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EL EAST VILLAGE VA AL COLEGIO: HISTORIA, GEOGRAFIA, EDUCACION CIVICA Y ECONOMIA
Walter Robinson
Recuerdo con cariño mi currículum del bachiller, mi introducción a la epistemología institucionalizada universal. Recuerdo aquellas materias, como la bio
logía, que para mí eran sólo cuestión de memoria; aquellas como la química que nunca llegaban a estar claras aunque les dedicases muchísimo estudio; aquellas como la historia que parecían muertas e irrelevantes; y aquellas como el arte que eran fáciles aunque poco satisfactorias. Ahora todo lo que en su día memoricé está olvidado, pero conozco a la perfección esas categorías del conocimiento, esa forma de aprendizaje.
El escenario artístico del East Village tiene también su propia tipología, sus propias divisiones del conocimiento. Este enfoque se desarrolló en respuesta a la estructura de poder predominante del arte vanguardista profesional de todo el mundo. Es precisamente en el East Village, en lo que su historia, geografía, educación cívica y economía revelan, donde nuestra nueva comunidad artística demuestra que no es, como se la ha acusado, «otra versión de lo mismo». Es más bien algo sustancialmente diferente, la única esperanza de progreso para el arte y de futuro en el mundo actual.
LA HISTORIA AUSENTE
El escenario artístico del East Village se ha perfilado tantas veces que la mayoría de la gente está cansada del tema; el East Village no necesita otra «historia». Los artículos, las crónicas, los informes y los resúmenes proliferan como conejos, como en una típica parodia del East Village sobre la fecundidad crítica. Esta exuberancia periodística se ha convertido en parte de la conspiración. La actitud en los salones y puntos de reunión del East Village, en respuesta a los comentarios y la publicidad, ha sido festejar la ridiculez y la banalidad que siempre acompañan a la repetición interminable del mismo mensaje, cualquiera que éste sea.
Al mismo tiempo, se fomenta la corriente crítica. lQuién sabrá quién llevará la aureola en el gran devenir de la historia? Asumiendo, en pri-
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mer lugar, que la historia es algo de lo que se quiere formar parte, particularmente de la historia del arte contemporáneo, se plantea aquí como un juego de persuasión. Tienes que vender algo que nadie quiere, o como en un debate, la táctica adecuada consiste en repetir la misma premisa una y otra vez. Tienes que luchar para poder entrar. La historia se forma en un ruedo público de inevitable compromiso, su derecho a la verdad es destruido por una serie de agentes, conocidos y desconocidos, que van desde el amiguismo hasta la estupidez (el mensaje y la crítica del arte lo han intentado hacer siempre).
Así en el East Village, la historia es la materia más fácil. Tiene múltiples opciones, y varias son las alternativas. Como cualquier otro movimiento del arte de vanguardia, el East Village supone una ruptura con el pasado, no proviene de ningún sitio, surgiendo con todo su esplendor como Artemis de la frente de Júpiter. El East Village es una conspiración del arte mundial ayudada por la publicidad y la prensa, y como tal tiene solamente una prehistoria, la dirección inicial de la trama se borró para siempre de la memoria colectiva. El East Village es simplemente otro síntoma del capitalismo tardío, no una auténtica individualidad con una historia propia. Para el East Village la historia es una mezcla heterogénea. Estudiamos con cuidado el pasado,
Wojnarowicz. «Civilian Wa,fare Sign», 1983.
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Dean Savard.
resumido en una única dimensión, para equipararlo con la unidad del presente. En el East Village, la ignorancia ( en todos los terrenos, no sólo en la historia) es una virtud, algo que acompaña el autodidactismo anti-intelectual e independiente que permite la construcción sin problemas de un mundo libre. Es aquí donde la historia pertenece al futuro, una ficción que construirán los museos, los coleccionistas, los críticos y otros propietarios del diálogo del pasado. Enfrentándonos a tales perspectivas, sólo podemos confiar en su habilidad para construir la historia de forma adecuada si reciben algún estímulo de nuestra parte, una doble inyección de pensamiento positivo. Para el East Village, la historia no es una materia de interés académico; se utiliza para forjar la configuración del presente. La comunidad artística del East Village está aprovechando, más de lo acostumbrado, su propia historia, dibujando su propio linaje, para contarlo con su voz egocéntrica, material y amante de la diversión.
lCuál debería ser nuestra receta del puré del arte del East Village, en función del gusto y la fácil preparación, para que se adaptase al molde de la historia? Construimos un modelo de correspondencia semimística entre prioridad cronológica y competencia estética, un bloque compacto de «cuatro jinetes», un grupo de galerías (Fun, Gracie Mansion, Nature Morte y Civilian Warfare) que fueron las primeras que surgieron y también las que fijaron los cuatro puntos cardinales verosímiles de la estética del East Village. (Esta fórmula se hizo entre Fun y 51X -en realidad la segunda galería que abrió- sobre la base de una similitud estética, pero carecede importancia.) Las galerías que abrieron mástarde (New Math, Piezo Electric, P.P.O.V., Sharpe, Hearn, C.A.B.H., y todas las demás) fueron
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esenciales al lograr que las primeras salieran de la nada, y además trazaron sus propias e individuales líneas estéticas. Este derrotero de lo imaginario tiene como principal presencia organizativa a su época, a sus fechas de nacimiento: la flor y nata de la ecología teórica de su tiempo.
