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CASTRO DE LA MESA DE MIRANDA Chamartín, Ávila CASTRO DE LA MESA DE MIRANDA Chamartín, Ávila J. Francisco Fabián García Diputación Provincial de Ávila INSTITUCIÓN “GRAN DUQUE DE ALBACuadernos de Patrimonio Abulense | Nº 2 Cuadernos de Patrimonio Abulense | Nº 2 a P GUÍA a P Cuadernos de Patrimonio Abulense a P 1 Verracos. Esculturas zoomorfas en la provincia de Ávila Jesús Álvarez-Sanchís 2 Castro de La Mesa de Miranda Chamartín, Ávila J. Francisco Fabián García

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  • CASTRO DE LA MESA DE MIRANDAChamartín, Ávila

    CASTRO DE LA MESA DE MIRANDAChamartín, Ávila

    J. Francisco Fabián García

    Diputación Provincial de ÁvilaINSTITUCIÓN “GRAN DUQUE DE ALBA”

    Cuadernos dePatrimonio Abulense | Nº 2

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    Cuadernos dePatrimonio AbulenseaP

    1 Verracos. Esculturas zoomorfasen la provincia de Ávila

    Jesús Álvarez-Sanchís

    2 Castro de La Mesa de MirandaChamartín, Ávila

    J. Francisco Fabián García

  • CASTRO DELA MESA DE MIRANDA

    Chamartín, Ávila

    J. Francisco Fabián García

    Diputación Provincial de ÁvilaINSTITUCIÓN GRAN DUQUE DE ALBA

    Cuadernos dePatrimonio AbulenseaP

  • Edita

    Institución Gran Duque de AlbaDiputación de Ávila

    Diseño y maquetación

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    Imprime

    Imcodávila

    Depósito legal: AV-29-2005I.S.B.N.: 84-96433-08-0: Obra completaI.S.B.N.: 84-96433-10-2: Nº 2

  • Desde que Antonio Molinero descubriera en 1930 el castro de La Mesade Miranda y su necrópolis de La Osera y desde que el insigne arqueó-logo Juan Cabré Aguiló dirigiera las excavaciones que poco despuéstuvieron aquí lugar, este importante yacimiento arqueológico ha dadoa Ávila un renombre muy singular. Tanto ha sido así que con los castrosde Las Cogotas y Ulaca ha contribuido en conjunto a darle un matizarqueológico complementario a las inmediaciones de la ciudad amu-rallada que es su atracción por excelencia.

    Si el castro de Las Cogotas es la esencia contenida en un frasco peque-ño, el de Ulaca puede describirse sin rubores como la belleza abruptay también salvaje en un cerro quebrado en sus rocas, pero altivo sobreel Valle Amblés, ejerciendo el dominio natural que hizo a los hombresy a sus necesidades de otro tiempo elegirlo para ser un lugar en don-de se muestra su fuerza y poderío. Al lado de ambos surge la diferen-cia de La Mesa de Miranda, ni mejor ni peor que los anteriores, pero conmatices distintos, en un milagro de diversidad que debe suponer, sinduda, un aliciente para el visitante, aficionado a todos ellos y a descu-brir lo particular de cada uno. A Las Cogotas se opone por su extensióntres veces mayor. Y a Ulaca por ser su antítesis: nada de belleza abrup-ta y salvaje, nada de escabrosidad, ningún alarde de retorcimiento ensus formas rocosas, ninguna altivez sobre el paisaje, sólo paz y tran-quilidad envuelta en un auténtico compendio de historia de nuestraEdad del Hierro que, poco a poco, se va descubriendo. No encontrarámuchos lugares mejores el viajero para relajarse en un buen día de pri-mavera que este castro. Con acierto el autor habla mejor de una excur-sión a pie, sin prisas, disfrutando del camino y de su paisaje, sabiendoque el día elegido es para dedicarlo por entero a la Historia intensacontenida en este castro y a la Naturaleza que lo envuelve.

    Esta guía, el número 2 de nuestros Cuadernos de Patrimonio, sitúa alvisitante en el castro, le lleva por él en el recorrido por sus tres recintos,en el que antes de nada deberá consultar el plano y situarse en el espa-cio para ir descubriendo detalles. Todo sin perder de vista que estáante ruinas arqueológicas que en otro tiempo tuvieron vida, requisito

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 3

    Presentación

  • indispensable para el autor en la visita a sitios arqueológicos. Aquí vivie-ron las gentes vettonas, las primeras en estas tierras organizadas de unaforma, que podríamos decir moderna. Consecuencia de esa novedades la magnitud de las construcciones, inéditas en nuestra Prehistoria pro-vincial hasta este momento trascendental en el que las gentes vetto-nas pueblan, primero, y resisten al conquistador romano, después.

    Como requisito previo, la guía sitúa al visitante en el tiempo y sus cir-cunstancias, como algo necesario antes de introducirse con la imagi-nación y con la vista en el mundo de una apasionante historia sucedidamás de dos mil años atrás. Después, se convierte en la compañía inse-parable en su tránsito por el sitio y, si me lo permites, viajero, en lecturainteresada a la sombra de una encina, oyendo de fondo todos los ruidosque se producen en este sitio o en algunas épocas el absoluto silencio,un privilegio para los tiempos en que vivimos.

    Además, se incluye en ella un apartado dedicado al entorno, para vol-ver o para completar el día conociendo otros lugares que existen y quequedan de paso en una zona en la que se produce un extraño milagrodonde la escasez de recursos naturales ha terminado por ser favorable,dejando construcciones y parajes congelados en otro tiempo. Sabe-mos, amigo visitante, que esto te gusta, que cada vez atraen más yrelajan los lugares poco alterados por la avalancha del progreso, por elloel autor ha querido dar algunas pistas. Son las más básicas para intro-ducirte en lo esencial, el resto, la imaginación, la pones tú. Feliz estan-cia en lo nuestro y conserva esta guía para volver, habrá siempre algonuevo que enseñarte de este castro, para ello seguimos trabajando.

    Agustín González González,PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE ÁVILA

    Cuadernos de Patrimonio Abulense4

  • L a guía que tienes en tus manos, viajero, quiere ser útil paraantes y después de tu visita al castro de La Mesa de Miranda y,sobre todo, para el tiempo que pases entre las ruinas arqueo-lógicas de un lugar que estuvo habitado hace algo más de 2.000años. Ha sido escrita para amantes de la Historia que quieren disfrutarde una página importante de ella en medio de la naturaleza. Arqueo-logía, Historia y Naturaleza son, por tanto, sus ofertas. La intenciónfundamental es que te ayude a conocer el castro y que entiendas todolo que tuvo que ver con él, cuando fue un lugar con vida propia.

    La visita se compone de dos partes: el centro de interpretación delcastro, ubicado en el pueblo de Chamartín, y la visita al yaci-miento. Ambas son complementarias. El orden de visita puedehacerse a gusto del viajero, aunque es aconsejable empezar porel aula arqueológica.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 5

    Cómo usar esta guía

    Paisaje del castro y de su entorno.

  • El primer consejo que podemos darte es que no olvides en ningúnmomento de tu visita el castro de La Mesa de Miranda, porque estelugar tuvo vida una vez. Aquí vivió mucha gente durante largo tiem-po. Parecerá que no, pero hubo inviernos, primaveras, otoños y vera-nos como ahora, tiempos buenos y tiempos desgraciados, iba yvenía la gente a sus cosas a diario, nacían, crecían y morían... era endefinitiva un sitio vivo, exactamente como cualquiera de los luga-res habitados hoy. Hubo también momentos muy graves y duros yuna época de decadencia que terminó con su despoblación. Enmedio de aquel tiempo, seguramente, nunca sospecharon quealguien ahora, tanto tiempo después, visitara el sitio que fue supueblo y en el que tantas cosas se vivieron. Es evidente que nopodemos contar de aquello más que una pequeña parte, porquehacer Historia es así y porque no se ha investigado mucho todavíaen el lugar. Sabemos de él sus generalidades y ésas son las que seexplican aquí. Esta guía va a ponerte en situación, te va a dar datos,pero no dejes de poner tú la imaginación.

    Te introduciremos brevemente en la historia de su descubrimien-to, enseñándote todo lo visitable y explicando su significado. Anteste situaremos en el tiempo y en las circunstancias a través de unasíntesis histórica que suponga el marco en el que tuvo lugar. De esaforma, queremos que entiendas lo que ves dentro de un contexto,para que sea más fácil, más exacto y más real comprender cadadetalle de lo que fue el sitio y lo que se vivió allí. Nuestro interés conello es que no seas un viajero que consume sin más productos cul-turales que están de moda. Queremos que te sirva para disfrutar ycomprender mejor lo que ves y hasta que puedas recrearlo en tuimaginación, un ejercicio que será más apasionante si lo visitascon niños.

    Además, debes disfrutar de la naturaleza, puesto que en este lugares muy elocuente y se encuentra poco alterada por los progresosmodernos. La intención es que, además de lo histórico, disfrutespaseando, admires lo que encuentres a tu paso y contribuyas alempeño en conservar este ambiente tranquilo y relajado, que esuna de sus mejores cualidades. No limites demasiado el tiempo,toma la visita con calma y si no pudiera ser ahora así, vuelve sinprisa. Procura hacerlo en las distintas estaciones climáticas del

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  • año, porque las sensaciones son en cada una diferentes. La pri-mavera es sin duda la mejor por el olor a tomillo, por la flora-ción de las encinas y por todos los matices que vas a encontrar enla excursión.

    Podrás disponer, también aquí, de alguna información sobre elentorno, por si decides continuar tu ruta o volver. Finalmente seincluye un apartado para informarte de la bibliografía que puedeampliar tus conocimientos, si tu visita al castro de La Mesa deMiranda ha servido para excitarte la curiosidad por estas cosas osi quieres documentarte más, antes de visitarlo.

    Recuerda que lo visitable de este yacimiento se compone del cas-tro y del aula arqueológica instalada en el pueblo de Chamartín.Para ello será preciso programar bien el tiempo disponible deacuerdo con los siguientes presupuestos:

    Visita al aula arqueológica: 45 minutos aproximadamente. Trayecto pedestre al castro, ida: 30-45 minutos. Trayecto en vehículo: 10 minutos. Visita completa al yacimiento: 2 horas aproximadamente,

    visitándolo de una forma pausada en todos sus detalles.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 7

    Antes de visitar lugares de este tipo es importanteconocer algo sobre el tiempo y las circunstancias queexistían para enmarcar mejor cada una de lasparticularidades. Para ello, puedes leer previamente laambientación histórica contenida en esta guía oprepararte la visita a conciencia, consultando al final deesta guía alguno de los libros que te proponemos comocomplemento. Puedes llevarte, también, la guía a lavisita y leerla tranquilamente bajo la sombra de unaencina o buscando cualquiera de los lugaresadecuados para la contemplación que existen en él y enlos que nadie te molestará. Allí podrás imaginar en suambiente lo sucedido en el lugar. No tengas prisa para

  • El municipio de Chamartín se encuentra en la zona centro-oes-te de la provincia de Ávila, en el límite mismo de las tierrasllanas que constituyen la cuenca sedimentaria del Valle delDuero y el final de las tierras serranas, como última estribación delSistema Central. Esas dos circunstancias confieren un paisaje pro-pio que participa de dos componentes ambientales muy típicos:el paisaje salpicado de afloramientos graníticos, con ambientesde dehesa, propio de Chamartín, y el de llanura cultivada de cere-al, inmediatamente al norte de Chamartín, característico del Valledel Duero. La altitud respecto al nivel del mar es de 1.196 m.

