Identidad y separacion gobierno proceso de cambio

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  • 7/31/2019 Identidad y separacion gobierno proceso de cambio

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    Ximena Soruco Sologuren

    Iden-tidad

    yseparacin gobiernoproceso de cambio

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    7 de abril de 20111

    El presente permite ver con ma-yor claridad el pasado perotambin el futuro, porqueapertura nuevas preguntas, yuna central hoy da es qu

    pas con la medida del gasolinazo en la

    relacin que se haba establecido entreEstado y sociedad los ltimos cinco aos,es decir, desde la victoria electoral de EvoMorales en diciembre de 2005? Y ver estarelacin, no en su momento de correspon-dencia sino en su quiebre inicial, permitepreguntarse no slo sobre la profundidadde la grieta, sino sobre las caractersticasde esta relacin antes de la ruptura y lasposibilidades de avanzar este proceso decambio (sea cual fuere el contenido espe-cco que est en disputa) ms all de la

    sura. Intentaremos realizar esa reexin

    en este texto.

    La medida del gasolinazo paraliz, prime-ro, y luego moviliz a la poblacin en sucontra. Pese a los argumentos del vice-presidente, el ministro Arce y algunos di-rigentes sociales de que la subvencin ala gasolina y al diesel, y, el consecuentecontrabando de estos productos, eran in-sostenibles para la economa del Estadoy que la nica salida era su nivelacin aprecios internacionales. Pese a los dis-cursos tcnicos que se elaboraron esosdas la poblacin sinti que la manera deresolver este problema, de la subvencinde los energticos, no haba cambiado,era la misma que en gobiernos anteriores:se cargaba todo el peso de la medida a lapoblacin, a la que se abandonaba a lamano invisible del mercado, esta vez in-ternacional. De alguna manera el gobier-no, con un discurso de construccin de unnuevo Estado, proceda con una radicali-dad neoliberal, inviable para los gobiernosde esta lnea, an en sus mejores tiem-pos. Qu haba pasado? Cmo el go-bierno de Evo Morales que haba logradocanalizar la potencia de las insurreccionesde 2000-2005, con la agenda de octubre yhacia la construccin de un nuevo Estadoque corresponda con la heterogeneidad

    de su sociedad, plasmada en una nuevaConstitucin Poltica del Estado, y victo-rioso en la disputa con la derecha bolivia-na, ahora decretaba el gasolinazo?Por los argumentos y explicaciones delgobierno durante la semana que demo-r la derogacin del decreto e incluso enexpresiones posteriores, sta era la nica

    manera y, a partir de un clculo estricta-mente econmico (y por tanto ahistrico),las consecuencias sociales iban a ser ma-nejables. El costo de vida deba subir laexacta proporcin que los combustiblessignicaban (hasta 20%) en el transporte

    y en menor medida en otros rubros comola canasta bsica, la lealtad poltica de lasorganizaciones sociales mitigara el costopoltico. Se trataba de un clculo racio-nal que hace abstraccin de los sujetosconcretos por cifras estadsticas que res-ponden en la medida de los estmulos enel contexto vaco de un laboratorio. Pero

    cmo un gobierno que vena de su expe-riencia con la densidad social dirigentessindicales e intelectuales y tcnicos anes

    a los movimientos sociales poda haberacabado en tal error poltico, que eviden-ci en el mejor de los casos un desconoci-miento de la dinmica poltica nacional ? 2

    Los anlisis sobre la medida, difundidos en

    medios de comunicacin, expresaban que

    el error haba sido en cuanto a la forma, b-

    sicamente, en cuanto a la temporalidad de

    la medida (no se poda subir los hidrocar-

    buros de golpe, sino paulatinamente), pero

    coincidan en lo insostenible de la subven-

    cin estatal a los hidrocarburos, agravada

    por el contrabando, y en que la nica va

    de solucin era la nivelacin de los precios

    internacionales. Es decir, la carga estatal

    de la subvencin haba que repartirla so-

    cialmente, para que el Estado pueda priori-

    zar otras necesidades de inversin pblica.

