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1 HACIA UNA REVISIÓN DE LAS TEORÍAS DE DESARROLLO REGIONAL J. Mario Herrera Ramos * I. EL DESARROLLO REGIONAL Tradicionalmente la política regional se ha planteado o se ha concebido como un instrumento para la consecución de objetivos nacionales. En buena medida ello se debe al hecho de que la mayor parte de los objetivos de política regional se definen con base en problemas que se consideran en lo fundamental nacionales. Si esto es cierto, entonces es posible decir que no existen objetivos de política de carácter meramente regional. Este punto de vista es parcial, y se basa en una idea del desarrollo cuya definición y puesta en práctica va de lo general a lo particular exclusivamente. En este esquema, es lo macro lo que define lo micro; lo nacional define lo regional; la homogeneidad oculta la diversidad. Sin embargo, esto es un punto de vista que en el mejor de los casos es parcial. En realidad existe un proceso de interacción entre el nivel espacial y el territorial. En cierta medida, la interacción de estos dos niveles es muy similar a la que se presenta en el caso del federalismo y la relación entre los distintos niveles de gobierno. Estas relaciones y la forma como se establecen en principio, se definen por el componente territorial-espacial de cada nivel de gobierno. En la promoción del desarrollo y del crecimiento económico, no sólo es posible la perspectiva desde arriba sino que también es determinante la perspectiva desde abajo. “Desarrollo ‘desde arriba’ tiene sus raíces en la Teoría Económica Neoclásica y su manifestación espacial en el concepto de centro de crecimiento [...]. La hipótesis básica es que el desarrollo se genera por la demanda externa y los impulsos innovadores, y que a partir de unos pocos nodos sectoriales o geográficos el desarrollo, ya sea en forma espontánea o inducida, se ‘filtrará’ hacia el resto del sistema.” (Sthör y Taylor, 1981: 1) La contrapartida de esta estrategia es la denominada desarrollo desde abajo. “El desarrollo ‘desde abajo’ considera que éste se basa, primordialmente, en la máxima movilización de los recursos naturales, humanos e institucionales de cada área, siendo el propósito primario la satisfacción de las necesidades básicas de los habitantes de dicha área.” (Sthör y Taylor, 1981: 1) * Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), <[email protected]>. Anterior | Índice

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Temas de Análisis Regional.

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HACIA UNA REVISIÓN DE LAS TEORÍAS DE DESARROLLO REGIONAL

J. Mario Herrera Ramos*

I. EL DESARROLLO REGIONAL

Tradicionalmente la política regional se ha planteado o se ha concebido como un instrumento para la consecución de objetivos nacionales. En buena medida ello se debe al hecho de que la mayor parte de los objetivos de política regional se definen con base en problemas que se consideran en lo fundamental nacionales. Si esto es cierto, entonces es posible decir que no existen objetivos de política de carácter meramente regional.

Este punto de vista es parcial, y se basa en una idea del desarrollo cuya definición y puesta en práctica va de lo general a lo particular exclusivamente. En este esquema, es lo macro lo que define lo micro; lo nacional define lo regional; la homogeneidad oculta la diversidad. Sin embargo, esto es un punto de vista que en el mejor de los casos es parcial. En realidad existe un proceso de interacción entre el nivel espacial y el territorial.

En cierta medida, la interacción de estos dos niveles es muy similar a la que se presenta en el caso del federalismo y la relación entre los distintos niveles de gobierno. Estas relaciones y la forma como se establecen en principio, se definen por el componente territorial-espacial de cada nivel de gobierno.

En la promoción del desarrollo y del crecimiento económico, no sólo es posible la perspectiva desde arriba sino que también es determinante la perspectiva desde abajo. “Desarrollo ‘desde arriba’ tiene sus raíces en la Teoría Económica Neoclásica y su manifestación espacial en el concepto de centro de crecimiento [...]. La hipótesis básica es que el desarrollo se genera por la demanda externa y los impulsos innovadores, y que a partir de unos pocos nodos sectoriales o geográficos el desarrollo, ya sea en forma espontánea o inducida, se ‘filtrará’ hacia el resto del sistema.” (Sthör y Taylor, 1981: 1)

La contrapartida de esta estrategia es la denominada desarrollo desde abajo. “El desarrollo ‘desde abajo’ considera que éste se basa, primordialmente, en la máxima movilización de los recursos naturales, humanos e institucionales de cada área, siendo el propósito primario la satisfacción de las necesidades básicas de los habitantes de dicha área.” (Sthör y Taylor, 1981: 1)

* Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), <[email protected]>.

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Es evidente que cada estrategia, considerada en forma aislada, tiene orientaciones diferentes. Las estrategias desde arriba están definidas u orientadas externamente y tienden a favorecer el proceso de urbanización a través de la industrialización con capital intensivo, basado en la tecnología de punta, así como en la inversión en grandes proyectos. “La estrategia de desarrollo ‘desde abajo’ se orienta hacia las necesidades básicas, es intensiva en trabajo, basada en recursos regionales en pequeña escala, frecuentemente centrada en lo rural, y apoya el uso de tecnología ‘adecuada’ en lugar de tecnología ‘avanzada’.” (Sthör y Taylor, 1981: 1)

Este último enfoque sugiere la existencia de problemas y objetivos estrictamente regionales. Uno de los grandes aportes de las investigaciones sobre el desarrollo regional, el crecimiento y el proceso de urbanización es precisamente ése. Las teorías económicas que sustentan el desarrollo desde arriba asumieron y concluyeron que el crecimiento cuyo origen es centralizado eventualmente se difunde al resto de las regiones y sectores que integran una economía. Ahora también sabemos que para que ese proceso de difusión sea posible los grupos sociales que viven en las regiones rezagadas deben cumplir ciertos requisitos; deben estar preparados para participar activamente en ese proceso. Esta es precisamente la naturaleza de los problemas regionales.

En los siguientes apartados se presenta primero una breve reseña de las principales teorías propuestas para explicar las causas de las desigualdades regionales, así como las modificaciones que han sufrido en los últimos veinte años.

