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1 HORA SANTA EN LOS CENTROS PASTORALES “PREPARAMOS EL CAMINO DE LA MISERICORDIA” Monición Inicial: (Se lee ANTES de exponer el Santísimo) «Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída» . Ésta fue la invitación apremiante que, la tarde misma del día de la resurrección, los dos discípulos que se dirigían hacia Emaús hicieron al Caminante que a lo largo del trayecto se había unido a ellos. Abrumados por tristes pensamientos, no se imaginaban que aquel desconocido fuera precisamente su Maestro, ya resucitado. Los de Emaús tenían motivos para estar tristes. Nosotros ante el clima de inseguridad en el que vivimos, también tenemos motivos para estar desanimados o ser pesimistas, pero no tenemos razones para estar desconfiados. La Iglesia que Jesús quiere es una Iglesia confiada... Los católicos de hoy puede que tengamos motivos para no ser optimistas ante tanta violencia que se ha generado. Pero tenemos todos los motivos para poder confiar, porque la confianza no se fundamenta en el poder de nuestras fuerzas, sino en la promesa de Jesús. Nuestros análisis políticos, culturales, sociales y religiosos, están hechos a veces con poca fe. Hay que verlo todo. No sólo lo que hay, sino lo que Dios ve y yo no veo. Es entonces cuando empezamos a llamar a Jesús 'el Señor'. Dispongámonos a estar un momento en la presencia de Jesús y pidámosle que se quede en medio de nuestras comunidades y que participe de nuestros afanes e ilusiones... e inyecte en nuestras vidas, lo necesario para confiar más en su presencia. CANTO INCIAL: MIENTRAS SE EXPONE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO... LECTOR 1.- Los discípulos estaban muy tristes, y su tristeza los llevó a abandonar Jerusalén. Atrás habían quedado los otros discípulos, las mujeres que habían visto el sepulcro vacío, y los demás hermanos. Era tal su congoja, que no quisieron permanecer allí. Así ocurre con algunos de nuestros hermanos muchas veces, que cuando las cosas no están bien, cuando viene el día de la prueba: se alejan; cuando las cosas no son como anhelamos, entonces la fe 1

Hora Santa Misericordia

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Hora Santa de la Parroquia SJO

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HORA SANTA EN LOS CENTROS PASTORALES“PREPARAMOS EL CAMINO DE LA MISERICORDIA”

Monición Inicial: (Se lee ANTES de exponer el Santísimo)«Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída». Ésta fue la invitación apremiante que, la tarde misma del día de la resurrección, los dos discípulos que se dirigían hacia Emaús hicieron al Caminante que a lo largo del trayecto se había unido a ellos. Abrumados por tristes pensamientos, no se imaginaban que aquel desconocido fuera precisamente su Maestro, ya resucitado.

Los de Emaús tenían motivos para estar tristes. Nosotros ante el clima de inseguridad en el que vivimos, también tenemos motivos para estar desanimados o ser pesimistas, pero no tenemos razones para estar desconfiados. La Iglesia que Jesús quiere es una Iglesia confiada... Los católicos de hoy puede que tengamos motivos para no ser optimistas ante tanta violencia que se ha generado. Pero tenemos todos los motivos para poder confiar, porque la confianza no se fundamenta en el poder de nuestras fuerzas, sino en la promesa de Jesús. Nuestros análisis políticos, culturales, sociales y religiosos, están hechos a veces con poca fe. Hay que verlo todo. No sólo lo que hay, sino lo que Dios ve y yo no veo. Es entonces cuando empezamos a llamar a Jesús 'el Señor'. Dispongámonos a estar un momento en la presencia de Jesús y pidámosle que se quede en medio de nuestras comunidades y que participe de nuestros afanes e ilusiones... e inyecte en nuestras vidas, lo necesario para confiar más en su presencia.

CANTO INCIAL: MIENTRAS SE EXPONE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO...

