Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

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  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    1/80

    ISBN 84 7738 005 8

    7

    88

      77 3800

    5

    A

    JU N IL

    FERNÁNDEZ

    L

    os

    onidos

    el Lenguaje

    (11

    EDITORI L

    SINT SIS

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    2/80

    LOS

    SONIDOS

    DEL

    LENGU JE

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    3/80

    EDITORI L

    SINTESIS

    LOS SONI OS

    EL LENGU JE

    JU N

    GIL

    FERNÁN EZ

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

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    6

    6.

    5,5,

    5,6.

    5.7,

    S mlvoca les y se miconsonantes: aspectos

    a rticula torios y acústicos .

    Las

    co

    nsonantes características articulatorias

    Las consonantes: características acústicas

    Los

    aUabetos

    fonéti

    cos

    6.1. La

    transcripción

    f o n é ; i · ~ a . : : . : . : : : : . .   : : . : . : . : . . ..

    6.2. Los alfabetos fonéticos ..   .. ..

    6.3. Ejemplos de

    transcripción

    7. La combinación de los sonidos

    .. ..   . .. .   .

     

    8.

    7.1.

    La

    sílaba

    7 2

    7 3

    Otras agrupaciones de

    s ; ~ i d ; s ~ ~ .

    ~ a d ~ n ~ . . .

    La

    coarticulación y

    otros

    fenómenos combinatorios

    Los rasgos prosódicos

    . .. . .. . . .. .

     

    ..

    8.1.

    El acento

    .

    8.2. Los

    rasgos prosódicos de

    tono

    9.

    plicaciones de la fonética

    9.1. La

    enseñanza

    de

    segunda

    ·s· ~ ~ ~ ~ ~ ~ ·

    , : ...

    9.

    2

    El

    reconocimiento

    de

    la voz y la identificación

    del

    hablante

    .   .   . .

     

    , . .

    9.3. La patología

    del

    habla . . . ..   . .. . . . .

    Glosario

    . . . .   .   . . ,

    . .   . .   . . .

    Referencias bibliográficas

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    88

    91

    99

    107

    107

    108

    112

    115

    115

    123

    124

    127

    127

    130

    137

    137

    138

    140

    147

    5

    presentación

    De todos

    es

    bien

    sabido que

    los

    seres humanos tendemos

    a no

    reparar en los objetos en los paisajes o en

    los

    hechos que nos

    resultan

    familiares y habituales. Sin embargo cuando empujados por circuns-

      ncias diversas nos

    detenemos

    a examinarlos con una cierta atención

    d

    escubrimos frecuentemente en

    ellos motivos de

    interés

    o de

    admira-

    ción. Pues bien nada hay más familiar ni más habitual para nosotros

    que los

    sonidos

    con los

    que

    nos expresamos a través de los cuales nos

    relacionamos y manifestamos nuestros sentimientos: los estamos emi-

    tiendo

    y

    escuchando permanentemente

    nos

    educamos

    y vivimos con

    ellos. Este

    libro

    es una breve reflexión acerca de esos sonidos y del

    modo en que

    llegamos

    a producirlos y percibirlos en un intento por

    despertar

    también en

    este

    caso

     

    el interés del posible

    lector por uno

    de los

    aspectos más

    fascinantes de

    su propia

    existencia.

    Es ésta una obra

    introductoria

      y   por tanto en ella hemos pretendi-

    do abordar las principales

    cuestiones

    referentes a la naturaleza y al uso

    de los

    sonidos en

    forma tal

    que cualquier

    persona

    aun

    sin

    poseer

    ninguna

    formación lingüística especial pueda entenderlas y asimilarlas

    con facilidad. No obstante

    creemos

    que este trabajo puede resultar

    particularmente útil para los

    estudiantes

    de Lingüística o Filología

    en

    c

    oncreto

    para

    aquellos

    que deban

    cursar asignaturas

    como Fonética

    o

    Fonología. En todo caso el

    profesor

    deberá suplir con

    sus explicacio-

    nes las carencias que se aprecien en su contenido   por lo que el libro

    viene a ser un texto de apoyo para su labor docente.

    A

    pesar

    de la

    mención

    conjunta

    que acabamos

    de

    hacer

    a

    ambas

    disciplinas debemos aclarar que

    éste

    es un libro de

    Fonética

    y

    no

    de

    Fonología. En otras palabras nos hemos ocupado de los sonidos en

    cuanto realidades físicas mensurables y registrables mediante

    proce

    -

    dimientos instrumentales   estudiando

    sus

    características

    y su

    combina-

    ción en la secuencia

    hablada. Hemos

    dejado de lado en

    cambio

      todo lo

    7

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    que se refiere a la función que estos sonidos

    cumplen

    en las

    distintas

    I nguas, es decir, todo aquello que

    constituye

    el

    centro

    de atención de

    los fonól

    ogos. Explicaremos

    mejor

    esta di

    f

    erenciación con un ejemplo.

    En español,

    existe un sonido [kJ

    que no se

    pronuncia

    del mismo

    modo si

    va

    situado

    delante

    de una [iJ como en kilo que si

    va

    situado

    d e

    lante

    de una [o], como en copa En el primer caso , la [kJ,

    que

    es un

    sonido articulado en

    la

    parte

    posterior o

    velo del

    paladar,

    adelanta su

    zona

    de

    articulación

    por

    contacto

    con la

    [iJ

    , que es una vocal muy

    anterior; en e l segundo, mantiene su zona

    habitual

    de pronunciación

    porque la

    voca

    l [al

    es ella misma posterior. Este

    tipo

    de matices son

    muy importantes para

    el fonetista,

    cuyo trabajo

    consiste precisamente

    en señalarlos

    y

    explicarlos

    , pero no poseen

    especial relevancia

    para

    el

    fonólogo

    , desde el momento en que el oyente no los percibe e inter

    preta ambos sonidos como realizaciones

    de

    un mismo elemento Ik/

    bien

    diferenciado

    de los

    restantes elementos

    fónicos que constituyen

    su

    lengua

    y

    capaz de distinguir

    significados:

    Ikopal

    frente a

    Ipopa

    /

    por

    ejemplo. Estas unidades

    abstractas

    que interesan al fonólogo - y que,

    no

    lo o l

    videmos, se

    manifiest

    an en el

    habla

    por

    medio de

    sonidos

    -

    son

    los

    denominados fonemas

    Se conciben

    como conjuntos de propiedades

    mínimas

    simultáneas,

    de

    carácter

    articulatorio

    o acústico, llamadas ras-

    gos distintivos El adjetivo distintivos se debe a que son estas caracte

    rísticas ,

    estos rasgos,

    los

    que

    oponen

    los

    fonemas

    entre

    dentro del

    sistema

    de

    cada lengua

    ,

    de

    modo

    que

    la sustitución de

    uno

    por

    otro

    conlleve

    siempre una

    variación en

    el

    significado d e la palabra de que

    se tra te .

    Pues bien, según decíamos

    ,

    en este libro hemos

    prescindido,

    ex

    cepto en

    alguna

    referencia

    aislada

    ,

    de todas aquellas consideraciones

    que pudieran interpretarse como fonológicas.

    Lo hemos hecho así

    mo

    vidos por diversas

    razones.

    En

    primer lugar

    ,

    frente

    al número

    relativamente

    alto de

    manuales

    introductorios

    de fonología que pueden encontrarse

    hoy en el

    mercado

    bibliográfico español, originalmente

    escritos

    en

    castellano

    o

    traducidos

    de otras lenguas, las introducciones a la fonética son mucho menos

    numerosas

    .

    Parecía

    por

    ello

    oportuno

    contribuir

    co

    n

    esta

    pequeña obra

    a equilibrar mínimamente la situación.

    En segundo lugar, en la actualidad existen dentro del ámbito de la

    fono l

    ogía diversas escuelas o corrientes, cuyos planteamientos y méto

    dos difieren

    considerablemente

    entre

    sí.

    Resultaba

    por tanto casi

    impo

    sible

    ofrecer una visión

    completa

    de

    todas ellas en el

    espacio del que

    disponíamos,

    sin

    caer en

    simplificaciones inadecu

    adas .

    En

    tercer lugar, creemos que

    la fo

    nética

    y la fonología

    son materias

    muy rela

    c

    ionadas

    --como

    corresponde

    a dos

    disciplinas que compar

    ten

    el mismo

    dominio o

    campo de

    estudio- pero

    independientes. La

    8

    t I minología, los procedimientos

    de investigación,

    los

    estilos de

    argu-

    111 ntación, todo

    es,

    en principio, distinto para la una y para la

    otra.

    I

     odríamos

    añadir, incluso, que existe una c ierta desconfianza entre

    10

     

    tistas y fonólogos,

    nacida

    , sin

    duda,

    de los

    prejuicios albergados

    po r

    ambas partes.

    A este

    respecto, cabe

    recordar la

    lebre frase

    del

    lonólogo N. S. Trubetzkoy , para e l cual la fonética era a la fonología lo

    qu e la

    numismática

    a la economía . frase

    que

    ha sido replicada por

    , I ún fonetista con la idea de que la fonética es a la fonol

    ogía

    lo

    que

    la

    II

    s l

    ca

    a la metafísica. En

    cualquier

    caso,

    y

    dejando

    ya

    aparte estas

    I'o

    mparaciones

    discutibles, la opinión más generalmente aceptada

    en-

      la comunidad cie ntífica internacional

    es

    la de

    que

    se trata de dos

    loterias

    que

    pueden

    abordarse

    por sepa

    rado

    . Es

    cierto que en ocasio

    lIes se

    hace

    preciso afrontar un problema desde ambas perspectl

    VdS con lo que podríamos denominar un «enfoque híbrido», porque

    luchas

    cuestiones

    fonológicas

    tienen

    una

    ex p

    lica

    ción

    fonética, y

    mu

    ('has observaciones fonéticas no

    son

    r

    ea

    lm

    en te relevantes

    hasta

    que

    0 se comprueba

    su

    trascendencia para

    el

    sistema

    de

    la lengua .

