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    El sentido del dilogo con los padres1

    Justa Ezpeleta2

    Cuando hablamos de la relacin escuela-familia es necesario reconocer la

    especificidad de las instituciones: las escuelas tienen una funcin especfica en

    relacin con el aprendizaje, el conocimiento, la cultura y los valores sociales, que las

    diferencian de esa otra institucin que es la familia La escuela y sus agentes, que

    son los maestros, tienen una funcin social especfica, especializada, para ser

    resuelta en trminos profesionales. Al mismo tiempo, existen ciertas reas en la

    formacin de los nios en las que pueden reforzarse mutuamente. Esa

    complementariedad ha hecho crisis desde hace tiempo, y la actual reforma le est

    prestando atencin.

    En el largo proceso de democratizacin y masificacin de la educacin, la

    escuela aparece cada vez ms como un aparato institucional que de algn modo

    opaca la presencia de los individuos maestros y al mismo tiempo los protege

    respecto de todo lo que est afuera. Ese proceso de expansin fue tambin un

    proceso de burocratizacin y las relaciones con las familias se complicaron

    Expresin de ello es que en los planteles encontramos maestros capaces y

    conscientes, junto a otros con escasas competencias o desinteresados en su trabajo

    Tanto antes como ahora, quienes son reconocidos socialmente como

    "verdaderos maestros" no tienen problemas con los padres; son respetados,consultados y hasta suelen aportar prestigio a la escuela o a su direccin. Sin

    embargo, cuando los no profesionales suscitan problemas con los padres, la escuela

    en su conjunto suele mostrar una fuerte reaccin defensiva, con el argumento de que

    el criterio profesional le pertenece y los padres tienen poco o nada que opinar. Esta

    reaccin defensiva tiene dos caras: una, racional, ya que se supone que estn ah

    por ser profesionales, y otra -muy discutible, de tipo corporativo y no profesional- que

    se vale de ese estatus para encubrir el conjunto de debilidades y desaciertos que

    motivan las crticas. Y esta es una fuerte tradicin: hacia fuera, la escuela se

    presenta como un bloque que no se pone en duda; en el interior del plantel, sin

    1En Transformar nuestra escuela, ao 2, nm 4, junio, Mxico, Fondo Mixto de Cooperacin Tcnica yCientfica/DGIE-SEP, 1999, p. 6

    2 ** Investigadora del Departamento de Investigacin Educativa del Cinvestav. Asesora del proyecto

    de gestin escolar.

    http://escuela-familia.es/http://escuela-familia.es/
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    embargo, cada uno acta aisladamente, sin opinar sobre el trabajo de los dems.

    Esta prctica de la escuela de "no ponerse en duda a s misma" no es solamente

    producto de la burocratizacin y del espritu corporativo que acompaaron la

    expansin de la escolaridad. Se engarza con un componente poltico, que fue el

    elemento articulador alrededor del cual se gener esa tradicin.

    Debemos recordar que en los pases de Amrica Latina la educacin fue el

    principal instrumento del Estado, no slo para fortalecerse como tal, sino para

    emprender la constitucin de la nacin; el arma para homogeneizar, en lo mnimo, a

    poblaciones agudamente segmentadas en lo social y en lo cultural, y cuyo desarrollo

    dara sustento a la nacin. Llevar la escuela a todas partes fue por eso prioritario. En

    ese contexto se sancion a la educacin como responsabilidad exclusiva del Estado

    y los maestros fueron constituidos como sus agentes, como los representantes de un

    indiscutible sentido del bien comn. En aras de ese bien comn erigido por encima

    de las diferencias sociales, los maestros fueron investidos de una autoridad que los

    coloc por encima de los padres: podan convocar su apoyo y tambin limitar o

    prescindir de toda intervencin que no se ajustara a necesidades definidas por ellos.

    Respaldo incondicional, burocratizacin y corporativismo como produccin

    histrica y slida tradicin, son componentes centrales del tipo de relacin escuela

    familia que conocemos. Se desarrolla as ese esquema donde slo la escuela puede

    exigir y valorar segn sus propias pautas. Donde a todos los padres por igual se es

    pide que garanticen un nio obediente, vigilen las tareas, paguen las cuotas,

    respondan a todos los llamados y no critiquen a los maestros. Una relacin que

    podramos caracterizar como de "vecinos distantes", en coexistencia relativamente

    pacfica, relativamente tensa o controlada, con acercamientos puntuales para

    asuntos especficos.

    Hoy, cuando la poltica educativa ha cambiado y es otra la relacin que quiere

    promover, conviene reconocer que los maestros se han hecho en aquella otra

    tradicin. Reconocerlo importa por lo menos por dos razones: porque se trata de

    modificar formas de accin profundamente arraigadas, y porque ese cambio, que

    toca a un comportamiento establecido requiere de conciencia y de conocimiento por

    parte de los profesionales afectados.

