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GEORGE R.R. MARTIN Choque de Reyes Canción de Hielo y Fuego / 2 1) GIGAMESH

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  • GEORGE R.R. MARTIN

    Choque de Reyes

    Cancin de Hielo y Fuego / 2

    1) GIGAMESH

  • 2

    Ttulo original:

    A Clash of Kings

    Primera edicin: noviembre

    del 2003

    Primera reimpresin: mayo

    del 2004

    Segunda reimpresin: mayo

    del 2005

    1998, George R.R. Martin

    Mapas: James Sinclair

    Smbolos herldicos: Virginia

    Norey

    Traduccin del ingls:

    2003, Cristina Maca

    Ilustracin de cubierta:

  • 3

    2003, Corominas

    Derechos reservados en

    lengua castellana:

    2003, Alejo Cuervo editor

    Ediciones Gigamesh

    C/. Ausias March, 26, desp.

    44 08010 Barcelona

    Fotomecnica e impresin:

    INO Reproducciones, S.A.

    Ctra. de Castelln, km. 3,8

    Polgono Miguel Servet Nave

    13

    50013 Zaragoza

    ISBN: 84-932702-2-9

    Depsito legal: Z-910-2005

    Printed on acid-free paper

    Impreso en papel libre de

  • 4

    cido

    Printed in Spain

    Impreso en Espaa

  • 5

    PRESENTACIN

    George R.R. Martin lo ha

    conseguido. Tras unos

    prometedores comienzos con

    novelas como Muerte de la

    luz o Sueo del Fevre, su

    carrera conoci un eclipse

    por el fracaso comercial de

    Armageddon Rag, un ajuste

    de cuentas con los aos

    sesenta a ritmo de rock'n'roll.

    Reciclado en guionista de

    series de televisin y

    coordinador de las antologas

    colectivas Wild Cards, Martin

    pareca perdido para la

    literatura fantstica,

  • 6

    demasiado ocupado en

    ganarse el pan como para

    intentar seducir de nuevo a

    un mercado que haba

    rechazado sus obras ms

    refinadas. Pero los primeros

    volmenes de la Cancin de

    Hielo y Fuego lo cambiaron

    todo.

    En ellos, Martin vuelve al

    fantstico para vengarse: por

    un lado, suponen la cima

    creativa de un autor cuya

    vala nunca fue puesta en

    duda; por otro, han atrado

    por fin a ese pblico masivo

    que hasta ahora se mostraba

    esquivo. Libro a libro, la

    Cancin de Hielo y Fuego ha

  • 7

    ido reuniendo a una enorme

    cantidad de seguidores que

    devoran cada nueva entrega

    y amenizan la espera de las

    siguientes releyendo las

    anteriores, debatiendo en

    foros de Internet los ms

    oscuros acontecimientos de

    la serie e interpretando las

    pistas ms vagas con las que

    Martin ha ido sembrando sus

    tramas. La Cancin de Hielo

    y Fuego amenaza incluso, a

    decir de sus ms fervientes

    admiradores, con desbancar

    a El Seor de los Anillos de

    su podio de mejor obra

    fantstica de todos los

    tiempos (lo que constituye

  • 8

    una evidente exageracin,

    pero refleja los extremos de

    entusiasmo a los que

    conduce Martin). Todo un

    xito de crtica y ventas,

    conseguido tras dcadas en

    el oficio.

    Y sin embargo, en

    apariencia la Cancin de

    Hielo y Fuego no se

    diferencia demasiado de

    otras sagas picas

    interminables: con el mismo

    escenario pseudomedieval y

    mgico, el mismo argumento

    enrevesado con personajes

    que vagan de un lado para

    otro, y el mismo conflicto

    cosmolgico entre la luz y las

  • 9

    tinieblas. Todo esto es cierto,

    y sin embargo, quien lo

    afirme evidentemente no ha

    ledo la serie.

    El mundo que Martin

    despliega ante nuestros ojos

    hunde sus races en

    referencias histricas:

    Poniente es una imagen

    especular de Gran Bretaa, y

    las principales familias, los

    Stark y los Lannister,

    remedan a los York y los

    Lancaster de la Guerra de las

    Rosas; la perdida Valyria,

    medio Roma, medio

    Atlntida; las oleadas de

    antepasados que hacen las

    veces de celtas, sajones y

  • 10

    normandos; los jinetes de las

    estepas que recuerdan a los

    mongoles, los guerreros de

    las Islas de Hierro a los

    vikingos... Pronto

    descubrimos otra interesante

    caracterstica: que, al

    contrario que en las series de

    la estela de Tolkien, en la

    Cancin de Hielo y Fuego la

    magia no est

    desapareciendo, sino que

    est regresando, tras un

    largo hiato llamado verano y

    acompaando a la llegada del

    temido invierno que resuena

    en el lema de los Stark.

    Adems, Martin introduce

    una apreciable ambigedad

  • 11

    moral. Ciertamente, al

    comienzo de la partida hay

    personajes ms y menos

    agradables, y motivos ms y

    menos nobles para actuar.

    Pero a lo largo de la serie

    veremos que rara vez los

    mejores personajes llegan a

    convertirse en hroes, que

    los ms perversos pueden

    causarnos tanta o ms

    simpata, y que ni la astucia

    ni la nobleza, ni los ejrcitos

    ni la magia son suficientes

    para asegurar que un jugador

    del juego de tronos no ser

    barrido del tablero a las

    primeras de cambio.

    La principal herramienta

  • 12

    con la que Martin opera estos

    cambios de rumbo, y la base

    de la capacidad de

    entretenimiento y sorpresa

    de su Cancin de Hielo y

    Fuego, es la narracin desde

    sucesivos puntos de vista de

    personajes concretos. En

    cada volumen contamos con

    un grupo de personajes cuyas

    peripecias seguiremos a

    travs de un narrador en

    tercera persona pero

    colocado sobre el hombro de

    cada uno, sin atisbos de

    omnisciencia. Cada captulo,

    presidido por el nombre del

    personaje al que sigue, nos

    proporciona ms informacin

  • 13

    sobre lo que va pasando,

    pero al mismo tiempo nos

    ciega temporalmente ante

    las otras tramas. Al contrario

    que en los best-sellers al uso,

    este cambio constante de

    punto de vista (que siempre

    hace que lamentemos

    cuando acaba uno, para

    vernos absorbidos

    rpidamente por el siguiente)

    no provoca una

    multiplicacin de las pginas

    al reiterar acontecimientos,

    sino que progresa a lo largo

    del tiempo, de forma que

    algunos de los grandes

    sucesos de la serie se

    presencian de refiln (la

  • 14

    ejecucin de cierto

    protagonista al final de Juego

    de tronos), o directamente se

    refieren de forma elptica

    (algunas de las grandes

    batallas de este Choque de

    reyes... pero no todas).

    Amplia, ambiciosa, bien

    narrada y absolutamente

    adictiva, el nico pero que se

    le puede poner a la serie a

    da de hoy es su condicin de

    obra sin terminar.

    Comenzada en 1996, no est

    previsto que Martin la

    termine hasta dentro de otros

    cuatro o cinco aos. El autor,

    adems, se enfrenta al

    desafo de competir no slo

  • 15

    consigo mismo, haciendo el

    argumento cada vez ms

    interesante, sino con las

    expectativas de sus activos

    lectores, que en los foros de

    Internet parecen haber

    previsto cada posible

    desarrollo y cada desenlace

    de cada trama en los tres

    volmenes siguientes.

    No obstante, a los que

    estamos rendidos ante la

    pericia de Martin esto no nos

    importa demasiado. Slo

    deseamos una cosa: tener

    pronto en nuestras manos el

    siguiente volumen.

    LUIS G. PRADO

  • 16

    A John y Gail, por toda la

    comida

    y el aguamiel que

    compartimos.

  • 17

    Ms detalles, ms

    demonios.

    En esta ocasin,

    los ngeles que me

    ayudaron a acabar

    con ellos han sido

    entre otros: Walter

    Jon Williams, Sage

    Walker, Melinda

    Snodgrass y Carl

    Keim.

    Gracias tambin a

    mis pacientes

    correctores y

    editores: Anne Groell,

    Nita Taublib, Joy

    Chamberlain, Jane

    Johnson y Malcolm

    Edwards.

  • 18

    Y por ltimo, me

    quito el yelmo ante

    Parris por su Caf

    Mgico, el

    combustible que ha

    construido los Siete

    Reinos.

  • 19

    PRLOGO

    La cola del cometa rasgaba

    el amanecer; era una brecha

    roja que sangraba sobre los

    riscos de Rocadragn como

    una herida en el cielo rosa y

    prpura.

    El maestre estaba de pie

    en el balcn de sus

    aposentos, azotado por el

    viento. All era adonde

    llegaban los cuervos tras un

    largo vuelo. Sus excrementos

    salpicaban las grgolas de

    cuatro metros que se alzaban

    a ambos lados del hombre, un

    sabueso infernal y un wyvern,

  • 20

    dos de las miles que

    vigilaban desde los muros de

    la antigua fortaleza. Cuando

    lleg a Rocadragn, el

    ejrcito de seres de piedra lo

    pona nervioso, pero con los

    aos se haba acostumbrado

    a ellos. En aquel momento

    los consideraba viejos

    amigos. Los tres juntos

    observaron el cielo como si

    fuera un mal presagio.

    El maestre no crea en las

    profecas. Aun as, pese a su

    avanzada edad, Cressen

    nunca haba visto un cometa

    ni la mitad de brillante que

    se, ni de aquel color, aquel

    color espantoso, el color de

  • 21

    la sangre, las llamas, los

    ocasos... Se pregunt si sus

    grgolas habran visto alguna

    vez uno semejante. Llevaban

    all mucho ms tiempo que

    l, y all seguiran mucho

    despus de que muriera. Si

    las lenguas de piedra

    pudieran hablar...

    Qu tontera. Se apoy

    en la barandilla, vio el mar

    batir abajo y sinti la piedra

    negra, dura y spera bajo los

    dedos. Grgolas que hablan

    y profecas en el cielo. Soy

    un viejo idiota que empieza a

    pensar como un nio.

    Acaso toda la sabidura

    ganada con tanto trabajo a lo

  • 22

    largo de una vida lo estaba

    abandonando, igual que la

    salud y las fuerzas? Era un

    maestre, haba aprendido en

    la gran Ciudadela de Antigua,

    all haba obtenido su

    cadena. A qu se vea

    reducido si las

    supersticiones lo dominaban

    como a cualquier campesino

    ignorante?

    Aun as... aun as... El

    cometa se divisaba ya

    incluso durante el da,

    mientras de las fumarolas de

    Montedragn, tras el castillo,

    se alzaban columnas de

    vapor color gris claro, y el da

    anterior un cuervo blanco

  • 23

    haba llegado de la Ciudadela

    con un mensaje, noticias ya

    anticipadas pero no por ello

    menos temibles: el anuncio

    del fin del verano. Presagios,

    todo eran presagios.

