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1 Geografía turística e Historia geográfica del Socorro Luis Rubén Pérez Pinzón (Editor)

[Historiar al Socorro 1: Los lugares] Geografía turística e historia geográfica del Socorro (Colombia). Descripciones oficiales y monografías patrilocales

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Compilación editorial resultante de un proyecto colectivo de formación en investigación. La edición que se presenta está caracterizada por la modernización del lenguaje y la estructura de los párrafos, así como se presenta la historia geográfica del Socorro siguiendo las transformaciones de su jurisdicción como: Pueblo y resguardo de Indios de Chanchón (1617), Parroquia de Nuestra Señora de Socorro del Valle de Chanchón (1683), Villa de Nuestra Señora del Socorro (1771), Corregimiento y Provincia del Socorro (1795), Cantón y Provincia del Socorro (1850), Capital de la República y del Estado de Santander (1861), Municipio del Departamento de Santander (1886) e innovaciones recientes como provincia de los comuneros (1931), provincia regional (1991), núcleo provincial (2005) y la declaratoria como Pueblo Patrimonio de Colombia (2014).

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    Geografa turstica

    e Historia geogrfica

    del Socorro

    Luis Rubn Prez Pinzn

    (Editor)

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    GEOGRAFA TURSTICA E HISTORIA

    GEOGRFICA DEL SOCORRO (COLOMBIA)

    Descripciones oficiales y monografas patrilocales

    Luis Rubn Prez Pinzn

    (Editor)

  • 2

    Geografa turstica e historia geogrfica del Socorro

    (Colombia). Descripciones oficiales y monografas patrilocales

    Luis Rubn Prez Pinzn (Editor)

    Primera edicin

    Mayo 13 de 2015

    La imagen de la portada sobre la provincia del Socorro fue tomada de:

    COLOMBIA, MINISTERIO DE CULTURA, BIBLIOTECA NACIONAL

    DE COLOMBIA. Lminas de la Comisin Corogrfica (1850 1859). [En lnea]. Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia, 2009. Disponible en:

    http://www.bibliotecanacional.gov.co/recursos_user/exposicionesvirtuales/co

    mision_corografica/exhibicion-laminas-primera-parte.html

    ISBN 978-958-46-6558-4

    Diseo, Edicin y Publicacin: Luis Rubn Prez Pinzn

    La reproduccin total o parcial, en cualquier soporte o

    plataforma, slo se podr hacer con previa autorizacin del

    autor.

    Publicado en Colombia.

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    Contenido

    1. Pueblo de indios de Chanchn (1617)

    2. Parroquia de Nuestra Seora del Socorro [y San

    Francisco] del Valle de Chanchn (1683)

    3. Curato y Parroquia del Socorro, Provincia de San

    Gil (1761)

    4. Villa de Nuestra Seora del Socorro, Corregimiento

    de Tunja (1771)

    5. La Villa del Socorro desde el Convento de los

    Capuchinos (1782 - 1789)

    6. La Villa del Socorro ante las Cortes de Espaa y la

    Junta Suprema y Central de Espaa e Indias (1809)

    7. Provincia del Socorro, Confederacin Granadina

    (1850)

    8. Cantn parroquial y ciudad capital de la Provincia

    del Socorro (1856)

    9. Ciudad del Socorro, Distrito Municipal del Socorro,

    Capital del Departamento del Socorro, Capital del Estado

    Soberano de Santander, Estados Unidos de Colombia

    (1880)

    Pg.

    7

    9

    13

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    31

    41

    81

    87

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    10. Ciudad, Municipio y Provincia del Socorro,

    Departamento de Santander, Repblica de Colombia

    (1892)

    11. San Gil y el Socorro: Villas antagnicas y

    Municipios interdependientes (1922)

    12. La Provincia de los Comuneros [1931] y la

    Ciudad del Socorro (1939)

    13. Ciudad y Municipio del Socorro, Departamento de

    Santander (1947)

    14. Municipio del Socorro, Departamento de Santander

    (1971)

    15. Socorro: Pueblo Patrimonio 17, Provincia regional

    Comunera [1991], Ncleo de desarrollo provincial

    Comunero [2005], Departamento de Santander (2014)

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    Anexos

    94

    101

    117

    145

    151

    154

    179

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    La Geografa es la base fundamental de toda especulacin poltica... es tan necesaria al Estado como lo puede ser a un

    propietario el conocimiento perfecto de sus heredades.

    ...Debemos conocer nuestras provincias, calculemos su extensin, sus tierras de labor, sus selvas, sus pastos y sus

    peascos. Describamos sus plantas y sus minerales;

    distingamos las producciones tiles de las que no lo son hasta

    el da; comparemos lo que tenemos con lo que nos falta;

    perfeccionemos aquellos objetos, hagamos esfuerzos por

    adquirir estos; apreciemos los productos de nuestra

    agricultura y de nuestra industria; meditemos detenidamente

    nuestras costas, nuestros puertos, los ros navegables que

    atraviesan esta inmensa colonia, la direccin de nuestras

    montaas, la temperatura, la elevacin sobre el ocano, las

    ventajas, los obstculos que cada departamento tiene para

    hacer su comercio con sus vecinos o con los dems pueblos;

    calculemos con la mayor frecuencia y con toda exactitud

    posible el nmero de habitantes de cada provincia y de cada

    pueblo; estudiemos la constitucin fsica, el carcter, las

    virtudes, los vicios, las ocupaciones del hombre que habita

    bajo climas tan diferentes y aun opuestos; la educacin fsica

    y moral que se da actualmente, y la que ms convenga a cada

    punto; las enfermedades ms frecuente, las epidemias, las

    tablas necrolgicas y cuanto puede mejorar y hacer feliz al

    hombre.

    (Francisco Jos de Caldas, Semanario, 1808)

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    Presentacin

    La geografa turstica es el campo de conocimiento aplicado de las

    ciencias sociales y humanas que articula la geografa con la cultura, la

    historia y el turismo para el anlisis y consolidacin de las estructuras

    armoniosas que deben existir entre destinos, productos, servicios y

    comunicaciones tursticas.

    El programa de fomento de la investigacin en la sede Socorro de la

    Universidad Industrial de Santander, liderado por el Semillero de

    Investigacin en Turismo Alternativo y Sostenible, aunado a las

    deficiencias y limitaciones en el conocimiento geogrfico e histrico

    del Socorro (Colombia) de los estudiantes y docentes universitarios,

    propiciaron realizar un taller formativo del cual se obtuvo como

    producto la exploracin, seleccin y referencia de las obras ms

    representativas de la geografa, la historia y el turismo regional. La

    pregunta comn a resolver fue por qu se dice en el himno municipal

    que en el Socorro es muy grato al patriota vivir?.

    La edicin de los quince textos que dan respuesta a esa pregunta se se

    caracteriza por la modernizacin del lenguaje y la estructura de los

    prrafos, as como se presenta la historia geogrfica del Socorro

    siguiendo las transformaciones de su jurisdiccin como: Pueblo y

    resguardo de Indios de Chanchn (1617), Parroquia de Nuestra Seora

    de Socorro del Valle de Chanchn (1683), Villa de Nuestra Seora del

    Socorro (1771), Corregimiento y Provincia del Socorro (1795),

    Cantn y Provincia del Socorro (1850), Capital de la Repblica y del

    Estado de Santander (1861), Municipio del Departamento de

    Santander (1886) e innovaciones recientes como provincia de los

    comuneros (1931), provincia regional (1991), ncleo provincial

    (2005) y la declaratoria como Pueblo Patrimonio de Colombia (2014).

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    1. Pueblo de indios de Chanchn

    (1617)

    Informe del encomendero Diego Franco de Velazco sobre

    reubicacin del pueblo, reduccin de indios y presencia de

    blancos en el pueblo y resguardo de Chanchn (1617):

    Este poblado (Chanchn) de la otra parte del ro con abundantes aguas y sementeras. E por la gente que

    trajese Pedro Ferrer Bera, Vuestra Merced la gente que

    tiene se esfuerza para conseguir el buen intento de que

    Vuestra Merced tiene de que todos sean doctrinados

    enteramente, que no queriendo reducirse con los dems

    indios de Guane paguen ocho meses de estipendios con

    asistencia de un ao. Hay noventa indios y con toda la

    chusma cerca de trescientos y hay sembrado de maz.

    Extincin del improductivo pueblo y resguardo de Chanchn

    por la Real Audiencia (1746). Traslado y reduccin de los indios

    al pueblo y resguardo de Guane (1751):

    En la parroquia de Nuestra Seora del Socorro en tres de junio de mil setecientos cincuenta y un aos, el seor

    capitn don Diego Antonio de Cspedes y Loyola,

    alcalde ordinario, corregidor de naturales y forajidos y

    juez de cobranzas reales de la Villa de Santa Cruz y San

  • 8

    Gil y su jurisdiccin por su Majestad [teniente del

    corregidor de Tunja], habiendo sido requerido por m el

    presente Escribano en este despacho, visto y entendido,

    lo obedeci en la forma acostumbrada y mand se pase

    luego a darle su debido cumplimiento segn y cmo su

    Excelencia manda.

    Y para ello se pase al pueblo de Chanchn y se

    convoquen los naturales de l, a quienes se les notificar

    este superior mandato para que dentro del trmino de

    quince das se apronten y dispongan para ser conducidos

    al pueblo de Guane de esta jurisdiccin.

    Y por ser dicho pueblo el ms inmediato y de mayor

    nmero de indios y para ello se le har saber esta

    providencia al Maestro don Francisco de Oses, cura de

    dicho pueblo de Chanchn, para que le conste y asista

    con los libros de bautismos para hacer lista y descripcin

    de los indios que hubieren, de la cual se dar un tanto al

    Cura de dicho Pueblo de Guane para el Gobierno de las

    descripciones que en dicho pueblo se debieran hacer de

    esta parcialidad. Y para que conste lo firm su merced

    por m de que certifico. Diego Antonio de Cspedes y

    Loyola.

    Ante m, Nicols de Luque y Obregn1.

    1 Tomado de:

    GMEZ RODRGUEZ, Ramiro. Fundacin del Socorro. Socorro: Cmara

    de Comercio, 1982. P. 17-18. Nota: Los textos oficiales fueron editados a

    espacio sencillo y los particulares a espacio y medio.

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    2. Parroquia de Nuestra Seora del

    Socorro [y San Francisco] del Valle de

    Chanchn (1683)

    Auto de ereccin parroquial del Socorro

    En la ciudad de Santa Fe a veinte y siete de noviembre de mil

    seiscientos y ochenta y tres aos. El Ilustrsimo Sr. Don Antonio

    Sanz Lozano, Arzobispo de este Nuevo Reino de Granada, del

    Concejo de su Majestad, habiendo visto los autos hechos a

    pedimento de los vecinos del valle de Chanchn de la

    jurisdiccin de la ciudad de Vlez, en razn de segregarse del

    pueblo y doctrina de indios a donde haban estado agregados

    con obligacin de fundar nuevo curato a su costa y hacer Iglesia

    y ornamentarla de lo necesario para la administracin de

    sacramentos por las causas y motivos que tienen representadas.

