Historia Moderna de Andalucía

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Historia Moderna de Andaluca

Historia Moderna de Andaluca

Bases econmicas en Andaluca en la Edad Moderna

La propiedad de la tierra

Hasta el desencadenamiento de la Revolucin industrial, la economa andaluza se ha caracterizado por ser eminentemente agraria.

La tierra ha sido el medio de produccin de los hombres del Sur. Ahora bien, la Edad Moderna se encontraba condicionada por el proceso de ocupacin de las tierras y conformacin de la propiedad gestada con la repoblacin a partir del siglo XIII.

Desde el siglo XVI, a consecuencia del impacto econmico de los metales llegados de Amrica, se acentu el proceso de concentracin de la propiedad.

El prestigio de la tierra, condicin indispensable para el noble, contribuy a que mercaderes y burgueses cambiaran su dinero por bienes inmobiliarios en perjuicio de otras actividades econmicas ms rentables.

La inversin en tierras no llev aparejada la progresiva mejora de stas a travs de los cultivos.

La expansin de los censos al quitar (prstamos hipotecarios sobre los bienes), caractersticos de los momentos de alza, se vieron reducidos durante las prolongadas etapas de inseguridad y depresin, por lo que las tierras compradas pasaron a poder de los prestamistas.

El proceso de acumulacin de tierras en pocas manos, iniciado con la repoblacin, culmin en la Edad Moderna.

Segn Carande, a partir de 1535, y por espacio de 30 aos, surgieron nuevos terratenientes merced a la afluencia de metales preciosos.

El floreciente comercio de explotacin, las operaciones de crdito pblico, las contratas de abastecimiento del ejrcito y de la armada, el arriendo de las rentas de la Corona, las sinecuras de la administracin pblica, dieron origen a los nuevos patrimonios territoriales.

El estado nobiliario fue el mayor beneficiario de este proceso.

Junto a esta gran propiedad haba una abundante propiedad de tipo medio y pequeo.

El minifundio estaba difundido en toda Andaluca.

Existan, adems, casos frecuentes de propiedad de tipo mixto, tales como:

1.- las tierras censadas en que la titularidad de sta corresponda a un gran propietario, eclesistico generalmente, que autorizaba a los campesinos a roturar y plantar la tierra con la condicin de pagar con carcter perpetuo un canon o censo, ya en dinero o en especie

2.-las tierras en rgimen de mediana, en que los campesinos sin tierras labraban las de los propietarios a cambio de entregar la mitad de la cosecha, poniendo el propietario los animales y los tiles de labor.

Segn ha puesto de relieve Antonio Miguel Bernal, el latifundismo andaluz domina como sistema desde el Antiguo Rgimen hasta nuestros das, de una manera cualitativa en lo que a la extensin superficial agrcola se refiere.

El minifundio por el contrario, predomina cuantitativamente en lo que a la composicin del nmero total de propietarios agrcolas respecta.

En lneas generales, el paisaje agrcola andaluz experiment escasas modificaciones desde finales de la Edad Media.

El siglo XVI supuso una poca de prosperidad al aumentar el consumo de productos agrcolas, pero limitado a reas privilegiadas por los efectos del comercio indiano.

Se advierte una mayor intensidad en los cultivos de cereales, olivos y viedos, que incluso provoc una cierta inmigracin de agricultores a Andaluca procedentes de otras regiones espaolas.

Al final del reinado de Felipe II se observa un progresivo deterioro de la productividad agraria.

Es posible que ello se debiera en parte a la disminucin de pequeos propietarios.

En estrecha relacin con la orientacin econmica experimentada por el campo durante los siglos XVI y XVII se hallan los seoros.

Es evidente la influencia de las tierras de seoro sobre los vasallos.

Segn Domnguez Ortiz, Andaluca fue con Castilla la Mancha la regin ms castigada por la refeudalizacin del siglo XVII.

Este proceso se inicio con los Reyes Catlicos, quienes a raz de la conquista de Granada crearon seoros en los territorios conquistados

La industria textil

La principal industria de Castilla durante la Edad Moderna fue la textil, cuyas posibilidades se acrecentaron con el mercado del Monopolio indiano.

Los Reyes Catlicos promulgaron las Ordenanzas de Sevilla, en las que dictaminaban sobre 119 leyes, entorno a esta industria.

Sin embargo, los paos castellanos y la manufactura lanera fueron perdiendo mercado al resultar de inferior calidad y ms caros que los extranjeros.

Las hilaturas domsticas estaban extendidas por toda Andaluca, aunque la ciudad que tena una mayor significacin lanera fue Crdoba.

La produccin de tejidos de seda adquiri un mayor auge en Andaluca, destacando Sevilla y Granada.

Se trataba de una manufactura artstica, de tradicin islmica hondamente arraigada y que exiga manos de obra especializada.

La industria minera, de tipo extractiva, adquiri gran importancia en el territorio andaluz, como corresponde a su riqueza y tradicin minera.

A partir de 1559 resurgi la poltica minera, tras descubrirse las minas de plata de Guadalcanal.

Desde entonces aumentaron los registros de minas y las licencias de explotacin.

Gran cantidad de buscadores de minas recorrieron toda Andaluca y especialmente la zona de Sierra Morena, incluso numerosas personas experimentadas en el registro de las minas volvieron de Amrica para trabajar en la localizacin .

Los buscadores encontraron yacimientos que posteriormente se consolidaron como de gran valor en la produccin de cobre o plomo, en la Sierra Morena onubense y en Linares.

Entre los yacimientos de mayor actividad de extraccin destacan los de Aracena, Zalamea, Constantina y Fuente Ovejuna.

Los hallazgos de minas en las provincias de Granada, Almera y Mlaga corresponden a una poca ms tarda.

Industria del jabn

En Sevilla, el centro fabril de mayor consideracin de toda Andaluca era el del jabn, aunque tambin funcionaban las de Cdiz, Jerez y Ayamonte.

Las fbricas de jabn se las conoce como almonas o almonillas.

Las jaboneras fueron consideradas como un monopolio del Estado que la enajen a familias nobles como la de los Enrquez.

En 1529 la almona de Triana se arrend a la familia de los banqueros Welser, adquiriendo el jabn de Castilla un gran prestigio.

Todava a finales del siglo XVII continuaba la exportacin al Nuevo Mundo, a Inglaterra y a Flandes.

Con frecuencia se fabricaba jabn de contrabando, trayndose a Sevilla de Almera o de Cdiz.

A los sevillanos se les apodaba despectivamente jaboneros.

La industria naval

La industria naval se inserta dentro del aspecto ms amplio de la industria maderera, presente en toda la regin, en la construccin de viviendas, muebles, medios de transporte terrestre (carros) y martimo (barcos), aperos de labranza, telares y envases (barriles y toneles).

En general, las reservas madereras andaluzas eran insuficientes por lo que tenan que importarse de los pases nrdicos y de Galicia.

A pesar de esta deficiencia, era notable el volumen de pinos transportados por el ro Guadalquivir desde la Sierra de Segura, procedente de Cazorla, a Sevilla, daando en ocasiones el puente de barcazas que una Sevilla con Triana.

Los barcos construidos en las costas andaluzas gozaron de mala fama, debido a la madera inapropiada utilizada para su construccin.

En 1593, se dict una ley, recogida en la Recopilacin de Indias, por la cual se prohiba el registro a naves construidas en las costas de Sevilla, San Lcar, Cdiz y Puerto de Santa Mara con destino para Indias.

Hacia mediados del siglo XVII la decadencia era tal que existen testimonios de que haban desaparecido los gremios de carpintera de ribera y calafates.

A finales del siglo se recuper.

La industria ceramista

Los talleres de cermica adquirieron en el siglo XVI un gran desarrollo bajo el impulso del comercio de exportacin de vino y aceite.

El principal ncleo de Triana presentaba reminiscencias rabes aunque pronto la cermica se vio influenciada por las tcnicas italianas. Surge el barro vidriado.

Junto a la fabricacin de vasijas de todo tipo se elaboraban piezas de barro con una finalidad decorativa como los azulejos y las pilas bautismales.

Industria alimenticia

Las industrias alimenticias se realizaban de manera domstica, por lo que rara vez daban lugar a concentraciones amplias.

El pan que se consuma en Sevilla proceda de Alcal de Guadaira.

La industria bizcochera produca una especie de pan para las travesas martimas.

La industria del fideo tuvo una amplia expansin.

Otras industrias

Industrias menos generalizadas eran la fabricacin de armas y plvora, localizadas en Sevilla, en Triana.

El cuero y los cordobanes se elaboraban en Crdoba, los libros se impriman en Sevilla y los naipes en Mlaga.

La industria andaluza no supero en la Edad Moderna el estado artesanal controlada por las ordenanzas gremiales.

Comercio

La base mas importante del comercio exterior espaol durante la Edad Moderna lo constituy la fachada andaluza, que con Sevilla, Cdiz y Mlaga representaba el centro mas activo tanto del comercio de exportacin como de importacin.

Castilla supo armonizar y unir las regiones perifricas abiertas al exterior que rodeaban la Meseta y separaban sta del mar.

Segn Braudel, fue este trfico y no Castilla la que ha hecho Espaa.

Por esta razn, la fachada andaluza se erigi en columna vertebral de la economa mercantil.

La conversin de Sevilla en centro del monopolio indiano fue la causa principal de la importancia comercial que adquiri Andaluca.

Si bien es cierto que el monopolio sevillano fue dejando protagonismo a Cdiz, siempre permaneci la idea del monopolio andaluz.

Las causas han sido:

La potencialidad financiera de los negociantes andaluces

La red de intereses creados entre la Universidad de cargadores o mercaderes y oficiales de la Casa de Contratacin.

Los intereses de los grandes latifundistas andaluces, quienes desde 1598 detentaron el poder, siendo coparticipes en la misma empresa monopolstica.

Los puertos de la regin tuvieron un papel destacado.

Sin descartar la misma playa o litoral costero como centro de transaccin propio de un trfico de cabotaje.

Los puertos ms importantes de Andaluca fueron los de Sevilla, Cdiz y Mlaga.

El primero era el ms importante con mucha diferencia. Solamente la Aduana era una de la ms celebres por su majestuoso edificio de ladrillo, siempre lleno de fardos, repletos de productos de Europa y Amrica.

Segn una estadstica que se ha conservado acerca de la navegacin extranjera en el puerto de Sevilla, en el ao 1597, en un mes arribaron 94 embarcaciones de las cuales 38 procedan de Hamburgo y otros puertos hanseticos; 23 eran franceses, 21 escandinavos y el resto de Irlanda, Escocia y Pases Bajos.

Mlaga era el gran puerto andaluz del Mediterrneo.

Segn Braudel, durante la segunda mitad del siglo XVI, el trfico mediterrneo se diriga ms a Mlaga y Alicante que a Sevilla o Lisboa.

