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« Haced lo que Él os diga”
Jn 2,5
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ÍNDICE
Presentación …………..……3
La fe de Hermanita Magdeleine……....………..4
Rumbo a Asia
Camboya ………………..9
Corea ………..……..14
India ………………20
Japón …………...…24
Macao ………………30
Vietnam ………………35
Noticias
Llegadas a la Región ………………41
Otras noticias ………………44
Encuentros varios ………………47
3
Queridos amigos y amigas:
Qué alegría, al acercarse el final del año, estar
otra vez con vosotros para contaros algo de lo que
procuramos vivir día a día en nuestras comunidades a
través del mundo, con nuestros vecinos y amigos. Este
año nos vamos a dirigir a Asia, para visitar algunas
fraternidades de ese continente, donde las hermanitas
viven una realidad bien distinta de la nuestra, pero
igualmente comprometida con los que sufren situaciones
de pobreza y de marginación, y solidaria de sus
sufrimientos y alegrías, así como de sus caminos de
humanización.
Esta misión de presencia discreta pero fecunda
sólo la podemos vivir desde una fe renovada todos los
días, fe que empujó a Hermanita Magdeleine a sembrar
pequeñas fraternidades a través del mundo, fe que nos
lleva a nosotras también a ver en los más abandonados el
rostro de Jesús.
En esta Navidad, queremos volvernos a María,
aquella que creyó lo que le fue dicho de parte del Señor,
y pedirle que, una vez más, entregue al mundo su Hijo
para que sea la Paz y el Amor en la vida de cada uno y en
nuestras realidades más globales.
¡FELIZ NAVIDAD! Las Hermanitas de Jesús de España y Portugal
4
La fe de Hermanita Magdeleine:
Nos gustaría este año deciros algo de la fe de
Hermanita Magdeleine, que llena todos los días de su
vida y todas las páginas de sus escritos. Es una fe “que
mueve las montañas”, una fe vivida con todo su ser.
De Hermanita Magdeleine:
“Para mí, no hay nada tan razonable como
pensar que el Señor lo puede todo y que me ha escogido
a mí, incapaz de todo, para serlo Él todo en su obra,
para repararlo todo. Creo que es Él en los más pequeños
detalles y en las grandes líneas, Él de la mañana a la
noche y de la noche a la mañana, Él que me hace tomar
un tren en lugar de otro y llamar a una puerta en vez de
otra, Él que me cuida continuamente porque una vez en
mi vida y todos los días se lo he entregado todo,
poniendo mi mano en la suya con los ojos cerrados, y
hemos hecho un pacto. Lo tiene todo en su mano hasta
los más pequeños detalles. Si esto es una fantasía, todo
se desmorona para mí… y, sobre todo, si no es Él, todas
mis acciones están basadas en la ilusión, en algo falso,
malsano, porque el hecho está ahí, no puedo suprimirlo,
algo exterior a mí me dirige incluso a veces de una
manera material…”
5
Lo que más impresiona en sus escritos es su
intensa e íntima relación con Aquél que la busca y la
persigue, irresistiblemente. El fundamento de su fe y la
“pasión única” de su vida es un absoluto, Jesús, Dios
hecho hombre, según el camino trazado por el Hermano
Carlos. Querría seguirlo y parecerse a Él y, al contrario,
experimenta su profunda indignidad e incluso una infinita
distancia: “Es muy doloroso ser yo, frente a Él”, dice en
una carta. Y sin embargo, no dejará de afirmar y de vivir
la radicalidad y la fuerza de su fe, expresadas en dos
frases claves:
“Jesús (o Dios) es el Señor de lo imposible.”
“Dios me tomó de la mano y ciegamente lo seguí.”
La primera la coge de una meditación del
Hermano Carlos acerca de Jesús que camina sobre las
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aguas, y la hace suya en 1923, cuando la lee por primera
vez. La segunda es propia suya.
He aquí algunos testimonios:
De Hermanita Iris Mary, evocando lo que vivió
Hermanita Magdeleine en los días cercanos a su muerte:
“Me parece que hay un signo en lo ordinario de
su vida, como en lo ordinario de su muerte. Lo que vivió
en esos momentos en un estado de mucha debilidad no
fue ni espectacular ni dramático. Hubiera podido morir
el día de Todos los Santos, cuando todas las hermanitas
de la casa general pasaron junto a ella; o el 5 de
noviembre, cuando muchas de nosotras estábamos a su
alrededor. No, murió un día anodino, el 6 de noviembre.
No hubo ninguna mirada extraordinaria, ni palabras
especiales… Ni siquiera me di cuenta de que estaba
muerta. Hay tanto mensaje en su muerte como en su
vida, no hay brillo, nada especial, un momento entre ella
y el Señor…
Del obispo Bernard Panafieu:
Creo que tenía una fe que llamaría trinitaria y
eucarística, fundada en el ocultamiento de Jesús en
Nazaret. Esto resume su fe y la espiritualidad de las
hermanitas. Es muy impresionante, tanto en ella como en
las Hermanitas, el lugar que ocupa la Eucaristía,
presencia de Jesús, pero para gloria del Padre. Está
7
siempre presente esta dimensión. Insistió siempre mucho
en la necesidad de la adoración, tanto para ella como
para las Hermanitas. Al encontrarla, siempre tuve el
sentimiento de acercarme de alguien que estaba
verdaderamente habitada por el Espíritu. Y a decir
verdad, nunca dudé de su santidad. No en el sentido de
que haya vivido todas las virtudes a la perfección, de
esto no sé nada, pero sí en el sentido de que estaba
abismada, diría casi físicamente, en Dios. Esto sí, lo creo
verdaderamente…”
Del Padre Ernest Kaelin, dominico amigo:
“Pienso sobre todo aquí en su fe en la Iglesia, en
sus representantes, en el Papa. Su fe en Dios y en Cristo
es tal que sólo eso puede explicar una vida como la suya,
marcada por la locura del Evangelio. Me impresionó
siempre su espíritu de obediencia eclesial, espíritu que
no le impedía tener sus propias opiniones y, según los
casos, trabajar para que fueran comprendidas…”
Y el obispo auxiliar de Roma, Giuseppe Mani,
afirmaba solemnemente:
“Esta mujer era la Fe”.
8
Rumbo a Asia…
CAMBOYA
Queridos amigos:
Venid… queremos invitaros a dar una vuelta con
nosotras por este país que ha atravesado grandes
sufrimientos y donde el cristianismo vuelve a empezar,
desde hace 24 años, después del corte debido a la época
de los khmer rojos.
