Goytisolo, José Agustín - El rey mendigo

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José Agustín Goytisolo ( 1928 - 1999 )De este libro nos dice el propio autor "que intenta indagar, a través de unos pocos poemas, algunos momentos de la paradójica y emocionante condición del hombre, ya sea mediante ejemplos históricos y literarios, ya sea de primera mano, a través de hechos vividos o conocidos"SIN COLMAR TU TIEMPOLa florlucha para romper la verde cápsulatiembla de espanto cuando sale de ellaa la cruel luz del díay sufre la batalla de los vientosy a las pocas semanases abrasada por el sol y muere.El avevive azarosa y canta y vuela y caesin haber conocidootro gozo que aquel de perpetuarsu especie que es su cantoo el de cortar el airepara emigrar y concluir su ciclo.Tu pasopor el mundo es peor; mucho peor:conoces el asombroel proceso del que eres un mágico eslabónmas con todo le temes a la viday sin cumplir tu tiempoansías la hora inútil del no ser.

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  • EL REY MENDIGO

    Jos Agustn Goytisolo

    EDITORIAL LUMEN

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  • Diseo grfico: Joaqun Moncls

    Publicado por Editorial Lumen, S. A., Ramn Miquel i Planas, 10 - 08034 Barcelona.

    Reservados los derechos de edicin para todos los pases de lengua castellana.

    Primera edicin: 1988

    Jos Agustn Goytisolo, 1988

    ISBN 84 - 264 - 2755 - 3 Depsito legal: B. 688 - -1988

    Printed in Spain

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  • SOBRE EL ESCRITOR, SU OBRA,

    LOS LECTORES Y LA CRTICA LITERARIA

    Como es sabido, cuando un escritor edita una obra, o cuando piensa, si no lo consigue, que algn da, aunque sea despus de muerto l, sta ser aireada y, por lo tanto, reconocidos su talento y destreza, tiene o aspira a tener un pblico, su propio pblico lector. Esto ocurre indefectiblemente as, pues, sin el conocimiento por otros de la obra, el ciclo y la funcin de la creacin literaria no se cumpliran: faltaran los ltimos eslabones, que son recrearse en otros y recrear a otros.

    Diferente cuestin es que el escritor consiga tener ese pblico. No bastan sus deseos y esfuerzos, porque no es l quien elige al pblico, sino que es el pblico el que le elige a l, el que decide si es un artista o bien un simple escribidor, un grafmano o un voluntarioso letraherido con pretensiones de figurar.

    Es interesante reflexionar sobre quines son esos lectores y cul es la audiencia que cada autor desea para su obra. Se podra responder, a la ligera, que cualquier escritor quiere un pblico lo ms inteligente y lo ms amplio posible, formado por un fiel nmero de lectores, de buen criterio, tanto en el idioma en que l se expresa como en sus traducciones, que sin duda

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  • deseara fueran afortunadas y mltiples. Pero esto no siempre ocurre as. En las

    caractersticas formales y temticas de cada obra, podemos adivinar ya qu clase de pblico se predetermina como su potencial lector. La obra es, en s misma, ms reveladora de la clase de lectores que el escritor prefiere que las propias aseveraciones del estilo de a la minora siempre o a la inmensa mayora. Porque el real y a veces no expresado deseo del autor est implcito en la propia obra, como entidad autnoma que es. Manifestaciones tales como las citadas, y otras parecidas, recuerdan la actitud de muchos padres que aseguran que sus nios sern, de mayores, notarios, curas o banqueros, sin tener en cuenta los valores y aptitudes de los hijos, sus capacidades y la decisin inapelable de la sociedad, presente y futura, que, justamente o no, es la que siempre decide al fin.

    Otro dato que revela el deseo de un autor de prefigurarse un pblico, es su adscripcin o no a alguna de las modas o tendencias literarias de su poca. Con tal actitud, el escritor desvela los rasgos de su lector ideal, ya sea diciendo que perpetra poesa pura, que produce literatura experimental o textos de vanguardia, que es un maldito, un marginado, un novsimo, un eclctico, un culto, una loca, un celestial o un posmoderno. Cada quien con sus anhelos, altos o chiquitos, legtimos o no, intenta abrirse paso a hachazos o a golpes de tijera de podar, para penetrar o lograr acomodo en las faldas o en la cumbre del Monte Parnaso. Este tipo de auto-etiquetaje acostumbra a ir

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  • unido a declaraciones de grupo, promocin o generacin, y tambin acompaado y aireado por una revista, una coleccin literaria o una tertulia, y suele ser jaleado por unos cuantos epgonos tericos, que tambin intentan hacer carrera y que estn a la que salta.

    A las en principio pocas personas que acompaan al escritor en sus inicios pueden aadirse sus novios o novias, algn protector y unos pocos suscriptores de la revista de turno, que forman ya un pblico, en ocasiones el nico que tendr el entusiasta literato durante toda su vida, y aun despus de ella. Porque el otro pblico, el formado por un nmero mayor de posibles lectores, el pblico que para s quieren los escritores, puede ms tarde aparecer o no. Si aparece, si se hace real, se completa el ciclo creacin-emisin-recepcin-recreacin-disfrute que caracteriza a toda obra artstica y que le confiere dimensin propia.

