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Universidad Autónoma de Nayarit Universidad Autónoma Metropolitana Red Mexicana de Investigadores en Estudios Organizacionales. GÉNERO Y LENGUAJE. EL ANÁLISIS ORGANIZACIONAL DESDE CATEGORÍAS FUNDANTES DE LA SUBJETIVIDAD Ponencia que presentan JORGE LUIS FLORES ROMERO Y MIGUEL ANGEL CORONA JIMENEZ UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA en el marco del 6to. CONGRESO INTERNACIONAL DE ANÁLISIS ORGANIZACIONAL Perspectivas multidisciplinarias en análisis organizacional: Complejidad, ambigüedad y subjetividad Nayarit, 12, 13 y 14 de Noviembre 2008 Datos de los Participantes: Institución: UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA Domicilio: Blvd. Del Niño Poblano 2901, Unidad Territorial Atlixcáyotl Puebla, Puebla, C. P. 72430 tels. (222) 229 07 00 y (222) 372 30 00 Mesa de Participación: Investigación cualitativa para el estudio de las organizaciones. [email protected] [email protected]

GÉNERO Y LENGUAJE. EL ANÁLISIS … · (1988), Hofstede (1991) y Presser (2000), y que explican además que las sujetos son seres humanos profundamente diferentes entre sí, dotados

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Universidad Autónoma de Nayarit Universidad Autónoma Metropolitana

Red Mexicana de Investigadores en Estudios Organizacionales.

GÉNERO Y LENGUAJE. EL ANÁLISIS

ORGANIZACIONAL DESDE CATEGORÍAS FUNDANTES DE LA SUBJETIVIDAD

Ponencia que presentan JORGE LUIS FLORES ROMERO

Y MIGUEL ANGEL CORONA JIMENEZ

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA

en el marco del 6to.

CONGRESO INTERNACIONAL DE ANÁLISIS ORGANIZACIONAL

Perspectivas multidisciplinarias en análisis

organizacional: Complejidad, ambigüedad y subjetividad

Nayarit, 12, 13 y 14 de Noviembre 2008

Datos de los Participantes: Institución: UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA Domicilio: Blvd. Del Niño Poblano 2901, Unidad Territorial Atlixcáyotl Puebla, Puebla, C. P. 72430 tels. (222) 229 07 00 y (222) 372 30 00 Mesa de Participación: Investigación cualitativa para el estudio de las organizaciones. [email protected] [email protected]

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RESUMEN El presente trabajo integra una síntesis del recorrido teórico que se transita para adentrarse en el tema de la construcción social de las identidades y los imaginarios, individuales y colectivos, desde dos categorías fundantes de la subjetividad: Género y lenguaje. Comprende una revisión teórica y epistemológica, así como reflexiones y conceptos que resultan indispensables para comprender cómo se sucede el fenómeno de construcción de la subjetividad, como marco contextual para el estudio de la subjetividad, tanto de la organización como de los actores organizacionales. Es objetivo de este trabajo exponer la complejidad y complementariedad teórica de género y lenguaje, que coadyuve al investigador en la adecuada elección de categorías y interpretación de sus resultados.

INTRODUCCIÓN Género y lenguaje representan un reto teórico y semántico para investigadores y

estudiosos de diversas disciplinas, que no provienen precisamente de la

sociología o la psicología, como es el caso de los autores, que en tanto egresados

de las áreas económicas y administrativas, enfrentan a la organización como

campo y objeto de estudio desde una perspectiva cualitativa. La noción y concepto

de identidad organizacional fue adaptado de la sociología y la psicología, y llevado

al campo de los estudios organizacionales por Stuart Albert y David Whetten en

1985 (Hatch, 2004), a partir de la publicación del artículo “Organizational Identity”1

De acuerdo a este trabajo, los autores describen la identidad organizacional como

el fenómeno social que surge en el momento en que un miembro de la

organización se pregunta ¿quiénes somos?

A este planteamiento de Albert y Wheten es posible adicionar ¿Qué es lo

que queremos ser? ¿Qué pudimos haber sido? ¿Qué deseamos ser y hacer de

1 Albert, S., & Whetten, D. A. (1985) Organizational identity. In L. L. Cummings & B. M. Staw (Eds.), Research in Organizational Behavior, 7, 263-295. Greenwich, CT: JAI

2

nuestra organización? Es claro que la noción de identidad se involucra con la

noción espacio temporal, y que solo puede hacer referencia a lo que es único y

distinguible entre unas y otras organizaciones, es decir, su identidad.

La identidad organizacional es una construcción definicional del yo colectivo

que sintetiza las características centrales, identificables y fortalecidas de la propia

organización, a partir de las cuales se le puede referenciar, es decir, el cómo es

percibida por sus clientes, integrantes y dirigentes2 Se analiza a a partir del propio

yo de la organización, es decir, desde la parte oculta y subjetiva de su imagen y

que no es sino el imaginario que se construye a partir de una realidad

individualmente percibida y socialmente construida (Berger, 2006) y que va a ser

estudiada a partir de las acciones y decisiones, del hacer y del quehacer

organizacional, no en lo funcional, sino a partir de las intencionalidades, teniendo

éstas sus orígenes en decisiones individuales, pero asumiéndose como colectivas

y organizacionales. Para el investigador la pregunta fundamental es: ¿Cómo se

construye o se conforma este yo colectivo? Y a partir de esta pregunta ¿Es

necesario estudiar las identidades individuales para alcanzar el conocimiento de la

identidad organizacional? Nuestra respuesta es afirmativa y la construcción del

presente trabajo obedece a esta premisa.

En adición, habrá que tomarse muy en cuenta que las organizaciones son

entidades sociales complejas, dinámicas y únicas que constituyen el punto de

2 También denominado imagen corporativa, prestigio de la organización, o simplemente imagen, o reputación, acepciones que no se abordan por cuestiones de extensión en este trabajo, pero que sí se indican como fundamentalmente diferentes a las acepciones que aquí se desarrollan.

