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APUNTES SOBRE EL HÁBITAT DOMÉSTICO EN LAS ANTILLAS (Posible prólogo para un estudio que hay que hacer) Trabajo sometido como requisito parcial para la clase Historia 518 Historia del Caribe mayo de 2010 Jorge Ortiz Colom Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe Profesor: Dr. Jorge Rodríguez Beruff

Habitat Domestico en El Caribe

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Ensayo hecho sobre la casa tradicional en las Antillas, originalmente como un proyecto academico, pero se va a continuar como un estudio mas profundo.

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APUNTES SOBRE EL HÁBITAT

DOMÉSTICO EN LAS ANTILLAS (Posible prólogo para un estudio que hay que hacer)

Trabajo sometido como requisito parcial para la clase

Historia 518 – Historia del Caribe

mayo de 2010

Jorge Ortiz Colom

Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

Profesor: Dr. Jorge Rodríguez Beruff

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INTRODUCCION Y CONSIDERACIONES PRELIMINARES

El hábitat es el proceso de vivir el entorno humanizado que habitamos, ocupamos

y utilizamos como escenario de nuestra vida cotidiana. No debe confundirse con sus

elementos constitutivos tales como lo que es el entorno entendido como artefacto fisico ni

solamente las costumbres y comportamientos que se llevan a cabo en dicho artefacto. En

sí es un proceso dialéctico que provoca una continua influencia entre los humanos y los

objetos que usan en su cotidianidad1. Este ensayo pretende analizar especificamente la

situación general sobre uno de los componentes del hábitat, y quizá el más provocador y

visible del punto de vista visual y humano: el de la domesticidad, la vivienda y las

maneras de suplir necesidades personales e intimas por hombres y mujeres en el

Archipiélago.

Este ensayo es una primera aproximación que se hace a un problema denso, rico

en posibilidades y de bastante complejidad; pero que no ha sido adecuadamente estudiado

y solo, de lo que se ha podido analizar, parcialmente documentado. Esto ha provocado

que componentes importantes del hábitat hayan sufrido transformaciones adversas antes

de poder ser aquilatados en sus posibilidades y ver los activos positivos que poseen. El

fin ahora es examinar como la realidad del hábitat doméstico antillano ha sido

documentada e interpretada por fuentes diversas, enfocando en libros y otros documentos

impresos. No pretendo aquí agotar las posibilidades del problema. En todo caso, mi

mayor ambición es prefaciar ahora lo que puede convertirse en un estudio más abarcador

en el futuro.

Las disciplinas del hábitat son varias: arquitectura, urbanismo, ordenamiento

territorial, ciencias ambientales, sociología urbana y rural, y varias otras ciencias puras y

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aplicadas que tocan el asunto desde diversos y múltiples ángulos. Por vivencias e

inclinaciones personales del autor de este ensayo, el énfasis será arquitectónico y

enfocado en los entornos que promueven la domesticidad, incluyendo viviendas,

vecindarios y patrones de comportamiento que se presentan en acatamiento o resistencia

a los escenarios físicos suplidos para sobrellevar la vida. Aunque el énfasis es antillano,

no se pretende una representatividad entre las diversas islas de la región, limitación

causada en parte por la desigual documentación que existe, así como la inestabilidad de la

industria editorial para mantener en prensa fuentes fiables, por lo cual algunas claves son

de difícil acceso o agotadas. El enfoque también trata de ser histórico, orientándose a las

manifestaciones resistentes de hábitats formados en el pasado, y en otro sentido a plantear

aunque sea en enunciado la existencia de un proceso de creación del entorno físico que

prosigue como testigo de una historia en eterna prolongación.

LO DOMÉSTICO EN LA ARQUITECTURA

Tradicionalmente, las historias de la arquitectura enfocaban en los elementos

singulares tales como los grandes monumentos y sobre todo en los heroicos

sobrevivientes de la antigüedad. La vivienda era vista como un accidente, como pura

construcción sin “arte” e inclusive durante las primeras décadas de la institucionalización

académica de la arquitectura posterior a la Ilustración, era un problema que no podía

ocupar los talentos del arquitecto, a menos que se tratara de palacios suntuosos donde se

pudiera aplicar el vocabulario heredado de la tradición europea-levantina con libertad de

presupuestos adecuada. Solo los traumas del siglo XIX - los tránsitos revolucionarios y el

gran crecimiento de las ciudades durante la Revolución Industrial - llevaron el asunto de

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la vivienda a la palestra de los arquitectos cultos2.. La vivienda era provista hasta

entonces en gran medida por maestros de obra al servicio de terratenientes, ciudadanos o

pequeños propietarios, o la vivienda era autogestionada siguiendo patrones, algunos (pero

no todos) respaldados por siglos de tradición.

La gran homogenización de los entornos a partir de la progresiva globalización de

los estilos, unido a las transformaciones opresivas del orden capitalista, causó una

respuesta romántica en las disciplinas intelectuales. Un florecimiento temprano en el

Occidente desarrollado fue el movimiento romántico en las artes, que incluyo varias

escuelas de pensamiento en la arquitectura fomentando los estilos tradicionales y la forma

tradicional de construir a mano y artesanalmente. Ejemplos son el Arts and Crafts

angloamericano, los movimientos originados por el ingles William Morris y otros, el

Deutscher Werkbund de Muthesius en la transición de los siglos XIX y XX3, y la creación

de los primeros grupos enfocados en la creación de un patrimonio doméstico, enfocando

ante todo en el aspecto "irregular" y pintoresco de pueblos medievales y renacentistas. La

armonía "orgánica" y espontánea de los antiguos pueblos europeos fue levantada como

un estandarte de resistencia a la uniformización del nuevo orden socioeconómico4.

Esta nostalgia fue uno de los motores del movimiento conservacionista y

patrimonialista que tomo particular fuerza en algunos de los países líderes de la

Revolución Industrial, y dos de estos países - Francia y Gran Bretaña - eran a su vez

ingentes metrópolis coloniales. Sin embargo estos países exportaban sus modernidades

arquitectónicas a los países colonizados y cierto tipo de academicismo permeó varias de

las ciudades eje del mundo colonial. Ejemplos pueden considerarse Dakar, capital del

África Occidental Francesa y Kingston en Jamaica tras su reconstrucción luego del

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devastador terremoto de 1907. Pero en realidad las ciudades coloniales no eran

recipientes vacíos edificables a voluntad de la moda de los países dominadores. En varios

lugares las ciudades coloniales habían adquirido fisonomías muy particulares producto de

su crecimiento, y no solo recuperando la imagen de los puertos metropolitanos de donde

se colonizaron (como se dice del parecido de San Juan de Puerto Rico con Cádiz, o de lo

que se decía de la antigua ciudad de St. Pierre de Martinica antes de su desaparición en

1902: su parecido considerable con los viejos barrios de puertos galos como Nantes y

Burdeos - aunque se le llamara comúnmente el "París de las Antillas").

EL ENTORNO ANTILLANO

Pasando concretamente al mundo antillano, cuatro siglos de colonización intensa

y la inserción como nodo importante de una globalización fundamentada en un núcleo

capitalista ubicado originalmente en Europa, provocaron una gran discontinuidad al

desaparecer bastante abruptamente las manifestaciones culturales de una población

indígena que en las islas pasaba del millón. El arqueólogo estadounidense Rouse pensó

que los taínos de hecho tenían una capacidad para organizar asentamientos urbanos5 y

manifestaciones culturales que los llevaron al borde de la civilización6.

La desarticulación cultural del taíno no fue completa. A entender de este que

escribe algunos elementos del entorno indígena fueron sublimados dentro de las diversas

tendencias que formaron elementos de la espacialidad caribeña tales como el bohío y el

batey. La evidencia arqueológica apunta a que las casas de los taínos eran generalmente

de planta ovalada, algunas exhibiendo un ingenioso sistema de doble pared que facilitaba

la captación de los vientos; y el uso de clerestorios en el techo7. Esto apunta a cierta

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sofisticación por parte de los indígenas del comportamiento del clima. La forma

rectangular de los bohíos posteriores de la era colonial tiene que buscarse en las casas

rectangulares usadas por los africanos en sus países ancestrales, en la interpretación

europea, ortogonal del bohío indígena8, o posiblemente en los carbets caribes según los

franceses los describieron, estructuras con forma de prisma triangular parecidas a las

denominadas tormenteras aun vistas en las zonas rurales puertorriqueñas. En este caso

había carbets comunales y compartidos y también individuales por núcleo familiar, que

lo rodeaban.

Los españoles, primeros colonizadores de las Antillas, al edificar sus primeros

asentamientos, adoptaron dos tendencias: adaptar ciertos tipos peninsulares como las

casas-fuertes y las quintas, o apropiarse de elementos constructivos indígenas y las

sabidurías de su uso de materiales locales. Sin embargo en este caso la tendencia fue

simplificatoria, y en las primeras descripciones del bohío como las de Oviedo se ve la

"racionalidad" geométrica europea ordenando la forma de la casa indígena9. Se puede

argumentar sin temor a equivocarse que los siglos fundacionales del Caribe (XVI y XVII)

fueron tanteos orientados a buscar un tipo de patrón de habitación que respondiera a los

rigores del clima uniformemente caluroso y muy húmedo en diversos lugares, a la

necesidad de incorporar el trabajo servil y libre para dar viabilidad económica a las

colonias, y la necesidad de establecer una gran cantidad de urbes que sirvieran para

dirigir la domesticación del territorio.

Aunque la plantación agrícola fue el motor productivo de las Antillas coloniales,

los pueblos y ciudades que fueron establecidos por las potencias colonizadoras no fueron

meros apéndices de las mismas. La historiadora francesa Anne Pérotin-Dumon, tomando

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como microcosmo la isla de Guadalupe, ha postulado que las ciudades antillanas de la

colonia desarrollaron una dinámica propia y fueron agentes de evolución y

transformación de sus sociedades. No solo eran lugares de presencia de la autoridad

estatal y del comercio y contacto con las metrópolis y a veces con las islas cercanas, no

siempre de forma "legal". Estas ciudades son lugares que se erigen en oposición al

conservatismo rural y propalaban el cambio en las regiones no sólo por medio del

mecanismo del poder. En las Antillas eran la sede de los mercaderes y comerciantes

exportadores que servían para inyectar capital a las explotaciones agrícolas y mineras y

desde temprano ejercían una función de dominio económico10

.

