HISTORIA de La navegacion en RN

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  • 7/25/2019 HISTORIA de La navegacion en RN

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    web.archive.orghttps://web.archive.org/web/20080704065733/http://lagalerapatagonica.com.ar/historia_de_la_navegacion.htm

    HISTORIA DE la navegacion en el rio negro

    Cuenta en su memorial Francisco de Viedma y Narvez, que los descubridores del ro Negro se impresionarontanto ante el aspecto de su barra que retrocedieron al puerto de San Jos ms al sur y dieron por imposiblesu entrada.Fue Basilio Villarino el piloto de la armada real, que demostr lo contrario y salvando los peligros de ladesembocadura remont sus corrientes en 1782 y 1783, llegando un poco ms arriba de la confluencia delLimay con el Colln Cur.De aquella expedicin bast para que Viedma fundador, expresara que la navegacin del ro Negro no sepresenta imposible sino dificultosa, y esto es accesorio a todos los principios.Medio siglo despus, en 1833, la goleta Encarnacin al mando de Nicols Descalzi con pocos elementos,remonta el casi desconocido ro levantando un croquis a varias millas norte, de la punta occidental de la islaChoele Choel.Olvidada por aos, la idea de proseguir las exploraciones del gran ro de los Sauces como lo denominaron losespaoles en sus derroteros, en 1869 el gobierno recomienda otro reconocimiento con el vapor Transporte,capitaneado por el oficial de marina Ceferino Ramrez, debiendo detenerse por circunstancias tcnicas en elextremo oriental de Choele Choel.En 1872 una nueva misin se encomienda al teniente coronel de marina Martn Guerrico a bordo del vaporItapir en un recorrido accidentado no superando el trayecto de Ramrez y posteriormente el periplo delcomandante Enrique Howard, hasta la altura de la travesa de Chichinal.Sera el comandante Erasmo Obligado el que determinara con aproximada exactitud las condiciones denavegabilidad del ro, concluyendo en 1884 el perodo de las exploraciones con el total reconocimiento de sucurso y del lago Nahuel Huap, por el teniente de marina Eduardo OConnor.

    Temperamental marino genovs nacido en Chiavari en 1801 y de eficaz formacin cientfica y nutica, susaportes al conocimiento de ambas mrgenes del ro Negro establecen las primeras y slidas observacionesmeteorolgicas y geodsicas.Comisionado por el gobierno de Juan Manuel de Rosas en la campaa de 1833 como hidrgrafo, al mando dela goleta Encarnacin zarp del muelle de Carmen de Patagones donde se incorpora el piloto ingls EdmundElsegood, navegando hasta las puntas naturales de la isla Choele Choel y algo ms al norte. La misinresult meritoria, con diversos estudios en mineraloga y cortes geolgicos cercanos al corredor ribereo, enescalas peridicas que Descalzi aprovechaba para sus trabajos tcnicos, recorriendo el entorno y levantandoplanos de singular precisin.Finalizada la expedicin militar, la Encarnacin carga en sus bodegas 400 cueros que transporta hastaPatagones, siendo la primera vez que se utiliza el ro Negro para el trnsito de mercaderas en una poca sinvapores, con navegacin a vela, remos y la caracterstica sirga.

    Sus notas originales fueron reunidas en un extenso volumen, con la colaboracin del entonces encargado denegocios comerciales italiano en Buenos Aires y donado aos ms tarde, por los deudos de Descalzi, a laSociedad Econmica de Chiavari en Italia.

    https://web.archive.org/web/20080704065733/http://lagalerapatagonica.com.ar/historia_de_la_navegacion.htmhttps://web.archive.org/
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    En el mes de diciembre de 1879, llegan desde Inglaterra al puerto de Patagones, los vaporcitos Ro Negro yNeuqun siendo ensamblados rpidamente por el comandante Erasmo Obligado, Jefe de la Escuadrilla y sumarinera.Tras los contratiempos de la revolucin del 80, la planificada expedicin buscando la navegabilidad del ro