    Y vistos as mismos los autos que obr en virtud de comisin de

    su seora ilustrsima el Maestro Don Juan de Bustamante

    Quijano, cura interinario del dicho pueblo de Chanchn, en

    orden a la seguridad de la congrua, permanencia de la

    fundacin, conveniencias de los vecinos para la mejor

    administracin de sacramentos, y la escritura de obligacin que

    nuevamente sea hecho, en virtud de orden y poder que dieron y

    la congrua que le queda al cura de indios de dicho pueblo, y lo

    respondido por el Promotor Fiscal Eclesistico de este

    Arzobispado con quien sea substanciado esta causa; y que segn

  • 10

    consta de certificacin de dicho Maestro tiene hecha Iglesia

    capaz y decente para dicho nuevo curato.

    Dijo que en atencin a lo que consta de dicho auto y lo que su

    Majestad tiene dispuesto en semejantes casos declaraba, y

    declaro, deberse segregar dichos vecinos del dicho pueblo de

    Chanchn, donde han estado agregados hasta ahora, y correr

    separados con nuevo cura para que les administre los santos

    sacramentos con la congrua que tiene ofrecida que se admite

    cuanto a lugar; de derecho y se declara por bastante y para su

    provisin se pongan edictos en la forma ordinaria por trmino

    de cuatro meses que han de correr y contarse desde el da en que

    se fijasen para que se opongan los hijos patrimoniales que

    quisieren.

    Y para ello se lleven estos autos primero y ante todas cosas al

    Sr. Don Francisco de Castillo de la Concha Caballero del Orden

    de Santiago, Seor de la Torre del Garro, Presidente Gobernador

    y Capitn General de este Reino, del Consejo de su Majestad,

    para que en conformidad del Real derecho de Patronato se sirva

    de pagar por esta nueva ereccin de curato o proveer lo que

    fuere servido. As lo provey, mand y firm.

    Arzobispo de Santa Fe. Francisco, Presidente.

    Juan de Ovando, Notario.

    En Santa Fe a primero de diciembre de mil seiscientos

    ochenta y tres aos, Yo el escribano y notario notifique

    este auto a Blas Garca de Cabrera por lo que le toca y

    como apoderado de los vecinos de Chanchn estando en

    este juzgado que doy fe. Juan de Ovando.

  • 11

    En la ciudad de Santaf a dos de diciembre de mil seiscientos

    ochenta y tres aos. El seor Don Francisco de Castillo de la

    Concha, Caballero del Orden de Santiago Seor de la Torre del

    Garro del Consejo de su Majestad, Presidente Gobernador y

    Capitn General de este Nuevo Reino de Granada, habiendo

    visto los autos obrados a pedimento de los vecinos que corran

    agregados al curato de indios del pueblo de Chanchn sobre que

    se desagreguen de l y se erija nuevo curato parroquial separado

    referido, que se componga de los dichos vecinos de sus casas y

    familias en cuya razn han ofrecido y asegurado la congrua de

    sustentacin del cura que se les nombrare.

    Dijo que por lo que toca al real Patronato se conforma con el

    auto provedo por el Ilustrsimo seor Doctor Don Antonio

    Sanz Lozano, Arzobispo de este Reino del Consejo de su

    Majestad, provedo en veinte y siete de noviembre de este ao

    en que declar deberse agregar los dichos vecinos del curato del

    dicho pueblo de Chanchn y correr separadas con nuevo cura

    para que les administre los santos sacramentos, declarando por

    bastante la congrua y disponiendo se pongan edictos para su

    provisin lo cual se lleve a pura y debida ejecucin mediante

    actas conformes.

    As lo provey y seal. Fui presente Don Antonio Salazar

    Falcn. Diciembre 7 de 16832.

    2 Tomado de:

    GUERRERO, Amado y MARTNEZ, Armando. La provincia de los

    comuneros Orgenes de sus poblamientos urbanos. Bucaramanga: UIS Escuela de Historia, 1996. P. 170 - 174

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  • 13

    3. Curato y Parroquia del Socorro,

    Provincia de San Gil (1761)

    SOCORRO.

    El curato de la parroquia de Nuestra Seora del Socorro, de la

    jurisdiccin de San Gil, que en un tiempo le llamaron ciudad,

    porque le dio ttulo quien no tena facultad para ello, por los

    aos de 1711, es el curato ms cuantioso de todo el arzobispado,

    si no es que el de Neiva le puede equiparar; mas no que ste

    costea muchos ecnomos y el otro no, ni an por ttulo de

    suficiencia. Rentar ms este curato que el obispado de Santa

    Marta rentar puede a su Prelado, consideratis.

    Est al norte de Vlez y hacia el noroeste respecto de Tunja y

    Santaf. Dista ocho o nueve jornadas ordinarias de Santaf; su

    iglesia de calicanto, buena, con su torre, pero muy poco

    ornamentada y es mas de notar esto, considerando el tan

    cuantioso vecindario que tiene. Esto parece plaga de los curatos

    de tierra caliente, a quienes les hacen manifiestas ventajas en

  • 14

    ornatos los pueblos de indios de la jurisdiccin de Santaf y de

    Tunja, y mucho ms los de sta que los de aqulla.

    El temperamento de la parroquia del Socorro, clido en

    proporcin y sano, su situacin no muy tal, es muy falto de

    aguas. Hoy tiene muchas casas de teja y algunas de ellas como

    las de Santaf. Su territorio produce de todos frutos de tierra

    caliente, caa dulce, pltanos, maz, yucas, algodn y muchas

    frutas.

    Se le agreg el vecindario blanco del pueblo de Chanchn, de

    quien antes procedi dicha parroquia socorrense, habr cerca de

    ochenta aos, y la de Simacota; los pocos Indios que haba ya en

    Chanchn se mandaron trasladar al pueblo de Guane, y como no

    habla iglesia sino una ermita de madera muy ruin y sin ornato, y

    el cura por su decida y suma negligencia y tambin los vecinos,

    siendo stos ms de 400, no cuidaron de hacer iglesia, que fue lo

    que mandaron el Excelentsimo seor Virrey Pizarro y el

    Ilustrsimo seor Arzobispo Aza, y que de no hacerla , se

    agregasen al curato y parroquia ms cercana, que lo era la del

    Socorro: los vecinos vinieron en esto y el cura Jams hizo

    diligencia sobre lo que le incumba en esta materia.

  • 15

    Tena el Socorro en la ocasin cerca de 300.000 vecinos, como

    lo vi y cont poco antes yo por un padrn de cofradas. Muchos

    vecinos de all afirman que tendr hasta 5,000, a lo que no me

    persuado; pero dir que hallndome yo en Santaf habr cerca

    de quince aos, en casa del seor Comisario General de la Santa

    Cruzada, don Fernando Camacho, en conversacin dije yo que

    tendra el Socorro hasta 3,000 feligreses; lo apoy el doctor

    Rangel, diciendo que hallndose poco antes en el Socorro en

    casa del cura, escribi el padrn de vecinos hasta 2,450, y que

    todava fallaba gran parte de vecindario; luego se le agregaron

    los de Chanchn, que no bajaban de 400, y estando yo en

    Santaf, en el palacio del Excelentsimo seor Virrey don

    Alfonso Pizarro y el Padre Josef Pajes, de la Compaa de

    .Jess, este Padre le refiri a Su Excelencia que pocos aos

    antes, y el presente fue el de 1751, en una misin que hizo en la

    parroquia del Socorro el da del jubileo, se sac por las formas

    que se consumieron, que comulgaron aquel da 15,000 almas y

    que fue necesario repetir otra misin para los que faltaron. Sobre

    que dado quedemos que de los lugares comarcanos, que son

    San Gil, Charal, Simacta y Oiba, a los que fue tambin la

    misin, concurriesen bastantes al Socorro, otros tantos

    quedaran a guardar las casas de los vecinos.

  • 16

    Otro computo expongo para comprobacin del crecido

    vecindario del Socorro. Djome hace cinco aos don Diego

    Caruz, espaol, vecino de la ciudad de Girn, que el ao

    antecedente se haba hallado en la parroquia del Socorro, y que

    le oy al cura de dicha parroquia del Socorro, don Luis de

    Guzmn, predicar el da mircoles de ceniza, esta proposicin:

    "Qu os parece, fieles, cuntas almas menos este ao en esta

    parroquia que las del ao pasado? Pues sabed que hay 900

    menos, que tantos son los que en este ao han muerto. "Lo

    mismo me aseguraron dos clrigos sacerdotes de all, el maestro

    Lomos y el maestro don Miguel Garca. Mucho hay que tocar

    acerca de esta proposicin.

    Lo primero que noto es que no haba habido epidemia o

    enfermedad contagiosa en aquel ao en el Socorro, sino la

    comn y regular; que es tierra sana. Lo segundo, que parece que

    no entrara en el nmero de los 900 los que murieron, de los que

    nacan en ese ao. Lo que yo he visto en varias ocasiones que he

    estado en el Socorro, es enterrar en un da seis o siete, y a la par

    he visto los pares de casamientos. Los ms estn persuadidos

    que no baja el Socorro de 4,000 feligreses, cabezas de familia.

    Yo le asigno y computo 3,500, y doy tambin de barato los 500

  • 17

    por intiles para el efecto de contribuciones, y con los 3,000 y

    muchos que no tiene de medro ninguno, porque no pone

    ecnomos en las capillas que tiene, le sealo de renta al cura del

    Socorro, para su prroco, anualmente, 5,000 pesos, y stos,

    deca el D. don Josef de Vergara, que fue all cura hace ms de

    quince aos, que le produca cada ao, y entonces tena la

    tercera parte menos de vecinos que hoy tiene el Socorro. Y a

    quien sintiere lo contrario, le dir lo que deca una viejecita: que

    a quien cierne y amasa no le vendan hogaza.

    Tiene el curato del Socorro en su distrito dos capillas

    competentes para ayuda de parroquia, pero casi en un mismo

    sitio, que son las que llaman el Pramo, en palos y teja, sin

    ornato alguno; otra de maderos y paja donde llaman el valle de

    San Josef, con su par de ornamentos preciosos, lindas campanas

    y otras alhajas, pero no slo no pone el cura all sacerdote, pero

    ni aun permite que lo pongan los vecinos, costendolo ellos, ni

    que sacerdote alguno permanezca all de su voluntad. Que esto

    sea bueno, no lo apruebo, y a reprobarlo no me atrevo, pues

    cada cual sabr cmo gobierna lo que es de su cargo.

    El pas de dicho valle es muy ameno y saludable. En el Socorro

    hay mucho comercio de varios gneros del pas, lienzos,

  • 18

    pabellones, mantas, paos, sobrecamas, listados y muchsimas

    cosas de Casulla y de la tierra; pero tiene mucha gente balda y

    mal acostumbrada. Gobirnala un Alcalde ordinario y otro de la

    Hermandad de los de la villa de San Gil3.

