Herman Hesse - La Ejecucion

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  • 8/2/2019 Herman Hesse - La Ejecucion

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    HERMANN HESSE - LA EJECUCIN

    En su peregrinacin, el maestro y algunos de sus discpulos bajaron de lamontaa al llano y se encaminaron hacia las murallas de la gran ciudad. Ante lapuerta se haba congregado una gran muchedumbre. Cuando se hallaron ms cercavieron un cadalso levantado y los verdugos ocupados en llevar a rastras hacia el

    tajo a un individuo ya muy debilitado por el calabozo y los tormentos. La plebese agolpaba alrededor del espectculo. Hacan mofa del reo y le escupan, movanbulla y esperaban con impaciencia la decapitacin.Quin ser y qu delitos habr perpetrado se preguntaban unos a otros losdiscpulos para que la multitud desee su muerte con tanto afn? Aqu no se ve anadie que manifieste compasin ni que llore.Supongo que ser un hereje dijo el maestro con tristeza.Siguieron acercndose, y cuando se vieron confundidos con el gento losdiscpulos preguntaron a izquierda y derecha quin era y qu crmenes habacometido el que en aquellos momentos se arrodillaba frente al tajo.Es un hereje deca la gente muy indignada. Hola! Ahora inclina su cabezacondenada! Acabemos de una vez! En verdad ese perro quiso ensearnos que la

    ciudad del Paraso tiene slo dos puertas, cuando a todos nosotros nos constaperfectamente que las puertas son doce!Asombrados, los discpulos se reunieron alrededor del maestro y le preguntaron:Cmo lo adivinaste, maestro?l sonri y, mientras echaba de nuevo a andar, dijo en voz baja:No ha sido difcil. Si fuese un asesino, o un bandolero o cualquier otraespecie de criminal, habramos visto entre las gentes del pueblo pena ycompasin. Muchos lloraran y algunos hasta pondran el grito en el cieloproclamando su inocencia. Al que tiene una creencia diferente, en cambio, se lepuede sacrificar y echar su cadver a los perros sin que el pueblo se inmute.