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BIBLIOTECA DEL NINO MEXICANO

HIS TORIA DEL RET

ACAMAPfl'zI N

HERIBERTO FRIAS

MEXICOflauooj lmex=amono - ]Priznera d.1 Baox, I

1900

Historia del rey Acamapitzin

Qué tristes y afligidos vagaban los az-tecas en los primeros tiempos, despuésdel brillante origen de su ciuclad que co-mo, saben mis lectorcitos, fuO debido a!águila sagrada que &voro a Ia serpien-te en el nopal de la clsla Verde!

Than desnudos, casi por completo, notenlan por casas, sino 'jac'a1es hechoscon 'carrizosb y 4u!es de la laguna.Sus armas eran cotates, aguzados en ]aspuntas en forma de Jauzas; sus escudoslos haclan de ccarrj.zosD entrelazados fo-

4rrándoles con pieles de los animales, quecazaban en los moiites.

Sin embargo de que los aborreci an loshabitantes de los otros pueblos, sobreto-do los de cXochirnileo ' y cChalco,, corn-prendiau que eran valieiites y por esoles tenian an miedo horrible, asi es queprocuraban su destrucciOn los reyes deaquellos pueblos.

Hubieran perecido los mexicanos sinlit ayuda del valiente caudillo que fué suprimer Fey, ci grim cAcamapitzin, cuyacuriosisima historia to voy a referir, Jo-yen lector.

Este cAcamapitzinv que tan valientese mostró en todas las batallas, en queestuvo al frente de los aztecas, contrasus enernigos, fué el primer Rey de losmexicanos. En él principia ia serie dosus monarcas que fucron siendo mâs ymás grandes y poderosos en el trans-curso de los siglos.

El pueblo decidiO nombrarlo, por con-sejo de los sacerdotes del dios de la gue-

5rra por ser el más atrevido y f'uerte detodos los jOvenes.

Era gallardo y altivo, su brazo esgri-mIa la cmacana con una agilidad y des-

treza tales, que dando terribles saltos elguerrero sobre 51 mismo y haciendo mo-linete, él solo con su arma ternible eracapaz de dern bar a diez eneirngos a. antiempo.

6Los jóvenes le envidia ban y lo admi-

raban per su valor, ]as mozas lo querianpor su hermosura y su bondad por queera amable y generoso, segUn cuenta, civenerable anciano azteca, de quién tornoesta curiosa historia.

Pero donde rns se habia distinguidoci bravo cAcamapitzin, fué en Ia bata-ha sangrienta que dieron los del Reinode cAcolhuacawp, contra los de cXochj-milco., cuando los aztecas eran todaviaesciavos de aquellos.

Los de q:Acolbuacanv lievaron a laguerra a los mexicanos. ponjéndolos a!frente de las primeras filas, pant que losenemigos, acabaran con ellos.

Al principio los mexicanos quedaronconsternados, al saber Ia suerte que seles esperaba, pero Acamapitzin, reanimOsu valor diciéndoles:

c;No hay que temer, por qué tern-bláis? vamos a demostrar a estos cobar-des, cacolhuas3o y cxochimilcas que so-mos los hijos favoritos de cHuitzilopoxt-ii., dios de la guerra! No hay que perder

7el tiempo en el combate, haciendo pH-sioneros, sino t herir en el corazón y acortarles las orejas para que yea ci Reyde lr Acolhuacanv con cuantos nos bati-mos.s.

La batalla principió en )as orillas de laLaguna y cerca del Canal que la unfacon Xochimilco; alli los guerreros deeste Reino, en centenares de canoas, lan-zaban nubes de flechas sobre los mexi-canos que fueron los primeros que seprecipitaron a su encuentro con un valory una audacig inereibles, saltando de tie-rra hacia las canoas enemigas, recibien-do en sus escudos los golpes de los eon-trarios a los que derribaron con sus lar-gas y pesadas cmacanas.ip, Luego seecharon sobre ellos y con los cuchillosde citztliD les cortaron las orejas, las quearrojaban en grandes canastos que lie-vaban a la espalda.

cAcamapitzjnz, causaba estragos es-pantosos entre los enemigos, lanzandogritos estentóreos que los aterrorizaba

8a! mismo tiempo que reanimaban ci va-lor de los mexicanos.

cNo huyan, cobardes cxochimii-eas!s. gritaba €1 guerrero azteca, al verque espantados, de la rapidez conque losexterminaba corrian de ól en masa y enespantosa confusion.

