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HISTORIAS SURREALES DE ARUCAS Javier De La Rosa Ilustraciones: Felipe Juan

Historias surreales de Arucas

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Dicen los mayores del lugar, que cuando vives demasiado tiempo en una ciudad pasas a formar parte de ella, como sus calles, sus casas, el viejo reloj de la iglesia, yo creo que no es así del todo, para formar parte de una ciudad, para formar parte de algo en concreto tienes que sentirlo, quererlo...

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HISTORIAS SURREALES DE ARUCAS

Javier De La Rosa

Ilustraciones: Felipe Juan

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HISTORIAS SURREALES DE ARUCAS

Javier De La Rosa

Ilustraciones: Felipe Juan

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© Del texto: Javier de la Rosa

© De las ilustraciones: Felipe Juan

I.S.B.N.: 978-84-15649-83-0

Edita:

Impreso en España

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su

contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno

sin permiso previo y por escrito del autor.

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A Rosario Alonso Panero

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Arucas, palpitante corazón de piedra

Dicen los mayores del lugar, que cuando vives demasiado tiempo en una ciu-dad pasas a formar parte de ella, como sus calles, sus casas, el viejo reloj de la iglesia, yo creo que no es así del todo, para formar parte de una ciudad, para formar parte de algo en concreto tienes que sentirlo, quererlo, haz de saberte fundir con lo que realmente amas, nadie se funde con lo que odia, con lo que ignora o con lo que simplemente no sabe apreciar.

Para amar a una ciudad, para amar a Arucas, para amar sus calles, sus esquinas, sus monumentos, sus fuentes o incluso sus viejas farolas, no basta con crecer y caminar en ella, no basta con pasar el resto de nuestras vidas deambulando de aquí para allá entre sus edificios y casas.

Para fundirse con “mi ciudad”, con “mi Arucas eterna”, para ser parte de ella, hay que amarla y respetarla con absoluta sinceridad, y eso es solo exclusividad de los seres que saben mezclar sus sueños con las antiguas casas, sus ojos con el gris azulado de la noble piedra, su voz con el tañido de la campana, su alma con la redondez de la montaña.

Javier de la Rosa y Felipe Juan son dos de esos seres sensibles y privilegiados, que han sabido fundirse con “mi ciudad”, con esa Arucas, amante celosa y generosa en belleza que regala su hermosura bajo el precio de la fidelidad artística y poética.

Javier de la Rosa besa sus sagradas piedras con poemas cortos pero exquisitos, claros y directos, llenos de musicalidad pictórica, donde despliega todo su sentir en breves y coloridas palabras cargadas de recuerdos y de aguda observación, donde descubre sin pudor y fuerte melancolía todos aquellos detalles que tocan las fibras de la sensibilidad de un poeta que mira cada rincón con los ojos del alma.

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Felipe Juan, fiel al poeta, pinta en el mismo plano su visión particular haciendo ima-gen lo que antes eran palabras encadenadas por los sentimientos, con la misma simbo-logía espiritual, con la misma mística, con esa visión casi religiosa que parece imponer “mi ciudad” y que el pintor refleja con una simbología tan clara como atractiva.

“Mi ciudad”, no sé porque la llamo “mi ciudad” por muy mía que la sienta, Arucas es solo suya, es solo de ella misma, y solamente se da a aquellos que saben amarla has-ta fundirse con ella, pero nunca es de nadie aunque este en el alma de todos los que la amaron, y queda claro que estos dos autores, Javier de la Rosa con sus pictóricos poemas y Felipe Juan con sus poéticos cuadros, la llevan muy dentro del alma y de esta forma tan generosa nos la muestran.

Los autores nos ofrecen en estas páginas no son solo coloridas palabras o sonoras imágenes, poemas o cuadros, son en definitiva sentimientos y deseos, lo que definen a un buen amante y lo que los distingue de aquellos que solo pisotean el alquitrán de sus polvorientas calles o patean sin mayores miramientos sus añejos adoquines, ambos nos ofrecen su sabiduría de llevar a la condición de arte el sincero sentir por la cuidad de Arucas, ellos han sabido unir su palpitar, al unísono, con el gran corazón de piedra de mi…de “nuestra ciudad”, porque ellos han pasado de ser meros caminantes del asfalto a formar parte del todo, como las casas, las piedras labradas, las viejas farolas, la redonda montaña…

