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HISTORIAS DE CÓRDOBA Relatos de la ciudad Juan XXIII Programa Municipal de Historia Oral Barrial Dirección General de Políticas Vecinales Subsecretaría de Participación Ciudadana Secretaría de Gobierno y Participación Ciudadana Agosto 2010 Este trabajo se termino de escribir en setiembre 2008

HISTORIAS DE CÓRDOBA - Municipalidad de Córdoba · Barrio Juan XXIII se encuentra al oeste del área central de la ciudad de Córdoba a una distancia aproximada de tres mil seiscientos

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HISTORIAS DE CÓRDOBA Relatos de la ciudad

Juan XXIII

Programa Municipal de Historia Oral Barrial Dirección General de Políticas Vecinales Subsecretaría de Participación Ciudadana

Secretaría de Gobierno y Participación Ciudadana

Agosto 2010

Este trabajo se termino de escribir en setiembre 2008

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Prólogo

Hoy llegamos a la etapa final de una experiencia que comenzó un miércoles de octubre del año 2004. En

aquel momento, el señor Gustavo Gutiérrez – a cargo de la Dirección del Centro de Participación Comunal N º 5

“Ruta 20”- nos hizo saber del creciente interés vecinal por contar con un taller de historia oral barrial que permi-

tiese la reconstrucción histórica de Barrio Juan XXIII, ya que estaba próximo a cumplir sus primeros 40 años de

existencia.

En pro de este cometido caminamos nuestros primeros pasos: durante dos meses, nos reunimos con algunos

vecinos que generosamente compartieron sus recuerdos plagados de sus vivencias en torno del espacio barrial y

de las relaciones sociales que los cruzaron.

El barrio es el lugar común que nos permite pensarnos y ser con otros a partir de la cotidianeidad de expe-

riencias signadas por lo afectivo. Allí donde se entremezclan la familia, el juego, la niñez, los sufrimientos, la diver-

sión, las amistades, los lugares, el primer amor, los sueños, la plaza, las luchas vecinales, el trabajo, la solidaridad,

la primera canchita, los clubes, la calle…

Este aglomerado de vivencias moldea un modo de ser particular, singular y dinámico a través de la resignifi-

cación constante de los recuerdos compartidos.

A través de una apuesta de trabajo colectivo, hemos intentado construir un relato histórico polifónico,

producto del entrecruzamiento de fuentes escritas y orales, donde adquiere preeminencia “las voces” de aquellos

que construyeron realidades, sueños y deseos en torno de este presente que es Juan XXIII.

Cuando comenzamos este recorrido hacia el pasado, nos encontramos con el valioso testimonio de Don An-

tonio Concari, reconocido por los vecinos como “el dueño original” de gran parte del barrio. Al escarbar en su re-

cuerdo fuimos encontrando indicios que nos remitían a una trayectoria histórica de este espacio que se remontaba

a finales del siglo XIX. Esta información al ser cruzada con el aporte de las fuentes escritas, nos deparó estable-

cer el inicio de este relato en los orígenes coloniales como parte de tierras comunales indígenas, denominadas Pue-

blo La Toma.

Nuestro desafío en las siguientes páginas consistirá en ofrecerles un viaje a través del tiempo, a manera

de película, que les permita vislumbrar a partir de imágenes escalonadas, la transformación y pasaje de un paisaje

rural a una configuración urbana, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad,.

Ojalá hayamos podido traducir el enorme compromiso, pertenencia y paciencia que nos ofrecieron los talle-

ristas desde un primer momento. Nuestro sincero agradecimiento a cada uno de ellos, por su valioso e imprescindi-

ble aporte: Ricardo Huenz, Ricardo Rojas, Graciela Concari, Roberto Villagra, Adela Salica, Mariano Hadad, Antonio

Concari y su esposa.

Prof. Liliana Torres

Coordinadora del Taller

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Una mirada exploratoria desde el presente…

El ejido municipal de la ciudad de Córdoba queda limitado por un cuadrado de 24 Km. de lado y ocupa una

superficie de 576.000 hectáreas. Barrio Juan XXIII se encuentra al oeste del área central de la ciudad de Córdoba a una

distancia aproximada de tres mil seiscientos metros. Tanto el Boulevar San Juan (luego Santa Ana) como la Avenida

Pueyrredon (luego Peredo) constituyen dos vías de acceso directas para llegar a él desde el centro.

Los barrios más próximos son Roque Sáenz Peña, Comandante Espora, Los Plátanos, San Rafael y El Trébol (1).

Ocupa una pequeña superficie de 124.100 m2 conformada por 15 manzanas, dispuestas en forma de un rectángulo, cuyos

límites son: al norte, la calle Angelo de Peredo; al sur, la calle José Verdi; al este la calle Almirante G. Brown y al oeste,

la Avenida Maestro Vidal (2) .

Para los vecinos, un punto de referencia importante es la localización del Club “Alas Argentinas”, de Barrio Los

Plátanos situado sobre la calle Maestro Vidal y al frente del barrio.

(1) Este sector se encuadra en el área de influencia administrativa municipal del Centro de Participación Comunal –CPC N 5- Ruta 20, dependiente de la Subsecretaría de Descentralización. (2) Ordenanza municipal 7884/83.

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Según el Censo Nacional de Población, levantado en el año 2001, la población de Juan XXIII ascendía a 1165

habitantes compuesto por 623 mujeres y 542 hombres distribuidos en 339 hogares particulares y 28 colectivos. Dos

tercios de la población en edad de trabajar gozaban de una ocupación rentable mientras que el 80% poseía obra social y

afirmaba haber terminado sus estudios secundarios, terciarios y/o universitarios, siendo insignificante el porcentaje de

analfabetismo.

Por su parte, la Dirección de Registro Tributario Municipal consignó que para el año 2005 había 46 empresas

radicadas en el barrio (16 comercios, 6 industrias y 24 de servicios). De esas seis industrias, tres pertenecían al rubro me-

talmecánica, dos a la construcción y una a la de alimentos y bebidas.

En Juan XXIII predominan viviendas de una sola planta, siendo ocupadas mayormente por propietarios.

Sus vecinos cuentan en gran parte con la totalidad de los servicios de red: agua, electricidad, gas, teléfonos y

cloacas. Las calles se encuentran pavimentadas, iluminadas y arboladas. Tiene dos plazas pero no cuenta con escuelas,

dispensario o playones deportivos.

La conformación actual del barrio corresponde a la década de 1960. Como veremos con más detalle en páginas

siguientes, su urbanización transcurrió en dos momentos diferenciados. Uno emprendido en los primeros años de esa

década por la empresa constructora Pascual V. Osuna que construyó un plan de viviendas de la “Unión Personal Civil

de la Nación” sobre el predio comprendido entre las calles Maestro Vidal, Enrique Granados, Pueyrredón y José Verdi.

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El otro momento se inició a finales de aquella misma década cuando en forma conjunta los herederos de uno de

los propietarios originales y la inmobiliaria “José M. Buteler”, lotearon y urbanizaron las parcelas comprendidas entre

Enrique Granados, Almirante Brown, Pueyrredón y José Verdi. Sin embargo se comenzó a hacer efectiva a mediados de

la década de 1970.

Pero ¿qué usos tenía este pequeño espacio de la ciudad antes de su urbanización?¿De quienes eran estas tierras?

El pasaje desde la colonia a la modernización: los nuevos desafíos a sortear. a) Sobre antiguas tierras del Pueblo “La Toma” (3)

Desde los tiempos coloniales y hasta fines del siglo XIX fueron tierras de uso rural pertenecientes a la comuni-

dad indígena del Pueblo La Toma (4).Ubicado a “una legua de la ciudad”, era uno de los diez pueblos indígenas tributa-

rios de la corona española en el siglo XVIII.

