González Faus - 2008 - Simone Weil Mística y teodicea

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SIMONE WEIL: MISTICA Y TEODICEA1

Jos Ignacio Gonzlez-FausLa gente se cansa de la caridad a secas y necesita mucho ms de la amistad y la ternura (Hna.Madeleine de Jess, fundadora de las hermanas de Ch. Foucauld)

INTRODUCCINEl ttulo que me hubiera gustado para esta reflexin (La imposible teodicea) estaba ya ocupado. El intento de estas lneas es exponer el esfuerzo hecho por Simone Weil (en adelante SW), por buscar una teodicea no slo a partir de la razn (que nunca dejar de estar activa en ella) sino tambin de la experiencia mstica. Esta debi ser tan intensa en SW que nunca le hizo dudar de la existencia del Dios encontrado; pero le plante ms agudamente el problema de la teodicea. En efecto, estando ya en Londres, SW escribe una carta a Schumann (uno de los padres de Europa), donde hay unas palabras que me parecen fundamentales para acercarse a nuestra autora: Aparte del poder que se me haya podido conceder para hacer el bien de los seres humanos, para m personalmente la vida no tiene otro sentido ni jamas en el fondo ha tenido otro, que la espera de la verdad. Sufro un desgarro que se agrava constantemente, a la vez en la inteligencia y en el centro mismo del corazn, por la incapacidad en que me encuentro de pensar juntamente en la verdad y la desventura de los hombres, en la perfeccin de Dios y en la vinculacin entre ellos y l. Tengo la certeza interior de que esta verdad, si en algn momento se me concediera, sera slo en el momento en que yo misma entre fsicamente en la desventura y en una de las formas extremas de la desventura presente.

Este trabajo apareci en la obra dedicada en homenaje al entraable Juan de Dios Martn Velasco. (Nostalgia de infinito, Estella 2005). Lo hubiese dejado all, pero fue el mismo Juan de Dios quien, en una hijuela de agradecimiento, me propuso, comentando como Simone Weil produce tanta admiracin como dificultad de ser entendida: te sugiero que publiques pronto tu texto en un medio donde pueda tener ms lectores. Publicado de nuevo en la obra Calidad Cristiana. Identidad y crisis del cristianismo. Ed. Sal Terrae. Coleccin Presencia Teolgica. Santander 2006; pgs.104-131. Lo publicamos con autorizacin del autor.1

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Tengo miedo de que eso no llegue a sucederme... Nada de lo humano puede ya transportarme a la verdad; y tengo la certeza interior de que slo as me transportar Dios a ella.2 Usar para este escrito el que puede ser ms significativo de sus textos: las llamadas Reflexiones sobre el amor de Dios y la desventura3, pginas sobrecogedoras que no pueden leerse sin un inmenso respeto incluso cuando uno cree tener que disentir de algunas formulaciones de la autora, y debe hacerlo con temor y temblor, porque sabe que l no ha pasado hasta el fondo por la misma experiencia. Se ha acusado de muchas cosas a SW: gnstica, ctara, maniquea, estoica, antisemita y hasta de un cierto desarreglo sicolgico que estara en la raz de esas acusaciones y que tendra que ver con un mal cuajar de su dimensin afectiva y sexual4. Todas esas acusaciones tienen su apariencia. Pero en mi opinin no valen como veredictos, porque estn desmentidas en otros lugares, o porque el acusador toma como afirmaciones definitivas lo que son slo ruegos y preguntas de un pensamiento en bsqueda y no cuajado5. Si bien es cierto, como nota Ch.Moeller, que la experiencia mstica deja intactos los sistemas intelectuales (Moeller pone el ejemplo de P . Claudel), es en cambio injusto afirmar que SW no cambi su sistema por orgullo. El mismo amor fati que para muchos sera la clave estoica de su pensamiento, reconoce SW que as lo haba sido, pero que eso cambi tras su encuentro con Cristo6. Ese tipo de cambios puede simplemente dar contenidos nuevos a la vieja expresin. El hgase Tu Voluntad del Padrenuestro, por ejemplo, podra recoger un cierto amor fati, slo que ahora el hado ya no es una fuerza impersonal sino un Padre amoroso, aunque lejano. Esto es lo que volva la cuestin ms desgarradora para SW, como ahora veremos. La nica acusacin a la que doy beligerancia es la de gnosticismo. Y esta acusacin no tiene slo un nivel intelectual sino que ste me parece fundado en un rasgo psicolgico. Vemoslo:

1.- Pasin por la verdad.La gran pasin (casi idoltrica) de SW fue la verdad. Y una verdad total, que noTexto de los Escritos desde Londres. Puede verse la cita en la esplndida biografa de su amiga Simone Ptrement (SP) publicada por Trotta, p. 698.2 3

Me valdr del texto de los Pensamientos desordenados (Madrid 1995), reproducido por E. O. Springsted, en SW., Escritos esenciales, pgs. 42-89 (Citar como EE). Esta es la tesis de Ch.Moeller en su captulo, profundamente injusto, del primer volumen de Literatura del s. XX y cristianismo. Aunque no comparto sus acusaciones, estas lneas intentan dimensionar lo que puede haber de vlido en algunas crticas de Moeller.

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Por ejemplo, la Carta a un religioso suena muy distinta cuando se la contexta en su momento histrico como hace su amiga SP, en su biografa. Es una carta privada, dirigida al dominico Cotourier que es una de las personas que ms confianza inspir a SW. En ella busca SW saber si puede o no bautizarse sin impostura.5 6

As parece confesarlo en la Carta a Joe Bousquet. Ver EE. P 50. . 6

excluyera nada. Haba en ella un inmenso apetito de totalidad. Hasta el punto de que, a veces, da la sensacin de que lo particular vale para ella, ms que en s y por s mismo, porque es una parte de esa Totalidad a la que ella no puede renunciar. Me parece que, por temperamento. SW era de esas personas para quienes la verdad (que siempre est condenada en los humanos a ser slo su verdad), era ms importante que las personas, por mucho que quisiera o anhelara querer a stas. Por eso, y a pesar de su inmensa caridad, da la sensacin de que SW prefiri la verdad a las personas. El amor y la amistad, que tanto valoraba, tenan para ella un importante componente intelectual que puede efectivamente dar razn de muchas de sus dificultades de trato7. Quizs por eso no pudo nunca empalmar perfectamente con ningn ser concreto igual a ella. Quiz sea significativo el que a sus 25 aos anotase en sus Cuadernos: no es ninguna casualidad que nunca te hayan amado8. Era enormemente capaz de amar pueblos, ciudades, colectivos y movimientos, de volcarse sobre los inferiores. Pero le era casi imposible amar del todo a personas concretas: con un amor de igualdad. Pues todas absolutamente, aun las que ella ms admiraba, le decepcionaban y parece como si, en el fondo, no les perdonara esa decepcin9. De ah su soledad y su pasin por la verdad total que no decepciona. Me he preguntado a veces cmo habra evolucionado SW en este punto, de haber continuado su relacin con aquel hombre excepcional que fue G.Thibon. Pero esto son meros futuribles.

2.- Verdad total.Intelectualmente, SW busc una verdad que lo incluyera todo. Sus obsesiones por otras encarnaciones de Cristo, o porque le dijeran si era Yahv quien haba ordenado las matanzas del A.T., su mismo recelo contra el Dios del AT como un Dios exclusivista, o contra la Iglesia porque pronuncia el anathema sit son, an ms que defensa de personas, muestras de un afn por tener la explicacin total y coherente de todo, absolutamente de todo. La conviccin tan querida para ella de que Cristo es la Verdad le reforzaba esa obsesin de tendencia gnstica. Es curiosa la carta que le escribe al P .