I.1. LAS DESIGUALDADES REGIONALES Y ALGUNAS DE SUS EXPLICACIONES

La política regional parte del hecho de que las regiones crecen a tasas diferentes. Dicho de otra forma, el crecimiento económico se manifiesta espacialmente en forma desigual. Diversas disciplinas han intentado dar respuesta a la pregunta de ¿por qué las regiones crecen a tasas diferentes?, y aparece también una segunda pregunta, consecuencia de la anterior y pertinente para la realización de políticas regionales, ¿cuál es el problema que genera esta desigualdad en el crecimiento económico regional?

Se comentarán de manera breve las explicaciones más influyentes, en especial lo que se refiere a la elaboración de política.

La teoría clásica del crecimiento económico ha sido aplicada para explicar las desigualdades económicas. El punto de partida es la formulación de una relación técnica entre dos únicos insumos de producción: capital y trabajo, que en combinación producen cierta cantidad de producto.

La tasa de crecimiento del producto, por tanto, depende de las tasas de crecimiento del capital y del trabajo. Si se asume que un incremento igual en capital y trabajo tendrá un efecto de similar magnitud en el producto (rendimientos constantes de escala), entonces la suma de la contribución de cada factor al producto agregado será igual a la unidad. Bajo estas condiciones el producto por trabajador se incrementará si cada trabajador dispone de más unidades de equipo de capital.

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La tecnología se asume, en los modelos más simples, como un elemento cuyos efectos son similares en los factores productivos. La tasa de crecimiento de la tecnología o el progreso tecnológico es neutral. Si expresamos el producto en términos de producto por trabajador, entonces éste sólo puede crecer ya sea mediante progreso técnico o mediante capital por trabajo. Éstas serán las causas de las diferencias en el crecimiento regional.

En este contexto, el crecimiento tanto del capital como del trabajo no sólo depende de la disponibilidad de estos factores en el interior de las regiones mismas. El movimiento de ambos factores responde a las diferencias regionales en sus respectivos rendimientos. Dado que en el corto y en el mediano plazos el capital tiene mayor movilidad, entonces éste fluirá de las regiones con bajos rendimientos de capital hacia las regiones con mayor rentabilidad. El capital tiene mayores rendimientos en las regiones con salarios más bajos, y éstos son más bajos donde la tasa de crecimiento del trabajo es mayor.

Al asumir que tanto el trabajo como el capital están sujetos a los rendimientos decrecientes, ningún factor (manteniendo el otro constante) puede crecer indefinidamente. Habrá un momento en que más unidades de capital disminuirán el producto. El capital por tanto fluirá de regiones saturadas hacia las regiones carentes de él. Las regiones carentes de capital, al recibir este flujo tendrán altas tasas de crecimiento y eventualmente todas las regiones tenderán a converger en términos de crecimiento. Las desigualdades tenderán a desaparecer.

El crecimiento del producto dependerá de factores externos tales como el crecimiento del factor trabajo o del desarrollo tecnológico. Si el acceso a la tecnología no tiene costo, y está a disposición de todos, entonces la diferencia en ingreso por cabeza (producto por cabeza) será resultado únicamente de los coeficientes de capital-trabajo.

Una forma diferente de explicar las desigualdades regionales es la llamada teoría de la base exportadora. Ésta proviene, en lo fundamental, de la historia económica, y surge como una reacción a la explicación del crecimiento regional a partir de una secuencia de acontecimientos. Según esta secuencia, las regiones iniciaban con una economía de subsistencia, con poca interacción y comercio. La segunda se presenta cuando al haber mejores condiciones de transporte se desarrollan en la región el comercio y la especialización. El aumento en el comercio interregional provocará que la economía regional se diversifique, primero en actividades primarias, y después, debido a los rendimientos decrecientes, se industrialice. La etapa final sucede cuando la región se terciariza y se convierte en exportadora.

La teoría de la base exportadora sugiere, por el contrario, que de acuerdo con la experiencia estadounidense, las regiones no se desarrollan en forma gradual a partir de la autosubsistencia, sino del potencial exportador. “Muchas regiones nuevas en Estados Unidos se desarrollaron alrededor de una o dos mercancías exportables y ampliaron su base exportadora sólo después de que habían reducido los costos de transporte.” (North, 1970: 34)

La explotación de sus recursos es lo que genera el primer impulso para el crecimiento regional. El proceso será continuo y mantendrá la expansión regional a partir de la explotación de sus ventajas comparativas, al promover la

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especialización regional. Así pues, entre más abierta sea una región, y mayor sea la demanda externa por su o sus productos, en esa medida se explicará el crecimiento regional. La base exportadora definirá la estructura productiva de la región.

La diferencia en dotación de recursos así como la demanda externa por los mismos es la causa de las desigualdades regionales. Mayor crecimiento en las regiones de base exportadora inducirá más inversión en otras actividades y demandará recursos de otras regiones. Mediante el mismo mecanismo migratorio de capital y trabajo, esas diferencias tenderán a disminuir.

Una tercera explicación la proporciona la así llamada teoría del crecimiento polarizado. El punto de interés para esta teoría es explicar los mecanismos mediante los cuales el crecimiento se polariza. Este proceso tiende a autoafirmarse. La etapa determinante es la inicial, es decir, la etapa en la cual se gesta un polo de desarrollo. La razón es que una vez en funcionamiento este polo tenderá a crecer y aumentará las desigualdades regionales: el proceso de crecimiento tenderá a ser acumulativo.

Este proceso se explica por la presencia de economías de escala, tanto internas como externas a las empresas. Entre las economías externas más importantes se encuentran las de localización y las de urbanización. Las primeras surgen por la proximidad geográfica entre distintas plantas industriales. Las economías de urbanización o aglomeración surgen por la concentración de diversas instalaciones que sirven a diferentes industrias, es decir, infraestructura e instituciones urbanas.

El crecimiento, en sus primeras etapas, es polarizado o concentrado. En la medida que estos polos incrementan su demanda por insumos provenientes de la periferia ésta también se convertirá en polo y por tanto las desigualdades tenderán a disminuir. Sin embargo, la inversión pública, el gobierno, desempeñarán un importante papel en estas subsecuentes fases del desarrollo.

Las nuevas teorías

En los últimos veinte años el avance de la ciencia económica ha hecho posible tener una explicación más completa acerca del origen o las causas de las desigualdades regionales. La magnitud del impacto de estos avances ha sido tal que podemos decir que el campo disfruta de una saludable discusión.