La batalla la ganaron los mexicanos,y cuál no seria el terror del Rey decAco1huacafli, cuando viO que los azte-cas le presentaron, corno ofrenda, cente-nares de canastos flenos de orejas ene-rnigas y que escurrian aün sangre Ca-liente. cAcamapitzin' solo, presentO quin-ce cestos.

El Rey de 4KAcolhuac.anv, corno premioal valor de los mexicanos les concediOal libertad dándoles permiso para quefueran a establecerse en las orilLas de lalaguna.

Para festejar su victoria, los aztecaslevantaron un templo al dios de la gue-rra, cerca de Tizaparo, allf los sacerdo-tes dispusieron una danza de jOvenesdoncellas a las que se les iba a arrancar

9el corazOn para ofrecerlo al abominabledios do la guerra.

Pidicrori a! Rey de cAcoihuacani, quehaN a sido su dominador, a la Princesasu hija pant hacerla madre de sus dio-ses; ci Rey, temiendo aiguna venganzade los mexicanos, -ino accedia les man-do 6. la más joven de sus hijas cTeot-lina' , pucs ella se empefló en ir, no obs-tante las innurnerables advertencias quele hizo ci rey su padre.

,No sabes, desdiehada que esos fe-roces aztecas, te sacrificarán a. SUB ido-los sanguinarios?...

Entonces ella contestó derramando co-pioso Ilanto. c;Padre, tengo quo confesarla verdad; sea cual fuere la suerte quese me espere, la mereceré, perque estoyenamorada de cAcamapitzitia, el guerre-ro más valiente porque Iriunfaron en labatalla contra los xüchirnilcas, le he pro-metido mi corazOn y la voluntad de susdioses debe eumplirse!'

Espantosa fuO la cOlera del Rey al oirestas palabras; maldita seas hija ingra-

10ta, rugió, peroabandonarme,palabras, jyacielo!

puesto que te empeflas enye y no olvides nunca misrecibirás el castigo del

Teotlina, acompaflada por algunos de

sus servidores yjosas, en dondeehas, mantas demás adornos, qi

sentada sobre andas 1wiban sus collares, con-finisimas plumas y de-e le correspondlan por

11ser hi4ja del Rey, llegó a Tizapan dondese encontraban las pobres chozas y jaca-les de los mexicanos, pues, aün no em-pezaban a edificar la ciudad sagrada enel centro del Lago.

El primero que salió a recibir a laPrincesa fué cAcamapitzin, pero tras élvent an varios sacerdotes del nuevo tern-plo, el más anciano de ellos, dijo:

d emos ofrecido al cGran Huitzilo-poxt1i el corazón de Ia hija del Rey deAeollivacan y es lüerza cumplir la pro-mesa al gran Señor de la guerra, queharzi de iiuestra raza la reina de todasestas eomarcas que suhyugarän un diatus nietos los reyes de Mexico. ;Oh, Aca-mapitzin!

Grande fué la indigración del guerre-ro al oir las terribles palabras del sacer-dote.

COmo - exclamö levantando los bra-zos at cielo, sacrificar a la Princesa aco-lhua, que va a ser mi esposa... arrebatár-mela para abrirle el pecho y sacarle elcorazón... eNo soy yo el que he salvado

12al pueblo mexicano, de la esciavitud, deldominio de los bárbaros extranjeros.....este es ci prcmio quo me dák, crueles?

- ;Cálmatc, giterrero! ic contestó elsacerdote, vamos zt sacrificar a tu ama-da Princesa, ireeisa'nente pant honrar-te a ti haciOndola diosa, madre de losdioses qite tcncIán los niexicanos cuan-do h;'yan conquistado ci Inperio delcAnahuac; es preciso quo to sacrifiquesA itt felicidad do la raza aztecal.

