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Johann Georg Hamann (1730-1788) LA METACRÍTICA SOBRE EL PURISMO DE LA RAZÓN PURA [Nota: texto escaneado a partir de VV.AA. ¿Qué es ilustración? Tecnos, Madrid, 1999 4 , pp. 36-44.] [36] Un gran filósofo ha afirmado que «las ideas universales y abstractas no son otra cosa que ideas particulares, pero relacionadas con una determinada palabra cuyo sig- nificado, en su mayor o menor extensión, nos recuerda al mismo tiempo objetos singu- lares». Esta afirmación es del eleático, místico y apasionado obispo de Cloyne, G. Ber- keley, considerado por Hume 1 como uno de los [37] más grandes y estimables descubri- mientos realizados contemporáneamente en nuestra sabia república. Considero fundamental que el nuevo escepticismo deba agradecer infinitamente más al antiguo idealismo que a un motivo casual y aislado para darse a entender; de ahí que, sin Berkeley, Hume no hubiera sido tan gran filósofo, tal y como fue explicado con ho- mogéneo agradecimiento por parte de la Crítica. Pero, en lo que se refiere al mismo e importante descubrimiento, en sentido estricto, está situado sin especial profundidad en el mero uso puro de la lengua en la común percepción y observación del sensus comu- nis, abierta y claramente. La posibilidad del conocimiento humano de objetos de la experiencia, sin y antes de toda experiencia, es uno de los más escondidos secretos, cuyos problemas, por no hablar de su solución, todavía no ha llegado al fino corazón del filósofo, y por ello persiste la posibilidad de una perspectiva sensible anterior a la sensibilidad de un objeto. En torno a esta doble IM-POSIBILIDAD, y su poderosa diferencia entre juicio analítico y sintético, se funda la materia y la forma de una doctrina trascendental de los elementos y del méto- do; pues, a pesar de la diferencia singular de la razón como de un objeto, o de una fuen- te de conocimiento, o también de una forma de conocimiento, hay todavía una diferen- cia más general, más precisa y más pura, a tenor de la cual la razón es el fundamento de todos los objetos, fuentes y formas de conocimiento. Consecuentemente, no hay necesi- dad de un concepto empírico o estético, tampoco de un concepto lógico o discursivo, sino que únicamente existe en condiciones subjetivas, [38] bajo las cuales TODO, ALGO y NADA han sido pensados como objetos, fuentes o formas de conocimiento, y dado a la in- tuición inmediata como un infinito máximo o mínimo, y que en cualquier caso puede ser también aceptado. La primera purificación de la filosofía residía en el intento, en parte mal comprendi- do y en parte fracasado, de hacer a la razón independiente de toda leyenda, tradición y fe. La segunda es aún más trascendente y concluye, en nada menos, que en una indepen- dencia de la experiencia y de su inducción cotidiana, buscada —¡pues, después de más de dos mil años de razón aún no se sabe qué es!— más allá de la experiencia, no se de- sespera ni una sola vez en el progresivo devenir de sus antepasados, sino que promete también, a pesar de tanto impedimento, a los impacientes contemporáneos, y en breve 1 D. Hume, Treatise of Human Nature: Being an Attempt to Reduce the Experimental Method of Reason- ing into Moral Subjects, vol. I, London, 1739, p. 38. Esta primerísima obra maestra, en lo que se me al- canza, del famoso D. Hume, dicen que ha sido traducida en francés, pero todavía no como su última obra en alemán. Desgraciadamente, también han sido interrumpidas las traducciones de las obras filosóficas del inteligentísimo Berkeley. La primera parte ya apareció en 1781, en Leipzig, y sólo contiene las con- versaciones entre Hylas y Filonus, que ya estaban contenidas en la colección de Eschebach de los idealis- tas (Rosstock, 1756).

Hamann La Metacritica Sobre El Purismo de La Razon Pura

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  • Johann Georg Hamann

    (1730-1788)

    LA METACRTICA SOBRE EL PURISMO DE LA RAZN PURA

    [Nota: texto escaneado a partir de VV.AA. Qu es ilustracin? Tecnos, Madrid, 19994,

    pp. 36-44.]

