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Hinchas y emoción Esteban Abarzúa “Hay intelectuales que niegan los sentimientos que no son capaces de experimentar ni, en consecuencia, de compartir: sólo podrían reerirse al útbol con una mueca de disgusto, asco o indignación!" Esta que#a pertenece a Eduardo $aleano y est% en las primeras líneas de un libro que &l publicó en '()*, ba#o el título “+u ma#estad el útbol!, en una postura que seguramente representa a los dolidos hinchas de aquella &poca rente a aquellos que pretendían explicar el mundo o hacer la re olución" A esta altura, sería prudente de#ar de lado aquella sensación de menosprecio que, en el ondo, el útbol re irtió por sí mismo" -o creo que hayan sido los libros ni los intelectuales los que rei indicaron el relato de este #uego como un hecho signi.cati o en la biograía del ser humano" Eso ocurrió, a pesar de todas las abstracciones, durante los partidos de útbol: en la cancha y el tablón" /ara mí los partidos siempre se han #ugado en la cabeza de todos aquellos que son capaces de recordarlos" Este desarrollo que preeriría de.nir como narrati o, en ez de literario o intelectual, tiene su explicación undaciona a partir de lo que quiz%s sea una de las maniestaciones m%s sencillas de la humanidad: nuestras emociones" /ara no ol er a la repetida cita de 0amus, quien decía saber mucho acerca de los hombres gracias al útbol, podríamos con ocar aquí a otro autor uruguayo 1un peque2o país como 3ruguay est% al principio de todo: hay que estudiar seriamente qu& signi.ca eso4" El siguiente texto pertenece a 5ulio 0&sar /uppo, quien en '(67 publicó un libro llamado “0rónicas del Hachero! que recopilaba las columnas que escribió para la prensa de 8onte ideo" El ragmento recuerda el título mundial obtenido por 3ruguay en '(97 y el título, ie#as emociones!, no puede ser m%s adecuado"

Hinchas y Emoción

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Describe relación del hincha con sus afectos en el fútbol, relación con sus equipos y sentimiento de comunidad con otros hinchas.

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Hinchas y emocin

Hinchas y emocinEsteban Abarza

Hay intelectuales que niegan los sentimientos que no son capaces de experimentar ni, en consecuencia, de compartir: slo podran referirse al ftbol con una mueca de disgusto, asco o indignacin. Esta queja pertenece a Eduardo Galeano y est en las primeras lneas de un libro que l public en 1968, bajo el ttulo Su majestad el ftbol, en una postura que seguramente representa a los dolidos hinchas de aquella poca frente a aquellos que pretendan explicar el mundo o hacer la revolucin.

A esta altura, sera prudente dejar de lado aquella sensacin de menosprecio que, en el fondo, el ftbol revirti por s mismo. No creo que hayan sido los libros ni los intelectuales los que reivindicaron el relato de este juego como un hecho significativo en la biografa del ser humano. Eso ocurri, a pesar de todas las abstracciones, durante los partidos de ftbol: en la cancha y el tabln. Para m los partidos siempre se han jugado en la cabeza de todos aquellos que son capaces de recordarlos.

Este desarrollo que preferira definir como narrativo, en vez de literario o intelectual, tiene su explicacin fundacional a partir de lo que quizs sea una de las manifestaciones ms sencillas de la humanidad: nuestras emociones.

Para no volver a la repetida cita de Camus, quien deca saber mucho acerca de los hombres gracias al ftbol, podramos convocar aqu a otro autor uruguayo (un pequeo pas como Uruguay est al principio de todo: hay que estudiar seriamente qu significa eso). El siguiente texto pertenece a Julio Csar Puppo, quien en 1940 public un libro llamado Crnicas del Hachero que recopilaba las columnas que escribi para la prensa de Montevideo. El fragmento recuerda el ttulo mundial obtenido por Uruguay en 1930 y el ttulo, Viejas emociones, no puede ser ms adecuado. Cuando me vio llegar esta tarde se alarm. Dej sobre la silla el frasquito de pintarse las uas y corri hacia m, haciendo sonar los zuequitos de bao.- Negro, vos ts enfermo advirti.- S, estoy.Me met en la cama y trajo una bolsa de agua caliente, que era la que usaba para todas las enfermedades- En seguida te compons deca segura-. Hoy hay partido de fbal, no?- S, hayQu horas de martirio; qu horas de ansiedad, de sufrimiento, de tortura, aquella tarde terrible!De repente, se abri la puerta y lleg una clarinada de gloria, el grito de la calle: Uruguay! Uruguay!.- Vieja, vieja, ven!- Ganaron los uruguayos?- S, ganaron, querida, s- Viejo, tas llorando?- S, estoy- Como cuando la perrera nos llev al Pibe?- S.- Como cuando nos peliamos y encontrs la cama vaca?- S.- Cmo cuando creste que me mora?- S igual, igual.Montevideo volvi a ser nuestro, a darnos su amor, a entregrsenos, grande, fuerte, victorioso, como aquellos once varones que tambin tenan adentro el fuego sagrado de su amor inmenso.