    3 Tomado de:

    OVIEDO, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de

    Granada Manuscrito del Siglo XVIII [Coleccin Pensamientos y Noticias

    escogidas para utilidad de Curas, 1761]. Bogot: Academia de Historia de

    Colombia Imprenta Nacional, 1930. Cap. XIII, p. 174 - 176

  • 19

    4. Villa de Nuestra Seora del Socorro,

    Corregimiento de Tunja (1771)

    Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Castilla, de Len, de Aragn, de las dos Sicilias, de Jerusaln, de Navarra, de

    Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorga, de

    Sevilla, de Cerdea, de Crdova, de Crcega, de Murcia, de

    Jan, de los Algarbes de Algecira, de Gibraltar, de las islas

    Canarias, de las Indias Islas y Tierra Firme, del Mar Ocano,

    Archiduque de Austria, Duque de Borgoa, de Brabante, y

    Miln, Conde de Ahsburg, de Flandes, Tirol, y Barcelona, Seor

    de Vizcaya y de Molina, etc.

    Por parte de varios vecinos de la Parroquia de Nuestra Seora

    del Socorro, jurisdiccin de la Villa de Santa Cruz, y San Gil de

    la Nueva Baeza en el Nuevo Reino de Granada, se me ha

    representado, que en el ao de mil setecientos, y once,

    ocurrieron varios vecinos de la mencionada poblacin al

    Reverendo Arzobispo de Santa F, don Francisco de Cossio y

    Otero, Presidente interino, que era entonces de aquella

    Audiencia, para que en atencin a su crecido nmero de

    vecinos, tener ms de cuatrocientas casas en calles, y plaza,

    iglesias ornamentados a su costa, casas de Cabildo, crcel, trato

    y comercio en que haba adquirido, y aumentado sus caudales,

    siendo los ms de los vecinos, personas nobles, y benemritas,

    concediese a dicha Parroquia ttulo de Ciudad, eximindola de

    la jurisdiccin de la enunciada Villa como con efecto lo ejecut

  • 20

    bajo de varias capitulaciones, y en la calidad de obtener Real

    confirmacin.

    Que habiendo ocurrido por esta, se libr Real Cdula en treinta

    de Diciembre de mil setecientos, y doce, previniendo a aquel

    Prelado no pasase a conceder semejantes licencias, y repuso

    todo lo obrado con lo que qued la referida Poblacin reducida a

    su anterior estado de Aldea de la Villa de Santa Cruz y San Gil.

    Que no por esto descaecieron de fomentar su poblacin,

    adelantndola en edificios pblicos, y particulares, urbanidad, y

    buena crianza labores de campo, cultivo de frutos, crianza de

    ganados, fbrica de todos tejidos de algodones y comercio de

    gneros, y frutos, de suerte, que es tan crecido como el de

    cualquiera de las ciudades de mayor nombre de aquel Reino, a

    que se aade tener dicha Parroquia ms de tres mil vecinos,

    cabezas de familias bien acaudalados, no pocos de ellos, y ms

    de diez y seis mil personas de comunin entre todos.

    Que con estos, y otros poderosos motivos, y los de la enemistad

    que tenan los vecinos de la Villa, a los de la Parroquia del

    Socorro, y no poder esta hallarse bien administrada de Justicia

    ocurri en el ao de mil setecientos y sesenta y dos a mi Virrey

    del Nuevo Reino de Granada para que no alcanzando sus

    facultades a conceder la exencin que solicitaba, me consultase

    sobre ello oyendo al Fiscal de aquella Audiencia, y a los vecinos

    de la referida Villa de San Gil.

    Que con este motivo, se siguieron autos, y sustanciados en

    forma, declar el expresado mi Virrey en veinte y dos de

    noviembre de mil setecientos y sesenta y cinco, que sin embargo

    del excepcionado por Villa, deba conformarse con el dictamen

    del Fiscal, en orden a ser conveniente la desunin de dichas dos

    poblaciones, y que la del Socorro, se erigiese en Ciudad, con

  • 21

    jurisdiccin y territorio separado, adjudicndole el mismo, que

    en el ao de mil setecientos, y once, la seal el Muy Reverendo

    Arzobispo Presidente Don Francisco Cossio y Otero. Porque

    siendo como es entendidsimo el que hoy corresponde a la Villa

    y tan til en la mayor parte, como lo comprueban los

    establecimientos de nueve parroquias que se hallan dentro de l,

    y con bastante distancia unas de otras, parece puede

    seguramente verificarse la divisin, "dejando a cada una de ellas

    cumplidas las cuatro leguas de termino fructuoso, sino en

    cuatro, a lo menos prolongadas, y son las que nicamente se

    concedieron a la Villa de San Gil cuando se separ de la ciudad

    de Vlez".

    Y conceptuando el Virrey ser la mencionada Parroquia

    acreedora a la Merced que solicita, para que en lugar de las

    muchas ciudades que hay arruinadas y perdidas en aquel Reino,

    se subrogue la del Socorro, que promete no solo la permanencia

    sino tambin muchos progresos y adelantamientos mand que

    su citado Decreto sirviese de informe, para lo que pudiese

    conducir en el recurso que se deba hacer a mi Real Persona

    declarando ser a quien toca resolver en el asunto lo que sea ms

    de mi Real agrado como todo resulta de varios Testimonios que

    se han presentado por los expresados vecinos de la Parroquia del

    Socorro. Suplicando me digne conceder a sta el ttulo de

    Ciudad en la forma que mi Virrey propone en su citado Decreto

    informativo, con jurisdiccin sobre si, y los moradores de todo

    el territorio, que se la asigne, eximindola para siempre de la de

    la Villa de Santa Cruz y San Gil, con las calidades que en el ao

    de setecientos y once le haba hecho el Muy Reverendo

    Arzobispo don Francisco de Cossio y Otero, como Presidente

    interino de la Audiencia de Santa F.

  • 22

    A esta pretensin se opuso la enunciada Villa, produciendo

    diferentes documentos relativos al asunto; y habindose pasado

    todo de sala de Gobierno a la de Justicia de mi Consejo de

    Indias dedujeron las partes lo que tuvieron por conveniente, y

    con audiencia de mi Fiscal, se provey auto en veinte y uno de

    enero del presente ao de mil setecientos y sesenta y uno,

    declarando que la Parroquia de Socorro, debe erigirse en Villa,

    eximida de la de Santa Cruz, y San Gil y su jurisdiccin, y

    concedrsela como se la concede la gracia de tal Villa eximida,

    y todas las exenciones y prerrogativas correspondientes.

    A cuyo fin se le despachase el ttulo debido, cumpliendo la

    asignacin de territorios, empleos de justicia, y dems oficios de

    Cabildo y Repblica, con arreglo a las leyes del asunto a mi

    Virrey de Santa F, de cuyo auto se interpuso suplica por parte

    de la mencionada Villa de Santa Cruz, y San Gil, la que fue

    admitida. Y odas ambas partes, y habindose dado vista a mi

    Fiscal se pronunci en treinta y uno de agosto de este mismo

    ao sentencia de revista, confirmando el citado auto de vista, en

    cuanto por l se declar que la Parroquia del Socorro debe

    erigirse en Villa eximida de la de Santa Cruz y San Gil, y

    concedrsele, como se le concedi, la gracia de tal Villa

    eximida, y las dems exenciones, y prerrogativas

    correspondientes.

    Y se le mand despachar el ttulo debido, dando comisin al

    Virrey, para la ejecucin, y cumplimiento de la "asignacin de

    territorio", empleos de justicia, y dems oficios de Cabildo y de

    Repblica "con arreglo a las leyes Reales" del asunto.

    Y declarando nuevamente que en cuanto a la citada comisin

    mandada dar al Virrey para la asignacin de territorio, deba

    entenderse solo precisa, y limitadamente para lo jurisdiccional

  • 23

    necesario y conveniente a la mayor administracin de Justicia, y

    quedando en el mismo ser, estado y sin novedad ni alteracin

    alguna todo el trmino asignado a la Villa de Santa Cruz y San

    Gil, y que esta posee desde su ereccin para todo lo respectivo

    al libre y comn uso, y aprovechamiento de ambas Villas y sus

    vecinos, de todos sus pastos, aguas, montes, peas, ros, pasos y

    dems beneficios y servidumbres necesarias, que en l se

    contienen, y segn, y como lo han sido, y han estado libres, y

    comunes hasta ahora.

    Por tanto, quiero, y es mi voluntad que en la forma expresada, se

    llame la enunciada Parroquia de aqu en adelante Villa de

    Nuestra Seora del Socorro, y que use de la jurisdiccin que le

    corresponda, y goce de los privilegios, y prerrogativas, que las

    dems Villas de las Indias, y de estos Reinos. Y encargo al

    Serensimo Prncipe de Asturias, mi muy caro y amado hijo, y

    mando a los infantes, Prelados, Duques, Marqueses, Condes,

    Ricos hombres, Priores de las rdenes, Comendadores, y

    Subcomendadores, Alcaides de los Castillos y Casas fuertes.

    Y llamo a los de mi Consejo, Virreyes, Presidentes y Oidores de

    mis Chancilleras y Audiencias Reales a los Alcaldes y

    Alguaciles de mi Casa y Corte, Chancilleras, y a todos los

    Consejos, Corregidores, Asistentes, Gobernadores, Alcaldes

    mayores y ordinarios, Alguaciles y hombres buenos, y dems

    personas de cualquier estado y calidad de todas las ciudades,

    villas y lugares de los expresados mis Reinos que as lo tengan

    entendido y no pongan el menor impedimento ni embarazo en el

    puntual cumplimiento de esta mi Real determinacin.

    Y de este ttulo se tomar razn en las Contaduras generales de

    valores y distribucin de mi Real Hacienda, y de mi Consejo de

    las Indias dentro de dos meses de su data, expresndose por la

  • 24

    primera quedar satisfecho, o asegurado, lo que por esta gracia se

    debiere al derecho de la media anata, y no ejecutndose as

    quedar nula, y tambin se tomar por los oficiales Reales de las

    Cajas de la ciudad de Santa F.

    Dado en San Lorenzo a veinte y cinco de octubre de mil

    setecientos y setenta y uno.

    Firmado YO EL REY.

    Yo Don Domingo Daz de Arce, Secretario del Rey Nuestro

    Seor, la hice escribir por su mandado (Hay una rbrica).

    Refrendada por Secretara: doscientos sesenta y cuatro reales

    plata (Hay una rbrica)"4.

    4 Tomado de:

    ROJAS RUEDA, Jos Manuel. Ciudades de Santander. Bogot: ABC, 1939.

    P. 40 45. Negrita agregada

  • 25

    5. La Villa del Socorro desde el

    Convento de los Capuchinos

    (1782 - 1789)

    V

    La industria nace, se fomenta y crece a beneficio del influjo del

    Gobierno y perece, sin duda, cuando cesa esta actividad.