    Demasiados para negarlos.

    Qu significa todo esto?,

    habra querido gritar.

    Maestre Cressen,

    tenemos visita. Pylos

    hablaba en voz baja, como si

    no quisiera molestar a

    Cressen en su solemne

    meditacin. Si supiera las

    tonteras que poblaban la

    cabeza del maestre habra

    hablado a gritos. La

    princesa quiere ver el cuervo

  • 24

    blanco. Pylos, correcto

    como siempre, la llamaba

    princesa, ahora que su

    seor padre era rey. Rey de

    una roca humeante en medio

    del gran mar salado, pero rey

    al fin y al cabo. Insiste en

    ver el cuervo. La acompaa

    su bufn.

    El anciano apart la vista

    del amanecer y se dio media

    vuelta, apoyndose con una

    mano sobre su wyvern.

    Acompame a mi silla y

    hazlos pasar.

    Pylos lo tom por un brazo

    y lo ayud a volver al interior.

    En su juventud, Cressen

    haba caminado con paso

  • 25

    vivo, pero ya no faltaba

    mucho para su octogsimo

    da del nombre, y tena las

    piernas frgiles e inseguras.

    Dos aos atrs se haba roto

    la cadera en una cada, y los

    huesos no se haban soldado

    bien. Haca un ao, cuando

    cay enfermo, la Ciudadela

    envi a Pylos desde Antigua,

    apenas das antes de que

    Lord Stannis cerrase la isla.

    Decan que lo enviaban para

    ayudarlo en su trabajo, pero

    Cressen saba que no era as.

    Pylos estaba all para

    reemplazarlo cuando muriera.

    No le importaba. Alguien

    tena que ocupar su lugar, y

  • 26

    sera antes de lo que le

    gustara...

    Dej que el joven lo

    acomodara tras los montones

    de libros y papeles.

    Hazla pasar. No est bien

    hacer esperar a una dama.

    Hizo con la mano un gesto

    dbil para indicarle que se

    apresurara; l, que ya no

    poda darse prisa en nada.

    Tena la piel arrugada y llena

    de manchas, fina como el

    papel, tanto que se vea el

    entramado de venas y la

    forma de los huesos. Y cmo

    temblaban aquellas manos

    suyas, que otrora fueron tan

    firmes y hbiles...

  • 27

    Pylos regres con la nia,

    tan tmida como siempre.

    Tras ella, con su

    caracterstico andar,

    arrastrando los pies y dando

    saltitos, iba su bufn.

    Llevaba cencerros colgados,

    y en la cabeza un cubo viejo

    de latn a modo de yelmo,

    con unas astas de ciervo

    pegadas. Los cencerros

    resonaban a cada paso,

    todos con sonidos diferentes:

    clang-a-dang, bong-dong,

    ring-a-ling, clong, clong,

    clong.

    Quin nos visita tan

    temprano, Pylos? pregunt

    Cressen.

  • 28

    Somos Manchas y yo,

    maestre. Los candorosos

    ojos azules se clavaron en l.

    Por desgracia, el rostro en el

    que brillaban no era

    precisamente hermoso. La

    nia haba heredado la

    mandbula cuadrada y

    prominente de su padre, y las

    desafortunadas orejas de su

    madre; adems contaba con

    una desfiguracin propia,

    legado del brote de psoriagris

    que casi se la haba llevado a

    la tumba cuando an no era

    ms que un beb. La mitad

    de una mejilla y buena parte

    del cuello eran de carne

    rgida y muerta, con la piel

  • 29

    agrietada y escamosa,

    moteada de negro y gris, con

    tacto como de piedra. Pylos

    dice que podemos ver el

    cuervo blanco.

    Por supuesto, por

    supuesto respondi

    Cressen. Nunca haba podido

    negarle nada. Ya se le haban

    negado demasiadas cosas en

    su breve vida. Se llamaba

    Shireen. Cumplira diez aos

    en su siguiente da del

    nombre, y era la nia ms

    triste que el maestre Cressen

    haba conocido jams. Su

    tristeza es mi vergenza

    pens el anciano, otra

    prueba de mi fracaso..

  • 30

    Maestre Pylos, hazme el

    favor de traer esa ave de la

    pajarera para que la vea Lady

    Shireen.

    Ser para m un placer.

    Pylos era un joven muy

    educado, no tendra ms all

    de veinticinco aos, pero su

    solemnidad corresponda

    ms bien a un hombre de

    sesenta. Slo le faltaba tener

    ms humor, ms vida. Eso

    era lo que ms escaseaba en

    aquel lugar. En los lugares

    sombros se necesita un

    toque de ligereza, no de

    solemnidad, y Rocadragn

    era uno de los lugares ms

    sombros que nadie pudiera

  • 31

    imaginar, una ciudadela

    solitaria en un desierto de

    agua, azotada por las

    tormentas y la sal, con la

    sombra humeante de la

    montaa a su espalda. Un

    maestre tiene que ir all

    adonde lo envan, de manera

    que Cressen haba llegado

    all, con su seor, haca ya

    doce aos. Lo haba servido

    bien, pero jams haba

    sentido que aquel sitio fuera

    su hogar. En los ltimos

    tiempos, cuando despertaba

    de algn sueo inquieto en el

    que siempre estaba presente

    la mujer roja, le costaba

    recordar dnde se

  • 32

    encontraba.

    El bufn volvi la cabeza a

    manchas para ver cmo

    Pylos suba por las escaleras

    de hierro que llevaban a la

    pajarera. Los cencerros

    sonaron al ritmo del

    movimiento.

    Bajo el mar, los pjaros

    tienen escamas en vez de

    plumas dijo. Clang, clang.

    Lo s, lo s, je, je, je.

    Caramanchada resultaba

    lastimero hasta para ser un

    bufn. Quiz en algn tiempo

    fue capaz de provocar

    carcajadas con una rplica

    ingeniosa, pero el mar le

    haba arrebatado ese poder,

  • 33

    junto con la mitad de los

    sesos y todos los recuerdos.

    Era blando y obeso, padeca

    estremecimientos y

    temblores, y a menudo era

    incoherente. La nia era la

    nica que segua riendo con

    sus bromas, la nica a la que

    le importaba.

    Una nia fea, un bufn

    triste y un maestre... eso s

    que es una historia para

    llorar.

    Sintate conmigo,

    pequea. Cressen le hizo un

    gesto para que se acercara.

    Es muy temprano para hacer

    visitas, acaba de amanecer.

    Deberas estar abrigadita en

  • 34

    la cama.

    He tenido sueos malos

    respondi Shireen. Eran

    sobre los dragones. Venan a

    comerme.

    Este tema ya lo hemos

    hablado le dijo con voz

    amable el maestre Cressen;

    no recordaba un tiempo en

    que la nia no hubiera sufrido

    pesadillas. Los dragones no

    pueden cobrar vida. Estn

    tallados en piedra, pequea.

    En tiempos ya muy lejanos,

    nuestra isla era el fortn ms

    occidental del gran Feudo

    Franco de Valyria. Los

    valyrios erigieron esta

    ciudadela, y conocan formas

  • 35

    de tallar la piedra que

    nosotros ya hemos olvidado.

    Todo castillo debe tener una

    torre all donde se

    encuentran dos muros, es

    necesario para defenderlo.

    Los valyrios dieron forma de

    dragones a esas torres para

    que la fortaleza pareciera

    an ms temible, y tambin

    por eso coronaron los muros

    con un millar de grgolas, y

    no con simples almenas.

    Tom una manita rosada

    entre las suyas, frgiles y

    llenas de manchas, y la

    apret con cario. As que

    ya ves, no hay nada que

    temer.

  • 36

    Y la cosa del cielo, qu?

    Shireen no estaba nada

    convencida. Dalla y Matrice

    estaban hablando junto al

    pozo, y Dalla dijo que la

    mujer roja le haba dicho a mi

    madre que eso era aliento de

    dragn. Si los dragones

    tienen aliento, no es porque

    estn cobrando vida?

    La mujer roja pens el

    maestre Cressen con

    amargura. Por si no fuera

    bastante malo que haya

    llenado de locuras la cabeza

    de la madre, ahora est

    envenenando los sueos de

    la hija. Tendra que hablar

    seriamente con Dalla para

  • 37

    que no fuera difundiendo

    semejantes tonteras.

    Eso del cielo, pequea,

    es un cometa. Una estrella

    con cola que se ha perdido

    en el cielo. Pronto

    desaparecer, y no

    volveremos a verla. Te lo

    prometo.

    Shireen asinti con

    valenta.

    Mi madre dice que el

    cuervo blanco significa que

    ya no es verano.

    Eso es cierto, mi seora.

    Los cuervos blancos vienen

    slo de la Ciudadela.

    Cressen se llev los dedos a

    la cadena que luca en torno

  • 38

    al cuello. Cada uno de los

    eslabones estaba forjado en

    un metal distinto para

    simbolizar su dominio de las

    diferentes ramas del saber.

    El collar del maestre, el

    smbolo de su orden. En el

    orgullo de la juventud lo

    haba llevado con facilidad,

    pero ya le pareca pesado, y

    senta el metal fro contra la

    piel. Son ms grandes que

    los otros cuervos, y ms

    listos; los cran para llevar

    los mensajes ms

    importantes. ste lo enviaron

    para decirnos que el

    Cnclave se ha reunido, ha

    estudiado los informes y

  • 39

    mediciones que han hecho

    maestres de todo el reino, y

    ha declarado que este largo

    verano termina ya. Ha durado

    diez aos, dos ciclos y

    diecisis das; ha sido el

    verano ms largo que se

    recuerda.

    Y ahora har fro?

    Shireen era una nia del

    verano, nunca haba

    conocido el autntico fro.

    A su debido tiempo

    respondi Cressen. Si los

    dioses son bondadosos, nos

    otorgarn un otoo clido y

    buenas cosechas, y as

    podremos prepararnos para

    el invierno que se avecina.

  • 40

    La gente sencilla deca que

    un verano largo siempre

    vena seguido de un invierno

    ms largo an, pero al

    maestre no le pareci

    oportuno asustar a la nia

    con cuentos como aqullos.

    Bajo el mar siempre es

    verano canturre

    Caramanchada haciendo

    sonar sus cencerros. Las

    seoras sirenas llevan

    anenimonas en el pelo, y

    tejen tnicas con algas de

    plata. Lo s, lo s, je, je, je.

    Me gustara tener una

    tnica de algas de plata

    dijo Shireen dejando escapar

    una risita.

  • 41

    Bajo el mar, nieva hacia

    arriba dijo el bufn, y la

    lluvia es seca como un hueso

    viejo. Lo s, lo s, je, je, je.

    Es verdad que nevar?

    pregunt la nia.

    S asinti Cressen.

    Pero espero que no sea

    hasta dentro de unos aos y

    que la nieve no dure

    demasiado tiempo. Ah, ah

    viene Pylos con el pjaro.