Las ciudades antillanas - a pesar de sus poblaciones, hacia principios del siglo

XIX, de entre 10 y 30 mil habitantes en su mayoría11

- lograron concentrar números

suficientes de personas como para generar acciones sobre todo en los planos económico y

cultural que hubieran sido inimaginables en un medio rural. Las letras, el teatro, los

protocolos simbólicos del poder estatal, todos cuajaron dentro del medio urbano. E

igualmente las ciudades se convirtieron en las sedes de comercio de importación-

exportación y ante todo de finanzas que dieron a los agricultores el oxígeno económico

necesario desde mediados del siglo XVIII mientras se imponía el uso del equivalente

general monetario sobre formas menos sofisticadas y flexibles de intercambio de bienes.

Siendo estas sociedades desde temprano altamente jerarquizadas y diferenciadas entre los

grupos de gentes según su inserción en la producción de bienes tropicales y a menor

grado minerales, se puede decir sin temor a equivocación que las Antillas fueron un

importante laboratorio económico global para ensayar las posibilidades y limitaciones de

las economías monetarizadas.

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Y monetarización necesariamente conlleva concentración de recursos y por ende

una estructura urbana que se sostiene por medio de cuatro medios fundamentales: a) los

impuestos que permiten la existencia de un mecanismo de estado y poder superpuesto,

intrínsecamente ligado a una estructura centrípeta/centrífuga de tributo y mando desde la

sede del emisario del poder; b) el comercio como la realización de los valores recogidos

de la tierra y procesados y que crea en casi todos los países de la región un conflicto entre

comerciantes devenidos financistas y productores de la tierra; c) los servicios, profesiones

y oficios que recogen necesidades compartidas por productores y ciudadanos y que tienen

como su lógica encrucijada la ciudad, y d) las redes de transporte a escala global

articuladas desde los puertos: facilitadoras del intercambio de bienes, y aun mas de ideas

y culturas.

En resumen, las ciudades se convierten en el nudo de la dinámica

socioeconómica, fenómeno universal según señala Lewis Mumford12

. Y

fundamentalmente tienen que tener residentes permanentes, los cuales se sitúan en

antítesis a los campesinos y latifundistas: citadinos que confraternizan entre si y no se

vinculan duraderamente con el campo.

TIPOS DE CIUDADES

Las ciudades de América tienen orígenes diversos. Algunas fueron

deliberadamente (re)fundadas como sedes del poder de estado - tributario y/o militar -

otras fueron nacidas como cabeceras de zonas explotadas por su producción comerciable.

Hay algunas que propiamente fueron burgos, o sea, asentamientos surgidos a la periferia

de una instalación allí situada por alguna ventaja geográfica, como algunas fortificaciones

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o lugares de concentración ritual (como los peregrinajes: en Puerto Rico, donde tenemos

el ejemplo de Hormigueros). El segundo tipo - la cabecera de zona y centro de comercio

- fue el prevaleciente, lógicamente, en las Antillas y en bastantes casos también

coincidieron con sedes de poder13

.

En muchos países antillanos, las ciudades-sede del poder y de la economía eran

diferentes lo que ha dado paso a históricas rivalidades, algunas aun presentes: San Juan y

Ponce en Puerto Rico14

, Santo Domingo y Santiago en la República Dominicana, Carlota

Amalia y Christiansted en las antillas danesas (hoy Islas Vírgenes de EEUU); Basse-

Terre y Pointe-à-Pitre en Guadalupe, Fort de France y Saint Pierre (hasta 1902) en

Martinica. Otras morfologías urbanas llaman la atención: en el caso de muchas ciudades

hispano antillanas, estas se retiran por lo militar a posiciones tierra adentro mejor

defendibles, o por lo económico a lugares mas centrados dentro de las zonas productivas:

mientras establecen un puerto satélite a cierta distancia también de carácter fuertemente

urbano. Ejemplos son Ponce, Mayagüez y Guayama (el puerto satélite de esta ultima es el

municipio hoy separado de Arroyo, el cual sin embargo conserva su forma de ciudad-

puerto hasta hoy) en Puerto Rico y los pares La Vega (hoy Spanish Town) - Puerto Real

en el sureste de Jamaica y Santiago-Sánchez en tierra dominicana.

Finalmente, hay que postular las jerarquías regionales de los asentamientos -

mientras se densifica la población, se van creando nuevos poblados que articulan

regiones más pequeñas pero más intensamente explotadas, con las sucursales del poder

de estado. Surgidas en su inicio como enclaves del clero y de la autoridad, la cual a

menudo no estaba en sus inicios permanentemente allí, fueron adquiriendo personalidad

durante las fases de expansión final de las economías agro exportadoras en los siglos

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XVIII y XIX; y aun en el xx en ciertos lugares.

Para controlar la complejidad de este estudio, no se toman en cuenta por ahora las

ciudades hechas por empresas - generalmente ingenios azucareros - como pueblos de

compañía o company towns, los cuales tienen unas peculiaridades muy específicas.

Advierto que en algunos casos, estos poblados, cuando fundados en época temprana

(como Falmouth en Jamaica) han madurado a asentamientos de una dinámica más

convencional, y por tanto sí son objeto de esta mirada sinóptica.

Habiendo planteado esta diferenciación y taxonomía de las ciudades antillanas,

queda entonces la aproximación de este ensayo hacia el hábitat doméstico de las ciudades

antillanas, a abordarse eventualmente en tres aspectos fundamentales:

Los tipos de hábitat: del poder, del gran productor, del pequeño o precario

productor, de los pobres o "ejercito de reserva"

La vivienda como objeto: su forma, espacialidad y los valores culturales que

encarna

La relación entre vivienda y ambiente urbano - su interacción y penetrabilidad

real o simbólica

y el enfoque va a ser el testimonio de las épocas de hegemonía de la economía agro

exportadora la cual se extiende, en términos generales, como parte relativamente robusta

de la economía local hasta mediados del siglo XX. Se ha establecido un tanto

arbitrariamente un límite de 1950 como año en el cual se detiene el análisis pero este no

es rígido ya que en algunos casos la forma de lo doméstico se sigue reproduciendo aun

después. Es un ambiente de urbes relativamente pequeñas al lado de las mega ciudades

hoy existentes: la mayor en esa época era la Habana en Cuba, en 1950 con apenas un

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millón de habitantes, unas dos veces mas que San Juan de Puerto Rico. La mayoría de las

poblaciones antillanas de presencia regional o insular/nacional eran entonces de entre

diez mil a doscientos mil habitantes y todavía relativamente compactas alrededor de

centros definidos como plazas, parques o muelles. Tres fueron fortificadas - San Juan de

Puerto Rico, la Habana y Santo Domingo - pero solo la primera aun conserva gran parte

de los muros originales.

En las Antillas existen los trazados geométricos en damero como los más

comunes, pero también hay poblaciones hechas según el principio radial, convergiendo

hacia un punto de concentración. La forma actual tiende a tener varios elementos

incluyendo zonas ortogonales y otras surgidas con más espontaneidad, estas últimas

tienden a ser sedes del hábitat precario. Las ciudades de las antillas españolas tienden a

tener plaza central con las instituciones fundamentales de estado e iglesia frente a una

plaza central, pero también hay dameros en islas de otras influencias coloniales. Algunas

ciudades como Carlota Amalia en las antiguas antillas danesas tendieron a crecer sin un

plan organizador y su forma refleja la importancia económica de su puerto y almacenes,

que forman un eje primario del cual se ramifica el resto de la urbe, incluyendo el distrito

ortogonal llamado del "Rey" hacia el este donde se concentraban las funciones de estado.

Saint-Pierre de Martinica (antes de 1902) y Basse-Terre de Guadalupe reflejan una

génesis y evolución similares.

FORMAS DE VIVIENDA

Siguiendo los planteamientos del antropólogo australiano Amos Rapoport, se

postula que la forma de la vivienda es ante todo de origen cultural15

, la cual logra crear

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decisiones sobre el carácter de la misma, si bien los materiales, el clima y factores

extrínsecos como la reglamentación tienen su importancia y no pueden sacarse del medio.

Por lo tanto, se va a ver en las Antillas, generalmente, cinco tipos de viviendas

urbanas con impacto en su paisaje16

:

El modelo "europeizante": con formas generales tomadas del urbanismo de

ciudades europeas - pero normalmente los puertos de embarque y ligazón con la

región, NO las ciudades metrópoli o capitales de aquellos países. Estas viviendas

derivan su forma ante todo de su relación con el paisaje urbano y la tendencia de

edificarlas sobre medianeras, y se criollizan como quiera en su distribución

interna, materiales y varios detalles. Se hallan en algunas ciudades puerto

consolidadas durante la era colonial: La Habana, San Juan de Puerto Rico,

Willemstad en Curazao, y fueron la forma prevaleciente en Saint-Pierre de

Martinica antes de su desaparición en 1902. También varias ciudades de costa

firme como Coro en Venezuela o Cartagena en Colombia son de este tipo.

El modelo criollo: estas toman una forma externa mas vinculada con elementos

culturales desarrollados en el Caribe, subsumiendo detalles y elementos europeos

en muchos casos los cuales se reinterpretan en una matriz espacial nueva. En las

ciudades, se edifican a menudo libres sin compartir medianeras con otras e

incorporan elementos tales como balcones amplios. Se hallan en todo tipo de

ciudad, aunque son relativamente o bastante escasas en aquellas donde el modelo

europeo prevalece. Ejemplos de estas ciudades son Ponce, Guayama y San

Germán en Puerto Rico, Trinidad y Santiago en Cuba, Santiago de los Caballeros,

Puerto Plata y Monte Cristi en suelo dominicano, Puerto Príncipe y Jacmel (antes

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del terremoto), y Jeremie en Haití, las tres - Carlota Amalia, Christiansted,

Frederiksted - de las Islas Vírgenes de EEUU, Bridgetown en Barbados, Pointe-à-

Pitre de Guadalupe y la gran mayoría de las de Jamaica y las otras Antillas

Menores.

La casa pequeña o “de artesano”: Usualmente ocurre en ciudades donde existe

la casa criolla como modo prevaleciente. En las ciudades de modelo europeo se

relega a zonas periféricas o los pequeños empresarios viven en viviendas

colectivas (ver abajo) o en viviendas señoriales subdivididas, a menudo en

regimenes de alquiler.

