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37 Capítulo II HACIA UNA TEORÍA SOBRE EL TRABAJO INTELECTUAL Y EL TRABAJO MANUAL Lo intelectual o "académico" es "para los añorantes de la pirámide de castas, lo sublime, lo sagrado, lo intangible, lo que sale de la boca de Visnú, el privilegio de los bramanes. Lo «laboral», lo subalterno, lo vil, lo que emana, maloliente, de los pies del dios, el castigo de los parias". Wenceslao Roces Como se sabe, la economía política registró un vuelco en el momento mismo en que, entre otras tesis, Marx consideró la fuerza humana de trabajo como una mercancía. La comercialización, el "inmenso arsenal de mercancías", abarcaba, según él, no sólo los productos destinados al cambio, no sólo el dinero como el intermediario universal de diferentes coágulos de trabajo humano indistinto, sino también la fuerza humana de trabajo. Marx escribe: "Para convertir el dinero en capital, el poseedor del dinero tiene, pues, que encontrarse en el mercado, entre las mercancías, al obrero libre ". 1 En el capitalismo existen, como se comprende, dos modalidades fundamen- tales de mercancía: la objetiva (los productos destinados al cambio y el dinero que funge como intermediario) y la subjetiva (la fuerza humana de trabajo). A pesar de las diferencias entre una y otra, pueden ser clasificadas dentro del género común de mercancías porque poseen las tres (los productos, el dinero y la fuerza humana de trabajo) una misma estructura, como después veremos. Es importante subrayar, al llegar a este sitio, que si bien Marx trató suficientemente la mercancía objetiva (su producción, su valoración, su intercambio, etcétera), a nuestro parecer trató de manera menos profunda la mercancía subjetiva (la fuerza humana de trabajo), lo cual no debe interpretarse en el sentido de que las tesis que proporciona al respecto sean falsas, sino en el sentido de que son tan sólo esbozos, verdaderamente geniales desde luego, pero faltos del desarrollo profundo que exigen. No obstante, las afirmaciones de Marx sobre la fuerza humana de trabajo, pese a su formulación esquemática, son la base obligatoria para hacer progresar un examen minucioso del problema en cuestión. A nuestro modo de ver las cosas, Marx analiza el carácter mercantil de la fuerza humana de trabajo principalmente por tres razones: a) para poner en claro el valor de las mercancías (objetivas), b) para esclarecer la masa y la cuota de plusvalía, y c) para aclarar el valor de la mercancía subjetiva (el salario). No vamos a examinar aquí, porque lo damos por 1 Carlos Marx, El Capital, T. I, FCE, 1947, p.186.

HACIA UNA TEORÍA SOBRE EL TRABAJO INTELECTUAL Y …enriquegonzalezrojo.com/pdf/CAPITULOII.pdf · Sin tomar en cuenta, por ahora, la comunidad primitiva, la sociedad humana, históricamente

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Capítulo II

HACIA UNA TEORÍA SOBRE EL TRABAJOINTELECTUAL Y EL TRABAJO MANUAL

Lo intelectual o "académico" es "para losañorantes de la pirámide de castas, lo sublime,lo sagrado, lo intangible, lo que sale de la bocade Visnú, el privilegio de los bramanes. Lo«laboral», lo subalterno, lo vil, lo que emana,maloliente, de los pies del dios, el castigo de losparias".

Wenceslao Roces

Como se sabe, la economía política registró un vuelco en el momento mismoen que, entre otras tesis, Marx consideró la fuerza humana de trabajo como unamercancía. La comercialización, el "inmenso arsenal de mercancías", abarcaba,según él, no sólo los productos destinados al cambio, no sólo el dinero como elintermediario universal de diferentes coágulos de trabajo humano indistinto, sinotambién la fuerza humana de trabajo. Marx escribe: "Para convertir el dinero encapital, el poseedor del dinero tiene, pues, que encontrarse en el mercado, entre lasmercancías, al obrero libre".1

En el capitalismo existen, como se comprende, dos modalidades fundamen-tales de mercancía: la objetiva (los productos destinados al cambio y el dinero quefunge como intermediario) y la subjetiva (la fuerza humana de trabajo). A pesar delas diferencias entre una y otra, pueden ser clasificadas dentro del género común demercancías porque poseen las tres (los productos, el dinero y la fuerza humana detrabajo) una misma estructura, como después veremos. Es importante subrayar, alllegar a este sitio, que si bien Marx trató suficientemente la mercancía objetiva (suproducción, su valoración, su intercambio, etcétera), a nuestro parecer trató demanera menos profunda la mercancía subjetiva (la fuerza humana de trabajo), locual no debe interpretarse en el sentido de que las tesis que proporciona al respectosean falsas, sino en el sentido de que son tan sólo esbozos, verdaderamentegeniales desde luego, pero faltos del desarrollo profundo que exigen.

No obstante, las afirmaciones de Marx sobre la fuerza humana de trabajo, pesea su formulación esquemática, son la base obligatoria para hacer progresar unexamen minucioso del problema en cuestión. A nuestro modo de ver las cosas,Marx analiza el carácter mercantil de la fuerza humana de trabajo principalmentepor tres razones: a) para poner en claro el valor de las mercancías (objetivas), b)para esclarecer la masa y la cuota de plusvalía, y c) para aclarar el valor de lamercancía subjetiva (el salario). No vamos a examinar aquí, porque lo damos por

1 Carlos Marx, El Capital, T. I, FCE, 1947, p.186.

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supuesto, la segunda y la tercera razones; pero sí nos gustaría aludir brevemente ala primera. Marx aclara que el valor de una mercancía, de un producto destinado alcambio, no puede ser sino capital constante (c) + capital variable (v) + plusvalía(p). Es interesante hacer notar, entonces, que el valor de la fuerza humana detrabajo (o sea y) entra todo él en el valor de la mercancía objetiva. La mercancíasubjetiva es, en términos de valor, una parte del valor de la mercancía objetiva(productos o dinero). A Marx apenas le interesa el carácter o el tipo de trabajo queasume la fuerza humana de trabajo al ponerse en acción en el proceso productivo.Lo que le preocupa sobre todo en este punto es que el valor de la fuerza humana detrabajo (esto es, el trabajo socialmente requerido para producir los medios funda-mentales destinados a la manutención del obrero y su familia, etcétera) reapareceen la mercancía objetiva, junto con el capital constante (que se transfiere) y laplusvalía (que "valoriza el valor"). Él piensa, además, que "para los efectos delproceso de valorización, es de todo punto indiferente el que el trabajo apropiadopor el capitalista sea trabajo simple, trabajo social medio, o trabajo complejo,trabajo de peso específico más alto que el normal:2

En todo esto salta a la vista la diferencia entre la mercancía objetiva y lasubjetiva: la objetiva comprende a la subjetiva. Marx echa mano de la abstraccióny engloba dentro de y todo tipo de trabajo asalariado, el simple y el complejo, elmanual y el intelectual. Pero Marx no ignora la existencia de las diferentes modali-dades que puede asumir, y asume constantemente, la fuerza humana de trabajo. Apesar, por eso mismo, de lo breve y embrionario del análisis marxista respecto a lamercancía subjetiva, conviene tener muy en cuenta los siguientes puntos de vistade Marx:

a) La fuerza humana de trabajo posee, como toda mercancía, un valor de uso,un valor de cambio y un valor.

b) La fuerza humana de trabajo se desdobla en dos aspectos esenciales, en loque a su tipo o carácter se refiere: trabajo simple y trabajo complejo.

c) La fuerza humana de trabajo mantiene relaciones esenciales con la contra-dicción entre el trabajo abstracto y el trabajo concreto.

Examinemos punto por punto.a) A la fuerza humana de trabajo debemos considerarla como una mercancía

más porque posee, como los productos y el dinero, una estructura más que similaridéntica: se trata, en efecto, de algo destinado al cambio, que posee un valor de uso(una utilidad), un valor de cambio (que implica una determinada proporción en quese intercambia por otras mercancías) y un valor. El valor de la fuerza humana detrabajo, o la sustancia de su valor de cambio, nos muestra que, al igual quecualquier mercancía, se descompone en c+v+p, ya que aquello que lo determina esel trabajo socialmente necesario para producir ciertas mercancías: las que necesitael obrero por término medio para su supervivencia y reproducción.

El valor de uso de la fuerza humana de trabajo no es otra cosa, como se sabe,que el trabajo, esto es, la actividad que despliega en general un obrero en unajornada completa. El valor de cambio, por su lado, es la cotización de la fuerza

2 El Capital, Ibid., p.220.

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humana de trabajo en el mercado, cotización que equivale a su salario. La di-ferencia entre el valor de uso de la fuerza humana de trabajo y su valor de cambionos habla de la plusvalía, y nos habla de ella porque el valor de la fuerza humanade trabajo, esto es, el fundamento de su valor de cambio, es reproducido en unaparte de una jornada completa, dejando a la otra parte como el tiempo de trabajoque produce un excedente de valor (p).

b) Marx formula la distinción, esencial para analizar el tipo o el carácter de lafuerza humana de trabajo, entre el trabajo simple y el trabajo complejo. Digámoslocon sus propias palabras: "El trabajo humano es el empleo de esa simple fuerza detrabajo que todo hombre común y corriente, posee en su organismo corpóreo, sinnecesidad de una especial educación. El simple trabajo medio cambia, indudable-mente, de carácter según los países y la cultura de cada época, pero existe siempre,dentro de una sociedad dada. El trabajo complejo no es más que el trabajo simplepotenciado o, mejor dicho, multiplicado; por donde una pequeña cantidad detrabajo complejo puede equivaler a una cantidad grande de trabajo simple".3Anotemos el hecho, antes de pasar adelante, que aunque en general el trabajosimple es trabajo manual y el trabajo complejo trabajo intelectual, puede darse elcaso de un trabajo complejo manual y de un trabajo simple intelectual. Anotemostambién el hecho de que, visto en términos de valor, la fuerza humana de trabajodotada de un trabajo simple es remunerada de acuerdo con el valor (comopromedio) de su fuerza humana de trabajo, en tanto que la fuerza humana detrabajo complejo o calificado es retribuida salarialmente de acuerdo con una tasaque excede a la media salarial con que se paga el valor medio de la fuerza humanade trabajo. Dice Marx: "En todo proceso de creación de valor, el trabajo complejodebe reducirse siempre al trabajo social medio, verbigracia, un día de trabajocomplejo a «x» días de trabajo simple".4 El trabajo simple es vendido en general,por consiguiente, a menor valor que el trabajo complejo, y hasta puede darse elcaso, frecuente en países altamente industrializados, en que el trabajo manual com-plejo sea mejor pagado que el trabajo intelectual simple.

c) La fuerza humana de trabajo, como toda mercancía, se vincula esencial-mente con el trabajo abstracto y el trabajo concreto. Como se recordará, el valor deuso de una mercancía es la base material de su valor de cambio, lo que, vistodesde otro ángulo, significa que el trabajo concreto, cualitativamente diverso, queda a luz a esa mercancía (a la que es inherente una utilidad determinada) represen-ta, al mismo tiempo, una cierta cantidad de trabajo humano indistinto o de trabajoabstracto; esta es la razón por la cual dos mercancías diferentes cualitativamente,en el mercado pueden equipararse cuantitativamente en determinada proporción.Digámoslo de esta manera: los productos de dos trabajos concretos y distintos sonintercambiables entre sí, porque poseen, como común denominador, el mismotiempo de trabajo socialmente necesario para producirlos o, lo que es igual, lamisma cantidad de trabajo abstracto. La oposición del trabajo abstracto y el trabajoconcreto es una contradicción cuya función esencial consiste en ligar la esfera de laproducción (trabajo concreto) y la esfera de la circulación (trabajo abstracto).

3 El Capital, ibíd., p.49.4 El Capital, ibíd., p.222.

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Sin tomar en cuenta, por ahora, la comunidad primitiva, la sociedad humana,históricamente considerada, siempre ha articulado dos tipos de antítesis: la antítesisentre la clase poseedora y la clase desposeída (de medios materiales deproducción) y la antítesis entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. A laprimera podríamos designarla provisionalmente como antítesis económica y a lasegunda como antítesis técnico-funcional.5 Estas dos antítesis tienen su funda-mento en la infraestructura económica. La primera se basa en las relacionessociales de producción esencialmente en las relaciones de propiedad a ellasaparejadasen tanto que la segunda se funda en las fuerzas productivas, ya que enéstas hay que comprender, a más de los medios de producción y el objeto detrabajo, la fuerza humana de trabajo. La división del trabajo, generada a partir delas relaciones técnicas de producción (esto es, del vínculo necesario que seestablece entre los medios de producción y la fuerza humana de trabajo) es larealidad económica que sirve de base a la antítesis entre el trabajo intelectual y eltrabajo manual.

Pero conviene dejar en claro, desde ahora, que en general y en últimainstancia, la antítesis económica subordina a la antítesis técnico-funcional. Laeconómica representa la contradicción principal y la técnico-funcional lacontradicción secundaria. La segunda vive "a la sombra" de la primera. Y esto esasí porque, de acuerdo con la interpretación materialista de la historia, la propiedadprivada de los medios de producción materiales (que caracteriza a la antítesis eco-nómica) tiene un peso específico mayor, en fin de cuentas, que la propiedadprivada de los medios de producción ideales (características de la antítesis técnico-funcional.

En el producto de valor (v+p), las relaciones sociales de producción y lasfuerzas productivas producen diferente efecto distributivo. En el modo deproducción capitalista, en efecto, las relaciones sociales de producción, basadas enla propiedad privada de las condiciones materiales de la producción, hacen que eltrabajo excedente (p) vaya a parar al capitalista y el trabajo necesario (v) sirva parareproducir el valor de la fuerza humana de trabajo. En el mismo régimen social, lasfuerzas productivas, basadas en la existencia de diversos tipos de trabajo, hacenque "v" se desdoble en trabajo simple y trabajo complejo, trabajo manual y trabajointelectual.

La mercancía fuerza humana de trabajo simple es aquella en que no se invierteun trabajo especial en la obtención de mayor capacidad productiva. Por no existirun trabajo en el trabajo excepcional, se trata, como dice Marx, del "empleo de esasimple fuerza de trabajo que todo hombre común y corriente, posee en su orga-nismo corpóreo, sin necesidad de una especial educación". La remuneración deltrabajo simple es necesariamente menor, en términos de valor, que la del trabajocomplejo precisamente por el hecho de que tiene cristalizado en su mercancía(subjetiva) una menor cantidad de trabajo en el trabajo. El trabajo simple no es

5 Respecto a la antítesis técnico-funcional basada en la posesión o no de medios intelectuales deproducciónquerríamos hacer esta aclaración: estos medios intelectuales de producción no hacen alusiónsólo a la producción material, no se trata sólo del trabajo intelectual que interviene en el procesoeconómico, sino a todo tipo de producciones o prácticas: artísticas, científicas, ideológicas, etcétera.

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exactamente el trabajo más elemental imaginable, sino el trabajo en el trabajopromedio: la media de trabajo simple. De ahí que Marx asiente: "El simple trabajomedio cambia, indudablemente, de carácter según los países y la cultura de cadaépoca, pero existe siempre, dentro de cada época". La fuerza humana de trabajocompleja es aquella en la que se invierte más trabajo en el trabajo que la mediasimple y vale, por consiguiente, más en el mercado de la mano de obra.

