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1 Fundamentos de Geografía - F. Molinero FUNDAMENTOS DE GEOGRAFÍA Fernando Molinero Hernando Catedrático de Análisis Geográfico Regional. Dpto. de Geografía. Universidad de Valladolid Curso 2013-2014

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Fundamentos de Geografía - F. Molinero

FUNDAMENTOS DE GEOGRAFÍA

Fernando Molinero HernandoCatedrático de Análisis Geográfi co Regional.Dpto. de Geografía. Universidad de Valladolid

Curso 2013-2014

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Tema 1: Naturaleza y caracteres del espacio geográfi co

Fundamentos de Geografía - F. Molinero

TEMARIO:

1. Naturaleza y caracteres del espacio geográfi co: las bases ecológicas y la ocupación, explo-

tación y organización del territorio por las sociedades históricas y actuales.

2. La población mundial: el equilibrio inestable entre población y recursos

3. Los espacios rurales: evolución y caracterización.

4. Los espacios urbanos: el proceso de urbanización mundial y la situación y problemas de las

sociedades urbanas y de la ciudad contemporánea.

5. Las consecuencias de la acción humana sobre el medio natural: Desarrollo Sostenible y

deterioro ambiental.

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TEMA INaturaleza y caracteresdel espacio geográfi co

Las bases ecológicas y la ocupación, explotación y organización

del territorio por las sociedades históricas y actuales.

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man Sc & Tech. (Traducción castellana en 1996; Mundi Prensa, Madrid; Reimpre-sión en 2005)

-Martí Boada Juncà y Roser Maneja Zaragoza (2013): El agua y la vida: coopera-

ción en la esfera del agua. Barcelona, Planeta SA (Lunwerg).

1. Introducción. Los caracteres del espacio geo-gráfi co y la GeografíaEl espacio geográfi co es un espacio físico, ocupado por gru-

pos o sociedades humanas que lo explotan y lo organizan según sus intereses, sus capacidades técnicas, su modelo económico, político y social. Es un espacio, por tanto ordenado y cambiante, cuyo orden evoluciona y cambia al ritmo que lo hacen las socie-dades que lo aprovechan.

Es, ante todo, un espacio físico-ecológico, pues la superfi cie terrestre es el escenario en el que se desarolla la vida humana, con-dicionada por el relieve, por el clima, por los suelos y la vegetación propios de cada territorio. Pero es, al mismo tiempo, un espacio hu-manizado, ocupado por sociedades que lo transforman y lo organi-zan. Históricamente, los factores ecológicos han condicionado fuer-temente el grado de ocupación, aprovechamiento y transformación territorial. Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo técnico, la Humanidad es capaz de explotar el medio ecológico hasta tal gra-do que lo convierte en un espacio degradado y cualitativamente dis-tinto al original. Por ello, el espacio geográfi co es un producto social.

El análisis del medio físico, del espacio humanizado, de los factores que inciden en la confi guración del territorio y del paisaje actual constituirá nuestro primer objetivo, sin olvidar que la orga-nización territorial actual se basa no sólo en las transformaciones habidas en el pasado histórico, sino también en el gran papel que juegan los procesos de mundialización económica recientes, que obligan a cada territorio a una especialización productiva basada en las ventajas comparativas que tiene con respecto a los demás.

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en una ciencia positiva a partir del siglo XIX, en el que empieza a cristalizar como una rama moderna del saber científi co, integrado en las disciplinas universitarias, sin perder la vertiente práctica o técnica, visible en la permanencia de asignaturas instrumentales (SIG sobre todo) y en otras como la Ordenación del Territorio, que no representa más que una geografía regional aplicada.

2. Un espacio físico-ecológico contrastadoLos distintos enfoques y perspectivas geográfi cas no encu-

bren el objetivo esencial de la Geografía, que es el estudio del territorio y de su organización, con sus funciones y disfunciones, y con las relaciones y fl ujos que mantienen los grupos humanos que lo ocupan con otras sociedades de otros ámbitos territoriales.

Los grupos humanos que han habitado la tierra han ocupado en cada momento histórico las áreas más favorables para su desarrollo vital. Era lo que los griegos llamaban ecúmene y anecúmene o espacio habitable e inhabitable, que, en buena medida, depende de las con-diciones físicas del espacio, tanto del relieve como del clima, de las aguas y de la vegetación. Las sociedades avanzan y, en su progreso, van superando obstáculos físicos y convirtiendo espacios antaño inha-bitables en habitados hogaño, por mor del desarrollo técnico.

2a. Ecúmene y anecúmeneLos griegos distinguían esos dos tipos de espacios: el ecú-

mene y el anecúmene. El primero era el espacio habitado, cono-cido y recorrido, en el que se podía vivir y se desarrollaba la vida humana. El segundo era el espacio desconocido, ignoto e inha-bitado, por inhabitable. Los contrastes eran consustanciales al espacio, contrastes sobre todo ecológicos, tanto en sentido geo-morfológico como climático, tanto en lo relativo al relieve terrestre como a sus climas y sus diferencias de vida vegetal y animal.