No es posible seguir, por supuesto, sin aclarar que el origen de la palabra hincha tambin es uruguayo, incluso desde antes de los ttulos charras en los Juegos Olmpicos y la Copa del Mundo. Se trata de un tal Prudencio Miguel Reyes, talabartero del Club Nacional de Ftbol que a causa de su oficio se dedicaba a inflar o hinchar las pelotas que utilizaba el equipo para jugar. Como Reyes durante los partidos les daba rienda suelta a sus emociones para apoyar a los suyos los dems espectadores empezaron a reconocerlo como el hinchapelotas o simplemente hincha. Hinchar por un equipo es emocionarse, entregarse alegremente a esa suspensin infantil del alma que llamamos ftbol. Emocionarse con el ftbol no es pensar, pero tiene relato y correlato. A partir de ese fenmeno podemos elaborar una especie de pensamiento futbolstico que algunos quisieran llamar filosofa del ftbol, tica del ftbol o quizs esttica del ftbol, pero yo me conformo con su componente narrativo que lo rescata como literatura. Eso incluye, por supuesto, la tradicin oral de la que se hacen cargo, fundamentalmente, los hinchas.La emocin representa nuestra primera aproximacin al mundo que nos rodea, quizs de un modo primitivo pero natural que nos permite reconocernos en todo momento como dueos del momento que estamos viviendo. Dentro de una cancha de ftbol, a travs del juego y la competencia en equipo, la emocin se desarrolla multilateralmente en cada jugada. Si lo miramos como hecho psicolgico, en un equipo de once jugadores los partidos tienen una duracin real de 990 minutos. Cuando el juego se traslada al tabln esa dimensin temporal se puede multiplicar hasta lo infinito. El ftbol, dice Juan Villoro en un artculo titulado Los goles y el tiempo, es un desafo contra la muerte cuando las emociones se instalan en la memoria.Todo hincha tiene su propia biografa futbolera, una relacin establecida con su equipo a travs del tiempo y sus emociones. En Soy del Colo escrib lo siguiente: A los ocho aos yo crea en Dios, el Chavo del Ocho, Luke Skywalker y el 5 de Colo Colo. Una perfecta lnea de cuatro, con Dios jugando un poquito ms retrasado y Chuflinga Herrera, como siempre, saliendo a partir por la mitad a los que intentasen atravesar nuestro mar Rojo sin salvoconducto. Y en cada libro de ftbol que leo empiezo a buscar las palabras primera vez porque eso me habla de mi primera vez en el estadio junto a mi viejo. A veces me siento como una especie de Marcel Proust colocolino y lo que recuerdo son las emociones de todos esos momentos invertidos en el ftbol. Un hincha puede explicar perfectamente su vida desde los partidos que vio o, al revs, explicar la historia de su equipo a partir de su propio relato vital. Es lo que hizo Nick Hornby en Fiebre en las gradas, que debe ser uno de los libros que mejor enfrenta ese cruce entre la pelota y la vida. La separacin de sus padres fue el punto de partida para su amor por el Arsenal de Inglaterra.El hincha en todo momento se entrega al ftbol desde su biografa y sus emociones pueden ser representadas por un estilo de juego, la historia reciente de su equipo o incluso una simple jugada que no todos son capaces de recordar. A m me emociona, por ejemplo, esa accin de 1991 en que el Chano Garrido sali jugando entre Batistuta y Latorre en La Bombonera. El apego al ftbol, y su consecuente popularidad, tiene su explicacin en esta relacin que slo el hincha del ftbol es capaz de establecer. En el fondo, hablamos de relaciones compartidas que nos remiten a un sentido de pertenencia que, a su vez, construye identidad. Esto me parece importante: cmo las emociones, provisorias por naturaleza, nos ayudan a construir algo permanente.Aqu tambin cabe, por supuesto, el equvoco. Recuerdo al respecto una vez que entrevist en Montevideo a Roque Mspoli en Montevideo y le pregunt por la famosa Garra Charra. Dijo: No le puedo definir algo que, segn mi opinin, no existe. Son cosas que se les cuentan a los nios, aderezos que les ponen a las historias para que sean ms bonitas, pero mire lo que pas con la Garra Charra. El de 1950 fue nuestro ltimo ttulo y Brasil, en cambio, fue varias veces campen mundial de aquella derrota. Yo creo que toda la historia del ftbol desde 1950 en adelante podra ser reinterpretada desde sus estados de nimo a partir del gesto de Obdulio Varela despus del gol de Friaa en Maracan, ese gesto que supuestamente transform la alegra de doscientas mil personas en ira y luego en desesperacin. Un gesto que construy una idea del ftbol uruguayo, pero la identidad no suele tener fines utilitarios. Las emociones, ya est dicho, son provisorias y despus se convierten en relato. Eso es lo que queda: como la voz de Carlos Sol en su narracin inmortal del gol de Ghiggia en el minuto 34 del segundo tiempo.

Hinchar por un club, adems, es una accin de proselitismo. Uno es parte de su equipo y los resultados posibles son ganamos, empatamos o perdimos, aunque uno, ciertamente, no entre a la cancha. Siempre me he preguntado, en ese sentido, si hay sentimientos que nos hagan realmente distintos a unos de otros. En Salvajes y sentimentales, Javier Maras sostena que los equipos de ftbol con ms historia tienen un carcter que los identifica. Segn eso, Real Madrid sera heroico y altanero. Barcelona: artstico y frgil. Esto, claro, lo afirma un hincha de Real Madrid. Si lo aplicamos en nuestras canchas, yo (como colocolino), podra decir que Colo Colo es orgulloso, agrandado y picado a choro. Y la U: esforzada y resentida. Los hinchas, en general, son capaces de rescatar con cierta justicia las emociones que construyen su identidad, de mejor manera incluso que el periodismo, el otro gran elaborador de relato en el ftbol. Siempre he credo que en el tercer tiempo existen por un lado el aplauso y sus consecuencias: la fama, el dinero y los titulares de prensa. Por el otro est el ftbol, el hincha, la memoria y sus emociones.