    [36] Un gran filsofo ha afirmado que las ideas universales y abstractas no son otra

    cosa que ideas particulares, pero relacionadas con una determinada palabra cuyo sig-

    nificado, en su mayor o menor extensin, nos recuerda al mismo tiempo objetos singu-

    lares. Esta afirmacin es del eletico, mstico y apasionado obispo de Cloyne, G. Ber-

    keley, considerado por Hume1 como uno de los [37] ms grandes y estimables descubri-

    mientos realizados contemporneamente en nuestra sabia repblica.

    Considero fundamental que el nuevo escepticismo deba agradecer infinitamente ms

    al antiguo idealismo que a un motivo casual y aislado para darse a entender; de ah que,

    sin Berkeley, Hume no hubiera sido tan gran filsofo, tal y como fue explicado con ho-

    mogneo agradecimiento por parte de la Crtica. Pero, en lo que se refiere al mismo e

    importante descubrimiento, en sentido estricto, est situado sin especial profundidad en

    el mero uso puro de la lengua en la comn percepcin y observacin del sensus comu-

    nis, abierta y claramente.

    La posibilidad del conocimiento humano de objetos de la experiencia, sin y antes de

    toda experiencia, es uno de los ms escondidos secretos, cuyos problemas, por no hablar

    de su solucin, todava no ha llegado al fino corazn del filsofo, y por ello persiste la

    posibilidad de una perspectiva sensible anterior a la sensibilidad de un objeto. En torno

    a esta doble IM-POSIBILIDAD, y su poderosa diferencia entre juicio analtico y sinttico, se

    funda la materia y la forma de una doctrina trascendental de los elementos y del mto-

    do; pues, a pesar de la diferencia singular de la razn como de un objeto, o de una fuen-

    te de conocimiento, o tambin de una forma de conocimiento, hay todava una diferen-

    cia ms general, ms precisa y ms pura, a tenor de la cual la razn es el fundamento de

    todos los objetos, fuentes y formas de conocimiento. Consecuentemente, no hay necesi-

    dad de un concepto emprico o esttico, tampoco de un concepto lgico o discursivo,

    sino que nicamente existe en condiciones subjetivas, [38] bajo las cuales TODO, ALGO y

    NADA han sido pensados como objetos, fuentes o formas de conocimiento, y dado a la in-

    tuicin inmediata como un infinito mximo o mnimo, y que en cualquier caso puede

    ser tambin aceptado.

    La primera purificacin de la filosofa resida en el intento, en parte mal comprendi-

    do y en parte fracasado, de hacer a la razn independiente de toda leyenda, tradicin y

    fe. La segunda es an ms trascendente y concluye, en nada menos, que en una indepen-

    dencia de la experiencia y de su induccin cotidiana, buscada pues, despus de ms

    de dos mil aos de razn an no se sabe qu es! ms all de la experiencia, no se de-

    sespera ni una sola vez en el progresivo devenir de sus antepasados, sino que promete

    tambin, a pesar de tanto impedimento, a los impacientes contemporneos, y en breve

    1 D. Hume, Treatise of Human Nature: Being an Attempt to Reduce the Experimental Method of Reason-

    ing into Moral Subjects, vol. I, London, 1739, p. 38. Esta primersima obra maestra, en lo que se me al-

    canza, del famoso D. Hume, dicen que ha sido traducida en francs, pero todava no como su ltima obra

    en alemn. Desgraciadamente, tambin han sido interrumpidas las traducciones de las obras filosficas

    del inteligentsimo Berkeley. La primera parte ya apareci en 1781, en Leipzig, y slo contiene las con-

    versaciones entre Hylas y Filonus, que ya estaban contenidas en la coleccin de Eschebach de los idealis-

    tas (Rosstock, 1756).

  • tiempo, la universal piedra filosofal, infalible y necesaria del catolicismo y del despotis-

    mo, a la que rpidamente la religin someter su santidad y la legislacin de su majes-

    tad, especialmente en los ltimos suspiros de un crtico siglo, donde el empirismo de

    una y otra parte, acompaado de ceguera, aparece de la noche a la maana ms sospe-

    choso y ridculo.

    El tercer purismo, ciertamente emprico y mucho ms profundo, concierne al len-

    guaje, el nico, primero y ltimo instrumento y criterio de la razn, sin otra garanta que

    la tradicin y el uso. Pero a uno le sucede tambin con este cuasidolo como a aquel vie-

    jo con el ideal de la razn. Cuanto ms reflexionamos ms profunda e interiormente, se

    silencia y se pierde el aire para hablar. Ay de los tiranos si Dios se preocupara de ellos!