    I:sto,

    sin

    emba rgo, no invalida nues tra afirmación inicial de que fo-

      I010gía y fonética

    son

    dos

    materias bien diferenciadas

    e

    indepen

    , II e

    ntes

    .

    En los dos primeros capitulas

    de

    este

    libro,

    intentamos

    responder

    a

    IdS preguntas básicas que toda persona

    interesada

    en el tema suele

    h

    ac

    erse ,

    esto

    es,

    cómo

    y

    por

    qué se

    producen

    los

    sonidos del lenguaje

    .

    Pa

    ra

    ello,

    tenemos

    que

    explicar algunas nociones

    fundamentales

    de

    ,lcústica, que pueden ayudar al lector -especialmente al estudiante de

    I.e tras , cuya

    formación

    al respecto suele ser escasa- a comprender el

    complejo conjunto

    de

    fenómenos

    físicos

    que tienen

    lugar

    en su aparato

    fonador cada

    vez que emite

    un

    so

    nido. D

    ichos

    fenómenos están,

    en

    la

    ac tualidad, bien estudiados gracias al

    variado

    grupo de medios instru

    me

    ntales

    de

    que

    disponen los fonetistas y a los que dedicamos el

    ca

    pítulo

    tercero

    .

    No

    sucede

    lo mismo

    en

    lo

    que

    se

    refiere

    al proceso de percepción

    de l habla: todavía hay muchos puntos

    sin

    aclarar por completo y mu

    chas

    interrogante s sin contestar,

    según

    detallamos

    en

    el

    Capitulo

    4.

    Los

    Capítulos 5 y

    6

    por

    su

    pa rte,

    presentan una

    visión

    general

    de los

    criterios utilizados para clasificar los diversos tipos de sonidos, así

    como una descripción de los distintos

    alfabetos

    empleados para

    trans

    cribirlos.

    En el

    Capitulo 7 estudiamos

    las

    po s

    ibilidades

    combinatorias de

    los

    e lementos fónicos dentro de la

    secuencia

    hablada, las

    clases de agrupa

    ciones a que dan lugar , y , asimismo, las modificaciones que los propios

    sonidos experimen

    t

    an

    al

    entrar en

    contacto

    unos con otros

    . El

    Capítu

    lo 8

    está destinado

    a los

    llamados rasgos

    prosódicos o

    suprasegmen

    ta-

    9

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    7/80

    les,

    es decir,

    aquellas

    propiedades que

    caract

    erizan

    un fragmento de

    terminado del decurso

    fónico, no

    necesariamente

    coincidente con un

    sonido.

    Finalmente, hemos dedicado

    el

    Capítulo 9 a revisar las aplicaciones

    prácticas que el

    análisis fonético tiene

    en

    diversos

    campos

    de conoci-

    miento,

    algunos

    de ellos

    muy

    distantes de la Lingüística, como la Medi-

    cina o el Derecho.

    A lo largo de todo

    el

    libro hemos empleado los símbolos

    del

    Alfabe-

    to Fonético Internacional

    para

    transcribir

    los distintos

    sonidos

    a

    que

    hacemos

    mención. Como

    es práctica

    habitual, estos

    sonidos aparecen

    entre corchetes, en tanto que los fonemas a los

    que

    aludimos en muy

    pocas

    ocasiones-

    aparecen entre barras

    oblicuas.

    Aunque

    no se trata

    de

    un estudio específico sobre fonética española, sino

    de una

    introduc

    ción

    general, siempre que ha

    sido

    posible

    nos

    hemos servido

    de

    ejem

    plos tomados

    del

    castellano, con la esperanza de que, por conocidos,

    resultarán más

    clarificadores

    para el

    lector.

    Antes

    de

    concluir esta

    breve presentación,

    queremos

    agradecer

    a

    los

    profesores

    Victoria Rodellar y

    Pedro Gómez

    Vilda,

    del

    Departa

    mento de Electrónica de la Facultad de Informática de la Universidad

    Politécnica de Madrid,

    su

    inestimable

    ayuda en

    la confección

    mediante

    ordenador de

    algunas

    de

    las figuras

    que

    acompañan

    al texto. Igual-

    mente,

    agradecemos

    al profesor Francisco Marcos Marín la confianza

    que depositó

    en

    nosotros, su apoyo y su paciencia: fueron tres factores

    decisivos

    para

    la realización de

    esta obra.

    10

    1

    1

    Las ondas sonoras

    ociones

    de cústic

    1 1 1

    Los sonidos

    del

    habla no son más que un pequeño grupo

    dentro

    del conjunto enorme de

    sonidos que el

    oído humano es capaz de

    percibir.

    Todos ellos tienen

    una causa

    última común:

    el

    movimiento.

    Evidentemente, este movimiento

    puede

    ser de

    muchos

    tipos

    según sea

    producido por una fu nt

    de

    sonido o por otra. Cuando hacemos sonar

    las cuerdas de una guitarra por ejemplo su movimiento produ e un

    resultado

    muy

    diferente

    al

    que se obtiene moviendo

    un

    diapasón

    o

    dejando caer

    un jarrón al suelo. En

    todos

    los casos, sin

    embargo, el

    impulso motriz

    que

    hemos transmitido a la

    fu nt

    el

    soni o

    las cuer

    das de la

    guitarra, el

    diapasón o

    el

    jarrón ha causado

    una

    perturbación

    considerable

    en

    la

    masa de

    aire circundante. Esta alteración

    se

    irá

    propagando desde

    las zonas

    más cercanas

    a la fuente hasta la

    más

    lejanas,

    para

    alcanzar

    finalmente

    nuestro

    tímpano. Así

    pues,

    desde el

    momento

    en que

    se

    ha

    producido

    el

    movimiento original hasta que

    nosotros perci imos

    el

    sonido a

    que

    da lugar transcurre un cierto

    periodo de

    tiempo,

    en

    la

    mayor parte de

    las

    ocasiones

    tan

    breve que

    nos resulta imperceptible.

    La

    velocidad

    de transmisión de

    esta

    perturbación es,

    en

    efecto,

    muy

    elevada y

    depende del medio

    a

    través del

    cual se

    produzca.

    Es

    sabido

    que el agua

    es,

    por

    ejemplo,

    mejor transmisor que el

    aire: la

    velocidad

    de propagación llega,

    en

    la primera, a los 1.500

    m/seg., en

    tanto que, a

    través del aire, es

    de 348

    m/seg., aproximadamente.

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    8/80

    1 1 2  Imaginemos

    que disponemos

    de

    un diapasón y movemos sus

    puntas

    hasta conseguir escuchar su

    sonido

    característico.

    ¿Qué

    es lo

    que

    ha

    ocurrido

    para

    que hayamos obtenido

    ese

    resultado?

    La masa de aire

    que rodea

    al

    diapasón está dividida en

    partículas.

    En

    aras de

    una mayor claridad en la explicación centraremos nuestra

    atención en

    sólo

    nueve

    de

    ellas a cada una de las cuales le hemos

    asignado

    una

    letra diferente

    para

    identificarlas. Si observamos con

    atención la Fig. 1.1  

    vemos que

    en la primera línea horizontal 

    que

    suponemos anterior en el

    tiempo

    a las demás, el diapasón

    no

    vibra y las

    nueve

    partículas

    se mantienen

    en

    su

    posición

    de

    reposo.

    Diapasón

    V

    y

    V

    Q

    V

    y

    V

    Q

    V

    y

    V

    Q

    V

    A B C D E F G H

    A

    CD

    E F G H

    A CD E

    F

    G H

    A CD

    E

    F

    G

    H

    A B C D E F G H

    A B C

    D

    E F

    G

    H

    A

    CD E

    F G H

    A

    CD

    E

    F G H

    A B C D E F G

    H

    A CD E

    F G H

    A B D E F G H

    A CD E F G H

    A B

    C

    D E F

    G H

    Figura

    1 1 [Tomado de

    Denes y Pinsan:

    1963: pág.

    3 ]

    En la

    segunda

    línea   sin embargo, las puntas

    del

    diapasón se

    han

    movido como

    consecuencia de nuestro

    impulso y al

    abrirse,

    han

    des

    plazado a la

    partícula

    que se encuentra, así

    mu

    c

    ho

    más cercana a la

    partícula B En la tercera linea los brazos del diapasón han vuelto a su

    posición original como

    parte

    de

    su

    movimiento vibratorio y lo mismo

    ha

    sucedido con

    la

    partícula A

    que ha vuelto a su punto de

    origen no

    12

    sin antes

    haber desplazado

    a la partícula

    8

    hacia la e transmitiéndole 

    de esta forma su propio movimiento. Cada línea horizontal representa

    un momento

    en

    el tiempo posterior al

    representado

    por la línea prece

    dente y anterior al

    representado

    por la siguiente. Por e llo

    en

    la

    cuarta

    línea la

    partícula

    ha sobrepasado su punto de

    reposo

    en dirección

    opuesta,

    a causa

    de

    su

    propia

    inercia acercándose al diapasón -ahora

    con las puntas casi juntas- para, por fin

    en

    la quinta línea volver, al

    igual

    que el

    diapasón, al

    estado

    de reposo desde

    el que comenzará

    de

    nuevo todo el ciclo vibratorio. Lo mismo sucede

    con

    las otras

    ocho

    partículas

    según

    puede apreciarse

    claramente

    en

    la Fig. 1.1.

    Podemos ver, entonces,

    que

    cada partícula recibe el impulso motriz

    de la pa r tícula vecina y

    que

    todas ellas se

    comportan

    como un péndulo 

    esto es

    se

    desplazan desde su punto

    de reposo

    hacia cada

    lado

    una

    cierta distancia para regresar de nuevo a él y reiniciar el proceso  e

    este

    modo

    se transmite   a través de toda la masa de aire, la perturba

    clón

    causada

    por la fuente

    en nuestro ejemplo el

    diapasón.