Por razones de infraestructura Cdiz se convirti con el tiempo en rival de Sevilla. Desde la segunda mitad del siglo XVII atracaron galeones de gran tonelaje.

Tambin los puertos de Sanlcar, Cdiz, Santa Mara y Puerto Real se beneficiaron de ese comercio.

El comercio andaluz se vio favorecido por las mejoras de las rutas interiores de la regin.

Las diferencias entre la regin meridional de la Pennsula y otras perifricas eran considerables.

En el Repertorio de Caminos de Alonso Meneses se indicaba el estado de los caminos y el nmero de ventas en toda Andaluca.

En cuanto al comercio exterior, adems del que se tena con Amrica, que alimentaba a su vez la presencia de mercaderes extranjeros, era activo el intercambio con Italia y nunca quedo interrumpido con el norte de frica.

En 1624 se fundaba el Almirantazgo, cuyo objetivo era agrupar a los comerciantes de las Provincias de Flandes.

En lneas generales, en lo que respecta al volumen de transacciones comerciales, las importaciones sumaron de ordinario casi el doble que las exportaciones.

Las materias objeto de importacin eran paos y lienzos, papel, cera, azcar, que a comienzos del siglo XVII empez a cultivarse en Motril, maderas y artculos de metal.

Entre las partidas de exportacin, los productos ms frecuentes fueron siempre el aceite y el vino.

La canalizacin comercial de los productos agrcolas bsicos de la comarca malaguea, el vino y la pasa, era esencial para su economa, ya que del volumen de exportacin de estos frutos dependa el desarrollo econmico y social de la ciudad y de su entorno.

Los beneficios y ganancias comerciales no solo enriquecan a los comerciantes y mercaderes sino que reverta sobre los diferentes sectores econmicos urbanos, que de una forma u otra se encontraban asociados o relacionados con el trafico mercantil.

De esta manera desde el viticultor al transportista, desde la corporacin gremial productora de envases y recipientes al cargador del muelle, se beneficiaban de esta actividad mercantil.

Incluso la Hacienda real esperaba con inters las rentas procedentes de los aranceles aduaneros, almojarifazgo y millones, como lo demuestra la presencia de administradores de las mismas en las sesiones del Cabildo municipal.

La economa malaguea

Segn el abogado malacitano don Bernardo Jos Montaldo la economa malaguea se basaba en los siguientes productos que a continuacin expone.

La visin econmica de Mlaga se inscriben de lleno en el pragmatismo de la Ilustracin.

Este abogado, escritor, movilizaba la reflexin sobre los asuntos de Espaa, y que se considera ilustrado

Como sus coetneos del siglo XVIII, este abogado propugnaba la bsqueda de la felicidad, del bienestar y de la prosperidad tanto individual como colectiva.

Para obtener estos objetivos era preciso disponer de bienes abundantes para satisfacer las crecientes necesidades personales y atender al enriquecimiento local y estatal.

Convencido, como mercantilista ilustrado, de que nicamente a travs de la obtencin de un balance comercial favorable los metales preciosos afluiran al pas, por lo que vea en el comercio colonial el medio ms idneo para lograr los objetivos propuestos.

Para lograr esta meta haba que aumentar las fuentes de riqueza y modificar las estructuras que se consideraban antieconmicas y obsoletas.

La Mlaga que ste ilustrado ansia, es la que tiende a magnificar, en plena transformacin social y econmica debido a los excedentes vitcolas de las ltimas dcadas.

El comercio hispanoamericano constitua la meta, las medidas liberalizadoras que cristalizaron en la reglamentacin del comercio libre.

Y hacia ese logro ir encaminado la gestacin del Memorial

Manifiesto por Mlaga sobre la extensin del Comercio de Indias a los puertos de Espaa y al de Mlaga por su mayor proporcin. (1777)

Su objetivo el libre comercio con los puertos de Tierra Firme de Amrica y la creacin de un Consulado en Mlaga.

El autor no duda en reiterar las ventajas que para la monarqua espaola representara la liberalizacin del comercio, incidiendo en el caso concreto de Mlaga

En el quinto epgrafe Bernardo J. Montaldo resalta detalladamente las excelencias del puerto de Mlaga.

Considera que las instalaciones portuarias malacitanas son la que se encuentran mejor equipadas del Reino de Granada para el comercio transocenico debido a su situacin estratgica, como intuyeron ya los fenicios.

Esta misma opinin sobre su ubicacin favorable fue la que propici que fuese designada, por la Real Provisin de 1529, para el comercio con las islas de Barlovento.

El puerto malacitano contaba con la baha de la Caleta, situada a sus espaldas, que serva de surgidero. En esta ensenada fondeaban las Armadas y llevan a cabo sus aguadas gracias a la profundidad de sus aguas y a la limpieza de sus arenas, aptas para el anclaje de las naves.

Por estos factores y aprovechando las condiciones naturales de la rada desde el reinado de Felipe II se ha ido construyendo el muelle.

Seala, que en caso de amenaza de temporal los navos surtos en el puerto se encontraban resguardados de los embates marinos.

Aporta los datos tcnicos sobre la profundidad del muelle, de 12 brazas que va disminuyendo hasta 3.Y la amplitud permite el atraque de las Escuadras reales, buques mercantes de mayor y menor tonelaje.

En su drsena las embarcaciones amarradas no precisaban ms que un vigilante a bordo para evitar hurtos u otros percances.

Estas ventajas abarataban el coste de su estancia.

Adems, el abastecimiento en la ciudad no ofreca dificultades y si era preciso realizar reparaciones, como carenar las naves, las maestranzas se encontraban ubicadas en las inmediaciones del puerto.

Asimismo, los vientos para penetrar en el puerto solan ser favorables.

nicamente los del Sur son ms conflictivos,

Adems, las instalaciones portuarias malacitanas se encuentran defendidas por el Castillo de San Lorenzo, la batera del Muelle nuevo, la del Postigo de Abades, Castillo de San Felipe, adems de otro que se haba proyectado construir en el extremo de la drsena de Levante.

Se suman a estos la batera de San Carlos y el Castillo de Santa Catalina, cuyos fuegos en caso de ataque se cruzaran defendiendo los puestos del muelle, de la baha y de la playa de descarga, ante un posible desembarco enemigo.

Mlaga cuenta con la ventaja de ser una plaza abierta pero cercada de montaas.

Este entorno natural contribuye a protegerla contra cualquier incursin enemiga con pocos efectivos humanos armados para tal fin. En casos de extremo peligro se pueden trasladar los objetos ms valiosos al interior y evitar su prdida, como ocurri en la Guerra de Sucesin. Tampoco hay que temer incursiones berberiscas debido a que las dos escuadras de jabeques, las fortalezas y las torres almenaras o vigas que jalonan la costa, disuaden a stos de un desembarco imprevisto. Si por la impericia del piloto naufragase una embarcacin a la vista de la costa no haba peligro por la tripulacin ni para los pasajeros por la proximidad de la playa.

Quizs el nico punto conflictivo en la navegacin mediterrnea lo constituya el paso del Estrecho de Gibraltar, aunque los marineros malagueos estn tan acostumbrados a atravesarlos que en tiempo de guerra contra los ingleses los marinos no slo sorteaban las escuadras enemigas sino que incluso rescataron embarcaciones ya apresadas. Por otra parte, hay que tener presente que Mlaga es el principal puerto que abastece a los presidios africanos de Ceuta, Melilla, Pen y Alhucemas.

Aunque el contacto es peridico en tiempo de peste o asedio los marinos malacitanos ponen en peligro sus vidas por acudir en su ayuda. Esta entrega se ha podido constatar en el sitio de Melilla (1774-1775) y en otros presidios menores en que la marinera malacitana no escatim esfuerzos para llevar refuerzos, pertrechos y armas an a costa del naufragio de varias embarcaciones.

Tambin aqu se pudo observar el conocimiento prctico de la marinera malaguea, pues fue preciso equipar con hombres los barcos de avisos de los presidios, mantener la tripulacin de las embarcaciones que deban llevar los socorros y adems completar los navos de guerra: fragatas y jabeques que iban en su ayuda. En el sexto captulo el abogado Montaldo describe la infraestructura naval malacitana. La perfeccin de la construccin de las embarcaciones por los carpinteros de ribera malagueos se ha constatado en las fragatas del capitn don Antonio de Morales, de 250 toneladas, fabricada en los astilleros locales y fletadas por la Real Hacienda para Veracruz. Informa Montaldo de los buenos maestros y operarios que trabajan en la maestranza, bien aprendiendo su oficio en los astilleros locales o aplicando los conocimientos adquiridos en los Arsenales reales de Cartagena y La Carraca (Cdiz).

Alude a los astilleros ubicados en las playas de la baha malacitana, en los playazos de la Caleta, en que formaban gradas para la construccin de navos en lnea. Por lo que respecta a la materia prima la industria naval, las maderas que se obtienen de los montes de la Hoya y Axarqua son ptimas para la construccin de navos siendo muy asequible su transporte.

En los montes de Aljaima y Joyena crecen pinos y encinas en terrenos pblicos En el embarcadero de las playas de Vlez-Mlaga se embarcan las maderas procedentes de los bosques de Canillas de Albaida, Cmpeta y Frigiliana.

A 50 Km. del fondeadero de Nerja crece el pino carrasco, mientras que a las playas de Almuecar y Salobrea llegan maderas de Al-Fondn, Fraguit, etc. En la zona occidental de Mlaga, en la jurisdiccin de Marbella, Ronda y Casares abundan los robles y quejigos, cuya madera se embarca en las playas de Marbella, Estepona y Guadiaro.

Para la motonera se encontraba madera de lamos negros, procedente del Soto de Roma aunque en Con, Alhaurn crecen lamos, nogales apropiados para su fabricacin. El camo que se produce en Granada abastece las fbricas de lienzos para las velas.

No hay que olvidar que en Mlaga hubo en tiempos una fbrica que podra ponerse de nuevo en marcha en caso de aumentar la demanda.

Para las jarcias o aparejos de cabos hay excelentes artesanos que son requeridos en Puerto Real y en otros astilleros. Aunque tambin se produce hierro en las fbricas de Ronda y Bacares, interesa ms traerlo de Vizcaya ya que su coste es menor.

La brea y el alquitrn para calafatear los navos abundan en Mlaga, por lo que los excedentes se transportan al Arsenal de Cartagena.

Las Escuadras reales fondean en el puerto para efectuar las reparaciones precisas de calafateado. Adems de la construccin de navos era preciso disponer de unos mandos y una tripulacin idnea.

Para formar los mandos de las tripulaciones, pilotos y capitanes estaba previsto establecer el Real Colegio de San Telmo en Mlaga.

La produccin de vino de los vecinos de Mlaga,en el ao 1771, alcanz un volumen de 1.225.120 @.