Aunque existe una diferencia cualitativa entre el trabajo intelectual ocomplejo y el trabajo físico o simple, en términos de valor se reducen a unadiferencia cuantitativa. De ahí que asiente Marx: "El trabajo complejo no es másque el trabajo simple potenciado o, mejor dicho, multiplicado; por donde unapequeña cantidad de trabajo complejo puede equivaler a una cantidad grande detrabajo simple". Dicho de otra manera: si multiplicamos el trabajo simpleconseguimos el trabajo complejo y si dividimos el trabajo complejo obtenemos eltrabajo simple. El mecanismo por medio del cual se puede multiplicar el trabajosimple hasta convertirlo en trabajo complejo, es lo que hemos denominado trabajoen el trabajo. Lo que hace que la mercancía (subjetiva) fuerza humana de trabajoaumente de valor (lo cual se manifiesta en el monto del salario individual) es, enefecto, la incorporación de trabajo en el trabajo. "El trabajo considerado comotrabajo más complejo, más elevado que el trabajo social medio dice Marx, es lamanifestación de la fuerza de trabajo que representa gastos de preparaciónsuperiores a los normales, cuya producción representa más tiempo de trabajosimple".6

Si no hay una instrucción especial o una experiencia excepcional (laexperiencia puede sin lugar a dudas potenciar el trabajo), se trata de un trabajosimple. Podríamos afirmar, después de conducir la ley del valor-trabajo desde lasmercancías objetivas a la mercancía subjetiva de la fuerza humana de trabajo, quehay un trabajo socialmente necesario para trabajar el trabajo en el nivel de lamedia social y obtener el trabajo simple. Podríamos afirmar, asimismo, que si hayuna instrucción especial y una experiencia importante, este trabajo en el trabajoconvierte a la mercancía fuerza de trabajo en trabajo complejo, el cual, como secomprende, se cotiza más alto en el mercado de la fuerza humana de trabajo. E.Mandel escribe que en el mercado de la fuerza de trabajo intelectual, este último"adquiere un precio que fluctúa conforme a las leyes del mercado, es decir,conforme a las leyes de la oferta y la demanda".7 Nos parece que esta observaciónolvida que, por debajo del precio de la mercancía fuerza humana de trabajo, existeun valor a partir de cual surgen las fluctuaciones. Ya Marx establece el embrión deesta teoría al destacar la diferencia entre un trabajo complejo y un trabajo simple.

¿A qué se debe el hecho de que el trabajo complejo valga más que el trabajosimple? A que la fuente del valor es en todos los casos el trabajo humanoindistinto, lo mismo el cristalizado en la mercancía objetiva que el plasmado en lasubjetiva. Puede decirse, por consiguiente, que el valor del trabajo potenciado (el

6 El Capital, ibid., pp.220-221. Tomando en cuenta la diferencia que hace Marx entre trabajo y fuerza detrabajo, en sentido estricto nuestro concepto de trabajar el trabajo debería formularse como trabajar lafuerza de trabajo.7 E. Mandel, Conferencias, Esc. de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Puebla, 1973, p.16.

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trabajo especializado de un intelectual o de un obrero manual), a diferencia deltrabajo simple, equivale a una mayor cantidad de trabajo simple, tanto si lomedimos con el trabajo no complejo que emplea la clase obrera por término mediopara producir una cantidad determinada de mercancías, y que se objetiva en ellas,como si lo equiparamos con su propio status precedente de trabajo simple, sininstrucción especial. Para comprender cabalmente lo anterior, conviene poner enrelación la antítesis técnico-funcional, a la que nos venimos refiriendo, con otrasdos contradicciones: la que existe entre el trabajo abstracto y el trabajo concreto yla que se establece entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo.

Más arriba decíamos que la contradicción entre el trabajo concreto y el trabajoabstracto posee, como función esencial, vincular la esfera de la producción(cualitativa) y la esfera de la circulación (cuantitativa). Esto es así, en virtud de quedos mercancías objetivas pueden intercambiarse entre sí (a través del dinero)porque, aun siendo cualitativamente distintas o, lo que es igual, poseyendo undiverso valor de uso y siendo producto de diferentes trabajos concretos, sonsusceptibles de cambiarse en determinada proporción porque hallan, en lo que a suvalor de cambio se refiere, un común denominador cuantitativo (el trabajoabstracto o el desgaste medio de trabajo humano) que posibilita su mutación. Eltrabajo abstracto no es otra cosa, por consiguiente, que el trabajo humano en ge-neral que entra, en forma de coágulos de tiempo determinados, en los diversostrabajos concretos. Dos trabajos concretos son, entonces, intercambiables cuandoincorporan en la mercancía el mismo tiempo de trabajo abstracto. Tanto el trabajosimple como el trabajo complejo producen mercancías objetivas. Pero el trabajocomplejo difiere del simple porque, como consecuencia de trabajar el trabajo,hace que en el trabajo concreto haya más trabajo abstracto que en el simpletrabajo común y corriente. Y esto no sólo puede verse, como lo hemos hecho, porel lado del objeto mercantil, del producto destinado al cambio o del dinero, sinotambién de la fuerza humana de trabajo, ya que, al trabajar el trabajo se estáautocapacitando el individuo trabajador de tal modo que introduce más trabajoabstracto en el trabajo concreto con el que potencia o multiplica su fuerza humanade trabajo. De ahí que diga Marx: "Esta fuerza de trabajo superior al normal setraduce, como es lógico, en un trabajo superior, materializándose, por tanto,durante los mismos periodos de tiempo, en valores relativamente más altos."8

Pero es indispensable poner igualmente en relación la antítesis ténico-funcional con la oposición del trabajo productivo y el trabajo improductivo.Estamos convencidos de que debe considerarse como trabajo productivo todotrabajo concreto, independientemente de que sea simple o complejo, intelectual omanual, que se requiere forzosamente para la elaboración de tal o cual mercancía.La mercancía realizada, en efecto, nos habla, por así decirlo, de los tipos de trabajoo de combinación técnica entre ellos que fueron indispensables para producirla. Eltrabajo productivo puede ser directo (el trabajo concreto, intelectual o manual, queinterviene en la esfera productiva) o indirecto (el trabajo, intelectual o manual, queaunque no intervenga directamente en la esfera productiva, la posibilita). Marx

8 El Capital, ibíd. p.221.

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escribe a propósito de esto: "un maestro de escuela es obrero productivo si, ademásde moldear las cabezas de los niños, moldea su propio trabajo para enriquecer alpatrono. El hecho de que éste invierta su capital en una fábrica de enseñanza envez de invertirlo en una fábrica de salchichas, no altera en lo más mínimo lostérminos del problema".9 Es un trabajo improductivo, por lo contrario, el que selleva a cabo fuera de la esfera de la producción, incluyendo el que se realiza en lasesferas de la circulación y los servicios. Se podría decir que este trabajo (de loscomerciantes, banqueros, etcétera), no es productivo; pero sí un trabajo realizador,que posee un carácter económico porque es indispensable para la realización de lasmercancías en el mercado. El trabajo que se lleva a cabo al margen de la esfera dela producción y de las esferas de la circulación y los servicios es, en cambio, untrabajo no económico. Todo lo anterior puede ser esquematizado del siguientemodo:

productivo(esfera de la

económico producción)improductivo(esferas de la

trabajo circulación ylos servicios)

no económico (improductivo)

Es bien sabido que, aunque el capital comercial no es otra cosa que una partede la plusvalía generada en la esfera industrial o agrícola, las leyes del sueldo co-mercial se rigen por las leyes del salario económico o, lo que es igual, se rigen porel valor de la fuerza humana de trabajo. En la esfera de la circulación y losservicios (comercios, bancos, etcétera) no sólo operan las relaciones sociales deproducción de tal modo que la ganancia comercial va a parar al dueño del capitalcomercial inicial, y el sueldo a los empleados de comercio, sino también lasfuerzas productivas que desglosan a la fuerza humana de trabajo en dosmodalidades esenciales: en el trabajo simple (manual) de comercio y en el trabajocomplejo (intelectual) de comercio, lo cual trae como consecuencia que el sueldodel técnico, etcétera, sea mayor que el del simple empleado. En el trabajoeconómico, de carácter improductivo (realizador) reaparece, pues, la antítesistécnico-funcional, la diferencia entre dos tipos de trabajo: el simple manual y elcomplejo intelectual. Debe rechazarse de modo definitivo la reducción del trabajomanual y físico a trabajo productivo y el trabajo intelectual a trabajo improductivo.Esta concepción, basada en una ideología manualista, olvida que hay trabajoproductivo intelectual (el de un químico, un administrador, etcétera, que opere enla esfera productiva) y hay trabajo improductivo manual (el de un mozo bancario,etcétera). Es necesario subrayar, por otro lado, que el trabajo manual o físico no

9 El Capital, ibíd., p.560.

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excluye del todo el trabajo intelectual (y viceversa). Quien cree que sólo eltrabajador manual es trabajo productivo, olvida que el obrero manual va generan-do, en el curso de su destreza productiva, cierto trabajo intelectual rudimentario(experiencia) que es indispensable para la elaboración de los productos.

El desdoblamiento y oposición del trabajo productivo en trabajo intelectual ytrabajo físico se explica por la confluencia de dos niveles determinados diversos,pero estrechamente vinculados: las relaciones técnicas de producción y el trabajoen el trabajo. Marx ha puesto en claro, al hablar de la composición técnica delcapital, que entre el trabajo muerto y el trabajo vivo, entre "c" y "v", se establecensiempre ciertas relaciones técnicas forzosas, relaciones que no sólo hacen alusiónal número de operarios que se requiere para manejar ciertos medios de produccióno a la división del trabajo con que opera la manufactura o la gran industria, sinotambién al carácter o tipo de trabajo que se necesita para producir ciertasmercancías en la cantidad y calidad deseadas. Las relaciones técnicas deproducción conforman la demanda de fuerza humana intelectual que les esindispensable para la reproducción ampliada del capital. Constituyen, por esomismo, la determinación teleológica de la antítesis técnico-funcional. El trabajoproductivo se desdobla en los dos tipos de trabajo enumerados con el objeto desatisfacer las necesidades técnicas de la producción (de la circulación y de losservicios). Teniendo en cuenta lo anterior, reparando en la existencia de unademanda de fuerza humana intelectual, un conjunto de seres humanos, provenien-tes de distintas clases y grupos sociales, autocapacitan su trabajo en la direccionali-dad y el sentido prefijados por las relaciones técnicas de producción. Se trabaja eltrabajo, en consecuencia, para cumplir las exigencias que emanan de la esferaproductiva. El trabajo en el trabajo aparece, por ende, frente a la demanda defuerza humana intelectual implícita en las relaciones técnicas de producción, comouna oferta de fuerza humana intelectual. Si las relaciones técnicas de producciónoperan como la determinación teleológica de la antítesis productiva, el trabajo enel trabajo lo hace como la determinación eficiente de dicha antítesis. Aunque ladeterminación eficiente (el trabajo en el trabajo) se lleva a cabo en función de ladeterminación teleológica (las relaciones técnicas de producción), dicha relaciónno puede verse exenta de contradicciones. Se trata de las contradicciones entre laoferta y la demanda. Si las relaciones técnicas de producción se desarrollan algrado de aumentar la demanda, en una rama económica cualquiera, de fuerzahumana intelectual, mientras que la oferta de esta última no varía (o aundisminuye), la fuerza humana intelectual eleva su precio y viceversa.

Marx no sólo nos dice que la fuerza humana de trabajo es una mercancía, sinoque califica a la escuela de una "fábrica de enseñanza". Sobre la base de estas dosafirmaciones, podemos decir, en términos generales, que la institución que sirve enla sociedad capitalista para potenciar el trabajo simple, para trabajar el trabajo,para poder cristalizar más tiempo de trabajo abstracto en el trabajo concreto, es launiversidad o la escuela en general. Los jóvenes se inscriben en la escuela, enefecto, con el propósito de multiplicar su capacidad productiva y poder venderla auna más alta cotización en el mercado de la mano de obra intelectual, ya que, como

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dice Mandel, "la proletarización del trabajo intelectual implica la aparición de unmercado del trabajo intelectual".10

La fuerza humana de trabajo recibe un tratamiento preescolar que la conviertede materia bruta en materia prima. Tal transformación se lleva a cabo en la familia.La familia burguesa y pequeño-burguesa no es otra cosa que lo que nos gustaríallamar una incubadora no sólo de la ideología y del modus vivendi capitalista opequeño-burgués, sino también de la ideología y del modus vivendi de la antítesis(técnico-funcional) entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Basta tomar encuenta cómo el padre se dedica a un cierto trabajo intelectual mientras la madrelleva a cabo funciones manuales y físicas (en la cocina, las alcobas, etcétera),cómo, en lo que a los descendientes se refiere, los hijos trabajan menos físicamenteque las hijas, cómo, en algunos sitios, el hijo mayor tiene privilegios intelectualesfrente a los demás hermanos, etcétera. La familia no es sólo una "escuela deservilismo" (Reich), sino una incubadora, que dijimos, cuya función es preparar lamateria prima fuerza humana de trabajo para que entre a la industria detransformación de la "fábrica de intelectuales" o "fábricas gigantescas de pro-ducción de conocimientos científicos" (Mandel).

La familia obrera presenta similares condiciones. Pero por compensación. Nosólo el explotado económicamente (el obrero) es "explotador" en su casa,convirtiéndose compensativamente de dominado en dominante, sino el que trabajamanualmente es el que en casa trabaja "intelectualmente" (lee el periódico, juega alos naipes,' ve la televisión, etcétera, mientras la mujer y las hijas trabajanfísicamente barriendo la casa, preparando la comida, etcétera). La familia obreratambién es una incubadora, pero no, en general, destinada a transformar unamateria bruta en materia prima que pasará a la escuela, sino una incubadora de unaideología intelectual que ve como natural y eterna la división entre el trabajomanual y el trabajo intelectual.

Una vez que la familia-incubadora ha preparado (en la burguesía y la pequeñaburguesía) la materia prima, ésta pasa a la escuela, a la instrucción que tiene comouna de sus funciones primordiales trabajar el trabajo.

La escuela no sólo es un taller en que se crean técnicos indispensables para laproducción capitalista en expansión, sino que también es una "fábrica de in-telectuales", una institución que tiene como uno de sus objetivos principalesgenerar trabajo intelectual complejo por medio de un sistemático trabajo en eltrabajo. Es una fábrica de intelectuales de tres tipos: de educación inferior, deeducación media y de educación superior. Una vez que la "fábrica de enseñanza"(Marx) ha manufacturado esta fuerza humana de trabajo compleja, ella entra en elmercado de la mano de obra, cotizándose de acuerdo, en general, a su grado decomplejidad o de trabajo en el trabajo.

