Upload
others
View
8
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento
para el siglo XXI
por
Manuel Jorge Martínez
“Hay dentro de cada alma un
ansia de felicidad y significado” Tomas de Aquino
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 3 -
Introducción
Entiendo que cualquier opción que una persona decida tomar, ya sea ideológica, moral, religiosa, polí-
tica, o simplemente humana y cotidiana, conlleva siempre unas causas y unas consecuencias en cuanto a la con-
cepción de las cosas, de las realidades, de los convencimientos y de los sentimientos de esa persona. Es decir,
no pensamos simplemente “porque sí”, sino por alguna razón que nos lleva a ello. Y, a su vez, actuar o sentir de
una manera concreta, nos lleva a otras situaciones posteriores determinadas.
Estas consecuencias conceptuales pasan por determinar -a veces sin saberlo- muchos ámbitos del com-
portamiento humano; y tiempo habrá a lo largo de este escrito de poner muchos y variados ejemplos de ello.
Baste por ahora con decir, que una de las consecuencias más importantes, si no la que más, es el explicar “cómo
y de qué manera llegamos a conocer las cosas que sabemos”.
Se trata de lo que en filosofía se llama “Teoría del Conocimiento”, y que constituye una sección insos-
layable de cualquier ideología. Entiéndase aquí ideología como cualquier cosmovisión razonable del mundo, sin
restricción alguna.
En otras palabras, un experto en cualquier materia, un científico, un filósofo, un hombre de fe o, sim-
plemente, cualquier persona que sabe algo acerca de un tema, debe -indefectiblemente, salvo que no le importe
no ser tomado en serio, o pretenda una fe ciega- saber explicar de forma aceptable cómo ha llegado a tal o cual
conclusión, a tal o cual convencimiento.
Pongamos un ejemplo aceptable y otro inaceptable. Decida Vd. cuál es cada uno, y sabremos de qué
estamos hablando.
1.- El cometa Halley se hace visible desde nuestro planeta cada 76 años. Y
eso lo sé porque existen conocimientos experienciales a lo largo de la historia, y saberes
científicos que nos permiten deducir su órbita y calcular que volverá a verse desde La Tierra
exactamente en tal año.
2.- El próximo campeonato del mundo de fútbol lo ganará la selección de
Alemania. Y eso lo sé porque poseo unos conocimientos de predicción del futuro, adquiridos
durante muchos años de estudio, y que no puedo explicar, por razones personales, pero que
me permiten saberlo.
Estoy seguro que ha elegido Vd. la opción que elegiría el 99,99% de las personas sensatas. Lo que
trataré de exponer en este artículo es el porqué de su elección. Para ello, y quizá para motivarle a que siga le-
yendo, le propongo otra elección, esta vez no tan fácil.
La elección que debe hacer Vd, si está interesado en seguir, es la siguiente: Diga si es verdadera o falsa
la siguiente afirmación.
“Una mujer puede dar a luz un hijo sin intervención alguna de un varón”.
¡Ojo! No se trata de ninguna trampa. Nada tiene que ver con uno de los principales dogmas de la fe
cristiana. Es, sencillamente, una pregunta acerca de qué y de cómo piensa sinceramente Vd. Tómese una pausa,
y piense, eche mano de todos los conocimientos e informaciones de que disponga, y en los que crea firmemente.
Bien, si ya se ha decidido por una opción, seguro que está entre alguna de éstas:
a) “Claro que sí”,
b) “Por supuesto que no”,
c) “Podría ser, en determinadas condiciones de laboratorio”,
d) “No sé”,
e) “No me importa”,
o tal vez quizá esta otra, si es usted algo desconfiado:
f) “¿Dónde pretende llevarme con todo esto?
Resolvamos algunas cuestiones. Empecemos por el final. No pretendo llevarle a ningún lado que Vd.
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 4 -
no quiera llegar, sólo se trata de ilustrar con ejemplos el hecho de que no siempre estamos tan seguros de lo que
sabemos o de lo que creemos saber.
f) Si Vd. optó por la última opción, por favor, elija otra vez, tenga confianza en sí mismo y en sus pro-
pias convicciones. Así nadie podrá engañarle, o al menos le costará hacerlo. Pero no sea des-
confiado desde el principio, ya que dejaría de aprender muchas y nuevas cosas interesantes
para Vd.
a) o b) Si eligió Vd. “Si” o “No”, sus razones tendrá para estar tan seguro, enhorabuena en ambos ca-
sos, pero no se cierre.
d) Si su opción fue “No sé”, enhorabuena por su sinceridad también.
e) Si su respuesta es que no le importa, pues, ¿qué quiere que le diga? Sencillamente que es de agrade-
cer que, al menos, haya llegado leyendo hasta aquí.
c)Y, finalmente, si ha dado Vd. con la opción de “Podría ser, en determinadas condiciones de laborato-
rio”. Se muestra evidentemente como una persona al menos bastante infor-
mada sobre el tema. Ciertamente hace muy poco tiempo hemos podido leer
y escuchar que ya es posible clonar, o lo que es lo mismo, reproducir seres
humanos -digamos- “monoparentalmente”.
Tampoco se trata aquí en absoluto de que nos planteemos ahora qué pensamos acerca de tal cuestión.
¿Entonces de qué se trata? Pues bien, piense sencillamente ¿qué hubieran creído de un científico que hace sólo
cincuenta años hubiera sostenido que era cuando menos “posible” en un futuro?
¿Se da cuenta? El ser humano no sólo sabe las cosas, sino que es muy estricto en cuanto a poder expli-
car a otros el cómo las sabe y el modo en que ha llegado a conocerlas.
Para acabar con esta introducción le propongo un ejercicio simpático. Se trata de que explique Vd. a un
interlocutor imaginario, cómo ha llegado a tener los siguientes conocimientos y convicciones.
Cómo llegó Vd. a saber:
A) Masticar y tragar la comida.
B) Montar en bicicleta o patinar.
C) El dolor intenso que le produce el contacto o la proximidad con el fuego.
D) Que (a+b)2 = a
2 +2ab+b
2, o sea que el cuadrado de la suma de dos números es siempre igual a la
suma del cuadrado del primer número, más el doble del producto de ambos números, más el
cuadrado del segundo número.
E) Que el ser humano es un ser social, y, que por tanto, hay que organizar la convivencia en base a
valores compartidos y/o respetados por la mayoría.
F1) Que el Universo y su devenir deben tener algún sentido metafísico,
o ...
F2) Que el Universo y su devenir son fruto sólo de un azar carente de todo sentido.
¿Le parece divertido? ¿Lo había hecho alguna vez eso de preguntarse cómo ha llegado a saber lo que
sabe? ¿Cómo ha llegado a estar persuadido de sus convicciones?
Si ha llegado hasta aquí, y ha hecho el ejercicio propuesto, podrá comprobar que en esos conocimientos
citados hay algunos que son fruto del aprendizaje y otros que no. Unos son empíricos y otros no lo son. Unos
son fruto de la deducción racional propia, y otros son cuestión de opinión, pero no por ello menos contundentes,
ni menos fundamentales. Vd. como ser humano, tiene toda una gama, todo un abanico de formas de conoci-
miento.
Lo quiera o no, Vd. posee conocimientos de todas las clases, es decir, datos, conocimientos y convic-
ciones a los que ha llegado por todos los medios de que el Ser Humano está dotado. Cuáles son esos medios o
Niveles de Conocimiento es de lo que se trata en este artículo.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 5 -
Para mí, después de reflexionar mucho sobre el tema, de autoanalizar mis propios conocimientos y los
ajenos -soy maestro hace más de 25 años; y ubicándome en una perspectiva cristiana, encuentro que hay siete
Niveles o Modalidades de Conocimiento en los que se pueden encajar cualquiera de las cosas que hemos llega-
do a saber.
No pretendo en ningún caso dejarlas cerradas en esas siete, puede que yo carezca de alguna forma de
conocimiento que otras personas admitan o posean; ni tampoco pretendo convencer a nadie de que tienen que
darse en él esas siete modalidades, cuando, sinceramente Vd. encuentre menos, o no admita alguna de las for-
mas de conocimiento que yo detalle.
Seguramente no le habrá pasado desapercibido lo de que escribo desde una perspectiva cristiana. Está
bien, no se preocupe de ello por ahora, es sólo muestra de sinceridad.
Si es Vd. creyente ello le hará por un lado confiar más en lo que le voy a exponer, pero, cuidado, no
quiero eso. Quiero que lo lea con sentido crítico, y poniendo a prueba todo cuanto yo diga.
Si no es Vd. creyente, lo más probable, a menos que sea una persona muy abierta, es que el peso inte-
lectual de lo que yo pueda decir a partir de aquí seguramente bajará muchos enteros. Pero no se preocupe, lo
único que pretendo decir o testimoniar es que si creo en Cristo es porque lo conozco, es decir, he llegado a co-
nocerle personalmente. ¿Que cómo? Siga leyendo, por favor.
El asunto crucial –al menos para mí- es si debe uno perpetrar un “suicidio intelectual” por el hecho de
llegar a conocer a nuestro Dios hecho hombre. ¿Debe uno renunciar, por el hecho de ser cristiano, a los demás
saberes y conocimientos humanos?. Por favor, no se canse aún de leer.
Mucha gente cree que sí, que ser creyente es una de las mayores alienaciones del Ser Humano. Yo
mismo, la mayor parte de mi vida de adulto lo he creído. Pero ya habrá tiempo de analizar por qué ocurre eso y
de qué modo ocurre.