    Shireen lanz una

    exclamacin de alegra.

    Hasta Cressen tuvo que

    reconocer que aquella ave

    resultaba impresionante. Era

    blanca como la nieve, ms

    grande que un halcn, con

  • 42

    los brillantes ojos negros que

    indicaban que no era un

    simple cuervo albino, sino un

    autntico cuervo blanco, de

    pura raza de la Ciudadela.

    Ven llam.

    El cuervo extendi las alas,

    emprendi el vuelo y surc la

    habitacin con sonoros

    aleteos para ir a posarse en

    la mesa, junto a l.

    Ir a traer vuestro

    desayuno anunci Pylos.

    Cressen asinti.

    sta es Lady Shireen

    dijo al cuervo.

    El pjaro movi arriba y

    abajo la cabeza blanca, como

    si asintiera.

  • 43

    Lady grazn. Lady.

    La nia se qued

    boquiabierta.

    Sabe hablar!

    S, sabe unas cuantas

    palabras. Ya te lo he dicho,

    son unos pjaros muy listos.

    Pjaro listo, hombre listo,

    bufn muy muy listo dijo

    Caramanchada al tiempo que

    haca sonar los cencerros.

    Empez a canturrear: Las

    sombras vienen a bailar, mi

    seor; bailar, mi seor; bailar,

    mi seor enton saltando a

    la pata coja, primero con un

    pie, luego con otro. Las

    sombras se van a quedar, mi

    seor; quedar, mi seor;

  • 44

    quedar, mi seor. Con cada

    palabra sacuda la cabeza, y

    los cencerros de las astas

    resonaban con estrpito.

    El cuervo blanco grazn,

    alz el vuelo y revolote para

    ir a posarse en la barandilla

    de hierro de las escaleras

    que llevaban a la pajarera.

    Shireen pareci encogerse.

    No para de cantar eso. Le

    he dicho que no lo haga, pero

    no me hace caso. Me da

    miedo. Dile que no lo cante.

    Y cmo voy a hacerlo?

    se pregunt el anciano.

    Hace unos aos podra

    haberlo hecho callar para

    siempre, pero ahora...

  • 45

    Caramanchada haba

    llegado a Rocadragn siendo

    apenas un muchachito. El

    recordado Lord Steffon lo

    haba encontrado en

    Volantis, al otro lado del mar

    Angosto. El rey (el viejo rey,

    Aerys II Targaryen, que en

    aquellos tiempos no estaba

    an tan loco) lo haba

    enviado a buscar una novia

    para el prncipe Rhaegar, que

    no tena hermanas con las

    que pudiera contraer

    matrimonio. Hemos visto a

    un bufn esplndido

    escribi a Cressen, quince

    das antes de la fecha

    prevista para su regreso de la

  • 46

    infructfera misin. No es

    ms que un nio, pero es gil

    como un mono y tan

    ingenioso como una docena

    de cortesanos. Sabe hacer

    juegos malabares, acertijos y

    trucos mgicos, y canta

    maravillosamente en cuatro

    idiomas. Hemos comprado su

    libertad y esperamos llevarlo

    a casa con nosotros. A

    Robert le encantar y quiz

    hasta ensee a rer a

    Stannis.

    Cressen se entristeca

    cada vez que recordaba

    aquella carta. Nadie ense

    nunca a Stannis a rer, y

    desde luego no lo hizo el

  • 47

    pequeo Caramanchada. La

    tormenta se desencaden de

    repente, con un viento

    huracanado, y la Baha de los

    Naufragios hizo honor a su

    nombre. La galera de dos

    mstiles del seor, la Orgullo

    del viento, se hundi a la

    vista del castillo. Desde las

    almenas, los dos hijos

    mayores observaron cmo el

    barco de su padre se

    destrozaba contra las rocas

    antes de que lo engulleran

    las olas. Un centenar de

    remeros y marineros se

    hundieron con Lord Steffon

    Baratheon y su seora

    esposa, y durante das cada

  • 48

    marea dejaba una nueva

    cosecha de cadveres

    hinchados en la costa, bajo

    Bastin de Tormentas.

    El chico lleg a la orilla el

    tercer da. El maestre

    Cressen haba bajado con los

    dems para ayudar a

    identificar los cadveres.

    Encontraron al bufn

    desnudo, con la piel blanca,

    arrugada y cubierta de arena

    hmeda. Cressen habra

    jurado que estaba muerto,

    pero cuando Jommy lo agarr

    por los tobillos para

    arrastrarlo hasta el carro

    funerario, el nio empez a

    toser, escupi agua y se

  • 49

    sent. Hasta el da en que

    muri, Jommy sigui diciendo

    que la carne de

    Caramanchada estaba fra y

    viscosa.

    Nadie pudo explicar jams

    los dos das que el bufn

    haba pasado perdido en el

    mar. Los pescadores decan

    que, a cambio de su semilla,

    una sirena le haba enseado

    a respirar agua.

    Caramanchada nunca dijo

    nada. El muchacho listo e

    ingenioso del que Lord

    Steffon haba hablado en su

    carta no lleg a Bastin de

    Tormentas; el nio que

    encontraron apenas si poda

  • 50

    hablar, y lo que deca careca

    por completo de ingenio.

    Pero el rostro del bufn no

    permita albergar dudas

    sobre su identidad. En la

    Ciudad Libre de Volantis

    tenan la costumbre de tatuar

    los rostros de los esclavos y

    criados, y la piel del cuello y

    el cuero cabelludo del nio

    lucan el dibujo imborrable de

    cuadrados rojos y verdes.

    Ese desdichado est

    loco, sufre y no sirve de nada

    a nadie, ni siquiera a s

    mismo declar el viejo Ser

    Harbert, castellano de

    Bastin de Tormentas en

    aquellos tiempos. Lo ms

  • 51

    misericordioso sera llenarle

    la copa con la leche de la

    amapola. Todo acabara con

    un sueo sin dolor. Si l

    tuviera cerebro os dara las

    gracias.

    Pero Cressen se haba

    negado a hacerlo, y al final

    su opinin prevaleci. Pese a

    los aos transcurridos, nunca

    haba llegado a saber si su

    victoria haba supuesto una

    victoria tambin para

    Caramanchada.

    Las sombras vienen a

    bailar, mi seor; bailar, mi

    seor; bailar, mi seor

    sigui cantando el bufn, al

    tiempo que mova la cabeza y

  • 52

    haca sonar los cencerros:

    bong dong, ring-a-ling, bong

    dong.

    Seor chill el cuervo

    blanco. Seor, seor, seor.

    Los bufones cantan lo

    que quieren dijo el maestre

    a su nerviosa princesa. No

    te tomes en serio lo que dice.

    Puede que maana se

    acuerde de otra cancin y no

    vuelvas a or sta nunca ms.

    Canta maravillosamente

    en cuatro idiomas, haba

    escrito Lord Steffon...

    Maestre, con permiso

    dijo Pylos, que acababa de

    regresar a la estancia.

    Te has olvidado de las

  • 53

    gachas seal Cressen con

    una sonrisa. Aquello era

    impropio de Pylos.

    Maestre, Ser Davos

    regres anoche. Lo estaban

    comentando en la cocina.

    Pens que querrais saberlo

    lo antes posible.

    Davos... anoche? Y

    dnde est?

    Con el rey. Se han pasado

    hablando buena parte de la

    noche.

    En otros tiempos, Lord

    Stannis lo habra despertado,

    fuera la hora que fuera, para

    pedirle consejo.

    Deberan habrmelo

    dicho se quej Cressen.

  • 54

    Deberan haberme

    despertado. Desentrelaz

    sus dedos de los de Shireen

    . Perdname, mi seora, pero

    tengo que ir a hablar con tu

    seor padre. Pylos, deja que

    me apoye en tu brazo. En

    este castillo hay demasiados

    escalones. Me parece que

    cada noche ponen unos

    pocos ms slo para

    fastidiarme.

    Shireen y Caramanchada

    salieron con ellos, pero la

    nia no tard en cansarse del

    paso lento del anciano y lo

    adelant. El bufn la sigui,

    sacudiendo los cencerros

    que resonaban como locos.

  • 55

    Cressen era muy

    consciente de que un castillo

    no era el lugar ms adecuado

    para una persona frgil, y lo

    fue ms todava al bajar por

    la escalera circular de la

    Torre del Dragn Marino. Lord

    Stannis estara sin duda en la

    Cmara de la Mesa Pintada,

    en la parte ms alta del

    Tambor de Piedra, el torren

    central de Rocadragn,

    llamado as porque sus muros

    milenarios rugan y

    retumbaban durante las

    tormentas. Para llegar all

    tenan que cruzar la galera,

    atravesar la muralla

    intermedia y la interior con

  • 56

    sus grgolas guardianas y

    sus puertas de hierro negro, y

    subir tantas escaleras que

    Cressen prefera no pensar

    en ello. Los jvenes suban

    los peldaos de dos en dos;

    para los ancianos con

    caderas lastimadas, cada

    uno representaba una

    tortura. Pero a Lord Stannis

    jams se le ocurrira ir a

    verlo, de manera que el

    maestre se resign a padecer

    aquel tormento. Al menos

    contaba con la ayuda de

    Pylos, cosa por la que se

    senta muy agradecido.

    Atravesaron la galera a

    paso cansino, pasando ante

  • 57

    una hilera de ventanales

    altos en forma de arco, desde

    los que se divisaba el

    imponente panorama de la

    muralla defensiva, la muralla

    exterior y la aldea de

    pescadores que haba ms

    all. En el patio, los arqueros

    practicaban al grito de

    tensar, apuntar, disparar.

    El sonido de las flechas era

    como el de una bandada de

    pjaros que emprendieran el

    vuelo. Los guardias

    patrullaban por los adarves y

    vigilaban entre las grgolas a

    las huestes acampadas en el

    exterior. El humo de las

    hogueras poblaba el aire de

  • 58

    la maana, tres mil hombres

    se aprestaban a desayunar

    sentados bajo los

    estandartes de sus seores.

    Ms all, el fondeadero

    estaba abarrotado de barcos.

    En los seis ltimos meses no

    se haba permitido partir a

    ninguna nave que se hubiera

    acercado a Rocadragn. La

    Furia de Lord Stannis, una

    galera de tres cubiertas y

    trescientos remos, casi

    pareca pequea al lado de

    las panzudas carracas y

    cocas que la rodeaban.

    Los hombres que montaban

    guardia en el exterior del

    Tambor de Piedra conocan

  • 59

    de vista a los maestres y los

    dejaron pasar.

    Espera aqu dijo

    Cressen a Pylos una vez en el

    interior. Lo mejor ser que

    vaya a verlo yo solo.

    Maestre, hay muchas

    escaleras.

    No creas que no lo s.

    Cressen sonri. He subido

    por estos peldaos tantas

    veces que conozco cada uno

    por su nombre.

