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    ESO QUE LLAMAMOS AGUADA. SU LUGAR EN LA ARQUEOLOGA DEL NOROESTE ARGENTINO

    Ins Gordillo1

    Resumen El presente trabajo propone una revisin de la problemtica Aguada, de su lugar y transformaciones en la historia de las investigaciones arqueolgicas del Noroeste argentino (NOA). La intencin es explotar el potencial que ofrece el tema para abrir un espacio de anlisis y reflexin sobre las categoras empleadas para su definicin, dentro de los paradigmas que sucesivamente han enmarcado nuestras interpretaciones, as como las posiciones encontradas y tensiones que estas ltimas han generado. La construccin del conocimiento arqueolgico de la regin a lo largo de varias dcadas hace de Aguada y del perodo asociado dentro de los esquemas de periodizacin vigentes (Perodo Medio, Perodo de Integracin Regional, Formativo Medio o Formativo Superior) un lugar emblemtico sobre el devenir, la reformulacin y la confrontacin de ideas en el terreno de las explicaciones arqueolgicas. En este sentido, luego de un examinar su trayectoria, la propuesta es atender el estado actual de la cuestin, dado que algunas de las investigaciones ms recientes han abierto una serie de interrogantes y de nuevas lneas de abordaje que conducen a un replanteo del fenmeno. Entre muchos problemas se discute hoy el carcter de los cambios que lo definen, su escala, alcance y particularidades en trminos de organizacin social, poltica y econmica, las materialidades y prcticas sociales que lo distinguen dentro del proceso histrico seguido por las sociedades que habitaron el sector meridional del NOA durante el primer milenio AD., as como su dimensin temporal y los procesos de abandono que definen el final de las ocupaciones Aguada y, segn se interprete, tambin el final del Formativo. Introduccin: Habemus Aguada? Para muchos de quienes trabajamos con Aguada siempre ha sido una dificultad optar por el nombre del perodo dentro del cual se la incluye, as como emplear las categoras ms adecuadas para referirla. La eleccin resulta crucial a la hora de pensar los ttulos de nuestros artculos, los que con frecuencia encuadran en segunda lnea a nuestro caso de estudio dentro de los esquemas de periodizacin establecidos, en un espacio cuya condicin no admiten extensas aclaraciones al respecto. Encasillar ese fenmeno bajo alguna terminologa particular implica, de alguna manera, una toma de posicin, an cuando no acordemos plenamente con ninguna de las formulaciones e interpretaciones vigentes en la materia. Esta situacin es particularmente notable con Aguada, pero en verdad, es aplicable a muchos otros casos donde operan categoras clasificatorias ambiguas y cuestionadas; sin ir ms lejos esto ocurre tambin con el concepto de Formativo que aqu nos convoca. Nuestra imagen sobre Aguada se ha construido en gran medida a partir de su asociacin con un perodo especfico dentro del desarrollo prehispnico en la regin valliserrana meridional, denominado alternativamente como Perodo Medio (Gonzlez 1961-64), Formativo Medio (Nuez Regueiro 1974), Formativo Superior o Floreciente Regional (Raffino 1988) y Perodo de Integracin Regional (Nuez Regueiro y Tartusi 1987; Prez Golln y Heredia 1987). La falta de homogeneidad, su ausencia en reas significativas y a veces su indiferenciacin o continuidad con los grupos y procesos sociales previos o paralelos, llevan a algunos autores a cuestionar incluso su condicin de perodo, negando su existencia como tal o incluyndolo dentro del Formativo. Pero,

    1 Instituto de Arqueologa, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires. [email protected]

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    cualquiera sea su dimensin sociocultural, su alcance espacial y la categora con que se la escuadre dentro de la secuencia cultural del NOA, lo cierto es que Aguada tiene alguna forma de entidad fctica. Me permito entonces ensayar aqu una brevsima nocin de Aguada y de las sociedades que engloba. Las mismas, han sido identificadas a partir de registros regionales y locales que sugieren un incremento de la poblacin -dada la importante densidad de sitios de habitacin- con un patrn de instalacin ms complejo y heterogneo, as como un perfil novedoso en la explotacin o manejo de los recursos agrcola-ganaderos (Laguens 2006; Callegari y Gonaldi 2006; Figueroa, Dantas y Laguens 2010). Asimismo se caracterizan por la especializacin y estandarizacin de bienes materiales -particularmente en alfarera- (Laguens y Juez 2001; Fabra 2005), la incorporacin de nuevas tcnicas, materiales y modos constructivos, junto con la arquitectura pblica y el despliegue de un arte muy elaborado que se expresa en una variedad de materias y lugares (Gordillo 2007b). Todos estos elementos, en conjunto, definen un orden sociocultural que en muchos lugares, bien avanzado el primer milenio de la Era, marcan diferencias con los modos de vida precedentes, pero cuya naturaleza es hoy objeto de discusin. Con todo, su expresin ms ampliamente conocida -y tal vez la de ms peso a la hora de su reconocimiento- ha sido la potente iconografa centrada en las imgenes felino-antropomorfas y fantsticas, con conos comunes (de carcter ritual y mtico) que atraviesan el campo expresivo de diversas poblaciones de la regin, dando cuenta as de ese contacto activo entre las mismas y del uso de ese capital simblico comn al interior de cada una de ellas (Gordillo 2009b). En mayor o menor medida, estas caractersticas se definen para poblaciones que ocuparon distintos mbitos meridionales del NOA, especialmente en gran parte de los actuales territorios de La Rioja y Catamarca. Sin embargo, las poblaciones productoras y/o consumidoras de objetos de estilo Aguada no aparecen o estn poco representadas en ciertas regiones con larga trayectoria y trascendencia de ocupaciones, como ya anticipara Gonzlez en los aos 60. Me refiero principalmente a los valles de Santa Mara, del Cajn, de Taf y la cuenca de Tapia-Trancas, cuya cermica se vincula al estilo Candelaria-Taf; un hecho que cuestiona la existencia o alcance de los efectos integrativos que se postulan para ese periodo (Scattolin 2006). La idea de procesos de integracin, su crtica y las nuevas visiones sobre Aguada son el resultado de una larga trayectoria de investigaciones que se enmarca dentro de los vaivenes tericos, acadmicos y polticos de nuestra disciplina. La construccin histrica del concepto o, mejor dicho, de los conceptos de Aguada responde a diversas interpretaciones de datos empricos en crecimiento continuo, las que varan segn la poca, los intereses y el contexto sociopoltico y cientfico de produccin del conocimiento. A ms de un siglo de las primeras referencias al tema, se han postulado, criticado y reformulado hasta la actualidad las categoras para encuadrarlo (estilo, cultura, tradicin, perodo, etc.), su escala espacial y temporal, su dimensin social y material, siendo tambin un campo frtil para discutir ideas sobre procesos histricos a largo plazo, los cambios y continuidades en el pasado de la regin y la pertinencia de los esquemas de periodizacin vigentes en cada momento. De los dragones a la integracin regional A fines del siglo XIX, Samuel Lafone Quevedo dio a conocer materiales cermicos provenientes de la zona de Andalgal (Catamarca) con diseos grabados o pintados que interpret como dragones o medusas, dando lugar a la denominacin de alfarera draconiana (Lafone Quevedo 1892), trmino que se generaliz por largo tiempo en la arqueologa de la regin. Pocos aos despus, el mismo autor y otros precursores de la arqueologa argentina, presentan nuevos ejemplares de esa cermica. Se trataba, en general, de piezas descontextualizadas, halladas en forma aislada o adquiridas por compra, procedentes de distintas localidades valliserranas y relacionadas entre s por sus componentes decorativos. A partir de entonces esa cermica fue objeto de controversias acerca de su ubicacin temporal, dispersin, estilo y relaciones culturales.

