6
La miranda DIARIO de IBIZA VIERNES, 6 DE NOVIEMBRE DE 2009 | 31 PÁGINAS DE CULTURA Nº 76 35 LA ÚLTIMA NOVELA DE ROBERTSON DAVIES | 36 TURNO DE PALABRAS: CARLES FABREGAT [email protected] - blog.diariodeibiza.es/lamiranda Chico Bialas, imágenes con carácter Desde hace nueve años, Chico Bialas, uno de los fotógrafos de moda de mayor prestigio, vive en una casa de Sant Mateu con am- plias vistas al mundo rural ibicenco. Fotógrafo de la sofisticación y del lujo, busca siempre la personalidad femenina, su carácter más rotundo. Ha retratado a algunas de las modelos más importantes, desde Monica Bellucci a Laetitia Casta, Helena Christen- sen o Naomi Campbell. Acaba de celebrar una exposición retrospectiva en París y Barcelona y ha publicado un libro, ‘Don’t mo- ve’, con una selección de sus mejores retratos de moda, así como imágenes de su proyecto más personal, ‘Picture diary’. Páginas 32 y 33 El fotógrafo alemán Chico Bialas vive en Eivissa desde el año 2000, aunque ya era un asiduo visitante desde 1975 J. A. RIERA

IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

La mirandaDIARIO de IBIZA VIERNES, 6 DE NOVIEMBRE DE 2009 | 31

PÁGINAS DE CULTURA Nº 76

35 LA ÚLTIMA NOVELA DE ROBERTSON DAVIES | 36 TURNO DE PALABRAS: CARLES FABREGAT

[email protected] - blog.diariodeibiza.es/lamiranda

Chico Bialas, imágenes con carácterDesde hace nueve años, Chico Bialas, uno de los fotógrafos de moda de mayor prestigio, vive en una casa de Sant Mateu con am-plias vistas al mundo rural ibicenco. Fotógrafo de la sofisticación y del lujo, busca siempre la personalidad femenina, su caráctermás rotundo. Ha retratado a algunas de las modelos más importantes, desde Monica Bellucci a Laetitia Casta, Helena Christen-sen o Naomi Campbell. Acaba de celebrar una exposición retrospectiva en París y Barcelona y ha publicado un libro, ‘Don’t mo-ve’, con una selección de sus mejores retratos de moda, así como imágenes de su proyecto más personal, ‘Picture diary’.

Páginas 32 y 33

El fotógrafo alemán Chico Bialas vive en Eivissa desde el año 2000, aunque ya era un asiduo visitante desde 1975 J. A. RIERA

Page 2: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

Nacido en Alemania y formado en la Aca-demia de Artes de Stuttgart, Chico Bialas esuno de los fotógrafos de moda más recono-cidos internacionalmente desde que en 1982se instaló en París. Ha retratado a modeloscomo Monica Bellucci, Helena Christensen,Naomi Campbell y Laetitia Casta para lasrevistas ‘Elle’, ‘Marie Claire’ y ‘Vogue’, en-tre otras. La galería parisina Thierry Mar-chand le ha dedicado recientemente una ex-posición retrospectiva con la publicación deun libro. Esta misma exposición ha podidoverse también en Barcelona entre el 16 deseptiembre y el 26 de octubre. Desde el año2000 vive en una casa en el campo, en SantMateu. Está casado con la pintora LindeBialas, que es también la directora artísticade sus trabajos fotográficos.—Viene de clausurar una exposición en Bar-celona, en una nueva galería dedicada sobretodo a la fotografía contemporánea, la Gale-ría Tagomago.—Sí, conocía a los dueños de la joven gale-ría. Hace algún tiempo me habían propuestoexponer allí y yo les pedí que esperáramosa mi exposición retrospectiva en París parallevarla después a Barcelona. No había ex-puesto en Barcelona desde hacía diez años.Recuerdo que entonces expuse en una gale-ría del Born, una muestra dedicada íntegra-mente a mis fotos de Monica Bellucci.—En los últimos años ha sumado premios,homenajes y retrospectivas... Pero, ¿cómofueron sus inicios en el mundo de la foto-grafía?—En Stuttgart estudié en la Academia de lasArtes. Allí conocí a mi mujer, a Linde, y des-de entonces formamos también un equipoprofesional, ella como directora artística yyo como fotógrafo. Ahora hay más equiposasí, pero entonces no era habitual. De allínos fuimos a Hamburgo. Entonces no ha-

