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    1.- EL ABRIGO Y SU CONTEXTO ARQUEOLGICO

    En las afueras de Posada de Llanes y al surdel complejo crstico conocido como La Llera seform el abrigo de Cueto de la Mina (original-

    mente llamado El Cuetu la Mina) en la caliza demontaa namuriense (Fig. 1y 2). Entre los ele-mentos que definen el ambiente fsico y biticodel yacimiento se encuentra el ro Calabres -que

    MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) n 61 29-42 SAN SEBASTIN 2010 ISSN 1132-2217

    Recibido: 2010-02-25Aceptado: 2010-10-30

    Los grabados parietales paleolticos del Abrigo deCueto de la Mina (Posada de Llanes, Asturias)

    The Palaeolithic rock engravings from the Cueto de laMina Rock Shelter (Posada de Llanes, Asturias)

    RESUMEN

    Una nueva lectura de los grabados paleolticos del clsico abrigo asturiano aade ms signos a los ya conocidos y, al mismo tiempo, pro-ponemos una cronologa ms antigua que la genricamente formulada hasta ahora.

    ABSTRACT

    New readings of the Palaeolithic rock engravings from the classical asturian rock shelter add more signs to those known and, at the same time,it is proposed an older chronology than that usually draw up till now.

    LABURPENA

    Asturiaseko aterpe ezaguneko paleolitoko grabatuen irakurketa berriak zantzu gehiago emango dizkigu; aldi berean, orain arte orokorreanonartutakoa baino kronologia zaharragoa proposatzen dugu.

    Marco DE LA RASILLA VIVES(1)

    , Vicente RODRGUEZ OTERO(2)

    David SANTAMARA LVAREZ(1), Javier FORTEA PREZ(1)

    PALABRAS CLAVES: Arte parietal, Paleoltico Superior, Cueto de la Mina, Asturias.KEY WORDS: Rock art, Upper Palaeolithic, Cueto de la Mina, Asturias, Spain.GAKO-HITZAK: Horma-artea. Goi Paleolito. Cueto de la Mina. Asturias.

    (1) rea de Prehistoria. Departamento de Historia. Facultad de G e Historia. C/ Teniente Alfonso Martnez, s/n. Universidad de Oviedo. 33011.Oviedo. Espaa. [email protected](2) Arquelogo. C/ La Oliva, 10. 33300. Villaviciosa. Asturias. Espaa.

    Fig. 1. Localizacin del Abrigo de Cueto de la Mina y de los yacimientos citados en el texto.

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    se sume el pie del yacimiento y resurge en laCueva de Fonfra vertiendo las aguas en la maris-ma de Niembro-, la cercana costa, la franja preli-toral y la sierra de Llabres (682 m), tras la cual seperfila la Sierra del Cuera. El paisaje, muy antro-pizado hoy, presenta zonas de pradera con alter-nancia de reas boscosas y el roquedal en lascumbres de las sierras.

    El abrigo est orientado al sur (180) y se abreen el reborde de una meseta a diez metros sobre el

    curso actual del ro Calabres y a treinta metros sobreel nivel del mar. En la mitad derecha del abrigo hay

    una pequea covacha de cuatro metros de longitudque continua por una estrecha gatera hoy colmata-da, y en la mitad izquierda se encuentra un antiguo

    sumidero relleno de material revuelto. Tambinabundan en la superficie del abrigo o semiente-rrados varios restos del derrumbe de la visera y,tras las campaas arqueolgicas de los aosochenta, se ha hallado en la zona central una cavi-dad a un nivel inferior que corresponde a un con-ducto antiguo del mismo sistema crstico (Fig. 3).