La amistad es para m un beneficio incomparable, sin medida, una fuente de vida (Pensamientos desordenados, p. 58). Mi sospecha es que SW no comprendi ni acept que una relacin as implica una renuncia a abrazar ya la totalidad de la verdad. Esto era demasiado para ella.7

Cf. SP, p. 612. La frase, as como suena es falsa sin duda: refleja ms el desprecio que SW deca sentir por s misma, que la reaccin de los dems, pues ella fue una persona querida y, sobre todo, admirada. Pero es una de esas constataciones que son indicio de una carencia sentida.8

Su bigrafa comenta cmo, aun reconocindole al P. Perrin que l era la nica persona que pudiendo causarle algn dolor no lo haba hecho, sin embargo no le dar ningn testimonio de gratitud, sino que le dir ciertas cosas que podran en cambio provocarle una legtima irritacin, cosas que no tiene en absoluto derecho a decir y que sin embargo no se atreve a callar (SP 650, subrayado mo). Aado que en algunas de esas cosas SW poda tener ms razn que Perrin. Y que ese texto me hizo pensar en titular este escrito como: SW, la mstica que no aprendi a querer. Pero me pareci que yo tampoco tena derecho a decir eso de ella, y lo cambi por otro (al que tambin he renunciado): SW o la imposible verdad. Aquel ttulo quera dar razn de su dificultad de relacin: la primaca de la verdad sobre las personas concretas a la hora de querer a stas. Sin embargo ambos fueron a la papelera para dejar paso al actual ms vago.9

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Perrin desde Africa camino de New York, y en la que comenta que Cristo constituye para ella la verdad y que es por servicio a Cristo y es el mismo Cristo quien la priva de algunas opciones particulares10.

3.- Catolicismo preconciliar.Adase a esto el catolicismo preconciliar que SW conoci, y en cuya cristologa jugaba poco papel la persona concreta de Jess, y mucho un Cristo abstracto y sublime pero sin rostro. Cristo fue para SW la verdad total, pero no s si Jess de Nazaret le dio siempre rostro concreto a esa verdad. Concreto y, por eso, parcializado. Y el problema es que esa verdad total es imposible en nuestra dimensin humana. Ni el mismo cristianismo (que puede ser en algn sentido verdad ltima), ni el mismo Seor Jess, es la verdad total. Si nos atenemos a la globalidad del texto evanglico, Jess aparece clamando Dios mo por qu me has abandonado? y justificando despus ese abandono diciendo que era necesario (Mc 15,34 y Lc 24,26). Pero el segundo texto es del Resucitado y no del Jess terreno: y el evangelista se limita a afirmar esa necesidad sin explicarla. Del mismo modo, la recapitulacin de todas las cosas en Cristo es una puesta en acto para nuestra prctica cotidiana pero no nos es an intelectualmente perceptible. Evidentemente, el creyente catlico y el telogo han de procurar integrar todo lo posible; pero sabiendo que eso slo es una anticipacin de la escatologa y de nuestro haber resucitado ya con Cristo. Y que sera peor una falsa integracin que la nica verdad fragmentada con la que tenemos que vivir en esta dimensin. Paradigmticamente vale de la verdad la repetida frase de Agustn sobre Dios: ms ntima que mi yo ms profundo y ms lejana que lo que est ms lejos de m. La falta de esta paciencia escatolgica es la que me dar pie para hablar del gnosticismo de SW, que sera la versin intelectual de lo que Pablo reprocha a los corintios que crean haber resucitado ya totalmente con Cristo. Ella quiso encontrar la respuesta total ya aqu. Y sobre todo lo quiso para lo que constitua la pregunta fundamental de su vida, y de toda vida de fe intensa y comprometida: la compatibilidad entre el sufrimiento del mundo y el amor de Dios

4.- En este contexto:Volvamos ahora al texto de la carta a Schumann citada al comienzo de este escrito. Las palabras que all he subrayado nos facilitan el hilo del comentario. Repasmoslas 4.1.- SW reconoce en s una capacidad particular para el bien de los seres humanos, que es lo que todava hoy la hace tan influyente y tan seductora. Pero parece minusvalorar esa capacidad al lado de lo que es la obsesin de su vida: la espera de la verdad. 4.2.- Esa verdad buscada es en el fondo la pregunta misma de Job: la comprensin de cmo se armonizan la desventura de los hombres y la perfeccin de Dios.10

En este caso se trataba de la entrada en la Iglesia, que tanto obsesionaba al buen padre Perrin, tambin preconciliar en este punto. Pero creo que lo importante ahora no es el contenido material de la argumentacin, sino su aspecto formal. 8

He citado a Job porque la enseanza de este libro es que esa armonizacin no puede ser conocida por los hombres: Yahv da la razn a Job, reconoce su inocencia y la injusticia de su desventura, pero no pasa de ah en su respuesta. SW consider siempre que el libro de Job era una maravilla, pero da la sensacin de que quiso ir ms all de l. 4.3.- Esa presencia del Mal no le cuestiona a Dios, como ya hemos dicho, por lo profundo de su experiencia mstica. El texto plantea pues un problema que responde al ttulo de este escrito: compatibilidad entre mstica y teodicea. A otros msticos parece que la noche propia, o su dicha propia (o su cultura) les impeda penetrar en el escndalo del mal. En SW sucede al revs: la profundidad de la experiencia de Dios agudiza la captacin de la imposible armona entre la perfeccin de Dios y la desventura humana. 4.4.- Obsesionada por hallar esa armonizacin, SW no intuye otro camino que el de entrar ella misma hasta el fondo de la desventura. Pero entrar no por decisin propia sino porque le venga impuesta, ya que esa imposicin es intrnseca a la desventura. En otro momento de la carta, le haba dicho a Schumann que la desventura se define en primer lugar por la necesidad. Y, en su obsesin de llegar hasta el fondo, a SW le parece insuficiente todo lo que en su vida anterior haba habido ya de desventura, sobre todo a partir del ao de trabajo en la Rnault11. 4.5.- Si he ledo bien, da la sensacin de que la entrada hasta el fondo de la desventura acontece ms por la necesidad de encontrarle una explicacin, que por la compasin y solidaridad con los hombres desventurados. He dicho ms que... y no en lugar de. Pero aun con este matiz, es posible que est ah uno de los puntos ms discutibles de SW que justifica la clsica acusacin de gnosticismo. SW olvid que la imposible teodicea implica tambin una imposible verdad en el sentido en que ella la buscaba. Es decir: el elemento ltimo de la noche oscura que es el abandono y la aceptacin sin respuesta (aunque quiz con queja), incluir para SW, a pesar de todo, un afn de sistematizacin racional de esa aceptacin. Si su experiencia mstica no le permita dudar de Dios, y su generosidad la llevaba a entregarse a l del todo, su enorme racionalismo le haca buscar una plena justificacin racional de esa entrega. Y ello no es posible. Ese me parece ser el sentido balbuciente del texto sobre la desventura que voy a comentar en este captulo. Me parece que el amor de SW por la desgracia, an ms que amor por los desinteresados concretos (y sin negar ste que pudo ser excepcional en ella), es sobre todo amor por la verdad total. Que ella crea encontrable en ese descender hasta el fondo mismo de la desventura. Una ltima observacin previa: he dudado mucho antes de traducir la palabra malheur: el trmino castellano ya tpico (la desdicha) es muchsimo menos fuerte que el francs. La raz del castellano des alude slo a una ausencia o falta de algo. La raz del francs mal, significa en cambio una presencia positiva. Pero las palabrasRecordemos lo que SW haba escrito sobre l: lo que all sufr me marc de tal forma que todava hoy, cuando un ser humano quienquiera que sea y en no importa qu circunstancias, me habla sin brutalidad, no puedo evitar la impresin de que debe haber un error y que, sin duda, ese error va desgraciadamente a disiparse (A la espera de Dios, Madrid 1996, p. 40). No es posible leer estas palabras sin estremecerse11

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castellanas con esa raz (malandanza o malaventuranza, o mala ventura) me parecen cargadas de matices ajenos al trmino original de SW. El cataln tiene las palabras malaurat y malaurana que se corresponden mejor con el malheur francs. En fin, despus de dar muchas vueltas me quedo con los trminos desventura o desgarro, como los que ms se aproximan a lo que creo que describe SW. El segundo es de ms intensidad expresiva, pero demasiado polismico. Por eso utilizar preferentemente el primero.