La escuela tiene un pasado y también un futuro, los estudiantes vienen de unafamilia y una clase social determinada y van a satisfacer las necesidades técnicasdel capital. La procedencia social y familiar del educando puede ser diversa. Enuna época sólo la aristocracia, la gran burguesía, etcétera, enviaban a sus hijos a la

10 E. Mandel, Conferencias, ibíd., p.16.

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escuela, por lo cual la clase poseedora era, en términos generales, la clase dueñatambién de los medios de producción intelectual. Pero en otra época, en otrospaíses capitalistas, en otra situación, también la pequeño-burguesía y hasta ciertascapas del proletariado pueden financiar el trabajo en el trabajo de sus hijos.Mandel (pensando en Francia y otros países industrializados) lo dice de esta forma:"Antes de la primera guerra mundial la abrumadora mayoría de los estudiantestenía un origen aristocrático, burgués y, en el mejor de los casos, de la burguesíamedia; los hijos de la pequeña burguesía, para no hablar de las capas privilegiadasdel proletariado, jamás llegaban a la universidad. En la actualidad, los hijos de laaristocracia y de la gran y mediana burguesía se han vuelto una minoría (enalgunos países incluso una pequeña minoría) de los estudiantes universitarios".11

De lo anterior no podemos concluir, sin embargo, como lo hace Mandel, que"la proletarización del trabajo intelectual que hoy parece el triunfo más grande delneocapitalismo puede demostrarse una etapa acelerada hacia su derrocamiento"porque "al proletarizar el trabajo intelectual el capitalismo integra en el pro-letariado una capacidad decuplicada de rebelión consciente contra la explotación yla opresión".12 Y no podemos aceptar esta conclusión, a pesar de los elementos deverdad que contiene, no sólo por el optimismo espontaneísta que supone laafirmación de que la llamada proletarización de los intelectuales capacita alproletariado para la toma del poder (cuando lo decisivo en este punto es la prácticapartidario-organizativa), sino también por el olvido o la ceguera consistente en noadvertir que el intelectual "proletarizado" o el hijo "intelectualizado" de un obrero,no se identifican sin más con la clase obrera manual, con sus intereses, suconciencia de clase, su destino histórico. El intelectual, venga de donde venga,tiene una actitud política ambigua e inestable, y la tiene porque pertenece a unaclase dominante (en sentido técnico-funcional) y dominada (en sentido económi-co). Y aun suponiendo si es que nos instalamos en el mejor de los casosqueaparezca en un país determinado una coyuntura revolucionaria, la intelectualidad"asalariada", devenida en "revolucionaria", pugnará por un "socialismo" burocráti-co-tecnocrático, es decir, por un modo de producción intelectual. Pero dejemosaquí las cosas, a reserva de tratarlas más adelante con mayor detenimiento yprofundidad.

La universidad es un Aparato Ideológico de Estado (Althusser) en un doblesentido: no sólo en el de propagar la ideología burguesa y de crear técnicos para laclase capitalista, sino en el de propagar la ideología intelectual y de crear trabajocomplejo. En la universidad nos hallamos diferentes modalidades de trabajointelectual complejo: el del ala técnica (que recibe su proceso de transformaciónpara acabar por incorporarse a la industria o la agricultura capitalista) y el del alahumanista (que comprende tanto un tipo de trabajo improductivo no económicocomo un trabajo productivo en un sentido más o menos indirecto). El trabajocomplejo e intelectual que se genera en el ala técnica está destinado a poseer uncarácter económico (productivo si ingresa en la esfera de la producción, oimproductivo si se adhiere a la esfera de la circulación y los servicios); pero,

11 E. Mandel, Conferencias, ibíd., p.27.12 E. Mandel, Conferencias, ibíd.. p.92.

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aunque se ponga al servicio de la burguesía, no pierde, frente a la clase capitalista,su propia fisonomía. Generalizando podemos afirmar que la intelectualidadformada en las universidades está puesta al servicio del establecimiento burgués;pero ello no le impide tener su propio carácter, su estructura específica. Si unproletario le paga a su hijo los estudios que se requieren para ser profesionista, y sieste nuevo intelectual vende su fuerza de trabajo a un empresario o al Estado,ofrece, respecto a su padre, dos diferencias: primero, la salarial, que proviene de sutipo de trabajo complejo; segundo, el contraste entre su tipo de trabajo intelectualfrente al trabajo manual paterno. En el supuesto caso de que su padre, por suexperiencia o por estudios técnico-industriales realizados, obtuviera un salarioigual al de su hijo, la segunda diferencia proseguiría. Lo cual nos lleva a laaseveración de que, si comparamos el caso extremo de un trabajo intelectual simple(y por tanto mal remunerado) con un trabajo manual complejo (y por ende bienremunerado) no deja de haber cierta diferencia de clase entre ambos.

En el ala humanista de la universidad se gesta también un tipo de trabajointelectual que no es ni productivo ni económico. Muchos médicos, abogados,artistas, científicos pertenecen a esta categoría. Para entender el origen, el caráctery la función de esta fuerza humana intelectual, hagamos una aclaraciónimprescindible. El trabajo en el trabajo, la obtención de mayor calificaciónproductiva, puede generar tres modalidades de fuerza humana intelectual: eltrabajo económico productivo (en la industria y la agricultura), el trabajoeconómico improductivo (en la circulación y los servicios) y el trabajo noeconómico (improductivo). Las dos primeras modalidades están determinadas porlas relaciones técnicas de la producción, el intercambio y los servicios. El trabajoeconómico productivo y el trabajo económico improductivo están determinadospor las exigencias técnicas de esas tres esferas. Se hallan, por consiguiente,determinados teleológicamente por las necesidades de la infraestructuraeconómica. El trabajo intelectual que no es ni productivo ni económico carece, encambio, de esta determinación teleológica. No está destinado ni a la producción nial intercambio. Tiene, sí, una determinación eficiente; pero su teleología no eseconómica. La fuerza humana intelectual tiene, por lo tanto, dos orígenes (en tantofinalidad) diversos: uno, que se refiere al trabajo intelectual económico,directamente orientado hacia la infraestructura; otro, que hace alusión al trabajointelectual no económico, que no se halla encauzado a las esferas que conforman lainfraestructura. Este trabajo intelectual destina sus obras, de conformidad con laépoca y el lugar en que aparezca, a un mecenas, a la Iglesia, al Estado o a laventa.13 Aunque la fuerza humana intelectual puede asumir, de acuerdo con estadiferente determinación teleológica, dos modalidades diversas, una vez gestadaséstas, se identifican, por una comunidad de intereses, en un "grupo socialrelativamente homogéneo" que no sólo se contrapone al trabajo físico, sino que sedefine, a diferencia de otros sectores de la sociedad, por ser dueño, en la forma dela propiedad privada, de ciertos medios espirituales de producción. A través de la

13 Los productos de la fuerza humana intelectual suelen entrar, en el capitalismo, a la esfera de lacirculación, y venderse de acuerdo con un precio que resulta del juego de la oferta y la demanda. Tal elcaso de la venta de cuadros, esculturas, etcétera.

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historia han coexistido estas dos formas de la fuerza humana intelectual. Pero noha sido una coexistencia indeterminada, sino que en ella ha ido ganando terrenopoco a poco el trabajo intelectual económico sobre el no económico, a tal gradoque, como dice Mandel, "en lugar del abogado privado se forman firmas deconsejeros jurídicos, en lugar del médico familiar omnipráctico surge el equipo deespecialistas en torno a la policlínica. La mecanización penetra en la esfera artísticacon el cine, la televisión y mañana por los video-cassettes".14 Se trata de un procesoen que la fuerza humana intelectual se coloca en los puestos de mando esenciales,desde el punto de vista técnico, de toda la vida económica de un país.

¿Qué ha sucedido con el trabajo intelectual económico y el no económico através de la historia? Responder a esta pregunta requeriría una investigación y undesarrollo que no se han hecho hasta hoy. Podemos, no obstante, aventurar algunasobservaciones. "Para los griegos escribe R. Garaudy, el trabajo manual es cosaúnicamente de los esclavos, en tanto que el pensamiento es patrimonio de hombreslibres."15 Si esto fuera cierto, si se pudiera tomar al pie de la letra, querría decir queen Grecia todo el trabajo intelectual sería trabajo no económico (ni productivo).Pero no hay tal cosa. Y no la hay, porque en Grecia existe tanto un trabajointelectual libre (de la democracia esclavista: mercaderes, campesinos, etcétera)cuanto, en mínimo grado, un trabajo intelectual esclavo (capataces, vigilantes,etcétera); pero, independientemente de tal imprecisión, parece indudable que eltrabajo intelectual de los griegos, al menos el trabajo verdaderamente calificado, seorientaba probablemente menos a la infraestructura económica que a otros ámbitosde la cultura. En la Edad Media hay algunos cambios dignos de atención y deestudio. En los talleres artesanales, por ejemplo, hay casi siempre ciertos apren-dices que, guiados por maestros y oficiales, trabajan su trabajo durante ciertotiempo para pasar a ocupar posteriormente un lugar en el proceso productivo. Ladeterminación teleológica es palpable en este caso. Por otra parte, el trabajointelectual económico, pero no productivo, se halla representado aquí, como en elmundo greco-latino, por los mercaderes. Los comerciantes llevan a cabo, en efecto,el trabajo intelectual simple que en términos generales los caracteriza (salvo en lasépocas en que se complican extraordinariamente las labores de la esfera de lacirculación). En la Edad Media, sin embargo, sigue teniendo probablemente unagran significación el trabajo intelectual no económico, un trabajo (artístico,filosófico, "científico") puesto al servicio de la Iglesia. Sólo con el advenimientodel capitalismo y su "sistema de mercancías" (Marx) se inicia el proceso, basado enla determinación teleológica, que terminará por otorgarle un franco predominio, enlos países capitalistas altamente industrializados, a la fuerza humana intelectualeconómica sobre la fuerza humana intelectual no económica.

Otra observación. Hay un tipo de trabajo intelectual que se presenta comodesligado de la vida económica y que, sin embargo, forma bloque con ella y estápreñado de significación infraestructural: aludimos al trabajo intelectualideológico. Somos de la opinión de que la ideología es en general un trabajointelectual económico y productivo, si bien, desde luego, en un sentido

14 E. Mandel, Conferencias, ibíd., p.15.15 R. Garaudy, Humanismo marxista, "Sobre los intelectuales", Ediciones Horizonte, B. Aires, p.205.

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ostensiblemente indirecto. La fuerza humana intelectual dedicada a elaborarideologías se presenta como si fuera algo objetivo y, por lo tanto, desligado de lasnecesidades de la producción capitalista; pero u esencia, su contenido real, es el deuna actividad posibilitante de la producción y reproducción capitalistas.

De la misma manera que la antítesis económica (poseedores y desposeídos), latécnico-funcional, está conformada por dos polos antagónicos: el trabajo in-telectual y el trabajo manual. Pero la diferencia entre ambas antítesis o polaridadesclasistas salta a la vista: una se basa en la propiedad privada de las condicionesmateriales de la producción, otra en la propiedad privada de las condicionesespirituales de la misma. Por razones que después veremos, a los dos polos de laantítesis productiva vamos a darles el nombre, como a los dos polos de la antítesiseconómica, de clases sociales. Sin embargo, para no caer en un equívocohomológico, a las clases sociales basadas en las relaciones sociales de producciónlas llamaremos clases sociales en sentido económico y a las clases sociales basadasen las fuerzas productivas las llamaremos clases sociales en sentido técnico-funcional.

Es frecuente advertir, en el campo de la investigación científica, que unapatente diferencia entre dos objetos oculte lo que, desde el punto de vista estruc-tural, pueden tener en común. La evidente distinción entre el productor y elproducto, evidente, por obvia, tanto para los economistas vulgares como para lamentalidad común, veló el hecho, capital para la economía política científica, deque tanto el operario como el resultado de su trabajo tienen, en el capitalismo, lamisma estructura: se trata de mercancías. Pero este "ocultamiento" del comúndenominador estructural no es un problema sólo epistemológico, sino tambiénideológico-político ya que mientras no fuera comprendido este carácter común demercancías, no era posible entender, en las condiciones capitalistas, cómo se gestala plusvalía y, por ende, cómo se lleva a cabo la explotación del trabajo ajeno.Algo semejante ocurre respecto al binomio de la teoría y la práctica. Resulta tanevidente la diferencia entre un tipo de actividad y otra que esta distinción ha sidouna de las causas fundamentales de que no se haya vislumbrado, durante muchotiempo, el común denominador estructural que poseen. Althusser ha aclarado, sinembargo, que la teoría, a pesar de las diferencias visibles que posee con la práctica,mantiene la misma estructura esencial que ella. La distinción no debe desorientar-nos. No se trata, desde luego, de desconectarla o de borrar, malintencionadamente,las fronteras. No. Se trata de mostrar que algo puede ser, simultáneamente,diferente e idéntico, como las mercancías objetiva y subjetiva de Marx. Sólo esposible mostrar adecuadamente las diferencias si destacamos las identidades.Althusser desentrañó, con su teoría de las diferentes prácticas, no solamente unvelamiento epistemológico sino también ideológico. La teoría de las diferentesprácticas (que nos habla de la práctica teórica y de la práctica empírica, etcétera)no sólo combate todo reduccionismo (de lo teórico a lo práctico: practicismo,historicismo; o de lo práctico a lo teórico: teoricismo, formalismo), no sólo com-bate todo indeterminismo (la práctica determina a la teoría y la teoría a la práctica),sino que convierte en objeto de análisis el modo específico de operar de cadapráctica diferenciada.

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Lo mismo que en el caso de la mercancía y del binomio de teoría y práctica,la diferencia entre la antítesis económica y la antítesis técnico-funcional, haocultado el común denominador estructural de ambas. Como veremos másadelante, el esclarecimiento de este común denominador estructural impide seguirdando el nombre a los polos de la antítesis técnico-funcional de estratos, "capassociales" (Lenin), etcétera, del mismo modo que después de la aclaración de Marxsobre el carácter mercantil de la fuerza humana de trabajo y de la aclaración deAlthusser sobre el carácter práctico de la teoría, resulta inadecuado teóricamente yconservador en sentido político olvidar el común denominador estructural quemantienen con su polo opuesto.

La articulación de los dos pares de clases (las económicas y las técnico-funcionales) podría ser conceptualizada como la contradicción de dos contra-dicciones y ello es así porque no sólo hay una lucha de clases (que desde luego esla principal) entre el trabajo y el capital, por un lado, y una lucha de clases (que esla secundaria) entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, por otro, sino unalucha de clases (también secundaria) entre la clase dominante técnico-funcional (osea la intelectual) y la clase dominante económica (o sea la burguesa).

Pero prosigamos explicando la articulación de estas dos polaridades clasistas.En un sentido muy general hay, o parece haber, una cierta coincidencia entre laclase dominante en sentido económico y la clase dominante en sentido técnico-funcional. Una parte de los señores esclavistas, feudales o burgueses, tiene la posi-bilidad de calificar su trabajo, de volverlo más productivo, y ser no sólo una partede la clase dominante en sentido económico, sino también una parte de la clasedominante en sentido técnico-funcional. La coincidencia entre la clase dominadaen sentido económico (el obrero asalariado, desposeído de los medios materialesde producción) y la clase dominada en sentido técnico-funcional (el mismo obrero,desposeído de los medios intelectuales de producción) es una coincidencia todavíamás evidente y completa. Pero, en lo que a la articulación de estas dos polaridadesclasistas se refiere, existe una clase "mixta" a la que podríamos caracterizar, comoya lo hicimos, de dominante-dominada. Hacemos alusión al intelectual asalariado.Es una clase dominante frente a la clase manual dominada, y es una clasedominada frente a la clase burguesa dominante. Es una clase dominada porque, adiferencia de la clase burguesa, carece de medios materiales de producción, lo cualla obliga a vender su fuerza humana de trabajo, desde luego compleja, alcapitalista. Es una clase dominante porque, a diferencia de la clase manual, poseemedios intelectuales de producción, lo cual la llena de privilegios socioeconómicosfrente al simple trabajo del obrero manual. En resumidas cuentas: es dominada ensentido económico y dominante en sentido técnico-funcional.

