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De la patrimonialización como intento constructor de identidad colectiva Gonzalo Esteban Calderón Mendoza Para el foráneo amante de las expresiones culturales, y ávido de conocimiento multidimensional sobre el lugar que lo ha recibido, es una actividad enriquecedora e imprescindible el acudir a los centros continentes donde se presentan y exponen, de manera discursiva y organizada, las representaciones materiales e inmateriales de las diversas identidades colectivas; lo que es posible dilucidar como “bienes culturales”. Como paradigma contemporáneo de dichos centros podemos señalar el caso de los museos; museos de distintas raigambres y sustratos, tan variopintos como son las mismas identidades a las que pretenden “dibujar”. Dentro del marco museístico actual ha de reconocerse que el patrimonio no puede circunscribirse a una arena histórico-artística cerrada. Más que eso, el patrimonio se manifiesta –fundamentalmente- como una cuestión social y cultural, concerniente a grupos humanos que –por sí mismos- precisan de medios de representación y consolidación de sus identidades colectivas. (Arrieta Urtizberea, 2010) Y es que la construcciones de las identidades colectivas acaecen como hechos sociales totales (históricos, irreversibles e inexcusables) que, en términos de Marcel Mauss (1995), ponen en movimiento a todas las sociedades y sus instituciones, como sistemas sociales completos y complejos que esgrimen elementos jurídicos, económicos, religiosos, estéticos, morfológicos, axiológicos y ontológicos. Es trascendental tener en cuenta que todo colectivo humano evidencia una pluralidad y una complejidad inherentes al contener una amplia gama de asociaciones y grupos fundados “…en distinciones de clase, género, orientación sexual, religión, creencias morales e ideología política(Will Kymlicka, citado en Arrieta Urtizberea, 2010: 305). Diferentes propuestas identitarias y distintos sentimientos de pertenencia son ejes trasversales del patrimonio cultural, en tanto las identidades de los sujetos humanos son relacionales antes que absolutas. En esta visión relacional es de alta pertinencia el recurso al que Iñaki Arrieta Urtizberea (2010) acude acerca del “campo patrimonial”. Éste concepto –rescatado del amplio bagaje intelectual de Pierre Bourdieu- elucida la caracterización de un juego de relaciones de fuerza dirigidas por unos agentes interrelacionados que tienen como objetivo lograr el monopolio de la definición y las utilizaciones del patrimonio cultural, aceptando ciertas reglas determinadas (doxa) a pesar de sus niveles de antagonismo. En lo que se refiere directamente al ámbito político de los museos –y centros de interpretación- se considera, de manera principal, “…la presencia y el papel conjunto de instituciones, dotadas de oficialidad y supuestamente, especializadas y capacitadas para indicar, decidir, marcar e incluso gestionar aquello considerado patrimonial, aplicando visiones determinadas y persiguiendo objetivos concretos.” (Rubio-Ardanaz, 2014: 125) A través de la circulación de diferentes tipos de capitales (económico, cultural, social y simbólico) dichos agentes disputan en el campo patrimonial, en aras de imponer su visión específica acerca de los bienes culturales y su capacidad para simbolizar la identidad colectiva: se entiende que el problema acuciante tiene que ver con los usos sociales del patrimonio (Arrieta Urtizberea, 2010); es decir, de lograr una posición cultural hegemónica, en términos gramscianos (Mir García,

Gonzalo Esteban Calderón Mendoza - De La Patrimonialización Como Intento Constructor de Identidad Colectiva

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Gonzalo Esteban Calderón Mendoza - De la patrimonialización como intento constructor de identidad colectiva

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  • De la patrimonializacin como intento constructor de identidad colectiva

    Gonzalo Esteban Caldern Mendoza

    Para el forneo amante de las expresiones culturales, y vido de conocimiento multidimensional sobre el lugar que lo ha recibido, es una actividad enriquecedora e imprescindible el acudir a los centros continentes donde se presentan y exponen, de manera discursiva y organizada, las representaciones materiales e inmateriales de las diversas identidades colectivas; lo que es posible dilucidar como bienes culturales. Como paradigma contemporneo de dichos centros podemos sealar el caso de los museos; museos de distintas raigambres y sustratos, tan variopintos como son las mismas identidades a las que pretenden dibujar.