    En la formacin de un pblico para un determinado escritor, merece prrafo aparte el papel de la crtica literaria, sobre todo en un pas como ste, en el que se llama crtico a mucho gacetillero o reseador, a cualquier plumfero mal pertrechado, a cualquier petimetre, precipitado consumidor de textos tericos a la moda, o a cualquier aspirante a poeta o novelista que ha tirado ya la toalla o est por hacerlo, y que se cobija a la sombra de otros, a los que considera ms afortunados, declarndose y ejerciendo de maestro o de manager. Lo peor que puede ocurrirle entonces a un escritor es olvidar que una de las funciones del crtico es la de emitir opiniones propias, suscitadas por la

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  • obra, y, al divulgarlas, ayudarle a tener una audiencia, a conseguir un pblico. Escribo esto porque algunos seudoensayistas presentan hoy la crtica literaria como una operacin muy compleja, que se despliega en muchos mbitos, que enlaza con la sociologa, la psicologa, el psicoanlisis y otras materias llamadas ciencias sociales. Esta vecindad, esta cohabitacin de la crtica con tales ciencias, parte de la suposicin de que la literatura es tambin un objeto de ciencia, un fenmeno inserto en un campo cientfico general, a partir de lo cual se hace posible definir tal crtica como ciencia social. Dejando de lado el hecho de que no existen datos especficos ni apoyos tericos serios para probar, al uso principalmente norteamericano, el carcter cientfico de las disciplinas de objeto social, no se puede ignorar la condicin de arte, de artificio, de la literatura. Esta, aunque, como hecho de lenguaje que es, est implicada en la teora general de los signos, aunque no es ajena a los fenmenos sociales, y aunque sus bases son psicolgicas, no agota en esos ni en otros puntos su complejo y vastsimo mbito, que se ofrece a lectores y crticos como una especialsima forma de conocimiento y de experiencia, generadora de emociones y productora de placer. Ni la especulacin crtica estructuralista ni el positivismo sociolgico pueden confundir a un escritor o a un lector hacindoles pensar que el mbito de una obra literaria est inserto en un mundo formado por leyes o verdades establecidas y que se rige por reglas ulicas funcionales. El papel ms vlido de un crtico literario es el de catador, el del que distingue y explica al pblico las

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  • diferencias, las calidades y los sabores; no el de homologador, cuantificador y clasificador, que acaba por hacer perder al potencial lector las pocas ganas que normalmente tiene de enfrentarse a un texto literario.

    El escritor ha de sentir que la literatura es una prctica gozosa y as debe ofrecrsela al lector, en vez de tratar de encajarle modelos objetivos que de ella extraen ciertos y aburridsimos ensayistas. El creador, el poeta, no es tan slo un ser que siente y se conmueve, pues eso le ocurre a todo el mundo, sino un artfice que sabe hacer sentir y conmover a un pblico con ese juguete, con ese juego por excelencia que es la obra literaria bien hecha, leda o escuchada.

    El pblico, el lector, est aqu, ah fuera, en las calles y en las casas, en las bibliotecas, en las escuelas, por todas partes.

    Cada escritor ha de intentar, como pueda, conseguir que su pblico ideal, en el que suea, le elija a l, precisamente a l, como a su autor. Y que los dioses repartan la suerte.

    Por lo que a m se refiere, he procurado siempre ensayar, a travs de distintas formas poticas, los trucos y artificios de mi especial y singular oficio y expresarme de un modo significativo para conmover a mis posibles lectores, de ahora y de despus, trabajando sobre mi propia experiencia y sobre la de los dems, a fin de mejorar el producto. Un producto que, en esta ocasin, he bautizado con el nombre de El rey mendigo, que intenta indagar, a travs de unos pocos poemas, algunos momentos de la paradjica y emocionante condicin del hombre, ya sea mediante

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  • ejemplos histricos y literarios, ya sea de primera mano, a travs de hechos vividos o conocidos. Historia, vida y literatura que, aunque separadas, se vuelven a confundir siempre en mi sensibilidad.

    J. A. G.

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  • EL REY MENDIGO

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  • Era ya viejo el rey, metido en aos; por ms que le cubran con ropajes l no entraba en calor. I REYES; 1,1.

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  • PRIMERA PARTE

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  • ABSALN NO VIO LA ENCINA Qu haces desventurado mirando por encima de la grupa de un mulo exhausto entre el boscaje ido? Con la cabeza vuelta y la espada en el brazo tembloroso qu furia es duea de tu pensamiento? Al animal tan slo confas el regreso hasta tu tierra por cerciorarte si alguien queda vivo? Suponiendo que llegues cmo sabr Israel quin se le acerca: si un nuevo rey o un desleal huyendo?

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  • LECCIN DE DEMCRITO Sobre la superficie en las aristas de las piedras y rocas que pule el mar o que la lluvia hiere con sus locas agujas llegan el viento el fro y el calor muerden durante siglos y milenios los puros silicatos y el carbono y entonces surgen vetas de xidos o de sales asombrosas y metales recnditos: mira las formas puras nota el manto sedoso o araado del cantil vers cmo aparecen inslitas figuras y un cdigo de signos complejo y misterioso que te habla de las edades mudas de la tierra perdida entre el fulgor del universo y en la que la materia te dio vida inteligencia para que te asombres

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  • manos para que puedas palpar y ojos para ver el prodigio para ver.

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  • JARDN EN LAS AFUERAS Fulgor de realidades: en la sombra en la luz y entre rboles y hiedra supo el joven que su alma era tambin su cuerpo lo mismo que el aroma de la flor es la flor y escucha ahora decir que el sumo bien entre los hombres es la amistad y no los muy inciertos e inicuos dioses. El tiempo piensa ha de caer mas no podr quitarme lo que aqu yo he aprendido: fin en s misma la amistad es ventura que slo exige en otro una respuesta. Y la voz del maestro prosigue: Corra el agua clara en la acequia y que no falte el pan; el resto sea lujo. Hasta el jardn en las afueras llegan atenienses para escuchar a este hombre al que muy pronto los deshonestos llamarn impo. Y el joven en su interior repite: corra el agua; corra y llene el jardn de frescura y rumor...

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  • Y al fijarse en los ojos de Epicuro una idea le asalta como una sacudida y formula un deseo o un conjuro: Jardn de realidades: permanece; no en otro mundo sino en este sitio!

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  • RUTILIO VUELVE A CASA Aristcrata en tiempos de abandono vuelves a tu provincia con el duelo de contemplar el fin de un esplendor. Durante el viaje observas a hombres que huyen de la luz porque afirman encontrar armona habitando en las cuevas. No es locura temer el mal y despreciar los bienes? Cuando el gran edificio comenz a decaer ya viste en las fisuras a estas ratas tramando el funeral de la razn. Cada da son ms los que no quieren morir por el Imperio y s salvar su alma. Es duro este regreso: porque has de terminar en tu casa y rodeado de barbarie.