    El Conde de la Vega del Sella descubri elyacimiento en noviembre de1914 y lo excav endiciembre de 1914 y en el verano de 1915 (Vegadel Sella, 1916, 1917; Obermaier, 1916, 1925). Afines de los aos cincuenta F. Jord realiz unalimpieza del testigo occidental (Jord, 1957), yposteriormente fueron estudiados los materialesarqueolgicos depositados en el Museo Nacionalde Ciencias Naturales y el arte parietal por unnutrido conjunto de investigadores (Barandiarn,1972, 1988; Chapa, 1975; Clark, 1976; Utrilla,1981; Gonzlez Morales, 1980, 1981; Bernaldode Quirs, 1982; Castaos, 1982; Straus, 1983;Corchn, 1986; Arias, 1986, Rasilla, 1989;Gonzlez Sainz, 1989; Adn, 1997); a lo que seaade la memoria de licenciatura indita titulada

    El Conde de la Vega del Sella: su obra cientficarealizada en 1974 por M. C. Mrquez Ura.

    Fig. 2. Planta del abrigo segn Vega del Sella (1916). La cruz marca laposicin de los grabados.

    Fig. 3. Planimetra y secciones del abrigo.

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    Finalmente, entre 1981 y 1986 se realizaronnuevas excavaciones arqueolgicas para con-trastar y contextualizar la secuencia intacta del

    yacimiento (Rasilla y Hoyos, 1988; Rasilla, 1990,Llana et alii, 1990; Hoyos y Rasilla, 1994; Hoyos,1994, 1995; Rasilla et alii, 2003; Rasilla y

    Santamara, 2006) (Fig. 4). Por otro lado, convie-ne dejar constancia de la obvia relacin de Cuetode la Mina con la vecina Cueva de La Riera (Vegadel Sella, 1930; Mallo y Surez, 1972-73; Gmez-Tabanera, 1976; Straus y Clark, 1986).

    La secuencia estratigrfica definida por Vegadel Sella (1916), de casi tres metros de potencia,constaba de Auriaciense -hoy Gravetiense- (niv.H y G), Solutrense Antiguo -hoy Medio- (niv. F),Solutrense Superior (niv. E), MagdalenienseInferior (niv. D), Magdaleniense Medio (niv. C),Magdaleniense Superior (niv. B), algunos restosazilienses y asturienses (niv. A) y otros post-pale-olticos (Fig. 5). Por su parte, en las ltimas exca-vaciones (1981-1986) slo se hallaron restos per-tenecientes al Solutrense superior (nivel V = E) yal Gravetiense (nivel VII = H), pero no han apare-cido los restantes niveles a causa de su erosinen la parte sur del yacimiento (Rasilla y Hoyos,1988) (Fig. 6).

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    Fig. 4. Organizacin y desarrollo de las excavaciones arqueolgicasentre 1981-1986.

    Fig. 5. Estratigrafa segn Vega del Sella (1916).

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    2 Esa datacin no es coherente con la estratigrafa ni con los otros

    resultados. Se envi otra muestra para datar por 14CAMS, proce-dente de un hueso publicado por Vega del Sella (1916: 27, n 3)como perteneciente al nivel F, pero no tena colgeno.

    Fig. 6. Estratigrafa segn las excavaciones arqueolgicas de 1981-1986.

    Nivel Mat. Lab. Datac. BP Ads. Cult. Bibliografa

    B (exc. 1914-15) Asta OXA 969 11.630120 Magd. Sup. Barandiarn, 1988

    B (exc. 1914-15) Asta OXA 996 11.650190 Magd. Sup. Barandiarn, 1988

    V (exc. 1981-86 ) Hu eso Ua-3586 19.100 2 05 Solu t. Sup . Hoy os y Rasilla, 19 94

    F (exc. 1914-15)2 Hueso Ua-3588 17.545205 Solut . Medio Hoyos y Rasil la, 1994

    VII (exc. 1981-86) Hueso Ua-3587 26.470520 Gravetiense Hoyos y Rasil la, 1994

    Tabla 1: Las dataciones radiocarbnicas obtenidas hasta la fecha.