En enero de 2011 dos hermanitas, una de la India
y otra de Vietnam, llegaron y empezaron a aprender la
lengua khmer, mientras vivían en la casa de unas
religiosas, en Phnom Penh. Cuando llegó otra hermanita,
esta de Corea, el obispo nos propuso que viniéramos a la
9
“aldea de la paz”, fundada por él para familias con SIDA,
para un tiempo de aprendizaje del idioma en la vida.
Hace doce años, este obispo descubrió que había
un solo católico en esa región, que iba a misa a Phnom
Penh, a dos horas de coche o de moto. Así que, poco a
poco, construyó una iglesia a 2 quilómetros de nuestra
casa, después una escuela, un taller de tejido, un sistema
de placas solares para elaborar electricidad, otro para la
fabricación de gas, utilizando el estiércol de los cerdos y,
más tarde, un centro para personas discapacitadas. Ahora
hay unos 170 católicos.
Después de algunas dificultades, entre ellas tres
meses de “corte”, llegamos el nuevo equipo: Monica
Sunyoung, Sophia Kyengia y Têrêxa Nguyet, dos
coreanas y una
vietnamita. Con
las experiencias
pasadas, elegimos
poner mucho más
el acento en la
vida comunitaria,
y la hermanita
Anitha, nuestra
coordinadora del
continente asiático, vino a ayudarnos en este sentido y se
quedó un mes con nosotras.
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Para aportar un poco de “verdor” -y también de
“alimento”- a nuestra vida comunitaria, empezamos a
crear un pequeño huerto detrás de la casa, algo que
parece imposible a
los ojos de la
gente, e incluso a
los del obispo que
es el propietario de
esto, porque la
tierra es muy mala,
el agua es
demasiado calcárea
para poder regar, hay toda clase de gusanos y, para
completar el cuadro, luce siempre un sol terrible.
Algunos intentaron plantar antes pero no les funcionó.
Pero mira por donde, tres meses después, tuvimos la
alegría de recoger verdura: judías, calabazas, varias
especies de espinacas… Al ver nuestro huerto todo verde
el obispo dijo: “¡No hay nada imposible!”. Esperamos
que esto dé ánimo a la gente para volver a cultivar su
tierra.
Para aportar un poco de “espacio” y de
“ingresos”, así como un nuevo “aire” del exterior a
nuestra vida comunitaria, Monica Sunyoung, que está
más familiarizada con el idioma khmer ya que lleva aquí
más de un año, ha empezado a trabajar a media jornada
en la cocina de la escuela donde tiene relaciones
simpáticas con las mujeres que allí trabajan, así como
11
con los alumnos y profesores, ya que come al mediodía
con ellos. Entretanto, las dos recién llegadas dedican todo
su esfuerzo y su tiempo a aprender una lengua, que es
completamente distinta a las suyas.
De Monica-Sunyoung:
Quisiera dar las gracias a las dos hermanitas que
pusieron la primera piedra… Cuando regresé, después
de un tiempo de parón de tres meses, me sentí como si
hubiera vuelto a mi país natal. Tal vez son el corazón
cálido y la alegría de este pueblo los que alivian a una
extranjera, pero me parece que sobre todo son la falta de
confianza en ellos mismos y la cicatriz que se esconde
detrás de sus rostros alegres que hacen que una
extranjera pueda pensar que “estamos hechos de la
misma pasta” y animan a caminar juntos hacia Aquél
que nos restaura.
De Têrêxa Nguyet:
Hace cinco meses que llegué. Me da mucha
alegría descubrir un montón de cosas aprendiendo el
khmer y la vida. Me siento bien acogida por la gente, que
es muy cálida y sencilla. Voy a clase tres veces por
semana, con una mujer camboyana que me enseña.
Recibo muchas cosas de esa familia: fruta, verduras,
pescado, platos cocinados,… Esto me ayuda a entrar en
relación con ellos, como hermanos y hermanas, a pesar
de la historia conflictiva entre Camboya y Vietnam, que
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aún está muy presente. Estamos ahora aquí dos coreanas
y yo que soy vietnamita. Me alegra vivir con ellas, pero
tenemos distintas culturas, costumbres, lengua,
sensibilidad… así que intentamos vivir día a día con ello.
De Sophia Kyengja:
Me parece que vivir en fraternidad es un
testimonio muy importante para este pueblo que no ha
experimentado la
paz y el amor
fraterno, ni entre
ellos ni con los
países vecinos
desde hace mucho
tiempo. Vivo cada
día el momento
presente
acariciando a los niños y teniendo pequeños gestos
fraternales con las personas que me rodean. Es mi
misión hoy y aquí en este país.
De Emmanuelle-Linh, responsable de las
fraternidades de Vietnam y Camboya:
Soy testigo, desde sus inicios, del recorrido de la
fraternidad en Camboya: testigo de las búsquedas para
encontrar en este país un lugar de vida que corresponda
a nuestra realidad, testigo del gran valor de las
hermanitas que aprenden un idioma mientras se
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comunican entre ellas en otro idioma que no es el suyo
propio, testigo de las relaciones de amistad con los
vecinos que se tejen
día a día, testigo de
los altibajos en su
vida comunitaria,
en su vida humana.
He llorado también
mucho con ellas…
Mi vida se ha visto
implicada y
enriquecida con
este parto. Y sobre
todo soy testigo de
que el Señor
conduce la barca,
con todo y a pesar
de todo.
Y ahora, con este calor abrasador, ¿queréis un
vaso de agua fresca? ¡No tenemos nevera! Y el agua es
muy calcárea. Bueno, ponemos carbón y arena en una
jarra con agujeros en el fondo, el agua pasa lentamente a
través de ellos y ya se puede beber… y os la podemos
ofrecer con nuestro agradecimiento por ese rato que
habéis pasado con nosotras, por vuestra oración y vuestro
pensamiento en este inicio de una fundación nueva.
¡Gracias a todos!
14
COREA
Ya pasaron siete meses desde que regresé a
Corea.
Con momentos intensos de todos los colores pasé
dieciocho años en México y dos en Cuba. Aunque había
tratado de mantener al máximo el contacto con mi
cultura, ahora soy una persona ni de allá ni de aquí. Lo
que sí veo es que para entender no tengo que realizar
esfuerzos: escucho sin poner atención, y con eso puedo
canalizar mis energías un poco más ¡aquí y ahora!