bía muchas revistas de moda en Alemania,así que también hacíamos publicidad. En1982 nos fuimos a París.—Su salto a París está entonces relacionadodirectamente con la moda.—Nos gustaba más la fotografía de moda,para revistas, que la publicidad. Así que de-cidimos irnos a París, que era el centro ab-soluto de las revistas de moda.—-¿Cómo es el mundo de la moda por den-tro?—Es un mundo un poco loco ahora. No loera tanto antes.—¿Cómo se consigue sobrevivir tantos añosen ese mundo un poco irreal, tan alejado dela vida cotidiana de la mayoría de las perso-nas?—Es muy interesante esta pregunta porqueprecisamente ha sido también, en parte,nuestro problema. Por este motivo siemprehemos hecho otras cosas, como publicidad.De todas formas, mis fotos siempre buscancontar una historia que el público debe ima-ginar. No me conformo con retratar la be-lleza. Lo más importante para mí es obser-var la vida en las calles. En este sentido, Pa-rís es fantástico, en sus calles siempre ocu-rren cosas increíbles. Hay muchas historiasque contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a unamodelo busco siempre algo más que su be-lleza, trato de implicarla en una secuencia,en una historia.—Por esta razón no le gusta tanto fotogra-fiar en estudios, prefiere la calle.—Efectivamente, me gusta llevar a las mo-delos a la calle, o a la playa, a cualquier lu-gar abierto donde puedan expresarse de unmodo más natural y, sobre todo, puedanmoverse. El movimiento es muy importan-te en mi fotografía.—-¿Qué le interesa destacar de las modelosque retrata?

VICENTE VALERO

«Mis fotos siempre buscan contar una historia»

DIARIO de IBIZA

Chico Bialas en su casa de Sant Mateu J. A. RIERA

ENTREVISTA

Viernes, 6 de noviembre de 2009 | La miranda

32

Las modelos Tara Abate y Laetitia Casta. Y dos imágenes del proyecto ‘Picture diary’ CHICO BIALAS

Chico BialasFOT Ó G RA FO

Page 3: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

DIARIO de IBIZA

33ENTREVISTA

La miranda | Viernes, 6 de noviembre de 2009

—Su personalidad femenina en primer lu-gar. Por eso me gusta más fotografiar a mu-jeres que a chicas demasiado jóvenes. Ydespués busco siempre el humor, intentocrear un ambiente distendido y alegre parafotografiar, para que este humor se trans-mita también en las fotografías. Me gustaretratar una belleza que transmita tambiénalegría de vivir, para nosotros es muy im-portante. —Pero además, por lo que vemos, hay un tipode mujer que le gusta más.—Sí, por supuesto, me gusta la personali-dad femenina del sur, tiene más carácter.Tiene más expresión.—Y Mónica Bellucci sería el paradigma deesta belleza mediterránea...—Ella es napolitana. Trabajar con ella esuna maravilla. Tiene un gran sentido del hu-mor. La primera vez que trabajé con ella fueen Milán, en los años 90.—-¿Posar también es un arte?—Sí, claro, una chica puede ser la más gua-pa del mundo y, sin embargo, si no sabemoverse, resulta imposible. Me ha ocurri-do alguna vez.

—Pero el fotógrafo tendrá algún secreto,para conseguirlo...—Crear un ambiente de confianza sobretodo, alegre y distendido. No tengo otro se-creto.—Otro proyecto diferente, paralelo a su tra-bajo en la moda, es 'Picture diary'.—En mi bolsa de viaje llevo siempre una pe-queña cámara con la que hago fotografíasde cosas que observo, que me llaman laatención, en cualquier lugar, en la habita-ción de un hotel, en un aeropuerto, en la ca-lle... Es un proyecto diferente a lo que hagohabitualmente y con el que busco la belle-

za espontánea de las cosas con las que meencuentro, casi siempre objetos que no me-recerían ser fotografiados. También en es-tas fotos busco historias. Si cierras los ojos,puedes imaginar qué ocurre, puedes imagi-nar una historia dentro de cada una de lasfotografías.—-Usted apenas ha utilizado la fotografía di-gital.—Muy poco, recientemente hemos hechoun trabajo para Cartier con digital, perosiempre he trabajado con fotografía analó-gica, clásica. La verdad es que el digital nome gusta tanto, no existe un blanco y negro

tan perfecto, por ejemplo, como con pola-roid. La textura y los colores eran mejorestambién, las fotos conseguían tener una tra-ma diferente... Todo esto se ha acabado.—Pero con el digital todo el mundo parecehaberse convertido en fotógrafo.—Sí, en fotógrafos muy malos... Y además,hay que decir que las fotografías familiaresno resistirán tanto tiempo como las que hi-cieron sus padres o abuelos. Una lástima.—-¿Cómo empezó su relación con Ibiza?—Llegamos en el 75, de vacaciones. La ver-dad es que ya por entonces Ibiza tenía unpoco de mala fama y, al principio, no pen-sábamos venir. Pero encontramos una casapara alquilar, en San Carlos, y nos enamo-ramos el primer día. No dejamos de veniren los veranos y desde el 2000 vivimos per-manentemente aquí.—Y también ha fotografiado la isla.—Sí, su mundo rural, sobre todo, en el queyo vivo. Desde la fotografía, siempre he vis-to este mundo rural un poco oscuro, negro.Es de una mediterrainedad cerrada, comosus casas por dentro, pero de una bellezamuy especial y diferente.

