Historia de Israel AT

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Introducción a la Biblia

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Historia de Israel: Antiguo Testamento42

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Historia de Israel. Antiguo Testamento.

Introduccin

Para muchos autores del siglo pasado que han estudiado los escritos bblicos desde el punto de vista de la 'historicidad', estos no revelan mucho sobre el mundo que describen (el 'mundo del texto') sino ms bien sobre el mundo de los autores. En otras palabras, el primer nivel de 'historia' que podemos alcanzar cuando leemos la Biblia es el de quien ha escrito. Los relatos bblicos nos cuentan entonces las preocupaciones, los intereses, los debates y una visn del mundo de la poca de sus autores. Por eso la distincin entre el 'mundo del relato' y 'el mundo del autor' es fundamental y hay que tenerla siempre presente.

Se hace necesario en todo caso el sentido crtico para ver las cosas en la perspectiva justa. La Biblia fue escrita hace mucho tiempo, en otro mundo y otra cultura y para responder a las preguntas de este mundo antiguo, que sin embargo est en el origen de nuestra fe y cultura cristiana. El modo que tiene de concebir la historia y de escribirla son diversos de los nuestros. Solo despus de haber tomado esta distancia y haber puesto cada cosa en su contexto apropiado, se puede iniciar a entender lo que nos quiere transmitir la Biblia. Es necesario aprender a hacer las preguntas adecuadas para obtener las respuestas adecuadas. Despus se podr naturalmente 'actualizar' el mensaje.

I.- Fuentes para Israel antiguo.

Dos tipos de fuentes son, al menos tericamente hablando, relevantes para el perodo anterior a la existencia de Israel como nacin: las narraciones histricas sobre Israel antes del tiempo de David y Salomn (evidencia interna) y la informacin que se deriva de otras fuentes que no son el AT (evidencia externa). Este ltimo tipo de informacin proviene de materiales obtenidos mediante las excavaciones arqueolgicas llevadas a cabo en palestina y regiones circundantes. Sin embargo es muy difcil ligar ambas evidencias y slo ocasionalmente es posible establecer concordancias entre ellas.

1.- El Antiguo Testamento como fuente histrica

El Antiguo Testamento contiene una serie de materiales de Israel antes de su vida como nacin, regida por una monarqua. Esta se encuentra en los libros que van desde Gnesis hasta el segundo libro de Samuel. Lo cual abarcara un perodo de tiempo entre el 2,300 y el ao 1,000 a.C., es decir desde la salida de Abraham de Mesopotamia hasta la ascensin de David al trono.

Hay que decir sin embargo, que los relatos bblicos no buscan la exactitud de una crnica fiel y detallada de los hechos. Buscan, ms bien, y en primer lugar, transmitir un mensaje existencial a propsito de los acontecimientos que describen. Quieren 'formar' mas que 'informar'. Para ellos el significado de los hechos narrados es ms importante que los puros hechos, si es que existen en nuestro mundo 'hechos puros'. La relacin de los textos bblicos con la 'realidad' histrica es entonces compleja y ciertamente ms compleja de la relacin de un 'reportaje' televisivo con un hecho de actualidad.

2.- La historiografa moderna

Cul es la diferencia entre la historia como la entendemos hoy y los relatos bblicos? La historia, o la ciencia histrica llamada historiografa, est basada sobre documentos y testimonios.

Los documentos pueden ser escritos o no. Un palacio, una casa, una tumba, una punta de flecha, un grafito sobre una piedra, las cenizas dejadas por un incendio, todos son documentos que permiten rastrear la existencia de personas. A partir de estos documentos es posible, con la debida cautela y el necesario rigor, elaborar un retrato de las personas que han dejado estos documentos y reconstruir el modo en que vivan. Los documentos escritos son de vital importancia, pero deben ser usados con espritu crtico porque pueden distorsionar la realidad.

Los testimonios, por su parte, son testimonios oculares. Es decir personas que asistieron a los eventos. Pueden ser personas que han recogido los testimonio de testigos oculares. De todas maneras a la base del testimonio se exige siempre un testigo directo. Por esta razn la historia se ocupa solamente de eventos pblico y no privados. La oracin de una persona, sola en su recmara, no forma parte de la historia porque faltan los testigos. Cuando faltan los documentos y los testimonios el histrico calla.

II.- Los Patriarcas

1.- Narraciones patriarcales

El ciclo de los patriarcas comienza con el de Abraham (Gn 12-25), contina el de Jacob (25-35) se concluye con la narracin sobre Jos (37-50) que hace de puente el las narraciones sobre el xodo. La figura de Isaac aparece muy similar a la de su padre Abraham, pero limitada en favor de su padre y de su hijo Jacob (Gn 24-27), considerados ms importantes.

La fuente J recoge la mayor parte de los textos preexlicos. En ella se ve cumplida la promesa divina hecha a Abraham en David y Salomn. Con ellos Israel se convirti verdaderamente en una gran nacin. El ncleo de los textos patriarcales, que van de Gn 11,10 a 50, se remonta al perodo de la monarqua.

2.- La historicidad de los patriarcas o de la poca patriarcal.

Antes que nada hay que decir que no se encuentran testimonios de los patriarcas bblicos en documentos contemporneos. Ninguna inscripcin, ningn documento y ningn monumento habla de Abraham, Sara, Isaac, Rebeca, Esa y Jacob o de sus familias. No han dejado escritos o inscripciones porque, probablemente, no escriban. Adems, como vivan en tiendas, es difcil encontrar restos de sus viviendas. No han construido monumentos arquitectnicos excepto altares (Gn 12,7.8; 13,18; 22,9; 26,25; 33,20; 35,3.7) estelas (Gn 28,18; 31,45.51; 35,14.20) y tumbas (Gn23; 25,9; 35,8.20, 49,30-32). Sin mencionar los problemas que plantean los textos que mencionan estos 'monumentos', muchos de ellos son tardos, se debe reconocer que los arquelogos no han identificado con certeza ninguno de ellos. En realidad estos monumentos no son fciles de encontrar ni de identificar.2.1.- Historicidad de una poca patriarcal

Sobre la base de alguna costumbre caracterstica, algunos exgetas han querido probar no exactamente la historicidad de los patriarcas sino al menos de una poca patriarcal. Por ejemplo, solo en los relatos patriarcales se menciona la posibilidad, para una mujer sin hijos, de dar su sierva al marido. El hijo o los hijos nacidos de esta unin son considerados como hijos de la mujer. Es el caso de Abraham y Agar, sierva dada por Sara a su marido y de la cual nacin Ismael (Gn 16). Lea y Raquel, las dos mujeres de Jacob, darn sus siervas, Bilha y Zilpa, a su marido en circunstancias similares (Gn 29-30). Ellas tuvieron momentos de esterilidad y resolvieron as su dificultad para tener hijos. Algunos documentos mesopotmicos del segundo milenio a.C. contienen, segn los mismos exgetas, contratos similares. Esto sera un elemento a favor de la antigedad de las narraciones patriarcales.

Algunos episodios del ciclo de Labn y Jacob se explican por las prcticas de adopcin de Nuzi: la prohibicin de casarse con otras mujeres que no sean las hijas de Labn (Gn 31,50) y el robo de los Terafin o dioses domsticos (Gn 31,19.34-35), que parecen constituir un ttulo jurdico con vistas a la herencia. El antiguo derecho aclara los trminos en que Abraham trata con los hititas la compra de la caverna de Macpel (Gn 23). Pero un examen ms riguroso de los contratos mesopotamicos ha revelado que las pruebas resultan superficiales.

2.2.- Una antigua religin de los patriarcas o una religin de la familia

Algunos autores (como Albrecht y Alt en Alemania) han afirmado que la religin de los patriarcas posee algunas particularidades que la distinguen de otras formas de religiosidad en Israel. La ms importante sera el culto del Dios del padre o del Dios de los padres (Gn26,24; 28,13; 31,53; 32, 10; 46,1; Ex 3,6). Contrariamente a las divinidades de los Cananeos, ligadas a lugares y templos, el Dios de los patriarcas estara ligado a las personas. Este tipo de religin sera tpico de los nmadas. En Gn, adems, el dios de los patriarcas recibe frecuentemente el nombre de 'el', ms que helohim, lo que sugiere la posibilidad de que originalmente haya tenido de algn modo relacin con el soberano del panten semitico-occidental, llamado en efecto el, que habra sido despus asimilado en Israel a Yahv. De los patriarcas se afirma adems que adoraban a divinidades localizadas en santuarios particulares, todas asimilada a Yahv, cuyo nombre era compuesto del ttulo el: por ejemplo 'el-betel'

La teora, sin embargo, ha sido contestada. Los textos bblicos y los textos paralelos son recientes. En lo que se refiere a los primeros, su finalidad e sobre todo mostrar la continuidad entre el Dios de los tres patriarcas y el Dios del xodo y han sido redactados para crear una ligazn teolgica y literaria entre las diversas partes del Pentateuco actual. No es posible recabar a partir de ellos muchos elementos sobre una posible forma antigua de religin de los patriarcas.

Algunos estudios recientes quieren demostrar que la religin tpica de los patriarcas no se puede situar exactamente en una poca particular de la historia de Israel. Se tratara mas bien de un tipo de religin peculiar, la de la familia misma. Mas personal y menos annima. El Dios es el de un antepasado o de un clan, no exactamente el Dios del universo el Dios de toda la nacin. Este Dios de la familia es vecino y se revela en los avatares cotidianos de cada da.

La alianza con la familia o ms especficamente con los antepasados de la misma es normalmente unilateral, es decir, incondicional Este Dios promete asistencia sin exigir nada a cambio. Por esta razn el Dios de los patriarcas es un Dios de bondad y mansedumbre, siempre pronto a ayudar, pero que parece cerrar los ojos ante las debilidades de sus elegidos (Gn 12; 18,15: se manifiesta una doble moral).

La religin de los patriarcas precede la religin de la nacin (la religin de Moiss) sol porque la Biblia considera este nivel de la fe como ms fundamental. Tambin Pablo afirmar que la fe precede a la ley, como Abraham precede a Moiss. La religin de la alianza unilateral precede a la de la alianza condicionada porque la gracia de Dios precede a las exigencias de la ley y de la moral.

Desde el punto de vista histrico, significa entonces que la religin de los patriarcas ha existido bajo diversas formas durante toda la historia de Israel porque es la religin no de una poca sino de la familia como tal, una institucin tpica de toda la antigedad y no solo de la antigedad.

2.3.- El mundo de los nmadas y la historia

El modo de vivir de los patriarcas es el de los nmadas o semi-nmadas que se mueven con sus rebaos en busca de pastos. Viven en tiendas (Gn 12,8-9; 13, 3.12.18; 18, 1.6.9.10) Gen 18 permite tambin conocer con suficiente precisin tambin su dieta: la carne era reservada para ocasiones especiales, se coma con pan cocido sobre una piedra y se beba leche (Gn18, 6-8). El vino aparece solo en la vida de los sedentarios (Gn 14,18). Este tipo de cultura nmada ha durado por milenios y los beduinos del desierto en la actualidad viven ms o menos como los patriarcas bblicos. Por tanto no es posible individuar con certeza la poca patriarcal solo sobre la base de algunas costumbres o de un cierto estilo de vida.