Existe un renovado interés en la teoría del crecimiento económico. Ello, aunado a una impresionante disponibilidad de información, ha sido la causa de que se llegue a afirmar, por ejemplo, que la macroeconomía ha redescubierto la economía regional. Entre los muchos factores que tienden a explicar este renovado interés en el crecimiento económico encontramos los siguientes:

1. La así llamada nueva teoría del crecimiento económico.

2. El interés por la hipótesis sobre el hecho de que la tasa de crecimiento de la productividad tiende a estar inversamente relacionada con los niveles de desarrollo. Como se dijo anteriormente, las regiones rezagadas, en términos de niveles de productividad, tenderán a crecer

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a mayores tasas que las regiones avanzadas, y en algún momento las primeras alcanzarán a las segundas. Esta hipótesis está asociada con la noción de convergencia en niveles de ingreso y de crecimiento.

3. El tercero se relaciona con lo que M. Olson (1982) sugiere como causa del surgimiento y caída de las naciones, que bien podría aplicarse a las regiones: los obstáculos que generan los arreglos institucionales de tipo político-económico para el funcionamiento de una colectividad.

La propuesta de una nueva teoría del crecimiento surge de dos vertientes.

La primera se relaciona con la hipótesis de la convergencia, derivada de la teoría clásica del crecimiento. La segunda surge como una necesidad de presentar una alternativa a la competencia perfecta.

La experiencia histórica para muchos países muestra que el proceso del crecimiento económico ha llevado a una divergencia en niveles de crecimiento. Este hecho no concuerda con la conclusión de la formulación clásica. El supuesto esencial es el de rendimientos crecientes. El avance tecnológico no es exógeno; por el contrario, la tasa agregada de descubrimientos o mejoramientos en el conocimiento técnico es endógena. Este conocimiento genera, en lo temporal, que algunas empresas tengan capacidad monopólica, puesto que dichas empresas, las innovadoras, tienen algún poder para excluir al resto de los competidores del acceso a esa información. El crecimiento económico en el largo plazo se genera a partir de la acumulación de conocimiento. En síntesis, el proceso se puede plantear de manera secuencial de la siguiente forma: el conocimiento, o la inversión en conocimiento tiene efectos externos positivos sobre las posibilidades de producción de otras empresas. Esto se debe a la imposibilidad de contratar totalmente dicho conocimiento o avance tecnológico. La externalidad positiva sugiere que el conocimiento, al ser aplicado para la producción de otros bienes, tiene rendimientos crecientes.

Si el capital, en el modelo clásico, tiene rendimientos decrecientes, el conocimiento humano no tiene límites. Por otra parte, el conocimiento es resultado de una tecnología de investigación que llegará a un momento en el que mayor inversión no generará nuevo conocimiento. La tecnología de investigación está sujeta a rendimientos decrecientes; y éstos son el impulso para buscar otras alternativas y seguir generando conocimiento.

Bajo estas circunstancias la nueva teoría del crecimiento genera las siguientes posibilidades:

1. El producto per cápita puede crecer sin límites. 2. El incremento del stock de capital puede generar un aumento en la

tasa de inversión y en la tasa de rendimiento del capital. 3. Los niveles de producto per cápita en distintos países y regiones

pueden no convergir. Por el contrario las disparidades se pueden incrementar.

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El motor del crecimiento es, pues, el capital humano y los efectos externos que genera. Estos efectos externos se ven potenciados en las ciudades, según Lucas (1988).

Dado que el capital busca los mayores rendimientos, habrá un momento en que en dichos centros su rentabilidad disminuya, y por tanto fluirá hacia las zonas menos desarrolladas. Estas áreas crecerán relativamente más que los centros originales: se presentará un proceso de convergencia, y por tanto, de reducción en las disparidades regionales. Quizá uno de los casos más importantes que se han documentado es el hecho de la existencia de obstáculos locales para que sea posible ese proceso de difusión. Como dice Lucas “Los supuestos sobre tecnología y condiciones de comercio que proporciona este ejemplo (uno que ilustra el argumento anterior) deben estar totalmente equivocados, pero, exactamente, ¿en qué se equivocan?, y ¿qué supuestos deben sustituirlos? Esta es una pregunta central para el desarrollo económico.” (Lucas, 1990: 92)

Lucas sugiere cuatro alternativas, desde luego no excluyentes:

1. Diferencias en capital humano. 2. Beneficios externos al capital humano, resultado de la aglomeración,

del contacto con diversos tipos de personas, los efectos o beneficios de la ciudad.

3. Imperfecciones en el mercado de capital. 4. Control monopólico sobre las rentas de capital.

La teoría del comercio internacional también ha sufrido cambios

interesantes y relevantes para explicar las desigualdades regionales. El cambio fundamental surge al aceptar la existencia de rendimientos crecientes y una estructura monopólica. La teoría tradicional del comercio internacional sugiere que éste surge debido a la especialización en función de las ventajas comparativas. Sin embargo, esta teoría no explica las nuevas, y cuantitativamente crecientes, formas del comercio internacional.

En el modelo de ventajas comparativas se asume que las empresas son competitivas y presentan rendimientos decrecientes. Bajo estas condiciones ninguna región, ningún país, presentará casos de comercio intra-industrial; no se presenta la posibilidad de que se importe y exporte el producto de la misma industria. “Durante la década anterior, la economía internacional ha sido repensada de forma prácticamente completa, y ha surgido un nuevo punto de vista según el cual gran parte del comercio es el resultado de una especialización arbitraria, basada en la existencia de rendimientos crecientes, en lugar de ser un esfuerzo consciente por aprovechar las diferencias exógenas en recursos o productividad.” (Krugman, 1992: 13)

Las transacciones en el espacio tienen un costo: el de transporte. Las regiones tienden a especializarse para aprovechar las economías de escala.

Debido a las economías de escala, los empresarios tienen un incentivo para concentrar la producción de cada bien o servicio en un número limitado de

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lugares. Debido a que la realización de transacciones en el espacio comporta unos costos (de transporte), los lugares preferidos por cada empresa individual son aquellos en los que la demanda es grande o la oferta de factores es particularmente conveniente [...] Por este motivo, la concentración de la industria, una vez creada, tiende a autosostenerse... (Krugman, 1992: 108).