3

encuentro de identidades diversas y múltiples, es decir, la arena en donde

convergen e interactúan identidades individuales, sujetos diferenciados por una

identidad que ha sido construida socialmente a partir de un proceso único de

identificaciones, es decir, subjetividad. En este sentido, se considera entonces que

la identidad es el resultado de constitución de la subjetividad (Serret, 2001), y para

los efectos de este trabajo la identidad organizacional, además de representación

que se construye en el imaginario, también debe entenderse como la síntesis de

los comportamientos humanos en una organización, expresados éstos en la

cotidianeidad de la actividad funcional y pragmática, sin duda, uno de los campos

más prolíficos en cuanto a construcción de teorías y el desarrollo de nuevos

paradigmas (Hassard, 1995), pero es necesario también, explorar los fenómenos

organizacionales a la luz de nuevos enfoques y perspectivas que permitan explicar

de manera más amplia e integral los fenómenos organizacionales, y de entre los

más complejos, el de construcción de la subjetividad organizacional.

Siendo así que la diversidad de enfoques y aproximaciones que han

surgido, no hacen sino enfrentar a los sociólogos, a los psicólogos y a los

antropólogos sociales, con los investigadores organizacionales de otras

disciplinas, principalmente de las ciencias de la administración, del management y

de la gestión, sin que ninguna de las partes reconozca que aún cuando existen

paradigmas que pudieran parecer antagónicos, la realidad es que cada día es más

evidente la necesidad de incorporar en la investigación, categorías de análisis que

posibiliten una aproximación más verídica y fundamentada a la realidad

4

organizacional. Bajo esta consideración, nuestra propuesta incide y converge con

quienes han apostado por el estudio de las organizaciones a partir de sus actores.

Tarea que supone e implica una alta complejidad en el análisis de la

realidad organizacional, a partir del estudio de sus necesidades, medios y fines,

metas y visiones siempre, subjetivamente percibidas por los sujetos. Concepción

que descansa además sobre un doble principio: Primero, que las prácticas

sociales son condicionadas por las estructuras; y, Segundo, que las estructuras

organizacionales no pueden existir sino por el pragmatismo funcional. Dicotomía

que deviene en ambigüedad. Ambigüedad que se materializa en una unidad de

estudio indisoluble que son las organizaciones y en donde las acciones y las

prácticas de los sujetos se encuentran también determinadas por las estructuras

del universo en el que se desempeñan ambos: organización y sujeto.

A partir de estas reflexiones, surge la idea y el interés por realizar este

trabajo desde la perspectiva de la construcción del imaginario y desde la

subjetividad de los actores organizacionales, percibidos como los sujetos que

dirigen y se desempeñan y convergen en la arena organizacional. Lógica que

establece como premisa la indisoluble e intrincada complejidad entre la identidad y

el lenguaje. A decir de Berger y Luckmann, el lenguaje hace “más real” las

subjetividades, porque las expresa, no solo para mi interlocutor, sino también para

el sujeto,… es la cualidad que tiene el lenguaje de cristalizar y estabilizar para mí,

mi propia subjetividad que persiste (aunque modificada) cuando el lenguaje se

separa de la situación “cara a cara”. (Berger y Luckmann, 2006, p.52) Así, si el

5

análisis organizacional estudia “realidades”, ¿No resulta entonces relevante la

inclusión de la identidad y el lenguaje como categorías para el estudio de tales

realidades? La respuesta es afirmativa y lo demuestran diversos autores como

Calás y Smircich (1992), French (1996), Knigths (1999), Lukes (1985), March

(1994) y Reed (1992), y más recientemente, Daft (2004) y Jones (2000)

De acuerdo con March (1994), las organizaciones no son solamente la

concreción de la creatividad y la iniciativa de personas e instituciones, sino que

también pueden tener su origen en la causalidad (March, 1994), es decir, en la

idea de que la realidad y la historia están estructuradas por cadenas de causa y

efecto, es decir coyunturales, aunque en este trabajo se tratarán como productos

de la intencionalidad, es decir, instrumentos de propósito del yo, en donde las

identidades de los actores, se imponen y perviven en las acciones y las decisiones

que toman, lo que confiere a las organizaciones su carácter emergente y reactivo

como señalan Weber (1969, 1998), y Barnard (1968), Chiavenato, (2000), Crozier

(1988), Hofstede (1991) y Presser (2000), y que explican además que las sujetos

son seres humanos profundamente diferentes entre sí, dotados de una

personalidad que les es propia y única, que son además poseedores de

habilidades y conocimientos, destrezas y capacidades3 diversas.

Los sujetos, en tanto actores organizacionales, están destinados al

cumplimiento de los objetivos y metas que les han sido impuestos, es decir,

3 Desde la perspectiva del Capital Humano Sostenible, Amartya Sen plantea que las capacidades

del individuo deben ser estudiadas en tanto “titularidades”, es decir, que se es titular de ciertas capacidades y que estas capacidades pueden ser potenciadas (Mateo, 2000)

6

racionalidad instrumental4, en donde sus capacidades deben destinarse al éxito, el

crecimiento y desarrollo de las organizaciones. En este sentido, el comportamiento

y el desempeño se miden en función de lo que debe ser y lo que se espera de los

dirigentes organizacionales, sin vislumbrar que se trata de capitales potenciales

contenidos en entidades humanas.