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  • PIENSA EN TI No digas nada Lesbia y piensa slo en ti. Deja tu cuerpo suelto igual que en abandono en medio de este mar que ahora mismo te envuelve bajo no s qu vientos de frescor y dulzura que tu piel acarician entre un olor a sal ms antiguo que el mundo. Pero no digas nada: piensa en ti y slo ansa como yo unos instantes de silencio y amor.

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  • MARCIAL ENTRE EL AMOR Y LA MISERIA No: no puedes irte. Debes terminar los escritos que tienes empezados y has de quedarte an. T sabes bien cmo ahuyentar las sombras con esa lamparita que ilumina de noche los papiros del libro en que trabajas. Emplea si es preciso los trucos que conoces: sahumerios y filtros y oraciones y que el vino no falte; o adopta tu papel de viejito capaz de dar amor pues quieres oh hijoputa te devuelvan centuplicado para as ir colmando tu vanidad. Pero no te descuides: pronto no encontrars quien quiera desvestirte ni traerte ms tinta o ms aceite ni compartir contigo las cenas y el desvelo ni charlar de la vida o leerte unos versos ni ayudarte a dormir antes que llegue el alba. No: no debes marcharte porque an no te lleg el momento que anuncia la catstrofe; ese final de zorro gastado y solitario que merodea ciego entre los pajonales quemados del verano en busca de un lugar

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  • donde tenderse ya. Entre amor y miseria has perpetuado aqu tu paso con palabras tal huella de una mano rupestre en rojo oscuro pero puedes ahora hacer sentir pasin a una muchacha que tal vez te lea muchos aos despus de que hayas muerto. Aunque andes renqueando te ayudar a seguir toda la envidia crdena del gran anfiteatro: los cientos de miradas que acuchillan tu toga entre las otras y desean hablar de ti en pasado. Pero an hay veneno y jazmn en tu tinta: y ni la muerte les va a librar de tu arte despiadado y pursimo.

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  • LUCRECIA EN EL ESPEJO Piensas en otros tiempos y no te reconoces; eras una mujer un cuerpo apenas y no te ves metida en el gran juego que te arrastr a lugares espantosos y extraos que tambin has olvidado. La vida se te fue entre fulgor y niebla y aunque al doblar la esquina salte el gato negro de algn recuerdo o te declaren voces que hablan por ti cmo podras decir quin fuiste si incluso hasta tu sombra escapa por los barrios y calles y escaleras que dicen frecuentabas y hoy no encuentras a nadie de aquel tiempo? En el espejo miras a lado y lado y nuevas sombras huyen como las ratas por las alcantarillas. Quin eras? Fueron todo fantasas o un tiempo loco y breve y perdedizo cual un relampagueo de setiembre?

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  • Como la impura luz de una charca refleja an ms impuro el rostro que se asoma as ahora t te ves: niebla de un tiempo ido del que slo te queda como el aire triste de una mujer ensimismada.

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  • EL EMPERADOR ALZA LA COPA Prefiero dormir mal a no atender el dominio de todas las regiones que golpean las olas de este mar y cierran las montaas y el desierto. Conozco bien la saa de esas gentes la tierra y sus colores y el sabor de sus vinos y mieles. Pero siempre los pueblos tienden a la dispersin y yo precis leyes para volver a unir lo que antes fue romano. Ah Teodora la reina de la danza y la pasin cmo sigues mi vida alborotada y me aconsejas en los das turbios! Yo te hice respetar. Y t que fuiste escndalo y rubor de esta ciudad hipcrita la has vuelto esplendorosa y codiciada por nuestros enemigos. Amante aventurera esposa de oro: alzo la copa por tu fragante y terca majestad tan sabia en el amor como en el trono.

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  • TE LLAMABAN EL SABIO Lejanos te parecen hoy los das de campamento en el asedio a Murcia; olvidaste el aroma del azahar la luz de las fogatas de tus hombres y las canciones de los catalanes y aragoneses de tu yerno En Jaume. Pero estuviste all como tambin estabas en Jerez en Lebrija en Niebla en Cdiz: no eres un perdedor pero s un tanto inhbil en cuestiones de hacienda y de gobierno; se te esfum el imperio alemn que pretendas pero tuyo es el reino de las artes y letras el reino de la ciencia y de los astros de la historia y las leyes. En Toledo rabes y judos se sientan junto a ti mezclados con tu gente. All tratis las cuestiones ms hondas y los detalles nimios del saber esparcido para juntarlo luego.

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  • En soledad escribes cantigas a la Virgen o canciones de escarnio para los que desprecias. Te llamaban el Sabio nombre que t prefieres pues no dejas hazaas ni herosmos dignos de ser cantados. Ahora tu propio hijo se ha alzado contra ti: camino de Sevilla mientras tu corazn sigue en Toledo intilmente tratas de recordar el rostro de la esclava liberta que en el sitio de Murcia iba y volva de tu tienda real a la ciudad cercada con mensajes y cartas repartiendo su amor entre ti y tu enemigo.

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  • EL TRIBUTO DE LA MONEDA La belleza que a todo el mundo engaa usa muchos disfraces. Pero t apareciste igual que el ruiseor que corta el aire con su inefable canto sorpresivo: al abrir nuevas puertas a la realidad diste un carcter vivo a tus figuras introduciendo espacios ilusorios en el mural. Te vemos oh Masaccio! filtrando las diversas incidencias de la sombra y la luz al encontrarse por dar volumen a la arquitectura, y en los fondos de oro de tu mano de rey los colores lo mismo que un espejo nos devuelven la luz con valor de infinito y acercan las figuras a la vida. Diez aos en Florencia y en Roma de maestro pintor te fueron suficientes para saber unir tiempo y espacio en una superficie: Pedro en sus tres momentos ve del Cristo la orden de entregar el peaje obligado. No hay dinero en la bolsa pero ocurre el milagro: va hacia el agua el apstol

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  • y toma la moneda de la boca de un pez y vuelto a primer plano la entrega al aduanero. Ah esa moneda! No reuniste muchas t que las merecas ni te ofrecieron nunca coronas de laurel ni copa de oro; pero los vientos no te han destruido y tu arte brilla an como la luz en el amanecer de la nueva pintura.