Un importante acto de selección histórica (como Darwin a través de la percepción retrospectiva) fue la nueva creación que Mike Bidlo hizo de la factoría de Warhol, en una celebración ritual de la aventura de los años sesenta, la psicodelia y el amor pop. Este acontecimiento se disfrazó de fiesta, pero fue una declaración de lealtad, una reunión de energía, un ejemplo de paternidad, y una vez más, una animación del pasado que sirve de doctrina y sacramento del presente. Algo que uno cree a ciegas.
LA GEOGRAFIA, SIEMPRE PRESENTE
La auténtica clave de los secretos del escenario artístico del East Village está en la geografía. Otros movimientos artísticos han tenido su propia geografía (earthworks* o graffiti, por ejemplo) pero sin embargo se mantenían esquivos; al ser difíciles de encontrar eran en realidad priva-
Mark Kostabi. «Bed of Nails», 1983.
* Denominación, empleada en los EE.UU., que puedeabarcar tanto a lo que en Europa denominaremos arte «pavera» como al denominado «land-art» en la misma América. El nombre fue vulgarizado por la exposición que tuvolugar en octubre de 1968 en la Galería Dwan de Nueva Yorkcon el título señalado.
-----�,�-----dos y privilegiados. El East Village, por el contrario, es innegablemente concreto, con sus bloques urbanísticos y toda la vida que hay en ellos; un lugar a donde uno puede ir, condición ésta que, a propósito, proporciona dos señas de identidad al escenario artístico del barrio: localismo y autenticidad.
La geografía ofrece al observador algo concreto de qué hablar, algo que no es bohemio ni abstracto, algo que ningún otro movimiento del arte contemporáneo quiere. La vanguardia profesional es universal, libre, internacional y esotérica. En contraposición el East Village es mundano. Está constituido por el emplazamiento de sus galerías: un lugar de mercado. Está constituido por sus clubes y sus bares: vida social. Un marchante ya apuntó el principal defecto del East Village: es demasiado divertido.
Esta fantástica elección de un barrio entero, incluyendo su cocina ( como ya señaló en un artículo un crítico hambriento), dio lugar a toda clase de protestas. La geografía son bienes raíces, cuyos intereses dirigen Nueva York. Una vez más, la ontología del East Village refleja con precisión la realidad política, social y económica del barrio. El escenario artístico convirtió un barrio bajo en un negocio, transformó un ghetto en Xanadú, y vinculó los debates sobre el desarrollo del barrio con las discusiones sobre asuntos estéticos. Hizo que la típica controversia de la estética del arte mundial pareciese una dis-
Speculators Out.
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cusión acerca del color del nuevo traje del Emperador.
Desafiando la enorme capacidad de aceptación del arte mundial, el escenario artístico del East Village sustituyó el acostumbrado cambio de estilo por el nombre de su geografía. Esta sustitución fue muy útil. Un barrio es un lugar grande -todo lo que allí ocurre pasa a formar parte de él-, un modelo inspirado por la ilimitada ansia de novedad del propio arte. Más tarde, el East Village abarca tanto que ya no especifica nada. La sustitución de estilo por geografía alejó la imagen de la realidad, el producto del espíritu, en una parodia de los convencionalismos del arte mundial. El East Village ofrece amor pero vende una ilusión. Puesto que la geografía reemplaza al estilo, la xenofobia se convierte en la pauta de juicio crítico. El arte de fuera del barrio no es ni bueno ni malo, simplemente no existe. «iNo tengo noticias al respecto!», esta frase lo explica todo aquí. La innata hipocresía de la crítica se deshace con la geografía. Pasa a ser justa, sin valor, directa y totalmente arbitraria.
EDUCACION CIVICA: LA ESFERA SOCIAL
En las revistas de arte contemporáneo, reflejo de la industria artística, el más olvidado de sus fundamentos es con seguridad lo que en mi instituto estaría incluido en la materia de educación cívica: la dirección organizada y públicamente determinada de la vida social. El aspecto cívico del panorama artístico del East Village -su realidad como comunidad, estrato social, grupo de marchantes profesionales, conspiración de mercado, generación, punto de reunión de pandillas, «vanguardia»- es de una importancia poco común. En realidad, fue un bar estrecho y viejo, al que con acierto llamaron Limbo Lounge, cuyas primeras series de espectáculos de una noche tejieron los cabos sueltos de la lana artística del East Village, creando una estética colcha de renombre internacional. Así, accidentalmente, prosperó la teoría de que el arte tiene mejor aspecto si se ve desde la barra de un bar.
