Guerreros y Campesiones. Desarrollo Inicial de la Economía erupera. G. Duby

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    nnotation

    Georges Duby, familiarizado con la investigacin de los aspectos histricos de la Edad Mece en este volumen una sntesis de los datos conocidos sobre las condiciones ecolmogrficas y tecnolgicas, as como de las estructuras de la sociedad y los factores del desaonmico apreciable en la Europa medieval. La sntesis elaborada por Duby est presentada no commpendio, sino como un ensayo jalonado por sugerentes reflexiones, centradas en la larga evolida por el rea europea. Las hiptesis que aventura, derivadas de las lagunas apreciables

    cumentacin disponible y de la deficiente marcha de las investigaciones histricas, estn marcadaerrogantes y observaciones, tan crticas algunas de ellas que fructificarn sin duda en fecitaciones a la profundizacin en los temas.

    GEORGES DUBY

    ADVERTENCIAPRIMERA PARTE

    1. LAS FUERZAS PRODUCTIVAS

    LA NATURALEZACONJETURAS DEMOGRAFICASLOS UTILES DE TRABAJOEL PAISAJE

    2. LAS ESTRUCTURAS SOCIALESLOS ESCLAVOSLOS CAMPESINOS LIBRESLOS SEORES

    3. LAS ACTITUDES MENTALES

    TOMAR, DAR, CONSAGRARLA FASCINACION DE LOS MODELOS ANTIGUOSSEGUNDA PARTE

    1. LA ETAPA CAROLINGIALAS TENDENCIAS DEMOGRAFICASEL GRAN DOMINIOEL COMERCIO

    2. LAS LTIMAS AGRESIONESLOS ATAQUES

    LOS EFECTOSLOS CENTROS DE DESARROLLOTERCERA PARTE

    1. LA POCA FEUDALLOS PRIMEROS SIGNOS DE LA EXPANSINEL ORDEN FEUDALLOS RESORTES DEL CRECIMIENTO

    2. LOS CAMPESINOSEL NMERO DE LOS TRABAJADORESEL FACTOR TCNICOLA ROTURACION

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    3. LOS SEORESEL EJEMPLO MONSTICOEXPLOTARGASTAR

    4. EL DESPEGUEORIENTACIN BIBLIOGRFICA

    I. GENERALIDADESII. ECOLOGIA, DEMOGRAFIA, TECNOLOGIA

    III. LA ECONOMIA RURALIV. MONEDA, CIUDADES Y MERCADERESnotes

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    GEORGES DUBY

    GUERREROS Y CAMPESINOS Desarrollo inicial de laconoma europea 500-1200

    Traduccin de JOSE LUIS MARTIN

    primera edicin en espaol, 1976 siglo XXI de espaa editores, s. a.en coedicin con siglo XXI editores, s.a. de c.v.decimocuarta edicin en espaol, 1997isbn 968-23-1988-9

    primera edicin en ingls, 1973

    weidenfeld and nicholson, londrestitulo original: the early growth of the european economy.warriors and peasants from the seventh to the twelfth century

    derechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en mxico/printed and made in mexico

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    DVERTENCIA

    Este libro no pretende ser un manual de historia econmica; es solamente un ensayo, una serlexiones sobre una evolucin muy amplia cuyo mecanismo, inseguro y complejo, he intentado obs

    poner al descubierto. La insuficiencia de la documentacin y el imperfecto avance de la investigtrica explican el gran nmero de hiptesis con las que pretendo fundamentalmente plaerrogantes de los que los ms crticos sern, sin duda, los ms fecundos.

    Por otra parte, para abarcar un rea geogrfica tan vasta y diversa como lo era entonces la eurorante un perodo tan extenso, era preferible situarme en el terreno en el que me siento ms seguro:historia del mundo rural, y ms concretamente del mundo rural francs; no se extrae, por tantor de ciertas elecciones, de ciertas perspectivas y de todas las omisiones que descubra en esta o

    Beaurecueil, septiembre de 1969.

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    RIMERA PARTEAS BASESIGLOS VII Y VIII

    A fines del siglo VI, cuando se halla prcticamente cerrado en Occidente, con el asentamiento dmbardos en Italia y de los vascos en Aquitania, el perodo de las grandes migraciones de pueblropa de que trata este libro es decir, el espacio en el que el cristianismo de rito latino se exten

    ogresivamente hacia fines del siglo XII, es un pas profundamente salvaje, y por ello se haena parte fuera del campo de estudio de la historia. La escritura se halla en regresin en las zonadicionalmente la usaban y en las dems la penetracin del escrito es lenta. Los textos conservadoes, escasos; los documentos ms explcitos son los de la protohistoria, los que proporcioestigacin arqueolgica. Pero estos documentos tambin son defectuosos: los vestigios ilizacin material son, en la mayor parte de los casos, de datacin insegura; se hallan adpersos, al azar de los descubrimientos, y su reparticin espordica, con grandes lagunas, hace diigrosa toda interpretacin de conjunto. Insistamos, como punto de partida, sobre los reducidos lconocimiento histrico, sobre el campo desmesuradamente amplio dejado a las conjeturas. Aad

    e, sin duda, el historiador de la economa se encuentra especialmente desamparado. Le faltan campleto las cifras, los datos cuantitativos que permitiran contar, medir. Necesita, sobre stenerse de ampliar abusivamente los modelos construidos por la economa moderna cuando inservar en este mundo primitivo los movimientos de crecimiento que lentamente, entre los siglos I, han hecho salir a Europa de la barbarie. Es evidente, en la actualidad, que los pioneros de la hionmica medieval han sobreestimado, a menudo involuntariamente, la importancia del comercio

    moneda. La labor ms necesaria y sin duda tambin la ms difcil consiste, pues, en definses y los motores autnticos de la economa en esta civilizacin, y para llegar a esta definicilexiones de los economistas contemporneos son menos tiles que las de los etnlogos.

    Sin embargo, de hecho existen grados en el seno de esta comn depresin cultural. En sus lridionales la cristiandad latina est en contacto con reas sensiblemente ms desarrolladas; eiones dominadas por Bizancio, y ms tarde por el Islam, se mantiene el sistema econmico herla antigua Roma: ciudades que explotan los campos colindantes, moneda de uso cotid

    rcaderes, talleres en los que, para los ricos, se fabrican objetos esplndidos. Europa nunca eparada de estas zonas de prosperidad por barreras infranqueables; sufri constantemente su influe

    fascinacin. Por otra parte, en el espacio europeo se enfrentan de hecho dos tipos de incultura: untifica con el dominio germano-eslavo, con el dominio brbaro, como decan los romanos;

    na de la inmadurez, de la juventud, del acceso progresivo a formas superiores de civilizacin; ena de crecimiento continuo. La otra, por el contrario, es el dominio de la decrepitud; en ella acabgradarse las supervivencias de la civilizacin romana, los diversos elementos de una organizacio tiempo compleja y floreciente: la moneda, las calzadas, la centuriacin, el gran dominio rurdad, no estn completamente muertos; algunos incluso resurgirn ms adelante, pero de momennden insensiblemente. Entre estos dos mundos, uno orientado hacia el norte y hacia el este, ecia el Mediterrneo, se sita, en las orillas del Canal de la Mancha, en la cuenca parisina, en Bor

    Alemania, en Baviera, una zona en la que se da ms activamente que en otras partes el contactofuerzas jvenes de la barbarie y los restos del romanismo. En ella se producen interpenetraci

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    cuentros que en gran parte son fecundos. Conviene no perder de vista esta diversidad geogrficndamental, y de ella dependen en gran parte los primeros progresos del crecimiento.

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    LAS FUERZAS PRODUCTIVAS

    A NATURALEZA

    A lo largo del perodo que estudiamos el nivel de la civilizacin material permanece tan bajo q

    a econmica se reduce esencialmente a la lucha que el hombre debe mantener cotidianamentebrevivir, contra las fuerzas naturales. Combate difcil, porque el hombre maneja armas poco eficapoder de la naturaleza lo domina. La primera preocupacin del historiador debe ser la medicie poder y el intento, por consiguiente, de reconstruir el aspecto del medio natural. La tarea es duiere una investigacin minuciosa, a ras de tierra, en bsqueda de los vestigios del paisaje antigu

    nservan en los campos actuales los nombres de lugares y cultivos, el trazado de los caminomites de las tierras cultivadas, las formaciones vegetales. Esta investigacin est muy lejos de hampletado; en muchas regiones de Europa apenas est iniciada y, consiguientemente, nunocimientos son inseguros.

    En Europa occidental la estepa penetra en Panonia, en la cuenca media del Danubio; se inluso ms lejos todava, localmente, hasta en ciertas llanuras pantanosas de la cuenca parisiensbargo, de una forma general, las condiciones climticas favorecen el desarrollo del bosque;

    oca que nos ocupa el bosque parece reinar sobre todo el paisaje natural. A comienzos del siglo Xsesiones de la abada parisina de Saint-Germain-des-Prs se extendan por una regin en la querzo agrcola se haba desarrollado ms ampliamente que en otras partes, y sin embargo el bbra an las dos quintas partes de este dominio. Hasta fines del siglo XII la proximidad de una amsa forestal influy sobre todos los aspectos de la civilizacin: se pueden descubrir sus huellas tatemtica de las novelas cortesanas como en las formas inventadas por los decoradores gticos

    hombres de esta poca el rbol es la manifestacin ms evidente del mundo vegetal.

