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Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano Edward Gibbon TRADUCIDO POR JOSÉ MOR FUENTES. Capítulo primero. Extensión y fuerza militar del Imperio en tiempo de los Antoninos. En el segundo siglo de la era cristiana, abarcaba el Imperio de Roma la parte más florida de la tierra y la porción más civilizada del linaje humano. Resguardados los confines de tan dilatada monarquía con la fama antigua y el valor disciplinado, el influjo apacible y eficaz de leyes y costumbres había ido gradualmente hermanando las provincias. Disfrutaban y abusaban sus pacíficos moradores de las ventajas del caudal y el lujo, y conservábase todavía con decoroso acatamiento la imagen de una constitución libre. Poseía al parecer el senado romano la autoridad soberana, y trasladaba a los emperadores la potestad ejecutiva del gobierno. Por el espacio venturoso de más de ochenta años, manejó la administración pública el pundonoroso desempeño de Nerva, Trajano, Adriano y los dos Antoninos; y tanto en éste como en el siguiente capítulo, vamos a describir la prosperidad, y luego, desde la muerte de Marco Antonino, a puntualizar las circunstancias más abultadas de su decadencia y ruina: trastorno para siempre memorable y todavía perceptible entre las principales naciones del orbe. Las grandiosas conquistas de los romanos fueron obra de la república, y los emperadores se solían dar por satisfechos con afianzar los dominios granjeados por la política del senado, la emulación de los cónsules o el marcial entusiasmo del pueblo. Rebosaron los siete siglos primeros de incesantes y ostentosos triunfos; pero quedaba reservado para Augusto el orillar el ambicioso intento de ir avasallando la tierra entera y plantear el sistema de la moderación en los negocios públicos. Propenso a la paz por temple y situación, érale obvio el echar de ver que a Roma ensalzada a la cumbre le cabían muchas menos esperanzas que zozobras en el trance de las armas; y que en el empeño de lejanas guerras díficultábase más y más el avance, aventurábase más el éxito, y resultaba la posesión en extremo contingente cuanto menos provechosa. La experiencia de Augusto fue dando mayor gravedad a estas benéficas reflexiones, y vino a persuadirle que con el atinado brío de sus disposiciones afianzaría desde luego cuanto rendimiento requiriesen el señorío y la salvación de Roma por parte de los bárbaros más desaforados. Ajeno de exponer su persona y sus legiones a los flechazos de los partos, consiguió, por medio de un tratado honorífico, la restitución de los pendones y los prisioneros cogidos en la derrota de Craso 1 . 1 Dión Casio (LIV, 736) con las anotaciones de Reimaro, que ha ido agolpando cuanto la vanagloria romana dejó sobre este particular. El mármol de Ancira, sobre el cual esculpió Augusto sus propias hazañas, atestigua que precisó a los partos a que le devolvieran las insignias de Craso.

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  • Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano

    Edward Gibbon

    TRADUCIDO POR JOS MOR FUENTES.Captulo primero.Extensin y fuerza militar del Imperio en tiempo de los Antoninos.En el segundo siglo de la era cristiana, abarcaba el Imperio de Roma la parte ms florida de la tierra y la porcin ms civilizada del linaje humano. Resguardados los confines de tan dilatada monarqua con la fama antigua y el valor disciplinado, el influjo apacible y eficaz de leyes y costumbres haba ido gradualmente hermanando las provincias. Disfrutaban y abusaban sus pacficos moradores de las ventajas del caudal y el lujo, y conservbase todava con decoroso acatamiento la imagen de una constitucin libre. Posea al parecer el senado romano la autoridad soberana, y trasladaba a los emperadores la potestad ejecutiva del gobierno.Por el espacio venturoso de ms de ochenta aos, manej la administracin pblica el pundonoroso desempeo de Nerva, Trajano, Adriano y los dos Antoninos; y tanto en ste como en el siguiente captulo, vamos a describir la prosperidad, y luego, desde la muerte de Marco Antonino, a puntualizar las circunstancias ms abultadas de su decadencia y ruina: trastorno para siempre memorable y todava perceptible entre las principales naciones del orbe.Las grandiosas conquistas de los romanos fueron obra de la repblica, y los emperadores se solan dar por satisfechos con afianzar los dominios granjeados por la poltica del senado, la emulacin de los cnsules o el marcial entusiasmo del pueblo. Rebosaron los siete siglos primeros de incesantes y ostentosos triunfos; pero quedaba reservado para Augusto el orillar el ambicioso intento de ir avasallando la tierra entera y plantear el sistema de la moderacin en los negocios pblicos.Propenso a la paz por temple y situacin, rale obvio el echar de ver que a Roma ensalzada a la cumbre le caban muchas menos esperanzas que zozobras en el trance de las armas; y que en el empeo de lejanas guerras dficultbase ms y ms el avance, aventurbase ms el xito, y resultaba la posesin en extremo contingente cuanto menos provechosa.La experiencia de Augusto fue dando mayor gravedad a estas benficas reflexiones, y vino a persuadirle que con el atinado bro de sus disposiciones afianzara desde luego cuanto rendimiento requiriesen el seoro y la salvacin de Roma por parte de los brbaros ms desaforados. Ajeno de exponer su persona y sus legiones a los flechazos de los partos, consigui, por medio de un tratado honorfico, la restitucin de los pendones y los prisioneros cogidos en la derrota de Craso 1.

    1 Din Casio (LIV, 736) con las anotaciones de Reimaro, que ha ido agolpando cuanto la vanagloria romana dej sobre este particular. El mrmol de Ancira, sobre el cual esculpi Augusto sus propias hazaas, atestigua que precis a los partos a que le devolvieran las insignias de Craso.

  • Intentaron sus generales, en el primer tercio de su reinado, sojuzgar la Etiopa y la Arabia Feliz, y marcharon ms de trescientas leguas al sur del trpico; pero luego el ardor del clima rechaz la invasin y apadrin a los desaguerridos moradores de tan arrinconadas regiones 2. El norte de Europa no era acreedor a los gastos y fatigas de la conquista; pues las selvas y pantanos de Germania hervan con una casta brava, despreciadora de la vida sin libertad, y aunque en el primer encuentro aparentaron ceder al empuje del podero romano, luego, por un rasgo de desesperacin, recobraron su independencia, y recordaron a Augusto las vicisitudes de la suerte 3. Al fallecimiento de aquel emperador, leyse pblicamente en el senado su testamento, que dejaba por herencia de entidad a sus sucesores el encargo de ceir el Imperio en aquellos confines que la naturaleza haba colocado al parecer como linderos o baluartes permanentes; al poniente, el pilago Atlntico; el Rin y el Danubio al norte, y los arenales desiertos de la Arabia y del frica por el medioda 4.Felizmente para el sosiego humano, acosados de vicios y zozobras, avinironse sus inmediatos sucesores al plcido sistema reencarnado por la cordura de Augusto. Embargados en sus liviandades y tiranas, apenas asomaron los primeros csares por sus ejrcitos ni provincias, ni les era genial el tolerar que sus lugartenientes entendidos y esforzados se engriesen con unos triunfos que desatenda su flojedad. La nombrada militar de un sbdito llevaba visos de invasin desmandada contra las nfulas imperiales; y todo general romano, a impulsos de su obligacin y de su inters, tena que resguardar los confines que le competan, sin aspirar a conquistas cuyo paradero no fuese menos aciago para l mismo que para los brbaros avasallados 5.El nico aumento que cupo al Imperio en el primer siglo de la era cristiana se redujo a la provincia de Bretaa. Slo en este caso, los sucesores de Csar y de Augusto se dejaron llevar por las huellas del primero antes que por el mandato del segundo. Su inmediacin a la costa de la Galia estaba convidando a sus armas; y el concepto halageo, aunque dudoso, de una pesquera de perlas cebaba su codicia 6; y como la Bretaa se apareca all como un mundo aislado y diverso, apenas se miraba su conquista como excepcin del general sistema del arreglo continental.Tras una guerra como de cuarenta aos, entablada por el ms negado 7, sostenida por el ms disoluto, y terminada por el ms medroso de todos los emperadores, qued la mayor parte de la isla sujeta al yugo romano 8. Las tribus diferentes de bretones posean denuedo sin tino y ansia de libertad sin concordia. Tomaron las armas con bravo desenfreno y las arrojaron luego, o bien las volvieron unos contra otros, y 2 Estrabn (XVI, 780), Plinio el Mayor (Hist. Nat., VI, 32 y 35) y Din Casio (LIII, 723, y LIV, 734) nos particularizan curiosamente aquellas guerras. Los romanos se enseorearon de Mariaba o Merab, ciudad de la Arabia Feliz, muy conocida entre los orientales (vase Abulfeda y la Geografa Nubiense, 52). Llegaron hasta tres jornadas del pas de la especiera, objeto ansiado de su expedicin.

    3 Con la matanza de Varo y de sus tres legiones. Vase el libro primero de los Anales de Tcito, Suetonio, August., 23, y Veleyo Patrculo, 11, 117, etc. No recibi Augusto la aciaga nueva con la entereza y comedimiento que corresponda a su temple.

    4 Tcito, Anal., II, Din Casio, LVI, 8331 y la arenga del mismo Augusto en los Csares (Digesto) de Juliano. Queda muy despejada con las notas eruditas de su traductor francs Spanheim.

    5 Germnico, Suetonio Paulino y Agrcola siempre atados, y luego depuestos en la carrera de sus victorias; Corbuln, quitado de en medio, acreditan el dicho admirablemente expresado por Tcito de que toda sobresalencia militar era en su sentido estrechsimo imperatoria virtus. [Mrito imperial.]

    6 El mismo Csar encubre aquel mvil tan ruin, pero lo menciona el Suetonio, 47. Eran sin embargo las perlas bretonas de poqusimo valor, por su matiz empaado y crdeno; y Tcito repara fundadamente que era un defecto inherente. Ego facilius crediderim, naturam margaritis deesse quam nobis avaritiam. [Yo hubiera credo que no haba perlas en la naturaleza, antes que pensar que no haba avaricia en nosotros.]

    7 Claudio, Nern y Domiciano. Asoma en Pomponio Mela, III, 6, que escriba en tiempo de Claudio, all una esperanza de que, progresando las armas romanas, la isla y sus salvajes luego se llegaran a conocer mejor. Hace harta gracia el estar leyendo tales pasos en medio de Londres.

    8 Vase el compendio asombroso que trae Tcito en la Vida de Agrcola, ilustrado copiosa, aunque no tal vez cabalmente, por nuestros anticuarios Camden y Horsley.