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    Durante esa poca pionera de la arqueologa americana, cuando ya coexistan y competan los enfoques filolgico y naturalista que condicionaran la historia de la arqueologa argentina, los esfuerzos se orientaban hacia el descubrimiento de ruinas y la formacin de colecciones arqueolgicas, ambos objeto de minuciosas descripciones. Por ese entonces, y durante varias dcadas, imper una visin plana de la historia indgena; las ideas sobre cronologa relativa, profundidad temporal y procesos histricos de largo plazo fueron resistidas y combatidas por figuras destacadas de la arqueologa argentina. En esa poca, Eric Boman y Hctor Greslebin ofrecen un anlisis formal del estilo draconiano sobre la base de la coleccin de fragmentos alfareros recogidos de superficie en la zona de Aimogasta y Baados del Pantano (La Rioja), proponiendo adems su contemporaneidad con la cermica de estilo santamariano (Boman y Greslebin 1923). Crean inclusive que ambos continuaron producindose en pocas de la conquista. Con ese enfoque sincrnico de las culturas del Noroeste, Boman combati posturas opuestas, como la de Uhle (1912), que sostenan una trayectoria cultural diacrnica de significativa profundidad temporal. Las ideas de Boman tuvieron una importante gravitacin en el pensamiento de los arquelogos argentinos de la poca y condicionaron por mucho tiempo el desarrollo de los estudios cronolgicos de la regin (Gonzlez 1961-65). Por ello, trabajos muy posteriores como los de Serrano (1947) o Palavecino (1948) mantienen en alguna medida, aquella concepcin llana de la historia precolombina del NOA. Entre las excepciones a esa visin, Salvador Debenedetti (1917 y 1931) y Eduardo Casanova (1930) arriban a un panorama ms contextualizado de aquellas manifestaciones, sustentado en las investigaciones de campo en Chaarmuyo (La Rioja) y otros mbitos valliserranos. Definitivamente dejan de lado el trmino draconiano y en su lugar hablan de la Cultura de los Barreales, en directa relacin con los suelos desnudos y fuertemente erosionados, convertidos en barreales durante la poca de lluvias, en los cuales se registraban con mayor frecuencia sus restos. En lo temporal, ubican adecuadamente a estos pueblos con anterioridad a aquellos hallados por la conquista espaola, postulando adems relaciones directas con Tiwanaku. Por otro lado, la denominacin de cultura o estilo draconiano, basada exclusivamente en la discutible interpretacin de algunas de sus figuras, haba recibido ya su primera crtica con Roberto Levillier (l926), a la que luego se sumaran luego otros investigadores. Este autor no reconoce a la imagen del dragn en tales diseos sino a la del felino, encontrando adems estrechas semejanzas estilsticas con las representaciones de la cermica Recuay en los Andes Centrales. Para entonces se haban iniciado las expediciones al Noroeste financiadas por Benjamn Muiz Barreto que haran historia en la arqueologa del rea y en nuestro conocimiento de La Aguada. Se trata de once campaas, realizadas entre 1922 y 1930, dirigidas por el ingeniero Vladimiro Weiser. Se descubrieron un centenar de yacimientos arqueolgicos, la mayora de los cuales fueron objeto de excavaciones y relevamientos minuciosos, obtenindose alrededor de 11.000 piezas. En el valle de Hualfn (Catamarca) excavaron cerca de 2000 tumbas, con registro preciso de plantas y cortes. La documentacin sobre estos cementerios es excepcional para la poca en que fue realizada y, junto con la coleccin obtenida, integra desde 1932 el patrimonio del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Se obtuvo as una notable informacin que servira de base para muchos estudios posteriores, algunos de los cuales se siguen desarrollando en la actualidad. Habran de transcurrir varios aos para profundizar en la temporalidad y la variabilidad espacial del NOA prehispnico. Recin hacia mediados de siglo, la publicacin de North Western Argentine Archaeology de Bennett, Bleiler y Sommer (1948) marcara ese punto de inflexin en la construccin del conocimiento arqueolgico de la regin. La subdivisin espacial y temporal propuesta, as como los criterios utilizados para elaborarla y la importancia asignada a la cronologa relativa, iniciaron en nuestro pas un nuevo perodo, claramente influenciado por los enfoques terico-metodolgicos de la arqueologa norteamericana y su implementacin en los

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    Andes Centrales por parte de investigadores como Willey, Steward, Bird, Rowe, Ford, Evans, entre otros. Una de las conclusiones ms relevantes de aquella publicacin es el desarrollo propio y relativamente independiente del NOA, an cuando sus culturas formaran parte de un patrn andino. Con respecto a la cultura de Los Barreales, distinguen dos estilos alfareros principales, Huiliche Moncromo y Cinaga Polcromo -que haban sido definidos con anterioridad por Antonio Serrano en 1943- integrando adems otros elementos cermicos y no cermicos (de piedra, hueso, metal, etc.) a su patrimonio. Cronolgicamente la ubican en el perodo Temprano, el cual precede a los otros perodos sucesivos (Medio, Tardo, Inka y Colonial) diferenciados en el pasado de la regin. Poco despus, los trabajos de Alberto Rex Gonzlez avanzan en esa direccin y orientan, como en ningn otro caso, el curso posterior de las investigaciones arqueolgicas en el pas y en el Noroeste en particular. A partir de Contextos culturales y cronologa en el rea central del Noroeste argentino (1955), introduce nuevos criterios para la determinacin de secuencias y contextos en la interpretacin del proceso cultural prehispnico, mediante la utilizacin de una variedad de indicadores (cermica, metalurgia, funebria, vivienda, datos sobre economa y subsistencia), que llevaron a profundizar la periodizacin y subdivisin espacial propuesta anteriormente por Bennett. Desde un principio, hace extensivo el mtodo estratigrfico en su intensa prctica de campo, la que le provee de una importante base emprica para sus interpretaciones y es el primer arquelogo del pas en aplicar el mtodo de datacin radiocarbnica para obtener cronologas absolutas. Su obra es particularmente decisiva para lo que hasta entonces se denominaba cultura de Los Barreales o draconiana. Propone una diferenciacin interna de la misma; identificando una parte como patrimonio de la cultura de La Aguada2 -separndola de Cinaga por su contenido y situacin temporal- y desterrando las denominaciones anteriores que las englobaban. Su propuesta se sustentaba en el estudio de las numerosas tumbas que haban sido excavadas por las expediciones de Muiz Barreto en el valle de Hualfn, junto al examen de superficie de muchos sitios de Catamarca y La Rioja, pruebas estratigrficas, fechados radiocarbnicos y comparaciones tipolgicas. De esta forma, en su publicacin La Cultura de la Aguada en el Noroeste argentino (1961-64), caracteriza y contextualiza por primera vez a dicha cultura, determinando su rea de dispersin a travs de las provincias de Catamarca, la Rioja y norte de San Juan, redefiniendo su desarrollo temporal con posterioridad a Cinaga y su relacin con culturas altoandinas, especialmente con Tiwanaku a travs de San Pedro de Atacama. Desde entonces y hasta mediados de la dcada del 70, se realizaron importantes avances en el conocimiento de la cultura de La Aguada. Gonzlez y Cowgill (1970-75), publicaron una secuencia para el Valle de Hualfn a partir de la seriacin computarizada de las tumbas excavadas en la expedicin Muiz Barreto. Los resultados obtenidos les permiti establecer diferencias temporales y culturales en orden de sucesin, construyendo as una secuencia maestra que sirvi de referencia para el estudio de otros mbitos geogrficos muchas veces aplicada de manera esquemtica y acrtica-, y a partir de la cual se afin la periodizacin cultural preexistente. Para entonces ya era vigente la subdivisin en cinco perodos, Temprano, Medio, Tardo, Incaico e Hispano-indgena propuesta por Gonzlez, dos de los cuales se vinculaban a la expansin sobre el territorio argentino de dos horizontes panandinos, el Tiwanaku e Inca. De esta manera La Aguada, que era vista como una expresin del primero de ellos, va a definir y caracterizar al Perodo Medio en el NOA. Paralelamente, las investigaciones iniciadas en zonas donde La Aguada era prcticamente desconocida, ofrecen un panorama ms completo y variado de la misma. Es el caso, por ejemplo, de los trabajos de Mara C. Semp y de Osvaldo Heredia y Jos Prez, que empezaron a sumar

    2 Su nombre deriva de una pequea localidad homnima ubicada en el valle de Hualfn, donde se hall un cementerio de unas 200 tumbas con el material ms exclusivo de los estilos cermicos asignados a esa cultura.