El obrero manual, en la sociedad capitalista, es, en términos generales, unaclase dominada por partida doble: padece, frente al burgués, de una dominacióneconómica, y padece, frente al intelectual, de una dominación técnico-funcional.De ahí que la lucha del proletariado manual consciente tenga que desenvolverse endos frentes: contra la clase burguesa y contra la clase intelectual. Con larevolución económica, con la socialización de los medios materiales de laproducción, la clase obrera no tiene otra cosa que perder sino sus cadenas eco-

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nómicas. Con la revolución cultural proletaria, la clase obrera manual no tieneotra cosa que perder sino sus cadenas productivas (su trabajo simple, suignorancia). La revolución socialista que debe articular adecuadamente la revolu-ción económica y la revolución culturalrepresenta, por ello mismo, la emancipa-ción no sólo del obrero asalariado sino del proletariado manual.

Estamos convencidos de que nuestro concepto de clase intelectual nos puedeservir extraordinariamente para analizar, como lo hicimos en el primer capítulo, lanoción de "clase media". La mitología que existe al respecto, sin duda debedisiparse a partir de un análisis que disuelva la homologuización o ambigüedad conque se emplea habitualmente tal término. Nosotros pensamos, recuérdese, que,aunque bajo el concepto de "clase media" se suele agrupar, junto con la fuerza detrabajo intelectual, al pequeño-burgués (capitalista), al pequeño-comerciante y alartesano (sectores definidos por el nexo que guardan con las relaciones sociales deproducción), el grupo más importante de esa "clase media" importante no sólonuméricamente sino también económica y políticamentees la clase intelectual.Clase que abarca no sólo a la intelectualidad en transición (el estudiantado) sino almagisterio, los profesionistas, los burócratas, etcétera.

Es importante subrayar, al llegar a este punto, que no sólo existe una ideologíagenerada por las clases en sentido económico, sino también otra dada a luz por lasclases en sentido técnico-funcional. La ideología no es otra cosa que una falsaconciencia que, presentándose como conciencia verdadera, tiene la tendencia acohesionar a la sociedad de acuerdo con los intereses de una clase socialdeterminada. No sólo hay una ideología burguesa, sino también una ideologíaintelectual. No sólo hay una ideología proletaria, sino también una ideología de laclase obrera manual. La ideología dominante, en una sociedad determinada, es laideología de la clase dominante o, lo que es igual, de la clase dominante de lapolaridad clasista principal. La ideología intelectual es, en la sociedad capitalista, yal imponerse sobre el manualismo, la ideología dominante de la polaridad clasistasecundaria.

Es interesante anotar el hecho de que el "gran intelectual", el aristócrata delpensamiento, no sólo se opone con frecuencia al industrial o al comerciante porqueson mezquinos o presas de un vulgar espíritu lucrativo, sino también porque son"pequeños-intelectuales" que, aunque no trabajen físicamente, poseen tan sólo unmediocre trabajo simple. El burgués aparece ante el "gran intelectual" comoignorante, burdo, ubicado casi en el mismo nivel que la "vulgar" mano de obrafísica, igualmente ayuna de "conocimientos", de cultura. Y este "sentimiento desuperioridad" cultural del "gran intelectual" se ve reafirmado, en ocasiones, por el"sentimiento de inferioridad" cultural del pequeño-intelectual.

La lucha de clases que implica la antítesis técnico-funcional es, a través detoda la historia (hasta el capitalismo inclusive), como dijimos, una lucha de clasessubordinada a la lucha de clases económica. La razón fundamental de ello es quela propiedad privada sobre los medios intelectuales de producción no puedeimponerse sobre la propiedad privada de los medios materiales de producción.

Para entender la génesis de la contradicción entre el trabajo intelectual y eltrabajo manual, es indispensable examinar con detenimiento la conformación es-

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tructural de las fuerzas productivas al mismo tiempo que su evolución histórica.Las fuerzas productivas están formadas, como se sabe, por la fuerza humana detrabajo, por los medios de producción y por el objeto de trabajo. La vinculaciónentre la fuerza humana de trabajo, y los medios de producción es uno de losaspectos esenciales para entender la historia, el desenvolvimiento de las distintasfases económicas. Marx lo dice de esta manera: "Cualesquiera que sean las formassociales de producción, sus factores son siempre los medios de producción y losobreros. Pero tanto unos como otros son solamente, mientras se hallan separados,factores potenciales de producción. Para poder producir, en realidad, tienen quecombinarse. Sus distintas combinaciones distinguen las diversas épocas económi-cas de la estructura social".16 Quizá convenga señalar que las "distintas combina-ciones" en que pueden vincularse la fuerza humana de trabajo y los medios deproducción no son otra cosa que las relaciones técnicas de la producción. Si unamáquina, pongamos un ejemplo de la sociedad capitalista, exige, para su empleo,de un número determinado de operarios, y no de una mayor o menor cantidad deellos, tal cosa alude a una relación técnica específica que se establece entre eltrabajo muerto y el trabajo vivo. Las relaciones técnicas de producción exigen,desde una edad bastante temprana en la historia de la humanidad, que no todo eltrabajo sea predominantemente manual, sino que aparezca un cierto trabajoproductivo intelectual inserto en un proceso de trabajo en que haya "directores yejecutores" (Engels). Es de subrayarse, por otro lado, que no hay nada semejante aun trabajo manual o un trabajo intelectual químicamente puros. Todo trabajomanual implica cierto trabajo intelectual y viceversa. En este sentido, hay quehacer notar que la práctica reiterada genera experiencia, y ésta conllevanecesariamente un cierto trabajo intelectual. El propio trabajador es, en cierto sen-tido, una constante síntesis de trabajo intelectual y trabajo manual. De ahí que digaMarx que "hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a lamejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta ensu cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comen-zar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir un resultado que tenía yauna existencia ideal.17 Pero el mismo proceso de producción exige, al llegar a deter-minada etapa, el desglosamiento, frente al trabajo físico, de un trabajo preferente-mente intelectual: de vigilancia, coordinación, conteo. En la sociedad primitiva nosolamente existe, al llegar a determinada etapa, un desdoblamiento, a nivel social,entre el trabajo manual y el trabajo intelectual (no productivo ni económico), sinotambién un desdoblamiento, dentro del trabajo productivo, entre un tipo de trabajopreferentemente físico y otro preferentemente intelectual. Tanto el trabajo inte-lectual económico (productivo o no) como el no económico (artístico, filosófico,etc.) deben su existencia a un cierto desarrollo de las fuerzas productivas; en elcaso del económico, se la deben, como acabamos de explicar, a ciertas necesidadestécnicas exigidas por la producción y la división social del trabajo; en el caso delno económico a la existencia de excedentes que se destinan al cambio y que creanun sistema mercantil más o menos rudimentario que posibilita el que una parte de

16 Marx, El Capital, ibíd., T. II. p.45.17 Marx, El Capital, ibíd., T. p.200.

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la comunidad (sacerdotes, artistas, etc.) posean el ocio indispensable para dedicarseparcial o totalmente al trabajo intelectual. Del mismo modo que los clásicos delmarxismo hablan de unas relaciones sociales de producción que poseen, como susecreto, su clave generativa, ciertas relaciones de propiedad (de propiedad sobrelos medios materiales de producción), creemos que puede hablarse de unasrelaciones sociales de productividad, que implican, a diferencia de las primeras,ciertas relaciones de propiedad sobre los medios intelectuales de producción. En laesfera productiva, las relaciones técnicas de la producción engendran estasrelaciones sociales de productividad, las cuales se traducen en el hecho de que eltrabajo intelectual acaba por contraponerse al trabajo físico, hasta devenir en unapolaridad clasista, la única existente antes de que surgiera, con la propiedadprivada material, la polaridad clasista económica. La generación de un plus-producto, de un excedente económico, es la causa, entonces, no sólo de laaparición de la propiedad privada sobre los medios materiales de la producción y,por ende, de las clases sociales en sentido económico, sino también, y antes deello, de la propiedad privada sobre los medios intelectuales de la producción y delas clases en sentido productivo. La aparición de las clases en sentido económicotrae aparejada una doble acción sobre la antítesis del trabajo intelectual y el trabajomanual: a) en primer lugar consolida y sustantiva los dos polos de la polaridadclasista productiva; b) en segundo lugar desplaza la antítesis productiva o técnico-funcional a un segundo plano, hasta convertirla, frente a la contradicción principalde las clases en sentido económico (subordinantes) en una contradicciónsecundaria. Desde que existe la propiedad privada sobre los medios intelectualesde la producción, hay una lucha de clases: la lucha de clases en sentido técnico-funcional; pero esta lucha se halla supeditada, subordinada a la lucha de clases ensentido económico. La razón esencial de ello es que la propiedad privada sobre losmedios intelectuales de la producción no se traduce, por el solo hecho de existir, enpoder material, a diferencia de la otra forma de propiedad. Ya decía Marx, en Entorno a la Crítica de la Filosofía del Derecho, que "la teoría se convierte en podermaterial tan pronto como se apodera de las masas",18 lo cual significa que, separadala teoría de las masas, no es un poder material. La antítesis técnico-funcional nopuede imponerse sobre la antítesis económica de la misma manera en que el poderespiritual no puede imponerse sobre el poder material. Sólo la alianza de la claseintelectual con el proletariado, de la ideología intelectual "socialista" con la claseobrera (sin la conciencia de ser un proletariado manual) ha creado el podermaterial suficiente para eliminar la antítesis económica y convertir a la polaridadclasista técnico-funcional, dentro del "modelo soviético" de creación del"socialismo", en la antítesis clasista fundamental, sin concurrentes o competidoresimportantes.

Según Engels, en el Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, enla sociedad primitiva (concretamente en la fase de la barbarie) pueden distinguirse,tras la división puramente natural del trabajo, tres grandes divisiones sociales deltrabajo: la primera tuvo lugar cuando "las tribus de pastores se destacaron del resto

18 Marx y Engels, "En torno a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel", en La Sagrada Familia,Editorial Grijalbo, México, 1958, p.9.

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de la masa de los bárbaros".19 La segunda "cuando los oficios se separaron de laagricultura, con lo cual nació el contraste entre la ciudad y el campo".20 La terceracuando aparece "una clase que no se ocupa de la producción, sino únicamente delcambio de los productos: los mercaderes".21 Engels no menciona aquí la divisiónentre el trabajo intelectual y el trabajo manual. No obstante ello, nos pareceindudable que la contradicción entre un tipo de trabajo y el otro es también unadivisión social del trabajo. Somos de la opinión, además, de que este períodoamplísimo por ciertoque abarca las tres divisiones sociales del trabajo es elperíodo de gestación de la antítesis técnico-funcional. Nos parece, por otro lado,que la sucesión entre las tres divisiones sociales del trabajo no es rigurosamentecronológica, no es una sucesión que excluya ciertos entreveramientos, adelantos ysimultaneidades. Cuando nos dice Engels: "El trabajo mismo se diversificaba yperfeccionaba de generación en generación, extendiéndose cada vez a nuevasactividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde elhilado y el tejido, la elaboración de metales, la alfarería y la navegación. Al ladodel comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias",22 nodebe interpretarse este pasaje en el sentido de que el trabajo intelectual las artes ylas cienciashayan nacido después y solamente después de todo el desarrolloeconómico enumerado y que no es otra cosa que el despliegue, en la sociedadbárbara, de las tres divisiones sociales del trabajo. No. El arte y los balbuceoscientíficos aparecen con anterioridad, o mejor, se van gestando poco a pocodurante este largo período. La enumeración de las diversas modalidades de ladivisión social del trabajo nos parece, como la enumeración de las diversas formasdel valor hasta el dinero que hace Marx en El Capital, más un enlistamiento lógicoque crono-lógico. Si tomamos en cuenta lo anterior, podemos considerar laantítesis técnico-funcional como la cuarta división social del trabajo; pero unacuarta división que se va gestando a lo largo de las tres primeras divisiones. Lahistoria de la gestación de la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajomanual se extiende, aproximadamente, desde la primera división social del trabajohasta la aparición de la propiedad privada sobre los medios materiales de laproducción.

Cuando surgen las clases en sentido económico, sobredeterminan a las clasesen sentido técnico-funcional. Lo cual significa que entre ambos juegos decontradicciones existe una articulación de subordinación. Pero el hecho de que lasclases en sentido económico subordinen a las clases en sentido técnico-funcional,no quiere decir ni que se trate de un solo proceso, de un todo aestructurado, ni quepierdan cada una de ellas su especificidad.

Esclarecer la existencia, peculiaridad, dinámica propia de la antítesis técnico-funcional, poner de relieve la presencia histórica no sólo de las clases sociales en

19 Marx y Engels, Obras escogidas en dos tomos, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1955. T. I,p.287.20 Marx y Engels, ibíd., p.290.21 Marx y Engels, ibíd., p.293.22 Engels, El trabajo en la transformación del mono en hombre, Obras Escogidas en dos tomos, T. II,p.78.

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el sentido tradicional del término, sino de las otras dos clases que, teniendo lamisma estructura general que las anteriores difiere en algunos aspectos esenciales(el carácter ideal de sus medios de producción, su papel de contradicciónsecundaria y subordinada, etc.) modifica nuestra visión de la historia y enriquece,en elevado grado, la historiografía científica. Nuestro punto de vista se contraponetajantemente al reduccionismo que caracteriza a la tesis habitual que concibe a lasdos antítesis de las que hemos venido hablando, como un todo aestructurado. Nosparece erróneo, en efecto, reducir la antítesis entre el trabajo intelectual y el trabajomanual a la polaridad clasista entre los poseedores y los desposeídos, por que larelación de una antítesis con otra no es de determinación o dependencia sino deuna modalidad específica de articulación estructural: la subordinación. El poloestructurante de la antítesis técnico-funcional no reside en la antítesis económica,sino en el carácter y el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, esto es, dela infraestructura económica. La relativa independencia de la antítesis técnico-funcional respecto a la antítesis económica, al mismo tiempo que la subordinaciónde la primera respecto a la segunda, se expresa en el hecho, ya visto conanterioridad, de que las relaciones técnicas de producción constituyen ladeterminación teleológica (y por tanto fundamental) de la antítesis, en tanto que elfinanciamiento del trabajo en el trabajo, que recae en las clases en sentidoeconómico, es tan sólo la determinación eficiente. La forma en que habitualmentese expresa el reduccionismo estriba en la caracterización de la antítesis técnico-funcional como un juego de estratos, o capas intermedias, etcétera. El reduccionis-mo (basado en la concepción, más o menos consciente, de la antítesis de las dosantítesis como un todo aestructurado) es, a nuestro modo de ver las cosas, unaconcepción que puede y debe disolverse echando mano de esa parte de la teoría delas diferentes prácticas que es, o debe ser, la teoría de las diferentes clases. Si lateoría de las diferentes prácticas es la teoría que examina el modus operandi decada nivel de la realidad histórica, a más de la forma peculiar en que se relacionacon los demás, si combate, por eso mismo, la concepción aestructurada delbinomio teoría-práctica (tal como lo entiende habitualmente la "filosofía de lapraxis"), la teoría de las diferentes clases es la teoría que examina el modusoperandi de las dos antítesis clasistas que conforman el devenir histórico, a más dela forma peculiar en que se vincula una con la otra, por lo cual combate laconcepción aestructurada de la contradicción de las dos contradicciones.