Después de diez años de inserción con gente en
situación de calle, en México, nació en mí un deseo
profundo y una necesidad, de vivir en el campo. Así
busqué una
fraternidad en el
campo y en donde
pudiéramos acoger
a alguna persona
en situación de
exclusión durante
unos días. Me
ofrecieron la
posibilidad de ir a
Cuba y, dos años después, reconocimos que no podíamos
realizar este proyecto por la situación en que vivíamos.
15
Ahora estoy en Corea, en una fraternidad del
campo, con una ermita, donde recibimos a gente de todos
los tipos.
En Corea tenemos siete fraternidades y una
hermanita en una residencia, somos más o menos 25
hermanitas, la mayoría tienen entre 55 y 60 años.
La fraternidad donde yo vivo está en la ciudad de
Gio chi woun, en el centro de Corea del Sur. Es un centro
de cultivo de peras, melocotones, fresas y uvas. Como en
cualquier lugar del campo, muy pocos jóvenes viven y
trabajan en el centro de la pequeña ciudad, y el trabajo
agrícola más duro lo realizan los mayores. En la
fraternidad, las hermanitas Dong Soun y Nam Soun
trabajan limpiando casas, Eiun Suk trabaja en la limpieza
de los baños públicos del lago artificial, y yo recojo la
casa y cultivo una pequeña huerta para tener verduras
para nuestro consumo.
El trabajo
del campo es
irregular y además,
muy duro y peor
pagado que la
limpieza; así que
no tenemos a
ninguna que pueda
ir a trabajar
16
cuando nos lo pide algún vecino. Eso siempre representa
un reto para mí: no puedo vivir lo que me gustaría porque
no tengo fuerzas, aunque un día espero encontrar un
trabajo del campo a mi medida. Nos pasa lo mismo que
en la realidad mundial: fabricamos muchísimas cosas y,
en cambio, excluimos lo que es propiamente humano;
por consiguiente, lo que verdaderamente necesita de las
manos, no hay nadie que lo quiera hacer. Por acá cada
vez son más los extranjeros que ayudan en eso.
Regresando a Corea lo que más me gusta es la
vivencia de los monjes y monjas budistas, que viven sin
tener casi nada. En el campo podemos ir a muchos
templos, ellos
reciben sin
distinción a la gente
que llega a cualquier
hora, ofrecen comida
y cama. No sé por
qué nosotras, incluso
en la fraternidad,
tenemos dificultad
en recibir a alguien si llega para quedarse sin avisar. Una
amiga católica nos comentó que cuando ella necesita
hacer unos días de retiro va al templo budista porque en
la iglesia católica cobran demasiado y a ella no le alcanza
en ningún lugar. Las casas de retiros están bien
arregladas y son muy cómodas, pero para mantener esto
se excluye a mucha gente ya que tienen que cobrar un
17
precio; espero que nuestra ermita se quede siempre como
hasta ahora. En el día del nacimiento de Buda, dos
hermanitas fueron a visitar los templos, y otras dos
fueron a visitar a sus familias para aprovechar el día de
descanso. Las que fueron al templo regresaron con pan
dulce de arroz para cuatro personas, y contaron lo bonito
que resultó sentirse allí como una misma familia. La que
repartía el pan les preguntó por las que no pudieron ir.
Por acá, cada pueblito o cada barrio tiene una casa
para la tercera edad. En nuestro pueblo los ancianos
utilizan esta casa solo en el invierno. Yo fui algunas
veces para ver a las vecinas. Hay una cosa que me gusta
mucho de allí: la silla de masaje. Cada vez que voy la
aprovecho. Pero en la época del trabajo en el campo
todos vuelven a casa, trabajan un poco en su tierra y se
reúnen al lado de la fuente que está a una calle de nuestra
casa. Ahí tienen su lugar de encuentro.
En nuestro pueblo somos las únicas católicas. Hay
varios protestantes y budistas, que están muy atentos para
no perturbar nuestro ritmo de vida. En eso hay una gran
diferencia con México y Cuba, en donde la gente llega
sin horario.
Otra fraternidad se llama Mun San. Está ubicada
un poco al norte de Seúl, la capital, cerca de la frontera
con Corea del Norte. Es una inserción hecha pensando en
el país del Norte. Allí viven tres hermanitas: Soun Y
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trabaja con los discapacitados haciendo velas, y Beung
Lan cuida a dos niños en una casa. La hermanita Gio Suk
participa en los encuentros para los refugiados de Corea
del Norte y los encuentros de los emigrantes. La diócesis
de allí dio prioridad al cuidado de estos dos grupos de
gente: su parroquia ofrece un bus para trasladarles. La
diócesis organiza
bastantes
conferencias,
encuentros, y
fiestas. A veces
los trabajadores
extranjeros dan
testimonios de
reconciliación,
que no se pueden
escuchar sin emocionarse. Es algo visto como normal que
les traten mal y les paguen menos de lo mínimo, los
ponen en condiciones que deshumanizan, sin embargo,
algunos buscan caminos de reconciliación y llegan hasta
agradecer a los que les trataron mal... la mayoría de ellos
no conocen la religión católica.
De vez en cuando, entre Corea del Norte y Corea
del Sur hay momentos de crisis, según los intereses de los
políticos de USA, China, y Japón. Luego vuelven al
dialogo: a ningún político le interesa la reconciliación
entre las dos Coreas, mientras que el pueblo de ambos
lados sufre, ya que muchas familias están divididas y
19
llevan más de sesenta años sin saber cómo está una parte
de sus parientes. Mucha gente del Norte pide refugio…
La Iglesia trata de preparar el día de la reconciliación, y
lo mismo hacen los creyentes de otras creencias. Espero
que ese día llegue pronto para que puedan gozar del
encuentro con la familia.
Tenemos también la fraternidad de Mok Po, una
ciudad portuaria rodeada de innumerables islas. En 1990,
cuando llegamos, era un barrio lleno de gente que
trabajaba en el mar, en barcos de pesca, que han sido
sustituidos por trabajadores inmigrantes venidos de
China, Indonesia, Timor, Vietnam, etc. De los antiguos
habitantes quedan personas mayores, enfermas o que no
tienen la posibilidad de irse a otro lado. Es un barrio que
va a ser derribado para construir edificios altos, y los
vecinos nos han pedido que nos quedemos con ellos hasta
el fin. El año pasado un tifón destruyó la casa vecina y
vinieron los obreros para desescombrar. Una hermanita
les estuvo ayudando aunque era un trabajo pesado y
sucio. A la hora de comer fueron ellos que la invitaron,
era conmovedor, porque la consideraron como una de
ellos. Le daba la impresión de ser invitada a la mesa del
Señor.