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    datos sobre patrn de asentamiento y subsistencia -aspectos sobre los que poco se saba hasta el momento- abriendo el camino hacia las Aguadas a partir de las diferencias en las materialidades y en los procesos sociales ocurridos de cada mbito geogrfico. Con el desarrollo de las investigaciones, resultaba cada vez ms evidente la diversidad espacial de Aguada. Por eso, Gonzlez planteara ms tarde una subdivisin geogrfica de esa extendida cultura en tres sectores -meridional, occidental y oriental- cada uno de los cuales habra adquirido caractersticas particulares (Gonzlez 1977); incluso luego considera la posibilidad de tres culturas diferentes que comparten entre s un arte simblico de carcter religioso (Gonzlez 1983). En 1974, bajo el clima poltico, el marco terico y la postura crtica de la Arqueologa Social Latinoamericana -sustentada en el materialismo histrico- Victor Nuez Regueiro replantea la periodizacin del NOA prehispnico en funcin de los modos de produccin y sus manifestaciones superestructurales. Sobre esa base, introduce el concepto de Formativo y con l designa un prolongado perodo subdividido en inferior, medio y superior. El segundo de ellos, acotado espacialmente, correspondera a la denominada cultura de La Aguada3. Poco despus, la situacin poltica del pas durante la ltima dictadura militar tambin afectara gravemente el desarrollo de las investigaciones arqueolgicas. En el Noroeste, varias iniciativas y proyectos en curso se interrumpieron debido a la persecucin, el exilio o las limitaciones de diverso orden impuestas a sus investigadores. Vinculados al tema de La Aguada se truncaron proyectos como los de Heredia, Prez y Nez Regueiro, mientras que Gonzlez era expulsado y marginado de los principales centros acadmicos. Aquellos aos oscuros repercuten an hoy en el mbito de la arqueologa argentina, no slo por los sucesos mencionados sino tambin por el hecho, no menos grave, de que gran parte de una generacin se viera privada de acceder al ejercicio de la investigacin. Con posterioridad, desde mediados de los 80, se multiplican los estudios relacionados con Aguada, muchos de las cuales siguen en curso actualmente. El incremento de los datos empricos, as como los nuevos enfoques terico-metodolgicos producidos en la arqueologa, la antropologa y la historia del NOA y del rea andina, llevaron ineludiblemente a replantear el problema y las estrategias empleadas para conocerlo. Las genricas categoras para definirlo (cultura, perodo, etc.) fueron tiles en el momento de su formulacin, pero se haca necesario reformularlas para comprender los complejos procesos que involucraba en cada mbito geogrfico especfico y en la interaccin entre los mismos. En todos los casos resultaba evidente la variabilidad regional de Aguada y al mismo tiempo su unicidad en el manejo de determinados recursos simblicos. Para algunos autores, este fenmeno era el resultado de procesos sociales de integracin. En 1987, Nuez Regueiro y Tartusi plantean que .. Aguada no es una cultura que se implanta sobre un rea extensa, sino la manifestacin de una integracin regional resultante de la interaccin de culturas del Formativo Inferior de distinto origen, que alcanza a tener un denominador comn al nivel de la superestructura. Por eso en cada regin las manifestaciones concretas van a ser diferentes segn los antecedentes histricos y culturales de cada regin y, de la misma forma, el nivel de organizacin social puede alcanzar distintos grados de desarrollo segn las regiones... (Nuez Regueiro y Tartusi 1987: 153). Asimismo, estos autores ubican el origen de Aguada en el rea septentrional inmediata al mismo, como producto de la integracin de dos sistemas econmicos, uno de origen altiplnico y otro de remoto origen en las tierras bajas. Coincidiendo con las formulaciones anteriores y coetneas de otros investigadores (Gonzlez, 1983; Heredia, 1987; Prez Golln y Heredia 1987; etc.) postulaban una relacin histrica entre Condorhuasi-Alamito y Aguada en el valle de Ambato, con transformaciones que habra derivado en la organizacin sociopoltica ms compleja del

    3 Ms adelante, el concepto de Formativo sera re-definido por Olivera (1988) como un sistema de subsistencia que implica determinadas estrategias adaptativas. Tambin fue empleado por Raffino (1988) en su periodizacin basada en los patrones de instalacin prehispnicos, y sigue siendo objeto de debate en la actualidad.

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    Formativo Medio, el cual para entonces sera rebautizado. Al mismo tiempo, Prez Golln y Heredia arriban a conclusiones semejantes a partir de sus

    investigaciones en Ambato: Creemos que hoy en da existen elementos de juicio como para concebir lo que fuera denominado cultura de La Aguada (...) como un momento de unificacin de carcter social e ideolgico. Tal integracin se llev a cabo sobre las diversas sociedades locales que en sus modos de vida, posean ya los elementos materiales y simblicos, que sern integrados en Ambato en un nuevo orden... (1987:170).

    Sobre esta base unos y otros autores propusieron hablar de Perodo de Integracin Regional en lugar de las anteriores designaciones de Perodo Medio, Formativo Medio y Formativo Superior. Por su parte, Gonzlez ha continuado siempre con su denominacin inicial del perodo y, ms recientemente, Nuez Regueiro y Tartusi (2000) han reconsiderado el tema observando las limitaciones que el concepto de integracin regional tiene a nivel de periodizacin: Estamos de acuerdo con Gonzlez (1998) que no es conveniente usar el trmino `Integracin Regional que venamos utilizando en trabajos anteriores, para caracterizar a un perodo del NOA, debido a su limitada utilidad, ya que solo es aplicable al espacio ocupado por Aguada; por esta razn, emplearemos indistintamente el trmino Perodo Medio(2000: 2). Desde hace ms de dos dcadas se vienen incrementado notablemente los estudios sobre la materia, ampliado los enfoques e intereses temticos en distintas regiones4. Como ejemplo de ello, me extender particularmente en el desarrollo de la arqueologa en el valle de Ambato, la que conozco de cerca debido a las investigaciones que desde hace largo tiempo he venido desarrollando en la zona. Memorias de la arqueologa en el valle de Ambato Mas all de las primeras menciones sobre la cermica negra grabada hace ms de un siglo y de la distincin que hiciera Gonzlez (1961-64) del denminado complejo X5, el oriente de Catamarca y el valle de Ambato en particular, no fue objeto de estudios arqueolgicos especficos hasta la dcada del 70. Primeramente, Petek, Marengo y Sesto describen, clasifican e ilustran materiales procedentes del valle de Catamarca, distinguiendo al sector norte del mismo (valle de Ambato) por el neto predominio de tipos cermicos negros pulidos (Petek et al. ms, 1972). En 1973, un equipo de trabajo de la Facultad de Filosofa y Humanidades de la Universidad Nacional de Crdoba, dirigido por Osvaldo Heredia, iniciaba las investigaciones sistemticas en la zona, estimulados por el conocimiento de la notable coleccin de Aroldo Rosso6 de esa misma procedencia. Adems de prospecciones generales, realizaron excavaciones en el montculo de El Altillo, en los faldeos de la sierra de Graciana, y en un conjunto de sitios de la zona baja del valle,