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    No obstante, es preciso tener en cuenta dos observaciones; por un lado, los suelos son, en estamundo, de una extrema diversidad. Sus aptitudes varan notablemente en muy cortas distancia

    bidura campesina ha opuesto siempre las tierras clidas a las tierras fras, es decir, los seros en los que el agua penetra fcilmente y el aire circula, que se dejan trabajar con facilidad,

    elos duros, espesos, donde la humedad penetra mal, que resisten al til de trabajo. En las pendienvalles o en las llanuras se dispone, pues, de terrenos en los que la capa forestal es menos resislos que al hombre le resulta menos difcil modificar las formaciones vegetales en funcin d

    cesidades alimenticias. En el siglo vil el bosque europeo aparece sembrado de innumerables cgunos son recientes y estrechos, como los que proporcionaron su alimento a los primeros monjnt-Bavon de Gante; otros se extienden por amplias zonas, como aquellos en los que, desde siglzclan los campos y la maleza en las llanuras de Picarda. Se debe notar, por otra parte, que e

    oximidades del Mediterrneo la aridez estival, la violencia de las lluvias, las diferencias acusadieve, la potencia de la erosin que arranca la tierra a las laderas de los valles y acumula en la erior los depsitos no frtiles, hacen el bosque frgil, vulnerable al fuego que enciendeicultores y los pastores; el bosque se reconstruye lentamente y se degrada con facilidad, y de

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    finitivo, en matorral. En la franja meridional para producir las subsistencias hay que luchar ms caguas que contra el rbol. Se trata de domesticar stas para proteger el suelo de las pendientesnar los pantanos de las llanuras y para compensar con la irrigacin la excesiva sequedad d

    ranos.A la vista de lo expuesto puede deducirse el papel determinante que desempean las variac

    mticas. De la temperatura, y ms an de la humedad, de la reparticin de las lluvias en el curso aciones, dependen la resistencia ms o menos grande de las formaciones boscosas, el comportamlos suelos, el xito o el fracaso del hombre cuando se esfuerza por extender el espacio culti

    ora bien: no es posible actualmente creer que el clima ha permanecido estable en Europa duranmpos histricos. El historiador de una economa tan primitiva como la de la primera Edad Medede, por consiguiente, hacer abstraccin de las fluctuaciones que, por ligeras que fuerandificado las condiciones de la lucha entre el hombre y la naturaleza. Lo difcil es fecharlas y esamplitud. Los textos medievales apenas proporcionan, sobre estos puntos, indicaciones vlida

    da, los cronistas de la poca se muestran de ordinario muy atentos a los meteoros; anotan a lo laraos, entre las dems calamidades con las que la clera divina castiga al gnero humano, los

    cesivos y las inundaciones, pero sus apreciaciones son siempre subjetivas, imprecisas y ocasionaque interesa para este gnero de investigaciones son series continuas de anotaciones mensurableintentado recurrir a la dendrologa, es decir, al examen de los troncos de los rboles cuyos cr

    ncntricos anuales reflejan, por la variacin de su espesor, la mayor o menor vitalidad de la plancir, sus reacciones a las influencias climticas. Pero las especies arbreas europeas son de longeuficiente para proporcionar indicios aplicables a la Alta Edad Media. Los datos ms tiles padievalismo siguen siendo, en Europa, los que proporciona el estudio de los avances y retrocesglaciares alpinos. La turbera de Fernau, en el Tirol, situada en la proximidad de un frente glaci

    ado en varias ocasiones, en el curso de la historia, recubierta por los hielos. La acumulacigetales fue entonces interrumpida, y en el espesor de la turbera se pueden descubrir hoy da capna ms o menos espesas que se intercalan entre las capas de descomposicin vegetal. Corresponavances del glaciar. Es posible as proponer una cronologa, evidentemente aproximada, de los

    eflujos glaciares, es decir, de las oscilaciones climticas, puesto que los movimientos del glaciarectamente relacionados con las variaciones de la temperatura y de la pluviosidad. Parece ser, e los Alpes han conocido, durante la Edad Media, un primer avance glaciar que se puede situar comienzos del siglo V y la primera mitad del siglo VIII. Esta fase fue seguida de un retroceso q

    olong hasta mediados del siglo XII, y la retirada de los hielos fue entonces, al parecer, claras acentuada de lo que lo es en la actualidad. Esto hace suponer que Europa occidental se benrante el perodo correspondiente al retroceso de los hielos de un clima ms suave que el actu

    mbin menos hmedo: no se observa en las turberas la presencia de musgos higrfilos. Despuciares progresan de nuevo desde mediados del siglo XII, y muy bruscamente: el glaciar de A

    ubri en esta poca todo un bosque de conferas cuyos troncos momificados han quedascubierto tras el retroceso actual. Esta segunda fase activa termina hacia 1300-1350. Debacionada con un descenso de la temperatura media (dbil, en realidad: los especialistas la erior a un grado centgrado) y con un aumento de la pluviosidad cuyas huellas son visibles por rtes: en las proximidades de una aldea provenzal ciertas grutas fueron abandonadas a mediadolo XIII a causa de las fuertes infiltraciones de agua provocadas, sin duda, por la agravacin dvias de verano y por la debilitacin de la evaporacin debida al descenso general de la temperatu

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    Los datos suministrados por la glaciologa alpina pueden ser corroborados por fenmnocidos a travs de testimonios de otro tipo y de otros lugares. Tal vez sea arriesgado estableceacin directa entre las oscilaciones climticas y la transgresin marina, cuya existencia acaba dablecida, que, poco despus del ao mil, sumergi los establecimientos humanos de las cmencas. En cambio, existen concordancias dignas de inters entre las alternaciones de flujos y re

    ciares y las modificaciones del manto vegetal que pone de manifiesto el examen del polen conselas turberas. El estudio de estos residuos vegetales permite sobre todo establecer una cronoalmente aproximada, de la extensin y la retraccin de las formaciones forestales t la vecindad

    umulaciones de turba. Uno de los primeros diagramas polnicos realizados muestra, en las llanurantro de Alemania, entre el siglo VII y mediados del XI, un retroceso progresivo del bosque aui, en los siglos XIII y XIV, la lenta reconquista del espacio por el rbol. Recientemente, estulizados en las Ardenas han descubierto, separados por fases de retroceso, tres avances sucesivo

    ya; fechados respectivamente en los alrededores de los aos 200, 700 y 1200, corroboran logieren las observaciones glaciolgicas en cuanto a las oscilaciones de larga duracin del opeo. Por imprecisos que sean estos indicios, su convergencia permite fundamentar la hiptesio es lo interesante para nuestro propsito de que hubo en Europa occidental un clima menos h

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    ms clido entre el siglo VIII y la segunda mitad del XII, es decir, en el momento en el que se insinmer despegue de un crecimiento econmico que, como veremos, fue esencialmente agrcola.

    Sera temerario afirmar que nos hallamos ante una estrecha correlacin de estos dos fenmenose una simple coincidencia; los efectos de la coyuntura climtica sobre las actividades humanas n

    simples y, adems, hay que considerar que la fluctuacin fue ciertamente de escasa ampmasiado escasa al menos para que la elevacin de la temperatura y la reduccin de la pluvioyan podido determinar en el manto vegetal cambios de especie. Sin embargo, incluso si el aumenmedias trmicas anuales, como se puede suponer en la hiptesis ms prudente, fue inferior a un

    ntgrado, no dej, en el estado de las tcnicas agrcolas de la poca, de repercutir sobre las aptilos suelos cultivados; observemos, en efecto, que tal variacin corresponde poco ms o menoerencia existente en la Francia actual entre el clima de Dunkerque y el de Rennes, entre el climlfort y el de Lyon. Adems, todo hace creer que este aumento de temperatura fue acompaado dativa sequedad, y esto es lo importante. Investigaciones realizadas en base a documentos ingrespondientes a una poca ligeramente posterior a la que aqu estudiamos han establecido, en e

    e en los campos europeos sometidos a la influencia atlntica la cosecha cerealista no se vio afer las oscilaciones trmicas, pero era tanto mejor cuanto ms secos eran el verano y el otoo y, pntrario, se hallaba comprometida por lluvias demasiado abundantes, sobre todo cuando el exceuviosidad se situaba en el perodo otoal[1]. No se puede, por tanto, olvidar este dato que nos ofrderna historia del clima: en los campos de Europa occidental que estaban a principios del siglava sumidos en la hostilidad de un largo perodo de humedad fra, las condiciones atmosf

    gn todas las apariencias, se hicieron poco despus y de forma lenta ms propicias a los trabajosrra y a la produccin de las subsistencias. De esta ligera mejora se beneficiaron, sobre todovincias septentrionales; en la zona mediterrnea, en cambio, el aumento de la aridez hizo, sin s frgil la cobertura forestal y, por consiguiente, ms vulnerable el suelo a los efectos destructorerosin.

    ONJETURAS DEMOGRAFICAS

    Cuando se intenta conocer, en el umbral del perodo que estudiamos, la implantacin humanpieza con dificultades prcticamente insuperables. Los documentos escritos no proporcionan

    nguna indicacin; las primeras relaciones susceptibles de ser utilizadas por el demgrafo no apasta comienzos del siglo IX en los inventarios de algunos grandes dominios carolingios; todas prozonas muy concretas en las que se haba extendido el uso de la escritura en la administracin, es las regiones situadas entre el Loira y el Rin, por un lado, y de Italia del norte, por otro; adems,

    refieren a islotes de poblamiento muy restringidos. La arqueologa podra darnos indiciosmerosos y menos desigualmente repartidos en el espacio, pero las investigaciones son todavaasas. La prospeccin arqueolgica descubre restos de hbitat cuya interpretacin demogrfica esicada. Del estudio de las sepulturas y de los restos humanos que contienen se pueden obtener algormaciones sobre el sexo, la edad y, a veces, la complexin biolgica de los inhumados; con os es posible atreverse a construir tablas de mortalidad, pero antes es preciso inventari

    menterio entero, estar seguro de que todos los habitantes del lugar fueron sepultados en l, de que bido fenmenos de segregacin en funcin de la condicin social o de la pertenencia a un grupo por ltimo, hay que delimitar el perodo de utilizacin de la necrpolis, es decir, hay que fech

    mbas. Es posible hacerlo, con una cierta aproximacin, cuando los sepulcros contienen obnerarios, pero el progreso de la cristianizacin y las modificaciones que este progreso determin

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    to a los muertos hacen desaparecer, con el transcurso del tiempo, todos los elementos de dataoblemas tcnicos, en suma, de difcil solucin, que limitan extraordinariamente el valor dscubrimientos. Muy hipotticos tambin son los resultados de las investigaciones que, medianamen de los territorios cultivados, de los suelos y de los restos florales, intentan delimitar el reaupacin humana en estas pocas antiguas. En una palabra, toda conjetura demogrfica relativa aoca se basa en fundamentos muy frgiles.

