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A pesar de la atención que se ha prestado a este asunto, no está nada claro lo que se entiende por idea principal o importante. La naturaleza exacta de la idea principal y de los ejercicios programados para ayudar a los alumnos a captarla varía considerablemente de unos autores a otros. En muchos libros de texto, después de leer un texto se pregunta: «¿Cuál es la idea principal del texto que acabas de leer?». Y ello sin haber dedicado ni media página de la lección correspondiente a enseñar al alumnado cómo se realiza tan compleja actividad. En lo que sí se ponen de acuerdo la mayoría de los teóricos es en considerar que la habilidad para identificar las ideas principales no se diferencia, en sentido estricto, de otras habilidades de comprensión. La idea principal se define frecuentemente como una frase, pero siguen sin precisarse los factores del texto (cuánta información contiene, de qué tipo, cómo se estructura) que determinan si una frase concreta la representa adecuadamente. Por eso, es muy importante revelar a los alumnos lo que se espera de ellos cuando se les pide que determinen la idea principal. El alumno debe saber si extraer la idea principal quiere decir elaborar un tema, o descubrir la esencia o una frase temática o una palabra clave que sintetice dicha idea. Existen autores que han elaborado todo un conjunto de reglas mediante las cuales el lector puede llegar a descubrir, no sólo la idea principal del texto, sino, también, el modelo perfecto para hacer resúmenes. Estas reglas, según sus autores, enseñan a identificar, inferir y generar ideas. Pero cualquiera que tenga relación con alumnos sabe que la cosa no es tan fácil. Por tanto,

Ideas Principles, Bueno

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Material para poder ubicar las ideas principales en un texto

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Page 1: Ideas Principles, Bueno

A pesar de la atención que se ha prestado a este asunto, no está nada claro lo que se entiende por idea principal o importante. La naturaleza exacta de la idea principal y de los ejercicios programados para ayudar a los alumnos a captarla varía considerablemente de unos autores a otros. En muchos libros de texto, después de leer un texto se pregunta: «¿Cuál es la idea principal del texto que acabas de leer?». Y ello sin haber dedicado ni media página de la lección correspondiente a enseñar al alumnado cómo se realiza tan compleja actividad.

En lo que sí se ponen de acuerdo la mayoría de los teóricos es en considerar que la habilidad para identificar las ideas principales no se diferencia, en sentido estricto, de otras habilidades de comprensión.

La idea principal se define frecuentemente como una frase, pero siguen sin precisarse los factores del texto (cuánta información contiene, de qué tipo, cómo se estructura) que determinan si una frase concreta la representa adecuadamente.

Por eso, es muy importante revelar a los alumnos lo que se espera de ellos cuando se les pide que determinen la idea principal. El alumno debe saber si extraer la idea principal quiere decir elaborar un tema, o descubrir la esencia o una frase temática o una palabra clave que sintetice dicha idea.

Existen autores que han elaborado todo un conjunto de reglas mediante las cuales el lector puede llegar a descubrir, no sólo la idea principal del texto, sino, también, el modelo perfecto para hacer resúmenes. Estas reglas, según sus autores, enseñan a identificar, inferir y generar ideas. Pero cualquiera que tenga relación con alumnos sabe que la cosa no es tan fácil. Por tanto, se impone mucha prudencia metodológica y, sobre todo, tranquilidad a la hora de afrontar este tipo de actividades.

Para desarrollar las habilidades de identificar, inferir o generar ideas principales el proceso podría ser el siguiente:

El profesor explica qué es una idea principal y las reglas para identificarlas, inferirlas o generarlas. Para quienes participan de este método, las explicaciones del profesor tienen un efecto significativo en el aprendizaje de las habilidades de comprensión.

El profesor describe oralmente cómo se aplican estas reglas.

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El profesor delega responsabilidades en los alumnos, para que éstos puedan llevar a cabo el proceso mental de identificar, inferir o generar, alternándose. Y de este modo, los alumnos ponen en práctica sus habilidades.

Metodológicamente, lo más recomendable es:

Empezar a trabajar con textos breves o con fragmentos de textos.

Trabajar textos narrativos, expositivos y argumentativos.

Mediante una enseñanza y aprendizaje sistemáticos e intensivos.

Mediante una programación y una batería de actividades bien preparadas y diseñadas en secuencias didácticas con unos objetivos concretos y específicos.

Para ello, conviene recordar que no todos los textos son iguales y, por lo mismo, merecedores de idéntico tratamiento pedagógico. En la mayoría de las situaciones didácticas, los profesores nos enfrentamos con textos narrativos, expositivos y argumentativos. La idea principal se presenta en ellos de modo distinto, ya que su estructura, su coherencia textual y su situación comunicativa –emisor, destinatario, finalidad, contexto y adecuación– son también diferentes

En los textos narrativos/descriptivos, la idea principal más que explícita suele estar implícita, y, por tanto, hay que deducirla de las acciones que llevan a cabo los personajes, de lo que hacen y de lo que dicen que hacen.