    Desde la ciudad de Ávila se accede a través de la carretera pro-vincial AV-110, que parte de la N-501 con dirección Salamancaa poco de iniciada, rebasado el mirador de Los Cuatro Postes.

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    visitar este sitio y vuelve de vez en cuando, encontrarásen él nuevos matices.

    Un ruego final: los testimonios que vas a contemplarson la historia de todos, nos pertenecen por igual atodos. Cuidalos, difúndelos, respétalos, no les hagas elmás mínimo daño para que sigan estando en su sitio. Yno consientas que alguien lo haga, de lo contrario,visitas como la que vas a disfrutar, no tendrán lasmismas posibilidades de enseñarte la vida de las gentesde esta tierra hace más de 2.000 años.

    El lugar y sus circunstancias

  • Desde este punto, Chamartín dista 22 km a través de un paisa-je de estribación de sierra con zonas en las que predominanlos paisajes agrestes, pero apacibles y atractivos, formados, pri-mero, por praderas y, luego, por los característicos campos debolas graníticas.

    Otros accesos posibles:

    Desde Salamanca: N-501 hasta San Pedro del Arroyo. AV-114 hasta las inmediaciones de Muñico continuando, víaCillán, a Chamartín.

    Desde Valladolid: N-601 hasta Martín Muñoz de las Posadas.N-403 hasta Blascosancho. CL-803 hasta San Pedro delArroyo. AV-114 hasta las inmediaciones de Muñico conti-nuando, vía Cillán, a Chamartín.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 9

  • La cartografía más asequible para manejarse en la zona es la queproporciona el Mapa Topográfico Nacional de escala 1:25.000,número 505-IV: Solana del Rioalmar.

    Chamartín es un pequeño municipio en el que vive una centenade habitantes. De fundación medieval bajo el nombre de Echa-martín, evoca la presencia de repobladores vasco-navarros. Echa-martín proviene de Etxea Martín, que se traduciría del euskeracomo La Casa de Martín, indicando muy probablemente que el

    lugar sería repoblado por unasola familia, algo que no debeextrañar, dada la pobreza enrecursos de la zona, que nodaría para mucha poblaciónjunta en un mismo territorio.

    El casco urbano lo constituyeun conjunto de casas, la mayo-ría de estructura tradicional,herederas de la primera aldea.El empleo de la piedra bien cor-tada para construcciones rústi-cas y domésticas ilustra bien laarquitectura popular de éste y

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    Salamanca

    Segovia

    N-110

    N-110

    N-4

    03

    N-403

    A-6

    C-505

    C-500

    N-5

    02

    Chamartín

    Cillán

    Necrópolis de la CobaErmita de las Fuentes

    San Juan del Olmo

    Muñico

    ÁVILA

    N-501

    La Mesade Miranda

    Ermita de Rihondo

    Chamartín. Casa tradicional.

  • otros pueblos serranos de la zona en los siglos XIX y XX. Merecela pena un paseo por las calles del pueblo para comprender laarquitectura rural y lo que trasciende de ella, para entender lavida en estos lugares, cuyos recursos han sido limitados.

    La economía de sus habitantes ha estado dedicada tradicional-mente a la agricultura y a la ganadería, quedando relegada en laactualidad a esta última. El atraso secular de estas tierras, debi-do a lo limitado de sus recursos, ha posibilitado la buena con-servación del paisaje agrario tradicional, compuesto por multi-tud de caminos, cercas de piedra, vegetación autóctona y unaintensa parcelación del terreno. Además de lo arqueológico, esinteresante el tránsito por los caminos, contemplando las cir-cunstancias que han determinado la vida de éste y otros pue-blos próximos.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 11

    Chamartín. Casa tradicional.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense12

    F ue descubierto para la ciencia en 1930 por el entonces ins-pector municipal veterinario del municipio próximo deSanto Tomé de Zabarcos, Antonio Molinero Pérez. Muchoantes, desconociendo su verdadera identidad, los vecinos deChamartín, lo habían identificado como un lugar antiguo a par-tir de los hallazgos al cultivar la tierra. Los grandes amontona-mientos de piedras procedentes de los derrumbes, les indujerona denominarlo Los Castillos, identificando al recinto más altocomo Castillo Cimero y al más bajo como Castillo Bajero. Elnombre de La Mesa de Miranda tiene que ver con el carácter demesa o meseta de la zona que ocupa el castro y con el hecho deque formara parte de la extensa Dehesa de Miranda, de la que fuesegregado el castro en los años 80 y vendido al Ministerio deCultura, su actual propietario. Una pequeña parte del yacimientoarqueológico, la que tiene que ver con la necrópolis, era deno-minada por los lugareños La Osera, en atención a la frecuente apa-rición de huesos al labrar los campos. A todos los efectos se leconoce genéricamente como Castro de La Mesa de Miranda.Está declarado Bien de Interés Cultural con categoría de ZonaArqueológica, la máxima declaración que la ley contempla paraun yacimiento arqueológico.

    Antonio Molinero era un incansable aficionado a lo antiguo,aprovechando el contacto con el campo y los campesinos quele daba su condición de veterinario. Fue así como supo de unlugar donde aparecían restos antiguos al cultivar la tierra. Él lopuso en conocimiento de un insigne arqueólogo de aquel tiem-po Juan Cabré Aguiló y éste, que estaba investigando en elcercano castro de Las Cogotas, se interesó por tan importanteyacimiento.

    Lo que sabemos hasta hoy procede fundamentalmente de lasinvestigaciones dirigidas por Juan Cabré en colaboración conAntonio Molinero y la hija del primero, Encarnación Cabré de

    Historia del descubrimiento del castro y de susinvestigaciones

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 13

    Morán. Las excavaciones, cen-tradas principalmente en lanecrópolis del castro, tuvieronlugar entre los años 1932 y1934, interrumpiéndose des-pués hasta 1943 como conse-cuencia de la Guerra Civil y lainmediata postguerra. A partirde ese momento se llevaron acabo dos nuevas campañas detrabajo de campo: en 1943 y1944. Desde entonces las inves-tigaciones se han centrado enel reestudio de los datos deCabré y en pequeñas interven-ciones puntuales en los pri-meros años del siglo XXI.

    Los trabajos de Cabré se cen-traron fundamentalmente enla necrópolis del castro y enalgunos puntos de la muralla.Aquélla se excavó en su totali-dad conocida. De las murallas,la investigación arqueológicaafectó a las zonas de puertas ytorres que las flanqueaban, asícomo lo que llamó el cuerpode guardia, a la entrada mis-ma del complejo amuralladopor el tercero de los recintos.

    Junto con las investigacionesarqueológicas se han llevado acabo entre 1999 y el 2004 tra-bajos de puesta en valor en laszonas y aspectos más esencialespara la mejor comprensión delyacimiento.

    Juan Cabré ante una tumba de la necrópolisde La Osera.

    Aula arqueológica. Reproducción de vasijas antiguas.

    EL Castro de La Mesa deMiranda y su necrópolis deLa Osera están declaradosBien de Interés Culturalcon categoría de ZonaArqueológica, la máximaconsideración que otorgala legislación actual.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense14

    L os datos conocidos hasta el momento sitúan la fundación delcastro hacia el siglo VI-V a.C. Aunque ello no es definitivo has-ta que no se lleven a cabo investigaciones más profundas,partiremos de ese tiempo para describir una ambientación his-tórica que permita entender mejor el tiempo y los acontecimientosque se vivieron en el castro de La Mesa de Miranda.

    ! El tiempo atrás

    Antes de la fundación de La Mesa de Miranda, las gentes quevenían poblando continuadamente esta zona de la Meseta des-de el 4000 a.C. habían conocido una lenta evolución, aceleradapoco antes de mediados del siglo V a.C.

    Todo podría haber empezado hacia el 4500-4000 a.C., al final delNeolítico, con los pequeños grupos de granjeros, que, asenta-dos en las solanas de los bordes de valles pequeños, practicabanuna vida agraria dedicados a la agricultura y a la ganadería en unrégimen en principio de mera subsistencia. Eran pequeños asen-tamientos integrados por grupos unidos a través de lazos de san-gre, con una organización social basada en un sistema tribal. Enella, multitud de estas pequeñas granjas estaban vinculadas entresí, siendo el nexo de unión de todas uno o varios individuos conalguna capacidad de convocatoria y de decisión para el conjun-to. Su evolución durante los 2.000 años siguientes fue lenta, perodesembocó en un crecimiento demográfico y en el inicio de unproceso de estratificación social como consecuencia del domi-nio de la técnica de producción y del surgimiento de personajesque tenían más y, como consecuencia de ello, pugnaban porhacerse con las riendas de la organización social, política y eco-nómica. Así, desde el 2000 a.C., nacerá lentamente un ambientecaracterizado por la presencia de estos individuos, cuyo poder,basado ya en cierta posesión económica, será la pauta.

    Ambientación histórica

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 15

    En torno al 1000 a.C. la influencia de la Europa continental y dela mediterránea van a dar un impulso nuevo a todo el procesoanterior, produciéndose en la Península Ibérica un cambio muysignificativo. La presencia creciente de armas, símbolo de los con-flictos y competencias entre gentes y su tráfico, como actividadmercantil por las costas atlánticas y mediterráneas, serán una delas constantes de los nuevos tiempos. Con ello quedarán paten-tes la existencia de rutas comerciales de importancia, los prime-ros usos del hierro, la congregación de las gentes en asenta-mientos de mayor capacidad, exponentes de una sociedad enmovimiento que está a punto de dar el salto definitivo hacia unaforma de organización, que es en realidad la base de los tiemposmodernos.