Decíamos un poco atrás que nuestro punto de vista modifica la visión habitualde la historia y enriquece, en elevado grado, la historiografía científica. Pongamosdos ejemplos, uno filosófico y otro literario: Las historias marxistas de la filosofíase caracterizan en general por lo que hemos llamado una actitud reduccionista. Re-ducen la complejidad del discurso filosófico, la complejidad de un sistema depensamiento, a la posición de clase, en el sentido económico de la expresión. Cadafilósofo queda constreñido hasta devenir un defensor, más o menos solapado, delos intereses de una clase. Los hay que expresan los intereses de la aristocraciaesclavista (Parménides), de la democracia esclavista (Demócrito), del feudalismo(Santo Tomás), de la burguesía ascendente (Descartes), de la burguesíareaccionaria (Nietzsche), del proletariado (Marx). Es cierto que, con frecuencia, se

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arguye (para no caer en el mecanicismo) que dichos filósofos expresan esosintereses o esa posición de clase "en última instancia". Pero este concepto quemás que un conocimiento en sentido escrito es la cobertura de un vacíono nossalva del reduccionismo clasista, porque todo pensador importante es, a fin decuentas, la expresión de los intereses de una clase en el sentido económico de laexpresión. Nosotros no estamos en desacuerdo con esto. Lo que ponemos enentredicho es que cada filósofo refleje, en última instancia, tan sólo estos intereseseconómicos. Somos de la opinión de que, con más frecuencia de lo que se supone,hay filósofos que expresan no sólo simultáneamente los intereses de la claseposeedora y de la clase intelectual, sino inclusive, preferentemente los intereses deesta última. Probablemente la filosofía es el terreno teórico donde ha expresadomás nítidamente la clase intelectual su ideología (por ejemplo el idealismo), unaideología que se contrapone no sólo, como hemos dicho, al trabajo manual ofísico, al que se considera vulgar y denigrante, impropio de hombres libres, sino ala clase poseedora. Es de observarse, entre paréntesis, que al concepto "burgués"no sólo se le da la connotación económica marxista, sino que, empleado desde elsiglo pasado por algunos artistas e intelectuales, tiene también el sentido de lomezquino y "materialista", lo ajeno, en una palabra, a la aristocracia intelectual.Nosotros dudamos, para retomar el tema que veníamos tratando, de que lomayormente característico de filósofos como Kant, Hegel o Husserl sea que llevena cabo una defensa, más o menos disfrazada, de la clase burguesa. O Platón de laaristocracia esclavista. No estamos en contra, desde luego, de que tal defensa seencuentre en su producción teórica; pero no nos parece lo más relevante. Hay algotodavía más patente. Más trascendental. Más insoslayable. Nos referimos a quetodos ellos son la expresión, en última instancia, de una "weltanschaung"intelectualista. Veamos el caso d e Hegel. No se puede negar que es un filósofoburgués. No se puede hacer de lado que en muchas obras (por ejemplo en suFilosofía del Derecho) sanciona la propiedad privada y tiene, como Adam Smith,una concepción burguesa de la división del trabajo. No se puede olvidar todo ello.Pero eso no es ni lo más característico de Hegel ni lo que lo distingue de losdemás. Hegel es uno de los más evidentes defensores de la ideología intelectual yno sólo, como afirma Marx, porque "tenía ideas muy heterodoxas sobre la divisióndel trabajo", lo cual lo llevaba a decir, en su Filosofía del Derecho que "porhombres cultos debemos entender ante todo aquellos que son capaces de hacertodo lo que hacen otros",23 sino, fundamentalmente, por la esencia misma de sufilosofía. Porque ¿cuál es, ciertamente, el fundamento último de ésta? No es, comose sabe, sino la Idea, y la realidad (tanto la natural como la social) no son otra cosaque manifestaciones u objetivaciones de esta Idea. Adviértase que lo que entiendeHegel por Idea es el trabajo intelectual absolutizado. Hegel realiza, por así decirlo,la última canonización del espíritu. Ya no sólo considera el trabajo intelectualcomo lo relevante, el motor de la historia (como los enciclopedistas), sino queavanza hasta el grado de abstraer el trabajo intelectual del trabajador intelectual y acolocarlo en el centro mismo de su concepción del mundo. Este trabajo intelectual

23 Marx. El Capital, T. I, ibíd., p.403, nota 51.

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sin trabajador nos parece ser una de las características más palpables de lafilosofía hegeliana. Pero dejemos aquí las cosas. Y dejémoslas porque lo queparece ponerse de manifiesto en todo lo anterior es la necesidad de enfocar lahistoria de la filosofía con una nueva iluminación.

Con la historia de la literatura ocurre otro tanto. Las concepciones dePlejanov, Lukacs, Goldmann, etcétera, por importantes que sean, son claramentereduccionistas. Se pretende definir a un autor (Balzac, Flaubert, Mann, Kafka) porsu "posición de clase" y, desde luego, llevando a cabo esta definición de manera"dialéctica" y "en última instancia". Pero no se tematiza en qué medida mantienenciertas discrepancias con el régimen burgués, con la clase poseedora, con el trabajomanual. En una palabra: no se aprecia en ese reduccionismo economizanteloque real y efectivamente significa un autor determinado. Cuando estos historia-dores marxistas se encuentran con algunas afirmaciones anticapitalistas en losescritores o artistas que analizan, pasan rápidamente sobre ellas, como sobrebrasas, para concluir que no obstante ello, en "última instancia" son escritoresburgueses o pequeño-burgueses, etcétera. En verdad, la necesidad de revisarcríticamente su proceso histórico no es privativo de la filosofía, sino también de laliteratura, del arte y de la cultura en general. Pero volvamos a nuestro tema.

La clase intelectual carece del poder económico que caracteriza a la claseposeedora. Sus miembros no son, en general, propietarios de medios materiales deproducción. Son intelectuales asalariados. Viven como Haydn respecto alpríncipe de Esterhazya la sombra de un mecenas, o de la venta de sus produ-cciones, etcétera. La carencia de poder material lleva a los intelectuales, por reglageneral, a ponerse al servicio de la clase poseedora en el poder. Le venden alcapital, por ejemplo, su fuerza humana de trabajo compleja. Con toda decisión hayque decirlo: mientras exista la propiedad privada sobre los medios materiales deproducción y, con ella, la polaridad clasista económica, la clase intelectual nopuede adueñarse del poder material. A pesar de sus privilegios frente a la clasemanual, es una clase subsidiaria, desvalida y relegada. Ésta es la razón por la cualse ve en la necesidad de cerrar filas, en general, con la clase poseedora dominante.Es claro que, en ocasiones, por ejemplo en épocas de crisis o en vísperas de unaeclosión revolucionaria, ciertos sectores importantes de la intelectualidad sedivorcian de la clase económica en el poder y se hacen partícipes de la nueva claseeconómica ascendente. Pero esto tiene, en cierto modo, el sentido de pasar de unamo a otro. Cuando los intelectuales que vivían en el régimen feudal o absolutista(como los enciclopedistas) abandonaron los intereses feudales y aristocráticos y sehicieron copartícipes del "tercer estado", no obtuvieron, porque era imposible, suauto-emancipación, sino que cayeron en una nueva supeditación: ya no eranintelectuales feudales, sino intelectuales burgueses. Podríamos decir que la claseintelectual pasa, en tanto subordinación, de una clase poseedora a otra, porquecarece de poder material. Pero este proceso llega a su fin, en el momento mismo enque dicha clase halla en el proletariado su brazo fuerte: la clase que, en unión conlos campesinos, dará al traste con la razón económica fundamental de su carácterdesvalido y subordinado. Con el "modelo soviético" de creación del "socialismo"suena la hora en que la clase intelectual conquista el poder material, no en el

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sentido de convertirse en dueña de los medios materiales de la producción, sino enel de ser dueña del único poder real que se reconoce en la nueva sociedad: el de lapropiedad privada sobre los medios intelectuales de la producción y todo lo queesto (en lo económico, político y social) supone.

Pero una cosa bien distinta ocurre con la clase manual. Es, en términosgenerales, y como hemos ya explicado, una clase que sufre una doble servidumbre:la económica y la técnico-funcional. La única clase explotada capaz de emancipar-se económicamente es, como se sabe, el proletariado. Pero es falso que suliberación económica conlleve necesariamente su liberación técnico-funcional. Sise deja llevar por los ideólogos "socialistas" que plantean la necesidad de unarevolución económica, pero no una revolución cultural, si se deja llevar por un"socialismo intelectual" que silencia la necesidad de poner, desde el principio delproceso revolucionario, las premisas para dar al traste con la antítesis técnico-funcional, estará sirviendo a los intereses a fin de cuentas de la autoemancipaciónde una nueva clase (la intelectual) que obtiene, por primera vez en la historia, supoder material. Desde el punto de vista de la clase intelectual, la marcha hacia laconquista del poder material, pasa necesariamente por la alianza de losintelectuales (convertidos provisionalmente en "socialistas") con un proletariadodel que se destaca su carácter económico de asalariado pero no su carácterproductivo de trabajador manual.

Hemos llegado a un punto en que se impone aclarar por qué hemos decididodar el nombre de clases a los dos polos de la antítesis técnico-funcional. No setrata, como se deduce de todo este capítulo, de poner en el mismo rango la antítesistécnico-funcional que la económica. No se trata tampoco de socavar el principiomaterialista histórico de la preeminencia del ser social sobre la conciencia social.No se trata, por último, de borrar las diferencias entre un tipo de polaridad y otro.Se trata, más bien, del hecho de que si analizamos objetivamente ambas antítesisadvertimos que poseen la misma estructura, el mismo común denominadorestructural. Repárese que decimos la misma estructura y no una estructura similar.La antítesis técnico-funcional, en efecto, tiene en común con la económica:

1. Su origen económico infraestructural.2. Su carácter mercantil.3. Su propiedad sobre ciertos medios de producción.4. Su carácter antagónico y5. Su campo generador de ideologías.Claro que entre una antítesis y otra existen diferencias; pero para que se

aprecien mejor éstas, analicemos punto por punto los elementos que poseen encomún ambas polaridades.

1. Su origen económico, infraestructural. Recordemos que el trabajo intelec-tual puede asumir dos modalidades: la económica (aplicada en las esferas de laproducción, la circulación y los servicios) y la no económica. En sentido estrictosolamente es productivo, además del trabajo manual, el trabajo intelectual queopera en la esfera de la producción o que sirve indirectamente a ella. Bajo esteaspecto podemos asentar que el trabajo intelectual productivo es generado por lasexigencias técnicas de la producción, su origen hay que buscarlo, como hemos

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explicado, en las fuerzas productivas o, dicho de manera más concreta, en lasrelaciones sociales de productividad que ellas implican.

La ley económica que esclarece el valor de la mercancía subjetiva empleadaen la esfera de la producción, explica, al propio tiempo, el valor de la fuerzahumana de trabajo que se utiliza en las esferas de la circulación y los servicios.Ésta es la razón por la cual todo el trabajo intelectual o manual económico, decarácter improductivo, se halla determinado, a fin de cuentas, por lo que sucede enla esfera de la producción. El trabajo simple de comercio, verbigracia, se retribuyecorno el trabajo simple industrial. Y otro tanto ocurre con el trabajo complejo delcomercio, la banca, las finanzas, etcétera.

¿Qué sucede, por otro lado, con el trabajo intelectual no económico? ¿Quépasa, por ejemplo, con ciertas manifestaciones de trabajo artístico, científico,filosófico, etcétera, que no tienen, al menos directamente, vinculación con laspartes constitutivas de las relaciones de producción? Creemos que la singularidad,la idiosincrasia, la calificación de este trabajo es tal que escapa de la valoracióneconómica, lo cual no quiere decir que, en lo que a los productos de tal trabajo serefiere, carezcan de precio, y en ocasiones de un elevadísimo precio en el mercado.Como carecen de valor, pero tienen precio, la ley que explica la cotización que lesconfiere el mercado no puede ser otra, nos parece, que la del juego de la oferta y lademanda. Hay artistas que viven de lo que producen y su nivel de vida depende delbuen o mal éxito que obtengan en el mercado de productos artísticos. Hayintelectuales, entonces, que viven no de vender su fuerza humana de trabajocompleja a los industriales, comerciantes, banqueros, etcétera, sino de colocar losproductos (en que se materializa su trabajo intelectual personalísimo) en la esferade la circulación.

Aunque alejado del trabajo productivo y aun del trabajo económico noproductivo, el trabajo intelectual no económico ni productivo también hinca susraíces en el sistema económico feudal, capitalista, etcétera. La razón de ello es quese le paga o financia con un valor generado en la esfera de la producción. En elsupuesto caso una hipótesis puramente metodológicade que desapareciera omermara seriamente el trabajo manual, el intelectual, de la índole que fuese, nopodría subsistir. El trabajo intelectual reposa, por así decirlo, en las espaldas deltrabajo manual. El trabajo intelectual no económico, desde el punto de vista de lasrelaciones socioeconómicas, cumple un papel menos trascendental en términosgenerales que el trabajo intelectual económico. Y, dentro de este último, el trabajointelectual productivo, juega un papel más importante en lo fundamental que eltrabajo intelectual improductivo (aplicado a las esferas de la circulación y losservicios).

2. Su carácter mercantil. Como se sabe, la esfera de la circulación es lacondición posibilitante para que el valor de las mercancías, generado en la esferade la producción, se realice. La reproducción incesante de la clase burguesa y de laclase obrera se lleva a cabo a través del mercado. En efecto, al venderse una mer-cancía (objetiva) que incluye, en lo que a su valor se refiere, además del capitalconstante (que no es un nuevo valor y, por tanto, se concreta a transferirse endeterminada proporción al producto), el capital variable y la plusvalía, estas dos

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últimas partes están destinadas, una a pagar el valor de la fuerza humana de trabajoy la otra a reproducir de manera ampliada el capital.

La antítesis técnico-funcional también se reproduce a través del mercado. Laesfera del intercambio, el mercado de la mano de obra, es la que remunera al tra-bajo calificado de modo más cuantioso que al trabajo simple. Ambas polaridadesclasistas, en consecuencia, se reproducen a través del mercado, que no es otracosa que la esfera donde se realiza el valor.

3. Su propiedad sobre ciertos medios de producción. La antítesis económicadebe su existencia, dentro de la infraestructura económica, a las relaciones de pro-piedad, esto es, al aspecto fundamental de las relaciones sociales de producción. Laexistencia de la propiedad privada sobre los medios materiales de producción, tien-de una línea de demarcación entre los dueños y los desposeídos de tales medios.Ahora bien, en el lado de los desposeídos, la propiedad privada de los medios deproducción intelectuales, tiende una segunda línea de demarcación: entre losposeedores de dichos medios intelectuales y los desposeídos.

4. Su carácter antagónico. Del mismo modo que podemos decir que haycapital porque hay trabajo, hay poseedores porque hay desposeídos, nos es dableafirmar que hay trabajo intelectual porque hay trabajo manual y que hay trabajocomplejo porque hay trabajo simple. Una relación de este tipo no es otra que la deunidad y lucha de contrarios. En una palabra: se trata de una relación antagónica.Como en toda relación antagónica, no es posible imaginar la disolución de laantítesis por medio de la absolutización de un polo. No puede haber capital sintrabajo (asalariado) ni trabajo (asalariado) sin capital, en la misma medida en quees imposible imaginar una reorganización de la sociedad en que hubiera trabajointelectual sin trabajo manual o trabajo manual sin trabajo intelectual. La soluciónde un antagonismo no puede ser otra que la disolución de la causa fundamental dela polaridad. Si la causa de la polaridad clasista económica es la propiedad privadasobre los medios materiales de la producción, no hay otro camino para disolverdicha contradicción, para destruirla, que socializar los medios materiales de laproducción. Lo mismo hay que decir de la polaridad clasista técnico-funcional. Sila causa de ella es la propiedad privada sobre los medios intelectuales de laproducción, el camino para resolver esta antítesis no puede ser otro que el desocializar los medios intelectuales de la producción. Hay, desde luego, diferenciasy muy importantesentre un tipo de socialización y otro. Tan diferentes que enun caso se trata de una revolución económica y en otro de una revolución cultural.Dos revoluciones que deben hallarse articuladas, ya que si es verdad que sin larevolución económica no puede haber revolución cultural, sin esta última larevolución económica no puede gestar un modo de producción socialista sino,como después veremos, un modo de producción intelectual (burocrático-tecnocrático).