    La Ley General de Educacin de 1993, con su antecedente en el Acuerdo

    Nacional para la Modernizacin de la Educacin Bsica, resita el lugar de la

    educacin en un nuevo proyecto de Estado -distinto al que orient la expansin-, con

    base en su evaluacin de la realidad nacional e internacional y con la intencin de

    responder a las necesidades que ella plantea. Desde all se formulan nuevos criterios

    para gestionar el sistema y las escuelas. Lograda en gran medida la expansin, la

    prioridad ahora se desplaza hacia la calidad de la enseanza Sin renunciar a su

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    funcin rectora en materia educativa, el Estado se propone ahora hacer

    corresponsable a la sociedad sobre la buena marcha del servicio. De ah la

    promocin de consejos escolares en distintos niveles de organizacin de la sociedad

    y, para las escuelas, la propuesta de cultivar nuevas relaciones con los padres.

    Sin quitar el respaldo a los maestros, se introduce el criterio de pedir a lasescuelas responsabilidad por los resultados que obtienen, al mismo tiempo que se

    les otorga un papel protagonice antes nunca alentado, en la definicin de sus propios

    proyectos institucionales de trabajo. Ambas cosas suponen promover' en las

    escuelas una mirada vigilante sobre sus prcticas, para que cada una maneje con

    toda conciencia sus fortalezas y sus debilidades.

    Estos principios, como otros que sera largo recordar, van enmarcando el

    nuevo sentido de la relacin que nos ocupa Pienso tambin que de todo lo que se ha

    discutido y se discute sobre este cambio en las polticas, los maestros han

    reflexionado y participado poco, aunque esto toca ya a sus muy individualesresponsabilidades.

    Volviendo al tema, creo que el momento actual conduce a revisar la forma

    tradicional de la relacin con los padres, como paso necesario para instaurar un

    intercambio de comunicacin y colaboracin con ellos. No se trata, entonces, de

    corregir deficiencias para restaurar el viejo modelo Se trata ms bien de hacer

    visibles sus inconsistencias y sus repercusiones negativas, sobre todo porque forman

    parte de las conductas instaladas que es preciso cambiar Su permanencia

    bloquear, sin duda, el desarrollo de nuevas formas de relacin.

    El inters de los padres por la educacin de sus hijos parece estar distribuido -

    -con distintos objetivos-- en todos los niveles sociales, aunque no pasa lo mismo con

    su confianza en la escuela Como sabemos, hay padres escolarizados, padres medio

    escolarizados y padres no escolarizados y cada uno tiene ideas o fantasas distintas

    respecto de la escuela y de su papel en el proceso educativo de los nios. En zonas

    rurales de extrema pobreza, donde los padres muestran inters por la escolaridad de

    sus hijos, suele manifestarse una enorme desconfianza en su escuela porque, por

    ejemplo, los maestros no asisten. Son personas que ya aportan demasiado enviando

    al nio a la escuela en lugar de mandarlo a trabajar, y de quienes los maestros

    suelen esperar que complementen el trabajo del aula, como si dispusieran del tiempo

    y de los recursos escolares para hacerlo. En otros sectores sociales ms

    favorecidos, los padres tienen fuertes expectativas y una variable actitud vigilante

    hacia los maestros Hay aquellos que se adhieren al programa de la escuela y lo

    apoyan, y hay otros que tienen programa para la escuela y quisieran que ella lo

    realice.

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    La escuela es consciente de esas y otras diferencias entre los padres slo

    para "medirlos" en funcin del viejo esquema establecido y predecir cmo

    "respondern" a sus demandas Algunos maestros saben que cualquier tipo de padre

    puede movilizarse segn el dilogo que se establezca con ellos. Esta nocin de

    dilogo es lo que hoy est en el foco, intentando desplazar la prctica centrada en la

    prescripcin sin preguntarse con quin se habla. De ah la necesidad de generar

    propuestas diferenciadas para saber cmo trabajar con ellos, cmo comunicarse,

    cmo informarlos para compartir un proyecto educativo, Para esto es necesario

    entablar un dilogo respetuoso que no est instaurado

    Lo interesante es que las nuevas formas de relacin a construir no reconocen

    antecedentes en nuestros sistemas, Fuera de algunas orientaciones generales y

    formales, no tienen contenidos ni formas predefinidas y, lo que es seguro, no se

    resuelven intensificando las limitadas acciones del modelo conocido, como, por

    ejemplo, pensando que la realizacin de actos "cvico-sociales" mejorar la

    participacin de las familias,

    Para el bien de la educacin, sera deseable que sean los maestros, despus

    de clarificar la pobreza de las prcticas an vigentes, quienes con su mejor iniciativa

    profesional, exploren e instituyan las relaciones con sentido que parecen necesarias.

    Sera deseable, tambin, que esas relaciones destaquen la intencin pedaggica del

    intercambio para que no se pierda en una nueva formalidad burocrtica o slo

    canalice el inters econmico.