesos. En junio siguiente, a consecuencia de susartculos sobre alcabalas, que aparecieron los das 7, 910 y 11, el editor fue amonestado seriamente y poco des -pus, el 10 de agosto, fue sancionado con otra multa.Le fue comunicada por el jefe de la polica, Juan B. La -garde, permanente piedra en el zapato de Zarco: Cali-ficado como sedicioso en virtud de orden suprema, eleditorial del nmero 1691 de El Siglo XIX, el seor go -

    10 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    13 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 42.14 Ibidem, p. 43.

    Francisco Zarco en una caricatura de Naranjo

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 10

  • bernador ha impuesto a usted como responsable la mul -ta de cuatrocientos pesos que se ha mandado descontardel depsito que tiene en el Montepo, y enterar en laJunta de instruccin pblica conforme al artculo 48de la Ley de Imprenta.

    Zarco refiri enseguida que, en adicin a esa multa,Lagarde pas a la redaccin a recoger todos los ejem-plares de dicho nmero que existen en ella. Ocurridoese episodio en medio de una cuasipolmica conElUni -versal (que no responda al anlisis de su poltica em -prendido por Zarco sino tangencialmente), El Siglo seretir del periodismo poltico, fatigado por las sancio-nes. Calificado ese peridico de sedicioso en la cues-tin que discutamos con El Universal, tenemos queabandonar la liza a la que fuimos llamados. Nuestroapreciable colega comprender, sin duda, que a ello nosobliga algo ms concluyente que su lgica, sus argu -men tos y sus razones. Puede ahora, seguro y denodado,blan dir todas sus armas en el desafo a que nos provo-c. Su yo es el campo, esplndido su triunfo, completanuestra derrota!.

    A sus suscriptores dirigi el siguiente aviso, que en suescueta redaccin no ocultaba la gravedad del silencioautoimpuesto, la aplicacin a s mismo de la mordaza:

    Desde hoy abandonamos todas las cuestiones polticas y

    administrativas, y no las tocaremos ni en abstracto. No

    creemos necesario explicar esta conducta, pues nuestros

    lectores pueden muy bien comprender las razones que a

    seguirla nos obligan.

    Nuestro diario se limitar a dar artculos de literatu-

    ra y variedades, a insertar con la mayor brevedad todos

    los documentos oficiales y a publicar noticias nacionales

    y extranjeras sin emitir opinin alguna, ni permitirnos

    ninguna clase de comentarios polticos Si El Siglo XIX,

    nico peridico mexicano (de los que no son oficiales)

    que queda en el pas, tiene que limitarse a crculo tan

    estrecho, nunca sin embargo, defender principios pol-

    ticos que no sean los que ha sostenido durante los trece

    aos que cuenta de existencia.15

    LA REVOLUCIN DE AYUTLA

    Dos aos enteros dur la terrible experiencia. El terrorsocial que lesionaba al diarismo se haba impuesto so -bre la nacin entera hasta hacerse insoportable. Se orga - nizaron as poltica y militarmente los liberales que pro -clamaron el Plan de Ayutla cuyo primer efecto fue eldespido final de Santa Anna. Al sobrevenir los sucesosde agosto de 1855, El Siglo XIX tom la iniciativa en lacapital para acelerar el triunfo del movimiento de Ayu -

    tla el 13 de agosto, antes de que la guarnicin de laplaza de Mxico se pronunciara por el Plan de Ayutla,el pueblo, reunido en la Alameda, lo hizo. De las oncede la maana a las cinco de la tarde una multitud sus-cribi el acta respectiva, obra de Zarco, que tambinpronunci un discurso en la ocasin.16 El gento enar-decido, ansioso de venganza contra la tirana y sus sm-bolos, destruy la imprenta de El Universal y se dispo-na a hacer lo mismo con El mnibus, pero un grupo deperiodistas liberales, con Zarco a la cabeza, lo impidi.

    En medio de vaivenes y ajustes, eludiendo obstcu-los, afianzando el paso, el plan de los liberales alcanzsus objetivos. Lo hizo bajo la influencia directa de laprensa liberal, que anticip algunos de los debates quetendran lugar en el Congreso. Promotores de interpre-taciones diferentes y aun encontradas del Plan de Ayutla,El Monitor y El Siglo reflejaban la divisin del liberalismoentre moderados y puros, la misma que de terminara elsentido y el alcance de la Constitucin. El diario de Zar -co vio con desconfianza el desplazamiento de lvarezpor el tibio Ignacio Comonfort en la presidencia de laRepblica, pues desde la jefatura del gobierno se habamostrado tmido e inclinado a reformas que no alebres -taran a la Iglesia y a los conservadores. De all que elperidico de Zarco deplorara que la unin liberal des-graciadamente no ha pasado de apariencia y el tiempose ha perdido en miserables contiendas, en cuestionesde amor propio, que no han hecho ms que retardar lareforma y detener el curso de la revolucin.17

    Con todo, el 16 de octubre de 1855 el general Juanlvarez, jefe de la revolucin y presidente interino de laRepblica, pudo emitir la convocatoria al CongresoCons tituyente que formaba la mdula del movimiento.Se fij su apertura para el 14 de febrero de 1856 y se leotorg el plazo de un ao para terminar sus trabajos.