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  • HASTA PISAR EL AGUA Reina de la desgracia: negada dos veces como su hija por el rey y jurada otras dos como legtima qu fue de tu viaje entre dos siglos? Desde que el arzobispo y el marqus se alzaron contra ti todo seran males y escarnios: burlas a tu padre y panfletos y stiras. Despus peregrinar de ciudad en ciudad por territorios que an te respetaban. Y t amarilleabas como el campo de julio pues un pueblo de tahres se pas al bando de tu vencedora. Luego de la derrota conociste la ruina en un convento de clarisas en el que te metieron para siempre. Mas quisiste aguantar diciendo: Soy la reina hasta pisar el agua helada de la muerte. Eras la reina. El trono te quitaron; no el orgullo.

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  • COMO LLUVIA DE ABRIL Alejandra: tu juventud pas sbita y alocada como lluvia de abril. Persiguiendo a tu rey quisiste uno tras otro a hombres que no eran tuyos, que sabas que jams iban a pertenecerte. Pero t lo buscabas en fiestas y espectculos soando siempre en algo milagroso fingiendo que ignorabas ciertas cosas que existen y que odias. Cada vez tu rey era ms chico pero t continuabas soando en un palacio. Hasta a un palafrenero llegaste descendiendo la escalera mas ni calesa haba. Cuando viste lo insostenible de tu coartada era tarde: una rfaga de invierno estremeci tu piel con un temblor de vergenza y de ira. No tenas la pelusilla del melocotn ni los ojos de nia ni la risa de antes. Y era absurdo proseguir el juego de aguardar a otro elegido para que compartiera tu lecho de desgracia tu vida de reproches a ti misma tu soledad y rencor. Cuitada!

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  • T que fuiste ms bella que la flor del ciruelo te sientes sola y crees que tu tiempo es como lamparilla que se extingue y t lo mismo que una perla muerta. Alejandra: me apena que lo pienses porque s eres oscura perla muerta. http://www.youtube.com/watch?v=ambXhlYBEyE

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  • TODO POR LA USURA El hombre de la barba enmaraada en su pequea celda con ventano y barrotes mas sin puerta en el marco goz del privilegio de usar mesa camastro y cuatro sillas y poder escribir per carita! durante doce aos cocindose en su jugo como un pato salvaje por cuenta del Gobierno Federal. Envuelta en bruma quedaba su irrupcin en tertulias de Londres a principios de siglo; y siempre sin un dlar pero ms dadivoso que Rockefeller. Dios: era un cow-boy a caballo en una joyera! Rey cuquero y agnstico que confundi sus das de gloria en Inglaterra en Francia y en Italia como maestro de la poesa con las sucias semanas bajo el sol y la lluvia encarcelado en la que l bautiz la jaula del gorila hasta ser repatriado y juzgado y recluido en Saint Elisabeth: una casa de locos. Y todo por la usura. Fueron muchos los que le visitaban pero tambin muchsimos aullaron protestando por el premio a sus Cantos. La libertad despus de mucho tiempo: desde Whitman a hoy slo t il miglior fabbro y luego Eliot. El final poco importa: vuelta a Europa

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  • pero ni SantAmbrogio ni Brnnenburg ni Venecia y la gndola de tu ltimo viaje borrarn la vergenza de Saint Elisabeth.

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  • SE QUED EN EL PALACIO Cul fue su error sino el de imaginaros distintos de como erais? En los das desesperados cuando el pas era igual que una cueva de oscuridad y espanto quieto le elegisteis a l para hallar una senda hacia la luz que muchos de vosotros siquiera conocais. Cul fue su culpa sino desearos una vida ms digna? Cuando nadie poda hacerlo l propuso una meta y dise un espacio de concordia y asentimiento al que un da llegar sin que el rencor ni la sangre pudieran entrar y derramarse por la casa de todos. Cul fue su suerte sino suplantaros a la hora de morir? Frente al terror y a las traiciones

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  • cuando muchos huyeron l cumpla un compromiso con vosotros. No le import su vida sino todas; aunque su muerte no evitaba el rencor y la sangre y el retorno a la cueva.

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  • CEREMONIA Y MANERAS Se cans de mirar cadenas jarcias cuerdas y machetes grandes yunques calderos del sabbat balanzas olvidadas almireces y tuercas puntas de medio palmo como clavos de Cristo instrumentos de msica olvidada columnas repetidas de su bosque habanero. Se cans de leer los relatos de los conquistadores frailes encomenderos magistrados truhanes o las gestas traiciones y vergenzas de los padres de ms de veinte patrias y luego los anales de cuartelazo y crimen que han formado la historia ms reciente. Se cans de escribir despus de los discursos y las fiestas en la hora del gato y el cubo de basura pasajero del alba en aeropuertos grises con olor a papaya y caf au lait y el tiempo siempre el tiempo borrndose detrs igual que las fronteras de un pas invadido.

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  • Como escritor y como diplomtico Alejo Carpentier mostr a la muerte sus cartas credenciales en el mejor estilo.

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  • SEGUNDA PARTE

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  • SIN COLMAR TU TIEMPO

    La flor lucha para romper la verde cpsula tiembla de espanto cuando sale de ella a la cruel luz del da y sufre la batalla de los vientos y a las pocas semanas es abrasada por el sol y muere. El ave vive azarosa y canta y vuela y cae sin haber conocido otro gozo que aquel de perpetuar su especie que es su canto o el de cortar el aire para emigrar y concluir su ciclo. Tu paso por el mundo es peor; mucho peor: conoces el asombro el proceso del que eres un mgico eslabn mas con todo le temes a la vida y sin cumplir tu tiempo ansas la hora intil del no ser.