20
INDIA
Quiero aportaros algunas noticias de nuestro gran
país, de más de mil millones de habitantes, repartidos en
29 estados y 6 territorios… ¡imaginaos la gota de agua
que somos las Hermanitas de Jesús! Hay que decir
también que los cristianos, de todas las denominaciones,
no son más de un 2,3%; hay un 13% de musulmanes y la
mayoría (el 80%) son hindús o de alguna otra religión
minoritaria. Un país muy difícil de gobernar… En este
momento, existe un movimiento extremista hindú que
crea muchas dificultades. Hace sesenta años que estamos
en Benarés, importante centro de peregrinación hindú,
situada a la orilla del Ganges, río sagrado que nace en el
Himalaya. A través de varias generaciones de
21
Hermanitas, se han ido estableciendo muchas amistades;
y ahora Mary, que es irlandesa, desea terminar allí sus
días orando por todos… Las ventanas de nuestra capilla
miran al Ganges. Priya trabaja justo al lado, en un local
que acoge turistas, que actualmente son muy numerosos.
Venidos del mundo entero, han cambiado el aspecto de
esta ciudad tan antigua. Ghislaine y Gracy están más en
casa, y acogen a todos los que vienen.
En Kerala, la tierra de los cocoteros, al suroeste
del país, nuestra presencia entre los enfermos de lepra
empezó hace unos
50 años para
responder a la
llamada de Mar
Gregorios, obispo
siro-malankara.
Así que allí
estamos insertas
en este rito sirio.
Actualmente el hospital se ha ampliado mucho con una
sección para enfermos de SIDA y enfermedades
generales. Rosamma ayuda a los enfermos a base de
reiki, yoga, etc. En nuestro país la meditación es muy
importante a todos los niveles. Navya está en la
recepción del hospital y Mariarmel visita a los enfermos.
En Kerala los cristianos son mayoritarios gracias a la
evangelización de Santo Tomás y hay tres ritos: el Siro-
Malabar, el Siro-Malankara y el Latino.
22
En Bangalore, ciudad grande y cosmopolita, a
1.000 metros de altura, tenemos nuestra casa central y de
formación. Cuando llegamos, en 1969, estaba situada en
un pueblecito de los alrededores, pero ahora esta zona ha
quedado completamente absorbida por la ciudad, aunque
conservamos un espacio libre con una huerta que da
mucho trabajo pero que nos recompensa con una gran
variedad de frutos. Al lado hay un centro de reinserción
donde trabaja una hermanita. Estamos en una parroquia
que sólo utiliza la lengua local, el Kannada. Los
autóctonos son una minoría y han sufrido por haber sido
olvidados tanto por las autoridades como por las
instituciones religiosas… Acogemos a muchas personas
de distintos ambientes y nuestra capilla atrae a algunas
que vienen a rezar regularmente. A unos 40 quilómetros,
tenemos una fraternidad obrera en un barrio sencillo del
estado de Tamilnad. Las hermanitas trabajaron varios
años en una fábrica de relojes, pero ahora una de ellas
23
trabaja en un centro para personas de la tercera edad, y
otra en la recepción de una escuela protestante.
En
Bombay,
gran puerto
en el Oeste
del país,
donde hace
un calor
húmedo
muy fuerte,
las
hermanitas
continúan trabajando en pequeñas empresas o en ONG.
Viven en un barrio popular en donde cada familia tiene
una habitación y una cocina en la planta baja y otra
habitación arriba, bajo el tejado, donde nosotras tenemos
la capilla. Son barrios donde los contactos son muy
fáciles ¡y pueden durar hasta muy avanzada la noche!
En el norte de Kerala viven tribus de la selva, en
grandes reservas que el gobierno les asignó. Tenemos
una casa cerca de una de estas reservas con un trocito de
terreno que tiene una plantación de café. Además de
trabajar en el campo, una de las hermanitas lo hace en
una organización que los jesuitas tienen allí para el
desarrollo de esas poblaciones.
24
JAPÓN
Han pasado dos años y medio desde que el 11 de
marzo de 2011 tuvo lugar en Japón el potente terremoto,
con su correspondiente tsunami y, como consecuencia de
ello, el terrible accidente nuclear. La actualidad
internacional, que tan deprisa hace centrar nuestro interés
en cosas “nuevas”, ya lo ha olvidado, pero en Japón las
consecuencias son inconmensurables.
En el momento de las explosiones nucleares,
mucha gente, incluidos niños, se contaminó a causa de la
negligencia en las informaciones, refugiándose incluso en
sitios mucho más peligrosos que sus propias casas.
Muchos padres deploran haber expuesto a sus hijos a la
radioactividad, sin saberlo, al hacer cola con ellos para
obtener agua, alimentos o gasolina.
Muchas zonas están aún contaminadas. Para
llegar a algunos pueblos hay que atravesar montañas en
autobús, porque no se puede pasar por las carreteras de la
costa, ya que no se ha conseguido –y tal vez no se
consiga nunca– despejar los escombros radioactivos. En
ellos queda poca gente, e incluso hay aldeas
abandonadas. En la carretera hay policías que vigilan las
24 horas del día, y nadie puede pasar, ni siquiera los
antiguos habitantes, que tendrían necesidad de ir a buscar
cosas que tuvieron que dejar cuando les hicieron huir. De
25
hecho, se tuvieron que marchar sin saber por qué, y sin
llevarse casi nada.
Ahora, dos años después, se da prioridad sobre
todo al restablecimiento de las industrias (para que el
trabajo se pueda reiniciar) y a la construcción de diques a
la orilla del mar, pero las vías del tren y las estaciones
han desaparecido, y edificios muy importantes para que
la vida de la ciudad vuelva a la normalidad, como el
hospital, la escuela de enfermeras, la escuela secundaria,
etc., han sido abandonados. No se sabe nada de cuándo se
llegará a solucionar esta catástrofe y lo que es más triste
son las discriminaciones que hace el gobierno a la hora
de distribuir las indemnizaciones, que han conseguido
dividir y separar a las gentes unas de otras.
Pero hay pequeños signos de esperanza, que
muchas veces provienen de la gente más sencilla: En
muchos sitios se han organizado “mercados de
26
renacimiento”, lugares donde la gente busca medios para
continuar ganándose la vida, y se aprecia que muchas
personas van a comprarles simplemente para darles
apoyo.