    Es asunto principal suyo el desvelo de promover la felicidad

    pblica y particular aumentando la agricultura, comercio interior

    de las provincias, cualquier ramo de industria, dando el impulso

    ms vigoroso a todos los pensamientos tiles y sostenindolos

    con las providencias ms oportunas. Abandonada la industria es

    consecuente la miseria, y en aquel infeliz momento que se

    desnaturaliza, se asegura infaliblemente la despoblacin. La

    miseria estorba los matrimonios y aun cuando los facilite, los

    constituye estriles e infecundos. Es observacin que tengo

    hecha en la ocupacin de mis misiones.

    Aquellos pueblos en quienes reina la abundancia multiplican

    con rpidos progresos y es grande su poblacin; pero los que se

    hallan penetrados de la miseria sufren la despoblacin porque no

  • 26

    conocen la actividad y camina en ellos muy lenta la

    multiplicacin. Varios pueblos podra yo presentar en el tribunal

    de los polticos estadistas en apoyo de mi observacin, pero slo

    me reducir en hacer memoria de la villa del Socorro.

    Este pueblo tiene sesenta y tantos aos de fundacin, es

    desmembracin de la villa de San Gil como es sta de la ciudad

    de Vlez. En sus principios era una corta aldea en donde

    descansaban los arrieros y tomaban fuerza las mulas para la

    continuacin del viaje. Las primeras familias se propusieron, y

    en efecto lo lograron, de dirigirse por sendas y rumbos

    conocidos para llegar al ltimo trmino de opulencia que

    preparaban a su posteridad. Su empeo y constancia en las

    labores de maces, caas y algodones dejaron a sus hijos un

    documento digno de ser imitado y promovido. Sus hijos lo

    adoptaron y siguieron logrando coger en alguna parte los frutos

    de las primeras semillas que arrojaron sus abuelos.

    Es permanente y slido el establecimiento que fundaron en las

    labores y tejidos de lienzos, mantas, manteleras y bayetas,

    fecundsimo ramo de la actual industria popular, capaz por s

    sola de llenar de bienes y felicidades a sus habitantes con

    notable preferencia entre las dems provincias del Reino. Esta

  • 27

    proposicin la fundo en el clculo del aumento o decadencia de

    los diezmos, que siempre son las verdaderas medidas de los

    progresos o atrasos de las riquezas de los pueblos en el ramo de

    agricultura.

    Con noticia ms exacta tengo bien examinado que el mayor

    valor de dichos diezmos en la jurisdiccin del Socorro, aun en el

    tiempo en que se cosechaba el tabaco, ascendi a doce mil

    trescientos cuarenta pesos, un real y cuartillo. En los aos

    posteriores, despus de prohibidas las siembras, fue subiendo

    con excesos muy notables al precedente valor, pues en el ao de

    setenta y nueve ascendi a doce mil ochocientos cuarenta y dos

    pesos, cinco reales y cuartillo; en el de ochenta, a quince mil

    seiscientos cuatro pesos y en el de ochenta y uno a quince mil

    doscientos cincuenta y ocho pesos, tres reales. Sirvieron, pues,

    los diezmos a proporcin de los fondos efectivos de agricultura.

    Este clculo ser el conocimiento cierto de los adelantamientos

    de esta villa.

    En sus principios se derram la fama de su ocupacin y al paso

    que se aumentaba la poblacin crecan tambin las sementeras,

    se multiplicaban los telares y se promova la industria. En el

    clculo de individuos que se hizo en el ao de ochenta y uno,

  • 28

    resultaba el nmero de quince mil. Es uno de los pueblos ms

    vistosos y civilizados del Reino. Se han desmembrado de su

    feligresa la parroquia de Culatas y la de Pincho te. Esta ltima

    desmembracin fue despus del ao de ochenta y uno.

    Tiene su Cabildo bajo su jurisdiccin ocho crecidas parroquias,

    algunas de ellas tan pobladas que el nmero de feligreses sube al

    de seis mil, como son Simacota, Oiba y Charal, cuyos alcaldes

    son pedneos sin jurisdiccin ordinaria. Tienen un gran

    comercio activo y pasivo y el carcter de sus habitantes es muy

    vivo, laborioso, aplicado, de nobles talentos pero de bastardas

    ideas.

    Es una de las villas ms abundantes e industriosas sin embargo

    de ser su campo ingrato, estril; pero la aplicacin y el beneficio

    le hacen abundante y fecundo. Es notoria la multiplicacin de

    todos los aos. Se calculan anualmente ochocientos los nacidos,

    trescientos los muertos y como unos doscientos los casamientos,

    segn el verdico informe que me dio el Cura de dicha villa.

    Por las noticias ms exactas que tengo de aquel Cabildo no

    intervino emigracin de pobladores que viniesen de otro clima,

    ni de otra provincia para establecerse en esta villa. Su crecida

  • 29

    multiplicacin es propia de sus hijos. Qu extraa maravilla

    ser sostener que la ocupacin til de los hombres es la medida

    de la poblacin y el fundamento de la prosperidad del Estado?

    En vano se buscan otras causas de la despoblacin.

    Todo el celo y conato de los Virreyes y Gobernadores ha de ser

    introducir la abundancia y desterrar la miseria. Fomentar en sus

    sbditos pensamientos tan tiles a la causa comn y a los

    intereses de los particulares. Precisarles a que todos los aos

    presenten en sus tierras algn adelantamiento segn las

    influencias del clima. Todos deben convenirse en que para

    promover la multiplicacin de pueblo en un nuevo

    establecimiento es necesaria la ocupacin en la agricultura. No

    por mucho terreno es una familia rica sino por poco y bien

    cultivado.

    En la Europa se observa y aun en este Reino, que la poblacin

    es ms numerosa en donde hay escasez de terreno; y en donde

    son muchas las poblaciones grandes y pocas las pequeas, es

    menor la poblacin. Tal es la provincia de Muzo,

    verdaderamente despoblada por esta causa. Hablo por

    experiencia. Valencia, en donde las tierras estn divididas en

    pequeos globos, se halla ms poblada que los Reinos interiores

  • 30

    de Espaa por esta causa. Es proloquio comn en los

    proyectistas que cuatrocientas calzadas o jornales de tierra,

    repartidas por igual parte entre cuatrocientos labradores

    producen ms que si uno solo las ocupara.

    Los primeros estados del mundo eran unas pequeas sociedades

    o familias que habitaban un terreno proporcionado al pequeo

    nmero de ciudadanos que las formaban. No tomaban ms

    posesin que la del terreno necesario para defenderse y

    conservarse. Elegan el campo ms ameno y fecundo en donde

    haba pastos en ms abundancia. Aborrecan la miseria como

    monstruo el ms horrible y devorador5.

    5 Tomado de:

    FINESTRAD, Fr. Joaqun de. El vasallo instruido en el Estado del Nuevo

    Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones [1789]. Bogot:

    Universidad Nacional de Colombia, 2001. P. 150-153

  • 31

    6. La Villa del Socorro ante las Cortes

    de Espaa y la Junta Suprema y

    Central de Espaa e Indias (1809)

    INSTRUCCIN

    Que da el Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la Villa

    del Socorro, al Diputado del Nuevo Reino de Granada, a la

    Junta Suprema y Central Gubernativa de Espaa e Indias.

    En cumplimiento de lo dispuesto en la Real Orden de fecha 22

    de enero de 1809, y al tenor del mandamiento del seor don

    Antonio Amar y Borbn, Virrey del Nuevo Reino de Granada,

    el Cabildo, Justicia Regimiento de la Villa del Socorro; se

    reuni con el objeto de acordar la terna que lo representar en

    las Cortes Espaolas; y, por unanimidad, salieron favorecidos

    los doctores Camilo Torres y Joaqun Camacho y el seor don

    Tadeo Gmez Durn, sujetos todos de relevantes prendas, de

    probado patriotismo, de reconocida virtud y una ilustracin nada

    comn. Hecho el respectivo sorteo, la fortuna favoreci al seor

    Gmez Durn, y as lo comunicaron al seor Amar y Borbn.

    Sabedores los socorranos del resultado del segundo sorteo

    verificado en Santaf el 16 de septiembre de 1809, y que el

    Diputado del Nuevo Reino sera el seor General don Antonio

    de Narvez de Latorre, meritorio hijo de Cartagena de Indias,

    nuevamente se reunieron los ediles del mencionado ao con el

  • 32

    fin de dar las instrucciones necesarias al Excelentsimo seor

    don Antonio Narvez y Latorre, Diputado por el Nuevo Reino

    de Granada, para su Representante en la Junta Central

    Gubernativa de Espaa e Indias y que son del tenor siguiente:

    1. La Provincia del Socorro confina por el oriente y medioda

    con la de Tunja, de la cual la separa la Cordillera de Guacha y el

    pueblo de Saboy, situado en las inmediaciones de Chiquinquir

    y laguna de Fquene, de donde nace el ro Surez. Sobre las

    mrgenes de este ro, y siguiendo el curso de sus aguas, se

    extiende del medioda al norte hasta donde se junta con el ro

    Chicamocha, que la divide de la de Pamplona. Al poniente,

    como a cuatro leguas de distancia de su capital, tiene la

    cordillera de Yariges, y bosques antiguos que llegan hasta el

    ro Grande de la Magdalena, en los cuales se cree haya una u

    otra horda de salvajes que, viviendo de la caza y de la pesca, no

    tienen comercio alguno con los pueblos civilizados. Si los

    caminos de Carare, Opn y Chucur llegan a efectuarse como se

    ha proyectado, franquearn el paso por estos bosques, y la

    Provincia extender entonces sus lmites desde el oriente o

    cordillera de Guacha, hasta el ro Magdalena, que ser una

    travesa de cincuenta leguas por lo menos.

    En la actualidad solamente se pueden contar ocho leguas del

    terreno que ha entrado en cultivo desde Guacha hasta el pie de

    la cordillera de Yariges, y treinta desde Saboy hasta

    Chicamocha, que dan una rea de doscientas leguas cuadradas.

    Su poblacin asciende, segn los ltimos estados a cerca de

    ciento setenta mil habitantes de todo sexo y edad. Este nmero

    de gentes se halla distribuido en tres partidos, que son la Villa

    del Socorro, capital de la Provincia, la Villa de San Gil y la

    ciudad de Vlez.

  • 33

    A cada partido estn agregadas varias poblaciones que se

    denominan Parroquias y algunos pueblos de indios; estos por lo

    comn viven en comunidad y a son de campana, son estpidos y

    tan pobres que parece no entienden sus ideas ms all del

    momento presente. Los de las Parroquias son blancos,

    descendientes de europeos, que tienen sus casas en el lugar a

    donde concurren los das de fiesta y de mercado y tambin las

    tienen en los campos, en medio de sus plantaciones, donde

    viven dedicados todo el ao a la agricultura, que es la ocupacin

    de la gente libre, y por consiguiente no slo es la ms lucrativa,

    sino la ms apreciable.