Monica Bellucci se convirtió en los años 90 en una de sus modelos más retratadas CHICO BIALAS

Me gusta llevar a las modelos a la calleo a la playa, a cualquier lugar abiertodonde puedan expresarse de un modomás natural y, sobre todo, puedanmoverse. El movimiento es muyimportante en mi fotografía»

«

Page 4: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

DIARIO de IBIZA

No sé si ya aquella misma noche, pero lo cier-to es que Anne-Marie preguntó, repetidas ve-ces a Paseyro en las cenas de aquellos mesespor los planes de vacaciones para el verano quese iba acercando. Ricardo, como podía, esca-bullía la respuesta y yo, abochornado, me pe-trificaba y contenía la respiración... Durantecasi medio año, casi cada vez que les visitaba,llevaba yo conmigo faxes, comunicaciones einstrucciones de la compañía de navegación,información que pasaba a Paseyro con todo eldescaro del mundo, sin decir nada, cuandoAnne-Marie se ausentaba un segundo del sa-loncito. Finalmente, no más de quince días an-tes de la partida del carguero, el Speybank, dela compañía Bank Line y bandera británica,recibí toda la información precisa acerca delviaje, incluyendo el consejo de que el viajerodebería ir provisto de esmoquin, puesto que elcapitán del carguero, capitán Campbell, solíainvitar a cenar a los viajeros al comedor de ofi-ciales y que allí no se podía entrar más que ata-viado de esa guisa, algo, sin duda, muy britá-nico, aún hoy en día.

Tenía que hacer llegar toda esa informacióna Paseyro, así que, otro lunes (casi siempre ce-naba en casa de los Paseyro los domingos; perorecuerdo que estas dos veces lo hice un lunes,después de trabajar), me encaminé a la rueAmelot. Ricardo me pasó a la terracita de susalón, sobre el frondoso jardín del patio inte-rior, y allí, casi cuchicheando, le di detalles dehorarios, los papeles que me remitieron por co-rreo electrónico, etc.; Anne-Marie, ajena, ulti-maba la cena de excelente cocinera que es. Devez, en cuando nos preguntaba algo y Ricar-do se ponía en pie y, con ese gesto tan propiosuyo de tener las rodillas semiflexionadas y laspiernas muy abiertas, se llevaba los brazos a lacintura y gritaba con simpático desparpajo:

–Sí, Anne-Marie… Ya estamos terminan-do… Las cuitas de Fernandito ya están casi re-sueltas…

Aquella noche, Anne-Marie insistió muchosobre el tema del mes de agosto:

–¡Este hombre…! Si postergamos más la de-cisión, no vamos a encontrar nada... ¡Todo cos-tará una fortuna…!

Al salir de su casa, como siempre, de ma-drugada, los planes eran que yo acompañaríaa Ricardo a Le Havre, a embarcarse en el Spey-bank aquel 4 de julio: él me invitaba al viajehasta el puerto normando en el que fue cónsulde la República Oriental del Uruguay duran-te varios años y así, de paso, conocería yo elestuario del Sena y la ciudad, la antigua Fran-ciscópolis, construida por orden del gran mo-narca de la salamandra, el amigo de Leonar-do Da Vinci.

Apenas unos días más tarde, una semanaantes de su partida, Ricardo Paseyro no pudopor más tiempo guardar su gran secreto y se loreveló a su mujer. Contra todo pronóstico delpoeta, Anne-Marie no se enojó en absoluto y,finalmente, fue ella misma quien acompañó aRicardo a embarcarse en el carguero de ma-rras rumbo al Caribe y Panamá, primeras es-calas de tan sui generis vuelta al mundo, y an-tes de partir al Midi francés para pasar con unade sus hijas aquel extraño verano.

¡Todas las noches solo con el mar!¡Todas las noches solo con el cielo!Me voy conmigo mismo: empieza el viaje.Rodando en torno de la Tierra enterael mar cierra las puertas de las horas:contaré las estrellas, no los días,

reñiré con la furia de los vientosy hasta mis huesos entrará la lluvia;reposaré mi cuerpo en las bonanzasy el sol ardiente secará mis lágrimascuando me dañe la melancolía.

Así comenzaba Ricardo Paseyro su ansiadavuelta al mundo. De aquel viaje, Ricardo tra-jo consigo decenas de tarjetas postales, más-caras aborígenes de Nueva Guinea y Papúa,conchas de animales marinos, libros exóticos,mil anécdotas, las noches estrelladas del he-misferio Sur y los poemas de su maravilloso li-bro ‘El mar’, aparte de un cierto vértigo que

contrajo de tantos meses en el mar y que le per-siguió, con mayor o menor intensidad, duran-te casi diez años y más de diez neurólogos.

