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Historias de tabernas griegas. Ejercicio de comprensión lectora para 1º. Bachillerato

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Un ejercicio de comprensión lectora para la materia Griego I de 1º. Bachillerato. Se trata de una tarea "incompleta" en la que el alumno debe tanto contestar preguntas y completar ejercicios como crear él mismo preguntas y ejercicios de determinados apartados de la tarea.

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Page 1: Historias de tabernas griegas. Ejercicio de comprensión lectora para 1º. Bachillerato

H I S TOR I A S D E TA B ERNA S GR I E GA S *

*Texto extraído de la obra de Catherine Salles Los bajos fondos de la Antigüedad (Barcelona, 1983)

Las tabernas de Atenas, del Píreo, de Corinto, gozan de muy mala reputación, pues son al mismo tiempo albergues, escondrijos de malhechores, y sobre todo cuarteles generales de temibles jugadores profesionales, siempre a la busca de un "pichón".Dejarse sorprender en uno de esos antros es considerado deshonroso para un ciudadano. El filósofo cínico Diógenes ve un día a Demóstenes en una de esas tabernas y, pese a los esfuerzos del orador por pasar desapercibido, lo saca por un brazo hasta la calle y lo muestra a los pasantes: "¡He aquí el modelo del pueblo ateniense!". Detalles suplementarios: según su adversario Esquines, Demóstenes, el mayor representante de la elocuencia ática, el adversario encarnizado de Filipo de Macedonia, es apodado "Cucú"1 por las dudosas compañías que frecuenta en las tabernas. Siempre según Esquines, para acudir a esos sitios pocos recomendables se viste de mujer. Estas tabernas tienen la reputación de ser centro de operaciones de la prostitución. Los extranjeros las frecuentan, y constituyen presas tentadoras para un joven que busca el dinero necesario con que satisfacer sus gustos. No puede sorprender entonces que el joven Timarco, a quien ya hemos encontrado ofreciendo sus encantos en un gabinete médico, haya elegido también como terreno de caza las tabernas de Atenas o del Pireo: "El día de la procesión de las Grandes Dionisas, Misgolas, el 'protector' de nuestro Timarco, y Fedro, hijo de Callias, del demo de Esfetos, debían participar en el desfile y Timarco había prometido ir con ellos a esa procesión. Los dos hombres, después de prepararse, no lo vieron llegar. Muy irritado, Misgolas partió en su busca con Fedro, y gracias a informaciones que fueron recogiendo, lo encontraron en una taberna, cenando con unos extranjeros. Misgolas y Fedro los amenazaron violentamente y los intimaron con la prisión por haber seducido a un joven de nacimiento libre. Los extranjeros, aterrorizados, huyeron abandonando la comida." Se trata de otro ejemplo en que la violencia, vía chantaje "legal", se utiliza en un caso de rivalidad. El pretexto es claro: Timarco es ciudadano, y los que lo prostituyen son pasibles de la pena de muerte según la legislación ateniense. La documentación que tenemos no nos dice si Misgolas y Fedro tenían derecho a utilizar este procedimiento. En efecto, Timarco no tiene ningún lazo de parentesco con ellos. De modo que es dudoso que su intervención haya sido legítima. Pero legítima o no, tiene un efecto disuasivo sobre estos viajeros que prefieren huir del problema. Las tabernas también son frecuentadas por jugadores profesionales. Dados, bochas2, "par o impar" jugado con monedas, son diversiones muy apreciadas por los antiguas.

1 "Batalos", el apodo dado a Demóstenes, juega con el parecido de dos palabras griegas, una de las cuales significa "nalga" y la otra "tartamudear"; es decir, una alusión conjunta al defecto de pronunciación del orador y a sus costumbres disolutas. 2 Se trata de un juego parecido a la petanca que consiste en tirar una pelotas lo más cerca posible del “bochín” una esfera o moneda colocada en algún lugar del suelo.