Escuchar es un elemento esencial para ayudar a
las personas a volver ponerse de nuevo en pie, y se
encuentran numerosos grupos, grandes y pequeños,
privados o más oficiales, que lo practican:
La madre de una hermanita, que vive a 80 km de
la central nuclear, inició junto con otras mujeres, un
grupo llamado: “Escucha atentamente”. En su zona, a las
poblaciones siniestradas por la catástrofe sísmica les tocó
además el accidente de la central. Tuvieron que
abandonar sus casas sin saber nada de su situación de
peligro ni de su futuro. Además, sufren de una
discriminación que empezó cuando se supo de la
contaminación por radioactividad. Por eso sienten que
una acumulación de desgracias ha caído sobre ellos. La
actitud del gobierno, que ignora a las víctimas, deja a las
personas angustiadas e incluso desesperadas. Hemos
visto que esta “escucha atenta” abre una pequeña puerta
de esperanza en cada uno y cada una de ellos. ¡Esto es
algo muy grande!
Una hermanita participó en un encuentro
organizado por la Iglesia con el tema “Escucha
atentamente a Fukushima” en un lugar cercano a las
zonas llamadas “Entradas prohibidas” debido a la
27
contaminación de la radioactividad. En ese encuentro
varias personas compartieron su experiencia humana y
“espiritual”. Hubo dos laicos que fueron a esa zona y
eligieron quedarse. Según ellos, se puede estar en
tinieblas muy profundas pero, si se permanece en ellas,
uno acaba por ver una tenue luz. Viviendo aquí, uno se
da cuenta, poco a poco, que es una llamada a entrar en el
fondo del alma. Y así se empieza a aprender a ver las
cosas de otra manera. Un sacerdote dice que, cuando más
implicado estaba en aportar ayuda material a los
refugiados, oyó una voz que le hizo dar un vuelco a su
vida: “¡Vuelve al Evangelio, vuelve a la Palabra de
Dios!!”. Desde entonces se sintió llamado a vivir aquí, y
siente que ha recibido una nueva vocación.
Desde el principio, varias hermanitas fueron a
prestar ayuda en los lugares donde se establecieron bases
de Caritas que organizan el trabajo y la acogida de los
28
voluntarios. En Shiogama, la casa parroquial estaba vacía
porque había muerto el párroco, y la base de Caritas que
estuvo allí se retiró al cabo de algún tiempo. Por eso,
pensamos que podíamos ocupar esa casa para poder estar
presentes respecto a esas personas tan abandonadas, y allí
vivimos, desde Pascua de 2012, un grupo de dos o tres
hermanitas, según los momentos y las posibilidades de la
Región.
También acogimos a tres grupos de estudiantes de
las escuelas católicas de Tokio, que querían conocer de
cerca la situación y realizar un poco de trabajo
voluntario. Con uno de estos grupos fuimos a una
pequeña isla, que sufrió mucho, con el fin de ofrecer a
las personas que allí viven en barracones provisionales lo
que los estudiantes habían preparado y otras cosas que
recibimos de los cristianos de Nagasaki.
A los dos años de esos desastres, hubo un gran
encuentro en Tokio. El lema de la asamblea era “¡No
olvidemos y no retrocedamos!”. Nadie sabe cómo aportar
solución alguna y hasta cuándo va a durar la situación.
Nos hemos enterado ahora de que hay más de 20.000
muertos, y 2.668 desaparecidos. Los refugiados son más
de 315.000, la mitad de ellos de Fukushima. La Iglesia
católica tomó la decisión de continuar apoyando a las
regiones siniestradas con ocho bases de “Caritas Japón”
durante diez años más. Se aprecia una solidaridad y una
29
colaboración muy concretas entre las diócesis, los
religiosos y religiosas y los laicos.
Hemos sabido que ha habido muchas
manifestaciones de solidaridad de formas muy diversas a
través del mundo. Incluso los niños palestinos expresaron
su compasión por nuestros niños lanzando cometas.
¡Estamos muy agradecidas!
30
MACAO
Macao es una de las dos Zonas Administrativas
Especiales de la República Popular China. La otra es
Hong-Kong. Fue colonia portuguesa hasta 1999. La
Declaración Conjunta Chino-Portuguesa estipula que
Macao funcione con un alto grado de autonomía durante
50 años.
Últimamente este territorio ha tenido un
desarrollo
económico
rápido gracias
a la industria
del juego de
azar y de la
diversión, que
actualmente
es su mayor
fuente de
ingresos. Es un territorio cosmopolita. Esto ha creado la
esperanza de una vida “fácil y feliz” en el corazón de
mucha gente, que ahora sufre las consecuencias y paga el
precio de esa falsa ilusión: el aumento del crimen
organizado -incluso juvenil-, de la prostitución, de la
venta y consumo de droga, y del malestar psicológico
que repercute en la sociedad (ludopatías, depresiones,
31
suicidios,…). La mayoría de los habitantes son chinos
inmigrantes de China continental, una comunidad
macaense (de sangre mixta chino-portuguesa), una
pequeña comunidad portuguesa y muchos trabajadores
provenientes de otros países de Asia, empleados en las
casas de juego o como domésticos en las familias. Una
gran cantidad de turistas, sobre todo chinos, inunda
continuamente las calles y llena los casinos.
Los católicos son una minoría y la Iglesia,
tradicionalmente activa en la sociedad con instituciones
educativas y caritativas, se pregunta cómo anunciar y
testimoniar el Evangelio en una realidad tan compleja.
La fraternidad se encuentra en un barrio popular
habitado por inmigrantes chinos. Estamos a diez minutos
a pie de la frontera por donde todos los días van y vienen
miles de personas a trabajar y para realizar asuntos
varios. También nosotras, como todos nuestros vecinos,
vamos a comprar la verdura a China porque allí los
precios aún son razonables, aunque estén aumentando…
Tenemos aquí una fraternidad desde 1956, y
hemos procurado siempre vivir solidarias con los más
desfavorecidos, atentas a las nuevas pobrezas y a los
desafíos causados por los cambios de nuestra sociedad.
Cuando, hace 11 años, conocí la Asociación de
Rehabilitación de Toxico-dependientes éste era un
grupito no confesional de jóvenes portugueses y chinos
salidos del infierno de la droga y muy motivado para
animar y acompañar a otros en el camino de la
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rehabilitación. Nació entre nosotros una amistad
concretada en visitas, y algunas horas de voluntariado.
Finalmente, esta larga amistad se ha transformado
en un compromiso más concreto a través del trabajo…
En septiembre del año pasado inauguraron un nuevo
centro de “puertas abiertas”, a cinco minutos de nuestra
casa, para ayudar a la desintoxicación gradual con
metadona. La finalidad del Centro es reducir los daños
causados por la droga, crear una relación con los tóxico-
dependientes que no tienen acceso a otros servicios y
evitar la incidencia del SIDA a través de la disminución
en los lugares públicos de la presencia de jeringuillas
infectadas, de la disminución del consumo de droga, y de
una educación con respecto al problema del SIDA.