La vivienda colectiva: las casas multifamiliares se subsumen a veces dentro del

tipo de los tipos "europeo" o criollo y a menudo en el primer caso son

arquitectónicamente difíciles de distinguir de las casas de la élite, si bien en otros

casos se hacen unidades colectivas en patios o subdividiendo casas señoriales,

asignando uno o dos cuartos por familia. Un caso conocido de vivienda colectiva

urbana del segundo tipo es el solar habanero, reservado a personas humildes pero

necesarias por sus oficios o tareas de estar presentes en la dinámica de los centros

urbanos.

La vivienda precaria: fenómeno de creciente importancia hoy día, se acomoda

en zonas o bolsillos de marginalidad, a menudo clandestinamente - a mayor o

menor paciencia del estado y los propietarios de los terrenos afectados. Esta

plantea una afinidad con la vivienda campesina ya que muchos de los ocupantes

de estos lugares son trasplantes recientes del medio rural y su cultura de hábitat

viene fuertemente sesgada a replicar lo previamente conocido.

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Existe en rigor un sexto tipo que es la vivienda por apropiación, que tiene

expresiones diversas incluyendo el squatting de edificios, muchos con propósito

original no residencial; o el enclave dentro de sitios de dominio publico o

semipúblico (calles, cobertizos, zaguanes, portales). Aunque le dan impronta al

paisaje de la ciudad, no crean nuevas realidades formales permanentes y tampoco

se evalúan en este ensayo.

Los tipos criollos, pequeños y precarios han sido usualmente los más estudiados

dentro de las viviendas tradicionales. Algunos estudios han sido hechos sobre las

colectivas, notablemente en la Habana donde el tipo aun es abundante, aunque el estudio

del arquitecto puertorriqueño Edwin Quiles San Juan tras la fachada ha esclarecido la

existencia de varios tipos de vivienda colectiva densa tras la fachada "europea" de su

ciudad-sujeto. Pérotin-Dumon postula la creación de casas colectivas, con varios

apartamentos cada una, en Pointe-a-Pitre (Guadalupe) para subsanar los altos costos de la

tierra durante su época fundacional a fines del siglo XVIII17

.

Hago mi enfoque en los tres tipos antes enumerados por este hecho, y por ser en

mi opinión donde existe el mayor genio cultural de constructores y maestros de obra

antillanos en hacer una realidad urbana con personalidad propia y a tono con realidades

culturales y de otro tipo (económico, social, político, inclusive militar).

Para los investigadores en el campo de la arquitectura, antropología e historia un

estudio comprensivo sobre la evolución de la casa urbana necesita una descripción visual,

formal y funcional de la misma, entendiéndose por función la manera en que la casa se

usa y la manera en que los espacios fomentan o impiden determinados comportamientos

y acciones: en si es la manera en que la casa-objeto interactúa con el ser humano.

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Como antes dicho, una vez que se reenfoca la ciudad antillana como lugar de la

presencia de un poder y cultura - sean dictadas por el Estado o la economía - esta se

convierte en un protagonista de la vida colonial o nacional con la capacidad de modificar

el entorno físico, espiritual y cultural de la misma. Sin las ciudades, sea como reacción

contra ellas como ventosas que con sus comerciantes chupaban las plusvalías de la vida

rural, o como domicilio de unos grupos ilustrados abiertos a ideas de libertad traídas por

el intercambio, no se hubiera dado el cambio histórico y social que ya es conocido. Y los

edificios y viviendas de las ciudades son sus bloques constitutivos que conforman el

conjunto urbano.

LA CASA CRIOLLA, AÑORANZA Y ESTANDARTE

Sin duda las viviendas criollas son un símbolo de la historia antillana. Antes del

contacto con Europa, buena parte de los asentamientos tropicales eran aldeas agrícolas en

las cuales se agrupaban tribus o clanes, muchas veces ordenadas por un orden de

proximidad topológica más que por una geometría abstracta. Las Antillas tenían dos tipos

fundamentales de asentamiento: el taíno, conocido por crónicas mayormente, consistía de

una agrupación de casas de pequeño o mediano tamaño - algunas de ellas albergando

grupos familiares relativamente grandes - agrupadas alrededor de un espacio central que

servia para agrupar los residentes y para ceremonias cacicales o ceremoniales-religiosas

masivas. Sobre este tipo de asentamiento, debido a la rapidez con que se abandonó en la

primera mitad del siglo XVI, no ha habido detalles claros; actualmente algunos estudios

arqueológicos están empezando a definir detalles y desbancar lugares comunes.

Las casas taínas de las cuales se ha hallado evidencia mediante postes o zocos

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eran de planta usualmente ovalada y se ha sabido de algunas que tenían una "doble piel"

que permitía recoger las brisas e inducirlas hacia el interior. No tenían cerramientos

permanentes y eran relativamente altas, así disipando el calor18

. No se han hallado

pruebas de los caneyes rectangulares mencionados por los cronistas. Los caribes de las

Antillas menores fueron mejor documentados: usaban una vivienda colectiva en forma de

prisma triangular - parecida de cierta forma a las tormenteras de Puerto Rico, pero más

grande - denominada carbet por los franceses pero dormían en chozas más pequeñas de

similar forma, dispuestas alrededor de este carbet.19

La tendencia de los primeros colonizadores europeos fue variada: algunos

hicieron casas-fuertes como el caso de la de Ponce de León en Caparra20

, otros

aparentemente fueron adaptando las formas indígenas, o trataron de adaptar vernáculos

traídos de sus lugares de origen. Tras un proceso de prueba y error del cual queda muy

poca documentación salvo algunas descripciones vistas por los cronistas, quienes al no

tener trasfondo en arquitectura o construcción no tenían las palabras justas para describir

los fenómenos el proceso, finalmente se fue configurando una tendencia a tres tipos

fundamentales en las islas: las casas de hacienda, las casas en población y las chozas

(huts en ingles y cases en francés). Las casas de hacienda no son parte de este ensayo y

no enfocare en ellas, salvo cuando sean el mejor ejemplo disponible para ilustrar algún

planteamiento.

Los primeros dos tipos tuvieron influencias mas europeas siendo estos lugares

habitats de colonos mientras que las chozas antillanas resultarían como un mestizaje de lo

indígena y lo africano. De hecho, varios elementos formales de la choza antillana como

su forma rectangular y techo de armadura o caballete derivan más su origen en las

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16

viviendas ya entonces construyéndose en África occidental21

. Pero a la choza regresare

mas adelante.

Las poblaciones españolas del siglo xvi, primeras en afincarse en suelo antillano,

se levantaron con casas "auto contenidas" normalmente organizadas, como las del país de

origen, sobre extensos patios interiores que eran el centro de la vida familiar y principal

punto de recibo. Como en España, las casas tendían a presentar muros al exterior y

definir con las construcciones y muros perimetrales un dominio privado; la transición era

por medio de grandes portones22

. A su vez se introdujo la obra en piedra y ladrillo en

islas donde hasta entonces dominadas por la arquitectura de materiales vegetales

abundantes. La madera fue relegada a los techos (teja española sobre armaduras) y

cerramientos. Las de San Juan tienden a conservarse en imágenes ya que la brutal

redensificacion de la ciudad durante el siglo XIX eliminó o alteró considerablemente

todos los ejemplos existentes, pero aun puede verse su recuerdo en imágenes

contemporáneas de los siglos XVII y XVIII.

Igualmente, los otros poderes colonizadores ensayaron con establecer su

morfología ya conocida en las primeras ciudades que fundaron. Esto le da a las ciudades

"decanas" de las colonias su decidido aspecto europeo, si bien hay que advertir que como

dicho antes muchos rasgos espaciales y tectónicos fueron al paso del tiempo

“criollizados" o adaptados al clima y materiales disponibles. Muchos pueblos secundarios

presentaban una forma improvisada; tal las descripciones verbales de O'Reilly en Puerto

Rico (las casas como "palomares", 1787)23

y las ilustraciones de Plée (1820-5)24

de

Puerto Rico y las islas francesas.

El siglo XVIII, con los adelantos de la navegación y la expansión agresiva de los

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imperios ingleses y franceses alrededor del mundo, provoco un mayor intercambio y

difusión de imágenes e ideas. A su vez empezaría una transición a un capitalismo más

moderno en varias zonas coloniales sobre todo las Antillas. El vertiginoso crecimiento de

zonas tales como el Saint-Domingue francés - hoy Haití - demostró la viabilidad de las

Antillas como sitio agro exportador y centro económico de un comercio de exportación

que podía apuntalar el crecimiento de las metrópolis.

La forma criolla pierde sus orígenes exactos en el tiempo, pero pueden hallarse

unas aproximaciones bastante lógicas a su eclosión. En dibujos hechos en la tercera

década del siglo XIX por el explorador naturalista francés Auguste Plée (1786-1825)

pueden verse en algunas vistas de las Antillas francesas y Puerto Rico imágenes donde ya

se levantan viviendas que empiezan a incorporar elementos criollos tales como los

grandes balcones25

. Esto al menos plantea la posibilidad de que el estilo haya tenido auge

con la expansión económica ocurrida en el Caribe luego de la paz europea de la década

previa, y en el caso de Puerto Rico, con los incentivos dados por la corona española con

la Cedula de Gracias del 10 de agosto de 1815. Primero hay que señalar sus

características, con las diferencias respecto a ensayos previos de viviendas urbanas

antillanas26

:

El uso de los balcones o galerías exteriores como transición entre interior y

dominio público, convirtiéndose espacial y visualmente en la característica

dominante de las fachada. Modelos anteriores no usaban balcones o los

presentaban como pequeñas protuberancias a menudo sin más función aparente

que proteger alguna puerta o ventana de la lluvia. Los balcones criollos son

efectivamente espacios habitables y utilizables, y su papel de espacio transicional

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eclipsa otros métodos de transición exterior-interior.

algún grado de jerarquizacion del espacio interior. En los modelos anteriores de

casas en patio, este era el espacio aglutinador principal alrededor del cual se

agrupaban las celdas espaciales. En las casas criollas las salas y áreas de estar se

hacen centro y foco de la vida familiar, y se hacen espacio central del cual se

ramifican los demás. En algunos países inclusive la sala va a revestir cierto drama

espacial al convertirse una de las paredes en una mampara decorativa semiabierta

- como los llamados pasamanos dominicanos o los medios puntos de las casas de

Puerto Rico. La jerarquizacion incluye la segregación para los grupos serviles

(esclavos y luego libres) que operaban el servicio doméstico de los amos. Estos se

relegaban a la parte posterior, que a menudo toma la forma de una extensión o

protuberancia denominada martillo en los países hispanoantillanos.