2.- Las reflexiones sobre el amor a Dios y la desventura.2.1.- Qu es la desventura? SW nunca da una definicin clara del trmino, pero a base de repeticiones suministra elementos para ir elaborando un concepto. Repetidas veces afirma que la desventura no es el mero sufrimiento12. Lo que tiene importancia dicho por alguien que durante muy buena parte de su vida soport unas migraas intolerables. Me parece tambin claro que la desventura tiene mucho que ver con lo que SW soport durante el ao de trabajo en la Rnault. En este sentido son expresivas estas palabras de la carta a Joe Bousquet, la cual es quiz el nico documento donde SW ha hablado un poco de su interioridad: No hace mucho tiempo, llevando ya aos en este estado fsico , trabaj como obrera cerca de un ao en las fbricas metalrgicas de la regin parisina. La combinacin de la experiencia personal y la simpata por la miserable masa humana que me rodeaba y con la que me encontraba, incluso a mis propios ojos, indisolublemente confundida, hizo entrar tan profundamente en mi corazn la desventura de la degradacin social que desde entonces me he sentido siempre una esclava en el sentido que esta palabra tena para los romanos... Y es as hasta el punto de que no puedo en modo alguno imaginar la posibilidad de que un ser humano experimente amistad por m (Pensamientos desordenados, p. 57) La sensacin de esclava aparecer despus, en Portugal, en el primer paso de la trayectoria de SW hacia la fe: el cristianismo es la religin de los esclavos y por tanto la ma13. Al sufrimiento se aade por tanto un factor social, muy importante en la nocin de desventura: el factor social es esencial. No hay realmente desdicha donde no hay degradacin social (EE 55 subrayado mo). Y a ambos se suma un elemento de angustia, consiguiente a ese desprecio social: aquellos que han sido mutilados por la desventura no estn en condiciones de prestar ayuda a nadie y son incapaces incluso de desearlo.... La desdicha oblig a Cristo a suplicar que se apartara de l el cliz, a buscar consuelo junto a los hombres14, a creerse abandonado de su Padre (EE 56).algo muy distinto del simple sufrimiento.... inseparable del sufrimiento fsico y sin embargo completamente distinta (EE 53)12

Resulta estpida la refutacin de Ch. Moeller de que el cristianismo no es la religin de los esclavos sino la de los hijos. Digamos al menos que es la de los esclavos convertidos en hijos que es cosa muy distinta.13

En otro momento, tambin en la Carta a J. Bousquet, dir que el peor camino en las situaciones de desventura es buscar consuelo en la imaginacin.14

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Este triple elemento sufrimiento fsico, degradacin social y angustia-, me parece que nos da los constitutivos de la desventura. Desde aqu se puede leer esta otra definicin menos concreta: la desventura es un desarraigo de la vida, un equivalente ms o menos atenuado de la muerte.... Slo hay verdadera desventura si el acontecimiento que se ha adueado de una vida y la ha desarraigado la alcanza directa o indirectamente en todas y cada una de sus partes: social, psicolgica, fsica... (EE 5455). Y de esas tres partes, el factor psicolgico (que hemos despachado demasiado rpidamente hablando de angustia) recibe esta sobrecogedora descripcin: La desventura endurece y desespera porque imprime en el fondo del alma, como un hierro al rojo, un desprecio, una desazn, una repulsin de s mismo, una sensacin de culpabilidad y de mancha que el crimen debera lgicamente producir y no produce (EE57). Y poco despus aade que el amor sobrenatural, si ha sobrevivido, no puede impedir este efecto; slo puede impedir que ese desprecio se extienda al universo entero. La desventura pues no tiene nada que ver con el triunfo de los mrtires; y a SW le parece importante sealar que Cristo no fue un mrtir sino un desdichado (EE 60).Y lo ms terrible es que la desventura hace poco a poco del alma su cmplice, inyectando en ella un veneno de inercia (58). Esos tres elementos que SW ha ido desgranando por separado, consigue al fin unificarlos en una definicin bien sencilla: la extrema desventura, que es a la vez dolor fsico, angustia del alma y degradacin social (EE 68). Con estos tres elementos el desventurado queda privado de toda relacin humana (EE 80). A ellos se aade el que esa pulverizacin del alma, se le impone a un hombre muy a su pesar. Su esencia... es ese horror, esa rebelin de todo el ser del que se apodera. Y an ms duro: es a esto a lo que hay que consentir en virtud del amor sobrenatural (82). Con ese triple elemento (sufrimiento fsico, degradacin social y angustia) tenemos un estado que afecta a la totalidad del ser humano y que adems le viene impuesto desde fuera. Ignoro si, desde el punto de vista mdico, se ha estudiado toda esta sintomatologa para diagnosticar si se trataba de un cuadro psiquitrico y de qu tipo; o si SW necesitaba ms Prozac y menos Platn... Ella y su poca desconocan esta posibilidad mdica, y lo nico que yo puedo estudiar es cmo afront su trauma desde una experiencia creyente y mstica. 2.2.- Cmo acta la desventura? La desventura tiene el poder de introducirse en el alma de los inocentes y hacer que todo inocente se sienta maldito en ella (58). Esta me parece una pincelada fundamental sobre lo que debi sufrir SW. Se trata de una especie de posesin, an ms fuerte que todas la tendencias del alma hacia la felicidad. (58). Es inexpresable: el desventurado suplica silenciosamente que se le den palabras para explicarse. Y esas palabras no pueden existir porque la desventura es absolutamente impensable.15

La personne et le sacr, p. 29. En crits de Londres, Paris 1957. (En adelante PS). 11

A la mente humana le repugna pensarla tanto como a la vida le repugna la muerte15. Su efecto mayor, y el que mejor la identifica es que hace brotar la pregunta desarmada: por qu? por qu? Es la misma pregunta sin respuesta de Jesucristo en la cruz: el desventurado pregunta eso ingenuamente a los hombres, a las cosas, a Dios o, si no cree, a no importa qu... Pero la pregunta se instala en quien cae en la desventura y ya no cesa de gritar: por qu? por qu? por qu? (EE 86). Y la parte de nosotros que pregunta eso es aquella que, en todo ser humano aun el ms manchado, ha quedado desde la infancia perfectamente intacta y perfectamente inocente (PS 39). Es clara, como acabo de insinuar, la aproximacin a Jesucristo en la cruz. Pero es sorprendente el salto que desde ah da SW: esa misma pregunta por qu? es la que le brota al alma ante la belleza que es tambin absolutamente injustificable, aunque en otro sentido distinto al de la desventura. Gratuidad y necesidad se encontrarn as ntimamente unidas en SW: La desventura nos obliga a preguntar, pero tambin la belleza; pues lo bello nos proporciona un sentimiento tan vivo de la presencia de un bien, que buscamos un fin sin encontrarlo nunca (87). Y no podemos encontrar ese fin por la misma razn por la que no tiene respuesta el porqu del desventurado: porque vivimos en la necesidad y no en la finalidad. Si hubiera finalidad en este mundo, el lugar del bien no sera el otro mundo (87).