    4 Entre ellas se destacan los trabajos realizados en el norte de La Rioja por Callegari, Gonaldi, Kusch, Ravia, etc.; en el valle de Hualfn por Baldini, Balesta, Semp, Zagorodny, etc.; en la regin de Andalgal por Gordillo, Vaquer y Basile; en valle de Catamarca por Baldini, Gonzlez, Kriscautzky, etc.; en valle de Ambato por Assandri, Bonnin, Cruz, Gordillo, Laguens, Marconetto, Prez Golln, etc.; en la sierra de El Alto-Ancasti por Gordillo, Llamazares, Nazar, Quesada, etc.; en la zona de Laguna Blanca de la Puna meridional por Delfino; en el piedemonte meridional de Tucumn por Nuez Regueiro, Pantorrilla, etc.; en San Juan por Gambier y Michelli . La lista de investigadores y colaboradores que trabajan en todas estas reas sera casi interminable, por lo que solo he nombrado aqu a algunos de ellos. 5 Cuando define y caracteriza a la cultura de La Aguada, Gonzlez (1961-64) considera a la alfarera negra grabada como parte de su patrimonio; sin embargo y en virtud de sus peculiaridades estilsticas, la distingue del conjunto proponiendo un origen diferente, junto con otros elementos que agrupa como complejo X. Anticip, de esta forma, la problemtica particular de La Aguada Oriental, facies que diferenciara aos ms tarde en su propuesta de sectorizacin de La Aguada (Gonzlez 1977). 6 Esta coleccin es producto de hallazgos, donaciones y excavaciones asistemticas realizadas Aroldo Rosso en el paraje conocido como Rodeo Grande (Dpto. Ambato, Catamarca. Esos materiales fueron analizados por Bedano, Juez y Roca en su Tesis de Licenciatura, publicada posteriormente, en 1993.

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    denominados Martnez 1, 2, 3 y 4. Prez y Heredia (1975) dan a conocer los primeros resultados all obtenidos: la ocupacin del valle durante el Perodo Temprano o Formativo Inferior, con la presencia de determinadas entidades culturales propias de ese momento en otras regiones (Condorhuasi-Alamito y Cinaga) y el posible foco de origen de Aguada, la que adquirira all una particular identidad histrica y cultural7. Estas primeras interpretaciones conjugaban ideas, aparentemente contradictorias, heredadas de la arqueologa norteamericana con aquellas otras derivadas de los enfoques materialistas de la Arqueologa Social Latinoamericana que impactaron por algunos aos en el pensamiento y la prctica de algunos arquelogos del NOA. Como ya seal, el proyecto Ambato debi interrumpirse bruscamente por la instauracin de la dictadura militar. Los resultados completos de esas primeras investigaciones recin seran publicados muchos aos despus, en un esfuerzo por rescatar del olvido aquella valiosa informacin (Prez Golln 1991)8. En tanto, a fines de 1977 Gonzlez iniciaba sus excavaciones La Rinconada, un sitio que haba recorrido unos aos antes, en 1972, llevado por Irvin Petek (Gonzlez, comunicacin personal). Tambin en este caso, diversas circunstancias vinculadas a la situacin poltica que viva el pas obstaculizaron el proyecto de excavacin de mayor magnitud que requera el sitio y los trabajos fueron limitados con relacin a la dimensin del mismo9. Varios aos pasaron hasta que a principios de 1986 inici mis propias investigaciones en La Rinconada bajo la direccin de Gonzlez, centradas en un principio en el anlisis cermico pero luego reorientadas principalmente y de manera explcita hacia la espacialidad arquitectnica (Gordillo 1994), ya no como acpite dentro de la descripcin de la cultura material, sino como problema de investigacin en s mismo. Poco despus comenz a reorganizarse el equipo de Crdoba, tomando impulso al ao siguiente con el regreso al pas de Heredia y Prez Golln. Desde entonces, en uno y otro caso, ha existido una continuidad de los trabajos en el lugar. Tras el fallecimiento de Heredia en 1989, el proyecto Ambato continu liderado por Prez Golln y se incorporaron posteriormente al mismo Andrs Laguens, Mirta Bonnin, Bernarda Marconetto y muchos otros colaboradores. De esta forma, hacia fines de los 80 volva a tomar protagonismo la arqueologa del valle de Ambato. Con los viejos y los nuevos datos se perfilaba all un proceso que resultaba crucial para comprender los modos de vida y las transformaciones sociales propios de ese perodo, a escala local y regional. Desde hace ms de dos dcadas, con enfoques terico-metodolgicos que implementan una diversidad herramientas tomadas de la arqueologa conductual, la arqueologa del paisaje, la teora de la prctica social, la arqueologa simtrica, etc. se ha venido trabajando en cuestiones referidas a la complejidad social, los procesos de cambio, el acceso y distribucin de los recursos, la espacialidad pblica, domstica y productiva, la cronologa, las prcticas mortuorias, la produccin alfarera, la metalurga, la iconogrfia, la explotacin forestal, los sistemas agrarios, el paleoambiente y los procesos de despoblamiento, entre muchos otros temas. Sin duda, las investigaciones desarrolladas en la zona cobran particular inters en relacin muchos de los problemas hoy vigentes y discutidos para eso que llamamos Aguada. Debates actuales sobre Aguada Acompaando a una larga produccin de trabajos sobre estilo, iconografa y cermica, las investigaciones ms recientes sobre Aguada abordan una multiplicidad de problemas, cuestionando y revisando algunas de las ideas prevalecientes sobre distintos aspectos de las sociedades Aguada. Entre las cuestiones ms discutidas en la actualidad se destacan varios temas;

    7 En esa publicacin tambin se hace referencia por primera vez al sitio Iglesia de los Indios (La Rinconada). 8 Previamente ya se conocan algunos trabajos gestados luego de la reapertura democrtica, referidos a La Rinconada (Gordillo 1990 y 1991) o integrando ese sitio dentro de una temtica ms amplia (Gonzlez 1983, Raffino 1988). 9 Se excavaron parcialmente dos estructuras: un montculo artificial (E1) y un recinto habitacional (E7).