Dentro de estas nuevas corrientes teóricas surgidas de la economía industrial, también encontramos intentos por integrar las distintas teorías que explican las desigualdades regionales.

Dos son los argumentos centrales. Primero, se acepta que los rendimientos crecientes de escala son la causa principal de cualquier fenómeno de polarización. Segundo, de acuerdo con la teoría de la base exportadora, a partir del crecimiento generado por el sector exportador se desarrolla una serie de servicios de los denominados no comerciables. Estos servicios son básicamente de apoyo a la actividad exportadora.

El éxito económico de la región depende del costo, variedad y disponibilidad de este tipo de servicios, es decir, los no comerciables. Existe alguna evidencia que sugiere que éstos generan una gran proporción del empleo en regiones muy abiertas. Las economías de aglomeración se asocian en buena medida a esta clase de servicios. Más aún, si éstos son determinantes, entonces también lo serán las condiciones técnicas bajo las que se producen. También existe evidencia, aunque no concluyente, que sugiere la existencia de rendimientos crecientes de escala en su producción. La especialización regional puede estar determinada en gran parte por la eficiencia en la oferta de estos servicios no comerciables, es decir, de la oferta de lo que se puede denominar insumos intermedios no comerciables o exportables.

Las principales conclusiones obtenidas por este tipo de análisis son las siguientes (Faini, 1984):

1. La producción de los insumos intermedios no comerciables presenta rendimientos crecientes de escala.

2. Existen sectores o actividades económicas con altos requerimientos de este tipo de insumos.

3. En las regiones atrasadas las actividades dominantes se caracterizan por generar una baja demanda de este tipo de servicios. Esto se convierte en un obstáculo para el crecimiento y desarrollo de esas regiones. La polarización y la carencia de impulsos para el crecimiento son dos fenómenos simultáneos.

4. A diferencia de lo expuesto por la teoría de la base exportadora, la especialización, y por tanto las posibilidades de desarrollo regional, no dependen necesariamente de factores externos. El factor que explica la especialización es propiamente regional, y se refiere al tipo y calidad de los servicios no comerciables.

5. Los esfuerzos de promoción industrial en regiones atrasadas pueden tener bajos efectos multiplicadores (no necesariamente a causa de distorsiones en los precios de los factores) como resultado de la escasa demanda de dichos servicios no comerciables. Por tanto, en la

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promoción industrial se debe poner especial atención al sector servicios (regionales y locales) que producirá insumos intermedios.

En buena parte, la eficiente y suficiente demanda de estos insumos

intermedios depende de factores locales como infraestructura y calidad de los recursos humanos.

Otro de los temas explorados por la literatura reciente es la antigua y famosa propuesta de Rosenstein-Rodan, asociada con el crecimiento balanceado: la industrialización simultánea de varios sectores de la economía, o gran empujón (Murphy, Shleifer y Vishny, 1989).

Las preguntas que se plantean son ¿por qué algunas regiones se industrializan y otras no? ¿qué puede hacer el gobierno a este respecto?

Se acepta que una de las principales causas por las cuales ciertas regiones no se industrializan es la pequeña dimensión del mercado interno. Si la economía está cerrada al comercio exterior y los costos de transporte son altos se desincentiva a las empresas para que adopten tecnologías que presenten rendimientos de escala. El tamaño del mercado doméstico no es lo suficientemente rentable para que las industrias adopten tecnologías con rendimientos de escala crecientes.

El problema es, entonces, cómo puede pasar una región de una situación de mercado pequeño, con una industria que genera escasos efectos externos, a otra donde su industria pueda adoptar, rentablemente, tecnología con rendimientos crecientes. Por tanto, el punto crucial es pasar de una situación de producción artesanal a otra de producción industrial. La fuente de estos efectos externos resulta de la producción con rendimientos crecientes (competencia imperfecta) con costos fijos elevados.

Existen dos alternativas, o quizá tres, en estos modelos, para que se rompa el círculo vicioso de las regiones rezagadas: mercado pequeño, no incentivos para el uso de tecnología con rendimientos a escala crecientes.

La primera sugiere que varios sectores industriales acuerden adoptar este tipo de tecnología para así modificar la competencia de la demanda regional. La segunda sugiere un papel de coordinación de inversiones para el gobierno. La tercera es la provisión colectiva, o para el conjunto de sectores regionales, de insumos intermedios como infraestructura y capacitación. Es decir, la inversión o provisión colectiva de insumos intermedios con grandes costos fijos (y hundidos).

En este sentido, dentro de esta literatura se asocia el fenómeno del gran empujón con la construcción de infraestructura física y social, cuyo uso sea compartido por las actividades regionales.

Así pues, bajo condiciones de mercados de pequeñas dimensiones o desintegrados no existen incentivos para que un sector haga el primer movimiento, y acepte el riesgo de adoptar tecnología con rendimientos crecientes. Un programa regional coordinado de industrialización puede reducir ese riesgo. Para que la infraestructura de tipo compartido (transporte, administradores, etc.), que debe considerarse como insumo intermedio, ayude a incrementar la rentabilidad de la inversión industrial tiene que ser administrada en forma eficiente.

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Finalmente conviene cerrar esta parte con un breve comentario sobre la segunda pregunta planteada al iniciar el capítulo, ¿cuál es el problema que genera la desigualdad en el crecimiento regional? La respuesta más simple y directa es que aquí se encuentra una buena explicación de la pobreza, el retraso económico y los bajos niveles de bienestar que experimenta un alto porcentaje de la población tanto mundial como nacional.

En México, la evidencia empírica disponible sugiere que la concentración de la actividad económica en ciertas regiones, y su tendencia hacia una mayor concentración, ha afectado negativamente a la productividad. La explicación podrá ser tanto en el sentido de que la industria localizada en las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey manifiesta deseconomías de aglomeración o que para aumentar la productividad convendrá propiciar una mayor dispersión de la industria sobre el territorio nacional (García Alba, 1993: 255)

La nueva economía regional / La geografía económica, las economías de escala y la aglomeración

Uno de los hechos incontrovertibles de la actividad económica es su desigual distribución en el territorio, es decir, tiende a estar concentrada. Se han propuesto diferentes explicaciones para este fenómeno: la diferencia en dotación inicial de factores productivos y capacidad tecnológica; o bien, obstáculos institucionales. Con base en ello sugieren que regiones similares en estos factores tienden a generar estructuras productivas similares. La interacción, la integración económica, se dará entre regiones diferentes que tenderán a especializarse de acuerdo con sus ventajas comparativas, o sus diferencias relativas. Son estas diferencias las que generan la concentración, en su ausencia la producción tendería a distribuirse a lo largo del territorio. Este tipo de explicaciones supone procesos productivos con rendimientos constantes de escala, y competencia perfecta. La competencia en el mercado de factores como en el de productos es la fuerza que compele a las industrias a localizarse en regiones con escasa aglomeración.