Para hacer boca, vamos a reflexionar un poco sobre algo que puede que le haya pasado desapercibido,
y que tengo que confesar que ha sido una pequeña trampa por mi parte, para que vea que soy sincero. Prometo
no ponerle ninguna más en todo el artículo.
Se trataba de una pequeña estratagema para que admita que tan importante es la manera de saber algo,
como la manera de ignorarlo. Vamos a la pequeña “trampa”:
Lea de nuevo los ítems f1 y f2 del ejercicio anterior. Decían:
f1) Que el Universo y su devenir deben tener algún sentido metafísico,
f2) Que el Universo y su devenir son fruto sólo de un azar carente de todo sentido.
Uno de ellos refleja una postura Idealista y la otra una postura Materialista, diría un filósofo..
En la afirmación f1, se sugiere, se apunta: “deben tener”; mientas que en el f2 se afirma con rotundi-
dad “son”.
Este aspecto no carece de importancia. Ya que muchas personas niegan aspectos que son realidades
incuestionables para otras. Pero en el mejor de los casos, y dejándonos de trampitas, es decir, en el caso de que
una y otra postura sobre una determinada convicción filosófica, aún siendo contrarias, ambas sean fruto de un
esfuerzo de búsqueda sincera de la verdad, ambas por tanto deberían ser igualmente respetables. Y al decir que
ambas “deberían ser igualmente respetables”, quiero decir que ninguna debería ser expresada de forma exclu-
yente, como hice -intencionadamente- al formular la premisa f2.
Dicho todo esto, he de aclarar que he tenido hasta el momento un exquisito cuidado en soslayar siquie-
ra formas de conocimiento que pudiéramos tildar de religioso ni de metafísico. Hasta este momento sólo he
citado ejemplos de niveles de conocimiento humano admitidos universalmente, de manera que el nivel más
controvertido que he usado, y en el que se ubican las premisas f1 y f2, es simplemente el cuarto dentro de mi
nomenclatura de siete; y nada tienen que ver con un conocimiento metafísico ni extrasensorial. Se trata tan sólo
de admitir la posibilidad filosófica del sentido del Ser, lo que es objeto de conocimiento de la Filosofía, recono-
cido universalmente.
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 6 -
Pero vamos ya, sin más dilación, a exponer cuáles son, a mi modo de ver, todos los modos de llegar a
conocer, que yo, sinceramente, experimento; y por tanto admito como posibles para la generalidad de los seres
humanos, pues no me considero en nada especial.
En cada una de estas Modalidades de Conocimiento, trataré de establecer los siguientes aspectos:
-Delimitación del Concepto, es decir, explicitar claramente de qué ámbitos del Saber estamos hablan-
do en cada caso.
-Sustentación del Proceso de Conocimiento, es decir, en qué sustrato psico-físico se basa el proceso y
cómo ocurre éste.
-Base de Registro del Conocimiento, o sea, dónde radica la base de registro de la información adqui-
rida en cada caso. En otras palabras cómo y dónde se preserva y transmite tanto Información Empírica como las
Convicciones que componen el Conocimiento.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 7 -
I.- EL MODO DE CONOCIMIENTO INNATO:
Lo entiendo como una modalidad de conocimiento Físico-Sensorial, cuya sustentación está en nuestra
Genética y nuestra Fisiología humanas.
No hay aprendizaje propiamente dicho, sino más bien maduración y desarrollo de informaciones gené-
ticas latentes. Piense en cuántas cosas sabemos al nacer (respirar, llorar, mamar, digerir, etc.); y piense también
en aquellas que, aún no aprendiéndolas de otros, llegamos a conocer (andar, comportamiento sexual, etc.)
El Registro material de estos conocimientos es la propia estructura genética (genotipo) y su manifesta-
ción en nuestro propio cuerpo (fenotipo). Tanto el Genotipo, que es la carga genética de que es portador un
individuo humano, herencia de miles de generaciones confluyentes en él; así como el Fenotipo, la manifestación
visible e individual del mismo, son irrepetibles. Es decir, el número de genes que componen la carga genética de
un ser humano es tal que prácticamente (y si no hay manipulación externa) es irrepetible.
Con esto, tenemos un individuo humano que, al nacer, comporta una información innata, que es única,
acerca de sí mismo y de su conducta más primaria, basada en el carácter y los instintos. Pero también tenemos
otra cosa importantísima, que no podemos pasar por alto. Y ello es que cualquier carga genética o genotipo
humano individual forma parte por así decirlo de la Cepa Humana Única. No tema, no me estoy refiriendo para
nada a Adán y Eva (todavía). Me refiero simplemente a que cualquier conclusión científica a la que se llegue
estudiando el Genoma Humano ha de hacerse estudiando el genotipo de individuos humanos concretos, y gene-
ralizando después aquellas conclusiones a las que se lleguen, para el resto de la especie.
De esta manera, hoy sabemos que somos portadores de genes que determinan los rudimentos de nues-
tro desarrollo vital (funcionamiento biocelular, por ejemplo), que nos predisponen a padecer ciertas enfermeda-
des o no, y hasta que permiten detectar tendencias e inclinaciones a determinados comportamientos tipificados.
En resumen, hay mucho conocimiento basal ya en el momento de la concepción, bien manifiesto en el
momento del nacimiento, o bien posteriormente; pero que podríamos agrupar con el nombre de Conocimiento
Innato.
Los logros de este modo de conocimiento son el sustento de la propia Vida Humana, o más bien del
Animal Humano. No podemos olvidar que, en este sentido, la ciencia nos está diciendo que un altísimo porcen-
taje de ese Genoma Humano es similar al de otros animales.
Si es Vd. creyente y es, además de los creyentes beligerantes contra las teorías evolucionistas, ¡tranqui-
lo! Aquí lo único que estoy diciendo es que no podemos negar las evidencias científicas en cuanto a similitud de
los genomas de los seres vivos sobre La Tierra. Estas actitudes beligerantes con la Ciencia, a veces, nos hace
aparecer como ignorantes a los cristianos. Para que no deje de leer a partir de aquí, le diré que tengo aún que
detallar 6 niveles de conocimiento superiores a éste primero; y que nuestro “primo” animal más cercano en este
primer nivel, no llega siquiera a poseer el segundo nivel de conocimiento en todo su desarrollo.
Quiero dejar claro, desde ahora, que voy a emplear el mismo rigor en mis planteamientos intelectuales
a la hora de explicar el conocimiento del Dios vivo que es Jesucristo, ahora que lo conozco; que el rigor que
empleé en otros momentos de mi vida para llegar a negarlo. Dejamos, pues, este primer nivel de conocimiento
resumiéndolo, para que Vd., como lector, pueda saber si comulga o no con ello, y si quiere seguir leyendo o no.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Innato Físico-Sensorial Genética o Física Genoma humano La propia Vida Humana.
Descripción antropológica de
la misma. (Mamar, llorar,
reír, andar, nadar, sexualidad,
agrupación social, predispo-
sición a niveles altos de co-
municación etc.)
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 8 -
II.- EL MODO DE CONOCIMIENTO EXPERIENCIAL:
Podríamos llamarlo de algunas otras maneras, para poder identificarlo ante las diversas teorías del
conocimiento. Por ejemplo, habría quién lo llamaría también Conocimiento Vulgar, o Pre-científico. Yo no uso
estas denominaciones por razones evidentes. Conocimiento Vulgar despierta connotaciones indeseadas de des-
precio del mismo, y lo de “pre-Científico” conlleva la idea de que pudieran ser conocimientos que se quedan a
medio camino de los conocimientos -digamos- más serios.
Es el momento quizá para recordar y reforzar la idea de que Vd. y yo, y cualquier ser humano, tenemos
muchos de estos conocimientos experienciales, y nos servimos de ellos a diario conscientemente. Es más estoy
convencido de que echamos mano de este tipo de conocimientos, -estadísticamente al menos-, más veces al cabo
del día, que de ningún otro tipo.
El Modo de Conocimiento Experiencial está sustentado fundamentalmente por la adquisición Auditiva,
Visual, Oral... y Sensorial en general.
El registro de tal conocimiento se basa en la huella memorística que nos dejan las experiencias vividas
(sólo sabemos realmente que quemarse duele, después de habernos quemado). No obstante, la adquisición del
Lenguaje Oral proporciona al ser humano la enorme ventaja de la adquisición diferida de conocimientos: el
proceso de Enseñanza-Aprendizaje. En otras palabras también podemos conocer acerca de realidades físicas y
psíquicas a través de la experiencia de otros.
Esta forma de Conocimiento Experiencial Diferido que requiere niveles de comunicación superior, le
está vedada absolutamente a la inmensa mayoría de los demás seres vivos, y sólo una minoría de los animales
superiores pueden llegar a aprender ciertos comportamientos, aunque son muy limitados por la carencia de len-
guajes superiores. Al menos, sólo podemos aventurar esto. En el caso de los cetáceos y más especialmente de
los delfínidos, que parecen tener el lenguaje más elevado de entre los animales, llegan tan sólo a comunicarse
datos como las estaciones del año y poco más.
También es cierto que, “en complot” con el hombre, éstos animales, o ciertos cánidos, llegan a apren-
der comportamientos ciertamente complejos. Pero ahí parece estar su límite en cuanto a conocimiento, siempre
que haya intervención humana y basándose siempre en el sustrato instintivo del primer nivel de conocimiento.
La Isla del Doctor Moreau, es una gran novela, y es cierto que ha dado lugar a algunas aceptables películas, pero
nada más.
Sigamos, pues con las modalidades del Conocimiento Humano, ya en solitario, como propio de una
especie distinguida y cualitativamente diferente, el Hombre.