    Pero a medio camino ya

    lamentaba la decisin. Se

    haba detenido para

    recuperar el aliento y calmar

    el dolor de la cadera cuando

    oy el sonido de unas botas

  • 60

    contra la piedra, y se

    encontr cara a cara con Ser

    Davos Seaworth, que bajaba

    en aquel momento.

    Davos era un hombre

    menudo, que llevaba la baja

    estirpe escrita claramente en

    el rostro. Se cubra los

    hombros con una capa verde

    muy usada, manchada de

    salitre y descolorida por el

    sol, y llevaba un jubn y unos

    calzones color marrn, a

    juego con su pelo y sus ojos

    castaos. Tena la barbita

    corta salpicada de hebras

    grises, y ocultaba la mano

    izquierda mutilada con un

    guante de cuero. Se detuvo al

  • 61

    ver a Cressen.

    Ser Davos, cundo

    habis vuelto? salud el

    maestre.

    En lo ms oscuro de la

    noche. Mi hora favorita.

    Se deca que nadie jams

    haba pilotado un barco de

    noche ni la mitad de bien que

    Davos Manicorto. Antes de

    que Lord Stannis lo nombrara

    caballero, haba sido el

    contrabandista ms famoso y

    escurridizo de los Siete

    Reinos.

    Noticias?

    Ha sido tal como vos le

    dijisteis contest el

    caballero meneando la

  • 62

    cabeza. No se alzarn por

    su causa, maestre. No

    sienten ningn afecto por l.

    No pens Cressen. Ni

    lo sentirn jams. Es fuerte,

    capaz, justo... s, y sabio

    quiz en exceso... pero con

    eso no basta. Con eso no ha

    bastado nunca.

    Hablasteis con todos?

    Con todos? No. Slo con

    los que quisieron recibirme.

    Por m tampoco sienten

    afecto esos nobles. Para

    ellos siempre ser el

    Caballero de la Cebolla.

    Apret la mano izquierda,

    cerrando los muones de los

    dedos en un puo. Stannis le

  • 63

    haba hecho cortar la ltima

    articulacin de todos

    excepto del pulgar. Com

    con Gulian Swann y con el

    viejo Penrose, y los Tarth

    accedieron a reunirse

    conmigo a medianoche en un

    bosque. Los dems... bueno,

    Beric Dondarrion ha

    desaparecido, se dice que ha

    muerto, y Lord Caron est

    con Renly. Ahora es Bryce el

    Naranja, de la Guardia

    Arcoiris.

    La Guardia Arcoiris?

    Renly ha creado una

    Guardia Real explic el

    antiguo contrabandista,

    pero sus siete hombres no

  • 64

    van de blanco. Cada uno

    tiene un color. Loras Tyrell es

    el Lord Comandante.

    Aquello era muy propio de

    Renly Baratheon, muy acorde

    con sus gustos: una nueva

    orden de caballeros,

    esplndida, con ropajes

    nuevos que todo el mundo

    admirara. Ya de nio le

    haban gustado los colores

    vivos y los tejidos de calidad,

    tanto como los juegos.

    Miradme todos! gritaba

    mientras corra, riendo, por

    los pasillos de Bastin de

    Tormentas. Miradme todos,

    soy un dragn!, o bien:

    Miradme todos, soy un

  • 65

    mago!, o bien: Miradme,

    miradme, soy el dios de la

    lluvia!.

    El muchachito osado de

    pelo negro indmito y ojos

    llenos de alegra era ya un

    hombre adulto de veintin

    aos, y an segua jugando.

    "Miradme todos, soy un

    rey!" pens Cressen con

    tristeza. Oh, Renly, Renly,

    mi nio querido, sabes qu

    ests haciendo? Y si lo

    sabes, te importa? Es que

    soy el nico que se preocupa

    por l?

    Qu razones os dieron

    los seores para sus

    negativas? pregunt a Ser

  • 66

    Davos.

    Algunos buenas palabras,

    otros palabras rudas; unos

    me dieron excusas, otros

    hicieron promesas y unos

    cuantos se limitaron a

    mentir. Se encogi de

    hombros. Al final, todo son

    palabras, y las palabras se

    las lleva el viento.

    No habis podido traerle

    ninguna esperanza?

    Slo falsa, y yo no hago

    esas cosas replic Davos.

    Le dije la verdad.

    El maestre Cressen record

    el da en que Davos fue

    nombrado caballero, tras el

    asedio de Bastin de

  • 67

    Tormentas. Lord Stannis

    haba defendido el castillo

    durante casi un ao con una

    reducida guarnicin contra

    las numerosas huestes de

    Lord Tyrell y Lord Redwyne.

    Hasta el mar les estaba

    vedado, vigilado da y noche

    por las galeras de Redwyne,

    con los estandartes color

    borgoa del Rejo. En el

    interior de Bastin de

    Tormentas haca ya tiempo

    que se haban comido los

    caballos, no quedaban gatos

    ni perros, y la guarnicin slo

    poda comer races y ratas.

    Entonces lleg una noche de

    luna nueva, en la que las

  • 68

    nubes ocultaron las estrellas.

    Al abrigo de la oscuridad,

    Davos el contrabandista

    burl el cordn de Redwyne y

    las rocas de la Baha de los

    Naufragios. Su pequeo

    barco tena el casco negro,

    velas negras, remos negros y

    la bodega abarrotada de

    cebollas y pescado en

    salazn. No era gran cosa,

    pero s lo suficiente para

    mantener con vida a la

    guarnicin el tiempo

    necesario para que Eddard

    Stark llegara a Bastin de

    Tormentas y rompiera el

    sitio.

    Lord Stannis recompens a

  • 69

    Davos con las mejores tierras

    del cabo de la Ira, un

    pequeo fuerte y el rango de

    caballero... pero tambin

    decret que le cortaran una

    falange de cuatro dedos de la

    mano izquierda, como

    castigo por sus aos como

    contrabandista. Davos lo

    acept con la condicin de

    que fuera el propio Stannis

    quien esgrimiera el cuchillo.

    El seor utiliz un hachuela

    de carnicero para que el

    corte fuera rpido y limpio.

    Despus de aquello, Davos

    eligi para su casa el nombre

    de Seaworth, y como blasn

    un barco negro sobre campo

  • 70

    gris claro... con una cebolla

    en las velas. El antiguo

    contrabandista sola decir

    que Lord Stannis le haba

    hecho un favor, ya que tena

    que limpiarse y cortarse

    cuatro uas menos.

    No pens Cressen, un

    hombre como aqul no dara

    falsas esperanzas, ni

    suavizara una dura verdad.

    La verdad puede ser un

    trago amargo hasta para

    alguien como Lord Stannis,

    Ser Davos. Slo piensa en

    volver a Desembarco del Rey

    en la plenitud de su poder

    para acabar con sus

    enemigos y recuperar lo que

  • 71

    le corresponde por derecho.

    En cambio, ahora...

    Si lleva un ejrcito tan

    escaso como ste a

    Desembarco del Rey, ser

    para morir. No tiene

    suficientes hombres. Es lo

    que le he dicho, pero ya

    sabis cmo es de orgulloso.

    Davos alz la mano

    enguantada. Antes de que

    le entre en la cabeza un poco

    de sentido comn, a m me

    crecern otra vez los dedos.

    Habis hecho todo lo

    posible. El anciano

    suspir. Ahora me

    corresponde a m sumar mi

    voz a la vuestra.

  • 72

    El refugio de Lord Stannis

    Baratheon era una gran

    habitacin redonda con

    muros desnudos de piedra

    negra y cuatro ventanas altas

    y estrechas, cada una en

    direccin a uno de los puntos

    cardinales. En el centro de la

    cmara haba una gran mesa

    que le daba su nombre, una

    inmensa tabla de madera

    tallada por orden de Aegon

    Targaryen en los das

    anteriores a la Conquista. La

    Mesa Pintada tena ms de

    quince metros de largo y la

    mitad de ancho en uno de los

    extremos, pero apenas unos

    pies en el otro. Los

  • 73

    carpinteros de Aegon le

    haban dado la forma de la

    tierra de Poniente, trazando

    con las sierras todas las

    bahas y pennsulas, de

    manera que la mesa no tena

    ni un borde liso. En la

    superficie, oscurecida por

    casi trescientos aos de

    barnices, estaban pintados

    los Siete Reinos tal como

    eran en tiempos de Aegon:

    ros y montaas, castillos y

    ciudades, lagos y bosques...

    En toda la estancia no

    haba ms que una silla,

    situada con precisin en el

    punto exacto que ocupaba

    Rocadragn ante la costa de

  • 74

    Poniente, y elevada sobre

    una plataforma con peldaos

    para proporcionar una buena

    vista de toda la superficie de

    la mesa. La silla la ocupaba

    un hombre vestido con un

    chaleco de cuero ajustado y

    calzones de lana marrn. Al

    or entrar al maestre Cressen

    alz la vista.

    Saba que vendrais,

    anciano, tanto si os llamaba

    como si no. Su voz estaba

    desprovista de toda calidez.

    Como de costumbre.

    Stannis Baratheon, seor

    de Rocadragn, y por la

    gracia de los dioses heredero

    legtimo del Trono de Hierro

  • 75

    de los Siete Reinos de

    Poniente, tena hombros

    anchos y miembros nervudos,

    y carnes y rostro tan tensos

    que parecan de cuero

    secado al sol hasta

    endurecerse como el acero.

    La palabra que ms se

    utilizaba para definir a

    Stannis era duro, y duro

    era, ciertamente. An no

    haba cumplido treinta y

    cinco aos, pero slo le

    quedaba una franja estrecha

    de fino pelo negro que le

    pasaba por detrs de las

    orejas, como la sombra de

    una corona. Su hermano, el

    difunto rey Robert, se haba

  • 76

    dejado crecer la barba en sus

    ltimos aos de vida. El

    maestre Cressen no lo haba

    visto, pero se deca que era

    una barba salvaje, espesa,

    fiera. Casi como respuesta,

    Stannis mantena las patillas

    y los bigotes bien cortos.

    Eran como una sombra de un

    color negro azulado que le

    cruzaba la mandbula

    cuadrada y las hondonadas

    huesudas de las mejillas. Sus

    ojos eran como heridas

    abiertas bajo unas cejas

    gruesas, tan azules y oscuros

    como el mar en la noche. Su

    boca habra sido la

    desesperacin del ms

  • 77

    gracioso de los bufones; era

    una boca creada para los

    bufidos, las reprimendas y las

    rdenes cortantes, de labios

    finos y msculos tensos, una

    boca que haba olvidado

    cmo sonrer y nunca haba

    sabido abrirse en una

    carcajada. En ocasiones,

    cuando todo estaba tranquilo

    y silencioso en medio de la

    noche, al maestre Cressen le

    pareca que poda or a Lord

    Stannis chirriando los dientes

    al otro lado del castillo.

    En otros tiempos me

    habrais despertado dijo el

    anciano.

