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2 Deia Miércoles, 25 de marzo de 2015 Iritzia POR Javier Alonso L A Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha ratificado una sentencia de un juzgado bilbaino que estimaba una deman- da contra el Departamento de Salud y decla- raba el derecho de un paciente a recibir el medicamento exacto prescrito por su espe- cialista. Dicho paciente era una persona que padecía la enfermedad de Parkinson y que experimentó un agravamiento de sus sínto- mas a partir del momento en el que le fue reemplazado en la farmacia el medicamento de marca que tomaba por otro genérico. Así lo confirmaba la sentencia: “…precisaba el medicamento específico que tenía pres- crito…, sin que pudiera ser sustituido por el genérico por provocar su empeoramien- to…”. De nada sirvió la argumentación del Departamento de Salud que esgrimía que se trataba de un caso circunscrito a un centro y que no había ocurrido en otros hospitales. El tribunal reconocía, en este caso, el dere- cho a ser tratado con el medicamento origi- nal. Una resolución razonable si consideramos las variaciones interindividuales en la res- puesta a los fármacos que dicta la genética. El genérico no resultaba tan eficaz y había provocado un empeoramiento de la situa- ción clínica. Sin embargo, a pesar de su escasa trascendencia, considerando que se trataba de un caso aislado, la noticia tuvo una presencia preeminente en los medios de comunicación sanitarios y en la mayoría de los generales, en los que a los resúmenes, más o menos ponderados, de las agencias de noticias se añadían comunicados de asocia- ciones de pacientes que veían en el fallo judicial el reconocimiento definitivo a una reivindicación que llevaban años deman- dando. Un impulso mediático en el que algo habrán tenido que ver los gabinetes de comunica- ción de las grandes farmacéuticas, que apro- vecharon la circunstancia para intensificar su campaña contra su competencia barata tratando de demostrar que solo los suyos, los originales, curaban y estaban libres de efectos secundarios. ¿Qué hay de cierto en esa afirmación? O, como afirmaba la sentencia, ¿Son más espe- cíficos –eficaces y seguros– los medicamen- tos de marca que los genéricos? La respues- ta es fácil y no necesita ningún conocimien- to experto: no, por supuesto que no. Los medicamentos genéricos contienen la mis- ma dosis de principio activo –el que aporta los beneficios para la salud– que el original y han debido superar estrictos controles para demostrar su igualdad en eficacia y seguri- dad. El altísimo nivel de exigencia impuesto a las productoras de genéricos por las agencias gubernamentales de medicamentos es, a veces, mayor que el que se impone a las far- macéuticas tradicionales que, en su alocada carrera por copar el mercado (mejorar sus resultados) con sus productos, han hecho que en la farmacopea actual hasta uno de cada cinco nuevos medicamentos introduci- dos o bien no aporta los beneficios anuncia- dos o tiene unos efectos secundarios que superan los potenciales beneficios que apor- ta a la salud. Las diferencias individuales en la respuesta al tratamiento con medicamentos de marca y con genéricos no solo se explican por esa susceptibilidad genética individual. Una gran parte del, a veces, heterogéneo resulta- do se debe al efecto placebo. Casi coincidien- do con la sentencia, se publicaba un estudio científico que lo analizaba en los síntomas del párkinson. Los autores administraban a pacientes con la enfermedad dos inyeccio- nes de una sustancia carente de acción: solución salina, la segunda después de que el supuesto efecto de la primera hubiera desaparecido. A los pacientes se les explica- ba que el fármaco era el mismo pero que el costo del primero era de 100 dólares y el del segundo, 1.500. Una vez medido el efecto mediante exploración clínica y resonancia magnética, el resultado no sorprendió: en todos los casos había una respuesta positiva, pero el 28% de los que creyeron recibir el producto caro mejoraron frente al 13% de los que supusieron que recibían el barato. Una extraordinaria mejoría condicionada –o al menos inducida– por los cambios que las expectativas depositadas en el tratamiento producen a nivel psicológico o neurobiológi- co. Es el mismo efecto que hace que, en la infancia, las tiritas decoradas con un dibujo de Bob Esponja posean mayor efecto analgé- sico que otras sin marca, o que explica que terapias acientíficas como la homeopatía generen respuestas positivas en algunas personas adultas que padecen procesos leves. Si los datos que aporta este pequeño estudio se confirman con investigaciones más amplias, supondrá además un nuevo estí- mulo para la industria farmacéutica tradi- cional, que podrá añadir a sus argumentos desacreditativos la idea-fuerza de que cuan- Behatokia do un medicamento es caro, cura mejor. Una industria que, por un lado, se dedica a comprar las empresas productoras de gené- ricos que obtienen beneficios para vender sus productos y por otro no repara en arti- mañas para, utilizando su inmenso poder económico, descalificarlas y ahogar a su competencia. Su poder está extendiéndose hasta los organismos oficiales que velan por nuestros intereses en lo relacionado con los medicamentos. Así, el pasado mes, la Agen- cia Europea del Medicamento, en una ope- ración de investigación sin precedentes, anunció que suspendía temporalmente la comercialización de 700 genéricos fabrica- dos en India por problemas de diseño en los ensayos clínicos que se habían aportado para su autorización. No se trataba de que fueran perjudiciales para la salud o que resultaran ineficaces, en el futuro se podrían seguir consumiendo, su gravísimo error era que no habían explicado correcta- mente todos los pasos de los estudios que habían realizado. Probablemente se trate de una operación de venganza de la Big Pharma contra el país que representa su mayor amenaza, la fábri- ca de medicamentos para pobres que –a su juicio– además de sus reiterados incumpli- mientos de los acuerdos internacionales sobre patentes ahora también se ha mostra- do favorable a fabricar los fármacos estrella del momento, los de la hepatitis C, a un pre- cio mucho más cercano a su verdadero cos- te que el que ha marcado la multinacional que los ha desarrollado. Los medicamentos genéricos suponen una grave amenaza para la poderosa industria oficial de los medicamentos. La asfixiante presión que ejercía sobre los profesionales de la salud tratando de condicionar a su favor las decisiones terapéuticas se ha visto, afortunadamente, atenuada; ahora sus obje- tivos son otros: agencias reguladoras de medicamentos, medios de comunicación, asociaciones de pacientes, líderes de opi- nión médica… Una estrategia generadora de multitud de conflictos de intereses que tiene como único fin el de mejorar sus resultados financieros. La variabilidad genética –o epigenética–, el efecto placebo y los estímulos perversos pueden explicar los dispares resultados de los medicamentos genéricos en casos indivi- duales, pero unas pequeñas dosis de ciencia pueden contribuir a que la balanza –inclui- da la de la Justicia– se incline del lado de los medicamentos genéricos. * Médico Los genéricos son una grave amenaza para la poderosa industria farmacéutica, que plantea una estrategia generadora de multitud de conflictos de intereses con el fin único de mejorar sus resultados ¿Acabará la Justicia con los medicamentos genéricos? Una decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y una investigación de la Agencia Europea en India parecen incidir en la interesada polémica sobre su conveniencia, pero la ciencia no engaña