Pero, antes de seguir, hagamos el resumen pertinente y correspondiente a esta segunda modalidad de
conocimiento humano.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Experiencial, Vulgar , Po-
pular o Pre-científico Auditivo-Visual, Oral y
Sensorial
Lenguaje Oral, Me-
moria Oral Colectiva
y Personal
El Lenguaje y Aprendizaje.
Montar en bicicleta, hablar
idiomas, cultivar la tierra,
guardar ganado, pescar...
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 9 -
III.- EL MODO DE CONOCIMIENTO CIENTÍFICO:
Si hay algo específicamente Humano en cuanto al Saber sobre el propio Conocimiento, ello es el afán
del ser humano por ratificar, por garantizar, por asegurar la fiabilidad de lo que venimos llamando en este artícu-
lo Logros del Conocimiento. El ser humano es consciente de que en muchísimas ocasiones pasadas y presentes,
el saber es falaz, es decir, equivocado. Y ello, aún poniendo todo el interés en que sea verídico y fehaciente.
Ejemplos, creo que son innecesarios, pero aún así, voy a recordar uno cualquiera, extraído de los re-
cuerdos de mi propia niñez.
Yo, como muchos otros niños y niñas de mi edad, de mi condición y de mi extracción social y econó-
mica1, no fui un niño muy saludable. Como hijo de pescador y emigrante, viví unas condiciones determinadas,
que podrían calificarme así, como de “no muy saludable”, así que me llevaban mucho al médico. Pero vamos
con la anécdota: resulta que recuerdo muy claramente al doctor advertirle a mi madre “¡Este niño está muy
débil, así que..., y no le dé pescado azul, sólo pescado blanco!”. He de decir, en honor a la verdad, que al ser
hijo de pescador, al menos en eso sí que podíamos permitirnos la elección. Hoy los pediatras de mis niños se
cuidan mucho de decir tamaño disparate. Y estoy seguro que aquel médico mío era un buen médico, que seguía
los conocimientos científicos del momento, y los respetaba; tal como el que ahora me recomienda justo lo con-
trario para con mis hijos.
Es decir, los errores científicos son posibles, aún aplicando estrictamente su metodología más concien-
zuda. Por tanto es entendible, y hasta necesario desde el punto de vista del mero sentido común, que tengamos el
mayor rigor a la hora de tomar como aceptables los resultados de nuestras investigaciones.
Llegamos pues, tras aceptar que es el afán por la búsqueda de la verdad, y el rechazo de lo falaz lo que
lo hace necesario, al Saber Científico. Una forma de Conocimiento basado en un método probatorio y empírico,
que nos asegure y garantice la fiabilidad de nuestras conclusiones.
Nadie en su sano juicio hoy, en los albores del siglo XXI, puede tratar de combatir, de negar o simple-
mente de enfrentarse con las premisas sobre las que se basa este Modo de conocimiento. Pero hemos de saber y
tener presentes también algunos aspectos que se olvidan con demasiada facilidad:
a.- El Método Científico tiene una historia muy corta, apenas unos siglos. Hasta Louis Pasteur, los
llamados científicos creían firmemente, por ejemplo, en la generación espontánea de la vida; y que, allí donde
de daban las condiciones adecuadas, la vida surgía así, espontáneamente, de lo inerte. Pasteur demostró que eso
no era verdad, y que allí donde no había vestigio de vida anterior, ninguna vida podía aparecer. Varias décadas
después, un equipo de bioquímicos rusos sintetizaron la urea, el primer compuesto orgánico sintetizado en labo-
ratorio. Otra vez se producía un movimiento pendular hacia el extremo opuesto. ¡Cuántas veces a lo largo de la
cortísima historia de la Ciencia, como método empírico de conocimiento, se han producido -y se producirán-
estos bandazos!
No pretendo con esto, en absoluto, tratar de desacreditar ni un ápice uno de los modos de conocimiento
más poderosos del ser humano. Pensemos, como muestra de su poder, en los Antibióticos, la llegada a La Luna,
o el poder nuclear mostrado tanto en Hiroshima y Nagasaki, como en el tratamiento del Cáncer. Todos ellos son
logros realmente poderosos.
b.- En la Ciencia, también se corre con bastante facilidad el riesgo de negar todos los objetos de cono-
cimiento que no sean susceptibles de ser tratados por ella en ese momento. Aquellos objetos de conocimiento
basados en fenómenos no repetibles en laboratorio, o sencillamente constituidos por fenómenos o acontecimien-
tos no repetibles, como la Historia. ¿Debemos resignarnos a no estudiar científicamente la llegada de Colón al
continente americano, sólo porque ello no sea repetible?
c.- Y, el mayor riesgo de la Ciencia, o del Conocimiento Científico, a mi modo de ver: el ir más allá de
ella misma. Creer falazmente que porque hemos dado un paso, un bocado a la oscuridad y a la ignorancia con un
descubrimiento científico o una teoría científica, ya no queda nada más que conocer más allá de lo que hemos
1 Nací en 1955, en una familia y un barrio de pescadores de la ciudad de Almería, Andalucía, España, y por
tanto en medio de la larguísima etapa de la postguerra que siguió a la Guerra Civil Española.
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 10 -
descubierto o planteado, y “en consecuencia” entrar en una teoría metafísica de Negación.
Esto, dicho así, parecería imposible de sustentar, pero la corta historia de la Ciencia está repleta de
afirmaciones y negaciones “irrefutables” en tal sentido, que luego no han durado casi nada.
Aunque en honor a la verdad, hay que decir, como afirmaba un magnífico profesor mío, del que tuve la
enorme suerte de aprender no sólo Biología, sino también humildad, que “no se trata de que lo que hoy es ver-
dad mañana tenga que ser mentira, sino que hay que tomar las cosas con mucho cuidado, porque puede que
toda ello no sea verdad, o que no sea tampoco toda la verdad sobre el asunto”. ¿Comprenden ahora lo de la
humildad? Pues se trataba de uno de los hombres que más admiré en mi época científico-materialista, digamos;
y que hoy aún sigo admirando, si cabe aún más.
Este sería un buen momento para exponer el cuadro resumen para el Saber Científico.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Científico Método Hipotético-
Deductivo
Investigación. Len-
guaje Escrito. Biblio-
tecas. Universidades.
Ciencias puras y apli-
cadas. Teorías Científicas,
Tecnologías.
Visto todo lo anterior, tenemos en el Saber Científico, una metodología de conocimiento aceptable y
aceptada en todos los rincones del mundo, mediante la cual el ser humano va avanzando en el conocimiento real
del Universo y de su devenir. Es decir, mediante el Método Científico conocemos, descubrimos, sabemos, con
mayor garantía empírica que con ningún otro modo anteriormente expuesto, el espacio, el tiempo y los seres y
acontecimientos que ese marco se producen.
Si el ser humano, cuando actúa como científico, admite hasta ese límite, estará desarrollando la Cien-
cia, y estará dentro de lo que cabe entenderse así, como científico. Pero, si llevado de falta de humildad, o de
exagerado celo empírico, cayese en la tentación de ir más allá de los propios límites científicos, entonces no
estaría haciendo Ciencia, sino elucubrando y opinando, y eso ya es propio de otro nivel del conocimiento, que se
verá más adelante.
Por ejemplo, si llevados de la mano de la Ciencia cayésemos en pensar que dado que determinados
conocimientos, al no ser científicos son despreciables, estaríamos no ya cercenando nuestra capacidad de apren-
der, sino dejando de ser eso, científicos. Veamos. Sigamos con un fenómeno que conozco bastante bien: la pes-
ca. Un pescador con experiencia, aunque analfabeto, sabe cuándo y dónde se puede o no pescar tal o cual espe-
cie. Es un experto en el tema, quizá no sepa leer, ni mucho menos escribir, pero sabe concluir mirando a la Lu-
na, si conviene o no tal o cual actuación profesional, según las condiciones.
Se basa en su Conocimiento Experiencial, sabe explicar a duras penas el cómo lo sabe y en qué se basa
para ello. Pero su Conocimiento es cierto, fidedigno, tiene utilidad para su vida... En cambio, el oceanógrafo,
doctorado quizá, puede llegar a despreciar ese logro del conocimiento experiencial del pescador analfabeto,
sencillamente porque no está empíricamente fundamentado. Ahora bien, tras un serio análisis y una adecuada
metodología, el propio científico puede llegar a las mismas conclusiones, y en ese caso ambos conocimientos
científico y experiencial, serían respetados por la Ciencia en tanto que son coincidentes.
Podemos tomar ejemplos de la Agricultura (agricultor - ingeniero agrónomo), de la Ganadería (pastor
de ovejas - veterinario), de Enseñanza (maestro - psicopedagogo), etc... Por favor, entienda que sólo trato de
evidenciar que los conflictos entre modalidades de saber pueden darse y de hecho se dan a diario, unas veces
con resultados confluyentes entre ambos, y otras veces no; pero de lo que se trata es de dejar claro que estos
conflictos con específicamente humanos.
Avancemos un poco más en el tema de los conflictos. Los ejemplos propuestos hasta ahora se han
presentado entre lo que sabe una persona por su conocimiento experiencial y lo que sabe otra por su conoci-
miento científico. Pero esto no tiene por qué ser siempre así, a veces, muchísimas veces, el conflicto tiene lugar
en el interior de una misma persona, en su ámbito individual y afectando a sus decisiones y su comportamiento.
Sea sincero, y piense si estas tres formas de conocimiento que llevamos tratadas por el momento no le
han ocasionado alguna vez un conflicto personal a la hora de aplicarlas a decisiones de su propia vida o en su
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 11 -
relación con los demás.