La cosecha del Obispado era de un volumen similar pero al no ser de tan buena calidad para el embarque se quemaba para aguardiente, producto demandado por varios pueblos de la comarca, como Casabermeja, Colmenar y Serrana de Ronda.

ltimamente se fabrican en Mlaga licores de parecida calidad a la de los franceses. La cosecha de pasas es tan abundante como la del vino. Slo en Vlez Mlaga se contabilizaron 220.000@ al ao.

Segn la capitana del puerto de Mlaga y Torre del Mar, los fletes forneos superaban ampliamente a los espaoles.

Concretamente 835 navos extranjeros frente a 47 buques de bandera nacional haban cargado sus mercancas en estas drsenas.

Junto al vino y la pasa, Mlaga se comercializan otros productos agrcolas como la almendra, limones, higos secos, batatas, etc. Aunque Mlaga no es productora de aceite en los almacenes se deposita la mayor parte de la cosecha de Andaluca para su exportacin. En cuanto a las manufacturas, el Reino de Granada es famoso por la cra de seda y su transformacin textil en todos los colores, tipos de piezas y listonera.

Tambin son renombradas las piezas tintadas en negro, fijadas por el agua y el zumaque que se utilizan en Mlaga.

En la actualidad estas fbricas presentan una cierta decadencia en su produccin, pero podran revitalizarse si se redujeran sus impuestos. Las fbricas de lana, lino, camo y esparto, cuya materia prima abunda, podran incrementar su volumen fabril.

Incluso se est ensayando el cultivo del algodn, materia textil que empieza a ser muy cotizada en los mercados.

Los sombreros ordinarios que se manufacturan en Mlaga podran refinarse e igualar a los que se confeccionan en Pars, superndoles en la tintada negra por ser de una calidad superior. Existen varios molinos de papel en los que se produce papel de estraza.

Y aunque en Mlaga y en Antequera se intent establecer una fbrica de papel blanco no pudo mantenerse por la competencia extranjera. Incluso las mujeres malagueas participan en la elaboracin de calcetas, costura, malla, encajes ordinarios, medianos y superiores, bordados de toda clase, hasta los de oro y plata.

Tambin se realizan bordados de flores de seda en la ciudad a cargo de especialistas. Por un Real Decreto, de 2 de febrero de 1778, el Comisario y Ministro de Marina comunicaba que de orden de Jos de Glvez, Ministro de Indias se conceda al puerto de Mlaga el libre comercio con Amrica, junto con los puertos de Sevilla, Cdiz, Alicante, Cartagena, Barcelona, Santander, La Corua y Gijn. El 28 de abril de 1778, por una Real Provisin, se confirma la creacin del Consulado de Mlaga, que reunira a comerciantes, mercaderes, hacendados y patrones.LA ILUSTRACIN Y EL CULTIVO DEL OLIVAR EN LA PROVINCIA DE JAN. LA SOCIEDAD ECONMICA DE AMIGOS DEL PASDra. Marion Reder Gadow

Universidad de Mlaga

Jan 22 de marzo de 2007Sociedades Econmicas de Amigos del Pas

Entre las instituciones que el gobierno del Monarca Carlos III apoya decididamente para propagar las luces del siglo se encuentran las Sociedades Econmicas de Amigos del Pas.

stas tuvieron una gran importancia en el fomento de la economa local y nacional.

Aunque ya haba precedentes en Europa, la primera creada en Espaa fue la Sociedad Vascongada de Amigos del Pas, en 1765, seguida de la de Tudela (Navarra) y Baeza (Jan).

En 1774, el fiscal del Real y Supremo Consejo de Castilla, Pedro Rodrguez de Campomanes orden la fundacin en toda Espaa de instituciones de estas caractersticas.

Hay que destacar que detrs de la fundacin de las Sociedades Econmicas no se encuentra nicamente la burguesa sino que fue una colaboracin de nobles, eclesisticos, burgueses, campesinos y trabajadores de las ciudades, en un intento de intensificar la produccin agrcola, ganadera e industrial.

Las Sociedades de Amigos del Pas fueron vistas con recelo por los sectores reaccionarios de la sociedad, por los gremios, por funcionarios y por los claustros universitarios que trataron de boicotear las acciones de progreso y los proyectos liberalizadores.

Objetivos

Crear casas de misericordia

Hospicios

Montepos de labradores

Escuelas de Primeras Letras o escuelas patriticas

Escuelas de nias

Escuelas de hilados

Pero todas propugnaban la difusin de los conocimientos o de las luces.

La agricultura se haba convertido en el S.XVIII en un tema de capital importancia para el Estado, por lo que creci el inters entre los agrnomos o estudiosos por los temas agrcolas.

Estos enlazarn con los fisicratas, que mantenan que slo la agricultura permita multiplicar el producto

Durante el reinado de Carlos III, la vida rural espaola cambi radicalmente, y el campo sufri importantes transformaciones agrarias.

La Sociedad Bajo andaluza

A pesar de que en el transcurso del siglo XVII y XVIII apenas se aprecia un cambio en el comportamiento humano, por lo que la sociedad andaluza parece una sociedad inmovilista.

No obstante en el transcurso de esos dos siglos se producen modificaciones que darn lugar a cambios diferenciales.

Por ejemplo:

Hay una menor presin social, una disminucin del mito del honor.

Una notable simplificacin de los grados de la jerarqua social

Un paulatino trasvase de los valores estamentales a los dinerarios

Un reforzamiento de las categoras ligadas a la consolidacin del Estado: Burocracia y Ejrcito

Segn Domnguez Ortiz, la tirana del honor resulta ms evidente en la literatura que en la realidad, tal como nos lo muestran los documentos.

Casey, en su estudio sobre la familia andaluza del Antiguo Rgimen, trata de los tpicos teatrales, los dramas de amor y celos.

Deduce que la muerte de una adultera a manos del marido ofendido era una excepcin. Incluso en el siglo XVII, en pleno siglo calderoniano, el desenlace ms frecuente era o bien cerrar los ojos, o la separacin matrimonial previa sentencia eclesistica.

Incluso, a veces, con la reclusin de la mujer en una casa de correccin

Conforme la mujer iba adquiriendo alguna mayor libertad de movimiento las ocasiones de infidelidad se haran ms frecuentes.

En el siglo XVIII se puso de moda en la alta y media sociedad un tipo de cortejo o galanteo, ms bien platnico, que se denomin chichisveo.

Contra este cortejo escribi un fraile sevillano, fray Jos Haro de San Clemente, en 1729, un libro con el ttulo El chichisveo impugnado que comienza lamentndose de la demasiado llaneza y comunicacin que ha entablado el demonio entre hombres y mujeres, en una nacin que, diferencindose de las dems, visti sus mujeres con manto para que no fuesen vistas y fuesen miradas con mayor veneracin, como las imgenes de los santuarios, que pocas veces se dejan ver, estando lo ms del ao bajo cortinas por ms autoridad y decencia.

Sola atribuirse esta relativa libertad de costumbres a la Guerra de Sucesin, que propici la entrada de tropas extranjeras, pero que aquella evolucin se hubiera producido de todas formas.

Y no hubiera podido producirse sin la tolerancia de los padres y maridos.

A fines del siglo XVIII un jurista, lvarez Posadillo, nos informa de que las leyes que autorizaban al esposo a matar a los adlteros, aunque no derogadas, estaban en desuso, contentndose por lo comn el marido con la reclusin de la infiel.

Una evolucin parecida la vemos en cuanto a los duelo y desafos, otro tema muy ligado al honor tirnico.

En el siglo XVII no slo estaban permitidos, sino que para ciertas categoras sociales era un deber estricto provocarlos y aceptarlos.

Un caballero hubiera quedado infamado de no obrar as.

Tan fuerte era el peso de la opinin en este punto que incluso algunos telogos transigieron con ella.

Verdad es que siempre se han buscado recursos para quedar bien en tan terrible trance, sin perder la reputacin.

As lo afirma Alfrez de Paz en un curioso folleto editado en Sevilla, en 1654.

Algunos amigos se entraban por medio asentando cada cual de por si que su competidor va si intencin de ofenderle, y que solamente la han de tener ambos de estar tirando cuchilladas al viento hasta que sus amigos lleguen y declarando que ya han satisfecho su honor los aparten y pongan en paz

Pero no siempre acababan as los desafos. Con frecuencia corra la sangre y se producan muertes.

Muy sonado fue el duelo que sostuvo el marqus de la Algaba con el asistente de Sevilla, en 1628.

Y la ria entre un Esquivel y otro sujeto de calidad que acab con la muerte de ste en la parroquia de San Pedro, bajo la casulla del sacerdote que intentaba protegerle

Ms que un duelo, ste fue un asesinato.

Hechos de esta clase no eran raros.

En el siglo XVIII no desaparecieron estas costumbres violentas, lo que cambio fue la actitud del gobierno hacia ellas.

Prohibidos los duelos por una de las leyes de Toledo (1480), la eficacia de esta prohibicin era muy escasa.

O no se castigaban las muertes causadas en duelo, o se hacan con gran lenidad.

Don Gmez Surez de Figueroa, veinticuatro de Crdoba, mat en duelo al XI seor de Torres Cabrera.

Ambos eran caballeros y competan al Consejo de rdenes su conocimiento.

La sentencia condenaba al matador a 6.000 ducados de multa para la viuda e hijos del muerto y dos mil para la Cmara Real. Cuatro aos de destierro de Crdoba y otros cuatro a Orn con dos lanzas a su costa (1617).

Esta sentencia se dulcific al casarse el matador con la hija del difunto, dotndola con 25.000 ducados.

Este hecho era inconcebible en el siglo XVIII.

El comportamiento del gobierno tambin cambi.

A la tolerancia sucedi el rigor, expresado en los trminos ms duros.

Una pragmtica de 1757, confirmando otra de 1716, castigaba a los duelistas con la pena de muerte, infamia personal y confiscacin de bienes, como si se tratara del delito ms horrible que se pudiera cometer.

Se aprecia tambin a lo largo de estos dos siglos la decadencia del mito de la limpieza de sangre.

Es cierto que se siguieron requiriendo los Estatutos, hasta el punto que a finales del Antiguo Rgimen eran infinidad las corporaciones, incluidas las modestas, que exigan la prueba de limpieza de sangre para el ingreso.

En el siglo XVI, cada vez que un Cabildo municipal o eclesistico, una orden religiosa o cualquier otra corporacin quera imponer un estatuto tena que reir una batalla con los que se consideraban perjudicados.

En el siglo XVIII, como era difcil averiguar quines fueron los architatarabuelos del pretendiente, nadie quera singularizarse oponindose. Las pruebas se seguan haciendo por rutina. Cesaron los sobornos, por lo que dej se ser un oficio lucrativo el del linajudo. Nombre que se dio en el siglo XVII a los que chantajeaban a los pretendientes amenazndoles con revelar las manchas de su linaje.