(«La cojera me impide olvidarme de Ma-llorca y ahora esto, para tener que recordarsiempre mi vuelta al mundo…: ¡qué fastidiotener que acordarse uno de estas cosas, estasobligaciones…!»). Ricardo Paseyro ilustró mu-chas cenas con todos los recuerdos y expe-riencias de tan particular viaje, y Anne-Mariey yo le escuchamos embelesados y reímos conél a mandíbula batiente. Una vez publicado ellibro, además, nos deleitamos con su poesíasobre y en ‘El mar’.

A mí me dedicó uno de aquellos poemas ma-rinos, titulado ‘Identidad’:

Puedo escrutar el cielo como el águila.Puedo velar dormido haciendo el búho.Cuando nado en el mar siento la salque me pica la piel, y soy delfín.Me desparranco al sol, feliz lagarto,y luego busco un hueco entre las sombras.Si deslizo, las piedras incisivasme desgarran la carne de serpiente.¡Hay tantas bestias juntas en mi cuerpo!No he de morirme a solas, cual quería.

Una noche del invierno siguiente, en tornolos tres de una bandeja de excelentes quesos ytras descorchar nuestra tercera botella de tin-to bordelés, Anne-Marie, a suerte de descargopor mi participación en la conspiración delSpeybank, me dijo:

–Oye, Fernando… Este verano me gustaríairme yo unos días a la playa, sola, a descansarde Ricardo y he pensado que me podrías re-comendar algún sitio en Ibiza, ¿no?

Obviamente, me apliqué en la tarea y reco-mendé a Anne-Marie un lugar tranquilo, ba-ñado por aguas traídas en el primer envío quesalió del Paraíso, fina arena de color hueso, y

pescadores que salen con sus artes tradiciona-les y surten al lugar con los más deliciosos pe-ces del Mediterráneo: Anne-Marie Superviellepasó unos días inolvidables en Can Rafalet yalquiló una bicicleta con la que recorrió, des-de Es Caló, toda Formentera. Siempre que po-día los recordaba, con su particular dicción,remontando y alargando elegantemente laserres:

–¡Qué aguas…! ¡El sol…! ¡Qué tranquili-dad para leer…! Y… ¡sin Ricardo…! ¡Québuena recomendación me diste, querido…!¡Ojalá pueda volver…!

Todos reíamos el comentario, siempre amandíbula batiente… Bueno: Ricardo lo reíaun poco menos…: primero, porque uno nun-ca es consciente de lo particular de su caráctery convivencia; y, segundo, porque el Speybankno pasó por aquellas aguas en su vuelta al mun-do…

Entonces, Anne-Marie personificaba enaquella ensenada del Mediterráneo las pala-bras escritas por su marido camino del canalde Panamá:

El mar se aparta y vuelve, codicioso,y cuanto más huimos, más nos tientacon aromas y cantos de sirenas.

El pasado mes de Febrero, tan frío, el inol-vidable Ricardo Paseyro, murió en París sinhaber podido repetir su sueño tantas veces ma-nifestado: volver a dar la vuelta al mundo enbarco. Lo dejó escrito y también dejó escritoel porqué de este deseo suyo en otro poema de‘El mar’, el titulado ‘Lentitud’:

Aquí nadie me corre:ni el fantasma del tiempo que perdíni el espectro del tiempo venidero;aquí todo se amaina, y se detieneel momento de amar o de morir.

FERNANDO DE CASTRO SOUBRIET

«De aquel viaje, Ricardotrajo consigo decenas de tarjetas postales,máscaras aborígenes de Nueva Guinea y Papúa,conchas de animalesmarinos»

«Anne-Marie Superviellepasó unos díasinolvidables en CanRafalet y alquiló unabicicleta con la querecorrió todaFormentera»

Ricardo Paseyro y el mar (II)

Ricardo Paseyro en Ibiza, años 50, en una fotografía de Josep Maria Subirà J. M. SUBIRÀ

En su libro de poemas ‘El mar’ Ricardo Paseyro recogió sus experiencias viajeras por el mundo

LITERATURA

Viernes, 6 de noviembre de 2009 | La miranda

34

Page 5: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

’La lira de Orfeo’ es una novela protagoni-zada por eruditos, y la trama principal es lacomposición y puesta en escena de una óperaromántica inconclusa. ¿Siguen aquí? Pues se-pan que, simultáneamente, también es una lec-tura apasionante que nos agarra por las sola-pas para no soltarnos jamás. Reímos en vozalta (sí, sí, «eruditos» y «ópera», pero reímosen voz alta), galopamos sobre sus desbordan-tes diálogos y, cuando acabamos el libro, en-seguida nos preguntamos si seguirán tradu-ciendo al autor.