    Dentro del marco musestico actual ha de reconocerse que el patrimonio no puede circunscribirse a una arena histrico-artstica cerrada. Ms que eso, el patrimonio se manifiesta fundamentalmente- como una cuestin social y cultural, concerniente a grupos humanos que por s mismos- precisan de medios de representacin y consolidacin de sus identidades colectivas. (Arrieta Urtizberea, 2010)

    Y es que la construcciones de las identidades colectivas acaecen como hechos sociales totales (histricos, irreversibles e inexcusables) que, en trminos de Marcel Mauss (1995), ponen en movimiento a todas las sociedades y sus instituciones, como sistemas sociales completos y complejos que esgrimen elementos jurdicos, econmicos, religiosos, estticos, morfolgicos, axiolgicos y ontolgicos.

    Es trascendental tener en cuenta que todo colectivo humano evidencia una pluralidad y una complejidad inherentes al contener una amplia gama de asociaciones y grupos fundados en distinciones de clase, gnero, orientacin sexual, religin, creencias morales e ideologa poltica (Will Kymlicka, citado en Arrieta Urtizberea, 2010: 305). Diferentes propuestas identitarias y distintos sentimientos de pertenencia son ejes trasversales del patrimonio cultural, en tanto las identidades de los sujetos humanos son relacionales antes que absolutas.

    En esta visin relacional es de alta pertinencia el recurso al que Iaki Arrieta Urtizberea (2010) acude acerca del campo patrimonial. ste concepto rescatado del amplio bagaje intelectual de Pierre Bourdieu- elucida la caracterizacin de un juego de relaciones de fuerza dirigidas por unos agentes interrelacionados que tienen como objetivo lograr el monopolio de la definicin y las utilizaciones del patrimonio cultural, aceptando ciertas reglas determinadas (doxa) a pesar de sus niveles de antagonismo.

    En lo que se refiere directamente al mbito poltico de los museos y centros de interpretacin- se considera, de manera principal, la presencia y el papel conjunto de instituciones, dotadas de oficialidad y supuestamente, especializadas y capacitadas para indicar, decidir, marcar e incluso gestionar aquello considerado patrimonial, aplicando visiones determinadas y persiguiendo objetivos concretos. (Rubio-Ardanaz, 2014: 125)

    A travs de la circulacin de diferentes tipos de capitales (econmico, cultural, social y simblico) dichos agentes disputan en el campo patrimonial, en aras de imponer su visin especfica acerca de los bienes culturales y su capacidad para simbolizar la identidad colectiva: se entiende que el problema acuciante tiene que ver con los usos sociales del patrimonio (Arrieta Urtizberea, 2010); es decir, de lograr una posicin cultural hegemnica, en trminos gramscianos (Mir Garca,

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    2014); ello se puede vincular con la estructuracin de un logopoder (Martnez Rivillas, 2011) cultural, con mecanismos de poder definidos que tienen una sintaxis y una semntica especfica dentro del lenguaje del campo patrimonial- que obedecen a unas reglas de dominio concretas, junto a la doxa inherente al propio campo.

    El patrimonio, y los aspectos que trae aparejados, se elucida hoy en un contexto de dominio del capitalismo neoliberal y financiero- como recurso que permite reforzar ideas y justificar acciones dirigidas a aumentar la actividad comercial y el consumo en las sociedades particulares, basndose en el recuerdo y la identificacin con emblemas y personajes de carcter simblico, casi mtico, con un espritu fuertemente histrico (Rubio-Ardanaz, 2014).