2.4.- Los patriarcas y Egipto

El descubrimiento de algunas pinturas encontradas en una tumba egipcia en Beni-Hasan ha hecho pensar a algunos que en ellas se tendra una ilustracin de las migraciones de los patriarcas a Egipto (Gn 12,10-20; 42,43.46-47). Pero la cosa no es segura. Los documentos egipcios y estas pinturas en particular muestran solo el pasaje habitual de grupos asiticos por Egipto. No se puede establecer a partir de estos pocos documentos una poca particular de la historia de Egipto en la cual algunos grupos especficos de nmadas o semi-nmadas provenientes de la tierra de Canan habran descendido a Egipto para establecerse all. Se ha pensado, por ejemplo a los Hyksos, una poblacin asitica que logr gobernar Egipto por casi dos siglos (1730-1550 a.C). sin embargo, los puntos de contacto entre los textos bblicos y los documentos egipcios son muy vagos para permitir sacar conclusiones seguras al respecto.

En las listas de los funcionarios egipcios no se ha encontrado ningn dato sobre un personaje llamado Jos. Los captulos sobre la permanencia de Jos en Egipto (Gn 39-50) podran hacer pensar que nos encontramos sobre un terreno ms slido ya que las narraciones suponen un cierto conocimiento de las costumbres egipcias. Se habla por ejemplo de que los egipcios no quieren comer con extranjeros (Gn 43,32) o que consideran a los pastores gente despreciable J. Gonzalez Echegaray, El creciente frtil y la Biblia VD, Estella (Navarra) 1991, 82-83.. Pero el conocimiento de Egipto que supone la historia de Jos no se diferencia mucho del que poda tener cualquier habitante de la tierra de Canan un poco culto.

2.5.- Un argumento en favor de la Historicidad de los Patriarcas

Los estudiosos pueden invocar un solo argumento bastante slido en favor de la historicidad de la figuras patriarcales: son antepasados y es difcil inventar a los antepasados de un pueblo. Si la figura no est bien anclada en la tradicin de un pueblo no tiene posibilidades concretas de ser aceptada y ms an de convertirse en parte del patrimonio literario de este pueblo. Segn esta lnea de argumentacin, los patriarcas bblicos eran figuras populares conocidas al menos en algunas partes de la tierra de Israel. Es tambin probable que alguno de los patriarcas haya tenido una patria diversa. Las figuras de Abraham y Sara, p.e., estn ligadas en modo particular a Hebrn (o Mambr vecino a Hebrn cf. Gn 13,18; 14,13; 18,1; 23,2.17). La figura de Isaac parece ubicarse ms al sur, en la regin de Beerseba, en la frontera con el Negeb (Gn 25,11; 26,33). Jacob, por su parte, permanece al norte, y despus de su permanencia con el to Labn en Harn, viaja entre Siquem y Betel (Gn 28,19, 33, 18; 35,1.16).

Delante a todo esto se puede decir que existe verdaderamente un 'fundamento' sobre la existencia de los patriarcas de Israel en el patrimonio popular, pero no es posible encontrarlo fcilmente bajo todo aquello que la tradicin ha agregado para celebrar la figura de sus antepasados

3.- La fecha de la redaccin de algunos textos clave

A propsito de los relatos sobre los antepasados de Israel es necesario agregar un ltimo dato. Muchos textos fundamentales de estos captulos de Gnesis son tardos, han sido redactados despus del exilio. La imagen de un Abraham 'peregrino' que viene de Ur de los Caldeos para establecerse en la tierra de Canan (Gn 11,28.31; 12,1-3, 15,7) est muy difuminada. La llamada de Abraham (Gn 12,1-3), texto clave del Gnesis y una pequea joya de la teologa veterotestamentaria, es juzgado hoy como un texto postexlico. La finalidad de este pasaje es presentar a Abraham como el antepasado de la comunidad que ha regresado de Babilonia para reconstruir Jerusaln y su templo. Abraham ha llamado por Yahv, el Seor de Israel, ha dejado su patria para ir hacia una tierra desconocida, la tierra prometida (Gn 12,1). Ha obedecido (Gn 12,4a) y por eso Dios lo ha bendecido. El mensaje es claro: la bendicin prometida a Abraham vale tambin para todos aquellos que han regresado de Mesopotamia despus del exilio para establecerse de nuevo en la tierra de Canan.

En realidad son pocos los textos que afirma que Abraham ha venido de Caldea. Si prescindimos de Gn 11,28.31 y 12,1-3 se habla en Gn 15,7 y el texto tardo de Neh 9,7. Todos estos textos son recientes. Adems, y este es un argumento de peso, los otros relatos no hacen referencia a su origen mesopotmico. Abraham vive en la tierra de Canan como si fuera la suya. No es considerado como extranjero y ni se comporta como tal. Vive ms bien como un nmada que se desplaza con sus rebaos segn las necesidades del momento. El momento de las caresta (Gn 12,10), no regresa 'a casa', hacia Mesopotamia, sino que ms bien baja a Egipto (12,10-20) o va a filistea (Gn 20). En Gn 24, donde el siervo de Abraham regresa a Harn para encontrar una mujer para Isaac es un texto muy reciente. Utiliza, p.e., el ttulo divino de Dios del cielo (24,7) que encontramos en el edicto de Ciro (2 Cro 36,23; Esd 1,2) y que es tpica del lenguaje de la poca persa.

Tambin Jacob es presentado como modelo de los Israelitas. El viaje de Jacob es una prefiguracin de la 'odisea' de los exiliados. Por ejemplo, cuando el patriarca debe ir a vivir con su to Labn (Gn 28,15; cf. 28,21). Dios le promete el retorno a su tierra, la tierra de Canan. La idea del retorno es uno de los 'hilos rojos' del ciclo de Jacob (Gn 31,3.13; 32,10; 33,18). Gran parte de estos texto son recientes.

Estas pocas observaciones basadas en elementos esparcidos en los relatos sobre Abraham (Gn 12-25) y Jacob (25-35) demuestran suficientemente que las figuras de estos dos patriarcas son hasta cierto punto el fruto de una relectura y de una reactualizacin de textos ms antiguos para responder a las preocupaciones de la comunidad postexlica, regresada a Jerusaln despus del final del exlio en el 530 a.C. ms o menos. Este dato nos obliga a ser prudentes cuando buscamos una posible ligazn entre los textos bblicos sobre los patriarcas y los movimientos de poblacionales entre el norte de Mesopotamia y siria o la tierra de Canan hacia 1800 o el 1700 a.C., fecha propuesta de vez en cuando para la poca patriarcal.

4.- La intencin de los relatos

La finalidad primaria de las narraciones sobre los antepasados de Israel el doble. Por una parte, ellos buscan definir al pueblo a partir de una 'genealoga'. En la mentalidad popular que se refleja en este tipo de relatos, era un modo simple y eficaz para afirmar la identidad del pueblo: los israelitas se distinguen de los pueblos vecinos como los Amonitas, Moabitas, Filisteos, Ismaelitas, Arameos y Edomitas porque tuvieron otros antepasados. Por otra parte, esta genealoga funda algunos derechos 'fundamentales', como el derecho a la tierra. Solo los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob tienen derecho a la tierra de Canan y a los otras bendiciones prometidas por Dios a estos antepasados, y no a los otros miembros de sus familias.

Adems de estos aspectos fundamentales, los relatos tienen algunas veces una dimensin 'paradigmtica' o 'ejemplar'. Los antepasados son presentados como modelos a seguir. Abraham es un modelo de fe, de confianza y de obediencia (Gn 12,1-4a; 22,1-19). Jacob, por su parte, asemeja ms a los hroes populares celebrados por sus proezas y su astucia, an cuando estas proezas sean moralmente discutibles. Esta es la intencin que ha guiado a los escritores en la redaccin de los relatos patriarcales mas que la voluntad explcita de compilar un archivo histrico sobre los orgenes del pueblo elegido.

III.- Exodo y permanencia en el desierto.

El xodo es para la fe del pueblo de Israel el evento ms importante. Israel nace como pueblo de Dios y como nacin cuando sale de Egipto. Sin embargo, y la cosa puede sorprender a simple vista, si interrogamos las fuentes egipcias y los documentos de la poca sobre estos sucesos, el resultado es bastante escaso: los estudiosos, los histricos y los arquelogos no han logrado hasta ahora encontrar una sola alusin clara al xodo en los papiros o en el material epigrfico egipcio.

1.- El cuadro histrico del relato bblico

Es posible, no obstante, hacer un esbozo de la situacin de Israel en Egipto gracias a pinturas, bajorelieves y algunos documentos escritos. Esta indagacin permite afirmar que el relato bblico es verosmil, pero no permite, si somos rigurosos en nuestra investigacin, probar en modo definitivo e indiscutible que haya existido un xodo como lo describe la Biblia. Faltan elementos slidos para alcanzar este fin. La escasez de documentacin no permite al histrico reconstruir con certeza la secuencia cronolgica de los acontecimientos relativos a la salida de Egipto de un pueblo llamado Israel. Existen varias teoras sobre el argumento pero ninguna logra imponerse.

2.- El personaje de Moiss

Moiss es un personaje fundamental no solo en lo que respecta al xodo, sino en la historia de Israel como tal. Se podra pensar que un personaje tan famoso deba por fuerza haber dejado algunas improntas en la historia del tiempo. Puede sorprender, pero es necesario rendirse ante la evidencia: hasta ahora no se ha encontrado ningn documento extabblico que lo mencione. Su paso por la corte del faran, su intervencin en favor del pueblo hebreo y sus largas batallas con el sucesor de este faran permanecieron sin eco en la historia egipcia.

De Moiss una sola cosa es cierta, siempre desde el punto de vista histrico: su nombre es de origen egipcio. La raz mos significa en egipcio engendrado de, hijo [de]. Se encuentra en algunos nombres de faraones como Ramss, hijo de Ra, (el dios sol); Tutmosis, hijo de Tot (dios de los escibas); Ahmosis, hijo de Ah.

El hecho tiene su importancia. Se puede afirmar que este nombre no puede ser inventado. Si los israelitas hubieran tenido la oportunidad de darse un hroe nacional, no le habran puesto un nombre egipcio, sino un nombre tpicamente semtico, es decir hebreo. Moiss, por tanto, no es un personaje del todo inventado. Pero es difcil afirmar alguna cosa de mas. Ciertamente no significa que todo aquello que la Biblia relata a propsito de Moiss haya sucedido como lo describe la misma. Con toda probabilidad Moiss se convirti en un personaje clave de la historia de Israel en la poca postexlica. En aquel momento, la monarqua haba desaparecido y, poco a poco, se hizo camino la amarga evidencia de que no haba alguna posibilidad de restaurarla de inmediato. Para enfrentar la dificultad, Israel busc en su tradicin un fundamento ms slido que la monarqua, algo ms antiguo, que hubiera sobrevivido a la catstrofe del exilio, y era la tradicin mosica. Segn esta tradicin Israel haba nacido y haba recibido todas las instituciones sagradas y civiles antes de la monarqua. Por esta razn, Israel poda existir sin la monarqua o despus de la monarqua. Moiss era entonces indispensable para la existencia de Israel; David, por su parte, no.