LECTOR 1.- Los discípulos estaban muy tristes, y su tristeza los llevó a abandonar Jerusalén. Atrás habían quedado los otros discípulos, las mujeres que habían visto el sepulcro vacío, y los demás hermanos. Era tal su congoja, que no quisieron permanecer allí. Así ocurre con algunos de nuestros hermanos muchas veces, que cuando las cosas no están bien, cuando viene el día de la prueba: se alejan; cuando las cosas no son como anhelamos, entonces la fe desciende tanto, el ánimo decae tanto, que vamos perdiendo la confianza en Dios.

Con aquel alejamiento, aquellos discípulos se distancian de Jesucristo muerto y resucitado en Jerusalén y de los hermanos que allí se reúnen a bendecir a Dios y a esperar «la fuerza que viene de lo alto». Alejarse de Jerusalén, por tanto, es abandonar al Señor, dejar de creer en Él... dejar de confiar en Él...

Jerusalén representa todo lo que permita y favorezca el encuentro con Jesucristo vivo, razón de la esperanza, fuente de inteligencia espiritual y fuerza para el testimonio. Emaús, en cambio, representa en el relato de Lucas lo cotidiano, lo de antes y lo de siempre; es decir, la muerte de la ilusión que Jesús había sembrado en ellos, el sin sentido y el refugio a la desesperanza. Allí, en Emaús, sólo es posible la tristeza y el vacío por la falta de fe en la obra de Dios por su Mesías.

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MOMENTO DE SILENCIO: (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

Reflexionemos. En éste momento de mi vida personal y familiar, ¿Dónde me puedo ubicar simbólicamente: en Jerusalén o en Emaús?.

LECTOR 2.- La realidad no coincidía con lo que los discípulos esperaban. La realidad de nuestra ciudad: drogadicción, narcomenudeo, violencia, asesinatos, robos, desempleo..., no coincide siempre con lo que esperamos. Cuántas veces hemos exclamado como Job, "Cuando esperaba el bien, me vino el mal; cuando aguardaba la luz, vino la oscuridad” . Esperábamos más paz y hemos obtenido muy poca o casi nada; esperábamos más armonía al inicio de este tercer milenio y hemos sufrido más... esperábamos incluso, más comprensión de los demás y por lo contrario, hemos obtenido quizá, más críticas... Si seguimos mirando este pasaje, vemos que los de Emaús no solo estaban tristes, sino que se estaban alejando de Jerusalén. No muchos días atrás, Jesús les había dicho: "No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el reino”

MOMENTO DE SILENCIO (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

A veces habremos tenido la experiencia de Job: sufrimiento al no comprender a Dios... quizá estemos tristes por tantos problemas que vamos acumulando y que no vislumbramos ninguna esperanza de salir adelante. Este es el momento, para que hablemos con Jesús y le pidamos que vuelva a ilusionarnos.

CANTO: ______________________________

LECTOR 3.- Mientras ellos caminaban, Jesús mismo caminaba con ellos. El encuentro se inicia por iniciativa de Jesús quien se mete en sus vidas. «¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?», les pregunta. Ellos relatan lo que han vivido los últimos tres días en Jerusalén. Insisten en sus anhelos rotos: habían confiado en Jesús como profeta de Dios y liberador de Israel, pero terminó muerto en cruz. Ya nada se puede hacer. La amargura no puede ser mayor. «Sus ojos estaban cegados» nos informa Lucas, es decir, no logran comprender por qué aquel nazareno a quien tenían como un gran profeta, acabó muerto. Aquel profeta «poderoso en obras y palabras» en quien creyeron, ¡No era el liberador de Israel!. Para ellos, ya todo había terminado en la tumba: aquel Jesús, sus esperanzas, sus sueños, sus ideales... todo quedó ya sepultado... pero Jesús era, es y será por toda la eternidad. Y es mucho más que un hombre profeta: él es el Dios eterno, el creador de todo; como dice Pablo a los Colosenses, "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación; porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. Él antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten”.

MOMENTO DE SILENCIO: (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

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¿Cuáles podrían ser en este momento, nuestros anhelos rotos? ¿Cuáles son ahorita nuestros miedos? Pongámoslos frente a Jesús.