    Cuando las

    partículas

    es tán

    más

    próximas entre

    sí de

    lo

    normal

    decimos que existe un estado

    de compresión

    Por el contrario c u n d ~

    se encuentran más distantes

    entre

    sí de lo habitual

    hablamos

    de un

    estado de

    rarefacción   Si ahora observamos de

    nuevo

    la Fig. 1.1 com

    probaremos que las zonas

    de

    compresión y

    rarefacción es

    decir, las

    variaciones

    en

    la

    presión

    del

    aire)

    van transmitiéndose

    desde el

    ángulo

    supenor lzqUlerdo hasta

    el

    extremo inferior

    derecho

      a medida

    que

     

    con

    el paso del

    tlempo la perturbación

    ha

    ido propagándose.

    Cuando

    por fin alcance nuestro oído serán

    estos cambios

    de presión   más alta

    -

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    9/80

    Esta

    onda reproduce el

    movimiento ondulatorio más simple y

    es

    exactamente

    del

    mismo tipo

    que

    la

    que

    obtendría un matemático al

    trazar

    el

    gráfico de los

    valores

    del

    seno

    de un ángulo indefinidamente

    en

    aumento a

    partir

    de

    v. Brosnahan y Malmberg: 1970, 1

    2 . Por

    ello,

    es conocida

    con

    el nombre

    de onda

    sinusoidal

    o

    penódlCa

    slmp

    le

    (véase más adelante, apartado 1.1.4 . Por supuesto, en la práctica es

    dificil constatar la realización de ondas tan

    simples como

    la

    que

    aquí

    presentamos

    : los

    sonidos

    con los

    que estamos

    más familiarizados, y

    particularmente

    los lingüísticos,

    responden

    a movimientos ondulatorios

    mucho más complejos que el de nuestro diagrama, como posterior

    mente veremos. No obstante,

    sobre

    este

    esquema,

    hasta

    cierto punto

    teórico, podemos

    estudiar

    los

    principales rasgos que caracterizan

    a

    una

    vibración.

    1 1  4  

    Consideremos otra vez la onda de la Fig . 1.2, pero comparándo

    la a

    hora con

    otra un

    poco diferente

    , tal como se hace

    en

    la Fig. 1.3.

    x

    x

    Onda A

    Onda B

    igura

    1 3

    Es,

    en primer

    lugar.

    evidente

    que

    nuestras dos

    ondas,

    a las

    que

    hemos

    llamado

    A

    y B

    son

    dos

    sinusoides, es decir,

    dos movimientos

    oscilatorios

    sumamente simples.

    En ambas, a un

    aumento

    de

    presión le

    sucede un descenso de ésta, esto es, a la fase de compresión

    le

    sucede

    la de rarefacción. La suma de

    estos

    dos moment

    os

    es lo que

    denomina

    mos ciclo

    .

    En

    otras palabras,

    un ciclo

    es

    una vibración

    completa

    o, si

    se

    prefiere,

    la variación completa

    desde

    la

    cresta de

    la

    onda

    máxima

    compresión) hasta el valle de la onda máxima rarefacción) y nueva

    mente

    a la cresta Borzone de Manrique : 1980, 20).

    El ciclo de la

    onda A tarda en realizarse

    0,01

    seg., en

    tanto

    que en

    11

    ese lapso la onda B ha

    realizado

    d os vibraciones completas. Decimos ,

    entonces , que el período de la onda A, es to es, el tiempo que tarda

    en

    completar un ciclo,

    es el doble del

    de la ond a B. Aquélla realizará en la

    unidad

    de tiempo

    considerada

    -conve ncionalmente e l

    segundo-

    la

    mit

    ad

    de

    ciclos que ésta y por ello decimos que su frecuencia es

    menor.

    En efecto, la frecuencia es el número de ciclos

    completos que

    tienen lugar en un

    segundo

    y se mide en

    Hertzios

    (abreviado

    c.p.s.

    o

    Hz .

    L

    ógicamente

    ,

    el período

    y la frecuencia guardan entre sí una

    relación inversamente proporcional: cuanto mayor sea el período,

    me

    nor

    será la frecuencia y viceversa.

    Cuando una onda presenta

    una frecuencia muy

    baja

    como

    en

    el

    caso de

    los

    infrasonidos), el

    oído humano no

    puede

    percibirla. Al

    pasar

    las hojas de un libro. por ejemplo. producimos una perturbación en

    el ire que a veces incluso llegamos a sentir pero que no oímos

    porque su

    frecuencia

    no es

    lo suficientemente alta. Nuestros oídos

    interpretarán

    como

    sonidos

    las frecuencias

    comprendidas entre

    los 16-

    20 C.p.S. Y los 20.000 c.p.s. Por encima de este limite (ultrasonidos)

    tampoco

    percibiremos

    nada,

    quizá

    porque nuestro

    tímpano no puede

    vibrar

    a t

    ales velocidades (véase

    Capítulo 4.

    apartado

    4.1.2).

    La

    mayo-

    ría de l

    as frecuencias impor

    tantes

    en

    e l habla

    se

    sitúan

    entre

    los 50 y los

    8.000 Hz

    Volviendo

    a

    nuestras dos

    ondas,

    A

    y

    B

    comproba

    mos

    que

    manti

    e

    nen entre

    sí todavía una

    diferencia

    más. La masa

    que está vibrand

    o y

    describiendo

    con

    su

    movimiellto

    el

    perfil

    de

    la

    onda (pensemos que

    se trata de una de las

    nuev

    e partículas de la Fig. 1.1) se separa más de

    su

    punto de reposo

    que aquella

    otra cuya vibración

    representa

    la onda

    B

    La primera recorre, aproximadamente,

    el

    doble de

    la distancia

    que

    se aleja la segunda. Por

    ello

    se dice que la onda A

    tiene

    mayor amplitud

    que la onda B La amplitud se define como

    el

    máximo

    desp

    lazamiento o

    elongación

    de un

    cuerpo en

    vibración con respecto a

    su

    punto de

    reposo . En

    nuestro ejemplo,

    la amplitud

    de

    la

    onda es

    la distancia

    x y la

    de

    la onda B es y-y .

    A pesar de todos estos rasgos

    que

    las distinguen, las dos ondas

    tienen

    también

    ,

    como sinusoides

    que

    son,

    una

    propiedad

    común:

    ambas

    son periódicas

    o

    repetitivas.

    Una

    onda periódica es

    aquella

    en

    la

    que el

    mismo

    perfil

    del

    ciclo se

    repite

    a intervalos

    de

    tiempo

    regulares

    . Lógi-

    camente , todas las

    ondas

    sinusoidales

    son

    periódicas, pero

    existen

    otros muchos sonidos

    periódicos

    -como

    veremos

    en el siguiente

    apartado- que

    no

    presentan esta

    forma tan simple.

    Tenemos

    un

    ejem

    -

    plo en la Fig. 1.4, donde hemos incluido , asimismo, el perfil de una

    onda

    aperiódica

    o no

    repetitiva ,

    con sus

    alteraciones

    características,

    para que pueda apreciarse

    la diferencia

    entre ambos

    tipos de oscila-

    ciones.

    15

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    10/80

    Onda periódica

    v

    Onda aperiódica

    Figura 1 4 

    Estrictamente

    hablando

    .

    cualquier sonido que

    consideremos

    posee

    una onda aperiódica. porque las variaciones

    de

    la

    presión

    del aire

    no

    se repiten exactamente igual de forma indefinida. A medida

    que

    los

    sonidos

    se van amortiguando, la amplitud disminuye y los ciclos no

    son

    ya

    idénticos . Sin embargo, la

    práctica

    habitual

    es desatender estos

    matices, puesto que no suponen errores

    importantes

    y, sin ellos, la

    descripción acústica resulta más simplificada. Así pues, seguiremos

    dividiendo

    las ondas

    en

    periódicas y aperiódicas v. Ladefoged: 1962,

    31 Y 48 .

    16

    1 1 5

    En el apartado anterior ya

    señalábamos que existen ondas

    periódicas no sinusoidales. Estas

    últimas no son,

    en

    realidad, sino

    el

    tipo más sencillo de ondas repeti-

    tivas y, como también dijimos, no

    abundan

    entre

    los

    sonidos que

    nos

    resultan familiares. En concreto,

    las ondas sonoras que genera

    nuestro aparato

    vocal y

    que

    aquí

    nos interesan casi nunca

    son

    sinu

    soidales

    la correspondiente a un

    silbido

    sería quizá la más similar

    en su forma acústica a una sinusoi

    de . No obstante,

    cualquier

    onda

    periódica que podamos

    imaginar,

    como

    la

    de

    la Fig. 1.4 por ejemplo,

    está

    formada por la combinación

    de dos o

    más

    ondas sinusoidales.

    En

    este

    sentido, se la denominará

    onda compleja

    Cuanto

    más compleja

    es

    una

    onda

    , más

    componentes

    sinusoida-

    les o armónicos la conforman y más

    complicados

    son los movimientos

    de las partículas de aire que

    le

    han dado origen.

    Ello

    es

    así

    por-

    que los

    cuerpos

    elásticos vibran

    simultáneamente

    de

    distinto modo

    a como lo haría, por ejemplo, un

    diapasón

    . Si

    pulsamos una cuerda

    de

    guitarra o

    de

    piano, vibrará

    como un todo, es decir,

    en

    su lon-

    gitud

    total, a una

    velocidad

    o fre -

    cuencia determinada, pero

    cada

    una

    de

    sus

    partes

    lo hará también,

    a la vez y a frecuencias más altas.

    De esa forma, se

    generan varias

    ondas simples de diferentes valo-

    res frecuenciales,

    que,

    superpues-

    tas, constituyen la compleja

    resul

    -

    tantes . En la Fig . 1.5

    tenemos

    un

    ejemplo .

    Onda A

    Seí lal sinusoidal

    de

    mphtud UnIdad

    y l

     

    Hz

    de

    frecuencia

    Senal sinusOidal

    de

    amphtud

    0,5 y

    200 Hz de

    frecuencia

    Onda

    e

    \

    \

    \

    v

    V V

    Señal sinusoidal

    de

    mplitud

    0,25 y 300 Hz de frecuenCia

    Suma tres sunusOldes;

    1

    A-lOO Hz). (0,5 A-200 Hz)

    (0,25 A-300 Hz)

    igura 1 5

    Suma

    17

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    11/80

    La onda

    de más baja

    frecuenc ia,

    A

    es la

    frecuencia fundamental CF; )·

    Las otras, B y e son los armónicos  parciales o hipertonos. Estos armó-

    nicos se numeran como si el fundamental fuera de

    hecho el armónico

    número

    1: así, la

    onda

    es el

    segundo

    armónico y la e el tercero.

