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Los autores agradecen la colaboración de Daniel Santilli para la elaboración del material estadístico, así como para la presentación de cuadros y gráficos. Esta investigación se hace en el marco de un proyecto UBACyT. Jorge Gelman contó con la ayuda generosa de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. Versiones anteriores fueron discutidas en las XVI Jornadas de Historia Económica, Tucumán, septiembre 2000, y en el Programa de Historia Argentina del siglo XIX, del Instituto Ravignani en Buenos Aires. Agradecemos los comentarios y críticas recibidos en esas ocasiones, como por parte de dos árbitros anónimos de la HAHR. Hispanic American Historical Review 83:3 Copyright 2003 by Duke University Press Juan Manuel de Rosas contra los estancieros: Los embargos a los “unitarios” de la campaña de Buenos Aires Jorge Gelman y María Inés Schroeder En septiembre de 1840, el gobierno de Juan Manuel de Rosas decretó el embargo de los “bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones de cualquier clase en la ciudad y campaña” de sus enemigos calificados como “unitarios”. Esta medida respondió a una de las peores situaciones de crisis que haya cono- cido el largo gobierno de Rosas, que incluyó el bloqueo francés del puerto de Buenos Aires (1838 – 40). El bloqueo afectó seriamente al comercio exterior de la provincia y por esa vía también los ingresos fiscales del estado provincial. También esta época contó con el levantamiento rural de 1839 en el sur de la campaña de Buenos Aires, conocido como los “Libres del Sur”. Finalmente, en 1840 Rosas se enfrentó con una invasión en el norte de la provincia liderada por el General Juan Lavalle, el viejo rival del gobernador. En reacción a la adhesión que el levantamiento del sur recogió entre un nutrido grupo de hacendados y productores — en una zona que se consideraba un bastión del régimen rosista — así como la simpatía que Lavalle pareció recoger entre estos mismos sectores en el norte, el gobernador decidió enfrentar abiertamente a estos desafectos, muchos de ellos poderosos estancieros acusados de ser unita- rios, a través de un embargo masivo de sus propiedades y una fuerte represión. Este embargo de los bienes de los unitarios ha sido poco tratado por la his-

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Los autores agradecen la colaboración de Daniel Santilli para la elaboración del materialestadístico, así como para la presentación de cuadros y gráficos. Esta investigación se haceen el marco de un proyecto UBACyT. Jorge Gelman contó con la ayuda generosa de laJohn Simon Guggenheim Memorial Foundation. Versiones anteriores fueron discutidas enlas XVI Jornadas de Historia Económica, Tucumán, septiembre 2000, y en el Programa deHistoria Argentina del siglo XIX, del Instituto Ravignani en Buenos Aires. Agradecemoslos comentarios y críticas recibidos en esas ocasiones, como por parte de dos árbitrosanónimos de la HAHR.

Hispanic American Historical Review 83:3Copyright 2003 by Duke University Press

Juan Manuel de Rosas contra los

estancieros: Los embargos a los “unitarios”

de la campaña de Buenos Aires

Jorge Gelman y María Inés Schroeder

En septiembre de 1840, el gobierno de Juan Manuel de Rosas decretó elembargo de los “bienes muebles e inmuebles, derechos y acciones de cualquierclase en la ciudad y campaña” de sus enemigos calificados como “unitarios”.Esta medida respondió a una de las peores situaciones de crisis que haya cono-cido el largo gobierno de Rosas, que incluyó el bloqueo francés del puerto deBuenos Aires (1838– 40). El bloqueo afectó seriamente al comercio exterior dela provincia y por esa vía también los ingresos fiscales del estado provincial.También esta época contó con el levantamiento rural de 1839 en el sur de lacampaña de Buenos Aires, conocido como los “Libres del Sur”. Finalmente, en1840 Rosas se enfrentó con una invasión en el norte de la provincia lideradapor el General Juan Lavalle, el viejo rival del gobernador. En reacción a laadhesión que el levantamiento del sur recogió entre un nutrido grupo dehacendados y productores—en una zona que se consideraba un bastión delrégimen rosista—así como la simpatía que Lavalle pareció recoger entre estosmismos sectores en el norte, el gobernador decidió enfrentar abiertamente aestos desafectos, muchos de ellos poderosos estancieros acusados de ser unita-rios, a través de un embargo masivo de sus propiedades y una fuerte represión.

Este embargo de los bienes de los unitarios ha sido poco tratado por la his-

Todd Holmberg
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toriografía, quizás porque no resulta fácil interpretar una acción que pone encuestión la visión más o menos consensuada del régimen de Rosas como expre-sión directa o representación de los grandes estancieros que se consolidaronbajo su prolongado gobierno. Pero justamente por ello, estudiar y evaluar unfenómeno de esta naturaleza resulta de gran interés para rediscutir la natu-raleza del régimen rosista y del sistema político implementado en Buenos Airesen ese período.

Frecuentemente ha sido señalado que en una buena parte de AméricaLatina las revoluciones independentistas fomentaron la consolidación del sec-tor de los grandes propietarios de tierras, ya que sumaron a su tradicionalpoderío económico y social el acceso directo a las riendas del poder, una vezsacudido el rol intermediario que ejercía el cuerpo de funcionarios de lacorona. El efecto adverso que la misma coyuntura tuvo en general sobre lossectores dedicados al comercio o a la minería parece haber afectado poco onada al sector terrateniente, que durante el período colonial compartía elpoder con aquellos—muchas veces de manera subordinada. Además, el de-rrumbe del orden político colonial generó serias dificultades en el estable-cimiento de sistemas institucionales alternativos legítimos y en general favore-ció el liderazgo carismático de los caudillos. Estos fueron pensados como elresultado directo o indirecto del proceso de ruralización y militarización de lassociedades postcoloniales y, en general, como expresión del peso de los terrate-nientes, que eran capaces de movilizar una clientela de peones y campesinosdependientes, eventualmente convertidos en milicianos. Ante la ausencia deinstancias de poder institucionalizadas, los caudillos postcoloniales eran la cimade un conjunto de relaciones patrón-cliente, y ese poder del caudillo “emanabade la propiedad de la tierra y el control que ejercía sobre los recursos locales”.1

Esta visión ha sido matizada y complejizada en los últimos años, planteando lacontinuidad o la rápida invención de una vida institucional después de la re-volución, el peso de ciertas tradiciones gubermentales coloniales, una ciertaautonomía de los agentes de gobierno en los distintos ensayos revolucionarios,y el peso de los sectores urbanos que—aunque más débiles social- y económi-camente—tenían más capacidad de acción política que los sectores rurales. Sinembargo, el papel central de un caudillismo basado en el poder clientalístico de

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1. John Lynch, Caudillos en Hispanoamérica, 1800–1850 (Madrid: MAPFRE, 1993), 18.En muchas partes de esta obra, Lynch insiste sobre esta relación entre propiedad de latierra y poder político; por ejemplo, al hablar de la situación mexicana en la misma época,señala que los hacendados “dominaban la vida política, monopolizaban la riquezaeconómica y controlaban la población” (ibíd., 22).

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los grandes terratenientes sigue estando en el paisaje de fondo de la mayoría delos análisis sobre las relaciones de poder en las décadas que siguen a las revolu-ciones americanas.2

En el caso de la Argentina, y más específicamente de Buenos Aires, hansido menores las dudas sobre el peso que este sector cada vez más poderoso deterratenientes tenía sobre la vida política regional. En este sentido, la llegadade Juan Manuel de Rosas al poder en 1829—donde se quedó, menos una cortainterrupción, hasta 1852—ha sido interpretada en general como la llegada delos estancieros al poder.3 Esta interpretación conoce de todos modos un reco-rrido, en él que no han faltado matices y puntos de vista incluso contradictorios.

En el punto de partida de este itinerario, el Facundo de Domingo FaustinoSarmiento nos ofrece los primeros señalamientos de Rosas como propietariorural, en el contexto de una interpretación de la revolución en otras clavescomo una doble lucha: de las ciudades contra los españoles y de las campañascontra las ciudades.4 Sin embargo, las consecuencias que el autor deriva de estehecho no son siempre las mismas. En la última parte de la obra destaca a laestancia como matriz explicativa del rosismo, poniendo de relieve el carácterproblemático de la relación entre Rosas y los sectores propietarios rurales; alpresentar el protagonista a la vez como terrateniente y como un gaucho pro-

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2. Por ejemplo, en el ensayo de síntesis que realizó Frank Safford, “Política, ideologíay sociedad”, en Historia de América Latina, ed. Leslie Bethell (Barcelona: Crítica, 1990), t. 6,cap. 2, señala que los caudillos debían satisfacer a las oligarquías locales, que a menudo eranla base de su poder; en general, Safford describe a estos caudillos como aliados de losgrandes propietarios, cuyos recursos económicos y peones constituyeron la base esencial dela acción militar del caudillo. Sin embargo, también señala que “sería erróneo dar aentender que los grandes propietarios dominaban completamente la política de entonces”(70–71). Algunas obras donde se analizan de manera innovadora las formas de organizaciónpolítica después de las revoluciones americanas incluyen Antonio Annino, comp., Historiade las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX: De la formación del espacio político nacional (BuenosAires: FCE, 1995); y Marcello Carmagnani, comp., Federalismos latinoamericanos: México,Brasil, Argentina (México: El Colegio de México; FCE, 1993).