LECTOR 4.- Los de Emaús, habían caído en la incredulidad: "Algunas mujeres nos han sobresaltado (...) vinieron diciendo que hasta habían visto la aparición de ángeles que decían que Él vivía...”. Y aquí, Jesús hizo algo maravilloso: les haría ver quién era Él, pero para esto no llamó a una legión de ángeles para que anunciaran que Él era Dios, tampoco en ese momento, convirtió piedras en pan ni agua en vino; tampoco ahí caminó sobre el mar ni en ese instante hizo que resucitara un muerto; sino que comenzando desde Moisés y siguiendo por todas las escrituras, les aclaró lo que de Él decían. Jesús Maestro, Profeta, Sacerdote y Señor, salió al encuentro de los dos discípulos para caminar con ellos y hacerse cargo de su realidad, sanar su condición y enviarlos a extender su misión. Jesús le reprocha a los de Emaús su falsa comprensión de los planes de Dios. Mientras ellos piensan en un liberador nacionalista que conduzca a Israel a la cabeza de las naciones, Dios ofrece a su Ungido o Cristo que, como Siervo sufriente de Dios, guía a la humanidad al encuentro con el Padre. En ese Encuentro, el dolor irá desapareciendo poco a poco, cuando vean los discípulos con más claridad, que el sufrimiento y la cruz no son signos de un fracasado, sino los instrumentos divinos de la redención.

MOMENTO DE SILENCIO: (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

¿Sentimos como creyentes la experiencia de un Cristo que siempre sale a encontrarnos para hacerse cargo de nuestra realidad, sanar nuestra condición y enviarnos a extender su misión? ¿Hasta dónde hemos entendido los Planes de Dios?

CANTO:___________________________

LECTOR 5.- A la enseñanza que explica el sentido de la vida de Jesús sigue el gesto sacramental que alimenta la adhesión vital a él. Aún los ojos de los de Emaús están cegados y no reconocen en el peregrino al Mesías, al «profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo», al «libertador de Israel». La mesa preparada por el anuncio de la Palabra y el pan bendecido, partido y compartido configuran el momento sacramental que lleva a plenitud el encuentro con Jesucristo vivo. Sólo «entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron». Aquella cena de los de Emaús con Jesús, Lucas la llama «fracción del pan». Mientras que por las palabras de Jesús, que les llegan “al corazón”, reconocen que lo sucedido al Nazareno es la voluntad de Dios consignada en la Escritura , por la participación en la fracción del pan abren “los ojos” y reconocen que el Nazareno, que murió en la cruz «hace tres días», ha resucitado. Aquellos corazones obstinados y ojos incapacitados para reconocer al Resucitado que camina con ellos son iluminados con el Pan de la Palabra y del Cuerpo de Cristo, haciendo posible el conocimiento del misterio divino revelado. Los dones de Cristo, Palabra y Cuerpo, son los dones escatológicos del nuevo pueblo de Dios «que mantiene a los que creen» en él, y cuya inmediata consecuencia es el testimonio.

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El camino a Emaús, es retorno a lo cotidiano, a la vida que los discípulos tenían antes de conocer al Señor. Establecerse en Emaús es el fin de la ilusión humana. Refugiarse en Emaús es aceptar el fracaso del plan salvador de Dios, el fin de la utopía divina. En el camino a Emaús ocurrió el encuentro con el Resucitado y el reencanto con su persona y con la misión que les confió. Por eso no se quedan los discípulos ahí en Emaús, sino que regresan a Jerusalén, la ciudad donde los espera el poder de lo alto y la comunidad apostólica que confiesa a su Señor. Aquí, en Jerusalén, aquilatarán con los apóstoles su experiencia del Resucitado. Desde aquí, de Jerusalén, saldrán esta vez a anunciar a todas las naciones «la conversión y el perdón de los pecados». En Jerusalén, no en Emaús, se forjan los testigos de aquel «que vino a dar su vida en rescate por todos», escuchando al Señor no abandonándolo se generan los heraldos de la Buena Nueva.