El patio como espacio complementario y accesorio, perdiendo su centralidad en

los países hispanoantillanos. El patio cumple funciones instrumentales y de

desahogo - huerto, almacenaje de vehículos y bestias, mantenimiento, funciones

segregadas de la casa principal por generar olores, humos, o humedad.

Técnicas de construcción a menudo adoptadas de la carpintería naval o de

aquellas conocidas por los esclavos africanos, asunto evidente en la complejidad

de muchos armazones y el uso frecuente de los techos a cuatro pendientes que se

prestaron idóneos para resistir los vientos huracanados. Estas se combinan con

varios tipos de materiales duros entre ellos piedra, mampostería, ladrillo y

últimamente hormigón.

Ciertas adaptaciones al clima, especialmente el uso de plafones altos, rejillas de

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ventilación, uso de montantes (transoms) sobre las puertas y el empleo

generalizado de persianas de madera para matizar el flujo de aire. Estas reflejan

un reconocimiento de la presencia continua de brisa lo cual permite usarla para

disipar el calor en combinación con la estratificación vertical (o sea, que el aire

caliente suele ascender dejando el mas fresco abajo. Es por eso que los altos

plafones de las casas son incorrectamente vistos hoy día como un desperdicio de

espacio, cuando eran en realidad herramientas necesarias para lograr mover el aire

y refrescar el ambiente.

La casa casi invariablemente esta levantada sobre una base o zócalo: por lo tanto

es necesario ascender una escalera para llegar a su interior. Esta puede ser

exterior, frente (si el espacio lo permite) o al lado del balcón frontal, aunque se ha

visto casos de acceso lateral (esto es común en Puerto Rico en casas de Mayagüez

y San Germán). Algunas de las casas son niveles altos sobre uno inferior dedicado

a almacén, tienda o comercio: en estos casos el ascenso suele ser por una escalera

lateral externa o por un zaguán interior lateral.

En la mayoría de los países suele verse una tendencia a construir con dos

sistemas: uno de material duro abajo, dirigido a proteger contra los fuertes vientos, y otro

de armazón de madera arriba, visto como más flexible para los frecuentes terremotos de

la zona. Las formas de techo generalmente son inclinadas con dos o cuatro pendientes, y

las cubiertas pueden incluir teja redonda o española, teja “francesa” o acero galvanizado

corrugado. La vivienda criolla en Cuba tiende a favorecer los materiales "fuertes" (piedra,

ladrillo y mampostería) reservando la madera para los cerramientos y las armaduras de

techo. Mucho detalle en Cuba es de inspiración renacentista o morisca, cosa apenas vista

Page 21: Habitat Domestico en El Caribe

20

en otras islas. Otra particularidad de las casas cubanas es la evolución del balcón a un

portal semipúblico que en algunos casos cubre las aceras, como en ciertas zonas de La

Habana, aunque esto se ve también en provincia27

.

La vivienda “formal” en los pueblos se decanta en dos tipos generalmente

visibles:

una que puede llamarse, como se ha dicho algunas veces en este ensayo,

“señorial” que consiste de aquella donde residen aquellos con mayor capital

disponible, sea como comerciante, almacenista o prestamista, o como la vivienda

urbana de familias terratenientes.

La otra es vivienda más modesta y ubicada en terrenos de menor extensión y

acostumbra albergar a aquellos con poca propiedad o quienes desempeñan

trabajos asalariados u oficios esenciales para subsistir. A esta la llamare vivienda

"artesanal" ya que era hábitat común de los artesanos libres de los pueblos.

Una particularidad de la vivienda es que aunque posee cierto grado de orden

geométrico y simetría, este no es un concepto que amarra la forma arquitectónica de la

misma. La posibilidad de añadir colgadizos y apéndices, así como estructuras accesorias

dentro de los terrenos, va dando a estas viviendas una transformación paulatina en el

tiempo y una particular volumetría con “personalidad”.

LA VIVIENDA DE LOS "ARTESANOS"

Los vecinos que no están directamente vinculados con el proceso de producción o

distribución de mercancía – o sea, funcionarios de estado o militares (cuando no residen

en sus plazas fuertes), profesionales liberales, rentistas y otros viven en uno u otro tipo de

Page 22: Habitat Domestico en El Caribe

21

estas viviendas conforme a su ubicación social y capitales economizados. Algunos tienen

sirvientes pero estos pueden ser diurnos y a diferencia de las casas señoriales no

necesariamente viven dentro de la casa sino en viviendas precarias imbricadas dentro del

tejido urbano28

.

Las viviendas artesanales poseen algunos elementos formales de las señoriales

aunque a grado más modesto. En algunos paises, por la falta de espacio interior, se

prescinde del balcón, pero (al menos en el caso de Puerto Rico) no siempre así. Algunos

de estos trabajadores pobres pueden tener viviendas precarias insertadas no dentro de

arrabales sino imbricadas de forma aislada dentro de intersticios en las manzanas de la

ciudad formal, cuando no ocupando las periferias inmediatas a veces alineándose en la

matriz urbana (como se ve en ciertas fotografias de principios del siglo xx).

En muchos lugares estos grupos sociales vinculados ante todo por su capacidad

económica se categorizar por medio de su trasfondo de origen o inclusive por su color de

piel. En ciertas Antillas como en las francesas y muchas inglesas hay una tendencia

bastante nítida de que los vecinos, conforme a su origen y razones para su migración a las

islas, a ubicarse en determinadas posiciones en la sociedad, y presentan en su hábitat una

clara diferenciación económica de su posición.

En el caso de las casas denominadas criollas esto tiende a crear cierta jerarquía

basada en el tamaño de la casa y el frente de calle, el cual se puede medir con la cantidad

de crujías de ancho que tenga. – cada crujía representa una habitación o espacio habitable

de ancho. Hay muchos casos donde las casas tienen una sola crujía de ancho

extendiéndose en profundidad. Esto es así con cierto tipo de casa vista originalmente en

Haití, la cual fue adoptada en ciudades costeras del golfo de EE.UU. donde recibieron el

Page 23: Habitat Domestico en El Caribe

22

apelativo de shotgun houses. El antropólogo estadounidense John Michael Vlach ha

hecho varios estudios importantes donde ha hipotetizado con bastante evidencia la

migración de este patrón desde las viviendas artesanales urbanas y campesinas de la isla

antillana.29

En población se puede encontrar la presencia de un grupo de empleados

asalariados, artesanos (herreros, toneleros, carpinteros, zapateros, sastres, etc.) que sin

tener propiedad agrícola sirven a los residentes de y visitantes a la ciudad pero que no

disponen generalmente de grandes sumas de dinero ni acceso a los mejores terrenos en

ciudad.

LAS VIVIENDAS PRECARIAS

Ya desde el siglo XVIII se van observando asentamientos perifericos irregulares

que corresponden a las poblaciones mas pobres, creciendo en los margenes, laderas y

zonas no deseadas proximas a los pueblos. Inclusive en San Juan, con todo y su

regimentacion de ciudad amurallada, aparecen segun Edwin Quiles varias zonas

informales ubicadas hacia la parte norte de la ciudad, incluyendo la primera iteración de

Ballajá y otro sector llamado “Culo Prieto” no lejos de lo que es hoy La Perla, solo que

esta vez en intramuros30

.

De la informacion que se ha recogido estas casas precarias tenian gran similitud

con los bohíos o chozas rurales, siendo usualmente ocupadas por recien llegados de los

campos o plantaciones, aunque tambien recogian pobladores urbanos que por su

insolvencia no podian vivir en una casa propia ni alquilada "decente". Pérotin-Dumon ha

identificado tambien zonas precarias surgidas a principios del siglo XIX en las dos

Page 24: Habitat Domestico en El Caribe

23

poblaciones de Guadalupe, y esto se debe a la formación de trabajadores pobres libres

que crean un intersticio de libertad frente a la esclavitud, aun entonces en vigor31

.

Ahora bien, estas viviendas - las artesanales y las precarias - forman la base para

el otro polo importante del vernaculo antillano que se puede denominar "cabaña" - los

francoparlantes Berthelot y Gaumé usan su equivalente, "case". El tipo de la cabana se

halla practicamente en todos los paises antillanos y el estudio Kaz Antiyé: jan moun ka

rété de estos autores (del cual mas abajo hablare otros detalles)32

hace una taxonomia

comparativa de las vistas en distintos lugares del Archipiélago, e igualmente postula

tambien su similitud con modelos africanos comparandola con la de la etnia Boni,

cimarrones de origen africano de las Guayanas sudamericanas, de la cual pudieron

extraer información sobre su vernaculo.

Las cabañas usualmente son de una a cuatro habitaciones normalmente

subdivididas en partes iguales, tienen forma cuadrada o rectangular y un techo de dos o

cuatro pendientes. Por su tamaño reducido, muchas en su forma original carecen de

balcón aunque a menudo es añadido. Muchas de estas casas crecen con la adición de

colgadizos adheridos a los lados. Muy frecuentemente se hacen de una manera tal que

puedan ser desprendidas de sus cimientos y transportadas, lo cual es una necesidad para

los trabajadores rurales de la caña quienes no tienen derecho a usufructuar la tierra, a

menos que sean empleados de una central o de un colono particular. Esto ha dado nombre

a algunas de estas casas, en particular la denominada chattel house (la palabra inglesa

chattel se traduce más o menos como "propiedad mueble personal") en la isla de

Barbados.

Page 25: Habitat Domestico en El Caribe

24

LOS ESTUDIOS SOBRE EL VERNACULO ANTILLANO

En general, los estudios sobre arquitectura vernácula son de relativamente

reciente factura, y en su gran mayoría surgen durante el siglo xx. No que el vernáculo no

tenga record previo: de hecho, muchas veces hay descripciones muy precisas en la

literatura, especialmente en la narrativa realista que fue principal desde mediados del

siglo xix. Usualmente estas viviendas pobres eran metáfora para los cuentistas y

novelistas de miseria y atraso, en algún caso imagen de un primitivismo curioso que solo

entonces, con la intensificación de las exploraciones europeas en África, Asia y Oceanía,

se iba dando a conocer. Con el paso de las décadas, el vernáculo - particularmente el no-

occidental - se ha convertido en objeto de curiosidad clínica sobre todo por antropólogos

y algunos arquitectos.