    Empero, en el estadio poltico de disputa entre agentes, no slo la oficialidad tiene lugar y posibilidad de accin. Es as como con Juan Antonio Rubio-Ardanaz (2014) encontramos la posibilidad de reconocer una diferenciacin entre los tipos de esferas y constructos de participacin en el campo (de lucha) patrimonial: formales y silenciosos.

    En el marco de las instituciones oficiales y especializadas, las ms capacitadas en principio, se halla ubicada la esfera musestica en concordancia con unas funciones bien delimitadas: gestin, salvaguarda, restauracin, conservacin, difusin e investigacin (Rubio-Ardanaz, 2014). Esta esfera ha sido la que, unilateralmente, se ha autoproclamado como ente sagrado de decisin (diccin, determinacin, delimitacin, dibujo) sobre lo que los colectivos humanos especficos han de entender y comprender como patrimonio cultural.

    Sin embargo, y aparte de esa esfera, podemos atender a la existencia de constructos patrimoniales erigidos fuera de los rangos de preeminencia de la institucionalidad y la oficialidad, por medio de la puesta en marcha de una manera de juego patrimonial silencioso (Rubio-Ardanaz, 2014: 126). No es inevitable el referenciar el patrimonio desde bases siempre formales, eclesisticas o cientficas; son realizables y pertinentes- empresas de construccin de identidad, desde el patrimonio cultural, a travs de perspectivas y posiciones civiles y populares, que contemplan y afirman la presencia de un patrimonio subyacente en los constructos socioculturales.

    Las esferas se ubican en lugares diversos, pero confluyen en el marco de la construccin identitaria mediante la dilucidacin del patrimonio cultural colectivo, en un sentido estructural. Tanto la institucional-oficialista-formal como la silenciosa-subyacente, se aprehenden como flancos de un mismo territorio de disputa patrimonial; estos flancos, cuya distancia es profundamente variable y dinmica, delimitan el mapa la constitucin cultural del patrimonio de los colectivos humanos.

    Los puntos de enfrentamiento se plasman en cuestiones como el dnde, junto al cmo y el porqu () surgen y se manifiestan los elementos y acciones que van a considerarse patrimoniales. Pero tambin el para qu y a favor de quin, es decir qu tipos de valores, ideas y relaciones sociales sustenta o construye (Rubio-Ardanaz, 2014: 128).

    Los mencionados cuestionamientos requieren ser atendidos por la visin antropolgica, la cual no ha de desdear las opiniones de ninguna de las dos esferas que son, juntas, gestoras y creadoras de cultura. Es el trabajo antropolgico en un tratamiento multidisciplinar con las dems ciencias sociales y humanos- un instrumento para interpretar todas las especificidades de las diferentes posiciones e intencionalidades socioculturales; para apuntar a comprender la

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    esencia de lo que conciben y configuran -a travs de puestas en valor- como patrimonio. El patrimonializar (estructurar cultural) es, de manera esencial, un fenmeno sociocultural: edificacin de sociedad y cultura.

    Compartimos la propuesta de Rubio-Ardanaz (2014) de comprender el patrimonio como un hecho social que se expresa en escenarios precios. Y como escenario de gran importancia el devenir del museo como espacio holstico de la cultura, la historia y la sociedad.

    Por esta lnea, es imprescindible no perder de vista dos necesidades claras: Por una parte, dar entrada a la realidad social de la cual proceden los elementos que van a ser parte de los denominados patrimonio material y patrimonio inmaterial. Y por otra, describirlos detallada y correctamente (Rubio-Ardanaz, 2014: 130).

    Los museos no han de terminar como gigantes de piedra muertos; son, ellos mismos, archivos vivos, caminantes. No deben dedicarse a una labor de acumulacin, coleccin y exposicin de bienes materiales o inmateriales, sin ms; como si aquellos no contuvieran una esencia viva. Por ello es menester establecer los conjuntos de informacin y saberes culturales que respaldan los bienes, en relacin a sus sistemas de origen y las estructuras sociales que los explican y sostienen, desde la valiosa cotidianidad de los colectivos humanos como fuentes de contradicciones y contraposiciones, como grupos que aplican acciones creativas y comunicativas cambiantes.