Los niños mismos caen a veces en el vicio del juego, y constituyen presas fáciles para los jugadores profesionales, que les hacen contraer deudas de honor; después los padres pagarán las sumas perdidas por sus vastagos. En un mimo de Herondas, una madre desesperada se queja de que su hijo, en lugar de aprender a leer y a escribir, pasa todo el día en el garito. El pequeño no se contenta ya con los dados infantiles, sino que ha tomado el hábito de jugar al "par o impar" por dinero. ¡Y para pagar su vicio, desvalija a su abuela! Timarco no es mucho mayor que este escolar cuando, él también, se hace cliente de los garitos de Atenas: "Cuando se separó de Anticles y de Misgolas (sus dos protectores), Timarco no se apaciguó, sino que adoptó una vida más desenfrenada. Pasaba sus días en los garitos, dondequiera que se tendiera una mesa de juego de dados o se organizara una riña de gallos. Sé que muchos de ustedes han visto esto de que hablo, o, si no lo han visto, han oído hablar al respecto." Más que los dados, más que el "par o impar", son las riñas de gallos o de codornices lo que suscita la pasión de los apostadores profesionales. Las escenas pintadas en las copas áticas nos han familiarizado con esta ocupación muy apreciada por los atenienses; además de las riñas de aves, se practica también la de perros. Y no son simples espectáculos. En efecto, los jugadores apuestan verdaderas fortunas a los animales. A éstos se los cría con cuidados análogos a los que hoy se prodigan a los caballos de carrera, se cultiva su agresividad haciéndoles tragar ajo antes del combate, y para hacer éste más espectacular se colocan púas de metal en los espolones de los gallos, que así infligen heridas mortales al adversario. Todo un mundo de personajes turbios gravita alrededor de los jugadores y apostadores : lo vemos en las nuevas relaciones de Timarco: "Entre los habituales de estos garitos hay un cierto Pittalacos, un esclavo público. No tenía ningún problema de dinero, y cuando encontró a Timarco lo "adoptó" y lo llevó a su casa. Y este innoble Timarco no encontró insoportable deshonrarse con un esclavo público. Veía simplemente que había encontrado a alguien que lo mantendría y le daría para satisfacer sus vicios, y se burlaba del honor y el pudor. Y he oído decir que este Pittalacos se entregó sobre la persona de Timarco a prácticas a tal punto indecentes que me avergonzaría enumerarlas." Hasta ahora Timarco, para sacar el máximo provecho de su belleza física, se ha contentado con frecuentar albergues, tabernas y gabinetes médicos a la busca de breves aventuras. Encuentros muy anodinos en realidad, comparados con lo que lo espera en el ambiente del juego. El de los garitos es un mundo en penumbras, mal conocido, más o menos clandestino, que atrae a atenienses y extranjeros. Todas las clases sociales se mezclan en la pasión del juego, de las apuestas, y las leyes que rigen en este ambiente ya no tienen casi nada que ver con las de la sociedad organizada.

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Page 2: Historias de tabernas griegas. Ejercicio de comprensión lectora para 1º. Bachillerato

H I S TOR I A S D E TA B ERNA S GR I E GA S *

*Texto extraído de la obra de Catherine Salles Los bajos fondos de la Antigüedad (Barcelona, 1983)