    Al menos, la impresin de conjunto es que el siglo VII se sita, en la historia del poblamienropa, al final de una larga fase de regresin que, sin duda, se relaciona con las fluctuac

    mticas. Parece probable que el mundo romano se vio afectado a partir del siglo II de la era crir un movimiento de descenso demogrfico; esta lenta debilitacin parece haberse acenuscamente en el siglo VI por la aparicin de una epidemia de peste negra. Segn el historantino Procopio, el mejor testigo de estas calamidades, el mal se extendi en 543-546 a travlia y de Espaa, invadi una gran parte de la Galia y lleg hasta las orillas del Rin superior y mbemos por la descripcin de Gregorio de Tours que, efectivamente, se trataba de la peste bube hizo su aparicin despus de unas inundaciones catastrficas, que atac a toda la poblacin, y o a los nios y que provocaba la muerte inmediata. Como despus del segundo ataque del mismo

    e Europa sufri a mediados del siglo XIV la epidemia sigui causando vctimas durante ms de mlo, surgiendo nuevos brotes de peste como los sealados por los textos en el ao 563 en Auvern570, en Italia del norte, en Galia y en Espaa; en el 580, en el sur de Galia; la epidemia hace estTours y en Nantes en 592; reina entre el 587 y el 618 en Italia y en Provenza. Ningn dato num

    rmite la menor evaluacin de los efectos de la mortalidad. En Italia, a los de la peste se unen loserra provocada por la invasin lombarda. Las observaciones de los arquelogos descubren, eno, una disminucin sensible del poblamiento, que no se limita a los lugares de los que sabemotextos que fueron atacados por la peste; en Alemania se observa un claro retroceso de la ocup

    mana tanto en el sudoeste como en las costas del mar del Norte: el yacimiento de Mahndorf, al suBremen, estaba ocupado por ochenta campesinos entre el 250 y el 500; entre el 500 y el 70

    bitantes eran, como mximo, una veintena; la zona costera, poblada hacia el ao 400, parece va

    spus de un modo total.Ciertas evaluaciones de conjunto de la poblacin europea han sido realizadas para el sigl

    oponen una estimacin de 5,5 habitantes por kilmetro cuadrado en Galia, de 2 en Inglaterra dra menos de medio milln de habitantes, de 2,2 en Germania, donde, en las regionesensamente ocupadas, el espacio cultivado habra abarcado del 3,5 al 4 por 100 de la superficie antengamos la mayor prudencia respecto a estas cifras; su nico inters radica en mostrar cun esn los hombres en Europa en el inicio del movimiento de progreso que nos proponemos observar. rras boscosas estaban prcticamente vacas. Adems, sus habitantes aparecen en estadsnutricin: los esqueletos y la denticin recogidos en las sepulturas revelan la existencia de fu

    ficiencias alimenticias que explican la vulnerabilidad de la poblacin a los ataques de la pidemias no identificadas estn atestiguadas todava en Inglaterra en el 664; en Italia, hacia el aoel 694, en la regin de Narbona; un nuevo recrudecimiento de la peste se produce hacia el 742-74

    spoblacin, el abandono de las tierras cultivadas y su conversin en zonas pantanosas provoctalacin endmica de la malaria en las llanuras mediterrneas. En este vaco humano el espac

    breabundante. En estas condiciones la base de una fortuna no es la posesin del suelo, sino el bre los hombres, sin embargo tan mseros, y sobre sus muy pobres tiles de trabajo.

    OS UTILES DE TRABAJO

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    De estos tiles apenas sabemos nada. Son peor conocidos que los de los campesinos del Neols textos, los raros textos de esta poca, no nos ensean nada sobre ellos; nos dan palabras, y aos casos se trata de palabras latinas que traducen torpemente el lenguaje vulgar, anticuadapaces de expresar la realidad cotidiana. Bajo estos vocablos, cmo conocer el objeto, su formteria, en definitiva, su mayor o menor eficacia? Del aratrum o de la carruca, mencionados de v

    ando por los documentos escritos muy poco prolijos que han intentado a lo largo de los siglos destrabajos agrcolas, qu podemos conocer? Los dos trminos, sin duda intercambiables el pr

    utilizado por los escribas ms letrados, porque proceda del vocabulario clsico; el otro traducelmente el habla popular, evocan solamente un instrumento arrastrado por un tiro y destinadoor. La segunda palabra indicara, como mximo, que el til estaba provisto de ruedas, pero ninsa permite definir cul era la traza de su reja, si su accin se ampliaba con el aadido de

    rtedera, es decir, si el labrador dispona de un verdadero arado, capaz de remover el suelo earlo en toda su profundidad, o solamente de un arado cuya reja simtrica poda, como mximo,surco sin remover la tierra. Los descubrimientos arqueolgicos no han proporcionado casi nad

    eda iluminar, para esta poca, la historia de la tecnologa campesina.Y tampoco se puede esperar mucho de la iconografa, por otra parte muy deficiente; de hecho,

    s permite juzgar si tal imagen intenta reproducir el espectculo de la vida contempornea pirndose en modelos de talleres antiguos o exticos, presenta formas puramente simblisprovistas de toda referencia a lo cotidiano, sin preocuparse por el realismo. La falta de informacguras relativas a los aperos de labranza es particularmente lamentable. Cmo hacerse una idea drzas productivas si se ignora todo sobre los tiles de trabajo?

    En una oscuridad tan profunda resulta obligado recurrir a documentos ms tardos, a los textorenacimiento de la escritura, estimulado por la administracin carolingia, hizo surgir a fines delII. Precisemos antes de nada que estos escritos se refieren slo a los dominios ms amplios yjor organizados, es decir, a sectores de vanguardia de la tcnica agrcola. Los pesquisidores, a loconfi la misin de realizar el inventario de estas grandes explotaciones, tenan rdenes de enum

    tiles de los que dispona cada centro y especialmente los utensilios de metal, que eran los deor. He aqu una de estas relaciones. Conservada en un manuscrito del primer tercio del siglo Iiere a un gran dominio real, al de Annappes, situado en los confines de Flandes y de Artois: s barreos de cobre, dos vasos para beber, dos calderos de cobre, uno de hierro, una sartn,res, un morillo, un portaantorchas, dos destrales, una doladera, dos taladros, un hacha, un raspa garlopa, una llana, dos guadaas, dos hoces, dos palas de hierro. tiles de madera suficientel texto copiado se desprenden claramente los hechos siguientes: los objetos cuidadosamentariados a causa de su valor son ante todo utensilios de cocina o de hogar y, adems, algunos

    stinados al trabajo de la madera; en esta explotacin muy amplia en la que se criaban cer

    scientas reses bovinas los nicos instrumentos de metal empleados en la agricultura estaban destiortar la hierba y el trigo o a remover la tierra a mano; el dueo no posea ms que un nmero redellos, sin duda porque los cultivadores de la tierra venan en su mayor parte de fuera y llev

    nsigo sus propios aperos; ningn instrumento aratorio es mencionado entre los tiles metlicolizacin del hierro parece, pues, extremadamente limitada en el equipo agrcola, y la rareza del halla confirmada por otros textos. La Ley slica, cuya primera redaccin latina es de 507-511, y

    fri aadidos y modificaciones constantes a lo largo de los siglos VII y VIII, castigaba con una flta el robo de un cuchillo. El capitular De villis, gua redactada hacia el ao 800 para uso d

    ministradores de las propiedades reales, les recomendaba que realizaran atentamente el inventar

    herreros, de los ministeriales ferrarii; a su paso por Annappes, los pesquisidores han anotado qba ningn herrero en el dominio. En el gran monasterio de Corbie, en Picarda, cuya economa in

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    nocemos bastante bien gracias a los estatutos promulgados por el abad Adalardo en el ao 822, esolo taller para el que se compraba hierro de modo regular y donde se llevaban a reparar todoes de trabajo de los diferentes dominios rurales; pero all no se fabricaban los arados empleados

    erta de la abada; proporcionados por los campesinos, eran construidos y reparados con sus prnos y, por consiguiente, parece, sin utilizar el metal. Nos inclinamos a pensar, por tanto, que endes explotaciones agrcolas sobre las que nos informan los manuscritos de la poca carolingi

    cepcin tal vez de los redactados en Lombarda que hablan ms a menudo de los herreros y que algunos colonos obligados a entregar en censo rejas de hierro, el arado, el instrumento bsico p

    tivo de los cereales, figuraba entre los tiles de madera olvidados por los redactores dentarios que se contentaban con anotar que haba suficientes. El arado no era construido ppecialista, capaz de trabajarlo de manera ms compleja y eficaz, sino en la casa campesina. Se pnsar que su punta de ataque, en su totalidad de madera endurecida al fuego, y en el mejor de los ubierta de una delgada lmina de metal, era poco capaz, incluso cuando el til fuera muy peuviera provisto de ruedas y lo arrastraran seis u ocho bueyes, de remover suelos compactos. No siquiera remover bastante profundamente las tierras ligeras para estimular vigorosameneneracin de sus principios de fertilidad. Frente a la potencia de la vegetacin natural el arado e

    ma irrisoria.De hecho, no es seguro que el personal de los grandes dominios que describen los inventario

    lo IX haya estado tan bien equipado como los cultivadores de las comarcas ms salvajes. plotaciones pertenecan casi todas a monjes, es decir, a hombres letrados, influidos por los mosicos de la agricultura romana, que intentaban aplicar sus frmulas a la puesta en valor de la tro la civilizacin romana, porque era predominantemente mediterrnea, porque el Mediterrnbre en metales, porque los suelos arables son frgiles, porque la labor no consiste en dar la vueltrra, sino tan slo en romper la costra superficial y en destruir la vegetacin parasitaria, no se ocupado del perfeccionamiento de las tcnicas aratorias: desde el comienzo de nuestra er

    manos haban descubierto con sorpresa que los brbaros empleaban unos aperos agrcolas mdimentarios que los suyos, y pese a todo no haban intentado apropirselos. Durante la Alta

    edia algunos indicios permiten atribuir una cierta superioridad tcnica a regiones menos civilize la regin de la Isla de Francia. El estudio de las lenguas eslavas nos informa, por ejemplo, de qdo verdadero, no el arado romano, estaba lo suficientemente extendido por Europa central comoibir un nombre especfico antes de las invasiones hngaras que separaron a los eslavos del sur dnorte, es decir, antes del siglo X. En Moravia, en los Pases Bajos, los arquelogos han descubetos de hierro que, tal vez, son rejas de arados. La ilustracin de un manuscrito ingls del sigestra, en accin, un instrumento de labor provisto de una vertedera. El poeta Ermoldus Nigellus rejas de hierro en el siglo IX, a propsito de Austrasia, es decir, de la provincia ms salvaje

    lia, y si en su Colloquium, cuyo manuscrito con la versin latina data de los alrededores del a

    anglosajn Aelfric Grammaticus hace decir al lignarius, al artesano de la madera, yo fabricles, atribuye al herrero un papel fundamental en la confeccin del arado, que debe a este trabahierro sus accesorios ms eficaces y lo mejor de su potencia. Estas indicaciones dispersa

    ucen a suponer que, durante la segunda mitad del primer milenio, los pueblos herreros de la Germmitiva, en la oscuridad total que recubre en estos momentos la historia de las tcnicas, tal veendido, poco a poco, el uso del metal en los instrumentos agrcolas.