No obstante, antes de entrar en la caracterización del espa-cio geográfi co, conviene dejar claro cómo lo han estudiado las distintas ramas de la Geografía. La “geografía” es la ciencia que estudia la tierra, como corresponde al contenido etimológico de la palabra (del griego γή = tierra y γραφειμ= describir) Pero la “descripción” era un análisis de arriba abajo, exponiendo de una manera ordenada y jerarquizada los elementos componentes, sus características y sus funciones.

De acuerdo con la interpretación de los griegos, la Geogra-fía era la ciencia de la tierra, de la localización de los lugares, con sus coordenadas; era una ciencia aplicada al servicio de la Humanidad, que pretendía situar los elementos espaciales: los montes, los ríos, las ciudades, los pueblos, los edifi cios, los luga-res singulares. Desde entonces, y a lo largo de la Historia, ha sido una ciencia aplicada, que ha ido evolucionando hasta convertirse

GEOGRAFÍA:1- GENERAL: -Física: -Geomorfología

-Climatología -Hidrogeografía -Biogeografía

-Humana: -Integrada: -Rural -Urbana -Sectorial: -Población -Económica -Política -Agraria -Industrial -Servicios…

2- REGIONAL -Descriptiva (Regional del Mundo)

-Geografía Regional -Diversas escalas y enfoques

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Los desiertos, cálidos o fríos, las altas altitudes... formaban parte de los espacios inhabitados, mientras que las montañas y llanuras de las zonas templadas integraban el mundo conocido y ocupado: un mundo de fuertes contrastes ecológicos, pero habi-table y habitado. El relieve, con sus llanuras y elementos monta-ñosos, con sus problemas de accesibilidad, era el primer factor reductor del ecúmene; incluso las altas cumbres se consideraban morada de los dioses. Hoy, cuando la técnica ha permitido cono-cer y, en cierta medida, controlar el territorio mundial, no existi-rían los anecúmenes, pero es evidente que sí, como lo corrobora la propia existencia de enormes espacios deshabitados o poco habitados en función de factores ecológicos. Territorios como el de la Antártida o el interior de Groenlandia o los altiplanos tibe-tanos, o el interior del Sáhara o el Namib aparecen como claros anecúmenes, en los que el clima y el relieve ejercen un papel decisivo, aunque nunca determinante.

2b. Un relieve terrestre contrastado, integrado por gran-des elementos o morfoestructurasEl relieve, es decir, las formas y disposición de la superfi -

cie terrestre, está esencialmente compuesto de diversos tipos de montañas y llanuras.

Entre las primeras, debemos destacar las cordilleras jóve-nes, de plegamiento, que corresponden a las grandes cadenas montañosas del mundo, formadas sobre antiguos geosinclinales -fosas marinas- en las que se depositaron enormes cantidades de sedimentos, involucrados posteriormente en la tectónica ter-ciaria. Se levantan a partir del empuje de las placas tectónicas, que se deslizan sobre el magma subcortical y, al chocar, se “arrugan”, subduciendo una de las placas por debajo de la otra y dando lugar a los plegamientos en capas, mantos y escamas de corrimiento, al levantamiento de grandes masas y paquetes

líticos. Los dos conjuntos más típicos son la gran cordillera que va desde los Pirineos, pasando por los Alpes, por los Cárpatos... hasta enlazar con los Himalayas, en sentido zonal y que, sobre una vasta zona de la tierra, integra grandes cadenas montaño-sas, muy diversas y contrastadas. El otro gran conjunto es el que va desde Alaska a la Patagonia, en sentido meridiano, con altitudes también muy elevadas, con una destacable diferencia: está constituida por placas continentales en el este y por placas de corteza oceánica en el oeste, lo que impide la simetría propia de las cordilleras intracontinentales.

La formación de estas cordilleras obedece al desplazamien-to de las placas desde las dorsales oceánicas, que son franjas de acreción, o de creación de corteza superfi cial, hacia los continen-tes. Así, la dorsal medio-atlántica y la dorsal del Pacífi co oriental empujan, en sentidos encontrados, contra las placas continenta-

El relieve de EspaEl relieve de Españñaa

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les americanas y hacen surgir las cordilleras Rocosas y Andinas, además de macizos antiguos, como los Apalaches estadouni-denses o las Sierras atlánticas de Brasil.

En estas cordilleras hay gran diversidad de formas, de altitudes, de relieve, de modelado, de composición lítica... Pero siempre se trata de cordillerras jóvenes, con hasta unos 70 M años, cuyos materiales, sedimentados en antiguas cuencas ma-rinas de vastas dimensiones, han sido levantados y plegados, involucrados en la tectónica Cenozoica (Terciaria) y que se man-tienen vivas hasta la actualidad (véase la trama nº 3 del mapa del mundo sobre zócalos, macizos antiguos y cordilleras alpinas). En la Península Ibérica hay dos cordilleras de plegamiento: los Pirineos y las Béticas y, aunque la Cantábrica y la Ibérica están cubiertas por corteza sedimentaria plegada, responden a un mo-delo mixto de pliegues y bloques levantados y hundidos.