Tres observaciones sobre estas palabras:a.- La aproximacin entre los dos porqus no es del todo correcta. La desventura ha de tener de alguna forma explicacin. Pero de la belleza, como de la vida, valen las clebres palabras de A. Silesius: la rosa es sin porqu; florece porque florece etc. La gratuidad no puede ni debe ser racionalizada, porque entonces dependera de esa razn y dejara de ser gratuita. Sera como preguntar por qu existe Dios. Y esto da razn de la observacin siguiente. b.- Desde un punto de vista escuetamente filosfico llama la atencin que SW no tenga ms que la palabra necesidad para designar eso que hoy llamaramos autonoma de la creacin. Modernamente se habla tanto (o casi ms) de azar que de necesidad: y esa categora cuadrara an ms con la idea, tan cara a SW, del Dios que crea retirndose. Pero deba ser una categora inaceptable para el racionalismo total de SW. c.- Desde un punto de vista ms teolgico, puede uno preguntarse si esa absoluta y radical contraposicin entre la necesidad y la finalidad es verdaderamente cristiana. Ms razonable sera decir que vivimos en la necesidad, lo cual es claro; pero tambin en una cierta finalidad, lo cual se adivina a veces y parece implcito a la fe en un Dios Creador. Aunque Dios cree retirndose, esa retirada o anonadamiento de Dios, no equivale a un abandono. Bien es verdad que muchas veces ser interpretada as, sobre todo desde situaciones lmite como la que viva SW. Y sin embargo, en este mundo de la necesidad sin finalidad, aparece la belleza como el anuncio ms claro de la presencia de un bien, que es como decir presencia12

de una finalidad. Esta contradiccin es la que desgarra racionalmente a SW y la que su tendencia gnstica no consigue soportar. SW recurre entonces a mantener una especie de atencin que es la misma para los dos miembros irreconciliables: una atencin intensa, pura, sin mvil, generosa, gratuita. Esa atencin es el amor (PS 36). Se sospecha aqu algo que antes ya insinu: el amor parece ser casi siempre para ella mucho ms un sentimiento hacia la totalidad que a personas concretas. Pero, adems de eso, en una especie de aproximacin trinitaria tenemos aqu, unificados por el amor, la Gratuidad de Dios y el Sometimiento del Hijo al mundo de la necesidad: se entreg a s mismo por la fuerza del Espritu, dir el Nuevo Testamento (Heb 9,14). Y algo de eso intenta hacer SW con su enfermedad. 2.3.- El otro polo: la belleza Es admirable constatar que, ni en una situacin de desventura como la suya perdi SW la conciencia del otro polo: ni migraas, ni hundimiento social ni angustia la hicieron olvidar que la beaut est le mystre suprme dici bas (PS. 37). Este puede que sea el verdadero gran aporte de su vida: que la belleza es el misterio supremo de esta tierra. 2.3.1.- La armona pura Con frecuencia SW utiliza en lugar de la palabra belleza, otras como pureza o armona. Existe la armona pura. Ejemplo de ella puede ser la msica cuando en su mayor pureza nos atraviesa el alma (EE 59), es decir cuando la msica no es un mero atravesarnos los sentidos para impedir que entre en nuestra alma. Ejemplo es tambin el silencio cuando no es un silencio vaco (como esos nicos silencios que conocemos nosotros), sino que hemos aprendido a escucharlo. Pero, a la vez, SW da a entender que esa armona aumenta el desgarro de la desventura. De hecho la define una vez como armona pura y desgarradora (59). Y ms adelante matiza que slo para quien ha conocido la alegra pura, aunque slo fuera por un minuto, y en consecuencia el sabor de la belleza del mundo, slo para l es la desventura algo desgarrador (88). La belleza no es una terapia fcil y a la carta, porque aumenta la percepcin del sinsentido de la desventura16. SW ve aqu en seguida un reflejo de esa maravilla del amor que es la crucifixin (59). En la cruz se anan ambas: desventura y belleza. Y la centralidad de la cruz es tal que, para SW, slo hay dos vas posibles para que el Dios que es Silencio entre en nuestro corazn, y esas vas son: la desventura y la belleza (88). Parece sugerir, por tanto, que no es la desventura lo que nos desgarra, sino ms bien esa armona entre desventura y belleza, porque el alma no puede soportarla, dado que ambas son absolutamente contradictorias. Aproximaciones a este desgarro (que muchos discutirn desde el punto de vista psicolgico) podemos encontrarlas en la enseanza bblica de que el hombre no puede ver a Dios sin morir. O, de manera ms laica, en esa aproximacin que la literatura ha intentado tantas veces entre sexo16 En otro lugar habl yo de la belleza manchada de sangre. Cf. CRISTIANISMO Y JUSTICIA, Aldea global, justicia parcial, Barcelona 2003, 95-112.

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y muerte. De manera ms simple he utilizado a veces la comparacin de acercarse demasiado al sol: su luz, en lugar de alumbrarnos, nos cegara y nos quemara. 2.3.2.- Esa belleza revela que Dios es amor. Y esa definicin lleva a SW fcilmente a una especulacin trinitaria que sorprende por estar escrita en 1942 (mucho antes de todo lo que la doctrina de la Trinidad ha progresado tras el Vaticano II) y sin haber ledo a san Agustn. El amor es, hasta el mximo diferencia y unin. Y cuando ese amor se pone en juego no en el ser inmanente de Dios, sino en nuestra creacin, entonces la diferencia se convierte en distancia infinita: la totalidad del espacio, la totalidad del tiempo17, interponiendo su espesor, ponen una distancia infinita entre Dios y Dios (EE 61).Una consideracin que llevara a matizar parcialmente el clebre axioma rahneriano de que la Trinidad econmica (= actuando hacia fuera) es la inmanente. Se podra decir por ejemplo que es la inmanente pero en condiciones no divinas. O simplemente: el amor entre Dios y Dios que es el mismo Dios18... se extiende por encima de la distancia aboliendo la separacin infinita (EE 61). De hecho, a lo largo del escrito sobre la desventura, se insinan frecuentes paralelismos entre Trinidad y Cruz por un lado, y entre belleza y desventura por el otro. Si me acuerdo ir haciendo alguna alusin a ellos a lo largo de mi exposicin. 2.3.3.- La necesidad del mundo. De esa belleza parece formar parte la necesidad del mundo; y este es el punto en que me siento ms distante de SW. Se puede aceptar que all donde la virtud de la luz sobrenatural est ausente, todo obedece a leyes mecnicas tan ciegas y precisas como la ley de la cada de los cuerpos, sin que esto nos permita dictaminar dnde est presente la luz sobrenatural. Se puede aceptar tambin que, por eso, los que llamamos criminales no son ms que tejas arrancadas de un tejado por el viento, que caen al azar (EE 62). Es decir, que todo el mal moral no es ms que una especie de necesidad ciega cuya casi nica responsabilidad est en el origen o en la causa: en fin de cuentas lo que llamamos pecado no es un acto de libertad sino que ms bien deriva de una autoagresin a la propia libertad (pinsese en el caso del drogadicto). Pero me resulta mucho menos aceptable que, por eso, la cruz de Jess parezca explicarse ms por razones de naturaleza que por razones de esta historia nuestra propiamente dicha. Y eso es lo que sugieren las siguientes palabras: Para los que aman, la separacin, aunque dolorosa es un bien, pues es amor. La propia angustia de Cristo abandonado es un bien. Para nosotros no puede haber en este mundo mayor bien que participar en ella. Pues aqu, Dios no puede estar perfectamente presente a causa de la carne. Pero puede estar en la extrema desdicha casi perfectamente ausente. Es nuestra nica posibilidad de perfeccin sobre la tierra. Por eso la cruz es nuestra nica esperanza (62). La primera frase, que est tomada de las relaciones humanas es la menos objetable,17 18