Sin embargo, las empresas enfrentan fuerzas que las incentivan a aglomerarse, pero estas no son las diferencias relativas sino la existencia de economías crecientes de escala. En este tipo de teorías agrupadas en lo que se conoce como la nueva geografía económica distintos mecanismos generan procesos acumulativos (a la Hirschman, Myrdal o Perroux) de aglomeración económica. Contrario a las explicaciones anteriores, éstas se basan en la competencia imperfecta (generada por los rendimientos crecientes de escala y los costos de comercio o transporte) y son distintos los mecanismos que explican la concentración, entre los que destacan: la migración laboral, las cadenas de insumo producto y la acumulación de factores productivos, especialmente los asociados con actividades de investigación y desarrollo tecnológico. Las economías de aglomeración surgen de la interacción entre costos fijos y costos de transporte (o más generalmente de comercio).

La aglomeración inicial genera un proceso circular acumulativo que incentiva la localización de nuevas empresas, puesto que, como se mencionó, es

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el lugar con menores costos de producción, y además está cerca de un gran mercado cuyo tamaño depende de los costos de transporte.

Revisar la o las teorías de desarrollo regional supone, aparte de la necesidad propia del proceso, que algo en nuestra disciplina o tema de interés está cambiando. ¿Qué está cambiando? El objetivo o tema central de análisis regional (en general) de acuerdo con un texto tradicional y muy influyente en la década de 1970 ha sido el estudio de la fortaleza relativa de las fuerzas de aglomeración y dispersión (Richardson, 1979).

El interés central de los estudios regionales, de la ciencia regional, de la economía urbana regional, y de la nueva geografía económica es el análisis de la desigual distribución de las actividades económicas. Este interés nos lleva a plantear dos preguntas fundamentales. ¿Por qué existen las desigualdades espaciales? Puesto que empresas e individuos tienden a localizarse en lugares con alto ingreso o con bajo costo, ¿por qué persisten dichas desigualdades?

Las preguntas y el interés sobre las desigualdades espaciales se mantiene. Lo que ha cambiado son los enfoques teóricos y empíricos con los que se estudian las desigualdades espaciales. Las respuestas tienden a favorecer a las que incluyen por lo menos los dos elementos primordiales siguientes:

1. Una parte de esas desigualdades tiene que ver con la desigual dotación de recursos naturales, humanos y de capital.

2. Sin embargo, una parte importante de las desigualdades surge precisamente de la relación espacial entre individuos y unidades económicas.

En prácticamente todas las disciplinas de las ciencias sociales es normal

que de vez en cuando se presenten periodos en los que se sugiere la necesidad de un cambio, ya sea de enfoque y/o de temas de análisis. Con frecuencia se suele identificar a estos momentos como de crisis en la disciplina.

En los años 1970, por ejemplo, la teoría del crecimiento económico pasó por una etapa de crisis. En los años 1980 fue la teoría del desarrollo. En los años 1990 se presentó un periodo similar en el área de los estudios urbano regionales. Mi hipótesis es que en ninguno de los tres casos existía la crisis de la disciplina.

En el caso de los estudios urbano regionales, que es lo que aquí me interesa, desde 1990 se inició lo que en la literatura se conoce como nueva geografía económica. A la nueva geografía económica se le identifica como la cuarta revolución de los rendimientos crecientes. De acuerdo con sus impulsores esta cuarta revolución implica que los economistas han redescubierto a la geografía.

Un punto importante de ese redescubrimiento es el uso de las economías regionales para estudiar preguntas como las razones por las cuales la actividad económica tiende a concentrarse geográficamente. Esta explicación permitirá avanzar en el entendimiento de elementos destacados del crecimiento económico, del comercio internacional e inclusive la organización industrial.

Divergencias aparte, los estudios relacionados con la nueva geografía económica tienen como tema común su interés por analizar el impacto de las

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economías de aglomeración sobre los resultados urbano regionales. Las preguntas de interés son:

1. ¿Por qué los agentes económicos tienden a localizarse uno al lado del otro?

2. Por diversas razones como la competencia, la historia, no todos los agentes se pueden localizar en el centro de la aglomeración. Por tanto, ¿cuáles son las consecuencias de localizarse en la periferia?

La relación de estas preguntas con los problemas del crecimiento y del

desarrollo es por demás clara. La nueva geografía económica sostiene que son las economías de escala,

la existencia de rendimientos crecientes, el elemento que hace que las actividades económicas tiendan a aglomerarse.

La teoría económica ha tendido a explicar las desigualdades espaciales en función de las diferencias en las dotaciones de recursos. Dada la dotación de recursos, el patrón espacial de intercambio tenderá a ser el de especialización de acuerdo con las ventajas que tal dotación le permita.

La nueva geografía económica tiene tres partes que permiten presentar el modelo básico:

1. El modelo de competencia monopólica desarrollado por Dixit y Stiglitz

(1977). Se consideran dos sectores. La agricultura que es competitiva, y produce un bien homogéneo con rendimientos constantes de escala; y la manufactura con competencia monopólica, que produce una gran variedad de productos con rendimientos crecientes. La utilidad agregada es una función Cobb-Douglas del producto agrícola, en tanto que en la manufactura es una función con elasticidad constante.

2. Los costos de transporte se tratan bajo el concepto samuelsoniano de iceberg: una fracción del bien transportado se derrite; el costo de transporte se incluye en el mismo bien transportado. Es común asumir que en ese costo lo que se derrite se incurre a una tasa constante. Las preferencias tienen una función de utilidad con elasticidad constante, y generan una función de demanda que es log-lineal; sumar una función log-lineal de costos de transporte no modifica la elasticidad de sustitución.