5. Su campo generador de ideologías. Cuando se afirma habitualmente que"toda ideología es ideología de clase", se hace alusión a la clase en el sentido eco-nómico de la expresión. No cabe duda, en efecto, que las clases económicasproducen ideologías, concepciones en las que, con una cierta fachada de veracidad(o haciendo uso, inclusive, de ciertos elementos verdaderos) defiende sus intereses

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de clase frente a las otras clases sociales. El liberalismo es una ideología burguesa,el anarquismo una ideología pequeño-burguesa, el economismo una ideologíaproletaria. La antítesis técnico-funcional también genera ideologías. Ideologías enque se disfrazan los intereses o sentimientos de la clase intelectual o de la clasemanual. La actitud que desdeña el trabajo manual o menosprecia el trabajo que nosea espiritual, el teórico al cual se le ponen los pelos de punta al oír hablar de unarevolución cultural, no es otra cosa que la derivada de la ideología intelectualista.La actitud que desdeña el verdadero ejercicio intelectual, que desprecia la ciencia,que ridiculiza la teoría, es una ideología manualista, por darle algún nombre. De loanterior podemos concluir, en consecuencia, que la frase citada en un principiodebe ser complementada del siguiente modo: "toda ideología es ideología de clase,ya sea de la clase en sentido económico, ya sea de la clase en sentido técnico-funcional".

Si las dos antítesis tienen, por consiguiente, un origen económico,infraestructural; un carácter mercantil, una propiedad privada sobre ciertos mediosde producción, un carácter antagónico y un campo generador de ideologías,poseen, en realidad, el mismo común denominador estructural. Las dos antítesispueden ser agrupadas en el mismo género estructural. Es claro que mantienendiferencias, y diferencias de primera importancia. El elevar a ambas antítesis almismo género estructural no debe hacernos olvidar su especie estructural. Cuandodecimos que ambas antítesis constituyen polaridades clasistas estamos aludiendo algénero estructural; cuando añadimos que una polaridad clasista es económica, entanto que la otra es técnico-funcional, hacemos alusión a su diferencia específicaestructural. No basta, sin embargo, con destacar sus "identidades" y susdiferencias, sino también el tipo de vinculación que existe entre una clase deantítesis y otra. Ya hemos aclarado cuál es la forma esencial que asume ésta. Yahemos aclarado que se trata de una relación de subordinación por medio de la cualuna contradicción aparece como principal y la otra como secundaria. Convieneexplicar, respecto a esto último, que aunque el modo de producción de cadaperíodo histórico modela de algún modo la forma concreta que asume la antítesistécnico-funcional (de tal manera que la situación particular que presenta estaantítesis en el feudalismo, difiere de la que guarda en el capitalismo, etcétera)podemos asentar que la antítesis técnico-funcional posee la misma estructura, ensu aspecto más general, a través de toda la historia, o mejor, desde el momento enque se genera (siendo la cuarta división social del trabajo) hasta el modelosoviético de construcción del "socialismo".

La periodicidad histórica, en el sentido común de la expresión, tiene sufundamento en la polaridad clasista económica (y en la base infraestructural que lesirve de soporte). La diferencia esencial entre el esclavismo, el feudalismo y elcapitalismo nos habla del desplazamiento de unas clases (en el sentido económicodel término) por otras. La periodización histórica se explica a partir, en lofundamental, de las relaciones sociales de producción y de las relaciones depropiedad en ellas implicadas. Desde el punto de vista de la polaridad clasistaeconómica hay, como se sabe, cinco modos de producción: el comunista primitivo,el esclavista, el feudal, el capitalista y el habitualmente considerado como

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"socialista". Pero junto con esta periodicidad, a la que podríamos designar con elnombre de periodicidad histórica económica, hay otra que se da articulada,entreverada, vinculada con ellay a la que podemos llamar periodicidad históricatécnico-funcional. Si la primera se explica a partir de las relaciones sociales deproducción, la segunda lo hace a partir de las fuerzas productivas. En este sentidopodemos asentar que, de acuerdo con la periodicidad histórica técnico-funcional,la historia ha atravesado por tres etapas: la de la génesis de la oposición entre eltrabajo intelectual y manual, la de su desarrollo y la de su culminación oabsolutización. La primera fase se extiende desde una edad muy primitiva de lahistoria hasta la aparición, con la propiedad sobre los medios materiales de pro-ducción, del esclavismo. La segunda abarca, además de este régimen social, losmodos de producción feudal y capitalista, y la tercera comprende el llamado "ré-gimen socialista" y que nosotros preferimos designar, por las razones ya expuestas,y otras que vendrán más adelante, modo de producción intelectual o dictadura delproletariado intelectual. Repárese en que la manera de desplegarse (a través de todala historia) la periodicidad histórica técnico-funcional se diferencia radicalmente dela económica; la razón de ello estriba en que mientras las fuerzas productivasconstituyen una constante (en movimiento) las relaciones sociales de producciónconforman una variable. Dicho de otro modo: independientemente del régimensocial de que se trate, hay trabajo intelectual y trabajo manual. Las clases socialesen sentido económico se desplazan las unas a las otras. La oposición entre eltrabajo intelectual y el trabajo físico perdura, se desarrolla, se amplía y, finalmente,se absolutiza. Es claro que la periodicidad histórica económica subordina a laperiodicidad histórica técnico-funcional; pero la subordina en tanto va creando laposibilidad real de su absolutización. El resultado de la articulación objetiva de lasdos formas de periodización histórica es que, a lo largo del sucesivodesplazamiento de unas clases económicas por otras, se va ampliando,fortaleciendo, consolidando el carácter de la polaridad clasista técnico-funcional,hasta llegar en el modo de producción intelectual, a su regencia absoluta. Lasíntesis de las dos formas de periodización nos muestra, por consiguiente, unamarcha hacia la absolutización de la polaridad clasista técnico-funcional.

Nos parece que en esta marcha hacia la absolutización de la oposición entreel trabajo intelectual y el trabajo manual, la antítesis técnico-funcional va reci-biendo una configuración histórica especial de acuerdo con el modo deproducción económico de que se trate. La oposición trabajo intelectual-trabajomanual no es idéntica en el esclavismo, en el feudalismo y en el capitalismo. No esidéntica tampoco en el capitalismo incipiente y en el capitalismo desarrollado. Elstatus económico supedita, como hemos aclarado hasta la saciedad, al statustécnico-funcional, y lo hace de acuerdo con el carácter y el grado de desarrollo dela infraestructura. La marcha hacia la absolutización de la antítesis técnico-funcional (marcha que tiende a desembocar en el modo de producción intelectual)llega a la antesala de su destino o desembocadura en la sociedad capitalistaaltamente desarrollada.

Creemos poder explicar adecuadamente esto, si llevamos a cabo uncomentario crítico de las ideas de E. Mandel a propósito de la "proletarización" del

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trabajo intelectual en el "neocapitalismo".24 De acuerdo con el socialista francés, elmodo de producción capitalista ha atravesado tres fases esenciales (definidas pormutaciones tecnológicas importantes): "en tanto que la primera revolucióntecnológica giraba en torno al motor de vapor y la segunda al motor eléctrico", latercera "tiene como eje la automatización, la electrónica y la energía nuclear".25

Nuestro autor asienta que, a partir de 1940, hay una aceleración de la innovacióntecnológica en los EE.UU. y otros países industrializados. Los gastos deinvestigación y desarrollo se incrementan notablemente. "Estos gastos han pasadoen EE.UU. de 101 millones de dólares en 1928, 5 mil millones de dólares en 1953,a 12 mil millones de dólares en 1959 y 21 mil millones de dólares en 1970.26 Éstecrecimiento "implica un aumento no menos sensacional del personal encargado dela investigación y sus aplicaciones tecnológicas".27 La importancia que adquiere,para la esfera productiva del "neocapitalismo", el trabajo intelectual, lleva aMandel a desdeñar de algún modo la importancia jugada por el mismo en lasetapas capitalistas anteriores. De ahí que afirme: "Mientras que en las fasesprecedentes del capitalismo, el trabajo intelectual se limitó a la esfera de lasupraestructura social, actualmente está orientado, cada vez más, hacia lainfraestructura de la sociedad.28 La primera parte de esta afirmación nos pareceerrónea. No sólo existe trabajo intelectual vinculado a la esfera productiva en laetapa de las dos primeras revoluciones tecnológicas del capitalismo, sino también,como producto de las relaciones sociales de productividad, en etapas precapita-listas. Pero independientemente de lo falso o exagerado de dicha apreciación, esindiscutible que en la actualidad, en lo que a los países capitalistas desarrollados serefiere, el trabajo intelectual se ha orientado masivamente hacia la infraestructuraeconómica. Un ejemplo de esto lo hallamos en el hecho de que "la industriajaponesa de construcción naval, que ha logrado conquistar más del 50% de lospedidos mundiales de este sector, emplea un personal del cual más de la mitadtiene formación universitaria o semiuniversitaria".29 Mandel hace notar que al"neocapitalismo" le es necesario poner bajo su control "los grandes medios decomunicación, los mass media (televisión, radio, prensa, publicidad), la enseñanza,incluso la burocracia sindical. Todos deben ser organizados de tal modo quemanipulen al máximo las convicciones, necesidades, esperanzas y sueños de lostrabajadores, de orientarlos de tal manera que sirvan a las exigencias de la repro-ducción ampliada del capital... Pero aquí se revelan una vez más, los límites delrégimen... Todas estas técnicas de integración cuya eficacia relativa y temporalestá fuera de duda, no pueden ser aplicadas más que a condición de transformarcada vez más a los intelectuales en trabajadores asalariados, es decir, a extender demanera prodigiosa la amplitud del sistema asalariado, es decir, de incrementarconsiderablemente la masa y la calificación del proletariado. La tendencia a laampliación constante del trabajo intelectual calificado tanto en la esfera de la

24 Ernest Mandel, ibíd., pp.9-15.25 E. Mandel, ibid., p.9.26 E. Mandel, ibíd., p.12.27 E. Mandel, ibíd., p.12.28 E. Mandel, ibíd., p.12.29 E. Mandel, ibíd., p.13.

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producción como en la reproducción y la supraestructura, tendencia característicadel neocapitalismo, es al mismo tiempo la tendencia a la proletarización crecientedel trabajo intelectual".30 Mandel emplea el concepto de proletarización, como sepuede advertir en el largo pasaje reproducido, de modo bastante ambiguo y que sepresta a serias confusiones teórico-políticas. El término de proletarización usado eneste contexto aparece con dichas características en virtud de que habla del carácterde asalariado que asume el trabajo intelectual; pero no destaca dos hechos: a) quedicha "proletarización" no conlleva en términos generales una concientizaciónproletaria, sino que genera constantemente una clase dominante-dominada que sevende, literalmente hablando, al mejor postor. Salvo algunos sectores minoritariosde la intelectualidad, o de momentos críticos del sistema, el trabajador intelectual,como grupo, como clase, se halla puesto al servicio material e ideológicamente dela burguesía; b) que dicha "proletarización" hace referencia única y exclusivamenteal hecho de que el trabador intelectual se ve en la necesidad de vender su fuerzahumana de trabajo a cambio de un salario; pero no subraya el que la conquista desu status de trabajador intelectual asalariado lo diferencia esencialmente deltrabajador manual asalariado. La mayor parte de los trabajadores intelectualesempleados en la esfera de la producción capitalista adolece de una conciencia abur-guesada; una minoría se politiza y de modo más o menos inconsciente entrevé laposibilidad de la emancipación de la clase a la que pertenece (en el modo deproducción intelectual). Tal vez sea ésta una de las razones de la afluencia cadavez mayor de ciertos intelectuales a los partidos comunistas (europeos). Lo queresulta verdaderamente excepcional es el intelectual anti-intelectualista, elintelectual que, por así decirlo, condujera la proletarización a sus últimasconsecuencias: a no sólo combatir en contra de la propiedad privada de los mediosmateriales de la producción, los cuales lo convierten en asalariado, sino también encontra de la propiedad privada de los medios espirituales de producción, los cualeslo rodean, frente al trabajador común y corriente, de privilegios y poder decisorio.

Mandel prosigue: "Por esta naturaleza de la industrialización general de todaactividad humana bajo el neocapitalismo, todos los rasgos tradicionales de laproletarización del trabajo que, en el pasado, se aplicaban ante todo al trabajo de lagran fábrica moderna, se aplican ahora cada vez en mayor medida al trabajointelectual".31 Un ejemplo de ello es que, según nuestro autor, "la proletarizacióndel trabajo intelectual implica su especialización, incluso su parcelamiento, suatomización al extremo".32 Añade Mandel: "Semejante trabajo intelectualparcelado, fragmentario, que ha perdido toda visión de conjunto de las actividadesen que está inserto no puede ser sino un trabajo enajenado".33 Es interesante laafirmación anterior por varias razones. En primer lugar, porque nos muestra elcarácter y el grado de desarrollo de la explotación capitalista de la mano de obraintelectual. En segundo lugar, porque nos pone de relieve una de las causas de la

30 E. Mandel, ibíd., pp.14-15.31 E. Mandel, ibíd., p.16.32 E. Mandel, ibíd., p.16.33 "La rebelión estudiantil", dice más adelante Mandel, "es esencialmente contra las consecuenciasenajenantes de la proletarización del trabajo intelectual en una sociedad mercantil" (ibíd., p.19).

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rebelión estudiantil del 68 en Francia y en otras partes del mundo.34 En tercer lugar,porque nos evidencia que la "desenajenación" del trabajo intelectual no consistetan sólo en desembarazarse de la explotación capitalista sino también de la divisiónenajenadora del trabajo. La solución no se halla sólo a nivel de las relacionessociales de producción, sino, también, de las fuerzas productivas. Detengámonosun poco en este punto.