Ofrecen también bebidas y comidas, un servicio de
enfermería, duchas y ropa limpia, encuentros para
sensibilizar a familias y vecinos, recogida de jeringuillas
usadas y distribución de otras nuevas, etc. Como
necesitaban una empleada, y nosotras necesitábamos un
salario, solicité trabajo y fui aceptada. Hago la limpieza y
me ocupo del servicio de comidas y bebidas, de 10 a
18:30, seis días a la semana.
Somos un equipo de siete personas: el responsable
del centro, dos psicólogas, dos monitores, un contable y
yo. Por la mañana empezamos juntos. Una de las
psicólogas nos habla de las situaciones de nuestros
clientes y de las incidencias que haya podido haber.
Después, ¡al trabajo! Limpio el centro, y cuando la gente
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llega, preparo las bebidas y me ocupo de comprar la
comida, de distribuir toallas a quien se quiere duchar, y
eventualmente dar ropa limpia. Nuestros clientes vienen
de buena gana aunque sea para charlar un poco o para
leer el
periódico y
cada día hay
un gran ir y
venir de
gente.
Hace
poco mi
trabajo ha
cambiado
algo: continúo limpiando el Centro, preparando las
bebidas y comprando las comidas para los usuarios, pero
tengo más tiempo pasa estar “presente” con las personas
que tienen necesidad de ser escuchadas y de comunicar.
He empezado a tener encuentros más profundos con
algunos y estoy aprendiendo a aceptarlos como son. ¡No
es fácil!. Estoy convencida que no se puede nunca
desesperar del otro pero he tenido que ir comprendiendo
la inutilidad de estar agarrada a mi idea sobre su
curación. Las personas cambian a su manera y procuran
hacer lo mejor posible para sobrevivir.
Todos saben que soy religiosa y me llaman
“hermana”. Algunos nos conocen de cuando vivíamos en
el barrio de chabolas que fue arrasado completamente
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para construir un parking. Los que han pasado por la
comunidad terapéutica protestante me suelen citar algún
versículo de la Biblia de memoria. Uno de ellos me repite
a menudo el salmo 23 y sobre todo el versículo “Si
camino por un valle tenebroso no temo ningún mal,
porque Tú estás conmigo…”
Hace ya más de un año que estoy en el Centro y
siento que, en cierta manera, pertenezco a ese mundo y
estoy comprometida con los otros miembros del equipo
en acompañar a nuestros amigos, a estar con ellos en los
momentos de esperanza y de desesperación, de alegría y
de pena, de éxito y de fracaso, de vida y de muerte, y a
acogerlos sin cesar con confianza y amor.
Son un regalo de Dios y un desafío. Me ayudan a
vivir mi vida y mi vocación de hermanita de una manera
más profunda y concreta.
Claudia
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VIETNAM
Durante muchos años, debido a la situación
política, nuestras Hermanitas del Vietnam quedaron
aisladas del resto de la Fraternidad, y la comunicación
era difícil. Felizmente las cosas cambiaron, y hoy día, un
cierto número de las cuarenta hermanitas vietnamitas
viven en otros países del mundo: Argelia, Túnez,
Francia, Italia, Camerún…
Una hermanita canadiense, Kathy, ha estado allí
para realizar con las hermanitas unos talleres de
formación en el carisma de la Fraternidad. Cuando les
pedimos un artículo para presentar su “Región”, nos
entregaron el testimonio de Kathy, que nos permite
conocer, a través de lo que ella misma descubrió, lo que
las hermanitas viven en ese país:
Acabo de pasar dos meses en el Vietnam, pues me
habían pedido que impartiera el taller de “Biblia y
carisma” para las Hermanitas que llevan ya bastantes
años en la Fraternidad. Como son numerosas y los viajes
se hacen difíciles, se decidió que lo daría en dos sitios
distintos, lo que me permitió conocer bastantes aspectos
del país y de sus fraternidades. Me propusieron que fuera
durante las fiestas de año nuevo porque les es más fácil
tener vacaciones en el trabajo.
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Al llegar pasé tres días en Hanói. La fraternidad
es muy pequeña, inserta en un barrio de callejones bajo
un gran puente que atraviesa el río Rojo. Las Hermanitas
la han instalado de manera ingeniosa. Una de las paredes
de la capilla está apoyada sobre unas ruedas que permiten
desplazarla por la noche para que haya más espacio para
dormir, tendiendo esteras en el suelo…
Pude visitar los lugares de trabajo de nuestras
hermanas. Anh Linh en un pequeño taller de costura.
María Vui en casa de un anticuario americano que ha
escrito un libro, “101 razones para amar Hanói”. La 101ª
es la manera como él, siendo americano, ha sido acogido.
“Por eso doy gracias todos los días”, dice.
Desde Hanói cogí el avión hasta Dalat, donde
hicimos el primer taller. Al terminar éste, en vez de ir
directamente a Saigón donde debía tener lugar el
segundo, acepté la invitación de ir a pasar algunos días en
una pequeña fraternidad en el delta del Mekong. Después
de una noche de autobús que me dejó entrever muchos
cocoteros y riachuelos, llegamos a la fraternidad hacia el
mediodía. ¡Quedé encantada! La belleza del paisaje, la
simplicidad de nuestra casa, el trabajo de las hermanitas.
Tienen una hectárea de ananás en medio de un estanque.
¡Justamente al día siguiente hacían la “cosecha”! Como
obrera de la undécima hora, me dieron unos guantes de
goma para protegerme de las plantas que pican, así como
una chaqueta y botas. Catarina Lan cortaba las piñas y las
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echaba al agua, y yo intenté ayudarla. La primera vez lo
hice bien, pero la segunda la corté en dos. La tercera y la
cuarta las decapité. Como pierden valor sin las hojas,
pensé que era más sensato parar que destruirles la
cosecha. Así que me fui con las que, en una barca,
recogían las piñas que flotaban entre las flores de loto.
No sé expresar lo hermoso que era. Nuestra barca es muy
vieja y le entraba agua. Yo pensaba que iba a hundirse.
Pero cuando la madera estuvo bien mojada quedamos en
mejor estado para navegar. Una vecina nos ayudó. En dos
días recogimos 731 piñas, la mayor parte de las cuales
pesaban más de un kilo. Después hubo que esperar tres
días hasta que
llegara el barco
que las compra.