3. Lynch, en la obra citada, se pregunta, “¿Cómo podemos explicar el ascenso deRosas?” y contesta, “[L]os terratenientes de Buenos Aires . . . se hicieron directamente conel gobierno de la provincia a través de su representante, Rosas” (Caudillos, 310). Estainterpretación es mucho más canónica. Safford, en el mismo ensayo antes citado, luego deseñalar la mayor complejidad del poder en el contexto hispanoamericano postcolonial y elpeso de los sectores urbanos, indica que en el caso de Buenos Aires el poder recayó en lasmanos de los “grandes propietarios” y que “su agente, Rosas, expulsó efectivamente a la eliteintelectual del escenario” (Safford, “Política”, 72, énfasis nuestro).

4. Domingo Faustino Sarmiento, Facundo (Buenos Aires: Eudeba, 1961).

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pietario que no respeta la propiedad, construye un núcleo argumentativo opo-sitor en torno a la falta de garantías a la vida y a los bienes.

De este modo, en Facundo hay una percepción problemática del carácter deRosas que la tradición historiográfica no siempre conservó. La identificaciónde Rosas con los sectores propietarios rurales se consolida en el núcleo dedebates alrededor de la tesis feudal, desprovista inicialmente de una interpre-tación en clave social. Mientras Ernesto Quesada presenta a Rosas como unpoderoso señor feudal que logró avances en un proceso unificador, la ensayís-tica sociológica positivista identifica a Rosas con los grupos económicos repre-sentativos de un orden propietario, insinuando una explicación y una perio-dización a partir de la estructura económica.5 En la obra de Carlos Ibarguren,la imagen de Rosas como hombre fuerte y defensor del orden social se des-prende de su condición de estanciero.6 En ese contexto, José María RamosMejía incorpora al análisis de las multitudes una lectura psicológica de Rosasque ofrece referencias críticas a las confiscaciones a partir de informacionesprovenientes de los archivos policiales.7

Aunque los historiadores constitucionalistas no hacen de la relación deRosas con los sectores propietarios una clave interpretativa del rosismo, nodejan de señalar que su acceso a la vida política surge a partir de sus actividadesganaderas, que le habrían proporcionado no sólo patrimonio, sino prestigio ypoder.8 Se va configurando así una línea de continuidad en la persistencia de

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5. Ernesto Quesada, La época de Rosas: Su verdadero carácter histórico (Buenos Aires: A.Moen, 1898); José Ingenieros, Sociología Argentina (Buenos Aires: Losada, 1946).

6. Por ejemplo, dice, “La pampa fue su primer gran libro. . . . Condensó para símismo máximas elaboradas por su propia experiencia como ésta que, hecha para suestancia, la aplicó más tarde a su gobierno: ‘ni alborotadores, ni cuzcos, ni doctores’.Organizó la explotación rural con método y minuciosidad rigurosa e impuso una duradisciplina al personal. . . . En aquel medio de nómades, en que no se tenía noción clara delo propio, pues la tierra y los ganados errantes eran de todos, como el aire o como el agua,inculcó inexorablemente el respeto a la propiedad y el amor al orden”. Carlos Ibarguren,Juan Manuel de Rosas: Su vida, su drama, su tiempo (Buenos Aires: Ediciones Frontispicio,1948), 37–38.

7. José María Ramos Mejía, Las multitudes argentinas: Estudio de psicología colectiva paraservir de introducción al libro “Rosas y su tiempo” (Buenos Aires: Félix Lajouane, 1899); y JoséMaría Ramos Mejía, Rosas y su tiempo (Buenos Aires: Félix Lajouane, 1907).

8. Emilio Ravignani, el representante más caracterizado del grupo de historiadoresque hicieron su programa la profesionalización de la disciplina bajo los cánones del métodopositivista, señala, “La vida de estancia junto a la frontera interior le creó el trato connuestros elementos rurales. . . . Esto condecía con la mentalidad de Rosas: orden, siempreorden” (Rosas: Interpretación real y moderna [Buenos Aires: Pleamar, 1970], 52).

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algunas motivos de la tradición historiográfica, como esta imagen de la estanciacomo escuela del rosismo.9

En la obra de Emilio Ravignani sobre el levantamiento antirosista de 1839en el sur, señala que los comprometidos en la revolución perdieron sus bienes,y una buena parte de las estancias fueron embargadas, citando algunos datosque parecen tomados del único trabajo dedicado hasta entonces al tema, el deCarlos Heras.10 Julio Irazusta, desde la perspectiva revisionista, remite almismo trabajo de Heras al abordar el tema de los embargos, justificándolos porla excepcionalidad de las condiciones derivadas de las agresiones externas,recuperando una línea argumental que ya había sugerido la voz disonante deAdolfo Saldías a finales del siglo XIX, expresando en última instancia las mis-mas justificaciones con que el propio discurso rosista las había legitimado.11

Este recurso de explicar en clave externa la política interna se intenta tantocon los embargos como con el terror rosista. En este punto, Irazusta critica aquienes omiten esa circunstancia decisiva: la agresión extranjera y “la amenazade defección por una de las clases en que se apoyaba el sistema, no siendo laapelación al populacho sino el recurso in extremis de un cambio de jerarquía enlos elementos básicos del gobierno”.12 Lo que para Ravignani no planteaba

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9. Cuando Ravignani sostuvo que “Rosas tuvo amigos entre gente importante y entrelos humildes. Mas su prestigio como hombre, lo afirmó en estos últimos; entre losimportantes se incubaron enemigos como Maza y los estancieros del Sur, que acaban de serglorificados”, la ausencia de nuevos interrogantes en una agenda que limitaba la renovacióna la aplicación rigurosa de una metodología positivista como garantía de cientificidadobturaba la posibilidad de avanzar por el camino que el registro sugiere, para centrar en larecuperación del papel de Rosas en la construcción de un orden institucional federal, sufunción histórica en la formación de la nación argentina (ibíd., 53).

10. Emilio Ravignani, “La Revolución del Sud,” Anuario de Historia Argentina (1940).El trabajo fue incluido como uno de los capítulos de su Rosas, donde formula mayoresdefiniciones interpretativas.

11. Nos referimos a un grupo de estudiosos, como los hermanos Julio y RodolfoIrazusta, o Ernesto Palacio, que asumió, alrededor de 1930, la reivindicación de JuanManuel de Rosas como parte de una tarea de “revisión” de la historia argentina. Si bien seha señalado recientemente que los historiadores constitucionalistas realizaron un primerrevisionismo al reconocer el papel de Rosas en la definición federal de la organizaciónconstitucional, la reivindicación que emprenden los revisionistas se centró en unainterpretación del rosismo que lo considera representativo de una política nacional y de unliderazgo por encima de las clases. Sobre el papel del constitucionalismo en el tema sepuede consultar José Carlos Chiaramonte y Pablo Buchbinder, “Provincias, caudillos,nación y la historiografía constitucionalista argentina, 1853–1930,” Anuario Instituto deEstudios Históricos Sociales 7 (1992).

12. Julio Irazusta, Ensayos históricos (Buenos Aires: Eudeba, 1950), 52; Adolfo Saldías,Historia de la Confederación Argentina (Buenos Aires: Hyspamérica, 1987 [1887]).

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interrogantes o parecía resuelto en la apelación a la habilidad política de Rosas,en Irazusta es planteado en términos de amenaza de defección de una de lasclases cuyo apoyo constituyó un elemento básico del sistema.

La interpretación de Irazusta de la relación entre Rosas y las clases propie-tarias integra esta justificación de los embargos y del terror rosista en razón dela excepcionalidad de la situación. En esto, en clave netamente política, parecesuponer esperable que los sectores propietarios comprendieran el sentidonacional de la política rosista y lo acompañaran en sacrificios, aunque este apoyoacabarían transformándose, por la vía de las confiscaciones en penalizaciones, ala defección de los terratenientes al anteponer sus intereses a los nacionales.

Aún en los marcos ideológicos de este primer revisionismo, la inclusión deRosas en la clase cuya defección constituyó una amenaza no parece cuestion-ada, pero se postula la imagen de un liderazgo por encima de ellas. Resulta sig-nificativa la hipótesis de una amenaza de ruptura, conjurada por la clarividenciade Rosas traducida en la eficacia de las medidas con que afrontó la crisis, inclui-dos la represión y los embargos que—aunque odiosos—se inscriben como unapágina de gloria porque “jamás un gobierno administró con tanto escrúpulouna propiedad embargada”.13

De nuevo se ponen de manifiesto las dificultades en integrar en una expli-cación consistente la relación de Rosas con las clases propietarias y la políticade embargos. Es en la tradición de la historiografía marxista donde la inter-pretación de Rosas como expresión de la clase terrateniente adquiere una cen-tralidad absoluta. Esa tradición incluye tanto las obras provenientes del campohistoriográfico profesional como un conjunto de textos que por fuera de esoscauces han generado debates. Su reconstrucción escapa a los límites de estaexploración, pero su importancia no puede desconocerse a la hora de dar cuentade la construcción de ese sentido común historiográfico sobre la identificaciónde Rosas con los sectores propietarios.14

Pero en esta tradición, a la par que cristaliza un consenso alrededor de laidentificación de Rosas con los sectores propietarios, el tema de los embargospermanece ausente. De este modo, el tema de los embargos se elude o se afronta,haciendo abstracción de la necesidad de integrarlos en una explicación más

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13. Julio Irazusta, Vida política de Rosas a través de su correspondencia (Buenos Aires:Albatros, 1941), 2:291.

14. En el primer sentido, un ejemplo ilustrativo es el texto de Waldo Ansaldi, “Laforja de un dictador: El caso de Juan Manuel de Rosas”, Crítica y Utopía 5, un númerodedicado al tema de “Dictaduras y dictadores”. Para un balance de la historiografíamarxista en la Argentina, ver Alberto J. Pla, Ideología y método en la historiografía argentina(Buenos Aires: Nueva Visión, 1972).