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    2.- LOS GRABADOS PARIETALES: DESCRIP-CIN Y ATRIBUCIN CRONO-CULTURAL

    2.1. Descripcin de los grabados

    Los grabados se realizaron en la pared estedel covacho (Fig. 7) mediante poco ms de unatreintena de incisiones de trazo simple relativa-mente profundo en la mayora de los casos, yexcepcionalmente somero, de seccin en V, conaspecto fusiforme. La pared a la que nos referi-mos es un lienzo calizo bastante uniforme y conun ligero buzamiento, de modo que estamos anteun soporte que, a modo de atril, permite una eje-cucin relativamente cmoda y una visin cabalde sus contenidos (Fig. 8 y 9).

    Tcnicamente los grabados son por lo comnms estrechos y superficiales que los grabadosexteriores de la cuenca media del Naln (Fortea,1989, 1994, 2005-06). En general son trazos linea-les casi siempre hechos de arriba abajo y en sumayora con un ligero tendido hacia la izquierda loque puede evidenciar la lateralidad -diestra- del(de los) quien (quienes) los ejecutara; ademsalgunos contienen unos trazos convergentes quegeneran motivos en ngulo con el vrtice haciaabajo, adems de un nico signo cerrado que

    forma un tringulo (Fig. 9 y 10). Tanto el tringulocomo el resto de los grabados ocupan una posi-cin central en el conjunto del soporte (Fig. 8 y 11).

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    Fig. 7. Particular del covacho: los grabados se encuentran en la paredderecha. Visualizacin de la lnea del relleno mximo.

    Fig. 8. Vista general del panel donde se encuentran los grabados.

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    Hay evidencias de superposicin en unascuantas lneas que afectan exclusivamente altringulo: en concreto las cuatro que estn en sumitad izquierda y la solitaria que est en partederecha (Fig. 11. A). En todos los casos sasestn por encima del mismo.

    Adems, las lneas de trazo ms profundo, unamedia docena, estn casi todas vinculadas al signotriangular: producto quiz de varios repasos, decuyo sentido da debida cuenta la bibliografa?Tambin llama la atencin el que los dos vrticessuperiores del tringulo estn limitados, posterior-mente, por sendas lneas verticales (Fig. 11. A).

    2.2. El estilo, la cronologa y la atribucin culturalSegn Vega del Sella (1916:56) ... Al extraer

    la capa de la superficie del interior de la cueva,aparecieron en la pared de la derecha, y cerca de

    la entrada, unos signos en forma de rayas pro-fundamente incisas; [...]. Este rayado especial se

    hallaba situado a unos 50 cm. de la superficie delnivel B, en el mismo horizonte en que fueron

    encontrados los bastones perforados; altura quecorrespondera a un hombre que los hubiese tra-

    zado en cuclillas.

    Las representaciones pertenecen a lo quehoy se denomina grabado exterior, pues sobre

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    Fig. 9. Particular de los grabados.

    Fig. 10. Detalle del tringulo y lneas anexas.

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    ellos incide directa o indirectamente la luz solar(Fortea, 1994); pero en el pretrito la visera fuems extensa dada la presencia de grandes blo-ques de derrumbe en el suelo actual y, por tanto,la luz tuvo mayores niveles de penumbra.Adems, los grabados estaban cubiertos almenos por el nivel B (Magdaleniense Superior) yel nivel A (Asturiense y Aziliense) (Vega del Sella,

    1916: 14) (Fig. 5 y 7), subrayndose una cuestinque no por inslita deja de ser recurrente enAsturias: que sta es la tercera estacin, junto a ElConde y La Via, con grabados recubiertos porestratigrafa paleoltica, lo que obviamente auten-tifica la antigedad y autora de los mismos.

