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Haikus en el corredor de la muerte Elena Gallego & Seiko Ota Prólogo de Fernando Rodríguez-Izquierdo. poesía Hiperión, 667 Canción revolucionaria, la canto en voz baja. Despejado en tiempo de lluvia. Masashi (condenado a muerte, pendiente de la revi- sión de su sentencia) Existe en Japón, desde antiguo, la creen- cia de que la poesía sirve para afrontar la adversidad con entereza. Que si uno está disgustado o triste, ha perdido un pariente o sufre por desamor, la mejor medicina es el poema. No ha de extrañarnos, por tanto, que algunas de las más vivas com- posiciones del género estén entre los lla- mados haikus de muerte, o lo que es lo mismo, entre los haikus de aquellos que van a morir, y se despiden. Toda una larga, milenaria tradición respalda esta última costumbre, y ahora un libro coordi- nado por Elena Gallego y Seiko Ota (Haikus en el corredor de la muerte, Hiperión) recoge una selección de textos con la particularidad de que pertenecen, todos, a ejecutados de los últimos cien años. Se trata de composiciones herede- ras de jisei no ku (literalmente: “palabras al abandonar el mundo”) que han cultiva- do incluso los samurais en los momentos previos al harakiri. Aquí no predomina el desgarro, sino la serenidad. Poetas improvisados, algunos llegaron a aprender la técnica del haiku en prisión. Es el caso de Kooyoo, muerto a los 28 años. Comenzó a escribir en la cárcel y se despidió con un haiku en el que retumba su voz aterrada en los muros de la celda: Cuando me callo, la pared empieza a sonar. Tarde primaveral. Se lee en casi todos, como en el antecita- do, el llamado kigo o ritual “palabra de estación”, cuya presencia en los haikus tienen teorizada las coordinadoras de este volumen en otro libro de la misma editorial y que, dicen, no es solo una señal que identifica la época del año, sino que “nos transmite una imagen o símbolo de la estética tradicional”. Otro ejemplo lo encontramos en el haiku de Uichi, que le quita hierro a la ejecución el día de la vís- pera: Ejecución mañana; igualo las uñas cortándolas, noche primaveral. Al profesor Fernando Rodríguez- Izquierdo, autor del prólogo de la antolo- gía, ese haiku, "su elegante gesto", le recuerda a un célebre tanka (cinco ver- sos), atribuido a Sookan Yamazaki, que fue ejecutado en 1540: Si alguien preguntara adónde ha ido Sookan, decid tan sólo: “Tenía cosas que hacer en el otro mundo”. Hay condenados que se quieren ir despa- cio y en silencio, como Bokuisi en 1914: "¿Una palabra de despedida? / La nieve que se derrite / no huele". Para Rodríguez-Izquierdo, el condenado quiere decir que “la palabra de despedida debe ser tan discreta como el tránsito de la nieve al agua (tránsito que, por cierto, es transformación, más bien que muerte)”. Los hay que comienzan con fuerza hasta que decaen las palabras: “¡Despejado cielo / invernal! / No tengo dónde agarrar- me”, y otros que expresan un deseo inal- canzable: “Estando en la celda, / por el cielo voy primaveral / estoy corriendo”. La brevedad del haiku acaso sea el molde perfecto para este último descargo, opina el prologuista y experto en Japonología de la Universidad de Sevilla. Esa breve- dad que predispone al laconismo, así como la rotundidad de los tres versos. Si es que cabe decir que algún haiku no surge, en principio, como un adiós. “No hay ningún verso en toda mi vida que no sea un poema de despedida”, escribió Bashoo en 1694. Y antes de irse: Un viejo estanque: se zambulle una rana, ruido de agua. El haiku iguala, como iguala la muerte. Escriben inocentes, culpables, arrepenti- dos. Masashi voló en 1974 un edificio de la Mitsubishi. Mató a ocho personas e hirió a 165; y dice: Canción revolucionaria, la canto en voz baja. Despejado en tiempo de lluvia. Un capítulo entero está dedicado a los hai- kus para las madres. “Solo una tarjeta / recibí en Año Nuevo; / era de madre”, se lee en el de Footen, ejecutado a los 30 años. El Año Nuevo japonés es otra pre- sencia constante en los poemas: hay tres días en que se detienen las ejecuciones y algunos encuentran el sosiego necesario para escribir. Un derrotado de la Segunda Guerra Mundial fue condenado en 1962; poco antes de morir, a los 48 años, escribió sobre su sentimiento de culpa: “Me golpean / me golpea Dios. / Paso la Nochevieja”. Y más culpa, la Shoogetsu, que se pasaba las horas abrazado a la tablilla mortuoria budista de su madre, por cuyo asesinato cumplía condena e iba a ser ejecutado: “Flores de cereza derramándose, / dicién- dome “muérete”, / me lleva encima”. El libro termina con un epílogo y una nota de denuncia. El haiku de despedida está tan interiorizado en Japón como la pena de muerte. En el epílogo, Elena Gallego da las últimas noticias sobre la pena capi- tal en el país, que se lleva a cabo siempre con la horca y que en contadísimas oca- siones, dice, y pese a la manifiesta ino- cencia de algunos reos, se ha suspendido una vez pronunciada la sentencia. Significativa es la excepción de Hakamada Iwao, que salió este mes de marzo del corredor de la muerte e inme- diatamente ingresó en el Libro Guinness de los récords: había estado cuarenta y ocho años esperando la ejecución, más que ningún otro ser humano en la historia. Alberto Gordo www.elcultural.com Haikus en el corredor de la muerte Elena Gallego & Seiko Ota Poemas desde el patíbulo TALLER DE ESCRITURA CREATIVA CASA DE LAS CONCHAS"¿Estás preocupado porque te hallas a punto de morir dejando tantas cosas inaca- badas? Entonces sé valeroso, y compón un poema sobre la muerte." Así resumía Lafcadio Hearn (1850-1904) la actitud tradicional japonesa frente al final de la existencia, acu- diendo al consuelo de la poe- sía, dejando un haiku como mensaje último de quien sabe llegados sus últimos momen- tos. Esta actitud se mantiene en el caso de unos seres que cono- cen su cercano e inevitable destino: los condenados a muerte. En Japón sigue vigente la pena capital, que se ejecuta en la horca, y casi todos los años se producen varios ajusticiamientos. Pero hasta las cárceles llega la popularidad del haiku como forma poética, que lleva a los condenados a expresarse y a plasmar en 17 sílabas sus últimos pensamientos y emo- ciones. La editorial Kaiyosha, de Imazu, ha recopilado y publi- cado originalmente este libro, que a través de la difusión de los haikus escritos por los condenados pretende dar a conocer esta realidad y la insondable profundidad del alma humana al enfrentarse a ella.