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general del problema. Los únicos trabajos específicos sobre el tema se inscribenen esta alternativa. Carlos Heras, en un texto al que otorga carácter de con-sideraciones preliminares, destaca la amplitud de los embargos a partir deinformación estadística cuyo origen no siempre cita. Sostiene que el estado seaprovechó del producto de lo embargado, sobre todo del ganado, para elabastecimiento de las tropas y el negocio pacífico con los indios.15

Nestor Deppeler minimiza el efecto de los embargos al desprender deunos pocos expedientes sobre el partido de San Vicente—conclusiones sor-prendentes en tanto sostiene que en general se embargó, pero no se confis-caron, los bienes. Además, sostiene que muchos consiguieron recuperar altiempo sus tierras, y “se encontraron con sus ganados de tal manera aumenta-dos que recibieron en esa forma muchas fortunas”.16 En este marco, un trabajoreciente de Guillermo Banzato aborda el tema de los embargos para el partidobonaerense de Chascomús a partir de la información proporcionada por losremates de bienes de los unitarios, solicitudes de desembargo e informes deljuzgado de paz. A través de estas fuentes, Banzato logra medir de manera másajustada sus efectos. Este trabajo pone en evidencia la magnitud de los embar-gos en ese partido y constituye un valioso aporte que permite poner en cues-tión la caracterización de los embargados como “hacendados menores” en basea la reconstrucción de sus patrimonios. Sin embargo, el hecho de que los afec-tados recuperaron en buena medida sus propiedades relativiza el impacto delos embargos.17 De cualquier manera, el carácter microregional del estudiohace necesario extender el análisis al conjunto de la provincia de Buenos Aires.

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15. Carlos Heras, “Confiscaciones y embargos durante el gobierno de Rosas”,Humanidades 20 (1930): 585–607.

16. Nestor Deppeler, Los embargos en la época de Rosas (Buenos Aires: Ed. “LaFacultad,” 1936), 53.

17. Guillermo Banzato, “Las confiscaciones y embargos de Rosas en Chascomús,1840–1852” (ensayo presentado en las XVI Jornadas de Historia Económica, Quilmes,1998). En otro trabajo, “Poder local y poder central en los conflictos por la tierra enChascomús, 1780–1850” (Red de Estudios Rurales, Buenos Aires, 14 de abril 2000,mimeo.), aclara que los grandes propietarios locales estaban divididos: algunos eran rosistas(los Girado y Juan Nepomuceno Fernández), y otros apoyaban a los Libres del Sur(Gandara, Ferrari, Machado, Lastra, los Miguens, etc.). En esto coincide con Juan CarlosGaravaglia, que en un trabajo sobre Areco muestra que los ricos propietarios de ese partidose dividieron frente a la llegada de Lavalle, a la vez que los embargados eran en general“fuertes hacendados”, en su mayoría “recién llegados”, que adquirieron sus tierras despuésde 1810. Ver su “Escenas de la vida política en la campaña: San Antonio de Areco en unacrisis del rosismo (1839/1840)”, en Poder, conflicto y relaciones sociales: El Río de la Plata,XVIII–XIX (Rosario: Homo Sapiens, 1999), 157–88.

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En suma, a partir de una temprana percepción conflictiva de la relaciónentre Rosas y los sectores propietarios rurales, en tanto una definición de Rosascomo miembro de esa clase no lograba integrar en una explicación satisfactoriala política de embargos, la historiografía parece haber recorrido dos caminosparalelos. Por un lado, ha desaparecido el tema de los embargos en la expli-cación del rosismo, y por otro se ha construido un consenso historiográficoalrededor de la relación de Rosas y los sectores propietarios rurales. La solidezde este consenso ha opacado la posibilidad de advertir la magnitud de losembargos, y el peso de los conocimientos heredados ha operado como un las-tre en la consideración del tema.

Algunos estudios recientes permiten revisar el tema de los embargos a par-tir de una visión distinta sobre el mundo rural bonaerense de la primera mitaddel siglo XIX, así como sobre las características y evolución del régimenrosista. Hoy sabemos que los grandes estancieros eran bastante modestos en elmomento de la crisis revolucionaria. Sólo fueron fortaleciéndose lentamente, ycon dificultades, frente a procesos estatales prematuros, crisis políticas inter-mitentes y ante la presencia de diversas formas de acceder al uso de la tierra y eltrabajo que no les resultaban totalmente favorables.18 Así, el peso de ciertastradiciones con gran difusión en la campaña bonaerense llevó a algunos diri-gentes políticos a elaborar discursos y políticas que las reconocieran, paraconstruir un nuevo consenso que diera legitimidad y algo de estabilidad a losgobiernos postcoloniales.19 Algunos estudios plantearon que el discurso rosistaen parte estaba orientado a construir un consenso que incluyera las aspira-

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18. Tulio Halperin Donghi abrió algunas vías para repensar la relación de Rosas conlos grandes propietarios rurales al señalar, por ejemplo, la escasa definición de estos últimoscomo clase frente a un estado que en buena medida los ayudó a construirse como tal. Versu “Clase terrateniente y poder político en Buenos Aires (1820–1930)”, Cuadernos deHistoria Regional (Buenos Aires) 15 (1995). Sobre el mundo rural y su evolución, ver labibliografía citada en Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman, “Mucha tierra y poca gente:Un nuevo balance historiográfico de la historia rural platense (1750–1850)”, HistoriaAgraria (España) 15 (1998).

19. Un ejemplo en este sentido es Pedro Andrés García, uno de los principalesasesores en temas rurales de los primeros gobiernos posrevolucionarios, quien propuso unaserie de reformas que otorgaran derechos a los pequeños productores de origen colonialcomo una forma de conseguir algo de estabilidad política. Ver un análisis del caso en JorgeGelman, Un funcionario en busca del estado: Pedro Andrés García y la cuestión agrariabonaerense, 1810–1822 (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1997). Sobre lacontinuidad de ciertas prácticas de origen colonial en la campaña bonaerense, se puedeconsultar Raúl Fradkin, “Entre la ley y la práctica: La costumbre en la campaña bonaerensede la primer mitad del siglo XIX”, Anuario Instituto de Estudios Históricos Sociales 12 (1997).

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ciones de los pequeños propietarios rurales y otros sectores fuera de los másprivilegiados.20 De la misma manera, la construcción del aparato estatal en lacampaña debía reposar en el mundo de los vecinos de cada partido, constituidopor pequeños y medianos productores, pulperos y otros, y por lo tanto con-templar ese universo de intereses diversos.21

Por otra parte, se ha discutido también la construcción historiográfica delrosismo como un bloque siempre igual a sí mismo, lo que obturaba la resolu-ción de las contradicciones señaladas anteriormente. En este sentido, TulioHalperin Donghi ha abierto líneas sugerentes que indican la necesidad deprestar más atención a la dinámica de la política rosista, que va modificando surelación con los sectores privilegiados del régimen y termina colocando lapolítica facciosa por encima de esos intereses como modo de resolución de lacoyuntura crítica.22

De esta manera, seria útil una reconstrucción del universo de los embar-gados y de sus bienes que sea más ajustada a las fuentes y que abarque el con-junto de la campaña de Buenos Aires. Tal reconstrucción nos permite medir losefectos inmediatos del embargo en la economía provincial y las finanzasestatales y, a la vez, reconsiderar la relación entablada entre Rosas y los sectorespropietarios de la campaña, en especial con los más ricos—quienes, como ve-remos, formaban una parte destacada de los afectados.

El decreto de embargo que inaugura la oleada de confiscaciones que aquí

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20. Por ejemplo, Ricardo Salvatore, “Fiestas federales: Representaciones de laRepública en el Buenos Aires rosista”, Entrepasados 11 (1996); o también el análisis másgeneral sobre el discurso del rosismo por Jorge Myers, Orden y virtud: El discurso republicanoen el régimen rosista (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1995).

21. Varios trabajos sobre la justicia y los juzgados de paz rurales en la primera mitaddel siglo XIX coinciden en el sentido señalado. Ver, por ejemplo, los trabajos de RaúlFradkin, Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman en el número especial sobre “Justice etSocietés Rurales,” Études Rurales 149–50 (1999).

22. En Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino (1791–1850) (Buenos Aires:Ed. Belgrano, 1982), Tulio Halperin señalaba el cambio en las relaciones de Rosas y lossectores privilegiados del régimen a partir de la coyuntura crítica de 1838– 40. Por otraparte, en su “Clase terrateniente”, insistiendo con la idea del estado más fuerte y distinto delos terratenientes, señala que los embargos, junto a las ejecuciones de esos años,fortalecieron a los agentes del estado en la campaña, que ahora eran temidos por los sintierra como por los propietarios. Sobre la evolución de las formas de representaciónpolítica durante el período se puede consultar diversos trabajos, como el de José CarlosChiaramonte, “Ciudadanía, soberanía y representación en la génesis del estado argentino(c. 1810–1852)”; o el de Marcela Ternavasio, “Hacia un régimen de unanimidad: Política yelecciones en Buenos Aires, 1828–1850”, ambos en Ciudadanía política y formación de lasnaciones: Perspectivas históricas de América Latina, coord. Hilda Sabato (México: FCE, 1999).