    DIPUTADO Y CRONISTA

    De acuerdo con la convocatoria, que excluy al clero ya los conservadores, Zarco fue elegido diputado esta vezpor su natal Durango, a los veintisiete aos de edad. Enla fe cha establecida fue uno de los treinta y ocho dipu-tados que celebraron la primera junta preparatoria. Fueelegido secretario, junto con Isidoro Olvera, bajo la pre -sidencia de Ponciano Arriaga. A partir de esa fecha Zarcocumpli en niveles de excelencia sus papeles como di -putado y cronista. Tras referir la instalacin del Con-greso el 18 de febrero de 1856, Zarco anunci su pro-psito periodstico: nos proponemos dar cuenta ennuestro peridico de todo cuanto pase en el Congreso,

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 11

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    15 Boris Rosen, op. cit., volumen V., p. 455.

    16 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 45.17 Gerald L. McGowan, op. cit., p. 98.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 11

  • refiriendo simplemente la verdad y emitiendo al propiotiempo nuestro parecer en todas las cuestiones de quese ocupen los legisladores.18

    Es de imaginar la agotadora labor que desempeZarco durante el ao siguiente. Como diputado parti-cip en los debates centrales del constituyente de unode los cuales damos noticia ms adelante y apenasconcluidas las sesiones (tanto las pblicas como las pri-vadas, respecto de las cuales se abstena de informar deacuerdo con la regla parlamentaria), caminaba de Pala-cio Nacional, donde se reuna el Constituyente, hastala calle de Rebeldes (hoy Artculo 123) en que se halla-ba la redaccin y la imprenta de El Siglo. Su magro cuer -po y sobre todo su conciencia y su nimo no dejaronnunca de trabajar (salvo un da, el 15 de marzo de 1856en que no asisti a la sesin y por lo tanto falt la cr-nica respectiva en El Siglo).

    Su constancia permiti reunir, por acumulacin,el registro ms cabal y elocuente del parlamentarismome xicano, que andando el tiempo se public comoCr nica del Congreso extraordinario constituyente 1856-1857. El propio Zarco elaborara despus la Historiadel propio congreso, un documento diverso del pri-mero porque no se limita a compendiar, como la Cr-nica, la percepcin zarquiana de cada sesin, sino quese completa con do cumentos que no eran asequibles enel momento de los debates mismos o que fueron omi-tidos por el redactor.19

    Si bien laCrnica de Zarco fue objetada de tanto entanto por diputados que no sentan bien transcritas susintervenciones, hubo un general sentimiento de admi-racin por la tarea del periodista, que insisti una y otravez en que no se limitaba a reproducir mecnicamentecomo hacen los taqugrafos al levantar las actassino que sus textos estaban animados de un sentido queno ocultaba.

    El propio objetivo oficial, parte inherente del traba-jo parlamentario, de elaborar cotidianamente las actasy publicarlas, se cumpli con deficiencias que fueron col -madas por la tarea de Zarco. El Congreso no contabacon suficientes taqugrafos calificados para ese efecto,que laboraban en condiciones precarias, segn lo revelaun comunicado de los diputados al ministerio de Ha -cienda, en que se le manifiesta no haber el suficiente n -mero de brazos para el desempeo de la oficina, a cau sade no estar atendidos sus empleados, segn lo pruebala falta de dichos taqugrafos siendo tan indispensa-bles para llevar las discusiones, suplicamos con tal mo -tivo al seor ministro se sirva disponer el pago de los

    empleados de esa secretara, porque continuando estasfaltas desde luego quedarn paralizados sus trabajos.20

    No haba ese riesgo con los de Zarco, si bien su ta -rea no dej de generar protestas a las que el cronista res-pondi insistiendo en la naturaleza de su labor: En lanoticia que publicamos de las sesiones, extractamos loque nos parece ms importante y ms digno de llegar alconocimiento del pblico, y advertimos a los seoresdiputados que no es imposible tomar sus discusiones sinque nos falte una palabra. Nuestro fin no ha sido el deconstituirnos en taqugrafos del Congreso, sino dar aconocer el espritu de los debates. Como muchas vecespodremos equivocarnos, nos ser grato publicar las rec -tificaciones que nos dirijan los representantes.21

    Se produjo un general asentimiento sobre la crnicade Zarco. El 2 de agosto, por ejemplo, el diputado coa -huilense Juan Antonio de la Fuente se dirigi a Zarco pa - ra reconocer el servicio que hace usted al pas insertan -do en El Siglo, ntegros o extractados, los discursos que sehan pronunciado en el Congreso; no soy de los que pien -san que en los extractos est usted obligado a ob ser var lams rigurosa exactitud, y debo aadir que no me curo deque en el resumen de mis razonamientos haya equivoca -ciones, a no ser que ellas puedan criticrseme con raznalgo ms que la debilidad de mi entendimiento.22