  • mientras peleaban separadamente y sin tesn, vinieron a quedar avasallados todos. Ni la fortaleza de Carctaco, ni la desesperacin de Boadicea, ni el fanatismo de los druidas acertaron a evitar la servidumbre de su patria, ni a contrarrestar el ahnco de los caudillos imperiales que seguan afianzando la gloria nacional, mientras horrorizaba el trono la afrenta de la ms rematada bastarda. Al propio tiempo que Domiciano, emparedado en su alczar, adoleca del pavor que estaba infundiendo, sus legiones, a las rdenes del pundonoroso Agrcola, arrollaron las hacinadas fuerzas de los caledonios, a las faldas de la serrana Grampia, y sus escuadrillas, arrojndose a navegaciones azarosas y desconocidas, ostentaron las armas romanas en torno de toda la isla. Conceptubase ya coronada la conquista de Bretaa, y era el intento de Agrcola el acabalar y afianzar su logro con el allanamiento muy obvio de la Irlanda, para lo cual bastaba una legin sola con algunos auxiliares 9. Poda aquella isla occidental encumbrarse a posesin apreciable, y los bretones se avendran con menos repugnancia a cargar con su cadena, en retrayendo de su vista la presencia ejemplar de la independencia.Pero la esclarecida sobresalencia de Agrcola motiv luego su remocin del gobierno de la Bretaa y acarre para siempre el malogro de aquel atinado y grandioso plan de avasallamiento. Antes de separarse el cuerdo adalid, haba providenciado el afianzamiento de aquel dominio, pues hecho cargo de que la isla viene a quedar dividida en dos porciones iguales por los golfos contrapuestos, llamados en el da los Freos de Escocia, atravesando el corto trecho de unas doce leguas, fue planteando una lnea fortificada de puntos militares, que se robusteci, en el reinado de Antonino Po, con un malecn de csped, alzado sobre un cimiento de piedra 10. La muralla de Antonino, a corta distancia al frente de las ciudades modernas de Edimburgo y Glasgow, vino a ser el lindero de la provincia romana. Los caledonios siguieron conservando, al extremo septentrional de la isla, su desaforada independencia, que estribaba no menos en sus escaseces que en su denuedo. Rechazronse con repetidos escarmientos sus correras, mas nunca vino a quedar el pas sojuzgado 11.Los dueos de climas amenos y colmados daban con menosprecio la espalda a serranas lbregas azotadas por aguaceros tempestuosos, a lagos encapotados con cerrazn pardusca y a unos yermos helados y yertos sobre los cuales huan acosadas las alimaas del bosque por una cuadrilla de brbaros desnudos 12.Tal era la situacin de los confines romanos, y tales las mximas del sistema imperial desde la muerte de Augusto hasta el advenimiento de Trajano. Educado aquel prncipe activo y virtuoso a la soldadesca, y dotado de las prendas de caudillo 13, troc el ocio pacfico de sus antecesores en trances de guerra y conquista; y por fin las legiones, tras largusimo plazo, se gozaron capitaneadas por un emperador militar. Estren sus hazaas Trajano contra los dacios , nacin belicossima que moraba tras el Danubio, y que en el reinado de Domiciano insultaba a su salvo a la majestad de Roma 14. Hermanaban con la fiereza y pujanza de brbaros el menosprecio de la vida, dimanado de. su entraable concepto de la inmortalidad y la trasmigracin de las almas 15. Acreditse Decbalo, su rey, de digno competidor de Trajano, sin darse por desahuciado hasta apurar

    9 Los escritores irlandeses, siempre quisquillosos en punto a timbres nacionales, se amostazan sobremanera por este motivo con Tcito y con Agrcola.

    10 Vase Horsley, Britannia Romana, I, 10.

    11 El poeta Buchanan encarece con bro y elegancia (vase su Silv, V) la independencia intacta de su patria; pero si el testimonio nico de Ricardo de Cirencester bastase para formar una provincia romana de la Vespasiana al norte de la Valla, aquella independencia quedara reducida a estrechsimos mbitos.

    12 Vase Apiano In Prom, y la uniforme lobreguez de las poesas de Osin, que bajo todos conceptos son parto de un caledonio castizo.

    13 Vase el Panegrico, de Plinio, que estriba al parecer en hechos.

    14 Din Casio, LXVII.

    15 Herdoto, IV, 94. Juliano, los Csares (Digesto), con las observaciones de Spanheim.

  • el postrer recurso de su entereza y desempeo 16. Esta guerra memorable, con brevsimas temporadas de supensin, dur cinco aos; y rbitro el emperador de concentrar todas las fuerzas del estado, tuvo por paradero el absoluto rendimiento de los brbaros 17. Tena la nueva provincia de Dacia, que formaba la segunda excepcin del encargo de Augusto, hasta cuatrocientas leguas de circuito, siendo sus lmites naturales el Teis o Tibisco, el Niester, el Bajo Danubio y el Ponto Euxino.Rastrase todava el camino militar desde la orilla del Danubio hasta las cercanas de Bender, paraje muy sonado en la historia moderna, como el confn actual de los imperios de Rusia y Turqua 18.Ansioso estaba Trajano de nombrada; y mientras sigan los hombres vitoreando ms desaladamente a sus verdugos que a sus bienhechores, el afn de la gloria militar ser siempre el achaque de los nimos ms encumbrados. Las alabanzas de Alejandro, entonadas por historiadores y poetas, haban encendido una emulacin peligrosa en el pecho de Trajano. A su ejemplo, emprendi el emperador romano una expedicin contra las naciones de Oriente; pero se lament suspirando de que su edad avanzada cortaba los vuelos a su esperanza de igualar la nombrada del hijo de Filipo 19. Descoll sin embargo Trajano, aunque pasajeramente, con gloria muy sonada. Los partos, ya degenerados y exhaustos con sus discordias intestinas, huyeron a su presencia, y baj triunfalmente por el Tigris desde las cumbres de Armenia hasta el golfo Prsico. Logr el timbre de ser el primero y ltimo general romano que lleg a navegar por aquellos lejanos mares. Talaron sus escuadras las costas de Arabia, y engrise equivocadamente Trajano de haberse asomado hasta los confines de la India 20. Atnito el senado, estaba todos los das oyendo nuevos nombres de naciones rendidas a su prepotencia.Participronle que los reyes del Bsforo, Colcos, Iberia, Albania, Ofroene, y hasta el monarca mismo de los partos, haban recibido sus diademas de la diestra del emperador; que las tribus independientes de las sierras Carducas y Medas haban implorado su dignacin, y que los opulentos pases de Armenia, Mesopotamia y Asiria quedaban reducidos a la clase de provincias 21. Enlut la muerte de Trajano tan esplendorosa perspectiva, y era fundamento de temer que tantas y tan remotas naciones sacudiran all el recin uncido yugo, en no permaneciendo enfrenadas por la prepotente mano que se lo haba impuesto.Prevaleca la tradicin inveterada de que, al fundarse el Capitolio por uno de los reyes romanos, el dios Trmino (que presida a los linderos, y se representaba al estilo de aquel tiempo con una gran piedra) fue, de todas las deidades inferiores, la nica que se neg a ceder su sitio al mismo Jpiter. Infirise favorablemente de su pertinacia, interpretada por los agoreros que era un presagio positivo de que jams vendran a cejar los confines del podero romano 22. Por espacio de largos siglos la prediccin, como suele suceder, cooper para su logro; pero el propio Trmino, que contrarrest a la majestad de Jpiter, se dobleg al mandato del emperador Adriano 23, pues el descarte de todas las conquistas orientales de Trajano fue el estreno de su reinado. Devolvi a los partos la eleccin de su soberano independiente, retir las guarniciones romanas de

    16 Plinio, Cartas, VIII, 9.

    17 Din Casio, LXVIII, 1123, 1131. Juliano, los Csares (Digesto), Eutropio, Epitome, Aurelio Vctor, VIII, 2, 6.

    18 Vase una memoria de D'Anville sobre la provincia de Dacia, en la Academia de Inscripciones, XXVIII, 444468.

    19 Los sentimientos de Trajano estn brotando al vivo en los Csares de Juliano.

    20 Eutropio y Sexto Rufo se esmeran en perpetuar aquel embeleso. Vase una disertacin agudsima de Freret en la Academia de Inscripciones, XXI, 55.

    21 Dion Casio, LXVIII, y sus abreviadores.

    22 Ovid. Fast., II, 667. Vase Tito Livio y Dionosio Halicarnseo, al reinado de Tarquino.

    23 Se complace en gran manera San Agustn con la flaqueza de Trmino y la vanidad de los Agoreros. Vase De Civitate Dei, IV, 29.

  • las provincias de Armenia, Mesopotamia y Asiria, y en desempeo del encargo de Augusto, restableci en el ufrates el lindero del Imperio 24. Zahirense los actos pblicos y los motivos recnditos de los prncipes, y as se tild de envidiosa la disposicin de Adriano, que fue tal vez parto de su moderacin y cordura. Los varios temples de aquel emperador, capaz a un tiempo de bastardas y de corazonadas grandiosas, suministran alguna margen a la sospecha; pero no caba encumbrar ms el esclarecimiento de su antecesor que confesndose inadecuado para el intento de resguardar aquellas conquistas.Contraponase la gallarda ambiciosa de Trajano con la moderacin del sucesor; pero descollaba aun sumamente la actividad incesante de Adriano, en cotejo del sociego apacible de Antonino Po. La vida de aqul se redujo a un viaje perpetuo; y atesorando al par el desempeo de guerrero y de estadista, iba regalando su curiosidad con el cumplimiento de sus obligaciones. Desentendindose de diferencias de climas, andaba a pie y descubierto por las nieves de Caledonia y los arenales abrasadores del Alto Egipto; ni qued provincia en todo el Imperio que, en el discurso de su reinado, no se honrase con la presencia del monarca 25.Pero el sosegado temple de Antonino Po se vincul en el regazo de Italia, y en el espacio de los veinte y tres aos que empu el timn del estado, las peregrinaciones ms dilatadas de aquel apacible soberano fueron tan slo del palacio de Roma al retiro de su quinta en Lanuvio 26.En medio de la diferencia en su conducta personal, atuvironse igualmente Adriano y ambos Antoninos al sistema general de Augusto.Afanados por sostener la grandiosidad del Imperio sin dilatar sus lmites, valironse de arbitrios decorosos para ofrecer su amistad a los brbaros, y se esmeraron en patentizar al mundo todo que el podero romano, encumbrado sobre el apetito de ms conquistas, tan slo se profesaba amante del orden y de la justicia. Logr su ahnco afianzar uno y otro por el perodo venturoso de cuarenta y tres aos, fuera de tal cual hostilidad pasajera que ejercit provechosamente las legiones fronterizas, ofreciendo los reinados de Adriano y de Antonino Po la perspectiva halagea de una paz incesante 27. Reverenciado el nombre romano por los mbitos de la tierra, sola el emperador arbitrar en las desavenencias que sobrevenan entre los brbaros ms bravos; noticindonos un historiador contemporneo haber visto desairados algunos embajadores que venan a solicitar el timbre de alistarse entre los vasallos de Roma 28.El terror de las armas romanas robusteca y encumbraba el seoro y comedimiento de los emperadores, conservando la paz por medio de incesantes preparativos para la guerra; y mientras la equidad era la norma de sus pasos, estaban pregonando a las naciones que se desentendan al par de cometer y de tolerar tropelas. La fuerza militar, cuya mera planta fue suficiente para Adriano y el mayor de los Antoninos, tuvo que emplearse contra los partos por el emperador Marco. Provocaron los brbaros hostilmente las iras del monarca filsofo, y en desempeo de su justsimo desagravio, lograron Marco y sus generales sealadas y repetidas victorias, tanto en el ufrates como en el Danubio 29. La planta militar que en tal grado afianz el sosiego y podero del Imperio romano se nos ofrece desde luego como objeto grandioso y digno de nuestra atencin.

    24 Vase la Historia Augustana, 5; la crnica de San Jernimo y todos los Epitomistas. Es de extraar que tan memorable acontecimiento no asome en Din, o sea Xifilino.

    25 Din, LXIX, 1158; Hist. August., 5, 8. Aun cuando faltasen todos los historiadores, bastaran las medallas, inscripciones y otros monumentos para comprobar los viajes de Adriano.

    26 Vase la Historia Augustana y los Eptomes.

    27 Hay que recapacitar, sin embargo, que en tiempo de Adriano se desenfren una rebelda de los judos con saa religiosa, mas en una sola provincia. Pausanias (VIII, 43) menciona dos guerras precisas y venturosas, capitaneadas por los generales de Po. Primera, contra los moros errantes, arrinconados por las soledades del Atlas, y la segunda contra los brigantes de Bretaa, que haban atropellado la provincia romana. Una y otra suenan con otras varas hostilidades en la Historia Augustana, 19.