En realidad, la superficie que ocupa hoy Juan XXIII era en aquella época una pequeña parte de las 8000 hectáre-

as asignadas originalmente como posesión comunal “a los indios”. Estos prestaban el servicio de “agua y leña” y de

mantención de la “acequia” de la ciudad, proveniente del Río Primero; siendo además un sector proveedor de legumbres

para la población de la ciudad capital” (5) .

A lo largo del siglo XIX hubo algunos intentos por liquidar el sistema de posesión comunal de los antiguos pue-

blos de indios. Cuando comenzaba a forjarse la “Argentina Moderna” el gobierno provincial acometió decididamente,

entre 1881 y 1885, contra los descendientes de sus originarios pobladores mediante una legislación que convirtió sus

tierras al sistema de propiedad privada. Por lo tanto estas tierras fueron susceptibles de ser compradas, vendidas o tam-

bién expropiadas en razón de utilidad pública.

Fue entonces que se confeccionó un padrón de su población que arrojó la cantidad de 1160 comuneros y un pla-

no en el que se delimitaba una villa (hoy Barrio Alto Alberdi) con 147 manzanas subdivididas a su vez en 1.104 lotes de

25 por 50 metros; siendo adjudicadas las parcelas mediante títulos de propiedad a cada comunero. El resto de los terre-

nos se dividieron en lotes rurales de 25, 50, 100 y 200 hectáreas, llamadas “evidencias de campos” que salieron a remate

público.

(3) Para este apartado se ha consultado a los siguientes autores y obras: Rojas de Villafañe, Emilio A. “La Economía de Córdoba en el siglo XIX” Publicación de la Revista de Economía del Banco de la Provincia de Córdoba”, pp 25-27. Córdoba, 1976; ANSALDI, Waldo. Industria y urbanización. Córdoba, 1880-1914. Tomo 2, tesis doctoral, Universidad Nacional de Córdoba, 1991; BOIXA-DOS, María Cristina. Las Tramas de una Ciudad entre 1870 y 1890. Elite urbanizadora, infraestructura, doblamiento. Ed. Ferreira. Córdoba, 2000. (4) Vale la pena señalar cuáles son los barrios que ahora ocupan estas tierras para comprender la gran extensión del territorio que ocupaban. Además de Juan XXIII, los actuales barrios, Industrial, Flores 3º, V. Alberto, V. Arsenales, V. Parque República, V. Martínez, Unión, Flores 40 y 41, S. Salvador, V. Siburu, Panorama, todo A. Alberdi, Unión Tranviarios, Barrio Obrero, Sta. Ana, Sta. Elena (sic) San Rafael, Los Plátanos, Granados, Carola Lorenzini, Los Naranjos, Primera Junta, Flores 48, Ameghino 44, La (sic) Escuela de Sub-Oficiales, el Barrio del Personal Subalterno, la escuela de Aviación Militar, Villa Beneficencia, Carrara, Villa Adelia, Villa Aspasia, Flores 58, Barrio Parque, Rosedal, Mariano Balcarse, (sic) Residencial Sud, parte Oeste de Villa Libertador, Santa Isabel e Industrias Kaiser Argentinas. BOIXADOS, Cristina. “Expropiación de tierras comunales indígenas en la provincia de Córdoba a fines del siglo XIX. El caso del Pueblo La Toma”. En Cuadernos de Historia. Serie Economía y Sociedad. Nº 2, CIFFyH-UNC,. Ferreira Editor, Córdoba, 1999, pp. 87-113. (5) Ibid.

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Sector del Pueblo La Toma recortado del Plano General. Nuevo Municipio de la Capital. Según Ley del 2 de Enero de

1894. Confeccionado por el Ingeniero Civil Belisario A. Caraffa. Catastro de la Provincia.

Esta iniciativa estatal estaba vinculada con la intención de intensificar la productividad de estas tierras y estaba

en consonancia con el proceso de expansión urbana de Córdoba y la creciente especulación inmobiliaria que alcanzó la

década del ‘80.

Habían incrementado su valor por su cercanía al centro, por su extensión y por la irrigación de la zona mediante

el Canal Maestro Sur (1890) y sus secundarios que facilitarían la producción frutihortícola y su abastecimiento a una po-

blación urbana finisecular con tan importante crecimiento.

El negocio inmobiliario consistió en la compra de grandes extensiones a bajo precio que luego eran fraccionadas

a un valor sensiblemente mayor.

Una vez mensuradas e incorporadas a la economía de mercado varios agentes inmobiliarios que ya operaban en

otras zonas de la ciudad comenzaron a adquirirlas.

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Sabemos gracias a la labor investigativa de la historiadora Dra. Cristina Boixadós que sus apellidos eran recono-

cidos en el ámbito social, político y comercial de Córdoba, por ejemplo: Ismael Galíndez, Manuel Mota, Alejandro

Vieyra y la sociedad conformada por Juan José Pitt, Felipe Centeno y Luis Revol (6).

Así, el lugar donde está emplazado Juan XXIII, se transformó en el final del siglo XIX en un “lote rural”.

¿Quienes fueron los nuevos propietarios?

b) Seguimos siendo campo pero distintos…llegan los Concari

Como tantos inmigrantes de ultramar que llegaron a suelo argentino buscando un futuro mejor o a “Hacer la

América” (cómo se decía entonces), los hermanos Marco Antonio y Luis Cóncari dejaron Cremona (Italia) y se radica-

ron en 1894 en Córdoba; más precisamente en “parte del lote (rural) número treinta y cinco de las que formaban la anti-

gua comunidad del pueblo La Toma” (7) según consta en los registros notariales, lo que en el futuro será Juan XXIII.

Haciendo referencia a la llegada de inmigrantes en el entre siglos, se acuñó durante el siglo XX una frase que ya

forma parte de nuestro lenguaje popular y que da cuenta de las condiciones precarias en que llegaba una gran mayoría de

ellos a la Argentina. Se dice que “vinieron con una mano atrás y otra adelante”. Pero sabemos que otros contaban con

algo más que la fuerza de trabajo para emplearse y disponían de una mayor o menor capital que les serviría para iniciar

sus nuevas vidas a tantos miles de kilómetros de su terruño.

Probablemente por el hecho de que Marco Antonio tuviera un empleo fijo desempeñándose como un soldado a

órdenes del rey de Italia, esto le habría permitido acumular un pequeño capital de ahorro que junto con su hermano em-

plearon para adquirir (como veremos) parte de un lote rural.

Así, su hijo nos cuenta

“ ... si, vinieron con la inmigración no es cierto, pero vinieron con plata. Porque mi padre, como los granaderos acá,

fue custodio del rey Humberto I.”

A su vez, a través del censo de 1895 (8) pudimos reconstruir la conformación parcial de la Familia Concari,

compuesta por: el matrimonio Amadeo (57 años) y Sabina Peri (54 años) y los hijos Luis (26 años) y Marco Antonio (29

años). Además declaran tener un peón de 19 años, Carlos Ludueña. El grupo familiar se completa con una hermana, Ro-

sa, según el testimonio que nos brindó Antonio Hipólito, hijo menor de Marco Antonio.

Antonio Hipólito Concari nació en 1923, fue el hijo menor de un total de seis, del matrimonio conformado por

Marco Antonio y María Biondi, inmigrantes italianos llegados a la ciudad a finales del siglo XIX. Su historia de vida y

familiar esta estrechamente relacionado e imbricada con las transformaciones del espacio que habitaron. Para dar cuenta

de ello deberíamos remontarnos a las últimas décadas del siglo XIX.