Esta observacin tiene una consecuencia inmediata sobre la figura bblica de Moiss. El retrato de este personaje es entonces una obra postexlica y la tarea del histrico que quiera determinar cuales sean los trazos antiguos y, quizs, resalen a la figura del Moiss histrico, es verdaderamente arduo.

3.- La esclavitud de los hebreos en Egipto (Ex 1 y 5)

Esta parte del libro del Exodo contiene algunos elementos que, desde el punto de vista de la historia, son verosmiles. Por ejemplo, Ex 1 y 5 hablan de una poblacin de semitas residentes en Egipto y obligada, por motivos estratgicos u otros, a construir ciudades con fines militares no lejos del delta del Nilo. Hay de hecho algunas pinturas egipcias que representan a esclavos de origen semtica o asitica ocupados en la fabricacin de ladrillos. Se puede decir con certeza que estos esclavos son semitas porque la iconografa egipcia sigue cnones fijos para la representacin de las diversas razas. Los semitas, por ejemplo, tienen la barba, mientras los egipcios son lampios o llevan una barba postiza; la nariz y los ojos de los semitas, tambin, son dibujados en forma reconocible. El relato bblico es por tanto verosmil pero no se puede decir mucho mas porque faltan documentos ms precisos al respecto. Han habido tantos esclavos en Egipto durante toda la historia antigua de este pas y no debe sorprender tanto si no se han encontrado datos sobre un pequeo grupo de esclavos hebreos presentes en Egipto durante un perodo de tiempo limitado.Las ciudades de Pitm y Ramss de las cuales habla el texto bblico de Ex 1,11 (cf. 12,13) son conocidas Pero resulta difcil establecer una relacin entre estas ciudades y el empleo de esclavos hebreos en su construccin. De esto no se ha, evidentemente, encontrado alguna prueba cierta

4.- Las plagas de Egipto (Ex 7-12)

Los fenmenos descritos en el relato bblico de las plagas de Egipto son comunes en este pas. Por ejemplo se puede, o se poda antes de la construccin de la presa de Assuan, observar cada ao al agua cambiarse en sangre cuando el Nilo, en primavera, crecido a causa de las lluvias cadas en Africa central transporta arcilla roja. Ranas, mosquitos, moscas, langostas, enfermedades y epidemias eran fenmenos comunes en la antigedad. Solo el granizo es un fenmeno muy raro en Egipto. Pero el relato bblico dedica mucho espacio a esta plaga, propio porque no es comn, pero no imposible (Ex 9,13-35). La plaga de las tinieblas (Ex 10,21-27), a su vez, se explica bastante fcilmente: se trata de una tormenta de arena.

La muerte de los primognitos se explica ms difcilmente, especialmente si todos ellos han muerto en la misma noche, comprendidos los de los animales. Hace falta tener en cuenta el lenguaje hiperblico del relato. Por otra parte, el relato ha conocido un desarrollo. Un texto como Ex 4,23 anuncia solo la muerte del primognito del Faran. La narracin de Ex 12 es probablemente una ampliacin a partir de este primer dato tradicional. Algunos estudiosos agregan que existe una enfermedad particular que afecta solo a los primognitos.

Todo esto demuestra la precariedad de una investigacin estrictamente histrica sobre las plagas de Egipto. Los intentos a este propsito no han faltado y todava los hay. Pero, como ya se ha dicho, los fenmenos descritos son bastante comunes o son descrito de manera muy genrica para poder ser individuados con todo el rigor requerido por una investigacin histrica seria. Tambin aqu el histrico honesto reconoce de llegar solo a una probabilidad pero no a una certeza.

El relato contiene en realidad un elemento nico, que no es exactamente de orden 'histrico', que, es decir, no forma parte de una simple y seca crnica de los acontecimientos. Este elemento es la reflexin sobre el poder de Yahv, Seor de Israel, an en Egipto. En otras palabras, el Dios de Israel demuestra ser el verdadero soberano de Egipto y de poseer un poder 'superior' al del Faran porque es de otro orden. Por este motivo el relato bblico ha escogido un 'gnero literario' diverso del mero informe y ms idneo para transmitir un mensaje de fe. No se content de una serie de reportes secos y neutrales de lo sucedido. Esto complica quizs la tarea del histrico pero facilita ms bien el de quien busca el 'sentido': el relato sobre las plagas de Egipto resalto sobre todo el aspecto 'significativo' de las cosas. De esta manera invita libremente al lector a la reflexin y no se limita a informar sobre eventos 'sensacionales'.

Este tipo de reflexin teolgica permite comprender el carcter 'milagroso' de las plagas de Egipto. La finalidad de estas narraciones no es de presentar estos fenmenos como poco comunes e inexplicables naturalmente. Al contrario, es de hacer ver que solo Dios y el Dios de Israel es el dominador de la naturaleza. Ni el Faran ni sus magos son capaces de ordenar al Nilo, a los insectos, a las langostas, al viento, al granizo, a la luz y a las tinieblas. Son tambin incapaces de impedir las enfermedades de los hombres y de los animales. En pocas palabras, el poder del Faran es limitado no porque no es capaz de producir fenmenos inauditos sino porque no puede mandar sobre la naturaleza.

De hecho la mentalidad antigua no distingue como se suele hacer hoy entre fenmenos 'naturales', explicables cientficamente, y fenmenos 'sobrenaturales' que la ciencia lo logra explicar. El 'milagro' principal es, para el mundo antiguo, el hecho de la existencia como tal. Existir es un milagro constante, porque la muerte es ms normal que la vida. El primer milagro es que exista un mundo poblado de seres vivos. Cada fenmeno natural es por tanto un 'milagro' para los antiguos porque nada sucede sin el concurso de Dios en la naturaleza y en el mundo de los hombres. El relato bblico quiere demostrar esta verdad esencial con los medios literarios a su disposicin. No nos debemos admirar entonces que hoy sea posible 'explicar' de modo bastante simple las plagas de Egipto.

5.- La Salida de Egipto y el pasaje del mar (Ex 13-15)

5.1.- El Papiro Anastasis IV y los otros documentos

Tambin la salida de Egipto y el paso del mar, la situacin del histrico no cambia mucho. Existe sin embargo, a propsito del paso del mar, un relato anlogo en un documento egipcio, el Papiro Anastasis IV. Este contiene el informe de un oficial de frontera entre Egipto y el desierto del Sina sobre un evento acaecido durante su tiempo de servicio. Egipto haba de hecho instalado puestos de frontera al este del pas para vigilar las infiltraciones de nmadas provenientes de la pennsula del Sina o la fuga de esclavos de Egipto. En este informe, el oficial dice que algunos esclavos han logrado escapar a su vigilancia escondindose de noche en los caaverales de los pantanos de la regin. Es necesario recordar que antes de la construccin del clebre canal de Suez, el istmo que separaba el Mediterrneo del Mar Rojo era en parte una regin de lagunas y pantanosa.

Los antiguos textos egipcios documentan el paso de esclavos fugitivos que dejaban Egipto para regresar a vivir libres en el desierto. Tambin oficiales egipcios huan en esta direccin cuando su situacin en la corte se volva insegura, como relata un cierto Sihuhe (entre 1962-1968 a.C. aprox.), Este personaje atraviesa un lago en barca, despus se esconde detrs de unos matorrales y aprovecha la oscuridad para escapar de los centinelas que vigilaban los movimientos de las poblaciones del desierto sobre un muro construido por los faraones para este fin. Ser acogido por un jeque que lo haba encontrado antes en Egipto.

5.2.- La falta de documentacin y sus razones

Todo esto permite dar lineamientos ms concretos al relato del paso del mar, de noche (Ex 14,20.21.24.27). Este mar del cual habla el texto sera con toda probabilidad uno de los lagos del istmo de Suez ms que el Mar Rojo. Pero todo tentativo de precisar la fecha del xodo en un modo no muy aproximativo permanece infructuoso. Han habido muchos xodos de esclavo semitas fugitivos de Egipto para poder decir cual de esos es efectivamente aquel del que habla la Biblia.

Adems, los archivos egipcios no ha registrado alguna desaparicin de un ejrcito egipcio en el mar mientras persegua un grupo de israelitas salidos bajo la gua de un cierto Moiss. No recuerdan ni siquiera la muerte de un faran ahogado en el mar. En realidad las crnicas del tiempo no registraban fcilmente las derrotas. Y, ms probablemente an, acontecimientos como aquellos que cuenta la Biblia eran solo ancdotas sin importancia en la corte del Faran. El xodo es un evento fundamental para la fe de Israel; es mucho menos probable que haya dejado huellas en la historia de Egipto.

5.3.- El itinerario de la salida de Egipto

Permanece una pregunta a propsito del paso del mar: la cuestin del itinerario. Hay al menos tres posibilidades: los hebreos atravesaron el Mar Rojo, o los llamados Lagos Amargos, o una laguna vecina al Mediterrneo llamada Lago Menzaleh (o, antiguamente, Mar de Sirbonid). Habitualmente se habla del paso del Mar Rojo. Sin embargo es poco probable que los israelitas hayan escogido este itinerario porque el Mar Rojo es muy profundo. De todas maneras, la traduccin Mar Rojo no corresponde a la expresin hebrea que se usa para designar este mar y que hoy se traduce con mayor exactitud como Mar de los Juncos. Ahora, como se ha dicho ya, la regin donde se encuentra actualmente el canal de Suez era en la antigedad una regin de lagos, algunos de los cuales existen todava hoy, como por ejemplo los Lagos Amargos. Es muy probable que se deba buscar en esta regin el escenario del relato bblico de Ex 14, junto a uno de estos lagos o en la cercanas de una laguna. Pero se trata de nuevo, solo de una posibilidad. El relato bblico no ofrece datos suficientemente precisos para fechar y situar geogrficamente el evento. En la narracin, la experiencia de fe (cf. Ex 14,31) cuenta ms que la precisin geogrfica o cronolgica.

5.4.- El milagro del mar

El 'milagro del mar' describe un evento que se puede reconstruir de manera verosmil sin muchas dificultades. El grupo de esclavos hebreos fugitivos ha sido perseguido por una seccin de los carros egipcios (Ex 14,5-10). Han llegado a la regin de las marismas que separan a Egipto del desierto (14,2.9). Los egipcios, no han logrado alcanzarlo antes de crepsculo. Despus del atardecer y durante gran parte de la noche, un fuerte viento del este ha descubierto una parte de rivera de un lago de la regin (14,9 y parte del 21). Si estaban cercanos al mar, al viento se agreg quizs la marea. Los carros egipcios se haban probablemente introducido en esta parte de la costa. El relato bblico no lo dice explcitamente, pero es una de las explicaciones sugeridas por el relato. Adems, en la noche, una fuerte neblina (o una nube de arena levantada por el viento) ha impedido a los egipcios ver y capturar a los israelitas (14,20 y parte del 21). Hacia el amanecer, aqu es necesario introducir de nuevo otro elemento que el relato no ofrece explcitamente, el viento ces y el mar regres a su puesto habitual (14,24). Los carros egipcios quedaron atascados en el fango (14,25), las olas se movan velozmente y no tuvieron oportunidad para escapar muriendo ahogados porque huyeron hacia el mar que les vena al encuentro (14,27-28). En la maana los israelitas descubrieron los cadveres en la orilla del mar (14,30).