Destaca Domnguez Ortiz que hubo un proceso muy sonado en Sevilla, en el ao 1654, contra algunos de stos, que acabaron desterrados en los presidios de frica. No hubo episodios de esta clase en el siglo XVIII por la fosilizacin del entramado que tiempo atrs se mantena candente.

La decadencia de los estatutos se basaba en el hecho de que la presencia hebreo-musulmana haba cesado hacia mucho tiempo.

Lo que hacia 1500 e incluso 1600 era una realidad viva (el bautismo del padre o del abuelo, la sentencia inquisitorial, el sambenito afrentoso que colgaba en las paredes de la iglesia) se haba ido desvaneciendo, convirtindose en rumores, habladuras sobre los antepasados de tal o cual familia, rumores que pocos se atrevan a materializar en una denuncia. Los viejos odios se haban apagado y, adems, era difcil de probar ya que la prueba documental no estaba al alcance de muchos bolsillos. Otro cambio que se aprecia es la disminucin de las disputas por la precedencia, los tratamientos, las cortesas, etc.

En el siglo XVII era una afrenta imperdonable tratar de vuesa merced a quin era seora; atribuir un don a quien no tena derecho de llevarlo era una falta grave, por lo menos en el orden administrativo. El lugar en la iglesia o en la procesin poda dar lugar a los ms graves conflictos.

A quien corresponda retroceder en un encuentro de coches poda convertirse en asunto de Estado y motivo que se prohibiesen en Granada.

Tambin haba conflictos en las aceras.

En 1696 dos colegiales del Colegio mayor sevillano de Maese Rodrigo se encontraron en una calle con el arcediano de Jerez. Y como lo le queran ceder la acera hizo traer una silla y se sent.

Los colegiales permanecieron en su sitio hasta que acudieron los peones de la Catedral y los apartaron por la fuerza.

Al da siguiente los colegiales ordenaron a unos criados del Colegio que asaltaran el coche del arcediano, sin conseguirlo.

El asunto fue a Madrid, y aunque el Arzobispo Palafox, enemistado con el Cabildo, abog a favor de los colegiales, estos fueron condenados a destierro dentro de Espaa; y a los criados a destierro en Orn.

Media siglo ms tarde, un episodio tan grotesco no se hubiera producido. En el fondo lata una lucha desesperada de los individuos y corporaciones por asegurarse un lugar ms digno dentro de una sociedad jerarquerizada.

Estas actitudes era smbolos y por lo tanto tenan una gran importancia en la sociedad de la Edad Moderna.

En todo caso, eran choques entre sectores muy limitados de la sociedad.

El pueblo quedaba al margen de estos conflictos.

Felipe II consagr una parte de su tiempo en redactar una minuciosa pragmtica de tratamiento y cortesa con la intencin de evitar o disminuir los choques.

No tuvo gran repercusin pues uno de los ms sonados enfrentamientos se produjo en las exequias que le tribut el Cabildo hispalense.

En el siglo XVIII, ya cada uno saba cual era su sitio, pero cuando surga un elemento nuevo se reproducan los encuentros, aunque eran ms frecuentes los choques entre militares y civiles, ya que el poder militar se estaba incrementando como un factor decisivo que lleg a ser en el futuro.

Los marginados

Si comparamos la situacin social de los ltimos Austrias y la de los primeros Borbones podemos comprobar como hay menos tensin social, hay una convivencia menos violenta en la poblacin urbana.

En la sociedad rural se mantiene la tensin de alguna manera, dando lugar al bandolerismo.

Los enfrentamientos de tipo jerrquico se suavizaron en el siglo XVIII, si bien es cierto que en Andaluca se apreciaban por los viajeros cierta debilidad en la utilizacin de los signos externos. Por ejemplo, en la poca de los Reyes Catlicos la gente de pueblo llevaba una vestimenta acorde a su condicin. Las sucesivas pragmticas suntuarias tenan como uno de sus objetivos marcar estas diferencias de clase; reservaba ciertos atavos y ciertos carruajes a las clases elevadas. Sin embargo, fueron siempre poco obedecidas.

La ltima pragmtica la dict Felipe V en 1723. Por este y otros rasgos, el reinado de aquel monarca se nos aparecen como de transicin. Por medio del vestido, segn la clase, se conoca la poblacin.

A finales del siglo XVIII se impone la tendencia a igualar las clases sociales con la aficin de personajes de elevada cuna a imitar el atuendo y manera del pueblo.

Una moda, que no hubiera sido posible en otro pas.

La familiaridad entre las clases era ms acusada en Andaluca, precisamente donde las diferencias econmicas creaban abismos profundos.

En la sociedad bajoandaluza desaparecen los moriscos, los esclavos y judeoconversos. Tambin los pcaros. Se mantienen los gitanos a pesar del duro trato que recibieron.

Los moriscos desaparecen tras su expulsin en 1610, pero durante algunos decenios siguen apareciendo en los documentos.

Unos retornan de Berbera pese a las penas que marcaba la ley; otros eran hechos prisioneros a bordo de naves pirticas.

Algunos que haban logrado permanecer ocultos y escapar a la expulsin fueron denunciados a la Inquisicin.

Contra ciertos excesos de celo, las Cortes de 1623 hicieron presente que dejaran ya de molestar a los moriscos, que cesaran las averiguaciones y no se admitieran denuncias.

En el reino de Granada debieron quedarse bastantes moriscos, pero haba esclavos musulmanes que se bautizaban y despus renegaban.

A veces eran sorprendidos en la fuga.

En casi todos los autos de fe salan algunos penitenciados por esta causa. Una causa que el Tribunal de la Inquisicin de Sevilla envi a la Suprema en 1643 hacia alusin a Catalina de Jess, que siendo mora se llam Ftima. Fue condenada a salir en auto pblico de fe, abjurando sus errores. Sus bienes fueron confiscados y, finalmente, recluida en la crcel por tiempo de 4 meses.

Segn un informe sobre los moros esclavos y libres de Sevilla, del ao 1625, aseguraba que era grande el nmero y que se agrupaban en corrales de vecindad. Sin duda, entre ellos haba algunos moriscos que consiguieron evitar la expulsin.

En 1690 quedaban noticias de que en poblaciones como Lebrija, Utrera y Andjar vivan familias que descendan de musulmanes pero que no conservaban la fe islmica.

En el siglo XVIII slo quedan noticias sueltas de algunos renegados. La minora morisca haba desaparecido.

La esclavitud

La esclavitud haba tenido su momento de apogeo en la segunda mitad del siglo XVI y en la primera del XVII.

La esclavitud morisca originada por la guerra de 1568-1570 disminuy rpidamente por la manumisin. La turca berberisca dependa del azar de las capturas.

Los esclavos negros fueron numerosos hasta la sublevacin de Portugal (1640) que era la nacin suministradora de esclavos.

Para entonces otros factores aceleraron la desaparicin de esclavos. Era difcil que contrajeran matrimonio y procrearan por lo que se observan uniones ilegtimas.

Adems, el gobierno tena necesidad en ciertas coyunturas blicas de cubrir las plazas de remeros en las galeras (1637), pese a que se haban dado rdenes a los tribunales de condenas al mayor nmero de delincuentes. Se orden hacer una redada de gitanos y esclavos.

Andaluca fue la regin ms afectada por esta medida por albergar el mayor nmero de marginados.

Los primeros escaparon por su movilidad, pero los segundos suscitaron grandes protestas, tanto econmicas como humanitarias. Se exager tanto, que el comisionado don Pedro de Amezquita no solo se incautaba de los moros y berberiscos sino tambin de los negros y mulatos cristianos quitndoselos a sus amos, multndoles con 500 ducados si stos huan, dejando sin comer a viudas que vivan de su trabajo.

El Consejo de Castilla se hizo eco de las protestas y el Rey consinti en dispensar a los esclavos cristianos mediante la entrega por sus dueos de 100 ducados para comprar sustitutos.

Otra injusticia se cometi con los moros cortados que trabajaban a jornal, con escritura que les permita libertad cuando acabasen de pagar su rescate.

Y con los moros que tenan el privilegio de vivir en lugares costeros, como ocurra en los que trabajaban para el abastecimiento de la Armada en los hornos de bizcochos del puerto, slo se eximan si eran cristianos.

En 1639 se llev a cabo otro registro general de esclavos y sus dueos tuvieron que volver a pagar para que pudieran seguir sirvindose de ellos.

En general, todos los que tuvieron moros a menos de 10 leguas de la costa tuvieron problemas.

En 1669 todos los esclavos de la baha de Cdiz fueron requisados por un ao para edificar el hospital de la Armada del Puerto.

En 1670, el corregidor de Mlaga denunci que el administrador de millones entraba con gente armada en las casas buscando esclavos moros.

Haba cierta discriminacin contra los mahometanos, aunque hay casos en que, como destaca el Duque de Estrada que cuenta como fue apresado por unos corsarios y libertado por un moro, antiguo servidor de la familia, el trato con la familia era cordial.

Otros esclavos huan a causa de los malos tratos. A veces, tena que intervenir la Justicia obligando al amo cruel a que vendiera a su esclavo maltratado.

Dentro de las relaciones humanas la religin influa notablemente. Hubo negros de autntica fe cristiana, aunque no siempre las autoridades eclesisticas lo reconocieran, prohibindoles hacer estacin con su cofrada, la de Ntr Sr de la Salud, San Benito de Palermo y St Ifigenia de Cdiz, cuyos pleitos con el obispo llegaron al Consejo de Castilla.

Los esclavos cristianos eran mejor tratados en vida y muerte. Sus amos les dedicaban modestos sufragios y, a veces, se enterraban en el panten familiar.

El 7 de agosto de 1696, se expidi un real decreto ordenando se castigara a los que infligieran malos tratos a los esclavos moros o turcos, vivos o muertos, y que les designen un lugar para su entierro.

Tirso Gonzlez, misionero jesuita, despleg una gran actividad para la conversin de musulmanes. En 1671 bautiz 9 en Jerez y a 43 en la catedral de Sevilla.

En el siglo XVIII los esclavos eran escasos, exceptundose los berberiscos, que como esclavos del rey, trabajaban en las carreteras, arsenales y obras pblicas.

Los caballeros haban ido renunciando a contar esclavos en su servidumbre, as como los artesanos a emplearlos en sus talleres.

Una serie de ordenanzas gremiales, como ha recordado Bernal, tenda a prohibir el trabajo servil, por el motivo de estimarse como competencia desleal y por ser un descrdito para el gremio.

La compaa gaditana de negros los orientaba hacia la exportacin comercial a las Indias.

Sin embargo, un cierto nmero de negros y mulatos se fueron asimilando y confundiendo con los gitanos.

Ms que prejuicio contra el color lo haba contra su humilde procedencia en una poca- siglo XVIII- en que la limpieza de oficio iba adquiriendo cierto prestigio ante la exigencia de que los antepasados del pretendiente no hubiera ejercido oficios viles ni mecnicos.