Haga el siguiente ejercicio mental. Busque zonas de conflicto entre:
a) Instintos o Hábitos Fisiológicos frente a Experiencias Personales.- Le pondré un ejemplo senci-
llo: supongamos que Vd. fuma. (Yo fumé mucho durante mucho tiempo, sé de lo que hablo) Vd. siente deseos
de encender un cigarrillo y de inhalar esa primera vaharada de humo de tabaco fresco y aromático, que es deli-
ciosa. Pero, Vd. sabe, por experiencia, que le sentará mal y le va a volver esa tos matutina, de la que se libra
cuando deja de fumar algunas semanas. ¿Sería esto un conflicto? Pues claro, y en algunas personas llega a tomar
tintes realmente dramáticos. Su hábito de fumar, convertido ya en carácter fisiológico propio se enfrenta con la
experiencia de que le hace daño.
b) Experiencia Personal frente a Conocimientos Científicos.- ¿Seguimos con el problema del taba-
co? Bien, vamos a plantear el conflicto esta vez entre el Conocimiento Experiencial y el Científico. Vd. está
tranquilamente sentado en una cafetería desayunando y fumando el 2º ó 3er cigarrillo del día. Nunca ha tosido
por las mañanas, jamás le ha molestado fumar, es más, su padre y su abuelo fumaron toda la vida, jamás les
afectó el fumar, y fueron bastante longevos.
Vd. está plenamente convencido de que al menos a su línea familiar parece no afectarle el tabaco. Pero,
a la vez que desayunado, está Vd. leyendo una revista y, de pronto, un artículo con mucha fundamentación le
muestra, de una manera que no deja duda científica alguna para Vd., que el fumador está llamado a padecer
Bronquitis Crónica, Enfisema Pulmonar o Cáncer de Pulmón o de Laringe. Y por si fuera poco, le demuestran
científicamente que en su sangre de Vd., por hecho de ser fumador, ya se encuentran alrededor de 200 sustan-
cias no identificadas, que no se sabe lo que son, ni qué efectos perniciosos traerán sobre Vd. o su descendencia.
¿Qué?, ¿cómo lo ve ahora? ¿Hay conflicto de conocimiento o no lo hay? Lamento ser así de contundente, pero
es un conflicto que yo tuve que solventar, y ya le he dicho que sería sincero y riguroso en los planteamientos.
Y c) Busque ahora un conflicto entre Conocimiento Innato y Conocimiento Científico. Quizá sea
algo más difícil. Piense sólo en algún comportamiento placentero para Vd. por el que sienta una natural inclina-
ción innata o desarrollada instintivamente, que sea algo que le guste de verdad, pero que se vea obligado a re-
chazar, no por criterios morales o éticos (a los que aún no hemos llegado), sino porque los conocimientos
científicos de hoy le dicen que lo rechace. No tiene porque ser algo necesariamente relacionado con la salud
corporal, también pueden ser comportamientos relacionales o sociales.
¿No se le ocurre nada? Bien, veamos por qué no se le ocurre nada. Seguramente será por mis propias
limitaciones y falta de claridad en mi exposición, pero también es cierto que es algo más difícil encontrar zonas
de conflicto entre modalidades no contiguas del saber. O sea, que en el orden en que voy exponiendo las 7 mo-
dalidades de conocimiento (hasta ahora sólo van 3), sería más fácil ver las contradicciones entre la I y la II ó
entre la II y la III, que entre la I y la III.
Ello necesariamente es así porque los límites de los distintos modos de conocimiento son difusos, uno
sabe las cosas que sabe, tiene las convicciones que tiene, en conjunto, y en toda decisión hay siempre conflictos
entre las formas de conocimiento, pero también se apoyan y complementan las unas a otras.
La razón que me lleva a analizar, a identificar, a describir cada una de estas Modalidades de Conoci-
miento sólo es adquirir la conciencia de que efectivamente esos diversos modos de conocimiento existen, o
mejor, coexisten en cada ser humano.
Un ejemplo final: Vd. decide a partir de ahora tomar medidas con respecto a su hábito de fumar. Su
decisión es consumir sólo tabaco bajo en nicotina y alquitranes. Y así lo hace, toma esa decisión y cambia de
marca de cigarrillos, aunque la nueva marca no le sabe tan bien como la suya habitual, pero Vd. lo hace en
beneficio su salud.
Su decisión es razonable, es aceptable para Vd. mismo, y su conflicto, por el momento queda superado.
Vd. no renuncia del todo al placer de fumar (está siguiendo el dictamen de su conocimiento innato de sustrato
fisiológico, su pequeño vicio de fumar). Vd. basa su decisión en la experiencia que de que al menos aún no tiene
ninguno de los síntomas que se describían en el artículo de la revista que leyó por la mañana (está respetando
también el ámbito de su conocimiento experiencial). Pero Vd. ha modificado su conducta de alguna forma al
aceptar cambiar de marca de tabaco, basándose en lo que la Ciencia le dice sobre las consecuencias de fumar
(aceptación del saber científico).
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 12 -
Puede verse en algo tan sencillo como este ejemplo, de qué manera tan clara influyen en su decisión
estos tres modos de conocimiento. ¿Podría decir sinceramente cuál de ellos es más cierto, más respetado, más
básico para Vd? Ciertamente, todos y cada uno de ellos, independientemente de su acierto o desacierto. No
estamos juzgando comportamientos, ni decisiones, ni los logros de los conocimientos; es más, ni siquiera esta-
mos juzgando nada. Sólo estamos estudiando cómo funcionamos en lo referente a valorar lo que sabemos y
creemos, y cómo todo ello determina nuestra conducta en libertad.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 13 -
IV.- EL MODO DE CONOCIMIENTO FILOSÓFICO:
Es muy cierto que para una gran cantidad de decisiones y de conductas humanas cotidianas y no tan
cotidianas, bastaría con estos tres modos de conocimiento. Incluso podríamos poner ejemplos enormemente
grandes, que afectarían no sólo ya a nuestra propia vida, sino a la vida del planeta y su futuro, por poner un
ejemplo lo suficientemente “grande”.
Respóndame a esta pregunta. ¿Si de Vd dependiera la decisión de parar en todo el mundo la fabricación
y liberación de gases CFCs, los cuales están destruyendo la capa de ozono, que protege la vida en La Tierra, la
tomaría Vd? Yo, sinceramente, y creo que Vd. también, haciendo uso de nuestros logros en el ámbito de los tres
saberes anteriores, es decir, basándonos en nuestros conocimientos Innatos, Experienciales y Científicos, segu-
ramente tomaríamos la misma saludable decisión.
Pero, vayamos un poco más allá, también creo sinceramente que Vd o yo, si tuviéramos esa tremenda
responsabilidad, antes de paralizar todas las fábricas de esos gases nocivos, antes de tomar esa decisión tan
importante y tan buena para la vida humana y terrestre, antes de ello, repito, tendríamos en cuenta muchas más
cosas, ¿no cree?, muchas más consecuencias y efectos colaterales económicos, sociales, laborales...
Y, seguramente, si tomamos esa decisión será porque la consideramos como “buena” o al menos como
“menos mala” que su contraria. ¿Se ha dado cuenta de que el concepto de lo bueno y lo malo empieza a ser
inevitable?
Quiere ello decir que, a mi modo de ver, que:
1.- El ser humano, ciertamente, hace uso de sus conocimientos -del tipo que sean- a la hora de tomar
decisiones, pero siempre tiende a tomar la opción, que a su juicio es la mejor o la que más le interesa de entre
las que se le presentan. Sus decisiones están siempre revestidas de una voluntad de búsqueda de lo bueno, de lo
pertinente, de lo conveniente, de lo interesante, de lo correcto.
2.- Dado que el ejercicio de la libertad es necesariamente individual, lo optado como “bueno”, en cada
caso, será lo bueno para ese individuo y para ese caso.
Y de aquí, a llegar a percibir un común anhelo humano por descubrir lo Bueno, lo Bello, lo Justo de
forma universal, no hay más que un paso. A ese paso se llama Filosofía, es, como la etimología de su propio
nombre indica, el Amor a la Sabiduría, el no conformarse con los conocimientos empíricos, sino buscar un ver-
dadero y trascendente sentido del Ser.
Es cierto que muchas personas poseen este ansia de saber, a veces sin reconocerlo como tal, pero el
Saber Filosófico, cómo búsqueda del sentido del Ser, es tan antiguo como el propio Hombre y su anhelo por
explicarse el mundo de forma racional y aceptable. Nadie pone en duda ni en entredicho los logros de este saber
humano. Lo que ocurre que hay tantas filosofías como culturas (o quizá sea al revés); tantas culturas como filo-
sofías, tantas filosofías como épocas; tantas filosofías como planteamientos ideológicos, y si apuramos mucho
tantas filosofías como individuos. Tantas filosofías como visiones del mundo. Tomás de Aquino lo formulaba
como que “hay dentro de cada alma un ansia de felicidad y significado”.
Si no ligamos, por ahora, esta afirmación al sentido religioso que pudo tener en su momento, sino sólo
en sentido estrictamente filosófico, es decir, como ansia o amor a saber, a conocer. Lo que Tomas de Aquino
quiere decir con “significado” es descubrir el mero sentido de las cosas.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Filosófico Especulación Racional Historia del Pensa-
miento, Historia de
la Filosofía
Ideologías, Teorías Políticas
y Económicas. Ética. Moral.
Filosofías para-religiosas,
como el Budismo, la Medi-
tación Trascendental, etc.