(6) Durante la década del ochenta se dio el surgimiento de 18 loteos. “Alrededor de veinte personas, ligadas por parentesco y/o por la actividad comercial, dirigieron parte de sus inversiones al negocio de la tierra urbana, beneficiados por el crédito y por el manejo de la cosa pública. Estos fueron los organizadores y promotores de los barrios Alta Córdoba, San Martín, Villa Cabrera, Los Bouleva-res, Argüello, Las Rosas, Villa Rodríguez del Busto, hacia el norte y noroeste; San Carlos, Villa Revol, Pueblo La Unión, Pueblo Ferreyra, hacia el sur y sureste, entre otros”. BOIXADOS, María Cristina. Las Tramas de una Ciudad entre 1870 y 1890. Elite urba-nizadora, infraestructura, doblamiento. Ed. Ferreira. Córdoba, 2000. (7) AHPC, Protocolos Notariales, Registro de Escribano Nº 1, 20 de abril de 1896, F.519. (8) Libretas Censales.2 Censo de la República Argentina levantado el 10 de mayo de 1895. Se agradece a la Lic. Ana María Candela-resi por facilitar el acceso a la documentación correspondiente de esta fuente.

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Se anexa un esquema que facilita visualizar la estructura familiar de los Concari.

Así mismo, gracias a las investigaciones históricas sobre inmigración masiva sabemos que los connacionales ya

residentes en el país, ayudaban a los recién llegados facilitándoles información, contactos y en muchos casos el primer

lugar donde alojarse.

Al llegar a la capital de Córdoba, los hermanos Luis y Marco Antonio, habrían residido temporariamente en ba-

rrio San Vicente, bajo el cobijo de la familia Carubelli.

Coordinadora: ¿por qué recayeron los dos acá? Antonio Concari: … Ellos tenían amigos que vivían en San Vicente, por medio de ellos vinieron a Córdoba y pararon en San Vicente. A la vez mi tía se casa con un hijo del que paro en San Vicente, Carubelli. Los Carubelli no sé en la época que habrán llegado a la Argentina, también eran italianos. Y por ellos, no sé como habrá sido como vinieron a comprar…Ellos fueron los primeros, era monte todo esto.

El capital que traían los hermanos Concari les permitió comprar en forma conjunta tierras públicas, presunta-

mente al Banco Nacional (9), aproximadamente 15 hectáreas.

Estos terrenos en ese momento se perfilaron con un gran potencial para la actividad hortícola, por la proximi-

dad de los canales de riego (en funcionamiento desde 1890) y de la ciudad.

(9) Plano General Nuevo Municipio de la Capital, según Ley del 2 de enero de 1894. Confeccionado por el Ingeniero Civil Belisario A. Caraffa. Catastro de la Provincia.

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Según consta en el registro notarial de 1896, la extensión y límites de la parcela eran: “teniendo al lado este tres-

cientos cinco metros, el del oeste doscientos ochenta y cinco metros y el del sud y norte quinientos metros cada uno, lo

que hace una superficie de catorce hectáreas y siete mil quinientos metros cuadrados, lindando al norte con propiedad del

doctor Rafael Piccini, al sud con el Don Justo Aliaga, al este con don Manuel Mota y al oeste con don Angel Ghirlanda”.

Sector de los lotes extraído del Plano General. Nuevo Municipio de la Capital. Según Ley del 2 de Enero de 1894.

Confeccionado por el Ingeniero Civil Belisario A. Caraffa. Catastro de la Provincia.

Este sector ha quedado registrado como el distrito rural 3639 (10).

El 13 de mayo de 1898, frente a escribano público, se efectúo la división del terreno en cuestión entre Luis y

Marco Antonio Concari (11):

“…de común acuerdo hemos convenido en dividirnos el dicho terreno en la forma siguiente: el señor Antonio Concari

toma para si de su exclusiva propiedad, la parte naciente, con un frente a este rumbo de trescientos cinco metros, dos-

cientos noventa y cinco metros en el costado poniente y doscientos sesenta y cuatro metros en el costado norte, lindando

al norte con el Piccinini, al sud con el Don Don Rudesindo Paz, al este con Don Manuel Mota y al oeste con el lote que

toma Luis Concari. El señor Luis Concari toma para si la parte oeste del terreno total, con doscientos cuarenta metros en

(10) Libretas Censales.2 Censo de la República Argentina levantado el 10 de mayo de 1895. Op. Cit. (11) AHPC, Protocolos Notariales, Registro de Escribano Nº 1, 13 de mayo de 1898, F.495.

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el costado sud, doscientos noventa y cinco metros en el costado naciente, doscientos treinta y seis metros en el costado

norte y doscientos ochenta y cinco metros en el costado oeste, lindando al sur con Rudecindo Paz, al norte con Piccinini,

al naciente con Antonio Concari y al poniente con Don Angel Ghilarda.

La compuerta que riega estos terrenos queda de propiedad de ambos y el señor Luis Concari se obliga a dejar pasar el

agua por la acequia que se halla construida en su terreno, constituyendo servidumbre perpetua y gratuita. Por las mejoras

que quedan en la parte que toma Antonio, éste se obliga a pagar a Luis la cantidad de Trescientos pesos nacionales en el

término de cinco años y durante el mismo término Antonio se obliga a ceder gratuitamente a Luis dos piezas habitacio-

nes para vivir con su familia en el costado naciente del edificio…”

Firmas de la Subdivisión del terreno que compartían los hermanos Concari.

Ambas fracciones siguieron compartiendo los diferentes usos desde sus orígenes hasta mediados de la década de

los ‘60, cuando comienza el loteo para su posterior urbanización.

El perfil productivo fue netamente rural, variando el tipo de producto, según la etapa.

Desde 1893 hasta 1930, se erigió como “el primer vivero frutal de la ciudad”

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Fue el primer vivero frutal que hubo en Córdoba, que lo tuvo entre mi tío y mi papá. … Claro, no sé bien las fechas, pero ellos vinieron y empezaron a trabajar y emparejaron todo. Lo primero que hicieron eran represas para riego, una de ellas estaba justo sobre Maestro Vidal, en la esquina donde esta la ferretería. Eran todas quintas de hortalizas, ahí no había plantas frutales. La única quinta con plantas frutales era la de mi tío y la de mi padre. … Este canal de riego que cruzaba por acá, ese iba el agua a Alto Alberdi. No ese no. La acequia iba todo por el costa-do de la calle Maestro Vidal y doblaba en Agote hasta el canal. Y al lado del Canal Maestro corría el canal secundario que le decían, el canal 3, todavía me acuerdo, el canal 3. Y de ahí venia el agua para el riego de toda la zo-na.” (Antonio Concari)

La especialización de este vivero fue la producción de peras y damascos, además que contó con viñedos para

consumo familiar:

Coordinadora: ¿bien , o sea que el primer uso que le van a hacer a este terreno son árboles frutales?. Antonio: si, árboles frutales, peras Coordinadora: ¿los dos terrenos? Antonio: no, inclusive después pusieron viñedos. En mi casa, en la casa paterna había lo que nosotros le llamábamos un tinon que era de cemento, estaba el sótano, los pipones y se hacia el vino y se pasaba a las bordalesas. Pero eso ha sido antes de que yo viniera a este mundo, los viñedos habían desaparecido cuando yo, digamos empecé a tener uso de razón, desde los 6 años. Coordinadora: ¿1930, ya viñedos no tenemos? Antonio: no, no. Coordinadora: perales si. Antonio: si, si, los perales hasta que urbanizamos…junio del 68. Graciela: no se lo explotaba pero estaban las plantas, habían quedado plantas. Había higueras también. José: ¿las comercializaban a esas, las vendían? Antonio: si, si José: ¿solamente perales o uvas también? Antonio: no, no, la uva era para nosotros. Nosotros alcanzamos a trabajar con las peras y damascos que había. Por el costado de la calle Peredo eran todas hileras de higueras y había un espacio allí, un sendero digamos así, se había hecho como una vereda y pasábamos entre las plantas hasta que ya me había casado, todavía existía. Se hacía como un túnel. José: ¿a dónde las llevaban a las peras?.¿ Al mercado? Antonio: si, al mercado. Por Maestro Vidal era todo una hilera de álamos y de ahí para acá eran todas plantas de pe-ras.