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    entre ellos las relaciones histricas de continuidad y/o ruptura respecto a los procesos y contextos sociales anteriores y posteriores, el lugar que ocupa dentro o en relacin con el Formativo, el carcter de los cambios y las prcticas que se asocian con Aguada en cada localidad o regin y los vnculos entre estas ltimas, as como su dimensin temporal y cronologa y las situaciones de abandono, despoblamiento o reorganizacin espacial a distinta escala que definen su final. La forma de organizacin sociopoltica y los procesos de evolucin social en la regin, constituyen unos de los temas que mayor controversia ha generado en los ltimos aos. Para algunos autores hay suficientes elementos en Aguada que permiten hablar de la emergencia de seoros o jefaturas, es decir, de sociedades complejas con algn grado de jerarquizacin social y poltica hereditaria (Prez Golln 1991, Gonzlez 1998, etc.). En tanto, para otros las evidencias sealan una sociedad compleja y heterognea, pero sin jerarquas institucionalizadas. Al respecto, el caso de Ambato es paradigmtico. El registro arqueolgico del valle muestra una importante densidad y variedad de instalaciones, con sitios de distinta magnitud y arquitectura, donde unidades residenciales simples coexisten con sitios complejos. Sin embargo, en todos ellos exhiben similares tcnicas y estilos constructivos, as como un patrimonio comn de elementos muebles y desechos, sugiriendo la ausencia de diferencias en el acceso a los recursos alimenticios, materiales y simblicos. Sobre esta base, Laguens (2006) interpreta que las desigualdades sociales en Aguada de Ambato fueron generadas, mantenidas y reproducidas a travs de un discurso material ambiguo, que paralelamente ocultaba y sostena las diferencias: los bienes y recursos materiales eran compartidos sin restricciones, pero su cantidad y acumulacin marcaba claras asimetras. Por el contrario, Pablo Cruz -que por algunos aos trabaj en el mismo proyecto Ambato-, claramente influenciado por el xito de los modelos corporativos en las poblaciones altiplnicas, no encuentra en el rea una reparticin muy estratificada del poder. Desafiando el modelo clsico de jefaturas o seoros, considera ms adecuado caracterizar las sociedades que poblaron el valle de Ambato -y la regin Valliserrana en general- como sociedades heterrquicas, de redes interpersonales que se auto-organizan, con una coordinacin y direccin descentrada y negociada entre las instituciones, y donde las relaciones sociales se basaron ms en la reciprocidad y cooperacin que en la dominacin (Cruz 2006). Desde hace tiempo, con mi equipo de trabajo hemos abordado una multiplicidad de problemas que se vinculan, directa o indirectamente, con los debates actuales aludidos antes. Mencionar aqu solo algunos de carcter general, de alcance regional o interregional, para luego considerarlos en relacin con los principales resultados obtenidos en y desde La Rinconada. La espacialidad. Desde un principio y admitiendo que Aguada representa una transformacin significativa respecto a las sociedades previas, intentamos visualizar ese cambio en el uso y conformacin del espacio. Los estudios que hemos realizado sobre las cualidades arquitectnicas y comunicativas de los sitios de posible carcter ceremonial ubicados en distintos lugares de Catamarca y La Rioja, muestran diferencias significativas en cuanto a estilo y estructura; no obstante sus atributos constructivos, condiciones de visibilidad y cualidades de comunicacin, permiten postular para la poca un despunte de la arquitectura pblica y ritual, al que se suma una iconografa de contenido religioso (Gordillo 2004). Sin embargo, actualmente consideramos que estos paisajes novedosos no aluden necesariamente a la centralizacin poltico-religiosa o a un incremento decisivo de las desigualdades sociales, siendo compatible tambin con una marcada heterogeneidad social sin formas definitivas de concentracin del poder. El anlisis de la espacialidad domstica, especialmente en La Rinconada y otros sitios de Ambato, hizo posible profundizar estas cuestiones y, adems, trazar relaciones estrechas con otras sociedades formativas respecto a las lgicas espaciales y las prcticas cotidianas (Gordillo 2007b). Al respecto rescatamos el valor del patio en Ambato y destacamos su protagonismo en muchas otras sociedades del NOA prehispnico: en l ...se desarrollan interacciones permanentes y estrechas, de carcter personal, interpersonal, familiar y/o comunal, derivadas de la participacin de distintos grupos de edad, sexo y/o

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    condicin social en las actividades cotidianas... (Gordillo y Ares 2005: 2), interaccin que refuerza los lazos de identidad y cooperacin grupal, ampliando a su vez los recursos de sociabilizacin a escala colectiva. Cabe sealar adems, que la sintaxis espacial de la arquitectura residencial en el rea de La Rinconada tiende a definir la interposicin obligada de un nodo (el patio) para acceder a los otros (las habitaciones y el espacio exterior), de manera similar a lo que ocurre en sitios ms tempranos del Campo del Pucar, de las faldas del Aconquija y de Tafi (Ares 2007). Dentro de las unidades patio-habitaciones, los habitantes de los distintos sitios de Ambato manejaron un patrimonio cultural comn. En forma paralela al despliegue pblico, desarrollaron rituales de carcter domstico o privado, como los entierros de llamas, vicuas y/humanos debajo de los pisos de las casas. Al respecto, cabe sealar que los camlidos son animales definitivamente domsticos, en el sentido que penetran ese orden como alimento, como ofrenda, como

    smbolo. Sin embargo, su imagen no encuentra tan firme expresin en la iconografa, en donde impera la dualidad hombre-felino, propia de Aguada, tan extendida en la vajilla en el espacio residencial. Nos preguntamos en consecuencia si existieron discursos paralelos compitiendo entre s dentro de los mismos espacios. Al repecto, tal vez podra argumentarse la existencia de un ritualismo previo y tradicional que pervive en el mbito domstico y constituy un conflicto potencial, una expresin de resistencia ante el nuevo culto pblico sustentado en una ideologa diferente (Gordillo 2007b). Las prcticas mortuorias. En la discusin sobre las costumbres rituales propias de estas sociedades, las prcticas mortuorias merecen un captulo aparte. Extensos cementerios, ofrendas fnebres variadas, entierros primarios y secundarios en el piso de las viviendas, crneos cercenados y otros huesos humanos con signos de intervencin antrpica como parte del paisaje domstico, estn presentes en alguno o varios de los mbitos de ocupacin de Aguada. Con frecuencia el sacrificio humano se asume acrticamente como caracterstica de estas sociedades, pero sin duda es uno de los temas ms polmicos y difcil de constatar cuando el registro bioarqueolgico y otros datos empricos son ambiguos. Es el caso de los huesos humanos hallados en La Rinconada y otros sitios del valle de Ambato (Gordillo y Solari 2009, cuadro 2: 45), los que no presentan per se ningn indicador definitivo de esa prctica. Sin embargo, tampoco podemos negar la posibilidad de sacrificios humanos. Al respecto, no puede ignorarse que la iconografa Aguada expresa claramente que la idea del sacrificio humano estuvo presente en el imaginario colectivo (Gordillo 2004 y 2009a), pero hasta el momento no hay evidencias bioantropolgicas y arqueolgicas directas para definirlo, con certeza, como una prctica social concreta de las poblaciones que habitaron la regin (Gordillo y Solari 2007 y 2009). La dimensin temporal. Para lograr una visin general y comparativa de estas poblaciones, de sus vnculos y concomitancias, as como de sus relaciones histricas de continuidad o contemporaneidad con otros grupos, ha sido necesario abordar su cronologa en cada caso y lugar. El panorama que actualmente manejamos sobre esta cuestin ha cambiado durante los ltimos aos a partir de la revisin de las series de dataciones obtenidas para las distintas localidades o mbitos de Aguada (evaluando la consistencia interna, las posibles fuentes de error, el agrupamiento contextual, etc.), as como del tratamiento estadstico de las mediciones radiocarbnicas y su calibracin (Gordillo 2004, 2005 y 2007a). Los resultados as obtenidos permiten, a grosso modo, ubicar temporalmente a estas sociedades en pocas posteriores al 600 dC. y en muchos casos se extienden hasta o despus del comienzo del segundo milenio de la Era Cristiana, sin superar el 1300 dC., exceptuando el valle de Vinchina que se prolonga an ms (figura 1). Se trata de un rango temporal sensiblemente ms tardo y acotado que aquel que suponamos anteriormente (Gordillo 1999), que traspasa incluso los lmites inferiores propuestos para el Perodo de Desarrollos Regionales en el NOA en general. Paralela y consecuentemente, la comparacin con otros mbitos de ocupacin Aguada define, para el conjunto, un esquema que tiende a homologarse sincrnicamente, que no es tan pronunciadamente escalonado en el tiempo como antes pareca,

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    con desarrollos que en gran medida fueron contemporneos entre s. Parte del problema parece orientarse ahora a una extensin de los lmites superiores de ese proceso; en ese sentido apuntan las cronologas analizadas recientemente para asentamientos de Ambato, Choya 68, norte de La Rioja y La Candelaria (Gordillo 2007a: 222).