    28 Apiano de Alejandra, en el prlogo a su Historia de las guerras romanas.

    29 Din, LXXI; Hist. August., in Marco. Las victorias prticas franquearon campo a un sinnmero de historiadores despreciables, cuya memoria rescat del olvido Luciano ridiculizndolos crtica y traviesamente

  • En la primitiva y castiza repblica, vinculbase el uso de las armas en aquella jerarqua de ciudadanos amantes y defensores de su patria y haciendas, y partcipes en la formacin y cumplimiento puntual de las leyes. Mas al paso que la libertad general se fue menoscabando con tantas conquistas, vino a encumbrarse la guerra a sistema y arte, asalarindola torpemente por otra parte 30. Las legiones mismas, cuando ya se estaban reclutando en provincias lejanas, se suponan compuestas de ciudadanos castizos; distincin que sola considerarse, ya como atributo legal, ya como galardn del soldado; pero el ahnco se cifraba principalmente en las prendas de edad, fuerza y estatura militar 31. En todo alistamiento, eran antepuestos los individuos del norte a los del medioda, y para el manejo de las armas, los campesinos merecan la preferencia ante los moradores de las ciudades; y aun entre stos, se conceptuaba atinadamente que el ejercicio violento de herreros, carpinteros y cazadores deba proporcionar ms bro y denuedo que los oficios sedentarios y dedicados a los objetos de mero lujo 32. Orillado el requisito de propiedad, acaudillaban siempre los ejrcitos romanos oficiales de nacimiento y educacin hidalga; pero los meros soldados, al par de las tropas mercenarias de la Europa moderna, se alistaban entre las heces, y aun con frecuencia entre los mayores forajidos que afrentaban el linaje humano.La virtud pblica, que los antiguos llamaron patriotismo, nace del entraable concepto con que ciframos nuestro sumo inters en el arraigo y prosperidad del gobierno libre que nos cupo. Este despertador incesante del incontrastable denuedo de las legiones republicanas alcanzaba ya escasamente a mover el nimo en los sirvientes mercenarios de un dspota; y se hizo forzoso acudir a aquella quiebra con otros impulsos de igual trascendencia, a saber, el honor y la religin. El labriego y el menestral sentan la preocupacin provechosa de ir a medrar en la esclarecida profesin de la milicia, donde sus ascensos y su nombrada seran parto de su propio valor; y aunque las proezas de un nfimo soldado suelen ser desconocidas, su peculiar desempeo puede tal vez acarrear timbre o afrenta a la compaa, a la legin, y acaso al ejrcito de cuyos blasones es partcipe. Empeaban, al alistarse, su juramento con ostentosa solemnidad, para nunca desamparar sus banderas, rendir su albedro al mandato de los superiores, y sacrificar su vida a la salvacin del emperador y del Imperio 33. El pundonor y la adhesin se daban la mano para vincular ms y ms la tropa con sus pendones; y el guila dorada, que encabezaba la legin esplendorosamente, era objeto de su devocin entraable, conceptundose no menos impo que afrentoso el abandonar en el trance la insignia sacrosanta 34. Dimanaban aquellos estmulos de la fantasa, y se robustecan con los impulsos ms eficaces de zozobras y esperanzas. Paga puntual, donativos accidentales y premios establecidos tras el plazo competente, aliviaban las penalidades de la carrera militar 35, al paso que no caba a la desobediencia o a la cobarda el evitar sus seversimos castigos. Competa a los centuriones el apalear, y a los generales el imponer pena capital, y era mxima inflexible de la disciplina romana que un buen soldado deba temer mucho ms a sus oficiales que al

    30 La nfima soldadesca gozaba cerca de cuatro mil reales (Dioniso Halicarnseo, IV, 17), paga altsima; escaseando tanto el metlico, que una onza de plata equivala a setenta libras de cobre. Excluido el populacho por la constitucin antigua, logr alistarse indistintamente con Mario. Vase Salust., De Bell. Jugurth., 91.

    31 Form Csar su legin Alauda de galos y extranjeros; mas slo fue con el afn de la guerra civil; y tras la victoria, les dio en premio la ciudadana.

    32 Vase Vegecio, De Re Militari, I, 27.

    33 Renovbase siempre por ao nuevo el juramento de la tropa por el servicio y fidelidad al emperador.

    34 Llama Tcito a las guilas romanas Bellorum Deos [Dioses de las guerras]. Colocbanse en el campamento, dentro de su capilla, y la tropa las acataba al par de las dems divinidades.

    35 Vase Gronovio, De Pecunia Vetere, 111, 120, etc. Subi el emperador Domiciano el estipendio anual de la tropa legionaria a doce piezas de oro, que en su tiempo venan a equivaler a mil reales. Esta paga, algn tanto ms alta que la nuestra, haba ido y fue despus creciendo segn los medros en riqueza de aquel gobierno militar, siempre en aumento. A los veinte aos de servicio reciba el veterano tres mil denarios (como diez mil reales), o bien un pegujar de tierra proporcionado a esta cuota. La paga y adehalas de la guardia venan a ser duplicadas que en las legiones.

  • enemigo. A impulsos de estas disposiciones, realzse el valor de las tropas imperiales con un tesn y docilidad inasequibles con los mpetus de los brbaros.Estaban adems los romanos tan persuadidos de la inutilidad del valor sin el requisito de la maestra prctica, que una hueste se apellidaba con la voz que significa ejercicio 36, y los ejercicios militares eran el objeto incesante y principal de su disciplina. Instruanse maana y tarde los bisoos, y ni la edad ni la destreza dispensaban a los veteranos de la repeticin diaria de cuanto ya tenan cabalmente aprendido. Labrbanse en los invernaderos tinglados anchurosos para que su tarea importante siguiese, sin menoscabo ni la menor interrupcin, en medio de temporales y aguaceros, con el esmerado ahnco de que las armas en aquel remedo fuesen de peso doble de las indispensables en la refriega 37. No cabe en el intento de esta obra el explayarse en el pormenor de los ejercicios, notando tan slo que abarcaban cuanto poda robustecer el cuerpo, agilizar los miembros y agraciar los movimientos. Habilitbase colmadamente el soldado en marchar, correr, brincar, nadar, portear cargas enormes, manejar todo gnero de armas apropiadas al ataque o a la defensa, ya en refriegas desviadas, ya en las inmediatas; en desempear varias evoluciones, y moverse al eco de la flauta en la danza prrica o marcial 38. Familiarizbase la tropa romana en medio de la paz con los afanes de la guerra; y expresa atinadamente un historiador antiguo que peleara contra ellos que el derramamiento de sangre era la nica circunstancia que diferenciaba un campo de batalla de un paraje de ejercicio 39.Esmerbanse generales y aun emperadores en realzar estos estudios militares con su presencia y ejemplo, y nos consta que Adriano, al par de Trajano, sola allanarse a ir instruyendo a sus bisoos, galardonar a los sobresalientes, y a veces competir con ellos en primor y bro 40.Descoll cientficamente la prctica en aquellos reinados, y mientras conserv el Imperio alguna fuerza, mereci la enseanza militar el concepto de cabal dechado de la disciplina romana.Nueve siglos de guerra haban ido introduciendo en la milicia varias novedades y mejoras. Las legiones, segn las describe Polibio 41en tiempo de las guerras pnicas, se diferenciaban sustancialmente de las que consiguieron las victorias de Csar, o defendieron la monarqua de Adriano y de los Antoninos. La planta de la legin imperial puede manifestarse en pocas palabras 42. La infantera recia, que constitua fundamentalmente su fortaleza 43, se cuarteaba en diez cohortes y en cincuenta y cinco compaas, a las rdenes de sus correspondientes tribunos y centuriones. La primera cohorte, poseedora del sitio ms honorfico y del resguardo del guila, constaba de mil ciento y cinco soldados, descollantes en lealtad y valenta: las otras nueve se componan de quinientos cincuenta y cinco cada una, y el cuerpo total de la infantera legionaria ascenda a seis mil y cien hombres. Eran sus armas iguales y asombrosamente apropiadas al intento: celada abierta con erguido crestn, peto, cota de malla, grebas para las piernas, y en el brazo 36 Exercitus ab exercitando. Varro, De Lingua Latina, IV. Cicern en las Tusculanas, 11, 37. Hay campo para una obra interesante en la hermandad del idioma con las costumbres de las naciones.

    37 Vegecio, II, y lo restante del primer libro.

    38 La danza prrica est cabalsimamente ilustrada por Le Beau, en la Academia de Inscripciones, XXXV, 262, etc. El sabio acadmico, en una serie de memorias, ha ido recogiendo cuanto dice relacin en los antiguos a la legin romana.

    39 Josefo, De Bell. judaico, 111, 5. Debemos a aquel judo pormenores curiossimos acerca de la disciplina romana.

    40 Plin. Panegrico, 13; vida de Adriano en la Historia Augustana.

    41 Vase una digresin asombrosa sobre la disciplina romana en el libro sexto de su Historia.

    42 Vegecio, De Re Militar, 11, 4, etc. Una porcin abultada de su enmaraado compendio se tom de las pragmticas de Trajano y Adriano, y la legin, segn la particulariza, no puede corresponder a otra temporada alguna del Imperio romano.

    43 Vegecio, De Re Militar, 11, 1. En el lenguaje castizo de Csar y Cicern, la voz miles vena a vincularse en la infantera, mas luego, all en Oriente y en tiempo de la caballera, se sola aplicar a la gente de armas que peleaba a caballo.

  • izquierdo un broquel anchuroso, cncavo y prolongado, de cuatro pies de largo y dos y medio al travs, labrado de madera liviana, y resguardado con cuero de buey y chapas de cobre. Adems de una lanza ligera, empuaba el infante su pavoroso pilum, venablo pesado que sola alargarse hasta seis pies, terminado por un bote triangular de acero de diez y ocho pulgadas 44. Inferior era a la verdad este instrumento a nuestras armas de fuego, pues slo se desembrazaba a la distancia de diez o doce pasos, pero disparado por una diestra pujante y atinada, no se daba caballera que se arriesgase a su alcance, ni escudo o coraza que contrastase su poderoso empuje. Desembrazado el pilum, desenvainaba el romano su espada, abalanzndose al enemigo. Era su espada una hoja espaola de dos filos que haca veces de alfanje y de estoque; pero el soldado estaba impuesto en usar ms bien el arma de punta que de corte, pues as resguardaba su cuerpo y causaba mayor y ms certera herida a su contrario 45. Sola formarse la legin a ocho de fondo, y como tres pies de espacio venan a quedar a cada individuo, as entre las hileras como entre las filas 46. Un cuerpo de tropas acostumbrado a conservar este orden desahogado, en dilatado frente y en el mpetu del avance, estaba siempre hbil para desempear el movimiento que requera el trance y dispona el caudillo. Cabale al soldado el trecho necesario para manejarse con sus armas, y se franqueaban adems intermedios adecuados, a fin de que pudieran ir acudiendo refuerzos para relevar a los que se iban imposibilitando 47. Fundbase la tctica griega o macedonia en otros elementos, pues la pujanza de la falange estribaba en diez y seis rdenes de lanzones apuntados en rastrillo 48; pero luego se ech de ver, por la reflexin y la prctica, que el podero de la falange no alcanzaba a contrarrestar la actividad de las legiones 49. La caballera, sin la cual quedaba la prepotencia de la legin descabalada, se divida en diez trozos o escuadrones:el primero, como acompaante de la primera cohorte, constaba de ciento treinta y dos hombres, al paso que los otros nueve se reducan a sesenta y seis individuos; y su planta entera vena, hablando a fa moderna, a formar un regimiento de setecientos veinte y seis caballos, embebidos de suyo en su legin respectiva, pero separados a las veces para obrar en lnea y componer parte de las alas del ejrcito 50. No constaba ya la caballera de los emperadores, como en tiempo de la repblica, de la mocedad hidalga de Roma e Italia, que desempeando su servicio de a caballo, se iba habilitando para los cargos de senadores y cnsules y se granjeaba los votos venideros de sus compatricios 51. Con el estrago de costumbres y gobierno, los ms acaudalados del orden ecuestre se engolfaban en la administracin de justicia 52; y si se alistaban para las

    44 En tiempo de Polibio y de Dionisio Halicarnseo (V, 45), el bote acerado del pilum parece que era ms cumplido; en el de Vegecio, mengu hasta un pie, y aun a nueve pulgadas. Yo me atengo a un medio trmino.