habra que aadir: la presencia del pecado y del mal. parafraseando: el amor entre Padre e Hijo que es el Espritu. 14

y la he citado slo por afn de claridad en el prrafo. Pero luego creo que SW refleja una cristologa muy preconciliar que hablaba mucho ms de la Cruz que del Crucificado, reducindola as a una especie de destino metafsico mucho ms que a designio de los hombres que crucifican. La angustia de Cristo no es un bien, aunque s lo sea la forma como Jess asume y vive su angustia. La alusin a la carne como razn de la imposibilidad de la presencia de Dios resulta muy platnica y es inevitable pensar que san Ireneo en el s. II deca casi lo contrario. Y la ilacin que va de que Dios no pueda estar aqu perfectamente presente, a la conveniencia de que est perfectamente ausente, como nica posibilidad nuestra de salvacin, tambin se me escapa. La cruz es nuestra nica esperanza (la frase es de la liturgia de semana santa) porque pone de relieve hasta dnde puede llegar el ser humano cuando se propone vivir slo para sus propios intereses (a matar al mismo Dios); y hasta dnde llega el amor de Dios, cuando los hombres le crucifican. Es algo de lo que quiso reflejar el cuarto evangelista en la escena, cargada de significados, del ecce homo: he aqu lo que es el hombre; en un sentido y en otro: el hombre contra Dios y el hombre en Dios y con Dios. Pero con esto hemos ido entrando ya en la explicacin de la desventura, que constituir la parte siguiente de este escrito.

3.- Explicaciones de la desventura.Intentar sistematizar tres formas de respuesta que creo encontrar en las palabras de SW. Una ms filosfica, otra ms personalista y otra ms teolgica. Y mostrar mi disensin con la primera. Pero antes conviene recordar la aproximacin antes citada entre los dos porqus que plantean la desventura y la belleza, y que SW asemeja demasiado. La rosa, decamos, florece porque florece: su belleza no es necesaria para realizar su funcin de flor. Pero est ah, y no hay ms que agregar. Al igual que suceda con la desventura, tambin aqu el silencio se convierte en respuesta. Pero quien es capaz no slo de escuchar sino tambin de amar, oye ese silencio como la palabra de Dios. Por eso dir que Cristo [la Palabra!] es el silencio de Dios (EE 81). El ser humano se halla incomprensiblemente situado ante esos dos porqus sin respuesta. Y esa falta de respuesta que es un hecho quiz permite aproximar las reflexiones de SW con la categora zubiriana de la poderosidad de lo real, a la cual se halla religado el hombre y en la cual nace, para el filsofo espaol, la experiencia religiosa. Pero dejando esta aproximacin, es ms importante sealar que SW, a pesar de todo, busc esa respuesta inexistente. Vamos a acercarnos un poco a ello. 3.1.- Una respuesta ms cosmolgica y filosfica: la necesidad. En primer lugar, SW afirma que Dios ha querido la necesidad como un mecanismo ciego (EE 60) y da como razn que la necesidad forma parte de la belleza del mundo: nada es tan bello como la gravedad en los pliegues fugaces de las olas del mar o en los casi eternos de las montaas y el mar no es menos bello a nuestros ojos porque sepamos que a veces los barcos zozobran. De ah concluye tan tranquila que15

todos los horrores que se producen en el mundo son como los pliegues que la gravedad imprime a las olas y que por consiguiente esos horrores encierran belleza. Para concluir que en la belleza del mundo la necesidad bruta se convierte en objeto de amor y nos advierte tambin que la materia es merecedora de nuestro amor (63). En realidad, uno se queda como sobrecogido ante tamaa audacia de ese racionalismo que queriendo defender a Dios, casi le presenta un poco como al Nern romano, que incendiaba la ciudad para deleitarse con la belleza del fuego y componer poesa. Es el mismo peligro de san Anselmo y otros, de querer saber demasiado y explicarlo todo sobre Dios. Dicho de manera menos brutal, me parece muy pertinente el siguiente comentario de G. Thibon, uno de los hombres que, en mi opinin, mejor capt a SW: Es significativo comprobar cmo SW extiende el determinismo cartesiano y spinozista a todos los fenmenos naturales, incluidos los actos psicolgicos. Para ella, slo la gracia puede propiciar el fracaso de la gravedad. En este sentido, ignora el margen de indeterminacin de gratuidad que Dios ha dejado en la naturaleza, y que hace posible la insercin en el mundo de la libertad y el milagro. Lo cual no quita para que de hecho la gravedad sea prcticamente todopoderosa19 Esa incapacidad para conjugar la necesidad y la libertad, que la lleva a casi identificar la necesidad y la belleza, es lo que me lleva a calificar de gnstica y a rechazar esta explicacin, aunque la conclusin que de ah saca SW valga tanto para m como para ella: el ser humano debe aceptar ese designio de Dios: consentir a la existencia del universo es nuestra funcin en este mundo (EE 82). Pero consentir como Job que no sabe explicarla, no como sus amigos que creen poder explicarla. Porque entonces nuestra amiga no se para ni ante la brutal conclusin que sigue: la desventura es en cierto sentido, la esencia misma de la creacin (EE 82). Es como si SW hubiese querido desentraar hasta el fondo la respuesta de Dios a Job que se reduce a decir mira el universo (cf. Job 38 y 40); pero no como invitacin al silencio, sino tratando de sacar unas implicaciones que van mucho ms all del libro bblico. En cambio, es verdad que, en este consentimiento, el hombre se deja hacer por Dios; pero es llamativo que SW no recurra para ilustrar eso al ejemplo de los santos, sino al de la materia: Cristo nos ha propuesto como modelo la docilidad de la materia... que obedece sin saberlo (EE 64). Y sin embargo el hombre debera obedecer sabiendo que obedece! SW en cambio prefiere la obediencia de las cosas de la que afirma que es para nosotros en relacin a Dios lo que la transparencia de un cristal en relacin a la luz (65). Pero las cosas no son libres y la libertad no puede transparentar a Dios del mismo modo que la necesidad. Y lo nico que reconozco que se puede objetar a esta disensin es la doliente pregunta: qu queda de libertad en aqul que es vctima de la desventura? An ms: para ella, no slo la necesidad es casi la esencia de la creacin, sino que es casi la esencia de lo cristolgico: Si Dios hubiera consentido en privar de Cristo a

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En nota a la edicin de Trotta de La gravedad y la gracia, p. 143. Los subrayados son del original. 16