Haikus en el corredor Poemas desde el patíbulo de la muerte · 2017. 4. 17. · Haikus en el corredor de la muerte Elena Gal lego & Seiko Ota Prólogo sde Fernando Rodríguez-Izquierdo

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Page 1: Haikus en el corredor Poemas desde el patíbulo de la muerte · 2017. 4. 17. · Haikus en el corredor de la muerte Elena Gal lego & Seiko Ota Prólogo sde Fernando Rodríguez-Izquierdo

Haikus en el corredor de la muerteElena Gallego & Seiko OtaPrólogo de Fernando Rodríguez-Izquierdo.poesía Hiperión, 667

Canción revolucionaria,la canto en voz baja.Despejado en tiempo de lluvia.

Masashi(condenado a muerte, pendiente de la revi-sión de su sentencia)

Existe en Japón, desde antiguo, la creen-cia de que la poesía sirve para afrontar laadversidad con entereza. Que si uno estádisgustado o triste, ha perdido un parienteo sufre por desamor, la mejor medicina esel poema. No ha de extrañarnos, portanto, que algunas de las más vivas com-posiciones del género estén entre los lla-mados haikus de muerte, o lo que es lomismo, entre los haikus de aquellos quevan a morir, y se despiden. Toda unalarga, milenaria tradición respalda estaúltima costumbre, y ahora un libro coordi-nado por Elena Gallego y Seiko Ota(Haikus en el corredor de la muerte,Hiperión) recoge una selección de textoscon la particularidad de que pertenecen,todos, a ejecutados de los últimos cienaños. Se trata de composiciones herede-ras de jisei no ku (literalmente: “palabrasal abandonar el mundo”) que han cultiva-do incluso los samurais en los momentosprevios al harakiri.

Aquí no predomina el desgarro, sino laserenidad. Poetas improvisados, algunosllegaron a aprender la técnica del haikuen prisión. Es el caso de Kooyoo, muertoa los 28 años. Comenzó a escribir en lacárcel y se despidió con un haiku en elque retumba su voz aterrada en losmuros de la celda:

Cuando me callo,la pared empieza a sonar.Tarde primaveral.