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  • CASA QUE NO EXISTE Si dicen que le enferma la nostalgia l piensa: La nostalgia de qu? De una vida partida en dos pedazos? De un jardn que hoy no tiene? De unos aos terribles? De un par de pantalones color rata? Solamente de nio vivi algo as como una fiesta muy breve aunque l ahora en sueos quiera alargarla hacerla inacabable para pensar en cosas diferentes y gratas como hace un estudiante de cara a la pared. El miedo a no ver ms a quien amaba se invent una presencia al otro lado de esa puerta que se abre tan slo para adentro pero all no haba nada ms que sucia sombra de vaco y un eco que le hablaba con sus propias palabras y traa reminiscencias de una edad de espantos.

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  • El cruza de su ayer a su maana como sobre la cima que parte dos vertientes obseso por rehacer las casas y castillos que las guerras y el viento derribaron para borrar as y confundir los das y detener el tiempo antes que el tiempo le detenga a l. Oh absurdo y extraviado rey mendigo que nota en las espaldas el fro de su noche a la intemperie y sigue caminando desnortado y a punto de caer en uno u otro abismo mientras busca las luces de una casa que sabe que no existe!

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  • EN HORA INTEMPESTIVA

    No le culpes a l; acsate a ti misma por despreciar el lado ms bello del amor si no pronto el rencor se te har una costumbre un aire enrarecido que podra asfixiarte pues aunque dices que ya acab todo ciertas noches murmuran voces dentro de ti que sealan un dao que te hiere; voces que luego quieres acallar pero que no se dejan ni te dejan que son tan inclementes como lluvia de otoo y aguardan en tu cama para seguir contndote que has sido objeto de un terrible engao. Cmo te has vuelto as t que decas que el amor era como regalo de algn dios y haba que mirarlo cara a cara aunque llegase en hora intempestiva como te lleg a ti? S: fue una exhalacin que se meti en tu casa sin tocar la campana y llen de sorpresa y de deslumbramiento la escalera el pasillo y las habitaciones tus ojos y tu piel y tus zapatos y que se fue dejando las sbanas revueltas. Regalo ha sido como t decas: algrate y acalla las voces del rencor.

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  • UN ABRIGO ALEJNDOSE El huye. Escapa en el otoo antes de que las hojas cubran ciertos das para as recordar lo que fue suyo lo que ahora va a perder y bien lo sabe porque el duelo ms grande el mal peor es ver ver sin remedio un abrigo alejndose y un rostro que se esfuma en el andn: tristeza en unos ojos hoy todava en l y l dentro de ellos. En la neblina de la gran ciudad hay antiguos hoteles y espejos y almohadones pero el que huy prefiere los gritos del mercado y sorteando muchachas y carritos y ofertas apacigua su loco deseo de volver. Da a da los ruidos de calles y de bares y de salas de fiesta le empujan desde el alba hasta la cama

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  • en un barrio que teme y desea a la vez. Entonces se sumerge entre papeles come y respira an olor de mayo duerme y anda y estudia y compra los peridicos se ducha una vez ms aunque quisiera or por el telfono la voz mientras resbalan gotas de soledad y jabn sobre su piel. Todo se lo mostr: y quiso que ella viera que recordara aquellos das limpios; el gozo de una vida despertndose en la contemplacin de su propio deseo: perfume y tacto de la primavera. No: no es el que ha partido un temeroso que se sumerge en el aturdimiento y no puede olvidar. El dbil y cobarde es su absurdo y gastado corazn de hojalata.

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  • PRELUCDIO DE UNA HUELGA GENERAL FRACASADA Guillermo el franciscano cuyas palabras te golpean hoy furiosas e insistentes tal las gotas de esta lluvia cruel sobre tu parabrisas dej escrito: Fue Dios el que instaur las libertades y as es que el hombre puede dirigir y ordenar su conducta sin Papa y sin intermediarios. En Miln no sentas en el pecho esta opresin de ahora; i compagni te informaron de todo sin dejar ni un detalle y aun as t te ves como un nio cretino al que repiten siempre el mismo cuento y no osa siquiera protestar. Qu duro este mistral! Quieres huir de aqu de esta calzada de agua oh invierno de Avignon! Guillermo el franciscano igual que a veces t se sinti ya sin fuerzas y oscilaba su nimo como el palo mayor de un velero al garete pero sigui diciendo lo que crey verdad.

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  • Te sales y has llegado a un viejo hotel y aparcas y preguntas hay habitacin libre? con la voz del que ruega: djenme reposar por unas horas; vengo solo y no traigo comida ni sayal. El libro de registro: la suerte o la desgracia est escrita en las pginas oscuras de la noche. Qu quisieras hacer? Cambiar el vaticinio? Mientras ests firmando y ya te asignan un aposento otra frase del fraile te empuja al ascensor: No es infalible nadie; nadie posee toda la verdad. Al entrar en el cuarto la tristeza preside la ventana; miras sin nada ver. Sigue lloviendo y t regresars a una ciudad que amas y a un ambiente que odias. El fro est en las sbanas. Cuando cruces la raya y luego llegues explicars eso en lo que t piensas o no te atrevers y contars corrido todo lo que te han dicho que es lo que en Barcelona esperan escuchar? Al dormirte repites: La verdad? Ninguno la posee: el Papa y sus obispos y el Comit de Huelga

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  • y tus amigos son tan falibles como el de Ockham y t.

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  • EL PADRE VA A MORIR Desde la cama junto al ventanal ve el musgo entre las piedras el sol roto en los chorros clarsimos del agua y observa en las laderas amarillas cmo ondea el centeno en un paisaje spero de vides y alcornoques que limitan los bordes del camino. El azar tiene leyes exactas y complejas que l trata intilmente de entender: pero sabe que debe mirar siempre hacia afuera como antes: entre tuyas y laureles retama y olorosos limoneros. El espanto est atrs; habita al otro lado de la galera: es esa puerta que no cierra la huella en la pared de un cuadro ya vendido el luto en los armarios con polilla

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  • el jarrn viejo y las fotografas de otra edad; hasta incluso aquel silln hurfano en la salita huele a muerte. Extrao en una poca que jams crey ver es como un hosco forastero en su propia mansin y al mirar a su gente ya ni la reconoce. Slo aqu en el paisaje pero no en la casa descubre algn girn de la hermosura antigua que viviera cuando en estos entornos mal cuidados fulguraba la luz de un verano como una eterna era. S: mirar siempre lo que un da fue paraso: pero nunca atrs jams adentro pues est el pasillo con sus feroces puertas y sus habitaciones de catstrofe. Ya que el temor del viejo casern se parece a su vida en retirada l prefiere vivir en el deslumbramiento de su infancia jugando al escondite.