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estudiaremos se declaró el 16 de septiembre, 1840. Dicho decreto, firmado porFelipe Arana como gobernador delegado, dice que hace responsable a “losbienes muebles e inmuebles, derechos y acciones de cualquier clase que sea enla ciudad y campaña pertenecientes a los traidores salvajes unitarios”, los cualesse dirigirán “a la reparación de los quebrantos causados en las fortunas de losfieles federales por las hordas del desnaturalizado traidor Juan Lavalle” y parapremiar al “ejército de línea y milicia y demás valientes defensores de la liber-tad”.23 El enfrentamiento con los unitarios, sean esos ricos propietarios o no,había llegado hasta un punto de no retorno. Como explica Rosas al día si-guiente en una carta al juez de paz de Ensenada, “[Y]a no es tiempo de tenerindulgencia ni bondades con ellos, pues son autores de la guerra salvaje quehan provocado, y es necesario que sufran y sientan sus estragos. Que con susbienes han de pagar a los federales los perjuicios sin ejemplo que les han cau-sado, y que en consecuencia a todos los salvajes unitarios que halle en el par-tido a su cargo los mande a la cárcel pública de la ciudad”.24

En realidad, ya antes del decreto de embargo la polarización política (yseguramente las necesidades fiscales y de premiar a los fieles federales) llevó algobierno a comenzar una actividad confiscatoria de los bienes de los enemigosunitarios.25 Apenas estallada la revolución de los Libres del Sur, se empezó a tomar medidas en este sentido. Así, por ejemplo, se ordenó que obtenganrecursos de las propiedades de los unitarios para aprovisionar a los tropas fe-derales.26 Otro tanto se nota cuando Narciso del Valle, un importante militarrosista, dijo al juez de paz de Tandil que procedara a “hacer tropa de ganado yasea novillo o vaca que sean gordas de la estancia de Dn Felix Alzaga [uno de loscabecillas de los Libres de Sur, luego embargado] en el Juncal, que ésta no pasede 300 cabezas, con prevención que cada 10 días debe Ud. mandar tropa hastaque le ordene algún cese, dando recibos de la cantidad de animales que [ilegi-ble] y remitiendo dicha tropa a este punto a entregarla al Juez de Paz de este

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23. Copia del decreto en Archivo General de la Nación, Buenos Aires (en adelanteAGN), VII, leg. 2069.

24. 17 sep. 1840, AGN, “Indice del Archivo del Depto. Gral. de Policía”, t. 2, Bs. As.,1860, p. 349.

25. Utilizamos el término “unitario” en el sentido que le daba Rosas, para identificar asus enemigos.

26. Por ejemplo, en una carta de Corvalán al juez de paz de Chascomús, de 13 nov.1839, dice que provea a las tropas con “reses, yerba, tabaco y papel” y “tanto las reses comolos referidos artículos los haga usted sacar de las estancias y casas de negocios de losunitarios, pero cuidando de dar recibo a los mayordomos, capataces o dependientes”.Citado en Juan B. Selva, El Grito de Dolores: Sus antecedentes y consecuencias (Buenos Aires:Ed. Tor, 1935), 175–76.

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pueblo, Dn José Reyes Peñalva”.27 Aunque todavía no se legitimó esto comouna confiscación, es bastante evidente que el terreno estaba abonado para eldecreto del 16 de septiembre y los embargos masivos que le sigieron.

Las fuentes

Las fuentes que utilizamos para reconstruir el universo de los afectados por losembargos de bienes de unitarios son variadas. No hemos podido localizar unsitio único donde la administración de Rosas haya reunido toda esa informa-ción, por lo cual hemos tenido que recurrir a fuentes diversas y parciales; sinembargo, tomadas de conjunto parecen abarcar a la mayoría de los embarga-dos. Por un lado, tenemos las solicitudes de desembargos—reunidas en varioslegajos en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires—que nos handado un listado inicial, aunque obviamente incompleto.28 Es de esperar queaquellos que se consideraban injustamente afectados solicitaran la devoluciónde sus bienes. Incluso, muchos buscaron exculparse de una acusación más fun-dada sobre su adhesión a los enemigos del régimen—o sino, al menos bus-caron la forma de ocultar la propiedad de sus bienes para así evitar el embargo.29

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 497

27. Museo “Los Libres del Sur”, Dolores, doc. 1116. Carta de Narciso del Valle aljuez de paz de Tandil, fechada en Dolores, 14 ene. 1840.

28. Se trata de varios legajos del AGN, sala X: 25.9.3., 17.3.2., 17.3.4., 17.3.6. y 17.4.3.29. Así se podía intentar cambiar a último momento el nombre del propietario,

argumentando que el bien en cuestión en realidad había ingresado a la familia vía dote de lamujer de reconocida familia federal, que la mayor parte de los bienes que se encontraban ental propiedad de un unitario en realidad provenían de una sociedad, por la cual un buenfederal había puesto a medias el ganado u otro bien que se solicitaba desembargar, y asímuchos otros argumentos, algunos probablemente ciertos y otros sin duda inventados ofraguados a último momento para tratar de evitar la ruina económica de la familia. Entremuchos ejemplos podemos citar el caso de Pedro Castelli, cabecilla de los Libres del Sur. El 1 de diciembre de 1839, unos días después de la derrota de los sublevados en la batalla deChascomús, Prudencio Rosas escribió un largo informe a su hermano, el gobernador. En elloindica los nombres de los principales líderes rebeldes, si se encontraban muertos, presos ohuidos y—preparando de alguna manera el proceso confiscatorio—los bienes de quedisponían. Castelli, que fue muerto, figuraba en el primer lugar de la lista. (Fue uno de loscasos de muerte violenta más emblemáticos del momento: su cabeza cortada permaneciólargo tiempo en una pica en la plaza de Dolores.) La carta indicó que tenía cuatro mil cabezasde vacunos en “su establecimiento del otro lado del Cerro de Paulino”. Por el otro ladohemos encontrado en el Archivo del Museo “Los Libres del Sur”, de Dolores, un documentomuy curioso: se trata de un acta de venta de la estancia de Pedro Castelli, llamada “Rincón dePaulino”, con fecha 22 de enero de 1839—es decir, casi un año antes del levantamiento y deldocumento de Prudencio Rosas, en que le atribuye la propiedad de dicha estancia (doc. 1107,en dicho archivo). Todo indica que se habia querido fraguar un acta de venta de la propiedad,con fecha anterior al alzamiento, para escapar al embargo.

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También sabemos que en fechas más tardías, cuando el régimen de Rosas sesintió fortalecido y parecía dispuesto a aceptar en su seno a antiguos disidentes,varios “unitarios” intentaron recuperar sus propiedades. Sin embargo, es evi-dente que no todos los embargados podrían buscar recuperar sus bienes, ya seapor ser demasiado violenta su enemistad con el gobernador o aún por encon-trarse la familia diezmada por la represión que siguió a la crisis de 1839– 40.

El segundo conjunto de fuentes que utilizamos son las actas de remate delos bienes muebles de los unitarios embargados.30 Estas nos permiten con-trastar con las anteriores y conocer otros nombres de personas afectadas, asícomo evaluar el impacto de las ventas de esos bienes, tanto para los afectadoscomo para las finanzas del estado.31 Finalmente, el tercer conjunto importantede información proviene de los archivos de los juzgados de paz de campaña.32

En estos en particular se encuentran los informes que regularmente enviabanlos jueces sobre el ganado obtenido de las estancias de los unitarios y mandado(según órdenes de Buenos Aires) a algún fuerte para abasto de la guarnición,para el negocio pacífico con los indios o para el uso de la misma ciudad.33 Aestos tres núcleos centrales de información para reconstruir el listado de losembargados, se suman fuentes diversas recogidas de esos mismos archivos y delos archivos municipales de Dolores y Chascomús, así como de la biblio-grafía.34 A su vez, para poder ubicar al universo de embargados en el contexto

498 HAHR / August / Gelman y Schroeder

30. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (de aquí en adelante AHPBA),Real Audiencia, cuerpo 3, legs. 11 y 12.

31. Se indica también allí quienes eran los compradores, lo que permitiría comprobar laveracidad de lo señalado por algunos enemigos de Rosas, de que esos remates estabanarreglados para que algunos amigos del régimen los pudieran adquirir a bajo costo. Así, porejemplo, lo señala Tomás de Iriarte en sus Memorias: Luchas de unitarios, federales y mazorquerosen el Río de la Plata, ed. Enrique de Gandía (Buenos Aires: Editores Argentinas, 1947). Explicaque los mismos estaban arreglados por la mazorca, y los federales eran los únicos postores:“¿[Q]ué unitario se habría ofrecido a hacer una postura razonable, cuando la mazorca se habíarepartido el botín fijando el maximum que debía ofrecerse? Lo habrían devorado” (217).

32. No indicamos la referencia ya que se trata de decenas de legajos de fácil ubicaciónen estos archivos.

33. Sobre el “negocio pacífico” se pueden consultar los trabajos de Silvia Ratto—porejemplo, su “Indios amigos e indios aliados: Orígenes del negocio pacífico en la prov. deBuenos Aires”, Cuadernos del Instituto Ravignani 5 (1994).

34. Dada esa diversidad de fuentes, hay a veces información sobre personas del mismonombre, en un mismo partido o varios partidos, y no siempre es fácil determinar si se tratadel mismo individuo o de varios que comparten un nombre. Cuando es el mismo nombre yel mismo partido lo hemos unificado, suponiendo que es una sola persona. Pero elproblema es más complicado cuando aparece el mismo nombre en varios partidos. Enalgunos casos no podemos definir con certeza si se trata de la misma persona, y en esascircunstancias optamos por considerarlos como personas distintas. Por lo tanto es posible

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Gráfico 1. La campaña de Buenos Aires hacia 1839. Elaboración propia basado en

“Planos de la nueva linea de la frontera sobre la pampa”. Litográfica de Alberto Larsch.

Buenos Aires, 1877.