    Figura 1: Las cronologas de Aguada. Cada barra representa la serie de rangos calendarios para cada lugar, con 1 y 2 sigma (en negro y blanco, respectivamente), resultantes de la revisin y seleccin de dataciones confiables (Gordillo 2007a); en algunos casos muestran diferencias con los datos preexistentes (en gris).

    Ahora bien, creemos que es necesario ajustar esta cronologa a escala de los procesos sociales que intentamos comprender, pero existen varias dificultades para ello. En primer lugar, si bien podemos visualizar la posicin relativa de las mediciones radiocarbnicas obtenidas en los distintos mbitos, en la mayora de los casos no sabemos si las edades extremas de cada serie marcan los lmites inferior y superior de la trayectoria Aguada en cada sitio o regin. Adems no siempre es certera la relacin muestra-evento debido a factores tales como el efecto old wood y longevidad de especies vegetales o bien las prcticas de conservacin y reutilizacin de los materiales muestreados. Finalmente, otro obstculo deriva de la excesiva amplitud de los rangos temporales que resultan de los errores estadsticos y, adems, la calibracin de las edades con 1 2 sigma frecuentemente genera lapsos an mayores (Gordillo 2009c). En pocos casos, algunos de estos problemas se ven superados por la posibilidad discriminar los contextos finales de ocupacin, como es el caso de La Rinconada (Gordillo 2005) y otros sitios de Ambato (Laguens 2006; Marconetto 2007) donde contamos con dataciones realizadas sobre muestras de frutos o tallos jvenes que se carbonizaron durante los incendios asociados al abandono definitivo del lugar. Esta circunstancia nos aproxima directamente al lmite temporal superior de Aguada de Ambato, el cual parece hoy ms tardo de lo que habamos imaginado pocos aos atrs (Gordillo 2007a). Sin embargo, es preciso observar que las edades obtenidas para ese momento arrojan un rango amplio -ms de 200 aos calendarios para el valle- que no permite precisar el momento, el ritmo ni la posicin relativa del abandono de los sitios dentro del proceso de despoblamiento general del valle, un tema hoy concentra la atencin de quienes trabajamos en Ambato. Abandono. El tema del abandono es crucial para la arqueologa, tanto al considerar los procesos y prcticas sociales que involucra como al evaluar su rol en los procesos de formacin del registro. Por ese motivo y estimulados por el tipo de contextos que enfrentamos en el campo, desde hace algunos aos hemos centrado nuestro inters en esa materia. Las dimensiones propuestas para su

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    estudio, correlacionadas entre s, pueden sintetizarse en: 1) escala espacial, a nivel intra-sitio, de sitio, regional o interregional; 2) escala temporal, en referencia a la forma gradual o abrupto y al carcter temporal o definitivo; 3) modo de abandono, planificado o no planificado, las expectativas de retorno, las practicas asociadas (actos de clausura, recuperacin, retiros, ocultamiento, incendios, etc.); 4) procesos sociales post-abandono, como el movimiento de poblaciones, la reocupacin o reutilizacin, la recuperacin tarda, los saqueos, etc. En mayor o menor medida hemos considerado estas dimensiones para los abandonos prehispnicos del NOA, especialmente para Aguada, comparando los distintos mbitos desde una mirada interregional, para luego hacer un acercamiento a escala de sitio y de regin (Gordillo 2009c, 2010 y 1012). A partir de la informacin cronolgica actual (figura 1), podemos vislumbrar que los procesos de abandono, despoblamiento o reorganizacin espacial de los grupos Aguada se inician hacia el 1000 dC. en varias regiones (valles de Hualfin, de Abaucan, Anillaco y Baados del Pantano), mientras que en otras ocurren entre el 1100 y 1300 dC. (La Cuestecilla, valles de Catamarca y de Ambato y el piedemonte oriental en El Alto-Ancasti) superponindose as, desde una perspectiva general, con el inicio de los Desarrollos Regionales en el NOA. No obstante, en cada lugar el vnculo con los nuevos paisajes sociales y materialidades del perodo tardo parece delinear distintas relaciones de continuidad/discontinuidad: a) presencia de otras ocupaciones posteriores, b) continuidad de ocupaciones Aguada en momentos tardos y c) despoblamiento y ausencia de ocupaciones posteriores estables (Gordillo 2009c y 2010). Este ltimo caso es el que fue trabajado con mayor detalle a escalas de sitio e de inter-sitio, para La Rinconada y el valle de Ambato respectivamente. Como ya mencion, los contextos arqueolgicos all excavados aluden claramente al abandono, pero la falta de mayor precisin temporal sobre los mismos, nos lleva a considerar situaciones alternativas sobre los tiempos del abandono (rpido o paulatino, simultneo o gradual) as como de los modos y acciones asociadas al mismo (Gordillo 2012), cuestin que tratar ms extensamente en el siguiente acpite. En y desde La Rinconada Dentro de este ltimo mbito, el valle de Ambato, es oportuno detenerse brevemente en los resultados obtenidos en La Rinconada o Iglesia de los Indios10, un sitio que he trabajado durante muchos aos y que se vincula a muchos de los problemas antes mencionados. Se relaciona estrechamente con otros sitios coetneos del mismo valle, los que en su conjunto habran sido despoblados en los inicios del segundo milenio de la Era, luego de ms de cuatro siglos de ocupacin. La Iglesia de los Indios se emplaza sobre la planicie del fondo de valle que se extiende junto a la margen derecha del ro Los Puestos, en Ambato, Catamarca. Ocupa un rea de aproximadamente 130 m (N-S) por 120 m (E-O). Est formado por un conjunto de estructuras articuladas en una trama ortogonal de unidades adosadas, las que siguen un patrn constructivo de muros dobles y robustos de piedra y/o tapia. En planta, el conjunto de las construcciones configura una gran U abierta hacia el poniente (figura 2). En el centro se extiende la plaza, un espacio bsicamente plano y de grandes dimensiones (82 m N-S por 64 m E-O), alrededor del cual se disponen unas treinta estructuras de diferente tipo. En la rama sur se levanta la plataforma principal con sus rampas de acceso, mientras que las ramas norte y este estn compuestas por recintos articulados entre s y en gran parte rodeados por un muro perimetral que define los lmites del sitio (Gordillo 1994). La forma en que se distribuyen e integran las distintas unidades arquitectnicas en el sitio La Rinconada, permite diferenciar dos grandes espacios vitales dentro del mismo: 1) el espacio

    10 Iglesia de Los Indios es el nombre que siempre han usado los lugareos para referirse a este sitio, atribuyndole as un significado que, en muchos sentidos, se ve corroborado por las investigaciones arqueolgicas.

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    pblico, integrado por la unidad espacial central o plaza y las construcciones que la circundan, incluida la plataforma que se extiende por toda el ala sur del sitio; 2) el espacio residencial, constituido por las reas de vivienda de los sectores Norte y Este del emplazamiento (Gordillo 1994). Ambos espacios se conectan fluidamente y debieron superponerse en la prctica social, pero sus caractersticas de performance apuntan hacia esferas diferenciadas de la conducta social. El primer escenario alude a prcticas eventuales y colectivas de carcter religioso, mientras que el segundo, fue parte de la vida cotidiana, corresponde al orden domstico y privado.