Frente a este conjunto de cordilleras jóvenes en edad y en materiales, están las cordilleras jóvenes, de materiales viejos, conocidos como “macizos antiguos”, o de bloques (cfr. trama nº 2 de la fi gura sobre zócalos, macizos antiguos y cordilleras alpinas). Son cordilleras cuyos materiales, a menudo plutónicos, tienen más de 150 o 300 M años. Han sido la base de antiguas cordilleras arrasadas y su zócalo, afl orante en la superfi cie, ha sido involucrado de nuevo en la tectónica alpina o andina. Un ejemplo de este tipo de cordilleras es el mal llamado “Sistema” Central (= “Cordillera Central”) en España o el Macizo Central en Francia o el Macizo Esquistoso Renano en Alemania... Son cordilleras jóvenes sobre materiales viejos, a base de granitos, cuarcitas, pizarras..., es decir, rocas plutónicas y metamórfi cas.

Frente a las cadenas montañosas, las llanuras ocupan otra gran parte de la superfi cie terrestre, bien en forma de penilla-nuras y zócalos de antiguas montañas, escudos, cuencas y de-presiones sedimentarias, acumulaciones detríticas y dunares en

playas e interiores desérticos...Los escudos son las llanuras más antiguas y extensas. Co-

rresponden a las raíces de viejas montañas arrasadas, que no han vuelto a ser involucradas en la tectónica terciaria o posterior. Es el caso del gran escudo canadiense, del escudo siberiano... Se distin-guen por su rigidez, pos sus materiales plutónicos o metamórfi cos, por sus malos suelos, muy ácidos generalmente. Las penillanuras constituyen un tipo de relieve de la misma naturaleza pero a escala

Fuente: García Fernández, 2006, p. 45

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menor. Es el caso de las del oeste de Salamanca y Zamora, o de Cáceres y Badajoz. Su relieve no es completamente llano, sino que una red de arroyos o ríos, con sus valles y “riveras” forma un segun-do nivel de llanuras más bajas, aunque de poca extensión.

Las cuencas y depresiones sedimentarias no son más que acumulaciones de materiales erosionados, arrastrados y de-positados en fosas marinas o continentales a lo largo de milenios y millones de años, que aparecen como llanuras integradas por capas de distinta composición química, grosor, aspecto y textura. La Cuenca sedimentaria del Duero, constituye un buen ejemplo, con una profundidad superior a un kilómetro de espesor, com-puesta por arcillas, margas, calizas arenas, areniscas y otro tipo de materiales. Las formas, extensión y profundidad de las cuen-cas y depresiones varían enormemente, pero en todas ellas se ha producido una decantación de materiales a lo largo de distin-tos periodos o episodios geológicos.

Finalmente, las acumulaciones detríticas y dunares en playas e interiores desérticos son formas de relieve sedimentario de mera decantación por gravedad, removidas por la erosión hí-drica o eólica que recubren vastas superfi cies en algunos medios ecológicos singulares El mapa adjunto del relieve terreste pue-de ayudar a situar los elementos más grandes y destacables de las morfoestructuras o grantes formas de relieve (véase p. 8) e, igualmente, los grandes conjuntos morfoestructurales de Castilla y León representan una síntesis y muestra de la historia geológi-ca de la tierra (véase fi gura adjunta en esta misma página)

El estudio de la dinámica de la corteza terrestre, de sus formas, de su modelado, de su composición... no es baladí, puesto que determina gran cantidad de aspectos ecológicos, sobre todo los relacionados con la composición química de los suelos, además de su con su profundidad, que han condicio-nado largamente el aprovechamiento y explotación del terre-

no por los grupos humanos. Al mismo tiempo, el relieve es el responsable de las diferencias climáticas regionales, pues las montañas interfi eren en la dinámica atmosférica, modifi cando la cantidad de lluvia y provocando diferencias térmicas de gran entidad y valor.

2c. Un espacio contrastado pluviométricamenteComo se observa en el mapa de precipitación media anual

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(1961-90), la mayor cantidad de lluvia cae en las bajas latitudes, entre 10 o N y S, seguidas de las zonas templadas, dependiendo, además de su exposición a barlovento y sotavento de las monta-ñas. La menor cuantía de las precipitaciones tiene lugar en latitu-des peritropicales desérticas y en las altas latitudes polares. Esta distribución no es caprichosa, sino que obedece a una dinámica atmosférica propia de cada zona, dominio y región planetaria, pero que no podemos explicar aquí.

Tan sólo quiero insistir en que las zonas ecuatoriales tienen los máximos pluviométricos durante el verano astronómico o es-tación cálida, desplazándose la Convergencia Intertropical (CIT) hacia el hemisferio sur en diciembre/enero y hacia el norte en julio/agosto. Puede verse, así, la mayor precipitación en el sur de África en enero y la menor en julio, de modo que los climas in-tertropicales están sometidos a una estacionalidad pluviométrica marcada por la aridez en el invierno astronómico y la abundancia de lluvias en el verano. Tan sólo una estrecha franja ecuatorial se libra de esa marcada estacionalidad por disponer de lluvias prácticamente a lo largo de todo el año; aunque esta circunstan-cia sólo afecta a una pequeña franja de en torno a 5 º N y otros tantos S, que, además, tiene pequeñas fases de sequía..