    En la zona del entorno del castro de La Mesa de Miranda gruposde agricultores y, sobre todo, de ganaderos descendientes sinduda de las gentes que habían poblado estas mismas tierras des-de el Neolítico y la Edad del Cobre, vivirán ahora en las cercaníasde praderas húmedas, en las riberas de ríos y arroyos y también enalgunos casos, en lugares altos e inhóspitos, constituyendo con ello,seguramente, una prueba de la inestabilidad e inseguridad queempezaba a vivirse. La consumación de todo ese cambio se va a pro-ducir en la Península Ibérica de forma generalizada desde finalesdel siglo VI a.C., cuando comienza lo que se llama la SegundaEdad del Hierro. En esta zona de la Meseta, lo que nos toca deese gran ámbito cultural, se conoce como Cultura de los Castros.En ese momento se enmarca la fundación del castro de La Mesa deMiranda.

    Se denominan como castros a una peculiar forma de asenta-mientos, generalmente ligados a la Segunda Edad del Hierro,caracterizados por su emplazamiento en altura y por el reforza-miento de sus condiciones defensivas naturales con un sistema demuralla que les hacía de difícil conquista.

    El ambiente de la Península Ibérica en el siglo V a.C. no puedeentenderse sin recurrir a lo que estaba sucediendo y había suce-dido en la Europa continental y mediterránea, esta última, ver-dadero centro de la vida cultural y política del momento. Cultu-

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense16

    ralmente la Península Ibéricaserá, por tanto, el resultadode dos tipos de influencias: lamediterránea y la continen-tal. Consecuencia de ella seráun mosaico de pueblos y ten-dencias.

    Dos siglos antes de la funda-ción de La Mesa de Miranda,la Península Helénica y lasnumerosas islas del marEgeo habían conocido unaépoca de gran esplendorpolítico y cultural. Lo mismopuede decirse de Fenicia,cuyos habitantes, expertoscomerciantes y marinos,habían contribuido en laPenínsula Ibérica a la crea-ción del mítico reino de Tar-

    tessos, en la zona de la desembocadura del Guadalquivir. Tar-tessos había irradiado su influencia hacia los territorios inme-diatos y cercanos, entre ellos el de la Meseta.

    En el 750 a.C., en la Península Itálica había sido fundada Romay desde ese momento, hasta mediados del siglo VI a.C., iría con-solidándose en sus raíces hasta convertirse en lo que iba a ser des-pués. Es también el tiempo en que el pueblo etrusco conoce sumáximo apogeo. En la zona griega se vivirá un proceso similar.Todo ello creó un ambiente de avance y modernidad en el Medi-terráneo que influirá en la Península Ibérica, hasta donde lle-gan griegos y fenicios. Las zonas próximas a la costa mediterrá-nea serán las más beneficiadas, quedando las del interior en unasegunda fila, pero nunca permaneciendo al margen de todo eldesarrollo cultural que tenía lugar. Puede decirse que las zonascosteras reciben mayor influencia mediterránea, mientras que lasdel interior parecen más marcadas por el proceso de celtizacióncontinental que viene de Europa. Ésa era la situación cuando

    Plano topográfico del castro.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 17

    surge el castro de La Mesa de Miranda. Precisamente el hecho deque aparezcan este tipo de emplazamientos, con todas sus carac-terísticas, se debe al ambiente que empezaba a vivirse en la Penín-sula Ibérica.

    ! Origen del castro de La Mesa de Miranda

    Lo mejor conocido hasta el presente de este castro es la parteque corresponde a la Segunda Edad del Hierro, la que coincidecon las manifestaciones más monumentales. Pero nada segurose sabe sobre su verdadero origen. Algunos castros de la zona,como el de Las Cogotas (Cardeñosa) o el vecino de Los Castille-jos (Sanchorreja) fueron ocupados por primera vez en los comien-zos del primer milenio a.C. De La Mesa de Miranda los conoci-mientos por ahora no son tan profundos como para poder ates-tiguar un origen similar. Pero no se descarta que el origen tuvie-ra lugar, como en los anteriores, en algún momento de los iniciosdel primer milenio a.C.

    Se sabe con seguridad que durante los siglos IV y III a.C. conocesu máximo apogeo, que pudo iniciarse ya en el siglo V a.C. Losdatos aportados por los ajuares de la necrópolis así lo indican.

    Mientras se desarrollaba la vida en La Mesa de Miranda, en elmundo más o menos próximo sucedieron hechos muy impor-tantes contemporáneos, por ejemplo:

    En Grecia vive el historiador Herodoto (484-425 a.C.), losdramaturgos Esquilo, Sófocles y Eurípides (finales del sigloVI y siglo V a.C.), los filósofos Platón (427-347 a.C.) y Aris-tóteles (384-322 a.C.). Es la época del político ateniensePericles (2ª mitad del siglo V a.C.), de la batalla de Marathón(490 a.C.) en la que los atenienses derrotaron a los per-sas en el curso de la 1ª Guerra Médica. En pleno apogeo dela vida en el castro, cuando los ajuares de la necrópolisparecen indicar el máximo esplendor, el rey macedonioAlejandro Magno (356-323 a.C.) domina un extenso impe-rio en Europa y Asia.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense18

    En la Península Itálica a partir del siglo VI a.C. se va a ir for-jando una de las culturas y potencias más importantes delMediterráneo y que más influencia tendrán en la historiade La Mesa de Miranda: Roma. Paralelamente y en com-petencia con Roma surge el imperio cartaginés (será eltiempo de Aníbal) y la consiguiente competencia y rivalidadentre ambos, algo que dará lugar a las guerras púnicas, lasegunda de las cuales traerá a los romanos a la PenínsulaIbérica, iniciándose la conquista que tanta trascendenciatendrá en los castros de la Meseta y que será una de lascausas del abandono de La Mesa de Miranda.

    ! Los Vettones

    Los habitantes de La Mesa de Miranda pertenecían al pueblo vettón,a quien se le atribuyen raíces o connotaciones indoeuropeas. Elsignificado de la denominación vettón se desconoce, tampoco sesabe si ellos se identificaban en conjunto como tales, diferencián-dose así de los demás pueblos. Su nombre es conocido a travésde las crónicas romanas.

    La Península Ibérica era en el siglo V a.C. un mosaico de pueblosy el vettón era uno de tantos. Geógrafos e historiadores roma-nos contaron en sus crónicas muchos detalles de los pueblos his-panos. Aunque este tipo de fuentes contienen bastantes impre-cisiones, al no ser en muchos casos de primera mano, pareceque los vettones se extendían por las actuales provincias de Ávi-la, Salamanca, Cáceres, parte de la de Toledo y posiblemente lazona norte de la de Badajoz. Ello se ha concretado a partir de lasdescripciones de cronistas como Estrabón, Ptolomeo o Plinio,que a su vez habían manejado fuentes anteriores. Para algunos his-toriadores el territorio vettón podría haber sido en realidad elárea donde se encuentran concentradas las esculturas zoomorfasconocidas como verracos o toros de piedra, es decir el circuns-crito a las provincias de Ávila, Salamanca, parte de la de Zamora,Norte de Cáceres y parte de la de Toledo. En ese caso la provin-cia de Ávila estaría en el centro del territorio y del que procede elmayor número de hallazgos de este tipo.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 19

    En las crónicas de los conflictos bélicos ligados a la presencia roma-na en Hispania se describe a los vettones asociados frecuentemen-te con los vecinos lusitanos, pero también con otros pueblos limítrofesde la cuenca del Duero, como vacceos y celtíberos, siempre en coa-lición contra los romanos. La asociación con los lusitanos pareceque era más frecuente. En numerosas ocasiones, acuciados por lanecesidad y las desigualdades sociales, grupos de vettones y de lusi-tanos saquearon ciudades ricas del Guadalquivir bajo el dominioromano. Estos hechos motivaron campañas de castigo e incluso pre-textos para guerras organizadas, como las Guerras Celtibéricas quese desarrollaron entre los años 155 y 133 a.C., finalizando con elsometimiento de los pueblos del interior, entre ellos, el vettón.

    El historiador romano Plinio en el siglo I citó la existencia de una plan-ta denominada hierba vettónica cuyos poderes curativos eran muyconocidos. Evidentemente, con tal denominación debe entender-se que era propia del territorio vettón. Se sabe de su uso al menoshasta el siglo V. Era utilizada como remedio para las mordedurasde serpientes, de mono y de hombre, contra los dolores de pechoy costado, como bebida digestiva, para cortar el lagrimeo, contralas hemorragias nasales etc.

    Hierba vettónica.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense20

    ! Hechos históricos por los que pasaron los vettones

    Las fuentes históricas y las arqueológicas unidas han permiti-do a los investigadores reconstruir la historia que pudo afectara las gentes vettonas durante la segunda mitad del primer mile-nio a. C. Las gentes que vivieron en el castro de La Mesa deMiranda conocieron esos hechos. Para imaginar mejor la reali-dad que tuvo que vivirse haremos un repaso de aquellas cir-cunstancias que determinaron en buena medida la vida y loscomponentes del castro.

    Roma y Cartago eran las dos potencias más importantes en el Medi-terráneo durante el siglo III a.C. Ello motivó su inevitable colisión,puesto que los intereses de ambas eran expansionistas y girabanen torno a los mismos presupuestos. Por estas causas surgieron lasllamadas guerras púnicas, la primera de las cuales tuvo lugar en el264 a.C., finalizando en el 241 a.C., sin que se vea afectada la Penín-sula Ibérica por las operaciones militares. Antes de esa fecha el cas-tro de La Mesa de Miranda ya había sido fundado y previsiblementeestaban al tanto de la existencia de ambas potencias y de sus litigios,

    Ajuar de una tumba. (Foto J. Cabré).

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 21

    sobre todo porque la presencia cartaginesa, en formade expediciones comerciales y de colonias en la costalevantina y andaluza, hacía que llegaran sus produc-tos e influencias hasta las tierras del interior.

    Entre la primera Guerra Púnica y la segunda habráun periodo de paz en el cual Cartago inicia la con-quista de la Península Ibérica, acuciado por la crisisdesatada tras su derrota. Eso sucede a partir del 237a.C. Ello implicó una serie de operaciones que pon-drán en guardia a toda la población hispana, perosobre todo a la zona sur, sur-este y costa levantina,que será conquistada. Es el momento en el que aque-llos asentamientos, fuera de la zona de máximas ope-raciones que no tuvieran murallas, las construirán atoda prisa como prevención ante la conquista porparte de un enemigo poderoso. Es la época de losgenerales cartagineses Amílcar, Asdrúbal y Aníbal. Seráprecisamente Aníbal quien lleve a cabo una serie deexpediciones a la Meseta que sin duda debieron afec-tar a lugares como el castro de La Mesa de Miranda,puesto que llegó hasta territorio de los vacceos, enel Valle del Duero. Por el momento no conocemoscon datos fehacientes si estas expediciones militares tuvieronalgún efecto sobre el castro. El hecho de que lo tuviera en la veci-na Helmantiké o Salmantica (actual Salamanca) con el saqueo dela ciudad en el 220 a.C., hace previsible la idea de que lo tuvieratambién en La Mesa de Miranda.