Cuando el arte universal del East Village se creó a sí mismo, lo hizo como mero grupo, con sus salidas a los clubes, excursiones y fiestas nocturnas. La vida social se convirtió en parte esencial de la imagen pública y de la estructura interna del East Village, y reunió a la comunidad artística en su propio club de fans. La importancia concedida a la lealtad social tiene sus raíces en los populares grupos de artistas «alternativos» de los años 70. Desarrollada durante los años del gobierno de Carter, en los debates entre populistas y elitistas que enfurecieron a los ministerios de cultura gubernamentales, la vida en comuna se convirtió, entre los jóvenes artistas ambiciosos de la segunda mitad de los 70, en el movimiento de «el espacio anti-alternativo».
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Ahora no es más que una onda en la superficie de la conciencia del arte contemporáneo, pero en realidad marcó la culminación de una década de subvenciones gubernamentales concedidas a la vanguardia; los espacios anti-alternativos no eran más que empresas colectivas. Aunque surgieron simplemente para disfrutar de las recompensas de la interacción de grupo y del dinero fácil del gobierno, estos aventureros del arte mundial trabajaron en colaboraciones que fueron sumamente fructíferas. Sin embargo no sería exagerado decir que el arte mundial se opuso con severidad a su éxito. Estos jóvenes artistas que rechazaban el limpio mercantilismo de las galerías que hacían dinero, montaron exposiciones en espacios antiestéticos, provisionales; con mucho éxito, ya que ningún coleccionista compró las obras. Estos artistas rechazaron la fastuosidad del genio implícita en el programa anual de expositores de «últimas obras» de los maestros reconocidos, y montaron en su lugar masivas exposiciones que tenían la apariencia de salón; otro éxito, ya que ningún crítico se ocuparía de tan caótico e hipersaturado contexto. Rechazaron el pretexto estético de los <�uicios de calidad» que eximía a los museos de la complicidad del amiguismo y el mercado artístico, abriendo sus exposiciones a todo el mundo; otro nuevo éxito, ya que los directores de los museos los excluían de sus exposiciones. Este es el precio implícito por beneficiarse de las subvenciones del gobierno. Esto es a lo que se refieren los marchantes del East Village cuando dicen que están cansados de rellenar solicitudes de subvenciones. El fracaso del movimiento del espacio anti-alternativo -como un perro faldero, ladrador y poco mordedor- dio paso directo a la mentalidad empresarial. La solución, que llegó a través de la aplicación dialéctica de la teoría crítica a la práctica diaria de la creación artística, dio lugar poco a poco a la apertura de pequeñas galerías comerciales en el barrio. Los jóvenes artistas compararon los mandatos teóricos con las lecciones de la práctica y descubrieron la síntesis, nuevas directrices y oportunidades, nuevas tácticas y estratagemas.
EL MERCADO DIRIGE EL MUNDO
En el arte mundial, la economía es una materia a la que se le concede poca importancia. Pero el aislamiento temporal de la realidad del mercado, su tremendo poder y su inequívoca autoridad no pueden continuar siempre. Una vez más, en el East Village, se produce una sustitución: el valor estético por el valor de mercado. El enorme cambio que supuso el paso de no lucrativo a comercial por parte de los jóvenes vanguardistas es una perspicaz reacción ante la actual condición del arte de hoy.
El artista que trabaja sabe que el dinero toma decisiones que pesan. Para entrar en el ruedo público, en la historia, para distinguirse, el arte
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Peter Schuyjf. «Son of Cooli>, 1984.
debe tener una realidad económica. La vanguardia no es una vocación mística, es una profesión con sus leyes como cualquier otra. Si la galería es tan importante como contexto, como tantísimas veces se ha repetido durante los años sesenta y setenta, no se puede negar su papel como lugar de mercado, como tienda, y por lo tanto no debería ser ignorada u ocultada como tal. La mayor parte del arte del East Village se forja para el mercado, y su proceso de producción se diseña de forma que sea simple y rápido. El Minimalismo valorizaba las técnicas del capitalismo; eran dueños de la firma, del diseño y de los contactos con los marchantes y los clientes. Su antiguo aislamiento del mercantilismo los sumió, en cambio, en el más profundo alcance de la mano invisible del mercado. Ahora, veinte años más tarde, la mayor parte del arte del East Village habla de la valorización de la rapidez y la facilidad de la ejecución; las líneas deben ser rápidas, las formas pronunciadas; se debe mostrar seguridad. Los requisitos del mercado contienen los valores estéticos. La estrategia no es negar el mercado o lamentar su influencia, sino admitirlo, imitarlo, celebrarlo, sumergirse en él. El mercado solo disfraza otras necesidades. Estas sólo se pueden descubrir por medio de una acción precipitada a la sombra del pro- epío mercantilismo. Pero eso es ya el tema de otro artículo.