El enfoque estructuralista sobre las formas del vernáculo, catalogando las

viviendas ante todo por su forma y estableciendo tipos que se entiende son reproducidos

sistemáticamente es un desarrollo relativamente reciente. En las Américas, posiblemente

el estudio-ejemplo para este enfoque es Folk housing in Middle Virginia33

(1968) del

antropólogo estadounidense Henry Glassie, el cual estableció una metodología para

muchos estudios posteriores. En esta los sujetos, las viviendas son vistas como artefactos

que por su forma y evolución (muchas veces fácilmente determinable ya que las huellas

del cambio quedan en el sitio) expresan una historia oculta, de hecho Glassie las define

como el texto mas elocuente de la historia de los pobladores de la región. Emplea

métodos tipológicos inspirados en el estructuralismo para hacer una catalogación de las

casas-artefacto. Sin embargo, él plantea que la diferencia real entre la arquitectura

vernácula y la culta no es su esencia, materialidad ni proceso de diseño y construcción:

Page 26: Habitat Domestico en El Caribe

25

sino mas bien la falta de reconocimiento de la misma en el canon oficial de la

arquitectura con pedigrí34

. El vernáculo "sato" no ha sido materia sustantiva de estudio

por los arquitectos de las Antillas hasta fecha relativamente reciente.

Esto no quiere decir que haya descripciones previas: muchos de los libros-

testimonio hechos por cronistas, viajeros y funcionarios tienen descripciones a veces

someras sobre la casa vernácula. En el caso de Puerto Rico las descripciones de Fray

Iñigo Abbad y Lasierra35

y del Mariscal Alexander (Alejandro) O'Reilly son bastante

conocidas. También abundan en la literatura de corte realista escrita en el Archipiélago

desde el segundo tercio del siglo XIX y a veces en el arte pictórico (el impresionante

Velorio de Francisco Oller36

viene a la mente). En algunas narraciones los distintos

ambientes domésticos ayudan a ubicar y diferenciar personajes en las tramas: solo citaré

para ejemplo dos novelas: El negocio (1893-1903, publicada 1922)37

del puertorriqueño

Manuel Zeno Gandia, y ambientada en la ciudad de Ponce a fines del siglo XIX; y Rue

Cases-Nègres (1948)38

del martiniqués Joseph Zobel, sobre la vida de un joven que sale

del cañaveral a la ciudad y luego logra hacer estudios universitarios. Posteriormente los

científicos sociales hicieron sus propias descripciones, aunque como auxiliares de

crónicas sociales y no como un asunto de estudio primario en sus obras.

El vernáculo arquitectónico como motivo de estudio serio y autónomo en las

Antillas no vino a verse hasta los años 1970. Entre enero y febrero de 1979, la

antropóloga estadounidense Carol F. Jopling visito Puerto Rico e inicio un trabajo de

investigación sobre la casa puertorriqueña adaptando los procedimientos iniciados por

Glassie y los postulados culturalistas de la forma de Rapoport, para lo que se hizo un

extenso reconocimiento de toda la isla39

. Solo en 1988 salio el libro producto de esta

Page 27: Habitat Domestico en El Caribe

26

investigación, Puerto Rican Houses in Sociohistorical Perspective40

, en el cual se

establece ante todo un análisis tipologico de la casa puertorriqueña, mayormente en zona

urbana. El estudio de Jopling es ante todo descriptivo, si bien también incluye un

trasfondo histórico. Pero no se establece nítidamente un modelo de evolución de los tipos

y las categorías estilísticas y descriptivas usadas por la autora en su taxonomía no han

sido exentas de crítica ya que ella cataloga las casas estudiadas solo por su tipo formal y

su estilo ornamental.

En 1982 el arquitecto guadalupense Jacques "Jack" Berthelot y su socia francesa

residente en la isla, Martine Gaumé, publican posiblemente uno de los estudios mas

serios sobre el tema del vernáculo antillano bajo el titulo creole Kaz Antiyé- Jan moun ka

rété (“Cabaña antillana - forma nuestra de habitar”, en adelante "KA") y subtitulado, esta

vez en su francés original, como L'habitat populaire aux Antilles41

. KA es un estudio

monográfico de la cabaña antillana como expresión de una cultura y forma de habitar, y

se arraiga mucho mas exitosamente en trasfondos históricos y antropológicos. Además se

aborda el sistema de construcción como proceso formativo del hábitat y manifestación de

solidaridades familiares y comunitarias42

. KA además hace un estudio comparativo del

tipo cabaña a través de diferentes países mostrando como cada isla marca diferencias43

.

Inclusive KA se plantea si el modelo de cabaña puede subsistir dentro de la

modernidad que ha transformado el entorno antillano44

. Estilo constructivo basado en la

madera, el vernáculo de la cabaña no ha traducido bien a las exigencias del material y aun

al momento de escribir este ensayo, tantea con una forma mas actualizada, situación

agravada por la introducción de la vivienda producida en masa y la tendencia de esta a

dividirse en numerosas habitaciones pequeñas y espacio de bajo puntal, ambas cosas en

Page 28: Habitat Domestico en El Caribe

27

negación abierta del clima y de los patrones sociales tradicionales.

Otros elementos del vernáculo han sido estudiados temáticamente. El autor de

este ensayo ha hecho varios intentos de documentar los patrones vistos en la envoltura del

espacio doméstico y la transición entre público y privado, postulando tres patrones - el

batey, el zoco o elevación de la casa, y la presencia del balcón - como fundamentales en

el caso de Puerto Rico45

. Luego se ha hecho otro estudio mas extenso del batey como

idea y, en cierto sentido, imaginario46

. El balcón, si bien tomando sólo los ejemplos de

Santurce, ha sido examinado in extenso por un libro reciente47

del arquitecto

puertorriqueño Edwin Quiles; el papel social del balcón como espacio eje de la

cotidianidad urbana es ampliamente discutido allí.

En otros países ha habido interés por detallar estos elementos del vernáculo y en

este sentido la porción de "Arquitectura vernácula y popular" redactada por el arquitecto

dominicano Esteban Prieto Vicioso de un reciente libro sobre la arquitectura de su país es

notable por la amplitud de miras que trae a la discusión de su sujeto48

.

Prieto indica que ya en los 1980 se había hecho una exposición viajera sobre el

vernáculo antillano que se llego a exhibir en varios países y que propicio una definición

articulada a nivel regional, la cual fue postulada durante un seminario hecho en la

(irónicamente, moderna) ciudad caribeña mexicana de Cancún en 1989, y que dice:

“La arquitectura vernácula del Gran Caribe es el resultado de la mezcla e

integración de las experiencias formales y constructivas de la población aborigen

de la región y de los aportes africanos y europeos; de ahí su riqueza cultural

singular y distintiva, ya que se trata de una arquitectura que responde a una

unidad familiar y demás edificaciones de actividades complementarias de la

comunidad, con materiales propios de la región, que mantiene sistemas

constructivos específicos con la presencia de elementos industriales simples cuyo

Page 29: Habitat Domestico en El Caribe

28

resultado volumétrico, sus relaciones espaciales, el color y el detalle identifican

al grupo que la produce, respondiendo a una manufactura artesanal siempre con

la participación del usuario”. 49

El vernáculo, con mayor o menor interpretación ahora tiene lugar en muchas

historias o manuales recientes de la arquitectura antillana, y la casa va recuperando su

valor frente a los edificios de mayor valor monumental o simbólico que han sido

tradicional énfasis por muchos autores. En Cuba parte de ese vernáculo temprano fue

explorado por Weiss y Sánchez50

en época temprana; luego otros escritores como las

estadounidenses Pamela Gosner51

– advirtiendo que su libro, que también cubre a Santo

Domingo y Puerto Rico, no es un estudio erudito sino de divulgación – y Rachel Carley52

han enfocado la casa, en sus diversas iteraciones, como uno de los puntales

arquitectónicos del patrimonio de la antilla mayor. Por otra parte, la cubana Lillian

Llanes también trata extensamente el ambiente doméstico de su país53

aunque la falta de

planimetrías hace un poco difícil comprender algunas relaciones espaciales que ella

describe. Sin embargo describe prolijamente las casas analizadas y vincula su forma con

el comportamiento social de la época en que se levantaron.

En un artículo poco conocido en Puerto Rico por haberse editado en inglés en

Jamaica, el puertorriqueño Jorge Ortiz Colom del Instituto de Cultura Puertorriqueña

(redactor de este ensayo) también entra en cierto nivel en las características de la casa

puertorriqueña – sanjuanera y fuera de la capital – con el fin de adjudicarle características

particulares a cada tipo conforme a la época en que surgieron54

. La brevedad del artículo

sin embargo no permite la profundización adecuada.

En el caso de Puerto Rico la obra escrita del arquitecto Jorge Rigau es

Page 30: Habitat Domestico en El Caribe

29

fundamental, por la profundidad de su documentación, para entender ciertos elementos

de la forma urbana y doméstica. En este caso su obra más útil es su estudio sobre la

arquitectura puertorriqueña, Puerto Rico 190055

, especialmente los capítulos I, sobre la

reglamentación urbana, y el IV, denominado “La cosecha” donde analiza de forma

somera y muy general varios tipos de obra que conforman la fisonomía urbana

puertorriqueña, en especial las casas individuales o multifamiliares y las escuelas. .

En las antillas menores la bibliografía aunque más difícil de ubicar existe. Hay

que notar el libro cuidadosamente anotado, aunque un poco parco de ilustraciones, sobre

St. Thomas de Frederik Gjessing y William Maclean56

y otro de ilustraciones de Carlota

Amalia por Edith de Jongh Woods57

que aunque no penetra los interiores muestra con

clínica precisión de dibujo a mano alzada el carácter público de las casas santomeñas. No

hay libros similares sobre la vecina isla de St. Croix pero existe una excelente crónica del

desarrollo del movimiento patrimonialista en esa isla otrora emporio azucarero y

comercial58

.