3. La evolución. Esta parte es importante porque en muchos casos existen varios equilibrios.

Como resultado de incluir los rendimientos de escala tenemos que el

sobreprecio por encima del costo marginal depende de la elasticidad de sustitución. El nivel de producto de equilibrio depende de variables internas a la empresa: los parámetros de la función de costos y la elasticidad de sustitución.

Subyacente en la función de demanda está una función de gasto o índice de precios. Incluir los costos de transporte permite obtener lo que se conoce como el efecto índice de precios. Este efecto dice que el costo de vida es menor

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entre más grande sea el mercado, y depende de los costos de transporte, el número de empresas, la elasticidad de sustitución, y los diferentes precios

Combinando las funciones de demanda y de precios se obtiene el efecto del mercado doméstico: el número de empresas manufactureras depende del ingreso e inversamente de los costos de transporte. La región con un mercado más grande tiene una proporción mayor de industrias manufactureras. Regiones con un mercado doméstico más grande tenderán a exportar manufacturas.

Las economías de escala permiten explicar las desigualdades regionales: una región terminará produciendo una gran diversidad de manufacturas, mientras que la otra producirá bienes agrícolas.

El efecto del mercado doméstico no explica por sí mismo las diferencias en ingreso puesto que no se mencionan las fuerzas hacia la aglomeración.

En la nueva geografía económica la movilidad del trabajo, la migración (interna en el caso de la economía regional, y la internacional en el caso del comercio internacional) y los bienes intermedios son las dos fuerzas que generan la aglomeración.

En este modelo pues existen tres parámetros que afectarán su estabilidad.

1. Los costos de transporte. 2. La proporción del ingreso nominal que se gasta en manufacturas. 3. La elasticidad de sustitución.

Para costos de transporte muy elevados importar bienes de otra región es

muy caro. La producción doméstica es más rentable. Por el contrario, para costos de transporte muy bajos la diversificación es inestable. Una de las críticas a este enfoque es precisamente que carece de soporte empírico que a su vez sirva como base para el diseño de política pública. Si bien, en principio es cierto, es posible encontrar diversas estimaciones que presentan resultados prometedores. Existen diversos estudios relevantes para el caso de México. Livas Elizondo sugiere que la gran concentración de la ciudad de México resulta de los fuertes encadenamientos, hacia atrás y hacia delante, que surgen cuando la manufactura trata de servir mercados pequeños. La liberación comercial tiende a dispersar a la actividad económica. Los efectos de la dispersión pueden ser desiguales, y afectan negativamente a las regiones con desventajas de localización y deficiencias en infraestructura.

En el caso de sistemas de ciudades con primacía urbana, como en el caso de nuestro país, estos modelos predicen que entre más pequeño sea el mercado habrá un sistema urbano desigual. La política comercial y/o los costos de transporte son factores que contribuyen a ello, de ahí la Zona Metropolitana de la ciudad de México (Livas y Krugman, 1992). En un principio, entre más altos sean los costos de transporte, aunados a la existencia de economías de escala, generarán tendencias hacia la primacía.

Krugman llega a resultados similares. Las políticas comerciales liberales tienden a reducir el nivel de primacía urbana de México. La inversión en infraestructura tiene un efecto similar. Basado en este enfoque, Livas (1994) concluye que la apertura comercial abre oportunidades para ampliar el tamaño del mercado, y con ello las tendencias hacia la desaglomeración de la actividad

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económica. Estas actividades desconcentradas tenderán a relocalizarse en centros urbanos con menores costos de transporte (mejor localizadas respecto al mercado ampliado), y con mejor infraestructura (menores costos fijos).

Ante la ausencia de economías de escala y altos costos de transporte se generará dispersión de la actividad económica (Puga, 1996). La reducción de costos de transporte, aunada a mayores nexos con la demanda, tenderá a concentrar actividades productivas con rendimientos crecientes de escala (Krugman, 1991; Puga, 1998; Hanson, 1996). La generación de estas aglomeraciones así como su evolución dependerá de distintos factores, entre ellos la posibilidad de migración de la fuerza de trabajo.

Otro trabajo empírico relevante para México, elaborado con este enfoque, considera el efecto de la apertura comercial y la creciente localización de actividades económicas en la frontera México-Estados unidos.

Hanson intenta probar la existencia de aglomeración basada en rendimientos crecientes mediante el uso de información sobre la estructura regional de los salarios.

Para el caso de México la teoría predice lo siguiente:

1. Los salarios nominales se reducen a partir de la ciudad de México, y de Estados Unidos.

2. Una reducción de las barreras al comercio reduce las desigualdades salariales.

Hanson (1996, 1997, 1998) presenta evidencia sobre la relación entre

integración regional y relocalización de actividades con rendimientos crecientes. En el caso de las ciudades fronterizas de ambos países existe relación entre aglomeración y rendimientos crecientes. La industria textil mexicana tendía a estar altamente concentrada previo a la apertura comercial. Después de la apertura ha tendido a relocalizarse en la mencionada región fronteriza. Esta relocalización, dice el autor, es una muestra de que los costos de transporte (y por tanto la calidad de la infraestructura) son determinantes para las decisiones de localización de las empresas.

El desarrollo industrial regional de México, de acuerdo con estos resultados, es consistente con la teoría de la aglomeración basada en los rendimientos crecientes.

Un aumento de 1% en la distancia de la ciudad de México se asocia con una reducción de 0.19% en el salario relativo nominal. En el caso de la distancia con la frontera norte el aumento de 1% en la distancia se asocia con una reducción en el salario relativo estatal nominal de 0.13 por ciento.

1. La política comercial tiene un papel importante en el desarrollo

económico regional. 2. La sustitución de importaciones ayuda a crear las grandes

aglomeraciones. 3. La apertura comercial tiende a reducir el crecimiento de las grandes

ciudades.

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Cabría preguntar, ¿están preparadas las ciudades de México, en especial las fronterizas, para recibir estas empresas y las nuevas inversiones? En un trabajo reciente Herrera y Covarrubias tratan de responder a esta pregunta. Considerando factores, entre ellos los relacionados con la infraestructura urbana, ellos concluyen que solamente Ciudad Victoria tiene capacidad para competir internacionalmente (2000).