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  • UN DESTELLO UN TEMBLOR El piensa ahora en sus renunciaciones que con ser muchas no se terminaron pues faltan todava por llegar el ocaso de todos los deseos la desaparicin de los amigos las grietas en los muros de la casa que ama; y sobre todo los recuerdos de algunas horas de esplendor como campos de trigo al medioda. No le preocupa cundo ha de morir pero quisiera fuese en el dominio de unos ojos frente a los suyos. Y de pronto ah estn: esto es real o una artimaa de la fantasa? No importa: la mirada que esperaba est presente y todo en l semeja transfigurado al devolverle el tiempo. Se percibe un destello hay un temblor en su rostro que le delata y habla por l: est muriendo aqu en la luz que le invade en este instante.

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  • OJOS COMO DE NIEBLA Eran das crueles con golpes de febrero en el postigo y fro al respirar. Agudos son sus dardos ah doctor! Giraba un tiempo sin compasin y sin memoria en su cabeza en blanco: las pastillas una inyeccin que duerme y una goma metida entre los dientes. Luego las sacudidas del electrochoque. Todo por no tomar algunas decisiones en las que pens siempre: cierta cuerda y al aire; o el can pavonado en la boca; o bien salirse en una curva del acantilado.

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  • El sobraba gran dios! pero tena cosas que hacer y nadie repar en sus ojos como de niebla en su chaqueta vacilante o en un silencio que peda ayuda. Los das ms crueles dejaron de asediarle y l san y regres a la casa con su gente y olvid lo vivido. Luego pasaron muchos aos y al final el enfermo y los suyos con memoria o sin ella murieron todos de su propia muerte.

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  • CIERTAS PALABRAS PURAS Levntate: es el filo del tardo y gris amanecer de un da de noviembre. Advierte la seal: el vaho que tu aliento ha dejado en los fros cristales; si te apartas se aclararn igual que tus recuerdos de otros das que imaginabas siempre permanentes por el amor que te brindaron ciertas palabras puras que t ya conocas pero que nunca oste pronunciadas entre el ahogo del deseo a morir y a comenzar una vez ms. Hoy el recuerdo de aquel tiempo no puede devolverte ni la visin ni el gusto ni la seda ni el aroma o la voz. Eso quede para otras horas que t crees que han de llegar. Ahora vuelve hacia la ventana y brela: deja que el aire te estremezca y piensa en otras cosas diferentes. Asmate: es el alba. Suenan como dormidas las campanas.

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  • COMO UN DEMONIO VERDE Que no le temes a la vida dices. Y mientes. Porque el miedo te posee lo mismo que un demonio verde. Y aunque bebas y cantes prodigiosamente y con pasin de nio juegues a cualquier cosa y adems tengas suerte; y aunque de noche suees que ella te quiere: mientes. No acobardarse ante la muerte es distinto; mas te mordi tu propia vida y duele. Eres un gran tramposo que hasta en los sueos miente. El miedo est en tu sangre y te tiene como un demonio verde. Como un demonio verde.

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  • UN OLOR A EUCALIPTOS Un olor a eucaliptos que el viento oscuro empuja al despeinar el parque cubierto por la hierba le trae a la memoria un verano fijado en la fotografa del grupo familiar. Muchos han muerto. Pero y los dems los que viven an? Estarn como l en un descenso lento casi desesperante repasando las horas y los aos para aferrar siquiera sea un solo da feliz? Hay miedo entre sus sbanas y detrs de sus ojos? El solitario piensa en todos ellos y desea que sigan en la fotografa. Cada uno tiene su tempestad y su calma y se construye su propio infierno. No: nunca salir de esa arena amarilla en donde la resaca no devuelve los restos de un seguro naufragio.

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  • MIENTRAS LOS AUTOBUSES AQUIETAN LA CIUDAD

    De puntillas lleg y sigilosa ha entrado cuando tras ella la ciudad se hunda. Alguien la habra visto? Aqu todo est en orden y la gente duerme; y en la cocina misma los platos estn puestos la cafetera llena para desayunar. Se quit los zapatos y ha dejado el abrigo en el perchero. Ahora cierra las puertas de la sala de estar y pone un disco. Tendida en el sof sin sueo an repasa una vez ms sus sentimientos; se acaricia los brazos, las rodillas, el pelo y empieza a desvestirse. Como un ro de aguas tenues la inunda: la ilusin de una voz entre otras. Y se inventa palabras que pudieron expresar los momentos de ternura que hasta hoy jams sinti. Mientras los autobuses aquietan la ciudad va cayendo Albinoni como cay su ropa

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  • y enciende un cigarrillo para ambientar as el aire de la sala sobre su tibia piel y se prepara un trago. Dentro de pocas horas todo vuelta a empezar: bebe a sorbos muy lentos y sigue acaricindose. Al cesar la msica que ama y cuando acabe el vodka quedar un largo viaje hasta la habitacin hasta la soledad de una cama vaca. Ya recoge sus prendas de vestir y limpia el cenicero y el vaso bajo el grifo: todo en orden. Tambin su corazn lleno de sobresaltos tan recientes? En el cristal del bao percibe lo que es: una absorta mujer amedrentada que descubri algo tarde la pasin quinceaera.

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  • LA VOZ El sol puso una mano sobre tu espalda fra. Quin pregunta por ti desde tan lejos? Quin sientes a tu lado en la arena mientras la voz te habla? Escuchas la honda respiracin del mar; juntas palabras que conoces al rumor de las olas cuando rompen sobre la playa. No hay a tu lado nadie y ests envuelta en esa voz que llega para decirte cosas simples: que se acuerda de tus rodillas y de tus ojos asombrados de tu cuerpo bajo la ducha de tu goce y de tus temblores.