    Entre el 218 y el 202 a.C. romanos y cartagineses van a enzarzar-se de nuevo en una guerra, será la conocida como Segunda Gue-rra Púnica, en la que uno de los escenarios es la Península Ibéri-ca, un territorio codiciado por ambos. De esta forma en el 218 a.C.desembarca en Ampurias Cneo Escipión iniciándose la conquis-ta romana de la Península Ibérica, que finalizará casi 200 añosdespués. Será en ese periodo de tiempo cuando el castro de LaMesa de Miranda viva su etapa más trascendental.

    Exvoto de guerrero vettón.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense22

    Ganada la guerra y expulsados los car-tagineses finalmente de la Península y

    eliminada por tanto su base de sus-tentación y competencia con Roma,

    la conquista romana será un hecholento y progresivo, en principio,con el pretexto de liberar a losnativos del yugo cartaginés. Elavance de la conquista fue deeste/sur-este a oeste/sur-oeste.

    Una de las mayores preocupacio-nes de los romanos era la de asegurar

    el territorio conquistado y su consi-guiente explotación económica. Lo eraporque con frecuencia pueblos de laMeseta, entre los que se encontraban fun-damentalmente los lusitanos y los vetto-nes, solían hacer expediciones de saqueoa las ricas ciudades del Valle del Guadal-

    quivir, dominadas por los romanos. Las desigualdades sociales enlos pueblos meseteños, la precariedad de los recursos, a veceslimitados por el crecimiento demográfico, mantenían vivas lastradiciones guerreras de estas gentes, entre las que se encontra-ban los habitantes de los castros abulenses en el entorno de laactual ciudad de Ávila. Son significativos al respecto los textosde autores antiguos como Diodoro de Sicilia y Estrabón.

    Diodoro comenta lo siguiente:

    hay una costumbre muy propia de los iberos, más sobretodo de los lusitanos y es que cuando alcanzan la edadadulta, aquéllos que se encuentran más apurados derecursos pero destacan por el vigor de sus cuerpos y sudenuedo, proveyéndose de valor y de armas, van a reu-nirse en las asperezas de los montes; allí forman bandasconsiderables que recorren Iberia, acumulando riquezascon el robo, y ello lo hacen con el más completo desprecioa todo.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 23

    Estrabón describe a estas tribus así:

    las que habitan un suelo pobre y carente de lo más nece-sario, habían de desear los bienes de los otros ().Lamayor parte de estas tribus han renunciado a vivir de latierra para medrar con el bandidaje, en luchas continuasmantenidas entre ellas mismas o, atravesando el Tajo,con las provocadas con las tribus vecinas ().Como éstastenían que abandonar sus propias labores para rechazara los de las montañas, hubieron de cambiar el cuidado delos campos por la milicia y, en consecuencia, la tierra nosólo dejó de producir incluso aquellos frutos que crecíanespontáneos, sino que además se pobló de ladrones.

    Este ambiente, fuera demasiado exagerado o no por los cronistas,tuvo que implicar a las gentes de La Mesa de Miranda, emplaza-das en una zona donde los recursos no son dema-siado abundantes como para soportar problemastales como sequías, guerras o bruscos aumentosde la población.

    Al menos desde el 194 a.C. hay constancia deexpediciones de saqueo lusitanas a la zona delGuadalquivir. Es probable que los vettones, amenudo aliados de los lusitanos, participaranen ello. Este clima de inestabilidad que propicia-ban, provocó la reacción de los romanos, que entreotras cosas tuvieron un pretexto para llegar hasta laMeseta y tomar conciencia de los recursos que podí-an serles útiles. Así, hay campañas diversas comolas de los pretores L. Postumio Albino y Tito Sem-pronio Graco en el 180 a.C. contra los lusitanos.Esta expedición militar no se conoce en cuánto yen qué pudo afectar al castro de La Mesa de Miran-da. Aun en el caso de que no hubiera tenido par-ticipación directa en los hechos, el clima de inse-guridad tuvo que afectarle. Muy probablemente aeste tiempo y a sus circunstancias corresponde laconstrucción del tercer recinto amurallado que

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense24

    implicaba aún más posibilidades de seguridad para los habi-tantes del castro, algo que da idea del ambiente y de los temo-res que se vivían.

    Entre el 155 y el 133 a.C. tienen lugar las llamadas Guerras Cel-tíbero-Lusitanas en las que los vettones van a jugar un papelimportante al lado de los lusitanos. Con toda seguridad gran-des asentamientos como el castro de La Mesa de Miranda hubie-ron de participar de todas las formas posibles en la contienda, tan-to aportando guerreros como sufriendo las consecuencias de laguerra, en medio de un clima de inseguridad que queda paten-te en su sistema defensivo. Éste va a ser el tiempo del caudillo lusi-tano Viriato que tantos problemas dio a los romanos. Todo habíaempezado por la frecuencia, de nuevo, de los saqueos lusitanos

    Espada con damasquinado. (Foto J. Cabré).

  • y vettones en el sur a partir del 155 a.C. Posiblemente ésa será lacausa principal de las primeras refriegas, una de las cuales supo-ne la severa derrota del ejército del pretor L. Manlio, con 9.000bajas, a manos de la coalición lusitano-vettona mandada por elcaudillo Púnico.

    En el 150 a.C. el pretor Galva, bajo la promesa de repartir tie-rras, reúne a 30.000 lusitanos, entre los que previsiblementehabía también vettones, pues las condiciones de vida eran lasmismas y actuaban asociados en todo, aunque fueran pueblosdescritos como distintos. Les reúne en tres campamentos, lesconvence de su desarme y ordena la matanza de muchos de ellosy la esclavización del resto. Ello supone de nuevo un acrecenta-miento de la tensión. La indignación lusitana (y previsiblementetambién vettona) va a encumbrar a Viriato y con él el hostiga-miento continuo a las tropas romanas a partir del 147 a.C. ydurante los seis años siguientes, aliado con los pueblos vecinos.Este tiempo hubo de ser el de máxima inseguridad para el castrode La Mesa de Miranda, conectado con otros castros del entorno,para hacer frente común a los ejércitos romanos, en teoría máspoderosos en la lucha a campo abierto.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 25

    Lienzo sur del primer recinto antes de su restauración.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense26

    En el 139 a.C. es asesinado Viriato. En el 138 a.C. el romano Déci-mo Junio Bruto lleva a cabo una campaña militar llegando victo-rioso hasta el otro lado del Duero. Ello implica que el territoriovettón quedaba bajo el control romano desde ese momento. Aun-que las guerras celtíbero-lusitanas no van a terminar hasta el 133a.C. con la toma de Numantia, puede pensarse que castros comoel de La Mesa de Miranda van a conocer en este momento unasituación crucial en su historia. Las futuras investigaciones acla-rarán si la victoria romana se produjo por la vía diplomática, através de la rendición pactada, o por la fuerza, lo cual tuvo que pro-vocar grandes desastres. En cualquier caso hubo de vivirse unasituación difícil que fue o bien el final del castro, o el principio deun fin que se produciría casi un siglo después. Las excavacionesdel año 2004 en el foso del primer recinto revelaron la colmata-ción de éste con los derrumbes de la muralla llegando hasta labase, lo cual podría indicar que las murallas fueron derribadas, seaen este momento o poco después.

    Muchos de los establecimientos vettones prerromanos van a seguirhabitados, aunque ya bajo el control romano. Otros serán des-alojados y desplazada su población e incluso aniquilada, puesto que

    Segundo recinto. Detalle del campo de piedras hincadas.

  • la venganza por ese procedimiento de los vencedores solía acarreartales acciones. Es probable que el castro de La Mesa de Miranda nofuera desalojado inmediatamente, aunque sí inutilizado para evi-tar problemas. Si fue de ese modo, su decadencia se inició enestos momentos y puede que fuera paulatina hasta las GuerrasCiviles, a partir de las cuales se habría producido su definitivoabandono.

    Si La Mesa de Miranda permanecía habitada todavía entre el 82 yel 72 a.C., hubieron de conocer las llamadas Guerras Sertoria-nas, la primera parte de las Guerras Civiles que enfrentaban porel poder a dos facciones dentro del seno del Imperio Romano. Enlas Guerras Sertorianas el enfrentamiento era entre los partidariosde Sila y los de Mario. Sertorio, partidario del segundo, organizóen Hispania un ejército de romanos y lusitanos, en el que previ-siblemente estarían también los vettones, menos protagonistassiempre por la mayor importancia de los lusitanos. Se piensa queSertorio fue capaz de captarlos para su causa, por la esperanza derespiro que suponía en la asfixia explotadora a que se estabasometiendo a los pueblos de interior, de por sí ya expuestos des-de siempre a la precariedad habitando tierras pobres. La derro-

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 27

    Lienzo sur del primer recinto antes de su restauración.

  • ta de Sertorio hubo de suponer un agravante de la situación, conclaros reflejos en La Mesa de Miranda.

    Y, si tampoco fue abandonado a raíz de aquella derrota, lo seríasin duda a partir del fin de la segunda guerra civil, que se libróentre el 49 y el 44 a.C. en Hispania, entre los partidarios de Césary Pompeyo.

    Si los datos que conocemos hasta el momento son ciertos, será,como muy tarde a partir de ahora, cuando castros como La Mesade Miranda sean abandonados. Lo serán en favor de pequeñosasentamientos en zonas llanas cercanas a los ríos, sin preocupa-ción defensiva natural, sin defensas artificiales, constituyendo lahistoria de un tiempo nuevo en el que sin duda no van a dejar deser vettones, pero serán ya vettones romanos, vettones integradosen el sistema político, administrativo y económico del ImperioRomano.

    El castro de La Mesa de Miranda empezaría a convertirse paula-tinamente desde aquellos momentos en un yacimiento arqueo-lógico, en un cúmulo de ruinas en proceso de cubrición por eltiempo y por la naturaleza, olvidándose su memoria hasta queA. Molinero lo descubra. Tanto se perdió su memoria que no haquedado la menor noticia del nombre por el que era conocidocuando era una verdadera ciudad de la antigüedad.

    Cuadernos de Patrimonio Abulense28

    Muescas para encaje de otros cuerpos en la muralla del cuerpo de guardia.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 29

    Guía para la visita del castro de La Mesa de Miranda

    ! Cómo llegar al castro

    Acceso pedestre: Al norte del casco urbano de Chamartín, par-te un camino angosto a la izquierda de la tapia del cementerio. Estecamino, con algunas interrupciones que pueden despistar, llevaal castro siguiendo dirección norte. Recorre una distancia deunos 2 km en la que va haciéndose más profuso el campo deencinas centenarias. Constituye un paseo saludable en el que lacontemplación del paisaje adehesado de encinas supone un atrac-tivo adicional. El camino desemboca en las inmediaciones de unmirador construido sobre rocas que permite la primera contem-plación panorámica del acceso sur y este del castro. Ruta aptapara hacerla con niños.