    Pero, si el sentido de la insurgencia popu-

    lar desde el 2000 haba sido la constitucin

    de un Estado que defenda los intereses

    de la sociedad, cmo ese Estado ahora

    cargaba sus costos (subvencin, poltica

    energtica inadecuada, etc.) a la sociedad

    que lo haba erigido, y lo haca a nombre

    de ella, de su propio bien?

    Para intentar entender las causas y con-secuencias polticas del gasolinazo y si esuna medida que supondra una lnea dedemarcacin, un antes y un despus, dela relacin gobierno-sociedad, es que sepropone algunas ideas de la cualidad deesta relacin durante la primera gestindel gobierno, Qu relacin de equivalen-

    cia estableci el gobierno de Morales conla poblacin que sostena el proceso decambio, y qu relacin estableci esta po-blacin con este liderazgo que nos permitaentender el origen y las consecuencias delncleo de esta ruptura: el gasolinazo? O,qu hizo que el gobierno simplique, con

    una ingenuidad incomprensible, la densi-dad social en Bolivia, pese a que no le esinicialmente ajena, el MAS y el liderazgode Evo Morales surgen y se desarrollandesde su experiencia concreta con estadensidad? Y cmo est enfrentando lasociedad, en su multiplicidad, esta sensa-

    cin de extraeza y quiz separacin conun liderazgo poltico que haba logrado re-presentar el proceso de cambio?La hiptesis de trabajo de este anlisis decoyuntura es que entre el 2005 y el 2010se gener una identicacin plena entre el

    gobierno de Evo Morales y el proceso decambio, que con el gasolinazo se rom-pe. Aunque todava no es posible ver laprofundidad y el alcance de este quiebreinicial de la identidad Evo Morales-proce-so de cambio y las posibilidades de recu-perar esta identidad, las consecuenciasinmediatas son una inicial prdida de he-gemona de parte del gobierno y la aper-tura de un debate, participacin y disputasocial por redenir la direccionalidad del

    proceso.De esta idea central se derivan tres lneasde reexin sobre la coyuntura que or-ganizan el presente documento y que sepresentan para alimentar el debate en lasesin: 1. Las caractersticas de la iden-tidad establecida entre un liderazgo y elproceso de cambio, 2. El gobierno, sustensiones internas y su reposicionamientocomo un actor poltico ms y no el nico y3. El proceso de cambio visto desde unaperspectiva mayor.

    Pese a los discursos tcnicos que se elaboraron esos das la poblacin sinti

    que la manera de resolver este problema, de la subvencin de los energti-

    cos, no haba cambiado, era la misma que en gobiernos anteriores: se cargaba

    todo el peso de la medida a la poblacin, a la que se abandonaba a la manoinvisible del mercado, esta vez internacional.

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    1. LA EXPERIENCIA DE LOS PRIME-ROS AOS: IDENTIDAD ENTRE GO-BIERNO Y PROCESO DE CAMBIO

    El gobierno de Evo Morales inici su pri-mera gestin enarbolando la agenda deoctubre de 2003, y de alguna manera, laha cumplido en una primera fase. Duranteeste perodo, la direccionalidad del pro-ceso que Morales haba canalizado porla va electoral est jada: realizacin de

    una asamblea constituyente que generaraun nuevo pacto entre Estado y sociedady nacionalizacin de los hidrocarburos,como los puntos esenciales. A estas de-mandas, levantadas y consensuadas porla mayora poblacional en los momentosde cuestionamiento y suspensin del or-den vigente (1985-2005), se sum la ne-cesidad gubernamental de conservar laestabilidad macroeconmica para no re-petir el desastre del gobierno de la UDP.Como todos sabemos, la nacionalizacinde los hidrocarburos y otras empresas,entendida como la recuperacin y control

    estatal de estos rubros (an no su puesta

    en funcionamiento) fue inicialmente mssencilla de lo que se pens y posibilit lageneracin de excedente para el Estadoy altos niveles de legitimidad, bajo distin-tas modalidades de redistribucin: bonos,proyectos a las regiones y organizacionessociales, ampliacin del aparato estataly disponibilidad de puestos burocrticos,mayor liquidez, etc. La realizacin de la