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 14 -
Recuerdo ahora otro profesor mío -éste tan diferente del otro citado anteriormente, que sólo me sirve
de ejemplo de denostación del amor al saber-, que, ante todo aquello que no fueran matemáticas y números,
decía “...eso es poesía”. Y lo decía despreciando aquel saber que él calificaba de “poético”.
Lo que quería decir, probablemente, sin saberlo no es que fuera “poesía”, sino “filosofía”. Para él nada
había fiable más allá de un teorema demostrable. Luego cuando fui mayor y estudié un poco más a fondo las
matemáticas, me di cuenta que tenían mucho más de aquella “poesía” de lo que aquel pobre hombre (pobre en
sabiduría) creía.
¿Puede alguien encontrar un sólo Ser Humano que carezca, o que viva fuera de la influencia de estos
logros de conocimiento? ¿Hay alguien sin ideología? Es decir, ¿hay alguien que preguntado, por ejemplo, sobre
cómo debería ser el mundo, se quede callado por no tener alguna respuesta? Sinceramente, creo que no.
Todos los seres humanos tenemos individualmente una Ética (la nuestra); socialmente una Moral (la
de nuestro entorno); y universalmente una Explicación del Mundo, que nos vale hasta para las cosas más nimias
y cotidianas. Por poner un ejemplo contundente, aunque ciertamente trágico, diré que hace algo más de un año,
no muy lejos de donde estoy escribiendo estas líneas, dos hombres murieron a manos de otro, en una reyerta
iniciada por la cuestión de si uno de ellos, el primero de los asesinados debía permitir que el asesino, hoy con-
victo, maltratara a un perro. ¿Cabe explicarse este comportamiento, si no admitimos que ahí subyace una idea
fundamentalmente ética y moral de lo que está bien o mal?
Vamos con otro ejemplo menos abominable: En la calle vemos a una mamá regañando a su hijito de
pocos años, ante lo que parece un desacuerdo de criterio entre ambos, acerca de si se debe comprar o no aquel
helado que se muestra apetitoso en la publicidad de la heladería en plena calle. La madre lo retiene, no ya de la
mano, pues el niño tira con fuerza y se le escapa, sino de la muñeca o del bracito, lo lleva, casi lo arrastra hacia
ella, mientras el joven vástago grita y patalea en una confrontación por su parte de “a ver quién puede más”.
Llegado el momento, la mamá deja la pesada bolsa de la compra que tenía en la otra mano, gira al niño y le
provoca un tranquilo silencio mediante el viejo procedimiento del azote en el trasero, que surte un efecto casi
milagroso en el infante.
Sigue el ejemplo: Varias personas han presenciado tan prosaico acontecimiento desde una terraza de
un bar, y aquí comenzamos a conocer lo que piensan algunos de ellos... o mejor...¿Qué pensaría Vd? ¿Cree que
todos los que allí hubiera pensarían lo mismo? ¿Cree que algunos simplemente ni siquiera atenderían al asunto?
Pues bien, eso que nos hace diferentes frente a problemas de moral cotidiana, es lo que nos demuestra que de-
bemos contar con algo más que instintos, experiencias y conocimientos empíricos. También tenemos opinión,
sustentada en ellos, pero sustentada también en que valoramos lo que sabemos, o sea, que además reflexiona-
mos, razonamos, buscamos dentro y fuera de nosotros mismos; que somos filósofos en definitiva.
Quisiera hacer notar aquí, antes de seguir adelante, que por admitir el sentido y el Conocimiento Fi-
losófico, no estamos cediendo ante nada que yo pueda estar argumentando; sino que estamos reconociendo que
todos lo tenemos, aun no yendo a la Facultad de Filosofía. Simplemente reconocemos que por el hecho de ser
personas, poseemos ese ansía de búsqueda del significado de las cosas, y que las conclusiones o convicciones a
las que lleguemos no pertenecen al Saber Innato, ni Experiencial, ni Científico; sino al de una nueva forma de
conocimiento humano: el Conocimiento Filosófico.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 15 -
V.- EL MODO DE CONOCIMIENTO PROTO-RELIGIOSO O MITOLÓGICO:
Dijimos anteriormente que cada convicción filosófica, esté más o menos argumentada, sea más o me-
nos estructurada, o se vea más o menos fortalecida por el número de sus seguidores, toda convicción, repito,
que trate de dar ese sentido o significado a la constatación empírica del Ser, entiendo que se encuadra en uno de
estos dos grupos o corrientes filosóficas:
El grupo de Filosofías Materialistas, que son aquellas que negarían de manera racional la existencia
de cualquier causa o consecuencia sobrenatural o metafísica del ser o la materia.
Dentro de estas corrientes de pensamiento, el ser humano llegará a conclusiones como: que las cualida-
des superiores del Ser (la inteligencia, la voluntad, el sentido del bien, la concepción de la propia identidad,
etc.), no son sino consecuencias y aspectos de la especial y perfectísima estructura nerviosa del cerebro humano.
El hombre por ser el poseedor del sistema nervioso y del cerebro más desarrollado, debe ser, y es, por lo que
podemos sostener empíricamente, el único ser vivo conocido capaz de llegar a las formas de conocimiento supe-
riores (científica, filosófica, ética y moral).
Asimismo, será el único ser vivo capaz de estudiar y reflexionar acerca de sus propias formas de cono-
cimiento. O sea, el único ser capaz de escribir un articulo como éste que humildemente les presento a Vdes.
Pero no podríamos pretender ser nada más allá de ello.
Pero existen también no pocas teorías filosóficas que sostienen posiciones y convicciones opuestas.
Son las Filosofías Idealistas. Son argumentaciones y convicciones que afirman que no pueden concluir de ma-
nera categórica la inexistencia de causas y de efectos metafísicos y/o espirituales en la vida y el ser. Es más, se
llega a afirmar que, sin esas causas y consecuencias, gran parte de la vida humana, tal como la entendemos, no
está ni mucho menos explicada. No tendría sentido, no tendría significado que buscamos todos, según Tomas de
Aquino. Y ya hemos admitido lo importante que es para el Hombre la búsqueda de ese significado.
Si he de ser sincero, y lo voy a ser, tengo que hacer aquí una afirmación que le sorprenderá. Estoy más
de acuerdo con las filosofías materialistas que con las idealistas en este punto.
¿Cómo? ¿No me había calificado al comienzo de este escrito como cristiano?
Pues sí, lo hice y lo reitero aquí; y paso a aclarar esta aparente contradicción. Es bien sencillo: El Saber
Filosófico, como el Saber Científico, se agotan en su propio objeto de conocimiento. Ellos, por sí mismos y en
el uso de sus procedimientos de conocimiento o de deducción, nunca podrán llevarnos a una convicción clara y
determinante de la existencia de Dios, por ejemplo. Pero, y he aquí lo realmente importante desde mi punto de
vista, tampoco de lo contrario. Ningún científico dotado de la humildad y autenticidad necesaria, para ser consi-
derado como tal, llegará nunca a afirmar “Dios no existe, puesto que no puedo probar su existencia”. De igual
modo tampoco un filósofo materialista, afirmaría, en un correcto uso del saber, que el origen y el fin, -el sentido
en definitiva del Ser- es la propia materia. Lo que sí está en su derecho de afirmar, es que él o la corriente filosó-
fica de su opción no lo encuentra fuera de la materia, o incluso que lo encuentra en la propia materia.
Bien, también es cierto, colocándonos en las corrientes Idealistas, que el hecho de que el Hombre
necesite o intuya algo no nos asegura en modo alguno que ello exista.
Por supuesto. No pretendo argumentar que todo lo que el Ser Humano sea capaz de idear tenga necesa-
riamente que existir. ¡Estaríamos listos! Lo que sostengo es, que desde los albores de la Humanidad sobre este
planeta, se encuentran muestras de ese afán de búsqueda del sentido sobrenatural de las cosas y los aconteci-
mientos. Y en este artículo, reitero, no se trata de convencer a nadie de nada, sino de llegar a admitir que el Ser
Humano real, el que existe desde no se sabe cuándo sobre La Tierra2, tiene diversas formas de conocimiento
coexistentes y concomitantes, y es la fusión de los logros de esas modalidades de conocimiento lo que diseña,
motiva y justifica nuestros actos y nuestra vida tanto individual como de la especie, tanto material como espiri-
tual.
2 Los últimos hallazgos científicos de restos arqueo-antropológicos pretenden situarnos el en territorio del actual Chad, hace 7
millones de años. Cierto es que también hay científicos que no lo admiten todavía, y nos consideran un poco más “modernos”, 1,3 millones de años más o menos. Y otros, más recientemente aún.
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 16 -
¿Cómo definir una forma de conocimiento pre o proto-religiosa? Creo que deberíamos dibujarla como
una manera más o menos individual o tribal (social), de responder a esas necesidades trascendentales que surgen
en el individuo humano, cuando se percata de su limitación en la dimensión físico-temporal. Es decir, unos
logros de conocimiento que nos sirvió desde nuestros albores, tanto para explicar fenómenos naturales, hoy
conocidos empíricamente, como la lluvia o el rayo; como para dotar de sentido espiritual otros hechos, aún hoy
sin resolver, como el dolor o la muerte.
Obviamente, como cualquier otra forma de conocimiento especulativo, el saber que se desprende de la
búsqueda de lo sobrenatural puede estar plagado de falacias y de falsos logros. ¿Cómo no iba a estarlo? Recor-
demos cómo los errores de bulto se implantaban y se implantan incluso en el saber científico. Creo, y esto si que
es una opinión, que es la imperfección humana en los métodos de búsqueda de la verdad le llevan a falacias
graves. ¿Cómo no nos iba a llevar a esos errores el tratar de descubrir realidades “sobrenaturales” que, en el
caso de existir, tendríamos que conocerlas usando medios “naturales”? Sólo podríamos inventarlas de forma
más o menos coherentes.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Protorreligioso Especulación humana
acerca de deidades, o
causa-efectos sobrenatu-
rales.