    Peña Caballera

  • Acceso con vehículos: A través del camino de tierra compactadaque parte a la derecha de la tapia del cementerio. Es transitable paraturismos y microbuses de ancho limitado. Recorre unos 3 km enmedio de campos de encinas con aspecto apacible, frecuentesafloramientos graníticos y cercas de piedra antiguas. Desembocaen la puerta de acceso al castro. Este acceso puede hacerse igual-mente a pie. Es algo más largo que el anterior pero igualmente aco-gedor y apacible. Apto para viajar con niños.

    ! Generalidades

    El castro de La Mesa de Miranda se encuentra a una altitud de1.130 m sobre el nivel del mar, ello implica una diferencia de alti-tud general con respecto a las tierras llanas del norte, en torno alos 150 m a favor del castro.

    Cuadernos de Patrimonio Abulense30

    Es aconsejable iniciar la visita recorriendo el interior delos recintos amurallados y finalizarla por la necrópolis.De esa forma se entiende mejor el orden de losacontecimientos de la vida humana: primero la vida yluego la muerte. Para ello, una vez que se ha accedidoal área del yacimiento, es preciso buscar la entrada altercer recinto (prácticamente inmediata alaparcamiento), iniciándose la visita desde ese punto. Lanecrópolis se visita saliendo por este mismo lugar.

    Todo lo visitable se encuentra señalizado, de forma queexiste una explicación básica ilustrada en cada punto deinterés. Si se prefiere seguir la ruta creadaexpresamente para el visitante, puede seguirse el cursode una senda señalizada con pequeñas balizasmetálicas a ras de suelo indicando la dirección. Ellasconducen a cada uno de los puntos de interés y a losatriles que contienen información.

    La visita es gratuita

  • Consta de dos partes: el área urbana y la necrópolis, ambos inte-rrelacionados temporal y espacialmente, puesto que una parte dela necrópolis se encuentra dentro de uno de los recintos amura-llados, producto de la expansión del poblado a costa de la necró-polis. La necrópolis está excavada en su totalidad. Del área urba-na sólo se ha investigado en una parte de la muralla, permane-ciendo todo lo demás por descubrir y estudiar. Por tanto el visi-tante, en su paseo por los recintos amurallados, previsiblemen-te está pisando sobre algunas de las viviendas y demás construc-ciones habitadas en su día del castro. Otras muchas pueden haberdesaparecido como consecuencia de los trabajos agrícolas previosal descubrimiento del castro.

    Todos los elementos hallados y estudiados hasta el momento, fun-damentalmente en la necrópolis, sitúan la vida en el castro entreel siglo V a.C. y el II-I a.C. Pero no es descartable un origen ante-rior, como asentamiento más pequeño que iría creciendo hasta lle-gar a su apogeo en los tres siglos finales del primer milenio a.C.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 31

    Encinas en flor durante la primavera y vista de las tierras llanas al norte del castro.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense32

    Como es habitual en los asentamientos del fin de la Edad delHierro, fue perfectamente ideada su elección. Es un emplaza-miento claramente defensivo que da idea de la inestabilidad quese vivía en los últimos siglos del primer milenio antes de nuestraera. Se trata de la meseta formada en la confluencia de dos arro-yos Matapeces por el oeste y Rihondo por el este cuyos cauces,muchos miles de años atrás, excavaron una profunda cárcava condesniveles en torno a los 100 m de altitud y pendientes del 45%en el caso del arroyo Matapeces. Ello da idea de lo estudiada dela elección. Entre los dos cauces conforman la plataforma sobre-elevada (mesa) y dominante sobre los entornos norte y oeste,denominada La Mesa de Miranda, conocida en otro tiempo enel pueblo de Chamartín como Los Castillos, interpretando loshabitantes del lugar que los monumentales restos de murallasde los tres recintos obedecían a uno o varios castillos.

    Por el sur no hay protección natural, lo cual implica dos hechosfundamentales: que el acceso principal en condiciones normalesse hacía por este lado y que la facilidad de acceso implicaba obli-gatoriamente crear un sistema defensivo de mayor envergadura,como en realidad se hizo.

    Además del aspecto defensivo, la posición geográfica general delcastro es favorable a dos tipos de aprovechamiento: el ganaderoen todo lo que se refiere a las tierras de las estribaciones de la Sie-rra de Ávila (al sur, este y oeste) y el agrícola, en las llanuras inme-diatas del norte, aptas para el cultivo de cereal. Por tanto su eco-nomía potencial debió basarse en la ganadería y en la agricultura;de esta última dan buena cuenta los numerosos molinos circula-res que se hallan con frecuencia desperdigados por el castro.

    ! El recinto urbano

    El conjunto del complejo amurallado tiene una extensión total de29,1 ha, según los cálculos de J. Cabré, E. Cabré y A. Molinero. Apartir de la percepción de tantas ruinas y de su envergadura, eraconocido en Chamartín como Los Castillos, distinguiendo dos: elCastillo Cimero o Somero (segundo recinto) por aparentar más

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  • alto y el Castillo Bajero (primer recinto), más bajo por su incli-nación hacia el norte que el segundo.

    El emplazamiento del castro, así como sus defensas, fueron pla-nificadas concienzudamente de acuerdo con la morfología delterreno en todos sus trazados, garantizando la defensa de cadaespacio concreto y todos del conjunto.

    Consta de tres recintos amurallados, adosados unos a otros, deforma que se ayudan entre ellos a la defensa general. Al primerose le adosa el segundo por el lado sur, y a éste el tercero, cubrién-dole todo el flanco éste al segundo y a parte del primero.

    No son contemporáneos los tres, pertenecen a distintas etapassucesivas. Esto es observable a través de la técnica constructiva ydel material empleado. La secuencia temporal parece haber sidola misma que el orden de denominación. Las interpretacionesmás actuales indican que el origen del asentamiento amuralla-do se basó en un único recinto, el primero, construido en algúnmomento de finales del siglo V a.C. A éste se le adosó el segun-do, tal vez en época previa a la conquista romana, a finales del sigloIII a.C., durante los peligros que implicaron las campañas de loscartagineses a la Meseta Norte, de los que buena muestra fue elhistórico ataque de las tropas de Aníbal a Helmantica (Salaman-ca) en el 220 a.C. Esta teoría no es definitiva, ya que la construc-ción del segundo recinto hubiera implicado desde el principio uti-lizar adecuadamente la morfología natural del terreno disponible,sin dejar posibilidades ni dar facilidades ante un ataque del ene-migo. Con la construcción del segundo se reducen las posibili-dades a los atacantes.

    A los dos anteriores debió añadirse el tercero, tal vez al final de

    Cuadernos de Patrimonio Abulense34

    Es muy importante tener siempre presente el esquemade los distintos recintos para situarse en lasinformaciones que se van dando.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 35

    la conquista romana, durante las Guerras Celtíbero-Lusitanasque terminaron con la dominación de los vettones hacia el 133a.C. Existe también la posibilidad de que este último reforza-miento tuviera lugar durante las Guerras Civiles romanas delsiglo I a.C., en las que los vettones tuvieron una significativa par-ticipación al lado de uno de los bandos. Ello en el supuesto deque estos castros, ya bajo el dominio romano, permanecieranocupados todavía, algo que parece muy probable pero que no estátotalmente probado. Los asentamientos romanos que se cono-cen de nueva fundación en toda la zona se fechan en el siglo Id.C., lo cual puede coincidir con el abandono masivo de los cas-tros de la zona y el inicio de una nueva forma de organización,tal vez a partir de la reforma de Augusto, una vez conquistada todala Península Ibérica.

    Aunque unido a otros castros del entorno por afinidades, interesesy pactos de todo tipo, el castro de La Mesa de Miranda debió serun lugar autónomo, una especie de ciudad-estado con su pro-pio territorio. La proximidad a los castros de Las Cogotas, Ulacay Los Castillejos hubo de significar algún tipo de relación de iden-tidad y complicidad. Los cuatro están interrelacionados visual-mente de alguna manera, de forma que podrían comunicarserápidamente entre los cuatro y hacer, por ejemplo, defensa común,si era preciso.

    En algunos puntos la muralla ha sido reconstruida enuna o dos hiladas para dar una sensación más cercanade cómo fue. El visitante puede distinguir loreconstruido, de lo antiguo, a través de una línea depequeñas perforaciones coloreadas en marrón, sólovisible desde muy cerca.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense36

    ! El tercer recinto

    Tiene una superficie de 10,5 ha, es rectangular y paralelo a lamuralla oriental del segundo recinto. Por el norte no remataadosándose a ningún otro muro, sino que muere en el inicio dela fuerte pendiente al arroyo Rihondo. Lo inclinado de la pen-diente y su profundidad hacían innecesario cerrar con una mura-lla por ese punto.

    Tuvo tres puertas, cada una de ellas de distinta envergadura. Lamás importante la sur constituye un pasillo de poca anchura,formado por la muralla, y lo que llamó J. Cabré cuerpo de guar-dia. El cuerpo de guardia es un lienzo rectilíneo exento, queremata en dos torres cuadrangulares en los extremos, una de las

    Secuencia de la visita

    Cuerpo de guardia y acceso al tercer recinto.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 37

    cuales, la que se aproxima al segun-do recinto se encuentra completa-mente desdibujada. Toda la estruc-tura estaba compuesta en ambascaras por un zócalo de piedras cicló-peas de distinta factura y, con obje-to de macizarlo, relleno de piedrasde corte irregular, más menudas. Sudisposición contribuía eficiente-mente a la defensa meridional deltercer recinto, evitando un ataquefrontal al acceso.

    Con el pasillo que formaban mura-lla y cuerpo de guardia, de 11,50 mde largo por 4,70 m de ancho, sepretendía encajonar entre dos murosa los invasores, hostigándolos des-de ambos lados.

    Siguiendo el recorrido de la muralla,primero en dirección este y luego

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    Túmulos dentro dela muralla

    Túmulos funerarios anteriores a la muralla

    Muro ciclópeo del cuerpo de guardia

    Fragmento de toro de piedra

    Puerta en pasillo

    Zona final de la muralla

    Zona de las cascadas

    Piedras ciclópeas del cuerpo de guardia.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense38

    sur, pueden reconocerse dos puertas más, una muy evidente enpasillo estrecho, y otra, al parecer, una especie de portón de 2 mde ancho que conserva el gozne para la puerta. El ancho generalde la muralla oscila entre los 5 y 5,50 m.