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 499

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general de la provincia, utilizamos un censo económico muy completo y de altacalidad para el año 1839, realizado en función del pago de la ContribuciónDirecta, un impuesto proporcional sobre las propiedades y el capital.35

Los “salvajes unitarios” y sus bienes embargados

Lo primero que nuestra información muestra de manera contundente es lamagnitud de los embargos en la campaña: 683 personas (en realidad, familias)afectadas por los embargos. Si comparamos esta cifra con los 5,657 “capitalis-tas” enumerados en la campaña en el censo para la Contribución Directa de1839 (CD en adelante), observamos que los embargados representan el 12 porciento. En realidad, no todos los que aparecen en nuestra lista de embargadoslos pudimos ubicar en la lista de la CD. Sólo 397 de los embargados figuran enla lista de contribuyentes: es decir, el 58.1 por ciento de los embargados (y el 7por ciento de los contribuyentes censados). Sin embargo, es muy probable queen la lista de embargos—constituida con información posterior al levan-tamiento de los Libres del Sur y a la invasión de Lavalle en 1840—figurennombres de personas distintas a los titulares de las familias en el momento deconfeccionarse la de CD de 1839, antes de estos dramáticos sucesos que desen-cadenaron justamente la ola de embargos. Por lo tanto, es muy probable que enalgún punto intermedio entre las dos posibilidades, encontremos que cerca de10 por ciento de los propietarios de la campaña de Buenos Aires hubieran sidoafectados por los embargos. De todas maneras, y aún en el caso de la cifra más

500 HAHR / August / Gelman y Schroeder

que nuestra lista esté algo inflada en cantidad de gente embargada. De todos modos estosucede en sólo 11 casos sobre un total de 683 nombres de nuestras listas. Por el otro lado,era menos arriesgado decidir que alguien tan conocido como Juan Ramón Ezeiza, queaparece como embargado en Lobería y Mar Chiquita, era el mismo que figuraba comoembargado en Chascomús. En estos casos, que son pocos, hemos realizado la unificación dela información cuando estamos analizando el peso económico de los que sufrieron elembargo. Pero en otras ocasiones mantenemos la información separada cuando lo quequeremos saber es el peso que tienen los embargos en cada partido o región. En este casonecesitamos saber que en Lobería hay una propiedad de ese Ezeiza que fue embargada ytambién en los otros partidos en los que tenía bienes.

35. Ver el trabajo de Jorge Gelman y Daniel Santilli, “La campaña de Buenos Aires en1839: Un análisis desde la Contribución Directa” (lectura dado en las XVII Jornadas deHistoria Económica, Tucumán, septiembre 2000). Agradecemos especialmente a variosamigos que conocen a fondo las historias de algunos partidos de la campaña y que nos hanbrindado información sobre los propietarios embargados en los mismos: Mariana Canedo(sobre San Nicolás), Valeria Ciliberto (San José de Flores), Andrea Dupuy (Pergamino) yAlejandra Mascioli (Dolores).

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baja que consideremos, la proporción es enorme: al menos 1 de cada 14, y hasta1 de cada 8.3, familias propietarias fueron embargadas por el estado como con-secuencia de la crisis y la feroz lucha que estalló en esos años.

Si la defensa del carácter inviolable de la propiedad privada había sido unobjetivo perseguido por Rosas y los estancieros más importantes, aquí la mismaaparecía radicalmente cuestionada. La polarización política que el gobernadorhabía usado como herramienta para consolidar el orden propietario llegó a unpunto en que entró en contradicción con este objetivo. La lucha sin cuartelentre los bandos enemigos llevó a Rosas a utilizar la pena de muerte con fre-cuencia y a recurrir al embargo y a la confiscación de bienes ajenos, que sepodían manipular a favor de los partidarios políticos y del estado.

Si observamos la distribución regional de los embargos, aparecen elemen-tos muy interesantes sobre la difusión del descontento frente a Rosas y tambiénsobre la capacidad del régimen para extender su control político en la campaña.El gráfico 2 y el cuadro 1 muestran que, si bien hubo embargos en casi todos losrincones de la campaña, la distribución fue bastante desigual. Encabezando elgrupo de los más afectados se encuentran, sin mayores sorpresas, los partidos deMonsalvo y Dolores, el núcleo del levantamiento de los Libres del Sur a finalesde 1839. También bastante esperado es el efecto de los embargos en algunospartidos del norte de la campaña, que no tuvieron intervención en los Librespero que parecen haber acogido con cierto beneplácito y ayudado la entrada deLavalle en 1840.36 Entre todos los partidos, se destacan los de San Antonio deAreco y Exaltación de la Cruz en el noroeste y San Pedro y San Nicolás en elnorte de la campaña.37 Otros casos destacados son Quilmes en las cercanías yNavarro en el oeste, así como Chascomús y Fuerte Independencia (Tandil)—estos dos últimos implicados también directamente en los Libres del Sur.38

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 501

36. Adolfo Saldías, en su Historia de la Confederación, cita el relato de Pedro Lacasa,que acompañó a Lavalle en esta invasión y que señaló que Lavalle recogió simpatías en SanPedro, Arrecifes y Areco, pero que esta buena recepción se terminó cuando llegaron a laaltura del río Luján (2:178).

37. El efecto de la crisis de esos años en Areco fue estudiado con detalle porGaravaglia, “Escenas de la vida política”.

38. Recordemos la impresión que dejo William Mac Cann de su paso en 1847 por lospartidos que habían participado en los Libres del Sur, como Chascomús. De estos dice,“[T]uvo en otro tiempo hasta 4.000 habitantes, pero al presente se halla en estado ruinosopor haber sido en 1839 el teatro de una revolución contra el general Rosas. Desde entoncesha sufrido mucho; todos cuantos resultaron comprometidos, viéronse obligados a huir,dejando sus bienes confiscados”. William Mac Cann, Viaje a caballo por las provinciasargentinas (Buenos Aires: Hyspamérica, 1985), 56.

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502 HAHR / August / Gelman y Schroeder

Cuadro 1. Totalidad de “capitalistas” y embargados

Zona y partido Capitalistas Embargados %

CercaníasConchas 37 2 5.4Matanza 141 8 5.7Morón 142 9 6.3Quilmes 327 37 11.3San Fernando 90 3 3.3San Isidro 166 14 8.4San José de Flores 273 17 6.2

Total Cercanías 1,176 90 7.7Factorías

Bahia Blanca 8 0 0.0Patagones 72 2 2.8

Total Factorías 80 2 2.5Norte

Arrecifes 101 20 19.8Baradero 101 16 15.8Fuerte Federación 3 0 0.0Pergamino 96 14 14.6Rojas 25 3 12.0Salto 47 4 8.5San Nicolás 172 26 15.1San Pedro 74 34 45.9

Total Norte 619 117 18.9Oeste

Exaltación de la Cruz 221 38 17.2Fortín de Areco 59 9 15.3Guardia de Luján 306 15 4.9Pilar 195 0 0.0San Andrés de Giles 122 14 11.5San Antonio de Areco 81 45 55.6Villa de Luján 215 27 12.6

Total Oeste 1,199 148 12.3Sur I

Cañuelas 125 3 2.4Chascomús 283 32 11.3Ensenada 87 14 16.1Lobos 225 10 4.4Magdalena 204 25 12.3Monte 137 5 3.6Navarro 228 28 12.3Ranchos 126 1 0.8San Vicente 295 15 5.1

Total Sur I 1,710 133 7.8

Page 17: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

En el extremo opuesto, tenemos una serie de partidos donde práctica-mente no se sintieron los efectos de los embargos. Estos principalmente seubicaron en algunos lugares marginales y con fuerte presencia militar estatal,como Fuerte Federación, Bahia Blanca, Patagones, Rojas o Salto. De la mismamanera, tenemos a Azul, un rincón de la frontera muy especial por la presen-cia de un destacamento militar al mando de Prudencio Rosas, hermano delgobernador y principal represor de los Libres del Sur, a la vez que un partidodonde se consolidó una experiencia bastante inédita de repartos de tierra a lospobladores.39 Luego tenemos en este grupo de partidos poco afectados por losembargos a varios de las cercanías de la ciudad (quizás algunos de los dueñosde propiedad embargada en estas zonas no aparecen en las fuentes estudiadasporque fueron residentes de la ciudad misma de Buenos Aires, como puedeser el caso de San José de Flores, San Isidro, San Fernando o Conchas). Final-mente, tenemos a otros partidos del cercano noroeste (como Pilar) y sobretodo del sur-sudoeste (como Monte, Ranchos, Cañuelas o Lobos), donde te-nemos un número realmente muy bajo de embargados. Este dato parece refle-jar que esos partidos fueron firmes defensores de Rosas y de su régimen, o almenos que el control político ejercido sobre su población era más eficaz.Tampoco parece casualidad si en dos de ellos, Monte y Cañuelas, Rosastenía a su vez propiedades considerables y un control político muy firme de la mano de algunos de sus más fieles seguidores. Un ejemplo es el caso deVicente González, el “Carancho del Monte”, jefe de la guarnición de ese partido y antiguo juez de paz y fiel aliado de Rosas, quien jugó un papel claveen la represión de los Libres de Sur. Otro caso es el de Lobos, partido contro-lado por una densa red de relaciones establecida alrededor de la familia

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 503

39. Ver el trabajo de María Elena Infesta, “Propiedad rural en la frontera: Azul,1839”, en Enrique M. Barba, in memoriam: Estudios de historia (Buenos Aires: AcademiaNacional de la Historia, 1994).