    Negro en todos sus tramos posibles hasta el Nahuel Huap, el 25 de febrero de 1880, levantan anclas y entreno menores contratiempos llegan al brazo del delta del Limay.Obstruidos por un gran banco y la fuerte bajante de las aguas retienen a Obligado, ordenando regresar hastala Confluencia y en vista de empeorar las condiciones pone proa a Patagones, bautizando al recodo dondese efectu la maniobra, la Vuelta del Desengao.El 8 octubre de 1881, con las reparaciones necesarias y una tripulacin empeada en proseguir el derroteroaguas arriba del ro Negro, Erasmo Obligado a bordo del vaporcito Ro Negro, penetra el da 23, el brazo surdel delta del Limay y tras siete das de navegacin llega al paraje Piquen Paranmi, casi a mitad del curso deeste ro.Erasmo Obligado ordena el regreso del piquete de 50 hombres, que el general Lorenzo Vintter habadispuesto para acompaarlo por tierra patrullando la costa y contina con unos pocos centinelas a bordo,hasta el 11 de noviembre donde embisten en las primeras horas de la maana, con un peasco sumergido deproporciones.Reparado con esfuerzo y prdida de das, entre remansos y piedras de porte, el vaporcito lentamente siguenavegando y el 14 de noviembre salvando un paso, las fuentes corrientes neutralizan el poder de lasmquinas y lo arrojan violentamente contra los flancos de un promontorio.

    A poca distancia asomaba la confluencia del Colln Cur, el cul denomina Pen del ro Negro, vrticeaccidentado y dificultoso de sortear marcndolo en las cartas, como un gran escollo de temer.Daado el vaporcito, Obligado decide continuar en lancha y un pequeo bote de apoyo hasta el alto del Limay

    junto a los oficiales Eduardo OConnor, Santiago J. Albarracn, el piloto Edmundo Moizs, contramaestreRamn Rey y guardin Francisco Fourmatin (hijo) entre otros, quedando a cargo del Ro Negro, el prctico

    ngel Batillana.Sorteando peores corrientes que la soportadas y a punto de naufragar, ambas embarcaciones el 18 denoviembre, llegan al paraje donde cien aos atrs el piloto Basilio Villarino, primer navegante del Limay,haba iniciado su regreso.Con la cordillera de los Andes a la distancia y el jbilo de una gran etapa cumplida, recibieron el sorpresivomensaje del cacique Valentn Sayhueque, molesto por la intrusin en sus dominios. Imperativo el prontoabandono del lugar y sin trminos de negociacin, Obligado opta por retirarse siempre vigilados a distanciapor la partida indgena, que se renueva regularmente.El 3 de diciembre con la totalidad de la tripulacin, fondean frente a Carmen de Patagones con el vaporcito en

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    serias dificultades para mantenerlo en lnea de flotacin y daos en sus exigidas mquinas.A fines de octubre de 1882, ya reparado el icono de la escuadrilla, el vaporcito Ro Negro, Erasmo Obligadorecibe instrucciones de llevar al general Conrado Villegas, oficialidad y algunos soldados a Confluencia, paracolaborar con el traslado de las tropas a la margen sur del Neuqun, y continuar por el ro a la par de lastropas de lnea por tierra.Si bien en esta oportunidad llegan con facilidad al Colln Cur, no logran franquear la agitada Angostura ydeben continuar con embarcaciones menores, al encuentro del ro Traful. En el trayecto llegan noticias queVillegas ha llegado al Nahuel Huap, tras duros encuentros con la indiada en la zona del Tringulo.Nuevas orden se imparten desde la comandancia y regresan al Pen del ro Negro, en una escala tcnica

    poniendo proa al puerto de Patagones.Figura indiscutible de la navegacin en el ro Negro junto a una muy preparada tripulacin, el comandanteObligado emerge triunfante, avivando relatos de coraje y decisin, enlistado en una especial categora demarinos.