En 1923 muere Marco Antonio, quedando como herederos Pedro y Luisa, hijos del primer matrimonio y su es-

posa en segundas nupcias, María Biondi con sus 6 pequeños hijos, entre ellos Antonio Hipólito, recién nacido. A co-

mienzos de la década del ‘30, cuando los hijos mayores contrajeron matrimonio, las 7 hectáreas originales se subdividie-

ron por primera vez, de la siguiente manera: 3 hectáreas para Luisa y Pedro y las 4 restantes para María Biondi y sus

hijos.

Hasta mediados de la década del ‘30 siguieron siendo quintas de perales y hortalizas, pero una desgracia familiar

alteró la estabilidad económica. El hermano mayor, sostén laboral familiar, y la hermana menor de Antonio mueren por

tifus. Esto conllevo la imposibilidad de seguir posesionándose como productores. La alternativa que se les presentó, des-

de 1940 hasta mediados de la década del ‘60, fue establecer cortaderos de ladrillos o alquilar parte de la propiedad para

ese destino, ya que se empezaron a construir varios barrios aledaños. Aún así se mantuvieron algunos perales.

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Antonio Concari junto a su esposa e hijos

“Todos estos terrenos se bajaron como unos 50 centímetros por que (se) sacó toda la tierra para los ladrillos. Mi her-mana, llegaron a tener, cuando hicieron el primer barrio Aeronáutico (el viejo), agarraron la licitación de proveerles piedras, granzas, ladrillos. Y (es) ahí donde pusieron los hornos de ladrillos. Ellos ponían el poco capital que tenían: carretillas. Llego a tener once hornos de ladrillos, que mi hermano se jodió la vista en los hornos.” (Antonio Concari)

Esto se debe a que el entorno del sector comenzó a modificarse. Hasta 1940, se percibía un paisaje semirural o

suburbano, que se encontraba rodeado por Villa Los Plátanos, el Canal Maestro Sur que los separaba de La Playa

(actualmente barrio Matienzo) y la zona de “los dos caminos”, Santa Ana y Maestro Vidal.

Parte del entorno era percibido como tierras improductivas, es decir no se cultivaban en toda su potencialidad.

Otras directamente eran baldíos incorporadas en la recreación infantil a través de la caza de vizcachas y pájaros, travesías

en caballos, etc.

“Para los Plátanos no se trabajaba mucho, el dueño de eso que era todo prácticamente, desde Luis Agote hasta Peredo y de Félix Paz y Maestro Vidal eran 30 hectáreas creo, eran de Don Antonio Marolta. … del Canal Maestro para allá se le llamaba La Playa, figura también en los planos de la ciudad. En Barrio Matienzo, toda esa zona eran vizcacheras, mis hermanos iban a cazar. Es zona de mallines. Atrás de Los Filtros nosotros cuando éramos chicos íbamos a hondear, andábamos a caballo y había unas grietas, de 50-60 metros que las tapaban con ra-mas.” (Antonio Concari)

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Antonio Concari junto a su esposa e hijos

La primera imagen urbanizada que se tiene es hacia la zona de “los dos caminos”, actualmente el cruce de las

calles Santa Ana y Maestro Vidal. “… la zona urbanizada mas cerca es la que todavía yo le llamo “los dos caminos”, ahí en la calle Santa Ana y Maestro Vidal, que había un grupito de casas. Para el lado de la Ruta 20 nada, eran todas quintas.” (Antonio Concari)

En este contexto se inauguró en 1945 el “Barrio Obrero” ubicado en la calle Santa Ana al 2000, conformado por

75 casas. A este emplazamiento se le sumó el Barrio “17 de Octubre” (1950) y “26 de Julio” (1952). Estos asentamien-

tos barriales fueron producto de una política pública de viviendas llevada adelante durante el gobierno peronista. Por un

lado existió el Plan “Eva Perón” que atendió las necesidades individuales de sectores de pequeños artesanos, comercian-

tes y obreros que accedían por primera vez a la vivienda propia y por otro lado estaba el Plan “17 de Octubre” ofrecido

desde el Banco Hipotecario a los sindicatos de trabajadores.

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Como nos fuimos convirtiendo en barrio… Como ya lo anticipamos en las primeras páginas, la configuración espacial del barrio Juan XXIII es el resultado

de dos proyectos de urbanización que demarcaron sectores con características materiales y fisonómicas bien diferencia-

das.

Esta distinción quedó impregnada en la representación barrial de los limites que tienen los vecinos. Un primer

asentamiento instalado en su totalidad hacia mediados de la década de 1960 disfrutando prácticamente de una infraes-

tructura completa y denominado desde sus inicios Juan XXIII. Un segundo asentamiento que surge en la primera mitad

de la década de 1970, carente de gran parte de los servicios y que se nominaba Residencial Alto Alberdi I Sección. La

frontera entre ambos espacios se sostiene a partir de un conjunto de marcas complementarias: cronología, condiciones

materiales y nombre.

Graciela Concari nos ayuda a recrear en parte este cuadro:

“cuando se hizo el barrio Juan XXIII, mas o menos en el 60 era esta parte nomás, que era la parte del hermano de mi

abuelo, de Luis. Fue la parte que se urbanizo, que por medio del Banco, era un plan que todas las casitas eran iguales.

Quedó la parte de mi abuelo, que se caso dos veces, entonces del primer matrimonio tuvo dos hijos. La herencia de él se

dividió: la mitad para los dos hijos del primer matrimonio y la otra mitad para mi abuela. En el año 68-69 se urbaniza

la parte que era de mi abuelo, que ya había fallecido obviamente y quedaba mi papá con sus tres hermanas, que eran

del segundo matrimonio de mi abuelo la otra parte de la hermanastra. Era desde los terrenos que dan al este de la Leon

Pinelo hasta Brown. Esta parte originariamente se urbanizó con Buteler y se llamaba Residencial Alto Alberdi II sec-

ción.”

A partir de 1983, el municipio a través de una ordenanza gráfica establece ambos sectores como Juan XXIII.

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El Juan XXIII original…

Luis Concari se casó y tuvo dos hijos, que se constituyeron naturalmente en sus herederos directos al morir en

1948. Por un tiempo mantuvieron la propiedad original, hasta que a comienzos de los 60 posiblemente se la vendieron en

su totalidad a la empresa Otinco SRL quien en 1962, a través del ingeniero Pascual Osuna mensura y lotea el terreno de

6 has 5.345 m2 comprendido entre las calles Pueyrredón, José Verdi, Maestro Vidal y Granados (12). Sobre este predio

se levanto el Plan de viviendas de la “Unión Personal Civil de la Nación” a cargo de la empresa constructora Pascual V.

Osuna.

Plano de la Dirección de Catastro Municipal de Córdoba. Diciembre de 1963.