Se explica entonces la importancia de incorporar categorías de análisis que

nos ayuden a comprender la complejidad de la identidad de los actores

organizacionales a fin de adentrarnos en el conocimiento de la identidad

organizacional y contribuir a enriquecer el análisis organizacional. En este trabajo

se exponen género y lenguaje, en tanto elementos constituyentes de la

subjetividad, y que al encontrarse anclados en las redes de significados de los

sujetos, marcan las pautas de acción del yo en las prácticas de gestión de las

organizaciones. (Alvesson, 1993 y 1996; Barba, 2000, Montaño, 2001). Pero

finalmente, no podemos perder de vista que al interior de cada organización, son

sujetos quienes tienen a su cargo la gestión estratégica, es decir el presente y el

futuro de las organizaciones 5

4 Desde el enfoque sociológico, a Weber (1998) le interesan las formas en que se asume la

dominación en las organizaciones. Para Weber (1998), la burocracia es una forma de dominación legítima, pero de entre las formas de dominación, sin duda una de las más representativas es a través de la racionalidad instrumental, herencia de las teorías de las escuelas clásica y neoclásica, que propugnaba por una sola realidad, física y objetiva.

5 Habrá que recordar también que en este sentido, Ibarra y Montaño (1991) han señalado que en el contexto de la administración se habla de “complementariedad disciplinaria” mientras que al hablar de organizaciones, y en la construcción teórica en torno a éstas, se busca el rompimiento y cambio paradigmático, para la mayor comprensión de los fenómenos organizacionales. Fenómenos que se suceden en su interior y con su entorno, en lo individual y en lo colectivo, entre el “yo” ideal y el imaginario organizacional (Aubert y Gaujelac, 1993)

7

IDENTIDAD Y LENGUAJE. LA PROBLEMÁTICA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD.

Desde la publicación de La interpretación de las culturas, a Clifford Geertz (1973)

se le ha considerado como el creador de la llamada antropología simbólica, que en

contraste con la antropología cultural convencional, identifica una forma de

concebir el trabajo antropológico, que es utilizado en la definición e interpretación

de aquellos agentes a los que estudia. La antropología simbólica en cambio, se

centra en las diferentes maneras en las que la gente entiende su entorno, así

como las acciones de los demás miembros de su sociedad. Al respecto, Berger y

Luckmann (2006) señalan que...los signos y los sistemas de signos son

objetivaciones en el sentido de que son accesibles objetivamente más allá de la

expresión de interacciones subjetivas de “aquí y ahora” (Berger y Luckmann,

2006, p. 51), es decir, representaciones que se establecen por medio de símbolos

y procesos, como los rituales a través de los cuales, los seres humanos

establecemos significados a nuestras acciones. En definitiva, se trata de una

forma de lenguaje que según Geertz (1981), en cada sociedad el hombre cae

permanentemente en la necesidad de obtener fuentes de iluminación simbólica,

que le ayudan a realizar un complejo sistema de significados, que habrán de

constituirse en la base de la construcción de su identidad.

Este proceso representa una compleja problemática que ha sido estudiada

principalmente a partir de la perspectiva que nos proporciona el psicoanálisis de

Freud, en donde la constitución de la identidad corresponde a la constitución del

yo, constitución primaria del sujeto, pero evitando incurrir en explicaciones de

8

lógica determinista, “... percibiendo al sujeto como resultado de una serie de

procesos simbólicos y no como el efecto de cualquier conjunto de cualidades

naturales...” (Serret, 2001), y en estos procesos simbólicos, una ordenación que

se realiza cognitivamente.

Esta ordenación simbólica y cognitiva se realiza a partir de una

estructuración que se sucede en todo sujeto, principalmente a partir de sus

percepciones y en donde el lenguaje adquiere el papel de sistema transmisor de

significados, porque el lenguaje es polivalente y polisémico6, y se asumen

significados y significaciones en el contexto de nuestras realidades, tanto en el

ámbito de lo doméstico (sujetos domesticados de acuerdo a Bourdieu, 2001) como

en lo público, en las sociedades, en las comunidades y en las organizaciones que

conforman.

El lenguaje es el instrumento en torno al cual se construyen las relaciones

sociales, y las organizaciones, los ámbitos de acción e interacción social,

determinadas e influidas por los intereses de clase, que se presentan y se

expresan a través del lenguaje en intereses universales, remitiéndose así, las

relaciones de comunicación a relaciones de poder (Bourdieu, 2001), que

determinan e inciden tanto en el ámbito de lo personal e individual, como colectivo

y social, como es el caso de las organizaciones.

6 En este trabajo voy se hace referencia al aspecto sociocultural del lenguaje, sin obviar la

consideración de su carácter biológico que Saussure caracteriza explícitamente como la facultad "... localizada en el cerebro humano, cuya función le permitirá al individuo internalizar una gramática virtual de la lengua de su entorno social..." (Lema, 2001, p. 266)

9

Barnard (1968) hacía referencia a la deliberada actuación y participación de

quienes interactúan y se interrelacionan en ese todo que es mucho más que la

suma de sus partes que conocemos como unidades sociales, es decir,

organizaciones, en donde la institucionalización (Berger y Luckmann, 2006) y la

legitimación de las normas (Fernández 1994), de los principios y los valores, no se

lleva a efecto sino a través del lenguaje que se transforma y se expresa en el

discurso. Es precisamente a través del discurso como se construye y se

racionaliza al sujeto, puesto que se trata del conjunto de sistemas simbólicos que

actúan –desde la percepción del hábitus de Bourdieu– como sistemas de

disposiciones duraderas y transferibles, que vienen a conformar en el individuo

sus estructuras de pensamiento. El discurso, al incidir en las estructuras de

pensamiento, viene a definirse como estructurante, es decir, que conforma y

modifica las construcciones y estructuras previas del pensamiento, pero al mismo

tiempo el lenguaje es en sí mismo y de origen estructurado, porque obedece a un

orden primigenio, el orden simbólico.

Así, se puede afirmar que el lenguaje es un sistema de principios

generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar

objetivadas a fines, aún suponiendo la búsqueda no consciente de éstos y el

dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos (Bourdieu, 1997,

2001), y el hábitus, la estructura interiorizada prerreflexiva del lenguaje y la

gramática, que genera en las personas su percepción del mundo, es decir, su

realidad, de manera similar a cómo la conversación cotidiana produce la

10

significación de las conductas, la toma de decisiones, la jerarquización y el orden

de las acciones.