los hombres de un pas y una poca determinada, lo reconoceramos por un signo cierto: entre ellos no existira la desdicha (EE 83). Y claro, como SW sabe que la desventura existi por ejemplo entre los griegos, esto la llevar a describir all presencias cristolgicas mucho menos matizadas que las de los Padres griegos. En mi opinin, lo que vuelve a reflejarse aqu es esa cristologa sin Jess que caracteriz a muchas teologas preconciliares20 y de la que ella fue vctima. Una seria recuperacin del Jess histrico, por sobria que deba ser, creo que habra ayudado a plantear mejor las cosas. 3.2.-Explicaciones ms personalistas: el amor. La categora fundamental aqu ha de ser la del amor. En un s al amor humano, uno se niega a s mismo (se entrega) y est contento en esa negacin. Esta analoga resulta plida cuando se trata de un s al amor divino: entonces sucede lo mismo pero elevado a la ensima potencia: y efectivamente por encima de la infinitud del espacio y del tiempo, el amor infinitamente ms infinito de Dios viene y nos toma EE 67). Podemos aceptar o rechazar ese amor; pero si lo aceptamos comenzar un proceso de crecimiento que, a su vez, implica destruir lo que molesta al amor: tenemos que arrancar las malas hierbas, cortar la grama; y desgraciadamente, esa grama forma parte de nuestra propia carne de modo que esos cuidados de jardinero son una operacin violenta. Todo eso es verdad aunque puede y debe discutirse si esos dolores de la poda se identifican sin ms con lo que SW llama la desventura. Yo creo que no. Quiz por eso ella da todava un paso ms: Llega un da en que el alma pertenece a Dios, en que no solamente da su consentimiento al amor sino que, de forma verdadera y efectiva, ama... El alma no ama como una criatura con amor creado. El amor que hay en ella es divino, increado, pues es el amor de Dios hacia Dios lo que pasa por ella. Slo Dios es capaz de amar a Dios. Lo nico que nosotros podemos hacer es renunciar a nuestros sentimientos propios para dejar paso a ese amor en nuestra alma. Eso significa negarse a s mismo. Slo para ese consentimiento hemos sido creados (EE 67) Pero Dios es Amor y el amor es, a la vez, fusin y diferencia que crecen simultneamente. Eso es la Trinidad: el amor entre Dios y Dios que es el mismo Dios. En el ser infinito eso acontece sin dolor: toda la entrega es xtasis: proximidad infinita, identidad. Pero en el ser finito no: por la creacin, la encarnacin y la pasin, hay tambin una distancia infinita. La totalidad del espacio, la totalidad del tiempo, interponiendo su espesor, ponen una distancia infinita entre Dios y Dios (EE 61). Todo ello parece una descripcin del texto bblico: es imposible acercarse a Dios sin morir. Hay pues algo innegablemente valido y que podra aproximarse a los clsiAunque por razones muy distintas en el catolicismo preconciliar y en SW: en aqul un Cristo sin rostro serva sobre todo para dar a la jerarqua eclesistica (sobre todo a la curia romana) una densidad cristolgica mucho mayor de lo que permite la eclesiologa; y esto incluso aunque esa jerarqua se parezca bastante poco al Jess de Nazaret...20

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cos lenguajes msticos de la noche oscura etc, aunque persistir la duda de si la manera como se vive esa noche oscura coincide necesariamente con lo que SW llam la desventura, o si hubo en ella modos peculiares de vivirla, dada su situacin concreta. San Ireneo deca que, aunque nadie puede ver a Dios sin morir, Dios solo es capaz de hacer que el hombre le vea y viva hecho inmortal por la visin. SW no negara esto, naturalmente. Pero los acentos estn puestos en lugares distintos. Y an ms que san Ireneo, esa manera de hablar de la proximidad quemante de Dios tpica de SW me sugiere siempre por contraste la comparacin con otro gran mstico, contemporneo suyo y cuya vida tampoco fue precisamente fcil porque conoci el sufrimiento y el desprecio social: me refiero a Charles Pguy. En el modo que tiene el francs de hablar de la cercana de Dios destaca siempre un elemento cuidadoso, paternal, maternal, de Dios para con los hombres que trata de evitar que stos se compliquen demasiado las cosas al acercarse a l. Lo que en SW es sobre todo una aceptacin seca (aunque amorosa) de la necesidad del mundo, en Pguy tiene mucho ms los tonos de una entrega infantil y confiada. La experiencia mstica de ambos es vlida y quizs hasta sea la misma. Pero esa experiencia se difracta de modos diferentes segn la personalidad concreta y la historia de cada cual. Esto es lo que no conviene olvidar. De todos modos parece claro que las analogas personalistas suministran caminos de explicacin mucho ms vlidos que las categoras cosmolgicas u ontolgicas. Todava podramos dar un ltimo paso, buscando explicaciones de carcter ms directamente teolgico. 3.3.- Explicaciones ms teolgicas: Trinidad y Cruz. Aqu intenta SW hablar ms teolgicamente aunque, en mi opinin, esa teologa vuelve a ratos a bordear peligrosamente la gnosis. Los puntos decisivos de su explicacin van a ser, con absoluta razn, la Cruz y la Trinidad. Pero veamos cmo entiende la primera: la Cruz de Cristo debe convertirse... en la sustancia misma de la vida. Habra que decir ms bien que la sustancia de la vida es la Pascua, pero que la cruz es el correctivo perenne de todas nuestras idolatras y falsificaciones de Dios21. Y esta observacin se vuelve an ms urgente cuando SW nos explica que la cruz es la totalidad de la necesidad que llena la infinitud del tiempo y el espacio y que puede, en ciertas circunstancias, concentrarse en el tomo que es cada uno de nosotros y pulverizarlo por completo. De modo que llevar la cruz es llevar el conocimiento de que se est enteramente sometido a esa necesidad ciega en todas las partes del ser (EE 72)22. Llama poderosamente la atencin la ausencia de toda referencia histrica a la hora de definir la Cruz. Y sin embargo la necesidad que llev a Jess a la Cruz no fue una necesidad natural, sino una necesidad de esta historia de pecado estructurado. Otra vez se adivina aqu la falta de una buena jesuloga y la importancia del Jess histrico para la teologa. Cristo y la21 22

Remito para esto al captulo dedicado a la critologa de Lutero en La Humanidad Nueva, pgs. 560ss.

SW aade: salvo en un punto del alma tan secreto que el conocimiento no lo alcanza. Y este aadido es importante aunque no lo desarrolle ms. 18

Cruz, as expresados, son categoras abstractas de pensamiento an ms que datos histricos. Y sorprende que una persona tan comprometida con la historia, no consiga teologizar la historia ms que en trminos de naturaleza. La Cruz por eso no conecta para SW con la Pascua, como acabo de lamentar, pero s conecta con la Trinidad: la Trinidad y la cruz son los dos polos esenciales del cristianismo. Y estos dos polos son las dos verdades esenciales: una alegra perfecta; la otra perfecta desventura (EE 74). De este modo conseguir SW empalmar toda su reflexin sobre la desventura con esplndidos prrafos sobre la alegra: la alegra pura y el dolor puro son dos aspectos de la misma verdad infinitamente preciosa. Afortunadamente, pues gracias a ello tenemos derecho a desear la alegra y no el dolor a aquellos a quienes amamos (EE 74). Haya o no haya cierta incoherencia en esta conclusin, es claro que esa dialctica de dolor y alegra es constante en el lenguaje mstico: la noche oscura es noche gozosa; la llama hiere tiernamente etc. En esto no hay en ella demasiada novedad, pero quiz s que la hay en sacar esta dialctica de nuestra historia concreta para llevarla a la naturaleza misma de la creacin. Quiz s que se puede decir sin temor que el conocimiento de la desventura es la clave del cristianismo (EE 75) o incluso que la desdicha est realmente en el centro del cristianismo (EE 81). El problema reside mas bien en cmo se explica esa clave (si es que hay que intentar explicarla): si en trminos de naturaleza o en trminos de historia.. Ya he dicho que SW me recuerda (como algunos otros telogos racionalistas insignes) al San Anselmo del Cur Deus homo: el afn anselmiano por eliminar el escndalo de la cruz para reducirlo a un elemento de autntica necesidad metafsica, acab explicando mal la cruz y dando una imagen terrible de Dios. SW puede correr un riego paralelo. Y sin embargo, a nivel de la experiencia creyente, an ms que al de la explicacin racional, hay observaciones que no conviene dejar escapar: Nos preguntamos por qu Dios permite la desdicha; tambin podramos preguntarnos por qu Dios ha creado... Parece evidente que Dios es ms grande que Dios y la creacin juntos. Al menos lo parece si se piensa en Dios como Ser. Pero no es as como se debe pensar en l. En cuanto se piensa en Dios como amor, se siente esa maravilla del amor que une al Hijo y al Padre en la unidad eterna del Dios nico y por encima de la separacin del espacio, el tiempo y la cruz. Dios es amor, y la naturaleza es necesidad; pero esta necesidad por obediencia es un espejo del amor. De la misma forma Dios es alegra y la creacin es desdicha; pero es una desdicha resplandeciente por la luz de la alegra (EE 83) Esto le llevar prcticamente a concluir que Cristo es la propia misericordia hecha desventura (EE 80). La teologa clsica (pensando a Dios precisamente en trminos de ser) no aceptara que Dios solo es ms grande que Dios y la creacin juntos, porque sta, al ser finita, no aade ni mengua nada la plenitud de lo Infinito. SW anticipa aqu una intuicin ya evocada, que se ha hecho moneda corriente en algunas reflexiones ltimas sobre la creacin: para hacer posibles el espacio y el tiempo, que no caben en l,19