    Asamblea Constituyente, en cambio, re-

    present el reto ms difcil de esta prime-ra gestin, pues estuvo acompaado de laconsolidacin de un proyecto regional delites que devino nacionalista, y que en laacumulacin histrica de una demanda dedescentralizacin junto con el detonantedel racismo, amenaz con la ingoberna-bilidad de las regiones y en su momentoms lgido, con una guerra civil que podahacer inviable la refundacin del pas.La disputa de casi cuatro aos con una

    oposicin antidemocrtica y con un dis-curso abiertamente racista construy unrelacionamiento poltico altamente polari-zado, que requera la mayor cohesin po-sible de las fuerzas sociales identidadentre el gobierno y el proceso de cambio,simbolizada en la aprobacin del nuevotexto constitucional, donde los cuestiona-mientos y fricciones internas necesitabanser subordinados a la lealtad del gobierno-proceso y frente al adversario comn.Bajo esta experiencia poltica, inauguralpara el gobierno de Morales, las clasesmedias y en general la poblacin urbana

    se convirtieron en el tercer actor, capaz de

    Creo que slo por este

    procedimiento de ex-

    trapolacin mecnica

    de una coyuntura a

    otra distinta es po-

    sible comprender la

    torpeza poltica del

    gasolinazo.

    En un lugar mgico, Martina Noriega, acr/lienzo, 1.20 x 1.30 m.

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    dirimir electoralmente la disputa segn lacapacidad gubernamental de convencer-las va discurso e inversin pblica; de ah

    que el partido se redujo a una mquina

    electoral y no un espacio de discusiny construccin de proyectos, que en sureproduccin representativa (votos) ha-ca viable al gobierno, y con l, al avancedel proceso de cambio. Por supuesto, lacapacidad de realizar movilizaciones ma-sivas, de las organizaciones sociales, fueclave en esta disputa, pero tambin sevivi como menos importante porque sulealtad se dio por descontada.Frente a la recomposicin de una dere-cha radical, que acab siendo inviable ensu propia radicalidad (la construccin deun nuevo Estado-nacin que ni la pobla-cin regional asumi), el proyecto comn(como articulador de los sujetos sociales)fue la aprobacin de la nueva constitu-cin, que tena como conductor central algobierno de Morales. Es en este contextoespecco y no replicable, de defensa de

    la asamblea constituyente y con ella delproceso de cambio o refundacin (pluri)nacional, que la tesis del Estado comosntesis de la sociedad (y una tan orgni-ca como la boliviana) funcion plena perocoyunturalmente.Es decir, es la poblacin boliviana que fueconstructora de la posibilidad de un proce-so de cambio, aglutinada en las organiza-ciones sociales pero, tambin, apoyandodesde las urnas los procesos electorales,la que hace una lectura y prctica de sub-ordinacin de sus demandas especcas

    por una nalidad mayor, generar hegemo-na para arrinconar a una oposicin deses-tabilizadora y lograr la aprobacin del tex-to constitucional. Sin embargo, la lecturadel gobierno de esta subordinacin coyun-tural y por tanto con un sentido histrico

    de viabilidad del proceso de demandas,mayores espacios de participacin social,tensiones internas y crticas por parte delos actores sociales, fue la de un cheque

    en blanco por tiempo indenido.El gobierno entonces se mir a s mismoen el espejo de una coyuntura especca,

    que le devolvi la imagen distorsionada deser el nico actor poltico del escenario,an contra su propia experiencia concre-ta de una sociedad altamente organizaday disputando el Estado como campo defuerzas (ms que como instrumento deuna clase o grupo, frente a una ciudada-na pasiva y fragmentada).