    En otros tiempos erais

  • 78

    joven. Ahora sois viejo, estis

    enfermo y os hace falta

    dormir. Stannis jams haba

    aprendido a suavizar las

    palabras para fingir o adular.

    Deca lo que pensaba, sin

    importarle lo ms mnimo si

    eso afectaba a los dems.

    Saba que os enterarais

    pronto del mensaje de Davos.

    Como de costumbre, no?

    De lo contrario, no os

    sera de ninguna ayuda

    respondi Cressen. Me he

    encontrado a Davos en la

    escalera.

    Y supongo que os lo

    habr contado todo. Tendra

    que haberle cortado la

  • 79

    lengua, adems de los dedos.

    Entonces no os habra

    sido muy til como

    mensajero.

    Con lengua tampoco me

    ha sido til como mensajero.

    Los seores de la tormenta

    no se alzarn por m. Por lo

    visto no les gusto, y el hecho

    de que mi causa sea justa no

    significa nada para ellos. Los

    ms cobardes se quedarn

    sentados tras sus murallas, a

    la espera de ver hacia dnde

    soplan los vientos y quin

    tiene prxima la victoria. Los

    valientes se han aliado con

    Renly. Con Renly! Escupi

    el nombre como si fuera un

  • 80

    veneno para la lengua.

    Vuestro hermano es el

    seor de Bastin de

    Tormentas desde hace trece

    aos. Esos seores son sus

    vasallos juramentados...

    Sus vasallos lo

    interrumpi Stannis,

    cuando por derecho deberan

    ser los mos. Nunca ped

    Rocadragn. Nunca lo quise.

    Lo tom porque los enemigos

    de Robert estaban aqu y l

    me conden a erradicarlos.

    Constru su flota, hice su

    trabajo, obediente como

    deba ser un hermano

    pequeo con su hermano

    mayor, como debera ser

  • 81

    Renly conmigo. Y cmo me

    lo agradece Robert? Me

    nombra seor de

    Rocadragn, y entrega

    Bastin de Tormentas y

    todas sus rentas a Renly.

    Bastin de Tormentas

    perteneci a la Casa

    Baratheon durante

    trescientos aos. Debera

    haber pasado a m por

    derecho cuando Robert subi

    al Trono de Hierro.

    Era una afrenta antigua y

    dolorosa, en aquel momento

    ms que nunca. Aqul era el

    punto dbil de su seor.

    Porque, aunque Rocadragn

    era antiguo y fuerte, slo

  • 82

    contaba con la alianza de

    unos cuantos seores

    menores, cuyas fortalezas en

    islas pedregosas no tenan

    suficiente poblacin para

    crear el ejrcito que Stannis

    necesitaba. Ni siquiera los

    mercenarios que haba trado

    de la otra orilla del mar

    Angosto, de las Ciudades

    Libres de Myr y Lys, bastaban

    para que el ejrcito

    acampado al otro lado de los

    muros fuera suficiente para

    acabar con el poder de la

    Casa Lannister.

    Robert cometi una

    injusticia con vos dijo el

    maestre Cressen con

  • 83

    cautela, pero tena buenas

    razones. Rocadragn

    perteneci durante mucho

    tiempo a la Casa Targaryen.

    Le haca falta un hombre

    fuerte que gobernara aqu, y

    Renly no era ms que un

    nio.

    Sigue siendo un nio.

    La furia de Stannis resonaba

    en la estancia vaca. Un

    nio ladrn que quiere

    robarme la corona. Qu ha

    hecho Renly en su vida para

    ganarse un trono? Se sienta

    en el Consejo y bromea con

    Meique, y en los torneos

    luce una armadura

    esplndida y deja que

  • 84

    cualquiera ms fuerte lo

    derribe del caballo. A eso se

    reduce mi hermano Renly,

    que se cree digno de ser rey.

    Por qu los dioses me

    castigaron con estos

    hermanos?

    No puedo explicar los

    motivos de los dioses.

    ltimamente no podis

    explicar muchas cosas.

    Quin es el maestre de

    Renly? Debera hacerlo

    llamar, quiz sus consejos

    me fueran ms tiles que los

    vuestros. Qu creis que le

    dijo ese maestre a mi

    hermano cuando decidi

    robarme mi corona? Qu

  • 85

    consejo habr ofrecido

    vuestro colega a ese traidor?

    Me extraara mucho que

    Lord Renly hubiera pedido

    consejo a nadie, Alteza.

    El menor de los tres hijos

    de Lord Steffon se haba

    convertido en un hombre

    osado, pero incauto, que

    actuaba por impulso, sin

    planes previos. En eso, como

    en tantas otras cosas, Renly

    se pareca a su hermano

    Robert y era muy diferente de

    Stannis.

    Alteza repiti Stannis

    con amargura. Os burlis

    de m dndome trato de rey,

    pero de qu soy rey?

  • 86

    Rocadragn y unas cuantas

    piedras en el mar Angosto,

    se es mi reino. Baj de la

    plataforma de la silla y se

    qued junto a la mesa. Su

    sombra se proyectaba sobre

    la desembocadura del ro

    Aguasnegras y sobre el

    bosque pintado donde se

    encontraba Desembarco del

    Rey. Aqul era el reino que

    exiga, lo tena al alcance de

    la mano, y sin embargo

    estaba tan lejos.... Esta

    noche voy a cenar con mis

    seores vasallos, con los

    pocos que tengo. Celtigar,

    Velaryon, Bar Emmon y los

    dems. Un grupo pattico, la

  • 87

    verdad sea dicha, pero son lo

    nico que me han dejado mis

    hermanos. Ese pirata lyseno

    de Salladhor Saan vendr con

    la ltima lista de todo lo que

    le debo, y Morosh de Myr me

    recomendar precaucin por

    culpa de las mareas y los

    temporales de otoo;

    mientras que Lord Sunglass,

    siempre tan po, no dejar de

    hablar de la voluntad de los

    Siete. Celtigar me preguntar

    qu seores de la tormenta

    se van a unir a nosotros.

    Velaryon amenazar con

    retirar sus fuerzas a menos

    que ataquemos pronto. Qu

    les voy a decir? Qu debo

  • 88

    hacer?

    Vuestros verdaderos

    enemigos son los Lannister,

    mi seor respondi el

    maestre Cressen. Si

    vuestro hermano y vos

    hicierais causa comn contra

    ellos...

    No har tratos con Renly

    replic Stannis en un tono

    que no admita discusin.

    Al menos, mientras siga

    proclamndose rey.

    Entonces no tratis con

    Renly cedi el maestre. Su

    seor era orgulloso y

    testarudo. Una vez tomaba

    una decisin, no haba

    manera de hacerlo cambiar.

  • 89

    Hay otros que tambin se

    pueden adecuar a vuestras

    necesidades. El hijo de

    Eddard Stark ha sido

    proclamado Rey en el Norte,

    tiene el apoyo de todas las

    fuerzas de Invernalia y

    Aguasdulces.

    Es un nio dijo

    Stannis. Y otro falso rey.

    Acaso tengo que aceptar un

    reino desmembrado?

    Medio reino es mejor que

    nada insisti Cressen. Y

    si ayudis al chico a vengar

    la muerte de su padre...

    Por qu voy a vengar a

    Eddard Stark? Para m no

    significaba nada. Oh, cierto,

  • 90

    Robert lo adoraba. Lo quera

    como a un hermano, cuntas

    veces se lo o decir! Yo era

    su hermano, no Ned Stark,

    pero por cmo me trataba

    nadie lo habra dicho. Defend

    Bastin de Tormentas en su

    nombre, vi morir de hambre a

    muchos hombres valientes

    mientras Mace Tyrell y

    Paxter Redwyne celebraban

    banquetes a la vista de mis

    murallas. Me dio las gracias

    Robert? No. Le dio las

    gracias a Stark, por romper el

    sitio cuando ya nicamente

    tenamos rbanos y ratas

    para comer. Constru una

    flota por orden de Robert y

  • 91

    captur Rocadragn para l.

    Acaso me tom la mano y

    me dijo: Bravo, hermano, no

    s qu habra hecho sin ti?

    No, me ech la culpa de que

    Willem Darry pudiera escapar

    con Viserys y con la cra,

    como si hubiera estado en mi

    mano impedirlo. Ocup un

    puesto en su Consejo durante

    quince aos, ayud a Jon

    Arryn a dirigir el reino

    mientras Robert se

    emborrachaba y se iba de

    putas, pero cuando Jon

    muri, acaso me nombr

    Mano? No, corri en busca de

    su querido amigo Ned Stark y

    le ofreci a l ese honor.

  • 92

    Pues mira, para lo que les ha

    servido a los dos...

    As han sido las cosas, mi

    seor dijo el maestre

    Cressen con voz amable. Se

    han cometido muchas

    injusticias con vos, pero el

    pasado no es ya ms que un

    recuerdo. El futuro an puede

    ser vuestro si os uns a los

    Stark. Tambin hay otros que

    pueden conveniros. Qu os

    parece Lady Arryn? Si la

    reina asesin a su esposo, no

    cabe duda de que querr

    hacerle justicia. Tiene un hijo

    pequeo, el heredero de Jon

    Arryn. Tal vez, si

    prometierais a Shireen con

  • 93

    l...

    Es un cro dbil y

    enfermizo se opuso Lord

    Stannis. Hasta su padre se

    daba cuenta: me pidi que lo

    acogiera como pupilo en

    Rocadragn. Le habra

    sentado bien servir como

    paje, pero la maldita

    Lannister hizo envenenar a

    Lord Arryn antes de que lo

    llevramos a cabo, y ahora

    Lysa lo tiene escondido en el

    Nido de guilas. Podis estar

    seguro de que no se separar

    de l.

    Entonces habr que

    enviar a Shireen al Nido de

    guilas insisti el

  • 94

    maestre. Rocadragn es un

    hogar triste para cualquier

    nio. Y que la acompae su

    bufn, as tendr cerca un

    rostro conocido.

    Conocido y repugnante.

    Stannis frunci el ceo,

    pensativo. Pero... puede

    que valga la pena intentarlo...

    Acaso el legtimo seor

    de los Siete Reinos tiene que

    suplicar ayuda a viudas y

    usurpadores? pregunt

    bruscamente una voz de

    mujer.

    Mi seora dijo el

    maestre Cressen,

    volvindose e inclinando la

    cabeza, molesto por no

  • 95

    haberla odo entrar.

    Yo no suplico solt

    Stannis con un bufido. A

    nadie. Ms te vale tenerlo

    presente, mujer.

    Me complace orlo, mi

    seor. Lady Selyse era tan

    alta como su esposo, de

    cuerpo flaco y rostro

    delgado, orejas prominentes,

    nariz afilada y una sombra de

    bigote en el labio superior. Se

    lo quitaba con las pinzas

    cada da y lo maldeca

    constantemente, pero

    siempre volva a crecerle.