    A la suma de acciones, basta slo pensar las grandes dificultades de la empresa, la vigorosa resistencia en elteatro natural, tan extremo y desconocido, junto a la precariedad de elementos para la magnitud del desafo.Con una salud mermada y severas dolencias fsicas que lo alejan definitivamente de la Patagonia, elcomandante Erasmo Obligado fallece en Buenos Aires el 23 de setiembre de 1885, a los 43 aos deedad.

    CAPITULO 2

    RELATOS DE SANTIAGO J. ALBARRACIN

    La obra de Santiago Juan Albarracn (1855-1929) persiste a travs del tiempo abierta a laconsideracin del lector, trasuntando entre la eficacia del buen relato histrico y la participacindirecta.Con el grado de subteniente (1880) integr junto a los oficiales Eduardo O Connor, Jorge J.Rohde, elpiloto Edmundo Moyz y el prctico Angel Battilana, la Comisin Exploradora de las Vas Fluviales

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    de los ros Negro, Limay y Colln Cur (1880-1884) a las rdenes del comandante Erasmo Obligado.Responsable de llevar el diario de la Expedicin y las Observaciones Generales, Albarracn en 1886,presenta a la superioridad tres copiosos volmenes con el ttulo de Estudios Generales sobre losros recorridos.Incorpora en un extenso apndice, Informes y Narraciones de los principales exploradores del lagoNahuel Huap y el ro Negro entre 1774 y 1884 y una separata con Observaciones CientficasMeteorolgicas y Geolgicas de la Regin.De sus seis obras editas, La Galera Patagnica Journal, ha seleccionado extractos del libro Pginasde Ayer, donde se enlazan memorias de sus das en las costas patagnicas desde el ro Santa Cruz al

    puerto de Carmen de Patagones y en particular las experiencias en el pueblo maragato de aqullosaos.

    PROA AL RO NEGRO

    PUERTO DE CARMEN DE PATAGONES

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    Comenzamos a remontar el ro contemplando los paisajes de la accidentada regin y aquella naturalezaque veamos por primera vez y que tanto desebamos conocer. En un cangrejal prximo al estacionario,

    divisamos los restos de un vapor de ruedas, era el Itapir que en 1872 tomara parte al mando del tenientecoronel Martn Guerrico, en la exploracin del ro Negro, no siendo apto el vaporcito para realizarlo.La costa de la margen izquierda es alta, con las colinas despobladas de bosques sustituidos por arbustosachaparrados desde el cerro Mestre. Rpidamente descubrimos algunas casas y ranchos en la llanura, ygrandes sauces criollos en ambas orillas. Hermosos lamos, algunos islotes como las de Paloma Grande yChica, cubiertas de espesas arboledas y los restos de un muelle que perteneci al saladero de Aguirre yMurga.No muy lejos de all, se levanta un cerro macizo que llaman La Caballada, clebre en los fastos de la patriapor haberse rendido en ese lugar, una respetable columna de tropas invasoras brasileas en 1827.El cerro y los frondosos rboles que lo rodean en la costa, nos ocultaban hasta entonces la histrica villa delCarmen de Patagones, que al dar la vuelta al ro tras un codo, se nos apareci como una bandada deblancas palomas asentadas sobre las colinas, en la que est irregularmente edificada la poblacin,

    dominada por un fuerte de piedra donde flameaba la bandera nacional.En la otra costa, en la ribera sur del ro Negro, las casas estaban ocultas por una espesa arboleda queostentan las quintas de Mercedes ( luego denominado pueblo de Viedma) y la fertilidad del valle nos parecinotable. Especialmente un poco ms arriba, existiendo en las afueras de la poblacin una gran laguna, quellaman el Juncal y suele aumentar el volumen de las aguas por la mayor o menor abundancia de lasavenidas del gran ro. Junto a las orillas de ambas mrgenes, numerosos vecinos haban acudido parapresenciar nuestra llegada y conocer los nuevos buques de guerra argentinos, que vean por primera vez enaquellas aguas, reflejndose en muchos semblantes la impresin que les causaba las formas del "monitor yla bombardera. "

    MONITOR "LOS ANDES"