    Las contribuciones del Tesoro Pblico, segn el estado relativo

    a 1803, rendan de cantidad lquida ingresable en Cajas Reales,

    algo ms de 10.000 pesos fuertes. Las rentas eclesisticas

    compuestas de diezmos, primicias, leos, casamientos,

    cofradas, entierros, fiestas de patronos, informaciones

    certificaciones, derechos de sacristanes, de fbrica y de

    despensa, a los que contraen matrimonio dentro de los grados

    prohibidos, no se sabe a punto fijo a qu cantidad ascendern,

    pero juzgando por los diezmos, que en 1803 producan cerca de

    7.000 pesos fuertes, se considera que el total de rentas

    eclesisticas no bajar de 14.000 pesos al ao. Resulta de lo

    dicho que las contribuciones pblicas de la Provincia del

    Socorro, componen anualmente la suma de 24.000 pesos

    fuertes, que paga este pueblo frugal y laborioso con el producto

    de su agricultura y poca industria.

    El terreno es fecundo y se presta a variedad de producciones,

    pero como ha habido tiempo en que se ha vendido la libra de

    acero de 16 onzas, en cinco pesos fuertes, y a esta proporcin en

    hierro, el cultivo no ha correspondido ni a las ventajas naturales

    del pas, ni a los esfuerzos del labrador. El establecimiento de

  • 34

    forjas en el interior del Virreinato, evitara en lo sucesivo otra

    igual caresta que podra haber arruinado la ms floreciente

    agricultura, y con mayor razn la nuestra, que por estas y otras

    causas polticas es tan lnguida, que sus principales frutos

    consisten en algodn, azcar, arroz y maz.

    La industria est reducida a tejidos de algodn muy baratos de

    que se viste casi toda la gente pobre de la mayor parte del

    Virreinato, la juventud se educa generalmente en los preceptos

    de la religin catlica por los padres de familia; y en las Villas

    de San Gil y Socorro se aade la enseanza de primeras letras,

    de rudimentos de gramtica latina, por escuelas pblicas

    pagadas para este fin, de las rentas concejiles.

    No se conoce otro comercio activo que el cambio del corto

    sobrante de la agricultura e industria, que se transporta a las

    provincias circunvecinas; y el pasivo que, en tiempo de paz,

    consiste en efectos de Europa que nos vienen de Cdiz; y en

    tiempo de guerra se introducen los mismos efectos, pero la

    mayor parte por la va del contrabando, y aun por la mano de los

    enemigos, que con este arbitrio hacen notable guerra a la

    Nacin.

    2. Hallndose la Suprema Junta bien persuadida, como lo

    acreditan lar rdenes que han emanado de su autoridad

    soberana, de que la felicidad del Estado depende esencialmente

    de la inviolabilidad de los preceptos constitucionales, el Cabildo

    del Socorro espera: que el seor Diputado reuniendo su voz a la

    de los dems sabios patriotas que componen aquella augusta

    Asamblea, concurra con ellos a echar los fundamentos de la

    opinin pblica, de la confianza y patriotismo, que son el ms

    seguro baluarte contra la ambicin usurpadora, y cuyas virtudes

    producirn infaliblemente aquella constitucin que tenga por

  • 35

    base la ley eterna, que destina al hombre a vivir del sudor de su

    frente, y seala la tierra como su patrimonio.

    Supresin de clases estriles, reduccin de empleos

    improductivos, libertad de las tierras y del trabajo, imposicin

    de tributos, recaudacin y distribucin segn las leyes de la

    justicia, en que se apoya el pacto social: he aqu una pequea

    parte de los bienes que naturalmente emanarn de una tal

    constitucin. Esta misma estrechar ms, si puede ser mayor, la

    unin de la madre patria con los habitantes de este vasto

    hemisferio.

    3. Por un principio de poltica conforme con las ideas de

    humanidad y de justicia, suplica el Cabildo al seor Diputado,

    que solicite en la Suprema Junta, que los resguardos de indios se

    distribuyan entre estos naturales por iguales partes, para que

    como propietarios puedan enajenarlos o transmitirlos a su

    posteridad, segn las leyes de sucesin, quedando exentos de los

    tributos que actualmente pagan; pero sujetos a las

    contribuciones de los dems habitantes; con esta providencia

    se olvidar la idea de conquista, tan odiosa para ellos y que los

    tiene siempre abatidos; y pagarn mayor cantidad a la masa

    general de rentas pblicas, que lo que hoy producen los tributos

    por razones que son bien obvias.

    4. Que siendo el comercio de negros una degradacin de la

    naturaleza humana, y causando el envilecimiento de todas

    aquellas profesiones a que son destinados estos miserables

    africanos, se suplica al seor Diputado, solicite se prohba

    perpetuamente tal comercio; y se libren las providencias que se

    consideren oportunas a fin de que, conciliado el inters de los

    propietarios, se proporcione la libertad de los muchos esclavos

  • 36

    que hay en el virreinato, y entren stos en sociedad como las

    dems razas libres que habitan las Amricas.

    5. Que siendo un principio incontestable de economa poltica

    que el principal fomento que el gobierno puede dispensar a la

    agricultura, comercio e industria, es la libertad de sus gentes, o

    lo que es lo mismo, la proteccin del inters individual y que

    siendo incompatible esta libertad o proteccin con varios

    estorbos polticos, fsicos y morales, tratar el seor Diputado de

    que se remuevan todos.

    6. Por una consecuencia de este principio, se conceder

    comercio libre por todos los puertos de Amrica y de Espaa

    con las naciones amigas y neutrales.

    7. Se prohibir para siempre la esclavitud de las propiedades

    territoriales, y se ordenar que las que ya se hallan fuera del

    comercio, vuelvan a la libre circulacin, como los dems bienes,

    por los medios y arbitrios que proporcionar la nacin junta en

    Cortes, donde se examinar este negocio con el ms vivo inters, tanto por los bienes que de su ejecucin han de resultar a

    la sociedad entera, como por la dificultad que ofrece la abolicin

    de un abuso tan inveterado y sostenido por la ignorancia; a pesar

    de que los hombres ms sabios de la nacin, entre ellos los

    seores Jovellanos y Campomanes, lo han combatido y

    denunciado al primer Tribunal de ella como uno de los mayores

    males polticos que la afligan y la arrastraban hacia su ruina.

    Los escritos de esos grandes hombres, sin embargo de su

    elocuencia y de las miras profundas de humanidad que

    contienen, no han hecho en los pueblos la impresin que deba

    esperarse. La barbarie opone obstculos y no hay otra autoridad

    que pueda superarlos sino es la opinin pblica, y se cree que el

    medio de establecerla o fijarla ser el de las luces que sobre un

  • 37

    objeto tan interesante esparce en el mundo la parte ms ilustrada

    de la nacin reunida en Cortes.

    8. Se establecer un sistema de rentas menos dispendioso en que

    se ocupe menor nmero de agentes; y que las aduanas sean el

    termmetro que grade la proteccin de la industria nacional y

    el contrarresto de la extranjera. Ya no se mirar como un

    proyecto quimrico el de la nica contribucin: los pueblos ms

    ilustrados en la poca en que quiso establecerla el Excelentsimo

    seor don Miguel de Muzgn concurrirn gustosos a repartirse

    el equivalente de lo que hoy entra en el Tesoro Pblico. Este

    evitar con tal operacin los fraudes y quiebras de los

    subalternos, como que cada Provincia responder al Estado y los

    pueblos ganarn talvez un tercio que se disipar en la

    recaudacin y manejo. La multitud de hombres ocupados hoy en

    la Administracin de Rentas Pblicas, como que ya no hallar

    en ellas su subsistencia, la buscar en el trabajo, y entonces la

    agricultura, el comercio y el arte se fomentarn del modo ms

    justo, con la concurrencia de tantos brazos que en el da desecan

    estas fuentes de riqueza pblica.

    9. La reduccin de das de fiesta a los domingos y dems

    consagrados por la religin a sus misterios, ser otro fomento

    que podr dispensarse a la agricultura, comercio y artes.

    10. No es de menor importancia para estos grandes objetos de

    prosperidad nacional, el que se supriman tantos derechos

    eclesisticos como se han introducido con el tiempo, y que

    queden reducidas las rentas de la iglesia a diezmos y primicias,

    que en esta Provincia, y las dems del Virreinato alcanzan

    sobradamente para la decorosa sustentacin del clero, y del

    culto que debemos tributar a la divinidad, que con larga mano

    nos ha colmado de beneficios.

  • 38

    11. Otros de los grandes estorbos que retardarn el progreso de

    la riqueza pblica es la falta de caminos y de puentes en la

    Provincia, y aun en todo el Virreinato. Si se considera que el

    espacio inmenso que ste ocupa, situado en la base y

    ramificaciones de la famosa cordillera de los Andes, los muchos

    ros que descienden de ella y dividen unas poblaciones de otras,

    talvez nos entregaramos al desaliento, y veramos la

    construccin de puentes como una obra superior a las fuerzas de

    tres millones de almas esparcidas al acaso en todo el Virreinato;

    mas reflexionando que los recursos de un gobierno paternal y

    justo son inagotables, como que sus fuerzas se reproducen por

    una accin y reaccin continuas, debemos concebir esperanzas

    de ver menos impedidas las comunicaciones de unas provincias

    con otras, y consiguientemente fomentados los ramos de

    prosperidad nacional.

    12. El Cabildo considera que nada contribuye tanto a la felicidad

    de la patria como la educacin de la juventud; no en aqullos

    estudios que por su tendencia natural aumentan las clases

    estriles y gravosas a la sociedad, sino las ciencias exactas y que

    disponen al hombre al ejercicio til de todas las artes. Tales

    sern en esta Provincia, el estudio de la filosofa, aritmtica,

    geometra y dibujo, y en las capitales grandes, donde hay

    colegios, y universidades, que se aadiese al plan de estudios

    uno o dos aos de economa poltica. De este modo se

    vulgarizaran los principios y grandes resultados de una ciencia

    tan importante; y la opinin de los pueblos as rectificada,

    acercara la poca en que por un pacto tcito y general, quedase

    irrevocablemente fijada la suerte del gnero humano, que por

    tantos siglos ha sido la vctima de todos los errores y de todas

    las injusticias.

  • 39

    13. El seor Diputado suplicar a la Suprema Junta, que por un

    acto de bondad, de que nos ha dado tan sealadas pruebas, eche

    una mirada sobre esas leyes civiles y criminales que han ido

    aumentando en el tiempo, y sobre tantas ordenanzas y

    reglamentos que componen el derecho extravagante cuyo

    laberinto no es dado recorrer sino a uno u otro hombre de juicio

    y grandes facultades, para que convencida su Soberana de las

    dificultades insuperables que tienen los vasallos de imponerse

    en las leyes para obedecerlas, y los magistrados y jueces para no

    excederse en su ejecucin, y precipitarse en el abismo de la

    arbitrariedad, forme un nuevo cdigo de leyes civiles y

    criminales, tan sencillo y conciso, que su inteligencia no est

    como ahora, reservada a los sabios y profesores del derecho,

    sino que se proporcione al alcance de todas las clases del

    pueblo.