    El diputado Jos Antonio Gamboa fue todava msall. A propsito de la discusin sobre la libertad reli-giosa, a que dio lugar el debate del artculo 15 del pro-yecto, escribi a El Siglo:

    He visto ltimamente la crnica parlamentaria y otras no -

    ticias que sobre la discusin del artculo 15 han dado al -

    gunos peridicos, y he notado con sentimiento que se me

    hacen decir falsedades o cosas poco convenientes, o que

    por lo menos se truncan mis pensamientos. Por lo tanto,

    manifiesto al pblico que slo me hago responsable de lo

    que El Siglo XIX ha puesto en su Crnica parlamentaria

    como dicho por m, pues slo esto creo que es exacto. Ver -

    dad es que en dichos discursos insertados en El Siglo se

    encuentran varias faltas, pero son de aquellos errores de

    cajista que fcilmente puede deshacer el lector, sin que el

    procesamiento en el fondo est trastornado.23

    La dedicacin de Zarco al Congreso no fue exclu-yente. El Siglo ofreca muchas otras informaciones alpblico, y esa tarea cotidiana condujo tres veces antelos tribunales al diputado. En la primera de ellas, du -rante el mismo febrero que comenzaba la labor consti-tuyente, no hizo valer esa su condicin y se aperson

    12 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    18 Catalina Sierra Casass, op. cit., p. ix.19 Antonio Martnez Bez en Francisco Zarco, Historia del Congre-

    so extraordinario constituyente (1856-1857), El Colegio de Mxico, M -xi co, 1956, p. viii.

    20 Ibidem, p. xi.21 dem. 22 dem.23 dem.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 12

  • ante el juez Ruano, y compareci por haber publicadodocumentos relativos a la rebelin clerical de Zacatln,proceso del que result absuelto:

    Como escritor pblico no es nuevo para m comparecer

    ante un tribunal a sostener mis opiniones. Aunque tengo

    el honor de ser diputado al Congreso constituyente, aun -

    que creo que la inmunidad de los diputados es esencial e

    inherente al sistema representativo, no apelo a ningn

    subterfugio, reconozco la autoridad del juzgado porque,

    amigo de la igualdad republicana y adversario de los fueros

    y privilegios, no quiero distraer la atencin de la Augus-

    ta Cmara con un asunto de inters personal.24

    Un suceso jocoso, menor, produjo el segundo inci-dente procesal en esa poca: en agosto de 1856 el mi -nistro de Pars en Mxico, M. Gabriac, fue blanco de unacencerrada, una manifestacin ruidosa de sus paisanosofendidos por la reticencia con que el representante de sugobierno acudi a una colecta realizada por los francesesen Mxico y luego por la sobriedad de su aportacin, s -lo veinte pesos. Zarco se deleit en narrar con co loresdemasiado vivos dira despus la acusacin la pro -testa de los residentes franceses contra su ministro, stese dijo ofendido y se quej ante el ministerio de Re la cio -nes Exteriores, que a su vez la present al de Goberna-cin quien la tradujo en una acusacin. Esta vez Zar coapel a su condicin de diputado. Dijo a sus iguales:

    Si se tratara de un asunto que me fuera puramente per-

    sonal, yo no vendra a molestar vuestra atencin y os pe -

    dira que me sometiseis a los tribunales para pagar gus-

    toso la multa correspondiente Pero hay en este negocio

    algo grave que afecta a la libertad de la prensa, a la inde-

    pendencia de nuestras autoridades, a la misma soberana

    de la Repblica y se refiere al abusivo empeo de ciertos

    ministros extranjeros de suscitar cuestiones internacio-

    nales por intereses que estn muy lejos de ser los de las

    potencias que representan En todo esto, seores, no se

    trata de mi insignificante persona ni del pobre peridico

    que redacto. Se trata de algo ms elevado: de si nuestra

    independencia ha de ser un hecho o un nombre vano. Se

    trata de saber si nuestros gobiernos han de ser gobiernos

    o si nos han de mandar a su antojo las legaciones extran-

    jeras o los contrabandistas y los agiotistas que suelen man -

    dar en ciertas pocas algunas de esas legaciones.25

    Zarco fue absuelto por voto de los ochenta y cinco di -putados presentes. Ms grave fue el tercer episodio enesta in tensa poca del trabajo de Zarco, porque impli-caba re convenir mediante un acto autoritario la posicinde Zarco en un asunto propio del debate parlamentario,y revelaba las tensiones entre una porcin del Congre-so y el presidente Comonfort. Como fuera que se pro-pusiera ms de una vez no redactar una nueva constitu-cin sino restaurar la de 1824, lo que significaba unaderrota de los progresos liberales durante ms de tres d -cadas, Zarco hizo el 4 de septiembre una instancia pe -rentoria al Presidente.