Esta versin es verosmil. Se debe suponer un evento similar a propsito de la batalla del torrente Qishn (Jue 4). All los Cananeos perdieron la batalla porque con toda probabilidad sus carros se atascaron en la llanura pantanosa en torno a este torrente. As Dbora y Baraq vencieron al rey Ssara de Hazor.

La visn ms conocida y transmitida por las grandes pelculas de Hollywood sobre el xodo, es decir el paso del mar entre dos muros de agua, proviene de un relato ms reciente que ha claramente embellecido y ampliado la tradicin ms antigua (cf. Ex 14,21b-22.29). Este relato pertenece a la tradicin sacerdotal, escrito que se remonta a la poca postexlica.

6.- La permanencia en el desierto

6.1.- Los cuarenta aos

Los cuarenta aos de la permanencia en el desierto crean no pocos problemas a la exgesis. A propsito del paso nmada de Israel es necesario recordar lo dicho cuanto fue dicho en precedencia a propsito de los patriarcas: este modo de vivir ha durado milenios. Todava hoy, grupos de beduinos viven en el Negeb y en el desierto del Sina con sus rebaos en una manera que no debe ser muy diversa de la descrita por la Biblia.

El nmero cuarenta es ciertamente simblico. Aparece en textos como Am 5,25; Ex 16,38; Num 14,34; 33,38; Dt 1,3; 2,7; 8,2; Jos 5,6. Excepto Am 5,25 todos estos textos son tardos, es decir postexlicos.

6.2.- Los milagros del desierto

Sobre el itinerario en el desierto y algunos eventos como la teofana de Sina no existen documentos, como bien se puede pensar. Algunos relatos pueden, sin embargo, ser explicados a partir de un conocimiento preciso de las condiciones de vida en el desierto del Sina. Por ejemplo, el man del que se habla en Ex 16 y Num 11 es un fenmeno comn en esta regin. Se trata de la secrecin de un insecto que se nutre de la savia de un arbusto comn en esta regin, una especie de tamarisco. El color de esta secrecin es blanco y su sabor dulce.

Existe tambin una explicacin posible para 'el milagro del agua' que sale de la roca (Ex 17,1-7 y Num 20,1-3). Aunque si rara el agua no falta completamente en estas regiones. La humedad del aire se condensa durante la noche en lugares ms frescos y, por ejemplo, se acumula poco a poco hendiduras y grietas de las rocas a causa del cambio brusco de temperatura despus del crepsculo. All permanece de vez en cuanto en cantidades relativamente importantes. Basta dar un golpe violento sobre la roca para ver toda esta agua literalmente salir de la roca. Es necesario naturalmente conocer estos lugares.

El relato de Ex 15,22-25, donde Moiss hace potable las 'aguas amargas' podra tambin tener una base concreta. Las poblaciones del desierto conocen de hecho la virtud de la madera de algunos rboles para purificar aguas no potables.

La emigracin de las codornices (Ex 16; Num 11) y otras aves son bien conocidas por los habitantes de la costa mediterrnea y del desierto del Sina. Se puede adems agregar que las codornices que provienen de Europa y viajan al final del verano hacia Africa son un bocadillo preciado, mientras aquellas que vienen en primavera de Africa no son comestibles. El tipo de alimento ingerido en Africa del norte o en Africa central hace su carne inapropiada para el consumo. Esto explicara porque las codornices que el pueblo come en Ex 16 no tienen ningn efecto negativo en la salud de los individuos, mientras que aquellas comidas en Num 11 tienen consecuencias letales para un nmero considerable de israelitas.

La teofana del Sina describe ms bien un violento temporal (tradicin E). Algunos tambin han pensado en una erupcin volcnica (tradicin J). Pero el texto habla de un fuego que desciende sobre la montaa (Ex 19,18). El fuego de una erupcin volcnica no desciende sino que sale de la montaa.

Estos elementos no bastan ciertamente para dar una base histrica slida a todos los relatos bblicos sobre la permanencia en el desierto, pero ayudan a ambientarlos mejor. Por lo dems no se puede decir que todos estos relatos son pura ficcin. Los narradores tenan un conocimiento de las condiciones concretas de vida en el desierto.

A propsito de los 'milagros' de Dios en favor de su pueblo en el desierto y de su explicacin propuesta precedentemente, conviene agregar una breve nota. En la mentalidad moderna, un 'milagro' es un fenmeno que no tiene una explicacin natural, racional o cientfica. Requiere por tanto una explicacin sobrenatural. Esta distincin entre natural y sobrenatural es reciente. Proviene en gran parte de las discusiones con el racionalismo y el positivismo del siglo de las luces. La mentalidad bblica no realiza esta distincin en el mismo modo. Por eso, cada fenmeno natural que hace posible la vida en un lugar donde esta es casi imposible es considerado como una intervencin divina. En el desierto, de hecho, es normal morir, no sobrevivir. Vivir en el desierto, encontrar agua y comida donde de por si no existen medios de sobrevivencia, es ya un 'milagro'.

6.3.- La permanencia en el desierto

Siempre sobre la permanencia de Israel en el desierto, algunas publicaciones del arquelogo italiano Emanuele Anati podran ofrecer un cuadro histrico a los relatos bblicos. Las excavaciones realizadas en el sur del Negeb, especialmente en la regin de Har Karkom, ha tenido resultados bastante interesantes. Segn este arquelogo, la regin del Negeb, es decir la parte septentrional del desierto del Sina, ha sido habitada durante milenios. Los asentamientos son muy numeroso durante el tecer milenio a.C. y disminuyen improvisamente a partir del inicio del segundo milenio a.C. (entre el 1950 y el 1000 a.C.). En el primer milenio la poblacin aumenta de nuevo, pero sin alcanzar el nivel precedente. Este drstico calo numrico a partir del inicio del segundo milenio es debido, probablemente, a un cambio climtico. Como la agricultura y el pastoreo de esta regin dependen de las precipitaciones pluviales, basta una reduccin de la cantidad de lluvia para provocar un desequilibrio grave y obligar a gran parte de la poblacin a desplazarse si no quiere perecer. Se puede en efecto pensar que la poblacin relativamente numerosa de esta regin haba escogido abandonarla. Haban dos posibilidades: el norte hacia la tierra de Canan o el oeste, hacia Egipto. Ahora bien, es de acuerdo a estas dos posibilidades que se divide la comunidad de Israel en el desierto. Moiss combate para ir a establecerse en la tierra de Canan, mientras el pueblo prefiere Egipto (Ex 14,11-12; 16,3; 17,3; Num 11,18.20; 14,2-4; 16,13-14; 20,5-6; 21,5). Existe entonces una cierta convergencia entre los relatos bblicos, si bien muchos de ellos son recientes, y algunos datos ofrecidos por la arqueologa. No obstante es necesario ser prudentes. No hemos encontrado a Moiss y a Israel del desierto. Hemos solamente encontrado huellas de la existencia de un poblacin relativamente numerosa en el desierto del Negeb en un perodo bastante largo, concretamente del 4000 hasta el 2000 a.C.. Esta poblacin desapareci a partir del 2000/1950 a.C.. Probablemente fueron a Egipto y a Palestina. Esto ofrece un paralelo a lo que la Biblia describe en los relatos sobre la permanencia de Israel en el desierto y sus tentativos de conquista a partir del sur. Quizs, pero se trata de una simple hiptesis difcil de verificar, tendramos aqu el origen de algunas tradiciones bblicas sobre las estada en el desierto. La gran dificultad de una hiptesis de este gnero es el hecho hara falta hacer remontar algunos relatos incluso hasta el 2000 a.C.. Los estudios recientes sobre la tradicin oral muestran que los relatos populares pueden ciertamente conservar por mucho tiempo algunos motivos o transmitir recuerdos del pasado. Sin embargo, la tradicin transforma, adapta, colora e interpreta fuertemente segn las circunstancias. Es por tanto poco prudente querer encontrar en los relatos elementos histricos precisos que podran remontarse a mas de mil aos atrs y sobre todo fiarse de los relatos para una reconstruccin histrica detallada.

Despus de esta indagacin, una permanece segura: el es una regin donde la vida es precaria. Lo que la Biblia narra cuenta sobre las dificultades de vivir en ella podra verificarse en cualquier poca. El deseo de ir o regresar a vivir a Egipto o ms bien hacia el norte ha sido una tentacin casi constante de estas poblaciones. El deseo se ha hecho ms vivo cada vez que la vida se haca ms difcil a causa de condiciones meteorolgicas menos favorables.

Este hiptesis permite encuadrar mejor a Moiss y su actividad en el desierto. La Biblia afirma muchas veces que Moiss no entr en la tierra prometida porque muri en el desierto. Los textos que hablan de una 'culpa' de Moiss sin embargo son tardos (Num 20,12-13; Dt 1,37-38; 3,23-28) y buscan explicar en clave teolgica un hecho transmitido por la tradicin. Quieren responder a una pregunta surgido solo cuando Moiss se convierte en el jefe que conduce a Israel fuera de Egipto hacia la 'tierra que mana leche y miel'. A partir de este momento era inevitable preguntarse por qu Moiss haba entrado en esta tierra. Para estos autores recientes, el hecho de no entrar en la Tierra Prometida no poda ser otro que un castigo divino y as explican la cosa.

Pero el Moiss primitivo era solo un personaje que viva en el desierto y all llevaba a cabo su de jefe actividad religioso y poltico. All habra tambin muerto. Existen muchos santuarios de diversas pocas en el Negeb y Moiss, quizs un hombre de origen egipcio, ha podido estar activo en torno a uno de ellos. La cosa de todas maneras no es inverosmil.

El cuadro en el cual un personaje como Moiss haya podido ejercitar su actividad existe. Pero estas reflexiones no permiten afirmar que hayamos encontrado a Moiss Podemos slo decir que la arqueologa traza un cuadro al interno del cual es posible situar una figura bblica como aquella de Moiss. Para pasar de la posibilidad a la certeza y demostrar su existencia se necesitaran otros elementos positivos de los cuales hasta ahora no disponemos.

En resumen, repetimos que Moiss es una figura clave del Antiguo Testamento porque las instituciones mosaicas permiten al Israel postexlico de vivir sin monarqua y sin autonoma poltica en el proprio pas. La situacin de Israel en el desierto, bajo la gua de Moiss, es emblemtica: el Israel postexlico vive en una situacin similar. La intencin fundamental de los textos es transmitir este mensaje esencial, no hacer el retrato de Moiss histrico o reconstruir el pasado remoto de los antepasados del pueblo en el desierto.

6.4.- El Sina

La localizacin del Sina es muy discutida. De acuerdo a cada una de las tradiciones la localizacin del Sina se coloca en lugares diversos. Si se tratara de una tormenta como parece indicar H el Sina podra identificarse con el Jebel Musa, 'el monte de Moiss', donde se encuentra el famoso monasterio de Santa Catalina(al actual Sina), de acuerdo con la tradicin cristiana que se remonta al s. IV. Si, por el contrario, la teofana se asocia con una erupcin volcnica (J) habra que situar al Sina al otro lado del Golfo de Akaba, en el noroeste de Arabia. All existen volcanes que estuvieron activos hasta la Edad Media y all precisamente se encontraba el antiguo territorio de Madin, al que Moiss haba huido antes del xodo J. Gonzalez Echegaray, 115.. E. Anati ha propuesto Har Karkin, un sitio montaoso del Negeb al norte de la pennsula de Sina. pero es necesario reconocer que hasta ahora no ha sido posible identificar con certeza el sitio bblico del Sina o del Horeb , como es llamado en el Dt.