    14. Consiguiente a este mismo objeto, de que la Nueva Granada

    se ilustre, sera muy conveniente que el seor Diputado

    comunicase a los Cabildos poderdantes el resultado de las

    gestiones de la Suprema Junta, lo que podr verificarse por los

    medios y conductos que considere ms fciles. El Cabildo con la

    ms sana intencin y con los deseos ms ardientes de concurrir

    al bien general del Estado, ha extendido los catorce artculos que

    comprende esta Instruccin. No se oculta a este Cuerpo, que en

    la inmensidad de ramos que abraza la organizacin de un

    Imperio como el de Espaa e Indias, es traer infinitos puntos de

    que no se habla en la presente Instruccin, tanto por la cortedad

    de nuestras luces, como porque ahora nos hemos limitado a

    instruir sobre la abolicin de los abusos que se creen de una

    influencia ms general.

    Cuando haya cesado el tumulto de las armas, y se hayan

    suspendido las calamidades que padece la madre patria; cuando

  • 40

    se haya destruido ese edificio gtico, que ha levantado la mano

    lenta de los siglos, y que pareca eterno como nuestros males;

    cuando el progreso de las luces haya difundido las ideas de

    humanidad por todas las clases de la sociedad; en una palabra,

    cuando la Nacin se halle ms instruida de lo que esencialmente

    interese a su felicidad, entonces la Junta Central, esa Asamblea

    de sabios y de buenos ciudadanos, ese cuerpo, el ms respetable

    que en el da existe sobre la tierra, podr, en el silencio de la

    sabidura, formar una Constitucin, que a pesar de los ataques

    del tiempo y del furor de la barbarie, fije para siempre los

    destinos de la nacin.

    Socorro y octubre 20 de 1809.

    Joaqun Plata (Rbrica) Alberto Jos Montero (Rbrica) Pedro

    Ignacio Vargas (Rbrica) Ignacio Magno (Rbrica) Joaqun

    de Vargas (Rbrica)6.

    6 Tomado de:

    RODRIGUEZ PLATA, Horacio. La Antigua Provincia del Socorro y la

    independencia. Bogot: Publicaciones editoriales, 1963.

  • 41

    7. Provincia del Socorro, Confederacin

    Granadina (1850)

    XI

    Dos y media leguas antes de llegar al Socorro hicimos alto en una venta que llaman aguabuena, por la de un lmpido y fresco

    manantial cercano, de donde se surte la casa, edificio modesto y

    aseado, con su portal hacia el camino, a la izquierda una puerta

    que dejaba ver el grueso mostrador de adobes coronado de

    totumas, nuncios de estar cerca la hirviente chicha, y ostentando

    por exceso de lujo dos frascos de aguardiente detrs de un

    enrejado de madera, y a la derecha otra puerta para lo que

    llamar sala de recibimiento, en defecto de nombre ms

    apropiado.

    Por supuesto que no faltaban parroquianos en la chichera,

    cules apurando la totuma desde encima del enjalmado buey,

    que mientras tanto rumiaba y dormitaba, cules formando corro

    en el portal y dentro de la tienda, hablando a un tiempo y en voz

    alta de las negociaciones y precios del mercado, y dejndose

    obsequiar por las atlticas hijas de Eva que les acompaaban;

    todos ellos gente agricultora, giles, vigorosamente

    conformados, de mirar inteligente y aire resuelto, vestidos a la

    ligera con telas nacionales, ruanas diminutas y amplio sombrero

    de trenza, la nerviosa pierna desnuda desde la rodilla y el pie

    resguardado con alpargatas gruesas, ya gastadas y empolvadas

    en largo servicio.

  • 42

    Acomodadas las cabalgaduras fuera del portal entramos a la sala

    donde nos recibi la ventera con mil excusas por los tercios de

    yuca que nos embarazaban el camino, accidentalmente

    depositados all, segn tuvo cuidado de informarnos, como

    temerosa de incurrir en mala nota. Muebles no haba, salvo una

    mesa pesadamente labrada y arraigada en un ngulo de la sala,

    cerca de dos poyos cubiertos de estera; pero en compensacin

    brillaban las paredes con pinturas en que el ingenioso autor

    haba hecho heroicos esfuerzos para combinar de infinitas

    maneras el ocre y bermelln, nicas tintes de su rstica paleta.

    Las figuras ms notables eran dos matronas sentadas en el aire,

    de rostros borrachos y mofletudos con los ojos a la raz del

    cabello, y por tanto sin frente. La primera gema bajo el peso de

    una corona gigantesca, sin esperanza de alivio, puesto que la

    mano izquierda la tena ocupada con una tiara, y la derecha con

    un barretn, a guisa de cetro. Debajo escribi este nuevo

    Leonardo de Vinci:

    La quarta parte del mundo

    Evropa zoi nombrada,

    Tengola tiara, i las llabes,

    Yo zoi lamas ilvstrada.

    Frente a frente, mirando a su colega con ojos tiesos y

    espantados, estaba la segunda figura, coronada de plumas, al

    parecer, con arco y flechas en una mano y una granada muy

    razonable en la otra. Volaba por lo alto un letrero que deca

    AMERICA, y debajo:

    Quizo mi Dios piadoso

  • 43

    Darme su caridad.

    Soi la america libre

    viba la libertad.

    Promediaba entre las dos matronas un militar colorado,

    cabalgando en un cuadrpedo amarillo, detrs del cual iba una

    mujer amarilla en un caballo colorado. El militar se abra paso

    con la espada, ms grande que l mismo, y le rodeaba tal

    profusin de versos belicosos que no me atrev a copiarlos. El

    Asia y el Africa se quedaron en bosquejo, probablemente por

    haberse agotado el ocre y bermelln en borrajear sobre la testera

    de la sala dos Vrgenes rojas con sus correspondientes Jesuses,

    sacando nimas del purgatorio, mientras San Jos se estaba a un

    lado mirndolas, y por ventura devanndose los sesos para

    explicarse aquella dualidad inusitada, que celebraban dos

    angelotes tocando violn y guitarra, y rodeados de una aureola

    de guacamayas enormes, en cuyos cuerpos acab el pintor de

    limpiar sus brochas.

    Pedir de comer habra sido anticiparse a la poca presente, por

    cuanto no est en uso todava guisar en nuestras ventas-posadas,

    excepto lo que llaman ajiaco, especie de potaje de papas, del

    cual regalan una escudilla a los transentes de alpargata con tal

    de que beban y paguen un cuartillo de chicha. Inventamos un

    sencillo almuerzo, que nos sirvieron sin ms aditamento que el

    salero, dentro del cual pusieron dos palitos de sauce con su

    corteza, para suplir la falta de cubiertos, que en realidad no la

    hacen cuando se aprende a manejar aquellos instrumentos cuya

    principal recomendacin es el aseo, puesto que para cada

    servicio los fabrican nuevos. Con esto, y dos vasos de agua, que

    en lo cristalina y ligera pudiera brillar al lado de la deliciosa de

    Torca, proseguimos nuestro camino en demanda del Socorro.

  • 44

    XII

    A principios de 1540 entraron los espaoles por primera vez en

    el territorio de los guanes, hoy provincia del Socorro,

    capitaneados por el fundador de Vlez, Martn Galiano.

    Llenronse de admiracin y de algn temor tambin, al

    encontrar la tierra densamente poblada de indios agricultores,

    activos y con vestiduras de telas finas de algodn, a usanza de

    los chibchas. As fue que, cautelosos y con palabras de paz,

    penetraron por la demarcacin del cacique Corbaraque, cuyas

    casas demoraban al S.-E. de Oiba, y tomando por el Valle de

    Poima se dirigieron a Chalal (hoy Charal), donde los

    recibieron con armas, cerrndoles el paso, costumbre que no han

    perdido aquellos moradores, como lo demostraron en 1819,

    pretendiendo, pocos y mal armados, rechazar al feroz realista

    Gonzlez, que conduca por all un cuerpo de tropa veterana,

    resto del ejrcito de Barreiro derrotado en Boyac.

    Entrambas ocasiones les sali mal la cuenta, pues hubieron de

    sucumbir a la mayor pericia la primera, y la segunda al mayor

    nmero de los invasores. Continu Galiano su exploracin hacia

    el norte, encontrando en todas partes numerosas poblaciones, y

    despus de un rodeo hasta cerca del actual San Gil, donde tuvo

    que combatir de recio al valiente Macaregua, march al N.-O.

    por Barichara, y de all retrocedi por tierras del cacique

    Chianchn, que tambin le dio guerra y tambin fue vencido y

    prisionero en las lomas fronterizas del Socorro. De esta manera

    qued preparada la sujecin de una comarca tan populosa como

    la planicie chibcha, e igualmente civilizada. Eran los guanes de

    aventajada estatura, pacficos e industriosos; las mujeres, segn

    escribi fray Pedro Simn, "de muy buen parecer, blancas y

    bien dispuestas y ms amorosas de lo que fuera menester"; la

    tierra limpia, labrada y abierta, con sementeras y caseros por

  • 45

    todas partes. Sin embargo, los conquistadores la menospreciaron

    porque no hallaron los montes de oro que su codicia buscaba. Ni

    describieron las costumbres ni hablaron del gobierno y

    legislacin de los guanes, cindose a calcular la poblacin para

    repartrsela en encomiendas luego que regresaron a Vlez.

    La villa de Nuestra Seora del Socorro fue erigida en

    parroquia por los aos de 1691. "El ilustrsimo seor don

    Francisco Cosio", dice una estadstica publicada en 1794,

    "hallndose de presidente la dio honor y nombre de ciudad; pero

    Su Majestad no lo aprob, y la concedi el ttulo de Villa con

    fecha 25 de octubre de 1771". Hoy da es capital de la provincia

    de su nombre, desgraciadamente sustituido al antiguo de Guane,

    centro de un activo comercio domstico que en todo el cantn

    pone en movimiento cerca de 600.000 pesos anuales,

    verificndose las principales contrataciones en el mercado de la

    capital los jueves y domingos, con gran concurrencia de

    productores y mercaderes nacionales. Situada la ciudad en un

    plano inclinado cerca del rpido y peascoso ro Surez

    (Sarabita), a 1.256 metros de altura sobre el nivel del mar y por

    temperatura media 21 centgrados, parece que naturalmente

    debera gozar de clima sano; ms no es as por razn de la

    configuracin general del suelo.

    La explanada irregular asiento del Socorro se halla cortada al O.

    por la profunda y ancha quiebra en cuyo fondo corre el Sarabita,

    610 metros ms bajo que la ciudad, y en seguida dominada por

    la alta serrana que se mantiene en la direccin S. -N., integra

    sin ramificarse durante 16 leguas, desde los lmites de Oiba

    hasta el centro de Zapatoca; al E. la dominan tambin los cerros

    que separan las aguas tributarias del Sarabita y del Charal.

