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Oración
¡Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María, Virgen hecha iglesia, elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor!
En ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.
¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo suyo!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya! ¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
Y, ¡salve, todas vosotras, santas virtudes, Que, por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
Sois infundidas en los corazones de los fieles Para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!
´
María,
Auxilio de los cristianos,
ruega por nosotros.
ofszonafranciscanasangregorio.blogspot.com
¡Paz y Bien! Boletín mensual de la Orden Franciscana Seglar Fraternidad de Villarrubia de los Ojos – Ciudad Real
Nº 45 MAYO DE 2013
Editorial
¡Paz y bien, hermanos!
Llegamos al mes de mayo, el mes de las flores y el mes de la Virgen. Con la llegada de las flores, la Virgen María parece que quiere hacerse un manto con el verdor de los campos y cubrir su humilde cabeza con el fuerte cielo azul de nuestra tierra manchega.
La Iglesia ha elegido este mes, por tradición popular, como el mes de María, el mes de la Virgen. Desde siempre en nuestro pueblo los niños y mujeres ponían altarcitos en sus casas y le cantaban las flores a María. Y es que parece que las palabras “flor” y “María” van unidad, no pueden separarse. ¿Qué más puro que una flor en el campo? ¿Qué más bello que una flor que adorna el sitio en donde se coloque? Pues lo mismo con María: ¿quién más puro que la Virgen? ¿Quién más bello que la Virgen, que embellece el corazón de aquella persona que la porta en su interior, en su pensamiento, en su mirada?
No desaprovechemos esta piedad popular y pidamos a María, Reina de la Familia Franciscana, que guíe los pasos de nuestra Fraternidad de Franciscanos Seglares de Villarrubia de los Ojos, para que caminemos tras sus huellas por el camino que trazó Francisco de Asís.
“DAME FE RECTA”
El mensaje de Clara (Parte II)
Continuando con las reflexiones del mes anterior, podemos
afirmar que en el mensaje de Clara se observa:
- La Unidad en el amor fraterno. El don de la Fraternidad tan
preciado en Francisco y Clara. Somos hermanos porque antes
somos hijos: hijos de Dios y hermanos en Jesús. Es en la fraternidad
donde se verifica nuestro amor a Dios, nuestra identidad cristiana,
sin evasiones. «En esto ha de conocer el mundo que somos de Jesús:
en el amor que nos tenemos»
Fijaos, Clara habla de amor
materno: «Si la madre ama y nutre a su
hija carnal, ¿cuánto más amorosamente
debe cada una amar y nutrir a su
hermana espiritual? Amar y nutrir. Este
nutrir que va más allá del alimento
corporal: es alimentar la fe, hacer
crecer a nivel espiritual.
Clara también habla de la «Santa
Unidad». No hay dos amores: amor a
Dios y amor al hermano. Existe la Santa
Unidad, cuyo espejo es Dios Trino y
Uno. Un único Amor, el que recibimos
de Dios, y que de nosotros pasa al
hermano y a la creación entera. El
amor que interiormente alienta se ha de manifestar externamente en
las obras, nos dice Clara... ¡Qué realismo el de esta mujer!
Caer en la cuenta de que cada uno de nosotros somos cauce
del Amor de Dios, que desea derramarse en la creación entera. Y
cuanto más nos derramamos más nos llena el Señor.
- Clara vivió en clave de Misión. Somos enviados. Su vida no le
pertenece, es de Dios para los demás. Dice a Inés: «Te considero
colaboradora de Dios, auxiliadora de los miembros débiles de su
cuerpo, que es la Iglesia» ¡Qué conciencia tenía Clara de haber
recibido una misión en la Iglesia! Sostener, auxiliar, colaborar con
Dios... Porque «el Amor no es amado», decía Francisco.
Dios cuenta con nuestra pequeñez, se fía de nosotros y nos envía.
Cada uno desde nuestro lugar propio en la Iglesia: ¿desde dónde y
cómo evangelizó?
Misión que se realiza, más que con la palabra, con el testimonio
de la vida. En el lenguaje de Clara, somos «espejo y ejemplo para
los demás».
ORACIÓN DE LOS CINCO DEDOS
1. El dedo pulgar es el que está más cerca de ti. Así que comienza
orando por aquéllos que están más unidos a ti. Son los más fáciles de
recordar. Orar por los que amamos es “una dulce tarea”.
2. El próximo dedo es el índice; Ora por los que enseñan, instruyen y
curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la
dirección correcta. Mantenlos en tus oraciones.
3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes,
a los gobernantes, a quienes tienen autoridad. Ellos necesitan la
dirección divina.
4. El próximo dedo es el del anillo. Sorprendentemente, éste es
nuestro dedo más débil. Él nos recuerda orar por los débiles,
enfermos o atormentados por problemas. Ellos necesitan tus
oraciones.
5. Y finalmente tenemos nuestro dedo pequeño, el más pequeño de
todos. El meñique debería recordarte orar por ti mismo. Cuando
hayas terminado de orar por los primeros grupos, tus propias
necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás
preparado para orar por ti mismo de una manera más efectiva. Amén.
Oración del Papa Francisco cuando era Obispo de Argentina