Antonio Cerpa, Aruquense • Pintorhttp://antoniocerpa.blogspot.com

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Cincelando la esencia en Arucas

La epicúrea naturaleza del maestro que cuida la esencia de lo observado en el en-torno por donde ha caminado inhalando olores agradables, dejándose rozar por las aristas de un presente, y un pasado, metamorfoseado en distintos planos existencia-les, ya sean éstos físicos o extracorpóreos, se recrea en los detalles casi imperceptibles cuando se para a meditar ésta, su obra, y comienza a enhebrar la purificación meta-fórica de los ecos de la experiencia ribeteados con infinidad de adjetivos: luminosos, cambiantes, juguetones, díscolos… integrados en la sustancia de la expresión esco-gida, argumentada, llena de estallidos, viva, galopante, irreverente a lo ortodoxo de la métrica, que no se deja encorsetar con la puntuación detallada... salvo en momentos escogidos; pues es notorio que el autor busca la libertad de la expresión plena en los tramos cortos, con toques de “Déjà vu” y con formas geométricas verbales llenas de energía vital que alientan la lectura pausada, como su experiencia, para ordenar el orden de la rúbrica inconfundible que es capaz de motivar el pincel del maestro del Yang, el cual consigue integrar en esta obra su filosofía difuminada, en una base de energéticos amarillos, que homenajean la experiencia del tiempo vivido en Arucas.

Un tiempo, una porción del jardín de las Hespérides donde el amor, la mujer, las for-mas, los detalles, la simbología... han motivado, sobre la piedra etérea aruquense, los tra-zos cincelados por estos dos maestros canteranos: Uno de la pluma y otro del pincel. 

Alejandro Dieppa León • Escritor y Poeta http://alejandrodieppaleon.blogspot.com

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Desde el ventanal de la casa de Los Castillos de Arucas, traigo a mi memoria los recuerdos de aquel paseo con Javier y Charo por el casco de Arucas. De igual modo que ocurriera en la Villa Verde de Moya, es motivo y desencadenante de un nuevo libro de poemas.

En Moya, recorría Javier con sus palabras sus calles y entorno, ante todo supuso un canto y un homenaje a Tomás Morales. Ahora por Arucas, no existe tantas referencias tal vez hacia su espacio de una forma directa, sí de otros modos habiendo continuas referencias al Parque Gourié y a la hermosa Iglesia de San Juan. Además, hay una historia paralela de Pino, quien borda un traje de novia que luego viajará a Escocia… Precisamente País que tanto a mi musa Cali como a mi, nos acompañó en el viaje de novios… Existe también la figura de un “aparecido” que nos conduce a una tercera historia muy vinculada al poeta. Un gran surtido de flores siempre aderezan y portan los poemas.

Los colores violeta, gris y amarillo que visten los dibujos que presento, son para mi los tonos que asocio a nuestra tierra de Arucas: violetas por las acampanadas flores de la Jacaranda que tanto abundan, el gris de la cantería de piedra inconfundible de este enclave y el amarillo que siempre me acompaña, enamora y que se traduce también en la luz especial y alegría que Arucas nos regala.

Gracias Aguañaquita, Guayabo y Mariposa por darme el empujón para desde hace más de un año poder disfrutar de la magnífica sensación que nos despierta los rincones de esta Ciudad. También mi agradecimiento a Víctor Batista, a la Concejala del Área de Cultura, a Alejandro Dieppa, Antonio Cerpa, Antonio Sánchez y nuevamente a Javier de la Rosa por confiar y brindarme una nueva creación literaria.

Con afecto:Felipe Juan

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EL NACER DE ARUCAS

Donde se encuentrala luz de los destinos,desde el lago de salanillo de fuego ,nació del brocaldel aguaen el tiempodetenido, un sigilode madre en el orode la tarde que ligera se somete a la ideadel alma acaecidaen el vallenacida tiritarde Volcán .

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LA CATEDRAL

Cuando me senté en el recuerdode la piedra bajo la Catedralde San Juan Bautistadetenida de argoten el góticode la mañanaespejada de húmedoalisio.

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EL APARECIDO

Hubo una llamade atardecer bajo la sombradel palmeral, te ves en la umbrosa paredde los jeroglíficos húmedos ,cuando el hombre pasa y se para siempre en el lugarde la Calle de la Acequia y repasa la casa antiguay desaparecey vuelve .