    Al examinar las corrientes prevalecientes en el Con-greso, Zarco advirti al gobierno que si abre los ojos yexamina el verdadero estado de los partidos polticos,se convencer de que no puede encontrar fuerza ni apo -yo sino en el partido progresista, en el partido leal y nobleque comenz la revolucin de Ayutla y que, levantan-do la bandera de la unin liberal, llam a sus filas a cuan -

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 13

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    24 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 66. 25 Francisco Zarco, op. cit., p. 553.

    Periodistas

    Biblioteca de A

    rte Ricardo Prez E

    scamilla

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 13

  • tos profesan ideas republicanas sin averiguar si en lasgrandes crisis y en los momentos de obrar siguieron ono la poltica del retraimiento. An es tiempo de queel seor Comonfort, recordando sus antecedentes re vo -lucionarios, se ponga al frente de la unin liberal y sal -ve a la Repblica. A ello lo conjuramos en nombre dela pa tria y la revolucin de Ayutla, repitiendo siempreque las revoluciones que se detienen retroceden, son es -triles, engaan a los pueblos y se encaminan a la reac-cin y a la anarqua.26

    La requisitoria caus el enojo presidencial, que el 12de septiembre provoc a su vez el cierre temporal de ElSiglo. El propio diario insert en esa fecha la pe rentoriaorden de suspender la publicacin de El Siglo, por losataques que se han dado al Soberano Congreso Cons -tituyente y Supremo Gobierno de la Nacin, previnien doal seor Cumplido que, con expreso permiso supremo,no publique ningn peridico poltico. El peridico,por su parte, dijo escuetamente a sus lectores:

    Al despedirnos hoy del pblico, debemos decir que las per -

    sonas que han adelantado su suscripcin pueden acudir

    al despacho de esta imprenta a que se les devuelva su an -

    ticipo. Lo mismo pueden hacer en los Estados por medio

    de nuestros corresponsales.

    Suplicamos tambin a las personas que tengan cuen-

    tas pendientes y no las han satisfecho, se sirvan verificar-

    lo, para la total liquidacin de nuestro peridico.

    Los que tengan algunos remitidos pendientes de cir-

    culacin pueden ocurrir al despacho de esta imprenta a

    recoger sus rdenes.27

    La suspensin dur ms de dos semanas. El mircoles primero de octubre se avisa que:

    El Siglo XIX vuelve a publicarse desde hoy, por haberse re -

    vocado la orden que lo suspendi el 12 de septiembre

    Removido el obstculo que nos impeda continuar

    nues tras tareas, aunque desebamos apartarnos algn

    tiem po de la prensa poltica, no podemos llevar a cabo

    este pro psito porque las mil pruebas de simpata que

    de todas partes hemos estado recibiendo, las invitacio-

    nes que se nos han hecho para que fundramos un nue -

    vo peridico y sobre todo las circunstancias actuales del

    pas, nos imponen el deber de prescindir absolutamen-

    te de cuanto afecto a nuestro amor propio y a nuestros

    intereses particulares, para pensar slo en la defensa de

    los principios progresistas y procurar el desarrollo com-

    pleto de la revolucin de Ayutla.

    No se espere, pues, que lancemos quejas ni comente-

    mos la orden del da 12. Demos por olvidada esta desa-

    gradable ocurrencia. La oportunidad con que el gobierno

    revoc la suspensin es para nosotros garanta suficiente

    de que podemos emitir libre e imparcialmente nuestra

    opinin en materias polticas. Lejos de nosotros la idea de

    suscitar embarazos a la situacin o de encontrar dificul-

    tades a un gobierno que tanto hemos apoyado y que, justo

    es decirlo, ha hecho mucho a favor de nuestros principios.28

    EL CONSTITUYENTE A LA NACIN

    Actitudes realistas y generosas como sta, y la solidezde su doble trabajo, la de diputado y la de cronista, con -dujeron a los diputados a confiar a Zarco la redaccindel Manifiesto con que cerr sus sesiones el 5 de febre-ro de 1857. El diputado Filomeno Mata ley entero eltexto constitucional y los secretarios confirmaron queco rresponda a las actas aprobadas. Ms de noventa di -putados firmaron entonces la Constitucin. El seorLen Guzmn, vicepresidente del Congreso, jur reco -nocerla, guardarla y hacerla guardar. En una de sus cr-nicas postreras, Zarco escribi:

    El Sr. D. Valentn Gmez Faras, presidente del Congreso,

    conducido por varios diputados y arrodillado delante del

    Evangelio, jur en seguida. Hubo un momento de emo-

    cin profunda al ver al venerable anciano, al patriarca de

    la libertad en Mxico, prestando el apoyo moral de su

    nombre y de su gloria al nuevo cdigo poltico. Todos los

    diputados puestos de pie y extendiendo la mano derecha

    prestaron el juramento, oyndose las cien voces que gri-

    taron: S, juramos.