Vemos aparecer, en las nuevas frecuentaciones de Timarco, la figura curiosa de un esclavo público, Pittalacos. Trabajando al servicio del Estado (¡quizás al servicio de la policía de la ciudad!) este hombre al parecer se ha hecho de renombre en el ambiente del juego. ¿Habrá sido por procedimientos deshonestos que ha amasado una cómoda fortuna? Es muy probable. La continuación nos informa que, no contento con frecuentar los garitos, organiza en su casa riñas de gallos y partidas de dados; en las noches en que se reúnen allí los más ricos jugadores de Atenas, fortunas enteras cambian de manos. Pittalacos, pese a la humildad de su condición social, pese a sus funciones públicas, aparece como un verdadero "rey del hampa" y juega un papel de importancia en la vida secreta de Atenas. Pero es él quien, al fin de cuentas, será víctima de los amigos de Timarco. Entre los visitantes de Pittalacos se encuentra un hombre especialmente rico, el banquero de la flota ateniense estacionada en Tracia. Este Hegesandro es un verdadero tiburón de las finanzas, y se ha enriquecido con malas artes, a expensas del estratega que comanda la flota. Aparece en Atenas, en posesión de 8.000 dracmas que se da prisa en gastar en lo de Pittalacos. Lo que sobreviene puede adivinarse con facilidad: entre un esclavo público, por rico que sea, y un banquero, Timarco no puede dudar. Sin la menor vacilación abandona a Pittalacos y se une al grupo de Hegesandro y sus amigos. El esclavo público tiene el mal gusto de quejarse, de no aceptar el abandono de su amigo, de hacer un escándalo frente a la casa del banquero. Actitud intolerable que Hegesandro y Timarco se encargarán de castigar, realizando una expedición punitiva que no habría desaprobado el ambiente crapuloso ateniense: "Los dos hombres, un día que se habían embriagado con otros compañeros de juego, irrumpieron durante la noche en la casa donde vivía Pittalacos. En primer lugar rompieron todo lo que encontraron y arrojaron a la calle las tabas, los dados y todos los demás accesorios de juego. Después mataron todos los gallos y codornices de riña que el pobre Pittalacos tanto apreciaba. Por último, ataron al dueño de casa a una columna y lo azotaron tanto y tan fuerte que todo el vecindario oyó los gritos de la víctima." Violencias, destrucciones gratuitas, golpizas: los aficionados atenienses al juego tienen las mismas costumbres que los clientes de los proxenetas. Pero los intereses financieros que entran en juego son mucho más considerables, y la pareja Hegesandro-Timarco terminará hundiendo todos sus bienes en la pasión por el juego: el banquero Hegesandro agota la fortuna que ha adquirido fraudulentamente a expensas del Estado; después dilapida la dote de su mujer. Timarco, que ha llegado a la edad de disponer de la herencia paterna, la gasta en pocos meses, toda en deudas de juego: una casa al pie de la Acrópolis, dos campos en el Ática, un taller de trabajo de cuero con once obreros esclavos, una obrera especializada en la confección de ropa de lujo, un obrero bordador, créditos, mobiliario, todo un rico patrimonio que Timarco malvende de prisa; pero eso no es más que un episodio en la vida de este jugador inveterado. Recién entonces, según su adversario Esquines, se lanza a la carrera política y practica toda clase de malversaciones para procurarse dinero. Y no es un caso aislado: como Timarco hay muchos personajes influyentes, tanto en Grecia como en Roma, que practican toda clase de operaciones, honorables o no, para satisfacer su pasión desmesurada por el juego.

TAREA DE COMPRENSIÓN LECTORA

I-Aproximación al texto 1-¿Qué hicieron con los animales de Pittalacos los dos tipos que se entraron a la fuerza en su casa? 2- 3- 4-¿Cuántos dracmas gastó Hegesandro según el texto? 5-¿Qué filósofo reprochó a Demóstenes su actitud cuando lo encontró en una taberna? II-Comprensión del texto 1-¿Por qué el niño que aparece representado en el mimo de Herondas robaba dinero a su abuela? 2-¿Por qué razones tenían tan mala fama las tabernas griegas? 3- 4-Explica según las aclaraciones del texto en qué consistiría el juego de las bocas y cuáles podrían ser sus reglas. 5- III-Uso gramatical del lenguaje 1-Anota todos los nombres propios de persona que aparezcan en el texto 2-Anota las oraciones exclamativas que encuentres en el texto. 3- 4- 5-Define los siguientes términos: TABERNA, ADVERSARIO, HÁBITO,___________________, ___________________ IV-Descripción, explicación e interpretación de imágenes

V-Técnicas de trabajo intelectual 1-En la siguiente sopa de letras podrás encontrar 10 nombres propios masculinos presentes en el texto.

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Page 3: Historias de tabernas griegas. Ejercicio de comprensión lectora para 1º. Bachillerato

H I S TOR I A S D E TA B ERNA S GR I E GA S *

*Texto extraído de la obra de Catherine Salles Los bajos fondos de la Antigüedad (Barcelona, 1983)

2-(Crea 3 preguntas de Verdadero-Falso) 3-(Crea 3 preguntas tipo test) V-Expresión de la inteligencia emocional 1- 2- 3- VI-Toma de decisiones 1-¿Qué harías si fueras la madre del niño que le robaba dinero a su abuela (tu madre) y lo pillaras “in fraganti”? 2- 3- VII-Actividades creativas A partir de esta anécdota que nos cuenta el texto: El filósofo cínico Diógenes ve un día a Demóstenes en una de esas tabernas y, pese a los esfuerzos del orador por pasar desapercibido, lo saca por un brazo

hasta la calle y lo muestra a los pasantes: "¡He aquí el modelo del pueblo ateniense!".

Imagínate que Demóstenes se “cabrea mucho” con Diógenes por lo que le ha hecho e INVENTA UNA TERRIBLE DISCUSIÓN ENTRE ELLOS.

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