    Como se puede observar en el diagrama la

    frecuencia

    de la

    onda

    compleja coincide

    siempre

    con

    su

    frecuencia fundamental, qu e , en

    nuestro supuesto es de

    100 Hz , o c.p.s. Las

    frecuencias de

    los

    armóni-

    cos, por su parte son

    todas

    ellas múltiplos de la fundamental: el segun-

    do armónico tiene dos veces la

    frecuencia

    del fundamental , el tercero

    tiene

    tres veces

    la

    frecuencia del

    fundamental, etc.

    Por consiguiente

    la

    frecuencia

    fundamental es el máximo común

    divisor de

    las restantes

    frecuencias

    componen tes.

    Este

    método de

    descomposición

    de

    la

    onda

    compleja periódica se

    conoce con el nombre de análisis de Fourier porque el teorema

    en

    el

    que

    se sustenta

    fue formulado

    por

    el matemático

    francés

    del siglo

    X X

    Joseph

    Fourier.

    La

    sintesis de

    Fourier  por el contrario,

    permite

    el

    proceso inverso es decir la reconstrucción

    de

    una onda compleja a

    partir de todos sus

    componentes.

    1.1 6 . Una onda compleja pe-

    riódica

    puede representarse mu

    cho más

    fácilmente

    de

    como

    lo

    hicimos en la

    Fig

    . 1

     5

    si

    nos ser

    vimos de otro tipo

    de

    diagrama

    en el cual el eje

    de

    ordena-

    das registre la amplitud esto es,

    la máxima

    elongación

    o despla-

    zamiento) de cada componen-

    te, y e l de abscisas, su frecuen-

    cia respectiva. La onda de la

    rg

    \

    100

    \

    t

    00

    300

    Fig. 1.5 serfa, por tanto, la de la Figura

    1.6

    Fig

    . 1.6.

    Hz

    Según vemos las amplitudes relativas

    de

    los armónicos se corres-

    ponden

    con

    la

    longitud también relativa

    de

    las líneas

    verticales

    que

    los

    representan. No es preciso asignarles valores numéricos

    absolutos

    porque la forma de la onda

    compleja

    viene determinada por la fuerza

    re lativa de todas sus ondas integrantes. A un diagrama como

    el

    que

    hemos

    logrado se

    le denomina

    espectro

    del

    sonido.

    En

    principio

    es

    posible obtener el espectro de cualquier onda

    compleja

    pero convie

    ne señalar

    que

    aunque esta práctica

    nos

    informa

    acerca

    de qué fre

    cuencias

    la componen y con

    qué amplitudes

    se

    presentan

    , no nos

    espe-

    cifica el modo

    en

    que

    se combinan

    para configurar la

    onda. Puede

    ocurr

    ir, por

    ejemp

    lo, que

    todas

    e ll

    as

    se

    encuentren

    en el mismo mo-

    18

    mento de

    su ciclo

    vibratorio

    o puede suceder. por el

    contrario.

    que

    mientras algunas estén en un determinado estadio

    del

    ciclo. otras no

    hayan llegado

    a é l o lo

    hayan sobrepasado.

    En el primer caso,

    se dice

    que las ondas están en fase; en el segundo que

    están fuera

    de fase. El

    perfi

    l

    de

    la onda compleja varía en

    uno

    y otro caso. En la actualidad.

    existe cierta polémica sobre si la diferencia de fase afecta o no a la

    cualidad del

    sonido

    resultante.

    La mayoría de

    los

    autores consideran

    que el oído no capta el efecto

    de

    la discordancia de fase entre las

    frecuencias

    componentes de una onda

    compleja

    v. Quilis: 1981.50), así

    que

    éste es un

    factor

    que

    no se

    tiene

    en cuenta habitualmente en

    fonética.

    Por lo que

    respecta

    a las ondas ape ri

    ódicas

    o no repetitivas,

    todas

    ellas son complejas pero a diferencia de las periódicas

    poseen

    com

    ponentes de todas las frecuencias y de más o

    menos

    idéntica amplitud.

    Así

    pues pese

    a que

    también

    pueden

    analizarse

    en forma

    de espectro

    és te no

    estará

    formado

    por una serie de

    líneas verticales

    discretas

    representando al fundamental y a sus

    armónicos

    múltiplos, sino que

    constará de sólo una línea continua que. con su movimiento ascendente

    o

    descendente. indicará

    la

    amplitud de

    la vibraciÓn en

    cada frecuencia

    .

    En la Fig . 1.7 presentamos una onda

    compleja

    aperiódica y su corres-

    pondiente espectro. Obsérvese que en él la curva es lo que indica que

    r J

    II

    V

    V

    Figura

    1.7a.

    19

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    12/80

    o

    OOO

    2000

    3 4 S 6 7

    9000

    Frecuencia (Hz)

    Figura l Ib  

    la energía del

    sonido

    está

    muy

    dividida

    entre toda

    la gama

    de frecuen

    cias,

    Existen,

    por

    consiguiente,

    dos

    tipos

    de

    espectros:

    los

    e

    línea,

    que

    describen

    generalmente a las ondas

    complejas periódicas,

    y los conti-

    nuos, que caracterizan a las aperiódicas.

    Para elaborar los espectros propios

    de

    cada sonido, en particular

    de los

    del

    habla, se utiliza un aparato de fácil manejo denominado

    espectrógrafo

    o

    sonógrafo. del que volveremos

    a

    hablar con

    deteni

    miento en próximos capitulas.

    1.2. Propiedades de los sonidos

    1 2 1

    De todo lo explicado anteriormente podemos extraer una pri

    mera

    clasificación

    de

    los

    sonidos

    en

    sonidos

    m

    usicaJes

    o

    armónicos

    y

    ruidos.

    Los primeros

    son el producto

    de

    ondas periódicas y, en conse

    cuencia, son

    más

    regulares,

    más melódicos

    y

    más

    agradables al oído.

    Los segundos resultan de ondas aperiódicas yeso les confiere su ca

    rácter irregular y

    poco

    «musicabl.

    Adelantaremos que,

    por lo que se

    refiere a los sonidos del habla, las vocales, por

    ejemplo,

    son sonidos

    musicales, en tanto que algunas consonantes, como la [s], son

    ruidos

    .

    Pero ésta no es la única diferenciación posible

    entre

    sonidos. Para

    cualquiera

    de

    nosotros

    es evidente

    que el

    sonido producido por la

    cuerda de una guitarra puede

    ser

    más bajo o

    más

    alto y

    más

    fuerte o

    20

    más

    débil depen

    diendo de varios

    factores que

    nosotros

    tendremos en

    cuenta

    para

    conseguir el efecto deseado. Sabemos, además,

    que

    este

    son ido

    posee

    una

    cualidad absolutamente

    diferente a la que

    caracteriza

    al producido

    por

    la

    cuerda

    de

    un

    violín, así

    que

    - aunque quizá sólo

    intuitivamente-

    somos conscientes de

    las tres principales formas en

    que

    los sonidos pueden diferir entre sí: en tono, en intensidad o sonia y

    en

    timbre.

    1 2 2

    El tono o la tonía es la impresión auditiva que

    nos

    produce la

    frecuenc

    ia

    de

    una

    onda sonora.

    Es,

    por

    tanto, una

    cualidad subjetiva

    dependiente

    de una

    propiedad

    física. Cuanto

    mayor sea

    la frecuencia

    de un movimiento oscilatorio,

    es decir,

    cuanto

    más deprisa se

    sucedan

    sus ciclos de vibración,

    más

    alto será el tono del

    sonido

    resultante. Así

    pues,

    una

    onda con 100

    Hz

    de frecuencia producirá un sonido más bajo

    q ~ ~ r n ~ ~ u

    .

    En una onda

    compleja periódica, el

    tono

    depende de

    su frecuencIa

    fundamental

    o

      que,

    como

    dijimos, es la

    frecuencia

    de repetición

    de

    la

    onda

    . En una vibración aperiódica, sin embargo, la altura tonal vIene

    dada por el

    conjunto de frecuencias componentes predominantes .

    Lógicamente, los

    objetos

    más

    pesados

    y de mayor tamaño

    vibran

    más despacio que los pequeños y

    ligeros,

    por lo que los sonidos que

    ge

    neran

    los

    primeros poseen

    un

    tono

    más bajo

    que

    los

    originados

    por

    los

    segundos: un

    contrabajo tiene

    cuerdas

    más

    gruesas

    largas

    que

    un violín y ello explica la diferencia tonal

    de

    sus somdos caracte

    rísticos.

    Si

    queremos

    variar

    el

    tono de un determinado sonido, habremos de

    modificar su frecuencia, lo

    que puede

    lograrse de diversas maneras .

    Podremos cambiar las dimensiones

    de

    la fuente, que,

    como

    acabamos

    de

    señalar,

    son determinantes: cambiar, por ejemplo, la cuerda larga

    del contrabajo

    por la corta

    del

    violín o al

    revés

    .

    Podemos,

    también,

    aumentar o disminuir la tensión

    e

    esa misma fuente: si tensamos las

    cuerdas del violín, la frecuencia será mayor; si las aflojamos, la fre

    cuencia disminuirá. Y, finalmente, podemos alterar la masa

    de

    la fuente

    y ello

    ha

    de

    afectar, asimismo, a la

    frecuencia

    : una

    cuerda

    más

    gruesa

    vibrará con

    menos rapidez que una

    más fina.

    Conviene recordar estos

    principios, porque se aplican al funcionamiento

    de

    las cuerdas

    vocales

    durante el proceso de producción

    del

    habla véase Capítulo 2, apar

    tado 2.2.2 .