    Conservemos, sin embargo, la imagen global de una sociedad agraria mal equipada y obligadaoducir sus alimentos, a enfrentarse a la naturaleza con las manos casi desnudas. El aspectoreado que presenta en el siglo VII la ocupacin del suelo depende tanto de la precariedad de eq

    mo de la insuficiencia demogrfica. Las tierras cultivadas permanentemente son raras; se rerictamente a los suelos menos resistentes al trabajo campesino. De estos campos los hombres

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    a parte de su alimento, pero slo una parte. Mediante la recogida de los frutos salvajes, a travs sca o de la caza la red, la trampa, todos los ingenios de captura son, y sern por mucho timas primordiales en el combate por la supervivencia, y gracias a la prctica intensiva nadera los hombres encuentran suficientes alimentos en las riberas, en el ro, en las tierras baldel bosque.

    L PAISAJE

    La fisonoma del paisaje refleja la densidad del poblamiento y el estado de los tiles de traro tambin el sistema de cultivo que, a su vez, depende de las tradiciones alimenticias. En efecy que pensar que una sociedad humana se alimenta de lo que la tierra en la que est asentada poducir ms fcilmente; la comunidad es prisionera de hbitos que se transmiten de generacineracin y que difcilmente se dejan modificar; en consecuencia, lucha encarnizadamente para vresistencia del suelo y del clima, con el fin de obtener los alimentos cuyo consumo le imponestumbres y sus ritos. El historiador debe, previamente, informarse sobre ellos cuando inaginarse cules eran los usos agrcolas en el pasado.

    Se puede pensar que el encuentro y la fusin progresiva de la civilizacin romana y ilizacin germnica, cuyo escenario fue Europa occidental durante el comienzo de la Alta

    edia, favorecieron, entre otras cosas, la confrontacin de tradiciones alimenticias sensiblemerentes. Recordemos el asco que inspiraba al galorromano Sidonio Apolinar la forma en qmentaban los brbaros con los que se codeaba: su cocina, a base de mantequilla y de cebolreca repugnante. De hecho, durante los siglos VII y VIII se enfrentaron tambin dos manerplotar los recursos naturales y, por consiguiente, dos tipos de paisaje: un tipo romano, en vgradacin, y un tipo germnico, en vas de perfeccionamiento, que progresivamente se interpenetra

    Algunos textos nos dan a conocer, para esta poca, el modelo de alimentacin legado por Rbemos, por ejemplo, que los pobres mantenidos en los hospicios de Luca reciban cada da, en e5, un pan, dos medidas de vino y una escudilla de legumbres condimentadas con grasa y aceiteicaciones ms consistentes nos las proporcionan los captulos XXXIX y XL de la regla promu

    r San Benito de Nursia a fines del siglo VI para las comunidades monsticas de Italia central. ceptos sealan, para los diversos perodos del calendario litrgico, el nmero de comidas, la cla

    mentos que deben ser consumidos, e incluso la medida de las raciones. Digamos brevemente qla de San Benito ordena servir en el refectorio platos compuestos, como en los primeros tiemponaquismo, de hierbas, de races y de leguminosas; aade, en cantidad muy sustancial, pan y vos alimentos, que se consumen crudos o cocidos y que no aparecen sino como acompaamient

    n, el companagium. Notemos que se trata en este caso de un rgimen muy especial, compuestombres que se haban comprometido a la abstinencia y que, de modo especial, se prohiban, salo de desfallecimiento fsico, el consumo de la carne de los cuadrpedos. Evidentemente, y puesta prohibicin es presentada como una privacin difcil y eminentemente saludable, en el rgrmal de esta regin haba lugar para la carne. Se debe pensar, sin embargo, que San Benito estros en los que se inspiraba, animados por un espritu de moderacin, no se haban al

    cesivamente, cuando dispusieron estos reglamentos alimenticios, de las costumbres habituales ciedad rural de su tiempo. Verdaderamente, la sociedad mediterrnea esperaba de la tierra, de acn la tradicin romana, ante todo cereales panificables y vino; despus, habas y guisantes, hier

    ces cultivadas en el huerto, y, por ltimo, aceite.Esta manera de alimentarse se acomodaba al estilo de existencia que la colonizacin romana

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    plantado, desde haca tiempo, en la proximidad de las ciudades, hasta en Bretaa y en las orillan, y que los germanos quisieron apropiarse, porque, a sus ojos, caracterizaba a la lite civilizadndo feliz cuya entrada haban forzado. Tales costumbres alimenticias se haban impuesto como m

    acias al prestigio que les otorgaba el hecho de estar relacionadas con la civilizacin clsica. Usignos elementales de la promocin cultural fue, por tanto, comer pan y beber vino, consumir

    s especies que los ritos mayores del cristianismo proponan como el smbolo mismo de la alimenmana. El amplio movimiento que hace difundirse este tipo de alimentacin civilizada apareno desarrollo en el siglo VII: la implantacin en las zonas salvajes del norte y del este de n

    munidades monsticas cuyos miembros estaban obligados, por textos precisos, a alimentarse commpesinos italianos contemporneos de Benito de Nursia, contribuy a propagar estas prmenticias. Pero adoptarlas obligaba a importar ciertos productos los monjes de Corbie, en Pictenan el aceite en el puerto provenzal de Fos, adonde lo llevaban, de ms lejos an, los navosner en funcionamiento un sistema de cultivo apropiado, basado en la produccin de cernificables y en la viticultura. Los principios y los modelos de tal sistema podan encontrarse eritos de los agrnomos latinos que se veneraban por la misma razn que los restantes vestigiosratura clsica, recopilados como ellos en los escritorios de los monasterios: el manuscritoiguo de los gromatici que se conserva procede de la abada italiana de Bobbio y est fechadolo VII. Aunque el clima de un amplio sector de Europa occidental fuese, sobre todo a causa cesiva humedad, poco favorable para el cultivo del trigo y menos favorable an para el de la vitema se haba extendido ampliamente. Y segua extendindose. Se siente uno tentado de pensar qta modificacin de la temperatura y de la pluviosidad favorecan sus progresos. Los miembros stocracia, y en primer lugar los obispos, cuyo papel fue esencial en el mantenimiento de las foperiores de la civilizacin antigua, haban creado viedos en las proximidades de sus residencmentado la extensin de su cultivo. De esta forma se haba extendido, muy lejos de su cuna meridcierto tipo de paisaje.

    Este paisaje, cuya base es el campo permanente, haba sido concebido inicialmente en funcia agricultura de llanura, que en los pases mediterrneos exige una organizacin colectiva aplicad

    mesticacin de las aguas. En las provincias ms estrechamente sometidas a Roma esta organizaciba desarrollado en el marco ortogonal, rgido, esttico, de la centuriacin, cuyas huellas, muy cdava bajo la red catastral actual, permite observar la fotografa area en frica del norte, en Italvalle del bajo Rdano. Los amplios espacios dedicados al cultivo de los cereales y a las plantacvias y de olivares se hallaban repartidos entre grandes explotaciones compactas, de supe

    adrangular. En las regiones ms alejadas del Mediterrneo la implantacin de campos y vias se lizado, de forma cada vez menos homognea, en suelos cada vez ms escasos y dispersos que par

    opicios a la creacin de claros agrcolas alrededor de villas aisladas. En este sistema la produccieales se basaba en una rotacin bienal del cultivo: la tierra sembrada durante un ao era deja

    oso al siguiente; en este barbecho slo se sembraban algunas leguminosas. Esta disposicin, as presencia de la via, exiga una clara separacin entre las zonas de pasto y las tierras de labor: alopona vigorosamente el saltus, la zona reservada al ganado. Tomemos el ejemplo de Auverniaote privilegiado de la romanidad en el corazn de Galia, cuyo paisaje agrario podemos entrevs de algunas noticias dispersas en la obra de Gregorio de Tours, que proceda de all. El conconsiderable entre Limagne que est cubierta de mieses y no tiene bosques, donde la faldera obliga a hacer fuego con la paja y cuya agricultura de llanura est constantemente amenazadinundacin y por el retorno conquistador de la cinaga y las montaas que la rodean, los sntenses, la silva, dominio de los cazadores domsticos, que proveen de caza a las vivi

    stocrticas de la llanura, dominio de los eremitas que han querido huir del mundo, dominio sobrelos pastores, amplia zona de pasto para las ovejas y que, en grandes sectores, pertenece al Esta

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    e los ganaderos pagan derechos de pasto.Este contraste es decisivo en la reparticin del hbitat. En el saltus se mantienen formas prim

    asentamiento, anteriores a la conquista romana, aldeas de altura, instaladas en el cruce de camy antiguos, cuya red en forma de estrella, todava visible actualmente en algunas partes ografa de los campos, difiere sensiblemente de la red regular y ortogonal impuesta ms recientemlas llanuras por la centuriacin. A estos castella, para utilizar una expresin de Sidonio Apolinonen las villas diseminadas por el ager. El vocabulario de los escritores del siglo VII distingua parte, las residencias de los seores (domus), situadas en el centro de los grandes domini

    deadas de edificios de explotacin y de cabaas en las que viven los servidores domsticos, cadellas es el centro de un importante ncleo de poblacin y, por otro lado, las casas dmpesinos (casae), igualmente dispersas en medio de los campos el seto que las protege ambin, junto a construcciones elementales, los graneros y las tinajas en las que se conservaervas de provisiones. De trecho en trecho aparece un vicus, una pequea aglomeraciicultores; estos centros, por el momento abiertos y sin murallas se han contado trece en lavernia y cerca de noventa en la dicesis de Le Mans, se han convertido en el siglo VI en las las primeras parroquias rurales. En el aspecto religioso al menos, las villae de los alrededore

    nsideradas como sus satlites.Realmente, estas estructuras representan un vestigio del pasado, en vas de degradacin como

    realizaciones de la civilizacin romana. Y una de las razones de su progresiva degradacin seel hecho de que las tradiciones alimenticias sufren una lenta modificacin. En Galia, puesto qu

    ntactos comerciales disminuyen y hay que vivir de lo que se tiene a mano, el uso del tocino, sa, de la cera, tiende a desplazar al aceite en la alimentacin y en la iluminacin. Idnticos camb

    oducen en Italia del norte por influencia de las costumbres importadas por los invasores germyo prestigio de guerreros victoriosos las hace atractivas: en Italia, la racin diaria de los artepecializados como los maestri comacini la conocemos por reglamentos de mediados del siglo Vncede un amplio lugar a la carne de cerdo. En las casas de los ricos cada vez se consume ms cazcir, los productos del saltus, de la naturaleza salvaje, tienen una funcin cada vez ms importante

    mentacin de los hombres. Pero el paisaje de tipo romano se degrada tambin porque la agricultunura, recordmoslo, es frgil. La amenazan y la destruyen poco a poco las actividades drodeadores a los que la incapacidad del poder pblico deja en libertad, y que convergen hacares en los que se acumulan las riquezas fciles de tomar y el abandono de las organizacectivas de drenaje, incapaces en adelante de contener eficazmente la accin de las aensiblemente, las zonas bajas del agerse despueblan y quedan abandonadas. A lo largo del siglumerables villae, cuyo emplazamiento en medio de tierras de labor descubren los arquelogo

    andonadas, mientras que los vici pierden su carcter y se convierten en simples villae. menos coinciden con la disminucin general de la poblacin. Pero pudiera ser, igualmente, que

    a poca se haya iniciado en ciertas regiones de la Europa mediterrnea, en Italia central, un vimiento de transformacin del hbitat, un reflujo hacia los lugares encaramados en las alturasigorizacin de los marcos primitivos del poblamiento indgena. La decadencia de Roma se mani

    mbin por este retorno a tipos de aldeas y a sistemas de cultivo que se haban organizado enmpo en funcin no del ager, sino del saltus, y de una amplia explotacin de la naturaleza salvacir, a tipos de aldeas y a sistemas de cultivo muy prximos a los germnicos.