Poner fin a las esclavitudes del hombre significa no sólo socializar los mediosde producción materiales, no sólo colectivizar, gradual y planificadamente, losmedios de producción espirituales, sino también liberarse de toda divisiónenajenadora del trabajo, de toda parcelación forzosa del mismo. Mandel asienta alrespecto que "conocer a fondo un sector minúsculo de una rama científica, sintener sino datos demasiado vagos acerca de toda esta rama y careciendo de todanoción acerca de las otras ramas científicas: es la suerte a la que está condenadocada vez más el trabajo intelectual".35 Meditemos, sin embargo, que esto no es pri-vativo de la sociedad "neocapitalista" sino también del modo de producciónintelectual. Si entendemos por revolución tecnológica de la fuerza de trabajo lalucha, debidamente planificada, por liberar al trabajo intelectual (y al manual) detoda fragmentación obligatoria, caemos en cuenta que esta revolución debehallarse debidamente articulada con las otras revoluciones: la económica y lacultural. Mandel subraya que "la proletarización del trabajo intelectual implica laaparición de un mercado del trabajo intelectual".36 "En dicho mercado la fuerza detrabajo intelectual añade nuestro conferenciantese compra y se vende como unamercancía vulgar de igual modo que ha ocurrido con la fuerza de trabajo manualdesde los orígenes del capitalismo".37 Finalmente asienta Mandel, "la fuerza detrabajo intelectual adquiere un precio en el mercado que fluctúa conforme a lasleyes del mercado, es decir, conforme a las leyes de la oferta y la demanda".38

Sobre estos pasajes nos vemos en la necesidad de hacer dos aclaraciones: 1) La deque, aunque el mercado de la mano de obra intelectual se consolida y amplíanotablemente en el "neocapitalismo" actual, nace con el capitalismo altamenteindustrializado. Aun en las etapas incipientes del capital premonopólico hay unmercado de la fuerza humana de trabajo que cotiza las diferentes modalidades detrabajo de acuerdo con su calificación o grado de trabajo en el trabajo. De ahí, porejemplo, que Marx se vea en la necesidad de hablar de un trabajo simple y de untrabajo complejo. 2) La de que la fuerza de trabajo intelectual no sólo tiene unprecio sino también, como lo hemos ya dicho, un valor. Es indudable que el preciode esta fuerza de trabajo intelectual "fluctúa conforme a las leyes del mercado","conforme a las leyes de la oferta y la demanda"; pero esta cotización gira entorno, por arriba o por debajo, del valor de la fuerza humana de trabajo. Ladiferencia entre precio y valor, la determinación del precio a partir del juego de laoferta y la demanda y la determinación del valor a partir del trabajo socialmente

34 E. Mandel, ibíd., p.16.35 E. Mandel, ibíd., p.16.36 E. Mandel, ibíd., p.16.37 E. Mandel, ibíd., p.16.38 E. Mandel, ibíd., p.16.

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necesario para producir una mercancía, y la mostración, finalmente, de que elprecio gira en torno del valor, no sólo son tesis que convienen a la mercancíaobjetiva, sino también a la fuerza humana de trabajo. La fuerza humana de trabajollega al mercado poseyendo un valor (una determinada cantidad de trabajo en eltrabajo); una vez ahí, recibe las perturbaciones de la oferta y la demanda. Sabemosque, en efecto, a mayor demanda de la fuerza humana de trabajo mayor precio y amenor demanda menor precio de ella. Pero estas oscilaciones tienen lugar a partirde un valor preestablecido: el que confiere a la fuerza de trabajo intelectual sugrado de calificación.

Ciertos ideólogos burgueses Shults, Galbraithante la evidente remodela-ción de la fuerza de trabajo intelectual por la infraestructura "neocapitalista", hanexagerado la importancia de la "tecnoestructura". Galbraith, por ejemplo, junto conotros, ha "deducido apresuradamente de la importancia creciente de los trabajado-res científicos en las empresas que es indiscutiblela posición predominante queesta «tecnoestructura» ocuparía actualmente en el seno de la sociedad neoca-pitalista".39 Pero, aclara Mandel, "ningún asalariado de una empresa capitalista, porelevada que pueda ser su posición dentro de la jerarquía y por valedera que puedaser su calificación, tiene ninguna seguridad de mantener su empleo".40 Esta leyque podría formularse como la ley de la creación de un ejército intelectual dereservase confirma con "la experiencia dolorosa que actualmente atraviesan losadministradores, sabios, ingenieros del sector espacial en EE.UU., junto condecenas de miles de desocupados, con viejos y antiguos directores de fábricasobligados a vivir de la asistencia pública (Welfare) para poder dar de comer a sushijos, con el envío de víveres de Japón, hacia Seattle, el centro más afectado por elparo intelectual".41

Después de todas las citas anteriores, nos hallamos en posibilidad de resumirlas ideas de Mandel respecto a la fuerza de trabajo intelectual en la sociedad "neo-capitalista" del siguiente modo: a diferencia de las etapas anteriores delcapitalismo la que empleaba el vapor y la que empleaba la electricidadlaactual que utiliza la fuerza nuclear, etcéteratiende a proletarizar la fuerza detrabajo intelectual. Proletarización ésta que consiste en poner al servicio de laburguesía monopolista un trabajo intelectual que antes permanecía más o menosindependiente de la esfera productiva. Esta proletarización masiva del trabajoacarrea consecuencias similares a la proletarización precedente del trabajomanual: genera un mercado de la fuerza de trabajo intelectual, parcela yfragmenta cada vez más al trabajador del intelecto y rodea de inseguridad, de in-estabilidad a los intelectuales (ingenieros, administrado-dores, etcétera) quetrabajan para una determinada empresa capitalista.

Todo lo anterior nos muestra el papel que juega la polaridad clasista técnico-funcional en una etapa histórica determinada. El papel de los intelectuales en lasociedad "neocapitalista" contemporánea nos devela con la mayor elocuencia

39 E. Mandel, ibíd., p.17.40 E. Mandel, ibíd., p.17.41 E. Mandel, ibíd., p.17.

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posible dos cosas: 1) la inutilidad del capitalista en cuanto tal, y 2) la capacidad dela clase intelectual para dirigir "eficientemente" todo el proceso productivo de unpaís altamente desarrollado. Haciendo una paráfrasis de la famosa parábola deSaint Simon (aquella en que demostraba, ante la hipótesis de la desaparición degrandes sectores de la sociedad francesa, cómo la extinción de la nobleza, el clero,etcétera, no traería ningún cambio importante en el país, en tanto que el exterminiode los industriales, trabajadores, artistas, etcétera, sería una pérdida irreparable)podríamos asentar que, tanto desde un punto de vista objetivo cuanto desde elpunto de vista de un intelectual perspicaz e inteligente, el capitalista, el dueño delos medíos de producción, sale sobrando. Y salen sobrando también las relacionessociales de producción capitalistas. La sociedad altamente industrializada puedesubsistir (y desarrollarse, incluso, más libre y racionalmente) sin el modo deproducción capitalista. La extinción de los "propietarios", en una situación en quelos intelectuales ya llevan la rienda como administradores, planificadores,técnicos, etcéterade la producción económica global, no significa, en realidad,prácticamente nada. En este sentido aunque tal cosa no debe ser vista de maneramecánicala sociedad "neocapitalista" se halla en vísperas del modo de pro-ducción intelectual. La fuerza de trabajo intelectual se encuentra, entonces, en laantesala de su absolutización. El anticapitalismo de ciertos intelectuales no esnecesaria, desde luego, la participación de toda la clase intelectual, aliado a laclase obrera, puede dar al traste con el modo de producción capitalista. Si no setrata de intelectuales anti-intelectualistas, lo que es más probable, con la toma delpoder, la intelectualidad "revolucionaria" socializará los medios materiales deproducción, erradicando el capitalismo; pero, por dejar intacta la división entre eltrabajo intelectual dirigente y el trabajo manual dirigido, modelará la estructuraburocrático-tecnocrática del modo de producción intelectual. Se trata, por consi-guiente, de una posibilidad. Aún más: de una ley de tendencia. El "neocapitalismo""tiende" al modo de producción intelectual, en la Misma medida (pero sin soslayarlas diferencias) en que el feudalismo "tendía" al capitalismo. La ausencia en elmarxismo de una teoría sobre la polaridad clasista técnico-funcional viene enauxilio de tal cosa.

Por todo lo anterior, podemos concluir, por consiguiente, que la oposicióntrabajo intelectual-trabajo manual es una oposición de clase. Es una polaridadclasista porque, como hemos dicho ya, no forma parte de un mismo proceso conlas clases en sentido económico, sino que se trata de dos procesos distintos, peroarticulados. No ligados mecánicamente, sino constituyendo una totalidad orgánicaque engloba la acción recíproca de sus componentes. La calificación de estratos,capas sociales, etcétera, dada con frecuencia a estas clases, vela lo que realmenteimporta: la especificidad de la operación histórica de la antítesis técnico-funcional.El disfraz, el ocultamiento del carácter clasista de la oposición del trabajointelectual y el trabajo manual y todo lo que ello implica e implica mucho: obsta-culizar el advenimiento de la revolución cultural, es una de las piezasfundamentales de la ideología intelectualista. Así corno la burguesía pretendeocultar su dominación de clase negando el carácter clasista de su Estado, suderecho, etcétera, otro tanto ocurre con la ideología intelectualista y ¿qué mejor

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para ocultar la existencia de la polaridad clasista y de los privilegios del polodominante que sustentar la tesis de que se trata sólo de estratos, sectores o capasque forman de tal modo bloque con la antítesis económica que cuando seaerradicada ésta, se extinguirán lenta pero inexorablemente? La teoría de lasdiferentes clases, en consecuencia, aclara que la antítesis trabajo intelectual-trabajomanual no se reduce a la polaridad clasista económica, prueba de ello es que:1) Existía antes de las clases en sentido económico (siendo la cuarta división socialdel trabajo); 2) Es una constante frente a una variable. Dice Marx que el trabajo es"la condición natural eterna de la vida humana, y por tanto, independiente de lasformas y modalidades de esta vida y común a todas las formas sociales por igual".42

Como la diferencia entre el trabajo simple y el trabajo complejo, el trabajo manualy el trabajo intelectual brota de las exigencias técnicas de la producción; puede de-cirse que, desde el momento en que se genera la antítesis técnico-funcional hasta elmomento en que se disuelve (disolución que no significa la desaparición deltrabajo intelectual y del trabajo manual, sino la anulación de la pertenenciaobligatoria de un tipo de trabajo a una clase y otro tipo de trabajo a la otra), estapolaridad clasista aparece y reaparece a través de toda la historia. Si tomamos encuenta, por otro lado, y utilizando estos términos en su sentido más radical, que nopuede haber trabajo manual química-mente puro ni trabajo intelectual al margen decierto trabajo físico, si tomamos en cuenta, asimismo, que en el comunismosubsistirá la diferencia entre un tipo de trabajo y otro (aunque no polarizado enclases) podemos afirmar que la diferenciación entre el trabajo intelectual y el ma-nual, como el trabajo en general o las fuerzas productivas, es "la condición naturaleterna de la vida humana". Este carácter constante de la antítesis técnico-funcionaldifiere ostensiblemente del carácter variable de las relaciones sociales deproducción. Mientras que desde que se gesta la polaridad clasista técnico-funcionalhasta el socialismo inclusive, existe esta polaridad clasista, y hay una claseintelectual contrapuesta a una clase manual, en lo que se refiere a la antítesiseconómica (que se origina en las relaciones sociales de producción) advertimosque cada modo de producción trae consigo nuevas polaridades clasistas: el señorfeudal y el siervo de la gleba sustituyen al amo y al esclavo y el burgués y elobrero sustituyen al señor feudal y al siervo de la gleba; 3) Puede existir, en elmodelo soviético, sin la antítesis económica.

Insistamos ¿por qué llamar a esta antítesis técnico-funcional polaridadclasista? Porque, al deshacer la tesis del todo aestructurado de la antítesis de lasdos antítesis, nos explica la especificidad de la antítesis técnico-funcional y surelación peculiar con la otra. Nos esclarece la forma especial de operar de ellafrente a las clases económicas y su posibilidad y realidad de convertirse en el ladoabsoluto de la sociedad URSS y democracias populares. Además, la consideraciónde tal antítesis como una polaridad clasista, nos abre todo un campo de in-vestigación en la historia, la cultura, la filosofía y, sobre todo, en la caracterizacióndel socialismo.

42 Marx., El Capital, T. I. ibíd., p.206.

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¿Cómo conceptualizar, en efecto, la nueva realidad social que existe en laUnión Soviética? No es, como opinan los propios rusos, un régimen socialista, conun Estado y un partido que expresan los intereses de todo el pueblo y que estásentando las bases para crear el comunismo. No es tampoco un Estado Obrero,degenerado por la burocracia, como opinan los trotskystas. No es tampoco un régi-men en que se ha restaurado el capitalismo y en que predomina el "socialimperia-lismo", como asientan los chinos. O un régimen en que se ha entronizado elcapitalismo de Estado, como creía el "comunismo de izquierda" (Pannekoek,Korsch, etc.) y tantos otros. El error de todas estas concepciones estriba, entre otrasrazones, en que pretenden caracterizar al nuevo régimen a partir de la polaridadclasista económica. Desde luego que para una evaluación correcta del significadohistórico de la URSS hay que partir del hecho innegable de que en ella se hansocializado, en lo fundamental, los medios materiales de la producción. Si elsocialismo consistiera sólo en eso (y todas sus implicaciones) la Unión Soviéticasería socialista. Todos los que niegan la existencia de una "socializacióneconómica" en la URSS tergiversan malintencionadamente las cosas y ocultan unanueva realidad. El modo de producción soviético es más avanzado que elcapitalista (e imperialista), en la misma medida en que el capitalismo lo es másque el feudal. Pero la nueva realidad que supone el modo de producción soviéticono puede aprehenderse con un sistema de conceptos caduco, hecho para el conoci-miento de otra fase histórica. El modelo soviético del "socialismo" no puede serconsiderado como un modelo socialista (sin comillas) porque lejos de sentar lasbases para la desaparición de las clases sociales, de todo tipo de clases sociales, sefinca en la sustantivación, consolidación y predominio de la polaridad clasistatécnico-funcional. Se trata del reinado, por así decirlo, de la antítesis clasistaentre el trabajo intelectual y el trabajo manual. No es que, en la Unión Soviética,por haberse socializado los medios de producción, los "estratos" o "capas" deltrabajo intelectual y el trabajo manual tiendan poco a poco a extinguirse. No haytal cosa. Lo que sucede es al revés. Por haberse socializado los medios materialesde producción, dejándose intacta la antítesis técnico-funcional, ésta se haconsolidado y tiende a reproducirse (sobre la base económica de la divisa esencialde este nuevo modo de producción: "a cada quien según su trabajo", etc.) demanera prácticamente ilimitada. Una "revolución económica" sin una revolucióncultural crea un nuevo régimen social: un régimen social en que la claseexplotadora es la clase intelectual y la clase explotada la clase obrera manual.

No se trata tampoco de un Estado Obrero, degenerado por la burocracia,como dirían los trostkystas. El problema fundamental de la Unión Soviética no hasido la degeneración (aunque en ella exista cierto revisionismo, etc.) y no lo hasido porque el modelo a partir del cual se creó ese nuevo régimen social no ha sidotraicionado, y ese modelo llevaba necesariamente a la instauración de un ordensocial que difiere radicalmente tanto del capitalismo cuanto, como despuésveremos, de un verdadero régimen socialista. Más que haber una degeneración, enla Unión Soviética se ha consolidado un nuevo régimen que ha barrido con laesclavitud económica del mundo capitalista y de la sociedad de clases (económi-cas) en general; pero que ha absolutizado la antítesis técnico-funcional. Una

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burocracia, además, no tiene en términos generales ni siquiera en un régimenbonapartista o dictatorialla capacidad de degenerar a todo un sistema o deponerse por encima de las clases. No hay burocracia al margen de las clases. Esdecisivo, por eso, preguntarse por el carácter de la burocracia soviética. Esta últimano es otra cosa que una burocracia (estatal Y partidaria) puesta al servicio de laclase que está en el poder. Se trata de la burocracia intelectual, de la burocraciaque, frente al proletariado manual, defiende los intereses del trabajo calificado, dela intelectualidad "socialista". No es tampoco un régimen que haya restaurado elcapitalismo o que se caracterice por poseer una nueva política imperialista (o"socialimperialista"). Y no lo es porque ha socializado los medios materiales deproducción y porque las razones económicas últimas de su política exterior degran potencia ya no se basan, a pesar de las similitudes que puedan presentar conlos grandes países capitalistas, en las necesidades expansionistas del capital.