Tradiciones Paganas o
Liturgias Protorreli-
giosas
Paganismo.
Filosofías espirituales.
Religiones politeístas.
Creencias animistas .
Espiritismo. Astrología
Supersticiones. Numero-
logía. Mitologías...
Tenga cuidado aquí, ya que el hecho de que la mayoría de los logros de este modo de conocimiento
sean tenidos como falaces en el mundo contemporáneo, no lo hace automáticamente desaparecer del horizonte
humano.
Puedo asegurarle, y Vd. podrá fácilmente comprobar, que hoy, más que en ningún otro momento de la
historia humana, existen animistas, adivinadores, futurólogos, brujos, sanadores, curanderos, desarrolladores de
supercherías que están instalados no sólo ya en las televisiones locales, sino también en muy altas instancias de
los gobiernos. Conocido es el caso del presidente norteamericano Ronald Reagan, que no tomaba decisiones de
estado sin consultar antes con su futurólogo personal.
Pero, si cree que todo esto no va con Vd., si piensa que Vd. y yo estamos a salvo de todo esto, por
favor, hágase una de las siguientes preguntas. ¿Nunca ha tenido una corazonada? ¿Nunca ha tomado una deci-
sión en base a un sueño que tuvo? ¿No ha comprado lotería pensando en que la suma, o el producto, o cualquier
otra circunstancia numerológica de ese billete que le ofrecen parece “decirle algo”? ¿Le habla a sus hijos de
Papá Noel o de los Reyes Magos? Ve, sólo serán “conocimientos inofensivos” mientras sus otros “conocimien-
tos superiores” los controlen.
Y si cree que todo esto sólo puede afectar a nivel individual, y que el hecho de Reagan era el caso de
un individuo que llegó a presidente, respóndame: ¿Sabe que grandes compañías aéreas internacionales no tienen
asiento número 13? ¿Y sabe que numerosos rascacielos no cuentan con la planta de dicho número “maldito”?
¿Cuántos atletas sanos, fuertes y jóvenes no admiten ese número en su camiseta?
La superstición y las creencias no fundamentadas son hoy de tal peso en el mundo, que me atrevería a
afirmar que constituyen una de las corrientes de pensamiento que más crece en la actualidad. Tampoco creamos
que son vestigios del pasado de la Humanidad, que aún perduran. En absoluto, cada vez aparecen nuevos logros
de este Modo de Conocimiento que podríamos calificar más coyunturalmente de “mitológico”3, aliándose con
otros como el saber científico/económico y filosófico/político. ¿Quiere algunos ejemplos? ¿Qué son, si no, los
nuevos mitos del siglo como El mito de la Igualdad de Oportunidades a través de la Democracia, el mito del
3 Entendemos “mito” como el conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se forman alrededor de un fenómeno natural
o social, con el fin de dotar de sentido, de una manera no racional, la realidad del mismo.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 17 -
Estado del Bienestar a través de la Ecotecnología, el mito de ciertas operaciones triunfales televisivas? Son
afirmaciones que a nivel social gozan de aceptación absoluta, pero que no resisten un minuto de reflexión pro-
funda. Piénselo.
En definitiva, creo que ninguno estamos a salvo de esta modalidad del saber. Por muy desprestigiada
que esté en ciertos círculos, sigue teniendo peso, y condicionando en mayor o menor grado la vida de las perso-
nas.
No entraré en este artículo en el describir el profundo desprecio que siento por aquellas personas que, a
sabiendas, de la falacia de este pensamiento, lo usan en beneficio propio por razones puramente económicas, o
de otro tipo. Pero baste decir que ese desprecio viene motivado más por el hecho de que no buscan la verdad,
sino que utilizan la mentira como herramienta de alienación.
Tengo más cuidado, y respeto, en calificar a aquellas otras personas (que somos todos), que por desco-
nocimiento o descuido, a veces caemos en la superstición de no pasar bajo la escalera, o creer en la promesa de
un político mendaz.
Cabe, finalmente, preguntarse ¿No tiene nada de positivo esta modalidad de conocimiento? ¿Todo lo
que conocemos a través de ella es perverso y dañino? Bueno, me he hecho estas preguntas durante algún tiempo,
y, sinceramente, no he encontrado absolutamente nada positivo en los logros de este conocimiento. Los consi-
dero alienantes para el mundo de hoy. Aunque para no acabar este apartado con tanto desdén (pues al fin y al
cabo forma parte de nuestra naturaleza también), reconoceré que las mitologías antiguas han dado lugar a gran-
des obras de la fantasía humana: literatura, música, pintura... Como ejercicio final, piense en obras de arte que le
hayan impresionado y que estén basadas en cualquier mitología.
Le ayudo: La obra literaria “La Odisea” de Homero, La obra musical “El Anillo del Nibelungo” de
Wagner, los cuadros “La Fragua de Vulcano” o “Marte descansando” de Velázquez. ¡Ah!, que quiere algo
más moderno, bien: la famosa y bella película “Blade Runner” de Ridley Scott, o el juego de ordenador “Lara
Croft Tomb Raider: The Angel of Darkness” de Eidos Interactive y Core Design.
El Ser Humano de todos los tiempos necesitó, necesita y, me temo, necesitará en mayor o menor grado,
de la fantasía mitómana para dotar de significado su propia vida.
Con la afirmación anterior, podríamos dar por acabado este artículo, si nos bastara con las cinco formas
de conocimiento que llevamos descritas, y espero, aceptadas por el lector.
Una advertencia:
Aun cuando haya reconocido que esos niveles de conocimiento se dan en Vd. mismo. Y aún cuando
admita que pueden ser ciertos todos y cada uno de los aspectos que se han descrito hasta aquí. Le pido que antes
de seguir leyendo, se tome unos minutos para recapitular todo lo dicho. Para ello, le servirá mirar los cuadros
resumen de cada uno de los Modos de Conocimiento.
Le prevengo que, a partir de ahora, les voy a hablar de otros dos niveles o modalidades de conocimien-
to, que sólo son admitidos por aquellos que afirmamos y testimoniamos poseerlos: los creyentes. Pero ello no
quiere decir que no pueda interesarle a vd. el saber qué decimos poseer, y cómo decimos saberlo, y, más aún,
cómo pueden convivir estas dos nuevas formas de conocimiento, que llamaremos de Revelación, con las ex-
puestas anteriormente, sin tener renunciar para ello a los logros de conocimiento digamos, más naturales, ya
vistos.
Aun en el caso de que inicialmente no esté dispuesto a admitirlos, sería conveniente que lo leyera,
porque al menos conocería Vd. dos cosas desde el punto de vista puramente empírico:
a) En qué consistirían esas dos Modalidades de Conocimiento de Revelación, y
b) En que nos diferenciamos los grupos humanos que se forman a partir de ellos, tales como:
b1.- Grupo humano que no acepta ninguna forma de Conocimiento de Revelación, para el que
sólo consideraríamos los 5 Modos o Niveles de Conocimiento anteriores, ta-
les como los Ateos o los Agnósticos
b2.- Grupo humano que aceptaría sólo hasta la el 6º Modo o Nivel de Conocimiento, pero no
la 7ª modalidad, tales como las grandes religiones monoteístas no cristianas, y
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 18 -
b3.- Grupo humano que aceptamos las 7 Modalidades de Conocimiento: los Cristianos
Puede parecerle, quizá, muy artificioso todo esto, pero dígame: ¿cómo explica el Vd. el conflicto Pales-
tino-Israelí, desde los cinco niveles de conocimiento aceptados hasta ahora. ¿Es sólo un conflicto expansionista
del sionismo internacional? ¿Es un problema de fundamentalismo islámico? ¿Es la lucha económica por el agua
de los Altos del Golán?
O, dígame, a un nivel más cercano, ¿cómo pueden unos padres Testigos de Jehová dejar morir a un hijo
que necesita una vital transfusión de sangre?, o más aún ,¿cómo el Tribunal Constitucional Español ha prioriza-
do el derecho religioso de éstos por encima del derecho a la vida de un menor, dándole la razón a los padres en
una reciente sentencia? Son preguntas para las que, honradamente, hay que reconocer que no tenemos respuesta.
Sólo tenemos reacciones, pero no respuestas, a menos que admitamos que hay formas de conocimiento superio-
res que nos llevan a tales extremos, las compartamos o no.
Pretendo decir que no es menos humano en el sentido de “especie humana” nadie porque tenga unas
creencias religiosas u otras. Todos creemos poseer la Verdad, pero en realidad lo que tenemos es nuestra ver-
dad, la que nos conforma, es decir lo que termina de darnos la forma humana completa y real. Podemos, si así
lo queremos, ignorar el aspecto religioso, o de fe. Por supuesto que podemos, pero, a cambio, tendremos que
renunciar a tener respuestas serias a las preguntas anteriores.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 19 -
VI.- EL MODO DE CONOCIMIENTO DE REVELACIÓN TEOLÓGICA
Todo estudio antropológico serio debe contar con que el Ser Humano, de cualquier época y lugar,
buscó y busca a Dios, eso es una evidencia antropológica y psico-social.
Ciertamente, hay tres posturas claramente definidas ante este problema:
- Postura del hombre ateo, el Ateísmo, que consiste en la negación consciente de la existencia de cual-
quier ser ideal, más allá de la realidad empírica, y por lo tanto de un ser creador, o sea, de Dios y de cualquier
otra divinidad.