La antes mencionada Pamela Gosner tiene un libro sobre Jamaica, Haití y las

Antillas Menores59

que como el otro es de divulgación sin pretensiones eruditas. También

se ha examinado un libro sobre Jamaica de la autoría de Geoffrey de Solá Pinto con

ilustraciones y edición de Anghelen A. Phillips que ayuda a conocer algo sobre las

casonas criollas de dicha isla anglófona60

. Hay otro material esparcido mayormente por

anuarios, revistas, artículos de prensa y material de divulgación turística. Un libro de

especial mérito, aunque su enfasis no es urbano, es el de Jean-Luc Cailloux, Nathalie

Hérard y Philippe Hochart sobre la islita francesa (y por un tiempo sueca) de San

Bartolomé61

, el cual usa un enfoque analítico bastante parecido al visto en KA y establece

Page 31: Habitat Domestico en El Caribe

30

tipos diferenciados de viviendas, e igualmente proyectos modernos basados en la

tradición.

En 2009, el Institut pour la Sauvegarde du Patrimoine National (ISPAN) de Haití

inició una serie disponible por vía cibernética de boletines en formato *.pdf que están

ayudando a difundir los valores del patrimonio haitiano62

. Han presentado imágenes,

entre otras, de las casas de la olvidada ciudad sudoccidental de Jérémie – en donde se

hizo una exposición sobre este patrimonio en peligro; el colosal y deteriorado mercado

Vallière (también llamado por su nombre genérico “de Hierro”) de Puerto Príncipe, el

Palacio Nacional, hoy en ruinas, y varias de las fortificaciones ubicadas en varios

sectores del país. El desastroso terremoto del 12 de enero de 2010 ha aguantado - aunque

no del todo - este ingente esfuerzo de publicación.

Finalmente hay que anotar el creciente acervo, casi todo inédito63

, de documentos

de inventarios y descripciones que han sido acopiadas por organismos estatales o

privados de patrimonio y el creciente interés de muchos antillanos de reevaluar su

historia y ver en sus casonas antiguas valores importantes de la historia y la cultura.

Otra parte posterior de este estudio, tras el estudio del cuadro físico de la

domesticidad, es el acopio de los testimonios sociales de la vida domestica que se han

hecho mayormente por medio de la literatura, pero en forma creciente por parte de la

historia y de las ciencias sociales. Ya hay estudios hechos sobre la esclavitud urbana en

varios lugares, y existe un libro sobre este tema en San Juan, escrito por el Dr. Mariano

Negrón Portillo y Raúl Mayo Santana64

.

Advierto que este listado precedente de obras escritas no pretende ser completo ni

exhaustivo y hay importantes omisiones; pero al menos explica las fuentes que fueron

Page 32: Habitat Domestico en El Caribe

31

accesibles durante el periodo de redacción de este ensayo. Dejo sin embargo para lo que

sigue una muy conocida: el libro ilustrado Caribbean Style.

CARIBBEAN STYLE: EL "FAR NIENTE" EN LAS ISLAS ENSANGRENTADAS

En esta parte del estudio analizo críticamente el libro Caribbean Style de Slesin,

Cliff et al. ("CS")65

, el cual aunque no posee pretensiones académicas ni totalizantes

sobre la arquitectura antillana, sí parece propalar una ideología romántica y elitista sobre

lo que es el hábitat doméstico tradicional. El enfoque particular que CS da a los hechos

de la casa tradicional, de grupos acomodados o (a veces) humildes, precisamente

construye un imaginario excluyente que sirve para informar al Otro, el lector del Norte

global, quien construye su visión de las Antillas a partir de libros como este.

Se promueve la imagen del Caribe ante todo como un lugar de far niente66

, tal y

como lo articula la prologuista, la cronista de viajes y periodista galesa Jan Morris (quien,

a su vez es una importante figura en la historia del movimiento transgénero)67

. Para

Morris el fenómeno sensorial priva en la experiencia antillana, y el exotismo de la

otredad de su cultura (frente a los valores del Primer Mundo) parte de su encanto.

Reconoce que la violencia climática y social ha hecho su parte68

, pero para ella y otros

redactores del libro es algo remoto, olvidable, quizás romántico ya que es visto desde una

distancia emocional y no una proximidad vivencial.

La atención a la diversidad de orígenes e influencias de la arquitectura antillana

no esta exenta en los argumentos de CS69

pero la visión insistente sigue siendo romántica

y en cierto sentido hasta antiséptica. Hay pocos recuerdos del mundo del trabajo, y

cuando se presentan se muestran en su emocionante decadencia, un tanto siguiendo el

Page 33: Habitat Domestico en El Caribe

32

dictum de John Ruskin, escritor inglés del siglo XIX, de que las ruinas expresen el paso

del tiempo y que no deben ser artificialmente revividas con la restauración. Así se ven

panoramas de haciendas cañeras y cafetaleras a veces abandonadas70

; y las cocinas y

fogones y otros lares poblados otrora por los esclavos domésticos de las casas como

lugares donde subsisten objetos de curiosa plasticidad.

El merito principal de la obra, además de los perspicaces análisis de Berthelot y

Gaumé - parte de cuyos planteamientos de Kaz Antiyé se incorporan a la obra como una

especie de apéndice - son las estupendas fotografías del francés Gilles de Chabaneix, las

cuales ilustran cuidadosamente muchos de los elementos seleccionados para documentar

por los editores. El sesgo es definitivamente hacia las islas francesas e inglesas: solo hay

dos páginas de Puerto Rico, con cuatro fotografías de San Juan - una de ellas una vista

parcial de la "Casa Blanca", vivienda ancestral de los Ponce71

. No hay nada de la

República Dominicana - aunque bastante de Haití - ni de Cuba, las holandesas ni las

pertenecientes a países de “costa firme” continental. Esto a entender de éste que escribe

tiende a fomentar el sesgo mayor a identificar la casa criolla, según explicada

anteriormente, como la quintaesencial vivienda antillana. (Aunque al menos dos de las

casas, Rose Hall cerca de Montego Bay en Jamaica y Saint Nicholas Abbey (sic) en

Barbados, son en muchos detalles transplantes de formas rurales inglesas al trópico,

conservando elementos tales como el detalle neoclásico y las ventanas de guillotina

vidriadas, sin concesión a las rejillas y agujeros de ventilación vistas en las casas

"criollas"72

.)

Existen cuatro categorías de casas según los autores de CS: las de plantación, las

casonas urbanas (las aquí llamadas criollas), las casas populares (que incorporarían las

Page 34: Habitat Domestico en El Caribe

33

variantes de la cabaña y las casas artesanales de los pueblos) y las contemporáneas -

incluyendo construcciones totalmente nuevas y otras adaptaciones de viviendas

existentes. También hay un capitulo sobre jardines (y huertos caseros), asunto que merece

su análisis propio y del cual no abundo aquí. El Architectural Notebook, basado en el

libro antes citado Kaz Antiyé, entra como apéndice.

CS reconoce, para su merito, la importancia del paisaje agreste y exuberante de

las islas para entender la respuesta del hábitat allí levantado. Pero otra vez es un paisaje

de vistas distantes, encuadrado para no reconocer los problemas serios del

medioambiente como la degradación urbana y rural, la contaminación, la erosión de las

tierras fértiles y tala de bosques, la urbanización excesiva y a menudo excluyente en las

costas y planicies y la penetración en nombre del turismo de una mercantilización de la

"experiencia" antillana. No se pretende necesariamente que esa fealdad cotidiana se

asome en un libro con una orientación romántica y pintoresca, pero al menos algún

reconocimiento a esa fragilidad del ambiente antillano debe al menos indicarse en el

texto.

También, aunque de forma limitada, hay algo de romantizar la pobreza,

especialmente en las imágenes de las casas rurales en Haití. Aun a pesar de los ángulos

de toma, algunas de las casas retratadas presentan cierto grado de decadencia: algunas

lucen desaliñadas o despintadas, a veces viéndose al fondo estructuras accesorias en

ruina. Hay algunas vistas de los sistemas estructurales (sobre todo en el Architectural

Notebook que recoge parte del análisis de Berthelot y Gaumé) pero en gran medida el

enfoque de las imágenes es en las decoraciones "culturalmente apropiadas" (o sea,

conformándose con la expectativa del Norte Global de lo que debe ser "El Caribe") o en

Page 35: Habitat Domestico en El Caribe

34

la espacialidad formada por los intensos contrastes de luces y sombras.

CS es una crítica velada sin embargo a la cultura tradicional del diseño. Tiene el

valor de ser en cierto sentido una protesta contra el afán totalizante de la arquitectura de

la segunda mitad del siglo XX, amplificada por una pedagogía y divulgación que idealiza

al arquitecto como conformador, quizás la mejor palabra es "zar", de la espacialidad.

Cuando hay obras de arquitectos presentadas en el libro - incluyendo la propia casa del

arquitecto Berthelot - estas se legitiman en cuanto beben de la fuente de la expresión

"genuina" vernácula. Este cuestionamiento de la capacidad del arquitecto de dar formas -

la aporía de la filosofía que anima la alta cultura de diseño intensificada por el

advenimiento del Estilo Internacional - apunta a legitimar una espacialidad "del pueblo"

la cual se apropia por ser vista como "genuina". Pero aun así subsiste cierta "otredad" de

este ambiente, que casi es pero no logra llegar a ser una vivencia del humano moderno

occidental. Aunque no tan dramático como con el caso del oriente asiático, puede

recordarse aquí la crítica de Edward Said en Orientalismo de que "[t]oda época y toda

sociedad recrea sus 'otros'"73

.

Inclusive el eurocentrismo abierto se revela a veces, como imagen de un buen

gusto transportado a, y compartido por, los isleños. Como ejemplo se puede citar un caso

ocurrido al autor de este ensayo muchos años después de la publicación de CS, en el caso

de una residencia del barrio puertoprincipeno de Bois-Verna, obra del conocido

arquitecto haitiano Georges Baussan74

(a quien no se le da crédito en el libro). Esta casa

hecha para la familia Sam - que tuvo entre ellos a presidentes del país - y luego comprada

por un militar zarista ruso exiliado - presenta un exuberante trabajo de pintura en lona

adherida a muros y plafones en la sala. Los autores de CS no dieron el nombre del artista

Page 36: Habitat Domestico en El Caribe

35

y alegaron que se trataba de un "Parisian artist" que lo pintó en 1901. Posteriormente los

herederos de la casa se comunicaron con este servidor y otras personas buscando

información sobre el autor de las pinturas... quien resulto ser el puertorriqueño Ramón

Frade León (Cayey, 1875-1954)75

. Detalles como este caso van explicando los giros

inadvertidos de las solidaridades entre las islas, y la madurez del talento cultural

desarrollado en esta región.