El «autor» es Robertson Davies, claro. No puedo ceñirme a un discurso crítico con-

tenido cuando trato libros de este canadiense:Davies me entusiasma. No me atrevo a esta-blecer cuál es su verdadera estatura en la grancompetición de los genios universales: Tho-mas Mann es más grande que él, claro; Kafkaes más profético y define mejor su siglo, porsupuesto; algunos decimonónicos, como cier-to Dickens, son tal vez aún más entretenidos;Pynchon o Joyce llevan más al extremo las po-sibilidades técnicas del género, lo admito; yesto sólo son ejemplos, aunque Mann y Dic-kens no están escogidos al azar .

Lo que sí diré es que Davies cuenta con algomuy valioso: gracia. Como el término puedetener varias acepciones, trataré de explicarme.Davies es observador y es alquimista. Sus li-bros están llenos de apuntes psicológicos, so-ciológicos o escatológicos exactísimos, pero almismo tiempo, en sus manos, se convierten enalgo mejor, brillante, entrañable. Davies le dala vuelta a una ocurrencia de Poe. El nortea-mericano escribió de uno de sus personajes que«tenía la costumbre de llamar ‘extraña’ cada

cosa que estuviera más allá de su comprensión,viviendo así entre una legión completa de ex-trañezas». En cambio Davies, que es un magoy un sabio, lo comprende todo, y precisamen-te por ello, vive entre una legión de prodigios.

Hablemos de gracia. Por un lado, estamosante un humorista magistral, que se burla delas convenciones, de las jugarretas que nos haceel tiempo, de la ignorancia (que puede ser anal-fabeta o erudita)... Es antológica, por ejemplo,su parodia de la pedantería modernilla cuan-do, en ‘La lira de Orfeo’, describe la «pelícu-la» ‘After infinity’, sordidez dirigida por un jo-venzuelo universitario que quiere romper conla «linealidad del guión» mostrando un futu-ro postnuclear, en el que los actores (todos ami-gos del realizador, por supuesto) intentan sa-

carse leche de «sus lisas e ineptas tetillas»; enel que aterradores pasos son simulados condos medias cáscaras de coco… En fin, arte yensayo muy cutre, pero hecho con una pasióndisparatada. Además, el final de la película esde lo más sombrío, «acorde con la gran tradi-ción estudiantil de la desesperación».

¡Gran tradición estudiantil de la desespe-ración! ¡Esa genialidad resume mis años uni-versitarios en Barcelona, simulando que mesentía obligado a salvar el mundo! ¡Esas re-vistas que editábamos en fotocopias grapa-das para anunciar que sólo una aristocraciaórfica podría redimir a la humanidad de suderiva actual, el «harakiri econométrico ycognoscitivo» capitalista! ¡O incluso esosmanifestantes de camping-gas que hace unaño se miraron al espejo con orgullo porquehabían acampado en el hall de la facultadexigiendo (como en ‘La vida de Brian’) «in-mediata supresión» del Proceso de Bolonia,sea esto lo que sea con tal de que nos pro-porcione la suficiente desesperación.

Esa «gran tradición estudiantil de la deses-peración» es un hallazgo típico de Davies querevela otro aspecto de esa gracia literaria: elcariño por todas sus criaturas. Puede brome-ar acerca de sus debilidades, flaquezas o ma-

los pasos: pero Davies cree en las personas. Lapiedad en que se basa su escritura la convier-te en un acto moral, por encima de sus tretasfolletinescas, su ironía o sus continuos rama-lazos eruditos. Tal vez eso tenga que ver consu compresión del espíritu que anima la ver-dadera religión. Parece que la lectura de Jungle hizo entender la existencia de arquetipos, laevidencia de que todos habitamos un mito ytenemos un destino. A partir de ahí, Daviesimagina un Dios (vale, o una fuerza inmanen-te, o un qué se yo) «que se hubiese regocijadoy deleitado con su obra». En un gran pasaje,escribe que Dios rió siete veces, creando unmundo de espacio y tiempo en el que los hom-bres disponemos de una sola arma para en-tender qué nos pasa: el alma. Pero al alma hayque escucharla, y el mundo moderno la ha se-pultado.

En ‘La lira de Orfeo’, la ópera que montanlos personajes trata de Arturo, Lanzarote y Gi-nebra: la traición entre seres que se respetan yse quieren. En Davies, no es extraño que al fi-nal los personajes que protagonizan esa ópe-ra y los que la conciben acaben confundién-dose. La novela recupera el sutil juego entrerealidad, ficción y fraude que ya disfrutamosen ‘Lo que arraiga en el hueso’, y la ‘TrilogíaCornishve’, incrementada su excelente galeríade individuos con algunas adquisiciones de ór-dago, como la doctora Gunilla Dahl-Soot o lajoven músico Schnak (que me recuerda, nopuedo evitarlo, a Lisbeth Salander sin el trazogrueso que imponen los fast-books).