El camino de Galilea a Jerusalén es la senda del discipulado, de quien sigue a Jesús para estar con él y aprender de él. El camino de Jerusalén a Emaús es la ruta interior del desencanto, del miedo, de la incomprensión y del abandono del seguimiento. El regreso de Emaús a Jerusalén es la senda de la escucha de la Palabra y de la fracción del pan para reconocer al Resucitado y vivir en comunión con él. El camino de Jerusalén hasta los extremos de la tierra es la senda del misionero, es decir, del Espíritu que suscita testigos del Señor resucitaDO..

MOMENTO DE SILENCIO: (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

Quizá muchos, hayamos tomado el camino a Emaús, que es retorno a lo cotidiano, a la vida ensangrentada por la violencia... quizá ya ni nos den ganas de rezar... quizá pensemos que Dios se ha encerrado en su cielo y ya no quiere cuidarnos... Pero, también quizá, sintamos que REGRESAMOS DE EMAÚS A JERUSALÉN para reconocer a Jesús y vivir en comunión con él. Para ello, necesitamos estar con Jesús y aprender de él: ¿Qué tan intensa es mi actitud de oración?)

CANTO:_______________________________

LECTOR 6.- Los “caminos” por donde transita el discípulo se convierten así en itinerarios que conducen de la falta de fe y de la desesperanza al reconocimiento de Jesucristo vivo y a su anuncio gozoso. El encuentro con los de Emaús revela la pedagogía de Jesús, «maestro bueno», que va, con paciencia, conduciendo a sus desanimados y miedosos discípulos... La pedagogía de Jesús Maestro parte por hacerse cargo de la realidad del otro acogiendo sus esperanzas y tragedias; luego lo anima a contarla para poder sanarla.

MOMENTO DE SILENCIO: (El lector hace silencio y luego continúa leyendo)

¿Sentimos en verdad que Jesús se hace cargo de mi vida, de mis sufrimientos y miedos? ¿Siento la necesidad de contarle a Jesús lo que hasta ahorita me aflige en mi manera de estar viviendo?

LECTOR 7.- Y aquellos dos discípulos, hicieron algo notable: a Aquel Forastero que "no sabía nada” de las cosas que habían acontecido en Jerusalén, a aquel forastero que los había reprendido y les

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leyó las escrituras en el camino, le dijeron: ¡Quédate! Quédate, porque... "porque el día ya declinó”. Forastero, quédate porque tus palabras nos han hecho mucho bien!; quédate porque estábamos a oscuras... pero ahora brilla la luz!; quédate porque estábamos tristes... pero ahora tenemos gozo!; quédate porque estábamos fríos como piedras... pero ahora el amor de Dios nos quema adentro!. ¡Quédate!... porque necesitamos tu luz y tu calor, porque necesitamos tu alegría Señor. Juan Pablo II oraba así: “Quédate para iluminar nuestras dudas y temores. Quédate para que fortifiquemos nuestra luz con la tuya. Quédate para ayudarnos a ser solidarios y generosos. Quédate para que en un mundo con poca fe y esperanza, nos alentemos los unos a los otros y sembremos fe y esperanza. Quédate, para que también nosotros aprendamos de Ti a ser luz para los demás” Y Jesús se quedó, y se sentó a la mesa con ellos y por primera vez en aquel grandioso día, pudieron los dos discípulos, ver los ojos de aquel forastero y contemplaron su rostro y miraron como les partía el pan, y entonces: ¡Le conocieron! El signo que les abrió los ojos a aquellos discípulos, no fue simplemente el gesto sencillo del partir el pan, sino sobre todo la plegaria de bendición que acompañaba el gesto y le daba sentido. Nos parece muy importante constatar cómo la falta de fe en la resurrección rompe con la comunidad; pero, también cómo el reconocer a Jesús en la fracción del pan suscita la imperiosa necesidad de retornar a ella y contar a los hermanos todo lo ocurrido en el camino.