    Los nicos buques armados de guerra que conocan, eras los vapores General Brown y Rosetti, elbergantn goleta Rosales y los vaporcitos mandados por los oficiales Ramrez y Guerrico, para explorar elro Negro y que anteriormente visitaron la poblacin.El muelle de carga y descarga se halla en muy mal estado, llamndonos la atencin una casa construida enla misma orilla del ro y que llamaban los locales, Casa de Piedra, seguramente debido al material empleadoen su construccin.Observamos que en vez de carros o carretillas se sustituyeron en la poblacin por unos cueros de buey quellaman rastras, para llevar pequeas cargas a la parte alta de la villa, debido sin duda al verdaderocolchn de arena de las calles. Nuestra curiosidad nos llev por unas grandes cuevas cavadas en lasbarrancas, algunas todava habitadas, y se nos asegur sirvieron en un tiempo para ocultarse de los indiosenemigosLa iglesia era una construccin precaria y tena el aspecto de un galpn, pero an humilde era digna delms profundo respeto y en su modesto interior estaban depositados algunos de los trofeos gloriosos de1827 (en tiempos de guerra con el Brasil).La nica plaza del pueblo frente al fuerte, no tena jardines y estaba completamente abandonada. En el

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    centro de la misma, se eriga una pirmide de ladrillo revocado y blanqueado, coronada por una estatua dela libertad.En el zcalo o base de la misma haba cuatro pequeas estatuas alegricas y los nombres de los queconquistaron para nuestra joven nacin, la gloria de haber batido al invasor extranjero, con un puado demarinos, soldados, ciudadanos y gauchos bravos.La mejor casa de Patagones era en esa poca por su posicin y construccin, la que estaba ocupada por elproveedor, una tal seor Ramayn. Tena con frente al ro, una espaciosa terraza dominando desde all unesplndido y pintoresco panorama hacia el curso superior del ro y en direccin aguas abajo hacia la boca,se lucan las islas conocidas como de Guerrero y Bertorello.

    No abundaban los mdicos en ambas mrgenes. En el norte estaba el doctor Baraja, muy caritativo ydesinteresado y en sur el doctor Humble, que simultneamente ocupaba el cargo de pastor anglicano.Hombre dotado de buenos sentimientos y evanglica caridad, condolindose de todos los pobres y muyrespetado.El estado sanitario era bastante bueno a pesar de que el lecho de espesa arena suelta, era propicio para eldesarrollo de determinadas enfermedades.

    Apenas incursionamos el lugar fuimos relacionados con los hermanos Kincaid, dos progresistas escocesesque haban introducido carneros de padres finos, establecindose a unas leguas de Patagones, cerca delparaje Guardia Mitre.Excusado ser decir, que en la estada los lugareos nos brindaron ricos y bien cebados mates en todas lascasas que visitamos; pero lo que ms nos agrad era el exquisito guindado con que las gentiles carmeas,las maragatas de negros y rasgados ojos nos obsequiaban por ser un producto elaborado por ellas mismas.

    Otra de las producciones de esta regin privilegiada es la uva, con que los habitantes del Ro Negro hacenun vinillo que llaman chacol; regularmente agradable, pero al mismo tiempo sumamente traicionero. Enefecto, aunque es aparentemente flojo por su suavidad, si se bebe algo ms de dos vasos es casi seguroque el incauto se marea rpidamente.La comandancia de Patagones era considerada como frontera y dependan de ella: el fortn Mercedes, 1 y2 Pozos, Conciliacin y Guardia Mitre. An existan las ruinas del fortn Invencible, a unas cinco leguas delpueblo del Carmen, cuya guarnicin de Dragones fue sorprendida por los indios guerreros y pasada acuchillo.El personal de tropa estaba compuesto en su mayora de destinados y soldados de compaas dedisciplina.El vapor a hlice Santa Rosa y algunos bergantines- goletas de la firma Mascarello, mantenan lascomunicaciones entre el Ro Negro, Baha Blanca y Buenos Aires. Chubut y el puerto de Patagones se

    comunicaban con pequeos cuters, reducindose a esos elementos las comunicaciones martimas.Extractos