    La valoracin de los grabados hecha porVega del Sella (1916: 56) vari a lo largo del pro-ceso de excavacin, pues si en un primermomento supuso ...que se trataba de incisionesque pudieron haber servido para pulimentar agu-

    jas o la extremidad de los punzones, [despusconsider que el] bastn perforado hallado conposterioridad [en el nivel B-Magdaleniense

    Superior. Vase la figura 17, pg. 54], presenta,asimismo, a ambos lados de la base, un sistemade lneas anlogo, y como el de la pared, profun-

    damente grabado; esta coincidencia se presta asingulares conjeturas.....

    La falta de paralelismos y la idea que del artehaba entre 1914 y 1916, unido a la abundanciade material seo en los niveles E, D, C y B, hizo

    que el Conde propusiera al inicio una explicacinque luego, tras un anlisis ms reposado, modifi-c en funcin de la posicin de los grabados res-pecto a la estratigrafa del yacimiento, y de larelacin que estableci con el material seo delnivel en el que se incluan. De modo que apuntuna cronologa magdaleniense para los mismos(Vega del Sella, 1916:56-58), forzando de paso elcampo manual de quien los ejecutara.

    Gonzlez Morales (1980: 270) asume la indu-dable autora paleoltica de los grabados al estarcubiertos por la estratigrafa, pero manifiesta ladificultad de asignarles una cronologa precisapues apunta que grabados de esta clase han

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    Fig. 11. Lectura de los grabados parietales y relacin de los mismos con la lnea de relleno mximo.

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    sido frecuentemente atribuidos a momentos ini-

    ciales del Paleoltico Superior por numerososautores, pero los elementos de analoga, ya sea-

    lados por Vega del Sella, con la decoracin mobi-liar del nivel Magdaleniense Superior que los

    recubra debe ser tenida en cuenta.

    Arias y Prez (1994: 74) proponen por suparalelismo con algunos santuarios de la cuencadel Naln datados estratigrficamente (El Conde

    y, sobre todo, La Via) que los grabados exte-riores del oriente de Asturias[Samoreli, Cueto dela Mina, La Cuevona y El Covarn] sean tambintestimonios de los inicios del arte rupestre regio-

    nal, y de que se pueda apuntar para ellos unadatacin en el paleoltico superior antiguo (Wrm

    III). No estn de acuerdo, sin embargo, con elnivel asignado habitualmente para la cubricin delos grabados (el nivel Magdaleniense Superior B),sino que segn ellos los cubrira el nivel A (quecorrespondera al Asturiense/Aziliense)3.

    Remitimos, por un lado, al artculo de Fortea(1994) para conocer el estado de la cuestinsobre los lugares con arte parietal exterior cant-brico y, por otro lado, concentramos nuestrombito de anlisis e interpretacin a los yaci-mientos que contienen trazos lineales, a vecessugeridores de vagas formas geomtricas(Fortea, 1994:204).

    Podemos convenir que las representacionesexteriores de yacimientos tales como Cueto de laMina, Samoreli, El Covarn (Gonzlez Morales,1980; Arias y Prez, 1994), La Cuevona (Gonzlezy Mrquez, 1983), Soberaos, Pea del Alba, Faloy Berodia (Rodrguez, 1991; Fortea, 2005), tienenun estilo que los asemeja sobremanera; pudin-dose aludir incluso a la vecindad territorial y susposibles consecuencias interpretativas (vase

    Fortea, 2005-06: 50-51, y la referencia a GarcaDez, 2001). Sin menoscabo, ciertamente, de lasamplias perduraciones temporales de este tipo degrabados y de que pudieran compartir dicho esti-lo, o al menos de que tengan paralelos formales,con los grabados (o algunos) de las estacionesasturianas de Las Caldas y la Lluera I y II, de lascntabras de Chufn vestbulo-, El Perro, SanCarlos, Las Brujas, Linar, Mirn, La Luz y de la viz-cana Venta de la Perra (Fig. 1).