¿Reconocemos a Jesús Resucitado, caminando con nosotros como un compañero que nos habla al corazón? ¿Qué riqueza nos proporciona esta experiencia? Nuestros desalientos, ¿qué tanto nos apartan y distancian de la comunidad? ¿Nuestros católicos, reconocen al Señor en la fracción del pan, o sus ojos están ciegos? ¿En qué situaciones le reconocen fácilmente y en cuáles con dificultad?

CANTO EUCARÍSTICO________________________________

TODOS: Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús: ¡Quédate con nosotros! Tú, Divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien. Bendice a los trabajos que hacemos en bien de los niños, los jóvenes, de los ancianos y particularmente a favor de los enfermos. Bendice a los Sacerdotes de nuestro Decanato 14 “San Francisco de Asís”, a los Consagrados y a todos los laicos que se desgastan por extender tu Palabra. En la Eucaristía, te has hecho “remedio de inmortalidad”: danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta sin fin. ¡Quédate con nosotros Señor! ¡Quédate con nosotros! ¡Amén!

CONCLUSIÓN.- Ha llegado el momento de despedirnos. Alentados por Cristo resucitado, venzamos todo miedo y sospecha, y abramos confiados los ojos a la esperanza. Como los discípulos de Emaús, aprendamos a dialogar para descubrir juntos la verdad, y entusiasmémonos con la esperanza de

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una REALIDAD NUEVA que está por venir... Tengamos la capacidad de fundamentar nuestra vida cristiana en el diálogo, de la misma manera como lo hizo Jesús con los caminantes de Emaús. Pero advirtamos que no todo intercambio de palabras es diálogo; puede llegar a ser exasperante discusión. Y después de la discusión, los arrebatos de enojos y pleitos.

La discusión es exaltación de las diferencias que hacen imposible el encuentro fraterno. Discutir es una forma de encerrarse; dialogar es una fraterna apertura a los demás que supera todo prejuicio. Para discutir, basta el orgullo, los prejuicios, la soberbia, la vanidad, la capacidad para imponerse con gritos. Quien dialoga a la manera de Jesús, escucha, y guarda silencio, que es una forma de respeto por la persona de los demás.

Debemos transitar dialogando, reconociendo que nuestra sociedad está herida por tantas diferencias... reconozcamos que lastimamos a los demàs con nuestros gritos exagerados sobre todo en el hogar, al que convertimos de santuario de amor, en infierno insufrible.

Con la presencia de Cristo Sacramentado, cada jueves, fortalezcamos nuestra esperanza, volvamos a escuchar de parte de Dios, la invitación a emprender caminos de retorno a la tierra de la promesa, de desandar los pasos equivocados y abandonar toda actitud de desánimo y abatimiento. Hoy podemos comenzar un tiempo nuevo en nuestras familias, en vez de obstinarnos en permanecer sin esperanza atrapados en nuestros desalientos. Quizá después de llevar mucho tiempo de luchas sin victorias, estemos tentados de creer que no hay remedio... igual que los caminantes de Emaús. Este es el momento para mirar hacia lo alto, de dar cabida a la palabra consoladora de Jesús, porque Él siempre cumple sus palabra... Él es fiel.

Reserva del Santísimo:

Canto: Cantemos al Amor de los amores

Cantemos al amor de los amores,cantemos al Señor,Dios está aquí, venid, adoradores, adoremosa Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús,cielos y Tierrabendecid al Señor,honor y gloria a ti,Rey de la Gloria.Amor por siempre a ti,Dios del Amor.

Oración Conclusiva

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S. Nos diste Señor, el pan del cielo.A. Que contiene en sí todo deleite.

S. Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. A. Amén.

AclamacionesBendito sea Dios.Bendito sea su santo nombre.Bendijo sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Bendito sea el nombre de Jesús.Bendito sea su sacratísimo Corazón.Bendita sea su preciosísima Sangre.Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.Bendita sea la gran Madre de Dios, María Santísima.Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.Bendita sea su gloriosa Asunción.Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.Bendito sea San José, su castísimo esposo.Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Canto final:

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