Cuando en 1770 un negro liberto pretendi ser corredor de Lonja en Cdiz, el Ayuntamiento inform en contra.

Los hombres de la Ilustracin, aunque personalmente se opusieran a la institucin esclavista, no se atrevieron a abolirla pensando en Amrica.

Se contentaron con dictar algunas leyes que suavizaran sus rigores y combatir los perjuicios contra sus descendientes.

El 1767 los negros de Cdiz elevaron un memorial lamentando que a pesar de su fidelidad llegaban a tanta miseria que no les permitan trabajar ni en los oficios ms viles y mecnicos.

La respuesta de Carlos III fue bien intencionada, se les deba ensear oficios por maestros gremiales, admitirles en la Marina y permitirles la pesca como a los dems marineros matriculados de la pesca.

Estos problemas afectaban principalmente a las ciudades del Sur: a Cdiz y Mlaga.

En Sevilla, en 1786 dej de salir en procesin la Cofrada de negros de San Roque por que ya apenas quedaban.

Tambin la minora judeoconversa haba desaparecido por aquellas fechas. La entrada en masa de criptojudos portugueses a raz de la unin con Portugal (1580) y de los permisos de residencia concedidos por Felipe III, tuvo como meta principal Sevilla, pero tambin los encontramos en todas las poblaciones grandes donde se dedicaban al gran y pequeo comercio.

Tambin esta minora judeoconversa se especializ en el arriendo de las rentas reales.

La familia de los Bez, arrendadores de las aduanas de Sevilla-Cdiz, empleaban a gran nmero de compatriotas suyos en las oficinas del almojarifazgo extendidas a lo largo de las costas meridionales de Espaa.

Cuando se estableci el estanco del tabaco, casi todos los estanqueros eran portugueses.

El conde duque de Olivares favoreci su entrada porque era hombre sin perjuicios, enemigo de los estatutos de sangre, que de buena gana hubiera abolido. Pensaba que esta inyeccin de burguesa mercantil y financiera sera beneficiosa para una nacin que dejaba gran parte de estas actividades en manos de extranjeros.

La separacin de Portugal, y poco despus la cada del conde duque, dejaron en posicin precaria a aquella minora.

Los conversos de origen andaluz ya haban conseguido integrarse y pocas veces tenan tropiezos, pero los criptojudios o marranos de origen portugus, resultaban mucho ms sospechosos.

Despus de una poca de relativa tolerancia, la Inquisicin empez de nuevo a perseguirlos; en todos los autos de fe, se encontraba a alguno.

Jaime Contreras, que ha realizado el recuento de todos los procesos inquisitoriales conservados, nos proporciona las siguientes cifras:

1540 a 1700, 23.202, de estos 4.063 judaizantes.

El tribunal de Sevilla de 1560 a 1614 se procesaron a 1.505, de ellos 111 por judaizantes.

La gran baja de procesos por mahometismo y protestantismo en el siglo XVII estuvo en parte compensada con el alza de judaizantes condenados, casi todos portugueses de nacimiento o de origen.

A partir de mediados de aquel siglo la mayora eran naturales de poblaciones del reino de Sevilla, pero sus padres o abuelos eran portugueses.

Las cifras correspondientes al tribunal de Crdoba, que tambin abarca el reino de Jan, 1561- a 1614, de 466 procesados 204 lo eran por judaizantes.

En 1615 a 1700, de 417 procesados, 174 lo fueron por judaizantes.

Repasando las listas de procesados encontramos miembros de diversas clases sociales, pero sobre todo mercaderes.

La primera preocupacin de los oficiales del Santo Oficio era detener al presunto culpable y proceder a la confiscacin provisional de sus bienes ( a veces definitiva)

Aunque la mayora previendo esta posibilidad haba distribuido de antemano su fortuna o preparado la intervencin de falsos acreedores.

La poblacin de la Baja Andaluca

Fuentes disponibles para conocer la fiabilidad de los datos: censos

Tendencias y factores demogrficos

Es tal la complejidad de los factores que intervienen en los procesos demogrficos y tan incompleto nuestro conocimiento de lo que ocurri en el pasado que tendremos que mantenernos en el plano de las generalidades, y en muchos casos en el de las meras hiptesis pues las localidades estudiadas con detalle no son bastantes para constituir un muestreo vlido de toda la regin andaluza.

Dichos factores actuaron con intensidad variable en el tiempo y en el espacio. La demografa andaluza no actuaba como una unidad sino como una serie de bloques que se movan con cierta independencia.

A estos resultados se lleg a travs de altibajos dramticos, en los que intervinieron factores vegetativos y otros relacionados con fenmenos migratorios.

En Andaluca no podemos contrastar entre la demografa antigua del siglo XVII y otra que anunciara un tipo de demografa moderna, responsable de los avances del siglo XVIII.

Sigui existiendo una fuerte natalidad contrarestada por una mortalidad alta en los primeros aos de vida.

Tambin se observa una reduccin en la mortalidad catastrfica. No volvera a conocer Andaluca desastres como el de 1649 a 1650.

A este factor habra que aadir la corriente migratoria procedente del Norte

Los datos de que disponemos revelan pocos cambios en los comportamientos demogrficos en el siglo XVII y XVIII.

La natalidad oscilaba en torno al 40 por mil, la ms alta de 50 por mil, con recuperaciones coyunturales despus de grandes epidemias que correspondan a nuevos matrimonios contrados por los supervivientes.

La mortalidad en aos normales no sola sobrepasar los 35 por mil, en un porcentaje altsimo de prvulos. Como en el resto de la Europa de las Luces la mitad del gnero humano muere antes de los 8 aos.

La viruela, poco activa en el siglo XVII, fue el azote de la niez del siglo XVIII.

Los ndices de nupcialidad eran a corto plazo muy variables. Los casamientos se aplazaban en aos de economa difcil y se acumulaban en los prsperos.

Tambin se registraban alzas bruscas despus de una epidemia que segaba la tercera o cuarta parte de la poblacin.

Gran nmero de viudos contraan nuevas nupcias. Despus, en los aos siguientes se produca un acusado descenso.

La nupcialidad a largo plazo era el ms habitual de los ndices demogrficos, lo que permite calcular con bastante aproximacin la poblacin total.

Las bajas militares y la emigracin a Indias fue muy escasa en el siglo XVIII.

La mortalidad anormal

Entre todos los factores negativos del siglo XVII el ms llamativo, el de ms profundos efectos, fueron las epidemias.

Andaluca fue una regin especialmente castigada hasta el punto que debemos considerar a las epidemias como una de las causas principales de su estancamiento.

En 1599 a 1601 se menciona la gran peste atlntica que entr en Andaluca causando numerosos estragos.

Tras un largo intervalo de calma, rota slo por algunas invasiones epidmicas aislados, como la de Mlaga de 1637, la peste bubnica se present de nuevo procedente del norte de frica.

Invadi primero los reinos de Valencia y Murcia; y desde all a Andaluca, con una violencia extrema.

Por la costa de Granada y Mlaga la peste entr en el reino de Sevilla en 1649. No podemos contabilizar el nmero de vctimas, aunque parece que en las zonas rurales actu con menos rigor que en las ciudades.

De stas s tenemos noticias, aunque pocas sean dignas de entero crdito debido a la tendencia a exagerar los horrores de la epidemia y el nmero de vctimas que caus.

Sevilla perdi entre 150.000 y 200.000 habitantes entre marzo y julio de ese ao.

Cifras imposibles porque no haba tantos vecinos en Sevilla. Y aunque se cuenten los enfermos de poblaciones rurales que acudieron a los hospitales no se llegara a tales cifras.

Hay buenas razones para pensar en torno a los 60.000 fallecidos, casi la mitad de la poblacin sevillana.

Las personas acomodadas sufrieron menos. Tenan buenas casas, buen alimento y cuidados mdicos.

Muchos buscaron la salvacin retirndose a sus posesiones campestres y fueron enterrados junto a las iglesias.

En cambio, en los barrios populares de Sevilla, a causa de la miseria y el hacinamiento, la mortalidad fue espantosa.

Las huellas del desastre duraron hasta el pasado siglo, en forma de solares y huertas dentro del recinto urbano.

Como no se les poda enterrar en las iglesias o en sus inmediaciones se depositaron los cuerpos en carneros o fosas comunes que, a veces, podan contener 24.000 cadveres.

Toda la documentacin de la poca presenta enormes lagunas, reflejo de la incomunicacin de la ciudad y la desorganizacin de los servicios.

Por ejemplo, el Tribunal de la Inquisicin de Sevilla no poda mantener correspondencia con la Suprema por miedo al contagio.

La Casa de Contratacin continu su correspondencia con el Consejo de Indias y se hacen frecuentes menciones a la peste.

Sevilla no qued incomunicada como era habitual con las villas y lugares infectados.

Era imposible aislar Sevilla durante 3 meses, pero los daos que experiment su economa impidieron su recuperacin a corto plazo.

A pesar de la llegada de numerosos emigrantes.

De Cdiz y Huelva tambin hay noticias, aunque no tan trgicas.

A Crdoba lleg la peste desde Sevilla. Se atribuye este contagio a unas personas huidas de la ciudad del Betis que se introdujeron clandestinamente.

Despus de causar muchas vctimas en 1649 volvi a recrudecerse al ao siguiente. Se cifran entre7.500 y 13.800 personas.

Aunque se indique una cifra menor resulta elevadsima para una poblacin de 40.000 habitantes.

cija tambin sufri duramente.

En la Andaluca occidental es imposible calcular el total de vctimas de esta epidemia. Falta informacin de los ncleos rurales.

Lo que est fuera de duda es su tremendo impacto demogrfico.

La epidemia de 1679 result benigna con respecto a la anterior. Despus de haber castigado duramente al reino de Granada invadi el valor del Guadalquivir.

Como era habitual las epidemias estuvieron precedidas y acompaadas de una climatologa desfavorable. Unos aos de humedad excesiva y otros de terrible sequa, cuyos efectos eran anlogos: malas cosechas, caresta, depauperacin y propagacin de los virus en organismos poco resistentes.

Antequera, situada en una encrucijada de caminos muy activa, y por ello difcil de proteger de los portadores de grmenes, sufri un brote epidmico con tal virulencia que su corregidor inform que haban perecido ms de 12.000 personas.

A pesar de los apuros del Tesoro, el rey orden se le socorriera con 20.000 ducados para costear hospitales, alimentos, mdicos y medicinas.

En Crdoba esta epidemia no fue de gran intensidad, aunque si pertinaz, repitindose cada primavera hasta la de 1684.

Casi todos los pueblos de la Campia y de la Sierra cordobesa, sufrieron con diversa intensidad esta epidemia.