    La investigacin, por obvias razones, ha sidocauta a la hora de hacer una asignacin crono-cultural y, en general, las propuestas circunscri-

    ben los grabados de Cueto de la Mina al mundodel Magdaleniense Superior. Sin duda, no sonposteriores al episodio cultural del nivel que loscubra (bien sea magdalenense o asturiense) nianteriores a la aparicin del arte parietal asturia-no, pero no se puede descartar a priori una cro-nologa ms antigua que la generalmente pro-puesta, porque tcnicamente el tipo de grabadoalude a un mundo graveto-solutrense, aunqueste pueda tambin alcanzar el magdaleniense.

    As pues, adems del recurso al estilo, una de

    las claves estara en analizar el campo manual,slo segn los datos aportados por Vega del Sella(1916) por ser hoy inviable una aproximacin rea-lista dadas las manipulaciones efectuadas en eldepsito; y sobre todo porque, como se haexpuesto anteriormente, hay desacuerdo sobrequ nivel cubra los grabados: para unos es elnivel B y para otros es el nivel A.

    Los datos, grficos y escritos, proporciona-dos por Vega del Sella (1916: 13-17 y figs. 6 y 7)que interesan aqu se resumen como sigue:

    1. En la 1 seccin (una zanja en direccin E-W a la entrada de la cueva) el nivel que estaba encontacto con la caliza del fondo del covacho erael atribuido al Solutrense Superior (nivel E), e,indefectiblemente, los grabados estaban recu-biertos por depsito arqueolgico prehistrico.

    2. Segn la figura 6 (pg. 13) los grabadosestn, de acuerdo con la escala, a 2 m sobre elsuelo del covacho. Si sumamos las potencias delos niveles presentes en la 1 seccin stos alcan-zan tambin los 2 m, o bien los 2,20 m segn tome-

    mos las mximas (60 cm) o las mnimas (50 cm) delos niveles E y B. Atendiendo a esa informacin, enel primer caso habra coincidencia entre el techode la serie deposicional del covacho y la posicinde los grabados, y en el segundo habra unos 20cm de depsito por encima de los grabados.

    3. Sin embargo, hay que tener en cuenta doscuestiones muy importantes: en primer lugar, elConde dice que los grabados se hallaron al extraerla capa de la superficie del interior del covacho y,

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    3 Hay tambin una referencia al arte de esta estacin en Lasheras et alii(2003: 78 y 79), pero algunos datos de Cueto de la Mina y de LaRiera estn entremezclados, probablemente como consecuencia de errores informticos.

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    en segundo lugar, que estaban a 50 cm por deba-jo del techo de un nivel arqueolgico (por ahora daigual cul pudiera ser, el A o el B). Si fuera el techo

    del nivel A entonces hay un error de imprenta en lapgina 56 y estara correcta la escala de la figura 6;y si fuera el techo del nivel B hay una contradiccincon la escala y con la cruz que marca la posicinde los grabados en la citada figura (Fig. 2).

    No obstante, en ambos casos hay que tomaren consideracin varios asuntosde especial rele-vancia: la posicin del relleno mximo en el cova-cho (Fig. 7 y 11), la distancia entre el relleno mxi-mo y el grabado ms alto (20 cm ) (Fig. 8 y 11),la diferencia de altura (43 cm) entre el grabadoms alto y el ms bajo (Fig. 9 y 11), y que la geo-metra del depsito no era igual en el centro de laentrada que en los laterales, ni al comienzo o alinterior del covacho dado que, como refiere elpropio Conde, los niveles se acuaban. Luego lainformacin mtrica general dada por la escalaen la figura 6 procede con toda probabilidad deuna zona que necesariamente no tiene porqucorresponderse con la del lateral donde seencuentran los grabados.

    Adems, de lo expuesto por Vega del Sella(1916:56) se deduce que: tras extraer la capa dela superficie del interior de la cueva (es decir el

    nivel A, vase la fig. 7 pg. 15) aparecieron losgrabados y que stos estaban situados en elmismo horizonte en que fueron encontrados losbastones perforados (es decir el nivel B). Otrotanto sucede con la afirmacin del Conde de quela posicin de los grabados estara a una alturaque correspondera a una persona que los hubie-se trazado en cuclillas. En efecto, esa posicincobra sentido si los grabados estuvieran hacia elmuro del nivel B y la persona que grabase estu-viera apoyada en el suelo del covacho.