CURIOSIDAD... ¿CASAS ANTILLANAS EN FILIPINAS?

Mientras estudiaba y preparaba este ensayo el autor pudo examinar un capitulo de

un libro editado en Filipinas que examina y exalta los valores de la casa "mestiza",

generalmente urbana de ese país, conocida como bahay-na-bató ("casa de piedra", en

tagalo)76

. Los propios filipinos establecieron unos supuestos orígenes antillanos de estas

viviendas, las cuales aunque poseen superficialmente varios elementos comunes - en su

mayoría respuestas al clima que es similar al antillano - son en realidad de una génesis

distinta. Fernando Zóbel de Ayala, historiador hispano-filipino, plantea que el bahay-na-

bató tuvo dos fases: una clásica, con ambos niveles en material duro y simbolizado por

muchas de las casas existentes en la histórica ciudad septentrional de Vigán; y una etapa

antillana en la que el segundo nivel se transforma a madera y adquiere voladas (balcones

cerrados) perimetrales77

.

El antropólogo filipino Fernando Ziálcita Nakpil escribe que existen diferencias

sustanciales entre la casona de ese país y lo visto en Latinoamérica, aunque una

influencia española sobre el bahay-na-bató es innegable. Pero existen elementos

autóctonos, chinos y otros de la América hispana (notablemente México, país que tuvo

Page 37: Habitat Domestico en El Caribe

36

contactos importantes con Filipinas durante su época colonial)78

. Sin embargo, en gran

medida, Ziálcita afirma que lo ocurrido en su país fue un desarrollo paralelo e

independiente, que si acaso demuestra la capacidad de que se generen rasgos culturales

similares entre países y lugares que apenas han tenido contacto entre sí. De hecho, la casa

humilde rural o bahay-kubo tiene un parecido considerable con la case o cabaña antillana,

si bien tenia variantes notables como una plataforma utilitaria y aislada del resto de la

casa, usada para limpieza y cocina, que también se transmitió al bahay-na-bato como un

elemento llamado "azotea", que no tiene equivalente tipologico exacto en América.

Sin embargo, el bahay-na-bató, al compararse con algunas casas antillanas, sobre

todo en su secuencia espacial de acceso y escaleras, hacen pensar en la posibilidad de un

ancestro común de ambos - el bahay-na-bató no existió en la era prehispana - y de alguna

difusión de rasgos antillanos posiblemente por medio de los funcionarios coloniales

españoles y luego norteamericanos que sí frecuentaron por igual a Filipinas y las Antillas.

Inclusive se dio una especie de "modernismo" arquitectónico que en lo formal es algo

similar a lo que nota Rigau sobre Puerto Rico y algunos otros lugares del Caribe hispano

a principios del siglo xx 79

.

LA PRESENCIA DE LA CASA ANTILLANA Y SU VALOR PARA LA CULTURA Y

PARA EL MUNDO

La casa, el artefacto de la vida domestica antillana, pues, no es un objeto

incidental ni una parte insignificante de la cultura. Al contrario, ha sido un magnifico

sincretismo de culturas y vivencias en la cual se ha experimentado, mucho mas que en

casi cualquier otro lugar del mundo, con establecer nuevas formas de convivencia.

Page 38: Habitat Domestico en El Caribe

37

Liviana, casi modular, a menudo solo posada sobre la tierra, en cierto sentido

antimonumental, la casa antillana es un proceso de buscar viabilizar la vida en

condiciones inéditas para muchas de las culturas y etnias que han ocupado este

Archipiélago. De hecho necesitó convertirse ante todo en un objeto funcional cuya forma

en su expresión más lograda cristaliza una claridad espacial y una legibilidad que la

exuberante ornamentación no oculta.

La apreciación y defensa de la misma, evitar en lo posible la desaparición de las

casas existentes, buscar nuevos usos para las que así lo necesiten e incorporar las

lecciones de espacialidad en las construcciones modernas es tarea que nos compete hacer

para futuras generaciones80

. Como comenté en el artículo publicado en Jamaica en 2004:

Since the year 1949, when the old San Patricio farm south of San Juan Bay

began seeing the earthmovers and concrete trucks place row upon row of identical 900-

square-foot houses in postage-stamp lots, the destiny of urbanity and collective life in

Puerto Rico [y, añado ahora,también buena parte de las Antillas] was sealed and destined

to become a tropical travesty of American edge-city anomie. Only now the more

perceptive professionals are searching for solutions that may recover, among other

elements, the lessons of the past, without a nostalgic return to what is already obsolete.

But its conservation is an imperative as it gives an unavoidable reference that can be a

beacon for intelligent spacemaking in the future81

.

`Mantener el referente del pasado es esencial si queremos que el futuro de nuestros países

mantenga su esperanza y logre superar las crisis actuales.

jo

1 Esto fue motivo de estudio dentro de mi tesis de maestría, particularmente la teoria que se analiza

en el capitulo 1. Ortiz Colom, Jorge: Facilitacion en la arquitectura - el arquitecto como interventor social.

Rio Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1980. Facultad de Arquitectura UPR. Tesis.

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38

2 La primera instancia mencionada de vivienda social disenada por un arquitecto en Inglaterra, por

ejemplo, fue un proyecto de un tal Henry Roberts en 1844. Frampton, Kenneth: Modern Architecture: a

Critical History. Londres: Thames and Hudson, 1992, p, 21.

3 Frampton: op.cit., pp. 42-50; 109-111.

4 Los principios pintorescos (a veces llamados townscape) fueron usados aun avanzado el siglo xx

sobre todo por arquitectos y urbanistas de los paises germanoparlantes y los ingleses. El padre de este

movimiento es el austríaco Camillo Sitte (1843-1903), quien fomentó la construcción de paisajes urbanos

tomados del mundo clasico y medieval y favoreció un urbanismo fluido e irregular. Fue autor del libro Der

Städtebau nach seinen künstlerischen Grundsätzen ("El Urbanismo segun sus principios artisticos"),

editado en Viena en 1889, en el cual expone estos principios. Ver también a Frampton: op.cit., p. 25.

5 Rouse, Irving. The Tainos. New Haven, Yale University Press, 1992, p. 9.

6 "Classic Taino culture has been termed Formative because it was on the verge of civilization." (mi

énfasis) Rouse, op.cit., p. 19.

7 Rivera Calderón, Virginia. El yacimiento de Luján en Vieques. Conferencia presentada el 4 de

diciembre de 2008 en el Centro de Convenciones Municipal de Barranquitas. Primer Seminario sobre

Arqueologia de la Universidad Interamericana, Recinto de Barranquitas. Notas tomadas por JOC.

8 Ver ilustración en Rouse (calcada de Fernandez de Oviedo), op.cit., p. 10.

9

Fernandez de Oviedo y Valdés, Gonzalo. Historia natural y general de las Indias.

10

Pérotin-Dumon, Anne. La ville aux îles, la ville dans l'île. París, Karthala, 2000, pp. 73-82.

11

Pérotin-Dumon (op.cit. p. 78) presenta una tabla bastante completa.

12

Mumford, Lewis. The City in History. Nueva York: Harcourt, prefacio.

13

Perotin-Dumon, op.cit., pp. 68-75.

14

Sobre la rivalidad San Juan-Ponce, ver: Quintero Rivera, Angel G.: Ponce la capital alterna.

Edicion del autor, 2004.

15

Rapoport, Amos. House Form and Culture. Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1969, capitulos 1 y

2.

16

Esta es una clasificación que he desarrollado a base de diversas fuentes y documentos estudiados

a lo largo del tiempo. Especial importancia tienen los escritos de Luis Enrique Romero (Latinoamérica: las

ciudades y las ideas. Buenos Aires, Siglo XXI), Jorge Enrique Hardoy (varios), Anne Pérotin-Dumon

(op.cit., capítulo liminar) y otros.

17

Pérotin-Dumon, op.cit., pp. 448-462.

18

Información recogida de la conferencia de la arqueóloga Rivera Calderón (ver nota 7) y de

conversaciones personales con otros arqueólogos.

19

Tomado de las crónicas francesas sobre los indios caribes. El resumen usado para este ensayo fue

tomado de: Sainton, Jean-Pierre. "Aperçu historique / The Historical Background: A Sketch / Pa bò listwa"

en: Berthelot, Jack y Martine Gaumé. Kaz Antiyé, jan moun ka rété: l'habitat populaire aux Antilles.

Page 40: Habitat Domestico en El Caribe

39

Pointe-à-Pitre: Perspectives Créoles, 1982, pp. 45-61, en especial la cita del padre Breton (en frances pp.

47, 48; en ingles p. 49).

20

Delgado Mercado, Osiris. Historia de las Artes Plásticas en Puerto Rico, vol. 1, pp. 89-105.

21

Berthelot y Gaumé,op.cit., p. ; Ferrer, Melba: "African roots take hold in local architecture"

(entrevista con Jorge Ortiz Colom), The San Juan Star, 23 de octubre de 2004, pp. 19 y 21.

22

Ver dibujo de Baltazar Vellerino de Villalobos en: Sepúlveda Rivera, Aníbal: San Juan. Historia

ilustrada de su desarrollo urbano. San Juan: Carimar, 1989, p. 61 [Museo Naval de Madrid, ms. 1657].

23

O'Reilly, Alejandro. "Memoria de D. Alexandro O'Reylly [sic] sobre la Isla de Puerto-Rico"

(1765). En: Tapia y Rivera, Alejandro (ed.). Biblioteca Histórica de Puerto Rico: Obras completas Vol. 3.

San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970, p. 628. (Edición original: Madrid, 1854.)

24

Alegria, Ricardo E. "Los dibujos de Puerto Rico del naturalista francés Augusto Plée (1821-

1823)". Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 68 (julio a setiembre 1975), pp. 20-41.

Sobre la vida de Plée y varias vistas de otros lugares la fuente más autorizada es: Thésée, Françoise.

Auguste Plée (1786-1825), un voyageur naturaliste. París: Éditions Caribéennes / L'Harmattan, 1989.

25

Ibid.

26

Estas características han sido desarrolladas por este servidor por observación de documentos e

imágenes de ciudades y paisajes de diversos países.

27

Llanes, Lillian. Casas de la vieja Cuba. Hondarribia (Gipuzkoa, Euskadi, España): Nerea, 1999.