El reino de Sevilla fue invadido desde la campia cordobesa y desde la costa atlntica.

Cdiz y El Puerto de Santa Mara fueron las ms afectadas, y desde ah se intern hacia Jerez y Arcos.

En Sevilla capital reinaba el terror ante la posibilidad de que se repitieran las escenas dantescas de 1649.

Este clima emocional fue aprovechado por el misionero jesuita Tirso Gonzlez para arrancar al Ayuntamiento la prohibicin de las comedias, consideradas como instrumento de corrupcin y causa de la ira divina.

A la promesa de la prohibicin de las comedias se atribuy que las vctimas fuesen pocas.

La mortalidad anormal en la Andaluca del siglo XVIII no revisti caracteres tan catastrficas como en el siglo anterior, lo que no quita para que, con nuestros criterios actuales, debamos considerarla gravsima.

La epidemia de 1709- 1710 se vio favorecida por una tremenda escasez que produjo en toda Espaa muertes por inanicin y tambin por enfermedades provocadas por carencias alimenticias.

Un cronista de Jerez calcul los fallecidos en 3.000 en esta ciudad.

En Sevilla, el trigo lleg a costar 120 reales la fanega, cuando el precio de tasa era de 18. Los habitantes de la ciudad salan al campo a buscar algunas hierbas que en casos extremos se consideraban comestibles, y los del campo iban a la ciudad en busca de limosna.

Hubo das en que murieron atropelladas cinco personas por recoger la limosna que distribua el arzobispo de Sevilla.

En Crdoba, aunque el obispo, el Ayuntamiento y algunos caballeros organizaron distribuciones de potajes y pan.

La gente pobre pereca y todos los das se hallaban hombres, mujeres y nios muertos por las calles.

Otra oleada de mortandad sucedi al hambre de 1735. Segn Gmez Bravo, en Crdoba dur hasta 1738. Y slo en la capital murieron 15.000 personas. Clculo algo exagerado.

Siguieron aos bonancibles hasta la epidemia de tercianas de 1738-1786, sin interrupcin, con crisis de nutricin.

Segn los hermanos Peset, el origen de esta epidemia hay que buscarlo en los arrozales de Valencia, desde donde se extendieron a casi toda Espaa.

Ahora bien, las tercianas o fiebres paldicas ordinarias, aunque debilitaban no mataban.

Los citados autores sospechan que la elevada mortalidad de aquellos aos pudo deberse al tifus exantemtico.

Consta, que en 1784 murieron en Sevilla 4.500 personas sin contar los prvulos enterrados de limosna en los conventos.

Como de costumbre, la epidemia se ceb en los barrios ms pobres. Algunos prrocos rurales sealaron la incidencia en sus parroquias.

Segn Prez Moreda, la epidemia paldica de 1786 produjo en Andaluca las siguientes vctimas, del 15. de agosto al 2 de noviembre :

enfermosmuertos

Reino de Sevilla283.29524.448

Reino de Crdoba 82.31310.937

Reino de Granada 165.12714.489

Reino de Jan 20.523 1.864

Es probable que tambin se diera un recrudecimiento de las defunciones por viruelas en la segunda mitad del siglo XVIII, por la cantidad de menciones que acerca de ellas se encuentran.

Sin embargo, el estado sanitario global resultaba casi satisfactorio porque haba desaparecido la peste bubnica, responsable de los pasados desastres.

La ltima aparicin de la peste en Europa fue en 1720, la peste de Marsella, que no lleg a nuestros puertos por las extraordinarias precauciones que se adoptaron.

Con arreglo a los patrones de la demografa antigua nuestro siglo XVIII experiment mortalidades anormales pero no catastrficas. Y este fue un factor decisivo para la recuperacin demogrfica que Andaluca y Espaa entera experimentaron en aquella centuria.

En 1800 lleg una nueva epidemia a nuestras costas: la fiebre amarilla o clera morbo asitico.

La primera invasin fue seguida en 1804-1805 por otra que profundiz mucho ms en el territorio andaluz.

El Cristo de la Salud

En el ao 1649 una epidemia se abati sobre los malagueos. De la aparicin del morbo, su desarrollo y cese tenemos numerosas referencias coetneas, testimonios de testigos presenciales, que van describiendo con minuciosidad la situacin catica en la que se encontraba la ciudad, aislada de las comarcas del contorno, de los puertos norteafricanos y con el comercio con loa pases europeos interrumpido.

El Santo

Cristo

de

La Salud

Circunstancias que afectaban al abastecimiento diario de la poblacin y a su economa.

Segn estos testimonios, murieron en torno a las 20.000 personas, vctimas de la enfermedad contagiosa a pesar de la actuacin de los mdicos, que trataron de atajar la propagacin de la epidemia y aplicar el tratamiento adecuado.

Aunque se manifestaba por parte de los mdicos un deseo por conocer en que consista la enfermedad e intentaban combatir la epidemia con recursos nuevos, los avances eran mnimos.

El nico remedio al que poda recurrir la poblacin era implorar el auxilio divino, rogando a San Sebastin que intercediera para que cesara la epidemia.

Se recordaba como Jesucristo intervino en la curacin de enfermedades corporales y mentales por lo que tambin poda atajar la pandemia.

En la Catedral, Plaza Mayor y Puerta del Mar fueron fijadas cdulas animando a los vecinos a hacer penitencia.

El origen del contagio de 1649, de la peste bubnica, lo achacaba Juan Serrano Vargas a las continuas levas que desde el puerto malagueo se dirigan a sus destinos. Tras penosas jornadas de camino, bajo temporales y faltos de alimento, llegaban los soldados contagiados de enfermedades para alojarse en los cuarteles donde eran atendidos por los mdicos.

El monarca advirti del peligro que poda correr la poblacin por haberse declarado la epidemia en otras ciudades y, aunque se tomaron las medidas sanitarias oportunas, lograron penetrar algunos forasteros contagiados reclamando que se les administrara los sacramentos.

Los 9 regidores diputados fueron comprobando el estado de los vecinos, rastreando en cada parroquia anotaban los nombres de los parroquianos crticos y ordenaban enterrar a los difuntos y quemar sus ropas y enseres.

El 6 de mayo se constataba la falta de cereales para amasar pan. Con la escasez de alimentos el costo del producto de primera necesidad inici una fuerte escalada por lo que muchos malagueos se vieron privados de los alimentos cotidianos.

Las autoridades municipales solicitaron del rey que les socorriese con las rentas reales como en brotes epidmicos pasados.

Mientras aquellos que se podan permitir una abundante alimentacin sanaban, los desheredados de la fortuna moran de hambre y su organismo se iba debilitando quedando expuesto al contagio de la epidemia.

Otros vecinos optaron por retirarse a sus cortijos campestres huyendo del contagio.

Ante la gravedad que iba adquiriendo la epidemia, la comisin municipal decidi la apertura de un hospital y se sortearon las diputaciones entre los caballeros capitulares.

Los regidores Bastante Melgarejo, Morejn y Pizarro comprobaban que la ropa y los enseres de los apestados fueran sacadas de las viviendas y apiladas en carros fueran llevadas lejos del recinto urbano en donde se incineraban.

Los regidores Zayas, Leiva Noriega, Pedrosa y Silva, supervisaban el traslado de los difuntos en otros tantos carros a los carneros abiertos para tal fin, cubriendo las cadveres con cal.

En el lugar conocido como el del Molino de Plvora, instal el Municipio un hospital.

Este paraje estaba a cierta distancia del ncleo urbano, resguardado por los montes cercanos y con suficiente agua del que disponer.

El nmero de enfermos que lleg a albergar este hospital sobrepasaba los 4.000 individuos, por lo que era necesario un piquete para que vigilara de da y de noche la salida de enfermos y la entrada de sanos.

La orden franciscana se hizo cargo de atender a los enfermos del hospital, si bien religiosos de otras rdenes se sumaron a estas tareas as como numerosos seglares de ambos sexos.

Arrimados al hospital se habilitaron numerosas dependencias en las que aguardaban los confesores, el juez, los escribanos, mdicos, cirujanos, sangradores y sirvientes para acudir a la llamada de los dolientes.

El 31 de enero tuvo lugar la milagrosa aparicin de la imagen del Santo Cristo y su consiguiente culto en la Sala de Justicia de las Casas del Ayuntamiento.

A partir de ese da los enfermos comenzaron a experimentar una mejora y eran ms los que sanaban que los que moran.

El 31 de agosto ces definitivamente la epidemia y se pudo publicar el restablecimiento de la normalidad sanitaria en Mlaga

Balance demogrfico de dos siglos

Segn Domnguez Ortiz, a pesar de la insuficiencia del material estadstico podemos intentar un balance global de la evolucin demogrfica durante estos dos siglos.

Para el siglo XVII puede servirnos la estadstica de las bulas de vivos despachadas. Salvo en las pocas de gran penuria las tomaban la gran mayora de la poblacin, pues por 2 reales de plata estaban dispensados de guardar gran nmero de das de ayuno y abstinencia.

En aos normales, aumentando el nmero de bulas consumidas en un 50 % se obtiene la cifra total de la poblacin.

Los aos de hambre no son aprovechables pues la masa popular, adems de carecer de recursos, se estimaba dispensada de preceptos restrictivos en materia alimenticia. Si no haba pan, era lgico y lcito comer carne, aunque fuera Cuaresma.

Comparando el consumo de bulas en la Alta Andaluca se advierte una importante divergencia respecto a la Baja.

En los obispados de Granada y Mlaga las bulas despachadas en el ao 1608 sumaron 206.000.

A travs de una serie de altibajos se lleg en 1700 a la cifra de 273.000.

En el conjunto de los Reinos de Sevilla y Crdoba la tendencia secular es muy distinta en 1603 suman 526.000 y en 1630 llega a las 542.000, inicindose un declive en 1647 con 484.000 y llegar en 1700 con 458.000.

Ignoramos la poca en que puede fecharse el cambio de tendencia, el inicio de la franca recuperacin demogrfica de la Baja Andaluca.

Tal vez pasado el calamitoso ao de 1709.

El censo de Campoflorido no proporciona ayuda. El vecindario de Crdoba se refiere a un repartimiento hecho en 1713. En el aparece la capital con slo 6.115 vecinos, cifras consideradas demasiado bajas.

Al reino de Sevilla le asigna 77.081 vecinos, que con un coeficiente de 4,5 dara una cifra de 346.000 hab. Domnguez Ortiz afirma que pasara del medio milln de almas y que por lo tanto el conjunto de Sevilla y Crdoba recuperara hacia 1740 las cifras que se tenan un siglo antes.

De 1746 tenemos un padrn de habitantes de ms de 7aos de edad del reino de Sevilla con distribucin de sexos y expresin de los bautismos, casamientos y entierros.

Sus cifras no merecen mucha confianza.