El lenguaje, en tanto sistema simbólico estructurado, pero también como

sistema que vienen a estructurar a los sujetos, no se circunscribe ni está

delimitado exclusivamente a los actos de expresión y de comunicación. Para

Bourdieu (2001), los sistemas de comunicación son sistemas de poder; pero

también de transmisión de conocimiento individual y colectivo; tácito y explícito

(Nonaka y Takeuchi, 1999) que se transmite, comunica y expresa a partir

precisamente del lenguaje y su significación7

Al lenguaje, en tanto natural (Lema, 2001), se le ha atribuido el carácter de

intrínseco de la convivencia humana, porque rige, regula, determina y estructura la

interacción e interrelación de los individuos y las organizaciones. A partir del

lenguaje, día a día construimos y deconstruimos8 la visión que tenemos de

nosotros mismos. Nos reexpresamos en nuestro propio lenguaje. El lenguaje de

nuestros símbolos, y de nuestros significados, de nuestros deseos y ensoñaciones

(Gusdorff, 1981)

7 En el trabajo de Nonaka y Takeuchi (1999) se encuentran ausentes premisas fundamentales en

la construcción del conocimiento a partir del lenguaje como sistema de estructuras o redes de significados, lo que destaca el cuestionamiento fundamental que expresa Montaño (2001) cuando afirma que "...resulta imperativo cuestionar el carácter objetivo y neutral de la construcción del conocimiento..." (Montaño, 2001, p.37- 38)

8 Aunque su definición es compleja, la deconstrucción significa indagar en la propia esencia del ser. Chiu (2001) señala, que la utilización de herramientas antropológicas de investigación permite establecer la configuración de estructuras jerárquicas además de conocer la interacción que se establece a partir de las relaciones genéricas, para estar en posibilidades de deconstruir dichas interacciones. Chiu (2001) también destaca que para la interpretación de símbolos puede utilizarse el enfoque analítico de Clifford Geertz, fundado en la metáfora de que la cultura es un texto y que el trabajo del antropólogo es realizar su interpretación (Geertz, 1973; 1981)

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El lenguaje construye al ser, aunque no sea el ser el que construye su

propio lenguaje, porque son la palabra y el lenguaje –en la cotidianeidad– las

realidades que nos son construidas por los otros. No son sino los otros quienes

imponen estas realidades al infante, y de su confusión mental primitiva, "... se

liberarán poco a poco los objetos y los valores diseñados por las grandes

personas. Su propia existencia será en todas partes instruida al infante por este

camino indirecto..." (Gusdorf, 1981, p. 51) signando así y para siempre, la

identidad del infante, quien a su vez, se constituirá en la gran persona que habrá

de reproducir su propia construcción en el otro, la otra.

Por supuesto, esto se realiza a partir también del lenguaje y la palabra.

Alienación que derivará en antinomia fundamental: la afirmación del ser humano y

la búsqueda del otro. Antinomia que describe la diferenciación entre la expresión y

la comunicación, en donde la primera se encuentra vinculada a la subjetividad y la

segunda a la objetividad, y que de acuerdo con Gusdorf (1981) habrá de identificar

cómo la doble moralidad de la expresión y de la comunicación se corresponden a

la oposición entre la primera y la tercera persona "... entre la subjetividad individual

y la objetividad del sentido común..." (Gusdorf, 1981, p. 52)

Desde esta perspectiva la pregunta sería: ¿Es posible desvincular nuestra

subjetividad en la transmisión de los valores, las costumbres, los ritos, las

ceremonias y el conocimiento? ¿Se desprenden –quien enseña y quien instruye–

de su racionalidad instrumental? ¿De la racionalidad comunicativa que nos ha sido

imbuida desde nuestra infancia?

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En respuesta a estas preguntas, y con base en los autores revisados, el

lenguaje es un sistema jerárquico construido a partir de un orden simbólico, es

decir, el lenguaje es un sistema que se materializa ya jerarquizado, pero al mismo

tiempo, el lenguaje es un sistema jerarquizante, pues reproduce el orden y los

sistemas de control del discurso dominante. Sistemas mediáticos con capacidad

de conformar sistemas de estructuras de prestigio9 que inciden en las conductas

de los individuos interrelacionados en la práctica social.

Para comprender y adentrarnos en el estudio de la realidad organizacional,

es necesario entonces explorar y deconstruir estos sistemas de construcción de

identidades individuales para conocer el papel que el lenguaje desempeña en el

proceso de la construcción de la subjetividad, ya que esta deviene en identidad

cuyos orígenes provienen de la particular e individual construcción del sujeto

desde el ámbito de la familia y que de acuerdo a Davidoff (1999) todo individuo

debe ser estudiado desde la triple perspectiva de sujeto, ser, y actor social, de

acuerdo a lo cual, la acción social no se puede describir a partir de una sola

aproximación o disciplina académica debido a la profundidad de las huellas

marcadas por la coexistencia familiar.

Para Davidoff (1999), la noción de identidad se adhiere y forma parte de

nosotros mismos, y una persona puede tener muchas identidades, nosotros

9 De acuerdo a Oertner (1991) las estructuras de prestigio son formas de organización social, en

donde la estructura incide de manera más directa y contundente en las nociones culturales como los valores y principios, que no están exentos de lo que la colectividad desea transmitir respecto del género y la sexualidad, influidos también por una compleja red de significados y que vienen a conformar un sistema. Un sistema organizado socialmente. En coincidencia con este principio, Ramos, nos dice que el género (1991, p. 13) "... es, sobre todo, una estructura de prestigio..."