    Excepto en la zona del principal acceso, la muralla del tercer recin-to se conserva únicamente en el zócalo, que es ciclópeo. La ausen-cia de un derrumbe generalizado ligado a la muralla podríaestar relacionado, bien con el expolio de la piedra por los campe-

    sinos para la construcción de cer-cas o, como sucede en el castrode Ulaca, porque no fue con-cluida la fortificación. Ello daríaidea de que el peligro que moti-vaba esta nueva fortificación eratan real como se presuponía.

    El tercer recinto es el másreciente de los tres de que cons-ta el castro. Pudo ser construidopoco antes o durante las Gue-

    Restos del muralla del tercer recinto en su tramo final.

    Tercer recinto. Restos de un toro de piedra.

  • rras Celtibérico-Lusitanas (155-133 a.C.) que culminan con laconquista romana de estas tierras o durante las Guerras Civiles pos-teriores a la conquista que tuvieron lugar durante el siglo I a.C.

    Una prueba inequívoca de suposterioridad respecto de losotros dos es, además de la dis-tinta factura del aparejo, el hechode que parte de la necrópolisquedara dentro del tercer recin-to. Los túmulos circulares de pie-dras que se aprecian inmediatosa la cara interior del flanco surson claros indicadores de la inva-sión de parte de la muralla de lanecrópolis. Aún más evidente, sicabe, es el caso de los dos túmu-los sobre los que se colocó la

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 39

    Entrada al tercer recinto.

    Muralla del tercer recinto.

  • muralla en la zona de la entrada sur. Didácticamente J. Cabréreconstruyó allí la muralla dejándolos vistos y exentos.

    El interior no parece muy adecuado, en general, para la habitación.Por otro lado, ocupaba parte de la necrópolis, por lo que puedepensarse que se construyó como un impedimento más en el asal-to a las zonas principales del castro o, además de esto, para dis-poner de un espacio más donde guardar los ganados en caso deasedio.

    En este lugar apareció un fragmento de escultura zoomorfa depiedra que se encuentra expuesta sobre un pedestal. Represen-ta a un toro y parece similar al ejemplar expuesto en la plaza deChamartín.

    Cuadernos de Patrimonio Abulense40

    Puede resultar entretenido, sobre todo si se lleva a cabo lavisita con niños, seguir la línea de la muralla en su discurriral norte, ya que hay que irla descubriendo entre elcarrascal, a base de reconocer, generalmente, una solahilada. Finalizado el trazado puede accederse al cauce delarroyo, que discurre bruscamente formando cascadas eninvierno y primavera.

    Muralla ciclópea del tercer recinto.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 41

    ! El segundo recinto

    Se adosa, como una prolongaciónaproximadamente rectangular, alprimer recinto por la zona sur,uniéndose a éste a través del lienzode muralla rectilíneo que va de oes-te a este. Tiene una superficie de7,1 ha y cierra completamente unespacio necesario para la defensadel recinto principal.

    En la visita señalizada se accede des-de el tercer recinto por un espacioampliamente abierto que constituyóuna puerta. A partir de este momen-to el segundo recinto aparece comouna gran explanada.

    Por el noreste, la muralla parte deuna torre circular enfrentada a

    Torre circular del segundo recinto.

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    Gran torre circularmirador

    Puerta cegada del 1 recintoer

    Muralla y antemuralla

    Foso

    Campo de piedras hincadas

    Puerta 1 recinto er

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense42

    otra similar en que remata el primer recinto. Discurre paraleloal borde de una vaguada, haciendo el efecto de foso descen-dente hacia el norte que aumenta las posibilidades defensivas.Sólo es bien visible la muralla en los dos extremos norte y sur,en el resto se reconoce al borde del desnivel como un derrum-be con algunos tramos visibles del alineamiento. El remate meri-dional de este lienzo se resuelve en una torre cuadrangular o rec-tangular a la que se opone, formando un acceso y otra circularde gran envergadura. Esta última constituye un bastión queenlaza, defensivamente, con uno de los extremos del llamadocuerpo de guardia. En lo alto de dicha torre hay un miradorcon información desde el que se ve parte de la necrópolis y secomprende mejor el acceso principal al tercer recinto.

    Un detalle importante de la gran torre es el sistema de fortifica-ción en forma de muralla y antemuralla adosadas, componiendouna especie de escalón similar al que se aprecia en el lienzo surdel primer recinto.

    Segundo recinto. Cara interna de la muralla en la torre sur.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 43

    Los lienzos sur y oeste están sin excavar y se muestran en una par-te como un abultamiento continuo, sólo interrumpido por lo queparecen ser dos puertas de escasa entidad. Si se siguen hasta launión con el primer recinto, puede verse el paisaje de la topo-grafía descendente al arroyo Matapeces y por tanto la configura-ción del recinto de acuerdo con la morfología del terreno. Aunqueno es bien visible, hay un pequeño campo exterior de piedras hin-cadas en las intersecciones entre el lienzo sur y el oeste.

    El aparejo de la muralla de este segundo recinto no es ciclópeoexcepto en algunos tramos, por ejemplo en la cara interna de latorre circular, donde fueron dispuestas varias hiladas de grandespiedras.

    En la cara interna de la torre sureste pueden apreciarselos grandes bloques de piedras que aumentaban suconsistencia.

    Campo de piedras hincadas en la zona de la puerta oeste del primer recinto.

  • En el extremo norte, inmediatoal primer recinto, se ven algu-nos de los complementos parala defensa de la muralla sur delprimer recinto: el campo de pie-dras hincadas y el foso. Los cam-pos de piedras hincadas con-sistían en crear una superficiede difícil acceso y desenvolvi-miento para la infantería y, sobretodo, para la caballería enemi-ga. Se construía siempre en lospuntos más vulnerables, porejemplo, en el entorno de laspuertas. Son lajas de piedra, amenudo puntiagudas, enterra-das en parte en el suelo, queemergen a la superficie vertical-mente o inclinadas. En estesegundo recinto están localiza-dos en el entorno de las dospuertas oeste y este de la mura-lla sur del primer recinto. Sonmás evidentes en todo el áreaque antecede a la puerta oeste.

    El foso fue un complemento delcampo de piedras hincadas para la defensa del flanco sur de lamuralla del primer recinto. Por tanto, como aquéllas, está empla-

    Cuadernos de Patrimonio Abulense44

    Corte en el foso.El fondo aparece rellenado por los derrumbes

    Dos puntos muy favorables para la visualización delcampo de piedras hincadas están en lo alto de la torresuroccidental de la puerta oeste del primer recinto, a laque se accede penetrando por dicha puerta yascendiendo desde el interior. Otro punto desde el quela visión es óptima es desde la mitad occidental de lamisma muralla sur del primer recinto.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 45

    zado en el segundo recinto,pero defiende la muralla delprimero. El foso es un socavónparalelo a la muralla, llegandohasta las dos torres que flan-quean las puertas oeste y este.Según los sondeos realizadosrecientemente en él, tuvo unaprofundidad en torno a los 4-5m. Se encuentra colmatado casien su totalidad por el derrum-be de la muralla del primerrecinto. Este hecho puede serinterpretado como consecuen-cia de la decadencia paulatinade las murallas, una vez aban-donado el lugar, o provocadopor el sometimiento del castroy con ello la consiguiente inuti-lización de sus defensas.

    Explanada del segundo recinto.

    Foso. Acumulación de derrumbes.

  • No se conocen con exactitud ni la utilidad de este segundo recin-to ni su cronología. Podría haber sido construido con posterioridadal primero, como necesidad de ampliación del espacio del castroo para evitar la existencia de una explanada favorable al asediodelante del recinto principal. A favor de la simultaneidad de esterecinto con el primero, estaría el hecho de que la necrópolis que-daba con claridad fuera de ambos. Para algunos autores antiguosla utilidad de los segundos recintos tenía que ver con el encierrodel ganado. La excavación en el del castro de Las Cogotas mostróla existencia de un alfar y con ello la posibilidad de que fueran luga-res donde se desarrollaban determinadas actividades, además deque pudieran ser utilizados como vivienda o encerraderos deganado.

    ! El primer recinto

    Se interpreta como el más antiguo, el que habría inaugurado laocupación del castro. Sin embargo éste es un hecho a comprobar,ya que el primero y el segundo, concebidos a la par, habrían con-formado desde el principio una defensa mejor organizada delconjunto del castro. Comparativamente, la diferente factura de lamuralla en algunos puntos podría obedecer también a reformas,reforzamientos, etc.

    Tiene una superficie de 11,5 ha, íntegramente cerrado por unamuralla. Su recorrido se adapta totalmente y con toda exactituda la topografía del terreno. Por el norte, este y oeste va al bordede la pendiente, que en algunos casos desciende 100 m. Por elsur, las excavaciones recientes han mostrado que la muralla aquíse adaptaba a un resalte del terreno, lo cual, complementadocon el foso, producía una diferencia de altura que acentuabamejor la defensa. Si a ello se unen los campos de piedras hinca-

    Cuadernos de Patrimonio Abulense46

    El foso se localiza con facilidad por un suave desnivel,continuado en el terreno, inmediatamente delante de lamuralla del primer recinto, sobre todo en la parte central.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 47

    das, ya mencionados, y otro, extra-muros, en la zona de la puerta oes-te, tendremos que las defensas delprimer recinto constituían un impe-dimento de gran trascendencia parasu conquista. Evidentemente se tra-taba de la zona más importante delcastro.

    El ancho total de la muralla en elflanco sur está en torno a los 5 m.La fortificación estaba compuesta, almenos en la zona entre las dos torresextremas que definen las puertas,por una muralla y una antemuralla,ambas unidas y formando una espe-cie de escalonamiento. Se trata del

    Acceso oeste al primer recinto.

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    Mirador desde latorre oeste

    Mirador del encinar

    Restos de una casa

    Mirador del escarpe oeste

    Mirador de la zona llana al norte

    Percepción del derrumbe de la murallaal borde del escarpe

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense48

    mismo sistema empleado para la defensa de la torre sureste delsegundo recinto. Teniendo en cuenta que para acceder por estelado había que superar primero el foso, la antemuralla implicabaun obstáculo complementario para abordar la muralla propia-mente dicha, a la vez que daba estabilidad al conjunto. Ambas,muralla y antemuralla, no eran muros totalmente verticales, sinoque guardaban una cierta inclinación hacia el interior para evitarsu derrumbe.

    La factura constructiva que caracteriza a la muralla de este recin-to no es ciclópea. Está compuesta por un aparejo de piedra enseco colocada a espejo, formando hiladas horizontales muy biendispuestas. Evidentemente hay una notable diferencia con losaparejos ciclópeos del segundo y, sobre todo, del tercer recinto,lo que ha motivado la hipótesis ya aludida de su posterioridad.