Este emprendimiento lo podemos visualizar a través de los ojos de Adela Salica que generosamente nos ofreció

un escrito con sus vivencias barriales

“ Son aproximadas 5 hectáreas de extensión, 230 metros sobre calle Maestro Vidal arrancando desde Peredo hacia el

sur. Esas pocas familias iniciales, verían aparecer rápidamente, nuevas edificaciones en las manzanas vacías del sitio, y

por un período de cuatro años en sucesivas etapas:

1963/64 1ª Etapa: las dos manzanas sobre Maestro Vidal y las dos centrales a continuación inmediata.

(12) Dirección de Catastro Municipal de Córdoba. Diciembre de 1963.

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1964/65 2ª Etapa: las manzanas angostas y linderas al sur y al este, cuyos fondos se confunden al entorno de tierras de

quintas y frutales.

1967 3ª Etapa: luego de algunos meses de intervalo en las obras, las mismas se reinician con la construcción de la

manzana mas postergada que fuera, la que enfrenta a Peredo al norte del predio.

4ª Etapa: ejecución de la plaza, en la manzana central, donde la empresa constructora del ingeniero Pascual Osuna,

tuviera hasta último momento, el obrador y sus depósitos.

Queda por años y sin ocupación ni física, ni de uso alguno, una franja de tierras frente a la plaza, al este de ella, donde

se ubicarían los únicos cinco lotes de construcciones libres, que vendidos a particulares, escapaban a las líneas de dise-

ño comunes del resto de las viviendas, tomando identidad propia y diferente del conjunto.”

El proyecto en su totalidad consistió en 7 manzanas de 60 metros cada cuadra y 5 fracciones de manzanas. Los

tamaños de los terrenos abarcaban entre 12 metros por 30 metros o 15 por 25.

La tipología de las casas variaba desde 2 hasta 3 dormitorios y las daban sin tapias.

“ Solamente postes con alambres y todo greda, los frentes eran distintos. Hubo que levantar las tapias y a hacer las pe-

queñas refacciones, ampliaciones, a cerrar el lavadero que estaba a cielo abierto, a plantar plantas. Era un barrio de

clase media.

…espectacular la calidad de la construcción.

…Mi señora recuerda que se hicieron 126 viviendas primero, después se hicieron 40 y después 140 más. Son 300 vivien-

das más o menos en todo el barrio.” (Ricardo Huenz)

Fue un plan de viviendas ideado para Personal Civil de la Nación, sin embargo no fue excluyente para que otros

profesionales de otras actividades accedieran a postularse como beneficiarios.

“ … Quizás para estos últimos (empleados de “Unión Personal Civil de la Nación”) no le era accesible el crédito pero

para los particulares como yo si. Dos amigos míos me dicen “anda a vivir, que es un lindo barrio”, quedaban tres ca-

sas.” (Ricardo Huenz)

“Vivía en Caseros al 3900, era propiedad de un tío mío que nos facilito la casa. Mi señora era directora de las Monjas

Azules y ahí estaba un hijo del ingeniero Osuna, que fue el que construyó la segunda parte de Juan XXIII. Comentando

con mi mujer, -le dije-pregúntale que posibilidades hay para conseguir una casa. Fue a verlo y le dijo que si, que había

lugar; en principio donde quisiéramos. En esa época los bailes en el Club Alas ya eran famosos, el bochinche perma-

nente al salir de los bailes. A la vuelta, en la Schubert había yo elegido la casa, después se (la) quedo el guitarrista fa-

moso Carlos Di Fulvio, no me gustaba porque estaba muy cerca del Club Alas. Entonces me fui al fondo, en la calle En-

rique Granados, detrás de la plaza.” (Roberto Villagra)

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Aparentemente el crédito fue ideado para ser cancelado a los 15 años, con una tasa de interés baja, lo cual atrajo

a matrimonios jóvenes que vieron la posibilidad de concretar el sueño de la casa propia

“ …Fue un plan que se pudo cancelar antes que finalizara el crédito, tan accesible, cuando no existía la indexación, ni

los intereses, ni nada. Compré el plan en el año 1963, 64, lo estaba habitando, lo termine de pagar en 7 o 8 años. Me

implico un 30 o 40% del sueldo y con el resto vivía bien.” (Ricardo Huenz)

Según el relato de los vecinos entrevistados, el barrio desde sus comienzos contó con el beneficio de disponer de

todos los servicios de infraestructura, gozaba de energía eléctrica e inmediatamente se sumó el gas, las cloacas, el teléfo-

no, el pavimento y el agua corriente. Además contaban con un quincho, guardia privado y jardinero propio. Estas carac-

terísticas tomadas en su conjunto acentuaban “el aire de aislamiento” ya que era algo inusual para el resto de los barrios

colindantes.

“…el único barrio de la zona, que disponía de servicio de agua potable de Obras Sanitarias de la Nación. El resto tenía

servicios de cooperativas barriales, con agua salada de pozo y elevados tanques característicos.” (Adela Salica)

Si nos planteamos una mirada retrospectiva desde la posición de quien arribaba al barrio en los primeros años

era “ la sensación era de estar viviendo en una “isla urbanizada” con entorno rural escasamente poblado, y vinculado

únicamente a la ciudad, por Maestro Vidal; el resto del perímetro, permanecía cerrado por alambrados”. (Adela Sali-

ca)

La siguiente descripción de los límites proporcionados por la vecina Adela Salica nos va ayudar a realizar un

mapa mental del entorno: por el norte la calle Peredo estaba pavimentada media calzada sobre los frentes de las casas

del nuevo barrio, hasta la intersección con Enrique Granados. A partir de allí se continuaba una huella de carros hacia y

hasta Brown.

Hacia el sur nos encontramos con una fuerte presencia de quintas de papas y legumbres, que se prolongaban has-

ta Luis Agote, calle mezcla de tierra y ripio. De este a oeste cruzaba un sendero de tierra por donde hoy resulta ser la ca-

lle Mariano Ceballos que acompañaba una acequia de riego.

Para el Este se extendía la propiedad de los herederos de Marco Antonio Concari, ocupadas con árboles frutales

cercado por alambradas de púas. Además contaba con un pisadero y horno de ladrillos en proximidades de una pequeña

represa de 25x15 mts, con agua para riego (ubicada en la intersección de las calles José Verdi y León Pinelo). A su vez,

esta propiedad estaba bordeada de arboleda de sauces y moreras que convertían las siestas calientes del verano, en un

pequeño paraíso de los novatos aventureros que gustaban a juntarse a jugar y a comer moras de las plantas.

Siguiendo al Oeste, la calle Maestro Vidal era una cinta de asfalto con banquinas de tierra y con fuerte presencia

de arboleda añosa de plátanos a ambos lados, que los separaba de la antigua Villa Los Plátanos.