    En las figuras 12 y 13 se muestran sendoscroquis con la situacin de los grabados en fun-cin de las diferentes consideraciones antesexpuestas: es decir, que los grabados estuvierana 50 cm por debajo de la superficie del nivel B(Hiptesis 1) como indica Vega del Sella, queestuvieran a 50 cm por debajo de la superficie delnivel A (Hiptesis 2) atendiendo en parte a la pro-puesta de Arias y Surez o, finalmente, la preco-nizada por sos autores en la que los grabados

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    Fig. 12. Croquis dela ubicacin de losgrabados y de lashiptesis segn laspotencias mnimasde los niveles E y B.

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    comenzaran a techo de la serie (Hiptesis 3).Ahora bien, esa ltima hiptesis debe desdoblar-se en dos: hiptesis 3A -sin tener en cuenta los20 cm que hay entre el relleno mximo y el pri-mer grabado, e hiptesis 3B -teniendo en cuentaesos centmetros aludidos.

    Los resultados permiten hacer las siguientes

    valoraciones respecto a lo expresado por Vegadel Sella (Fig. 12 y 13):

    A. Utilizando las potencias mnimas en losniveles B y E.

    - Hiptesis 1. Esta hiptesis es conforme conque se hubiera levantado ya la capa superficialdel covacho (nivel A), y la persona que grabasetendra que estar en cuclillas; pero la ubicacinde los grabados no coincide con el nivel en el queaparece el bastn perforado con una decoracinsimilar ya que comenzara en el techo del nivel C.

    - Hiptesis 2. En este caso es conforme conque se hubiera levantado ya la capa superficial

    del covacho (nivel A), con que la ubicacin de losgrabados coincide (totalmente) con el nivel en elque aparece el bastn perforado con una deco-racin similar, y la persona que grabase tendraque estar en posicin ligeramente flexionada.

    - Hiptesis 3. Aqu slo es conforme con quese hubiera levantado ya la capa superficial del

    covacho (nivel A), pero no atiende a la distanciaexistente entre la lnea de relleno mximo y elcomienzo de los grabados (20 cm por debajo) ynunca pudo hacerse de cuclillas.

    B. Utilizando las potencias mximas en losniveles B y E.

    - Hiptesis 1. Esta hiptesis es conforme conque se hubiera levantado ya la capa superficialdel covacho (nivel A), con que la ubicacin de losgrabados coincide (pero slo en una mnimaparte) con el nivel en el que aparece el bastnperforado con una decoracin similar, y la perso-na que grabase tendra que estar en cuclillas.

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    Fig. 13. Croquis dela ubicacin de losgrabados y de las

    hiptesis segn laspotencias mximasde los niveles E y B.

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    - Hiptesis 2. En este caso es conforme conque se hubiera levantado ya la capa superficialdel covacho (nivel A), con que la ubicacin de los

    grabados coincide (totalmente) con el nivel en elque aparece el bastn perforado con una deco-racin similar, aunque en este caso la personaque grabase estara perfectamente de pie.

    - Hiptesis 3. Aqu slo es conforme con quese hubiera levantado ya la capa superficial delcovacho (nivel A), pero no atiende a la distanciaexistente entre la lnea de relleno mximo y elcomienzo de los grabados (20 cm por debajo) ynunca pudo hacerse de cuclillas.

    Parece claro que podemos descartar la terce-

    ra hiptesis en cualquiera de los casos analiza-dos, y de las otras en la primera opcin la hipte-sis 2 coincide plenamente con lo dicho por Vegadel Sella, mientras que en la segunda opcin tantola hiptesis 1 como la hiptesis 2 son coincidentespero tienen alguna disconformidad, de mayor omenor peso segn demos prioridad a la corres-pondencia entre nivel y posicin de los grabados,o a la postura de la persona ejecutante.