    Para qu preguntan ellos por Dios? Cuidado con los sofistas! Sus cuentos no tienen el

    suficiente peso y por ello deben ser rechazados!

    Receptividad del lenguaje y espontaneidad de los conceptos! De esta doble fuente

    de la ambivalencia surge la razn pura con todos los elementos de su obstinacin, dubi-

    tabilidad y artificiosidad, producida por un anlisis tan caprichoso como una sntesis de

    las tres viejas masas de nuevos fenmenos y meteoros del horizonte en continuo [39]

    movimiento, crea signos y milagros con el creador, y la varita mgica mercurial destrui-

    da de su boca o de la pluma partida entre los tres dedos, que se utilizan para escribir de

    su puo y letra.

    Ya al nombre de la metafsica pertenece esta maldad gentica, y por esta putrefacta

    ambigedad no puede ser superada ni mucho menos idolatrizada regresando al lugar de

    su nacimiento, situado en la sntesis casual de un prlogo griego. Pero suponiendo que

    en la tpica trascendental importase todava menos la diferencia entre empina detrs y

    sobre que en un a priori y a posteriori, en un hysteron-proteron: as se extiende la man-

    cha del nombre desde la frente hasta las entraas de toda la ciencia, y su terminologa se

    comporta con todos los dems lenguajes, del arte, de la caza, de la montaa y de la es-

    cuela, como el mercurio hacia los otros metales.

    Ciertamente, a partir de bastantes juicios analticos se debera deducir un odio gns-

    tico contra la materia o tambin un amor mstico hacia la forma. Sin embargo, la sntesis

    del predicado con el sujeto slo se afirma y se presenta en un concepto central con el

    viejo y fro prejuicio que la matemtica tiene delante y detrs de s. Efectivamente, su

    certeza apodctica es, ante todo, una seal quiriolgica de las percepciones sensuales

    simples; desde aqu se deduce la simplicidad, su syntesis y la posibilidad de la misma a

    travs de construcciones aparentes o frmulas simblicas y ecuaciones que excluyen

    todo malentendido a travs de su sensualidad.

    Mientras tanto, la geometra determina y figura hasta la idealidad de sus conceptos,

    de puntos sin parte, de lneas y superficies segn dimensiones fraccionadas idealmente

    por signos e imgenes empricas; abusa la metafsica de todos los smbolos de palabras

    y figuras retricas de nuestro conocimiento emprico hasta tales jeroglficos y tipos de

    relaciones ideales, y elabora a travs de esta sabia estupidez la entereza del lenguaje en

    un algo sin sentido, vulgar, inseguro e indeterminado = x, que nada como una absurda

    borrachera, un juego mgico de sombras, como dice el sabio Helvetius, lo ms alto, el

    talismn y [40] el rosario de una supersticin trascendental en entia rationis, sus vasos

    vacos, y su lema permanece reducido. Finalmente, se entiende que, si la matemtica

    puede atribuirse una preferencia de nobleza a causa de su fiabilidad general y necesaria,

    tambin la misma razn humana tiene que ponerse detrs del infalible y desengaado

    instinto de los insectos.

    Todava queda una cuestin fundamental: Cmo sera posible la facultad del pen-

    sar? La facultad del pensar a derecha y a izquierda, delante y sin, con y ms all de la

    experiencia? As, no se requiere ninguna deduccin para probar la prioridad genealgica

  • y herldica del lenguaje respecto a las siete santas funciones de las proposiciones lgi-

    cas y de los silogismos. No slo la entera facultad del pensar reposa sobre el lenguaje,

    de acuerdo con las desconocidas predicciones y de los milagros calumniosos del sabio

    Samuel Heinicke: el lenguaje es tambin el punto central de la mala interpretacin de la

    razn consigo misma, en parte por la frecuente coincidencia del ms grande y pequeo

    concepto, de la vacuidad y de la plenitud en las proposiciones ideales; en parte por las

    indefinidas figuras tanto habladas como silogsticas y otras similares.