    Los paisajes de tipo germnico aparecen en estado puro en las regiones no influidas pilizacin romana, como el pas de los sajones, o apenas desfloradas, como Inglaterra. En esta

    ptentrional de Europa la ocupacin humana era muy dbil, tres veces menos densa, segn hemos d

    e en Galia; las condiciones climticas y edafolgicas obligaban, antes de sembrar los cereatear la tierra en profundidad con un instrumento arrastrado o, de forma sin duda ms eficaz, a m

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    n ayuda de una azada o una laya. Las necesidades tcnicas y el escaso nmero de brazos obligaducir los campos de cultivo a las tierras ms aptas, a los loess de las llanuras en Germania, rdes aluviales de los ros en Inglaterra. Es probable que en estas regiones salvajes los claros aruvieran desde el siglo VII en vas de ampliacin: sin duda, en esta poca, las tierras pesadas dddlands fueron poco a poco colonizadas por la agricultura tal vez gracias a una extensin lavitud y a una mayor utilizacin de la mano de obra servil en el trabajo de los campos. A peso, en Germania el hbitat rural segua estando muy disperso en aldeas de reducida importancia: e

    na prxima a Tubinga, en Alemania del sudoeste, en un terreno sin embargo particularmente f

    il de cultivar, los arquelogos calculan que haba, a comienzos del siglo VI, solamente dos oplotaciones agrcolas que no alimentaban a ms de veinte personas; en el valle del Lippomeraciones que se han descubierto raramente renen ms de tres hogares. Los arquelogaginan el espacio cultivado alrededor de cada uno de estos puntos de poblamiento como un isloteucido, limitado como mximo a una decena de hectreas. Este in-field, de extensin irrisoria, ee todo ocupado por huertos situados en la proximidad inmediata de las casas; sometidos a un tr

    nstante, enriquecidos por los detritus familiares y por el estircol del corral, estos lotes formabacho la parte ms productiva del rea explotada; en ellos haba algunos rboles frutales, es

    dava: los artculos de la ley slica castigan con fuertes multas a los ladrones de frutos. Por lo qiere a los campos de labor parece que no cubran totalmente el resto del pequeo claro. Los germTcito lo haba ya sealado en la clebre frmula: Arva per annos mutant et superest agacticaban una rotacin peridica del cultivo cerealista y a un ritmo mucho ms flexible que empos romanizados; abandonaban al yermo durante muchos aos las parcelas cuya fertilidad comengotarse, dejaban pastar en ellas a sus ganados y abran nuevos campos de labor un poco ms lej

    elos a los que un cierto tiempo de descanso haba regenerado. De este modo se extenda, ms alpacio vital reservado a los huertos, es decir, a un cultivo en el que el abono y el trabajo mrmitan la explotacin permanente, una zona en la que se mezclaban lo que las primeras actas esGermania para garantizar la posesin territorial son tardas; la ms antigua conservada es de

    4 llaman rothum, es decir, campos momentneamente abandonados, y nova, la tierra nuevam

    esta en explotacin. En el momento en que la simiente comenzaba a crecer se levantaban sera prohibir el paso y la ley castigaba a los que no respetaban estas prohibiciones. El rea en la qsplazaban lentamente las cosechas y en la que abundaban los rboles estaba delimitada por setosportancia jurdica est atestiguada por todas las leyes de los pueblos germnicos; estas cercas tmo finalidad proteger la tierra en explotacin de los daos causados por los animales salvajes;e todo eran el smbolo de la apropiacin del suelo por los habitantes de la aldea. Tras este lsta un nuevo crculo, ms amplio, sometido a la explotacin colectiva de la comunidad campesinpastaban los rebaos desde primavera hasta otoo, se practicaba la caza, la recogida de fvestres, se recoga la madera para las casas, las empalizadas, los tiles y el fuego. El bosque esta

    as zonas fuertemente degradado por todas estas prcticas, pero ms lejos se mantena intacto y a muy amplias extensiones. El paisaje de Inglaterra difera poco del entrevisto en Germudablemente, en ciertas partes de Inglaterra, especialmente en el sudeste, los claros eran

    merosos; y, sobre todo, las aldeas estaban muy poco alejadas una de otras y en ocasiones sus cativados se juntaban; se dispona, pues, de espacios continuos de campos abiertos; alrededor d

    rcelas sembradas se elevaban setos temporales que eran derribados despus de las recoleccinantarlos nuevamente con la aparicin de los cereales. Ciertos textos, especialmente las estipulaclas leyes del rey Ine, que datan del siglo VII, revelan la existencia, junto a las parcelas de labosea cada familia, de praderas de propiedad colectiva y de amplias superficies boscosas clareada

    otes de cultivo intermitente y por grandes reas de pastos, los wealds, comunes a varias aentras que, segn los documentos del siglo X, el conjunto del espacio inculto apareca claram

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    imitado y repartido entre las diferentes aldeas, las primeras actas escritas, que son anteriores enlos, muestran que en aquel momento las comunidades campesinas instaladas a lo largo de los cagua an no se haban repartido las zonas abandonadas a la vegetacin salvaje.

    Los escasos indicios de que disponemos para conocer la alimentacin humana en esta rbara de Europa muestran que en ella se consuma igualmente el cereal. En tiempos del rey Inbditos obligados a avituallar la casa real entregaban panes y cerveza, y los arquelogos qudido la superficie de los establos descubiertos en las zonas de hbitat antiguo en las orillas alemMar del Norte creen que los productos de la ganadera no podan asegurar ms de la mitad

    bsistencia de los habitantes. Pero la importancia del trigo era mucho menor que en las commanizadas. Los campesinos ingleses proporcionaban a su soberano, y en cantidades apreciables, mantequilla, carne, pescado y miel. Basndose en los descubrimientos arqueolgicos, W. Abculado que los campos cultivados cerca de las aldeas de Alemania central eran demasiado ensos para procurar ms de un tercio de las caloras necesarias a quienes los cultivaban. Deban,raer la mayor parte de sus alimentos de la horticultura, de la recogida de frutos, de la pesca, de la

    de la ganadera. El paisaje cuyas huellas se descubren en la Europa brbara responde indudablemsistema de produccin ms pastoril que agrcola. Sabemos que la ganadera estaba mezclada y q

    oporcin de las diferentes especies animales variaba de acuerdo con las aptitudes naturaleseyes y las vacas eran ms numerosos en las zonas donde predominaba la hierba en la vegeural: en el territorio de una pequea aldea de Germania a orillas del Mar del Norte, que e

    upada entre los siglos VI y X, los esqueletos de animales se distribuyen de la siguiente manera: gavino, 65 por 100; ovino, 25 por 100: porcino, 10 por 100. No obstante, de una manera geneesto que en casi todas partes el bosque de encinas y de hayas constitua el elemento principasaje, la cra del cerdo era el gran suministrador de los alimentos crnicos: en el ttulo II de ica diecisis artculos tratan de los robos de cerdos, y precisan minuciosamente, segn la edad

    xo del animal, la tarifa de indemnizacin; los bosques ingleses se hallan cubiertos de denns, es instalaciones dedicadas a la ceba de los cerdos.

    La asociacin ntima de la ganadera y de la agricultura, la compenetracin del campo de labor

    pacio pastoril, boscoso y herbceo, es sin duda el rasgo que ms claramente diferencia el sirario brbaro del sistema romano, en el que el agery el saltus aparecen disociados. Sin embartincin entre los dos sistemas se hallaba durante la Alta Edad Media en proceso de progrnuacin. Porque, por una parte, en su conjunto, el mundo romano volva a la barbarie; porque, poo, el mundo brbaro se civilizaba; porque tal vez la penetracin del cristianismo destrua lentamtabes paganos que se oponan a la roturacin de los bosques; porque seguramente los hom

    vajes se acostumbraban poco a poco a comer pan y a beber vino. En el corazn de los bomanes el estudio del polen de las turberas demuestra en los siglos VI y VII, pese a los brotes de todas las mortalidades, el avance lento pero continuo de los cereales a expensas de los rboles

    torral. Tcito se haba extraado de que los germanos de su tiempo no exigan a la tierra msechas y no plantaban vias; ahora bien, stas reciben ya una proteccin especial en el cdigo la ley slica, y cuando, en el siglo VII, algunos grandes propietarios germnicos se deshacen

    minio a cambio de una renta vitalicia en alimentos, exigen del beneficiario fuertes entregas de vinDe la fusin de estos dos sistemas de produccin naci finalmente el que caracteriza al Occi

    dieval, y la fusin fue sin duda ms precoz y ms rpidamente fecunda en las regiones en las qba un contacto ms estrecho entre ambas civilizaciones: en el corazn de la Galia franca, es deccuenca parisina. En ella subsistan amplios espacios forestales: los grandes dominios cuya estruscubren en los siglos VI y VII los testamentos de los obispos de Le Mans estaban en gran

    biertos por bosques y eriales. Pero los espacios ocupados por la vegetacin natural y destinadosplotados al modo germnico estaban prximos a llanuras con zonas roturadas desde antiguo y