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añadiríamos que es posible que cada individuo pueda poseer muchas identidades,

pero sólo se posee una subjetividad, que también se ve incidida por las

características físicas (alto, atleta, ágil, gordo, ñoño), pero también por

características que nos son propias como el lenguaje, las costumbres, las

creencias y nuestro comportamiento en lo público y lo privado, sin poder obviar los

espacios y las acciones compartidos. Davidoff (1999) plantea: Primera ¿Se nos

dan o hacemos nuestras propias identidades y que tanta elección tenemos en

hacerla? Y segunda, ¿Qué tanto las relaciones de poder están implicadas en la

elección de nuestra identidad o son ya identidades previamente designadas?

Nosotros preguntamos ¿No estaríamos hablando del quehacer del actor

organizacional como el producto de identidades múltiples sino de una subjetividad

única expresada en las diferentes identidades del sujeto? En efecto, el sujeto

organizacional asume y superpone identidades construidas simbólicamente en

diferentes contextos. Visto así, el lenguaje es no sólo polivalente y polisémico, es

también dinámico y dialéctico, transmisor y represor, constructor y detractor. Es

cognitivo. A partir de la comunicación y de la expresión se delimita, jerarquiza, y

excluye. El lenguaje asigna prestigio o degrada. El lenguaje entonces es

estructurante de las identidades. Identidades superpuestas a la subjetividad y

determinadas por ésta.

El lenguaje es el vínculo de unión con el otro – la otra. A través del lenguaje

podemos conocernos a nosotros mismos y conocer a los otros, un reconocimiento

que no es sino la afirmación y confirmación de nuestro ser (Gusdorff, 1981) El

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lenguaje somos nosotros mismos y nos expresamos, comunicamos y aprendemos

a través de nuestros cuerpos y nuestras extensiones (Polanyi, 1983), sin embargo,

el lenguaje no puede existir como una condición virtual de la palabra en acción. El

lenguaje es el esfuerzo de expresión y comunicación gracias al cual, toda persona

habrá de afirmar su existencia en la realidad, dando significado y significación a su

vida y a sus identidades.

El lenguaje es tan complejo y tan diverso como el ser mismo y conlleva por

tanto, procesos también complejos, llenos de significados, y aunque es cierto que

no es sino a través del lenguaje como aprendemos, como transmitimos y

perpetuamos creencias, costumbres, valores, ritos y ceremonias, la comprensión

de este proceso debe coadyuvar a la interpretación y análisis de la realidad

organizacional y de la cotidianeidad de las acciones de sus actores.

El estudio de la realidad organizacional debe permitirnos comprender las

redes de significados, las estructuras, el orden, las relaciones de poder y las

decisiones, como el producto o incididas por la particular construcción de la

identidad de los actores. Sin embargo, en el análisis de la cotidianeidad y de las

acciones organizacionales habrá que tener presente que en el concepto de

identidad individual y colectiva, o identidades, existe también una contradicción,

pues hacen referencia a lo específico, lo que distingue y lo que unifica. Pero

también hacen referencia a lo idéntico, lo igual o parecido; aún cuando lo menos

idéntico entre los sujetos es su identidad, y las identidades superpuestas son

también un producto estructurado y diferente aunque los actores desempeñen el

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mismo papel social, y que materializan en sus decisiones la jerarquía simbólico

estructurante de su subjetividad primaria, construida bajo el discurso y el lenguaje.

Los actores organizacionales son sujetos con identidades jerarquizadas,

estructuradas y construidas en lo individual y superpuestas en lo social que

confirman la tesis de Jameson (1998), vinculada a la concepción de un yo y una

identidad privada únicos “...presumiblemente generadores de su propia visión

única del mundo y forjadores de su propio estilo único e inconfundible...”

(Jameson, 1998, p. 20)

La estructuración jerárquica y el orden simbólico son constituyentes de las

identidades, y son la base de las prácticas sociales, de la asignación de lugares,

espacios y roles, así como de las interacciones que entre los sujetos se

establecen, y de los principios que regulan, norman y rigen estas interacciones y

por tanto, la pluralidad de las relaciones sociales, las cuales, no son

esencialmente iguales ni simétricas, ni exentas de inequidad. Prevalece siempre

un orden y una ordenación, una estructura, y una estructuración, un

socioentramado que posibilita la imposición de la propia voluntad sobre el otro/la

otra, y de acuerdo con Weber, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea su

fundamento o su origen, es la Jaula de Hierro (Weber, 1969)10

10 Powell y Dimagio, (1999,) sostienen que el orden racionalista de la burocracia de Weber aplicada

a las organizaciones se convirtió en una Jaula de Hierro donde la humanidad quedó atrapada. Las causas que generaron esta situación se han modificado a partir de lo que se ha dado en llamar el “nuevo institucionalismo”, en donde existe una gran homogeneidad en las formas y prácticas organizacionales, lo cual se debe precisamente a que las organizaciones, al desenvolverse en ambientes de gran ambigüedad e incertidumbre, buscan la homogeneidad estructural, cultural y tecnológica para poder tratar racionalmente con la incertidumbre y sus limitaciones. A este proceso se le denomina isomorfismo, un imaginario colectivo que viene a conformarse a partir de las redes de significados que dan sentido al quehacer organizacional.

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La constitución de las identidades individuales conlleva este orden

simbólico que organiza y da sentido a la percepción, la cual a su vez habrá de dar

lugar a la construcción del imaginario: individual y colectivo, en donde los factores

que intervienen funcionan como símbolos y éstos operan delimitando al yo frente

al otro, clasifican y jerarquizan, explicando al yo como lo correcto, lo adecuado; la

oposición al otro, lo extraño, inadecuado y excluido.

La cercanía y la vinculación del yo, del otro y la otra con lo público y lo

privado, asumen entonces su carácter concreto materializado en relaciones

fundadas en el imaginario y la subjetividad. La subversión de la naturaleza a la

cultura, lo privado a lo público, lo femenino a lo masculino, el arriba y abajo, el

orden y el desorden. Siempre dualidad, bipolaridad y simbiosis, su inclusión o

exclusión, su aceptación, rechazo o complementariedad, que construyen,

estratifican, ordenan, jerarquizan, al ser, a lo social y al ser social. Identidades

superpuestas y materializadas en la cotidianeidad, en la gestión y el desempeño,

en las prácticas y discursos, ritos y ceremonias.