    45 . Sola formarse la legin a ocho de fondo, y como tres pies de 45 En cuanto a las armas legionarias, vase Lipsio, De Militia Romana, III, 27.

    46 Vase el arrogante smil de Virgilio, Gergicas, II, 279.

    47 M. Guichard, Memorias militares, 1, 4, y Nuevas Memorias, I, 293311, ha ventilado el punto como literato y como oficial.

    48 Vase la Tctica de Arriano. Con la verdadera parcialidad de griego, antepuso el describir la falange que haba ledo a la legin que estaba mandando.

    49 Polib., XVII.

    50 Vegecio, De Re Militari, II, 6. Con su testimonio positivo, que pudiera evidenciarse, debe enmudecer quien defraude a la legin imperial de su cuerpo apropiado de caballera.

    51 Vase, generalmente Tito Livio, y particularmente XL, II, 61.

    52 Plin., Hist. Natur., XXXIII, 2. El concepto positivo de aquel paso curiossimo se deslind despejadamente por De Beaufort, Repblica Romana, II, 2.

  • armas, se les confera inmediatamente el mando de un escuadrn a caballo o de una cohorte de infantera 53. Formaban Trajano y Adriano su caballera de las idnticas provincias y de la misma clase de individuos con quienes reponan las filas de la legin. Las remontas salan de Espaa y de Capadocia generalmente; y los jinetes romanos menospreciaban aquella armadura cerrada donde se encajonaba la caballera oriental, siendo sus armas preferentes celada, broquel prolongado, cota de malla y un chuzo y espada larga y ancha para ofender, pues tomaron al parecer el uso de lanzas y mazas de los brbaros 54.Cifrbanse principalmente en las legiones la salvacin y la gloria del Imperio, pero avenase la poltica romana a echar mano de cuanto fuese conducente para la guerra. Aprontbanse reclutas comnmente por las provincias que todava no se haban hecho acreedoras al distintivo de la ciudadana. Varios prncipes dependientes o pueblos fronterizos gozaban su libertad y seguridad mediante el feudo de su servicio militar 55; y aun tercios selectos de brbaros enemigos tenan que estar consumiendo su azaroso denuedo por climas lejanos en beneficio del estado 56.Comprendanse todos stos bajo el nombre general de auxiliares, y por ms que fuesen variando segn el nombre y las circunstancias, por maravilla abultaban menos que las legiones 57; y aun los cuerpos sobresalientes de los mismos auxiliares iban a las rdenes de prefectos y centuriones, quienes los adiestraban esmeradamente en el pormenor riguroso de la disciplina romana; pero la mayor parte seguan guerreando con las armas idnticas y geniales de su pas, a cuyo uso estaban adecuadamente avezados. Bajo este sistema, cada legin, con sus competentes auxiliares, contena en s todo gnero de tropas ligeras, y armas arrojadizas, y se hallaba hbil para pelear con cualquiera nacin sin menoscabo de armas y de disciplina 58. Tampoco careca la legin de cuanto en el idioma moderno se llama artillera, constando de diez mquinas de mayor y cincuenta y cinco de menor cuanta, y unas y otras disparaban oblicua u horizontalmente a raudales piedras y flechas con mpetu irresistible 59.Asomaba un campamento romano con muestras de verdadera fortaleza 60. Delineado el sitio, acudan los cavadores ejecutivamente a despejarlo y allanarlo en cuadrada y debida forma; y se computa que el recinto de unas mil varas abarcaba a veinte mil romanos, al paso que, con las tropas nuestras, este crecido nmero ofrecera al enemigo hasta triplicado frente. Descollaba en medio el pretorio, o vivienda del general, sobre las

    53 Como en el ejemplar de Horacio y de Agrcola. Parece que era nulidad fundamental en la disciplina romana, y Adriano trat de obviarla fijando la edad del tribuno.

    54 Vase la tctica de Ariano.

    55 Tal era con especialidad la situacin de los btavos. Tacit., Germania, 29.

    56 Precis Marco Antonino a los marcomanos y cuados a aprontarle un cuerpo crecido de tropas, y lo envi en seguida a Bretaa. Din Casio, LXXI.

    57 Tcit., Anales, IV, 5. Cuantos se atienen a una cuota de infantera, duplicando la caballera, equivocan los auxiliares de los emperadores con los aliados italianos de la repblica.

    58 Vegecio, II, 2. Arriano en su formacin de marcha contra los alanos.

    59 Desempea el caballero Folard el punto de la maquinaria antigua con agudeza y conocimiento (Polibio, 11, 233290), anteponindola bajo varios conceptos a la artillera moderna. Hay que reparar que menude ms aquel uso en campaa, al paso que fueron menguando en el Imperio romano el valor personal y la inteligencia guerrera, supliendo la escasez de gente con el acopio de mquinas. Vase Vegecio, 11, 25, Arriano.

    60 Acaba Vegecio su libro segundo y el pormenor de la legin, as entonadamente: Universa qu& in quoque belli genere necessaria esse creduntur, secum legio debet ubique portare, ut in quovis loco lixerit castra, armatam faciat civitatem. [Se consideraba que todas las cosas necesarias en cada tipo de guerra deban ser llevadas consigo por la legin, para que sta, en cualquier lugar en que plantara su campamento, estableciese una ciudad fortificada.]

  • dems, ocupando la caballera, la infantera y los auxiliares sus respectivos lugares. Sus calles o andenes eran desahogados, rectos, y dejaban un espacio de cien pies en derredor entre las tiendas y el muro.Este sola tener doce pies de altura, con su recia y entretejida estacada y un foso de doce pies tambin de hondo y de ancho. Este afn corra a cargo de los legionarios mismos, tan duchos en el manejo del azadn y del zapapico cual en el de la espada o el pilum. Cabe ser nativo el denuedo; pero tan sufrido esmero slo puede ser parto del sumo ejercicio y consumada disciplina 61.Al sonido del clarn se rompa la marcha, viniendo instantneamente abajo el campamento, y encajonndose la tropa en sus filas sin revueltas ni demora. Adems de las armas, que para los legionarios no servan de estorbo, iban cargados con el ajuar de cocina, la herramienta de fortificacin y el abasto para varios das 62. Con tanto peso, que abrumara a todo soldado moderno, estaban adiestrados en andar ordenadamente como siete leguas en seis horas 63; y al asomar el enemigo, deponan su carga, y con prontas y desahogadas evoluciones, pasaban de la columna de marcha al orden de batalla 64. Escaramuzaban al frente los honderos y flecheros; formaban los auxiliares la primera lnea al arrimo del recio de las legiones; cea los costados la caballera, y quedaban las mquinas a retaguardia.Tales eran las artes guerreras con que resguardaban los emperadores romanos sus dilatadas conquistas, y seguan atesorando aquel bro militar, cuando ya todas las dems virtudes yacan bajo el cieno del lujo y del despotismo. Si en el pormenor de sus ejercicios, tras el bosquejo de su disciplina, tratamos de puntualizar su nmero, carecemos de datos para conseguirlo. Pudese regular sin embargo que la legin, constando de seis mil ochocientos treinta y un romanos, ascenda, con sus competentes auxiliares, a doce mil y quinientos hombres. El total sobre el pie de paz por Adriano y sus sucesores compona hasta treinta de tan formidables cuerpos, y formaban probablemente una fuerza constante de trescientos setenta y cinco mil individuos. En vez de encerrarse en el recinto de ciudades muradas, que los romanos conceptuaban de asilos para la flaqueza, acampaban las legiones por las riberas de los ros mayores, o en los confines de los brbaros; y como estos apostaderos solan ser invariables, cabe el ir delineando la distribucin individual de la tropa. Bastaba una legin para Bretaa; pero la fuerza principal cubra el Rin y el Danubio, consistiendo en diez y seis legiones bajo la proporcin siguiente: dos en la Germania Baja, y tres en la Alta, una en Recia, otra en la Nrica, cuatro en Panonia, tres en Mesia, y dos en Dacia.Defendan el ufrates ocho legiones, seis acuarteladas en Siria, y las otras dos en Capadocia. En cuanto al Egipto, frica y Espaa, por cuanto estaban desviadas del teatro principal de la guerra, acuda una sola legin a conservar el sosiego de cada una de estas provincias. Ni careca tampoco la Italia de su resguardo militar. Ms de veinte mil soldados selectos y sealados con los ttulos de cohortes ciudadanas y guardias pretorianas, celaban da y noche y custodiaban al monarca y la capital. Promovedores de cuantas revoluciones vinieron a desencajar el Imperio, los pretorianos han de llamar y aun embargar nuestra atencin; mas no echamos de ver ni en su planta ni en su armamento circunstancia alguna que los diferencie de las legiones, sino su boato e indisciplina 65.Aparece all la marina de los emperadores como desproporcionada a su podero; mas era suficiente para acudir a las urgencias del estado.La ambicin romana era toda continental, y as jams descoll aquel pueblo guerrero con la gallarda de Tiro, Cartago, y aun Marsella, que ansiaban dilatar ms y ms los linderos del orbe, y cuyos navegantes llegaron a

    61 En cuanto a la castrametacin romana, vase Polibio, VI, con Lipsio, De Militia Romana. Josefo, De Bell. Jud., III, 25; Vegecio, 1, 2125; III, 9, y Memoria de Guichard, I, 1.

    62 Cicern, TuscuL, 11, 37. Josefo, De Bell Jud., III, 5. Frontino IV, 1.

    63 Vegecio, 1, 9. Vanse las Memorias de la Academia de Inscripciones, XXV, 187.

    64 Vanse las evoluciones perfectamente explicadas por Mr. Guichar, Nuevas Memorias, I, 141234

    65 Tcito (Anal., IV, 5) nos rasguea un estado de las legiones con Tiberio; y Din Casio (LV, 794) con Alejandro Severo. He tenido que esmerarme en plantear un medio adecuado entre aquellas dos temporadas. Vase igualmente Lipsio, De Magnitudine Romana, 1, 4, 5.