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    e se haban implantado las prcticas agrcolas de Roma. Los primeros documentos verdaderamplcitos que revelan los procedimientos aplicados a la explotacin rural las guas de administros inventarios de dominios redactados por orden de los soberanos carolingios de fines del siglo Vmienzos del IX se refieren precisamente a regiones de confluencia de ambos sistemas. En este equilibrio entre la inmadurez del mundo campesino primitivo y la degradacin de los campos detierras relativamente favorecidas por las influencias climticas y por la calidad de los suelo

    cumentos nos muestran empresas de produccin dirigidas por los agentes del rey y por los deleglos grandes monasterios, es decir, explotaciones piloto, sin duda las ms cuidadosamente aten

    demos servirnos de las enseanzas de estos textos para intentar apreciar lo que era entonces, jor de los casos, la productividad del trabajo rural.Entre estos documentos, aquellos muy escasos que no describen propiedades monstic

    cir, dominios en los que el rgimen alimenticio ritualizado de la comunidad religiosa obligoducir ante todo cereales panificables y vino, muestran el papel considerable que desempeabaoduccin la explotacin del saltus. Los artculos del capitular De villis, que se refiere a los dom

    rey, invitan a quienes los dirigen a ocuparse ms de los animales y de la defensa de los bontra la depredacin de los roturadores furtivos que de los campos cultivados. Cuandosquisidores que visitaron a fines del siglo VIII el dominio real de Annappes quisieron evaluervas alimenticias conservadas en los cilleros y en los graneros hallaron relativamente poco gro gran cantidad de quesos y de cuartos de cerdo ahumado. Sin embargo, el inventario que realiestra tambin que los molinos y cerveceras, talleres de transformacin de cereales construidos p

    eo para sus propias necesidades, pero que, mediante el cobro de una parte proporcionalnsformada, pona a disposicin de los agricultores de la vecindad, proporcionaban regularmndes cantidades de trigo. Lo que prueba que, incluso en esta regin muy pastoril y aun al nivel

    quea explotacin campesina, los campos de cultivo figuraban en el centro del sistema de produccPara que las tierras arables fuesen capaces de cumplir su funcin alimenticia era necesario man

    fertilidad dejndolas en reposo peridicamente, abonndolas y labrndolas. De la eficacia conjuas tres prcticas dependa el rendimiento del cultivo cerealista. Pero esta eficacia estaba l

    rechamente a la calidad del ganado. En efecto, las labores podan ser tanto ms frecuentes, y erans tiles, cuanto ms numerosos y fuertes eran los animales uncidos a los instrumentos aratorios; cs importante era el rebao que pastaba en los barbechos ms reconstituyente era el abono naturaimo, la cantidad de estircol que poda extenderse por los campos dependa del nmero de bueyeejas estabulados durante el invierno. La interdependencia de las actividades pastoriles y agrcoEuropa la base del sistema de cultivo tradicional.

    Los documentos del siglo VIII no contienen apenas informaciones sobre el ganado. Y lo pocen nos induce a pensar que los establos de los grandes dominios estaban mal atendidos. Sin dudmales criados en las explotaciones campesinas dependientes contribuan a revigorizar las tierra

    or: este ganado pastaba en sus barbechos, era utilizado para el trabajo de sus campos; pese a topresin dominante es de clara insuficiencia de la cabaa. Es explicable. En esta civilizacin primalimentos eran raros; los hombres vean en los animales domsticos competidores que les dispuvveres; no comprendan que la escasez y la debilidad del ganado eran de hecho culpables d

    ficiencias de la produccin agrcola, es decir, de la penuria de las subsistencias; no se decidnceder mayor importancia a la cra de ganado de tiro. Y en consecuencia, la tierra estababajada. Esto puede verse en los inventarios de los grandes dominios carolingios y en lo que erente a las sernas efectuadas en los campos seoriales: en el otoo, la siembra del trigo, del centla escanda era preparada por dos labores sucesivas; una tercera vuelta a la tierra preced

    mavera a la siembra de la avena. Era demasiado poco para preparar convenientemente el suelo,carcter rudimentario del arado y la escasa potencia de los bueyes. Equipos de trabajadores man

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    ban completar la accin de los arados con un verdadero trabajo de jardinera: una vez al ampesinos que dependan de la abada de Werden iban, antes del paso de los labradores, a cavaada una parte del campo seorial. La importancia considerable de las prestaciones manuales entigaciones impuestas a los colonos de los grandes dominios puede ser considerada como un palla insuficiente eficacia del laboreo. Pero tambin los hombres eran escasos. La falta de mano deprecariedad del equipo tcnico, hacan imposible reconstituir mediante el trabajo, en la medida ebiera sido necesaria, la fecundidad del suelo.

    Esto obligaba a no pedirle demasiado, a dejarle grandes descansos y a no poner en cultivo cad

    s que una parte limitada del espacio arable. Las observaciones de los pesquisidores encargadzar el estado de las explotaciones agrcolas apenas dicen nada sobre los ritmos de rotacin dtivos. Es seguro que en el siglo IX, en los grandes dominios de la cuenca parisina, se sembeales de primavera, y accesoriamente leguminosas, en los campos que el ao anterior h

    oducido cereales de invierno. Las tierras de la abada de Saint-Amand se hallaban, consecuentemididas en tres partes iguales; cada ao slo un tercio del rea cultivada era dejada en barbeervada, segn parece, al apacentamiento del ganado; una rotacin trienal semejante se aplicaba,

    das las apariencias, en los seoros monsticos de los alrededores de Pars. Sin embargo, y sin rque los rebaos que pastaban en los campos dejados en erial, entre las barreras temporales quohiban el acceso a las parcelas sembradas, eran excesivamente poco numerosos para que el barra verdaderamente fecundo, es de suponer que, de ordinario, la cosecha de cereales de primavey inferior a la de cereales de invierno, y que a menudo los campos permanecan incultos du

    rios aos consecutivos: las tierras de la abada flamenca de Saint-Pierre-au-Mont-Blandin no dsecha ms que un ao de cada tres. Las insuficiencias de los tiles de trabajo y de la ganaigaban por consiguiente a extender desmesuradamente el espacio agrcola.

    Por ltimo, la aportacin de abono animal parece haber sido extremadamente reducida. Los mla abada de Staffelsee, en Baviera, obligaban a sus colonos a cubrir regularmente de estirco

    mpos seoriales, pero en proporciones irrisorias: slo el 0,50 por 100 de la tierra seorneficiaba de esta proporcin. Los dems inventarios, aun cuando enumeran minuciosament

    igaciones de los campesinos, ni siquiera aluden a este servicio. Es lcito, por tanto, pensar qono no desempeaba ningn papel en las prcticas agrcolas de la poca: el escaso estircol recoestablos dbilmente provistos estaba reservado al exigente suelo de los huertos y de las plantacvias. En algunas regiones se recurra al abono vegetal. La arqueologa revela la existencia, eses Bajos y en Westfalia, de antiguos campos cuyo suelo fue completamente transformado y mej

    r la introduccin, durante siglos y desde los comienzos de la Alta Edad Media, de capas de brezocas de humus tradas de los bosques prximos. Pero nada prueba que tales procedimienteneracin edafolgica hayan sido ampliamente aplicados. Laboreo ineficaz, falta de abonos: pprolongados barbechos, las prcticas utilizadas para estimular la fertilidad de la tierra arable pa

    corto alcance. Incluso en el siglo IX, cuando el progreso agrcola tena algn tiempo de existenluso en provincias como la Isla de Francia, a la que se puede considerar ms desarrollada que rendimiento del trabajo agrcola parece, por las razones apuntadas, haberse mantenido en un niveo.

    Realmente es difcil apreciar este nivel. Slo un documento nos proporciona sobre ese punto mricos, cuya interpretacin es, adems, muy delicada: se trata del inventario del dominio renappes. En l se calculan, por un lado, las cantidades de grano conservadas en los graneros mento de la encuesta es decir, durante el invierno, entre las siembras de otoo y las de primy por otra parte, se hace una estimacin de las cantidades sembradas. La comparacin entre la

    ies de cifras conservadas muestra que, en la explotacin central, haba sido necesario dedimiente el 54 por 100 de la cosecha procedente de la escanda, el 60 por 100 de la de trigo, el 6

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    0 de la de cebada y la totalidad de la de centeno. Dicho de otro modo, los rendimientos de estos ceales haban sido respectivamente, el ao en cuestin, de 1,8 por 1, 1,7, 1,6 y 1 por 1, es decir, as tasas son tan bajas que muchos historiadores se han negado a admitir que sean reales. Sin emb

    y que hacer notar que el ao en el que se realiz el inventario la cosecha haba sido mala, por lo mor que la del ao precedente, de la que se conservaban importantes cantidades de cebada y de escr otra parte, la productividad haba sido ligeramente ms elevada en las explotaciones dependiencorte central, en las que el rendimiento de la cebada llega a alcanzar el 2,2 por 1. En cualquier cadente que rendimientos de este nivel, es decir, situados entre el 1,6 y el 2,2 por 1, distan mucho d

    cepcionales en la agricultura antigua: tasas semejantes se conocen para el siglo XIV en Pololuso en algunas tierras de Normanda que no eran especialmente malas. Por ltimo, otros indpersos en las fuentes escritas de la poca carolingia nos inducen a pensar que los grratenientes no esperaban de su dominio una productividad ms elevada. El monasterio lombardnta Giulia de Brescia, que consuma cada ao unas 9.000 medidas de trigo, haca sembrar 6.000brir sus necesidades es decir, que el rendimiento normal se calculaba en 1,5 por 1. En uno dminios de la abada parisina de Saint-Germain-des-Prs donde haban sido sembradas 400 medideal en los campos seoriales, las sernas de trilla estaban calculadas para una cosecha de 650 medrendimiento previsto se situaba en este caso alrededor del 1,6 por 1. Retengamos por consiguieagen, insegura pero probablemente justa, de un cultivo cerealista muy difundido, raordinariamente extensivo, muy exigente en mano de obra y pese a todo muy poco produligados a reservar para la futura simiente una parte de la cosecha, cuando menos igual a la

    cesitaban para alimentarse y esta parte se la disputaban durante todo el ao los roedores y en pudra, bajo la amenaza de ver este dbil sobrante reducirse sensiblemente cuando el tiemo o el de primavera haban sido demasiado hmedos, los hombres de Europa vivan con la obshambre.