Estaba muy
ocupado porque
eran los días
antes de Año
Nuevo. En la
capilla pusimos
un ramo de hojas
de ananás para dar gracias a Dios por la buena cosecha.
Por la tarde fuimos a Misa en barco… Era
fabuloso apreciar la espléndida vegetación, unida a toda
la vida que se desarrolla a lo largo del río. Es una
parroquia pequeña y pobre, y me gustó participar en el
equipo de limpieza antes de la Misa. Al volver quise
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darme prisa para sacar la última foto. Pero al salir del
barco puse el pie en una tabla del puentecito, que se
rompió con mi peso. ¡No soy una pequeña vietnamita,
yo! Me encontré metida en el lodo del Mekong hasta la
cintura. Felizmente, no fue nada grave y después, en el
taller de Biblia, pude explicar lo que significa “Os haré
pescadores de hombres”. ¡El hombre no está hecho para
el agua!
Para viajar a Saigón nos fuimos, a las 6 de la
mañana, en barco hasta Can To. Dos horas magníficas de
navegación.
Cruzamos
barcos
pequeños y
grandes, que
transportaban
toda clase de
cosas. Había
gente que
recogía
incluso las plantas que crecen en la superficie del agua,
pues las secan y hacen cestos con ellas. Hay mercados
flotantes. La continuación del viaje en autobús ya no fue
tan poética, porque en los alrededores de Saigón hay una
circulación terrible. Es una población que se desplaza en
moto y en bicicleta, y esto me gusta.
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Ya en Saigón, vivimos diez días de trabajo
intenso, pero paramos un día para celebrar el Año Nuevo:
Por la mañana temprano fuimos todas a ver una calle que
habían adornado con muchísimas flores. Había
orquídeas, un estanque con lotos, e incluso un trocito de
arrozal. Me encantó la “danza del dragón”. Un grupo de
chicos tocaban el tambor con todas sus fuerzas mientras
otros, escondidos debajo del manto del dragón, lo hacían
bailar. De vez en cuando incluso se levantaba, cuando
uno de los chicos saltaba encima de los hombros de otro.
¡Qué energía! Los petardos estallaban, el confeti plateado
se desparramaba… Aquel día, entre el loto y el dragón,
comprendí algo de Asia…
Terminado el
taller, volví al
norte para
participar en la
fiesta de los
votos perpetuos
de una
hermanita. La
fe de los
cristianos que
encontré en el norte me impresionó mucho. Es
verdaderamente la fe de los mártires. Muchos pueblos
cristianos se desplazaron hacia el sur en 1954, y la mayor
parte de los que se quedaron en su tierra, no tenían
sacerdote, pero continuaban rezando todas las noches en
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sus casas. Durante la Cuaresma tienen la costumbre de
cantar la Pasión con melodías tradicionales y aunque no
lo entendiera me traspasaba el alma.
La profesión tuvo lugar en el pueblo de Anna
Thuy. Era verdaderamente la fiesta de la aldea. Había una
banda, una coral magnífica.
El último día, antes de irme, pude visitar la
pequeña fraternidad de Haiphong. Está en una región de
arrozales, en la que ahora se ha instalado una zona
industrial. Las hermanitas son jóvenes, y encuentran
fácilmente trabajo en las fábricas. Me hizo bien pensar
que a través de ellas podemos estar presentes entre la
mano de obra barata del Asia del Sureste, tan explotada.
Nuestras hermanitas vienen de familias que vivían en las
aldeas y trabajaban en los arrozales. Junto con su pueblo
viven la transición hacia la ciudad y un modo de vida
muy distinto de lo que modeló las raíces de su pueblo.
Pero se nota en ellas una gran capacidad de adaptación, y
una energía vital que mira el futuro con esperanza. Con
ellas, el Niño Jesús de Belén encuentra su hueco para
introducirse en este mundo en ebullición.
Hermanita Kathy
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Llegadas a la Región
Apelação
El día 26 de diciembre de 2012, como un bonito
regalo de Navidad, llegó a nuestra fraternidad la
hermanita Mercè. La acogimos con mucha alegría y así
empezamos a vivir las tres juntas, de edades parecidas.
Rápidamente se insertó bien en el barrio, y para Mónica y
Maria do Carmo ha sido también una ocasión de abrirse a
la realidad vivida por ella durante un año en un campo de
Refugiados en Túnez, como consecuencia de la guerra en
Libia.
La vida está difícil y muchos vecinos aprovechan
algunos terrenos vacíos y con poco agua para poner
huertos que los ayudan a sobrevivir. Una vecina enferma
nos dejó un trozo de tierra que se tenía que desbrozar.
Mercè se entusiasmó y
empezó así una
aventura de ayuda
mutua, intercambio y
solidaridad con
personas africanas de
varias nacionalidades.
¡Gracias a su trabajo,
pudimos saborear nuestras primeras cebollas, habichuelas
y coles!
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A Mercè le gusta nuestro barrio y las tres estamos
contentas por continuar juntas nuestra andadura en
Apelação, donde conocemos cada vez a más gente. Muy
sencillamente, procuramos vivir como Jesús de Nazaret.
Madrid
Después de un año pasado en Bélgica, Paloma
está de vuelta, y nos cuenta:
¡Qué alegría estar de regreso en la región! He
vivido durante un año en Banneux (Bélgica) con otras
novicias: Melanie, Maya, Marie-Luise, Marie-Yvone y
Mateja, experiencia de internacionalidad y apertura muy
bonita. Continuo mi segundo año de noviciado en
Madrid y este
verano he tenido la
gran suerte de
trabajar en un hotel
en el norte de Italia
con otras dos
hermanitas. Me
siento muy feliz de
que tiempos así me posibiliten el poder seguir
profundizando en el carisma de la Fraternidad. Estoy
encantada de continuar mi camino con la comunidad de
Madrid y quiero vivir y aprovechar a tope cada
momento. ¡¡¡Vivir en la Fraternidad es GENIAL!!!
Paloma
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Málaga
La hermanita Felisa (Feli) que estuvo bastantes
años en el Magreb, volvió este año a España y está en la
fraternidad de Málaga,
con Elisa, Gloria y
Rosaura. Feli es de
un pueblo de Ciudad
Real, hizo los votos
perpetuos en 2002, y
estos últimos años ha
estado en varias
fraternidades de
Argelia. ¡Es una alegría tenerla de nuevo entre nosotras!