De esta manera, sujeto y sociedad “... sólo son posibles por el lenguaje, en

tanto que éste es expresión máxima de la facultad productora de la condición

humana, la de simbolizar, esto es, la facultad de representar lo real por su signo y

así establecer entre ambos una relación de significación...” (Serret, 2001, p.32)

que habrá de reflejarse en la construcción de las identidades y sus imaginarios, en

donde éstos habrán de constituir la variable dependiente, la consecuencia de la

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inclusión, la exclusión, reflexividad y laxitud, de la construcción, de la ordenación

simbólica de los signos y las significaciones.

Así también, habrá que percibir a las organizaciones como los espacios

donde habrán de desarrollarse la lógica y el lenguaje, la dialéctica e interacción, la

acción y la reacción de los sujetos en tanto actores sociales, que habrán de

signar/significar las prácticas, los seres y sus representaciones, haciéndolas y

distinguiéndolas como propias, únicas, irrepetibles, distintivas, enmarcadas,

concebidas y conceptuadas en el imaginario y la subjetividad individual,

expresado e interpretado por el colectivo, lo social, lo público, lo político, el

espacio en donde surge signado ya, el conflicto entre la práctica social y los fines,

es decir, entre las acciones, el desempeño y los fines asociados a éstos, entre el

conflicto individual –interno y reflexivo-, y el conflicto colectivo –implícito o

explícito.

Lo que aquí se ha descrito, es un intento por rescatar la fuerza interpretativa

del imaginario en la construcción de las identidades, tomando como fundamento la

diferenciada construcción del imaginario individual y colectivo a partir del lenguaje,

que da como resultado una identidad, producto también de la construcción de la

subjetividad y la superposición de identidades, causa y origen de la práctica social,

de donde han surgido –sin duda- los mitos en torno al ser organizacional, el

empresario, el actor social que coordina y dirige organizaciones. Supuestos y

premisas emanados del management, que ha vivido diversas transformaciones en

su composición y definición en el devenir y dinamismo de las propias

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organizaciones, de su entorno y de la interacción entre éstas, pero para decirlo

objetivamente, la interacción entre sujetos de diferentes organizaciones, en donde

prevalece un discurso que ha definido ¿imaginado? el quehacer organizacional,

los valores, las costumbres, las características, y en suma, los factores que han de

distinguir a los actores organizacionales, preservando su desempeño como

producto de identidades superpuestas y coincidentes o divergentes a los

imaginaros individuales y colectivos.

¿CÓMO INCORPORAR LA CATEGORÍA DE GÉNERO EN LOS ESTUDIOS ORGANIZACIONALES?

En esta pregunta se concentra el principal desafío teórico y semántico de género

que debe resolverse previo a la consideración de realizar estudios

organizacionales con un enfoque de género o previo la incorporación de género

como categoría de análisis.

LA SEMÁNTICA DE GÉNERO. Lamas (1995) refiere que el término gender fue

impulsado desde la academia feminista anglosajón en los años 1970’s con la

finalidad de dejar en claro las diferencias entre la biología y las construcciones

sociales y culturales, es decir imaginarios, en donde la primera era utilizada para

explicar la “naturaleza” femenina y las segundas, su condición de subordinación.

Habría que distinguir entonces entre sexo y género, el primero, de orden físico, y

el segundo como imperativo teórico para enfrentar el determinismo biológico bajo

el cual se pretendían explicar las dualidades mujer / naturaleza; mujer /

19

reproducción; mujer / ámbito doméstico, y sus correspondientes dicotomías con la

construcción social de género.

La asociación significativa, es decir, el lenguaje, y la arborescencia del

vocablo género en español, nos remite primeramente a las especies, las clases,

las formas de hacer las cosas, género teatral, género chico, género de punto,

género musical y un largo etcétera. En cambio, en inglés, género hace referencia

implícita a los sexos, lo relativo a éstos y la relación entre los mismos.

Este problema semántico, aunado a la tendencia de sustituir en diversos

trabajos y estudios la palabra “mujeres” por “género” -con la buena intención de

incrementar la producción académica y literaria de los estudios de género, pero en

un evidente desconocimiento de la teoría y epistemología de género-, y en un

claro afán de consolidar el reconocimiento político (Scott, 1990), el uso poco

riguroso de la acepción de género como teoría y perspectiva, trajo como

consecuencia la proliferación de la confusión semántica.

En efecto, género devino en una semántica vinculada al estudio de las

mujeres y de las cosas de las mujeres, su situación, historia, trabajo, familia, etc.

Pero siempre vinculado a las mujeres, y en cambio, los estudios de género

abordan por ejemplo el estudio de la masculinidad como elemento de la

construcción de las identidades.

Esta confusión semántica llevó a muchas/os a sustituir simplemente

mujeres por género. La “cuota de género” por ejemplo, para hacer referencia a la

inclusión mínima de un número determinado de mujeres. Designación que en si

20

misma, sustrae las diferencias teóricas y los elementos fundamentales que lo

definen.

Género puede hacer alusión a ... un conjunto interrelacionado de

estructuras sociales que definen a hombres y mujeres en términos de su papel

reproductivo [pero] género es mucho más que un atributo de un individuo o que

una característica de una colectividad social; es el proceso activo que reduce a las

personas, y concibe la vida social... (Hawkesworth, 1999, p.30)

Por su parte, Scott (1990), nos dice que género tiene un carácter

dialéctico11 y no un carácter causal12, de tal manera que para la autora:

• Género es una forma de denotar las “construcciones culturales”, la creación totalmente social de ideas sobre los roles apropiados para mujeres y hombres. • Género es una forma de referirse a los orígenes exclusivamente sociales de las identidades subjetivas de hombres y mujeres.