    Es cierto por otra parte que segn los grficosy las escalas existentes en la publicacin la

    opcin de potencias mnimas es con la que enprincipio deberamos trabajar; y reiteramos que lageometra del depsito no era igual en el centrode la entrada que en los laterales y, por tanto, unleve buzamiento de los niveles hara viable, porejemplo, la hiptesis 2 de la opcin potenciasmximas al coincidir la ubicacin de los graba-dos con el nivel B.

    La falta de precisin en los comentarios delConde, hecho inslito en l, pudo deberse al ini-cial desinters con que se tom el hallazgo deesos grabados y es la causa ltima de las dudasque se presentan en la actualidad, porque muyprobablemente sus conclusiones al respecto sehicieron despus de haberse levantado el dep-sito arqueolgico de la 1 seccin y, quiz, tenien-do una visin no muy detallada de lo que sucedien los das de la excavacin coincidentes con eldescubrimiento de los citados grabados.

    No es fcil decidirse por una u otra posibilidadal tener que modificar o reinterpretar algunas las

    cuestiones presentadas por Vega del Sella, lo quetrastocara la versin original y la realidad del fen-meno, pero al margen de cul sea la opcin e hip-

    tesis correctas, y suprimida la tercera hiptesis, spodemos atender al campo manual y tratar deacotar quines pudieron haber realizado los gra-bados. En las opciones o hiptesis que quedanhay que descartar con seguridad a los gruposhumanos relacionados con los niveles asturiense,aziliense, magdaleniense superior, medio e inferior(niveles A, B, C y D) al estar cubiertos por sedi-mentos (no obstante, en el caso de nivel D eso noocurre en todas las opciones) (Fig. 12 y 13).

    De modo que el campo manual ms aptopara la elaboracin de los grabados se corres-pondera con el Solutrense superior, el Solutrensemedio o el Gravetiense. Por otro lado, el tringulo4

    es un tema del programa graveto-solutrense, elcual constituye aqu el eje central de la composi-cin en posicin y tamao- y es lo que primerose hace, salvando las lneas exgenas alrededordel mismo, ya que tiene varias lneas superpues-tas que, adems, son las de trazo ms profundo;lo cual implica una diacrona cuyo lapso temporales difcil precisar.

    Asimismo, a nuestro juicio es difcil establecer

    un paralelismo artstico y cultural entre el bastncitado por Vega del Sella (1916: 56-58 y fig. 17) ylos grabados de la entrada al covacho (Fig. 14).El primero s presenta un sistema de decoracintpicamente magdaleniense superior cantbrico,mediante una secuencia rtmica de lneas cortas,de longitud aproximada y seriada(Corchn, 1986:380); mientras que en el panel los trazos son lar-gos y estn enmaraados, entre otras cosas por-que el mensaje es tambin distinto. S es ciertoque en ambos casos estamos ante grabados decierta profundidad y de tipo fusiforme, pero esoes todo. Esa circunstancia tiene, como es obvio,proyeccin temporal, pues una vez roto el nexoque sustentaba el edificio cronolgico, es obvioque claramente estamos ante una diacrona entrelos signos de la pared y el nivel al que se le supo-ne pertenecen.

    Tambin es complicado asumir el paralelismocon los grabados datados estratigrficamente enlas cuevas de El Conde y la Via, incluidos en el

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    Munibe Antropologia-Arkeologia 61, 2010pp.29-42

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    Dicho signo es similar al hallado en una plaqueta procedente del nivel 2 (Solutrense superior) de la Cueva del Buxu (Menndez y Ocio,1997: 177, Fig. 3d, 181; Menndez, 1999: 265, Fig. 4e) y se agradece la colaboracin a Mario Menndez. Tambin es similar a los existen-tes en el vestbulo (en una roca que est en el suelo) de la cueva cntabra de Chufn (Fortea, 1989:197).