    Al parecer el gobierno tras la aprobacinde la NCPE, de la victoria frente a su rivalregional y de la obtencin de su segundomandato, no ha asumido que este es unnuevo ciclo con necesidades y desafosdiferentes, y, ha pretendido organizar surelacin con la sociedad de la misma ma-nera que durante los primeros cinco aos;

    es decir, ha supuesto la continuidad deesta relacin de identidad gobierno-pro-ceso de cambio y de lealtad incondicionalde la densidad social. Creo que slo poreste procedimiento de extrapolacin me-cnica de una coyuntura a otra distinta esposible comprender la torpeza poltica delgasolinazo.Visto el gasolinazo desde la coyuntura an-terior, es posible imaginar que el gobiernosupuso poder intercambiar el sentido, pro-teccin y lealtad social hacia la asambleaconstituyente con uno hacia la construc-cin estatal; de ah que la liberacin de la

    carga estatal a la subvencin de hidrocar-buros pudiera imaginarse ser tolerada ydefendida, por encima de los tremendossacricios familiares y colectivos que esto

    implicaba.

    Sin embargo, el rechazo al gasolinazo, que

    oblig a derogarlo seis das despus de

    lanzada la medida, muestra que la pobla-

    cin ley esta decisin como una separa-

    cin entre los intereses del gobierno y losintereses de la sociedad que an con la

    medida derogada vivi esta decisin po-

    ltica como una reduccin de su capacidad

    adquisitiva, sin el sentido de un esfuerzo

    por un proyecto mayor, sino producto de

    una arbitrariedad gubernamental.

    Ahora, esta separacin entre gobiernoy poblacin respaldando un proceso decambio fue percibida como contradicciny lo fue por un grueso de la sociedad? 3

    Porque si este fuera el caso, podramosestar hablando que la percepcin socialdel gasolinazo, y con l del gobierno, fuela de traicin, percepcin que hara msprofunda y menos recuperable la sura.

    El gobierno que antes haba represen-tado el proceso de cambio ahora actuabacomo los gobiernos de la reestructuracineconmica, que asentaban la carga esta-tal en la poblacin, abandonada al dejarhacer, dejar pasar del mercado, aunqueel n haya sido esta vez el fortalecimiento

    estatal que (de nuevo) exiga un sacricio

    de parte de la sociedad, a nombre de supropio bien y en un futuro indeterminado(el mito del progreso)? Y si as fuera, sereactiv y con qu fuerza la memoria so-cial de la relacin con los partidos tradicio-nales y desacreditados del perodo neo-liberal, haciendo aparecer al MAS comoreproductor de estas prcticas, tal comomostraran las movilizaciones de la COBen el ltimo tiempo (que aglutina actoresespeccos que no reejaran la totalidad

    social, especialmente a las organizacio-nes indgenas que, con sus pugnas inter-nas y ms visibles, se mantienen leales algobierno)?

    Boulevard, Martina Noriega, acr/lienzo, 1.20 x 1.30 m.

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    Las preguntas por la especicidad de la

    poltica suelen conducirnos a preguntaspor la temporalidad de su movimiento yen algunos casos como este, por la irre-versibilidad de las acciones tomadas. Eneste sentido, el liderazgo simblico deEvo Morales y la acumulacin hegem-nica de su gobierno durante los ltimoscinco aos, con logros tan importantescomo el arrinconamiento de una oposicinque puso en riesgo la propia comunidadboliviana y la aprobacin del nuevo texto

    constitucional, le permitirn superar loscostos polticos del gasolinazo? Y cmoest replantendose su posicin en estanueva coyuntura? Al mismo tiempo cmose van a replantear las diferentes organi-zaciones sociales y la ciudadana indivi-dual (que vota y genera opinin, aunqueno tiene liacin orgnica) su relacin con

    el gobierno y con el proceso de cambio,tras esta primera sura?

    2. DE QU HABLAMOS CUANDO HA-BLAMOS DEL GOBIERNO?

    Cuando el MAS se inaugur en el go-bierno, tena jada una agenda de traba-jo, planteada por las movilizaciones queinterrumpieron el orden vigente. De ahque, como se ha sealado, la AsambleaConstituyente y la nacionalizacin de loshidrocarburos funcionaron como proyectocohesionador de las distintas fuerzas so-ciales. Este proyecto, adems, fue poten-ciado y legitimado en el territorio nacional,contra el abierto racismo y regionalismonacionalista de la oposicin prefectural.