    En los sonidos

    de frecuencias bajas

    -inferiores

    a 1.000

    Hz

      . un

    simple

    cambio

    de 2 o 3 c.p.s. entraña ya una variación en el tono. En las

    frecuencias altas,

    por el

    contrario, la modificación ha de ser más impor

    tante

    para que

    se interprete

    como

    una alteración de la tonía. Ello expli

    ca que las diferencias tonales entre

    sonidos

    de 400 y 600 fu, por

    21

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    13/80

    ejemplo,

    sean más perceptibles que las

    existentes

    entre

    frecuencias

    de

    4,400 y 4.600 c.p .s .

    La unidad

    utilizada

    para medir el

    tono de los sonidos es e l me o

    Convencionalmente se

    acepta que a un

    sonido con

    una

    frecuenc

    ia

    de 1.000

    Hz

    le corresponde un tono de 1.000 meles . A

    partir

    de

    ahí pueden calcularse los valores tonales de cualquier sonido,

    de

    tal

    modo que

    los pares de

    sonidos separados por

    idénticas cantidades de

    meles mantendrán

    también

    entre sí las mismas diferencias de

    altura

    tonal.

    1.2.3.

    Si según hemos explicado,

    la

    frecuencia de

    una

    onda

    sonora

    condiciona

    e l tono del

    sonido

    percibido, su amplitud, en cambio, deter-

    mina la intensidad

    de

    ese sonido, o, hablando en términos

    psicológicos

    y subjetivos, su

    sonia.

    Cuando

    pulsamos la cuerda

    de

    una guita rra

    con mucha energía,

    el

    resultado que obtenemos es un sonido más fuerte que el que consegui-

    mos

    al tañer esa misma cuerda con mayor delicadeza. En el primer

    supuesto, hemos originado un movimiento más amplio de la fuente,

    que

    .se

    traduce

    en un movimiento

    también más

    amplio

    de

    las

    partlculas

    del

    aire,

    o lo que es igual, en una

    mayor fluctuación

    de

    la presión

    aérea.

    Los ciclos

    de

    la

    onda

    so-

    a

    nora

    correspondiente

    tendrán,

    en

    consecuencia,

    una

    amplitud

    con

    siderable

    mente mayor

    que

    los

    de la onda provocada

    en el

    se -

    gundo

    supuesto, lo que explica

    el diferente grado de

    intensidad

    de los dos sonidos resultantes.

    Supongamos

    que deseamos

    dilucidar

    cuál

    de los dos sonidos

    representados por las ondas A

    y a de la Fig. 1.8 posee más so·

    nía , esto es, cuál

    sentiremos

    ca·

    mo

    más

    fuerte

    y cuál

    como más

    débil.

    a

    V

    Onda A

    Onda

    igura 1 8.

    Si

    cons

    ideramos

    únicamente

    los máximos de

    amplitud

    alcanzados,

    entonces la

    onda A

    seria con claridad

    el

    sonido más fuerte , puesto

    que

    la distancia

    a-a

    es superior a la

    b-b . Pero es claro

    que ésta

    no

    sería

    una compa

    ra

    ción válida . Habremos

    de

    hallar e l valor medio

    de

    la

    amplitud

    para

    cada onda y comparar posteriormente los

    resultados

    alcanzados.

    El

    valor

    medio de

    la

    amplitud de

    una

    onda

    o valor

    de

    eficacia se calcula

    anotando

    en una escala de

    presiones

    los valores que

    22

    presentan todos

    los puntos por los que

    pasa

    una línea como la x o la

    y

    de la

    Fig

    .

    1.

    8. Después, esos va lores se elevan al cuadrado,

    de

    forma

    que

    los negativos

    pasen

    a positivos, se suman los cuadrados, se divide

    el resultado

    entre

    el

    número de

    puntos

    considerado

    y

    se extrae

    la raíz

    cua

    drada de la cantidad

    obtenida.

    Comprobamos así que la

    amplitud

    de ondas

    como

    la ade nuestro ejemplo es mayor que la

    de

    ondas como

    la

    A,

    a pesar de lo que

    pudiera pensarse

    a

    primera

    vista. Este procedi-

    miento

    matemático simple se emplea también cuando

    l

    as ondas

    objeto

    de análisis son sinusoidales.

    Dado que

    la

    onda

    a

    posee mayor amplitud media que

    la

    onda A

    se gún acabamos de explicar, la intensidad de la

    primera

    será igual

    mente mayor que la

    de

    la

    segunda. El término

    intensidad, utilizado en

    es

    te

    contexto,

    no debe

    interpretarse en e l sentido en que lo usamos

    habitualmente, esto es,

    como

    «fuerza, vehemencia o energía». Ésta

    sería,

    más bien, la definición de la

    impresión

    subjetiva que hemos

    denominado sonia. Por el

    contrario,

    la

    intensidad

    en acústica es una

    caract

    erística

    física inherente a la propia onda sonora, fácilmente

    men-

    sura

    ble

    en el laboratorio y definible como la potencia acústica que se

    transmite a través de

    una

    onda, medida

    en una superficie

    de un centí

    metro

    cuadrado

    perpendicular a la dirección

    de propagación de dicha

    onda. ¿Qué

    entendemos por potencia acústica? Se trata simplemente de

    la

    energía que posee

    cualquier

    partícula

    en

    movimiento y

    que se

    va

    transmitiendo de

    unas

    a

    otras

    a partir del lugar

    en

    que se encuentra la

    fuente

    de

    sonido .

    La intensidad

    es

    proporciona l al cuadrado

    de

    la

    amplitud

    de la

    onda

    sonora,

    de

    manera

    que

    un aumento en ésta de 10 dinas por centímetro

    cuadrado

    la dina

    es

    la

    unidad de

    fuerza

    que se emplea

    para

    medir

    la

    presión

    del aire y se expresa siempre en

    relación

    a un centímetro

    cuadrado) supondría un

    aumento

    en la

    intensidad

    de 100 watios.

    El

    watio

    por

    centímetro cuadrado

    es,

    en

    efecto, una de las unidades

    en

    las que

    puede

    calcularse la

    intensidad.

    Una

    intensidad de 10

    -

    16

    watios, esto es,

    de

    una

    diezmilésima

    de una millonésima de una millo

    nésima

    de un watio/cm

    2

    , es ya suficiente para producir un sonido audi

    ble.

    Con

    todo , la

    intensidad

    o

    potencia

    acústica

    de

    una

    onda sonora

    suele medirse con mucha

    frecuencia en

    otra

    unidad distinta del watio y

    que, a diferencia

    de éste, no

    tiene un valor

    prefijado,

    sino que es una

    unidad relativa: nos

    estamos

    refiriendo al decibelio abreviado da . El

    hecho de adoptar esta unidad se debe a

    que

    ,

    en

    la mayor

    parte

    de los

    casos, los fonetistas, o los físicos en

    general, no están interesados

    en

    conocer los valores

    absolutos de

    intensidad

    de

    un

    sonido,

    sino en saber

    cuá l es su nivel

    de

    potencia con respecto a otro u otros.

    Consiguiente

    mente, cuando decimos

    que

    la intensidad de un sonido es de x

    deci-

    belios, queremos decir en

    realidad

    que ese sonido posee una intensi-

    23

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    14/80

    dad

    may

    or en una proporción determinada que la d e

    otro

    sonido. Lo

    que importa, entonces, es la razón o

    ratio e n el sentido

    matemático

    del vocablo, es to es, en una co

    mp

    aración, el exceso de un término

    sobre el otr

    o

    que mantienen entre

    í

    los sonidos confrontados.

    n principio podemos valorar

    la

    in t

    ensid

    ad

    de

    una onda sonora

    con

    respecto a c ualquier ot ra con la que la relacionemos, pero , en la prácti

    ca, los especialistas han establecido como punto de

    referencia

    el son

    id

    o

    que posee

    una pote ncia

    de

    10 -

    16

    watios,

    del

    que hablábamos antes y

    en

    torno

    al cual se

    ha

    e l

    aborado toda

    la escala de

    decibelios. La diferencia

    en

    decibelios

    entre dos sonidos, de acuerdo con dicha escala, se

    define

    como diez veces el logaritmo de su razón de potencia acústica o

    in

    tensi-

    dad.

    La explicación más simple puede

    darse sobre

    la tabla

    que

    presen

    ta

    P. Ladefoged

    en sus Elements

    of Acoustic

    Phonetics

    pág.

    82 :

    Razón o relación

    Logaritmo de Diferencia en

    de intensidad

    entre l

    os

    sonidos

    la razón

    decibelios

    la a 1

    1

    10

    100

    a

    1

    2 20

    1.000

    a

    1

    3

    30

    etc.

    etc.

    etc.

    Para calcular el logaritmo, lo único que hay que hacer es contar

    el

    número de ceros que indican la proporción o razón de los dos sonidos.

    Después, multiplicamos esa cifra

    por

    diez y ya

    obtenemos

    la cantidad

    de decibelios que

    separan a los

    sonidos

    en cuestión.

    Por

    lo que

    respecta,

    finalmente, al atributo psicológico

    de

    la sonía,

    se ha propuesto como unidad de medición conveniente el sano hacién

    dolo

    corresponder

    con la sonía

    produc

    ida

    por

    una ond a

    sonora de

    1.000

    Hz

    , con una

    intensidad

    de 40 dB. Los oyentes

    que hayan

    de juzgar

    sobre

    el

    grado de sonía de un sonido determinado utilizarán la escala

    numérica

    construida

    en

    virtud

    de es

    ta

    unidad,

    según

    la

    cual una

    onda

    con una sonía

    de

    2

    sanos es dos

    veces más intensa,

    desde

    el punto de

    vista subjetivo, que

    una con

    sólo 1 sano, y ésta, por

    su

    parte ,

    será

    también

    el

    doble de intensa que la onda que posea 1/2 sano.

    1.2.4.