Las razones de esta dificultad son mltiples. La primera es el simple hecho que para la Biblia el monte Sina u Horeb no es tanto un lugar geogrfico cuanto jurdico: es el lugar donde Israel se ha constituido pueblo de Dios y se ha dado sus leyes fundamentales. Todas las instituciones que, en la Biblia, se remontan a este momento de su 'historia' son instituciones fundamentales. Las otras no. Este hecho es ms importante para la Biblia que la ubicacin geogrfica exacta del monte. Solo sobre un punto concuerdan todos los textos: el Sina no se encuentra en Israel sino en el desierto.

6.5.- Las instituciones mosaicas

Las instituciones mosaicas son esenciales para la existencia de Israel. No obstante esto, un aspecto de esta legislacin no puede ms que sorprender: estas instituciones han sido promulgadas fuera del pas. El monte Sina, el monte donde Israel se convirti en 'un pueblo' en una 'nacin' cuando pact una alianza con su Dios, se encuentra en el desierto y no en la tierra prometida. Por eso es un monte ms importante que el monte Sin y que Jerusaln porque Israel naci en el Sina y no en Sin.

De este hecho podemos entonces extraer una conclusin importante: Israel puede vivir como pueblo sin la propia tierra, sin la monarqua y sin un verdadero templo porque es ms antiguo que la conquista de la tierra, que la monarqua y que el templo de Salomn. Israel espera evidentemente poseer un da una tierra, de tener un rey y un templo. Pero, dadas las circunstancias, puede tambin dejarlas de lado, y existir ya como pueblo en una condicin transitoria.

Los puntos fundamentales de esta 'teologa del Sina' o constitucin de Israel como pueblo son dos: la ley y el culto. El primero es un fundamento jurdico y el segundo es cultual. Los dos est ligados porque el derecho de Israel est apoyado en la autoridad divina.

a.- El derecho de Israel

El derecho de Israel, promulgado en el Sina, es diverso de los otros conocidos en el Medio Oriente Antiguo porque su validez no est ligado a un territorio y la autoridad que lo suscribe no es la autoridad tradicional de una monarqua.

El derecho de Israel est fundado en el consenso y no sobre la cohersin. Todo el pueblo entra libremente en una alianza con su Dios y jura, siempre libremente, observar la ley. Israel ha entonces libremente darse un 'derecho' o una 'ley' para ser el pueblo de Dios. Este derecho ha sido propuesto no impuesto, cada miembro del pueblo de Israel se ha empeado pblicamente a respetarlo.

Se podra objetar que el derecho de Israel est fundado en la autoridad divina y en la autoridad de Moiss ms que en el consenso del pueblo. Pero la autoridad divina no es una autoridad humana. Decir que el derecho es de origen divino significa que tal derecho no ha sido impuesto por ninguno, por ninguna autoridad humana.

La autoridad de Moiss, por otra parte, no es la de una autoridad humana ordinaria. No dispone de una fuerza de cohersin, de un ejrcito o de una guardia y no dispone ni siquiera de un poder econmico del cual el pueblo dependa. Las 'cualidades' de Moiss son intrnsecas no extrinsecas. Provienen de su 'competencia', se dira hoy, y no de su 'poder' poltico o econmico. La autoridad de Moiss proviene de su conocimiento de Dios cara a cara (Dt 34,10) o de hablar con el 'boca a boca' (Num 12,8). Esta se funda en sus cualidades humanas, religiosas para la Biblia, y no en sus condicionamientos materiales. Israel se ha constituido como nacin a este 'precio', es decir, buscando de construir su propia identidad en valores humanos fundamentales, sin esperar que fueran satisfechas todas sus necesidades materiales para la realizacin de su 'proyecto de sociedad'. En este punto la Biblia se revela extraordinariamente moderna.

b.- El culto

La misma situacin se da para el culto instituido por Moiss en el desierto. La caracterstica fundamental del 'santuario' del desierto es, de hecho, su mobilidad. En pocas palabras, el smbolo ms importante de la presencia de Dios es una tienda que se desplaza, que gua y acompaa al pueblo en su marcha por el desierto hacia la tierra prometida. Dios, entonces, no habita slo en la tierra prometida, y no espera tener una morada estable y definitiva, que ser el templo de Salomn, para venir a habitar en medio de su pueblo. Viene ms bien a compartir las condiciones precarias, provisorias y transitorias del desierto que es tierra de muerte mas que de vida. En trminos muy simples, se puede decir que Israel puede vivir en el reino de la muerte porque su Dios es capaz de hacerlo vivir donde triunfa normalmente la muerte. En trminos ms 'polticos' se dira que Israel lograr existir como nacin y pueblo en condiciones en las cuales la existencia de un pueblo o de una nacin es normalmente imposible. De hecho, faltan a Israel un territorio y un 'gobierno' autnomo, es decir una monarqua, que son en el Medio Oriente antiguo dos requisitos esenciales para ser una 'nacin' en el sentido pleno de la palabra.

Esta teologa de un Dios capaz de 'morar' en lo provisorio y de hacer vivir a su pueblo en una situacin imperfecta y transitoria prepara y anticipa la teologa de la encarnacin. Una frase del NT recoge lo esencial del AT para aplicarlo al Nuevo: "el Verbo se hizo carne y puso tienda entre nosotros. Hemos visto su gloria" (Jn 1,14). Para Juan el verbo viene ha plantar su tienda en la imperfeccin del mundo humano y asume la condicin humana con todo lo que tiene de efmero y de frgil. Significa que el Nuevo como en Antiguo Testamento afirman con fuerza que Dios se hace presente en nuestro mundo, y que la plenitud de la vida es ya en alguna manera ofrecida a todos los 'peregrinos' de nuestra tierra. Dios no espera el arribo de los peregrinos, a la puerta de la eternidad; l mismo ha tomado el bastn y la alforja del peregrino para cumplir con nosotros el largo camino hacia la ciudad del infinito.

Se puede concluir entonces que este esfuerzo de reflexin teolgica, en su forma definitiva, se coloca en el perodo postexlico, despus de la prdida de la tierra, al final de la monarqua y la destruccin del templo. Sera verdaderamente difcil imaginar que tal teologa haya sido elaborada mientras Israel viva en su tierra, gobernado por sus reyes y ofreciendo un culto a su Dios en el templo de Jerusaln o en otros santuarios.

IV.- La conquista.

1.- Israel originariamente extranjero

La tradicin bblica es unnime en afirmar que Israel no es originario de la tierra de Canan sino que lleg de fuera y la conquist. Solamente en el libro de las Crnicas parece encontrarse la idea de que habra vivido siempre en su propia tierra.

De la conquista tenemos dos versiones: la oficial en Jos 1-12, que es sin duda la ms conocida, y la de Jue 1,1-2,5, que la tradicin quiere presentar como continuacin de la primera. A estas se agregan otros textos esparcidos aqu y all en la Biblia Hebrea.

2.- Conquista unitaria o fragmentaria?

Segn Jos 1-12, la conquista habra sido una operacin a gran escala guiada por Josu, sucesor de Moiss, en una forma que parece asemejar a una acto litrgico: al frente el arca con los sacerdotes, seguidos por las tribus, como haba sucedido en el desierto. Slo en el caso de Jeric, en cuyos alrededores se habra dado la milagrosa atravesada del Jordn, la procesin litrgica se pone en relacin con una conquista militar, signo, probablemente de un estrato ms antiguo del relato.

Analizando bien el texto de Jos 1-12 desde el punto de vista topogrfico, emerge un hecho particular: salvo pocas excepciones, toda la empresa tiene como escenario el territorio de la tribu de Benjamn, cuyo territorio es un de los menos extensos, de cuyo santuario, el de Guilgal, parten todas las operaciones. Esto hace surgir la pregunta de si no hayas sido este santuario en centro en el cual haya nacido la tradicin de la conquista unitaria, convertida despus en la versin oficial de los hechos.

Por su parte, el texto de Jue 1,1-2,5, al que se le reconoce una mayor antigedad, presenta la conquista como el resultado de acciones individuales de las tribus, permaneciendo, a causa de esto, incompleta. Por esto se presenta como una narracin ms fragmentaria respecto a la presentada por Jos 1,1-12. Se trata de tradiciones yavistas que haban sido descartadas por la primera redaccin del libro de Josu ya que no correspondan ni a su plan de la obra ni a su intencin teolgica. El redactor deuteronomista del libro de los Jueces la ha retomado, sin embargo, para evitar el contraste con el libro de Josu las coloc despus de la muerte de ste.

3.- La situacin al final del II milenio a. C.

Si prescindimos de la narracin unitaria de la conquista, notamos inmediatamente el carcter fragmentario de la ocupacin israelita de la regin. Es propio este elemento que demuestra como los cap. 1-2 de Jue no pueden haber sido en origen la continuacin de Jos 23-24. No tenemos que ver entonces con las tribus particulares que toman posesin de los territorios conquistados y asignados a ellas mediante una extraccin a suerte sino con una versin diversa que la narracin oficial ha buscado de sustituir.

Si nos atenemos a los primeros dos captulos de Josu resulta que la conquista ha afectado al inicio regiones escasamente pobladas, es decir las estepas y los altiplanos, y no las regiones costeras que estaban densamente pobladas o las llanuras frtiles y organizadas en un mosaico de ciudades-estado en las que Israel no tena inters ni tampoco capacidad militar para conquistar.

En las estepas y los altiplanos la situacin era diferente: las ciudades-estado eran pocas y haban muchos terrenos sin cultivar que se prestaban al pastoreo trashumante. Eran terrenos poco tiles para la agricultura dada la falta de agua en los perodos primaveral y de verano pero que con la construccin de cisternas impermeabilizadas con una especie de argamasa (tcnica descubierta alrededor de los s. XIII-XII), hacan posible, si no la agricultura, al menos la cra de ganado menor durante todo el ao con el consiguiente establecimiento de pequeos ncleos urbanos.

Tres son las regiones en las que Israel se establece: el altiplano meridional, con Hebrn como cabecera; el altiplano central, un poco al norte de Jerusaln y la alta Galilea. Estas tres regiones, sin embargo, estaban divididas unas de otras y no sabemos hasta que punto pudieran haber estado en comunicacin unas de otras: el sur del centro por la ciudad-estado de Jerusaln y el centro del norte por las ciudades-estado de la llanura Jerusaln y las otras ciudades-estado solo estarn bajo el dominio de Israel hasta el tiempo de David. La primera conquistada a los Jebuseos y convertida despus en capital del reino y las otras sometidas a tributo..

Los textos hablan tambin de ciudades levticas y de ciudades de refugio. Las primeras se explican por el hecho de que la tribu de Lev, no habiendo ste recibido un territorio proprio, recibi estas ciudades para s y para sus descendientes; las segundas servan de refugio al homicida involuntario para escapar de la venganza de los familiares del muerto.4.- Teoras acerca de la conquista

a.- La conquista militar (la escuela de W.F. Albright).