  • descubrir las costas ms recnditas del Ocano. Aterr siempre ms que halag el pilago a los romanos 66; y volcada Cartago y exterminada la piratera, vino a quedar el Mediterrneo entero cercado por sus provincias. Cise pues la poltica imperial a ejercer el seoro de este solo mar, apadrinando el comercio de sus industriosos sbditos.Bajo este sistema tan moderado situ Augusto dos escuadras fijas en los puntos ms adecuados de Italia, una en Ravena sobre el Adritico, y la otra en Miseno dentro de la baha de Npoles. Llegaron por fin los antiguos a palpar con la experiencia que en sobrepujando las galeras a dos, o lo ms, tres rdenes de remos, venan a reducirse a mero boato, sin el menor servicio efectivo; y el mismo Augusto haba presenciado en la victoria de Accio la superioridad de sus fragatas veloces (llamadas liburnias) contra los empinados y torpes castillos de su competidor 67.Compuso ambas armadillas de Ravena y Miseno con estas liburnias, apropiadas para dominar, una la divisin oriental, y otra la occidental del Mediterrneo, aplicando la competente marinera a entrambas.Adems de los dos puertos, que eran los apostaderos principales de la armada romana, situronse fuerzas considerables en Frejus sobre la costa de Provenza, quedando el Euxino con el resguardo de cuarenta bajeles y tres mil soldados. Hay que aadir la escuadrilla conservadora de la comunicacin entre las Galias y Bretaa, y un crecido nmero de barcos apropiados al Rin y al Danubio para infestar el territorio y atajar el trnsito a los brbaros 68. Redondeando la resea general de las fuerzas imperiales en caballera e infantera, en legiones, en auxiliares, guardias y armada, el cmputo ms crecido nos franquea apenas en los estados de mar y tierra ms de cuatrocientos y cincuenta mil hombres; podero militar en verdad formidable, pero que vino a igualar un monarca del siglo anterior, cuyo reino se reduca a una sola provincia del 1mpero romano 69.Hemos ido manifestando, tanto la fuerza que sostena como el sistema que entonaba el podero de Adriano y de los Antoninos: vamos ahora a delinear con algn mtodo y despejo las provincias all enlazadas bajo un mismo seoro, y deslindadas actualmente en estados independientes y aun enemigos.Espaa, al extremo occidental del Imperio, de Europa y del mundo antiguo, ha conservado invariablemente en todos tiempos los mismos linderos naturales, a saber: el Pirineo, el Mediterrneo y el Ocano Atlntico. Esta pennsula grandiosa, dividida en la actualidad tan desigualmente entre dos soberanos, qued repartida por Augusto en tres provincias, Lusitania, Btca y Tarragonesa. Abarca ahora el reino de Portugal el pas belicoso de los lusitanos, y el cercn que tuvo aqul por levante queda compensado por su aumento de territorio hacia el norte.Granada con todas las Andalucas, corresponde a la antigua Btica. Lo restante, de Espaa, Galicia, Asturias, Vizcaya y Navarra, Len y ambas Castillas, Murcia, Valencia, Catalua y Aragn, estaba embebido en el tercero y mayor de los gobiernos romanos, el cual, por el nombre de su capital, se llamaba provincia de Tarragona 70. Los celtberos eran los ms poderosos, as como los cntabros y astures los ms indmitos de todos los brbaros. Al abrigo de sus riscos, fueron los ltimos que se rindieron al yugo romano, y los primeros en sacudir el de los rabes.La antigua Galia, abarcando cuanto media entre el Pirineo, los Alpes, el Rin y el Ocano, era ms dilatada que el actual reino de Francia.

    66 Procuraron los romanos encubrir, socolor de asombro religioso, su ignorancia y espanto. Vase Tcito, Germania, 34.

    67 Plutarco, Marco Antonio, y con todo, si nos atenemos a Orosio, aquellos castillos tan agigantados sobresalan slo diez pies al agua; VI, 19.

    68 Vase Lipsio, De Magnitud. Romana, 1, 5. Los diecisiis captulos ltimos de Vegecio son relativos a la nutica.

    69 Voltaire, Siglo de Luis XIV, 29; mas hay que recordar cmo la Francia est todava adoleciendo de aquel extraordinario ahnco.

    70 Vase Estrabn, II. Es obvio el suponer que Aragn se deriva de Tarraconensis; y varios modernos que han escrito en latn usan aquellas voces como sinnimos. Es, sin embargo, positivo que el Aragn, riachuelo que se despea del Pirineo y desagua en el Ebro, dio su nombre al pronto a una comarca y luego a todo un reino. Vase D'Anville, Geografa de la Edad Media, 181.

  • A los dominios de esta poderosa monarqua hay que aadir, adems de sus nuevas adquisiciones de Alsaca y Lorena, los cantones suizos, los cuatro electorados del Rin y los territorios de Lieja, Luxemburgo, Henao, Flandes y el Brabante. Cuando Augusto fue imponiendo leyes a las conquistas de su padre, plante una divisin de la Galia, no menos adecuada al avance de las legiones que a las corrientes de los ros y a los principales distintivos nacionales, que comprendan hasta cien estados diversos 71. Apellidronse por la colonia de Narbona el Langedoque (Languedoc), la Provenza, el Delfinado, y la costa del Mediterrneo; explaybase el gobierno de Aquitania desde el Pirineo al Loira; llambase Galia cltica todo el pas situado entre aquel ro y el Sena, que luego tom su nombre de la clebre colonia de Lugduno o Len. Estaba la Blgica allende el Sena, y ceala el Rin en tiempos anteriores; pero los germanos, poco antes del tiempo de Csar, a impulsos de su valor desmandado, se apropiaron una porcin considerable del territorio belga.Abalanzronse los conquistadores romanos a proporcin tan halagea, y aplicaron a la Galia fronteriza del Rin, desde Basilea a Leida (Lrida), los nombres grandiosos de Germana Alta y Baja 72; y as, en tiempo de los Antoninos, las seis provincias de la Galia fueron la Narbonesa, la Aquitania, la Cltica o Leonesa, la Blgica, y ambas Germanias.Tuvimos ya motivo para mencionar la conquista de Bretaa y deslindar su provincia romana, que comprenda toda la Inglaterra, Gales y los territorios bajos de Escocia hasta los freos de Dunbarton y Edimburgo.Antes del avasallamiento de la isla, estaba desigualmente dividida en treinta tribus brbaras, siendo las ms notables los belgas al poniente, los brigantes al norte, los silures al medioda en Gales, y los icenos en Norfolk y SufoIk 73. En cuanto cabe rastrear por la semejanza de habla y costumbres, poblronse Espaa, Galia y Bretaa por la misma casta de salvajes valerosos; pues antes de rendirse a las armas romanas, batallaron por el campo y renovaron la lid repetidamente, y aun despus de avasallados, vinieron a formar la divisin occidental de las provincias europeas, explayndose desde las columnas de Hrcules hasta la muralla de Antonino, y desde el desembocadero del Tajo hasta los manantiales del Rin y del Danubio.Antes de la conquista, el pas llamado ahora Lombarda no se conceptuaba como parte de Italia, pues se hallaba ocupado por una colonia poderosa de galos, quienes, poblando las orillas del Po desde el Piamonte hasta Romania, dilataron sus armas y su nombre desde los Alpes al Apenino. Habitaban los ligures la costa peascosa que forma en el da la repblica de Gnova. No asomaba todava Venecia, pero el territorio suyo que cae a levante del Adigio perteneca ya a los vnetos 74. El centro de la pennsula, que compone ahora el ducado de Toscana y el Estado Pontificio, tuvo en lo antiguo por moradores a los etruscos y umbros, siendo deudora la Italia a los primeros de sus asomos primitivos de civilizacin 75. Besaba el Tber las faldas a los siete cerros de Roma; y el pas de los sabinos, latinos y volscos, desde aquel ro hasta los confines de Npoles, fue el teatro primero de sus victorias. Merecieron los primeros cnsules sus triunfos en aquel sitio decantado, donde engalanaron luego sus quintas los sucesores, y all mismo su posteridad ha fundado conventos 76. Correspondan a Capua y la Campania el territorio inmediato de Npoles, habitando lo dems del reino varias naciones guerreras, marsos, samnitas, apulios y lucanos, y floreciendo la costa con sus colonias griegas. Es de notar que, al dividir Augusto la Italia en once regiones, la corta provincia de Istria qued tambin agregada al centro de la soberana 77. Resguardaban el Rin y el Danubio las provincias europeas de Roma, y este

    71 Asoman ciento y quince ciudades en la Noticia de la Galia, y es muy sabido que se apellidaban as, no slo las capitales, sino tambin todo el territorio de un estado. Pero Plutarco y Apiano suben el nmero de las tribus a tres o cuatrocientas.

    72 D'Anville, Noticia de la Galia Antigua.

    73 Whitaker, History of Manchester, 1, 3.

    74 Los vnetos italianos, aunque se suelen equivocar con los galos, eran probablemente de origen ilrico. Vase Freret, Memorias de la Academia de Inscripciones, XVIII.

    75 Vase Maffei, Verona Illustrata, I

    76 Ya repararon los antiguos la contraposicin primera. Vase Floro

    77 Plinio (Hist. Natur., III) va siguiendo la divisin de Italia por Augusto.

  • grandioso ro, que brota slo a la distancia de diez leguas del otro, corre por espacio de cuatrocientas leguas, generalmente hacia el sudeste, y se acaudala ms y ms con el fruto de sesenta corrientes navegables, hasta que por fin desagua por seis bocas en el Euxino, pudiendo abarcar apenas aquel aumento de aguas 78. Apellidronse luego Ilricas, o la raya ilrica, las provincias del Danubio 79, conceptundose las ms belicosas del Imperio, pero merecen diferenciarse individualmente con los nombres de Recia, Nrica, Panonia, Dalmacia, Mecia, Dacia, Tracia, Macedonia y Grecia.La provincia de Recia, que vino luego a extinguir el nombre de los vindelicios, se extenda desde la cima de los Alpes hasta las orillas del Danubio, desde su nacimiento hasta su confluencia con el Inn. La mayor parte de las llanuras pertenecen al elector de Baviera; la ciudad de Augsburgo es ahijada de la constitucin germnica; guarcense los grisones en sus montaas, y el pas del Tirol se cuenta entre las provincias numerosas de la casa de Austria.El dilatadsimo territorio ceido por el Inn, el Danubio y el Sava, Austria, Suiza, Carniola, Carintia, la Baja Hungra y la Eslavonia: todo se apellidaba antiguamente Nrica y Panonia, cuyos adustos naturales, all en su estado primitivo de independencia, vivan estrechamente hermanados.Siguieron a temporadas unidos bajo el Imperio romano, y permanecen todava como patrimonio de una sola familia. Son ahora la residencia de un prncipe alemn, con el dictado de emperador de los romanos, formando el centro y la pujanza del podero austraco. No estar de ms el advertir que, fuera de Bohemia, Moravia, los derrames septentrionales de Austria y parte de la Hungra entre el Teis y el Danubio, todos los dems dominios de la casa imperial quedaban embebidos en la extensin del Imperio romano.La Dalmacia, a la cual corresponda ms adecuadamente el nombre de Iliria, era una especie de faja entre el Sava y el Adritico, y su mejor porcin por la costa, que conserva todava su antiguo nombre, es una provincia de Venecia y el solar de la pequea repblica de Ragusa. Su interior ha tomado los nombres eslavones de Croacia y Bosnia: el primero a las rdenes de un gobernador austraco, y el otro a las de un baj turco; pero todo el pas est acosado por tribus de brbaros, cuya independencia brava apenas seala con alternativas el lindero variable de la potencia cristiana y mahometana 80.Engrandecido el Danubio con las aguas del Teis y el Sava, apellidbase, a lo menos entre los griegos, el Ister 81, dividiendo la Mesia y la Dacia, conquistada la ltima, como hemos visto, por Trajano, y nica allende aquel ro. Si nos paramos a examinar el estado actual de aquellos pases, hallaremos que a la izquierda del Danubio, el Temesvar y la Transilvania, tras varias revoluciones, se han agregado a la corona de Hungra, al paso que los principados de Moldavia y Valaquia reconocen el seoro otomano. Por la derecha del Danubio, la Mesia, que en la edad media qued separada en los reinos brbaros de Servia y Bulgaria, yace de nuevo bajo la servidumbre turca.La denominacin de Romelia, que aplican todava los turcos a los dilatados pases de Tracia, Macedonia y Grecia, est as conservando la memoria de su antiguo estado bajo el Imperio romano. En tiempo de los Antoninos, las regiones belicosas de Tracia, desde las cumbres del Hemo y Rdope, hasta el Bsforo y el Helesponto, quedaron constituidas en provincias, pero a pesar del cambio de dueos y de religin, la nueva ciudad de Roma, fundada por Constantino sobre la margen del Bsforo, ha seguido siendo la capital de una gran monarqua. El reino de Macedonia, que en manos de Alejandro avasall al Asia, se granje ventajas ms positivas con la poltica de entrambos Filipos, y con sus dependencias de Epiro y Tesalia se fue dilatando desde el mar Egeo hasta el Jnico.