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Medios de transporte Los medios de movilidad hasta comienzos de la década de 1940 se circunscribían al caballo, al sulky y a pie. Poste-riormente fueron haciendo su incursión los colectivos, “en primera instancia era un solo colectivo que llegaba hasta los dos caminos y después hasta Los Filtros. En el año 1946 había dos ómnibus nomás, uno era el Caimán y el otro el Sasa. El que había venido al barrio obrero tenia el tranvía 2, tenia que bajar hasta la calle 27 de abril, llegaba hasta el Leon Pinelo, hasta donde es la comisaría, daba la vuelta, bajaba hasta 27 de abril y tomaba por Pedro Zanni y volaba por Colón. Eran 2 ómnibus, no eran ni líneas, después nace empresa Santa Ana, con su central en la calle en ese momento Sol de Mayo, hoy Urrutia ( Santa Ana 1400). Ahí surge la línea A. Nosotros teníamos por acá por la Brown el 83 y el 30 y 31 por la calle Maestro Vidal.” (José Rojas)

Nombre del barrio

En un primer momento la propuesta original que se habría barajado era el nombre de la patrona de la música, Santa Cecilia, de hecho la mayoría de las calles nominadas en 1964 tienen nombres de músicos sobresalientes de la historia occidental. Sin embargo el 2 de agosto de 1965, el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Córdoba (Ordenanza 5019) aprobó la designación del sector con el nombre de Juan XXIII, en homenaje al “Papa Bueno”recientemente fallecido, muy querido en la feligresía cristiana. Breve biografía de Juan XXIII Angelo Giuseppe Roncalli Mazzola, (1881 - † Ciu-dad del Vaticano, 3 de junio de 1963) fue pontífice romano desde el 28 de octubre de 1958 hasta su muerte. Nació el 25 de noviembre de 1881 en el ca-serío Brusico de Sotto il Monte, provincia y diócesis de Bérgamo, Italia. Era el cuarto de los catorce hijos (y el mayor de los varones) de un humilde matrimo-nio de campesinos que trabajaban un campo arrenda-do . Fue ordenado sacerdote en 1904. El 28 de octu-bre de 1958, contando con 77 años, Roncalli fue ele-gido papa ante la sorpresa de todo el mundo. Escogió el nombre de Juan (nombre de su padre y del patrón de su pueblo natal). Enseguida empezó una nueva forma de ejercer el pa-pado. Fue el primero desde 1870 que ejerció su mi-nisterio de obispo de Roma visitando personalmente las parroquias de su diócesis. En su primera medida de gobierno vaticano, que le enfrentó con el resto de

la curia, redujo los altos estipendios (y la vida de lujo que, en ocasiones, llevaban los obispos y cardenales). Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano, que hasta ese momento carecían de muchos de los derechos de los trabajado-res de Europa, además retribuidos con bajos salarios. Tres meses después de su elección, el 25 de enero de 1959, en la Basílica de San Pablo Extramuros y ante la sorpresa de todo el mundo anunció el XXI Concilio Ecuménico -que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico.El papa Juan XXIII escribió ocho encíclicas en total. Su ma-gisterio social en las encíclicas "Pacem in terris" y "Mater et Magistra" fue profundamente apreciada. En ambas pastorales se insiste sobre los derechos y debe-res derivados de la dignidad del hombre como criatu-ra de Dios.El 3 de enero de 1962 excomulgó a Fidel Castro por su conducta salvajemente destructiva y comunista, actitud que previamente había penalizado el papa Pío XII en 1949.El 11 de octubre de 1962 el papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría la cara del Catolicis-mo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cer-cana a los fieles), un nuevo ecumenismo y un nuevo acercamiento al mundo.Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del papa Juan XXIII cauti-varan los afectos del mundo de una forma en que su predecesor no pudo. Fuente Wikipendia.

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El Centro Vecinal

Desde sus comienzos a algunos vecinos les surgió la necesidad de asociarse para concretar aquellos objetivos que tenían

que ver con la iniciativa de mejorar las condiciones iniciales del barrio: mayor iluminación, colocación de la señaléctica de las calles,

la instalación del gas y las cloacas, gestiones para que llegara el ómnibus y la organización de los festivales. Estaba incorporado en

el modo de ser vecinal que la suma de las iniciativas particulares en pro del bien común cubrían las deficiencias del Estado.

“…cuando estuvimos en el Centro Vecinal se hacia periódicamente una vez por mes (un festival), en el sector de la calle

Wagner. A las 20hs. se armaba un palco, se traía un conjunto, se ponían mesitas y sillas. Ahí el Centro Vecinal daba

empanadas, choripan con música. Desde el año 65-66 para adelante. Dos años estuve en el Centro Vecinal.” (Ricardo

Huenz)

“Eran habitantes con realidades, modos de vida, costumbres y posibilidades personales similares, que favorecía en mu-

cho, acordar cuestiones comunes.

Podría describírselo como un “consorcio barrial” en su funcionamiento, y con una curiosa armonía de vecindad, que

aún hoy se puede percibir.” (Adela Salica)

Fruto del empuje y de la participación comprometida se logró gestionar un terreno para el establecimiento y

construcción del Centro Vecinal, aunque quedaba en la vereda del frente del barrio propiamente dicho:

“Con la llegada del año 68, el municipio cedió al Centro Vecinal, un pequeño lote de forma triangular, para que dispu-

siera su uso en sus actividades. Se hallaba ubicado en la esquina de Enrique Granados y Peredo, en parte de la actual

plaza de juegos infantiles, y donde un fantástico ombú había dominado presencialmente el lugar desde que se tenía me-

moria.

Se lo cercó con alambre tejido y tapias, se le incorporó iluminación nocturna y agua corriente. Un portón de tablas de

madera rústica muy apropiado franqueaba el ingreso al predio. Se construyó un quincho salón, de paja y troncos, abier-

to en tres de sus lados, con piso de ladrillos, y diera lugar por años a las innumerables reuniones que allí se efectuaron,

siempre a la sombra del imponente ombú, que identificaba el sitio.

Para Navidad era costumbre, adornarlo e iluminarlo con guirnaldas de colores, y a su, entre las prominentes raíces que

lo rodeaban, se armaba un pesebre con muñecos y accesorios provistos por los mismos vecinos.” (Adela Salica)

Los integrantes en su mayoría eran jóvenes emprendedores: Oscar Barrera, Ricardo Huenz, Lebou, Nasar, Ro-

berto Villagra, etc. Posteriormente, algunos emigraron hacia otros sectores de la ciudad. A principios de la década del 70

se fue disolviendo esta participación vecinalista ya que se creía que se habían satisfecho las necesidades iniciales.

“Además creíamos que se habían cumplido los objetivos, equivocadamente. Se fue disolviendo, esa gente se fue.” (Ricardo Huenz)

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La plaza

Desde un primer momento se constituyó como el lugar de uso común, ya que al encontrarse en el corazón del

barrio articulaba todas las manzanas y facilitaba las instancias de encuentro vecinal

“El arquitecto David proyecto la plaza, que fue el que proyecto la plaza Colón. La placita era hermosa en ese tiempo.

Cuando llegue ya estaba. Teníamos juegos y los columpios, más tarde se hicieron dos mástiles que no se usan. Muy a

posterior se hacen las estatuitas de la Virgen y de Juan XXIII (quizás en 1994-95). Como yo trabajaba en IGAM dona-

mos el cemento blanco, la marmolina y el yeso para hacer las estatuas”. (Ricardo Huenz)

“…se añadieron algunos senderos y después el enlajado de las veredas. La parroquia cuando tenia que hacer exposicio-

nes, a través de Caritas, de artesanos por ejemplo, usa la plaza”. (José Rojas)

“Era un hábito creado en poco tiempo, conmemorar en conjunto, las fiestas patrias, con programación de actividades

desde hora temprana de la mañana, sean éstos, torneos deportivos internos de niños, adolescentes y adultos con entrega

de premios sencillos pero valorados, feria de platos en los medio días, ó juegos con participación de la comunidad”.

(Adela Salica)

La apropiación de este espacio estaba relacionado con lo festivo asociado a lo lúdico. Por ejemplo era donde se

congregaban a celebrar las Fogatas de San Juan, todos los 29 de junio. San Pedro es uno de los "santos de junio" junto a

San Antonio (el 13) y San Juan (el 24).

Adela Salica nos brinda un testimonio detallado de como era esta experiencia

“Persiste también aún, en el recuerdo de los vecinos memoriosos, aquella enorme fogata emprendida al centro de la

manzana que luego fuese la actual plaza.