    En orden a entender correctamente la

    diferencia

    entre

    frecuen-

    cia y amplitud y sus propiedades derivadas, tono e

    intensidad

    convie

    ne aclarar que un cambio

    en

    la amplitud no implica un cambio en la

    frecuencia . Por ejemplo,

    un

    péndulo que

    describe

    un movimiento de

    poca amplitud, porque

    se

    le ha

    transmitido un impulso

    pequeño,

    efec-

    24

    túa en un segundo o en un minuto

    el

    mismo

    número

    de vibraciones

    que

    efectuaría

    si

    sus movimientos tuvieran una mayor amplitud como

    respuesta

    a

    un

    impulso inicial más fuerte . Ello

    es debido

    a

    que

    la

    frec

    uencia

    depende

    siempre de

    las

    características

    físicas

    del cuerpo

    en

    vibración. Así pues, si queremos cambiar la

    de

    nuestro

    péndulo, ha

    bremos de modificar sus dimensiones,

    haciéndole

    más

    largo menor

    frecuencia) o más corto mayor frecuencia) .

    Un

    cambio

    en la

    intensidad

    de un

    sonido tampoco

    debe conllevar,

    co

    nsecuentemente una variación en su tono. Sin embargo esto no es

    del

    todo

    cierto. En

    general,

    al

    aumentar

    la

    intensidad

    de

    un sonido

    cuya

    frecuencia sea superior a 1.500 Hz se produce una elevación

    propor

    cional

    del

    tono . Por

    el

    contrario, si la

    frecuencia

    de la onda sonora

    considerada es inferior a los 1.500 Hz

    el

    aumento de la

    intensidad

    provocará el descenso del tono. Estas modificaciones son, no obstante,

    muy

    poco

    importantes,

    por

    lo que podemos seguir manteniendo a

    efectos expositivos la asociación de la

    intensidad con

    la amplitud y del

    tono con la frecuencia.

    1.2.5. La

    última propiedad

    que caracteriza

    a los

    sonidos

    y los

    diferen

    cia entre sí es,

    como

    hemos dicho véase apartado 1.2.1 ,

    el

    timbre la

    cualidad

    acústica propia de cada uno de ellos. Así, la misma nota

    musical,

    tocada con idéntico

    tono

    e intensidad,

    no

    sonará igual en

    u

    na

    guitarra que en un laúd;

    di

    ferirá

    en

    timbre .

    El

    timbre

    depende de la confi

    guración

    particular

    que

    presente

    el

    espectro véase

    el aparta

    do 1.1.6 de la onda compleja,

    de

    modo

    que

    dos sonidos

    se

    percibirán

    con

    timbre

    diferent

    e

    si

    el

    número y la amplitud relati

    va de los armónicos que compo

    nen u ondas son asimismo

    distintos. En la Fig. 1.9

    aparecen

    los espectros correspondientes a

    las vocal

    es españolas

    [u] e [i].

    300 700

    F

    300

    2 ) ) )

    Figura 1.9.

    u]

    [i]

    Puede apreciarse fácilmente que la voca l [u] tiene los armónicos

    de

    mayor amplitud

    situados

    en la zona de

    frecuencias

    bajas, mientras

    qu e

    ,

    e n

    el

    caso de la [i], hay una

    gran

    cantidad de armónicos, a

    lgunos

    de

    ellos de considerable amplitud,

    en

    las fre cuencias altas. La primera

    vocal, la [u], es, por tanto, un

    sonido

    grave; la

    [i]

    , en cambio, es

    un

    sonido

    agudo.

    25

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    15/80

    Ahora

    bien,

    para

    explicar

    cómo es posible que dos ondas sonoras

    como

    las

    que aparecen

    en la Fig.

    1.9, producidas por la

    misma fuente

    la vibración

    de las

    cuerdas vocales- tengan

    una composición tan

    diferente , es

    preciso entender

    un concepto fundamental en fonética

    acústica,

    el

    de

    resonancia ,

    al

    que dedicaremos

    los

    próximos apartados.

    1,3. a

    reson nci

    1.3.1  Los

    cuerpos en general tienen dos modos

    distintos

    de vibrar.

    Pueden, en

    primer

    lugar, verse desplazados

    de

    su estado

    de

    reposo

    al

    recibir un impulso

    externo

    y continuar, a partir de ese momento, vi

    brando libremente

    a

    su frecuencia natural,

    es

    decir,

    a la frecuencia

    que

    le es propia de acuerdo con sus caracteristicas

    físicas

    véase nuestro

    apartado

    1.2.4

    ). Si

    movemos,

    por ejemplo

    , las puntas

    de

    un diapasón,

    éste

    vibrará exactamente en

    la forma que

    acabamos

    de describir. En

    segundo lugar

    , los

    cuerpos pueden también comenzar

    a

    vibrar al verse

    «contagiados»

    por

    la

    vibración

    de

    otro cuerpo.

    Las oscilaciones

    del

    diapasón anterior se transmitirán fácilmente a una me sa con tan sólo

    apoyar su base sobre

    ella.

    De

    igual

    manera

    , las

    vibraciones

    de las

    cuerdas de

    una

    guitarra provocarán

    perturbaciones

    en

    la

    masa

    de

    aire

    con

    ten

    ida

    en

    la caja

    del

    instrumento.

    Pues bien, al fenómeno

    por el

    cual un

    cuerpo

    se p

    one en

    movimiento

    a

    causa

    de las

    vibraciones

    de

    otro cuerpo se le

    conoce

    con el nombre

    de

    resonancia. El cuerpo

    o

    volumen que se ve

    afectado

    se denomina

    resonador.

    Para

    que

    la

    resonancia

    se produzca es preciso

    que

    la frecuencia

    natural de

    vibración del resonador

    se

    asemeje

    a la de la fuente de

    sonido. Así, si colocamos muy

    próximos entre

    sí a

    dos diapasones

    de la

    misma

    frecuen

    cia y

    hacemos

    vibrar

    a uno de ellos, los movimientos

    de

    esta vibración

    original

    actuarán

    como

    pequeños «golpes» en el

    otro

    diapasón,

    al

    que pondrán también

    en movimiento. Pero esto sólo se

    producirá

    si los

    «golpes»

    de las moléculas llegan al

    segundo diapasón

    en

    el momento adecuado, esto

    es, si la frecuencia natural

    de

    ambos

    cuerpos coincide.

    Ladefoged 1962,

    57) ejemplifica muy

    claramente esta

    idea,

    utilizando un símil

    que

    Borz

    one

    1980, 34)

    traduce:

    «Supongamos

    que

    un niño

    quiere hamacarse sic) .

    Comenzamos

    por

    dar

    un

    pequeño empujón

    a la hamaca,

    que

    se

    desplaza alejándose de

    nuestra posición. Lu ego,

    cuando

    la hamaca vuelve y se encuentra en

    el

    punto

    máximo

    de su desplazamiento

    hacia atrás,

    aplicamos otro empu-

    jón. Este

    aumentará

    la amplitud

    del vaivén

    y así,

    con

    golpes

    sucesivos,

    se

    alcanzará

    el

    máximo balanceo. .. )

    Supongamos que se

    aplica

    el

    segundo empujón

    a la

    hamaca

    cuando

    ésta está

    todavía volviendo hacia

    26

    nuestra posición

    . En lugar de

    aumentar

    la

    amplitud del balanceo, el

    vaivén

    disminuye, y

    si

    los

    golpes sucesivos se dan siempre antes de

    que se complete el vaivén

    , la

    hamaca se detiene .»

    En

    otras

    palagras, la velocidad en

    que

    se

    suceden

    las compresiones

    y

    rarefacciones

    de la

    onda incidente

    la onda

    que produce el primer

    diapasón)

    debe

    corresponderse con

    la

    frecuencia

    natural

    del resona-

    dor nuestro segundo diapasón)

    y, entonces, no sólo

    el primero resue-

    n en

    el

    segundo, es

    decir, le

    hace moverse, sino que las

    amplitudes

    de ambos

    movimientos

    se suman

    y

    el sonido que obtenemos se re-

    fuerza.

    Estos

    objetos

    - los

    diapasones

    -

    producen,

    como

    hemos

    visto, on

    das sinusoidales. Pensemos ahora qué

    sucede

    con las ondas complejas.

    Sabemos que

    la composición

    de dichas ondas se

    refleja

    con claridad en

    el diagrama que denominamos espectro véase

    apartado

    1.1.6),

    el

    cual,

    al

    indicarnos todas

    las frecuencias

    de vibración de un cuerpo,

    y

    sus

    amplitudes

    relativas,

    nos está

    informando

    también

    de

    cuáles son

    las

    frecuencias

    a las

    que ese cuerpo responderá mejor

    si actúa

    como

    resonador.

    Dado

    un espectro como el

    de la

    Fig

    . 1.6,

    por ejemplo,

    podremos deducir

    que

    la fuente

    que ha

    producido esta

    onda

    compleja

    entrará en vibración

    fácilmente si

    le

    llega

    una

    onda de

    alrededor

    de

    100 Hz

    de frecuencia,

    puesto que ésta es

    su

    propia frecuencia

    natural

    de

    vibración.

    Por

    ello, y a

    pesar de que

    no

    coinciden

    estrictamente, la

    frecuencia

    natural de vibración de un

    cuerpo

    se

    considera

    también su

    frecuencia

    e

    resonancia

    y de ahí

    que

    la

    curva

    e

    resonancia

    de un

    cuerpo

    coincida

    con

    la

    curva

    e

    su espectro.

    En

    nuestro ejemplo de

    la

    Fig.

    1.6,

    la

    curva nos

    indica

    que

    este

    cuerpo

    o

    volumen

    de

    aire resona-

    ría

    algo

    a las

    frecuencias

    de 200 y 300 Hz pero con

    menor

    efectividad a

    frecuencias mayores.

    Así

    pues, una curva

    de

    resonancia no es

    sino la

    representación

    de la

    conducta potencial

    de un

    resonador

    v. Brosnahan y

    Malmberg

    :

    1970,

    26).

    1.

    3.2. Los

    sonidos que

    estimulan a un

    resonador

    y lo

    ponen en

    movi

    miento,

    es

    decir,

    las

    ondas incidentes

    que

    llegan

    a él,

    se

    denominan

    entrada

    del

    resonador. Las que resultan de la

    vibración

    del

    resonador

    en

    respuesta a

    esta

    entrada se

    conocen, en

    cambio,

    con el

    nombre de

    salida.

    Si

    al

    cuerpo

    cuya curva

    de

    resonancia se

    corresponde con

    la

    de

    la

    Fig

    .