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    primer horizonte del Naln, porque sos se realiza-ron durante el Auriaciense (Fortea, 2000-2001), yen Cueto de la Mina la evidencia arqueolgica msantigua es del Gravetiense; a la vez que desde unpunto de vista temtico y formal las representacio-nes icnicas de Cueto de La Mina evocan, comoya se ha dicho, el programa graveto-solutrense.

    En el estado actual de conocimiento, enAsturias, mientras no aparezcan otras evidenciascon referencias estratigrficas claras, el mundode las representaciones icnicas comienza en elGravetiense (Fortea, 1994). Representaciones enlas que se mantiene por un lado, lo viejo, comoherencia auriaciense (los signos cerrados) y porotro, incorpora lo nuevo: es decir, la forma sintti-ca de la presencia icono-animal y repetitivamediante, podramos decir, una suerte de estar-cido fisonmico (Fortea, 1994).

    Asimismo, los signos de referencia (signoscerrados), una vez que ya han abandonado elsoporte rocoso del suelo, acaban conformando enalgunos sitios, dentro de ese segundo horizonteartstico, lo que Jord defini en su da como san-tuarios monotemticos. Y aunque en algunosyacimientos dichos santuarios estn dentro de

    conjuntos mayores, como el Camarn de TitoBustillo o la Galera de los Tectiformes de El Buxu,o bien estn en las cercanas de otros grandesconjuntos, como la cueva de La Lluera II, no esmenos cierto que en otros casos los signos cerra-dos aparecen, a fecha de hoy, solos: Tebelln,Herreras y Cueto de la Mina, por ejemplo.

    Todas esas circunstancias, temticas, tcni-cas y compositivas, unido al hecho de que la ocu-pacin estratigrfica ms antigua documentadaen Cueto de la Mina nos lleva por dos veces(niveles G y H-VII), pese a las discordancias ero-sivas presentes en la serie, al gravetiense, noshacen pensar que dichos grabados correspon-den precisamente a ese momento, lo que ade-ms puede explicar algunas de las superposicio-nes y repasos que se aprecian en el soporte.

    Por ltimo, hemos optado por referirnos alsigno como una figura geomtrica tringulo- sindarle ninguna connotacin, pero podra aludirse auna vulva. Adems, y superpuestas al tringulo ensu lado izquierdo, hay tres lneas ms profundasque podran tambin sugerir la parte comprendidaentre el trax y las rodillas ms la lnea centralvulva?- de una figura femenina (Fig. 11. B), repre-

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    Fig. 14. Comparativa entre los grabados del bastn perforado del nivel B (Magdaleniense Superior. Vega del Sella, 1916) y los grabados parietales.

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    sentando, a detalle ampliado, la parte que msinteresa destacar en dicho programa iconogrfico.

    3.- CONSIDERACIONES FINALESLa falta de costumbre, la rareza y la inicial dis-

    traccin respecto a su carcter (tcnico, en vezde artstico), han dificultado la asignacin crono-lgica y cultural de lo representado en el abrigo.Con todo, si atendemos a lo comnmente acep-tado los grabados no pueden pertenecer alMagdaleniense superior, al estar recubiertos porse nivel, ni es posible establecer como nexo cro-nolgico correlacin alguna entre el arte mueblede dicho nivel y la representacin parietal.

    A partir de ah, el campo manual, el tema y elestilo nos han permitido adscribir las representa-ciones al programa cultural graveto-solutrenseque, adems, son tecno-complejos que estnpresentes en la secuencia arqueolgica del yaci-miento; a la vez que se incorporan unas figurassingulares, y sus posibles derivaciones simbli-cas, a la iconografa paleoltica cantbrica. Contodo, tratando de afinar ms la asignacin crono-lgica y cultural consideramos que hay argumen-tos para adscribir los grabados de Cueto de la

    Mina al Gravetiense.

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