La precipitación media mundial se estima en 973 mm, o 496.100 km3 por año (resultante de multiplicar los 510 millones de km2 de la superfi cie terrestre por la altura media de la precipi-tación). La cantidad de precipitación depende, en principio y di-rectamente, de la latitud; así, en un análisis holosférico por zonas de 30º de latitud, obtendríamos el siguiente resultado: entre 0 y 30º un valor medio de 1.180 mm; entre 30 y 60º de 908 mm; y entre 60 y 90º de 380 mm (Bethemont, 1980). Sin embargo, estas medias encubren una fuerte irregularidad, debido a los factores que perturban la circulación de las masas de aire en la atmós-fera, de modo que existen dos zonas de máxima concentración

Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en www.klimadiagramme.dewww.klimadiagramme.de

Precipitación media anual 1961Precipitación media anual 1961--90 (en 90 (en mmmm))

tp://www.ce.utexas.edu/prof/maidment/las/webfiles/precip.htm

gital Atlas of the World Water Balance

Precipitación en África en enero y en

julio

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de la precipitación, localizadas en las franjas de la CIT, por un lado, que reciben más de la mitad de las precipitaciones mundiales, con alturas superiores a los 2.000 mm (como en las cuencas del Amazonas y Orinoco, en la del Zaire, en el golfo de Guinea, en las islas del mundo indonesio y malayo y Gates occidentales), y en las latitudes medias, por otro, barridas por los fl ujos del oeste, como en los Andes meri-dionales o en el NO de Europa y América del N (Cfr. mapa mundial de precipitación media anual 1961-90 en p. 10). En todas ellas cae mayor volumen de agua sobre los océanos que sobre los continentes.

Existe, pues, una zona tropical húmeda de máximas precipitaciones, que se acompaña de zonas tropicales ári-das, particularmente en África septentrional y SO de Asia, y secundariamente en América del N. y en el hemisferio aus-tral. A estas se suman otras dos zonas áridas, derivadas de la circulación general de la atmósfera y de las bajas tempe-raturas, que se corresponden con las altas latitudes en los dos hemisferios.

En la distribución de las precipitaciones no se deben olvi-dar otros aspectos de interés, como la importancia que tienen la proximidad o lejanía del mar, el papel de las lluvias orográ-fi cas, la incidencia de la exposición a barlovento y sotavento respecto a los fl ujos de aire dominantes, las consecuencias inducidas por las corrientes marinas frías y cálidas...

Igualmente, y desde una perspectiva de uso y ordena-ción de los recursos hídricos, hay que valorar la intensidad y la frecuencia de la precipitaciones. La primera se defi ne como el volumen caído por unidad de tiempo. Es normal, en este sentido, que los intensos aguaceros produzcan más daños que benefi cios, por su capacidad de arrastre del sue-lo y por las inundaciones que generan. La frecuencia es la

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Precipita-ciones en EspañaTomado de Molinero et al. (coords.): Atlas de la España Rural, MAPA, 2004

lugar a diversas regiones climáticas según la altitud, la situación y la proximidad o lejanía del mar. Por el contrario, el dominio at-lántico, que afecta a poco menos de un 20% del territorio, co-rresponde a un clima suave y lluvioso todo el año, con diversas situaciones según la latitud, la exposición... La franja que separa a uno de otro queda recogida en el mapa adjunto de ocupaciones del suelo según el CLC 2006 (elaborado por F. Molinero)

En los climogramas, o diagramas ombroclimáticos, adjuntos se observa la diversidad de precipitaciones y temperaturas, de-pendiendo en gran medida de los factores citados, pues observa-torios como el de Santiago de Compostela, con clima oceánico, alcanza precipitaciones del orden de los 2.000 mm anuales, que

repetición de un fenómeno en el tiempo. En este sentido, se uti-liza el concepto de “periodo de retorno”, que se aplica al lapso o duración temporal media que tarda en repetirse un tipo singular o excepcional de precipitación o fenómeno atmosférico; por ejem-plo los periodos de retorno de una gota fría, de una inundación, de heladas extremas o nevadas abundantes, de ciclones...

En el territorio español, podemos comprobar la existencia de dos dominios climáticos contrastados (tres si añadimos el subtro-pical canario). La Península Ibérica, por encontrarse en latitudes intermedias, tiene un clima predominante de tipo subtropical: el mediterráneo, de temperaturas suaves, aridez estival y precipita-ciones escasas. Afecta a más del 80% del territorio español y da

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también se alcanzan en las serranías de Grazalema y Ubrique en Cádiz, bajo un clima mediterráneo con aridez estival prolongada (véase pág. 11).

La cuantía de las precipitaciones es un factor fundamental para el desarrollo de la vida. En este sentido, no debemos olvidar que hay un valor crítico -los 300 mm o litros/m2-, que determina la aridez. Allí donde se supera ese volumen de precipitación no llega el desierto, por cuanto la naturaleza es capaz de crear una cobertera vegetal de hierbas, arbustos e incluso árboles, siem-pre que la acción humana o animal no se lo impida, mientras que por debajo de ese umbral crítico se desarrolla el desierto, las tierras incapaces de progresar en vida vegetal o animal (Morgan, R.P.C., 2005)

El mapa adjunto de paisajes agrarios de la Península ibérica (p. 12) nos permite comprobar la extensión e importancia del bos-que, de los matorrales, de los pastos y de los campos de cultivo, tanto en el dominio mediterráneo como en el atlántico.