- Postura del Creyente, que consiste en la afirmación de la existencia de Dios y de una serie de atribu-
tos divinos que lo definen como creador, eterno, infinitamente bueno y amoroso, omnipresente, omnisciente,
omnipotente y fuente de toda bendición hacia los hombres.
Ambas doctrinas están igualmente basadas en respetables convicciones humanas, si bien la postura atea
se basa en que, partiendo de los logros de niveles de conocimiento 1 al 4, se llega a una conclusión del nivel 6.
Mientras el creyente, justifica su conocimiento basándose en las convicciones y datos del nuevo nivel de cono-
cimiento, la Revelación. Pero dejemos, por el momento y para más adelante, la descripción de esta nueva moda-
lidad del saber. Vayamos primero a la tercera postura que estábamos refiriendo.
Además de la postura atea y de la postura creyente, podemos identificar una tercera posición igualmen-
te respetable, sino más en algunos casos, como veremos. Se trata de la postura del hombre agnóstico, del Agnos-
ticismo, que viene a reconocer, honestamente también, que con los modos de conocimiento humanos aceptables
desde un punto de vista empírico y racional (1 al 4), nunca el Ser Humano podría llegar a conocer por sus me-
dios al Creador, en el caso de que existiera, como mantienen los creyentes.
Pero es que los creyentes lo que dicen es precisamente eso, que sólo por la voluntad de comunicación
del Creador con sus criaturas, es decir, únicamente por Revelación del Creador, se puede llegar a Su conoci-
miento.
Esta es la sustentación de la Modalidad de Conocimiento de Revelación que tratamos de exponer en
este capítulo. No se trata -pierda cuidado- de que tenga Vd. que admitirla, si es que aún no lo ha hecho. Ni si-
quiera, pretendo que piense que es cuestión de tiempo el que lo haga. Repito que, en este artículo lo único que
constituye un fin, es que reconozca que enormes cantidades de seres humanos admitimos poseer esta forma de
conocimiento, y que no siempre se trata de una alienación personal (valoración a la que indefectiblemente ha de
llegarse desde la postura del ateísmo).
Por otra parte, en orden a la convivencia y a la democracia (logros éstos de los niveles de conocimiento
1-4), hemos de respetar a los creyentes, que cuando menos, somos la inmensa mayoría de la Humanidad.
Éste es momento en que el lector avispado debería decir: pero si la mayor parte de los conflictos no son
precisamente entre ateos y creyentes, sino entre las diversas confesiones y religiones, e incluso entre facciones o
sectores de una misma religión. Cierto. Estoy de acuerdo con Vd., si es que lo ha pensado, como yo lo pienso.
En ese caso le propongo esperar hasta el final del artículo, para desenmarañar dos cosas:
A) Una cosa es la religión, y otra la fe o convencimiento revelado e individual sobre el cono-
cimiento de Dios. Y
B) Las religiones y las iglesias las constituyen, las forman y las gobiernan los hombres y las
mujeres reales y concretos. Y, como tales, estamos sujetos a los mismos fa-
llos, los mismos errores y actuaciones desastrosas que los demás humanos,
cuando actuamos como humanos al menos.
Desde el punto de vista cristiano, es decir, desde el último nivel de conocimiento humano que voy a
presentar en este artículo, podría decirle algo más acerca de la cuestión anterior, pero dejémoslo también para el
final, cuando conozcamos en qué se diferencia el Conocimiento de Revelación Cristiana del que estamos tratan-
do en este sexto nivel.
A este nivel de conocimiento revelado pertenecería, por ejemplo, el conocimiento de Dios que mantie-
nen los judíos o los musulmanes: sería un Dios Único, Eterno, Creador, dotado infinitamente de todos los atri-
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 20 -
butos de bondad y belleza que seamos capaces de percibir los humanos; Fuente de toda vida y Gobernador del
mundo.
Realmente, piense esto por un instante, si Dios existiera y tuviera esos atributos, sólo por el hecho de
ser Único, debería ser el mismo, lo llamemos Jehová o Alá. ¿No cree?
¿Dónde están, pues, las diferencias, y dónde se originan? Pues, fundamentalmente, del conocimiento al
que se llegue acerca de la entidad, las cualidades y la voluntad de Dios, a través de la Revelación.
El judaísmo, por ejemplo, admite el conocimiento de la voluntad de Dios a través de la historia de su
pueblo, Israel; de modo que Dios, haciendo uso de su voluntad -incompresible, como dijimos, para el conoci-
miento humano- elige a hombres y a mujeres, para darles a conocer arbitrariamente Su voluntad, y actuar a
través de ellos sobre la historia humana.
El Islamismo, otro ejemplo, toma como fuente definitiva del conocimiento de Dios, la revelación de
Dios a su profeta Mahoma, manifestada y explicitada en un único libro dogmático, El Corán.
Hubo otras religiones monoteístas en la antigüedad, que buscaron el conocimiento del Dios único y
creador. La primera de esas otras, de las que se tiene constancia histórica, fue la que adoraba al Dios Atón, ocu-
rrió en el Antiguo Egipto, 1800 años a.d.C., y su profeta fue Amenhotep IV, quién cambiaría su propio nombre
por de Akhenaton (=Dios está satisfecho).
Volviendo a Judaísmo e Islamismo, por citar, los dos ejemplos más significativos de logros de este
sexto nivel de conocimiento de revelación en la actualidad, hemos de decir que en el terreno del conocimiento
de Dios que comportan sendas religiones, hay más semejanzas que diferencias; aunque, bien es sabido que con
muy contrapuestos resultados.
¿Cómo puede ocurrir esto? Se pregunta cualquier persona con sentido común. Si es Dios quien revela
su entidad, sus cualidades y su voluntad a los hombres, ¿cómo puede llegarse a las situaciones de conflicto a las
que se llega “en el nombre de Dios”?
Evidentemente, el Ser Humano, es complejo es muchos sentidos, y lo más complejo es su comporta-
miento. Somos individuos con conocimientos innatos, experienciales, científicos, filosóficos y religiosos. Pero,
además de que los logros de estos conocimientos pueden ser falaces, como hemos dejado bien claro, también
tenemos libertad y voluntad, para seguirlos o no, y, aún poseyendo convicciones acertadas acerca de cualquier
tema, nuestras preferencias o amores individuales y/o sociales, pueden determinar la conducta final de un indi-
viduo o de un pueblo. Así, encontramos que, entrevistado, cualquier palestino con sentido común, confiesa de-
sear la paz y la convivencia con el pueblo de Israel; y, de igual modo, se manifiestan los israelíes. Pero...
Esta modalidad de conocimiento de revelación divina, a la hora de tener cierto peso en cuanto a la
determinación de las actuaciones humanas, se ve, como no podía ser de otra manera, enturbiada por multitud de
otras convicciones de índole egoísta, o nacionalista, o histórica, o económica, o de cualquier otra índole, la cual
acaba apagando los deseos de paz y de concordia que, en cualquier caso debería de dar, y da, a conocer el Dios
de Bondad que se proclama en sendas religiones.
Concluimos pues, que los fallos no estarían sino en el corazón y el cerebro de los humanos, que no
llegan a poner al mando de la dirección de su vida, la voluntad de Dios; y, más aún, dada la jerarquización de las
organizaciones políticas humanas; la responsabilidad de los conflictos bélicos en el nombre de Dios, recaería
indefectiblemente sobre los dirigentes.
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Teológico Revelación divina Libros exegéticos y
doctrinales de las
grandes religiones
monoteístas. Antiguo
Testamento, El
Corán...
Religiones Monoteístas:
Judaísmo, Islamismo...
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 21 -
VII.- EL MODO DE CONOCIMIENTO CRISTIANO
Resumen:
Modo de Conocimiento Sustentación Registro Logros de Conocimiento
Conocimiento de Cristo Revelación de Dios en la
Persona de Cristo
La Biblia, y el Evan-
gelio de Jesucristo.
Hechos y Escritos
testimoniales de los
Conocedores de la
Revelación.
Cristianismo, como con-
junto de las distintas fa-
milias cristianas.
El Cristianismo no es sólo una religión monoteísta más. Es sustancialmente muy diferente a las vistas
hasta ahora. Con ello, no quiero que crea que le estoy haciendo ningún proselitismo, a pesar de haber confesado
ya mi convicción cristiana. Sólo estoy describiendo aquellos aspectos en los que el cristianismo es tan diferente
que lo han convertido en la religión más perseguida de la historia. Los cristianos sostenemos como verdades las
siguientes:
a) Verdades Reconocidas También por los No Cristianos:
- Que Jesús de Nazaret, un judío de baja extracción social, aproximadamente al comienzo de nuestra
era, en sólo tres años de ministerio profético, desarrollado entre su pueblo, cambió considerablemente la historia
de la Humanidad.
- Que está más que suficientemente probada y documentada la existencia histórica de tal hombre. Mu-
cho más que otros acontecimientos históricos indubitables.
- Que murió crucificado en la época del gobernador romano Poncio Pilatos en los alrededores de la
ciudad de Jerusalem, sin haber constancia de delito para su procesamiento por las autoridades judías y romanas
de la época, a excepción del delito de “blasfemia” (sólo para los judíos, no así para los romanos) de considerarse
a sí mismo como Hijo de Dios, y el Dios mismo encarnado.