Cuadro 1. (continuado)

Sur IIAzul 213 14 6.6Dolores 205 60 29.3Fuerte Independencia 193 28 14.5Monsalvo 262 80 30.5

Total Sur II 873 182 20.8Sin datos 11

Total 5,657 683 12.1

Page 18: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

Gráfico 2. Cantidad de embargados por partido

504 HAHR / August / Gelman y Schroeder

0 10 20 30 40 50 60 70 80

Conchas

Matanza

Morón

Quilmes

San Fernando

San Isidro

San José de Flores

Bahía Blanca

Patagones

Sin Datos

Arrecifes

Baradero

Fuerte Federación

Pergamino

Rojas

Salto

San Nicolás

San Pedro

Exaltación de la Cruz

Fortín de Areco

Guardia de Luján

Pilar

San Andrés de Giles

San Antonio de Areco

Villa de Luján

Cañuelas

Chascomús

Ensenada

Lobos

Magdalena

Monte

Navarro

Ranchos

San Vicente

Azul

Dolores

Fuerte de la Independencia

Monsalvo

Page 19: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

Urquiola, a su vez estrechamente ligada a Rosas (aún por lazos familiares y decompadrazgo).40

Otra cuestión central que permiten considerar nuestras fuentes es ¿quiéneseran los unitarios?—no solamente sus nombres y apellidos y el lugar dondetenían sus propiedades, sino ¿donde se ubicaron en la escala social de la cam-paña de acuerdo con los datos de la CD? ¿Eran más bien pobres, medianos oricos propietarios? Obviamente, con la amplitud que tuvieron los embargos, eslógico que encontremos la presencia de sectores muy diversos entre los afecta-dos. Sin embargo, como vamos a ver, parecen predominar algunos sectores.

Lo primer que podemos decir es que los bienes comprometidos por losembargos de unitarios representan el 20.3 por ciento del total de capitales cen-sados en 1839 para la campaña. Y esto es sólo un mínimo, ya que estamos con-siderando solamente a los 397 embargados que figuran en nuestro listado deCD (sobre un total de 683 embargados). Entonces si tenemos que sólo 7 porciento de los contribuyentes figuran en la lista de embargados, pero su capitalrepresenta un 20.3 por ciento de los capitales censados, es bastante evidenteque los afectados se encontraban mayormente entre los más ricos de la cam-paña.

El peso de los grandes propietarios entre los embargados se manifiesta encasi toda la campaña, aunque de nuevo notamos algunas diferencias entre lasdistintas regiones. En algunos de los partidos de alta tasa de embargados, eramás alta aún la participación relativa de los capitales comprometidos (vercuadro 3 y gráfico 3). Así, por ejemplo, en Areco, donde casi el 25 por ciento delos propietarios censados en 1839 fueron embargados, sus capitales representa-ban más del 44 por ciento del total del partido. El drama de este partido, enespecial de varios de sus vecinos más acaudalados, es notable. Algo similarsucedió en partidos que ya conocemos como afectados de manera destacadapor la cantidad de embargados, como Monsalvo y Dolores en el nuevo sur o

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 505

40. Ver el excelente estudio de José Mateo, Población, parentesco y red social en lafrontera: Lobos en el siglo XIX (Buenos Aires: GIHRR/Universidad Nacional de Mar delPlata, 2001).

Cuadro 2. Embargados que figuran en la lista de la Contribución Directa

Embargados Giro Ganado Otros bienes Fábrica Total

Capital y capitalistas embargados 397 614,500 15,724,175 7,192,372 31,500 23,562,547

% de total anotado en la CD 7.0 15.7 22.2 17.6 6.4 20.3

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Page 22: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

508 HAHR / August / Gelman y Schroeder

San Pedro y Exaltación en el norte y oeste respectivamente. Sin embargo,aparecen algunos casos más sorprendentes: partidos donde la cantidad deembargados no era tan significativa y alcanzaron porcentajes muy altos del ca-pital total embargado, esto a causa del peso de unos pocos, pero muy fuertes,capitalistas embargados. Así tenemos, por ejemplo, a Arrecifes y Baradero, quecon unos pocos embargados llegaron a más del 42 por ciento del capital del par-tido embargado en la primera y a más del 34 por ciento en la segunda. En laprimera se encontraban 3 de los 50 embargados más ricos de nuestra lista:Joaquín de Achaval, Miguel Gerónimo Molina y Marcelino López; en lasegunda, otros dos: Vicente Castex y Patricio Linch. En el caso de Magdalena,donde los embargados no llegan al 10 por ciento de los censados en 1839, ellosposeen casi el 34 por ciento del capital total del partido. No es casual que entrelos embargados de este partido se encontraba el cuarto más rico de nuestras lis-tas, el conocido Felipe Piñeiro. Aún más espectaculares son los curiosos casosde Salto y Rojas, dos partidos bastante marginales de la campaña: en Salto hayun solo embargado que a su vez figura en el padrón de CD de 1839 (en totalfueron cuatro los embargados, pero sólo uno de ellos era contribuyente). Peroese único embargado reunía el 21.5 por ciento de todo el capital declarado enel partido. Este personaje no era otro que el ex socio del gobernador, ahora“salvaje unitario”, Luis Dorrego, hermano del fallecido gobernador federalManuel Dorrego. En Rojas, los solo tres embargados reunieron más del 67 porciento del capital del partido (uno de ellos fue el antedicho Luis Dorrego y elotro, Juan Cano, el más rico del partido). La distribución desigual de la riquezaalcanza ribetes extremos en estos dos partidos, y el embargo de esos poquitosricos tenía un impacto tremendo.

De hecho, la lista de embargados incluye a muchos de los propietarios másimportantes y de más larga estirpe de la región (cuadro 4). Esta lista de los 50embargados más grandes por sus capitales reune nombres bastante fáciles dereconocer; sus apellidos se identifican con las familias más prominentes y ricasdel siglo XIX argentino: Piñeiro, Alzaga, Ramos Mejía, Diaz Velez, Ezeiza,Saenz Valiente, Miguens, Otamendi, de la Serna, Arroyo, Castex, Lastra, etc.Claro que también faltan algunas de las familias más ricas de la campaña de laépoca, empezando por la más rica de todas, los Anchorena, los Rosas o JuanNepomuceno Terrero (también ex socio de Rosas), pero no faltan tantos más de los propietarios más acaudalados de la campaña entre los embargados.Curiosamente, entre los ricos no embargados son frecuentes algunos de losconocidos inmigrantes anglosajones de la época—Miller, Atkinson, Plowes,Harrat o Sheridan—que parecen haber gozado de la protección que sus con-sulados consiguieron de Rosas.

Page 23: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 509

Gráfico 3. Porcentaje de contribuyentes y capitales embargados

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San Fernando

San Isidro

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San Andrés de Giles

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Tenemos también unos pocos casos en que sucede otra cosa distinta. Asíen San Isidro o Fortín de Areco, donde los embargados son en promedio ape-nas menos acaudalados que sus vecinos no embargados. Pero estos parecenmás bien casos raros. Como acabamos de ver, aunque los embargos afectaron atodos los tipos de propietarios posibles, incluyeron en una proporción bastantemás significativa a los más ricos.

Si organizamos la información de otra manera y distribuimos las frecuen-cias de los embargados cuyos capitales conocemos según el monto de esos caudales, notamos fácilmente la mayor representatividad de los más ricos(cuadro 5).

Si entre los contribuyentes de 1839 con menos de 10,000 pesos fueronembargados el 3.4 por ciento, y el 5.3 por ciento para la franja que le sigue(10–20,000 pesos), el porcentaje llega a 11.7 de aquellos que tenían 20–100,000 pesos. Pero entre los más ricos, aquellos que poseían más de 100,000pesos, fueron embargados casi el 38 por ciento. En otras palabras, 1 de cada 2.6de los más ricos propietarios rurales fue afectado por los embargos, proporción

512 HAHR / August / Gelman y Schroeder

Cuadro 5. Frecuencias sobre capital total y capital en ganado de cada capitalista

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Total 289 100.0 15,724,175 100.0

Nota: En este caso de capital total la cifra total de “capitalistas” es 362 porque hemosunificado los 35 casos en que se trata de la misma persona con bienes en distintos partidos.Ver explicación en el texto. En el caso del ganado la cifra es menor porque no todos loscapitalistas lo poseían. Las dos últimas columnas representan el porcentaje, para cadafrecuencia, de embargados y sus capitales en relación a los totales de CD.

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mucho más alta que en las categorías más humildes. Si consideramos el capitalen ganado de los embargados, la proporción de los más ricos es aún mayor: casiel 47 por ciento de los contribuyentes con más de 100,000 pesos en ganado fueafectado por los embargos.

Cualquiera sea el punto de mira, la conclusión es la misma y muy contun-dente: Rosas enfrentó, con los embargos, a una parte decisiva de los grandespropietarios de la campaña. Sus enemigos políticos, si nos atenemos a estosdatos, se encontraban principalmente entre las clases pudientes de la campaña(y de la ciudad) y sólo una parte de entre ellas se mantuvo en estos años difícilesal lado del gobernador o al menos logró que la ira del Restaurador no la afec-tara.