    L A R I N C O N A D ADPTO AMBATO, CATAMARCA

    Sector Este

    Sector Norte

    Plataforma

    Plaza

    Figura 3: Plano general de Iglesia de los Indios (La Rinconada, Ambato).

    Sobre la base de varios trabajos enfocados en la espacialidad arquitectnica del sitio (Gordillo 2004, 2005, 2007b, Gordillo y Ares 2005, etc.) toma forma una imagen ms acabada del mismo. La arquitectura pblica exhibe un manejo limitado de los parmetros verticales, pero se destaca sin embargo, en forma clara y libre de obstculos dentro del contexto del sitio. En este sentido, la plataforma independiente construida sobre un basurero- es la estructura que presenta mayor visibilidad espacial y temporal, pero no puede ser entendida sin integrarla al conjunto paisaje construido y, especialmente, al espacio que he definido como plaza11. Esta ltima comprende un rea fsicamente homognea que se diferencia netamente del sector edilicio circundante y en

    11 Aplicando ndices de densidad derivados de estudios etnogrficos y etnohistricos, la capacidad potencial del espacio pblico ronda en los 1000 individuos, cifra que sobrepasa ampliamente la poblacin estimada para los sectores residenciales del sitio, la que en el mejor de los casos no supera las 180 habitantes (Gordillo 2004).

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    torno a la cual se orientan los arreglos escenogrficos. En La Rinconada, ambos componentes arquitectnicos se complementan, cobran significado uno en relacin al otro, y as este binomio plataforma-plaza resulta fundamental cuando pensamos en trminos de comunicacin ritual. Considerando la escala y la estructura del paisaje ritual, adems de las propiedades visuales cabe sealar la importancia de las condiciones acsticas del espacio en funcin de las posibilidades de percepcin auditiva. Sin duda, el sonido (la voz humana, la msica y ruidos de distinto origen) debi desempear un rol clave en la comunicacin ritual. Se trata de un factor poco estudiado en la arqueologa, pero cuyo anlisis en el sitio (Gudemos 1993) hizo posible determinar una estrecha correlacin entre las cualidades acsticas y visuales del lugar, con una sugerente coincidencia en la distribucin de los puntos de mejor emisin y recepcin sonora y visual. De esta forma, los alcances de la percepcin humana en conjuncin con las caractersticas del paisaje construido, la dimensin de sus espacios y los atributos escenogrficos, permiten considerar un modelo de funcionamiento del ritual condicionado por las caractersticas comunicativas de la distancia pblica (Hall 1966), las que potencian y simplifican el discurso verbal y no-verbal. Aun considerando otros sitios, como Bordo de los Indios (Herrero y Avila 1993) o Huaomil (Cruz 2006) con una estructuracin espacial semejante o ms compleja an, su localizacin permite suponer que el alcance y funcionamiento de la Iglesia de los Indios o de tales sitios- comprometi a un conjunto amplio de instalaciones sincrnicas de la regin. Paralelamente, la proyeccin temporal a escala multigeneracional de su arquitectura estara reflejando para el mbito de influencia de La Rinconada una continuidad social e ideolgica, con un ncleo de creencias, smbolos y prcticas compartidos por varias generaciones. De esto no se deriva necesariamente una centralizacin poltico-religiosa, ms bien seala la existencia de lugares o construcciones ligadas al ritual comunal distribuidas a lo largo del paisaje social de Ambato durante esa poca. En el mismo sitio se integran varios ncleos de vivienda, construidos con una tecnologa arquitectnica notablemente elaborada. Las habitaciones adosadas entre s y con techos a dos aguas, estaban distribuidas en torno a grandes patios grandes patios con aleros o galeras laterales. En unas y otros se desarrollaron mltiples actividades domsticas vinculadas a la produccin de alimentos y bienes, a su consumo y almacenaje, a las prcticas rituales privadas, etc., mostrando una estrecha correspondencia con otros sitios coetneos del mismo valle. Cada uno de los ncleos residenciales de La Rinconada muestra una clara segregacin respecto a los otros y se encuentra separado del gran espacio central -la plaza- por muros bien definidos. El acceso desde ste ltimo est orientado a travs de amplios vanos de comunicacin que conectan plaza y patios en forma directa y fluida, dado que pueden traspasarlos varias personas simultneamente. Este patrn de permeabilidad se repite al interior de cada ncleo, pero los accesos a los recintos habitacionales son menores, fsicamente ms estrechos, definiendo un flujo ms controlado y restringido que tiende a ser individual. Teniendo en cuenta las caractersticas de las habitaciones, podemos entender a las mismas como los espacios circunscriptos de mayor privacidad dentro del sitio, con lmites definidos y control de acceso fsico y perceptivo, pero sin divisiones fijas -inmuebles- interiores. All tuvo lugar una interaccin sostenida, ntima y personal, entre los miembros de cada grupo familiar, constituyndose en escenario de actividades mltiples y regionalizadas, como dormitorio, preparacin y consumo de comida, depsito de artefactos y algunos alimentos, reserva de vajilla rota pero reutilizable, etc. y foco de prcticas rituales privadas y tradicionales (Gordillo 2007b). En tanto, los patios fueron espacios muy amplios, abiertos pero circunscriptos, con sectores internos diferenciados, que posibilitaron prcticas potencialmente autnomas para cada ncleo residencial, en tanto estuvieron fsicamente ocultas desde el exterior o desde otros ncleos. Constituyeron un lugar obligado de encuentro en la circulacin y la vida diarias, donde se habra desarrollado una interaccin social cotidiana entre unidades sociales co-residentes, partcipes estas

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    de la produccin comn de alimentos y almacenaje a mayor escala, junto a otras actividades de elaboracin artesanal, consumo, entretenimiento. Fueron, adems, mbitos de conexin entre las habitaciones y la plaza, conformndose como una esfera de articulacin entre los rdenes privado y pblico. Por otro lado, algunos de los bienes y recursos empleados en La Rinconada y otros sitios del rea sealan relaciones estrechas con los siguientes mbitos geogrficos: - La zona de Yungas y los Altos Singuil, de donde provienen, entre otras cosas, gran parte de

    los recursos madereros usados en las construcciones, como el Laurel de la Falda (Cinnamomum sp.) y el Aliso (Alnus sp.), que son definitivamente predominantes en los techos del sitio, diferencindose en este sentido de lo conocido para otros sitios cercanos (Marconeto y Gordillo 2008).

    - Los pastizales de altura, hbitat natural de la vicua, animal que ha sido identificado en el sitio en forma asociada con el consumo alimenticio y las prcticas rituales (Gordillo 2004 y 2007b).

    - La regin de Andalgal y el distrito Capillitas, donde se registra una de las variedades del estilo negro grabado ms especficas a La Rinconada y probable fuentes de los minerales metalferos empleados en la produccin de los instrumentos de metal hallados en el sitio, especialmente los de bronce arsenical (Gordillo y Buono 2005 y 2007).

    - El valle de Catamarca, que adems de una iconografa parcialmente compartida, presenta materiales cermicos comunes al valle de Ambato (Gordillo 2004).

    - Los valles occidentales y meridionales de Catamarca y La Rioja, cuyas manifestaciones muebles exhiben smbolos iconogrficos comunes tambin en Ambato (Gonzlez 1998).