En efecto, corría el año 66 ó 67, en oportunidad de conmemorarse la entonces tradicional festividad de San Pedro y San

Pablo, el 29 de junio; cada vecino aportó, en el transcurso del día, previo acordar desde tiempo antes, elementos de,

muebles viejos en desuso, ramas secas del invierno muy frío reinante, viejos cortinados, y un gran muñeco de paja y tra-

pos, de 2 metros de altura que fuera confeccionado esa misma jornada por los chicos y adolescentes.

De acuerdo con Félix Coluccio "La tradición de quemar maderos y encender grandes fogatas para

l a n o c h e d e S a n J u a n e s e u r o p e a , y a d e m á s , e s p a g a na . Coincidía esta fiesta del fuego con el solsticio, y especialmente en Europa Central tenían lugar grandes ce-lebraciones. Con el advenimiento del Cristianismo, las fogatas no desaparecieron, por lo que se optó por incorporar en esa fecha, el nombre de Juan Bautista al santoral, superponiéndose a la fiesta pagana. Se cree que a través del fuego se logra la purificación para dar origen a una nueva vida.” (Dirección Gene-ral de Patrimonio. Gobierno de Buenos Aires. Patrimonio Intangible.)

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Como un gran espantapájaros, fue posicionado al centro y arriba de la imponente pila realizada con los desechos; era

una montaña de por lo menos cuatro metros, lista para ser quemada en cuanto terminara la tarde y se hicieran presen-

tes en el lugar, aquellos vecinos que por trabajo o estudios querían presenciarlo y así lo solicitaron. Fue alrededor de

las 20:30 hs. que se procedió a iniciar la quema esperada, la que duró cerca de una hora y media, entre aplausos cuan-

do el muñeco se deshacía crepitando, y exclamaciones de satisfacción y alegría por un acontecimiento tan emocionante

y representativo de la comunidad en acción. El calor reinante derredor y por unos cuantos metros, hacia olvidar la no-

che helada que se vivía.”

Con el devenir del tiempo este espacio fue perdiendo presencia entre los vecinos y sus usos se han visto modifi-

cados, se ha instaurado en la actualidad la percepción de decadencia a través del deterioro de las estatuas. Se erige como

un lugar de inseguridad (“había poca luz y asaltaron una parejita, la chica se resistió y le pegaron un tiro, muere la chi-

ca”) y donde los adolescentes “se juntan a tomar y fumar otras cosas”.

Club Alas Argentinas Desde setiembre de 1944 fue una entidad con fines de prácticas deportivas (fútbol y básquet) y recreativas (bailes). Al poco tiempo de llegar los primeros vecinos al barrio Juan XXIII, evaluaron la posibilidad de cola-borar con la institución, el resultado fue infructuoso. “ Un núcleo de gente nos presentamos en el club para decirle que queríamos colaborar con el club, para que toda la gente del barrio se hiciera socia y levantarlo socialmente: hacer pileta, hacer esto o aquello. La-mentablemente las autoridades de aquel tiempo nos

dijeron no. No quisieron que gente que no era de la Fuerza Aérea se metiera a hacer socio. Hubiese sido fabuloso, cantidad de chicos que podrían haber practi-cado deporte”. (Ricardo Huenz) Y de a poco se fue construyendo una percepción nega-tiva del club, ya que durante los fines de semana se experimentaban las consecuencias de los bailes de cuarteto (desde los 70 hasta los 90): “un desastre, no se podía dormir sábados y domingos. Los tiros, líos y policías. Existía siempre conflicto con los frentistas de la Maestro Vidal. El ambiente era malo, pési-mo” (Ricardo Huenz)

Primera canchita de deportes

“… aquí, en esta lonja de tierra, de unos 30 metros de ancho por buena parte de la profundidad del barrio, surge la primera can-chita de deportes y recreación inicial, luego de reiteradas limpie-zas y desmontes con quema de pastizales, a cargo de los propios pibes recién llegados y sus padres ayudando. La tarea fue total-mente realizada a fuerza de palas, guadañas y rastrillos, llegando finalmente a la fecha propuesta de su inauguración, un 25 de ma-yo del 66, siendo festejado con mucha alegría y orgullo general por todo el esfuerzo y empeño puestos. El objetivo inicial, fue dis-ponerla para la organización de un primer campeonato de fútbol infantil entre equipos surgidos de barras, con chicos propios al barrio y de los alrededores, invitados al efecto. Cerró el evento por la tarde, una feria de platos de madres dispuestas, que dona-ron los mismos para recaudar algo de dinero que cubriera gastos ocasionados”.

(Adela Salica)

Personalidades que vivieron en al barrio

Los vecinos destacan a algunos habitantes que sobresalieron por su desempeño social, entre ellos el Dr Sueldo Luque (político), el actual decano de la Facultad de Medicina Welling-ton (vivía al frente de la plaza), el Dr. Sales y Astini, el contador Fara, el periodista Miguel Claria (recién casado), y el famoso folclorista Carlos Di Fulvio.

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El segundo Juan XXIII…

Ante la creciente urbanización de la zona, en 1963 María Biondi de Concari, sus hijos e hijastros vieron la posi-

bilidad de lotear las 7,5 hectáreas que habían heredado de Marco Antonio. Alrededor de 1968, ellos cedieron los terre-

nos a cambio del 45% del precio total, mientras que la inmobiliaria J.M. Buteler se haría cargo de los costos de la urbani-

zación, los impuestos y venta directa de los lotes. Los planes de compra fueron diseñados para ser cancelados a los 5

años.

“…Nosotros nos dividimos y tenía 40 metros de frente por 280 de fondo, teníamos casi una hectárea cada uno, eran

cuatro hectáreas. Cuando nos separamos a mi me toco 33 lotes y yo me quede con dos lotes y los otros los vendimos.

Nos agarro el famoso Rodrigazo y al final no pagabas ni el boleto para ir al centro. Alcanzamos a cobrar ni el 50%.

Nosotros pusimos los terrenos y Buteler urbanizó. Las urbanizaciones son más caras que los terrenos. Los planes eran

de 5 años, nosotros fijamos el precio de $2,50 el metro, que serían $500 el precio. La urbanizadora nos daba el 45%

libre a nosotros, después ellos tuvieron que pagar todos los impuestos. También Buteler casi, casi se va a quiebra, lo

salvo no se que había agarrado una obra de gobierno de gas. Nosotros cuando vendimos no había indexación, el que

debía le favoreció, el que tenia que cobrar se perjudico.” (Antonio Concari)

Plano de la Dirección de Catastro Municipal de Córdoba. Setiembre de 1971.

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La mayoría de las parcelas fueron vendidas a particulares excepto los lotes ubicados a ambos lados de la calle

Julián Aguirre, desde Brown hasta Leon Pinelo que fueron comprados por el Sindicato de los Telefónicos aproximada-

mente en 1975 para construir un plan de viviendas.

José: ¿esa parte de los telefónicos era también de ustedes?

Antonio: parte mía y parte de mi cuñado.

José: ¿eso se lo vendieron a ENTEL, a la cooperativa de ENTEL?

Antonio: una venta al gremio…, al sindicato.

José: ¿ y eso era una lonja no más, de cuanto habrá sido?¿ De 100 por 300?

Graciela: no, fueron los terrenos de ambos lados de la Julián Aguirre, desde la Brown hasta la Leon Pinelo, después

algunas en la León Pinelo. Juntas hubo estas y después hubo algunas salteadas.

Carecía prácticamente de todos los servicios de los que gozaba el Juan XXIII original: gas, asfalto, teléfono.

Tampoco hubo una activa y organizada participación vecinal para cubrir estas deficiencias de urbanización, salvo aisla-

dos casos. En los primeros tiempos todo este sector no será reconocido como parte del barrio.