    Sonidos y letras son como formas puras a priori, en las cuales nada de lo que perte-

    nece a las sensaciones o a los conceptos de un objeto se encuentran y, por supuesto,

    tampoco aparecen los verdaderos elementos estticos de toda la razn y el conocimiento

    humano. El lenguaje ms antiguo fue la msica y, al lado, el ritmo palpable del pulso y

    de la respiracin nasal, imagen hecha cuerpo originario de toda medida del tiempo y su

    relacin numrica. La ms antigua escritura fue pintura y dibujo; se ocup por ello muy

    pronto de la economa del espacio, de su limitacin y determinacin de las figuras. Por

    eso se han convertido los conceptos de tiempo y espacio en tan generales y necesarios

    por la influencia exagerada y constante de los dos nobles sentidos del rostro y del odo

    en toda la esfera del entendimiento, como son la luz y el aire para el ojo, para el odo y

    para la voz; de ah que, como parece ser, el es-[41]-pacio y el tiempo no eran ni idea in-

    nata ni mucho menos matrices de todos los conocimientos.

    Mas sensibilidad y entendimiento surgen de una misma raz como dos troncos del

    conocimiento; de este modo, a travs de aquellos objetos son dados y pensados, por eso,

    y a tal efecto sta es una separacin forzada, impropia y obstinada de aquella que la na-

    turaleza ha unido. No se marchitarn y perecern los dos troncos por efecto de una di-

    cotoma y divisin de la raz comn? No debera ser ms conveniente como smbolo de

    nuestro conocimiento un nico tronco, con dos races, una arriba, en el aire y otra abajo,

    en la tierra? La primera se ofrece a nuestra sensibilidad; la ltima, por el contrario, invi-

    sible, debe ser pensada por medio del conocimiento, con la prioridad de lo pensado y la

    posterioridad de lo dado o tomado, como tambin concuerda con la favorecida inversin

    de la razn pura con sus teoras.

    Hay quiz, sin embargo, un qumico rbol de Diana no slo para el conocimiento

    de la sensibilidad o el entendimiento, sino tambin para explicar y ampliar ambos cam-

    pos y sus fronteras. Las cuales, por una per antiphrasin de la bautizada razn pura y de

    su alborotada metafsica del indiferentismo dominante (aquella vieja madre del caos y

    de la noche en todas las ciencias de las costumbres, de la religin y de la

    jurisprudencia!), ha sido hecha tan oscura, sin sentido y vacos desiertos, que debe rena-

    cer desde la aurora de la cercana y prometida transformacin e ilustracin del roco de

    un puro lenguaje natural.

    No obstante, sin esperar la visita de un nuevo Lucifer venido desde lo alto, y sin que

    yo profane la higuera de la gran diosa Diana, la serpiente nutrida en nuestro pecho por

    el lenguaje popular y ordinario nos ofrece la imagen ms bella y refleja la reunin hi-

    posttica de las naturalezas sensibles e inteligibles y el comn intercambio idiomtico

    de sus fuerzas, los secretos sintticos de las formas correspondientes y contradictorias a

    priori y a posteriori, junto con la transubstanciacin de condiciones y subsunciones

    subjetivas en atributos y predicados objeti-[42]-vos por medio de la cpula de una pala-

    bra fuerte y de un ripio, para disminuir el aburrimiento y llenar el espacio vaco con un

    galimatas que se repite con frecuencia per thesin y anthitesin.

    Oh, dadme la fuerza de un Demstenes y en triple energa para la elocuencia, o la

    mmica todava por venir, sin el pandero tintineante y elogioso de una lengua anglica!

    De este modo, abrir los ojos al lector para hacerle ver, quizs, ejrcitos de intuiciones

    que suben de la fortaleza del intelecto puro, y ejrcitos de conceptos que descienden al

  • profundo abismo de la sensibilidad ms palpable por una escalera que ningn durmiente

    puede soar, y el baile de Mahanaim o dos ejrcitos de razn la crnica secreta y es-

    candalosa de un concubinato y violacin, y la teogona entera de todas las formas gi-

    gantescas y heroicas de Sulamith y Musa, en la mitologa de la luz y la oscuridad, hasta

    el juego de los aspectos de una vieja Baubo consigo misma inaudita specie solaminis,

    como dice san Ambrosio, y de una nueva virgen inmaculada que, sin embargo, no

    puede ser aquella Madre de Dios por quien la toma san Anselmo.