    Sus ojos eran claros; su

    boca, firme; y su voz, como

    un ltigo. En aquel momento

  • 96

    lo hizo restallar. Lady Arryn

    te debe lealtad, al igual que

    los Stark, tu hermano Renly y

    todos los dems. Eres su rey

    legtimo. No sera correcto

    que suplicaras y negociaras

    por lo que te corresponde por

    la gracia de dios.

    Haba dicho dios, no

    dioses. La mujer roja se la

    haba ganado en cuerpo y

    alma, la haba hecho

    apartarse de los dioses de

    los Siete Reinos, tanto de los

    nuevos como de los antiguos,

    para adorar al que llamaban

    Seor de la Luz.

    Tu dios se puede guardar

    su gracia replic Lord

  • 97

    Stannis, que no comparta la

    devocin de su esposa por la

    nueva fe. Lo que necesito

    son espadas, no bendiciones.

    Acaso tienes escondido un

    ejrcito del que an no me

    has hablado?

    En la voz de Stannis no

    haba afecto alguno. Siempre

    se haba sentido incmodo en

    compaa de mujeres, incluso

    de su esposa. Cuando fue a

    Desembarco del Rey para

    ocupar un puesto en el

    Consejo de Robert, dej a

    Selyse y a su hija en

    Rocadragn. Escribi pocas

    cartas e hizo an menos

    visitas. Cumpla con sus

  • 98

    deberes en el lecho conyugal

    una o dos veces al ao, pero

    aquello no le proporcionaba

    placer, y los hijos varones

    que tanto esperaba nunca

    llegaron.

    Mis hermanos, tos y

    primos tienen ejrcitos

    replic ella. La Casa

    Florent servir bajo tu

    estandarte.

    La Casa Florent apenas si

    puede reunir dos mil

    espadas. Se deca que

    Stannis conoca las fuerzas

    de cada una de las casas de

    los Siete Reinos. Y tienes

    mucha ms fe que yo en tus

    hermanos y tos, mi seora.

  • 99

    Las tierras de Florent estn

    demasiado cercanas a

    Altojardn para que tu seor

    to se arriesgue a incurrir en

    la ira de Mace Tyrell.

    Hay otra posibilidad.

    Lady Selyse se acerc. Mira

    por las ventanas, mi seor.

    Ah est la seal que

    aguardabas, grabada en el

    cielo. Es roja, del rojo de las

    llamas, roja como el corazn

    ardiente del dios verdadero.

    Es su estandarte... y tambin

    el tuyo! Mira, surca los cielos

    como el aliento llameante de

    un dragn. Y t eres el seor

    de Rocadragn. Significa que

    ha llegado tu momento,

  • 100

    Alteza. Es tal como te digo.

    Significa que debes zarpar de

    esta roca desolada, como

    hizo en su momento Aegon el

    Conquistador, para arrasarlo

    todo a tu paso igual que l.

    Slo tienes que dar la orden y

    abrazar el poder del Seor de

    la Luz.

    Cuntas espadas pondr

    en mi mano el Seor de la

    Luz? exigi Stannis de

    nuevo.

    Tantas como necesites

    le prometi su esposa. Para

    empezar, las espadas de

    Bastin de Tormentas y las

    de Altojardn, y las de todos

    sus seores vasallos.

  • 101

    Davos no opina lo mismo

    replic Stannis. Esas

    espadas han jurado lealtad a

    Renly. Adoran a mi hermano

    pequeo, con todo su

    encanto, igual que adoraban

    a Robert... y como nunca me

    adorarn a m.

    S dijo ella. Pero si

    Renly muriera...

    Stannis mir a su esposa

    con los ojos entrecerrados

    durante largo rato, hasta que

    Cressen no pudo guardar

    silencio.

    Eso no hay ni que

    pensarlo, Alteza. Pese a las

    tonteras que ha hecho

    Renly...

  • 102

    Tonteras? Traiciones!

    Stannis dio la espalda a su

    esposa. Mi hermano es

    joven y fuerte, cuenta con el

    apoyo de un gran ejrcito y

    con esa Guardia Arcoiris que

    ha creado.

    Melisandre ha mirado en

    las llamas y lo ha visto

    muerto.

    Un fratricidio... Cressen

    estaba horrorizado. Mi

    seor, eso es una maldad,

    impensable... por favor,

    escuchadme...

    Y qu le diris, maestre?

    Lady Selyse le dirigi una

    mirada calculadora. Que

    puede conseguir medio reino

  • 103

    si se arrodilla ante los Stark

    y vende nuestra hija a Lysa

    Arryn?

    Ya he escuchado vuestro

    consejo, Cressen dijo Lord

    Stannis. Ahora quiero or el

    suyo. Podis retiraros.

    El maestre Cressen dobl

    una rodilla entumecida.

    Mientras recorra

    trabajosamente la estancia

    en direccin a la salida,

    senta los ojos de Lady

    Selyse clavados en la

    espalda. Cuando lleg al pie

    de las escaleras apenas si

    poda mantenerse erguido.

    Aydame pidi a Pylos.

    Una vez en sus aposentos,

  • 104

    Cressen orden salir al joven

    y coje otra vez hacia el

    balcn para estar entre sus

    grgolas mientras

    contemplaba el mar. Uno de

    los navos de guerra de

    Salladhor Saan navegaba por

    las aguas que rodeaban el

    castillo, su alegre casco con

    rayas pintadas cortaba las

    aguas verde grisceo a

    medida que los remos se

    alzaban y volvan a hundirse

    en ellas. Lo estuvo

    observando hasta que lo

    perdi de vista tras un cabo.

    Ojal mis temores

    pudieran desaparecer con

    tanta facilidad. Haba

  • 105

    vivido tanto tiempo slo para

    ver aquello?

    Cuando un maestre se

    pona su collar, renunciaba a

    tener hijos, pero Cressen se

    haba sentido padre de todos

    modos. Robert, Stannis,

    Renly... tres hijos a los que

    haba criado despus de que

    la furia del mar se cobrara la

    vida de Lord Steffon. Lo

    haba hecho tan mal como

    para que uno de ellos

    acabara matando a otro? No

    poda permitirlo. No iba a

    permitirlo.

    La mujer estaba en el

    ncleo de todo aquello. Lady

    Selyse no, la otra. La mujer

  • 106

    roja, como la llamaban los

    criados, que tenan miedo de

    decir su nombre en voz alta.

    Yo pronunciar su

    nombre dijo Cressen a su

    sabueso infernal de piedra.

    Melisandre. Ella.

    Melisandre de Asshai,

    hechicera, portadora de

    sombras y sacerdotisa de

    R'hllor, el Seor de la Luz, el

    Corazn de Fuego, el Dios de

    la Llama y la Sombra.

    Melisandre, cuya locura no

    deba extenderse ms all de

    Rocadragn. No lo poda

    permitir.

    Sus ojos, acostumbrados a

    la luz de la maana, tardaron

  • 107

    en habituarse a la penumbra

    de la estancia. El anciano

    encendi una vela con manos

    temblorosas y la llev al

    taller que haba bajo las

    escaleras de la pajarera,

    donde tena los ungentos,

    pcimas y medicinas bien

    ordenados en estantes. En el

    ms bajo, entre una hilera de

    remedios en frascos

    cuadrados de barro, encontr

    una pequea redoma de

    cristal color ndigo, no ms

    grande que su dedo meique.

    El contenido reson cuando

    la agit. Cressen sopl para

    quitar una espesa capa de

    polvo y se la llev a la mesa.

  • 108

    Se dej caer en la silla, quit

    el tapn y verti el contenido

    de la redoma. Una docena de

    cristales del tamao de

    semillas cay sobre el

    pergamino que haba estado

    leyendo. A la luz de la vela,

    brillaban como piedras

    preciosas, de un color tan

    prpura que el maestre pens

    que jams haba visto nada

    igual.

    La cadena que llevaba en

    torno al cuello le pareca muy

    pesada. Roz uno de los

    cristales con la punta del

    dedo meique. Que una

    cosa tan diminuta contenga

    el poder de la vida y la

  • 109

    muerte... Estaban hechos a

    partir de una planta que slo

    creca en las islas del mar de

    Jade, a medio mundo de

    distancia. Haba que dejar

    secar las hojas y macerarlas

    en agua de limas, azcar y

    unas raras especias de las

    Islas del Verano. Luego se

    tiraban, y la pocin se

    espesaba con ceniza y se

    dejaba reposar hasta que

    cristalizaba. El proceso era

    lento y dificultoso; y los

    ingredientes, caros y casi

    imposibles de encontrar.

    Pero los alquimistas de Lys

    conocan sus secretos, as

    como los Hombres sin Rostro

  • 110

    de Braavos... y los maestres

    de su orden, aunque no era

    cosa que se comentara ms

    all de los muros de la

    Ciudadela. Todo el mundo

    saba que un maestre forjaba

    su eslabn de plata cuando

    aprenda el arte de la

    curacin... pero preferan

    olvidar que un hombre que

    sabe curar tambin sabe

    cmo matar.

    Cressen no recordaba ya el

    nombre que daban los de

    Asshai a la hoja, ni cmo

    llamaban los envenenadores

    lysenos al cristal. En la

    Ciudadela lo llamaban

    sencillamente

  • 111

    estrangulador. Se disolva

    en vino y haca que los

    msculos de la garganta se

    apretaran ms que los de un

    puo, cerrando la trquea.

    Segn se contaba, el rostro

    de la vctima se pona tan

    prpura como la pequea

    semilla de cristal de la que

    naca su muerte, pero lo

    mismo le pasaba a quien se

    ahogaba con un bocado de

    comida.

    Aquella misma noche, Lord

    Stannis dara un banquete a

    sus vasallos, y en l estaran

    su seora esposa... y la mujer

    roja, Melisandre de Asshai.

    Tengo que descansar se

  • 112

    dijo el maestre Cressen. He

    de conservar todas mis

    fuerzas para cuando

    oscurezca. No me deben

    temblar las manos, ni debe

    flaquear mi valor. Lo que voy

    a hacer es espantoso, pero

    alguien ha de hacerlo. Si hay

    dioses, sin duda sabrn

    perdonarme.

    Haca tiempo que dorma

    muy mal. Una cabezada hara

    que estuviera ms fresco

    para la dura prueba que lo

    aguardaba. Se dirigi hacia la

    cama, estaba cansado. Pero,

    cuando cerr los ojos, sigui

    viendo la luz del cometa,

    roja, llameante, viva entre la

  • 113

    oscuridad de sus sueos.

    Puede que sea mi cometa

    pens entre neblinas, justo

    antes de quedar dormido.

    Un presagio de sangre que

    augura un asesinato... s...