    Pese al constante recurso a la explotacin depredativa de la naturaleza salvaje, pese a la ansiderable de los productos ganaderos y hortcolas, la productividad irrisoria del trabajo agplica la presencia permanente de la escasez, ms opresiva tal vez en las provincias en que los hom

    ban adoptado el hbito de alimentarse fundamentalmente de pan: Gregorio de Tours describe, rte ms civilizada de la Galia, gentes que se empeaban en hacer pan con cualquier producto:millas de uva, con flores de nogal e incluso con races de helecho, y cuyo vientre se hinsmesuradamente porque se haban visto obligados a comer la hierba de los campos. El bajo nivrendimientos cerealsticos explica la poca vitalidad de una poblacin ya muy escasa. Los ms c

    timonios sobre las deficiencias biolgicas de la poblacin provienen de las sepulturas. Haualidad, las observaciones ms ricas y ms ilustrativas sobre este aspecto proceden del estudio d

    menterios hngaros de los siglos X y XI[3]. Pero no es demasiado expuesto suponer que las condicexistencia no eran mejores en los siglos VII y VIII en la mayor parte de las regiones situadas m

    cidente de Europa. Lo ms chocante de estas observaciones es la gravedad de la mortalidad inpresenta cerca del 40 por 100 del conjunto: de cada cinco difuntos uno ha muerto en edad inferioro, dos antes de los catorce. Entre los adultos la muerte golpeaba sobre todo a madres muy jvennera que la tasa de fertilidad se sita en 0,22 para las mujeres fallecidas antes de los veinte aosra las mujeres muertas entre veinte y treinta, y en 2,8 para las que sobrevivieron hasta el finrodo de procreacin. Se aprecia cun reducido era el margen de crecimiento demogrfico enciedades. No obstante lo afirmado, en los cementerios hngaros se encuentran tumbas en las qoporcin de esqueletos infantiles es menor: son los cementerios de los ms ricos. En el siglortamente existan todava en las zonas ms salvajes de Europa, en el este, en el norte, en el

    anos algunos pueblos de cazadores o de pescadores que ignoraban toda diferenciacin econre los grupos de parentesco. Pero se puede pensar que no eran sino zonas residuales en proce

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    ida absorcin. En todas partes y ste es el ms profundo resorte del crecimiento una claores explotaba a los campesinos, los obligaba, por su sola presencia, a reducir el amplio tiemo propio de las economas primitivas, a luchar con ms encarnizamiento contra la naturale

    oducir, dentro de su profunda indigencia, algunos excedentes destinados a la casa de los seores.

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    LAS ESTRUCTURAS SOCIALES

    Ni la sociedad romana ni las sociedades germnicas eran igualitarias; una y otras aceptabeminencia de una nobleza: la clase senatorial en el Imperio, la integrada, en los pueblos brbaroparientes y compaeros de los jefes de guerra cuyos linajes, al menos en algunas tribus, apar

    tados, por la calidad de su sangre, de privilegios jurdicos y mgicos. Unas y otras practicablavitud, y la guerra permanente serva para mantener la fuerza de trabajo de una clase

    enerada cada ao mediante las razzias dirigidas contra el territorio de los pueblos vecinosgraciones haban consolidado estas desigualdades al ruralizar a la aristocracia romana y mezclarlnobleza brbara, con lo que se extenda el campo de las agresiones militares y, en consecuencitalizaba la esclavitud: sta adquira una nueva vitalidad en todas las zonas de contacto entrersas etnias y en las mrgenes tumultuosas del mundo cristiano. En el seno de este cuerpo soctinguan tres posiciones econmicas claramente diferenciadas. La de los esclavos, totalmsificados; la de los campesinos libres y, finalmente, la de los grandes, dueos del trabajo dms y de sus frutos. Todo el movimiento de la economa, la produccin, el consumo, la movilidriquezas, estaba condicionado por esta configuracin.

    OS ESCLAVOS

    En la Europa de los siglos VII y VIII, todos los textos que subsisten revelan la presencmerosos hombres y mujeres a los que el vocabulario latino denomina servas y ancilla o qunocidos con el sustantivo neutro de mancipium, que expresa ms claramente su situacin de obefecto, son propiedad de un dueo desde que nacen hasta que mueren, y los hijos concebidos p

    jer esclava son obligados a vivir en la misma sumisin que sta hacia el propietario de su madrnen nada propio. Son instrumentos, tiles dotados de vida a los que el dueo usa segn sus dentiene si le parece conveniente, de los que es responsable ante los tribunales, a los que castiga ere, a los que vende, compra o regala. tiles de valor cuando se hallan en buen estado, per

    recen tener, en algunas regiones al menos, un precio relativamente bajo. En Miln, en el ao 77da adquirir un muchacho franco por doce sueldos; un buen caballo costaba quince. Tambin emarcas prximas a zonas agitadas por la guerra era corriente que los simples campesinos poseos tiles para todo: en el siglo IX, el administrador de un dominio perteneciente a la abada flamSaint-Bertin, que cultivaba en propiedad veinticinco hectreas de labor, mantena una docen

    lavos, y los pequeos campesinos dependientes del seoro del monasterio austrasiano de can cumplir por sus propios mancipia los servicios de siega del heno y de recoleccin a que esigados. No haba casa aristocrtica, laica o religiosa, que no dispusiera de un equipo domsti

    ndicin servil. Algunas reunan diez personas, como la villa que un obispo de Le Mans legesia en el ao 572: un matrimonio con un hijo pequeo, cuatro servidores, dos sirvientas, un muchcargado de guardar en el bosque un rebao de caballos; tres siglos ms tarde, en Franconia, un peqminio laico figura equipado de un modo similar: un esclavo, su mujer, sus hijos, su hermano soo esclavo con sus hermanas, un muchacho, una nia y los nombres de estas personas nos hnsar que descendan de cautivos vendidos al menos tres generaciones antes, durante las guerras dncos contra sajones y eslavos.

    A travs de este ejemplo se ve que la poblacin servil se reconstrua al mismo tiempo p

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    ocreacin natural, por la guerra y por el comercio. Las leyes prevean tambin que un hombre igado por la necesidad, decidiese enajenar su persona o que, en castigo de algn delito, ucido a servidumbre. El cristianismo no condenaba la esclavitud. No la atac. Simplemente proesta prohibicin no fue ms respetada que muchas otras, que se redujese a servidumbre utizados. Adems propona como una obra piadosa la liberacin de los esclavos, lo que hicieron,os, numerosos obispos merovingios. El resultado ms visible de la impregnacin cristiana fonocimiento a los no libres de derechos familiares. En Italia, la idea de que los esclavos p

    ntraer matrimonio legtimamente adquiri fuerza durante el siglo VII; se pas de la prohibicin

    erancia, y despus a la reglamentacin de la unin entre un esclavo y una mujer libre. trimonios mixtos representativos de la ruptura progresiva de una segregacin y la prctica numisin hicieron aparecer categoras jurdicas intermedias entre la libertad completa y su ausal. El derecho de la poca se preocupaba de fijar con precisin el valor, la importancia, drsonas para que las indemnizaciones previstas en caso de agresin fueran claramente establealla, pues, con minuciosidad los diferentes estratos de la jerarqua jurdica: por ejemplo, el edic

    y lombardo Rotario, promulgado el ao 643, sita entre el libre y el esclavo al liberto y al semiro estas personas, pese a no hallarse tan estrictamente atados por los lazos de la servidumbre, seestrecha dependencia de un seor que pretenda disponer de sus fuerzas y de sus bienes. La existel interior del cuerpo social de un nmero considerable de individuos obligados al serviciu

    cir, a la prestacin gratuita de un trabajo definido, y cuya descendencia y propiedades estabposicin de otro, es uno de los rasgos fundamentales de las estructuras econmicas de esta luso si lentos movimientos en profundidad preparan ya, pero a muy largo plazo, la integracin

    blacin servil en el campesinado libre y tienden, por consiguiente, a modificar radicalmennificacin econmica de la esclavitud.

    OS CAMPESINOS LIBRES

    Las reglas jurdicas, los ttulos que atribuan a los individuos, mantenan la existencia dentera entre la servidumbre y la libertad. Por ella no se entenda la independencia personal, sicho de pertenecer al pueblo, es decir, de depender de las instituciones pblicas. Esta distincis clara en los lugares ms primitivos: las sociedades de Germania se basaban en un cuerpmbres libres. El derecho de llevar armas, de seguir al jefe de guerra en las expediciones emprenda primavera y, por tanto, de participar en los eventuales beneficios de estas agresiones, erpresin esencial de la libertad, que implicaba adems la obligacin de reunirse peridicamentecidir el derecho, para hacer justicia. Finalmente, la libertad autorizaba a explotar colectivamen

    rtes incultas del territorio, a decidir sobre la aceptacin de nuevos miembros en la comunidecinos o a negarles la entrada. En las provincias romanizadas la libertad campesina era mnsistente y no exclua la sumisin a formas estrictas de explotacin econmica. No alcanzaba torza si no estaba unida a la propiedad del suelo. Pero una gran parte de los campesinos, si yora, eran colonos que cultivaban tierras ajenas. Considerados libres, de hecho eran prisionera red de servicios que limitaban extraordinariamente su independencia. Para los rsticoigaciones militares se haban transformado en el deber de contribuir al aprovisionamiento drcitos de profesionales. El lmite entre la libertad y las formas atenuadas de servidumbre erato, muy borroso y estas condiciones preparaban su progresiva desaparicin. Sin embarg

    gradacin de la libertad no era total. Subsistan, especialmente en Galia, campesinos verdaderamres, los que poblaban los vici, los que posean derecho de disfrute de las tierras comunes qu

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    tos borgoones llaman todava en los siglos X y XI la terra francorum.Las fuentes histricas no son muy prolijas sobre este grupo fundamental de la sociedad rural.

    os los documentos se refieren al seoro y hablan tanto menos de los hombres cuantoependientes son. Y sin embargo la clula base de la produccin agrcola se sita en este nivel, e

    uipo de trabajadores unido por lazos de sangre y dedicado a poner en valor la tierra heredada depasados. Es difcil discernir las estructuras de la familia campesina. Las indicaciones ms expl

    oceden una vez ms de la poca carolingia: en la descripcin de los grandes dominios se enumenudo y de forma cuidadosa todas las personas establecidas en cada una de las pequeas explotac

    metidas a la autoridad del seor.La imagen que sugieren estas descripciones es la de un grupo de parentesco reducido al paddre y los hijos; los hermanos o hermanas no casados forman a veces parte del grupo, pero no pe se integren en l parientes ms lejanos, y los hijos, cuando se casan, constituyen la mayor parte dces un nuevo hogar. No es seguro que la estructura de la familia haya sido la misma eplotaciones campesinas no incluidas en el marco del seoro. Se perciben algunas, que acaban degradas en el patrimonio de un monasterio y que, en virtud de este hecho, son descritas eentarios; en estas clulas agrcolas viven a veces reunidas varias parejas y sus hijos, es decir, una veintena de personas. Adems, es sabido que los matrimonios campesinos disponan en ocassiervos domsticos que incrementaban el nmero de personas de la familia. De cualquier form

    rece posible imaginar la existencia en esta poca de grupos numerosos de aspecto patriarcal. Pomensiones, los hogares campesinos diferan sin duda muy poco de los que pueden verse todava h

    campos de Europa donde se conservan estructuras rurales tradicionales. Un capitular de Carlomhado en el ao 789 nos permite entrever cmo se repartan los trabajos dentro del grupo familiajeres estaban encargadas del trabajo textil: cortar, coser, lavar los vestidos, cardar la lana, prepao, esquilar las ovejas; a los hombres les incumba, adems de atender a las supervivenciavicio de armas y de justicia, el trabajo de los campos, de las vias y de los prados, la caza, el acaroturacin, la talla de piedras, la construccin de casas y empalizadas.