-Que las circunstancias que rodearon su vida, su muerte y la desaparición de su cuerpo fueron casos
inexplicables incluso para los más incrédulos de la época.
b) Verdades Admitidas Sólo por los Cristianos:
- Que Jesús de Nazaret es el Mesías, el Salvador, el Dios hecho hombre del que hablaba el Antiguo
Testamento de los profetas judíos, desde miles de años antes de su nacimiento en la ciudad de Belén.
- Que Jesucristo es Dios y Hombre simultáneamente. Como Dios, es increado y eterno. Y como hom-
bre es el Mesías, que pagó, siendo inocente, con su pasión y muerte en lugar de toda la Humanidad, apartada de
Dios desde el momento mismo de la creación de su naturaleza humana.
- Que, debido a esa acción salvífica de Cristo, los hombres estamos desde ese momento reconciliados
con Dios Padre, abriéndose de nuevo la única vía de comunicación con Él, a través de la fe en Cristo. Es decir,
que el cristiano acepta el pago que el Salvador hizo por todos y cada uno de nosotros.
- Que Jesucristo no sólo murió por nosotros, por todo aquél o aquélla que en Él crea, sino que resucitó
de entre los muertos y volvió a la vida, y regresó a la presencia del Dios Padre, con el que es uno.
- Que Dios, a través de la muerte y resurrección de Cristo nos hace partícipes a todos los cristianos que
den testimonio publico mediante la fórmula del Bautismo, y nos infunde su propio Espíritu como consuelo y
protección, hasta que estemos definitiva y eternamente en Su presencia.
Esencialmente, éstas son las bases fundamentales del conocimiento y de la fe cristiana.
¡Casi nada, para verlo desde un perspectiva materialista! ¿Verdad?
Dogmas como la Encarnación de Dios o la Resurrección de Cristo, nos granjean cuando menos, la
sonrisa, la burla del intelectual que no posee, ni admite, este conocimiento revelatorio.
Evidentemente, si el cristiano no es capaz de explicar racionalmente qué cree y por qué lo cree, en
orden a no presentar contradicciones con sus otros saberes humanos, entonces y sólo entonces nos haremos
merecedores de desprecio intelectual, porque seremos seres de conocimiento desintegrado y contradictorio.
Pero, si demostramos que el nivel de sabiduría en el que tiene lugar el conocimiento personal de Cristo
es tan humano y tan real como puede ser cualquier otro; y, aún más, que es capaz de integrar y desarrollar los
demás saberes, entonces mereceremos el respeto mayor que el humano pueda sentir por otro: el de haber llegado
Manuel J. Martínez Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI
- 22 -
a la meta de conocer al verdadero Dios, y, por tanto, el verdadero sentido de la vida, aludido por Tomas de
Aquino como ansia humana.
Si es Vd. un creyente cristiano, quiero decirle que el objetivo de nuestra fe no es, por supuesto, con-
formarnos con merecer el respeto intelectual de los demás. Pero también debe ser parte de nuestro testimonio.
Hoy, quizá más que en ningún otro momento de la historia, se han desarrollado los saberes humanos en
tal medida, que parecen tener respuesta para cualquier problema que les planteemos; y, por ello, está emergien-
do un tipo de persona más cerradas que nunca, frente a la aceptación de la revelación o del conocimiento del
evangelio de Jesucristo. Y ello, principalmente por parecer innecesario, o por parecer-digamos- superado.
Con demasiada frecuencia, se coloca el conocimiento de Cristo, y su papel de Salvador, junto con
otras creencias verosímiles, propias del nivel mitológico, que al ser superadas por el saber científico, parecen
desmontar todo lo que en este artículo se trata de evidenciar como correcto y fidedigno (=digno de fe) del saber
y del conocimiento del verdadero Dios.
Bien, y si no es Vd. un creyente. Tiene, ciertamente, derecho a que el cristiano del Siglo XXI, le expli-
que, no ya “cómo” podría Vd. conocer a Cristo (algo que no es la finalidad de este artículo), sino cuáles son los
fundamentos racionales para que Vd. no siga considerando que ser cristiano hoy, con los avances del conoci-
miento humano, es poco menos que ser un suicida intelectual, o aceptar una alienación heredada ya demasiado
tiempo de generación en generación.
Un testimonio personal Yo, realmente, lo único que puedo hacer en este sentido es exponerle cuáles han sido para mí las claves
en cuanto a:
1) No tener ningún miedo a abrir mi corazón y mi intelecto al mensaje evangélico (no desconfíe cuan-
do vea que hablo a la vez de intelecto+corazón, como una unidad; pues uno de los últimos logros en psicología
es entender que esas dos cosas van siempre juntas en el ser humano real. Lea, si no, el libro “Inteligencia Emo-
cional” de Daniel Goleman). Y
2) Cómo he ido sometiendo a la criba o filtro del sentido común, cada uno de los saberes que Dios, a
través de la revelación de su palabra en la Biblia, o a través de la oración, o a través del ejemplo de su Iglesia, o
a través la observación el propio mundo natural y social, me ha ido dando.
El primer paso, evidentemente es el más valiente y arriesgado, es un poco como un salto en el vacío,
pues supone una voluntad de buscar, de conocer, es quizá el primer acto de fe. Es abrirse a alguien del que te
han hablado, pero que nadie te puede mostrar, salvo Él mismo.
Haciendo de abogado del diablo, cabe hacerse esta pregunta. ¿No hay una paradoja en afirmar: “Por ti
mismo no puedes conocer a Dios; y, para que Él se te revele, tienes que estar dispuesto a conocerlo”? Cierta-
mente que la hay, y es mucho más que una paradoja. Es, como decíamos, el primer y último salto en el vacío
que Él espera de ti. Y es el segundo paso en la comunicación del hombre con Dios, el primero ya lo dio Él, en la
persona de Cristo.
Sobre de qué manera suele Dios acercarse a cada uno, no puedo decir ni una palabra, pues tengo el
convencimiento de que Dios nos habla a cada uno de la manera que Él considera más oportuna y adecuada.
Cada uno de nosotros, como ya dijimos anteriormente es único e irrepetible, cada uno de nosotros es “persona”
por tanto, así que el conocimiento del verdadero Dios ha de ser indefectiblemente un conocimiento personal.
Pero si Dios elige la manera de hablar, es la persona quién ofrece el momento y la ocasión para ello. Es decir, es
bastante difícil que Dios hable a alguien que no quiera oírlo. Pues Él, según lo que nos dice en su palabra escri-
ta, lo único que quiere de nosotros es nuestra reconciliación, es decir, nuestra fe.
Es cierto que en La Biblia se relatan casos en los que Dios se hace oír por encima de la propia voluntad
de la persona, tal es el caso de Saulo de Tarso4, el cual no quería en absoluto tener nada que ver con Jesucristo, a
cuyos seguidores perseguía y exterminaba. Pero, esto no es lo usual ni lo normal.
4 Si no conoce esta historia de Saulo, y está interesado/a en conocer más quién era este hombre, y qué es lo que le ocurrió, le
recomiendo que lea el Libro de los Hechos de los Apóstoles, desde el capítulo 7, versículo 58 al capítulo 28, versículo 31. Y si no quiere emplear tanto tiempo, lea sólo en el capítulo 9, versículos 1 al 19.
Hacia una Teoría Cristiana del Conocimiento para el siglo XXI Manuel J. Martínez
- 23 -
Como también nos dice en Apocalipsis 3,20, “Mira, estoy llamando a la puerta: si alguien oye mi voz
y abre la puerta; entraré en su casa y cenaremos juntos”.
Así que éste es el camino habitual en estos tiempos: 1) Dios espera, está llamando y esperando desde
siempre a la puerta del hombre. 2) El hombre lo escucha, se atreve a abrirle y le abre. 3) Él se muestra, se revela
de la manera que el hombre necesita y entiende. 4) El hombre le conoce, y ve más allá de su propia mirada,
adquiere una luz de inteligencia nunca conocida, que explica primero su propio camino, después el de la Huma-
nidad entera.
Éste es el Conocimiento de Revelación de los elegidos. Es un don gratuito, es la gracia de Dios. El
hombre, para merecer tal elección, sólo ha abierto la puerta de su corazón al que le llama. El acto de valentía
individual de la fe, le reporta al hombre la descarga de su pasado, del pasado pecaminoso de la Humanidad,
presente en sí mismo, le reporta la salvación de su alma. La salvación es el premio de la fe.
El segundo paso, al menos el que yo di, dada mi naturaleza humana, fue someter a la prueba de mis
conocimientos humanos todos aquellos otros conocimientos adquiridos por la revelación de Dios. Y he de con-
fesar desde lo más profundo de mis convicciones humanas, que aún no he encontrado la más pequeña contradic-
ción entre mis saberes innatos, ni adquiridos experiencial, científica, o hipotéticamente con la Sabiduría que
emana de Dios.
En honor a la verdad, he de confesar también, que, para llegar a tal convencimiento y a la auténtica fe
en Cristo, tuve que desembarazarme primero de un sinfín de creencias idolátricas que desde mi educación me
habían mantenido oculta la verdadera faz de Cristo. Sólo después de un rechazo personal de tales supercherías, y
de pasar por una fase de ateísmo beligerante, que tampoco me convenció, llegué a reconocer humildemente que,
como ser humano, si yo era criatura de Dios, era Él quién tenía la potestad de mostrárseme. Así ocurrió, pero
sólo después de dar yo el primer paso de fe, de abrir mi puerta y de salir a buscarlo.
Ahora, aún a riesgo de no merecer el tan valorado respeto de los hombres, tengo la certeza de Dios
cena en Espíritu cada noche conmigo, y sin dejar de ser un hombre completo y libre, estoy a salvo con Él de
todo mal. Bendito sea su nombre. Amén.