Volvemos a pisar terreno firme con el Catastro de Ensenada (1752), cuyos totales provinciales han sido dados a conocer por el equipo de Miguel Artola.

El extrao desglose de esta estadstica se debe a que su finalidad no era econmica sino fiscal.

Estos datos son inestimables por ser los primeros que ofrecen garantas slidas, ya que el Catastro se realiz con gran lujo de medios

El censo de 1768 acusa un retroceso pues faltan datos en los territorios de las rdenes militares.

En el censo de Floridablanca, de 1787, ya el avance conseguido aparece muy claro:

738.153 habitantes en el reino de Sevilla

252.028 habitantes en el reino de Crdoba

En total, un milln de habitantes sobre 45.000 Km2 con una densidad de 22, inferior a la del reino granadino.

Una escasa densidad humana sobre una tierra rica y con pocas ciudades.

Y sin embargo, el fantasma de la superpoblacin que ms adelante sera pavorosa, ya estaba latente y se manifestaba en los malos aos agrcolas cuando las muchedumbres campesinas invadan las ciudades implorando pan de las autoridades y particulares.

La superpoblacin que se estaba incubando era producto de la mala estructura del sector agrario, en la que se persegua el proceso de concentracin de la propiedad con dos efectos convergentes:

1.- escaso inters por mejorar la productividad

2.- ausencia de planificacin familiar por parte de las familias de jornaleros

Esta planificacin se verificaba en la forma que entonces sola hacerse en las regiones donde el campesinado era propietario de la tierra o se consideraba como tal, gracias al sistema de enfiteusis o arriendo a muy largo plazo: emigracin, dedicacin a la Iglesia de los segundones, etc.

Se respetaba la unidad de la finca familiar y se procuraba impedir su divisin.

Pero el jornalero andaluz era imprevisor por la carencia de recursos y, adems, no tena tradicin emigratoria.

En cambio Andaluca segua recibiendo inmigrantes del norte, sobre todo para el sector servicios.

Estas inmigraciones ayudaron a reparar las brechas tremendas causadas por las pestes del siglo XVII y potenciaron la recuperacin del siglo XVIII.

Garca Sanz asegura, que hacia 1630, tras la crisis industrial de Segovia, gran numero de operarios se dirigieron a tierras andaluzas.

En el ao 1665, un padrn de Sevilla, analizado por Antonio Miguel Bernal, revela que nada menos que el 61,5% de la poblacin haba llegado de otros puntos de la Pennsula.

Algunas actividades socialmente poco consideradas estaban totalmente en manos de extranjeros:

42 cargadores o costaleros eran de origen francs

En conjunto, un 48% de la poblacin sevillana era de procedencia fornea.

25,7% proceda de otras poblaciones del reino de Sevilla

13,9% de otros reinos andaluces

32,6% de otras partes de Espaa

27,5% de otras naciones de Europa

0,3% proceda de Amrica

En cambio, un siglo despus, en 1794, el porcentaje de inmigrados en la poblacin agremiada de Sevilla era slo del 22,3%.

Fuentes demogrficas

Uno de los aspectos ms patentes de la decadencia poltico-administrativa del siglo XVII es la insuficiencia de datos estadsticos.

Desde el censo de 1591 hasta el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, se hicieron varios recuentos generales, mal estudiados y de escaso valor.

El vecindario de millones de 1591, conocido como vecindario de Toms Gonzlez, nombre del archivero de Simancas que lo dio a conocer.

Este vecindario fue hasta hace poco el punto de partida de la poblacin espaola del siglo XVI y que se ampliaba para el siglo XVII.

Vecindario, que adolece de grandes imperfecciones que dejan en entredicho los resultados del coeficiente de vecino y, adems, la ocultacin es perceptible.

Otro vecindario es el de 1631 y ha sido dado a conocer en fechas recientes.

Se trata del vecindario levantado en toda la Corona de Castilla con motivo del fallido intento de establecer un impuesto nico sobre la sal.

Debe prestarse consideracin a esta fuente porque permite conocer con bastante aproximacin la estadstica del siglo XVII.

Como en todos los vecindarios hay un margen de error por la omisin de algunos partidos o ciudades.

En 1640 el Consejo de Castilla estudi establecer de nuevo un donativo general y se dieron rdenes para que en cada poblacin se hiciera una lista de vecinos, divididos segn su capacidad econmica. Los de la categora ms alta pagaran 8 reales mensuales, los de la ms baja medio real.

Quedaran excluidos los pobres de solemnidad y los eclesisticos.

El proyecto no se llev adelante. En los pueblos, donde se verific el recuento, se hizo con criterios variables y con ms o menos rigor.

El Conde de Castrillo, presidente del Consejo de Indias, era el encargado de aquel donativo por lo que los padrones de varias poblaciones del reino de Sevilla, algunos con garantas de exactitud y riqueza en datos socio-profesionales, se conservan en el Archivo de Indias.

En el Archivo General de Simancas se conservan los resultados de un censo realizado en Castilla en 1646, un tanto irregular aunque muchos de sus datos parecen aprovechables.

En la ltima dcada del siglo XVII se realizan varios vecindarios con fines militares. Algunos se conservan en el fondo de Guerra Antigua (Alarde de Estepa), todos ellos incompletos y poco dignos de crdito.

Por ejemplo, para Montilla, el censo de 1646, da la cifra plausible de 2.785 vecinos y el de 1694 se reduce a 1.783.

Son documentos que a veces suministran informacin de algn valor como, por ejemplo, las listas de exentos.

Adems, estos vecindarios solan contar por medio vecino las casas de solteras y viudas.

Los recuentos realizados en 1712 y 1718, a cuyo conjunto suele denominarse Censo de Campoflorido. Ustariz advierte que sus cifras deberan ser incrementadas en un 20%.

Las investigaciones recientes indican una ocultacin bastante ms significativa que el coeficiente indicado.

Prescindiendo del censo de 1747-1748 del que slo existen fragmentos, el primero que ofrece ciertas garantas de veracidad es el contenido en el Catastro de Ensenada, cuyas cifras podemos referirlas al ao 1752.

Aunque es preciso sealar que hay ciertas discrepancias entre las que aparecen en las Respuestas generales y las que figuran en los Libros Maestros.

Con la Ilustracin se inicia el inters por el conocimiento de la poblacin, a la vez que el deseo de los gobernantes por estar bien informados.

Este ser el origen de los tres grandes censos nacionales de la segunda mitad del siglo XVIII.

El Censo de Aranda, de 1768, realizado sobre personas y no sobre vecinos.

Su redaccin estuvo a cargo de eclesisticos y por eso se distribuye en obispados y parroquias

En la Biblioteca de la Real Academia de la Historia se conserva la documentacin correspondiente a la dicesis de Sevilla y Cdiz.

Por primera vez se divide la poblacin en tramos de edades:

De 1 a 7 aos

De 8 a 15 aos, etc. los que permite esbozar unas rudimentarias pirmides de edades.

El Censo de Floridablanca, de 1787, es ms completo.

Adems de anotar a los eclesisticos y a los nobles seala los miembros de diversas categoras socio-profesionales.

Novedad que se trat de perfeccionar en el censo de Godoy, de 1797, aunque este es en otros aspectos ms deficiente.

Segn Domnguez Ortiz, la aclaracin de los enigmas que plantea la demografa andaluza con anterioridad al Catastro y el complemento a los datos meramente globales que tenemos a partir de ste, slo puede facilitarlos la documentacin parroquial.

Esta es una tarea espinosa y ardua. La dificultad es grande ya que mucha de esta documentacin se ha perdido.

Los registros de matrimonio y bautismo suelen iniciarse en el siglo XVII, son bastante completos y con escaso margen de error, mientras que los de defuncin slo registran las de prvulos de forma tarda e incompleta, lo que dificulta el conocimiento del movimiento vegetativo de la poblacin.

Adems, hay otro tipo de documento eclesistico de gran inters: los padrones que llevaban los prroco para vigilar el cumplimiento pascual.

Bibliografa

DOMNGUEZ ORTIZ, Antonio, La poblacin de la Baja Andaluca. Fuentes disponibles para conocer la fiabilidad de los datos: los censos.

Registros parroquiales

Para adentrarnos en la parcela de la Historia Social es preciso consultar los datos que aparecen reflejados en los documentos que se guardan en los archivos de las parroquias.

Desde el siglo IV se reconoce a la parroquia como estructura de la propia Iglesia, y esta se fue consolidando en los ncleos de poblacin como un rgano que tutelaba la vida de los parroquianos.

En el Concilio de Trento, en las sesiones 7, 21, 24 y 25, se aborda el tema de las parroquias y de los fondos documentales que generan y que se custodian en los archivos parroquiales.

De este Concilio emanan una serie de normativas que recuerdan a los responsables de las parroquias, a los prrocos o vicarios, la obligacin de resear a los feligreses desde el momento de su entrada en la feligresa, con la administracin del bautismo, en el de su conformacin de la fe, de su posterior prctica de la confesin y comunin de su matrimonio hasta su baja por fallecimiento en los libros parroquiales

Las normas tridentinas se impusieron en Espaa (decreto de Felipe II de 12 de julio de 1566), exigiendo a los responsables de las parroquias la inscripcin en los actos sacramentales de los parroquianos en libros separados: bautismo, matrimonio y defunciones.

En estas actas sacramentales aparecer reflejado la fecha del acto, el nombre, apellidos, nombre de sus padres, lugar de nacimiento, estado civil, de todos los feligreses, a veces con sus profesiones, domicilios y hasta los legados pos.

El desarrollo de la legislacin eclesistica fue objeto de Snodos y Constituciones Sinodales.

Con todos estos datos, los registros parroquiales proporcionan los materiales que permitirn al historiador establecer determinadas series estadsticas, de gran valor para la demografa histrica, para el estudio de la familia de las relaciones de parentesco, estrategias matrimoniales, sistema de herencia y genealoga.

Las actas parroquiales permiten reconstruir la vida de un individuo desde su nacimiento hasta su muerte.

Permiten hallar cundo naci, en qu momento se contrajo matrimonio, si lo hizo una o varias veces, cuntos hijos tuvo y cunto tiempo vivi, es decir, permiten seguir la trayectoria de una persona o de una familia.

Estos registros custodiados en las parroquias funcionaban como en la actualidad los registros civiles, por lo que el pulso diario de los ncleos de poblacin aparece reflejado en ellos. se puede afirmar que las actas parroquiales recogen la historia de cada miembro de la parroquia, desde su bautismo hasta su muerte.

La preocupacin de la Iglesia por sus fieles lo constatan las normativas emanadas de los Snodos y Concilios celebrados en Espaa con posterioridad al Concilio de Trento para su aplicacin.

De la exigencia de su cumplimiento por los responsables de la iglesia parroquial, queda constancia en las visitas pastorales.

Peridicamente un delegado del obispo, un visitador, inspeccionaba los libros parroquiales y recoga las quejas de la feligresa en torno a la actuacin del prroco.