    Si nuestras fuentes de informacin no son demasiado explcitas al referirse a la familia en

    nos nos permiten ver de un modo ms claro la forma en que la comunidad familiar se haraizada en la tierra, el conjunto de derechos territoriales a los que dedicaban sus fuerzas y de lotenan sus medios de subsistencia. Pero, en todos los casos, la tierra es vista a travs de los ojos eos, de los jefes, que la consideraban desde el exterior como la base de su poder de explotar ncreta, slida, mucho ms estable que los hombres, quienes parecen estar siempre en movimientazar de las alianzas matrimoniales, de las migraciones, de las fugas. La sociedad ha sido claramnsciente del lazo orgnico que haca una sola realidad de la familia, del lugar fijo de residenciae sus miembros se reunan alrededor del hogar y reunan sus reservas alimenticias, de los appenlas dependencias naturales de este refugio, es decir, de los diversos elementos diseminados p

    rra circundante que proporcionaban al grupo lo necesario para alimentarse. Este asidero fundame punto clave de insercin de la poblacin agrcola en el suelo que la alimenta recibe en Inglatembre de hide palabra que Beda el Venerable traduce al latn: terra unius familiae, la tierra dmilia y en Germania se conoce con la denominacin de huba. En los textos latinos redactadosntro de la cuenca parisina se emplea por primera vez en este sentido, en 639-657, el trmino mae se extiende poco a poco hacia Borgoa, las regiones del Mosela, Flandes y Anjou, aunque essta mediados del siglo VIII. El vocablo mansus alude ante todo a la residencia. Designa en par la parcela cercada, totalmente rodeada de barreras, que delimitan el rea inviolable dentro

    al la familia se encuentra en su casa, con su ganado y sus provisiones. Pero la palabra, igual que h

    e huba, llega a designar el conjunto de los bienes situados alrededor de esta parcela habitada, anejos esparcidos por la zona de huertos, de campos permanentes, de pastos y de eriales que y

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    rtenecen a la familia, pero sobre los que tiene un derecho de uso[4]. Se llega incluso a atribuir al mvalor tradicional, a utilizarlo como una medida que define la extensin de tierra necesaria pntenimiento de un hogar. Se habla as de la hide o de la huba como de la tierra de un arado, pe entendemos la superficie arable que normalmente poda labrar en un ao una yunta, es decir, cnte acres, ciento veinte jornales, ciento veinte das de trabajo aratorio repartidos entre la

    staciones del laboreo. La estructura de la explotacin de la que se alimenta la familia campra de acuerdo con los modos de ocupacin del suelo. Los campos que le son adjudicados se hanudo dispersos, en parcelas que se entremezclan con las dependencias de otros mansos, en las

    s abiertas donde las aldeas son compactas; se renen en un solo bloque en los pequeos curados en medio del saltus. Pero nunca tienen existencia sino en relacin con el recinto habitade procede el trabajo que los fertiliza, hacia el que se dirige todo lo que producen y sobre el que,condicin libre o no sus habitantes, la aristocracia se esfuerza por acentuar su dominio.

    OS SEORES

    Existen mansos que, por su estructura, son similares a los que ocupan los campesinos, pero ms amplios, mejor construidos, poblados por numerosos esclavos y por importantes rebaos, pendicia se extienden considerablemente. En las regiones que han conservado el uso del vocabumano clsico se los conoce como villae y, de hecho, a menudo se hallan situados en el emplazamuna antigua villa romana. Pertenecen a los grandes, a los jefes del pueblo y a los establecimiesisticos.

    En las estructuras polticas creadas despus de las migraciones brbaras, el poder de mandaigir el ejrcito y de administrar la justicia entre la poblacin corresponde al rey. Este debe su pocimiento, a la sangre de la que procede, y su carcter dinstico determina en gran parte la posonmica del linaje real. La herencia favorece la acumulacin de riquezas en sus manos, pero comlas de distribucin sucesorial son las mismas en esta familia que en las restantes, y com

    netracin de las costumbres germnicas ha hecho triunfar en todas partes el principio de una divpatrimonio a partes iguales entre los herederos, esta fortuna corre el riesgo, al igual que las d

    tunas laicas, de fragmentarse en cada generacin. Pero la fortuna de los reyes es con mucho lansiderable; mltiples iniciativas contrarrestan sin cesar los efectos de las divisiones sucesorirsona real se halla, por estas dos razones (poder de mando y riqueza), siempre en el centro dplia casa. La pervivencia de un vocabulario heredado del Bajo Imperio hace que se desig

    njunto de hombres ligados al soberano por relaciones domsticas con el nombre de palalatium) y sus dimensiones sobrepasan con mucho a las de las dems familias del reino. En

    ne, adems de los parientes y del cuerpo de servidores, un gran nmero de jvenes pertenecientestocracia que han venido a completar su educacin cerca del rey. Y durante varios aosimentados en palacio. El soberano est rodeado, adems, de una serie de amigos, de fidos a l por una fidelidad particular que confiere a estos personajes un valor indiv

    cepcional: todas las leyes brbaras valoran el precio de su sangre en ms que el de la sangre dmples libres. Algunos de estos parientes, de estos fieles, son enviados fuera de la corte, distribr el pas para extender la autoridad real. La diseminacin de una parte de los miembros de la famovimiento inverso que le agrega temporalmente una fuerte proporcin de la juventud aristocrjuego de las alianzas matrimoniales que trazan alrededor del palacio una tupida red de laz

    rentesco establecen estrechas relaciones entre el cortejo del soberano, que rene permanentemerios centenares de individuos y todos los nobles del reino, a los que el edicto de Rotario

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    elingi.Formada por elementos diversos cuya fusin se hace cada vez ms ntima, en la que se mezcla

    scendientes de los jefes de tribus sometidas a los restos de la clase senatorial romana, esta noarece como una emanacin de la realeza. Puede afirmarse que de ella obtiene su riqueza: a trav

    regalos que otorga el soberano, por medio del botn del que una porcin mayor a la de los demra los amigos del rey, gracias a los poderes que ste delega en sus condes, en sus ealdormen e confa el gobierno, en su nombre, de las provincias, por las altas dignidades eclesisticas qnarca distribuye.

    Integrada en el mundo, establecida en una potencia temporal que todos consideran convenientevicios de Dios, la Iglesia cristiana ha ocupado un lugar entre los grandes. Est arraigada, afirmadno a las catedrales, en los monasterios viven tambin familias extensas que disfrutan colectivamuna fortuna amplia y estable. Los patrimonios eclesisticos no cesan de enriquecerse graciasrte movimiento de donaciones piadosas. A travs de estos donativos se constituy, por ejempnos de tres cuartos de siglo, la enorme fortuna territorial de la abada de Fontenelle, fundarmanda en el ao 645. Las limosnas proceden ante todo de los reyes y de los nobles, pero tambies minsculos, de la gente pobre, segn puede verse en las noticias de los libri traditionum, dros en los que se registraron las adquisiciones de los monasterios de Germania meridional yoporcionan el ms claro testimonio del mantenimiento tenaz en el siglo VIII de una propmpesina. El acrecentamiento constante de la riqueza eclesistica es un fenmeno econmico de prgnitud sobre el que nos ilustran las fuentes escritas mejor que sobre los dems.

    La aristocracia influye en la economa general ante todo por medio del poder que tiene sobrra. Este poder es sin duda menos absoluto de lo que parece a travs de una documentacin quenciona a los pobres cuando de alguna forma se hallan bajo el dominio de los ricos. udablemente, este poder es inmenso. Los contornos de los grandes patrimonios son muy difcilimitar con anterioridad a los ltimos aos del siglo VIII, es decir, antes del renacimiento ritura en la poca carolingia. Es obligado contentarse con leves indicios, dispersos en las leymuy escasos testamentos que en su totalidad proceden de los obispos, en los documentos q

    nservan en algunos establecimientos eclesisticos y que mencionan las posesiones de los laicosando se incorporan a la fortuna de la Iglesia. Los lmites de estos patrimonios son por otra parte dn movilidad. Los de los laicos se disgregan y se reconstituyen sin cesar por el mecanismo d

    mosnas, de los favores del rey o de la Iglesia, de los castigos y de las usurpaciones, de los matrimde las divisiones sucesorias, cuyas reglas varan de acuerdo con las costumbres de los difereblos. Intervienen tambin para modificar constantemente la posicin de las fortunas aristocrtiogreso mismo de la civilizacin, la implantacin de la Iglesia cristiana en regiones de las que esente, el lento incremento de la produccin en las comarcas ms salvajes, que hace poco a pocobus ms miserables capaces de soportar el peso de una nobleza. Pero si los contornos del patrim

    n inaprehensibles debido a su fluidez, resulta an ms difcil conocer su estructura interna. Y ademos intuir cmo los grandes obtenan beneficios de sus derechos sobre la tierra.En el siglo VII, la existencia de grandes dominios est atestiguada en todas las provincias q

    n cado en una total oscuridad documental: en Galia por las donaciones testamentarias de los obrovingios, en Inglaterra por los artculos de las leyes del rey Ine que colocan bajo el control reaciones entre seores y colonos, en Germania por las leyes de alamanes y bvaros que regulaigaciones de los campesinos sometidos, en la Italia lombarda por la clasificacin que establece trabajadores de las grandes explotaciones rurales el edicto del rey Rotario. Los pases latiniz

    lizan varias palabras para designar a estos grandes conjuntos territoriales, fundus, praedium y

    rientemente villa. Los grandes dominios se extienden a veces por un territorio homogneo, densin de millares de hectreas, como la villa de Treson en Maine, cuyos lmites nos proporcio

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    tamento del obispo Domnole; generalmente son de dimensiones ms reducidas, y los textos laplean diminutivos para designarlos; hablan de locellum, de mansionile, de villare; alggregados por las donaciones o por las divisiones sucesorias, aparecen en forma