Se lee en casi todos, como en el antecita-do, el llamado kigo o ritual “palabra deestación”, cuya presencia en los haikustienen teorizada las coordinadoras deeste volumen en otro libro de la mismaeditorial y que, dicen, no es solo unaseñal que identifica la época del año, sinoque “nos transmite una imagen o símbolode la estética tradicional”. Otro ejemplo loencontramos en el haiku de Uichi, que lequita hierro a la ejecución el día de la vís-pera:

Ejecución mañana;igualo las uñas cortándolas,noche primaveral.

Al profesor Fernando Rodríguez-Izquierdo, autor del prólogo de la antolo-gía, ese haiku, "su elegante gesto", lerecuerda a un célebre tanka (cinco ver-sos), atribuido a Sookan Yamazaki, quefue ejecutado en 1540:

Si alguien preguntaraadónde ha ido Sookan,decid tan sólo:“Tenía cosas que haceren el otro mundo”.

Hay condenados que se quieren ir despa-cio y en silencio, como Bokuisi en 1914:"¿Una palabra de despedida? / La nieveque se derrite / no huele". ParaRodríguez-Izquierdo, el condenado quieredecir que “la palabra de despedida debeser tan discreta como el tránsito de lanieve al agua (tránsito que, por cierto, estransformación, más bien que muerte)”.Los hay que comienzan con fuerza hastaque decaen las palabras: “¡Despejadocielo / invernal! / No tengo dónde agarrar-me”, y otros que expresan un deseo inal-canzable: “Estando en la celda, / por elcielo voy primaveral / estoy corriendo”. Labrevedad del haiku acaso sea el moldeperfecto para este último descargo, opinael prologuista y experto en Japonologíade la Universidad de Sevilla. Esa breve-dad que predispone al laconismo, asícomo la rotundidad de los tres versos. Sies que cabe decir que algún haiku nosurge, en principio, como un adiós. “Nohay ningún verso en toda mi vida que nosea un poema de despedida”, escribióBashoo en 1694. Y antes de irse:

Un viejo estanque:se zambulle una rana,ruido de agua.

El haiku iguala, como iguala la muerte.

Escriben inocentes, culpables, arrepenti-dos. Masashi voló en 1974 un edificio dela Mitsubishi. Mató a ocho personas ehirió a 165; y dice:

Canción revolucionaria,la canto en voz baja.Despejado en tiempo de lluvia.

Un capítulo entero está dedicado a los hai-kus para las madres. “Solo una tarjeta /recibí en Año Nuevo; / era de madre”, selee en el de Footen, ejecutado a los 30años. El Año Nuevo japonés es otra pre-sencia constante en los poemas: hay tresdías en que se detienen las ejecuciones yalgunos encuentran el sosiego necesariopara escribir. Un derrotado de la SegundaGuerra Mundial fue condenado en 1962;poco antes de morir, a los 48 años, escribiósobre su sentimiento de culpa: “Me golpean/ me golpea Dios. / Paso la Nochevieja”. Ymás culpa, la Shoogetsu, que se pasabalas horas abrazado a la tablilla mortuoriabudista de su madre, por cuyo asesinatocumplía condena e iba a ser ejecutado:“Flores de cereza derramándose, / dicién-dome “muérete”, / me lleva encima”.

El libro termina con un epílogo y una notade denuncia. El haiku de despedida estátan interiorizado en Japón como la penade muerte. En el epílogo, Elena Gallegoda las últimas noticias sobre la pena capi-tal en el país, que se lleva a cabo siemprecon la horca y que en contadísimas oca-siones, dice, y pese a la manifiesta ino-cencia de algunos reos, se ha suspendidouna vez pronunciada la sentencia.Significativa es la excepción deHakamada Iwao, que salió este mes demarzo del corredor de la muerte e inme-diatamente ingresó en el Libro Guinnessde los récords: había estado cuarenta yocho años esperando la ejecución, másque ningún otro ser humano en la historia.