Dios tiene de alguna manera que retirarse. Ya en la creacin aparece un primer amago de lo que luego en Cristologa aparecer como la knosis o anonadamiento de Dios. Pero si hasta aqu se le puede dar razn a SW, lo que me parece otra vez ms discutible es esa afirmacin tan axiomtica: Dios es amor y la naturaleza es necesidad. Tampoco tiene mucho sentido ensalzar esa necesidad como obediencia que es un trmino que slo puede brotar de la libertad. En todo caso, y vista la esplndida alusin a Dios como maravilla de amor que une al Hijo y el Padre etc. cabra decir que, para SW, la Trinidad viene a ser la cruz en un mundo de gloria y santidad. Mientras que la Cruz no es ms que la Trinidad en un mundo de finitud y de mal. A pesar de la analoga que tendra en esta formulacin el trmino cruz. En conclusin, SW ha intuido formulaciones teolgicas que iluminan (sin explicarla) la desventura. Pero las ha formulado valindose de su propia filosofa, intentado con ello no una iluminacin sino una explicacin convincente, y ello pone de relieve la imposible verdad de su empeo. Imposible como verdad total. Las parciales luces que SW descubre le permitirn luego encontrar una serie de actitudes cristianas ante la desventura, que confirman la presencia de Dios. En esto coincidira con otros muchos msticos, ms all de cul sea la razn ltima de esas actitudes. 3.4.-Algunas actitudes derivadas. 3.4.1.-SW sostiene que desear la desventura es una perversin Y eso es importante como clave hermenutica de otras palabras que parecen sugerir lo contrario. Aade sin embargo que podemos amar su posibilidad (EE 71), y que esa posibilidad est tambin presente en la alegra; cosa quizs discutible, pero que ella justifica porque eso es como amar el orden de la creacin. Por esa presencia de la doble posibilidad contradictoria llega a afirmar que un hombre perfectamente feliz puede al mismo tiempo gozar plenamente de la felicidad y llevar su cruz, si tiene realmente, concretamente y en todo momento, conocimiento de la posibilidad de la desdicha (EE 73). Otra vez encontramos la clsica dialctica dolorgozo del lenguaje de los msticos, aunque en stos el dolor aparece mucho ms como obra de la purificacin del yo, o como obra de la solidaridad con el dolor del mundo, es decir: como fruto del desorden de la creacin, mientras que en SW aparece mucho ms como orden de la creacin. Por eso es inevitable evocar a Nietzsche al leer estas palabras de SW. Creo que sobre ellas caera el mismo brutal desprecio de Nietzsche al cristianismo con sus dosis de razn y de injusticia. La ltima frase citada de SW, sobre el hombre perfectamente feliz, puede leerse como expresin de la conciencia de gratuidad: el hombre perfectamente feliz sabe al mismo tiempo que su felicidad es gratuita y no suya. La proclama de Zaratrusta: todo placer pide eternidad (demasiado global como todo lo de Nietzsche) puede significar que, cuando de veras la pide, es porque est maltratado por la conciencia de su fugacidad y de su fragilidad. En la demanda de eternidad del20

placer hay, sin querer, un atisbo de su carcter gratuito, y una constatacin de esa contradiccin que constituye al ser humano, el cual para realizarse plenamente necesita recibir gratuitamente aquello que le realiza (el amor por ejemplo no puede ser exigido). Esta aceptacin de la dialctica de lo humano, a la que ya aludimos, encajara a mi modo de ver mucho mejor en las intenciones de SW que esa otra aceptacin del orden de la creacin que me resulta demasiado cosmolgica. 3.4.2.-Ese deseo de la desventura es posible porque implica la aceptacin de la muerte del yo. Este tema de la mentira de nuestro ego, es tpico de innumerables tradiciones msticas y sapienciales (SW evoca a Platn: filosofar es aprender a morir23) e incide en la conocida mxima evanglica: quien quiere salvar su yo lo pierde, y quien pierde su yo lo salva. En SW esa muerte del alma es por amor a la verdad (EE 76), explicacin que puede quedar insuficiente y que luego completa con esta otra: No se puede aceptar esa muerte del alma si no se tiene otra vida adems de la vida ilusoria del alma; si uno no tiene su tesoro y su corazn fuera de s: no slo fuera de su persona sino tambin fuera de todos sus pensamientos y sentimientos... en las manos de nuestro Padre que est en lo secreto (EE 76). De este modo la desventura acontece en el fondo de una seguridad de acogida. Esto es lo que lleva a la compasin mxima y a una solidaridad aliviadora. Ya en La espera de Dios, SW haba dejado constancia de que no existe contradiccin entre el amor a la belleza del mundo y la compasin. Este amor no impide sufrir cuando se es desdichado ni impide sufrir porque otros lo sean. El amor a la belleza del mundo se sita en un plano distinto al sufrimiento (111). No habla aqu de desventura propiamente, pero mantiene unidos dos planos que los hombres tendemos a separar, y que la mstica tiende a unir. Ahora la desventura potencia la compasin: aquellos que no han mirado la cara de la desdicha o no estn dispuestos a hacerlo, no pueden acercarse a los desdichados ms que protegidos por el velo de la mentira o la ilusin... En cambio el benefactor de Cristo... proyecta hacia el otro todo su ser; y desde ese momento el impulso de dar de comer es tan instintivo, tan inmediato, como el de comer uno mismo cuando tiene hambre. Esta es probablemente la leccin ms vlida de SW: al proyectar su propio ser en el de aquellos a quienes socorren, les dan por un momento algo de lo que la desventura les ha privado: una existencia propia (EE 78; subrayado mo). Y a continuacin: quien ve a un desventurado y proyecta en l su propio ser hace nacer en l por medio del amor, al menos por un momento, una existencia ajena a su desventura (79). Sin darse cuenta SW ha abandonado al menos por un momento su obsesin por justificar racionalmente la desventura y quizs ha encontrado la mxima explicacin posible de ella. Finalmente, todo esto tiene para SW una fundamentacin cristiana. La desventura est para SW en el centro del cristianismo, no por una complacencia mrbida en