    Al vnculo gobierno-dirigencia social (CO-NALCAM) y la bsqueda de hegemona

    que se plante como conquista electoralde las clases medias en las ciudades capi-tales y que era necesaria para derrotar aladversario poltico, se sum la necesidadde constituir un ncleo tcnico que tratara,puertas adentro, la poltica econmica trasla nacionalizacin. Se necesitaba estabi-lidad macroeconmica como garanta deun modelo de desarrollo conducido por elEstado (y todava sin un contenido espe-cco).

    Por otra parte, la experiencia concreta enla gestin pblica y sus exigencias (nobasta ya el discurso movilizador) mostrla pervivencia de una tradicin clientelar

    en la dirigencia sindical, que haca msexpedita la direccin del gobierno sobrelas organizaciones sociales (puestos yproyectos por lealtad), pero que impedauna gestin eciente; de ah los reempla-zos continuos de las cpulas ministerialesy de las empresas estatales y el perl ms

    tcnico (sectores urbanos profesionales)que dirigencial (de procedencia de las or-ganizaciones sociales) que va adquirien-do el gabinete y en general los puestos dedecisin gubernamental.

    Sin embargo, y esa es otra arista del ga-solinazo, esta medida mostr los lmitesde una conduccin slo tecncrata del go-bierno que en su focalizacin en la ecien-cia, aprendida en las escuelas neolibera-les de economa y derecho, y su propiadistancia y displicencia con el tejido socialboliviano, hace abstraccin del movimien-to de lo poltico, de la relacin concretaEstado y sociedad en Bolivia y por tantode la misma viabilidad del gobierno.Finalmente, la exitosa experiencia elec-toral del gobierno estos aos gener unanecesidad de reproduccin del partido que

    parecera que se est convirtiendo en unn en s mismo (y ya no en un medio paraavanzar en el proceso de cambio), unaauto referencialidad a la que se subordinatodo lo dems. De ah que este requisitode expansin electoral, unido a la actuali-zacin de relaciones clientelares del Esta-do de 1952 y un liderazgo cada vez mstecncrata (en la que el propio presidenteparece sucumbir), que necesita prescin-dir o funcionalizar la participacin socialpara avanzar, parecen ser tensiones quepotencian esta auto referencialidad guber-namental y la alejan de la sociedad y por

    tanto de la lectura de la realidad poltica.Aqu adems hay que hacerse una pre-gunta central que dara perspectiva frentea estas tendencias de ensimismamien-to y auto referencialidad estatal: existeun proyecto poltico y cul es? Y en esesentido, es el proceso de cambio unproyecto que permita cohesionar fuerzashacia delante y no aperturar un escenariode pugnas sociales muchas veces corpo-rativas, donde el gobierno aparece comoun actor ms con sus propios interesesprivados (su propia reproduccin)?Tal vez la emergencia social que vivimosla ltima dcada y que se canaliz en la

    aprobacin del nuevo texto constitucionalfue un horizonte, ms que un proyecto po-ltico, que permiti que los distintos suje-tos se articularan en una meta comn, ca-nalizada en la gura del presidente. Y esa

    apertura a la signicacin sobre s mis-mos, el cambio, el reconocimiento y pre-sencia constitutiva de la heterogeneidadque reclama un Estado que se le corres-ponda, y la existencia de contenedores demltiples sentidos como lo comunitario,el vivir bien, lo plurinacional, la descolo-

    nizacin, etc., est dando lugar, recina la cristalizacin de proyectos polticosms concretos y quiz antagnicos en elseno mismo del Estado, y tambin en elmbito social, que podran consolidarse ydisputar la direccin de este proceso enlos prximos aos.Y esta disputa de la direccin del proceso,que podra estar sucediendo (aunque nosolamente) al interior del gobierno tieneque ver con cmo se est construyendola relacin entre el liderazgo presidencial,el gabinete, el partido y las organizacio-nes sociales y cul es el escenario de de-

    niciones polticas clave, como la polticaeconmica y la canalizacin y potencia-cin (o contencin) institucional de la par-ticipacin social.