En cambio, en los textos expositivos y argumentativos el tema es el asunto sobre el que trata el texto (¿de qué (nos) habla?), mientras que la idea o ideas principales es aquello que se afirma sobre el tema (¿qué se dice sobre el tema?).

Textos expositivos

La mayoría de los libros de enseñanza tienen al texto expositivo como su cauce natural de información. Sin embargo, a pesar del contacto casi natural del alumno con esta tipología textual, lo cierto es que el acceso a los mismos deja mucho que desear. A diferencia de los textos

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narrativos, cuyo esquema mental el alumno lo adquiere desde muy temprano, la estructura y organización de los textos expositivos y argumentativos no acaban de integrarse definitivamente en su capacidad intelectual. Es muy posible que la naturaleza abstracta de sus contenidos sea la causa de esta dificultad comprensiva. Pero no sólo. También tiene que ver, y mucho, la enseñanza y aprendizaje de los mismos.

En este sentido, cabría recordar, una vez más, que los textos expositivos y argumentativos deberían ser objeto de tratamiento didáctico en todas las áreas. Especialmente, cuando el noventa por ciento de los conocimientos impartidos son de esa naturaleza textual. Más aún: el éxito o fracaso escolar de un alumno depende del dominio declarativo y procedimental de dichos textos expositivos.

Antes de abordar la idea principal de un texto extenso, convendría hacerlo con párrafos, extraídos de textos formados por varios fragmentos. Los alumnos con dificultades de comprensión son quienes más agradecen este método. Este tipo de aproximación puede llevar al espejismo de considerar que todo párrafo de un texto contiene una idea. Sabemos que no siempre es así y, por tanto, convendrá precisarlo de modo práctico en alguna otra sesión.

Textos expositivos formados por un párrafo

Por lo general, en estos textos breves, que son fragmentos de un texto general, la idea principal se concreta en alguna frase que alude al contenido o significado más relevante.

Pero, en otras ocasiones, nos toparemos con textos breves en los que la idea habrá que deducirla del conjunto de ideas de que consta.

Textos expositivos formados por varios párrafos

Son típicos de las preguntas que encontramos en los libros de textos. La mayoría de ellos desarrollan, o, por lo menos, enumeran una serie de ideas. Ante ellas, el alumno tiene que realizar dos actividades mentales precisas: buscar el rasgo común que las une y encontrar una frase que las resuma a todas.

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Dos actividades que no resultan nada fáciles. Sólo con muchos ejercicios enfocados desde esta perspectiva, se logrará que el alumno alcance cierta agilidad mental y se apropie del esquema mental pertinente.

Aquí nos encontramos también con dos modalidades distintas:

a) Que las ideas principales puedan condensarse en una idea básica.

b) Que las ideas principales no puedan condensarse. En este caso, conviene hacer un resumen que incluya las ideas más importantes.

Tema e idea principal en los textos narrativos

Naturalmente, la búsqueda y localización del tema e idea principal en los textos narrativos requiere otros planteamientos. En principio, hemos de distinguir entre argumento o tema de la acción y la idea principal o tema del significado, que nos transmite el texto.

El argumento o tema de la acción

De una manera sencilla el argumento está centrado en la acción de los personaje. Constituye el asunto sobre el que se habla o se escribe. Su identificación en un texto narrativo es una operación sencilla. En la mayoría de los casos, es suficiente que el alumnado tenga clara la definición y haya podido comprobar su pertinencia en varios ejemplos.

La idea principal o tema del significado

Constituyen el significado del texto; es decir, lo que el autor realmente nos ha querido mostrar o transmitir. Se refieren generalmente a las cualidades, sentimientos, conflictos, deseos o rasgos de carácter de los personajes, bondad, envidia, soledad, crueldad, ingenuidad, compasión, etc.; o bien a consejos prácticos de tipo moral (moraleja). Formular la idea principal o tema del significado requiere una mayor capacidad de abstracción. Sin embargo, una práctica continuada permite que esta habilidad se vaya desarrollando progresivamente.

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Como conclusión interesa recalcar que es muy importante que el objetivo de captar la idea principal se contemple como una actividad global, nunca aislada y de una asignatura, que los alumnos deben dominar en cada curso.

Tiene que entenderse como un hilo conductor del currículo de la lectura que afecta a todas las áreas. De este modo, el trabajo sobre la idea principal formaría un tejido uniforme y permanente, permitiendo que los alumnos alcancen una habilidad para prestar atención a lo que es relevante en la lectura.

Texto adaptado de:

Leer para comprender. Victor Moreno.

Serie amarilla. Blitz con la Lectura nº