• Género es una categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado. • Género es una útil palabra para diferenciar la práctica sexual de los roles sociales asignados a mujeres y hombres. Género se ha centrado en aquellas áreas tanto estructurales como ideológicas que comprenden relaciones entre los sexos.

Otra definición de género la encontramos en Ramos (1991) quien nos dice

que es “... el conjunto de relaciones sociales que, con base en las características

biológicas regula, establece y reproduce las diferencias entre hombres y

mujeres...” De acuerdo a esta autora, se trata de una construcción social, de un

11 Al exponer su análisis de la obra de R.W. Connell, Hawkesworth (1999, p. 28) nos dice que este autor expone una “... teoría social sistemática del género que lucha por representar la historicidad del género; el papel dinámico del género en los terrenos económico, político, sexual y psicológico...” 12 “... La “fuerza causal”, reside en la dinámica histórica de la estructura de las relaciones sociales [...] La historicidad del género se explica en todos los niveles de análisis; desde la relación del cuerpo con la sociedad, a través de la estructura social, la personalidad y la política...” (Connell, 1999, p. 71)

21

conjunto de relaciones con intensidades específicas en tiempos y espacios

diversos. En el caso de las organizaciones, la categoría de género debe

permitirnos indagar en el porqué de las decisiones que generalmente se traducen

en tratos desiguales e inequitativos, en contra de las mujeres y las minorías. Los

estudios de género dan cuenta de estas realidades, y no de la estadística sobre

las mismas. Estudios en los que se encuentra implícito el poder que legitima la

subordinación, la desigualdad, la inequidad y la injusticia social.

Para la incorporación de género en cualquier investigación, no se pueden

soslayar las relaciones entre individuos y de éstos en sus organizaciones, es decir

su interacción e interrelación con el mercado, la familia y el Estado. De manera

que género, en tanto producto cultural, incide en todos los aspectos del quehacer

humano y a cada investigador e investigadora corresponderá observar esta

consideración, bajo la premisa de que las estructuras de poder y sus

representaciones simbólicas en las organizaciones han transformado cambios en

las identidades, dice (Martínez, 1999) y que repercute en el proceso de

construcción de las estructuras simbólicas, en la cotidianeidad de los sujetos

sociales y sus relaciones entre los géneros, modificando su interacción, de forma

gradual, pero continua, en diferentes medidas y efectos y cuya relatividad

dependerá, principalmente, de la forma en que se suceda los movimientos

sociales y cambios culturales que contribuyan a la significación y resignificación de

las identidades de los individuos. La importancia de género en el análisis de las

relaciones entre los individuos, radica en la dilucidación de los roles que

22

desempeñan y en el hecho de que nos permite comprender la organización social

y sus colectivos, reconociendo además: ... que hombres y mujeres ocupan

diferentes posiciones en los procesos de producción y reproducción... (Martínez

Corona, 2000, p. 36) pero que este orden u ordenación, obedece a la propia

jerarquía que las personas asignamos según nuestra propia subjetividad.

LA ORGANIZACIÓN COMO ENTIDAD SOCIAL GENÉRICAMENTE ESTRUCTURADA Y CONSTRUIDA.

De acuerdo con Lamas (1986, 1995) y a la descripción de Serret (2001), cuando

se asignan las características de “propio” para la mujer o para el hombre, se

determinó que no existía relación alguna entre las características físicas de los

sexos y los trabajos que debían realizar cada uno, teniendo que aceptar la

arbitrariedad de la supuestamente “natural” división del trabajo, que se había

sustentado en los constructos femenino y masculino de la identidad, concluyendo

por tanto que se trata de productos culturales, o construcción social de

imaginarios.

Lo que básicamente aporta la categoría de género es una nueva manera de

plantearse viejos problemas. Los interrogantes nuevos que surgen y las

interpretaciones diferentes que se suscitan no solo ponen en cuestión muchos

postulados sobre el origen de la subordinación femenina (y de sus modalidades

actuales), sino que replantean la forma de entender o visualizar cuestiones

fundamentales de la organización social, económica y política, como el sistema de

parentesco y el matrimonio. La categoría de género nos permite sacar del terreno

23

biológico lo que determina la diferencia entre los sexos y colocarlo en el terreno

simbólico. Esto se debe a que el género tiene una connotación social, y las

organizaciones, en tanto estructuras de poder, reproducen y transfiguran el orden

social a partir de sistemas de prestigio. Las diferencias de grupo en las

organizaciones crean una separación entre éstos, pero tal separación está

determinada por el lugar que se ocupa en la organización, en donde

fundamentalmente, las excluidas y marginadas son las mujeres, en la misma

intensidad y con la misma crueldad que los hombres que nos son de nuestro/suyo

grupo social.

GÉNERO EN EL ANÁLISIS ORGANIZACIONAL.

En lo que al análisis organizacional se refiere, Reed (1996) destaca que no se ha

reconocido el hecho de que las estructuras y procesos en las organizaciones se

encuentran permeados por el género, y que éste se encuentra determinado por las

relaciones de poder, lo que permite una forma extrema de institucionalización

intelectual y de miopía ideológica. En opinión de Reed (1996) la contribución vital que

realice la teoría de género en el estudio de las organizaciones deberá estar orientada

hacia la comprensión de la producción y reproducción de personas generizadas, así

como el estudio de las estructuras de desigualdad y control ejercidos a través de la

subordinación. Género género y la perspectiva de género se encuentran en función

directa de los métodos y técnicas de investigación para aprehender la información

relevante que permitirá exponer con certidumbre las relaciones de género y las

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relaciones de poder, su estructura y cambios significativos, a través del análisis de

las variables que inciden en la construcción cultural, histórica y social de las

identidades de los sujetos.

LAS RELACIONES DE GÉNERO EN LAS ORGANIZACIONES.