“La vereda donde yo vengo está de espalda a Juan XXIII y por la vereda pasa la conexión del gas domiciliario. Cosa

que, en el mismo barrio, la vereda del frente, hacia la calle Brown no tenia gas. No había tampoco línea telefónica, sin

embargo esta manzana si existía porque Juan XXIII tenia todos los servicios. Yo vengo sobre una calle que es de tierra

en ese momento, Juan XXIII estaba todo pavimentado nada mas hasta la calle Granados y por Albeniz no llegaba hasta

Leon Pinelo. Así que era todo ese sector de tierra. Estaba la parte de telefónicos, que era un hilera de casas, por definir-

la como una ristra de casas en ambas manos de la calle Julián Aguirre y de allí hacia Peredo y desde Brown hasta Leon

Pinelo, lo que era este sector de Alto Alberdi I sección.” (José Rojas)

“…en la parte nueva, que se urbanizó después, cuando se puso el gas, en el año 79-80, pusimos nada más que la manza-

na nuestra, porque ya toda la primera parte de Juan XXIII ya tenia gas, entonces llegaba hasta la esquina de Leon Pine-

lo y Peredo. No se pudo poner de acuerdo con todo el barrio, hicimos la obra esa manzana sola, después se hizo el re-

sto. No hay una comunión de vecinos.” (Graciela Concari)

Estas diferencias surgidas en los orígenes se fueron consolidando a través de representaciones encontradas y a su

vez complementarias. Estaban aquellos vecinos que consideraban que los límites de Juan XXIII estaban demarcados por

las calles Peredo, Mariano Ceballos, Maestro Vidal y Leon Pinelo. Más allá de este rectángulo se emplazaban los “otros

barrios”.

“… de León Pinelo para atrás no era Juan XXIII, se llamaba otro barrio, después se unió toda esa parte.” (Ricardo

Huenz)

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Muy distinta era la percepción para los que tenían residencia en el otro sector, entre las calles León Pinelo, Almi-

rante Brown, Peredo y Mariano Ceballos. Para estos vecinos la lucha será por la integración

“ Está el sector de los Telefónicos y el otro sector. Tal es así que en ese momento nosotros íbamos a formar un Centro

Vecinal, porque no teníamos los mismos elementos de Juan XXIII, yo los tenia pero porque yo estaba en la espalda, un

poquito en la mochila de Juan XXIII. Los demás no tenían, estaban al margen. Cuando fue lo de la alarma comunitaria

e hicimos la reunión, pregunté si avisaron al otro sector y me dijeron no, encargate vos de avisarles. Yo vivo en el otro

sector, esta bien, será así la mano. No es que será así, lo he vivido desde el 79, tal es así que a la calle Brown le decían

la avenida de los soretes, porque ahí derivaban las aguas

…siempre se buscó la unión, por una cuestión de idiosincrasia, por una cuestión de categoría. Pretendíamos ser Juan

XXIII anexo, llegamos 15 años después, el que tiene que integrarse soy yo.” (José Rojas)

Sin embargo, las diferencias no fueron vividas desde la segregación, mas bien fueron internalizadas como el estí-

mulo necesario para crecer e integrarse.

A finales de los noventa, ambos sectores aunaron esfuerzos para enfrentar el problema de inseguridad creciente

que sufrían, a través de la organización de alarmas comunitarias. Esta iniciativa les permitió a algunos vecinos conocerse

y reconocerse como un conjunto.

“… cuando realmente se ha unificado Juan XXIII es con el asunto de las alarmas. Yo iba casa por casa del otro sector,

ahí comencé a conocer a la gente. Hace dos años. Ahí nos conocimos con él. Hace media hora me enteró que él vivía en

un sector de 2 cuadritas que era Residencial Alto Alberdi I sección. Sino lo tenía como que era telefónicos.” (Ricardo

Huenz)

“ nosotros nos conocimos cuando fue lo del sistema de la alarma comunitaria, recién ahí nos entramos a conocer una

mayor cantidad de vecinos.” (José Rojas)

Esta problemática que alteró el ritmo de la vida cotidiana expresa la vivencia del barrio como espacio público. Es

la apuesta de una solución colectiva que implica el compromiso social de los que intervienen. Las relaciones de vecindad

entre Ricardo y José se construyen a partir del conocerse/reconocerse, saberse reconocido por el otro en un entorno so-

cial de proximidad (13).

(!3) DE CERTEAU, M; GIARD, L; MAYOL, P. La invención de lo cotidiano. 2. Habitar, Cocinar. Ed. Universidad Iberoamerica-na.2006. Capítulo I. El barrio. Pag. 5-12.

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Bibliografía consultada ANSALDI, Waldo. Industria y urbanización. Córdoba, 1880-1914. Tomo 2, tesis doctoral, Universidad Nacional de Córdoba, 1991. BOIXADOS, Cristina. “Expropiación de tierras comunales indígenas en la provincia de Córdoba a fines del siglo XIX. El caso del Pueblo La Toma”. En Cuadernos de Historia. Serie Economía y Sociedad. Nº 2, CIFFyH-UNC,. Ferreira Editor, Córdoba, 1999, pp. 87-113. BOIXADÓS, María Cristina. Las Tramas de una Ciudad entre 1870 y 1890. Elite urbanizadora, infraestructura, dobla-miento. Ed. Ferreira. Córdoba, 2000. DE CERTEAU, M; GIARD, L; MAYOL, P. La invención de lo cotidiano. 2. Habitar, Cocinar. Ed. Universidad Iberoa-mericana.2006. GRAVANO, Ariel. Antropología de lo Barrial. Estudios sobre producción simbólica de la vida urbana. Ed. Espacio. Bs. As. 2004. ROJAS DE VILLAFAÑE, Emilio A. “La Economía de Córdoba en el siglo XIX” Publicación de la Revista de Econom-ía del Banco de la Provincia de Córdoba”, pp 25-27. Córdoba, 1976. Fuentes Barrios bajo la Lupa. Secretaría de Gobierno y Planificación Estratégica. Municipalidad de la Ciudad de Córdoba. Córdoba, 2004. Córdoba una ciudad en cifras. Guía Estadística de la Ciudad de Córdoba. Año 2004, 2006, 2007. Protocolos Notariales, Registro de Escribano Nº 1, 20 de abril de 1896, F.519. En: Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba. Protocolos Notariales, Registro de Escribano Nº 1, 13 de mayo de 1898, F.495. En: Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba. Libretas Censales.2 Censo de la República Argentina levantado el 10 de mayo de 1895. Se agradece a la Lic. Ana María Candelaresi por facilitar el acceso a la documentación correspondiente de esta fuente. Ordenanza municipal 7884/83. Plano General Nuevo Municipio de la Capital, según Ley del 2 de enero de 1894. Confeccionado por el Ingeniero Civil Belisario A. Caraffa. Catastro de la Provincia. Plano de la Dirección de Catastro Municipal de Córdoba. Diciembre de 1963.

Plano de la Dirección de Catastro Municipal de Córdoba. Setiembre de 1971. Fuentes Orales Ricardo Huenz, José Rojas, Graciela Concari, Roberto Villagra, Adela Salica, Mariano Hadad, Antonio Concari y Luisa

Francisca Nieto.

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Programa de Historia Oral Barrial Responsable: Lic. Nélida Agüeros Responsable de la producción y diagramación de la revista Prof. Liliana Torres Coordinadora del Taller

Prof. Liliana Torres Autoridades Director General de Políticas Vecinales: Jorge Guevara

Subsecretario de Participación Ciudadana: Rogelio C. Bornancini Secretario de Gobierno y Participación Ciudadana: Walter Arriola Intendente Municipal: Lic. Daniel Giacomino

Córdoba - Agosto 2010