    78 Tournefort, Viajes por Grecia y Asia menor.

    79 El nombre de ilrico, all en lo primitivo, corresponda a la costa del Adritico, y los romanos lo fueron extendiendo desde los Alpeshasta el Ponto Euxino. Vase Severino, Pannonia, I, c. 3.

    80 Un viajero veneciano, el Abate Fortis, nos ha participado ltimamente tales cuales noticias de aquel pas tan arrinconado; pero hay que esperar nicamente la geografa y antigedades del ilrico occidental de la munificencia del emperador su soberano.

    81 Nace el Sava al confn de la Istria, y los primeros griegos lo conceptuaban como la corriente mayor sobre el Danubio.

  • Al recapacitar la nombrada de Tebas y Argos, de Esparta y Atenas, se hace trabajoso el conceptuar que tantas repblicas inmortales de la antigua Grecia vinieran luego a perderse en una provincia sola del Imperio romano, la cual se titulaba Acaya, por el influjo preponderante de la liga aquea.Tal era el estado de Europa bajo los emperadores romanos. Las provincias de Asia, sin exceptuar las conquistas pasajeras de Trajano, estn embebidas en el podero turco; pero en vez de ir siguiendo los arbitrarios descuartizamientos del despotismo y de la idiotez, ser ms acertado y entretenido el atenernos a la estampa permanente de la naturaleza.Aprpiase con fundamento el nombre de Asia Menor a la pennsula que, ceida entre el Euxino y el Mediterrneo, se adelanta desde el ufrates hacia Europa. La porcin ms extensa y floreciente, al poniente del monte Tauro y del ro Halis, se engrandeci por los romanos con el dictado exclusivo de Asia, cuya jurisdiccin abarcaba las antiguas monarquas de Troya, Lidia y Frigia, los pases martimos de los panfilos, licios y carios, y las colonias griegas de Jonia, que igualaban en artes, aunque no en armas, la gloria de la metrpoli. La parte septentrional de la pennsula, desde Constantinopla a Trebisonda, perteneca a los reinos de Bitinia y Ponto; mas por la parte opuesta, la provincia de Cilicia terminaba en las cumbres de Siria, y el interior, deslindado por el ro Halis del Asia romana, y de la Armenia por el ufrates, form all en su tiempo el reino independiente de Capadocia. Debemos reparar aqu que las playas septentrionales del Euxino, allende Trebisonda en Asia, y el Danubio en Europa, reconocan la soberana de los emperadores, recibiendo de sus manos ya prncipes tributarios, o ya guarnicin romana.Budzak, la Tartaria, Crimea, la Circasia y la Mingrelia son las denominaciones modernas de aquellos pases bravos 82.Bajo los sucesores de Alejandro, la Siria era el asiento de los Selucidas, quienes reinaron en la Alta Asia, hasta que la rebelin triunfadora de los partos estrech su seoro entre el Euxino y el Mediterrneo.Avasallada la Siria por los romanos, sirvi de confn oriental a su Imperio:ni le cupieron a esta provincia en su mayor ensanche ms lindes que la Capadocia al norte, y por el sur los confines del Egipto y del Mar Rojo. Agregronse a temporadas la Fenicia y la Palestina a la jurisdiccin de Siria, siendo la primera una costa estrecha y peascosa, y la segunda un territorio muy poco aventajado a Gales en extensin y fertilidad; pero descollarn entrambas para siempre en la memoria humana, puesto que Amrica, al par de Europa, recibi las letras de la una, y la religin de la otra 83. Un desierto arenoso, igualmente falto de arbolado y agua, va ciendo sesgamente la Siria, desde el ufrates hasta el Mar Rojo. La vida vagarosa de los rabes corresponde a su independencia, y donde quiera que en tal cual sitio menos estril que los dems se arrojaban a plantear alguna morada, quedaron tambin avasallados al Imperio romano 84.Solan los gegrafos antiguos mostrarse dudosos acerca de la parte del globo en que deban colocar el Egipto 85. Hllase aquel decantado reino por su situacin en la pennsula inmensa del frica, pero es nicamente accesible por la parte del Asia, cuyas revoluciones en todas pocas ha ido rendidamente siguiendo. Seorebase un prefecto romano en el trono esplenderoso de los Tolomeos, y un baj turco est ahora empuando el cetro de hierro de los Mamelucos. Atraviesa el Nilo el pas por espacio de cerca de doscientas leguas desde el trpico de Cncer hasta el Mediterrneo, y va sealando por ambas mrgenes el mbito de la fertilidad por la extensin de su riego. Cirene, situada al poniente por lo largo de la costa, fue al pronto colonia griega, luego provincia de Egipto, y desapareci por fin con el desierto de Barca.Diltase la costa de frica, desde Cirene al Ocano, por el trecho de quinientas leguas; pero la cien tan estrechamente el Mediterrneo y el Shara o el arenal, que viene a reducirse a veinte o veinte y cinco leguas

    82 Vase el Periplo de Arriano, pues anduvo visitando las costas del Euxino, siendo gobernador de Capadocia.

    83 Sabidos son los progresos de la religin. El uso de las letras se introdujo entre los montaraces de Europa, como mil y quinientos aos antes de Cristo, y lo llevaron los europeos a Amrica, quince siglos despus de la era cristiana; pero en un plazo como el de tres mil aos recibi el alfabeto fenicio notables alteraciones, pasando por manos de griegos y romanos.

    84 Din Casio, LXVIII, 1131.

    85 Tolomeo y Estrabn, con los gegrafos modernos, deslindan el Asia y el frica con el istmo de Suez. Dionisio, Mela, Plinio, Salustio, Hircio y Solino se atienen al brazo occidental del Nilo, y aun al gran Catabatmos u bajada; y as los ltimos adjudican al Asia, no slo el Egipto, sino tambin parte de la Libia.

  • de ancho, y la parte oriental era la que conceptuaban los romanos como la provincia propia y peculiar de frica. Habitaron el pas frtil, hasta la llegada de las colonias fenicias, los libios, sumamente bozales.Emporio y centro fue del comercio bajo la jurisdiccin inmediata de Cartago; pero ahora ha venido a parar el pas en los estados dbiles e incultos de Tnez y de Trpoli. El despotismo militar de Argel est tiranizando la dilatada Numidia, unida por algn tiempo bajo Masinisa y Yugurta; pero estrechronse sus linderos en la poca de Augusto, y ms de dos tercios del pas se apellidaron Mauritania con el sobrenombre de Cesariense. La Mauritania legtima o pas de los moros, que por la antigua ciudad de Tinji o Tnger se distingua con el nombre de Tinjitania, es ahora el reino de Fez; y Sal, a orillas del Ocano, tan disfamado en el da por su sentina de piratas, se apuntaba por los romanos como el sumo extremo de su podero y casi de su geografa. Asoma todava una fundacin suya junto a Mequinez, que es la residencia de un brbaro que nos allanamos a apellidar emperador de Marruecos; mas no aparece que sus dominios ms meridionales y el mismo Marruecos y Sejelmesa quedasen nunca comprendidos en la provincia romana. Los ramales del monte Atlas se van internando por la parte occidental del frica, empinando all sus cumbres y fomentando la fantasa de los poetas 86bajo un nombre que abarca el dilatado pilago que separa el antiguo y el nuevo continente 87.Terminado ya el giro del Imperio romano, notaremos que Espaa est separada del frica por un estrecho de tres o cuatro leguas, por el cual se introduce el Atlntico en el Mediterrneo. Las columnas de Hrcules, tan decantadas en la antigedad, eran dos montaas que al parecer fueron sajadas por alguna convulsin de los elementos, y la fortaleza de Gibraltar est ahora situada a la falda del peasco europeo. Abarcaba el seoro romano toda la extensin del Mediterrneo con sus islas y costas.Entre las islas ms crecidas, las dos Baleares, Mallorca y Menorca, que traen su nombre de su magnitud respectiva, con la de Ibiza, pertenecen a Espaa. Crcega corresponde a la Francia, y dos soberanos de Italia toman su regio dictado de la Cerdea y Sicilia. Creta o Canda, con Chipre y las ms de las islillas de Grecia y Asia, yacen avasalladas por los turcos, mientras el peasco de Malta ha estado burlando su podero, y descoll bajo una orden militar con decantada opulencia.Esta largusima lista de provincias, cuyos trozos han ido formando tantos reinos poderosos, debe en parte inclinarnos a disimular el engreimiento y la ignorancia de los antiguos. Deslumbrados con el dilatado seoro, la pujanza incontrastable y la moderacin positiva o aparente de los emperadores, tenan a bien menospreciar, o tal vez trascordar las desviadas regiones que se avenan a dejar en el goce de su brbara independencia, y fueron por puntos adoptando la aprensin de equivocar la monarqua romana con el globo de la tierra 88pero los alcances y el pulso de un historiador moderno requieren otro estilo ms esmerado y sensato; y podr estampar un concepto ms atinado de la grandiosidad de Roma, anotando que el Imperio tena ms de seiscientas leguas de ancho desde la valla de Antonino y los linderos septentrionales de Dacia hasta las cumbres del Atlas y el trpico de Cncer, extendindose por su largo en el espacio de ms de mil leguas, desde el Ocano Occidental hasta el ufrates; que estaba situado en la parte ms preciosa de la zona templada, entre los veinte y cuatro y cincuenta y seis grados de latitud boreal, y que se supona contener ms de quinientas mil leguas cuadradas, por lo ms, de terreno frtil y bien cultivado 89.Captulo XVII.Fundacin de Constantinopla.Sistema poltico de Constantino y sus sucesores. isciplina militar.El Palacio.La Hacienda.Fue el desventurado Licinio el postrer competidor que vino a ostentar la grandeza, y el ltimo cautivo que engalan el triunfo de Constantino.

    86 La cordillera dilatada, la elevacin mediana y declive suave del monte Atlas (vanselos viajes de Shaw, 5) se asemejan poco a una cumbre solitaria que se engolfa por las nubes, en ademn de sostener el cielo. Al contrario, el pico de Tenerife se empina legua y media sobre la haz del mar, y frecuentndolo all los fenicios, debi llegar a noticia de los poetas griegos. Vase Buffon, Historia natural, I, 312; Historia de los Viajes, II.