Para efectos de los estudios organizacionales, debemos entender como relaciones

de género aquellas que se establecen entre los individuos y que se encuentran

estructuradas y determinadas por los símbolos, significados y significaciones que

los sujetos, en tanto actores sociales, asignan a sus interacciones. Las relaciones

de género en las organizaciones se establecen en lo individual y en lo colectivo;

en los ámbitos social, político y económico; al interior y exterior de las unidades

económicas, sociales o familiares; y se realizan tanto en la esfera pública como en

la esfera privada. Las relaciones de género en las organizaciones, se encuentran

influidas y determinadas por:

a) Las características biológicas de los sujetos. b) El acceso, posesión, uso y distribución de

los recursos económicos; c) Por la diferenciada participación en el

trabajo; d) Los diferentes niveles de reconocimiento; e) El intercambio, la remuneración y el suceso;

f) La afinidad, la consanguinidad, los propósitos y fines sociales, políticos y/o económicos;

g) Las capacidades, la experiencia, la educación y la formación;

h) El nivel, la jerarquía y el puesto; i) La función, la responsabilidad y el

reconocimiento.

Estudiar las relaciones de género representa entonces, contextualizar a los

grupos en su pasado histórico y en su presente, en las diferentes sociedades y

estadios, a fin de aprehender sus procesos de significación y construcción de

25

identidades individuales y colectivas, a fin de conocer la correlación orden

simbólico/orden social, que han sido determinados y establecidos en los diferentes

contextos específicos que se pretenden estudiar, y de cómo estas identidades han

incidido en el establecimiento del orden social, regulado, regido y determinado por

las propias relaciones de género. Sin este conocimiento, no es posible elaborar

propuestas viables de cambio del socioentramado, ni de la psicoestructura.

Son entonces las relaciones de género, la consecuencia y el efecto

concretados de ...las diferencias entre hombres y mujeres [...] una construcción

social, un conjunto de relaciones con intensidades específicas en tiempos y espacios

diversos... (Ramos, 1991) Las relaciones de género ...vienen a constituir una

categoría analítica con la cual los humanos piensan y organizan su actividad social

en vez de concebirlo como una consecuencia natural de la diferencia de sexo, o

siquiera como una variable social asignada a personas individuales de diferentes

maneras de una cultura a otra... (Hawkeswoorth, 1999, p. 35)

Así por ejemplo si consideramos que los seres humanos son en extremo

sensibles al autoritarismo, Rajan y Krisnan (2002) estudiaron el impacto en los

géneros de la frecuencia de la utilización del poder, las estrategias de influencia y

el utilitarismo, utilizando como muestra 109 gerentes de dos organizaciones en la

India. Las investigadoras tomaron como ejes siete influencias que denominaron de

bajo impacto como son la amistad, la negociación, la asertividad, la coalición, alta

autoridad, razón y sanciones; y cinco formas de poder: el reconocimiento, la

referencia, la legitimidad el poder del experto y el poder coercitivo.

26

De los resultados de esta investigación tenemos por ejemplo que de

acuerdo a los investigadores, el análisis de varianza no demostró diferencias entre

los géneros entre las variables estudiadas; y el análisis de covarianza no reveló

ningún impacto de género en la influencia y el poder después de que habían sido

aplicadas algunas estrategias catalogadas como autoritarias. Sin embargo, para

el caso del autoritarismo, en el caso de los hombres éste se encuentra

positivamente relacionado con la asertividad, la negociación, la amistad y la

legitimación del poder, y negativamente al poder coercitivo. En cambio, en el caso

de las mujeres, el autoritarismo se encuentra negativamente asociado a la

amistad. Para ambos sexos, el autoritarismo se encuentra positivamente

relacionado con el poder experto.

En este ejemplo podemos percibir claramente la manera en que género es

utilizado en términos de “sexo”. Hombres y mujeres perciben y asocian de manera

diferenciada las variables estudiadas, pero ¿Porqué estas diferencias? Las

variables estudiadas ¿Asumen significados diferentes por género? ¿Qué sucede

cuando se dan las diferentes combinaciones por género entre supervisor/a-

subordinado/a? Género como categoría de análisis debiera ayudarnos a resolver

estas interrogantes.

REFLEXIONES

La ordenación simbólica que se realiza a partir de la estructuración que se sucede

en todo sujeto, sucede por y a través del lenguaje en tanto transmisor de sistemas

27

de significados. Proceso que se reproduce en toda unidad social, y por tanto, en

toda organización. Las organizaciones son entidades que reúnen y aglutinan, pero

que no fusionan las identidades individuales ni las subjetividades, más bien las

superponen. Se pueden poseer varias identidades, pero una sola subjetividad. La

identidad organizacional no expresa ni representa la síntesis ni la suma de las

identidades de los sujetos que las conforma, pero es en las subjetividades de las y

los actores organizacionales en donde renace y se perpetúa una ordenación

simbólica, jerarquizada y estructurante emanada del orden social, que se

reproduce en las organizaciones.

Resulta fundamental que quien realiza la investigación, se encuentre

dispuesto a explorar la subjetividad de los actores, como un camino para alcanzar

el conocimiento de la identidad organizacional y de sus fenómenos. Género

deberá permitir al investigador, acceder al conocimiento de las causas de la

discriminación; la desigualdad y las injusticias salariales; la violencia laboral; la

cultura organizacional las relaciones de poder y el empoderamiento; de entre otros

muchos otros temas. La incorporación de la perspectiva de género es un medio

para enfrentar los supuestos androcéntricos en la explicación de los fenómenos

organizacionales. La categoría de género puede ser tan amplia como el género

mismo (Scott, 1990) y su inclusión presupone el enriquecimiento de los estudios

organizacionales, pero también resulta fundamental que quien realiza la

investigación, se encuentre dispuesto a desprenderse de su propia construcción

28

genérica para estar en posibilidades de explicar convenientemente, el fenómeno

investigado.

Ciudad de México, Octubre de 2008.

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