    Enrarecido el aire por una temperatura de 30 en el fondo de la

    gran cortadura que riega el Sarabita, se determinan corrientes de

  • 46

    viento originadas, por lo regular, en las montaas y bosques

    pluviosos del respaldo de Oiba, se encajonan y adquieren fuerza

    entre las dos serranas, baan de repente la explanada y alteran

    la temperatura local con oscilaciones de 6 a 10 grados en las

    horas del medioda7.

    Cambios tan sbitos en un lugar en que las habitaciones y los

    vestidos son como para tierra caliente, producen por precisin

    enfermedades frecuentes y agudas que abrevian la duracin

    comn de la vida entre las personas negligentes o faltas de

    recursos, lo cual, combinado con la relajacin de costumbres,

    que desde el principio de la guerra de independencia introdujo

    en el pueblo jornalero la permanencia de guarniciones veteranas,

    no slo se opone al aumento progresivo de poblacin que era de

    esperarse, atendidas las circunstancias favorables de abundancia

    de mantenimientos y bondad de las tierras de labor, sino que

    durante el ao de 1849 hubo un dficit notable: nacieron 490

    individuos, de los cuales 191 ilegtimos, y fallecieron 809,

    disminuyendo la poblacin en 319 individuos. No obstante el

    conocimiento de las causas generales de insalubridad, la

    diferencia en contra es tan cuantiosa que indagu si habra

    causas especiales y accidentales asimismo adversas, y apenas

    tres, bastante dbiles, pudieron sealarse: la concurrencia de

    forasteros, algunos de los cuales fallecern en el Socorro, la

    llegada de enfermos al hospital provincial y el descuido con que

    se han llevado hasta hace poco tiempo los libros parroquiales,

    confindolos a personas que, segn se me dijo, dejaron de

    asentar muchas partidas de bautismo para quedarse con el precio

    fijado a este sacramento. Con todo esto, siempre resulta que la

    poblacin de la ciudad va en decadencia, en lo cual influye

    7 Observaciones hechas a las 6, 9 y 12 de la maana, y 4, 3 y 9 de la tarde y

    noche, por espacio de 14 das. Termmetro y barmetro intachables.

  • 47

    decididamente el abandono con que se ha mirado la situacin de

    las gentes pobres, en especial la de las mujeres.

    Gran nmero de ellas no encuentran dentro de la ciudad en qu

    ganar un jornal que alcance a satisfacer las precisas necesidades

    de existencia, porque ignoran muchos oficios lucrativos que en

    otros pueblos de la provincia en que los ricos han costeado

    escuelas de artes para enseanza de las jvenes, aseguran a stas

    los medios de vivir honradamente. As abandonadas aquellas

    infelices a los azares de la suerte, sin ejemplos buenos que

    imitar, sin consejo ni estmulo para el bien, se entregan a los

    desrdenes, por cuya escala descienden rpidamente hasta parar

    en una muerte prematura. Varias veces se ha intentado

    someterlas a una polica perseguidora, y por decenas se las ha

    enviado a morir de miseria y fiebres a las selvas del Chucur, sin

    que por esto hubiesen mejorado las cosas. Matar no es

    moralizar, adems de que no concibo con qu derecho pueda

    una sociedad cualquiera castigar los desrdenes de que ella

    misma por su indiferencia es causante.

    Si los vecinos pudientes del Socorro hubiesen tomado inters en

    la educacin industrial de las mujeres pobres, abrindoles

    talleres de oficios y ensendolas el camino de la vida honrada,

    entonces tendran derecho para pedir a las autoridades la

    persecucin de las holgazanas y viciosas, como una proteccin a

    las buenas costumbres de la porcin sana del pueblo, y como un

    remedio que atajara la propagacin del mal hasta sus propias

    familias; de otra manera el castigo es iniquidad, y las

    persecuciones de la polica, permaneciendo vigente la causa de

    las acciones punibles, llegaran a convertirse en nica y

    constante regla de gobierno, es decir, en la ms intolerable de

    las tiranas.

  • 48

    Por ventura, no faltarn rutineros apticos que califiquen de

    teora irrealizable la moralizacin de las clases pobres, mediante

    la apertura de escuelas gratuitas de artes y oficios; pero a stos

    les contestara yo con el ejemplo de Zapatoca, donde no hay una

    mujer ociosa, no hay siquiera un nio que no tenga empleadas

    todas las horas del da en tejer sombreros que venden

    provechosamente los domingos en el mercado; les contestara

    tambin con el ejemplo de varios patriotas de Barichara, que

    establecieron a su costa nueve maestranzas de sombreros, en

    que un crecido nmero de jvenes eran enseadas de balde, y

    hallaron asegurada la subsistencia en la prctica de una industria

    fcil, conforme con el vivir sedentario de la mujer, y que las

    pone a cubierto de la triste alternativa de perecer en la miseria o

    entregarse a los vicios para prolongar un poco la existencia

    fsica sobre las ruinas de la moral.

    La ciudad del Socorro, grande y populosa, comerciante y

    manufacturera por inclinacin genial de su hijos, situada en un

    lugar de trfico bien activo, no debera tener miseria ni mujeres

    envilecidas; no las tendra, si las personas ilustradas se

    propusieran desarraigar la ignorancia industrial de las familias

    jornaleras, cuya ndole, naturalmente buena y laboriosa, solo

    necesita de un poco de instruccin y un poco de consejo para

    conservar y aprovechar sus laudables instintos.

    El aspecto material del poblado previene en su favor por lo

    extenso del casero, todo de teja, y la solidez de las casas,

    muchas de las cuales son de alto, habiendo comenzado a

    introducirse el buen gusto en la distribucin y adornos

    interiores. Hay dos iglesias principales, de fbrica pesada y sin

    pretensin a ningn orden de arquitectura. En la parte ms

    elevada de la ciudad est el antiguo convento, con su capilla, de

    frailes capuchinos, ocupado en la actualidad por el colegio de

  • 49

    nias, edificio capaz bien conservado, y desde el cual se goza de

    bellsimas vistas sobre los pintorescos cerros de O., surcados por

    arroyos tributarios del turbulento Sarabita. La plaza principal es

    grande y despejada, en cuyo centro se alza una tosca fuente de

    piedra comn, ceida al pilar con una inscripcin, caracterstica

    de la ilustracin de los mandatarios espaoles, que textualmente

    dice:

    SYENDO DON ANTONIO FVMINAIA GOVERNADOR

    SEISO ESTE. EL AO DE 1816.

    En torno a esta pila, y cubriendo toda la extensin de la plaza, se

    congregan los campesinos concurrentes al mercado, poniendo

    en alarde sus gnero y frutos admirablemente variados, muy

    abundantes y baratos. All se estn a sol descubierto, desde la

    maana hasta el caer de la tarde, haciendo de carrera y sobre el

    suelo sus frugales comidas: los hombres en pie, siempre en

    movimiento, de aqu para all, hablando y gesticulando con

    calor, y demostrando su actividad hasta en el despojarse de la

    ruana para tratar de sus negocios: las mujeres con la mantellina

    sujeta por el sombrero de trenza y echada sobre la espalda, las

    enaguas cortas y el ademn resuelto, justificado por las robustas

    muecas y la endurecida mano, cules paseando vigilantes de

    extremo a extremo el tendido de ropa y cachivaches, que dentro

    de sus correspondientes linderos cubre el empedrado, cules

    sentadas en el suelo y sorteando con el sombrero los quemantes

    rayos del sol.

    Por entre esta Babilonia de trajes y labriegos inquietos, circulan

    los sombrerillos de nacuma de las cuasi damas, envueltas en

    paolones de todas las jerarquas posibles, desde el algodn a la

    seda, vestido entero de zaraza y zapato sin medias, o alpargata

    blanca y diminuta, finamente labrada; o bien sobresalen, girando

  • 50

    sobre su eje, las sombrillas de las damas jvenes y los quitasoles

    de los mayores en edad y gobierno, sin faltar uno que otro chal

    sedoso y delgado, muy adecuado para lucir el buen talle, pero

    sobrado insuficiente para precaver del sol las espaldas de su

    dueo. Llegada la tarde y concluidas las ventas y compras,

    queda la plaza entregada al escrupuloso examen que de ella

    hacen los gallinazos, tan confiados en su inviolabilidad

    personal, que discurren por todas partes sin hacer caso de la

    gente, y absolutamente embebecidos en apropiarse los

    desperdicios del mercado. Con la luz del da se acaban la

    agitacin y el movimiento, y empieza la quietud de la soledad,

    interrumpiendo el silencio de las tinieblas el ruido de los chorros

    de la pila, o la clara y vibrante voz de alguna cargadora de agua,

    que entona cantares populares mientras llena su mcura, o

    mientras un filarmnico de los de tiple remendado y ruana

    indefinible llegue a interrumpirla, que es lo que a la postre

    acontece.

    Debimos al seor Ramn Mateus, gobernador interino, las

    delicadas atenciones de un caballero, tan llano en su trato

    particular como celoso y esmerado en el servicio pblico; l, los

    dems empleados civiles y los vecinos notables, nos

    suministraron con diligente bondad cuantas noticias les pedimos

    acerca de la provincia. En el trato de las seoras hallamos la

    cordial amabilidad, que es el fondo del carcter de las damas

    suramericanas, unida a sentimientos patriticos, tanto ms

    superiores a los del comn de los hombres cuanto son

    desinteresados e ingenuos. Pocas familias de representacin

    contiene el Socorro; pero se hacen notables por la prctica de las

    virtudes domsticas sin ostentacin, y acaso sin echar de ver

    ellas mismas su propio mrito; si la suerte del Socorro estuviera

    en manos de las damas, es seguro que el viajero no tendra que

    compadecer hoy la decadencia moral de aquella importante

  • 51

    ciudad, que corre mucho riesgo de quedar pronto anulada, s no

    se hacen esfuerzos positivos para morigerar la porcin jornalera

    de sus habitantes.

    En punto a establecimientos pblicos y el aseo del poblado,

    tiene el Socorro bastante que agradecer al seor Urbano

    Pradilla, Gobernador que fue de la provincia. Refaccion y puso

    en orden el hospital de caridad, que sostiene 50 camas bien

    asistidas; complet el hermoso edificio de la escuela primaria de

    nios, a la cual concurren cerca de ciento; promovi la

    fundacin del colegio de nias, refaccionando para ello el

    antiguo convento de capuchinos y estableciendo quince ramos

    de enseanza de que se aprovechaban treinta educandas

    internas; atendi a la mejora material de la crcel y al

    sostenimiento de la escuela de nias; extirp del poblado los

    densos platanares que aumentaban la insalubridad y causaban

    talvez la propagacin alarmante de la funesta enfermedad del

    coto; en suma, trabaj con empeo en beneficio de la provincia,

    y supo dejar su memoria inscrita en muchas obras de utilidad

    pblica y en los recuerdos de los buenos vecinos. Ellos le hacen

    justicia, echando a un lado las opiniones polticas; y en imitarlos

    se complacer sin duda todo patriota, pues desgraciadamente

    son raros los funcionarios provinciales que tomen empeo en

    mejorar la localidad que administran.