La teora ms clsica, y la ms comn hasta hace algn tiempo, sostiene que la narracin bblica es en gran parte atendible. Hacia el 1200 a.C. se habra dado una verdadera conquista. Algunas ciudades, como la de Hazor, al norte de Galilea, han sido destruidas en sta poca y se nota un neto calo del nivel cultura enseguida a estas destrucciones, como se puede observar a partir del tipo de construcciones y de los utensilios utilizados en este tiempo.

Sin embargo no es posible probar que toda la tierra de Canan haya sido conquistada en esta poca. Un texto como Jue 1 redimensiona el panorama presentado por Jos 1-12: la conquista parece haber sido un fenmeno gradual y progresivo que se extendi por un largo perodo de tiempo. Adems, segn los datos arquelgicos, en este perodo las ciudades de Jeric y Ai no estaban ocupadas por lo que el pueblo de Israel bajo la gua de Josu, en realidad las encontraron ya destruidas y en ruinas (la palabra hebrea Ai significa ruinas, escombros) y quizs los relatos nacieron a partir de este hecho Sera en el caso de estas ciudades un relato etiolgico. La etiologa es una forma de etimologa popular que pretende explicar el origen de una cosa, institucin, costumbre, lugar o nombre, cuyo significado se ha perdido en el transcurso del tiempo. Entre sus rasgos caractersticos hay que destacar las frmulas como por eso se llama o hasta el da de hoy. Adems hay que tener en cuenta el carcter marcadamente pico del libro de Josu..

b.- El establecimiento progresivo

Para resolver los problemas principales de la primera teora, especialmente el levantado por las excavaciones efectuadas en Jeric y Ai el exegeta alemn Albrecht Alt propuso la teora de que la conquista habra sido, al menos en sus primeras fases, el resultado de un asentamiento pacfico de seminmadas con sus rebaos en los territorios de las ciudades-estado mas extensas o menos pobladas. Este asentamiento pudo haber durado decenio o quizs siglos, pero parece que haya tenido lugar con el consentimiento de las poblaciones locales. Finalmente, al tiempo de la monarqua habra tomado el poder y conquistado las ciudades cananeas.

Esta segunda teora choca con el mismo problema de la primera desde el punto de vista arqueolgico: si los grupos seminmadas se infiltraron desde transjordania, no se explica porque asumieron un nuevo tipo de cermica despus de su paso al este lado del Jordn, pues no hay continuidad entre la encontrada en la Transjordania y la de la Cisjordania. Lo ms lgico es que llevaran su cermica y no asumir otro tipo.

c.- La rebelin de los campesinos contra las ciudades cananeas (George Mendenhall y Norman K. Gottwald).

La hebreos constitua poblaciones de campesinos y esclavos al servicio de las ciudades cananeas. El poder de estas sobre el campo se deba a que posean un ejrcito profesional dotado de carros de combate. Como la manutencin de los carros exiga la crianza de caballos y los soldados no participaban en la produccin de los bienes de primera necesidad, el ejrcito resultaba ser un peso para la economa. Para mantener el sistema se introdujo el trabajo forzado y la servidumbre. Adems la poblacin dominada difcilmente poda revelarse pues adoraban al mismo Dios de los Cananeos, el Dios El.

Todo cambi cuando un pequeo grupo de levitas, llegados de Egipto y despus de un tiempo de travesa por el desierto, logr inculcar una nueva fe a la poblacin: la fe en Yahv. Una vez aceptado este 'nuevo' Dios resultaba factible separarse de los cananeos. La idea de una alianza con Yahv se abri camino y fungi como catalizador en el proceso de unificacin de estas poblaciones que agrupaba personas y clanes de diverso origen. La religin fue entonces el elemento clave del nacimiento de Israel como pueblo.

Con la rebelin en contra de los patrones, muchos de estos campesinos y siervos huyeron hacia las colinas donde se establecieron gracias a la tcnica del cultivo en terrazas y la creacin de cisternas impermeabilizadas con yeso. La invencin y el uso sistemtico del hierro al inicio del primer milenio a. C. hizo posible la cultivacin de otras tierras, pues los instrumentos de hierro, ms slidos que los de bronce, permitan la tala y el arado de suelo ridos. Estos repoblaron el pas a partir de la zona montaosa y al final las ciudades cananeas perdieron la batalla en contra de esta nueva generacin. Israel siempre estuvo en el pas.

Esta tercera teora interpreta el texto bblico en clave sociolgica. Pero tambin ella encuentra obstculos: no se entiende por qu la Biblia no haya conservado un recuerdo ms preciso de los hechos. Si Israel naci de esta manera como pueblo libre por qu no contarlo de manera ms fiel? Hay otro problema ms grave y de tipo cultural: no hay continuidad entre la cultura de las ciudades cananeas de la llanura y la de las poblaciones de la zona montaosa. La cultura de estas ltimas es pastoril no urbano. Por esa razn los habitantes de las colinas no pueden provenir del proletariado de las ciudades y sus alrededores.

d.- Desintegracin del sistema cananeo por si mismo

Esta teora combina elementos de la segunda y tercera teora. Trata de explicar el final de la cultura cananea basa en ciudades fortificadas y defendidas por un ejrcito dotado de carros y caballos y inicio de la cultura ms agrcola y pastoral de Israel.Para algunos el sistema se desgast por si mismo: se fue agrietando hasta derrumbarse. La construccin y el mantenimiento de las murallas, el sostenimiento del ejercito y del armamento pesaban sobre una economa de recurso limitados. Los impuestos, las guerras, la inseguridad y la falta de recursos suficientes para nutrir a los pastores oblig a estos ltimos a abandonar los alrededores de las ciudades y a establecerse en las colinas.

De hecho se nota un drstico descenso en las llanuras ocupadas por las ciudades cananeas. Este calo inicia hacia el final de la poca del Bronce Medio (1800-1550 a.C.) y alcanza su nivel ms alto en el bronce reciente (1550-1200 a.C.). Despus de un cierto tiempo esta poblacin regres cuando la situacin haba cambiado, al inicio de la poca del hierro (1200-900) que, para muchos, coincide con la poca de la conquista o de la instalacin de Israel en la tierra de Canan. Por tanto no es necesario pensar en una rebelin o a un conflicto violento. Las causas del colapso son internas y la narracin bblica ha transformado el proceso lento, y por lo general pacfico, en una serie de gestas picas. Esta teora es la que por el momento parece la ms satisfactoria.

5.- La estela de Merneptah

La estela de Merneptah, incisa en el quinto ao del reino de este faran que fue el sucesor de Ramss II y rein del 1238 al 1209 a.C. La estela sera entonces del 1233 a.C., aproximadamente y es el primer documento encontrado que menciona a Israel.

Esta estela menciona una lista de pueblos derrotados por el Faran en una campaa asitica. Dice literalmente: Israel est acabado y no tiene mas semilla (descendencia, posteridad). Junto al geroglfico que designa a Israel se encuentra el geroglfico que significa 'pueblo'. La interpretacin de esta inscripcin no es fcil. Quizs se trata de una batalla que la Biblia no recuerda. Las crnicas nacionales no recuerdan de buena gana las derrotas. O bien el relato se encuentra bajo otra forma en la narracin bblica, como por ejemplo en Josu 10, donde se convierte en una victoria de Josu. En fin, se podra adems poner en duda la historicidad de la estela y pensar en una falsificacin: el Faran hace el elenco de una serie de victorias sobre enemigos tradicionales y pueblos conocidos, segn un gnero literario bien noto. El hecho de encontrar un nombre en la lista no significa que el Faran haya combatido este pueblo. Quin contradir al Faran en Egipto?

Un solo punto merece nuestra atencin: si el Faran menciona a Israel por nombre deba existir en aquella poca una tal entidad. Pues un Faran no derrota fantasmas. Pero qu cosa podra ser Israel en aquella poca? Quizs no estaba constituido como lo conocemos en la Biblia, una confederacin de tribus que viva en el territorio que se extiende desde Fenicia hasta el desierto del Sina, entre el Valle del Jordn y el Mediterrneo.

Se trata probablemente solo de una tribu que ha dado nombre a la nacin nacida despus. De hecho, la Biblia menciona una pequea poblacin, los hijos de Asriel o Asrielitas, que habitaban en la parte central del pas (Jo 17,2). Asriel es nieto de Jos y uno de los numerosos hijos de Manass. Este nombre es muy cercano al nombre de Israel, sera quizs una denominacin que despus, no sabemos como, fue adoptado por todas las poblaciones de la regin.

6.- Los Hapiru y los hebreos

Con frecuencia los manuales y las introducciones al AT hacen referencia a una teora que ha tenido muchos seguidores en los aos pasados. Los documentos encontrados en Tell el-Amarna en Egipto, capital del famoso Akenaton o Amenofis IV (1374-1343 a.C.) mencionan frecuentemente grupos conocidos con el nombre de Apiru. Estos documentos provienen de la correspondencia diplomtica de la corte de Egipto con sus vasallos del Cercano Oriente, entre otros de la tierra de Canan. Una parte de la correspondencia lleva el nombre de un cierto Abdi-Hepa, rey de Urusalim (Jerusalem). Frecuentemente se lamenta de las incursiones de los Apiru y pide ayuda al soberano egipcio para defender el territorio de los ataques.

En las cartas redactadas en acdico, los Apiru son descritos como poco simpticos y son normalmente temidos. Se trata, la mayor parte de las veces, de campesinos y esclavos que han escapado de su amos. Viven de los atracos y dan muchos problemas a los pequeos potentados locales. Otros son mercenarios o trabajan en las obras edilicias.

Algunos han querido ver en estos Apiru a los hebreos de la Biblia. Existira una parentela lingstica entre las palabra Apiru o Abiru y Hebreos. Adems tendramos un testimonio histrico de la invasin de Canan por parte de los hebreos con tal de que se los pueda identificar con aquellos que atacan regularmente las ciudades cananeas. Sin embargo, la teora no se sostiene. Dos elementos en particular no resisten un examen crtico: Primero las dos palabras no estn emparentadas, la base filolgica para ello es muy dbil. Segundo, Apiru no es una denominacin tnica sino sociolgica. No forman un pueblo, sino una capa de la sociedad que vive miserablemente. Por eso los encontramos entre los mercenarios y la servidumbre de grandes los reinos e imperios. De vez en cuando estn reducidos a la miseria y se ven constreidos a una vida al margen de la ley. Atacan poblados o ciudades para poder sobrevivir. Por tanto se requiere prudencia a la hora de equipararlos con los hebreos de la Biblia.

7.- Los filisteos y los pueblos del mar

Hacia el 1200 a.C. el Medio Oriente antiguo conoci una invasin por parte de los pueblos conocidos como pueblos del mar. Merneptah celebra tambin una victoria sobre estos pueblos que pretendan invadir Egipto. Estos pueblos son de origen indo-europea y estn ligados en alguna manera con el establecimiento de las poblaciones griegas y aparentemente en la parte oriental del Mediterrneo, especialmente en torno al Mar Egeo. Con toda probabilidad, los filisteos de los que habla la Biblia hacen parte de esta oleada de invasiones. Se haban establecido junto al mar y controlaban, segn la Biblia, sobre todo la llanura costera. Tambin la arqueologa ha confirmado su presencia a travs de un tipo de cermica particular.

V.- Los Jueces.