Temblando de espantn, ola la infeiizPrincesa las trernendas frases quo aca-baba do pronunciar ci sacerdote. cAca-mapitzinz., la contomplab;t con dolor in-finito, coil) prcndicndo la horrible suerteque se le esperaba y sabiendo que no ha-bitt esperauza alts de poder salvarla,entonces la joven cxclarnó on un arreba-to sublime.

Acepto Cl sac rificio, que me arran-quen ci corazón iara oti'ccerlo a. vuestrodios, ya quo lo pide y es necesario parala felicidad do vuestra rain, pero quieroque ml cuerpo repose debajo de las

13aguas, de la laguna, donde so edifique lacUran FenochiitlanAp al lado do las prin-cesas hijas de la hermosa 'Flor de losLagos!.

Eso y mAs so to concederá, tu 4x(re-niov despuOs do sacriuita la, seth el pro-tector de Ia nación iiiejicn tin!

Entonces condujeroti a la doucella en-tre unit multitud do guerreros y sacer-dotes, hasta el interior del Tcniplo, queestaba revestido (10 ramas ornadas defibres arnarillas, que eran entre los azte-cas el sIrnbolo de lit muerte; clentro esta-ba una gran piedra reionda, aUn sin la-brar y cerca do ella se liallaba ci horro-roso idolo de clluiszilopoxlti2o cubiertocon plumas do colibri.

Dos sacerdotes, clespojaron a la Prin-cesa de sus vestiduras, co1ocndo1a des-pués recostada contra 1:t piedra mirandoal cielo. Uno de los sacerdotes le sujetóla cabeza y otros los brazos y ins pier-nas. El rnás viejo que era taznbién ho-rrible y estaba todo inanchado de lodo ysangre, armado de un largo y tiloso cu-

14chub, con terrible golpe lo hundiO en elpecho de la infeliz princesa, abriéndoboy sacando el corazón que chorreO sari-gre, exclarnó:

Recibe loh gran cHuitzilopoxtliz elcorazón de la princesa cacolhua Teotli•nab, madre delos dioses para que hagasgrande, noble y poderosa a la nación me-xicana!

La multitud de guerreros y gente del:puebloo que presenciaba el sangrientocsacrificio, prorrumpió en ala rido es-pantoso de feroz alegria en significaciônde que el dios dlluitzilopoxtii ' satisfe-cho con este sacrificio los protegeria.

El cadaver de la inf'ortunada princesafué recogido piadosamente por cAcama-pitzirn, no permitiendo que ya ningunolo contemplara y en la misma noche,cuando los campos estaban en plenaquietud cAcamapitzin en acatarnientoA Ia ültima disposición de la Princesadepositó en las quietas aguas de la lagu-na el cadaver murmurando con acentode dolor:

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c;Duerme tranluila, ml divina prin-cesa en el fondo de esta inmensa Jaguna,que tu cgefliOv me proteja para guiar losdestinos de la natiOn que voy a forrnar!

***Afios más tarde los mexicanos cons-

trulan en torno de la dsla Verde., endonde el águi[a se habia posado las pri-meras casas de la ciudad de Fenochtit-

16--Ian, donde reinO dat-ante más de veinteaflos el invendble Acamapitzin, primerMonarca aztecs, muriendo amado EEc susañbditos y temido de sus enemigos losmonarcas circunvecinos, dcspuós do ha-cer independiente at pueblo mcxicanocuyo nombre hizo respetar.

Ya te ire refiriendo,querido lectorcito,los terribles epiodios quo sdflalaron Iaépoca que siguiO a La desapariciôn delgran cAcamapitzin.'

Leed el muy divertido, moral C histô-rico cuento siguiente:

LA REINA AYAC[IITJATL6

LA OHINAMPA ENCANTADA.

Barcelona.-Imp. 4. 1* Can Editorial Mantel