    1.6 le

    hacemos llegar

    una

    entrada

    como

    la

    representada

    en

    la Fig. 1.10, la

    salida

    resultante tendrá la forma

    del diagrama de

    la

    Fig .

    1.11

    : la

    vibración

    óptima

    estará

    situada

    en torno

    a los

    100 Hz

    y

    será

    la

    que

    posee mayor

    amplitud. Los

    armónicos

    de 50 y

    150

    Hz pre-

    sentarán

    ya una menor

    amplitud,

    que irá descendiendo

    cada

    vez más

    27

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    16/80

    a

    medida que nos acerquemos

    a las frecuencias más alejadas de la

    frecuencia natural de vibración o frecuencia de resonancia del

    cuerpo

    en cuestión.

    100

    200 300

    400 500 Hz

    igura 1 10

    .

    .

    .

    ,

    ,

    igura l l l

    La gama

    de

    frecuencias a la que un resonador

    responde

    con

    efecti-

    vidad se llama ancho

    de

    banda y

    abarca

    todas aquellas frecuencias con

    una

    amplitud de por lo

    menos el

    70,7 por

    100

    de la amplitud de

    su

    frecuencia

    de

    resonancia. En nuestro ejemplo anterior el resonador

    sería realmente efectivo en el

    margen

    comprendido entre los 50 y los

    150

    Hz,

    porque

    cualquier

    frecuencia

    dentro

    de

    esos

    límites

    posee,

    al

    menos,

    el

    70,7 por 100 de la amplitud

    de

    la frecuencia

    de

    100 Hz. El

    efecto

    de

    un

    resonador puede describirse, por

    tanto,

    especificando su

    frecuencia de resonancia en nuestro

    ejemplo,

    100 Hz), Y su ancho

    de

    banda en este caso, 100 Hz .

    Ya explicamos

    que

    la intensidad

    de

    un sonido

    dependía del cuadra-

    do de

    la amplitud

    véase apartado

    1.2.3 . Eso significa

    que

    si la intensi-

    dad de un determinado sonido es la mitad

    que

    la

    de

    otro. la amplitud

    de ese

    primer

    sonido ha de ser 0,707

    veces

    la del segundo,

    puesto

    que

    el

    cuadrado

    de

    0,707

    es

    0,5, es

    decir,

    la mitad.

    Por

    consiguiente, la

    cantidad de

    70,7

    por

    100

    que se marca

    como criterio

    para establecer el

    ancho

    de banda no es arbitraria: todas las frecuencias que

    poseen

    una

    amplitud de

    ese

    valor con respecto

    a la

    frecuencia de

    resonancia

    tienen

    por

    lo

    menos

    la mitad

    de su intensidad

    y no

    se diferencian de

    ella

    en

    más

    de

    3dB.

    1.3.3.

    En

    algunos

    casos, un resonador

    puede actuar

    como filtro

    De

    hecho. un filtro no

    es más que

    un resonador

    con

    capacidad selectiva

    respecto a las frecuencias, utilizado para transmitir o

    pasar

    un sonido.

    Supongamos que tenemos una fuente de sonido que emite energí

    acústica

    en

    forma de ondas de 200, 400, 600 Hz, etc., hasta

    un

    máximo

    de 2.000

    Hz

    , e

    imaginemos

    también

    que diseñamos

    un filtro

    de

    tal

    modo

    28

    que no deje pasar

    las frecuencias

    superiores

    a los 600

    Hz.

    Como es

    lógico, nuestro filtro dejará

    pasar

    los

    armónicos de

    200, 400 Y600

    Hz

    y

    eliminará

    todos

    los

    restantes

    componentes de la onda compleja inicial.

    Se tratará,

    en

    tonces , de un filtro

    de

    paso bajo

    porque

    permite e l

    paso

    a

    las

    señales comprendidas

    entre Oy la frecuencia

    de corte en nuestro

    ejemplo, 600 Hz). Si, por el contrario, este

    resonador

    fuera diseñado

    para transmitir las frecuencias

    superiores

    a la frecuencia de corte y

    eliminar las inferiores, sería un filtro

    de

    paso alto Finalmente,

    un

    filtro

    de

    pasa banda

    dejaría pasar

    toda

    una

    banda de frecuencias cuyo

    ancho

    se determina previamente.

    Según

    veremos en próximos

    capítulos,

    el

    tracto vocal humano es un

    tubo

    que

    actúa como resonador y

    cuya

    forma

    varia

    como resultado

    de

    los movimientos

    de

    los distintos

    órganos

    articulatorios. Estas modifica-

    ciones conllevan cambios en las frecuencias

    de

    resonancia

    de

    los volú-

    menes de aire contenidos

    en cada una

    de las cavidades

    que

    lo confor-

    man

    y ello constituye, realmente, la

    base de

    las diferencias entre los

    sonidos del

    habla.

    29

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    17/80

    2 1 Los órganos articulatorios

    a

    producción

    del h bl

    2 1 1

    Ninguno

    de

    los

    órganos

    que

    utilizamos

    habitualmente

    en

    la

    pro-

    ducció

    n

    del habla

    tiene como función

    principal

    esta actividad. Los pul-

    mones por

    ejemplo

    nos sirven para respirar; la lengua y los dientes

    intervienen en el proceso

    de

    ingestión

    de

    alimentos etc . Sin embargo

    puesto que

    todos

    ellos son

    parte

    fundamental

    del

    mecanismo de articu-

    lac ión

    del

    lenguaje

    es

    lícito

    denomin

    arlos

    órg nos

    rticul torios y de-

    dicar

    algún

    espacio a su descripción.

    2 1 2  En la Fig . 2 1 se muestra la sección

    long

    itudinal de todo

    el

    apara

    to fonador. En

    su

    parte inferior

    puede apreciarse

    con

    claridad el

    di fr gm los pulmones y la

    tráque

    los cuales constituyen las

    c vid

    -

    des infr glótic s .

    El di fr gm es un músculo

    delgado

    en forma de cúpula

    que separa

    el

    tórax

    del

    abdomen y

    sobre cuya

    superficie

    superior se apoyan

    los

    pulmones.

    Debido a la acción

    muscular

    el

    diafragma

    puede alterar su

    forma al

    perder

    parte

    de su curvatura desplazándose hacia abajo y un

    poco hacia adelante. Ello origina

    el

    aumento

    del

    tamaño de la caja

    torácica en la que

    están

    situados

    los pulmones

    y la

    consiguiente

    ex-

    pansión de

    éstos.

    Los pulmones son dos órganos de textura porosa y esponjosa com-

    puestos

    básicamente

    por

    muchos pequeños

    saquitos de aire los lveo-

    los pulmon res 

    en

    los

    que

    se efectúa

    el proceso de

    purificación

    de

    la

    31

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    18/80

    Paladar

    blando

    Epiglotis

    Cartilago

    cricoides -

    Esófago

    _ f ~ o ;

    Hioides

    igura 2 1

    sangre. Rodeados por una membrana, la pleura los pulmones se en

    cuentran, como hemos dicho,

    en

    la caja torácica,

    circundados

    por las

    costillas y apoyados

    sobre el

    diafragma.

    La

    tráquea

    es un

    tubo de

    alrededor

    de

    cm

    de largo, constituido

    por anillos cartilaginosos abiertos,

    dividido

    en su parte inferior en dos

    ramas o

    bronquios

    por los que conecta

    con

    los

    pulmones,

    y

    unido

    en

    su

    parte

    superior

    con

    la laringe o cavidad glótica en

    el

    modo

    que

    a

    continuación

    se describe

    .

    2 1 3  La laringe es una caja cartilaginosa

    situada

    en el extremo

    superior

    de

    la

    tráquea. La

    base

    de

    la

    laringe es

    el cartílago denomina-

    32

    do cricoides que recuerda por su configuración a

    una

    sortija de sello ,

    con

    su

    parte más ancha detrás.

    En realidad,

    el cricoides es

    el último de

    los anillos

    superiores

    de la tráquea, según puede

    apreciarse

    en la

    Fig . 2.2. Sobre

    el

    cricoides, y articulado

    con sus

    laterales,

    está el

    cartí

    lago

    más importante, el tiroides constituido por dos grandes láminas

    cuadrangulares dispuestas

    en

    forma de escudo,

    unidas en

    ángulo agu

    do por la

    parte

    anterior y

    separadas

    por completo en la posterior.

    La

    unión de

    ambas

    puede

    apreciarse

    con facilidad -especialmente

    en el

    caso

    de los varones- como una protuberanci a por debajo de la piel)

    conocida

    por

    «nuez

    de

    Adán». Asimismo,

    sobre

    la zona

    posterior

    del

    cricoides se

    asientan

    dos pequeños cartílagos con forma de pirámide,

    los aritenoides

    que poseen gran

    movilidad, pudiendo

    rotar

    y

    despla

    zarse paralelamente con respecto al eje longitudinal de la articulación

    cricoaritenoidea (Fig. 2.2) .

    Hoides

    Tiroides

    -' &r'r'---;

    Tráquea

    - ~ . . ; ; ; :

    Cartilagos

    de

    la laringe

    cara

    anterior

    Cricoides

    Epiglotis

    Tiroides

    Aritenoides

    cricoaritenoideo

    posterior

    _

    Tráquea

    Cartilagos de la

    laringe

    cara posterior

    Fi

    gura

    2 2 

    Desde las apófisis vocales de los aritenoides,

    esto

    es, las

    partes

    más

    salientes en su cara interna, hasta el ángulo

    interior

    de la

    parte

    delante

    ra del

    tiroides

    (nuez),

    se

    extienden dos músculos gemelos, recubiertos

    por mucosa

    laríngea,

    con un cono elástico reforzado por fibras elásti

    cas.

    Son los

    repliegues

    vocales o, como

    se

    les

    ha

    llamado tradicional

    mente, las cuerd s vocales.