Antes de concluir este análisis, podemos intentar evaluar el ganado impli-cado por los embargos, lo que resulta importante, ya que fue uno de los sec-tores más afectados. En algunos casos, los propietarios embargados lograronrecuperar la tierra a través de desembargos en la propia época de Rosas o sobretodo luego de su caída, pero el ganado de las estancias unitarias fue rápida-mente utilizado, como ya señalamos, para diversas necesidades del estado rosista,y probablemente en provecho personal de algunos jerarcas. En el cuadro 6indicamos el cálculo del ganado embargado, utilizando los mismos criteriosaplicados en el análisis de la información de la CD de 1839.41 Así llegamos,como se ve, a un total aproximado de casi 700,000 vacunos en manos de losembargados, y más de 120,000 equinos y 410,000 ovinos. Recordamos quealgunos trabajos evaluaban en cerca de 1,000,000 las cabezas de vacunos expro-piados, lo que inicialmente parecía exagerado.42 Aquí vemos que no estaba tanlejos de la realidad. Claro que no nos consta que la totalidad de este ganadohaya sido liquidado por la administración rosista, pero seguramente la mayorparte sí. Otro aspecto interesante de estas cifras de ganado afectado por losembargos es la importancia de las zonas norte y extremo sur (sur II), donde elpeso del vacuno era mucho mayor, en comparación con las zonas menos afec-tadas por los embargos—como cercanías o varias zonas del oeste y sur cercano(sur I)—donde el ovino tenía una presencia más destacada.

En todo caso, si tenemos en cuenta que el stock vacuno de la época podía

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 513

41. Básicamente convertimos los valores globales de capital en ganado de nuestrasfuentes en cabezas de vacunos, equinos y ovinos, utilizando las proporciones decomposición del stock según se obtuvieron de los inventarios de las explotaciones en lasdiversas zonas de la campaña y los precios de los distintos ganados, que tambiénconocemos. Ver la explicación en detalle en Gelman y Santilli, “La campaña”.

42. Esta es la cifra que da, sin mayor fundamento, Carlos Heras en “Confiscaciones yembargos”.

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ser de 3 a 5 millones de cabezas, y el ovino de 2.5 a 4 millones, notamos denuevo la importancia de los embargos y la posibilidad del estado y de algunosparticulares de obtener provecho de estos bienes. En cuanto al estado, ya hasido señalado el efecto benéfico de este ganado en sus gastos: mientras queentre 1837 y 1839 el gobierno dedica el 6.68 por ciento de todas sus eroga-ciones corrientes a la compra de animales, en 1840 este porcentaje cayo hasta el1.62 por ciento.43 En cuanto a los particulares, aunque no sabemos el origen dealgunas fortunas “imprevistas”, parece bastante evidente que los bienes de uni-tarios pueden haber contribuido a forjar, o al menos consolidar, las de algunos

514 HAHR / August / Gelman y Schroeder

43. Este dato en Halperin, Guerra y finanzas, 225. La baja del porcentaje reflejatambién una caída en los valores absolutos que el estado destinó a la compra de ganado,pese a sus necesidades crecientes. Así, en 1837– 40 gastó un promedio anual de 71,000pesos metálicos y en 1841– 44 unos 24,000 pesos anuales, que todavía bajaron hasta 7,700pesos anuales entre 1845 y 1848. Recién aumentaron esos gastos en los años finales de ladécada. Ibíd., cuadro X.

Cuadro 6. Ganado de contribuyentes embargados

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Total 681,526 127,155 411,047

Nota: Consideramos que Factorías poseía sólo vacunos porque no poseemos datos deproporciones de tipo de ganado.

Page 29: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

fieles federales.44 El mismo Rosas, que poseía alrededor de 50,000 vacunos ensus estancias a finales de los 1830 o inicios de los 1840, llegó a tener en 1845más de 150,000. Es verdad que, además del multiplico de sus ganados anterio-res, puede haber comprado el resto. Pero al menos permítasenos suponer quesi los compró, obtuvo precios “razonables” gracias a la oferta del ganado incau-tado por el estado. También en esos años el gobernador expandió mucho suspropiedades al exterior del Salado, y curiosamente encontramos que una granestancia aledaña a una suya, que en 1830 todavía figuraba como propiedad desu amigo Maza (el presidente de la legislatura muerto en 1839, al igual que suhijo Ramón, fusilado, acusado de ser cómplice de los complotados unitarios),ahora era incluida en la de Rosas.45

Conclusiones

Hay algunas cuestiones sobre los embargos de unitarios que nuestras fuentesno nos permiten dilucidar. Por ejemplo, ¿hasta qué punto afectaron las posibi-lidades de reproducción a mediano y largo plazo de las familias implicadas?Varias consiguieron la restitución de sus bienes inmuebles después, e inclusoantes, de la caída de Rosas, y algunos autores, como ya vimos, han llegado aseñalar que estas familias hicieron un buen negocio al encontrarse de repentecon sus ganados enormemente aumentados por su reproducción durante el

Juan Manuel de Rosas contra los estancieros 515

44. Los posibles grandes beneficiarios se cuidaron mucho de no aparecerpúblicamente aprovechando esas riquezas ahora en manos del estado y administradas porlos jueces de paz. Por ejemplo, Saldías, en su Historia de la Confederación, narra el caso deNicolás Anchorena, quien en una carta rechaza aprovecharse del ganado expropiado deunitarios y agrega, “no debemos presentar ocasión a los maledicientes” (2:186). En cambio,algunos servidores más necesitados no dudaron en reclamar, o al menos aceptar, gustosos,su parte del botín. El juez de paz de Lobería (ex cuarta sección de Monsalvo), RamónGalíndez, escribe a Rosas el 7 de mayo de 1840, diciendo que Juan José Sepeda, Pedro(Fisero?) y Juan Pedro Carabajal se presentaron pidiendo indulto (de haber participado conlos insurrectos del sur). A cambio de ello traían consigo la cabeza del “facineroso JoséIgnacio Farías”. El 13 de mayo de 1840, el edecán de Rosas contestó que se les concede elindulto y, además, 50 cabezas vacunas a cada uno como premio y aclaró, “[L]as 150 cabezaslas sacarán de una de las estancias de los salvajes unitarios que han fugado”. AGN, VII,2241, fojas 127 y 128. En otro ejemplo, el juez de paz de San Nicolás se queja, en carta del10 de marzo de 1841, de “algunos señores oficiales que toman algunas especies de lasestancias de los salvajes unitarios, para servicio particular”, AGN, X, 21.7.1.

45. La información sobre las estancias de Rosas es de Jorge Gelman, “Las condicionesdel crecimiento estanciero en el Buenos Aires de la primer mitad del siglo XIX”, enExpansión capitalista y transformaciones regionales, comp. Jorge Gelman, Juan CarlosGaravaglia y Blanca Zeberio (Buenos Aires: La Colmena/IEHS, 1999).

Page 30: Gelman - Juan Manuel de Rosas contra los unitarios. Los embargos.pdf

período del embargo.46 Otros trabajos recientes, más serios, han indicado queno se afectó la continuidad en el largo plazo de una buena parte de los embar-gados, una vez recuperada sus tierras.47 Pensamos que este es un tema querequiere todavía mayor investigación y análisis. Sin embargo, sabemos muybien que todavía en esta época el ganado era el principal capital de una empresaagraria.48 Entonces, aún cuando sea cierto que se recuperan las tierras en muchoscasos, eso no quita que el efecto del embargo para el funcionamiento de laempresa haya sido letal, debido a la más previsible liquidación del ganado quese encontraba en esas propiedades. De todos modos, esto no quita, por supuesto,que algunos de los embargados y luego desembargados hayan logrado a poste-riori rehacer importantes fortunas agrarias.

Después de haber analizado toda la información incluida en este trabajo,lo que no cabe duda es la magnitud del enfrentamiento de Rosas con una parteimportante de los propietarios de la campaña, y especialmente con los másricos. También se pone en evidencia la enorme importancia de los capitalesembargados. Como vimos, los embargos de unitarios afectaron a cerca del 10por ciento de los propietarios de la campaña y a más del 20 por ciento de loscapitales existentes. Esto último se explica sencillamente por el hecho de quelos embargos pesaron mas sobre los propietarios más ricos que sobre los máshumildes.

Rosas empezó su actividad pública en medio de la crisis que desembocó enla “anarquía” del 1820 y tomó las riendas de su primer gobierno en 1829cuando, alterado por la sucesión de gobiernos inestables y la creciente indisci-plina y agitación social, se planteaba la necesidad de garantizar el orden,restablecer la autoridad, asegurar el respeto a la propiedad privada que las yalargas guerras habían puesto en cuestión y promover la defensa de la “clasedecente” de la sociedad, tal como se definía a los sectores con mayor prestigiosocial, riqueza y educación. Y aunque para lograr estos objetivos se embanderabapolíticamente con el federalismo, tuvo mucho cuidado de no identificar a lossectores pudientes de Buenos Aires con los enemigos unitarios. Los unitariosno fueron los ricos para Rosas, sino aquellos que buscaron alterar las jerarquías

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46. Afirmación que nos parece bastante absurda, realizada por Nestor Deppeler, Losembargos.

47. Por ejemplo, Guillermo Banzato, “Las confiscaciones y embargos”.48. Como se ve en el análisis de la CD de 1839, el rubro ganados contaba por más del

60% del capital total de las propiedades rurales. Garavaglia alcanza cifras similares paratoda la primera mitad del siglo, a partir del análisis de inventarios de estancias. Ver su “Unsiglo de estancias en la campaña de Buenos Aires: 1751 a 1853”, Hispanic American HistoricalReview 79, no. 4 (1999): 703–34.