    Zarco dijo que, honrado por el Congreso con el en -cargo de redactar el manifiesto que debe preceder a laConstitucin, desconfiaba mucho de su trabajo y pedaque fuese examinado por la mesa o por alguna comi-sin antes de darlo a luz. Ley el manifiesto que es comosigue: Tras resear las tribulaciones de todo g nero li -bradas por el Constituyente, y de explicar la causa de queno se hubiera simplemente restaurado la Constitucinde 1824, nica carta legtima que hasta ahora han te -nido los Estados Unidos Mexicanos, obra ve nerablede nuestros padres, y de proclamar que el principio rec -tor del nuevo instrumento fue la preservacin de la uni -dad nacional, Zarco resumi su porcin doctrinal, laesencia del liberalismo que la animaba:

    Persuadido el Congreso de que la sociedad para ser justa,

    sin lo cual no puede ser duradera, debe respetar los dere-

    chos concedidos al hombre por su Criador, convencido de

    14 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    26 Ibidem, p. 563.27 Ibidem, p. 587. 28 dem.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 14

  • que las ms brillantes y deslumbradoras teoras polticas

    son torpe engao, amarga irrisin cuando no se aseguran

    aquellos derechos, cuando no se goza de libertad civil, ha

    definido clara y precisamente las garantas individuales,

    ponindolas a cubierto de todo ataque arbitrario. El acta

    de derechos que va al frente de la Constitucin es un ho -

    menaje tributado en vuestro nombre, por nuestros legis-

    ladores, a los derechos imprescriptibles de la humanidad.

    Os quedan, pues, libres, expeditas, todas las facultades que

    del Ser Supremo recibisteis para el desarrollo de vuestra

    inteligencia, para el logro de vuestro bienestar.

    La igualdad ser de hoy en ms la gran ley de la rep-

    blica; no habr ms mrito que el de las virtudes; no man -

    char el territorio nacional la esclavitud, oprobio de la

    his toria humana: el domicilio ser sagrado; la propiedad,

    inviolable; el trabajo y la industria libres; la manifesta-

    cin del pensamiento sin ms trabas que el respeto a la

    moral a la paz pblica y a la vida privada; el trnsito, el mo -

    vimiento, sin dificultades; el comercio, la agricultura, sin

    obstculos; los negocios del Estado examinados por los

    ciudadanos todos; no habr leyes retroactivas, ni mono-

    polios, ni presiones arbitrarias ni jueces especiales, ni con -

    fiscaciones de bienes ni penas infamantes, ni se pagar por

    la justicia ni se violar la correspondencia y en Mxico,

    para su gloria ante Dios y el mundo, ser una verdad prc -

    tica la inviolabilidad de la vida humana, luego que con el

    sistema penitenciario pueda alcanzarse el arrepentimien -

    to y la rehabilitacin del hombre que el crimen extrava.

    No era sa, en verdad, la Constitucin a que Zarcohaba aspirado. Su purismo liberal qued en minoraen no pocas de las cuestiones cruciales que se discutie-ron en el Constituyente. ste haba demorado cinco me -ses en iniciar su tarea sustantiva, pues slo hasta el 16de junio de 1856 la comisin respectiva haba presen-tado el proyecto de Constitucin que de inmediato fuedescalificado por el ministerio. Justamente las desave-nencias en el gobierno, los conflictos que no haban ce -sado tras el triunfo de la revolucin de Ayutla, la necesi -dad experimentada por el ncleo ms progresista y audazdel gobierno de legislar aun antes de que lo hiciera elConstituyente (las iniciales leyes de reforma datan pre-cisamente de la segunda mitad del 55 y la primera mi -tad del ao siguiente), todo ello pasm al Congreso.

    UNA LIBERTAD SIN LIMITACIONES

    Zarco tuvo en su desarrollo multitud de momentos es -telares, as como diputado cuanto como cronista. Suactua cin ms trascendente, sin embargo, tuvo lugar enlas sesiones del 25 y 26 de julio, al discutirse el artculo13 del proyecto, referido a la libre manifestacin de lasideas, la libertad de imprenta, una materia vivida por

    pocos de los legisladores como por Zarco, que haba de -dicado largas cavilaciones al asunto en sus artculos pe -riodsticos. Dos elementos centraron la atencin de losdiputados: por un lado, las restricciones a la libertad,que pocos consideraron posible establecer en trminosabsolutos; el procedimiento judicial para castigar losabusos de la prensa, en que la discusin descans en sideban actuar uno o dos jurados, uno que delimitara lafalta y otro que determinara la sancin.

    Amn de ampliar la idea de manifestacin de lasideas a la que se realiza por toda clase de signos, Igna-cio Ramrez arguy contra las limitaciones establecidasen el dictamen (los derechos de terceros, la moral y la pazo el orden pblicos) proponiendo que slo se acotara esalibertad en el caso de injurias. Tampoco est reseZarco por la restriccin en los casos en que se revocaalgn crimen o delito, pues la responsabilidad debe serslo de quien lo comete: Si la mitad de esta asamblea,exclama, se levantara aconsejando el crimen y el asesi-nato, se armara de puales la otra mitad? No, seores,lo que hara sera considerar como dementes a los pro-vocadores, rerse de ellos y, cuando ms, averiguar el ori -gen de su extravo.