Las lluvias son tanto más aprovechables cuanto menos eva-poración se produce, factor que depende no sólo de la naturaleza de los suelos, sino sobre todo de la cantidad de calor de cada zona, dominio o región climática concreta.

2d. Un espacio contrastado térmicamenteEn este sentido, la distribución de las temperaturas, recogida

en el mapa de temperaturas medias del año (1961-90), así como en los mapas mundiales de temperaturas medias en enero y julio, refl ejan bien a las claras los contrastes.

Como referencia, Valladolid alcanza los 12º C de media anual, Málaga llega a los 18º C, que es ya una temperatura pro-pia del mundo tropical.

Los climas de zonas próximas al Ecuador tienen temperatu-ras medias de en torno a los 22 a 26 ºC según altitudes, aunque

en las montañas caen drásticamente. Las oscilaciones térmicas son aquí escasas y el ciclo vegetativo no se interrumpe estacio-nalmente, hecho que sí sucede en las áreas tropicales, aunque esto se relaciona más con la disminución o falta de humedad que con la caída de las temperaturas, las cuales se sitúan en valores medios de entre los 18 y 22 ºC . Por debajo se abren paso las zonas templadas, que caen hasta los 10 ºC de media anual, valor que disminuye según la latitud, altitud y situación, para dar paso a las zonas frías, ya por debajo de los 10 ºC, con oscilaciones fortísimas dependiendo de la latitud, la continentalidad...

Al igual que para las precipitaciones destacábamos el umbral de los 300 mm, para las temperaturas medias hay que tomar como referencia el de los 10 ºC, pues es el umbral de las temperaturas activas, es decir de aquéllas a partir de las cuales, medidas sobre lapsos de 24 horas, entran las plantas en desarrollo.

Temperatura media anual 1961Temperatura media anual 1961--90 (en 90 (en ºCºC))

Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en www.klimadiagramme.dewww.klimadiagramme.de

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Obviamente, la incidencia de las temperaturas en la ocupa-ción del territorio, en su explotación agraria, turística o industrial, en la construcción de infraestructuras... es evidente, por más que las técnicas puedan superar todos los obstáculos, pero no cabe duda de que cualquier ocupación humana del espacio debe tener en cuenta los factores naturales y su dinámica, porque, en caso contrario, los riesgos que se asumen pueden superar a las ven-tajas que se obtienen. Muchos de los denominados desastres o riesgos naturales obedecen más a la invasión del dominio de la naturaleza por parte de las sociedades humanas que a fenóme-nos omnicomprensivos, como el cambio climático, convertido en un cajón de sastre que sirve para explicar cualquier fenómeno natural pretendidamente anormal.

Sin pecar de deterministas, podemos hacer hincapié en el papel que han jugado los factores ecológicos para que España, por ejemplo, se haya convertido en uno de los primeros destinos turísticos del mundo, a partir del turismo de sol y playa. Es evi-dente que sin la existencia de un empresariado capaz y dinámico y sin la inversión de ingentes sumas de capital en equipamientos necesarios tampoco lo habría conseguido, pero también es claro que el atractivo del sol y la playa ha sido el escenario de partida, sobre el que se ha montado la expansión turística en España. Lo mismo podríamos decir de las producciones hortícolas del Sureste español, que se ha convertido en la huerta de Europa, merced a la explotación de las ventajas ecológicas relativas que ofrece ese rincón subárido peninsular.

Tampoco se puede olvidar el papel decisivo que juega el cli-ma en la formación de recursos hídricos, hoy fuente constante de confl ictos. La disponibilidad hídrica es una función de las precipi-taciones y las temperaturas, de modo que aproximadamente los dos tercios de las precipitaciones caídas en España se pierden por evapotranspiración (ET), por lo que tan sólo disponemos de

Temperatura media de enero 1961Temperatura media de enero 1961--90 (en 90 (en ºCºC))

Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, (Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, (www.klimadiagramme.dewww.klimadiagramme.de))

Temperatura media de julio 1961Temperatura media de julio 1961--90 (en 90 (en ºCºC))

Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en Datos: IPCC, Panel Internacional sobre el Cambio Climático, en www.klimadiagramme.dewww.klimadiagramme.de

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unos 111,3 km3 anuales como Recursos Hídricos Internos Renovables Anuales (RHI-RA), en forma de escorrentía y almacenamiento subterráneo. Así, si observamos el climograma de Almería, comprobaremos que no hay ningún mes en el que las precipita-ciones superen el doble de las temperaturas, (defi nición de “aridez” de Gaussen), por lo que estaríamos en la antesala del desierto. Valladolid, en cambio, no llega a los cuatro meses áridos.

Obviamente, las temperaturas cuentan no sólo por la cantidad de calor, sino tam-bién por cómo se distribuye a lo largo del año y de los días, pues las heladas propias de las tierras altas del interior peninsular durante los meses invernales e incluso prima-verales, representan factores muy negativos para los aprovechamiento agrarios, espe-

cialmente para los de cultivos termófi los, como las plantas hortícolas o los frutales. De ahí que la explotación del medio ecológico mediante aprovechamientos agrícolas, ganaderos, mi-neros o de otro tipo, deba hacerse siempre de la manera más ajustada posible a las condi-ciones que ofrece el medio natural, pues es el único modo de realizar el desarrollo sostenible que hoy tanto se defi ende, propugna y reivindi-ca. Un desarrollo que, al margen de la sosteni-bilidad que tenga, ha dado lugar a una intensa humanización del espacio terrestre.