Alberto Gordowww.elcultural.com

Haikus en el corredorde la muerteElena Gallego & Seiko Ota

Poemas desde el patíbulo

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA“CASA DE LAS CONCHAS”

"¿Estás preocupado porquete hallas a punto de morirdejando tantas cosas inaca-badas? Entonces sé valeroso,y compón un poema sobre lamuerte." Así resumía LafcadioHearn (1850-1904) la actitudtradicional japonesa frente alfinal de la existencia, acu-diendo al consuelo de la poe-sía, dejando un haiku comomensaje último de quien sabellegados sus últimos momen-tos.Esta actitud se mantiene en elcaso de unos seres que cono-cen su cercano e inevitabledestino: los condenados amuerte. En Japón siguevigente la pena capital, quese ejecuta en la horca, y casitodos los años se producenvarios ajusticiamientos. Perohasta las cárceles llega lapopularidad del haiku comoforma poética, que lleva a loscondenados a expresarse y aplasmar en 17 sílabas susúltimos pensamientos y emo-ciones.La editorial Kaiyosha, deImazu, ha recopilado y publi-cado originalmente este libro,que a través de la difusión delos haikus escritos por loscondenados pretende dar aconocer esta realidad y lainsondable profundidad delalma humana al enfrentarse aella.

Page 2: Haikus en el corredor Poemas desde el patíbulo de la muerte · 2017. 4. 17. · Haikus en el corredor de la muerte Elena Gal lego & Seiko Ota Prólogo sde Fernando Rodríguez-Izquierdo

Haikus en el corredor de la muerte

En nuestros días la poesía se ve sometida, enlo que al tratamiento de los temas se refiere -esa la vez un don y una condena- a la provisionali-dad y a la anécdota del instante. Amplía y enri-quece así su campo de expresión siempre queno caiga en lo fácil y en lo epidérmico. Pero latradición nos demuestra que la poesía es ungénero literario que fundamentalmente ha aten-dido a una serie muy concreta de temas, porqueasí lo exigía la importancia de los mismos: elamor, la muerte, el tiempo, lo sagrado, losmomentos estelares de la Historia... Esto es loprimero que pensamos al reparar en el libro quehoy comentamos y, que ya desde su título, nosremite a la muerte como tema central.

Pero qué duda cabe que éste -como el delamor- es un tema de temas, pues se presta amultitud de interpretaciones, por más que la gra-vedad del mismo sea obsesiva para los sereshumanos, quizás el más esencial. A veces, nacealejado de consideraciones meramente religio-sas o metafísicas y alude a la muerte como unapresencia tan brusca como cruel. Pienso ahorano sólo en este libro, Haikus en el corredor de lamuerte, sino en Tengo una cita con la muerte(Poetas muertos en la Gran Guerra), seleccio-nados y traducidos en su día por Borja Aguiló yBen Clark (Linteo, 2011). Pero si en éste lamuerte llega como un honor tardío para recono-cer la obra de los jóvenes soldados-poetas, enlos haikus pone de relieve una tradición japone-sa: la de que la persona que va a morir (conde-nada a muerte por ahorcamiento) deje, comomensaje último, un poema que, a la vez, debesometerse -lo que supone un segundo reto- a laforma extremadamente sintética y fulgurante delhaiku.

Diríamos por ello que la poesía, ya como fenó-meno anímico, se ve sometida a una pruebaespecial: la de dar con la dignidad y correcciónde su factura en ese momento extremadamentegrave que es el de la muerte, pero no una muer-te que se ve venir con calma y resignación poredad o enfermedad, incluso la del suicida, sinocon la brusquedad del que ha sido condenado amuerte. Tienen así estos versos el carácter detestamento en los límites, revelado desde una

lucidez final que desea ser transformada enarte. El condenado se ve obligado a sintetizarno sólo lo que él siente en esos momentos fina-les sino incluso a resumir lo que piensa de lavida, de sus seres queridos (“Día de lamadre,/cerrando mis ojos/ veo a mi madre”, o :“No sabe mi hijo/que estoy condenado a muer-te”) y sabiendo incluso de qué poco sirven estaspalabras últimas porque, escribe otro de losautores, “la verdad no la puedo decir”.

Por tanto, la prueba de escribir poesía y hacerlopor medio de sólo 17 sílabas resulta de unaintensidad especial. No sabemos si los conde-nados poseían el don de ser poetas, pero debenserlo en ese momento que precede a su muer-te. Ese poema-testamento se escribe en unasituación límite en la que todo “empieza aderrumbarse” y los minutos que quedan soncomo un “estruendo primaveral”, donde “no setiene mañana”. Quizás de la lucidez última naceese fulgor que es consustancial a la poesía ver-dadera, pues ésta brota del hondón del sub-consciente. Así el condenado siente el calor de“un fuego para difuntos”, “un sudor otoñal”,“como si se rompiera/la luna” y siente “tibio/elpatíbulo”.