Cualquier objecin en el proceder del prroco quedaba recogida en los registros parroquiales.

Es preciso precisar, que la calidad de los registros parroquiales depende en gran medida del grado cultural y de la meticulosidad del prroco encargado de anotar los datos de los feligreses.

Un dato positivo lo representa la vertiente humana de los vicarios que incluan observaciones personales en torno a los feligreses que registraban.

Estas anotaciones espontneas surgen por la relacin personal que mantienen con las personas inscritas, y estas reflexiones marginales o anecdticas nos permiten acercarnos humanamente a la poblacin estudiada, aunque se aleja de los datos escuetos estadsticos precisos para el estudio demogrfico, para la reconstruccin familiar o la procedencia geogrfica de los feligreses.

Las informaciones procedentes de los archivos parroquiales sirven de fuente para investigaciones en el campo de la demografa, de la historia de la familia, de las relaciones de parentesco y de la genealoga.

Desde tiempos pasados, tanto los reyes como los recaudadores y escritores trataron de conocer la cifra de los habitantes de sus reinos, del nmero de sus sbditos, para una posible militarizacin de los mismos o para conocer los brazos de trabajo agrcola, artesanal o industrial o como contribuyentes al fisco.

Para conocer el volumen de poblacin se confeccionaron vecindarios, fogajes, padrones, recuentos de poblacin o alardes en los que, generalmente, se enumeraba solo la poblacin masculina mayor de edad.

Avanzado el siglo XVIII se recogieron tambin otros datos de la poblacin, como su distribucin por sexo, edad, estado civil, etc., como en los Censos de Aranda de 1769; el de Floridablanca de 1787 o el de Larruga-Godoy de 1797).

Todos estos documentos presentaban informacin de inters para conocer la poblacin del pasado, especialmente desde un punto de vista cuantitativo: tantos nios, tantos viudos, tantas mujeres solteras, etc.

Si exceptuamos algunos estudios o biografas de la lite, poco se conocera del pueblo llano, de los sin nombre.

Ahora bien, la informacin que aportan las actas sacramentales de las parroquias sobre los miembros de la feligresa permite al historiador un acercamiento sobre la poblacin analizando los datos.

Teniendo en cuenta la riqueza de la informacin y sus categoras es evidente que los historiadores hayamos obtenido conclusiones demogrficas, sociolgicas, genealgicas y, con frecuencia, sobre el campo de la economa, de la sanidad, del urbanismo, etc

En su conjunto, los registros parroquiales tienen un valor estadstico susceptible de adentrarnos en el estado de una poblacin en diferentes periodos histricos, ya que permiten una explotacin estadstica ms o menos profunda debido a los datos que se incluyen en los libros parroquiales.

Ahora bien, hay que tener presente que estos registros parroquiales no son documentos redactados con un fin estadstico, ni demogrfico, sino que son anotaciones realizadas por las instituciones eclesisticas con la finalidad de controlar el nmero de almas que pertenecan a la parroquia, los que se incorporaban a travs del bautismo y los que dejaban de pertenecer por su fallecimiento o traslado a otra parroquia.

Por este motivo de ndole espiritual los datos recogidos en los registros parroquiales no son uniformes sino que varan debido a situaciones imprevistas como pueden ser guerras, epidemias, terremotos o inundaciones presentando ciertas lagunas informativas.

Las crisis demogrficas constituyen una de las caractersticas de la demografa del Antiguo Rgimen y las catstrofes inciden en el crecimiento de una poblacin.

Ahora bien, una de las caractersticas de los libros sacramentales es la unicidad de las informaciones que se extiende a todo el mbito cannico de la Iglesia Romana, unicidad que les convierte en fuentes de validez universal en Europa e Ibero-Amrica.

La segunda de las caractersticas es la secuencia histrica con que las actas sacramentales se recogen desde mediados del siglo XVI. Por tanto, podemos afirmar que es la nica fuente preestadstica hasta la aparicin del registro civil que aporta la informacin necesaria para reconstruir la estructura de la poblacin y sus cambios a lo largo de tres siglos.

Con las informaciones que habitualmente se resean en las actas sacramentales de los siglos XVI-XVIII es posible deducir la evolucin temporal de la poblacin a largo plazo. Si sta creci o disminuy con el tiempo, si sufri desapariciones sbitas, de las que el historiador debe buscar las causas (crisis de mortalidad, expulsiones o repoblaciones).

Todas estas informaciones que, extradas de las actas sacramentales nos permiten conocer desde muy diversos aspectos la poblacin del pasado y, mediante reconstrucciones familiares hacer seguimientos individuales de clulas y de grupos, son aplicables tambin para poder analizar y estudiar determinados individuos o familias de grupos de poder o de la nobleza

Por ejemplo, cuando se cuestiona la cultura o los modos de vida (el no amamantar la madre a los hijos sino el ama) incida en el mayor o menor nmero de hijos habidos, en los intervalos intergensicos, en la higiene .

A su vez, los registros parroquiales, como fuente esencial para la historia demogrfica, ofrecen multitud de datos que interesan a la historia social, como la profesin, la alfabetizacin, la movilidad o la posicin social.

Las variables sociales contribuyen ala explicacin de las demogrficas como, por ejemplo, el promedio de edad de los cnyuges en el momento de contraer matrimonio que puede sufrir variaciones en determinadas coyunturas de hambrunas o blicas. As mismo, la restriccin voluntaria del nmero de hijos vara segn los grupos sociales, etc.

INFORMACIONES SOCIOLGICAS

Con ser importantes los datos de ndole demogrfica para la construccin de las teoras histricas sobre la poblacin del pasado, tambin los datos contenidos en las actas sacramentales son base de informaciones seriadas de tipo sociolgico.

Algunas de estas informaciones estn relacionadas con los propios actos sacramentales y otras con determinados comportamientos econmicos, de estratificacin de la poblacin, familiares, laborales, de movilidad social y hasta de ndole sanitaria.

As los historiadores han obtenido diferentes informaciones sobre la ilegitimidad, que aparece como mayor en el campo que en la ciudad, sobre la importancia de las comadres o comadronas como ayuda a las parturientas y sobre su actividad de bautizar a los nacidos in extremis para que no vayan sus almas al limbo.

Tambin puede conocerse la preocupacin de los padres y padrinos a la hora de imponer un nombre el nefito y que, en gran medida, eran los nombres de los santos ms importantes prximos al da del nacimiento del nio.

Adems las actas sacramentales de las diferentes entidades parroquiales, contienen datos que permiten determinar comportamientos sociales de formacin de clanes e importancia de los lazos familiares

Sobre la movilidad de la poblacin espaola, las actas de matrimonio contienen informaciones valiosas, ya que se anotan datos sobre la procedencia y nacionalidad de los cnyuges, es decir sobre el novio, dada la costumbre de celebrar el enlace en la parroquia de la novia. Estos datos permiten conocer la emigracin definitiva, los que proceden de otro obispado y an del extranjero, que aportan sus licencias correspondientes.

Los datos al respecto indican que la emigracin era pequea en las zonas rurales y la movilidad tampoco era muy elevada, por lo que la endogamia reflejada en licencias y dispensas matrimoniales concedidas por la Iglesia era bastante alta.

Tambin es interesante cuantificar y estudiar los datos sobre el status y parentesco de los padrinos y testigos del acto que se anotan en las actas de casamiento. A travs de las citas del estado civil de los contrayentes (soltera o viudedad) se puede deducir la incidencia de casamientos de segundas nupcias y el grado de aceptacin de esta prctica por sexos.

ACTAS SACRAMENTALES DE BAUTISMO

Cada prroco tena la obligacin de tener un libro foliado con abecedario, con distincin de cada ao, donde se inscriban los bautizados en partidas individuales. Con estos libros deban tener un especial cuidado, custodindolo en un determinado lugar de la parroquia del cual no deba sacarse aunque otras instituciones lo solicitaran. En estos volmenes se expresaban, en cada partida, los datos requeridos por las Constituciones Sinodales

En general, en toda Espaa, las actas individuales de bautismos contienen los mismos tipos de informacin, que pueden sumar entre 21 a 22 informaciones repartidas en dos categoras diferentes:

Datos personales del nefito: sexo, nombre de los padres, del padrino, de la comadre y del sacerdote.

Descripcin del acto en s: indicando el parentesco entre los padrinos con el bautizado, hasta referencias sobre su ilegitimidad, si era gemelo y la licencia para el bautismo.

Ahora bien, en las actas sacramentales se registran a los nios que sobreviven al parto y que han recibido las aguas bautismales.

No se inscriben, por tanto, los abortos y los nios nacidos muertos, que podan incrementar el nmero de concepciones y nacimientos en una poblacin. La probabilidad de la mortalidad infantil indica el estado sanitario y las condiciones ambientales ms que las socioeconmicas de los padres.

Generalmente era la partera o comadrona la encargada de llevar a cabo esta misin al asistir a la parturienta y al recin nacido. Estas mujeres, para poder ejercer no slo precisaban acreditar unos conocimientos profesionales sino que tambin tenan que superar un examen ante el provisor eclesistico y demostrar que conoca las frmulas del bautismo y la calidad del agua con que deba de bautizar al recin nacido en caso de necesidad durante o despus del parto.

Estos bautismos de necesidad, realizado junto al lecho de las parturientas tena que ser renovado en los supervivientes a los ocho das siguientes en la iglesia y con los ritos y ceremonias previstas por el Ritual Romano.

Entre las obligaciones de la partera o comadrona estaba la de informar al prroco del nacimiento del nio al que haba asistido para que el bautizo se celebrase en el plazo previsto por las Constituciones Sinodales. Otro requisito para poder ejercer su profesin de comadrona era el juramento de ayudar a los partos de forma gratuita a aquellas mujeres necesitadas que no podan pagar su acto profesional.

Ahora bien, en los registros de bautismo se pueden encontrar actas de bautismo de adultos y de confesin religiosa diferente o de esclavos.

La tasa de natalidad en los Tiempos Modernos era, por lo general, mayor que la actual. Tambin se pueden calibrar las tasas de nacimientos ilegtimos en las actas sacramentales as como las concepciones prenupciales

Los nacimientos ilegtimos constituyen un 1,8 % del total en ciudades como Melilla, en un perodo de 25 aos

La fecundidad legtima dependa de cuatro factores esenciales:

1.- La edad de la mujer al contraer matrimonio. La edad promedio en el momento del primer matrimonio estaba en torno a los 24 aos.

2.- La edad en que finaliza la posibilidad biolgica de procrear, ya que las mujeres raramente conceban hijos despus de los 40-45 aos. Por tanto, el periodo de fecundidad conyugal poda durar unos 20 aos como mximo.

3.- Los intervalos de tiempo entre la concepcin de hijos sucesivos en una misma familia. Los intervalos in