3. Un espacio ocupado y humani-zadoA la diversidad ecológica del espacio te-

rrestre se suma la diversidad en el grado de ocupación y humanización, de tal manera que los contrastes territoriales más llamativos son de índole humana. El grado de ocupación y, por consiguiente, de humanización es un fac-tor de gran trascendencia en la organización espacial. La densidad, los caracteres de la población, su capacidad técnica y económica, su forma de organización política y social son factores decisivos.

El ritmo histórico de ocupación humana del espacio ha sido lento, muy lento. Se esti-ma que en la época romana no había más que unos 250 M hb sobre la tierra, que llegaron a 500 a comienzos de la Edad Moderna; estos tardaron medio milenio en multiplicarse por

Tomado de Molinero et al. (Tomado de Molinero et al. (CoordsCoords.): Atlas de la España Rural, MAPA, 2004.): Atlas de la España Rural, MAPA, 2004

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dos, llegando a 1.600 M en 1900 y disparándose el creci-miento a lo largo del siglo XX, sobre todo con la explosión demográfi ca posterior a la II Guerra Mundial, de modo que en 1950 la Humanidad sumaba 2.500 M hb, que han pasa-do a los 7.100 M estimados a fi nales de 2012 y a los 7.182 a fi nales de 2013.

El ritmo creciente de ocupación del espacio terrestre no ha afectado a todos los territorios por igual, sino que ha habido procesos diferenciados, que han primado es-pecialmente a los pueblos asiáticos, quienes han tenido un crecimiento y una concentración extraordinaria de sus poblaciones; así tan sólo China e India acumulan el 36,7% de la población mundial y si les sumamos Indonesia, Pa-kistán y Bangladesh, tan sólo estos 5 países totalizan el 45,4% de los habitantes de la tierra. En efecto, el sur y este de Asia es hoy uno de los grandes focos mundiales de población, donde la acumulación ha sido y sigue siendo fortísima, con la particularidad de que cuentan con gran-des espacios vacíos, como el Tíbet, el Gobi, el Rajastán indio, las selvas tropicales de Borneo (Kalimantan)..., lo que da mayores contrastes demográfi cos entre regiones muy pobladas, que viven esencialmente de la agricultura, frente a otras de bajísimas densidades, a menudo ancla-das en situaciones tradicionales y dependiendo también de la agricultura para su supervivencia.

El mapa de distribución de la población mundial por países nos permite discernir estos aspectos, como asimis-mo la magnitud de las poblaciones europeas frente a la relativamente escasa entidad de las americanas o africa-nas. Podemos decir que los contrastes en la población y el poblamiento son brutales, tanto a escala continental como nacional o regional; aspectos que desarrollaremos

Los 10 mayores países del mundo, por población, en 2012, según PRB, y proyecciones a 2050.

Cuadros de abajo: tasa de fecundidad total = nº de hijos por mujer al cabo de su período fértil.

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en el tema siguiente, sobre población y recursos, por lo que aho-ra sólo lo dejamos planteado.

Sin embargo, sí debemos destacar ahora que esos contras-tes poblacionales hacen que el 64% de las tierras emergidas tenga densidades inferiores a 2 hab/km2, en tanto que los dos tercios de la humanidad viven en tan sólo 1/10 de esa porción de la superfi cie terrestre (Thumerelle, 1995, 80). Estos aspectos son más visibles en el mapa de puntos adjunto, en el que se aprecian claramente los grandes vacíos y acumulaciones humanas a prin-cipios de los años 1990.

Esos mismos contrastes de ocupación se observan en España, principalmente en la Ibérica, Cantábrica, Pirineos y penillanuras del oeste. No podemos, en este sentido, relacionar las bajas densida-des con el clima, el frío, u otros factores ecológicos, aunque siempre representan un condicionante de la ocupación humana. Las cau-sas de estas disparidades hay que buscarlas, más bien, en factores históricos. Aunque, en el pasado, los espacios que mejores condi-ciones ofrecían para los aprovechamientos agrarios solían coincidir con los más poblados, en el mundo actual pesa más la tradición, la técnica, o la ordenación territorial que cada gobierno (con su modelo político-territorial) prima en cada circunstancia.

Es evidente que el grado de ocupación del espacio conlle-va una fuerte impronta humana y una transformación, a veces radical, del medio ecológico. Históricamente, las mayores trans-formaciones se han debido a la agricultura, mediante las rotura-ciones de bosques, montes u otras formaciones vegetales para la creación de campos de cultivo y pastos, sin tener en cuenta la creación de ciudades e infraestructuras que, por su escaso nú-mero y dimensiones, han tenido muy poca incidencia.

3. Un espacio de contrastes agrariosSi la agricultura representa hoy el pariente pobre de la eco-

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Tema 1: Naturaleza y caracteres del espacio geográfi co

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nomía, no se debe olvidar que todavía da empleo a alrededor de un 40% de la población activa mundial (42% en 2006; 39,85% en 2010), por más que aporta una parte pequeña al Producto Mun-dial, el 3,2% según la FAO (Anuario FAO de Producción 2010), si bien en los “Países en Desarrollo” llegaba al 11,9%, mientras sólo al 2,6% en los P. Desarrollados; y el comercio agrario tan sólo aporta un 1,7% al Producto Bruto Mundial (Anuario Estadístico FAO 2005-2006).