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  • No hay a tu lado nadie? Escucha la honda respiracin del mar ya dentro de tu sangre. Escucha y volver el escalofro.

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  • BUGANVILLAS, REPARACIONES Y HUMO Cuando sali empujndola pulcro sin una arruga en su traje de ignominia segu sin entender cmo poda ella aguantarlo: ser porque le gusta que la humillen. En la iglesia ms all del jardn se iluminaron los tmidos vitrales de la misa de seis de las Reparadoras. Y aqu reparan fuerza estos cretinos. Oh dios la vida sigue! Y la muchacha no era para ti. Pero detrs de los altavoces detrs de los parterres y los rboles y detrs de la noche oscura: qu hay detrs de la noche oscura? Ella no abri los labios te mir como con un temor insinuado o difuso. Alguien pregunta: Es usted el propietario del coche que est mal aparcado?

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  • Pareca que afuera quemasen rastrojo. Los vitrales ahora llameaban: eran reparaciones. Qu deca usted? Nada; no dije nada. Pensaba en la noche que va quedando atrs. Los guardias del palacio jugaban a los dados mientras el rey de reyes camin silencioso hasta el bar y llenaba de nuevo su copa. Ahora bailabas y puedes contemplarte: los otros son tu espejo. Camarero: qu hay detrs de la bebida y de los canaps qu hay detrs de los restos de pavo de la cena? Cesan los altavoces de la fiesta y la msica de rgano repara las brechas de este absurdo. Cmo aguantar aqu en este jardn? Yo tena una casa con jardn con geranios con un castao de Indias

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  • un limonero y muchas buganvillas que envolvan mi primer coche mi primer juguete. No quiero beber ms ni vivir ms: reparaciones pido. Quiero que ella vuelva a decirme: No te vayas no y saltaran los cerrojos y los sellos. Amanece con fro y niebla sucia y nada va a pasar. El parque lleno de vasos tristes va quedando desierto. Yo no quise quitarle nada a nadie. Tan slo me asom a un cristal de agua fresca al hondo pozo del amor prohibido. Vuelve el olor de paja seca ardiendo. Los msicos se van y el rgano se aduea del alba en bancarrota. No puedo acompaarla seorita no me siento muy bien: debo irme a casa. Quiero ver el castao el limonero. Quin es el rey de reyes? Qu hago yo en un jardn sin buganvillas? Dnde dej mi coche? Buganvillas reparaciones y humo. Centinela: qu hay detrs de la noche oscura?

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  • EFMERAS SEALES Cay la tarde sobre la ciudad como un da cualquiera. Nadie poda imaginar el fuego entonces los escombros y el humo que respiramos los sobrevivientes pocas horas despus. Las carreteras se llenaron de sombras empujndose hacia la oscuridad. Oh hijos de Babilonia ardidos por la ira! El pasado est lleno de cenizas mezcladas con la tierra y de nosotros los que huimos han de quedar efmeras seales: un libro un talismn o una mueca muerta entre los matorrales encendidos.

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  • NDICE Sobre el escritor, su obra, los lectores y la crtica literaria 4 El rey mendigo . 10 Primera parte ......................................... 12 Absaln no vio la encina ........................ 13 Leccin de Demcrito ............................ 14 Jardn en las afueras .............................. ... 16 Rutilio vuelve a casa ............................... 18 Piensa en ti ............................................ 19 Marcial entre el amor y la miseria .......... 20 Lucrecia en el espejo .............................. 22 El emperador alza la copa ...................... 24 Te llamaban el Sabio ............................. 25 El tributo de la moneda ......................... 27 Hasta pisar el agua ................................ 29 Como lluvia de abril ............................... 30 Y todo por la usura ................................ 32 Se qued en el palacio ........................... 34 Ceremonia y maneras ............................ 36 Segunda parte ........................................ 38 Sin colmar tu tiempo ............................. 39 Casa que no existe ................................. 40 En hora intempestiva ............................ 42

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  • Un abrigo alejndose ............................. . 43 Preludio de una huelga general fracasada.. 45 El padre va a morir ................................ . 49 Un destello un temblor ....................... . 50 Ojos como de niebla ............................... . 51 Ciertas palabras puras ........................... . 53 Como un demonio verde ....................... . 54 Un olor a eucaliptos ................................ . 55 Mientras los autobuses aquietan la ciudad. 56 La voz ..................................................... . 58 Buganvillas, reparaciones y humo ........ . 60 Efmeras seales .................................... . 63

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  • Jos Agustn Goytisolo (Barcelona, 1928) se dio a conocer en 1955 con El retorno y, desde entonces, se ha convertido en un elemento esencial de la llamada generacin de los cincuenta. Amn del libro citado,

    hemos editado en esta coleccin Taller de arquitectura, Del tiempo y del olvido, Salmos al

    viento, Los pasos del cazador y Final de un adis, amn de sus traducciones de los poetas de lengua

    catalana Joan Vinyoli y Salvador Espriu. De este nuevo libro nos dice el propio autor que intenta indagar, a

    travs de unos pocos poemas, algunos momentos de la paradjica y emocionante condicin del hombre, ya

    sea mediante ejemplos histricos y literarios, ya sea de primera mano, a travs de hechos vividos o conocidos.

    Historia, vida y literatura que, aunque separadas, se vuelven a confundir siempre en mi sensibilidad.

    LUMEN

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  • Jos Agustn Goytisolo

    Jos Agustn Goytisolo Gay1 (Barcelona, 13 de abril de 1928 - Barcelona, 19 de marzo de 1999) fue un escritor espaol.