    A estos efectos es de notoria utilidad el aporte terico de Mauss (1995) en lo que atae a los principios de observacin en plan de estudios de una sociedad relacionados con la museografa. Mauss refiere, como piedra angular, un edificio terico compuesto por visualizacin y anlisis de la morfologa social (demografa, geografa humana, tecnomorfologa), la fisiologa (tcnicas, estticas, economa, derecho, religin, ciencia) y los fenmenos generales (lengua, fenmenos nacionales, fenmenos internacionales, etnologa colectiva, psicologa poltica, fenmenos biolgicos).

    Es particularmente dentro de este edificio epistemolgico donde las instituciones museogrficas adquieren importancia resaltable en tanto desarrollan una funcin de tejedoras de inventarios del patrimonio cultural de las sociedades, en todos los rangos objetuales e inmateriales, por medio de la sobriedad y la claridad. La museografa de cualquier sociedad consiste en el establecimiento de sus archivos culturales: todos los museos son archivos, y archivos vivos, como hemos recalcado ms arriba.

    El caso del actual Museo Provincial de Cceres

    Un ser arquitectnico e histrico: el Palacio de las Veletas. Un objetivo: la construccin de la identidad provincial cacerea desde el reconocimiento patrimonial-cultural. Una anomala que depreda: el capitalismo financiero neoliberal que acapara los recursos econmicos en otros sectores.

    Desde quienes mantienen un vnculo estrecho con el Museo incluyendo miembros de la sociedad civil-, sin poner como punto central el clculo utilitarista, se realizan tareas ingentes y apreciables, intentando sortear el abandono progresivo, y de raz presupuestal, por parte de la oficialidad poltico-administrativa. A pesar de esa cruenta dificultad, el personal del museo apela a mantener, de manera comprometida, unos objetivos transversales (muy relacionados con los

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    fundamentos tericos expuestos con anterioridad): la adquisicin, la conservacin, la investigacin y la comunicacin.

    La adquisicin no slo contempla el patrimonio arqueolgico, sino tambin aquellos de sustratos etnolgicos y artsticos. La conservacin no slo apunta a ser preventiva sino tambin restaurativa. La teora desempea su verdadero papel al incitar la investigacin, a travs de la cual ha de ser comprobada (Mauss, 1995); esa actividad investigativa se desarrolla en el Museo Provincial desde la recuperacin patrimonial, la motivacin y el fomento a los investigadores y el refuerzo de una biblioteca especializada.

    Aqu, la antropologa visual juega un papel cardinal. Ya que la fotografa etnogrfica es un documento vivo de la cultura. Su material constituye un testimonio de espacios y usos detenidos, que nos cuentan un pasado () ya perdido en el tiempo, a la vez que supone una labor continuada e inacabada porque con su cmara sigue creando nuevos registros de memoria del futuro (Agudo Torrico & Fernndez de Paz, 2006). El Museo concurre a las fotografas como documentos que dan cuenta de la movilidad y dinmica de su cultura natal, aceptando el rol de las fotografas etnogrficas como testimonios privilegiados de la memoria que se va diluyendo entre las nuevas generaciones. En los campos rituales el deseo algo idealista- es hacer que el tiempo y sus comportamientos se detengan y se reproduzcan en una constante inamovilidad.

    Lo anterior depende ampliamente, tambin, de la sociedad civil y la institucionalidad gubernamental: se ha de empezar la introduccin, en los mbitos educativos, de asignaturas de gramtica visual y comentario de la imagen, una hermenutica grfica, si se quiere (Canals, 2011).