Es muy llamativa la dispar carga demográfi ca en los terrotrios del mundo, que va desde densidades de en torno a 800 hab/km2 que viven de la agricultura, hasta otras de tan sólo 2 o 3. Una carga demográfi ca elevada va acompañada de una fuerte presión sobre la tierra, que se traduce en un acondicionamiento y una organiza-ción singulares y hasta espectaculares, como sucede en las la-deras de fuertes pendientes abancaladas, en los campos de arroz en los que se controla el agua mediante diques, presas, azudes y obras de distribución ingeniosas, en los espacios transformadosio hasta límites insospechados, como podemos comprobar en me-dios áridos, de los que Canarias ofrece buenos exponentes. En estos aspectos profundizaremos en los capítulos posteriores, por lo que aquí tan sólo los dejamos enunciados.

Obviamente, las disparidades y contrastes en el campo apa-recen más claros y se acentúan en las ciudades, donde este tipo de poblamiento totalmente artifi cial da cobijo a algo más de la mitad de la humanidad, con una progresión creciente e impara-ble, que afecta a un territorio muy limitado en extensión y con una densifi cación aguda y hasta crítica.

4. Un espacio de contrastes urbanos Como apunta Thumerelle, la ciudad aparece como la

forma de poblamiento más efi caz que ha producido la sociedad para que vivan en un mínimo de espacio un número elevadísi-

mo de seres humanos. Aglomeraciones como Tokio, con más de 25 millones de habitantes, continúan creciendo y fagocitando al espacio rural. En menos de un 2% del territorio habitado vive la mitad de la población humana, asentada en muy diversos y con-trastados medios urbanos

Desde las megalópolis hasta las pequeñas ciudades de un sólo núcleo hay toda una gama de tipos urbanos, cuyas carac-terísticas obedecen al medio ecológico en el que se encuentran, pero sobre todo a la cultura o civilización que las creó en cada momento histórico. Un sinfín de formas, de planos, de estilos ar-quitectónicos, de articulación, segregación y división de espacios funcionales y residenciales caracterizan a las ciudades. Desde las densísimas ciudades asiáticas, con dos planos de ocupación (el superfi cial y el subterráneo), desde los CBDs (Central Busi-ness Districts) de las ciudades anglosajonas a los laberintos de las ciudades árabes, desde las cuadras de los barrios en América del Sur a las ciudades camineras o las ciudades inorgánicas, de barrios tortuosos, surgidos por acreción de espacios más que por planifi cación y control, hay distancias abismales, como tendre-mos ocasión de analizar más adelante.

Sin embargo, la ciudad actual, en crecimiento permanente, está adquiriendo un cierto carácter homogéneo, que se deriva básicamente del capitalismo global y de las condiciones en que se desenvuelve

5. Un espacio “globalizado”Desde los años 1990 asistimos al progreso imparable de la

mundialización. Hay unas fases o precedentes que lo sostienen, aunque desde esos años, los cambios cuantitativos han provoca-do, a su vez, modifi caciones sustanciales, cualitativas, que nos permiten hablar de la era de la globalización, en la que podemos establecer varias fases:

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Fundamentos de Geografía - F. Molinero

1- Internacionalización de la economía-Exportación de mercancías y especialización terri-torial (1780-1900)

2- Transnacionalización económica (1900-1980/90) -2ª Revolución industrial-Independencia política (200 estados) y dependen-cia económica

3- Globalización (1980/90- 2009…)-Liberalización de los mercados-Privatización del sector público-Procesos de ajuste estructural para las econo-mías…

¿Qué es la globalización o mundialización? El mapa de In-ternet en 2005 expresa de una manera aproximada el crecimien-to global de los fl lujos telemáticos, con todas las consecuencias económicas, sociales, culturales...

Sylvie Brunel, por otro lado, nos da una respuesta sucinta: “Antes, los acontecimientos que se daban en el mundo no eran dependientes entre ellos, ahora todos lo son” La observación es banal, excepto en el hecho de que quien la enuncia, Polibio, vi-vió, en el siglo de II a. C. La mundialización, esta creación de un espacio interdependiente en el mundo, no es así nueva. Algunos incluso la retrotraen a la expansión de la especie humana por el planeta… Ya en el imperio romano, la primera mundialización fue organizada alrededor del Mediterráneo. Pero fue preciso esperar a los grandes descubrimientos, en el siglo XV, para asegurar la conexión entre las varias sociedades de la tierra y la instalación de esta “economía-mundo” descrita por el historiador Fernand Braudel.

Una mundialización centrada en el Atlántico culmina en el si-glo de XIX: entre 1870 y 1914 nace un espacio del mundo de los intercambios, comparable en su amplitud con la situación actual.