    Vapor Rosetti

    EL REGRESO

    APUNTES DEL EXPLORADOR GEORGE CHAWORTH MUSTERS DESDE EL PUERTO DE CARMENDE PATAGONES EN VIAJE

    A LOS MUELLES DE BUENOS AIRES1 8 7 1

    George Chaworth Musters

    Todos los das buscbamos ansiosamente el vapor en elhorizonte y su atraso era tan considerable, que pareca probable que hubiera sufrido un accidente. Cansadode la espera, acababa de negociar mi pasaje en una goleta holandesa cargada de granos para Buenos

    Aires, cuando una tarde lleg el vapor que se haba demorado en Baha Blanca.Me sorprendi agradablemente su tamao, era el Mantuak de Boston, vuelto a bautizar Patagones y depropiedad de los seores Aguirre y Murga. Estaba bien equipado en lo que se refera a comodidades, perolos puentes y camarotes tenan un aspecto muy sucio.Despus de una estada de dos das, el vapor iz la bandera de salida y ya a bordo me encontr reunidocon un gran nmero de pasajeros. A las cuatro de la tarde levamos el ancla y despidindonos de Patagones

    partimos lentamente. Bajamos el ro con la marea menguante, proponindonos anclar por la noche en ladesembocadura y cruzar por la maana en alta, la larga lnea de bancos de arena que forman una barrapeligrosa.Navegamos cmodamente hasta que avistamos las embarcaciones estacionadas a cierta distancia de laboca del ro, cuando un choque repentino nos hizo saber que el vapor haba encallado firmemente en unbanco.

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    Dimos poca importancia al percance pensando que la marea alta nos sacara de all, y con algunos botes aremo algunos bajamos a la orilla y merendamos en los llanos que bordean al ro.Regresamos alrededor de las diez y a medianoche me despert de mi sueo, el chasquido que hizo alcortarse uno de los cabos de la chimenea. Subiendo a la cubierta, observ aunque la proa estaba bien fueradel agua, que la popa se haba hundido y en consecuencia el centro de la embarcacin sufra seriamente.Poco despus se rompi el cao principal del vapor pero afortunadamente la llave estaba cerrada, de otramanera las consecuencias de este nuevo percance habran sido desastrosas para los que estaban en laparte posterior.Se desembarc rpidamente a las damas por temor a los accidentes, y el resto de nosotros celebr una

    consulta para determinar como proseguiramos al puerto de Buenos Aires y nos retiramos a dormir con estetema girando en nuestras cabezas.A la maana siguiente lleg la embarcacin Choele Choel, y consigui sacar el Patagones fuera del banco yluego el capitn holands de esta goleta, convino en llevarme junto a otros pocos.Y as nos embarcamos con la esperanza de darnos a la vela al da siguiente, pero estbamos condenados asufrir otra decepcin ms.El capitn se fue a comprar provisiones y no volvi hasta el da siguiente muy tarde, mientras el viento sehizo muy contrario para la navegacin y la lnea de blancas rompientes en la barra, demostraba laimposibilidad de hacerse a la vela.

    Algunos bajamos con cierto riesgo a la costa a visitar la estacin del piloto y tuvimos una conversacin conl; un bravo viejo alemn u holands, veterano junto a sus hombres de haber defendido la estacin de unataque indio de los malones de Lenquetr.

    La tripulacin de la goleta estaba formada por marinos de todas las naciones y entre das aburridosbebiendo ginebra y tratando intilmente de pescar algo, al fin se levant un buen viento que nos llevrpidamente lejos de la vista de las costas patagnicas y despus de una borrascosa travesa de seis das,se ech ancla frente a Buenos Aires.Extractos. George Charworth Musters (Explorador y viajero ingls 1841-1879. Autor de Vida entre losPatagones. At Home with Patagonians. A years wandering over untrodden ground from the straits ofMagellan to the Rio Negro.1871).