    Hermano mayor de los tambin escritores Juan Goytisolo (n. 1931) y Luis Goytisolo (n. 1935), perteneci a la llamada Generacin de los 50 junto a escritores como ngel Gonzlez, Jos Manuel Caballero Bonald, Jos ngel Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda o Carlos Barral ente otros, que tienen en comn el compromiso moral o poltico y una renovada atencin al lenguaje y la lrica.2

    ndice 1 Biografa 2 Obras 3 Antologas 4 Traducciones 5 Premios 6 Referencias 7 Enlaces externos

    Biografa Nacido en Barcelona el 13 de abril de 1928 de familia burguesa, empez Derecho en la Universidad de Barcelona, y termin sus estudios en la de Madrid.

    Su familia se vio brutalmente sacudida por la muerte de su madre Julia Gay vctima de un bombardeo del bando nacional sobre la ciudad en 1938. El hecho

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  • dramtico afect a todos los hijos, pero especialmente a Jos Agustn, que puso a su hija el nombre de la madre perdida, y que en Palabras para Julia, uno de sus ms clebres poemas (musicado y cantado por Paco Ibez, Rosa Len y Los Suaves, entre muchos otros) une voluntariamente, en amor y deseo, a las dos mujeres. En 1993, en el tomo Elegas a Julia Gay reuni todos los poemas de tema materno, principal en su primer libro, El retorno (1955) y en otro, muy posterior, en que pretenda cerrar esa vieja y fecunda herida, Final de un adis (1984).

    Segn Manuel Vzquez Montalbn, la poesa de Goytisolo, no fue slo una propuesta ideolgica limitada a dar una alternativa al capitalismo franquista, sino que aspira a la construccin de un nuevo humanismo:

    Tu destino est en los dems tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos

    Obras El retorno 1955 Salmos al viento 1956 Claridad 1959 Aos decisivos 1961 Algo sucede 1968 Bajo tolerancia 1973 Taller de Arquitectura 1976 Del tiempo y del olvido 1977 Palabras para Julia 1979 Los pasos del cazador 1980 A veces gran amor 1981 Sobre las circunstancias 1983 Final de un adis 1984 La noche le es propicia 1992 El ngel verde y otros poemas encontrados 1993 Elegas a Julia Gay 1993 Como los trenes de la noche 1994 Cuadernos de El Escorial 1995

    Antologas Poetas catalanes contemporneos 1968 Poesa cubana de la Revolucin 1970 Antologa de Jos Lezama Lima Antologa de Jorge Luis Borges Los poemas son mi orgullo, antologa potica. Edicin de Carme Riera

    (editorial Lumen, 2003)

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  • Traducciones Realiz importantes traducciones del italiano y el cataln al castellano. Tradujo, entre otros, a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Salvador Espriu y Pere Quart.

    Premios Premio Adonais en 1954 Premio Boscn en 1956 Premio Ausias March en 1959 Premio de la Crtica (1992) por su obra La noche le es propicia

    Referencias 1. Consejo Superior de Investigaciones Cientficas et. al., Lista de autores y

    entidades de la Red de bibliotecas del CSIC, Madrid, CSIC, 1998, pg. 445. ISBN 978-84-00-07754-9

    2. Generacin del 50 en portal de poesa Versoados

    Enlaces externos Reportaje en TVE sobre Jos Agustn Goytisolo

    Categoras:

    Nacidos en 1928 Fallecidos en 1999 Escritores en espaol del siglo XX Poetas de Barcelona Poetas en espaol Poetas de Espaa del siglo XX Generacin del 50 Traductores de Espaa del siglo XX Traductores de Catalua Traductores del italiano al espaol Traductores del cataln al espaol

    Esta pgina fue modificada por ltima vez el 17 jun 2013, a las 23:42

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  • Otros enlaces Entrevista a Jos Agustn Goytisolo Rincn literario: poetas espaoles contemporneos http://www.youtube.com/watch?v=7aYED0ZCNzA Como lluvia de abril http://www.youtube.com/watch?v=ambXhlYBEyE

    " No tiene rostro "

    Poema de Goytisolo con msica de Poulenc (Trois Mouvements Perpetuels)

    http://www.youtube.com/watch?v=zsmnIRZgECI Palabras para Julia Paco Ibez http://www.youtube.com/watch?v=453YRNSu4ww Rosa Len http://www.youtube.com/watch?v=BjRVzdHJjWo

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  • Hemos viajado juntos ( Jess Munrriz, Rosa Len ) http://www.youtube.com/watch?v=nwxF46FDph8 Hemos viajado juntos a toda vela, hemos andado siempre las mismas sendas. Caminos del cerebro y los sentidos, rutas de tus ensueos y de los mos. Mano a mano t y yo codo con codo, viajeros por iguales pieles y poros. Pensamientos perdidos labios sedientos, deseos en la sombra, soar despiertos. T me has dado la mano: no me la sueltes, sabes que cualquier da vendr la muerte. Mano a mano t y yo codo con codo, viajeros por iguales pieles y poros. "Viajes y estancias" 1975 Jess Munrriz

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  • Era ( Jos Luis Garca Snchez, Rosa Len ) http://musicabig.com/music/3cf2d09/era-rosa-leon Tus manos, torpes, jugaban con mis manos. Tus dedos sucios de tinta escolar buscaban curiosos las flores de mi pubertad. Y ya no me acuerdo de tus apellidos. Eras de mi clase. Eras... Eras... Eras de bailar. Algunas tardes venas con tu hermano para ir al cine y, a veces, a robar los libros primeros de Kafka, Machado o de Marx. Y ya no me acuerdo de cmo besabas. Eras de mi barrio. Eras... Eras... Eras de mi edad. Adis amigo, amigo, compaero de colegio, camarada de aquel tiempo mitad miedo, mitad fiebre, algo vida y algo muerte. Catorce aos en el sesenta y cuatro. Catorce meses de no ir a comulgar Y catorce besos oscuros en la oscuridad. Y ya no me acuerdo cmo era aquel tiempo. Era un tiempo neutro. Era... Era... Era la ansiedad. Adis amigo, amigo, compaero de colegio, camarada de aquel tiempo mitad miedo, mitad fiebre, algo vida y algo muerte.

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    Jos Agustn GoytisoloBiografaObrasAntologasTraduccionesPremiosReferenciasEnlaces externos

    " No tiene rostro "