Abertura de rutas de mar nuevas, con la excavación del canal de Panamá y del canal de Suez, duplicación de la fl ota mercantil y de la extensión del ferrocarril, multiplicación por 6 de los inter-cambios, dispersión por el mundo de 50 millones de europeos, que pueblan las nuevas tierras y crean imperios coloniales in-mensos…, el nacimiento de la mundialización tal como nosotros la conocemos hoy comenzó allí hace un siglo y medio. Pero el proceso no es lineal: la Primera Guerra Mundial, después la gran depresión de los años 1930 provocaron el auge de nacionalismos estatales, una fragmentación de los mercados, y la gran vuelta al proteccionismo. La mundialización no vuelve hasta la Segunda Guerra Mundial. La guerra fría y la constitución de los bloques paralizan entonces el mundo durante casi medio siglo.

Sin embargo, la mundialización actual está ya en marcha. Jacques Adda lo defi ne como “la abolición del espacio del mundo bajo la infl uencia de una generalización del capitalismo, con la desaparición de las fronteras físicas y ofi ciales.”

Según la OCDE, cubre tres etapas: 1- Internacionalización, es decir, el desarrollo de los fl ujos de exportación; 2- La trans-nacionalización, que es la expansión de los fl ujos y de las inver-siones y establecimientos en el extranjero; 3- La globalización, con la instalación de las redes del mundo de la producción y de la información, particularmente las NTIC (nuevas tecnologías de la información y de la comunicación). La mundialización actual, este “ proceso geohistórico de expansión progresiva del capita-lismo a escala planetaria”, según la de formula Laurent Carroué, es al mismo tiempo una ideología -liberalismo-, una moneda -el dólar-, una instrumento –el capitalismo-, un sistema político -la democracia-, una lengua –el inglés-

En cada fase de la mundialización aparecen las mismas constantes: revolución del transporte y de los medios de comuni-cación; papel estratégico de las innovaciones (las armas de fue-

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go en el siglo XV, la contenedorización después de la Segunda Guerra Mundial, Internet desde los años 1990); papel esencial de los Estados, pero también de los agentes privados, desde el capitalismo comercial de la burguesía conquistadora en el Re-nacimiento a las fi rmas transnacionales y a las ONG hoy. (¿Qué es mundialización?, por Sylvie Brunel, en http://www.scienceshu-

maines.com/_fr_15307.html (23/02/2007) Tras esta visión panorámica del espacio geográfi co mundial y

sus caracteres, podemos concluir con un planteamiento sintético so-bre la organización del espacio mundial y los factores que intervienen, desde el pasado remoto hasta la actualidad y su proyección hacia el futuro, tal como se aprecia en el gráfi co de la página siguiente.

The map features: 1. International internet

bandwidth, scaled by capacity—covering

backbones operated by more than 300

international Internet carriers as of mid-2005

2.Detailed inset map showing intra-European

internet bandwidth 3. Charts including

international internet bandwidth growth, internet traffic and capacity growth

forecasts through 2008, Gigabit Ethernet IP price

declines, and interregional internet bandwidth

4. Countries color-coded to show international

internet bandwidth 5. Dialing codes and

internet domains for every country in the world

6. Country tags color-coded according to host

density (Internet hosts per 10,000 people)

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6. Hacia un espacio de regiones mundiales El mundo actual, cada vez más interconectado, tiende a

una especialización productiva en aquellas “mercancías” en las que encuentra ventajas comparativas. Es una exigencia del mer-cado-mundo. Evidentemente, los intereses de cada conjunto son muy diferentes, incluso encontrados, pero estamos asistiendo a una lógica inexorable de división y especialización internacional en la que cada “actor”, cada país, cada potencia juega sus ba-zas. El mundo bipolar de los años posteriores a la II Guerra Mun-dial se acabó con la globalización.

En ese período, que podemos hacer llegar hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, las dos grandes potencias mundiales li-deraban el bloque económico y social de los países desarrollados, bien diferenciado del resto, en el que el Tercer Mundo, o países

subdesarrollados, se caracterizaban ante todo por la nimiedad de su tejido industrial. Tanto los países desarrollados como los subde-sarrollados estaban integrados por conjuntos heterogéneos, dife-renciados por su potencia, o importencia, técnica, derivadas bási-camente de su capacidad industrial y de sus contrastes sociales.

Sin embargo, en el mundo globalizado de los años 1990 en adelante, se están consagrando una especie de regiones-mun-do, asentadas en los límites de las fronteras nacionales, pero que trascienden cada vez más esas líneas para ajustarse a una economía-mundo, a un espacio sin fronteras. En este nuevo mapa regional del mundo, los países industriales continúan a la cabeza, aunque la industria representa ya un factor secundario, pues se ha ido desplazando principalmente al nuevo bloque de los países emergentes, que se han confi gurado como una tercera categoría entre los países desarrollados y los del Tercer Mundo más atrasado. En este bloque de emergentes destacan China, la India, Brasil y otro grupo de países del sur de Asia y algún latinoamericano, que a la larga, consolidarán el profundo cambio en la estructura regional del mundo introducido por la llamada “globalización”

La actual forma de organización y de relaciones del mundo ni está consolidada ni será la última, pues los cambios técnicos generan cambio económicos y sociales que constantemente se adaptan a los nuevos factores y estructuras mundiales. Esos cambios son cada vez más acelerados, porque los avances téc-nicos se suceden sin parar. A modo de epílogo, en el esquema de la página siguiente pretende aportar una interpretación de la dinámica espacio/tiempo.

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