    Previsiblemente la muralla tuvo más envergadura en la zona sury en el entorno de las puertas. En el resto, la fuerte pendiente por

    Lienzo sur del primer recinto restaurado.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 49

    sí misma era ya un elemento defensivo de primera importancia,por lo que no hizo falta una construcción de mucha magnitud. Aúnasí puede seguirse su trazado sobre la observación de hiladasque se aprecian en el suelo al borde de la pendiente.

    Dos puertas permitían el acceso al primer recinto, ambas en losextremos del flanco sur. La oeste fue cegada en algún momentode la vida del castro, seguramente ante el peligro que represen-taba tenerla que defender. Es un detalle curioso e interesante,tal vez relacionado con los últimos acontecimientos que se vivie-ron. Ambas puertas estaban flanqueadas por torres circulares,dejando que el espacio de acceso fuera un pasillo estrecho, con-cebido para encajonar a los invasores.

    Sin duda, se trataba del lugar más importante del castro, dondese encontraban el grueso de las viviendas. J. Cabré excavó en sudía una completa y otras dos, parcialmente. Tan escasas investi-gaciones no permiten conocer apenas aspectos de arquitectura

    Puerta oeste del primer recinto desde el interior.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense50

    doméstica ni de la organizaciónurbanísitica. La construcciónexcavada completa estaba ado-sada a la muralla e inmediata allado derecho de la entrada oes-te. Era aproximadamente cua-drangular, sin compartimenta-ciones y con una superficie de48,7 m². Tal vez se trató dealgún tipo de edificio muy sen-cillo destinado a la vigilancia dela puerta. Se observa en ella la

    presencia parcial de un suelo de barro y ceniza. Cabré excavóparcialmente otra, con forma rectangular y una superficie de 51,8m². Está cerca de la muralla occidental, en los primeros tramos deésta. Sólo se conserva la primera hilada del zócalo y no se citaninguna división interior. Finalmente, Cabré delimitó exterior-mente un edificio inmediato a la muralla sur, cuya factura no separece a las dos contrucciones antes descritas. Su posición pre-eminente dentro del recinto, en la zona más alta, y las caracte-rísticas de su construcción hacen pensar en la posibilidad bien deuna construcción doméstica correspondiente a un personaje deentidad, o bien en un edificio de carácter público.

    Corte transversal de la fortificaciónen el primer recinto.

    Reconstrucción del ambiente en una puerta.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 51

    Puerta sur-este del primer recinto cegada en época del castro.

    Vista del desnivel desde el castro en la zona oeste.

    La muralla se encuentra visible en su aspecto antiguo yrestaurada sólo en el flanco sur y, dentro de él, en lamitad este y en el entorno de la puerta oeste. Toda lazona se contempla mejor desde el segundo recinto, alser visible el conjunto de defensas: murallas, campos depiedras hincadas y foso, éste colmatado, peroapreciable por el desnivel del terreno.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense52

    Se conoce, pues, poco de lodoméstico y lo urbano en LaMesa de Miranda. Tal vez puedaextrapolarse algo de lo mejorconocido en los castros próxi-mos de Las Cogotas, Ulaca oLos Castillejos. Según aquellasevidencias, las construccionesdomésticas eran de planta rec-tangular, compartimentadasinteriormente en mayor omenor medida y girando entorno a una habitación central

    en la que estaba el hogar y, adosado a una de las paredes, unbanco corrido en el que los vettones, según las fuentes, se sen-taban a comer por orden de edad. En La Mesa de Miranda haquedado constatado que estas construcciones se componían deun zócalo de piedra que se continuaba a base de paredes deladrillos macizos con grandes dimensiones.

    Al interior de este recinto se accede por la puerta oeste y se aban-dona por la este, salvándose el hecho de que esté cegada, pormedio de una plataforma con escaleras que facilita el abandono.

    Ladera del primer recinto por el norte.

    Zócalo de una casa en el primer recinto.

  • Hay muchos puntos de interés para detenerse:

    1. Lo alto de la torre que flanquea la entrada oeste. Desde allíla visión del campo de piedras hincadas, intramuros y extra-muros, facilita la comprensión de este tipo de comple-mento defensivo.

    2. Siguiendo la muralla en su recorrido occidental, hay unmirador desde el que se divisa un apacible paisaje de enci-nas que cae al profundo valle del arroyo Matapeces. Esespecialmente vistoso en primavera cuando se produce lafloración de las encinas.

    3. Poco más adelante, muy cercana a la muralla, está la casaexcavada parcialmente por Cabré. Al conservarse sólo la hila-da inferior del zócalo es preciso fijarse para encontrarla.

    4. Si se sigue la muralla en su discurrir norte a través del bor-de del escarpe, va apreciándose con más claridad la impor-tancia de la adaptación del recinto a la morfología del terre-no. Enseguida va perfilándose en el horizonte la idea de queestamos en un paisaje de transición entre las estribacio-nes de la sierra y las tierras llanas correspondientes al pai-saje sedimentario del Valle del Duero. La percepción deeste nuevo ambiente es de gran belleza en todas las épocas

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 53

    Caserío de La Dehesa de Miranda desde el castro.

  • del año, puesto que cada una tiene un color diferente. Enotoño la arada le convierte en tonos marrones. En invier-no en campos de un verde con el cereal recién nacido. Enplena primavera son campos de color verde claro con elcereal adulto, distinguiéndose en la tonalidad cuando se tra-ta de cultivos de cebada o de trigo. Y en verano camposamarillos uniformes.

    5. Desde la mitad del recorrido se avista, nada más desenca-jarse el arroyo Matapeces, el caserío que compone el lati-fundio agrícola de La Dehesa de Miranda con sus típicas

    dependencias y distribuciones.Tal vez evoca a una vía romana.

    El recorrido de la muralla puedecontinuarse en todo su trazadohasta desembocar en la puertaeste, observando todas las cir-cunstancias que movieron laadaptación del recinto a la topo-grafía, a la vez que se observa elpaisaje. Otra opción es, a partirde la mitad, cruzar transversal-mente el recinto hasta aproxi-marse a la estructura metálica yde madera que salva la puertacegada del este.

    Abandonado el primer recinto yde nuevo en el segundo, finalizael recorrido con la visita a lanecrópolis, enclavada en unapequeña parte dentro del recin-to tercero y, el resto, en la expla-nada delante de él por el sur.

    Cuadernos de Patrimonio Abulense54

    Lienzo sur del primer recinto antes de la restauración.

    Fragmento de antemuralla en el lienzo sur delprimer recinto.

  • Reconstrucción del ambiente en el castro en los siglos III-II a.C. (Dibujo: M. Sobrino)

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense56

    A l castro de La Mesa de Miranda se le conoce por sus recin-tos amurallados, pero sobre todo por su necrópolis, deno-minada La Osera. Las excavaciones de Cabré en la prime-ra parte del siglo XX se centraron fundamentalmente en la necró-polis. Excavó unas 2.230 tumbas, al parecer la necrópolis completa.Los primeros enterramientos debieron producirse a finales delsiglo V a.C., produciéndose el mayor apogeo a finales del siglo IVy en el siglo III a.C.

    La Osera se encuentra al Sur de los recintos amurallados, en unaexplanada muy bien definida, incluida, en parte, dentro del recin-to cercado, propiedad del Ministerio de Cultura, y otra dentrode fincas privadas.

    Los vettones incineraban a sus muertos en piras especialmentededicadas a esa función, denominadas ustrina, enterrando despuéssus cenizas en una urna o simplemente en un hoyo excavado en

    Túmulo funerario encerrado dentro de una estructura.

    La necrópolis

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 57

    el suelo. El historiador Silo Itálico, refiriéndose a los celtíberos, escri-bió que para los muertos en combate estaba reservado un ritualconsistente en que los buitres devoraran sus cuerpos, de forma queel alma subiera directamente al cielo. Para con estos muertos encombate, héroes ante la comunidad, puesto que morían defen-diéndola, era un sacrilegio utilizar el ritual de la incineración, elhabitual para las muertes naturales. Tal vez ésta sea la causa deque en las excavaciones de Cabré se hallaran algunos cráneos allado de vasos cerámicos, sin que se apreciaran en ellos restos deexposición al fuego.

    Dependiendo de la importancia social del personaje y a veces desu profesión, se le enterraba con un ajuar importante, con algúntipo de ajuar o sin él. En La Osera se han encontrado tambiéncenizas dentro de un simple hoyo excavado en el suelo, detalleque permite considerar la posibilidad de que se tratara de per-sonas que no tenía la suficiente categoría para ser enterradoscomo los demás. Tal vez algunos o todos fueran esclavos, una figu-

    Túmulos sepultados por la muralla del tercer recinto.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense58

    ra social que sin duda hubo de darse allí también, porque era fre-cuente en la antigüedad.

    A través de la constatación de las diferencias en el ritual, ha podi-do conocerse la composición social de las gentes que habitaronen La Mesa de Miranda y el grado de jerarquización que existía.Así, parece evidente la organización de la sociedad en una estruc-tura piramidal, en cuya cúspide estaría una especie de aristocra-

    cia con atribuciones militaresque se hacía enterrar con gran-des fastos, en el fuego ostento-sas armas y otros atributos nomenos lujosos.

    J. Cabré distinguió entre el con-junto de tumbas seis zonas dis-tintas y separadas entre sí, aun-que próximas. Cada una de ellasestaba presidida por una piedrahincada sobresaliente que laanunciaba. En la actualidad seencuentran en los puntos donde

    Túmulos dentro del tercer recinto.

    Hitos delimitadores de las zonas en la necrópolis.

  • Cabré las encontró. De las seiszonas excavadas, sólo fue dadaa conocer una de ellas la VIen la monografía que publicócon Antonio Molinero y su hijaM. Encarnación en 1950. Lasotras cinco zonas no han sidoobjeto de estudio más que deforma muy general.

    La división en zonas diferentespodría obedecer a los distintosgrupos de parentesco o linaje enque estarían agrupados los habi-tantes del castro, distinción quese haría en torno a un antepasa-do común.

    Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 59

    Empuñadura de espada. (Foto J. Cabré).

    Ajuar de guerrero. (Foto J. Cabré).

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense60

    Una sugestiva interpretación de las estelas o hitos demarcadoresde cada zona de la necrópolis es la planteada por algunos inves-tigadores: han observado la coincidencia en la disposición de lasestelas que presiden cada zona con la de la constelación celeste deOrión. Seguramente no se trata de una casualidad, puesto que

    desde siempre las gentes han iden-tificado la altura que significa elcielo con la presencia de la divini-dad que siempre observa a loshumanos. La reproducción en elcementerio de Orión podría sig-nificar la relación que los muertosde La Mesa de Miranda esperabanpara con el más allá.

    Los enterramientos se llevaban acabo bien excavando un hoyo ydepositando la urna o bien cons-truyendo un pequeño túmulo de

    Bocados de caballo. (Foto J. Cabré).Urnas funararia. (Fotos J. Cabré).