El perodo de los jueces suele fecharse entre el 1200 y el 1050. Sin embargo Jueces no nos ofrece una historia continua de los acontecimientos ocurridos dentro de este siglo y medio. Se trata ms bien de una serie de episodios distintos, de carcter eminentemente local, que vienen a confirmar la tesis sentada claramente por el autor en 2,10-3,6. La secuencia de pecado-opresin-conversin-liberacin es un claro eco de la teologa deuteronomista de la historia. Y el orden actual del libro es fruto de la labor editorial de esta misma escuela. Sin embargo, se pueden obtener algunos datos histricos aportados por libro de los Jueces.

1.- Consolidacin y unificacin

Durante el perodo de los jueces, las tribus israelitas instaladas en la tierra de Canan consolidan la posesin de su respectivos territorios y van adquiriendo su identidad definitiva; as, por ejemplo, Efran, Manass y Benjamn dentro del tronco de Raquel. Otras la pierden, al ser absorbidas por las tribus ms fuertes; es el caso de Rubn y Simen, que fueron integradas dentro de Gad y de Jud respectivamente.

Los grupos y tribus que hasta ahora haba seguido historias y trayectorias distintas, tienden a unificarse y federarse. Eran varios los factores que trabajaban en favor de la unin. Primero, tenan conciencia de pertenecer todos a una etnia comn. Segundo, la comunin de fe es un Dios comn (Yahv). Precisamente esta fe en un mismo Dios fue un poderoso principio unificador; por un lado contradistingua a las tribus israelitas de sus vecinos y esto les ayudaba a afirmar su identidad; por otro, a medida que los distintos grupos y tribus se iban integrando en una misma comunidad de fe, iban asimismo integrando y unificando las tradiciones locales particulares, hasta convertirlas en una historia lineal comn. Sin duda, el encuentro peridico de las tribus en torno al santuario del arca, para celebrar la fe compartida, fue un factor importante en el proceso de unificacin.

2.- Defensa de enemigos comunes

Poco despus de la entrada de los israelitas (hacia 1220 a.C) tuvo lugar, a su vez, el asentamiento de los filisteos en la costa meridional (hacia 1175 a.C), los cuales rivalizaban con ellos en la conquista de la tierra, llegando incluso a poner en peligro la existencia misma de Israel. Esta hostilidad de los filisteos, aadida a las dificultades provenientes de los nativos del pas (los cananeos) y de los pueblos vecinos (edomitas, moabitas, madianitas y ammonitas), fue el tercer factor que trabaj en favor de la unificacin.

3.- Los jueces

Este proceso de consolidacin y unificacin estuvo presidido por los jueces, los cuales se ponan al frente de una o ms tribus en tiempo de crisis y emergencia, generada casi siempre por la hostilidad de enemigos externos.

La misin de los jueces era personal y temporal. Una vez superado el peligro volva a su vida anterior y las tribus se gobernaban por su cuenta. La pretendida anfictiona de Martin Noth, al modo de las anfictionas griegas y latinas, no se demuestra. Las tribus llevaban vida autnoma y no consta que haya existido una organizacin poltica comn a todas ellas. La integracin de las doce tribus en un mismo rbol genealgico o tribal, es decir el esquema de las doce tribus, es una construccin ideal de un gran Israel que data de los tiempos de David.

Sobre los llamados jueces menores se han conservado muy pocas noticias; su actividad debi ser ms legislativa que militar. Incluso es posible que algunos de ellos ni siquiera fueran israelitas. Las acciones de Samgar contra los filisteos se asemejan a las de Sansn. Su nombre 'hijo de Anat', es prueba de la influencia que ejercan en el pas las divinidades cananeas (ugarticas), si es que Samgar era verdaderamente israelita.

4.- Las seis tribus del norte

Segn Jue 5,14-17, fueron seis las tribus que respondieron a la convocatoria hecha por Dbora: Efran, Benjamn, Maquir (Manass), Zabuln, Isacar y Neftal. Son recrimidanas otras cuatro por no haber acudido al llamamiento: Rubn, Galaad (Gad), Dan y Aser. Se silencian totalmente las tribus del sur (Jud, Simen y Lev), debido sin duda a que se hallaban incomunicadas y separadas de las del centro y del norte por la barrera que formaban la ciudades de Guzer, Ayaln y Jerusaln. A partir de cierto momento, difcil de precisar, debi existir en el centro norte de Palestina una federacin de seis tribus (cf. Jue 6,35; 7,23-24; Jos 13-19, donde la fronteras de estas seis tribus se describen de manera detallada y precisa). Las cuatro que no respondieron a la cita no deba pertenecer todava a la liga, si bien el reproche que se les hace constituye una invitacin implcita a que se integren.

5.- Israel y Jud

El elemento dominante en la federacin de las seis tribus corresponde al grupo de Raquel. De hecho, las tres que se nombran en primer lugar son Efran, Benjamn y Maquir (Manass). Las tres pertenecan al tronco de Israel-Raquel. Esto podra explicar la frecuencia con que se nombra a Israel en Jue 5 (ocho veces en los doce primeros versculos). Jueces 5 es el texto ms antiguo que habla de Israel en su calidad de pueblo o entidad poltica, que rene o aspira a reunir en su seno a diez tribus del centro-norte de Palestina. Esta es la extensin que tiene el nombre de Israel en el tiempo de Sal y David, cuando se habla por separado de Israel y Jud (2 Sm 19,44; 1 Re 11,31). Unidos bajo la autoridad personal de David, los reinos de Israel y de Jud siguieron conservando su autonoma militar y administrativa. David fue el rey de Israel y de Jud (2 Sm 5,1-5). Era dos veces rey. Por lo dems, la integracin de las doce tribus en un solo rbol genealgico o tribal es una construccin ideal de un gran Israel que data de los das de David. Jams existi como organizacin poltica antes de l. Como Jud comparta tambin la misma fe yahvista de Israel, el trmino Israel, con esta connotacin religiosa, se extendi con el tiempo a Jud.

VI.- La monarqua y el exilio (ca. 1020-539 a.C.).

Durante el siglo XI la mayor amenaza para Israel eran los filisteos, que haban asentado sus ciudades-estado en un enclave de la llanura costera: Gaza, Gat, Ascaln, Asdod (Azoto) y Ecrn. Mantenan adems guarniciones en territorio israelita y su influjo se extenda por todo el sector de la federacin tribal. Los relatos de Sansn ilustran el dominio que ejerca sobre Jud (Jue 13-16) y 1 Sm 13,19ss seala su monopolio del hierro, que colocaba a los israelitas en desventaja con relacin a ellos. Su victoria en Afeq o Ebn-ha-zer les abri el paso a la zona norte (1Sm 4; parece que en esta batalla estn representadas varias tribus; en ella el arca fue capturada por los filisteos).

1.- Sal (ca. 1030 a.C.)

En medio de esta situacin crtica surgen dos figuras: un 'profeta', Samuel, y el primer rey, Sal. Samuel se presenta como una personalidad ambigua, debido a la naturaleza distinta de los relatos que giran en torno a su nacimiento, vocacin y actividades. Se dice que pas su juventud viviendo como un nazireo (1Sm 1,11; Nm 6) al servicio del santuario de Silo y bajo la tutela del sacerdote que lo atenda, Hel. Es presentado tambin como un vidente y un profeta, que mantuvo los viejos derechos tribales frente a Sal, el nuevo rey. Por esta poca y en relacin con Samuel, aparecen los grupos de profetas extticos, muy parecidos a los profetas cananeos. Finalmente se describe a Samuel como el ltimo de los jueces (1Sm 7,2-17), ejerciendo su oficio en Betel, Guilgal y Misp. En el contexto de esta noticia que pone a Samuel en relacin con los jueces se narra su victoria contra los filisteos (1 Sm 7,10ss), aunque ms bien fue Sal quien sacudi el yugo de los filisteos.

La amenaza de los filisteos hizo realidad la unin de las tribus bajo un mismo rey al frente del enemigo comn. La introduccin de la monarqua en Israel se ha conservado en dos tradiciones, una de ellas favorable (1 Sm 9,1-10,16; 11) y la otra hostil (1 Sm 8; 10,17-27; 12). La primera, y quizs tambin la ms antigua, es el relato que presenta al joven Sal que busca unas asnas perdidas y encuentra un reino al ser ungido por Samuel el Ram. El segundo relato describe el final de una poca, cuando Samuel 'el ltimo de los jueces', accede a la peticin del pueblo, que quiere ser como las dems naciones. Parece que se consider a Sal como el continuador de la antigua lnea carismtica de los jueces. Se dice que designado nagid (1 Sm10,1; tambin de David 2 Sm 7,8) o 'comandante militar'. De ah podra inferirse que el carcter regio de esta institucin solo gradualmente se fue imponiendo en Israel.

Sal se vio considerablemente favorecido por sus xitos iniciales, como el logrado frente a los ammonitas que sitiaban Yabs de Galaad (1 Sm 11), aventura militar en que no se mezclaron los filisteos. Tambin obtuvo una victoria local frente a stos en Mikms, gracias a su hijo Jonatn (1 Sm 14). Pero luego choc con Samuel (dos relatos en 1 Sm 13 y 15) y comenz a sufrir accesos de depresin, ira y envidia que marcan los conocidos relatos de sus relaciones con David. Su cada qued sellada con la matanza de los sacerdotes de Nob. Su figura resulta pattica en el episodio de la 'hechicera de Endor'. Entre tanto los filisteos continuaban ejerciendo mayor presin, lo cual culminara en la devastadora derrota de Gelbo, donde moriran Sal y su hijo Jonatn (elega de David en 2 Sm 1,17-27).

2.- David y Salomn: la monarqua unida (ca. 1010-932 a.C.)

Hoy tambin la figura de David ha sido fuertemente redimensionada. El reino de David y Salomn no poda tener las proporciones de las que habla la Biblia. Ningn documento contemporneo lo menciona. Si la descripcin de los libros de Samuel y del primer libro de los reyes fuera un retrato realista, no se entendera por qu los imperios vecinos no oyeron hablar de el o no conservaron ningn recuerdo. Ni si quiera el Antiguo Egipto se acuerda de Salomn, no obstante este ltimo se haya casado, siempre segn la Biblia, con una princesa egipcia, hija del Faran (1 Re 9,16; 11,1). Tampoco la arqueologa ha podido avalar la imagen bblica del reino de David y Salomn. No ha quedado casi nada del palacio y del famoso templo de Salomn. En realidad, la descripcin de este templo es probablemente una reconstruccin tarda e idealizada.

Hay otras razones que obligan a releer en modo ms crtico la imagen bblica del reino de David y Salomn. Sobre todo un reino importante no nace en una o dos generaciones. Es necesario ms tiempo para crear una estructura poltica, econmica y militar de cierta importancia. Es por tanto muy improbable que el reino de David y Salomn se haya convertido en tan poco tiempo en el reino imponente y fuertemente estructurado descrito por la Biblia. Quizs se estableci un pequeo reino en la regin central de Jud que se fue progresivamente consolidando.