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que él consideró normales en la sociedad. Y en todo caso se cuidará de preser-var aún a las familias unitarias, pero “decentes” al fin, de los ataques de sushuestes federales.49

Cuando volvió a asumir el gobierno en 1835, su relación con los grandespropietarios parecía más sólida que nunca. Su labor reciente para expandir lafrontera y terminar con la amenaza indígena, añadido a su capacidad paraacallar las disputas internas, hacen inteligibles las expresiones de júbilo del“gremio de hacendados”, que el 4 de mayo, 1835, dijo, “[L]os infrascriptos delgremio de hacendados han formado el designio de tributar al Ilustre Restau-rador de las Leyes, el justo homenaje de su gratitud, por los eminentes servi-cios que acaba de prestar a la provincia en general y a los hacendados en par-ticular, ensanchando los límites territoriales de la primera y asegurando a lossegundos el goce pacífico de sus propiedades rurales”.50

Pero para conseguir los objetivos que lo empujaron a la actividad pública,Rosas impulsó una politización facciosa, con actitudes y discursos que ibanalineando, de un lado, la república federal con todas las virtudes (como elorden, el respeto a la autoridad, la religiosidad, el trabajo, etc.), y del otro ladolos “salvajes” unitarios con todos los defectos (inmundos, despreciables, impíos).Esta polarización y los avatares de los conflictos internos y externos del régi-men iban produciendo un desplazamiento de los ejes de su discurso y accionarpolítico y terminó produciendo, a finales de la década de los 1830, un fuerteenfrentamiento entre una buena parte de la “clase decente” y el régimen queantes había apoyado o al menos dejado hacer. Rosas respondió con acciones,como los embargos que analizamos aquí, de una envergadura inusitada (aménde la represión física, las muertes, la prisión de mucha gente).

De esta manera, el sistema político faccioso que había impulsado Rosaspara defender a los sectores pudientes y el orden propietario llevó, en unmomento, a resultados que no se condicen con aquellos objetivos. Rosas ter-minó arruinando a una buena parte de los mayores propietarios de la campañay convirtió a la propiedad privada en la presa preferida del combate político. Ladinámica que había espoleado el gobernador no se detiene ni siquiera ante la imagen de sus antiguos mejores aliados y amigos muertos o embargados.

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49. Es muy conocida la carta que escribió a Arana en 1833, donde le explica estafilosofía: “[C]reía conveniente acostumbrar la gente a mirar siempre con respeto a lasprimeras categorías del país aun cuando sus opiniones fuesen diferentes de las dominantes”(Ernesto H. Celesia, Rosas: Aportes para su historia [Buenos Aires: Ed. Goncourt, 1969],418).

50. Citado en Juan Carlos Nicolau, Rosas y García: La economía bonaerense, 1829–1835(Buenos Aires: Ed. Sadret, 1980), 197.

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Nombres como los de Luis Dorrego (embargado) o Maza (asesinado) son unclaro ejemplo de que se había pasado todo límite previsible. Hasta una her-mana del gobernador resultó afectada por los embargos.51

Si el discurso rosista había insistido cada vez más en que los elementos dedefinición del “buen federal” no pasaban por el status social sino por la adhe-sión a la causa y a sus elementos identificatorios (el orden, la religión, la fideli-dad, etc.), en la práctica este discurso parece ir cuajando con acciones concre-tas, como los embargos aquí comentados, que tenían un efecto demoledor sobrela sociedad.

Algunos ejemplos de los años que siguieron parecen confirmar esta cons-trucción de una identidad federal rosista, que encontró mejores seguidores yrepresentantes entre los propietarios más humildes de la campaña (obviamentetambién en sectores urbanos que aquí no tratamos) o en algunos fieles servi-dores del estado, más que en las tradicionales—y ricas—familias de BuenosAires. Un caso bastante bien conocido es el de José Manuel Saavedra. Estehabía sido mayordomo de la estancia “Tala” de Nicolás Anchorena, en el par-tido de Monsalvo, y a la vez fue un destacado defensor del régimen rosista en lacampaña. Desde esa posición fue reuniendo un capital que le permitió inde-pendizarse y constituir su estancia propia más modesta. Al producirse la suble-vación del sur y dividirse el partido de Monsalvo, Saavedra fue premiado porsus antecedentes, siendo designado juez de paz de uno de los partidos nuevos,Mar Chiquita. En calidad de tal, tuvo enfrentamientos muy fuertes con Nico-lás Anchorena y sus estancias, ya que una parte de las mismas quedó incluida enel partido que administró Saavedra. Este llegó hasta apresar a personal depen-diente del poderoso primo del gobernador. Según ha sido estudiado, Saavedra

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51. Se trata de Dominga Ortiz de Rosas, casada con Tristán Baldez. En el AGN,Museo Histórico Nacional, Leg. 21, doc. 2332, hay información interesante sobre elembargo que se le efectúa. El 28 de septiembre 1840, Baldez le escribió a Rosas diciendoque le embargaron su chacra en Quilmes, por una acusación falsa de unitario. Dominga leescribió a su hermano Juan Manuel, que no entiende el embargo, y que sólo tenían relacióncon su compadre Zelis, que también fue embargado y que no sabían que éste fuera unitario.Se quejó de que así “nos vemos sin la chacra el único recurso que nos ha quedado para viviry con tanto rigor que ni un cordero, ni aún la leche para mis hijos permiten que se traiga”.Explicó que sólo sobreviven gracias al auxilio de la madre (de Rosas) y pide el desembargo.En el doc. 2321 del mismo legajo figura la orden de desembargo del 25 de octubre 1840(un mes después del pedido), que Rosas envió al juez de paz de Quilmes, con copia a sumadre (para que se entere la hermana y su marido, pero no se dirige a ellos). El 28 deoctubre 1840, hubo carta de agradecimiento de Baldez a Rosas. Es evidente que Rosas no creía en la inocencia de su hermana y su cuñado, pero al fin accedió a sus ruegos(seguramente también los de su madre).

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y la gente que lo siguió, más bien pequeños y medianos propietarios rurales, sepensaron como los verdaderos federales, los “federales de servicio”, mientrasque los ricos sólo adhirieron a la causa por interés. Como lo llaman a Anchorena,sólo se trata de un “federal de bolsillo”. Es más, en una de las cartas que Saave-dra escribió a Buenos Aires para defender su causa, llegó a incluir en un mismogrupo al conjunto de los ricos estancieros, que no cumplen con las normasrurales aceptadas, como “parar rodeo”, cuando sus vecinos más humildes losolicitan para separar sus ganados mezclados.52

La pregunta obligada es, ¿cómo fue posible que un personaje de origenhumilde—que llegó a ser juez de paz de un partido de frontera no sólo en basea su defensa incondicional del régimen, sino seguramente también por surelación de dependencia original con un Anchorena—se atrevió a enfrentarseabiertamente con Nicolás Anchorena, el propietario más rico de la campaña, suantiguo patrón y además primo del gobernador?

Sólo se puede entender esta actitud en el marco de la politización impul-sada por Rosas y, en especial, por la rotunda confirmación de que el “ser fe-deral” no fue una cuestión de riqueza, sino de adhesión a la causa, como acababade demostrarlo implacablemente la ola de embargos masivos que afectó amucha gente “decente”.

Muy difícilmente Rosas estuviera satisfecho con las actitudes poco res-petuosas de las jerarquías sociales que se manifestaban de esta y otras maneras.Y cuando pudo, en la segunda mitad de los años cuarenta, intentó recomponerla relación resquebrajada con los sectores otrora más pudientes. Así avanzó enel proceso de desembargo, que parece incluir a bastante gente, incluso algunoscasos difíciles de comprender, por el grado de compromiso que habían tenidocon la oposición activa a Rosas a finales de los treinta. El ejemplo quizá másinsólito es el de la familia de Jacinto Machado. Este había sido un conocido

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52. Saavedra había intentado en julio de 1843 ir a la estancia de Anchorena pararetirar ganado de los “salvajes unitarios” y de “marcas desconocidas” (por lo tantopertenecientes al estado), así como ganado de los vecinos de Mar Chiquita, mezclado con elde Anchorena (carta del 18 jul. 1843, AGN, X, 21.4.3.). Así se desató el conflicto, que llevóa Saavedra a escribir al año siguiente al edecán de Rosas acusando a muchos estancierospoderosos que se niegan a parar rodeo cuando lo solicitaron sus vecinos más humildes,mientras que al revés, “a los pobres les piden con exigencia que les den rodeo y estos demás poder que debían dar ejemplo sólo dan rodeo a los amigos y compadres” (carta del 1ene. 1844, AGN, X, 21.4.3.). Aunque este caso amerita todavía una buena biografía, ya hasido analizado con inteligencia por Ricardo Salvatore en “Expresiones federales: Formaspolíticas del federalismo rosista”, en Caudillismos rioplatenses: Nuevas miradas a un viejoproblema, ed. Noemí Goldman y Ricardo D. Salvatore (Buenos Aires: Eudeba, 1998).

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propietario de Chascomús y participó como líder de la sublevación de losLibres del Sur. Luego de la batalla de Chascomús, fue fusilado, al igual que unode sus hijos, y por supuesto, sus bienes fueron embargados.53 Su hermana dejóun dramático relato de los momentos vividos al triunfar las huestes federales.54

Pero, al final, la viuda de Jacinto logró recuperar las tierras antes de la caída deRosas. Con todo, nos parece difícil suponer que esta actitud reconciliatoria deRosas haya podido modificar el ánimo de una familia que había sufrido de estamanera la pérdida de vidas humanas y también de lo que era la parte central desus establecimientos rurales, el ganado. Era seguramente demasiado tarde paraque el gobernador recuperara el respaldo unánime de aquellos sectores propie-tarios que le habían permitido, al inicio, erigirse en su representante.

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53. Ver algún detalle del caso en Banzato, “Las confiscaciones y embargos”.54. “Memoria de Carmen Machado de Deheza”, publicado como apéndice en Itta

Kurlat de Korin y Cristina Minutolo de Orsi, La Revolución del Sur, 1839: Actuación heroicade Chascomús-Dolores, con las memorias de Carmen Machado de Deheza (Buenos Aires:Chascomús, 1965).