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 61

    piedras dentro del cual eran depo-sitadas una o varias urnas cerámicas.Cada uno de los túmulos investiga-dos fueron después restaurados porel mismo Cabré, por lo que puedenreconocerse en la necrópolis. Sóloen dos casos aparecieron encerra-dos dentro de una estructura espe-cial, que sin duda estaba marcandola importancia de los enterrados enél. Se trata de la estructura de mam-postería que alberga dos túmulos enla zona más al sur de la necrópolis.

    Entre las ofrendas depositadas conlos restos de la incineración seencuentran los típicos ajuares de gue-rreros constituidos por armas talescomo espadas, lanzas, puñales, escu-dos o broches de cinturón. A elloshay que unir otros menos ligados a loguerrero con la presencia de trébe-des, parrillas o grandes pinzas. Enalgunos parece evocarse la profesióndel difunto (tijeras, navajas). En otras,la presencia de fusayolas se atribuyea que los restos corresponden amujeres. No faltan tampoco las tum-bas con bocados de caballo y las que,acompañando a otros ajuares, pre-sentan fíbulas, anillos y otros obje-tos de adorno.

    Fíbulas representando caballos y otros objetosen el ajuar de una tumba. (Foto J. Cabré).

    Placa de cinturón. (Foto J. Cabré).

    En el área de la necrópolis esimportante visitar una encinamuy antigua, cuyo curiosodesarrollo curvado del troncola hace distinta de las demás.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense62

    Ajuar guerrero de una tumba. (Dibujo de J. Cabré)

    Reconstrucción de una ceremonia funararia.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 63

    Cualquiera de las excursionessin rumbo preciso por lasinmediaciones suponen uncúmulo de sensaciones agradablesde tranquilidad y disfrute de la natu-raleza, percibiendo el paisaje pocohumanizado y los olores del can-tueso, el tomillo o la genista.

    Si hay tiempo suficiente, puedenvisitarse las cascadas del arroyo deRihondo a su paso por las inme-diaciones del castro. Se accedesiguiendo la muralla del tercerrecinto hasta que ésta termina, ini-ciándose una abrupta pendienteque desemboca a poca distancia enel cauce del arroyo. El encanto delsitio es el discurrir del agua por lasrocas con el ruido característico,formando pequeñas cascadas y bal-sas donde en primavera el excur-sionista podrá aliviarse del calor.Siguiendo el curso del arroyo seproduce una cascada de mayoresproporciones a la que es peligrosoacercarse.

    Al sur de la muralla del segundorecinto, en sus cercanías peroextramuros, hay un pequeño abri-go con un extraño signo pintadoen rojo ocre que podría ser unaesquematización humana. Su rela-ción con la habitación del castroes probable.

    Otros lugares de interés relacionados con el castro

    Arroyo de Rihondo.

    Cascada mayor del arroyo de Rihondo.

    La pintura no debe mojarse nirasparse en ningún caso. Surespeto absoluto garantizará quepueda seguir siendo visitable comoun testimonio más de este castro.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense64

    El aula arqueológica que expli-ca el castro y la cultura de la queparticipó, se encuentra en elpueblo de Chamartín, en el localque fueron en su día las anti-guas escuelas, rehabilitadas paraesta función. Gestionada por elayuntamiento de Chamartín,está abierta cuatro días a lasemana, entre ellos el sábado yel domingo.

    Consta de dos partes, el pisobajo y el piso alto. Con elloquiere explicarse los mundosque vivieron los habitantes delcastro: abajo, el mundo de lomaterial y arriba, el de las cre-encias y ritualidad.

    En el piso bajo se hace un reco-rrido por las actividades de lavida diaria de los habitantes delcastro a través de paneles,audiovisuales, reproducciones

    de armas y artefactos de trabajo. Hay también una maqueta degrandes proporciones que explica la evolución del castro y jue-gos didácticos para niños en pantallas táctiles.

    Al piso alto se asciende por una escalera que pretende hacerentender al visitante su ascensión al mundo de las ideas y de lascreencias. Se explican los rituales de enterramiento, las ideas reli-giosas y las prácticas que tenían lugar para enlazar con el mundode ultratumba. Adicionalmente, en una terraza al aire libre, seexplican las esculturas zoomorfas que tanto caracterizaron a la cul-tura vettona.

    En la plaza de Chamartín, al lado de la carretera, hay un toro de pie-dra hallado en las inmediaciones del castro. Se conocen otros

    Chamartín. Aula arqueológica.

    Aula arqueológica.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 65

    ejemplares también de la zona,aunque todos ellos fragmenta-dos. Uno, se encuentra expues-to dentro del tercer recinto yotro, a la entrada del aulaarqueológica. El cometido deestas esculturas, muy ligadas alpueblo vettón y circunscritasfundamentalmente a las pro-vincias de Ávila, Salamanca, nor-te de Cáceres y parte de las deZamora y Toledo, es todavía unenigma sin resolver completa-mente. El hecho de estar empla-zadas tanto en el interior de loscastros, como en su inmedia-tez e incluso lejos de ellos, enzonas de pastos o en rutas quellevan a éstos, ha hecho pensarque su funcionalidad tuvieradiversos matices: como símbo-los protectores del ganadorepresentativo de la economíade los vettones o como formasde establecer la propiedad dezonas de pastos codiciados.

    Aula arqueológica.

    Aula arqueológica.

    Toro de la plaza de Chamartín.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense66

    Los pueblos del entorno de Cha-martín guardan todavía muchasmuestras elocuentes de la arqui-tectura tradicional de la zona. Pue-de ser interesante una visita a algu-nos de ellos. El paisaje que lesrodea es un perfecto exponente delos ambientes graníticos más carac-terísticos e intactos. La visita sin pri-sas y curiosa, permite descubrirmuchos matices interesantes.

    Ermita de Ntra. Sra. de Rihondo(Benitos). Se encuentra en la carre-tera AV-110 a menos de 1 km antesde llegar a Chamartín. Primera mitaddel siglo XVII. Estética herreriana.Retablo de la segunda mitad delsiglo XVIII. Un lugar apacible parala tranquilidad al lado del arroyo deRihondo.

    Yacimiento arqueológico de LasHerrenes de San Cristóbal (Cillán).A menos de 2 km de Cillán, unaindicación en la carretera AV-110señala la desviación para acceder alyacimiento. Los Herrenes de SanCristóbal es una pequeña aldeaaltomedieval, previa a la repobla-ción de la zona. La parte excavadadel yacimiento es apta para la visi-ta. Hay información in situ expli-cando el yacimiento.

    Más lugares interesantes en el entorno de Chamartín

    Ermita de Rihondo.

    Cillán. Las Herrenes de San Cristóbal.

    Valle de Muñico.

  • Castro de La Mesa de Miranda, Chamartín 67

    Casa de San Juan del Olmo.

    Ermita de Las Fuentes.

    Sarcófago de piedra.

    Partiendo de Ávila puede hacerse una ruta a través de lacarretera AV-110 con la primera escala en Chamartín paraseguir después a Cillán, Muñico, San Juan del Olmo, Ermitade las Fuentes, Muñana y regreso a Ávila por el ValleAmblés. Esta ruta es especialmente bella en primavera.

    La oferta de alojamientos ruralespuede consultarse en:www.avilalacasa.com

    Muñico. En la intersección de lacarretera AV-110 con la local queparte para San Juan del Olmo y Orti-gosa, hay, bien visible, un sarcófa-go de piedra de época medieval.

    San Juan del Olmo. Merece la penauna visita al pueblo para apreciar laentidad de algunas de sus cons-trucciones domésticas. Iglesia parro-quial de finales de la Edad Media yprincipios de la Edad Moderna. Fron-tón antiguo y fuentes.

    Necrópolis altomedieval de laCoba. A 3,5 km de San Juan delOlmo en dirección a Muñana.Necrópolis de tumbas antropomor-fas excavadas en la roca. Señaliza-das para la visita.

    Ermita de las Fuentes. A menosde un 1 km de la necrópolis de LaCoba. Siglo XVII. Tiene una plazade toros antigua y dos fuentes quele han dado su nombre. Emplaza-da en un lugar bucólico.

  • Cuadernos de Patrimonio Abulense68

    ! Obras generales sobre los Vettones

    ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R.: Los Vettones. Real Academia de laHistoria. Madrid. 1999. (Constituye un compendio científicomuy completo del pueblo vettón con todo su desarrollo ymanifestaciones arqueológicas. 423 págs. Puede encontrarsefácilmente en librerías especializadas y de Ávila).

    ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R.: Los señores del ganado.Arqueología de los pueblos prerromanos en el occidente deIberia. Akal Arqueología nº 2. Madrid. 2003. (Libro escritoen lenguaje asequible para todos los públicos, queconstituye una síntesis de fácil lectura para entender a losvettones y su cultura. 170 págs. Se encuentra fácilmente enlibrerías).

    SALINAS DE FRÍAS, M.: Los Vettones. Indigenismo yromanización en el occidente de la Meseta. EdicionesUniversidad de Salamanca. 2001. Colección Estudioshistóricos y geográficos nº 34. (Síntesis del pueblo vettónenfocada fundamentalmente desde el punto de vistahistórico. 227 páginas. Puede encontrarse fácilmente enlibrerías especializadas).

    SÁNCHEZ MORENO, E.: Vettones: historia y arqueología deun pueblo prerromano. Ediciones de la UniversidadAutónoma de Madrid nº 64. 2000. (Compendio sobre elterritorio vettón, sus yacimientos y la cultura que lecaracterizó. De fácil comprensión. 322 páginas. Puedeencontrarse fácilmente en librerías especializadas).

    Para saber más del castro de La Mesa de Miranday de los Vettones

  • ! Fuentes históricas sobre los Vettones

    ROLDÁN HERVÁS, J. M.: Fuentes antiguas para el estudiode los Vettones. Zephyrus nº XIX-XX. Páginas 73-106. 1968-1969. (Trabajo publicado en la revista Zephyrus de laUniversidad de Salamanca. Puede consultarse sólo enbibliotecas de departamentos universitarios de Prehistoria.Relaciona y comenta las fuentes romanas sobre losvettones).

    ! Publicaciones sobre los castros de Ávila

    RUIZ ZAPATERO, G. Y ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R.: Ulaca, lapompeya vettona. Revista de Arqueología nº 216, páginas36-47. 1999. (En bibliotecas y librerías especializadas).

    ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R.: Los castros de Ávila. 1993.(Artículo incluido en la obra general editada por M. AlmagroGorbea y G. Ruiz Zapatero: Los Celtas. Hispania y Europa.Actas del curso de verano celebrado en 1992 en El Escorialpor la Universidad Complutense. Puede encontrarse enlibrerí