Con ‘La lira de Orfeo’, Robertson Daviesha vuelto a apasionarme, y no he querido di-simularlo. Anímense y léanlo, así seguirán tra-duciéndolo. Gracias.

NADAL SUAU

DIARIO de IBIZA

El título original de este libro, ‘Drood’, re-mite a la última novela que Charles Dickensescribió y dejó inconclusa, ‘El misterio de Ed-win Drood’. El tal Drood era un ser de ca-davérico aspecto y voz silbante que el grannovelista vistoriano encontró en un vagón lle-no de moribundos cuando el tren que le trans-portaba a él y a su joven amante descarriló.Era el 9 de junio de 1865.

Dickens, a los 53 años, se hallaba en el cé-nit de su fama como escritor. El encuentrocon Drood tuvo, al parecer y no sólo a juz-gar por la novela mencionada, trascendenciaen los últimos años de la vida del escritor in-glés más leído después de Shakespeare.

Partiendo de este hecho y de la peculiar re-lación entre colegas que unió a Charles conWilkie Collins, el novelista y dramaturgo,Dan Simmons se pone a bucear en las «vi-das» secretas de un hombre contradictorio,genial creador de personajes y de escenas sa-cadas de la realidad y transformadas por sumeticulosa y febril imaginación.

Es un viaje plagado de caminos secunda-rios. Tiene hallazgos y revelaciones intere-santes y también un cierto exceso, pues el au-tor americano, conocido por sus novelas deciencia ficción un tanto góticas, se debate en-tre su interés de escribir un relato de terror yel interés de ilustrar la sorda rivalidad entredos escritores muy diferentes.

Collins y Dickens colaboraron en algunas

obras y vivían en continuo estrés productivo,siempre pensando en su próxima creación li-teraria para mantener el numeroso públicoen que basaban su prestigio. Simmons ofre-ce la voz narrativa a Collins, lo cual es unacierto, pero no deja de tener sus limitacio-nes.

Collins-Salieri está celoso de su amigo, quele trata con condescendencia y a veces conchulería. Quizá por eso nos cuenta la otra

cara del Dickens decente y simpático, defen-sor de la reforma social y de la integridad fa-miliar: su mente morbosa, obsesionada conla muerte y la enfermedad, así como las pa-siones oscuras de los seres humanos.

Lo que es interesante del libro es que ca-racteriza la soledad del escritor, su condiciónde vivir en una no man’s land permanente.Ese vivir al margen de la sociedad de su tiem-po, incluso para un escritor que bailaba che-

ek to cheek con su público, es paradójica enel caso de Dickens, dado que escribía por en-tregas y sus narraciones tenían el maravillo-so aroma del pan recién horneado. Sus lec-tores lo devoraban caliente.

Soledad, sí. Pero en realidad quien estásolo en la novela es Collins: quien escribe esel que se abisma en su propio yo. Los milesde lectores que atisban por encima del hom-bro no cambian este aislamiento, esta com-pleta soledad. Y Dickens en la novela, entanto que personaje, «hace», «vive», sufreo experimenta placer, mientras que su re-tratista, Wilkie Collins, es un hombre apar-tado de la vida.

El espectro Drood mantiene la atmósfe-ra gótica de la novela (con el telón de fon-do de una era victoriana muy visible), quea veces decae porque se debilita con la otralínea narrativa, Dickens y su carácter ego-ísta, altanero, su lucha por la gloria a costade quien sea.

Simmons se agarra a la tesis de que trasel accidente y la aparición de Drood la vidadel creador de ‘Pickwick’ cambió por com-pleto. Pero no logra del todo explicar porqué. Demasiadas páginas.

Tal vez hubiera sido mejor dejar algunascosas sugeridas en vez de abrumar al lector,que va de la fascinación al desmayo, con da-tos de la actividad frenética de este polígra-fo, monstruo de las letras, el «inimitable»Charles Dickens.

JOSÉ LUIS DE JUAN

35LIBROS

La miranda | Viernes, 6 de noviembre de 2009

Y Robertson Davies rió seis veces

El escritor canadiense Robertson Davies

El escritor Charles Dickens

ROBERTSON DAVIES� LIBROS DEL ASTEROIDE, 2009

La lira de OrfeoNovela humorística que gira en tornoa la composición y puesta en escenade una ópera romántica inconclusa

DAN SIMMONS� ROCA, 2009

La soledad de Charles DickensNovela histórica sobre el escritor bri-tánico desde el punto de vista de suamigo y «rival» Wilkie Collins

«Collins-Salieri está celosode su amigo, que le tratacon condescendencia y a veces con chulería.Quizá por eso nos cuenta la otra cara del Dickensdecente y simpático»

Collins versus Dickens

Page 6: IBZ 06 031.qxd:01 miranda 39 - medias.diariodeibiza.es · que contar y yo trato de hacerlo con mi cá-mara. De manera que cuando retrato a una modelo busco siempre algo más que su

Mentre el doctor Bonnín sosté el meu cor en-tre els seus dits tot calibrant-ne l’aparença,aquest motor es converteix en la metàfora ma-teixa d’allò pel que va ser creat: bategar senseun per què. Simplement bategar. I mentre hofa, durant els anys en que es lliuri a la incessantrepetició del sístole/diàstole, algú intentarà do-tar aquest fet d’un sentit concret tot tractantde conferir –amb ajuda de filòsofs i de místics–un significat a la vida que aquest moviment had’anar alimentant.