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como hubiese podido evocar a Buda 21

el sufrimiento y el dolor (EE 81) sino porque el cumplimiento del nico mandamiento doble: -ama a Dios y al prjimo-, pasa por la desventura. No se pude amar a Dios sino mirando la Cruz. Y en cuanto al prjimo, Cristo dijo quin es ese prjimo al que debe dirigirse el amor (EE 81, con alusin a Mateo 25). Siendo esto una verdad incuestionable, da la sensacin de que aqu SW ha ampliado enormemente el concepto de desventura que antes estuvimos intentado aquilatar: aqu podra entrar simplemente el sufrimiento, el hambre etc. Aunque pocas lneas ms abajo nuestra autora vuelve al concepto ms estricto. Pero esa oscilacin merece ser notada. Hay pues un vnculo esencial entre la cruz y la desventura y por eso, slo una cosa permite aceptar la verdadera desdicha: la contemplacin de la cruz de Cristo (84). Y a la vez slo la presencia de Cristo en el alma puede poner en ella la verdadera compasin (80). Quiero recordar que SW haba sido ya una izquierdosa radical, antes de su encuentro con Jesucristo. Por tanto, esta frase parece sugerir algn cambio producido en su actitud interior a raz del encuentro con Cristo. Estos dos slo de las frases antes citadas, me parecen decisivos en la conclusin a que llega SW que acaba siendo no una teodicea conseguida desde la mstica, sino una plena aceptacin de la Cruz obtenida desde la experiencia mstica. Falta quizs una explicacin ms global de la cruz24. Pero hay que decir en positivo, que esa cruz est mucho ms volcada al dolor del mundo que la noche oscura habitual de los msticos. De ah esta conclusin sorprendente e importante: Una madre, una esposa, una novia, que saben en la angustia a aqul a quien aman y no pueden ni socorrerle ni unirse a l, querran al menos padecer un sufrimiento equivalente a los suyos para estar menos separadas de l, para ser aliviadas del pesado fardo de la compasin impotente. Cualquiera que ame a Cristo y se lo imagine en la cruz, debe experimentar un alivio semejante ante el impacto de la desdicha (EE 84). Seguramente este prrafo dara para interminables discusiones prcticas. Pero lo importante no es eso sino hasta qu punto la experiencia mstica de SW es una experiencia vuelta completamente al dolor del mundo y que no trata de cerrar los ojos a l para encontrarse as con l.

4.-Conclusiones4.1.- La aportacin ms positiva y decisiva del esfuerzo de SW es la inseparabilidad entre belleza y desventura, en contra de lo que tiende a hacer hoy una cierta teologa pseudoprogre y pseudomstica. En este punto SW ha sido autntica pionera. En adelante no ser posible hablar de la experiencia mstica, ni de experiencia religiosa, si sta no comporta unos ojos bien abiertos a las vctimas y al dolor deEn la lnea de que cuando a Dios la creacin se le va de las manos (y que nadie se asuste por esta formulacin: pues eso exactamente es el pecado), Dios no decide ni destruir esa creacin, ni entrar en ella a travs de un golpe de estado que anule las libertades, sino exponerse l mismo amorosamente al pecado de esa creacin. Sabiendo que el amor es ms fuerte que el mal y que de esta manera la creacin, capaz de tanto Amor, quedar justificada. Para esto es imprescindible sin duda que Jess muera por vivir como haba vivido, pero es tambin necesario que Jess muera por una decisin divina(la de someterse l mismo a esa creacin desordenada). Quiz era esto lo que san Anselmo quiso, y no supo, explicar.24

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este mundo de Dios y sin Dios. Ojos que vean y obliguen a que sienta el corazn. Vale aqu una parfrasis de la primera carta de Juan: si alguien dice estar unido con Dios a quien no ve, y no est unido a su hermano al que ve, es un embustero. Y esa unin con el hermano la haba descrito el captulo anterior de esa misma carta: si viendo a su hermano en necesidad cierra las entraas cmo es posible que resida en l el amor de Dios? 4.2.- Este mrito sigue vigente aunque pueda ser atemperado, y aunque pueda haber tenido en SW rasgos particulares, debidos a su idiosincrasia y a su historia. Ayudar aqu la comparacin con otra juda mrtir y gran testigo de nuestra poca: Etty Hillesum (EH) muerta en Auschwitz. Aunque no sabemos todo lo que al final sufrira EH, parece claro que junt tambin los dos extremos (belleza injustificada y desventura injustificada) de manera menos desgarradora y ms armnica. Quiz se debi eso a que EH nunca pretendi ser una primera en solidaridad (como pareca intentar SW con su plan de enfermeras de primera lnea, que no era para ella) sino, ms modestamente, una sonrisa aliviadora. La holandesa parece haber llegado a la mxima solidaridad no desde un imperativo categrico, sino desde la profundizacin mxima de lo humano. Es por eso menos estoica y ms judeocristiana. Quiz porque haba vivido bien, conocido el amor, la fijacin en s y la depresin... y sus misma reacciones ante la vida la fueron llevando a comprender lo mejor de lo humano. Y tambin porque EH cont con la ayuda de un acompaante para ella excepcional. SW nunca lo tuvo porque no se atreva a confiar por su excesivo racionalismo. Admir y apreci a personas (como el dominico Perrrin) pero no fue capaz de decrselo. Nunca se quit ni un solo trapo de su psiquismo ante las personas a las que trataba ms ntimamente. 4.3.- Pasando ahora a los contenidos, me quedo con la sospecha de que, al menos a nivel de lenguaje, hay en SW un amor fati estoico no superado, aunque ella dijera que esa era la explicacin que se daba antes de alcanzar la fe. Es tambin la explicacin que se da hoy entre muchos no creyentes admirables, que slo desde ah logran mantener su voluntad de compromiso. Se entiende por ello la enorme interpelacin que el estoicismo supuso para la primera Iglesia. Pero el cristiano sentir la necesidad de superar ese carcter impersonal del hado, aunque su fe necesite a veces la misma voluntad que la tenacidad del estoico. En SW, el hado se ha convertido ahora en la necesidad que Dios ha querido para su creacin. La teologa, en mi opinin, tampoco ha salido a flote para sustituir ese hado por la aceptacin confiada, creyente y con una dosis de aquello que el Vaticano I llam sacrificium intellectus. 4.4.- A pesar de una advertencia expresa que acabamos de citar (desear la desventura es una perversidad), me quedo con la sensacin de que SW parece a veces buscar la desventura, ms por afn de entenderla y justificarla, que por verdadera solidaridad con los desventurados. Quiz ella pensaba que esa explicacin haba de ser su contribucin para con los desventurados. Pero se percibe ah una cierta contradiccin con la afirmacin de que pertenece a la desventura el que ella se te impone sin t quererla. 4.5.- De cara a una teologa fundamental para el mundo de hoy, la cuestin de mstica y teodicea plantea otra tarea en la que SW resulta tambin pionera: la necesidad de unir testigos y argumentos. El mstico, por su experiencia, no necesita argu23

mentos: ha visto; y en esto se parece un poco a los Apstoles testigos de la Resurreccin. La inmensa mayora de los creyentes no llegamos a ese tipo de experiencias y estamos remitidos a aceptar la experiencia de otros testigos (aunque tenga sus envolturas culturales no siempre tan vlidas como la experiencia). Pero, para fiarse del testigo, un ser racional habr de tener argumentos que hagan esa confianza no matemtica pero s razonable, dado que ese tipo de experiencias con toda la seguridad que pueden acarrear consigo- son a la vez algo de lo ms falsificable que hay. Los argumentos, pues, han de ser fecundados por los testigos para no quedar estriles y dar de s todo lo que pueden. A su vez, los testigos deben desposar a los argumentos, para mejor transmitir aquello que les cambi a ellos. SW me parece haber sido a la vez testigo y argumento. 4.6.- Finalmente, y aunque SW no aluda a esto en su escrito, conviene recordar que el tema de Dios y el dolor es muy distinto cuando esta vida es la nica vida y el nico valor pleno que tenemos, y cuando esta vida es slo una gestacin, cuyo sentido est ms all de ella. La prdida total del horizonte escatolgico creyente en la cultura moderna ha agudizado el problema de la teodicea. En este sentido, los cristianos deberan decir, con mi amigo Quim Menacho, que el cielo puede esperar, pero tambin que el cielo no puede ser olvidado25. A la ms honda experiencia mstica pertenece tambin el rezo del salmista: mi alma tiene sed de Dios cundo llegar a ver Su rostro?...

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Cf. J. MENACHO, El cielo puede esperar; Cuadernos Cristianismo y Justicia, n. 119. 24