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 15

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    Fondo R

    eservado de la Hem

    eroteca Nacional / U

    NAM

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 15

  • Los prceres liberales se mostraban divididos. Mien -tras que Arriaga, miembro de la comisin, defenda laslimitaciones, Prieto estaba en contra de ellas. El seorVillalobos se pone al lado de la comisin, ve en la pala-bra uno de los dones ms preciosos de Dios Desearaque la libertad del pensamiento y de la palabra fueranabsolutas, pero esto es compatible con el orden y lanaturaleza de las sociedades? No, por desgracia. Ha blantambin otros constituyentes, como Jos Mara Mata,quien en nombre de la comisin defendi las excep-ciones necesarias para evitar el abuso del derecho enperjuicio de la sociedad. Puntualiz que la Constitu-cin deba fijar el lmite al derecho a escribir y que estelmite no deba ser otro que la vida privada, la moral yla paz pblica.

    A partir de ese razonamiento Zarco pronuncia su dis -curso ms elocuente, el ms citado, el ms fructfero (yaque a l mismo, cuando fue ministro de Gobernacinde Jurez le sirvi de base para que la Ley de Imprentaque le toc emitir fuese benvola para los periodistas:

    Explic que votara en contra el artculo 13 no poropo nerse al principio de que la manifestacin de lasideas no sea objeto de inquisiciones judiciales y admi-nistrativas. Su voto es en contra de las trabas que haestablecido la Constitucin y que repugna a mi con-ciencia, porque veo que ellas nulifican un principio quedebe ser amplio y absoluto.

    Sin necesidad (porque no fue parco al intervenir eninnumerables asuntos) explica que toma parte en estedebate porque soy uno de los pocos periodistas que elpueblo ha enviado a esta asamblea, porque tengo en lascuestiones de imprenta la experiencia de muchos aos,y la experiencia de vctima, seores, que me hace cono-cer inconvenientes que pueden escapar a la penetra-cin de hombres ms capaces y ms ilustrados y porque,en fin, deseo defender la libertad de la prensa como lams preciosa de las garantas del ciudadano y sin la queson mentira cualesquiera otras libertades y derechos.

    Zarco se opone en primer lugar a las restricciones porlas que votar la mayora. Le parecera bien erigir comoun valladar el respeto a la vida privada, pero cuando elescritor acusa a un ministro de haberse robado un mi -lln de pesos al celebrar un contrato, cuando denunciaa un presidente de derrochar los fondos pblicos, los fis -cales y los jueces sostienen que cuando se trata de robose ataca a la vida privada y el escritor sucumbe a la arbi-trariedad. Ms adelante en su discurso volver sobre suexperiencia en este punto: fiscales y jueces me han per-seguido como difamador porque atacaba una candida-tura presidencial, y cuantas razones polticas daba la pren -sa para oponerse a la elevacin del general Arista erancalificadas de ataques a la vida privada.

    La moral es tambin un valor defendible, pero cuan - do hay un gobierno perseguidor, cuando hay jueces

    co rrompidos y cuando el odio de partido quiere no s -lo acallar sino ultrajar a un escritor independiente, unamxi ma poltica, una alusin festiva, un pasaje joco-so de los que se llaman colorados, una burla inocente,una chan za sin consecuencias, se califican de escritosinmorales para echar sobre un hombre la mancha delibertino.

    El orden pblico, confiesa Zarco al Congreso, es unafrase que inspira horror; el orden pblico, seores, rei-naba en este pas cuando lo opriman Santa Anna y losconservadores. Consista en destierros y proscripcio-nes. El orden pblico se restableca en Mxico cuandoel ministro Alamn se empapaba las manos en la sangredel ilustre y esforzado Guerrero!... El orden pblico, se -ores, es a menudo la muerte y la degradacin de los pue -blos, es el reinado tranquilo de todas las tiranas.

    Y cmo se ataca el orden pblico por medio de laimprenta? Un gobierno que teme la discusin ve com-prometida la paz y atacado el orden si se censuran losactos de los funcionarios, el examen de una ley compro -mete el orden pblico, el reclamo de reformas socialesamenaza al orden pblico Ese orden pblico es de -leznable y quebradizo y llega a destruir la libertad de laprensa y con ella todas las libertades.29

    La votacin derrot a Zarco y a los puros, favora-bles a las libertades absolutas. Pero en otro punto el pe -riodista sali avante. Aleg Zarco en pro de dos juradospara juzgar los delitos de prensa, y no slo uno comopropona la comisin. Ese jurado, denunci Zarco, noes el juicio del pueblo por el pueblo, no es el juicio dela conciencia pblica, no ofrece ninguna garanta. Es,por el contrario, la farsa de la justicia, la caricatura deljurado popular. Un solo jurado ha de calificar el hechoy ha de aplicar la ley. La garanta consiste en que hayaun jurado de calificacin y otro de sentencia, para que asla defensa no sea vana frmula y un jurado pueda de -clarar que el otro se ha equivocado. Establecer las dosinstancias en un mismo tribunal, porque los hombresque declaran culpable un hecho no lo absolvern des-pus, no reconocern su error, porque acaso sin querer-lo podr ms en ellos el amor propio que la justicia.