    La comunicacin, el plano fundamental de la relacin entre el Museo y su sociedad, se presenta como una accin valorable. Desde las publicaciones ahora slo virtuales, por la carencia de fondos- y el aprovechamiento de la tecnologa contempornea de la informacin, se moldea una va de retroalimentacin entre el Museo y los cacereos, aunque cabe decir que estos ltimos tienen en su casco monumental un valor que han relegado al turismo. En otra faceta de la labor comunicativa, la educacin deviene como el esfuerzo ms destacable de cualquier proceso de endoculturacin: el Museo se acerca a los nios y jvenes, e implementa un interesante plan de voluntariado para los mayores.

    El intento de la construccin colectiva de la identidad cacerea, a travs del patrimonio cultural, desde el pasado arqueolgico romano hasta los caracteres agropastoriles y trashumantes y las expresiones artsticas y artesanales populares, se ve afectado, irrecusablemente, por el dficit de financiacin por parte de la institucionalidad gubernamental; en el panorama consumista del mundo de hoy, en los dominios del sistema econmico neoliberal a ultranza, lamentablemente, los arrestos y bros culturales precisan de recursos monetarios.

    Lo anterior tambin es detectable gracias a la crisis en los sistemas educativos bsicos, secundarios y universitarios; crisis que es un epifenmeno del carcter crtico caracterstico del modelo econmico imperante en el mundo. Dentro de la academia, la teora ha tomado un tamiz superficial, cuando sta y la prctica no pueden vivir de manera independiente. Los errores tericos conllevan a desastres fcticos y, si no se permite tiempo ni recursos para ser investigaciones extensas y con contenido terico, tampoco vamos a poder ofrecer modeles aplicables para la intervencin social (Canals, 2011).

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    El Museo aspira a paliar las dificultades acudiendo a una dinmica asistencialista desde su asociacin de amigos, pero esto no es suficiente. La incapacidad de tener profesionales en antropologa o etnologa, de forma permanente, se nota en los vacos que se denotan en el gran volumen objetual sin la interpretacin, el estudio y el anlisis precisos para acercarlo a su sociedad, a sus grupos humanos. Los cristales sucios y empaados, los radiadores mal puestos y discordantes, los montajes apresurados e inertes y la ausencia de folletos, son hechos sintomticos de la despreocupacin de los prohombres del nivel poltico-administrativo. El Museo lucha contra una reduccin que lo conduzca a ser slo concreto sobre un aljibe.

    Bibliografa

    AGUDO TORRICO, Juan & FERNNDEZ DE PAZ, Esther (2006). Mario Fuentes: medio siglo de fotografa etnogrfica, en: Mus-A: Revista de los museos de Andaluca, n. 6, p.p. 122-125.

    ARRIETA URTIZBEREA, Iaki (2010). El campo patrimonial y musestico: un espacio cultural conflictivo, en: Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares, vol. LXV, n. 2, pp. 303-336, julio-diciembre.

    CANALS, Roger. (2011, marzo 15). Roger Canals: "Las imgenes no slo documentan, tambin provocan procesos de transformacin social". La Vanguardia, en lnea, disponible en: http://www.lavanguardia.com/cultura/20110315/54126816920/roger-canals-las-imagenes-no-solo-documentan-tambien-provocan-procesos-de-transformacion-social.html

    MARTNEZ RIVILLAS, Alexander (2011). Estudio sobre la teora del poder en Michel Foucault. Pijao Editores, Ibagu.

    MAUSS, Marcel (1995). Introduccin a la etnografa. Ediciones Istmo, Madrid.

    MIR GARCA, Jordi (2014). Gramsci y la sociedad intercultural. Intervencin Cultural, Vilasar de Dalt.

    RUBIO-ARDANAZ, Juan Antonio (2014). Antropologa y maritimidad: Entramados y constructos patrimoniales en el Abra y Ra de Bilbao. Museo Martimo Ra de Bilbao Bilboko Itsadarra Itsas Museoa, Bilbao.