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  • 2 Deia Mircoles, 25 de marzo de 2015

    Iritzia

    POR

    Javier Alonso

    L A Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del Pas Vasco ha ratificado una sentencia de un juzgado bilbaino que estimaba una deman-da contra el Departamento de Salud y decla-raba el derecho de un paciente a recibir el medicamento exacto prescrito por su espe-cialista. Dicho paciente era una persona que padeca la enfermedad de Parkinson y que experiment un agravamiento de sus snto-mas a partir del momento en el que le fue reemplazado en la farmacia el medicamento de marca que tomaba por otro genrico. As lo confirmaba la sentencia: precisaba el medicamento especfico que tena pres-crito, sin que pudiera ser sustituido por el genrico por provocar su empeoramien-to. De nada sirvi la argumentacin del Departamento de Salud que esgrima que se trataba de un caso circunscrito a un centro y que no haba ocurrido en otros hospitales. El tribunal reconoca, en este caso, el dere-cho a ser tratado con el medicamento origi-nal. Una resolucin razonable si consideramos las variaciones interindividuales en la res-

    puesta a los frmacos que dicta la gentica. El genrico no resultaba tan eficaz y haba provocado un empeoramiento de la situa-cin clnica. Sin embargo, a pesar de su escasa trascendencia, considerando que se trataba de un caso aislado, la noticia tuvo una presencia preeminente en los medios de comunicacin sanitarios y en la mayora de los generales, en los que a los resmenes, ms o menos ponderados, de las agencias de noticias se aadan comunicados de asocia-ciones de pacientes que vean en el fallo judicial el reconocimiento definitivo a una reivindicacin que llevaban aos deman-dando. Un impulso meditico en el que algo habrn tenido que ver los gabinetes de comunica-cin de las grandes farmacuticas, que apro-vecharon la circunstancia para intensificar su campaa contra su competencia barata tratando de demostrar que solo los suyos, los originales, curaban y estaban libres de efectos secundarios. Qu hay de cierto en esa afirmacin? O, como afirmaba la sentencia, Son ms espe-cficos eficaces y seguros los medicamen-tos de marca que los genricos? La respues-ta es fcil y no necesita ningn conocimien-to experto: no, por supuesto que no. Los medicamentos genricos contienen la mis-ma dosis de principio activo el que aporta los beneficios para la salud que el original y han debido superar estrictos controles para demostrar su igualdad en eficacia y seguri-dad. El altsimo nivel de exigencia impuesto a las productoras de genricos por las agencias gubernamentales de medicamentos es, a veces, mayor que el que se impone a las far-macuticas tradicionales que, en su alocada carrera por copar el mercado (mejorar sus resultados) con sus productos, han hecho que en la farmacopea actual hasta uno de cada cinco nuevos medicamentos introduci-dos o bien no aporta los beneficios anuncia-dos o tiene unos efectos secundarios que superan los potenciales beneficios que apor-ta a la salud. Las diferencias individuales en la respuesta al tratamiento con medicamentos de marca y con genricos no solo se explican por esa susceptibilidad gentica individual. Una gran parte del, a veces, heterogneo resulta-do se debe al efecto placebo. Casi coincidien-do con la sentencia, se publicaba un estudio cientfico que lo analizaba en los sntomas del prkinson. Los autores administraban a pacientes con la enfermedad dos inyeccio-nes de una sustancia carente de accin: solucin salina, la segunda despus de que