Fotografias de Jean-Luc de Laguarigue.

28

Esto se ha visto en algunos pueblos de Puerto Rico, tales como Guayama y Ponce (observación

personal).

29

Vlach, John M.: Sources of the Shotgun House. African and Caribbean Antecedents for Afro-

American Architecture. Disertacion doctoral. Departamento de Folklore, Universidad de Indiana, 1975. 2

vols.

30

Quiles, Edwin. San Juan tras la fachada. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003.

31

Pérotin-Dumon, Anne, op.cit., pp. 476-484 (caso de Basse-Terre, capital administrativa de la

isla).

32

La ficha bibliográfica está en la nota 19.

33

Glassie, Henry. Folk Housing in Middle Virginia. Knoxville: University of Tennessee Press,

1975.

34

Glassie, Henry. Vernacular Architecture. Bloomington (Indiana, EE.UU.) Indiana University

Press & Material Culture, 2000.

35

Abbad y Lasierra, Fray Iñigo. Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista

de Puerto Rico. (Originalmente publicada en 1788.) Con notas de José Julián Acosta y Calbo y prólogo de

Gervasio L. García. Aranjuez (España): Doce Calles, 2002, p. 295 y 297.

36

En exhibicion en el museo de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

37

Zeno Gandia, Manuel. El negocio. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1976.

Page 41: Habitat Domestico en El Caribe

40

38

Zobel, Joseph. Rue Cases-Nègres. Se utilizó la versión en inglés: Black Shack Alley. Boulder

(Colorado, EE.UU.): Lynne Rienner Publishers, 1999.

39

El autor de este ensayo estuvo con la Dra. Jopling y varios voluntarios norteamericanos durante

dos semanas entre enero y febrero de 1979, cubriendo el tercio occidental de la isla. Muchas fotografias del

libro de Jopling y que aparecen atribuidas a ella son en realidad del suscribiente.

40

Jopling, Carol F. Puerto Rican Houses in Sociohistorical Perspective. Knoxville, University of

Tennessee Press, 1988.

41

Berthelot, Jack y Martine Gaumé. Kaz Antiyé, jan moun ka rété: l'habitat populaire aux Antilles.

Pointe-à-Pitre: Perspectives Créoles, 1982. (Textos en francés, inglés y créole.) De aquí en adelante "KA".

42

KA 77-97.

43

KA 31-44.

44

"La case aménagée est-elle un créolisme architectural? / Is the 'case aménagée' an architectural

'creolism'[?] / Es Kaz aménajè si on 'créolisme' an konstriksyonman?" KA 152-157.

45

Ortiz Colom, Jorge. Batey, stoop and veranda. Building “Thresholds” between Realms in

Dwellings and Cities:

The Puerto Rican Example. Presentado en el Congreso del Vernacular Architecture Forum, 14 de

junio de 2006, Universidad de Columbia, Nueva York

46

Ortiz Colom, Jorge. El batey que se negó a morir. Ponencia presentada en el congreso de la

Puerto Rican Studies Association, 9 de octubre de 2008, San Juan, Puerto Rico.

47

Quiles Rodríguez, Edwin. La ciudad de los balcones. San Juan: Universidad de Puerto Rico,

2009. Fotografias de Jochi Melero, diseño de Consuelo Gotay.

48

Prieto Vicioso, Esteban. "Arquitectura vernácula y popular." En: Moré, Gustavo Luis, ed.

Historias para la construcción de la arquitectura dominicana. Prólogo de Ramón Gutiérrez. Santo

Domingo: Grupo E. León Jimenes, 2008, pp. 42-81. (Disponible como *.pdf descargable por medio de

www.glj.com.do y navegar al vínculo apropiado.)

49

Prieto Vicioso, op.cit., p. 71.

50

Weiss y Sánchez, Joaquín. Arquitectura Colonial Cubana. 2 vols. La Habana: Letras Cubanas,

1979.

51

Gosner, Pamela. Caribbean Baroque. Historic Architecture of the Spanish Antilles. Pueblo

(Colorado, EE.UU.) Passeggiata Press, 1996. Las fuentes cubanas se sesgan grandemente a Weiss, ya que

Gosner como ciudadana de Estados Unidos tiene grandes limitaciones para viajar a Cuba.

52

Carley, Rachel. Cuba: 400 Years of Architectural Heritage. Nueva York, Watson Guptill, 2000.

53

Llanes, Lillian. Casas de la vieja Cuba. Hondarribia (Guipuzcoa, España): Nerea, 2000.

54

Ortiz Colom, Jorge. “The essence of Puerto Rican Historic Architecture”. Axis 7, 2004, pp. 59-81.

Kingston: Institute of Technology of Jamaica, Caribbean School of Architecture.

55

Rigau, Jorge. Puerto Rico 1900. Nueva York, Rizzoli, 1992.

Page 42: Habitat Domestico en El Caribe

41

56

Gjessing, Frederik C., y William P. Maclean. Historic Buildings of St. Thomas and St. John.

Londres-Basingstoke: Macmillan Caribbean, 1987.

57

Woods, Edith de Jongh. The Royal Three Quarters of the Town of Charlotte Amalia. Tortola,

Roma, St. Thomas: MAPes Monde Editore, 1992.

58

St. Croix Landmarks Society: Preserving a Legacy. Folleto. Frederiksted: The Society, 1992.

59

Gosner, Pamela. Caribbean Georgian. The great and small houses of the West Indies. Pueblo

(Colorado, EE.UU.): Passeggiata Press, 1980 / Washington, Three Continents Press, 1982. Este libro

aparenta estar agotado.

60

Pinto, Geoffrey de Sola y Anghelen Arrington Phillips (ilustradora y editora). Jamaican Houses:

A Vanishing Legacy. ¿Kingston?, Anghelen A. Phillips, 1982.

61

Cailloux, Jean-Luc con Nathalie Hérard y Philippe Hochart. Architecture St. Barth. ¿Gustavia?,

Éditions du Latanier, s.f.. (en francés e inglés)

62

Institut pour la Sauvegarde du Patrimoine National [ISPAN - Instituto para la salvaguardia del

patrimonio nacional de Haití]. Bulletin de l'ISPAN. Puerto Príncipe: ISPAN, 2009-2010. Disponible por

medio de enviar mensaje a [email protected].

63

Entre los principales fondos documentales en Puerto Rico están algunos archivos municipales,

parte de los cuales están en los municipios de origen (Caguas, Mayagüez, Ponce y otros dos) y otros en el

Archivo General de Puerto Rico; otros son los fondos del Archivo de Arquitectura y Construcción de la

Universidad de Puerto Rico - si bien no es una colección que enfoque el vernáculo; están los historiales y

expedientes de la división de Patrimonio Histórico Edificado del Instituto de Cultura Puertorriqueña y los

de la Oficina Estatal de Conservación Histórica, estos últimos contienen muchos inventarios de vecindarios

tradicionales.

64

Negron Portillo, Mariano y Raul Mayo Santana. Apuntes sobre la esclavitud urbana en San Juan.

San Juan, Ediciones Huracán, 1992.

65

Slesin, Suzanne con Stanford Cliff, Jack Berthelot, Martine Gaumé, Daniel Rozensztroch:

Caribbean Style. Nueva York: Clarkson B. Potter, 1985. Fotografías de Gilles de Chabaneix, prólogo de

Jan Morris. En adelante “CS”.

66

Morris. Jan. “Foreword”, CS, p. ix.

67

Jan Morris (cuyo nombre cuando fue hombre fue James) nació en 1926 en el país de Gales de

Gran Bretaña y fue destacado periodista desde la inmediata posguerra. En 1972 se hizo una arriesgada pero

exitosa operación de cambio de género en Marruecos y luchó para que los tribunales británicos la

reconocieran legalmente como mujer.

68

Morris, op. cit., p. x.

69

Berthelot, Jack y Martine Gaumé [los autores de Kaz Antiyé...]. "Introduction", CS 1-3.

70

CS 40-47.

71

CS 56, 57.

72

Rose Hall Greathouse: CS 139-143. Saint Nicholas "Abbey" (la casa, en rigor, nunca fue una

abadía, solo lo parecía): CS 76-81.

Page 43: Habitat Domestico en El Caribe

42

73

Said, Edward W. Orientalismo. Madrid: Debate, 2002, p. 436.

74

Georges Baussan (1874-1958), haitiano, estudió en una escuela especial de arquitectura en París.

Fue autor del Palacio Nacional de Haití (iniciado 1914, terminado 1919, destruido 2010) del ayuntamiento

de Puerto Principe (1924, destruido 2010) y de numerosos edificios públicos, comerciales y casas privadas

en la capital haitiana.

75

CS, pp. 176-179. Figueroa Torres, Humberto y Jorge Ortiz Colom. “Mural de Ramón Frade León

en Haití”. En: Frade Arquitecto, la práctica de una arquitectura práctica [catálogo de exhibición]. Cayey:

Museo Universitario Pío López Martínez, 2008, pp. 58-61.

76

Ziálcita, Fernando N. y Martín I. Tinio Jr. Philippine Ancestral Houses. Quezón City (Filipinas):

GCF Books, 1980.

77

Ziálcita, Fernando N. “Why ‘Antillan’?” en Ziálcita y Tinio, op.cit., pp. 225-231.

78

Ziálcita, op.cit., p. 231. Una excelente descripción de un bahay-na-bató manilense aparece en el

primer capítulo de Noli me tangere, la gran novela escrita en castellano en 1887 por el escritor, médico y

patriota filipino José Rizal (1861-1896). El habitat doméstico permea muchas otras escenas de esta novela

de denuncia social.

79

Rigau, Jorge. "On Being Modern in the Caribbean. Architecture and Literature in Linkage." En

Puerto Rico 1900, Nueva York, Rizzoli, 1992, pp. 41-106. Sin embargo tomo excepción a varios de los

argumentos que parecen insinuar una correspondencia unívoca entre arquitectura y literatura, cuando la

realidad es que ambas disciplinas intelectuales no son sincrónicas.

80

Algunos proyectos modernos pueden verse en CS:capitulo 8, pp. 237-265 y KA: 158. En este

ultimo libro hay un segmento provocador que trata sobre "la arquitectura tradicional cara a la modernidad"

(pp. 164, 165).

81

Ortiz Colom, "The Essence...", p. 81.