David se impuso, segn cuanto podemos recabar de los textos bblicos, por tres razones esenciales: Primero, la presin de los filisteos sobre las poblaciones locales hizo necesario una resistencia mejor organizada. Como en tantos otros casos, la alianza contra el enemigo comn fue el primer motivo de la unidad. Segundo, David tena sobre sus rivales, particularmente sobre Sal, una ventaja estratgica: posea un 'ejrcito', quizs la palabra no es exacta, o, al menos, un grupo de hombres cuyo oficio era el de las armas. Estos hombres vivan como mercenarios (David mismo se puso al servicio de un rey filisteo, 1 Sm 27), extorsionaban a los vecinos de la regin (con mtodos parecidos a los de la mafia, cf. 1 Sm 25), o bien organizaban expediciones contra otras poblaciones (1 Sm 30). Sal, por el contrario era hijo de un terrateniente (1 Sm 9,1-3). No posea un ejrcito 'profesional' y eso representaba una desventaja sea en la lucha contra los filisteos que en su carrera hacia la realeza. Tercero, a estos dos motivos bastante claros, hay que agregar quizs un elemento interno. Una tribu, a causa de la presin externa o por otras razones, se impone sobre las otras. Su jefe se convierte tambin en el jefe de otras tribus. Con David, la tribu de Jud adquiere un poder mayor y se impone, al menos en la parte central del pas.

Este reino davdico de dimensiones mas bien modestas adquiri en la memoria colectiva de Israel dimensiones fabulosas y casi legendarias solo despus de la cada de Samaria en el 721 a.C. En aquel momento, Jerusaln se convirti en la ciudad ms importante de la regin. Los reyes de Jud, que pertenecan a la 'casa de David', hicieron de su antepasado el primer rey de un gran reino que corresponda quizs ms a sus sueos que a la realidad histrica. En el mundo antiguo, del que la Biblia forma parte, el pasado justifica el presente. La historia de David y Salomn justificaba las pretensiones de los reyes de Jud sobre los territorios del norte del pas que haban pasado bajo la hegemona asiria. En seguida, debilitado el imperio asirio, los reyes de Jud pudieron extender su rea de influencia hacia el norte, especialmente bajo el rey Josas (640-609 a.C.).

La historia bblica de David y Salomn es por tanto desde muchos puntos de vista una obra de propaganda poltica. Esto no significa que no tenga un significado teolgico y fundamento histrico. Tambin las obras de propaganda poltica deben tener cuenta de los hechos para ser crebles y aceptables. Deben tambin tener en cuenta los cnones del pensamiento religioso del tiempo. Por otra parte, la valenta de David y la magnificencia del reino de Salomn son muy claramente instrumentos de propaganda para ser interpretados como hechos histricos. Estos relatos no pueden ser entendidos literalmente. Ni siquiera en este caso el fundamentalismo se presenta como la va mejor para entender la Biblia de manera adecuada.

En resumen, una cosa es cierta: el relato bblico ha embellecido mucho la historia de David y Salomn. Para dar un solo ejemplo del modo en que se ha creado este pasado grandioso, basta leer el bien conocido relato de 1 Sm 17 y compararlo con 2 Sm 21,19. En este ltimo texto la victoria contra Goliat es atribuida no a David, sino a otro hroe, Elhanan, hijo de Yar, de Beln. El relato bastante elaborado de 1 Sm 17 es una obra tarda que atribuye la proeza a David, tambin el originario de Beln. 'Se presta solo a los ricos', dice un antiguo proverbio francs.

La descripcin del templo de Salomn debera ser tambin muy redimensionada para corresponder a la realidad histrica. La finalidad de este texto es demostrar que al inicio del reino de Israel exista un culto nico y reconocido por todas las tribus. Tambin en este caso, la descripcin del pasado quiere legitimar una situacin posterior, introducida por la reforma deuteronmica cuando, bajo Josas, en el 622 a.C., se centraliz el culto en Jerusaln. Segn la ley de Dt 12, se poda ofrecer sacrificios nicamente en el altar del templo de Jerusaln. Los otros santuarios haban sido declarados ilegales. Tambin durante el perodo postexlico, el templo de Jerusaln pretenda ser el nico lugar de culto vlido y legtimo.

El texto de 1 Re 5-8 que describe la construccin del templo de Salomn y la inauguracin del culto tiene entonces como finalidad convalidar los derechos y las prerrogativas del templo de Jerusaln contra otros santuarios rivales, como los del norte de Israel. Esto no significa que todo haya sido 'creado' para lograr este fin. La descripcin como tal, sin embargo, est muy influenciada por la intencin de sus autores que no era ciertamente la de indagar con precisin sobre un pasado ya remoto.

2.1.- La estela de Dan y la 'casa de David'

Hasta hace poco no exista ninguna mencin de David fuera de la Biblia. Sin embargo, en 1993 fue descubierta en Dan, junto a las fuentes del Jordn, una estela escrita en arameo en la cual el rey de Damasco, Azael, se glora de una victoria sobre el rey de Israel y sobre el rey de la 'casa de David'. Este Azael es con mucha seguridad el personaje mencionado en el relato de Elas y Eliseo (1 Re 19,15; 2 Re 8,7-15.28-29; 13,22.24). Algunos han contestado la veracidad de este documento afirmando que se trata de una obra de pura propaganda poltica. Como sea, no todo puede haber sido inventado en esta estela. Por ejemplo, sera difcil afirmar 'haber vencido a la Casa de David' si esta casa fuera pura ficcin. Un rey no se glora de haber vencido a un fantasma. La inscripcin contiene entonces un testimonio interesante sobre la existencia de una 'casa de David' en esta poca. Pero no contiene muchas informaciones sobre el mismo David que permanece envuelto en la niebla del pasado. En fin, es necesario hacer notar que la expresin 'casa de David' no aparece jams en la Biblia.

3.- La divisin: los comienzos de los dos reinos (932-911)

A la muerte de Salomn, su hijo Robon (932-916), ya entronizado rey en Jerusaln, se dirige a Siqun para que tambin lo reconozcan como rey las tribus del norte (1 Re 12,1). Pero los ancianos del pueblo impusieron sus condiciones: tena que aligerar el yugo que pesaba sobre ellos (1 Re 12, 3-4). Robon hizo caso omiso del consejo de prudencia de los funcionarios experimentados, nombrados por Salomn, y adopt el de los jvenes, recientemente promovidos (1 Re 12,13-14.16).

Entonces comenz el cisma, o mejor dicho, la secesin dividi en dos el reino de David y Salomn. El rechazo de Robon por el Israel del norte qued consagrado cuando las tribus rebeldes proclamaron rey a Jerobon I (932-911 [1 Re 12,20]) cuya autoridad se extendi por todo el antiguo reino de Sal, excepto una parte de territorio de Benjamn unida a Jerusaln. En el clima de tensin que result de este conflicto, Jerobon intent apartar a su pueblo de Jerusaln organizando el culto entorno a los santuarios israelitas de Betel y Dan (1 Re 12,26-33). Este acontecimiento constituye, a juicio del redactor deuteronomista, el pecado de Jerobon, que es relacionado con la apostasa del becerro de oro contada en Ex 32. Jerobon se convierte en la figura tpica del soberano impo, responsable del destino trgico del reino israelita (1 Re 13,34) y de su rechazo por Dios (2 Re 17,22-23). De hecho la accin cultual del rey no tena nada de extrao en este contexto: no era tanto una manifestacin de idolatra como un medio cuyo objetivo era unir al pueblo con el destino del nuevo reino. Pero el propsito del relato bblico busca ms bien una finalidad teolgica que histrica.

La ruptura consumada entre los dos reinos produjo un estado de guerra casi permanente durante unos cincuenta aos; de ah el estribillo que se repite sin cesar: hubo guerras incesantes entre Robon y Jerobon (1 Re 14,30); hubo guerras incesantes entre Abas y Jerobon (1 Re 15,7); hubo guerras incesantes entre As y Bas (1 Re 15,16). Slo la llegada de una nueva dinasta israelita con Omr en 886 permiti un clima de clama entre el reino del Norte (Israel) y el reino del Sur (Jud) Por aquel entonces la situacin de ambos reinos no era nada fcil. Aprovechndose de su debilidad, el faran Sheshonq (o Sesac) los invadi en 926 (1 Re 14,25) reanudando as la habitual poltica de intervencin de Egipto en la regin. Jud se salv solo al gravoso tributo que pag su rey Robon (1 Re 14,26-28).

El territorio del reino de Jud estaba reducido a la regin de las tribus de Jud, de Simen y parte de la tribu de Benjamn. Tena una unidad geogrfica y una poblacin bastante homognea, adems de la estabilidad dinstica de la casa de David que reinaba en Jerusaln. El reino del norte, aunque estaba extendido por un territorio ms vasto y estaba dotado de una fuerza militar ms importante que su rival del sur, posea una poblacin heterognea en la que el elemento israelita se distingua poco de la poblacin cananea de la que provena; rivalidades tribales producan una cierta inestabilidad porque faltaba una dinasta reconocida por todos; y por ltimo, una posicin geogrfica que favoreca el comercio con los fenicios, pero tambin las invasiones del norte: primero los arameos y despus los asirios.

3.1.- Israel (911-875). Omr funda Samaria

El frgil equilibrio establecido por Jerobon sobrevivir muy poco tiempo. Despus de un reinado de apenas dos aos, su hijo Nadab (911-910) fue asesinado por Bas, hijo de Ajas, de la casa de Isacar (1 Re 15,25-27). En aquella ocasin Bas se haba apoyado en el descontento del ejrcito y el nacionalismo de la triubu de Isacar. Este golpe de estado ilustra lo que ser la historia del reino israelita y sus desgarros.

Del reinado de Bas (910-887) sabemos pocas cosas, aparte del juicio teolgico que el relato hace de l (1 Re 15,34) y de las guerras que mantuvo con As de Jud (1 Re 15,16). Para cortar todo acceso a Jerusaln, Bas mand fortificar Ram. Como respuesta, As recurri al arameo Ben Hadad, rey de Damasco, a quien pag un oneroso tributo entregndole la plata y el oro de los tesoros del Templo y del palacio real para que rompiera su alianza con Bas y lo atacara desde el valle alto del Jordn. La maniobra tuvo xito y permiti a Jud arrancar algunos territorios suplementarios del pas de Benjamn para reforzar su frontera en norte (1Re 15,16-22). De este modo, Jerusaln qued libre del peligro de un ataque israelita inmediato. Adems, la victoria judata avivi el descontento interior en Israel, como muestra la intervencin nacionalista del profeta Jeh (1Re 16,1-4).

Poco tiempo despus de la muerte de Bas, su hijo El (887-886) fue asesinado por Zimr, jefe de la mitad del cuerpo de carros. Esta nueva conspiracin sorprendi al rey en plena borrachera, segn 1Re 16,9-10. Se abri otro perodo de gran inestabilidad marcado por la eliminacin de toda la casa de Bas (vv.11-12). An cuando el relato bblico intenta dar una explicacin teolgica a esta matanza (v.13), semejante brutalidad hizo de Zimr el modelo del traidor asesino de su seor (cf. 2Re 9,31). Pero el reinado de Zimr solo dur siete das. Una vez ms el ejrcito se hizo con el poder y aclam a Omr, su jefe. Para escapar de su adversario prendi fuego al palacio real de Tirs y pereci en el incendio (1Re 16,15-20).

Despus de estos hechos, durante cuatro aos rein la anarqua en Israel, desgarrado por dos facciones rivales, una ali