    Cuando despert ya haba

    oscurecido por completo, la

    estancia estaba a oscuras, le

    dolan todas las

    articulaciones. Cressen se

    incorpor, con la cabeza

    palpitante. Cogi el bastn y

    se puso en pie, inseguro. Es

    muy tarde pens. No me

    han llamado. Siempre lo

    llamaban para los banquetes,

    tena un lugar asignado

    prximo a la sal, cerca de

  • 114

    Lord Stannis. Se le apareci

    el rostro de su seor, no el

    hombre que era ya, sino el

    nio que haba sido, siempre

    entre las sombras mientras el

    sol brillaba sobre su hermano

    mayor. Hiciera lo que hiciera,

    Robert lo haba hecho antes y

    mejor. Pobre muchacho... por

    l, por su bien, tena que

    darse prisa.

    El maestre recogi los

    cristales del pergamino

    donde los haba dejado.

    Cressen no tena anillos

    huecos, como los que se

    deca que llevaban los

    envenenadores de Lys, sino

    incontables bolsillos grandes

  • 115

    y pequeos, cosidos en el

    interior de las amplias

    mangas de su tnica. Ocult

    en uno de ellos los cristales

    estranguladores y abri la

    puerta.

    Pylos! Dnde ests?

    llam. No recibi respuesta,

    as que volvi a llamarlo de

    nuevo, ms alto. Pylos, te

    necesito!

    Sigui sin obtener

    contestacin. Era muy

    extrao, la celda del joven

    maestre estaba slo medio

    tramo de peldaos ms

    abajo, siempre lo oa cuando

    lo necesitaba. Al final,

    Cressen tuvo que llamar a los

  • 116

    criados.

    Deprisa les dijo. He

    dormido demasiado. Ya habr

    empezado el banquete... ya

    estarn bebiendo... tendran

    que haberme despertado.

    Qu le haba pasado al

    maestre Pylos? No

    comprenda nada.

    Tuvo que cruzar una vez

    ms la larga galera. El viento

    nocturno soplaba a travs de

    los grandes ventanales,

    impregnado de olor a mar.

    Las llamas de las antorchas

    se agitaban a lo largo de los

    muros de Rocadragn, y en el

    campamento al otro lado de

    las murallas se divisaban

  • 117

    cientos de hogueras para

    cocinar, como si un manto de

    estrellas hubiera cado sobre

    la tierra. En el cielo el

    cometa brillaba, rojo,

    malvolo.

    Soy demasiado viejo y

    sabio para tener miedo de

    semejantes cosas, se dijo el

    maestre.

    Las puertas del saln

    principal estaban situadas en

    la boca de un dragn de

    piedra. Una vez ante ellas,

    orden a los criados que se

    fueran. Sera mejor que

    entrara solo, no quera

    parecer dbil. Cressen se

    apoy en el bastn, subi los

  • 118

    ltimos peldaos y camin

    con dificultad para pasar bajo

    los dientes del arco. Un par

    de guardias abrieron ante l

    las pesadas puertas rojas,

    dejando salir una rfaga de

    luz y ruido. Cressen entr en

    las fauces del dragn.

    Bailar, mi seor; bailar,

    mi seor... La cancioncilla

    de Caramanchada, al ritmo

    del sonido de los cencerros,

    se oa por encima del tintineo

    de cuchillos y platos, y el

    murmullo bajo de las

    conversaciones. La misma

    tonadilla espantosa que

    haba cantado aquella

    maana. Las sombras se

  • 119

    van a quedar, mi seor;

    quedar, mi seor; quedar, mi

    seor.

    Las mesas ms bajas

    estaban abarrotadas de

    caballeros, arqueros y

    capitanes de los

    mercenarios, que partan con

    las manos las grandes

    hogazas de pan negro para

    mojar los trozos en el guiso

    de pescado. All no se oan

    carcajadas estrepitosas, ni

    los gritos broncos que

    enturbiaban la dignidad de

    los festines de otros seores.

    Lord Stannis jams permitira

    semejante cosa.

    Cressen se dirigi hacia la

  • 120

    plataforma elevada en la que

    estaban sentados los seores

    y el rey. Tuvo que dar un

    rodeo para esquivar a

    Caramanchada. El bufn

    estaba bailando y sacudiendo

    los cencerros, y no lo vio ni

    oy cmo se acercaba. Salt

    sobre una pierna, cambi el

    peso hacia la otra, y sin

    querer derrib el bastn de

    Cressen. Cayeron al suelo en

    un revoltijo de brazos y

    piernas, al tiempo que una

    carcajada recorra la sala en

    torno a ellos. Sin duda

    ofrecan un espectculo muy

    cmico.

    Caramanchada estaba

  • 121

    despatarrado sobre l, el

    rostro pintarrajeado del bufn

    presionaba el del anciano. Se

    le haba cado el yelmo de

    hojalata, con las astas y los

    cencerros.

    Bajo el mar la gente cae

    hacia arriba declar. Lo

    s, lo s, je, je, je. El bufn

    dej escapar una risita, rod

    a un lado, se puso en pie de

    un salto y empez a bailar.

    El maestre trat de salvar

    la dignidad, sonri

    dbilmente e intent

    incorporarse, pero la cadera

    le dola tanto que por un

    momento tuvo miedo de

    habrsela roto de nuevo.

  • 122

    Sinti cmo unas manos

    fuertes lo agarraban por

    debajo de los brazos y lo

    ponan en pie.

    Gracias, ser murmur,

    al tiempo que se volva para

    ver qu caballero haba

    acudido en su ayuda...

    Maestre respondi Lady

    Melisandre. Su voz grave

    tena la msica del mar de

    Jade. Deberais tener ms

    cuidado.

    Como de costumbre, iba

    vestida de rojo de los pies a

    la cabeza, con una tnica

    larga y suelta de seda

    brillante como el fuego,

    mangas acampanadas y

  • 123

    cortes en el corpio bajo los

    que se vea tejido de un color

    rojo ms oscuro. Llevaba en

    torno al cuello una

    gargantilla de oro rojo, ms

    apretada que el collar de

    ningn maestre, adornada

    con un rub de buen tamao.

    Su cabello no era anaranjado,

    ni color fresa, como suele ser

    en el caso de las personas

    pelirrojas, sino de un tono de

    cobre bruido que brillaba a

    la luz de las antorchas. Hasta

    tena los ojos rojos. En

    cambio, su piel era suave y

    clara, sin mcula, blanca

    como la leche. Y era una

    mujer esbelta, grcil, ms

  • 124

    alta que la mayora de los

    caballeros, con pechos

    llenos, cintura fina y rostro

    en forma de corazn. Los

    hombres que la vean no

    apartaban la vista con

    rapidez, ni siquiera los

    maestres. Muchos

    consideraban que era

    hermosa. No era hermosa.

    Era roja y terrible y roja.

    Os... os lo agradezco, mi

    seora dijo Cressen. Ella

    sabe qu augura el cometa.

    Es ms sabia que t, viejo,

    le susurr su miedo.

    Un hombre de vuestra

    edad debera vigilar mejor

    por dnde pisa dijo

  • 125

    Melisandre, corts. La

    noche es oscura y alberga

    cosas aterradoras.

    El maestre conoca la

    frase, era una oracin de la

    fe de la mujer. No importa,

    yo tambin tengo mi fe.

    Slo los nios temen a la

    oscuridad le dijo.

    Pero de fondo, mientras lo

    deca, se oa a

    Caramanchada otra vez con

    su cancioncilla.

    Las sombras vienen a

    bailar, mi seor entonaba;

    bailar, mi seor; bailar, mi

    seor...

    Esto s que es una

    paradoja dijo Melisandre.

  • 126

    Un bufn inteligente y un

    sabio estpido. Se inclin,

    recogi del suelo el yelmo de

    Caramanchada y lo puso

    sobre la cabeza de Cressen.

    El cubo se le desliz sobre

    las orejas, y los cencerros

    tintinearon. Una corona a

    juego con vuestra cadena,

    Lord Maestre anunci.

    A su alrededor, las

    carcajadas se acrecentaron.

    Cressen apret los labios e

    hizo un esfuerzo por controlar

    la ira. Aquella mujer crea

    que era un anciano

    indefenso, pero antes de que

    acabara la noche descubrira

    que no era as. Quiz

  • 127

    estuviera viejo, pero segua

    siendo un maestre de la

    Ciudadela.

    No me hace falta una

    corona, sino la verdad le

    dijo al tiempo que se quitaba

    el yelmo del bufn.

    En este mundo existen

    verdades que no se aprenden

    en Antigua. Melisandre le

    dio la espalda en un

    torbellino de seda roja y se

    dirigi hacia la mesa elevada,

    a la que estaban sentados el

    rey Stannis y su reina.

    Cressen tendi a

    Caramanchada el cubo con

    astas y fue a seguirla.

    El maestre Pylos estaba

  • 128

    sentado en su lugar.

    El anciano se detuvo y se

    qued mirndolo.

    Maestre Pylos dijo al

    final. No... no me has

    despertado.

    Su Alteza me orden que

    os dejara descansar. Pylos

    tuvo al menos la decencia de

    sonrojarse. Me dijo que no

    haca falta que estuvierais

    presente.

    Cressen pase la mirada

    por los caballeros, capitanes

    y seores, repentinamente

    silenciosos. Lord Celtigar,

    viejo y amargado, llevaba un

    manto con dibujos de

    cangrejos rojos bordados en

  • 129

    granates. El atractivo Lord

    Velaryon vesta ropas de

    seda verde mar, con un

    caballito de mar de oro

    blanco en la garganta a juego

    con su larga cabellera rubia.

    Lord Bar Emmon, ese

    muchacho regordete de

    catorce aos, iba envuelto en

    terciopelo prpura con

    ribetes de foca blanca; Ser

    Axell Florent segua igual de

    poco agraciado pese a las

    ropas rojizas y las pieles de

    zorro; el piadoso Lord

    Sunglass luca adularias en

    torno al cuello, la mueca y

    los dedos; y el capitn lyseno

    Salladhor Saan era todo l un

  • 130

    destello de raso escarlata,

    oro y piedras preciosas. El

    nico que vesta con

    sencillez era Ser Davos, con

    su casaca marrn y su manto

    de lana verde. Tambin fue el

    nico que le sostuvo la

    mirada, con los ojos llenos de

    compasin.

    Estis muy viejo y

    enfermo, anciano, ya no me

    sois til. Pareca la voz de

    Lord Stannis, pero no poda

    ser l, no, era imposible. De

    ahora en adelante mi

    consejero ser Pylos. Ya se

    encarga l de los cuervos,

    puesto que vos no podis

    subir a la pajarera. No quiero

  • 131

    que os matis sirvindome.

    El maestre Cressen

    parpade. Stannis, mi seor,

    mi muchachito triste y hosco,

    hijo que nunca tuve, no

    podis hacer esto, no sabis

    cunto me he ocupado de

    vos? No sabis que he

    vivido por vos, que os he

    querido pese a todo? S, os

    he querido, ms que a Robert

    o a Renly, porque vos erais al

    que nadie quera, el que ms

    me necesitaba.

    Como deseis, mi seor

    fue lo que dijo. Pero...

    estoy hambriento. No tendr

    un lugar en vuestra mesa?