A pesar de los pocos estudios aplicados, el enfoque de la nueva geografía económica ha tenido una gran influencia sobre el diagnóstico, magnitud e importancia estratégica de las desigualdades regionales, particularmente en la Unión Europea. La Unión Europea tiene como principal instrumento de su política regional a los fondos estructurales. Entre los objetivos de estos fondos sectoriales destacan los siguientes:

1. Promover el desarrollo y el ajuste estructural de las regiones cuyo

desarrollo está rezagado. 2. Apoyar la conversión de las áreas que experimentan dificultades

estructurales. 3. Apoyar la adaptación y modernización de políticas y sistemas de

educación, entrenamiento y empleo.

Su presupuesto para el periodo 2000-2006 es de 195 000 millones de euros. De ese presupuesto, 67% se asigna al primer objetivo.

I.2. EL DESARROLLO REGIONAL EN LOS PLANES Y PROGRAMAS DE GOBIERNO A PARTIR DE 1970

Tradicionalmente, la planeación urbano-regional ha sido considerada como un instrumento para reducir las desigualdades, los desequilibrios, entre diversas zonas del territorio nacional. La realización de políticas gubernamentales para combatir las desigualdades tiene una larga historia en México. Existen tratadistas que incluso sugieren que los primeros intentos públicos se remontan a 1915, cuando la Ley Agraria se convierte en un medio para propiciar la redistribución de la población del país mediante distintos programas de colonización.

Entre 1940 y 1970, a través de diversos programas sectoriales como los de construcción de infraestructura carretera, de infraestructura de riego, de energía, de parques industriales, de aprovechamiento de cuencas hidrológicas, etc., se promueven acciones de carácter sectorial con un impacto regional específico.

Es, sin embargo, a partir de 1970 cuando el gobierno considera que es necesario elaborar una política específica de desarrollo urbano regional. Es común decir que en este periodo es cuando se introduce la dimensión territorial en la política general. Es también a partir de ese año que se le empiezan a asignar objetivos que probablemente la política urbano regional no puede cumplir. Este problema es muy claro cuando el objetivo de la planeación urbano regional es la reducción o eliminación de las desigualdades entre e intra regiones.

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En el periodo 1970-1976 la concentración territorial de la actividad económica, es decir, su desigual distribución sobre el territorio nacional, era el centro del problema regional. Resolver este problema de concentración, y por tanto de desigualdad territorial, era parte importante de la estrategia macroeconómica de desarrollo. La política urbano regional era de vital importancia para conseguir los objetivos macroeconómicos de redistribución del ingreso y creación de empleos, entre otros.

La creación de la Comisión Nacional de Desarrollo Regional en enero de 1975 puede considerarse como la más acabada expresión de la forma en que se trataba de integrar la política regional con la sectorial, y a su vez con la política económica general.

Durante el periodo 1977-1982, la primera fase de la planeación urbano-regional institucionalizada, se presenta un cambio radical en la forma de considerar el problema.

La planeación del desarrollo urbano-regional es considerada como un elemento de gran importancia para la consecución de los objetivos nacionales, entre los que destacan los siguientes:

• Proporcionar a la población empleo y mínimos de bienestar. • Promover el crecimiento económico alto, sostenido y eficiente. • Mejorar la distribución del ingreso. • Fortalecer el federalismo a través de una mayor participación de las

entidades federativas en la programación, presupuestación, administración y evaluación de las acciones para promover el desarrollo.

La estrategia propuesta se le denomina desconcentrar-concentrando, es

decir, promover la desconcentración de la actividad económica e impulsarla para que se concentre en puertos y fronteras. El objetivo de la política regional y urbana era el desarrollo espacial armónico, que tomara en cuenta la estrategia nacional de desarrollo así como el uso óptimo de los recursos locales.

Se consideraba que México estaba en vías de un crecimiento predominantemente urbano industrial. Esta era la fuente más importante del problema regional: la concentración urbana en una gran urbe, los consecuentes desequilibrios generales y la presión demográfica. Se elabora entones un Plan de Desarrollo Urbano cuyo objetivo era lograr que la población se redistribuyera más equilibradamente en el territorio nacional. Para lograr dicho objetivo se definieron zonas prioritarias hacia las cuales se dirigiría la participación del sector público y privado.

En el siguiente sexenio, de acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988, la centralización de la vida nacional era el principal obstáculo del progreso de México. Se propone una política de descentralización, que será el principal instrumento del desarrollo regional. Las acciones fundamentales de la política de descentralización son: el desarrollo estatal integral, el fortalecimiento del municipio y la reordenación de la actividad económica en el territorio nacional. Con estas acciones la promoción del desarrollo regional tendería hacia

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el aprovechamiento equitativo y racional de la dotación local de recursos humanos y materiales.

El significado económico de la descentralización implicaba la redistribución geográfica más equitativa de las actividades productivas. Para lograr esta redistribución se promovería la localización de actividades económicas en ciudades medias. En apoyo de dicho objetivo, a las ciudades medias se les dotaría de infraestructura, equipamiento y servicios básicos, de manera que en el mediano plazo estuvieran en condiciones de recibir, en forma ordenada, tanto nuevas actividades económicas como el aumento consecuente de población.

Como un medio adicional de apoyo a la política de descentralización se establece como prioritaria la construcción gradual de una red transversal de comunicaciones y transportes. Esta red, además de facilitar la descentralización, generaría en el mediano plazo mercados regionales integrados y alternativos al de la zona metropolitana de la ciudad de México.

El desarrollo estatal integral se promovería mediante una mayor vinculación de la relación campo-ciudad, tanto en materia de decisiones como de actividad económica. Se propone, para tal objeto, la creación de centros agroindustriales.

En relación con la zona metropolitana de la ciudad de México se plantean las siguientes acciones:

• Intensificar la desconcentración del crecimiento industrial por medio de

la creación de opciones de localización (las ciudades medias). • Frenar la migración a la metrópoli mediante la generación de

condiciones de crecimiento en las zonas rurales (los centros agroindustriales).

• Consolidar sistemas urbanos regionales independientes de la ciudad de México (el eje transversal de transporte y comunicaciones).