    En este punto Zarco argument contra nadie, salvola comisin, porque nadie lo refut ni sostuvo la con-veniencia de un solo jurado. Eso no obstante, el perio-dista atac la cuestin desde otro ngulo y a la postreresultara tambin triunfante. Conforme al dictamen,el jurado nico ha de obrar bajo la direccin del tribu-nal de justicia de la jurisdiccin respectiva. Qu signi-fica esto, seores? Qu queda entonces del jurado? Laapariencia y nada ms. Los ciudadanos sencillos y pocoeruditos que van a formar el jurado no deben tener ms

    16 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    29 Ibidem, p. 291.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 16

  • director que su conciencia. Ellos deben leer el escrito,pesar la intencin del escritor, porque en juicios de im -prenta las intenciones merecen ms examen que las pa -labras, or la defensa y la acusacin y fallar en nombrede la opinin pblica. Nada de eso sucedera con la di -reccin del tribunal de justicia. El jurado pierde su in -dependencia, se ve invadido por los hombres del forocon todas sus chicanas, con todas sus argucias.

    Zarco aprovech su victoria parcial, cuando a puntode concluir sus trabajos el Constituyente, se ocupaba deestudiar algunas leyes reglamentarias. El redactor de ElSiglo XIX present un proyecto de ley orgnica de pren -sa, que no pudo ser discutido. Tiempo ms tarde, el pro -yecto se convirti en ley promulgada por el Ejecutivo,a cuyo gabinete perteneca el periodista. Buscaba deli-beradamente que el ordenamiento fuera inaplicable.Su caracterstica principal era definir de manera muyvaga las restricciones a la libertad de prensa dandopara ello la siguiente excusa. Podrn tacharse de vagaslas clasificaciones expresadas, pero cmo reincidir enel absurdo de materializar el pensamiento sujetndoloa extensin y grados? Cmo poner sobre la balanza laidea emitida para determinar sus gravedades?.

    Zarco volvi asimismo a la carga sobre los jurados.Estableci que funcionara slo uno pero sin juez ins-tructor y estipul penas insignificantes para los auto-res de delitos cometidos por la prensa, ms bien da a laprensa un carcter de impunidad casi absoluta. El 12de febrero de 1861 el antiguo proyecto de Zarco fue pu -blicado como decreto, siendo derogado tiempo despusy volviendo a implantarse como ley orgnica de prensaen 1867.30

    Todo ello corresponde al ltimo tramo de la vida delmayor periodista liberal. Tras concluir su monumentalobra parlamentaria y periodstica con el discurso de clau -sura del Constituyente, Zarco sigui en la brega. Su si -guiente causa fue defender la vigencia de la Constitucinante el intento de pretender dejarla sin efecto porque enseptiembre de 1857 no se instal el primer congresocons titucional, tal como deba ocurrir segn un artcu -

    lo transitorio. Luego la necesidad de defensa se inten-sific, cuando el Congreso, finalmente reunido, se so -meta al Ejecutivo. En ese mismo septiembre se le some-te a juicio y no se le aplica el procedimiento del dobleju rado (todava impracticable) y un juez lo condena apa gar trescientos pesos de multa.

    En diciembre, el autogolpe de Comonfort, timora-to vestido de prudente, afecta directamente a Zarco, puesrompe el orden legal. Deja de abordar en El Siglo asun-tos polticos y en enero su nombre deja de aparecer co moresponsable. Ya en plena Guerra de Tres Aos, en juliosiguiente es encarcelado. Sale poco despus pero se lebusca para reducirlo de nuevo a prisin. Se las arreglapara seguir en libertad, a salto de mata, y crea El Bole-tn Clandestino.Mientras tanto, la guerra civil llega a laCiudad de Mxico. El 11 de abril de 1859 Mrquez o Mi -ramn (que luego pretendern inculparse mutuamen-te) asaltan un hospital de sangre de los liberales a lasafueras de la capital y perpetran Las matanzas de Tacu-baya. El ttulo, que pasara a la historia, es el que Zarcodio a una de sus creaciones periodsticas ms acabadasy eficaces, mezcla de requisitoria enardecida, de anli-sis poltico y militar y de narracin pormenorizada, conuna nmina exhaustiva de las vctimas:

    Seguid, seguid felicitndoos mutuamente, dandoos re -

    compensas porque habis sido asesinos, insultando al Crea -

    dor con vuestros sacrlegos votos de gracia, pa ro dian do a

    los hroes triunfadores, preparando agasajos de mu jeres

    fanticas que olvidando la ternura de su sexo se trans for -

    man en Eumnides paganas, en furias que se gozan en la

    sangre; todo eso no importa en medio de vuestro triun-

    fo; todos ven en vuestra frente la seal de Can el fratri-

    cida, y vuestras bandas y trofeos estn manchados de san -

    gre, pero no de esa sangre que se vierte en las ba tallas sino

    de esa sangre inocente derramada cobardemente por ase-

    sinos. S, asesinos son los hroes de esa jornada funesta,

    asesinos son Mrquez y Miramn, ase sinos todos sus

    cmplices y no parece sino que el clero reclama su parte

    de complicidad31

    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 17

    LA LIBERTAD DE EXPRESIN

    30 Luis Castao, p. 35.

    31 Jos Woldenberg, Francisco Zarco, Ediciones Cal y Arena, Mxi-co, 1996, p. 515.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 17

  • MERECI EL BIEN DE LA PATRIA

    Durante ese ao y el siguiente, los das de Zarco trans-curren en la clandestinidad, ya aproximado a Jurez, tras -humante en Veracruz, a quien sirve de agente en la Ciu-dad de Mxico. Es aprehendido el 13 de mayo de 1860 ypermanece recluido siete meses, hasta que el triunfo deCalpulalpan abre su crcel, la de un Zarco agotado, en -vejecido, pero firme en sus principios, con la firmeza desu conviccin y de su fe en la causa del pueblo. En la pri -sin acababa de cumplir, el 4 de diciembre, 31 aos.32

    En enero siguiente Jurez lo hace jefe de su gabinete,ministro de Relaciones y de Gobernacin a la vez. Pero,elegido diputado al segundo congreso constitucional,para tomar posesin dimite el 9 de mayo de 1861. Se rein -tegr tambin a El Siglo, sin perjuicio de iniciar, en esemomento y despus, sus ltimas iniciativas periodsti-cas, El Boletn de Noticias y La Independencia Mexicana.El aire del tiempo lo lleva a ocuparse de ms en ms deasuntos de poltica exterior, pues est en curso el agra-

    vio tripartita contra Mxico. Si la intervencin afectaser tan liberal escribe en 1863 tan reformista comoel gobierno de la repblica, si proclama los principiosestablecidos en el pas, no por esto dejar de ser inter-vencin y por lo mismo debemos rechazarla a toda cos -ta, sea cual fuere el ropaje con que se cubra. Luchemoscontra el extranjero.33

    Cuando los invasores suben al altiplano y Jurezresuelve abandonar la capital, Zarco lo acompaa, co mopresidente de la Comisin Permanente. Padece la de -feccin de diputados traidores que permanecen en laCiudad de Mexico y no puede consagrarse por entero aconfeccionar La Independencia Mexicana, su arma pro-pia en el destierro potosino, pues an tiene que enfren-tar intrigas palaciegas, surgidas de su cercana a Jurez yde la atencin que el Presidente prestaba a su consejo.Como periodista y como diputado, Zarco gan el apre -cio y el respeto de Jurez, no porque lo adulara ni simu-lara un acuerdo perpetuo con l sino precisamente porlo contrario. En sus preparativos para desplazar a Jurezde la presidencia, Manuel Doblado se plantea como cues -tin de previo y especial pronunciamiento echar de sulado a Zarco y hasta le anuncia el destierro. Jurez optapor el diputado y no por su ministro que suplicaba lefuese admitida su renuncia. Vista la insistencia de esteseor acord que se le admitiera la renuncia. En el mis -mo da se despidi el seor Doblado.34

    De todos modos, no por la voluntad del intrigantesino por la suya propia, Zarco sali de Mxico en 1864.No se le confi encomienda diplomtica alguna, perose contaba, como lo hizo, con que patrocinara la causaliberal desde donde se hallara. Ms de tres aos vivi consu familia en Nueva York, desde donde escribi ar tcu -los sobre asuntos internacionales para la prensa lo cal y lade Sudamrica. Las penurias del exilio concluye ronla obra que la crcel y las privaciones haban iniciadoaos atrs y Zarco muri el 22 de diciembre de 1869,de pulmona o de tuberculosis pulmonar. Apenas dosaos sobrevivi al triunfo de la Repblica, tramo que vi -vi de nuevo como diputado al Congreso. Retom tam -bin su puesto en El Siglo XIX, reaparecido el 15 de ju -lio de 1867 luego de su larga suspensin iniciada el 30de mayo de 1861.

    El diario haba anunciado, el 19 de septiembre, elregreso del insigne mexicano, del primer periodista deAmrica, que enferm en octubre de 1869 y abando-n la pluma el once de ese mes, cuando apareci su ar -tculo postrero, Cuestiones constitucionales. Muripobre, fiel a s mismo. Se declar desde entonces, for-malmente, que mereci el bien de la Patria.

    18 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO

    32 scar Castaeda Batres, op. cit., p. 87.

    33 Ibidem, p. 102.34 Ibidem, p.108.

    Sec.01_Revista UNAM 10/26/11 5:20 AM Page 18