El régimen soviético no es otra cosa que un nuevo modo de producción: elmodo de producción intelectual (burocrático-tecnocrático). La reinterpretación dela antítesis técnico-funcional como una polaridad clasista lleva necesariamente ados conclusiones: 1) a caracterizar a la URSS como un nuevo modo de producción,y 2) a definir de otro modo la noción del socialismo. Le damos el nombre de modode producción intelectual, en virtud de que la calificación de un modo deproducción determinado, aquello que, desde la designación, lo diferencia de otros,proviene de la clase que está en el poder en su sistema. De ahí que hablemos de losmodos de producción esclavista, feudal o capitalista. La clase que está en el poderen la URSS es la clase intelectual, la clase que, aunque no es dueña de los mediosmateriales de la producción (porque ellos se encuentran socializados), sí lo es, y enla forma de la propiedad privada, de los medios intelectuales de la producción. Setrata, en consecuencia, de un modo de producción intelectual. ¿Por quéconsiderarlo así? Es un nuevo modo de producción porque tiene fronteras dedelimitación estructural hacia atrás y hacia adelante, y porque, en su esenciaconformativa, presenta una estructuración (clasista, estatal, institucional, etc.) quedifiere radicalmente de todos los otros modos de producción, incluyendo elcapitalista y el socialista. Tiene fronteras con el capitalismo, porque en el modo deproducción intelectual ya no existe, en lo fundamental, la propiedad privada sobrelos medios materiales de la producción y, por consiguiente, la polaridad clasistaeconómica propia de los países capitalistas. Tiene fronteras con el socialismo,porque en el modo de producción intelectual no existe una política que expreselos intereses históricos de la clase obrera manualdestinada, con la revolucióncultural proletaria, a socializar los medios intelectuales de la producción. Se trata,pues, de un régimen con "revolución económica" y sin revolución cultural y estohace que se diferencie del capitalismo y del socialismo. Hay que subrayar que elmodelo soviético del "socialismo" es un modo de producción separado, un modode producción con sus leyes específicas43 que no pueden ser reducidas ni a lascapitalistas ni a las socialistas, porque no llevan de por sí, en la forma de lacontinuidad, al socialismo, por las mismas razones por las que la antítesis entre el

43 De las cuales, desde luego, hay que realizar un estudio profundo y detallado.

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trabajo intelectual y el trabajo manual no forma un solo proceso con la antítesiseconómica. Quien sostiene, entonces, la tesis de que la antítesis entre el trabajointelectual y el trabajo manual es una polaridad clasista, se ve en la necesidad, siquiere ser coherente, de afirmar la existencia de un nuevo modo de producción: elintelectual (tecnocrático-burocrático).

Es un modo de producción, decimos, tecnocrático-burocrático. Y lo afirma-mos en este sentido preciso: se trata de un régimen en el que la clase intelectual enel poder tiene dos estratos sobresalientes: uno en sentido fundamentalmenteeconómico (tecnócratas, profesionistas, hombres de ciencia, técnicos, administra-dores, etc.) otro en sentido fundamentalmente político (los burócratas del partido ydel Estado).

El sistema soviético genera un nuevo tipo de ideología que difiere de laideología intelectualista del pasado. Ese sistema ideológico intelectualista presentacomo cara externa de la ideología nada menos que el marxismo (el materialismodialéctico y el materialismo histórico), aunque su cara interna consiste en defendersolapadamente los intereses de la clase intelectual en el poder en general y de laburocracia y/o de la tecnocracia en particular.

Son falsas las dos tesis que borran las fronteras que tiene este modo deproducción intelectual hacia atrás y hacia adelante. No es un régimen en el cual secontinúe el capitalismo. No es tampoco un régimen de transición hacia elsocialismo. La tesis que ve a la Unión Soviética como un régimen de transiciónmaneja, de manera más o menos consciente, el supuesto de que la antítesis técnico-funcional forma bloque con la económica, de tal modo que si se socializan losmedios materiales de la producción, ello hace que se establezca la posibilidad realde ir, por continuidad, pacíficamente, al socialismo. Pero esto es lo que resultafalso. Para dar un paso adelante, se requiere de una nueva revolución: la revolucióncultural proletaria. La caracterización del régimen soviético como un estado detransición, si lo interpretamos como lo hemos hecho con anterioridad, no es otracosa que la ideología de la clase intelectual "socialista". Pero probablemente sepueda interpretar la tesis del "estado de transición" en el sentido de un régimen quesin ser ya capitalista no es todavía socialista. Sobre esto se precisa aclarar que: obien este "estado de transición" posee esencia propia, encarnada entre las dosfronteras de delimitación estructural y en ese caso es un modo de produccióndiferenciado y el nombre de "estado de transición" es inadecuado, o bien seconsidera un "estado de transición" que tiende, en forma de continuidad al so-cialismo, y entonces es una ideología intelectualista.

La noción de modo de producción es, como se sabe, una categoría abstracta,una abstracción científica en la que se recogen los elementos, los requisitos, elfuncionamiento que caracteriza a un régimen social a diferencia de otros. Elconcepto de formación social alude, en cambio, a la situación específica quepresenta ese modo de producción en una parte del mundo y en una fase históricadeterminada, amén de la relación que mantenga en su interior con otros modos deproducción subordinados. No insistiremos sobre el particular. Añadamos tan sólouna cosa. En la actualidad ya podemos hacer una diferencia entre el modo deproducción intelectual y la formación social intelectual. Entre la República De-

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mocrática Alemana, Checoslovaquia, la Unión Soviética, etc., hay diferencias entanto formaciones sociales; pero todas poseen el mismo común denominadorestructural: pertenecen, en efecto, a un idéntico modo de producción intelectual.

Es importante subrayar, aunque sea de pasada, el hecho de que la ideologíaposee una estructura que resulta inconsciente en general para sus agentes y porta-dores. Los grandes precursores de la Revolución Francesa, cuando hablaban de lalibertad o de la igualdad, no sospechaban, en términos generales, que esas grandesconsignas no eran otra cosa que las piezas esenciales de la ideología burguesa; otrotanto ocurre con la ideología intelectual "socialista". Los clásicos del marxismo nopodían sospechar a pesar de ciertos vislumbres geniales al respectoque laomisión en ellos de la necesidad imperiosa de articular a la "revolucióneconómica" la revolución cultural, conllevaba a la ideología propia del modo deproducción intelectual.

Hablemos con algún detenimiento de la relación entre la "revolucióneconómica" y la revolución cultural proletaria. Pero antes de ello, y para abordarmejor el tema, distingamos tres tipos de teoría: la teoría de las diferentes prácticas,la teoría de las diferentes clases y la teoría de las diferentes revoluciones. Estas tresteorías conllevan una rebelión contra la concepción aestructurada de ciertosconjuntos. La teoría de las diferentes prácticas nace, como hemos dicho, de unaimpugnación al binomio teoría-práctica, si por él se entiende, como sueleentenderse, no dos prácticas (vinculadas esencialmente, sí; pero diversas estruc-turalmente) sino un solo proceso. No sólo la actividad empírico-política es prácticasino también lo es la teoría, y lo es porque participa de la misma estructura queposee la práctica económica (y toda práctica) o sea la de que, empleando ciertosmedios de producción, trabaja una materia prima determinada para obtener unproducto. No basta, sin embargo, destacar el común denominador estructural quetienen la teoría y la práctica, esto es, el ser ambos prácticas, sino que esindispensable también subrayar sus diferencias. De ahí que sea necesario hacer verque se trata de una práctica teórica vinculada a una práctica empírica. En elmomento en que afirmamos tal cosa nace la teoría de las diferentes prácticas lacual tiene por objeto articular (o apropiarse de la articulación objetiva) de los dostipos de práctica enumerados (y todas las otras prácticas que puedan entrar enconsideración), respetar sus diferencias, tematizar la forma en que una se relacionacon la otra, y rechazar la concepción de un todo aestructurado. El binomio teoría-práctica, tal como lo exponen habitualmente los partidarios de la "filosofía de lapraxis", oculta este análisis: vela la especificidad de la operación de la prácticateórica y la especificidad de la práctica empírico-política, vela la especificidad dela relación de la primera sobre la segunda y la manera heterológica en querepercute la segunda en la primera, de acuerdo con el lugar y el momento históricoen que se desenvuelvan.

La teoría de las diferentes clases es asimismo una rebelión contra la idea deque la antítesis económica y la antítesis técnico-funcional constituyen un soloproceso, como lo hemos explicado suficientemente con anterioridad. La teoría delas diferentes clases se funda en la teoría de las diferentes prácticas, ya que cadapolaridad clasista tiene su práctica, y no puede reducirse la práctica de la antítesis

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técnico-funcional a la práctica de la antítesis económica. La aplicación de la teoríade las diferentes prácticas al problema de las clases sociales ha dado porresultado la teoría de las diferentes clases.

Por otro lado, si la teoría de las diferentes clases se funda en la teoría de lasdiferentes prácticas, la teoría de las diferentes revoluciones se funda en la teoría delas diferentes clases. Estamos ya en la posibilidad y en la necesidad de asentar quelas esclavitudes del hombre no van a desaparecer por medio de una revolución(concebida fundamentalmente como "económica"), y que lo demás la extinciónde la antítesis técnico-funcional del Estado, de la familia autoritaria, de lasexualidad reprimida, etcéteravendrá por añadidura; las esclavitudes del hombrevan a desaparecer por medio de varias revoluciones diversas, articuladas yjerarquizadas. El objeto de la teoría de las diferentes revoluciones, por con-siguiente, tendrá que ser el examen de la especificidad, de la jerarquización, delritmo, del nexo, de la diferenciación de las diversas revoluciones que se requierenpara dar al traste con las esclavitudes del hombre. Una parte, Pero sólo una parte,de la teoría de las diferentes revoluciones o de la tesis de la revolución articulada(nombre que también podemos emplear para designar la teoría y la práctica de losdiferentes procesos revolucionarios que se requiere vincular para transformar lasociedad hacia una perspectiva socialista y comunista), es lo que hemos expuestoen estas páginas. La justa evaluación de la antítesis técnico-funcional, sucalificación de polaridad clasista, la caracterización, derivada de lo anterior, delmodelo soviético de creación del "socialismo" como un modo de producciónintelectual y finalmente, la reinterpretación de la noción misma de socialismo(como la articulación, entre otras cosas, de la revolución económica y la revolucióncultural proletaria) constituyen un inicio de la teoría de las diferentes revoluciones.

La clase de relación que debe existir entre la revolución económica y larevolución cultural es una revolución permanente de nuevo tipo. Recuérdese que latesis de la revolución permanente, expuesta por Marx y Engels y recreada, conalgunas diferencias, por Parvus y Trotsky44 tiene como esencia borrar la fronteraentre el programa mínimo y el programa máximo, lo cual significa que el procesorevolucionario no debe enfocarse como estando conformada por dos revolucionesconsecutivas, separada tajantemente la una (democrático-burguesa) de la otra(socialista), sino como un proceso ininterrumpido consistente en el hecho de quedesde la "primera" revolución se van poniendo las premisas para la "segunda". Larevolución permanente es la impugnación contra ese gradualismo social apoyadoen el esquema político que supone que se precisa volcar toda la energía política enla consecución de la "primera" revolución (democrático-burguesa o nacional-liberadora) y que sólo después de consolidada ésta hay que reemprender la luchapara conquistar la "segunda" revolución. Borrar las fronteras entre las doseclosiones sociales no significa "simultanear las revoluciones", sino articularlas yjerarquizar-las. Repárese en el hecho de que la tesis de la revolución permanente,de innegable importancia en el marxismo, se mueve esencialmente en el seno de lalucha de clases en el sentido económico del término: su contenido consiste en

44 No nos interesa analizar aquí las diferencias entre Trotsky y Marx, si es que existen, sobre el tema encuestión.

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afirmar que no basta emancipar a la clase burguesa de sus enemigos feudales oimperialistas, sino sentar las bases, desde el momento mismo en que se emprendela lucha,45 para socializar posteriormente los medios materiales de la producción.La revolución permanente de nuevo tipo de que hablamos no es otra cosa que unaspecto esencial de la revolución articulada a que hemos hecho referencia. Estambién un borrar las fronteras; pero no entre dos revoluciones "económicas", sinoentre una revolución económica y otra cultural. La revolución permanente denuevo tipo tiene como su característica esencial luchar también contra elgradualismo social consistente en la idea de que primero hay que gestar larevolución "económica" y después, y sólo después de consolidada ésta, crear larevolución cultural proletaria.46 No. Su concepción se orienta en otro sentido: en elde que al mismo tiempo de realizar la revolución económica se sientan laspremisas para llevar a cabo la socialización paulatina, planificada, constante, delos medios intelectuales de producción, proceso éste que implica la proletarización(manual) de la clase intelectual y la concientización de las grandes masas po-pulares.

Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que no está condenada la luchaanticapitalista a dar a luz el modo de producción intelectual (burocrático-tenocrá-tico). La posibilidad de evitar tal cosa reside en la asimilación por parte de losrevolucionarios y las masas Populares de la teoría de las diferentes revoluciones.Pero esta asimilación (o lo que es lo mismo: la aceptación de la revoluciónpermanente de nuevo tipo) implica muchas, pero muchas cosas: modificar laconcepción del partido-vanguardia de la clase obrera en el sentido de que debe serel partido de la clase obrera manual; modificar la tesis de la dictadura delproletariado a favor, como se comprende, de la concepción de la dictadura delproletariado manual, y combatir, tanto a nivel nacional como internacional, nosólo contra la clase burguesa (detentadora de los medios materiales de laproducción) sino también contra la clase intelectual (monopolizadora de losmedios intelectuales de la producción). La anterior afirmación no niega, como eslógico, la necesidad imperiosa de una adecuada política de alianzas. Laintelectualidad "socialista", los ideólogos del modo de producción intelectual, noconstituyen, en la sociedad capitalista, el enemigo principal de un proletariadomanual consciente. Los partidarios de la teoría de las diferentes revolucionespueden y deben aliarse críticamente con esta clase intelectual no burguesa, con estaintelectualidad que busca su autoemancipación a través de la lucha anticapitalista;pero en esta alianza no deben perder nunca su fisonomía y contenido: la fisonomíay contenido de una revolución articulada.

Es importante hacer notar que de la misma manera que frente a la ideologíaburguesa se yergue la ideología proletaria (el economismo, el obrerismo vulgar),frente a la ideología de la clase intelectual (o intelectualismo), en la que hemospuesto el acento en las páginas precedentes, se levanta el manualismo, la ideologíade la clase manual. A. Gramsci decía adecuadamente que "si se afirma lanecesidad del contacto entre intelectuales y simples no es para limitar la actividad

45 Bases, por otro lado, que implican la independencia política de la clase obrera, etcétera.46 Y la rebelión antiautoritaria y la revolución sexual, etcétera.

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científica y mantener la unidad al bajo nivel de la masa, sino precisamente paracrear un bloque intelectual-manual que haga posible un progreso intelectual de lamasa y no únicamente a reducidos grupos intelectuales".El marxismo no es la ideología ni del proletariado ni del proletariado manual sinoque es una teoría basada en la conciencia verdadera que, además de apropiarse dela realidad social tal cual es, expresa los intereses anticlasistas tanto del obreroasalariado cuanto del proletariado manual.