    87 Voltaire, XIV, sin arrimo histrico ni probable, ha franqueado dadivosamente las Islas Canarias al Imperio romano.

    88 Bergier, Historia de las carreteras, 111, 1, 2, 3, 4; coleccin utilsima.

    89 Vase la Resea del Globo por Templeman, pero desconfo al par de la erudicin y de los mapas del doctor.

  • Tras un reinado prspero y bonancible, dej el vencedor a su familia la herencia del imperio romano; innov capital, poltica y religin, y las generaciones siguientes se avinieron y se avasallaron a todas sus innovaciones. Rebosa el siglo del gran Constantino y de sus hijos de acaecimientos grandiosos, mas postrarase el nimo del historiador con el nmero y la variedad, si no separase esmeradamente los cuadros que slo se enlazan por la poca que los fue acarreando. Describir las instituciones polticas que robustecieron y afianzaron el imperio, antes de seguir historiando las guerras y revoluciones que atropellaron su decadencia.Se conformar con la divisin desconocida a los antiguos, de negocios civiles y eclesisticos; la victoria de los cristianos y sus disensiones internas irn suministrando materiales copiosos y reparables, tanto de edificacin como de escndalo.Tras la derrota y renuncia de Licinio, su competidor victorioso trat de poner los cimientos de una ciudad, destinada (ao 324) para reinar en lo venidero como seora del Oriente y para sobrevivir al Imperio y a la religin de Constantino. Los motivos de orgullo o de poltica que indujeron al pronto a Diocleciano para desviarse del antiguo solar del gobierno, se iban corroborando con el ejemplo de sus sucesores y la prctica de cuarenta aos. Fuese Roma imperceptiblemente confundiendo con los reinos dependientes que haban antes reconocido su primaca, y la patria de los Csares se hallaba desatendida por un prncipe guerrero, nacido en las cercanas del Danubio, educado en las cortes y huestes del Asia y revestido con la prpura por las legiones de Bretaa. Los italianos, que haban agasajado a Constantino como a su libertador, obedecan rendidamente las pragmticas que a veces se allanaba a enviar al senado y pueblo de Roma, pero escasebales la honorfica presencia del soberano. Constantino, en la lozana de su edad, segn las varas exigencias de guerra o paz, viajaba con lento seoro o con ejecutiva diligencia por los confines de sus dilatados dominios, y viva siempre apercibido para salir a campaa contra todo enemigo domstico o forastero. Mas cuando hubo alcanzado la cumbre de su prosperidad y la decadencia de la vida, acord plantear en situacin ms permanente el podero y al par la majestad del solio. En cuanto a las ventajas de la situacin, antepuso el confn de Europa y Asia para doblegar con brazo aterrador a los brbaros aposentados entre el Danubio y el Tanais, y tener siempre clavada la vista sobre el monarca persa, que se mostraba muy mal hallado con el yugo de un tratado afrentoso. Haba Diocleciano con esta mira escogido y hermoseado su residencia de Nicomedia; mas era fundadamente aborrecible para el favorecedor de la iglesia la memoria de Diocleciano, y no se desentenda Constantino de la ambicin de fundar una ciudad que pudiera perpetuar la gloria de su propio nombre.Durante las operaciones de la guerra contra Licinio, pudo hacerse cargo, ya como militar, ya como estadista, de la situacin de Bizancio, y enterarse de cun poderosamente la favoreca la naturaleza contra todo ataque enemigo, al paso que era accesible por dondequiera a las ventajas del comercio. Largos siglos antes de Constantino, uno de los historiadores ms juiciosos de la antigedad 90haba retratado al vivo la ventajosa situacin, desde donde una escasa colonia griega se alz con el mando del mar y se encumbr a repblica libre y floreciente 91.1Si nos ponemos a considerar a Bizancio bajo la extensin que se granje con el nombre augusto de Constantinopla, puede representarse su figura con la de un tringulo desigual, en cuya punta obtusa, avanzada hacia levante y las costas de Asia, se estrella y brama el Bsforo de Tracia. Cie la baha la ciudad por el norte, y la Propntida o mar de Mrmara baa su parte meridional. Mira al poniente la base del tringulo, y remata el continente de Europa; mas no cabe enterarse de la forma asombrosa y de la alternativa de mar y tierra por las cercanas sin un pormenor ms circunstanciado.El sesgo canal por donde corren las aguas del Euxino con rapidsimo raudal hacia el Mediterrneo se apellid Bsforo, nombre no menos decantado en la historia que en las fbulas de la antigedad. Un sinnmero de templos y aras votivas, all dispersas y medio emboscadas por los recodos de su costa brava, pregonaban el atraso, el pavor y la devocin de los navegantes griegos, que, al remedo de los Argonautas, fueron escudriando los escollos del tormentoso Euxino. La tradicin conserv por largo tiempo la memoria del

    90 Polibio, IV, 423, edic. Casaubon. Advierte que la paz de los bizantinos fue alterada a menudo, y la extensin de su territorio cercenada por las correras de los tracios bravos.

    91 El navegante Byzas, llamado el hijo de Neptuno, descubri esta ciudad 656 aos antes de la era cristiana. Los que le acompaaban eran de Argos y Megara. Bizancio fue luego reedificada y fortificada por el general espartano Pausanias. Vase Escalgero, Animad. ad Euseb., 81. Ducange, Constantinopolis, I, I, 15 y 16. Respecto a las guerras de los bizantinos contra Filipo, los galos y los reyes de Bitinia, debemos atenernos a los escritores antiguos, que vivan antes que el encumbramiento de la ciudad imperial excitase la lisonja y la ficcin.

  • alczar de Fineo, infestado por las hediondas harpas 92, y del reinado silvestre de Amico, que ret al hijo de Leda a la lid del cesto 93. Terminan el freo u estrecho del Bsforo los peascos Cianeos, que, segn la descripcin de los poetas, anduvieron vagando por la haz de las aguas, y estuvieron destinados por los dioses para resguardar la embocadura del Euxino contra el registro de la curiosidad profana 94. Desde los peascos Cianeos hasta el extremo de la baha de Bizancio mide el dilatado sesgo del Bsforo ms de cinco leguas 95, y su anchura general puede regularse en media legua. Los castillos nuevos de Europa y Asia estn construidos en ambos continentes sobre los cimientos de dos templos decantados de Serapis y de Jpiter Urio. Los castillos antiguos, obra de los emperadores griegos, estn seoreando la mayor estrechez del canal, en sitios donde las orillas contrapuestas se internan hasta quinientos pasos una de otra. Restableci y robusteci Mahometo II estas fortalezas, cuando estaba ideando el sitio de Constantinopla 96; mas ignoraba probablemente el vencedor turco que dos mil aos antes haba Daro escogido el propio sitio para enlazar los dos continentes por medio de un puente de barcas 97. A corta distancia de los castillos antiguos, se descubre el pueblecillo de Crispolis o Esctari, que puede casi reputarse como el arrabal asitico de Constantinopla.Al ensancharse el Bsforo en la Propntida, desemboca entre Bizancio y Calcedonia, cuya ltima ciudad fue edificada por los griegos pocos aos antes que la primera; y la ceguedad de los fundadores, que desatendieron las aventajadas proporciones de la costa opuesta, qued tildada con una expresin proverbial de menosprecio 98.La baha de Constantinopla, que viene a formar un brazo del Bsforo, mereci all en tiempos remotos el dictado de Asta dorada o de oro, pues su recodo es como el asta de un ciervo, o ms bien de un toro 99. El adjetivo conceptuoso de dorado expresaba el raudal de riquezas que todo viento desembocaba de las playas ms lejanas en el puerto anchuroso y bonancible de Constantinopla. El ro Lico, formado por la confluencia de dos riachuelos, vierte en la baha un raudal perpetuo de agua fresca, que purifica sus ensenadas, y ceba el pescado que se acoge a tan cmodas guaridas. Como por aquellos mares apenas se percibe el flujo, la hondura

    92 Pocas conjeturas hay tan acertadas como las de Le Clerc (Biblioteca Universal, 1, 148), en que supone que las harpas eran nicamente langostas. El nombre siraco o fenicio de estos insectos, su vuelo ruidoso, el dao que causan y el viento norte que los arroja al mar, todo contribuye a la identidad del cuadro.

    93 Pocas conjeturas hay tan acertadas como las de Le Clerc (Biblioteca Universal, 1, 148), en que supone que las harpas eran nicamente langostas. El nombre siraco o fenicio de estos insectos, su vuelo ruidoso, el dao que causan y el viento norte que los arroja al mar, todo contribuye a la identidad del cuadro.

    94 Ocasionaron el engao varias puntas de rocas que las olas cubran o dejaban patentes alternativamente. Hoy da hay dos islitas, una en cada orilla; la de Europa se designa con el nombre de columna de Pompeyo.

    95 El cmputo de los antiguos era ciento y veinte estadios o quince millas romanas. Tan slo medan desde los castillos modernos, pero contaban el estrecho hasta la ciudad de Calcedonia.

    96 Ducas, Hist., 34. Leunclavio, Hist. Turcca Mussulmanica, XV, 577. Durante el imperio griego estos castillos sirvieron de crceles de estado, bajo el horrible nombre de Leta o torres del olvido.

    97 Grab Daro en caracteres griegos y siracos, en dos columnas de mrmol, los nombres de las naciones sujetas a su podero y el nmero de sus poderosas fuerzas de mar y tierra, Transportaron luego los bizantinos estas columnas a la capital y las colocaron en el altar de sus dioses tutelares. Hercloto, IV, 87.

    98 Tacit., Annal., XII, 63: Namque aretissimo inter Europam Asiamque divortio Byzantium in extrema Europa posuere Greci, quibus Pythium Apollinem consulentibus ubi conderent urbem, redditum oraculum est, quaererent sedem coerum terris adversam. Ea ambage Chalcedonii monstrabantur, quod priores illuc advecti, praevisa locorum utilitate pejora legissent.

    99 Estrabn, Vll, 492 (eclic. Casaub.). La mayor parte de los mogotes estn rotos, o, para hablar menos figuradamente, intiles los fondeaderos del puerto. Vase Gilio, Bsforo Tracio, I, 5.

  • invariable del agua proporciona embarcadero y desembarcadero a toda hora para las mercancas sin tener que barquearlas, habindose notado que en varios parajes los buques mayores tocaban con las proas en el casero, mientras las popas se mecan en la oleada 100.Desde la desembocadura del Lico hasta el extremo de la baha hay ms de tres leguas de tirada, y su emboque es de ms de quinientas varas de ancho, de modo que caba cerrarlo en ocasiones con una cadena, para resguardar puerto y ciudad de toda invasin enemiga 101.Entre el Bsforo y el Helesponto, desvindose las playas de Europa y Asia por ambos lados, abarcan el mar de Mrmara, conocido entre los antiguos con el nombre de Propntida. La navegacin, desde el desembocadero del Bsforo hasta la entrada en el Helesponto, es como de cuarenta leguas, y cuantos surcan la vuelta de poniente por la Propntida pueden a un mismo tiempo estar oteando las serranas de Tracia y Bitinia, sin perder de vista las empinadas cumbres del Monte Olimpo, perpetuamente nevado 102. Van dejando a la izquierda un golfo grandioso, en cuyo seno descollaba Nicomedia, sitio imperial de Diocleciano, y rezagan los islotes de Czico y Proconeso antes de fondear en Galpoli, donde el mar que separa el Asia de Europa se acanala de nuevo.Los gegrafos que con ms exactitud han ido registrando la forma y extensin del Helesponto le regulan unas veinte leguas de tirada con todos sus muchos recodos, y como una de anchura en su generalidad 103.La mayor angostura cae al norte de los antiguos castillos turcos, entre las ciudades de Sesto y de Abido. All fue donde el enamorado Leandro arrostr el mar embravecido en busca del dolo de sus entraas 104. All fue tambin, en un paraje donde el trnsito no excede de quinientos pasos, donde Jerjes levant un puente asombroso de barcas para trasladar a Europa una hueste de milln y medio de brbaros 105. Encajonado el mar en tan estrechos linderos, mal puede merecer el extrao dictado de anchuroso, que tanto Homero como Orfeo suelen aplicar al Helesponto.Pero nuestro concepto de tamao es, como los dems, relativo: el viajante, y ante todo el poeta que surcaba el Helesponto, ciendo tantsimo recodo y oteando la teatral perspectiva que por dondequiera realzaba el horizonte, iba olvidando pausadamente el mar, y su fantasa le estaba retratando aquellas decantadas angosturas con todos los visos de un ro caudaloso con sus raudales, emboscndose por un cauce grandioso en

    100 Procopio, De Aedificiis, I, 5. Confirman su descripcin los viajeros modernos. Vase Thevenot, I, I, 15. Tournefort, Carta XII Niebuhr, Viaje a Arabia, 22.