Con ella se nos hacen también más presentes las
hermanitas del Norte de África y sus amigos, en medio
de los cuales nació la Fraternidad. ¡Bienvenida, Feli, y
que tengas suerte en la búsqueda de trabajo y en tu
inserción en Málaga!
Murcia
Ha llegado hace
pocas semanas a
Murcia Lazzarina,
hermanita italiana
que ha estado
bastantes años en
América Latina. La
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acogemos con mucha alegría para que pueda continuar
entre nosotras su camino. Como ahora es todo demasiado
reciente, dejamos para el año que viene que os cuente sus
impresiones de nuestra región Portugal-España.
Otras noticias
Chelas
Hablar del Grupo Comunitario de Flamenga (así
se llama nuestro barrio) es compartir con vosotros la
alegría que nos da el poder tocar de cerca las
aspiraciones de un pueblo, mejorando nuestro
conocimiento de la realidad local, de las necesidades,
potencialidades y expectativas de las personas que nos
rodean.
A su ritmo, el
Grupo Comunitario
va tejiendo lazos de
proximidad entre
las instituciones y
los habitantes.
Nosotras, aunque
una sola vaya a las reuniones, procuramos estar todas
presentes en las demás actividades, porque el barrio es
una familia, de la que hacemos parte.
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El Grupo Comunitario, junto con los habitantes,
se ha comprometido en la promoción de iniciativas para
fortalecer las capacidades individuales y de grupo, en una
perspectiva de desarrollo local:
Realizó fiestas comunitarias, apoyó un mercadillo
de Navidad, está incentivando a un pequeñísimo grupo
para que renazca la Asociación de Vecinos, realiza Cines
de Calle, uno de ellos con los habitantes del barrio,
contando la historia de Marvila, con el título: “Marvila es
nuestra historia”.
La fiesta de Navidad, iniciativa del Grupo
Comunitario y de los vecinos, tuvo una extraordinaria
colaboración de todos. El salón, que es bastante grande,
se volvía pequeño. Vivimos de verdad el espíritu
navideño de paz, amor y unidad, y se consiguió poner en
práctica uno de los objetivos del Grupo que es “aumentar
la unión entre instituciones/entidades y la población”.
Sentimos que, poco a poco, nuestro barrio va
siendo la casa grande donde nos sentimos felices de vivir.
Fátima
Viviendo en este lugar privilegiado de paz, a
pesar de nuestras fragilidades tenemos el deseo de que
todos los que pasen por nuestra casa encuentren un
espacio de escucha y de acogida, un espacio de encuentro
con Jesús.
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Este espacio lo deseamos particularmente para las
hermanitas que vienen a rehacer sus fuerzas y a penetrar
más en el silencio y la oración. La diversidad de sus
orígenes y de su
manera propia
de realizar
nuestra misión
en los diferentes
países donde
están, son
también para
nosotras una
apertura a las diferentes realidades que se viven a través
del mundo y una ocasión para abrir el corazón a todos y
rezar por cada uno. Entre otras, podemos subrayar
durante este año la estancia para un tiempo prolongado
de oración de las hermanitas: Carolina de Nigeria, Joyce
de Sri Lanka, Maria Nam Bok de Corea, Anna Nam y
Maria Huong del Vietnam, que quisieron terminar un
período de formación en este lugar marcado por la
“presencia” de la Virgen.
Si cada fraternidad debe ser, como decía la
hermanita Magdeleine, un lugar donde todos puedan
descubrir la luz que viene de la estrella de Belén,
deseamos de todo corazón que ésta sea un espacio donde
cada uno pueda encontrar más paz y esperanza.
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Encuentros varios
Encuentro de Región
Los días 16 a 21 de septiembre nos encontramos
en Madrid las hermanitas de nuestra región España-
Portugal. Estábamos 30, es decir, casi todas, y pasamos
unos días muy enriquecedores juntas. Empezamos con un
taller sobre “Comunicación No Violenta”, continuación
del que tuvimos el año pasado con Pilar de la Torre, y
que habíamos ido trabajando durante el curso. El tema
era: “La escucha y la expresión: un diálogo consciente”,
y nos ayudó a ver cómo, debajo de cada necesidad mía
está escondida una perla, y lo mismo pasa con las
necesidades de los demás. Tuvimos ejercicios prácticos
muy concretos sacados de la realidad de nuestras vidas,
en los que pudimos experimentar como nuestras
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diferencias son una riqueza, y acabamos con muchas
ganas de continuar practicando entre nosotras… y con
todos los que se cruzan con nosotras.
Los dos últimos días los dedicamos a revisar
nuestro “Proyecto de Región” y a ofrecernos lo vivido en
cada fraternidad, así como algún tiempo para
programación. Para las que viven lejos estos encuentros
(que solemos hacer un año en Portugal y otro en España)
suponen un esfuerzo, per salimos de ellos contentas y
fortalecidas en nuestro camino.
Encuentro Europeo del trabajo
Tuvo lugar en Bratislava (Eslovaquia), del 27 de
septiembre al 2 de octubre, un encuentro de las
Hermanitas que
tienen un trabajo
remunerado. A
pesar de que en
algunos países hay
bastantes
jubiladas, y que
una parte de las
que trabajan no
pudieron estar por
exigencias del propio trabajo, eran 26, de 11
nacionalidades de Europa, y de nuestra Región participó
Juana. Fue en un lugar de peregrinación a la Virgen,
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Marianka, muy querido del pueblo eslovaco. El tema del
encuentro era: “¿Qué influencia tienen las condiciones
precarias de trabajo, el paro, los horarios recargados,
sobre nuestra vida contemplativa?”.
Al mirar de cerca esta realidad que es tan dura, no
solo para nosotras sino para una gran parte de la
humanidad, se sintieron confirmadas en la opción de
compartirla, para así ser solidarias de todas las personas
que sufren por las condiciones del trabajo en el mundo
entero. En medio de estas situaciones deshumanizantes,
reafirmamos nuestra misión de ser mujeres de esperanza.
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Noticias de la Fraternidad se ha
podido realizar hasta ahora con la colaboración
de unos y otros, y os lo agradecemos mucho.
Esperamos vuestras sugerencias y aportes para la
preparación del próximo número.
¡Gracias!
Para comunicar con nosotras, dirigíos a la
fraternidad de Murcia o al correo electrónico:
Número de cuenta:
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Con todos los amigos que tenemos, nuestra base de datos se ha ido ampliando, y nos
hemos visto en la obligación de inscribirla en el Registro de la Agencia Española de
Protección de Datos.
De acuerdo con lo establecido en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de
Protección de Datos de Carácter Personal, os informamos de que vuestros datos
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Y también en:
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