    el supuesto efecto de la primera hubiera desaparecido. A los pacientes se les explica-ba que el frmaco era el mismo pero que el costo del primero era de 100 dlares y el del segundo, 1.500. Una vez medido el efecto mediante exploracin clnica y resonancia magntica, el resultado no sorprendi: en todos los casos haba una respuesta positiva, pero el 28% de los que creyeron recibir el producto caro mejoraron frente al 13% de los que supusieron que reciban el barato. Una extraordinaria mejora condicionada o al menos inducida por los cambios que las expectativas depositadas en el tratamiento producen a nivel psicolgico o neurobiolgi-co. Es el mismo efecto que hace que, en la infancia, las tiritas decoradas con un dibujo de Bob Esponja posean mayor efecto analg-sico que otras sin marca, o que explica que terapias acientficas como la homeopata generen respuestas positivas en algunas personas adultas que padecen procesos leves. Si los datos que aporta este pequeo estudio se confirman con investigaciones ms amplias, supondr adems un nuevo est-mulo para la industria farmacutica tradi-cional, que podr aadir a sus argumentos desacreditativos la idea-fuerza de que cuan-

    Behatokia do un medicamento es caro, cura mejor. Una industria que, por un lado, se dedica a comprar las empresas productoras de gen-ricos que obtienen beneficios para vender sus productos y por otro no repara en arti-maas para, utilizando su inmenso poder econmico, descalificarlas y ahogar a su competencia. Su poder est extendindose hasta los organismos oficiales que velan por nuestros intereses en lo relacionado con los medicamentos. As, el pasado mes, la Agen-cia Europea del Medicamento, en una ope-racin de investigacin sin precedentes, anunci que suspenda temporalmente la comercializacin de 700 genricos fabrica-dos en India por problemas de diseo en los ensayos clnicos que se haban aportado para su autorizacin. No se trataba de que fueran perjudiciales para la salud o que resultaran ineficaces, en el futuro se podran seguir consumiendo, su gravsimo error era que no haban explicado correcta-mente todos los pasos de los estudios que haban realizado. Probablemente se trate de una operacin de venganza de la Big Pharma contra el pas que representa su mayor amenaza, la fbri-ca de medicamentos para pobres que a su juicio adems de sus reiterados incumpli-mientos de los acuerdos internacionales sobre patentes ahora tambin se ha mostra-do favorable a fabricar los frmacos estrella del momento, los de la hepatitis C, a un pre-cio mucho ms cercano a su verdadero cos-te que el que ha marcado la multinacional que los ha desarrollado. Los medicamentos genricos suponen una grave amenaza para la poderosa industria oficial de los medicamentos. La asfixiante presin que ejerca sobre los profesionales de la salud tratando de condicionar a su favor las decisiones teraputicas se ha visto, afortunadamente, atenuada; ahora sus obje-tivos son otros: agencias reguladoras de medicamentos, medios de comunicacin, asociaciones de pacientes, lderes de opi-nin mdica Una estrategia generadora de multitud de conflictos de intereses que tiene como nico fin el de mejorar sus resultados financieros. La variabilidad gentica o epigentica, el efecto placebo y los estmulos perversos pueden explicar los dispares resultados de los medicamentos genricos en casos indivi-duales, pero unas pequeas dosis de ciencia pueden contribuir a que la balanza inclui-da la de la Justicia se incline del lado de los medicamentos genricos.

    * Mdico

    Los genricos son una grave amenaza para la poderosa industria farmacutica, que plantea una estrategia generadora de multitud de conflictos de intereses con el fin nico de mejorar sus resultados

    Acabar la Justicia con los medicamentos genricos?

    Una decisin del Tribunal Superior de Justicia del Pas Vasco y una investigacin de la Agencia Europea en India parecen incidir en la interesada polmica sobre su conveniencia, pero la ciencia no engaa

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