    101 Vase Ducange, C. P., I, I, 16, y sus Observaciones sobre Villeharduino, 289. La cadena estaba desde el Acrpolis, cerca de la moderna Kiosk, a la torre de Glata, y sostenida a trechos por grandes pilastras de madera.

    102 Thevenot (Viajes a Levante, 1, 1, 14) reduce la medida a 125 millas griegas. Belon (Observaciones, II J) da una exacta descripcin de la Propntida; pero se contenta con la vaga expresin de un da y una noche de navegacin. Cuando Sandys (Viajes, 21) habla de 150 estadios de largo, as como de ancho, suponemos nicamente que sea algn error de imprenta en el texto de aquel juicioso viajero.

    103 Vase una disertacin admirable de D'Anville sobre el Helesponto o Dardanelos, en las Memorias de la Academia de Inscripciones, XXVIII, 318346. Y an aquel ingenioso gegrafo se complace en suponer nuevas y quizs medidas imaginarias, con la intencin de presentar a los antiguos escritores tan exactos como l mismo. Los estadios empleados por Herdoto en la descripcin del Euxino, del Bsforo, etc. (IV, 85) indudablemente deben de ser todos de la misma clase; pero parece imposible conciliarlos ni con la verdad ni entre s.

    104 La distancia oblicua entre Sesto y Abido era de treinta estadios, cuento increble de Hero y Leandro lo impugn M. Mahudel, pero De la Nauze lo defendi apoyndose en la autoridad de poetas y medallas. Vase la Academia de Inscripciones, VII; Hist., 74; Mem., 240.

    105 Vase el libro sptimo de Herdoto, que ha erigido un elegante trofeo a su propia fama y a la de su patria. Parece que la revisin fue hecha con exactitud, pero la vanidad de los persas y griegos estaba interesada en ponderar el armamento y la victoria. Debo dudar que los invasores hayan nunca disminuido el nmero de las fuerzas del pas que atacaban.

  • el Archipilago Egeo 106. La antigua Troya 107, colocada en un cerro a la falda del monte Ida, oteaba la embocadura del Helesponto, que apenas reciba un corto aumento de aguas con los riachuelos inmortales del Simos y el Escamandro. Tendase el campamento griego por espacio de cuatro leguas en la playa desde el promontorio Sigeo al Reteo, y resguardaban sus alas los caudillos ms descollantes que peleaban a las rdenes de Agamenn. Aposentse en el primero de aquellos promontorios Aquiles con sus invencibles Mirmidones, y el denodado Ayax plant sus tiendas en el otro. Volcado Ayax en holocausto a su desairado orgullo y a la ingratitud de los griegos, levantse su sepulcro en el paraje donde haba escudado la armada contra la saa de Jpiter y de Hctor; y los ciudadanos del pueblo recin construido de Reteo solemnizaban su memoria con honores divinos 108. Antes de dar Constantino su debida preferencia a Bizancio, ide el intento de colocar el solio del Imperio en aquel decantado sitio de donde tomaban los romanos su origen fabuloso. La dilatada llanura que se explaya a la falda de la antigua Troya, hacia el promontorio Reteo y el tmulo de yax, qued al pronto escogida para su nueva capital, y aunque luego se abandon la empresa, los grandiosos escombros de muros y torreones incompletos embargaban la atencin de cuantos surcaban el estrecho del Helesponto 109.Ya nos cabe ahora el ir puntualizando las ventajas locales de Constantinopla, que parece haber nacido para encabezar y seorear una grandiosa monarqua. Situada a los cuarenta y un grados de latitud, estaba la gran ciudad imperando, desde sus siete cerros 110, las playas opuestas de Europa y Asia; era su clima templado y saludable, pinge el suelo, capaz y bonancible su baha, y su ejido angosto y fcilmente resguardado. Puertas vienen a ser de Constantinopla el Bsforo y el Helesponto, y el poseedor de ambos precisos pasos los abra o cerraba a su albedro, en paz o en guerra. Debe hasta cierto punto atribuirse la conservacin de las provincias orientales a la poltica de Constantino, puesto que los brbaros del Euxno, que en el siglo anterior se haban internado con sus armadas en el corazn del Mediterrneo, orillaron luego la piratera, desahuciados de arrollar aquella insuperable valla.Aun cerradas las compuertas sobredichas, segua la capital disfrutando en su anchuroso recinto cuanto se requera para el abasto y el regalo de su crecidsimo vecindario. Las costas de Tracia y de Bitinia, y stas ahora bajo la mole de la opresin turca, an se estn revistiendo de viedos y sementeras, y siempre se decant la Propntida como hervidero incesante de los ms exquisitos peces, cogidos por temporadas sin afn y sin maa 111. Mas una vez patentes aquellos trnsitos para el trfico, iban alternativamente abarcando las riquezas nativas o artificiales del Norte y del Medioda, del Euxno y del Mediterrneo. Cuantos gneros toscos se recogan por las selvas de Germania y Escitia hasta las fuentes del Tanais y del Borstenes, cuantos

    106 Vanse las Observaciones de Wood sobre Homero, 320. Con satisfaccin he sacado esta observacin de un autor que, en general, parece haber burlado las esperanzas del pblico como crtico, y an mucho ms como viajero. Visit las mrgenes del Helesponto, ley a Estrabn y debi consultar los itinerarios romanos; Cmo es posible que haya confundido a Ilio y Alejandra Troas (Observaciones, 340 y 341), dos ciudades que estaban a diecisis millas una de otra?

    107 Escribi Demetrio Escepsio sesenta tomos sobre las treinta lneas del catlogo de Homero. Basta a satisfacer nuestra curiosidad el libro XIII de Estrabn.

    108 Estrabn, XIII, 595 (890, edic. Casaub.). La disposicin de sacar los buques a tierra y los puestos de yax y Aquiles estn claramente descritos por Homero. Vase la Mada, IX, 220.

    109 Zsimo, 11, 30, 105. Sozomen, 11, 3. Tefanes, 18. Nicforo Calisto, VII, 48. Zonaras, II, XIII, 6. Coloca Zsimo la nueva ciudad entre Ilio y Alejandra, pero esta aparente diferencia puede conciliarse por su grande extensin. Antes de la fundacin de Constantinopla, menciona Cedreno a Tesalnica (283), y Zonares a Srdica, como la supuesta capital. Afirman entrambos, con poca probabilidad, que el emperador, a no haber sido prevenido por un milagro, hubiera repetido el engao de los ciegos calcedonios.

    110 Pocock, Descripcin del Oriente, II, II, 127. Su explicacin de las siete alturas es despejada y exacta. Rara vez es el viajero tan minucioso.

    111 Vase Belon, Observaciones, 7276. Entre una gran variedad de diferentes especies, los pelmides (especie de atn) eran los ms clebres. Por Polibio, Estrabn y Tcito podemos enterarnos de que las principales rentas de Bizancio consistan en la venta de la pesca.

  • artefactos labraban la Europa y el Asia; el trigo de Egipto y las perlas y especias de la recndita India, acudan en alas del viento al puerto de Constantinopla, que por largos siglos embarg el comercio del antiguo mundo 112.Hermosura, resguardo y sanidad eran, con su atractivo, muy suficientes para abonar la eleccin de Constantino de aquel solar venturoso.Mas como en todos tiempos all cierto bao decoroso de fbulas y portentos se conceptu como rfaga majestuosa en el origen de ciudades magnficas 113, ansiaba el emperador que su disposicin se atribuyese, no tanto a los consejos inciertos de la poltica humana, como a los decretos infalibles de la divina sabidura. Esmerse en informar a la posteridad, en una de sus leyes, de que cumpliendo con los mandatos de Dios, sentaba los cimientos sempiternos de Constantinopla 114; y aunque no ha tenido a bien participarnos por qu rumbo se le comunic la inspiracin, este trascuerdo queda sobradamente resarcido por los escritores que despus han referido el pormenor individual de su visin nocturna que se le apareci durmiendo en el recinto de Bizancio. El numen tutelar del pueblo, all una matrona postrada de aos y achaques, qued repentinamente trocada en una beldad lozana, a quien realz l mismo con sus manos colocndole los smbolos todos de la grandeza imperial 115. Despierta el monarca, interpreta el propicio agero, y obedece sin demora la voluntad del cielo. Solemnizbase entre los romanos el da de la fundacin de una ciudad o colonia con las ceremonias encargadas por una supersticin generosa 116, y aunque pudiera Constantino omitir ciertos ritos que propendan en gran manera al paganismo, ansiaba sin embargo esperanzar y sobrecoger hondamente el nimo de los concurrentes. A pie y empuando su lanza, encabeza el emperador en persona la procesin solemne, y va sealando la lnea ceidora de la ideada capital, cuyo anchuroso mbito asombra a los circunstantes, quienes al fin se arrojan a manifestarle que est ya propasando las dimensiones de una ciudad grandiosa, Adelante , replica, hasta que la gua invisible que me antecede tenga a bien pararse 117. Sin tratar de investigar la naturaleza y los motivos de conductor tan extraordinario, tendremos que reducirnos a la tarea ms llana de describir la extensin y los linderos de Constantinopla 118. En el estado actual de la ciudad, el palacio y los ardines del serrallo estn ocupando el promontorio oriental, la primera de las siete lomas, y abarcan como cien yugadas nuestras. El solar de los celos y despotismo turcos se remonta sobre los cimientos de una repblica griega; pero es de suponer que los bizantinos, por la proporcin de la baha, se inclinaron ms y ms hacia esta parte del serrallo. Dilatbanse los nuevos muros de Constantino desde el puerto a la Propntida, atravesando la espaciosa anchura del tringulo hasta la distancia de una legua de la fortificacin 112 Vase la elocuente descripcin de Busbequio, 1, 64. Est in Europa; habet in conspectu Asiam, Egyptum, Africanique a dextra: qu tametsi contigu non sunt, maris tamen navigandique commoditate veluti junguntur. A sinistra vero Pontus esi Euxinus, etc.

    113 Datur bc venia antiquitati, ut miscendo humana divinis, primordia urbium augustiora laciat. Tito Livio, in prm.

    114 Dice en una de sus leyes, pro commoditate Urbis quam terno nomine, jubente Deo, donavimus. Cod. Theodos., XIII, V, 7.

    115 Los griegos Tefanes, Cedreno y el autor de la Crnica de Alejandra se limitan a expresiones vagas. Para obtener una relacin ms minuciosa de la visin, nos vemos precisados a recurrir a escritores latinos, como Guillermo de Malmesbury. Vase Ducange, C. P., I, 24 y 25.

    116 Vase Plutarco, Rmulo, 1, 49, edic. Bryan. Entre otras ceremonias, una gran zanja que se haba excavado de intento se llenaba con un puado de tierra que cada uno de los nuevos colonos traa del sitio de su nacimiento, y de este modo adoptaban el nuevo pas.

    117 Filostorio, II, 9. Este incidente, aunque sacado de un escritor sospechoso, es caracterstico y probable.

    118 Vase, en las Memorias de la Academia, XXXV, 747758, una disertacin de D'Anville sobre la extensin de Constantinopla. Toma por modelo el plan inserto en el Imperium Orientale de Bandury, como el ms exacto; pero por una serie de curiosas observaciones, reduce la extravagante proporcin de la escala, y en vez de 9.500, fija la circunferencia de la ciudad como sobre 7.800 toesas francesas.

  • antigua, y abarcaron con el pueblo de Bizancio cinco de los siete cerros que se van apareciendo en gradera anfiteatral y hermossima a quien se acerca a Constantinopla 119. Como un siglo despus de la muerte del fundador, los nuevos edificios, alargndose por una parte hacia la baha y por la otra sobre la Propntida, cubran ya la estrecha cresta de la sexta loma y la ancha cumbre de la sptima. La precisin de escudar aquellos ar