Una melancòlica processó de passejants re-colzats al passamà, com en un exercici ritualde ballarines ortopèdiques, omple els passa-dissos de Son Dureta en una peculiar accepciódel verb ramblejar. En mig el tràfec de malalts,infermers, metges, auxiliars, zeladors, parentsi visitants, i tot esquivant carros de menjar, es-tris per a mesurar la tensió, cadires de rodes illits amb pacients en trànsit, la santa compan-ya d’operats del cor amb la missió encomana-da de descobrir el màxim de món abastable enuna passejada, es miren els uns als altres sos-pesant les forces, mentre s’adonen que mai ha-guessin cregut trobar-se en aquella circums-tància, a l’esglaó més baix de l’escalafó. Fins itot alguna volta degueren fonyar un hospitalamb la mateixa actitud que aquest visitant queara passa pel seu costat segur d’ell mateix, deles seves forces i de la seva resistència, con-vençut que així serà fins a la fi dels dies.

Els malalts són el revers del somni. La cons-tatació que existeixen la nafra, la decrepitud ila vellesa. Els malalts són la rebotiga de la «so-cietat del benestar», els qui ens mostren el truc:a saber, que no serem joves i bells eternament.Representen el mirall del què voldríem igno-rar, la imatge més pura del «sinistre». Algú aqui recloure. Una germandat universal de dam-nificats en mans de la providència mèdica. Elpont amb la certesa de la mort.

Des d’aquesta finestra, Palma és com unaonada contínua d’edificis a la cresta de la qualvan succeint-s’hi pinacles amb tots els colorsdel blanc. El desequilibri urbanístic del seu ei-xample queda contrarestat en aquest cas perla franja violàcia de la serra que creua l’illa denord a sud, fins a formar un petit altiplà, lestres altures del qual –Cura, Randa i Sant Ho-norat– fan de marc, des de la perspectiva onsom nosaltres, a la magnífica, sòbria, quasi hie-ràtica presència de la Seu. Un poc més enllà hidestaca l’església de Santa Eulària, ara en obres.Però és la llum, sobretot, la que difumina elsdefectes arquitectònics d’aquella part de la ciu-tat –crescuda com una nova formació de cèl·lu-les al voltant de l’irrepetible centre històric–,per agermanar-la amb tantes altres de la con-ca mediterrània, amb la seva badia al davant,com un estany replet de peixos de llom argen-tat que llueixen les seves escates al sol.

És el mateix sol que reverbera sobre la ciu-tat, duent-nos memòria de llunyans miratges iossos nus sota un horitzó calcinat, on hi so-bresurten encara, com un llambreig de calç da-munt el blanc, els llums intermitents de la cen-tral elèctrica de Ca’s Tresorer, que li conferei-xen una qualitat bromosa, susceptible de fer-nos imaginar que un poc més enllà les patru-lles frontereres empaiten «espaldas mojadas»a través les planures polsoses de Sonora.

Part de dins d’aquestes parets, durant lesllargues hores de boira translúcida, es sent eldring d’una campaneta que esquinça el silen-ci de la nit –com un mantra o com el so d’a-lerta davant la imminència d’un escull–, con-nectada amb la pantalla de l’ordinador, per adonar fe que un grapat de cors malmesos però

obstinats no cessen en el seu entestament percontinuar bategant.

Els auxiliars irrompen en les habitacionsamb una força i determinació que no es deu ala voluntat de sobresaltar els malalts, sinó auna mena de conjur per convèncer-se a ells ma-teixos que no han estat abduïts per la zona obs-cura, malgrat estar-hi en contacte permanent.S’exigeixen vigor, empenta, ànim i alegria, ambl’objectiu de desterrar la malenconia que ha es-tat prohibida per decret. Malgrat tot, res nopot contrarestar la ferida narcisista oberta encadascun d’aquells a qui la confessió d’un met-ge ha situat de ple enfront l’abisme: «per quèa mi, Senyor?».