    Al mismo tiempo, hay que entender queen Bolivia el Estado no es el gobierno,aunque pretende llenar este espacio po-ltico en su totalidad, podramos estarhablando del Estado como un campo dedisputa entre el gobierno como un actorcentral pero no nico y diferentes organi-zaciones sociales (que funcionan comopartidos polticos, en su denicin clsica)

    as como sectores menos orgnicos (cla-

    ses medias y la inuencia de los mediosde comunicacin sobre todo en este sec-tor) que tienen un peso signicativo en los

    momentos electorales.Quiz estamos en un tiempo en el queel enemigo ya no sea la oposicin sinolos propios lmites de los actores polticosde este proceso y las determinacionesde nuestra historia colonial: un gobiernocentrado en s mismo y que simplica, por

    los motivos que fueran, la relacin con lasociedad como cooptacin legitimante,dirigencias clientelares por sus propiasexpectativas de ascenso social (oposicinsocial que en su cpula no mantiene el

    El gasolinazo y sus repercusiones sociales no solo han mostrado las debi-

    lidades del gobierno que asumi que le era posible llenar completamente el

    espacio estatal y convertirse de una vez por todas en sntesis de la sociedad

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    Cuando los anlisis de coyuntura, los an-lisis polticos y los discursos mediticoshacen nfasis solamente en la actuacindel gobierno, estn asumiendo implcita-

    mente que la relacin poltica en Boliviase da entre liderazgo gubernamental, par-tidos (o partido) y ciudadana ms o me-nos pasiva, que genera opinin y recuperasu soberana delegada solamente en loscomicios. Es decir, asumen que en Boli-via existe una relacin poltica (Estado-sociedad) bsicamente representativa,cuando la realidad de la ltima dcada, yla acumulacin histrica de los diferentesmomentos constitutivos (independencia,1899, 1952) muestran lo contrario (que noexcluye la dimensin representativa): unpanorama de alta densidad social y cultu-ral, que sobrevivi, se adapt y funcionincluso, y quizs debido, a su invisibilidady marginacin por parte de los diferentesproyectos estatales construidos en el pas.Por eso, cmo es posible resituar nues-tra lectura del proceso de cambio en unaperspectiva mayor que los errores y acier-tos del actual gobierno que, si bien soncentrales porque ah se generan las de-cisiones polticas, no agotan el sentido delo que estamos viviendo desde el 2000?Quisiera referirme aqu brevemente a dosproblemticas que a mi juicio pueden sercentrales, aunque desbordan el anlisisde la coyuntura: qu signica la cons-truccin de un Estado plurinacional en elcontexto boliviano? Y qu tipo de insti-tucionalidad podra corresponderse a unasociedad heterognea y altamente organi-zada, cuando la nocin moderna de insti-tucin poltica o sistema poltico que tene-mos ha buscado el aplacamiento de esafuerza social que aparece como catica eingobernable, en miras de la viabilidadpoltica entendida como toma eciente de

    decisiones polticas?Aunque esta es una simplicacin de la

    complejidad que implica la experiencia delEstado-nacin en Bolivia, podra sealar-

    se para los nes de este anlisis que hasido la bsqueda, por parte de un sujetonacional (con una visin de mundo des-de la cpula social y cultural boliviana) decrear una nacin en funcin del Estadoque se tena o que se estaba recongu-rando. Es decir, la lgica de razonamientode esta experiencia, con las especicida-des de cada ciclo estatal, ha sido la deconstituir una nacin que se correspondacon el Estado; de ah la necesidad de ex-cluir y/o disciplinar a esa sociedad hetero-gnea para hacerla caber dentro del ima-ginario nacional que ese Estado requera.

    Y como no caba, es decir, no se generla homogeneizacin nacional requerida nipor la va de la formacin social capitalistani por la va del mestizaje como discurso

    cultural, apareca la retrica de la inviabi-lidad de esa sociedad, que adems fueuno de los razonamientos para que el mo-vimiento regional de esta poca genere unnacionalismo separatista.Si se observa, y de nuevo acudiendo auna simplicacin, la lgica del razona-miento indgena y popular de esta dcada,puesta en funcionamiento en la asambleaconstituyente y bajo el postulado del Esta-do plurinacional, fue inversa: qu Estadose correspondera y ya no qu nacin ala densidad social nuestra (que la NCPEidentic como los pueblos y naciones

    indgena, originario, campesinos, comuni-dades interculturales, afrobolivianas y ciu-dadanos, entendidos como el segmentourbano ms individualizado)?