De acuerdo con estas acciones, se puede deducir que la política de

descentralización dependía, en buena medida, de la dotación y disponibilidad de infraestructura: urbana, para las ciudades intermedias; rural, para los centros agroindustriales; de transporte y comunicaciones, para el eje transversal y la creación de mercados regionales independientes de la ciudad de México. Este gran esquema de desarrollo regional pasó a segundo término ante los problemas económicos del periodo, y la puesta en práctica del programa de ajuste estructural.

Para el actual gobierno el desarrollo regional es considerado como un elemento básico para la modernización del país. En el Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994 se establece que la promoción del desarrollo regional está en función de una estrategia con tres vertientes: descentralización de decisiones; desconcentración de la actividad económica; y promoción del desarrollo urbano y municipal. Se consideraron tres objetivos de la política de desarrollo regional y urbano:

• Transformación del patrón de los asentamientos humanos.

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• Mejoramiento de la calidad de los servicios urbanos, en especial de los grupos sociales más necesitados.

• Fortalecimiento de la capacidad municipal, al propiciar el crecimiento adecuado de las ciudades.

Las acciones de reordenamiento territorial y de desconcentración

económica se basan en los siguientes criterios:

• Control de grandes aglomeraciones • Consolidación de centros que alcanzaron su límite de crecimiento • Generación de empleo • Integración urbano-rural

Se intentó llevar a cabo la descentralización mediante la promoción de

corredores económicos regionales. Se usaría, en primera instancia, la infraestructura existente en parques y puertos industriales, y se fortalecería la infraestructura de comunicaciones y transportes, con lo cual se promovería la integración de mercados regionales.

Se debe señalar que en ese sexenio la política de desarrollo regional se llevó a cabo dentro del Programa Nacional de Solidaridad. Entre la gran diversidad de programas de desarrollo regional, el Programa de Apoyo Municipal es sumamente ilustrativo del tema que trata el presente trabajo. Primero, porque este programa se concentra en la infraestructura; y, segundo, porque es un ejemplo valioso del concepto de desarrollo desde abajo.

Creado en 1990, este programa proporciona fondos a los gobiernos municipales para efectuar proyectos de infraestructura elegidos, planeados y construidos por las comunidades locales a través de los Comités de Solidaridad. Las comunidades se comprometen a financiar 20% del costo de los proyectos. Además de proporcionar infraestructura que directamente demanda la localidad, también se reducen drásticamente los costos. Comparados con el costo de proyectos similares proporcionados y administrados por instituciones estatales o federales, los proyectos construidos dentro del Programa cuestan entre 50 y 30% menos.

En términos generales, en los diferentes planes y programas de gobierno, el objetivo de la política de desarrollo regional era desconcentrar la actividad económica y disminuir las desigualdades regionales. Es posible afirmar que el gran objetivo de la desconcentración era promover que la actividad económica concentrada en la zona metropolitana de la ciudad de México se localizara en otras regiones. Una estrategia de este tipo requería que las regiones hacia donde se relocalizara dicha actividad económica tuvieran la infraestructura necesaria para sustentarla.

A partir de 1995 la política regional y urbana se empieza a concebir dentro de un marco general que tiene a la integración internacional, en particular con los miembros del TLCAN, como una de sus prioridades. El proceso inicia incluso con una serie de modificaciones a la Constitución que ha tenido efectos sobre la política urbana y regional. Dos ejemplos vienen inmediatamente a la mente, la

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modificación de los artículos 27 y 115. El primero con sus efectos sobre la propiedad de la tierra en los ejidos alrededor de grandes ciudades, y el segundo con la descentralización de la política urbano-regional. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la política de combate a la pobreza ha tenido preponderancia sobre la política urbana y regional. En principio no resulta del todo extraño esta preponderancia. En 2002 el gobierno mexicano publica por primera vez una línea oficial de pobreza. Para definir tanto esta línea como la agenda de investigación, y por tanto de política, sobre la pobreza el gobierno constituyó el Comité Técnico para Medir la Pobreza. De acuerdo con este Comité, 53.7% de la población en México tenía en 2002 un ingreso inferior al requerido para cubrir las necesidades de alimentación, patrones de consumo básico de salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte.

El Programa Nacional de Desarrollo 2000-2006 considera que las ciudades son un factor de producción y por tanto se deben integrar con las estructuras económicas y sociales. Considerarlas un factor de producción supone un cambio radical en la conceptualización de la política urbana y regional. En este sentido caben preguntas como el papel del mercado para ordenar el territorio, y la forma y diseño de estrategias adecuadas para establecer servicios e infraestructura. La política urbano-regional tiende pues a favorecer a la ordenación territorial. “La política territorial busca complementar la intervención del Estado, al optimizar el aprovechamiento del potencial de cada territorio y al reducir las disparidades entre ellos...” (Sedesol, 2002: 33). Desde esta perspectiva la política urbano-regional tiene los siguientes objetivos: primero, garantizar el funcionamiento eficiente de las ciudades; segundo, reducir las desigualdades en el acceso a vivienda y servicios urbanos básicos; tercero, reducir el deterioro ambiental de las ciudades; cuarto, mantener y aumentar la capacidad para atraer inversiones.

En suma, y a manera de conclusión, las desigualdades regionales continúan siendo un problema en nuestro país. La convergencia regional sólo será posible si se disminuye la desigualdad del ingreso, se aumenta la calidad del capital humano, y existe suficiente y adecuada infraestructura. La apertura comercial de México puede ser un factor que incida en el aumento de las desigualdades regionales, si no se abastece de infraestructura de comunicaciones y transportes a las regiones que en la actualidad tienen una actividad económica relativamente baja. La solución del problema es pues de largo plazo y tiene que ver con aumentos en la productividad. La infraestructura, si aumenta la productividad, puede coadyuvar a reducir las desigualdades regionales, y también puede colaborar en reducir la pobreza. Finalmente conviene destacar una fuente relativamente nueva de desigualdad, que puede tener una importancia creciente en el futuro. Me refiero a la así llamada brecha digital, que básicamente se trata del acceso desigual a las nuevas tecnologías (Herrera Ramos, 2001). Los nuevos enfoques de la geografía económica, a pesar de sus limitaciones, ofrecen posibilidades interesantes para entender las causas y la dinámica de las desigualdades regionales, y en el futuro constituirán una base importante para formular políticas urbano-regionales.

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