Estamos, pues, ante un libro extremadamenteoriginal, por grave y desgarrador, síntesis de loque la poesía puede ser para un humano en elmomento más violento: el que vive un condena-do a muerte. Estos testimonios poéticos hacenalusión a ese momento concreto, pero nos llevaa considerar que el de la muerte es un temaque está presente en todos los tiempos y en nopocos poetas, como testimonio frente al enigmamás perturbador de la vida.

De ello es una buena prueba ese tanka a lamuerte que el poeta Raizán escribió en el sigloXVIII antes de su agonía: “Raizán ha muerto/para pagar el error/ de haber nacido:/no culpa anadie de ello,/ ni guarda ningún rencor”. En tes-timonios como éste y en otros no menos acusa-dos, como los de los condenados, se nosdemuestra que la poesía puede llegar a ser lamás esencial muestra de lo vital. Brilla inclusoen estos casos una sabiduría que sobrevuela yvence incluso a la misma muerte.

Antonio Colinaswww.elcultural.com

El último haiku a la agonía¡Despejado cieloinvernal!No tengo dónde agarrarme.

Shoodoo(ejecutado a los 63 años)

Aunque trata de hablar, no le salenmás palabras.Las últimas palabras interrumpi-das, el último poema.“En invierno está despejado y nohay nubes a las que entregarse.En u nos instantes seré colgado enel vació” –pensará el autor.Tratando de apartar de su mente laimagen de su ejecución en lahorca, se percibe un ansia inefablehacia la vida misma.

Ocaso invernal.Deseo de amar a cualquier persona.

Fuuru(ejecutado a los 27 años)

La víspera de la ejecución, a lasnueve de la noche, el autor pidióescuchar la quinta sinfonía deMendelssohn. “Al terminar deescucharla, la auténtica tristeza yla soledad me van a rodear. Todomi cuerpo es ahora como aguacaliente dentro de un recipiente decristal muy fino”, dice el final de suúltima carta. “Quisiera cerrar mivida con algunas palabras ingenio-sas, pero no se me ocurre ningunabuena frase”.

Como yo,imprudente y pobre,mosca invernal.

Takeo(ejecutado a los 61 años)

El autor insistió en su inocencia en1975 y su caso fue tratado tambiénen la Dieta, pero finalmente fueejecutado en la horca.Dentro de la exposición “Pinturasde vida”, que reúne haikus, dibujosy cuadros pintados por los conde-nados a muerte, que recorrió todoJapón desde 1997, sus cuatrosbudistas fueron los que mayorreconocimiento obtuvieron.

Nombre de mi hijo/a,lo escribo y borro,noche larga.

Hoomei(ejecutado a los 39 años)

El criminal también tiene hijos. Elhijo del criminal no es hijo de laculpa. Pero la ausencia del padrepesa directamente sobre lospequeños hombros del hijo, losproblemas económicos y la angus-tia por la falta del sostén mental.Su padre, sin fuerza, se disculpasolo en la cárcel. Con una pluma,con un lápiz, con lágrimas. Escribey borra y el nombre de su hijo/a.

En japonés no existe diferencia entre elgénero femenino y el masculino, por loque no podemos saber si se trataba deun hijo o de una hija.

Viento otoñal.Lejos del corazónestá mi esposa.

Hakuyoo(ejecutado a los 27 años)

Esposa separada, esposa que sefue. Esa esposa ya ni vendría aver el autor ni le escribiría. A tal

esposa antes de la maldecía, odia-

ba y guardaba rencor… al final delodio por su amor mismo, el autorllegó a un estado transparente. Elkigo común aki no haze (vientootoñal), aquí suena fresco.

En la ventana de la celdaa una hormiga confiesomi arrepentimiento.

Yoshimitsu(ejecutado a los 77 años)

Hormiga, araña, pájaro o cucara-cha. Además, moscas y mosqui-tos, que molestan a los condena-dos dentro de las celdas. Los con-denados cantan a esos pequeñosanimales que entran en su vidacotidiana.Habrá alguna verdad, la quepueda contarles simpatizando sólocon esos seres vivientes que nopueden hablar ni tienen ningunafuerza.

Golondrinas,palomas y gorriones,adiós.

Kikusei(ejecutado a los 43 años)

Empezó a escribir haikus hacia los40 años, tras entrar en la cárcel.No podía leer ni escribir a esaedad. Por primera vez tomó lapluma y luchó contra las letras por-que quería escribir haiku y comuni-carse con la gente que disfrutaescribiéndolo. No será un murmu-llo sino un grito ese “adiós” si es deun poema hecho por tal persona.

Selección de haikus

Escribe un haiku en el quereflejes la realidad de la cárcel.

Propuestas de escritura