    Aqu es la sociedad, constituida como co-munidad poltica y por tanto con muchos ydiferentes sujetos sociales, quien generaun proceso constituyente de refundacindel Estado que necesita y de la relacinque se establecer entre dicho Estado yla comunidad poltica. Y hacer esto no esmenor, sino que establece, pensamos, laperspectiva ms indita de lo que denomi-namos proceso de cambio, dentro y fuerade Bolivia.

    Ahora, ah se plantea un problema centralporque el andamiaje de la institucionali-dad estatal, por ms dbil que haya podi-do ser, ha sido pensando en los diferentesciclos estatales no solamente como unamediacin necesaria entre la potencia so-cial y la dirigencia poltica sino como unacontencin y regulacin de esta potencia,ya sea mediante la promocin estatal derelaciones clientelares con las organiza-ciones sociales (las experiencias del par-tido republicano a inicios del siglo XX, elMNR de 1952, etc.) que permiten su con-trol y generan legitimidad, o la generacin

    del sistema de partidos y de la democra-cia representativa, a partir de 1985 quebuscaba modernizar el vnculo patrimonialcon la gestin tecnocrtica (de expertos)y la desmovilizacin social, regulada es-tatalmente en los comicios y en canalescomo los comits de vigilancia.Por otra parte, la expectativa de la partici-pacin social, por estas experiencias esta-tales y por las condiciones de precariedadeconmica, puede reducirse a ser funcio-nario pblico en diferentes niveles segnla capacidad de presin de mi organiza-cin, cuando no es posible que tengamos

    una burocracia de diez millones de fun-cionarios. Ahora, si la participacin socialde las organizaciones urbanas y ruralesno puede mantener la expectativa de te-

    ner puestos pblicos y generar dcits encuanto a gestin pblica, cmo potenciaresta fuerza organizativa en el centro deldebate y la toma de decisiones polticas (yno su ejecucin que sera responsabilidadde los cuadros gestores) y por tanto en ladireccionalidad del proceso de cambio?Y esto se hace ms urgente de tematizarcuando el instrumento poltico, creado porlas organizaciones para acceder al poderdel Estado y desde ah transformarlo (quefue una leccin histrica a partir de la ex-periencia minera que entreg el poder aun partido ajeno y que le haca sealar aZavaleta Mercado que no hay peor impo-tencia que aquella de la victoria), deja deser un medio para convertirse en un n en

    s mismo.Ximena Soruco Sologurenes Investigadora del PIEB

    1 La versin preliminar de este texto fue presentada

    y debatida en el Coloquio de Anlisis de

    Coyuntura organizado por el PNUD, la FDBM yCuarto Intermedio, realizado en Cochabamba el 7

    de abril de 2011. Agradezco a los participantes por

    los comentarios que han alimentado este texto.

    2 En el coloquio se plante el tema de si el

    gasolinazo era un error aislado o ms bien se

    constitua en el punto culminante de una lgica

    de manejo de lo poltico, por los antecedes en la

    defnicin de candidatos en las elecciones de abrilde 2010, y los conictos en Caranavi y Potos.

    Considero que no es posible ver en el gasolinazo

    la expresin de una continuidad monoltica del

    gobierno como tampoco una situacin excepcional,

    sino una serie de tensiones internas por defnir un

    proyecto estatal y, con l, un rumbo poltico.

    3 Un anlisis ms no debera diferenciar a las

    organizaciones indgenas y territorialmenterurales de aquellas de trabajadores urbanos ymineros y a la poblacin que solo tiene canalesrepresentativos de participacin, adems deconsiderar los niveles de mando desacreditados:el gobierno en su conjunto, el partido, el gabinete,algunos ministros puntuales y/o las guras del

    vicepresidente y el presidente, as como ladirigencia social en funcin de gobierno.

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