    33

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    19/80

    El

    espacio triangular

    que existe entre las

    cuerdas vocales

    se deno

    mina

    glotis

    por lo que a la cavidad laríngea se la conoce también como

    cavidad

    glótica

    . La

    glotis puede

    variar

    de

    dimensión

    en función de la

    posición que adopten las

    cuerdas

    vocales. Así. al rotar los aritenoides

    hacia

    adentro, las cuerdas

    vocales

    se juntan, lo que

    provoca

    el cierre

    de la glotis . Si, por el

    contrario

    , las

    cuerdas

    vocales

    se separan debido

    a la rotación hacia el exterior de

    los aritenoides, la glotis se abre

    en mayor o menor grado. En la

    Fig

    . 2.3

    se aprecian

    las posicio-

    nes más frecuentes que suelen

    presentar

    las

    cuerdas

    vocales . Su

    tensión

    puede

    regularse

    llevan-

    do hacia adelante el cartílago ti-

    roides

    al

    que, recordemos, es

    tán sujetas las cuerdas por uno

    de sus

    extremos)

    de

    modo que

    las partes anteriores de los cartí-

    lagos tiroides

    y cricoides se

    acercan.

    Cuerd as

    vocales

    en la

    re spi ración

    Dur ante

    la emisión

    de una

    consonante

    sorda

    igura 2 3

    i

    Ji

    En

    vib ración

    El

    control

    de

    la

    abertura

    glótica

    impide

    que penetren en

    las vías

    respiratorias cuerpos extraños, función ésta a la

    que contribuye en

    gran medida la epiglotis cartílago con forma de cuchara

    que,

    a modo

    de lengüeta,

    cierra la

    entrada de

    la

    laringe

    a los alimentos .

    Toda la laringe puede desplazarse hacia

    arriba

    y hacia abajo. Se

    eleva en

    el

    momento de la deglución, por ejemplo, o durante la emisión

    de sonidos

    agudos;

    desciende

    cuando bostezamos

    o producimos soni-

    dos

    graves . Sus movimientos varían el

    volumen

    de las cavidades

    supra

    glóticas y la presión

    del

    aire en ellas contenido . Veremos a continua-

    ción

    cuáles

    son las

    características

    de

    dichas

    cavidades .

    2 1 4

    Las cavidades

    faríngea   oral

    y

    nasal 

    conectadas

    entre

    sí , com-

    pletan el conjunto de los órganos del habla . Algunos autores

    distinguen

    aún

    una cavidad

    más, la

    labial

     

    que se

    formaría al

    redondear

    los labios

    por delante de los dientes para la

    pronunciación

    de algunos sonidos

    véase, por ejemplo , Brosnahan y Malmberg : 1970, 39 y 43). Sin embar

    go , el

    criterio

    adoptado

    más

    generalmente la considera

    parte

    integran

    te de

    la cavidad oral, sin dejar de señalar por ello la influencia que

    el

    redondeamiento de los labios tiene

    en

    la caracterización acústica final

    de los

    sonidos

    que lo requieren.

    La faringe es un tubo membranoso que conduce de la laringe a la

    boca

    y a las fosas nasales. En

    ella

    se diferencian,

    por

    tanto, tres zonas:

    34

    la

    laringofaringe

    desde el

    cartílago

    cricoides

    hasta

    el hueso hioides la

    orofaringe desde

    el

    hueso

    hioides

    al velo del paladar y la

    rinofaringe

    desde el

    velo

    del paladar hacia arriba, es decir, hacia la parte poste

    rior de

    la

    cavidad nasal

    Figs. 2.1 Y 2.

    2

    .

    Las dimensiones de la faringe no son uniformes a lo largo de toda su

    extensión, según puede

    apreciarse

    en

    nuestros

    diagramas . Su

    parte

    media

    es más

    ancha

    que

    las restantes, si bien el tamaño de cada una de

    estas zonas puede

    modificarse

    por los movimientos de distintos

    ele

    mentos: el volumen

    de

    la

    laringofaringe,

    en primer

    lugar, depende de

    los

    desplazamientos

    de

    la

    laringe,

    la

    lengua

    y la epiglotis;

    el

    de

    la

    orofaringe, de la posición más retraída o más adelantada

    que

    adopte la

    lengua, y, finalmente, el volumen de la rinofaringe y su

    intervención

    en

    el proceso de producción del

    sonido

    depende de la

    disposición

    de la

    parte

    final

    del

    velo del paladar véase, más adelante, este mismo apar

    tado).

    La cavidad oral se extiende desde la

    orofaringe

    hasta los labios,

    que

    la limitan por su parte

    anterior.

    Sus paredes

    laterales

    son la cara interna

    de

    las mejillas, en tanto que su

    techo

    está

    formado

    por el

    maxilar

    superior

    con

    los

    dientes,

    el

    paladar

    duro y

    el paladar

    blando . La parte

    inferior

    «e l

    suelo})-

    de

    la

    boca está ocupada

    casi

    por completo por

    la

    lengua .

    En la Fig. 2.4

    se

    indican

    las

    principales

    zonas

    que se

    diferencian

    dentro de la cavidad oral y que, posteriormente, nos servirán para

    localizar y

    describir

    los distintos sonidos.

    El

    tamaño y la forma

    de

    la cavidad bucal varían en función

    de

    la

    movilidad

    que caracteriza a algunas de las estructuras que la constitu-

    ye n . Así , los labios pueden

    -como decíamos

    anteriormente- alargar

    la cavidad al redondearse y proyectarse hacia afuera, en tanto que la

    Incisivos

    Labios YeIo

    del paladar

    \ f Úvula

    Lengua

    Alveolos

    igura

    2 4

    35

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    20/80

  • 8/18/2019 Gil Fernández, J. (1988). Los sonidos del lenguaje. Madrid- Síntesis

    21/80

    se me

    n

    or que

    la

    presión

    atmosférica y e llo

    produce un

    flujo

    de aire

    ingresivo, es decir , que penetra en los

    pulmones.

    Durante la segunda

    fase, la espiración, e l

    diafragma

    y los músculos intercostales vuelven a

    su

    situación

    anterior véase

    apartado 2.1.2 y, consiguientemente, el

    volumen

    de

    los

    pulmones desciende,

    la presión

    interna aumen

    ta y el

    aire es expulsado hacia el exterior en una corriente egresiva

    Cuando hab

    lamos, la fase de espiración se prolonga un poco

    más

    q ue durante la respiración habitual

    en

    silencio, debido a

    que

    la articu

    lación

    de un gran número de sonidos entraña

    la obstaculización

    de

    la

    corriente

    de

    aire

    en

    alguna

    o

    varias

    zonas

    del

    tracto oral.

    2.2 .2.

    Aunque el

    sistema

    anteriormente descrito

    es

    el

    más

    frecuen

    te

    mente

    utilizado

    para crear

    un flujo

    aéreo, existen otros

    mecanismos de

    los

    que

    podemos servirnos . La laringe, tiene, según señalamos véase

    apartado 2.1.3

    una cierta

    movilidad.

    Pues

    bien, el

    ascenso

    de la larin

    ge

    ,

    con

    la glotis

    cerrada,

    disminuye

    el

    volumen

    de

    la faringe y

    origina

    también una corriente

    egresiva de

    aire; su

    descenso

    causa

    por el

    contrario, un flujo ingresivo. Independientemente, la lengua puede lle

    var a cabo vahos movimientos

    que generen

    asimismo  un flujo de

    este

    tipo : si bloquea,

    por

    ejemplo, la cavidad oral

    en un punto del paladar y

    preservando el bloqueo, se desp laza hacia adelante producirá una

    corrie

    nt

    e egresiva; si lo

    hace

    hacia atrás una ingresiva.

    Estos procedimient

    os laríngeos

    y orales, sin embargo, provocan

    flujos

    de pequeña magnitud comparados

    con la

    corriente que crean

    los

    pulmones , sobre la cual se articulan, por otra parte, todos los sonidos

    de la lengua española .

    2 3 La fonación

    2.3.1. Una vez

    que

    contamos con un flujo

    de

    aire continuo,

    el siguiente

    paso consiste en poner

    ese

    volumen de aire en vibración  de modo que

    origine ondas sonoras tal y como

    explicamos

    en

    el

    capítulo anterior. En

    un gran número de

    sonidos

    esto se logra

    mediante

    la acción de las

    cuerdas

    vocales,

    en el proceso que denominamos

    fonación

     

    En

    el

    mo

    mento

    en que va

    a iniciarse la emisión , los

    pliegues vocales se

    juntan e

    impiden

    que

    el aire

    pase

    a través de ellos, por lo

    que

    la presión del

    aIre

    en

    la

    parte

    del tracto vocal inferior a la glotis

    aumenta considera

    blemente. Cuando esta presión subglótica excede

    a la

    presión que

    manti

    ene

    juntas a las

    cuerdas,

    éstas

    se separan

    y

    pasa

    un

    golpe de aire

    ,

    generándose

    de inmediato entre los propios pliegues

    una

    fuerza

    de succión conocida como efecto

    Bernoulli

    por

    el

    físico suizo

    del

    siglo

    XVIII ,

    Daniel Bernoulli,

    que

    lo

    describió) que

    los acerca y

    cierra

    38

    de nuevo la glotis. Suponiendo que no varíe el ajuste muscular

    de

    los

    uritenoides, es te

    proceso

    continúa repitiéndose en forma periódica y

    c

    ada

    uno de l

    os golpes

    de aire

    que

    se

    van sucediendo pone en vibra

    ción a los

    volúmenes de aire contenidos en

    las

    zonas supraglóticas del

    tracto vocal, los cuales resonarán a diferentes frecuencias en función

    de

    la configuració n que

    presenten

    las diversas cavidades.

    A la

    vibración

    producida de este

    modo

    en las cuerdas

    vocales

    se la

    deno

    mina tono laríngeo. En la Fig. 2.6

    aparecen representados su

    es

    pectro y

    su

    perfil. Como puede apreciarse, se trata

    de

    una onda com

    pleja

    periódica

    que posee

    una

    frecuencia

    fundamental

    F

    de

    conside

    rab

    le

    amplitud, y unos armónicos, múltiplos

    del

    fundamental,

    muy débi

    les,

    pero abarcando un

    amplio

    margen

    de f

    recuencias

    véase, a

    es

    te

    respecto, lo

    que

    explicamos

    en el apartado 1.1.5 sobre el modo

    de

    vib rar