Mentre n’Oriol Bonnín i el seu equip ten-deixen ponts en el no res obsedits en realitzarel millor possible allò que saben: preservar ba-tecs i anar composant amb cadascun dels sonsla seva particular simfonia de cadències, exèr-cits al servei de multinacionals de l’armamentarrasen països i territoris per pura geoestratè-gia o per mer mercantilisme. La sang vessa pelscarrers i extraradis de ciutats convertides enrunes palpitants, mentre el meu pit, obert debat a bat, rep tot allò que poden juntes tecno-

logia i saviesa, per practicar-hi canals quem’hauran de trasviar altre cop la vida, allà onl’havia anat tornant eixorca la sequera.

Hi ha gent l’ocupació de la qual consisteixen millorar la vida dels altres sense fer-se pre-guntes (sobre sexe, raça, creences, situació eco-nòmica, ideologia, estat o filiació), i a l’horan’hi ha que tampoc miren prim a propòsit deles característiques dels seus congèneres, quanes tracta d’aprofitar-se’n el millor possible enbenefici propi. Ingressen en partits polítics pen-sant en el color de la tapisseria del cotxe ofi-cial, creen constructores que edifiquen ruscosen terrenys re-qualificats i en divideixen elguany en tres parts: la pròpia butxaca, la depolític re-qualificador i els comptes en B delpartit de torn.

N’hi ha qui no dubten en utilitzar els sím-bols més «sagrats» que representen tot un po-ble, les infraestructures socials més necessàrieso, si cal, la visita del Papa de Roma, per tal deveure reflectit el seu propi perfil al mirall, real-çat amb un Rólex de pedreria o una camisa dedisseny. Menteixen, prevariquen, escarneixeni escupen sobre els seus conciutadans per tal decontinuar observant el seu reflex de patriciromà embotit en una pell lluenta i feta a la midad’una presumpció sense límits.

Com està clar, en tot això no hi ha res denou, sempre han existit místics i tirans, sants idespietats, herois i maquinadors. Llargues di-nasties han sucumbit invariablement de mortno natural, i pobles sencers han estat aniqui-lats per genocides, ja sigui en nom de Déu o dela civilització, mentre s’alçaven i s’enrunavenimperis per la pura cobdícia d’una sola volun-tat anòmala.

Però sempre hem estat proclius a atribuiruna certa grandesa a la iniquitat i a trobar unaèpica desesperada a l’espant i la misèria. Ara,aquests trinxeraires endiumenjats dels DonVito, el Bigotes i el Albondiguilla –segons la se-

qüència establerta per Santos Julià a les pàgi-nes d’El País–, han vingut a redimensionar-nos la veritable cara del regne de l’«hortera-da» al qual estem immersos. Sense exutori.

Mentre moria i em tornaven a ressuscitar,estès damunt la llitera, com un sacrifici oferta la perseverança en la voluntat d’un món onhi pugui tenir cabuda el miracle, no lluny d’a-llà es sentien els murmuris apagats de les bes-tioles reptants ocupades en llençar terra al da-munt de Palma Arena i altres bicoques. I da-munt els nostres caps, helicòpters mèdics so-brevolen contínuament la badia de Palma, mésenllà dels pins que es desborden per la fines-tra duent a cada viatge malalts a l’espera deser salvats.

Quan vaig estar preparat per començar apassejar, un convalescent germà entre altresconvalescents, vaig veure de sobte la figura deldoctor Bonnín que s’apropava cap a mi perprimer cop després de l’operació, i vaig volermemoritzar en un ràpid repàs tot el que li vo-lia agrair. No que ell i la seva gent m’hagues-sin salvat la vida a mi, un entre tants, sinó ques’haguessin sabut mantenir fidels al seu com-promís amb el destí que un bon dia havien ad-quirit, sense fàcils desviaments, durant anysd’estudis i d’esforços. Perquè sí, perquè aixího varen decidir. Gràcies a la seva fidelitat aldeure ara jo era allà, fràgil i tremolós com unafulla al vent. Quan va ser al meu davant i po-sant-li el braç damunt el seu, en comptes deparaules em sobrevingué d’una glopada tot unplor de segles. Un plor des de les entranyes del’espècie. Un plor per la fragilitat de l’existèn-cia, a l’hora de celebració i de commiseracióper la roïndat de la condició humana. Mirant-lo als ulls vaig comprendre que tot el què liacabava de plorar calladament ell ja ho haviaescoltat centenars de vegades, la mirada sere-na, quasi impertorbable. Llavors, cadascú se-guí el seu camí.

DIARIO de IBIZA

A cor obertCARLES FABREGAT

«Una germandat universal de damnificats en mans de la providència mèdica....» ‘LOS LUGARES COMUNES’ (1995), OBRA DE MANUEL BOUZO

TURNO DE PALABRAS

Viernes, 6 de noviembre de 2009 | La miranda

36

«Els malalts són el revers del somni. La constatacióque existeix la nafra, la decrepitud i la vellesa. Els malalts són la rebotica de la ‘societat del benestar’,els qui ens mostren el truc: a saber, que no serem joves i bells eternament»