    A tu lado, mi lugar est a tu

  • 132

    lado....

    Sera un honor para m

    que el maestre se sentara a

    mi lado, Alteza dijo Ser

    Davos, levantndose del

    banco.

    Como quieras. Lord

    Stannis se volvi para decirle

    algo a Melisandre, que se

    haba sentado a su derecha,

    en un lugar de gran honor.

    Lady Selyse estaba a la

    izquierda de su esposo, y

    luca una sonrisa tan brillante

    y quebradiza como las joyas

    con que se adornaba.

    Demasiado lejos pens

    Cressen desanimado,

    fijndose en el lugar donde

  • 133

    estaba sentado Davos. Entre

    el contrabandista y la mesa

    elevada se encontraban la

    mitad de los seores

    vasallos. Para ponerle el

    estrangulador en la copa

    tengo que estar ms cerca,

    pero cmo?

    Caramanchada se dedic a

    hacer cabriolas mientras el

    maestre caminaba con paso

    cansino hacia la mesa, hacia

    el lugar que ocupaba Davos

    Seaworth.

    Aqu comemos peces

    anunci el bufn en tono

    alegre, blandiendo un

    bacalao a modo de cetro.

    Bajo el mar, los peces nos

  • 134

    comen a nosotros. Lo s, lo

    s, je, je, je.

    Ser Davos se apart a un

    lado para dejarle sitio en el

    banco.

    Esta noche todos

    deberamos llevar trajes de

    colores dijo sombro a

    Cressen mientras se

    sentaba, porque este

    asunto es una bufonada de

    principio a fin. La mujer roja

    ha visto la victoria en sus

    llamas, as que Stannis

    piensa lanzarse a la

    conquista aun con las cifras

    en contra. Si esa mujer se

    sale con la suya, me temo

    que todos veremos lo que vio

  • 135

    Caramanchada...: el fondo del

    mar.

    Cressen se meti las

    manos en las mangas como

    para calentrselas. Sus

    dedos rozaron los bultitos

    duros de los cristales en la

    lana.

    Lord Stannis.

    Stannis, que estaba

    hablando con la mujer roja,

    se volvi; pero la que replic

    fue Lady Selyse.

    Nada de lord. Alteza, si

    no os importa.

    Est viejo, su mente

    desvara le dijo el rey con

    tono seco. Qu queris,

    Cressen?

  • 136

    Si tenis intencin de

    haceros a la mar, es

    imprescindible que hagis

    causa comn con Lord Stark

    y Lady Arryn...

    No voy a hacer causa

    comn con nadie replic

    Stannis Baratheon.

    Igual que la luz no hace

    causa comn con la

    oscuridad aadi Lady

    Selyse tomndole la mano.

    Stannis asinti.

    Los Stark quieren

    robarme la mitad de mi reino,

    igual que los Lannister me

    han robado el trono, y mi

    querido hermano me ha

    robado las espadas y las

  • 137

    fortalezas que me

    corresponden por derecho.

    Todos son usurpadores,

    todos son mis enemigos.

    Lo he perdido, pens

    Cressen, desesperado. Si

    pudiera acercarse a

    Melisandre sin que lo

    advirtieran... Lo nico que

    necesitaba era estar un

    instante al lado de su copa.

    Sois el heredero legtimo

    de vuestro hermano Robert

    dijo a la desesperada, el

    verdadero seor de los Siete

    Reinos y rey de los ndalos,

    los rhoynar y los primeros

    hombres, pero no podris

    triunfar si no contis con

  • 138

    aliados.

    Tiene un aliado dijo

    Lady Selyse. R'hllor, el

    Seor de la Luz, el Corazn

    de Fuego, el Dios de la Llama

    y la Sombra.

    Los dioses no son aliados

    de confianza insisti el

    anciano, y se en concreto

    no tiene ningn poder aqu.

    Eso creis? El rub del

    cuello de Melisandre reflej

    la luz cuando volvi la cabeza

    hacia Cressen, y durante un

    instante al anciano le pareci

    que brillaba tanto como el

    cometa. Si pensis seguir

    diciendo tonteras, deberais

    poneros de nuevo vuestra

  • 139

    corona, maestre.

    S asinti Lady Selyse

    . El yelmo de Manchas. Os

    sienta bien, viejo. Ponoslo

    de nuevo, yo os lo mando.

    Bajo el mar nadie lleva

    sombrero dijo

    Caramanchada. Lo s, lo

    s, je, je, je.

    Los ojos de Lord Stannis

    eran agujeros sombros bajo

    el espeso ceo, mientras

    mova la mandbula en

    silencio. Siempre rechinaba

    los dientes cuando se

    enfadaba.

    Bufn gru al final,

    mi seora esposa lo ordena.

    Dale tu yelmo a Cressen.

  • 140

    No pens el anciano

    maestre, ste no eres t, t

    no eres as, siempre fuiste

    justo; duro, pero no cruel,

    jams, no entendas las

    burlas, igual que no

    entendas la risa.

    Caramanchada se acerc

    bailoteando, haciendo

    resonar los cencerros. El

    maestre se qued sentado,

    en silencio, mientras el bufn

    le pona el cubo astado.

    Cressen inclin la cabeza

    bajo el peso. Los cencerros

    sonaron.

    De ahora en adelante

    deberais dar los consejos

    cantando dijo Lady Selyse.

  • 141

    Ests yendo demasiado

    lejos, mujer replic Lord

    Stannis. Es un anciano, y

    me ha servido bien.

    Y te servir hasta el final,

    mi buen seor, mi pobre hijo

    solitario, pens Cressen,

    porque de repente haba visto

    la manera de hacerlo. La

    copa de Ser Davos estaba

    ante l, todava medio llena

    de tinto agrio. Cogi un copo

    de cristal de su manga, lo

    apret entre el ndice y el

    pulgar y extendi la mano

    hacia la copa. Con

    movimientos suaves, con

    destreza, no puedo temblar,

    rez, y los dioses fueron

  • 142

    bondadosos con l. En un

    abrir y cerrar de ojos ya no

    tena nada entre los dedos.

    Haca aos que sus manos no

    eran tan firmes, ni sus

    movimientos tan fluidos.

    Davos lo haba visto, pero

    nadie ms, de eso estaba

    seguro. Se levant con la

    copa en la mano.

    Puede que s haya sido un

    estpido. Lady Melisandre,

    queris compartir conmigo

    una copa de vino? En honor a

    vuestro dios, vuestro Seor

    de la Luz. Un brindis por su

    poder.

    Como queris dijo la

    mujer roja, mirndolo

  • 143

    atentamente.

    Senta que todos estaban

    pendientes de ellos. Davos lo

    intent detener cuando se

    alejaba del banco, le agarr

    la manga con los dedos que

    Lord Stannis le haba

    mutilado.

    Qu estis haciendo?

    susurr.

    Lo que debo hacer

    respondi el maestre

    Cressen. Por el bien del

    reino, y por el alma de mi

    seor. Se liber de la mano

    de Davos, no sin derramar

    una gota de vino sobre la

    alfombra.

    La mujer se reuni con l al

  • 144

    pie de la mesa elevada.

    Todos los ojos estaban

    clavados en ellos, pero

    Cressen slo vea los suyos.

    Seda roja, ojos rojos, el rub

    rojo de su garganta, labios

    rojos curvados en una

    sombra de sonrisa cuando

    puso la mano sobre la suya,

    en torno a la copa. Tena la

    piel caliente, febril.

    No es tarde, maestre, an

    podis derramar el vino.

    No susurr l, ronco.

    No.

    Como queris.

    Melisandre de Asshai le cogi

    la copa de las manos y bebi

    un largo trago. Cuando se la

  • 145

    devolvi, apenas si quedaba

    un sorbo de vino. Y ahora,

    vos.

    Le temblaban las manos,

    pero se oblig a ser fuerte.

    Un maestre de la Ciudadela

    no deba tener miedo. Sinti

    el sabor agrio del vino en la

    lengua. La copa vaca se le

    escurri de entre las manos y

    se hizo aicos contra el

    suelo.

    S tiene poder aqu, mi

    seor dijo la mujer. Y el

    fuego purifica.

    El rub de su garganta

    brillaba, rojo.

    Cressen trat de

    responder, pero las palabras

  • 146

    se le atravesaron en la

    garganta. Se oy un silbido

    agudo, espantoso, cuando

    intent tomar aire. Unos

    dedos de hierro se le

    cerraron en torno al cuello.

    Mientras caa de rodillas,

    sacudi la cabeza una vez

    ms: la negaba a ella, negaba

    su poder, negaba su magia,

    negaba a su dios. Los

    cencerros de sus astas

    tintineaban y parecan decir:

    bufn, bufn, bufn,

    mientras la mujer roja lo

    miraba desde arriba con

    conmiseracin, y las llamas

    de las velas danzaban en sus

    ojos rojos rojos rojos.

  • 147

    ARYA

    En Invernalia la haban

    llamado Arya Caracaballo,

    y en aquellos tiempos

    pensaba que no haba nada

    peor, pero eso era antes de

    que el hurfano Lommy

    Manosverdes le pusiera el

    mote de Chichones.

    La verdad era que, al

    tocarse la cabeza, se la

    notaba llena de bultos.

    Cuando Yoren la haba

    arrastrado a aquel callejn,

    pens que iba a matarla, pero

    el agrio anciano se limit a

    agarrarla con fuerza mientras

  • 148

    le cortaba con la daga los

    mechones de cabellos

    revueltos y apelmazados.

    Recordaba cmo la brisa se

    haba llevado los puados de

    pelo castao sucio, rodando

    por las piedras del

    pavimento, hacia el sept

    donde acababa de morir su

    padre.

    Voy a llevarme a unos

    cuantos hombres y

    muchachos de la ciudad

    gru Yoren mientras el

    acero afilado le araaba la

    cabeza. No te muevas,

    chico.

    Cuando termin, apenas si

    le quedaban unos mechones

  • 149

    desiguales en el cuero

    cabelludo.

    Le dijo que, desde aquel

    momento y hasta que llegara

    a Invernalia, iba a ser Arry,

    un muchacho hurfano.

    No costar mucho salir

    por la puerta de la ciudad,

    pero el camino ser otra

    cosa. El trayecto es largo, y

    la compaa poco grata. Esta

    vez tengo a treinta hombres y

    chicos, todos van destinados

    al Muro, y no creas que se

    parecen en nada a tu

    hermano bastardo. La

    sacudi por los hombros.

    Lord Eddard me dej elegir lo

    que quisiera de las

  • 150

    mazmorras, y no encontr

    ningn joven seor. De este

    grupo, la mitad te entregaran

    a la reina en menos de lo que

    se tarda en escupir, a cambio

    del indulto y tal vez unas

    monedas de plata. La otra

    mitad hara lo mismo, slo

    que antes te violaran. As

    que no hables con nadie, y

    mea siempre entre los

    rboles, cuando es