    Esto permite suponer la existencia de movimientos a otras regiones, con una logstica posiblemente centralizada en la llama como animal de carga, orientados hacia el aprovisionamiento directo de materias primas y/o el intercambio de productos con los grupos o etnias. Adems de ello, podemos imaginar que tales viajes brindaran informacin acerca de distintos lugares y su gente, permitiendo la creacin y consolidacin de lazos sociales intercomunitarios. La ubicacin geogrfica de la sociedad Ambato en un rea intermedia prxima a distintas regiones naturales, habra facilitado el acceso a esos y otros recursos, as como la interaccin con diferentes poblaciones a escala interregional. Ese flujo de materiales habra estado acompaado tambin de conocimientos e ideas, y hoy aparece testimoniado en la distribucin a escala macro-espacial de materias primas, recursos animales y vegetales, objetos de metal, cermica y smbolos iconogrficos. El final de la vida en el sitio est definido por los incendios generalizados. Los techos quemados (figura 3) colapsaron sobre superficies y materiales en uso efectivo o potencial, y no hay signos de reocupacin del lugar. Esta situacin ha permitido caracterizar el contexto terminal de ocupacin del lugar y definir un rango cronolgico para ese acontecimiento entre el 1050 y 1200 AD, ambos aspectos decididamente anlogos a los registros de otros sitios del valle en razn de similares materialidades, evidencias de incendios y un marco cronolgico que sita al despoblamiento del valle en ca. 950-1200 AD. Diversos factores ecolgicos, econmicos, religiosos, polticos, sociales y demogrficos, tanto endgenos como exgenos, pudieron conducir a estos grupos de Ambato hacia una situacin de crisis y vulnerabilidad, cuyo final conocemos como resultado, pero no como proceso (Marconetto et al 2007). Estos contextos finales recurrentes, junto con la presencia de elementos finos y fcilmente transportables, los restos alimenticios y la ausencia de signos de reocupacin del rea, son factores que nos han llevado a suponer un abandono repentino, no planeado, que constituy un despoblamiento colectivo, sincrnico y definitivo del lugar (Cruz 2006; Gordillo 2004; Marconetto 2009; etc.). No obstante, los datos sobre el modo de abandono de los sitios de Ambato son difciles de interpretar y la cronologa no es lo suficientemente ajustada como para definir el grado de simultaneidad de ese episodio. Por eso, otros escenarios son posibles y

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    podemos pensar tambin un proceso de abandono escalonado, donde cobraran mayor sentido los signos de destruccin intencional de artefactos que observamos en La Rinconada como parte de los rituales de clausura (Gordillo 2012).

    Figura 4: Vigas del techo carbonizadas registradas en La Rinconada.

    Asimismo, los incendios pueden tambin encajar dentro de este proceso ritual, una prctica reconocida en distintos tiempos y lugares del mundo. En el mismo NOA, hay evidencias de incendios de casas y sitios correspondientes a distintos perodos y contextos. As por ejemplo, en los sitios del Campo del Pucar, vinculado en muchos sentidos con Ambato, se registraron sectores residenciales de pocas formativas con restos vegetales carbonizados sobre las antiguas superficies de ocupacin, resultado de la combustin y colapso de los techos. Segn Aguirre, Leiton y Becerra (2006) la recurrencia de esta situacin en cobertizos y espacios techados de sitios Alamito (Nez Regueiro 1998) sugiere la existencia de ciclos sociales reproductivos que habran incluido ritos de quema de los techos y el abandono de las unidades residenciales, as como el tapado intencional de los recintos de vivienda y su monumentalizacin en el paisaje (Leiton 2005). Para Ambato, si bien no podemos descartar la existencia de incendios forestales, sobre los que indaga Marconetto (2009), queda planteada adems entre otras alternativas posibles, la posibilidad de fuegos voluntarios como parte del cierre ritual de ocupaciones. Y ante esto surge la necesidad de discriminar, en los contextos excavados, los materiales de facto de esos otros que podran resultar de aquella prctica, como es el caso de la depositacin de ofrendas. (Gordillo 2012) Quedan adems varias cuestiones pendientes sobre el tema a considerar ms extensamente en el futuro. Acerca de la ausencia de ocupaciones posteriores, por ejemplo, es poco lo que puede decirse por ahora, ms que de ensayar alguna explicacin relativa a la carga sagrada o histrica de estos escenarios abandonados, quemados y en ruinas (Gordillo 2012). A modo de cierre En este trabajo el propsito fue presentar un panorama general sobre la problemtica Aguada, del lugar que ha ocupado en la historia de las investigaciones arqueolgicas del Noroeste argentino,

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    as como de las interpretaciones, intereses y dudas que hoy despierta. Sobre esta base, y entre otras cuestiones, la idea es abrir la discusin acerca de su grado de inclusin o exclusin dentro de los procesos que definen a eso que llamamos Formativo. Por cierto, en uno y otro caso, parece tratarse de repensar las categoras polismicas que estamos implementando para aprehender realidades empricas, las cuales parecen sublevarse a nuestras clasificaciones. Para ello, he considerado los aportes de diversos investigadores y, en ese marco, delinee algunos de los principales resultados que, con el equipo de trabajo que integro, hemos obtenido a lo largo de muchos aos de investigacin, tomando como disparador nuestras experiencias particulares en La Rinconada, un lugar que ofrece enormes potencialidades en la materia. Han sido planteadas aqu muchas de las inquietudes que nos genera el tema y que concentran nuestro esfuerzo e inters -que sospechamos compartido por otros investigadores. No se trata de problemas resueltos ni de visiones certeras; por el contrario, en este camino cada paso genera nuevas preguntas e incertidumbres. Y si bien quedaron a un lado muchas cuestiones relevantes, seguramente lo expresado en estas pginas contribuye a desarrollar el debate propuesto. Para finalizar me interesa aclarar que muchos somos en verdad los autores de este trabajo. A travs de los aos un conjunto de investigadores y alumnos han formado parte del equipo de trabajo que produjo estos y otros resultados; algunos de ellos insisten en permanecer desde hace tiempoQuisiera nombrar entonces a quienes me han acompaado ms de cerca en esta intensa bsqueda junto a los que se fueron sumando ms recientemente: Mara de Hoyos, Hctor Buono, Jos M. Vaquer, Ana Solari, Mara Basile, Diego Leiton, Laura Ares, Vernica Zuccarelli, Eva Calomino, Bruno Vindrola, Luciana Egua, Laura Pey, Carolina Prieto, Ignacio Gerola y Liliana Milani. BIBLIOGRAFA CITADA AGUIRRE, M. G., LEITON, D. y M. F. BECERRA 2006 Techos incendiados y caas carbonizadas en mbitos residenciales: Anlisis antracolgico de recursos vegetales provenientes del sitio 2(b) de Campo del Pucar (Catamarca, Argentina) Revista Werken, 9. Chile, pp. 35-47. ARES, L 2007. Una mirada a los patios del NOA prehispnico desde La Rinconada de Ambato, Carrera de Ciencias Antropolgicas de la Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires. Bedano, Juez, S. Y Roca 1993. Anlisis del material arqueolgico de la coleccin Rosso procedente del Departamento de Ambato, Provincia de Catamarca. Publicaciones 7, Tesis y Monografas 1, pp.1-138. BENNETT, W.; E. F. BLEILER y F. H. SOMMER. 1948. Northwest Argentine Archaeology. Yale University Publications in Antropology, 38, pp. 32-64. BOMAN, E. Y G. GRESLEBIN 1923. Alfarera de estilo draconiano de la regin Diaguita. Editorial Ferrari S. A. Buenos. Aires. CALLEGARI, A. y M. E. GONALDI 2006 Anlisis comparativo de procesos histricos durante el perodo de integracin regional en valles de la provincia de La Rioja (Argentina). Chungar (Arica), vol.38, N2, pp.197-210. CASANOVA, E. 1930. Hallazgos arqueolgicos en el cementerio indgena de Huiliche (Dto. de Belen . Prov. de

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