    Dos leguas al S.-O. del Socorro queda el limpio y bonito pueblo

    de Simacota, cuyo casero reluciente de blancura y cubierto de

    teja est situado en un pequeo valle del otro lado del Surez, al

    abrigo de las colinas y altos cerros que lo circundan como el

    engaste de una joya. Tratbase de explorar un montecillo

    ardiente, que suponan ser un volcn prximo a reventar y

    trastornar la comarca, y resolv acompaar al seor gobernador

    Mateus en esta correra. Andada legua y media cuesta abajo por

  • 52

    camino a trechos muy pendiente, pedregoso y malo, llegamos a

    la orilla derecha del ro. Forman su lecho grandes piedras

    rodadas y fragmentos inmviles de rocas precipitadas desde lo

    alto de las serranas y mesetas laterales, cuyos flancos

    destrozados y hundidos atestiguan que el profundo cauce del

    Surez lo excavaron grandes aguas venidas desde las tierras

    altas con repentina y poderosa irrupcin; y en efecto, por all se

    abrieron paso las del antiguo y vasto lago de Fquene que,

    segn refer en otra parte, quebrantaron las barreras que al norte

    de Chiquinquir las contenan aprisionadas en la extensa cuenca

    que hoy constituye las planicies de aquel cantn y del de Ubat.

    El terreno a uno y otro lado, y hasta la altura de 500 metros, est

    compuesto de bancos brechiformes, sembrados de trozos de

    rocas arenceas y calizas, idnticas a las que predominan en la

    cresta de la serrana del O., y abundantes en impresiones fsiles

    de amonitas, terebrtulas y tal cual espongiaria, cubierta por

    numerosas capas concntricas de cal carbonatada,

    frecuentemente impregnadas de xido de hierro. Desde 500

    metros arriba hasta la cumbre de las mesetas (200 metros), y el

    vrtice de las serranas laterales, que en partes miden 2.100

    metros de altura sobre el nivel del mar, o sean 1.454 sobre las

    aguas del ro, predominan las estratificaciones pocas veces

    concordantes, alternando el calizo, el gres y la creta, cuyos

    despojos recogidos en las quiebras y escalones de los cerros

    ofrecen al agricultor un suelo frtil y hmedo, particularmente

    del lado del O., en que prosperan ricas sementeras de maz,

    arroz, caa, races de varias clases y verdes campos de ail.

  • 53

    Mide el ro Surez8 en el paso para Simacota ms de 100 varas

    de ancho, corriendo impetuoso y bramador por encima de los

    peascos sembrados en su lecho. No hay puente; pero la

    industria nativa venci la dificultad, estableciendo como en

    otros pasos anlogos, cierta maroma que llaman cabuya. Elgese

    en la margen un rbol robusto que al opuesto lado tenga otro

    que le corresponda, o en su defecto plantan gruesos horcones en

    la barranca, a 20 o ms varas de altura sobre las aguas del ro,

    rodendolos de una plataforma cubierta por un ligero techo de

    paja; estos rboles o vigas derechas llevan el nombre de

    morones. De morn a morn, atravesando el ro, tienden un

    grueso cable compuesto de 24 rejos o cuerdas de cuero

    retorcido, el cual, naturalmente, forma una curva, cuyo seno

    queda distante de la corriente ocho o diez varas, y constituye la

    lnea de trayecto. Por encima del cable se ponen dos abrazaderas

    de madera recia, o garruchas cabalgando apoyadas en la rodaja.

    Del apndice inferior de cada abrazadera bajan dos cuerdas que

    terminan sujetando con fuertes nudos ambas testeras, de una

    especie de camina compuesta de marco de palos fibrosos, a los

    cuales va cosido el cuadrado asiento de cuero; y a este aparato,

    que hace la figura de un canasto chato colgando, le llaman

    puerta. Amarran a las testeras de la puerta dos largas cabuyas o

    prolongaciones destinadas a tirar de la mquina para hacerla

    llegar de banda a banda del ro, deslizando por el cable las

    abrazaderas o garruchas de donde cuelga la puerta, la cual,

    8 En 1537, cuando la invasin del pas de los chibchas por Gonzalo Jimnez

    de Quesada, en la marcha desde Chipat para Moniquir, hubieron de

    atravesar las rpidas aguas del ro Sarabita. El caballo del capitn Gonzalo

    Surez estuvo a punto de ahogarse; y de aqu provino que designaran el

    Sarabita con el nombre de ro de Surez, que nos empeamos en conservarle

    sin embargo de lo ridculo de su origen, y a pesar del bello nombre

    indgena.

  • 54

    cuando rinde el viaje hasta cerca del morn, queda trabada y

    sujeta por un gancho, sin cuya precaucin rodara otra vez hasta

    el centro del ro, pues, como llevo dicho, el cable forma un seno

    cuya mitad ofrece rpido descenso, y la otra mitad una subida

    resbaladiza. Dentro de la puerta pueden colocarse cuatro

    pasajeros sentados, dndose la espalda y con las piernas al aire

    hacia afuera, guardando equilibrio, o bien un pasajero con dos

    petacas de equipaje y sus arreos de montar.

    Lista y asegurada la carga, los cabuyeros de ac avisan a los de

    all con un silbido: zafan el gancho que contiene la puerta, y

    sta por su propio peso arranca velozmente para abajo y llega en

    breve a lo hondo de la curva que hace el cable, en cuyo

    momento los cabuyeros de all empiezan a tirar de la

    prolongacin para llevar cuesta arriba la puerta hasta hacerla

    atracar y anclar contra el morn, y all descargan y desembarcan

    los pasajeros. Cuando es pen el que pasa, o un cicatero que

    quiere ahorrar el peaje, no pide puerta sino gancho. Esto del

    gancho es invencin todava ms indgena que la puerta.

    Figurmonos un garabato de guayabo, terminado por muescas o

    entalles en el extremo de cada brazo: de la muesca del brazo

    mayor penden cuatro aros de cuerda, largos, y otro corto

    destinado a trabarse en la muesca del brazo menor. El prjimo

    que pide gancho toma el que mejor le acomoda, trepa por el

    morn hasta alcanzar el cable, lo engancha con el garabato,

    cuyas puntas liga con el susodicho aro corto de cuerda, mete las

    piernas en dos de los aros largos y los brazos en los otros dos, de

    manera que queda colgando del cable, a guisa de araa, con la

    cabeza para la orilla fronteriza del ro; encajase bien el

    sombrero, suelta las manos, y all va cabeza abajo como cohete,

    oscilando sobre el abismo de rocas batidas por el turbulento ro.

    Pero el impulso involuntario se le acaba pasada la mitad del

    cable, y entonces comienza una serie de maniobras grotescas

  • 55

    con brazos y piernas para subir hasta el alto morn, lo que

    realizan brevemente los veteranos y no sin sudar gruesas gotas

    los reclutas y novicios.

    No es cosa imposible que los rejos del cable, humedecidos por

    un aguacero, revienten al tiempo de recibir la intensa frotacin

    de los ganchos o garruchas de la puerta, y ya puede considerarse

    cul ser la suerte de los pasajeros que caigan precipitados al

    ro. As es que las Cmaras de provincia han dictado ordenanzas

    especiales, determinando el nmero de rejos de que haya de

    componerse el cable, que nunca son menos de 24, y

    especificando las precauciones y seguridades que deben

    observarse respecto de la puerta y aparatos adyacentes.

    Supuestas las cosas en el mejor estado posible, siempre resulta

    gran prdida de tiempo en el paso de las cabuyas, puesto que en

    cada viaje de ida y vuelta de la puerta se gastan diez minutos no

    llevando ms de una carga, y las bestias tienen que pasar a nado,

    guiadas por nadadores, con evidente peligro de perecer cuando

    el ro va caudaloso, pues son arrastradas a lo lejos y trastornadas

    por los golpes que reciben contra los peascos. El conocimiento

    de estos males y la mayor suma de luces que ya se tiene respecto

    a la construccin de puentes suspensos, hacen esperar que

    dentro de poco las cabuyas quedarn relegadas al archivo de los

    recuerdos de nuestro antiguo atraso Industrial y social.

    No desdice el interior de Simacota de lo que su vista lejana

    promete. Es ejemplar el aseo de las calles y casas, y entre los

    moradores no se encuentra un solo vago: todos estn

    consagrados al cultivo de los campos, de donde procede que los

    alrededores del pueblo se hallen cubiertos de sementeras hasta la

    cima de los cerros y formen paisajes tan hermosos como frescos

    y variados. El tejido de lienzos y mantas, la fabricacin del

    jabn, velas de sebo, alpargatas, sogas de fique y otros objetos

  • 56

    de industria domstica, proporcionan ocupacin ventajosa a las

    mujeres y a no pocos hombres, siendo tanta la sencillez y

    bondad de las costumbres, que en el espacio de un ao tan solo

    7 individuos delinquieron y fueron juzgados: 3 por hurtos

    menores y 4 por injurias, lo cual nada significa en un poblado de

    8.000 habitantes. Existen all algunos vecinos de molde antiguo,

    benficos y honrados, que ofrecen chocolate y agua en vasijas

    de plata maciza, y tratan a sus subordinados como amigos: ellos

    dan el tono a los dems en cuanto n modales y comportamiento,

    y hacen los oficios de mediadores y pacificadores de disputas;

    ellos protegen la enseanza primaria de nias y nios en dos

    escuelas con que se honra el pueblo, y con su hospitalidad

    obsequiosa graban en la memoria del viajero recuerdos muy

    agradables de Simacota.

    Para llegar al volcn, objeto del viaje, fue menester caminar a

    pie como un cuarto de legua, talando el monte, y en algunas

    partes dejndonos rodar, acostados o sentados, por laderas tan

    verticales que no consentan otro gnero de locomocin.

    Finalmente, llegamos al borde alto y escarpado de una quebrada

    peascosa, que atravesaba un ancho filn de terreno carbonfero

    perfectamente negro y sin consistencia. El mtodo de dejarse

    rodar no era practicable, porque la barranca era recta y abajo

    esperaban piedras y agua para recibirnos. Resolvimos, por tanto,

    imitar a los mineros de Muzo, bajando por agujeros abiertos en

    la pared con la punta de un machete, y haciendo equilibrios

    tanto ms aventurados cuanto la tierra se desmoronaba al meter

    la punta del pie dentro de los agujeros. As alcanzamos, harto

    fatigados, el lecho de la quebrada en cuya margen se nos

    present un derrubio de tierra y piedras calcinadas por cuyas

    grietas brotaba humo, sintindose intenso calor cuando se

    caminaba por encima. La presencia de piritas blancas (hierro

    sulfurado) en aquel banco esquistoso y carbonfero explic

  • 57

    desde luego la causa y naturaleza del fenmeno: era la ignicin

    espontnea de las piritas, comunicada al carbn mineral

    soterrado. Por consiguiente, nada tenan que temer los vecinos

    de Simacota, puesto que este linaje de co