    Las palabras tienen, por tanto, un poder esttico y lgico. Como objetos visibles y

    audibles, pertenecen con sus elementos a la sensibilidad y a la intuicin, pero por la for-

    ma de su empleo y significado pertenecen al mundo intelectual y de los conceptos. Por

    consiguiente, las palabras son tanto intuiciones puras y empricas como tambin con-

    ceptos puros y empricos. Empricos porque a travs de ellos tiene lugar la sensacin de

    la vista y del odo; puros en cuanto que su significado no viene determinado por nada de

    lo que pertenece a esas sensaciones. Las palabras, como objetos indeterminados de in-

    tuiciones empricas, se llaman de acuerdo con el texto original de la razn pura, apari-

    ciones estticas. Consiguientemente, segn la eterna letana del paralelismo antittico,

    las palabras, como objetos indeterminados de conceptos empricos, son apariciones cr-

    ticas, fantasmas, no-palabras, y slo por medio de su empleo y del significado con el

    que se utilizan se convierten en objetos determinados por el [43] intelecto. Este signifi-

    cado y su determinacin nacen, como es sabido por todos, de la conexin de un signo

    verbal arbitrario e indiferente a priori, pero necesario a posteriori e imprescindible

    con la intuicin del objeto mismo, y por este vnculo repetido, el mismo concepto, por

    medio tanto del signo verbal como de la intuicin, es transmitido y queda impreso e in-

    corporado al intelecto.

    Es posible, ahora, se pregunta, por un lado, el idealismo, a partir de la mera intui-

    cin de una palabra, encontrar el concepto que corresponde a la misma? Es posible a

    partir de la materia de la palabra razn (Vernunft), de sus ocho letras y dos slabas, es

    posible, partiendo de la forma que determina el orden de estas letras y slabas, obtener

    cualquier cosa perteneciente al concepto que corresponde a la palabra razn? Aqu

    responde la crtica manteniendo al mismo nivel los dos platos de la balanza. En verdad,

    en algunos idiomas hay ms o menos palabras con las que mediante un proceso de an-

    lisis y sntesis en nuevas formas de las letras y slabas se pueden producir logogrifos,

    charadas francesas y adivinanzas chistosas. Pero entonces se obtienen nuevas intuicio-

    nes y aparecen nuevas palabras, que coinciden tan poco con el concepto de la palabra

    dada como las diversas intuiciones.

    Es posible, adems, pregunta el idealismo, por otro lado, deducir del intelecto la in-

    tuicin emprica de una palabra? Es posible partir del concepto de razn y encontrar la

    materia de su nombre, esto es, las ocho letras y las dos slabas que son en alemn o en

    cualquier otro idioma? Aqu, uno de los dos platos de la balanza de la Crtica seala a

    un no decisivo. Pero, no debera ser posible deducir del concepto la forma de su in-

    tuicin emprica en la palabra, a travs de la cual una de las dos slabas sea una a priori

    y la otra a posteriori, o que las ocho letras ordenadas del modo determinado sean intui-

    das? Aqu, el Homero de la razn pura ronca un s tan fuerte como el que Juan y Mar-

    garita pronuncian delante del altar; probablemente porque ha soado que ha descubierto

    ya la hasta ahora buscada escritura universal de un lenguaje filosfico.

    [44] Ahora bien, esta ltima posibilidad, la de obtener la forma de una intuicin em-

    prica sin objeto ni signos de la misma, a partir de la caracterstica pura y vaca de nues-

    tro sentimiento (Gemuet) externo e interno, es precisamente el Dj mo po st y el prtou yedoj, la verdadera piedra angular del idealismo crtico y de un edificio de torres y palcos de la razn pura. Los materiales, dados o recogidos, pertenecen a los

  • bosques categoriales e ideales, a los arsenales peripatticos y acadmicos. El anlisis no

    es nada ms que un corte a la moda, igual que la sntesis no es sino la costura de un za-

    patero o de un sastre de oficio. Eso que la filosofa trascendental mategrabolise2, yo, pa-

    ra ventaja del dbil lector, lo he interpretado aplicndolo al sacramento del lenguaje, a la

    letra de sus elementos, al espritu de su empleo, y dejo a cualquiera el abrir el puo ce-

    rrado extendindolo a mano abierta.

    Quizs, no obstante, un idealismo semejante es todo el muro divisorio entre el juda-

    smo y el paganismo. El judo tena la palabra y los signos; el pagano, la razn y su sa-

    bidura. (La consecuencia fue una metabsij eij allo genoj, de la cual lo ms noble est implantado en la pequea Solgatha.)

    2 Vocablo procedente de Rabelais, recreado por Hamann irnicamente.